Días Rojos, Verano Negro Enero De 1919, La Semana Trágica De Buenos Aires
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Días rojos, verano negro Enero de 1919, la semana trágica de Buenos Aires Horacio Ricardo Silva Días rojos, verano negro Enero de 1919, la semana trágica de Buenos Aires Silva, Horacio Ricardo Días rojos, verano negro : enero de 1919, la semana trágica de Buenos Aires . - 1a ed. - Buenos Aires : Libros de Anarres, 2011. 264 p. : il. ; 20x12 cm. ISBN 978-987-1523-14-6 1. Anarquismo. 2. Historia Política Argentina. 3. Movimientos Sociales. I. Título CDD 320.982 Corrección: Eduardo Bisso Diseño: Diego Pujalte Fotografía de tapa: Pibes de Buenos Aires levantando una barricada en la esquina de Balcarce y avenida San Juan. (Louzán. Extraída de Mundo Argentino Nº 419, 15-1-1919.) © Libros de Anarres © Terramar Ediciones Av. Corrientes 4790 C.P. 1414AJN Av. de Mayo 1110. Buenos Aires / R. Argentina Buenos Aires / R. Argentina Tel.: 4857-1248 / 4115-1041 Tel.:4382-3592 [email protected] www.terramarediciones.com.ar ISBN: 978-987-1523-14-6 La reproducción de este libro, a través de medios ópticos, electrónicos, químicos, fotográfi cos o de fotocopias, está permitida y alentada por los editores. Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723 Impreso en la Argentina / Printed in Argentina Agradecimientos A Carlos Ernesto Rodríguez, periodista y docente, quien diera ori- gen a este proyecto en el año 2003, desde su cátedra de Investigación Periodística en la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo; y a todos sus alumnos, compañeros de curso del autor. A Osvaldo Bayer, decano maestro de este “violento ofi cio de escribir”, por su apoyo incondicional a la realización del pre- sente trabajo, y por el generoso gesto de prologarlo. A la Biblioteca Nacional de la República Argentina, por hacer posible el desarrollo de esta investigación al otorgarle la beca “Ezequiel Martínez Estrada”; y a su director, Horacio González, por su decidido apoyo a la cultura y a los escritores noveles. A Juan Carlos Pujalte, de la editorial Libros de Anarres; a Eduardo Bisso, de la Biblioteca Popular “José Ingenieros”; y a Sebastián Darraidou, de la Red Libertaria de Buenos Aires, quie- nes alentaron desde el principio la escritura de esta historia. A María Clorinda Boratto, quien falleciera a los 92 años de edad durante el transcurso de esta investigación, por el invalo- rable testimonio acerca de su padre, el secretario de la Comisión de Huelga de la Sociedad de Resistencia Metalúrgicos Unidos, Mario Boratto. A los hermanos Roberto, Lidia y Velia Fiano, hijos de Pedro Fiano –portero de la escuela “La Banderita” en 1919– por sus también invalorables testimonios. A María Gieras, Juan Carlos Canchi, Omar Uzal y la señora de Rusca, por sus aportes al presente trabajo. A todas las persones e instituciones que pusieron un empeño especial en colaborar con la presente investigación: Alejandro Gargiulo (Archivo General de la Nación); Luis Medina y José Agüero (Hemeroteca - Publicaciones Periódicas Antiguas, Días rojos, verano negro / 7 Biblioteca Nacional); Rubén Martínez (Instituto Histórico de la Ciudad de Buenos Aires); Rodolfo Barragán y Alejandro Nieves (Hemeroteca Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires); María de los Ángeles Marechal; Magda González Pacheco; María Elisa Paiella (Biblioteca Asociación Italiana Unione e Benevolenza); María Elena Tuma (Área Cultura de la Dirección General de Cementerios); Néstor Julio Pan (titular de la men- cionada Dirección); Hernán Ricardo Cortés, Silvia Benítez y Adrián Eduardo Barilari (trabajadores del Cementerio de la Chacarita); licenciado Mario Gasparri (CGT); Hemeroteca de la Federación Libertaria Argentina (FLA); Federación Obrera Regional Argentina (FORA); Leonardo Fernández, documen- talista marplatense; y a la hermana Nilda, monja del Instituto Siervas de Jesús Sacramentado. A los miembros del colectivo mendocino “La Hidra de Mil Cabezas”, por su ayuda y compromiso con la recuperación de la historia de los movimientos sociales: Nora Bruccoleri, Gabriela Maturano, Diego Pedernera, Silvia Sassola, Nicolás Torre Giménez; y un agradecimiento especial a su alma mater, el compañero y entrañable amigo Federico Mare, por su invalorable aporte al revi- sar y comentar parte del material que conforma esta obra. A los familiares, amigos, colegas y compañeros que brindan su aliento permanente: Amparo Ballester, correctora del perió- dico cubano Vanguardia quien, espontáneamente, revisó y comentó el capítulo “Hijos de la tierra, hijos del pueblo”; Regine Bergmeijer; Julio Borzone; la licenciada María Ángeles Campos; Verónica Canchi; Gerardo Cisneros; Claudia Columba; Julio Ferreira, “el Pelado”; Alba Gandolfi ; Andrea, Gabriel, Gonzalo, Mercedes, Miguel y Valentín Gauna Silva; Jesica Khadjoyan; Claudio Lebied; Carlos Martínez; Fernando Méndez; Cristina Merli; Américo Musumeci; Roberto Cirilo Perdía; Margarita Robertazzi; Sandra Rocco; Daniel Rodríguez; Félix Rubianes; Julio Rudman; Germán Emiliano Silva Zanabria; Liliana Alicia Urbano; Marcelo Valko; Juan Carlos Jorge Verziera; y Hernán Vizzari. 8 / Horacio Ricardo Silva Y por último, a los trabajadores de la metalúrgica IMPA; Eduardo Murúa; Marcelo Castillo; Alicia Unzalu y el Centro Cultural IMPA-La Fábrica; Vicente Zito Lema y la Universidad de los Trabajadores, quienes se baten en desigual lid con el Poder Judicial de la Nación, para cumplir el viejo sueño de Mario Boratto y sus compañeros de la Casa Vasena: la supresión del patrón y la autogestión obrera. Días rojos, verano negro / 9 1- Plano del barrio de Nueva Pompeya (1915), epicentro de los sucesos del 7 de enero. La barraca de la Casa Vasena es el tinglado dibujado junto al Riachuelo, en San Francisco y Tres Esquinas. (Instituto Histórico de la Ciudad de Buenos Aires.) 2- Sello de la Sociedad de Resistencia Metalúrgicos Unidos. Las manos se estrechan en alegoría a la unidad obrera, mientras sostienen un martillo, símbolo del trabajo industrial. (AGN.) Prólogo. EXPLICAR LO INEXPLICABLE Por Osvaldo Bayer La Semana Trágica. La Semana de Enero. Algo inexplicable. Que un gobierno popular, votado por la mayoría, haya cometido un crimen tan atroz como lo ocurrido en ese enero de 1919... Represión que iba a ser el prólogo de otras dos represiones de tra- bajadores cometidas por el mismo gobierno de Hipólito Yrigoyen poco después: los fusilamientos de peones rurales patagónicos y la represión contra los hacheros de La Forestal. Represiones ante exigencias justas de los hombres del trabajo. A esta profunda investigación de Horacio Silva la llamaría defi nitiva. Defi nitiva porque recurre a todas las fuentes posibles, trae las versiones de todos los sectores, describe profundamente la época y sus costumbres, la vida política y los intereses reinan- tes. Describe las distintas reacciones de los diferentes sectores sociales. Los problemas internos de las organizaciones obre- ras. Además analiza las investigaciones ya existentes sobre este hecho histórico. Documento por documento, interpretación por interpretación. Recurre –de acuerdo con lo que aprendí en mi experiencia– a toda la documentación histórica existente. Era necesario hacerlo. Más, que se ha tratado de uno de los hechos más escondidos de nuestra historia reciente. Algo así como: de eso no se habla. Y siempre sigo refi riéndome a la falta de autocrítica del radicalismo acerca de esta increíble tragedia. Esperemos que después de esta profunda investigación, los his- toriadores y teóricos de ese partido lleven a cabo de una vez por todas un congreso de historiadores para debatir este tema y hacer valer de una vez por todas en nuestra historia la palabra ética. El saber reconocer los errores cometidos. Y éste, el de la Semana Trágica, es uno de los más injustos y dramáticos. Y luego hacer lo mismo con el análisis de los fusilamientos de los peones patagónicos y la represión de La Forestal. La misma, agregamos, autocrítica que esperamos del peronismo, con res- pecto a la nefasta –para la democracia– actuación de las Tres A. La Historia debe servir para eso. Para aprender. Días rojos, verano negro / 11 En primer lugar, Horacio Silva, el autor, nos lleva de la mano a explicarnos qué es la ideología anarquista y la repercusión que tuvieron esas ideas traídas por los inmigrantes italianos y españoles –principalmente– a las ciudades y las pampas argen- tinas. Y cómo esas ideas se encontraban con la forma de ser del gaucho de las pampas. El encuentro fraterno entre las peonadas, los criollos, los payadores, los cantores y el concepto de vivir en libertad. Nos muestra los escritos de un González Pacheco, sus “Carteles”, y personajes como los bandidos de las pampas, enfocando a Bairoletto. De allí, a la ciudad: sus conventillos, sus tranvías con el “boleto obrero”, el poder policíaco, la vida y luchas obreras, pero también las diversiones. Los circos, el cine, el teatro, el Parque Japonés, el zoológico, visitas obligadas de los domingos. Nos sitúa en el ambiente para luego llevarnos al barrio de Nueva Pompeya, donde se va a producir el acto prin- cipal del drama que luego va a extenderse a toda la ciudad. El autor nos hace una descripción más que minuciosa del barrio obrero. Nos detalla casa por casa. Nos pone en el prosce- nio y allí, la gran empresa metalúrgica de la familia Vasena, su poder irrenunciable, los dueños del país y de su gente. No bien descrito el escenario, nos lleva de la mano el autor día por día, hecho por hecho, la acción obrera, la reacción patronal, la conducta de los políticos del poder, los defensores de la gente de bien, la actitud de la Iglesia, la información de los diarios. Detalle por detalle. La reacción popular y la actuación policial, los términos populares: los “cosacos”, la “cosaquería”. Las mujeres del barrio escupen a los policías; una de ellas, la “Marinera”, se juega con todo por los trabajadores. Los pic- nics solidarios del pueblo para con los luchadores; los sermones de monseñor Napal, advirtiendo que Dios está por el orden y la obediencia, y a quien los anarquistas llaman la voz de un “ave- chucho de campanario”. Y allí, Ramón Gómez, el ministro del Interior, que maneja los hilos o no los maneja y sólo “cumple órdenes” de arriba.