La Via Augusta Trobats a La Pobla Tornesa”
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DIPUTACIÓN PROVINCIAL DE VALENCIA SERVICIO DE ESTUDIOS ARQUEOLÓGICOS VALENCIANOS SERIE ARQUEOLÓGICA Núm. 19 LA VÍA AUGUSTA Y OTRAS CALZADAS EN LA COMUNIDAD VALENCIANA Vol. I (Texto) Por J.GUILLERMO MOROTE BARBERÁ VALENCIA 2002 Tesis de Licenciatura dirigida por Catedrático Martín Almagro Gorbea en el año 1979 (Solo se han modificado algunos aspectos de la Teis original, diciembre 2002) © ® José Guillermo Morote Barberá ISSN: 0213-9219 Depósito Legal: V-1424-1986 Imprime: Gráficas Revert’s 1 I INTRODUCCIÓN Los historiadores y eruditos han tratado de investigar desde el siglo XIX el trazado de las diferentes calzadas que los romanos construyeron en la Península Ibérica. La mayor parte de ellos se han apoyado en las fuentes clásicas, y muy especialmente en el Itinerario de Antonino. Sólo la investigación moderna ha tenido en cuenta otros itinerarios como los Vasos Apollinares, el Anónimo de Rávena, la Guidonis Geographica, o bien a geógrafos e historiadores árabes, verbi gracia, Al-Edrisi, d'Ahmad al-Razi, Abu-Chafar al- Waqaxi. De igual modo se tienen en consideración los diferentes repertorios de caminos, surgidos en los inicios de la época de Carlos I, de los que merecen especial mención los de Pero Juan Villuga (1546) y Alonso de Meneses (1576); repertorios que a partir de esta época se prodigaron con frecuencia. Thomas Fernández de Mesa (1755), Joseph Mathias Escrivano (1757), Santiago López (1812), constituyen un ejemplo de ello. Evidentemente, los caminos están directamente relacionados con la vida de los pueblos. Su trazado y conservación inciden de manera notable sobre el comercio, la industria o el progreso de las ciudades y, lo que es más importante todavía, en la existencia misma de un Estado. He aquí la razón por la que los romanos dieron tanta importancia a sus calzadas, en un primer momento para controlar a los diferentes pueblos que en la Península Ibérica se opusieron a su 2 dominación, y posteriormente para mantener ese dominio alcanzado, fin último del poder político romano. Si importancia tiene la red de calzadas que el Imperio Romano construyó a lo largo de sus provincias hispánicas, mayor la tienen los viejos caminos ibéricos de la zona mediterránea sobre los que se desarrollaron las primeras guerras que por el dominio peninsular disputaron cartagineses y romanos. Caminos ibéricos que estos últimos utilizaron con posterioridad para sentar sus calzadas. El motivo principal, pues, de este trabajo se centra en intentar trazar el itinerario que siguen estas rutas con la mayor precisión posible, facilitando de esta forma la labor investigadora de otros campos: los posibles movimientos de los ejércitos, el comercio o el nacimiento de nuevos núcleos de convivencia. Se estudia en primer lugar el trazado de la VÍA AUGUSTA entre TARRACONE (Tarragona) y AD TURRES (Fuente la Higuera), y desde esta mansión hasta KARTHAGINE SPARTARIA, ya con una denominación distinta. Algunos historiadores han denominado a este último trayecto Vía Pretoria (Fernández Guerra, 1890). En relación con esta vía se estudian una serie de ramales que ponen en comunicación el litoral mediterráneo con las zonas interiores de la Meseta y Valle del Ebro. - VÍA de CAESAR AUGUSTA a LINTIBILIN (INTIBILI). - VÍA de CAESAR AUGUSTA a SAGUNTUM. - VÍA de VALENTIA a SEGOBRIGA. Así mismo se estudian otras vías que, relacionadas también con la Augusta, sólo ponen en comunicación zonas próximas al trazado de ésta. A saber: - Vía del litoral. - La Senda de la Palla y el Camí Romà d'Antrilles. - La Vía València - Lliria Begís. - La Vía de SAETABI (Xàtiva) a Alcoy, y de Alcoy a DIONIO (Denia). Para terminar de completar la visión de las calzadas romanas que comunicaban el Mediterráneo con el centro de la Península Ibérica, se estudia el trazado de la existente entre KARTHAGINE SPARTARIA y COMPLUTUM (Alcalá de Henares), denominada por la investigación Vía Cartagena Madrid (Arias, 1962). Algunas de estas Vías ya han sido estudiadas parcialmente, razón por la que sólo trataremos de completar la visión que de las mismas se ha dado hasta el momento. El primer paso para el estudio y trazado de los caminos romanos a lo largo y ancho de las tres provincias valencianas lo hemos iniciado con el análisis de la bibliografía existente sobre el tema desde el siglo XVII hasta la actualidad, seleccionándose todos y cada uno de los datos recopilados, clasificándolos según su importancia, en orden cronológico de publicaciones, para de esta forma transmitir al lector una idea general de la evolución de la investigación especializada y, a su vez, para servir de base en los puntos substanciales a aquellos trazados que se aproximen o coincidan con la realidad del trazado que este estudio plantea. 3 El segundo paso ha sido la utilización, como punto fundamental para el trazado de algunas de las vías, de los itinerarios clásicos, Ravenate, Guidonis Geographica. Especialmente, para el trazado de la Vía Augusta y su ramal entre AD TURRES y CARTAGO SPARTARIA, se ha tenido como base el Itinerario de Antonino y el Itinerario Epigráfico que proporcionan los vasos de Vicarello, fuente esta última de mayor importancia por proporcionar un itinerario no alterable por la tradición manuscrita. Se han tenido en cuenta, también, todos aquellos datos que, en relación con las calzadas o distancias entre ciudades de la época, proporcionan los historiadores antiguos, tanto griegos como romanos, aunque concretándose sólo en cinco, pero conscientes, sin embargo, de la limitación que esto supone en un estudio de estas características. Un tercer paso, importante, ha sido el estudio de los documentos arqueológicos existentes en relación con las calzadas: miliarios, mansiones, puentes, centuriaciones, villae y arcos monumentales, o aquellos otros que, por su importancia, resolvieron algunos de los problemas que se plantean en determinados puntos de sus trazados. En un último paso, se han trazado, como consecuencia de lo expuesto anteriormente y de la investigación personal sobre el terreno, los distintos itinerarios que siguen las calzadas romanas comprendidas en este estudio. Todo ello con la ayuda de la fotografía aérea de los vuelos de 1956 y 1968-70 (véase bibliografía), así como de los mapas a escala 1:50.000 del Instituto Geográfico y Catastral, (abreviándose en el texto I.G.C.), midiéndose las distancias con un curvímetro. Se ha respetado la toponimia existente en esos mapas, sin entrar en la discusión correcta de la misma, con la pretensión de facilitar así la labor de localización de los distintos nombres utilizados en el transcurso del trabajo. La primera de las calzadas estudiadas ha sido la que proporciona el Itinerario de Antonino bajo el nombre de AB ARELATO NARBONA, INDE TARRACONE, KARTHAGINE SPARTARIA, CASTULONE, aunque sólo en el tramo TARRACONE-KARTHAGINE SPARTARIA, vía que es coincidente con el trazado que indican los Vasos Apollinares hasta la mansión AD TURRES (Fuente la Higuera). Es decir, concretando, la Vía Augusta. A las mansiones de esta vía se las numera en el capítulo III, B, correlativamente desde TARRACONE hasta KARTHAGINE SPARTARIA, según el orden que facilitan las fuentes que las mencionan, intercalándose únicamente aquellas mansiones que representan un cruce de caminos dentro del trazado de la calzada, verbi gracia, ALTERUM, DIONIO y LUCENTUM. Para ubicar las mansiones se han utilizado las dos fuentes principales contrastadas, el Itinerario de Antonino y los Vasos Apollinares, guardando respeto a las distancias que estos indican entre cada una de ellas, y utilizándose, para ello, la milla de 1480 m. Esta medida empleada ha satisfecho con plenitud los planteamientos surgidos en torno a la situación de las mansiones, llegando a resolver en la mayoría de los casos las dudas existentes sobre las mismas. En segundo plano, se han estudiado una serie de calzadas en las que, para su conocimiento, tan sólo se han podido aplicar, por un lado, los pocos indicios que sobre las mismas aún existen; por otro lado, la toponimia, que en muchos de los casos ha resuelto el paso de una calzada por un determinado 4 lugar; por último, la larga serie de yacimientos ibéricos o romanos existentes a lo largo del trazado de las mismas, que las orientan indudablemente. Todo este trabajo se ha apoyado en un conjunto de mapas en los que se traza el resultado de la investigación. Primero se han elaborado una serie de mapas en los que se plasman los distintos trazados propuestos por la historiografía anterior. En segundo lugar, se han incluido los mapas que, realizados por otros investigadores, se ha creído oportuno recoger para dar una visión de conjunto entre las vías estudiadas en este trabajo y su continuidad en las que estos otros plasman. Por último, en otra serie de mapas, a escala 1:800.000, se ha trazado el resultado definitivo de la investigación emprendida apoyándonos, en los casos en que se ha creído necesario, en otros de escalas menores. En otro orden, y para finalizar aportamos como fuente documental algunas fotografías, seleccionadas de entre las muchas obtenidas en los lugares considerados como más representativos de las calzadas estudiadas. La mayor dificultad que en torno a la identificación de las calzadas romanas ha surgido en este trabajo de investigación consiste principalmente en la carencia total de restos claros en la mayor parte de sus trazados, unida, por otra parte, a la escasa existencia de obras de fábrica, es decir, de puentes, alcantarillas, muros protectores, etc. Los pocos existentes están completamente destruidos, y otros a los que la investigación daba como romanos no lo son, creándose de esta forma problemas que sólo con el detallado estudio de los mismos se han podido resolver. La escasez de miliarios (de los conocidos, la mayor parte ha desaparecido) también ha dificultado la orientación clara de las calzadas. Además, en muchos de los casos, el lugar de su hallazgo ha creado problemas prácticamente irresolubles.