lA VIDA COTIDIANA DE LOS lvf ISIOIVEROS JESUITAS E.N EL NOROESI-E NO\/OHISPANOI

Bernd HAUSBERGER

En su expansión hacia el norte de lo que hoy e¡ N'féxico, los españo- y les encoñtraron culturas que no se Parecían a las de los aztecas de los orros pueblos del centio y sur del país. En el norte hallaron sim- ples agriiultores, a veces seminómadas, y cazadores-recolectores, que ie opónían ferozmente a la expansión colonial. Eran pobres, poco n.,nierosot y vir'ían dispersos en un territorio amplio, caluroso )'seco. Frente a Ias'reducidas perspectivas cle botín y riqueza y la arraigada tradición guerrera de l,os hábitantes del territorio, entre los españo- les no hubo nadie que quisiera organizar los medios 1' las fuerzas necesarias para romper la resistencia indÍgena. De esta manera, la expansión éspañola,-que en el terrirorio de los ylejos imperios indí- g"nut había sido llevada a cabo de un modo rápido, se estancó. En la ñreS"ta Central Comenzaron a avanzar de n¡evo, COmO COnseCuenCia de los clescubrimientos de ricas vetas de plata qlle se hicieron a lo largo de la segunda mitacl del siglo xvl; Pero enel noroeste el avan- ce óuedó detenido en las riberas del río de Sinaloa. En t'ista de esto, el gobernador de la Nueva Yizcaya, Rodrigo del Río y Loza, invitó en 1598 a los jesuitas a enviar misioneros para someter aquella zona a Dios y al rey. Los ignacianos, qlle habían llegado a México en L572, no vacilaron en aProvechar la ocasión para incursionar en el campo de la evangelización e intentar la rea- iización de una sociedad cristiana entre los pueblos Paganos. Así como (Paragual', Chiquitos, Ma1'nas, en varias -enpartes de América del Sur etcétera), el norte de México las misiones vettían a ser una de las típicas instituciones fronterizas del imperio español. Allí, losjesuitas

I El presenre arrículo se basa fundamentalmente en la información reunirla en mi libro atrs NIütetzuropa imholotrialen Mexiho. Eine Bio-Bibliographi¿, Viena/l\funiclt 1995 (Estu- -cliosJesuiten 2). primera verstón sobre historia y tultura de los países ibéricos e iberoanrericanos _Una la presenté en el xi Sinrposio de Historia yArtrop.ología de , celebrado en Hermosillo, dinria de los,pa'd,res Soirora, clel 2 3 al 2 6 rlc Éebrero de I 995, / fr.re publicacla con el tíLvlo La uüa jesuitas en las misiones del noroeste de NIóxiio. IJti acercamienlo a h hístorin cotüiana colunial, enla 'i\Iemoriz I del XX Simposio de Historia 1 rlntropología. de Sonora, Herl¡rosillo, 996, p. 25-70. BERND HAUSBERGER

empezaron su trabaio en 1591 en la villa de Sinaloa (hoy Sinaloa cle Le¡\'a), que en .s. énton.es era el prresto nlás avanzaAb ¿et pocler español en el noroeste. Se establecieron en los alrededores clel pe- queño poblado v pronto iniciaron sus actividades entre los dir,ersos pueblos de Sonora (mavos, vaquis, ópatas, eudeves, pimas), así como entre los- tepehuanes y tarahumaras en la sierra de Durango r,' Chi- huahua.2 En el transcurso de un siglo avanzaron hacia el nol-te, tan- -farahumara to en la como en Sonora, I' llegaron hasta el sur del actual estado norteamericano de . En 1697, empezaron la difícil misión de Baja California,v despr-rés, en 1721, entre los coras cle Nayarit. Con eso quedan esbozadas las etapas fundamentales de la expansiónjesuítica en Nf éxico. En 1748, para dar un dato preciso, los jesuitas tenían I 17 misiones entre los grupos indígenas nombra- dos.3 Todo esto requería un numeroso personal disptresto a vivir en tierras y entre gentes que los europeos cle los siglos XVII y xult cali- ficaban de bárbaras y salvajes. Para cubrir esta necesidad, la Compa- ñía de Jesúrs no encontr-ó suhcientes elementos entre los miembros de sus provincias españolas y americanas, por lo que recurría a un número cada vez rnayor de excranjeros que habrían de participar en la obra misional. Entre ellos se encontraban italianos, alernanes, bel- gas, checos y otros. En el noroeste de Nléxico, el éxito y la influencia de los jesuitas sólo tenían un límite, el que ponían dos pueblos nó- madas que se mostraban reacios a cualquier intent.o tanto de evangelización como de conquista militar: los seris, en la costa sonorense del golfo de California, y los apaches en el norte y noroes- te de Sonora y' Chihuahua. Hacia 17ó2, el número de las misiones jesuitas experimentó una primera reducción, cuando la Compañía tuvo que entregar 22 pueblos en la Tepehuana al clero secular.a El fin del sistema misionaljesuítica acaeció en 1767 , año en que el ilus- trado rey Carlos III expulsó a todos los miembros de la Compañía de Jesús de los territorios de su corona. La función de la misión cacólica en las zonas periféricas del impe- rio español en América era integrar a sus habitantes al sistema colo-

: Sobre los indígenas del noroeste de i\léxico y el suroeste de los Estados Unidos existe una anrplia bibliografia, véase sobre todo: Handbook of lvtiddle Ameritan Indinrc, vols. 4, 6, 8. I I (parte 2), Austin, 1966-1971. Hand.book af North American Indiarc, vols. 9-10: Allonso Ortiz (ed.), Southttest, 2 vols., \\hshington, I 979- l 983. Carroll L. Rile¡ The Fnrntier fuople. The Gr¿ater Southu'est in the Protohútoric Period,2a. ed. revisada, Alburquerque, 1987. 3 ErnestJ. Burn¡siFélix Zubillaga, EI nmoeste de México. Docimmtos sohre Lu misiones iesuíticas, 1600-t769, Nléxico, I986, uN,L\r. úrstirtrto de Invesrigaciones Historicas, p.591-59i9. (Serie Docr¡mental, l8) a Peter Gerhar

nial, no sólo en el campo religioso-espiritual sino en un sentido mu- cho más anrpiio. Los jesr-ritas nuncír establecieron una cl¿rra línea de separación entre el contenido purarnente religioso y las implicaciones políticas de su empresa. La conversión consistía en el reconocimiento de las dos maiestades divina v la terrestre- v la rebelión se con- sicleraba.o-ó pecaclo-la contra ei rbv,v contra Oioí. ¡t protecto cle los misioneros jesuitas tendía, además, a una transformación profunda de toda la vida social l' cultural de los grupos de los que se ocupaba. Por ejemplo, se intentaba convencerlos o, si era necesario, obligarlos a vestirse decentemente .l- a respetar el sacramento clel matrimonio monogámico. EI','ivir vaganclo libremente por los montes. como lo practican las culturas nómadas o seminómadas, parecía constituir un modo de vida animal y en contra de la naturaleza humana. Así, Ios jesuitas se esmeraban en reunir a Ia gente dispersa en poblaciones f!as, para lo cual se hacía necesario organízar al mismo tiempo una producción agrícola suftciente que garantizara el sustento cle las nue- vas comunidades. Para administrarlas mejor, nombrabatr una serie de funcionarios indígenas en cada pueblo; los misioneros, sin ernbargo, se reservaban para sí Ia autoridad suprema e intentaban crear bajo su gobierno una sociedad cristiana ideal, cuyas bases debían ser la pie- dad, la modestia, la obediencia, la disciplina v el trabajo de sus habi- tantes. Estas ideas gozaban de la completa aprobación de la Corona, ya que se proponían crear en las regiones norteñas estructuras socioeconómicas similares a las que los españoles habían encontrado en el centro de la Nueva España, y que a su vez tamPoco resultaban demasiado distintas de las comunes en elviejo mundo: una población en su mayoría dedicada a la agriculrura, que vivía en aldeas lias. Esto parecía el modo de vida y el orden socioeconómico normales y apar- te permitía la instmcción sistemática, además de que posibilitaba la explotación económica organizada de la gente. A través del programa misional jesuita, el noroeste de México fue integrado al dominio español v, en su mavoría, sus habitantes aceptaron el cristianismo, pero de este proceso no resltltó aquella sociedad ideal que habían soñado y pensado sus creadores. Para ex- plicar este relativo fracaso puede aludirse a varias razones: ideas erró- neas de los jesuitas sobre Ia naturaleza humana, sobre el funciona- miento de culturas y sobre las posibilidades de realizar un cambio cultr-rral planeado; profundas divergencias sobre el significado de la misión entre los misioneros y los colonos españoles, quienes aproba- ban el programa misional sólo en la medida en que preparara a los indígenas para aceptar su papel de nrano de obra y productores agrí- colas explotados; la ambigua posición del Estado, que quería ser el 66 BERND HAUSBERGER intenlrecliario entre las clos partes clefencliendo el sistema misional pero sin quitarles a los colonos tod¿rs las posibiliclacles de aprove- charse de sus habitantes. EI Estaclo cleseaba la cristianización y l¿r creación de comuniclzrcles indígenas estables en el norte, más quer'ía también el clesarrollo próspero cle la econonlía colonial. Este intento cle reconciliar dos r,ías cle desarrollo, tal vez no completanlente opues- tas, pero en permanente competelrtia etttLe sí, llevaba a nrttchas con- tradicciones l clesencaclenaba una serie cle conflictos. Nlientras que los jesuitas intentaban resolverlos r-ecrtrrieuclo a las diversas instan- cias cle la adrninistración l jurisclicciór-r colonial, los indígenas, por otro laclo, llegaban a reaccionar ccln rebeliones, que antes cle su sofocación causaban bastantes víctimas en ambos bandos. Sobre el sistema de misiones que los jesuitas establecieron en el noroeste de I\Iéxico, sr.r función, sus éxitos y stts fracasos se ha escrito nrucho.s Ei pr-esente texto no entra en el análisis cle la labor misionera ni de su importancia política 1' socioeconómica en el establecimiento del orclen colonial. Aouí me limito a ll:rmar Ia atención sobre ltna cle las debiliclacles del prograrna misional. la <¡ue raclicaba en sus misnros propaganclistas. Como ha apuntado Solange Alberro, los indÍgenas no eran los únicos que sufrían las consecttencias de Ia conquista v de la colonización, sino que también los conquistadores y colonizadores españoles vir'ían una aventura pertttrbadora, si bien infinitalnente nlenos dramática, que irnplicaba la necesidad de adaptar sus antaños conceptos del munclo a la extraña nueva realidacl." Lo que era cierto para los españoles laicos, lo era en Inal'or grado para los misioneros jesuitas que obraban conlo "aclelantados" clel prot'ecto cle coloniza- ción hispano en las fronteras del mr-rndo explorado. A los padres empieados en las misiones se les exigía un trabajo tan vasto que ni físicani psicológicamente poclían clel toclo con su tarea. La Compañía deJesírs, del siglo XVI al X\/III, se consideraba, conjusta razón, como el grupo mejor formado de la Iglesia Católica. Gracias a los rígidos

:'Entle los rnejores estuclios clel sisteura nrisional jesuita novohispatro se pueden clesta- car: Ignacio clel Río, Conquista y aculhtración en Ia California jesuítica I 697 - I 7 68, \téxico, 1984 (Serie cle Histo¡ia Novohispana 32); Sergio Ortega Noriega, "El sistenra tle rnisiones jesuíticas, l59l-1699", y "Crccirniento ¡ ¿¡isis del sistema ntisíonal, 1686-1767", en Sergio Ortega Noriega- Ignacio del Río (eds.), Ílistoria General de Son ora, r'ol. 2'. De la Conqtista al ktado Libre 't Sobera- nodeSonota, Helnrosillo, t985,p.3i-75,1l3-150. IhralaTarahuuiara,r,éanselasnunlerosas publicaciones de Lrris González Roclríguez, así corno Ricartlo León García. llkiones jesuitu en laTarahumana(siglb Citrclacl Juárez, 1992 (Esttr

vlDA CO-flDLA,NA IJE LOS ltf ISIO\EROSJESUITi\S 67

procediinientos en la selección ,v- formación de nuevos miembros se aseguraba nn personalbastante eficiente. Sin cluda, losjesuitas clispo- nían de un alto graclo cle idealisrno. La nravoría se habían ofrecido voluntariamente para el trahrajo entre los paganos, sin dejarse asllstar ni siquiera por la posibiliclad de strfrir el martirio, pero el abstracto anhelo de sulrinrientc-r, siguienclo el ejemplo de Cristo 1'cle los santos venerados. era una cosa. \' la ch-rra v áspera realidad de la vicla entre los indios era otra, )'esta clilerencia muchas \¡eces superaba la capa- ciclacl irumana cle los pacires. Cómo los tnisioneros vir'ían est¿r situa- ción, se intenta clescribir en las próxinras pirginas. Las fuentes ntilizadas para el presente artículo son múltiples. Entre ellas figura, sobre todo, la correspon(lencia que los urisioneros sostenían entre sí o con otras personas dentro y fuera de sus provin- cias cle trabajo. Ésta s" conserna en una cantidad sorprendentemente grande en diversos archivos de Nféxico, Estados Unidos y otras par- tes del munclo. Además, hago uso extenso de algunas relzrciones geo- gráficas e históricas que losjesuitas publicaron sobre las regiones en l:rs que ejercían su profesión. Se puede objetar que en estos textos en los del segundo tipo- los padres tendieran a -especiahnenteengranclecer sus sufrimientos para impresiouar al lector o porque sinrplemente no alcanzaban a percibirse de nranera objetiva. Sin em- bargo. creo que no sólo es de interés averiguar cóm.o Ios padres vi- r.ían "de veras" en las misiones, sino también reconstruir cómo se sentÍan, con todo el contenido subjetivo que eso tuviera, y cómo re- presentaban su papel de humano frente a sí mismo y al público. Podría clecirse que un defecto mltcho tnás grande de las fuentes ra- dica en qlre no testimonian nlrnca la visión del indígena frente a la rnisión. Por esto. me liniito en el relato en la medida cle lo posible a i la figura del padre misionero.

I I. LoS AGOBIOS li E/ trabajo li l.l Los jesuitas que sobrevivían el largo viaje a las misiones, que estaba ligado a numerosas dificultades, al llegar a su meta por fin podían declicarse al trabajo con los indígenas paganos o neófitos. Este con- sistía en una cantidad de oficios espirituales, administrativos )'eco- nómicos. Como curas de sus comuniclades misioneras, todos los días ? tenían que decir la misa, ceiebrar matrimonios, batttizar a niños, confesar a enfermos r- moribundos, enterrar a los lallecidos, y todos

I i rs*

68 BERND r'LA.usBERcER estos servicios no sólo se suministraban a los indios, sino muchas \¡eces t¿rmbién a los españoles y mestizos que vivían en los alrededo- res de las nrisiones.T Durante la Pascua o las fiecuentes epidemias, que hasta el ñn de la época jesuita segaron la'r'ida de gran número de los indígenas evzrngelizados, la administración de los sacramen- tos, sobre todo la toma de confesíón, poclía convertirse en una carga abrumadorz, y más aún cuanclo los padres daban también tratanliento médico a los enfermos.E El misionero enseñaba a los indios la doc- trina cristiana y en algunas de las misiones se establecieron también escuelas elementales para niños indios seleccionados. En el campo económico, el padre supervisaba los trabajos del campo y adminis- traba los excedentes que se producían y los ingresos que resultaban. Nfuchas veces tenían que ocuparse en los trabajos más sucios para dar buen ejemplo a los neófitos.l)

1.2. Et extran.o entorno cuLttLral

El salto al mundo desconocido de las misiones requería de los je- suitas el abandono de muchas costumbres viejas y amadas. A la hora de la comida, algunos de Ios platos en la mesa fueron consu- midos con repugnancia por falta de alternativas.r0 En vez de pan ahora había tortillas de maí2, y cualquier plato de carne se condi- mentaba con chile y era muv picante, "al principio, para un euro- peo, un agobio inimaginable", como comentó el padre Pfefferkorn.rr El padre Hüttl suplicó en 1765 con insistencia el

7 hdre visitador general Agustín Carta at padre provincial Juan Antonio Balthasaq Chihuahua,3 de septiembre de 17ól,.r.ttu, Ieg.2009, exp.39. Ignaz Pfefferkorn SJ., Beschreibung dtr lnndschaf Sonora sarnt anderen merhu'ürdigm Nachri¿ht¿n uot¿ den inner¿n Theilen Neu-Spanieu und Reise atr Amerika bü in Deutschland, nebst eín¿r lttndharte pon Sonora. Von Ignaz PJbferhorn,elljtihrigen t\lssionar daselást, Colonia, 1794-1795, vol. 2, p. 413. r "1 ..) la peste cle las viruelas entró en estos dos pueblos por los nreses más rigurosos de junio, julio, agosto I septiembre (...), pasaban por veinte las confesiones rodos los días (...) quedó rni salud algo estragada". hdreJuan Nepomuceno Plank al padre visitador general Ignacio de Lizasoáin, Cócorim,6 de abril de 1764,,rnu, leg. I164 caja 2. Támbién: Relación del padre Felipe Segesse¡ Tecoripa, 3l de julio cle 1737, Segesser (ed.), Berihte,p.69. . s Respuesta del padre Alejandro Rapicani a una carta circular del paclre visitador Carlos de Roxas, Banrc. 7 de agosto de 1749, xttt,IIésüo 2i8,exp.17,f .6- t-. Pfefferkorn, B¿schnibung, vol. 2, p. 406-407. Para Ia descripción de una jornacta normal

envío de café. pero no se sabe si lo recibió.12 con frecuencia falta- ba el vino en la mesa; el aceite era raro v se sustituía con sebo. Si éste se agotab:r, no sólo faltaba en la cocina, sino ranrbién para las lámparas, y los misioneros tenían c¡r.re quedarse sin luz en cllanto oscurecía; 1'sin sebo tampoco se poclía hacerjabón, sin el cual el misionero tenía qr-re aguantar llevar las ropas tán sucias que incluso resultaba molesto para un europeo del sillo xvtlI.r,l

1.3. La nattn'a.leza

Las condiciones naturales resultaban especialmente penosas. El cli- m¿l en el norte de Nléxico se caracteriza por ser mLlv extremo. Los \:eranos son extremadamente calientesj los inviernos, y muchas veces también las noches, fríos. cuanclo un iesuita enfermaba reite- radamente en su misión, se le transfería a ir'na zona cle temple dife- rente, para ver si el cambio le sentaba, pero no siempre esto dio resultado. Al duro clima le correspon-día-una vegetación agresre y llena de espinas. Así lo expresa el padreJuanJacobo Baegért: ,,Ei cuanto a las espinas en California, su número ei sorprendeñte, y hay muchas, cuyo. aspecto causa horror. Parece que lá maldición quó Dios pronunció sobre la tierra después de la cáída de Adán, cayó^en especial en California e hizo allí su efecro".ra A eso se aunaban todo tipo de bichos, que podían hacerle a cual- quiera la vida insoporrable. fuÍ, por ejemplo, lás misiones de Navarit se describieron como "(...) sumámente calientes y copiosas de mos- quitos, a-lacranes, tarántulas, zancudos, jejenes, éscoipiones, garra- patas, r.'íboras y cuánro género de sabandija Dios crié, allá tiáe su luga¡".tr De especial molestia podían serlas hormigas: 'A veces le atacan a uno, cuando está en el sueño más profundo, y después de todo el esfuerzo de matarlas, no se desembaraza de éllas én ocho uno $Í1s,..a, ¡o_ser que cambie su cuarto y se busque su cama en otro lado".ro En I763, el padre Enrique Kürtzel casi murió.n ó.rarras

re P H^ti'tdal padre proorraclorJosé ^^_ Hidalgo, Teméichic, l5 cle marzo de 1767, AJrH,leg. 125,_:1q 92. Menroria que_pide.el padre Aritonio Luis Hütrl para el año de l265 paá Te n ré iclric, AC,N, Tb m p o r alüad e s I nd i feren te 4g. r3 P FralciT'oJár'ier \\'eiss . a_lpidrevisiuclor generalJosé de utrera, Baborígame, 23 de septiembre de 1754, $'Bs, núm. 66, p. 305. r'l JohanrrJakob Baegert SJ., Ara chrichten um der Amerihanischen Halbinsel Californí¿n: mit einem zu.'eyfachen Anhang falschcr Nachrichten. Geschrieben um einem Pri¿ster der Grstilsrhofi ¡esu, u'elcher langdarinn diese bt:tere Jahr gelebet lnt, Nfannheinr 1273, p. 5 I. "'P. cristóbal dc Lauria, "Informe verídico y fiel de ñayarit y de sus misiones", Gtradalajara, l0 de enero de \i27, AGN, Hülor¡iz 308. f. 430r. i" Baege¡-t, Nachrichten, p. i3. BIRND HAf-'SBERGER por la picadura de ur-r alacránl7 y, tres años más tarde, una araña picó al vie.jo padreJosé Roldán.rB El padre Baegert, en sLr casa en San Luis Gonzaga, Ba.ja California, fue hostigado por tantos alacra- nes, que dijo haber nratado en el transcurso cle l3 años más de me- dio millar. LJna caza tan eficiente requería estar permanenremente alerta. "Por esto", escribe Baegert, "[enía preparado sienrpre una lezna larga, para clavarlos, nada más al verlos, a la parecl".ttt L1¿t penosos que los alacranes fueron para Baegert una especie cle avis- pas califbrnianas, cul'o piquete dolía "conlo si alguien le diera a uno de repente una punz-ada profunda con una aguja candente".?0 De vez en cuando se rnetió incluso un zorrilio a sLr casa, "(...) un anima- lito bien bonito, (...) pero, con todo respeto hay que decirlo, de una orina tan pestilente, que en el cuarto doncle por miedo la deja, se le quita la respiración a uno, consen'ándose un resto del olor infernal por más que Lln mes".2l Se cuenta que, en una ocasión, por ese motivo se desmayó un padre.2?

1.4. Las enfennedades

De mayor peligrosidad que los piquetes de las alimañas eran las múl- tiples enfermedades infecciosas ante las cuales sucumbieron tanto losjesuitas como los indígenas. Periódicamente se daban epidemias, contra las cuales los conocimientos médicos de la época resultaban muchas veces ineficaces. Los misioneros intentaban auriliarse, entre otras cosas, con medicinas que encargaban a la ciudad de México.23 Con el mismo sentido había entre los padres un intenso intercambio del uso de las más diversas substancias vegetales, animales 1'minera- les de Ia comarca.?+ Con frecuencia, recurrían a métodos medicina- les que hoy en día ya no resultan convincentes. El padre Pfefferkorn,

r? P. Kürtzel al parl'e procuradorJosé Hidatgo, Ó¡rauar, 5 de abril tle 1763, ,rltu, leg. 3e3. exp. 3. rs h José \lhtzek al padre rectorJosé Roldán, Onapa, l7 agosto de I 766, !VBS, núm. 66, o.27 | ' tt'Bu.gert,Nachrichten,p.69. 2t\Ibid,,o.75. 2t lbi¿., p. 64. e2 Relación del padre Felipe Segesser, Tecoripa, 3l dejulio

por ejernplo, consicleró una bebida de excremento humano clisuelto en agu¿r con azítcar como el mejor remedio contra l¿r rabia; contra l¿r cliarrea, reconrencló orina con anil.:'i El padre visitador cle Sorrora, el siempre enfermo Nlanuel Aguirre, intentaba curarse entre otras cosas con srasa de covote, pero parece que fue más lo que sufrió por estos tratanlientos qr-re el alivio qr-re recibió.:t; Tampoco el pech'eJuan Steb podía Iiberarse de sus permanentes dolores de cabez¿r, ni aun cuando en la primavera de 1766 partió descie slr retiracla misión de Nloris a la villa de Chihuahua para que allí lo sangraran.2T Nlejor suerte tuvo el padre Bernarclo Nf iclclenforff, quien logr'ó curarse cle su tuberculosis con la ayuda cle la'gonia', un tipo cle resina vege- tal que se encnentra en Sonora. Nf idclenclorff escribió nrás tarde: "Thnto como un pulgar disuelta en agua v bebida es bueno contra la expectoración sanguinolenta, v yo misnro me he Iiberaclo cle aquel mal con estzr bebida".?s En Navarit, la "gomilla de Sonora" se reco- mendaba nmbién corno renledio contra la ponzoña del alacráll, junro con la triaca romana, la cáscara del tempisque v "el colmillo del cai- mán raspado, bebido en dos o tres sorbos de agua"; pero como el medio terapéutico más ef icaz se consicleraba "(...) la ventosa, si pica en parte adonde se puede aplica¡ sajando primero el lr-rgar donde picó, percl es preciso que llegue pront¿rmente antes que el veneno se insinúe en el cuerpo".2!) Buenos consejos encontraban los enfermos también en el conocido manual médico de-luan Esteyneffer, el que había escrito especialmente para sus conrpaireros en las ntisiones. En Baja Clalifornia era, después de la Biblia, los misales y los brevia- rios, el libro más comúrn; había un ejemplar en cada misión,:Jr)

?'r Pfefferkorn, Beschreibung, vol. I , p. I I 3- i I 4, vol. 2, p. I 87. Sobre la rabia, r'éase por ejemplo: padre José \\htzek al paclre rectorJosé Rolclán, Taraichi, 9 de septiembre de 1766, wBs, núnr. 66, p. 273. :1i Padre visitador lrfanuel Aguirre al paclre prolincial Francisco Zevallos, Bacadéguachi, I de abril de 1766, eutt, leg. 297, caja l, f. 287r-2SSr. 2? Padre Steb al padre provincial Salvador de la Gándara, Chihuahua, 20 de julio de 1766, .lcN,Jf¿rL ita:, IIt-14. Licencia del padre Pedro Pablo Nfasida al paclre Sreb, Guazápares, 27 de niavo cle 1766,,\c:N,./eszilai, III-14. !8 \\. Junkntann (ed.), "Aus denr Tagebuche des nrexicanischen Nfissionarius Bernh. Ivf iddendor{fatrs cler GesellschaftJesu." In: Kad olisches filagazinf.ir llksnuchaf und leóet (Nf iinster I 845), vol. I , p. 794. Véase tanrbién:Juan Nennrig. SJ.. E/zrJ o ensay. Descripcion geográJtr.a.natural y curiosa de ln pt'o-incit de Sonora, 1761, ecl. Nf argarita Nolasco A¡nus, Teresa Nlartínez Per-raloza, América Flores, \féxico. 1977 (Colección Cíentífica rlel tx.ut 58). p.62. :1r Breve lelación geográhca de las rnisiones que componen'le provincia rle \Íavarit, s.l. s.f. [ca. 1765]..\lltN.-\tt (\Iéxico), FondoJesuita. carpera r¡1, cloc 5, f. 6r. A los rlie¡tes del caimán se atribuían nnrbién en el Faraguav caliclarles nledicinales;J. R. Rengger, Rpise nach ParagualindenJahren 1818 bi: 1826,e<1. A. Rengger,Aarau l83S, p.386. :t{)Juarr cle Esteyneffer 5.1., Florilegio i\ledicinal, lvféxico, l'712, ecl. Nfaría del Carmen Anzures y Bolaños,2 vols., ivféxico, tg78 (Nuestros Clásicos 2, Colección la Hisroria

En conclr"rsión, se usaba una rara mezcla de tratamientos deri- vados de creencias supersticiosas l' de conocinlientos empíricos- modernos. Con toclo, tantbién los españoles laicos buscabanei con- sejo médico cle los jesuitas; en la frontera todos tenían los misnros problemas y había que avudarse nlutllamente como fuera posible.sr De esra suerte, el paclle Felipe Segesser. que en sus primeros años en la Pimería Nta se encontró varias veces al borde de Ia muerte, fue llevaclo en Llna cle esas ocasiones por su amigoJuan Bautista de Anza. el capitán del presiclio cle Fronteras, a su casa, donde su es- posa le curó con "sus medios caseros".:t? En otro momento le salvó incluso un hechicero. a ctuien habían llamado los funcionarios in- dígenas de sr-r misión. Segesser escribió a su hermano sobre esro: "(...) me trajeron a mi cama, mientras que dormía, a un hechicero, quien sacó un objeto como un chícharo de mi boca, v en seguida me ftte urejor".:t:' No es fácil averiguar en qué medida losjesuitas hacían uso de los conocimientos de los indios en su lucha contra las enfermedades.sa Tomando en clrenta el desdén con qlle miraban los métodos de cu- rar de los indígenas, siempre mezclados con prácticas rituales, pue- de suponerse Llna escasa adaptación de las tradiciones precolombi- nas entre los misioneros. Cuando, por ejemplo, en 1763 las misiones de Nayarit fueron asoladas por una epiclemia y los indios, en su deses- peración, reunieron dinero para pagar Ia ayuda de un hechicero, los jesuitas hicieron apresar tanto al hechicero como a sus clientes.:]5 Por otro laclo, sólo puede explicarse el rápido aprendizaje de los efectos de diversas yerbas locales mediante un diálogo con los indÍ- genas, en los cuales podían a la vez realizar los ensayos necesarios para verificar los resultados de la aplicación de los nuevos medica- mentos (como lo afirma el naturalista español Félix de Azara sobre el célebre yerbero de los misiones paraguayas, padre Sigismundo

Nfedicina en IVféxico). \V. lVf ichael lvfathes, "Oasis culrurales en la anrizua California. l¡s bi- bliotecas de las misiones de Baja California en I773", en Estudios de llistoria Nouohi:pana l0 ( I 99 I ), p. 438, 440. Véase también: Luis González Rodríg.rez, "Religión y comercio de plan- tasrrreclicinalesenelnoroestecolonial",enLuisGonzálezRodríguez, Elnoroestenovohupano en la época coloniaL, )féxico, 1993, p. 5 l3-543. :tl Capitán Lorenzo Cancio al paclreJosé Lorenzo García, San Carlos de Buenavista, 9 de agosto

Asperger).:t6 El padreJosé Och se clejó aconsejar por sus indios so- bre como curar sus pies, qr-re estaban llenos de picaduras de insectos 1' arañazos por la profusa y constan_te comezón. a tal graclo que se habían cubierto de costras, y sanó.:r7 No cabe ducla que, respecto a este punto, se daban actitudes individuales muy diferentes, Elsenci- llo padre Herman Glandorff, por ejemplo, permitió qr-re los -lomóchic tarahumaras de le cuidaran, aunque no parece haber creí- do del toclo en la utilidad de sus esfuerzos. Aiguna vez escribió el paclre Glandorff: "(...) me sale con los excrementos mucha sangre ya casi dos semanas ha, pero sin dolor alguno: unos dicen que es san- gre molida que la naturaleza expele, otros que es cle almorranas, todos, que es para salud. Nf is hijos están llorando y me están cliran- do como ellos saben".38

L.5. Los ca¡ninos

IJna misión consistía normalmente de dos o tres pueblos, entre los que mediaba una cierta distancia, v el misionero responsable de ella tenía que visitar regularmente desde la cabecera los otros pue- blos, llamados 'de visita'. Cuando se nombraba a nn iesuita supe- rior de un rectorado de misiones o visitador de toda una provincia, estaba obligado a emprender viajes incluso más largos, ios que le podían llevar meses por territorios muy amplios.se Los viajes en el norte eran muy pesados, aunque sólo fuera por las temperaturas extremas, Ias picudas espinas, que "atraviesan zapatos y botas como si fueran cera suave, cuando, yendo en caballo, no se presta aten- ción", o las serpientes cascabeles a lo largo de las sendas solita- rias.a0 Caminos bien hechos o puentes no se conocían en ninguna i parte. Al visitar las misiones de Sinaloa, por ejemplo, había que t I : i 56 t Félix cle Azara, Vajes porAméricailIeridional,lvfadrid, Espasa-Calpe, 1969, p.90. 17 Joseph Och, SJ., "P Joseph Och's. Glaubenspredigers der C. 3. in NLunrexico, 1 Nachrichtelr vort seinen Reisen nach dern spanischen.\llerika, seinenr dortigen Aulenthalte vomJahr 1754 bis 1767. und Riickkehrirach Europa 1768. Aus dessen-eigenhándigen Aufzeichnungen. in clrey Abschi¡ritren", en Christoph Gotrlieb von ñfurr (ed.), Nachririten uon aerschied,enen Undern des spanischen Amerihas. Au eigenlu)ndigen Auffsátzen einiger Nf issionare de Geselkchaf Jesu, Ilallc 1808-1811, vol. l, p. I98. Véase rambién: padre Aclán Gilg al padre rector del colegio de Brno, Pópulo, febrero 1692, Welt-Bott, r'ol. l, parte 2, núm. 53,-p.76 (para.el tírulo completo del WeltBott, véase nora I ?7). rd P Glandorffalpaclre rector Luis Téllez Girón, Tomóchic, 29 de abril de 175 I _ Compá- rese: Baegert, Naebichten, p. l4l-142. srlPJuan Antonio Balthasar a Franz Urs Balthasar, México, lg de mayo de 17.19, StA Luzern, PA 178/384. a" Baegert, Nachrichten, p. 52; sobre las cascabeles, ibü., p.66-68. 74 BERND Í{ATISBERGER 'lirbares atravesar 20 veces el río de los v 63 veces el río cle San An- ch'és, io c1r,re poclía ser pelieroso ciurante Ia época cie lluvias, y, en todo caso, las repeticlas enlpirpadas perjudicaban la salud.+l Era costunrbre que ios pacir-es r.i;¡aran a caballo, pero no todos gusta- ban cle esto- I.-l paclreJosé \\htzek prefería una mula más apacible para trasladarse. Un día, sin embargo, se vio forzaclo a rnontar Lln cabalio, el que en el acto "(...) nre tiró de espalcias con tal porrazo que toclo el clía cle at'er queclaba casi inrnóvil sin poder moverlne y especialmente los pies en los clue he senticlo un dolor agudísimo".a2 Cuando un padre se r.olr,ía viejo 1' gordo. y¿r no quería arriesgarse de esta nlanera. Por esta razórt, ei experimentaclo paclre Carlos de Roxas usaba una volante para cumplir con sus cleberes, siernpre y cuando el nir,el cle agua de los ríos lo permitiera,''' y lo lnismo se sabe del padre Felipe Segesser.+r Viajando en c¿lrro por los frago- sos caminos ciel norte, tampoco se estaba a sal.n'o de accidentes, como lo tuvo clue experiment¿rr el padle visitador generalJosé de Utrera, alrecleclor de l7ó4.+:'

1.6. Los irulios

A esto habría que agregar que grandes partes del noroeste novohispano fueron castigadas, especialmente en el siglo xvttI, por Ias continuas incursiones de los seris 1'los apaches, lo que conver- tía cualquier viaje erl Llna elnpresa peligrosa, e incluso estando en los pueblos nadie se podía sentir seguro.+{' Cuando Benito Crespo, obispo de Durango, r,isitaba Nuevo NIéxico, le atacaron los apaches, espantaron a sus caballos y cinco flechas de las tiradas atravesaron

al Inforne del padre Francisco Domíngriez, Navojoa, 8 de febrero de 1744. Sobre la sie t'ra Thrahuutara véase: parlre visitador Juan de Güenduláin al pach-e plovincial Gaspar Rorlero, Cócorinr. 22 cle diciembre de 1725, .\GN, Historiz 20, f. 2lv-35r. 'r: P José \\htzek al padre José Roldán, Onapa, I I de julio de 1766, lvss, núm. 66, p. 269. a:r Pache visitador general Carlos de Roxas al padre provincial Francisco Zevallos, Arispe, l4 de nravo de 1764,,ultr. leg. 17, exp.8. lr P A¡rtonio lvlaría Benz a sus parlres, Ures, 6 de junio de 1751, Peter Nfasten Dunne SJ. -ErnestJ. Burms SJ. (ecls.), "lbur unpublishetl letters ofAnton \faria Benz eighteenth century rrrissiotrary to Nfexico", enArclúrunt Historicunt Societatis lesu 24 (1955), p. 365. 'ri Lhtlre.José Hiclalgo al padre visitador generalJosé cle Utrera. San Felipe et Real. 28 de octubre de 1754, \r'lJS, nr.int. 66, p. 301-:i02. 1(' Anrlrés Pérez cle Ribas, Hü¿o¡i¿ de los triunfos de ntLestra santa fe entre getúes lns mas bátbaras yferas dcl i\'¿tei,o Orbe (1645). lvféxico, 1944, vol. 2, p. 85. Relación del padre Felipe Segesse¡ Tecori¡ra, 3l de.julio de 1737, Segesser (ecl.), Berichte, p.40. Paclre Glandorffal paclre rector Luis Téllez Girón, Tomóchic, 29 de abr-il rle l75l, rull'iu{1.1, núm. I625. \¡ID..\ C;O'TIDIANA DE t,OS TIISIONEROS f ESL ITT\S t5 l¿r volante. por fbrtulla sin herir a nadie.47 N[uv al principio de su trabajo cotrro rnisionero entre los tarahunlaras, el pacire B¿rrtolomé Br¿rlrn corrió igr-ral sr,rerte, cuanclo fue atacacto por los apaches en los alrededores de su misión de'lbméichic. quedanclo mal hericlo trno cle sus sirvientes.rs En Sonora, a partir de los últimos años clel siglo X|ll, est¡r gucrra cobraba viclas todos los clías. plincipalntente entre los inclios de las misiones, pero ningÍrn jesuita fue víctirna. .Sólo el padre llf anuel Nbarrán murió ''cle un susto que le dieron los :rpaches", cuando le atacaron y rnataron a unos soldadcls qr-re lo esco[t;rban.t!' w'f ás peligrosos para los misioneros resultarorl ser los indios neó- fitos, "a los cuales", esclibió el padre Juan Nentuig en 176.1 a Euro- pa, "el misionero no debe temer menos que aquéllos a los apaches, sus enernig65".5{) a los inclios se les inrponía el programa rnisional. por lo merlos en p¿rrte, contra su vohlntad, I' la confrontación que resultó de esto seguía existiendo cle manera soterracla por décadas, bajo una superficie de aparente tranquilidad. Además, los colonos españoles realizaban frecuentes intentos por anulzrr o disminuir los privilegios de Ios indios de nrisión. los c¡tre obstacr.rlizaban su libre explotación, rnaniobras que irnpeclían la conciliación cle los inclíge- nas con el nuel'o orden social. De vez en cuanclo bastaba una chispa para conver-tir el conflicto tácito en un¿r ola de violencia abierta. Én algunas ocasiones los paclres perdieron la vicla en ella. en otfas pu- dieron sah'arse huyendo en forma precipitacla. Ln este contexto se clieron, por ejenrplo, los sucesos cle noviem- bre de l75l en las misiones de la Pimería Nta. En Claborca, los indios mataron al padre Tomás Teilo, de noche )'en srr casa. En la pared de su cuarto se encontró después la huella de su mano en- sangrentada, con la cual intentabzr apovarse va rnoribnndo. El pa- dre Enrique Ruhen, en Sonoita, pareció haber Iogrado escaparse por la ventana, pero estando afuera Ios rebeldes le dieron alcance. En Sáric, el padreJuan Nentuig recibió una advertencia en el últi- mo minuto. En plena noche ltuvó a lubutama, doncle residía el

a7 Relación clel padle Felipe Segesser, Técoripa, 3l dejulio de 1737, Seg¡esser (ecl.), Bcrichte. p..1O- 'rs Patlre Glanclorff al padre rector l¡is Téllez Girón, Touróchic, 29 de abril de 1751, .NIl,NI(:t. nú¡tr. I 615. 'r! P. Alexancler Rap icani al paclte plocuraclor José Hitlalgo, Batuc, l 2 rle abril cle 1 766, AtlPlf(:1. núm. 1645. José Luis Nf iraftrences, trforinticntos de resiste¡cia ¡¡ rabelión indígena en el norte de t\líxico (1680-1821), r'ol. 2. Nféxico. 1993, p. 22. i0 Extracto de cuatro cartas rlel parlreJrran Ñentuig, I750-175.1, llblt-Bott,r,ol. 5, parte 38, núun. 754, p. 45. Sobrc los nrie

to BERND T{AUSBERGER padre Jacobo Sedehnayr, pero los pimas le siguieron la pista. Du- rante tres días los inclios atacaron la misión, clefenclida sólo por unos cuantos españoles. Al final, los pinias incendiaron los edifi- cios, reduciénclolos a escombros. Nadie salió ileso de esta contien- da y el padre Sedelmayr recibió tres flechazos. Atrincherados en las humeantes rtrinas, Ios defensores deciclieron aprovechar la no- che para intentar escaparse al campo rninero de Santa Ana. Los heridos que no podían andar fueron abandonados, después de habérseles admrnistrado los sacrarnentos. Los indios los ultimaron al día siguiente. Los otros lograron pasar a hurradillas por entre sus sitiadores y llegar a Santa Ana. Sólo el padre Nentuig extravió a sus compañeros en la oscuridad. Cuando amaneció, alcanzó a esconderse en un charco y, con el agua hasta el cuello, se quedó sumergiclo todo el día. En la noche salió todo aterido de frío y se puso a buscar ei camino a Santa Ana. Para que los pimas no reco- nocieran sus huellas, se quitó los zapatos y sólo después de tres días le encontraron unos españoles con Ios pies completamente lastimados por las piedras y espinas del desierto.i'r Pasado el tiem- po y restablecido el orden, el padre Ignacio Pfefferkorn fue a Sonoita y tuvo la suerte cle "dar entierro decoroso después de seis años a los huesos y al cráneo todar,'ía sangriento" del padre Ruhen.52

1.7. EI demonio

En todo esto, los jesuitas no sólo temían una agresión física de sus neóÍitos, sino que muchos estaban convencidos de la existencia de poderes obscuros que los indios malévolos podían usar contra la religión cristiana y sus sacerdotes. El contacto del indígena, espe- cialmente de los hechiceros, con el demonio estaba fuera de duda para muchos jesuitas. El padre Alejandro Rapicani afirmó que las dos terceras partes de los pimas eran hechiceros, quienes sabían ocasionar "con su brujería diabólica daño sensible". Informó cómo el padreJuan Bautista Gratzhoffer fue víctima de los brujos: "Los pimas ingratos le pagaron mal sus esmeros, ejecutándole miserable-

'tl P Antonio María Benz a sus padres, Cumuripa, 3l de mayo de 1752, Dunne-Burrus, Letters, p.373; Acl, Guadalnjara 419A, passim, especialmente f. I6v, I9r: padre Sedelmayr al gobernador Diego Ortiz Parriila, Real cle Santa Ana, 27 de noviembre de 175 I , y f. 30r-30v: padre Gaspar Stiger al padre visitador Felipe Segesser, San Ignacio, 27 de noviernbre de 175i. Una versión posterior v más heroica de esta huida se encuentra en: Noticias de las conquistas espirituaies l trabajos de las misiones de la América Septenrprional e Imperio de lvléxico, L¡Nr: Rona. Ir'{ss. Gesuitico 147212, f . 26v-27r. 5: Pfeft'erkorn, Beschreibung, vol. l, p. 22. I I

I @Fr.. r '1vffFFFffi*z:

\¡tD.A. COTIDIANA DE LOS N{TSIONEROSJESUIT,\S 77

mente mediante sus artes mágicas de bmjería, todavía en el primer año de su apostolado".ss Otros padres guardaban las mismas con- vicciones. ",4.1 principio", Ie escribió el padre Felipe Segesser a su herrnano, "no he creíclo en eso, hasta que )'o mismo he visto y oído como estos malvaclos, cuando quieren dañar a alguien, le soplan el veneno, que el enernigo infernal les vacía eu el cuerpo, con ttna caña de plr-rma a la boca, quitándole en poco tienrpo !' con clolores ex- traordinarios la vida. Después de tales experiencias me volví más cauteloso en el trato con lós indios".i{ Y tóclavía muchos años cles- pués apuntó el padre.N{ateo Ste.ffel, que había regresado a_NIoravia como consecllencla de la expulsión de los jesuitas en 1767, en sll Dicciona¡'io'farahutnara: "Lo que siempre hombres eruditos, así como pedantes y desatinados, piensen y escriban sobre Ia brujería, lo dejo en tela dejuicio. ( .) Yb allí he hecho diversas experiencias al respec- ¡6".i'' ¡, r,erdad que tampoco faltaban padres que consicleraban a los hechiceros tan sólo bribones.:'0 Otros habrán compartido Ia opinión clel erudito padre Feijoo, autor muy leíclo por lós jesuitas, qtrien en la lejana España concluyó un detallado discurso sobre el tema con el siguiente dictamen: "(...) en lo que todos debemos con- venir es que hubo, y hay Hechiceros, pero poquísimos; y aun esos con poder mr-ry limitaclos".57 Pero esto, en las misiones, no bastaba para sentirse seguro del todo. Para el padre Carlos de Roxas, el saber sobre los manejos ocul- tos del demonio y sus aliados, los hechiceros, parece haberse vuelto una verdadera obsesión. Sobre la muerte del padre Marcos de Loyola escribió: "(...) sus males no eran enfermedacl natural, sino causada del común enemigo; el Demonio, viéndose vencido de tan valeroso soldado, se valió de un hechicero, que enhechizó al Padre, habiéndole iastimado las narices, de donde, con admiración de to-

5s P Alejandro Rapicani al padre provincial, Guévavi, 8 de octubre de 1738, l|blrBoh, vol.5, parte 38, núni,745, p.8-12. '-'{ Segesser (ed.), Beríchte des P Philipp Segesser, p. 42-43. Véase por ejemplo también: padre Gerónimo de Figueroa, Punros de annua (...) desde el ario de 1652 hasta este de 1662, Particlo de San hblo de la nrisión de tarahurnaras y tepehuanes, s.f. fl662],,\(:¡-,/¿s¿iúas, rr| | i- 5i Nfattháus Steflel SJ., "Tirahunrarisches \Vórterbuch, nebst einigen Nachrichten von clen Sitten und Gebriiuchen der Tarahumare¡r, in Neu-Biscaya, in der Audiencia Guaclalaxara irrr \¡ice-Kónigreiche Alt-lvlexico, ocler Neu-Spanien", en Nfurr (ed.), |iachricht(n Lon aersthiedcnen lÁndetn,vol. l, p. 347-318. r" Beegert, Nachichten, p. l6i-166. i7 Berrito Geróniuio Feijoo y i\{ontenegro, Cartas enlitos, t curiosas. en glLe por Ia maym parte, se conlinúa el designio del Theatro Crítico Unütersal. Impugnando, ó reduciendo á dudosas, uarírt opiniones cornunes, r'ol. 3, lvfaclrid, reirtrpr. 1774, p. 156-16-t (conrpárese taurbién lbid., p. r69- l 87). tl I I

78 BERND I{,.\USI}ERGER

dos, echaba el Padre unos gllsanos peludos, que le comieron las narices v ie redujeron a tan lamentable estacio que rnurió en la nlisión cie Aconclii: plres clescubiertas Ias marañ¡t ilel llechicero en Teuricachi, (...) se haliaron en una clleva por su confesión varios hechizos. entre ellos el del paclre N'larcos, en un muñeco vestido de jesuita con Llna espina atravesacla en la n:rriz. \h que el comúrn ene- rnigo en estas tierras(...) se vale de sus Nerones, los heciriceros, para que, muriendo inocentes ovejas r'íctimas de la caridad v de la ie, mtichos paclres misioneros logien el oculto martirio, sólo acep- table a los oios de Dios qlre conoce el modo r' fin por qué mue- ren".¡s De tal nlanera, la mlrerte solitaria de los padres, qlre con frecuencia sucumbieron por enFermeclades súbitaíe inexplicables, por lo menos encontró un;r explicación positir,a, al atribuirse a los fallecidos el honor del martirio.

L8. l¿s i Lrcionesfrttstradus

Algunos de los misioneros parecen haber llegado a las misiones con ideas conrpletamente equivocadas, lo que dificultaba una sólida adap- tación. Es interesante observar que, por lo nlenos, algunos de los jesuitas mexicanos conrpartían el prejuicio de la riqueza de las mi- siones que fomentaban los críticos de la Compañía de Jesús. Así, esperaban tener una vida lucrativa en Ia frontera. Véase por ejemplo la declaración del padreJoaquín Tiujillo, personaje mu)'controver- tido: "Pedí misiones por muchas veces, siendo elmoti'r,o único prin- cipal (...) el tener algún nroclo cle socorrer a mi pobre madre y des- graciados hermanos, que con la muerte de los míos han quedado en grande desamparo. Este fin no he conseguido porque no ha sido la volun[ad de Dios".51) iUás grande era entonces la decepción cuando se descubría la cruda verdad, desengaño que expresa el padre Luis Javier Ivfartín así: "iOh, mi Padre! iAdónde hemos venido a dar? Esto. sin duda. es Ia mismísinra cola del mundo".(io C)tros parecen haber sonaclo con una vicla tranquila al sen'icio rle Dios. alejidos del bar-ullo del nrundo laico, pero la realidacl también fue otra para ellos, como confesó el padre l-elipe Segesser a su hermano en Suiza: "(...) he abandonado la casa paterna y me he ordenado de sacerdote prin-

58 Relació¡r del padre Carlo.s rle Roxas, Arispe, 28 de julio de 1744, BLB, Nf-If 1716. :"rPedreJo:rqtrín Tnyillo al padre provinciel Francisco Zevallos, Yepáchic. l7 de enero de 1765, \r'Bs, núrru. 66, p. 109. t"' P¿

{;r Relación del padre Felipe Segesser, Tecoripa, 3l dejulio tle 1737, Segesser (ed.), Berithte . p. 67 . "4...) 'i'r India (...) cunr suis barbaris iclioris"; padr-e Actán Gilg al padre gene¡al Gian Paolo Oliva, s l. s.f. [675], ARSI, F.G.755, núnl, l2l. 6:i '¡Ohl Cuántas veces lr-re he visro con los aclobes y lodo en las manos, por hacerlo t,o más bien personalnrente que no licliar con tal gente". Respuesta deI paclre Alejanclro Rapicani a una carta circuiar dei padre visitador Carlos de Roxas, Batuc, 7 tle agosto de l749, .AJrft, NIéxico27B, exp. 17, [ 6r-7r. t'a PadreJosé Neunrann al padre Francisco Stowasse¡ Sisoguíchic 29 de julio de 1686, Wblt-Boü,vol. l, parte I, núm. 32, p. 1 03. hdre JuanJacobo Baegert al padre George Baegert, San Luís Gonzaga, ll cle septienrbre cle 1752, Doyce B. NrrnisJr. -Elsbetl¡ Schulz-Bischof (eds.), The lztters ofJacobo Baegert. 1 7 19-l 7 6 I . Jesuit ilIissionary in Bala Californáe, Los Angeles 1982(BajaCaliforniaTravelsSeries,45),p. I57.Véasetanrbién: paclreAdánGilgal padre rectordelcolegio de Brno, Pópulo, febrero 1692, lVeü-Bou,vol. l, parte 2, núrn.53, p.78-79. \'éase tanrl¡ién: "Nfisiones quiere tlecir (como están) cleshonra cle la Conrpariía, perdición de sujetos, escárr

1'

I i 80 BERND HAUSBERGER t

1.9. LafaLta de comt¿nicaciórt

Uno de los problemas fundamentales de los padres erá sin duda el aislamiento que sufrían en sus retirados lugares de trabajo. Al partir a ias misiones, los clérigos se separaron tanto de strs familias como de su comuniclacl religiosa, en la que habían vivido durante sus años de formación. Al mismo tiempo, dejaban atrás el área de su cultura hasta ese momento habitual. Esto pesaba doblemente en el caso de los jesuitas extranjeros, pues para ellos el traslado de Alemania, Flandes o Itali¿r a España ya había significado un primer desajuste, y un segundo, mucho más profundo por cierto, vino con la partida a la tierra de indios. Una situación de curioso extrañamiento podía ocurrirle también a unjesuita español si en su distrito misional vir'Ía entre misioneros de otras naciones, los que tampoco pertenecían a su entorno cuitural acostumbrado, que no podían sustituir a los vie- jos amigos que había dejado atrás. De esta manera se lamentaba el padre Pedro José Cuen,o sobre la soledad en su misión: "Los con- misioneros ven sólo por sí y, hasta la presente, sólo Esteffel [= Steffel] e Hitl [= Hüttl] me han visitaclo, son al fin alemanes, no me hace fuerza (...)".t'i El problema de la comunicación se acentuaba con las dihculta- des lingüísticas de Ios padres. Para los jesuitas extranjeros, el tras- lado a las misiones hacía necesaria una doble adaptación. Primera- mente era preciso hispanizarse en la medida de lo posible para facilitar la integración con los colegas hispanos.06 Los misioneros, sin excepción, parecen haber hablado bien español, pero en algu- .nos casos conservaban cierta inseguridad. Incluso un veterano en- tre los misioneros, el silesio.]uan Nentuig, después de l5 años de trabajo en Sonora, terminó una carta cotidiana al procurador en la ciudad de México con excusas por su complicada redacción, ro- gando que no se malinterpretara ninguna de sus frases como malintencionadas, porque estas nacían únicamente de su torpeza en el uso clel castellano.t;7

{i:-' I'adre Cuervo al padre Benito González Patiño, Nonoava, 25 de septiembre de I ?66; nHH, leg. 325, exp. 7. rriPa¿lre Adán Kaller al padreJuan trlke, lVféxico, 8 cle marzo 1688, en Ilelt-Bott,vol. l, parte 2 (1728), núm. 52, p. i2-75, especialnrente p. 73; I(aller opinaba que el conocimiento de latín ¡ro facilitaba cle ninguna m¡nera la integración con los españoles, pero una vez que se hablaba castellano, .\e era acepta(lo por entero. ';t Paclre Nentuig al padie proüraclorJosé Ff idalgo, Guázabas, 14 de febrero de 1766, AItPl{cJ, núm. 1632.

--____- vtD..\ COTTDIANA DE LOS tr'f ISIONEROSJESUITAS B I

En las misiones era imprescindible para todos, fueran espa- ñoles, criollos o extranjeros, aprender las lenguas indígenas, si se quería llevar a cabo con eficiencia la labor misionera.(i8 Esto no r^esultaba fácil para todos. Diccionarios o gramáticas servían como apoyo, pero para la mayorÍa de los idiomas indígenas no se dispo- nía de tales auxiliares, aunque algunos padres invertían muchos esfuerzos en su reclacción.(i9 No fueron pocos los padres que nunca aprendieron bien la lengua de sus indios, algunos llegaron a saber rédactar por escrito el sermón, el que leían en misa, pero se hubie- ra exigido clemasiado pidiéndoles que lo pronunciasen sin tener a Ia vista un texto. Más difícil era atender la confesión de los neófi- tos.70 La gran heterogeneidad lingiiística de las provincias misio- neras jesuitas, así como los continuos traslados de los misioneros de una misión a otra, agravaban este problema. Por ejemplo, el padre José Luis Falcumbeli se quejó, clescle su nueva misión de Iüoris, que entre el pima que allí se hablaba y el pima que él cono- cía de olras partes había una diferencia tan grande como entre el español y el lrancés;f por sí fuera poco todavía, vivían 50 familias taiahumaras en Nforis, que hablaban su propio idioma.Tr En 1746, el padre Alejandro Rapicani se negó ro[undamente a aPrender un nuevo idioma, cuando se le quiso trasladar de Batuc a otra misión, después de haber trabajado y-a con seris, pimas, eudeves y ópatas.72 La misma actitud tomó en otra ocasión el padreJuan Nepomuceno Planck: "(...) con mudar a un sujeto a cada paso de lengua en len- gua es imposible aprenclerla; (...) espero que Vttestra Reverencia me haga cáridad dé componer la cosas con el provincial para que me quede en esta provincia de Sinaloa, aunque se_1 en la misión más desdichada, sólo que sea de la misma lengua".73 Aun hablando la lengua de los indígenas con los que se convi- vía, la comunicación quedaba a un nivel precario. Lejos de los cen- tros de cultura occidental, los iesuitas, todos hombres de forma-

r;8 Pérez de Ribas, Historin,vol. I, p. 143-145. r;1)Véase pol ejemplo: "(...) esta doctrina la traduje ]'o urisuro en su lengra ¡= pinn]". Respuesta del padre Alejantlro Rapicani a una carta circular del padre visitador Carlos cle Roxas, Batuc, 7 cle agosto de I 749, tutt, IvIóxi¿o 278, exp. I 7, f. 6v-7r. 7t' Inlorrne del padre Manuel Aguirre al padre provincial Francisco Zevallos, Bacaclezuachi, l8 de febrero de 1764, leg. 17 exp. 22. il"Paclre 'utn, Falcumbelli al ¡rerlre provinciaf Francirco Antonio tle Ovieclo, Yécora, 4 de nra.vo de 1736, \vBS, núm.66, p. 233-234. 7: Padre Rapicani al padre provincial Cristóbal cle Escobar y Llanlas, Batuc, 6 dejunio de I 7,16, ¿u nt, leg. 2 78 exp. I 7, f. 3 l r. Véase también: paclre Rapicani al paclre provincial Escobar v' Llanras. Baseraca. 3 I de diciembre de I744, ibid. , f . 29r. ?3 Paclre Planck al paclre visitador general Ignacio Lizasoáin, Cócorim, 6 de abril de 1764, ¡\llLI, leg, I 16t1, caja 2. 'l

82 BERND TIAL,ISI]ERGER ción universitaria, apenas encontraban interloclrtor con quien en- tzrblar Lrna conversación a su altura v de confianza.T+ Con los in- dios no solízrn poder establecer un trato personal. El desdén de los misioneros haiia las culturas indígenas,'por un lado, r' l;r clescon- fianz¿r cle los neófitos frente a todos lc'¡s representantes clel sistenra colonial, por el otro laclo, fuet'on obstácllos simplenrente insal- vables. a pesar de la veneración espiritual qtre los paclres sin cluda gozaban l' el amor paterno que sentían muchos cle ellos hacia sus protegidos. En pocas palabras, el abismo cultural entre el rnundo europeo v ei mundo indígena y la diferencia del rango social entre las clos partes resultaban casi insuperables. De esta manera, los in- clígenas fr¡eron siempre seres extraños a los misioneros, como lo expresó, por ejemplo, el padre Rapicani: "Yo no acabo cle conocer a los indios, ni puedo afirmar con certidumbre qr-re ellos verdade- ranrente creen".7i

| .10. La soledad y la depresiórt.

Las condiciones nanrrales, las enfermedades o las presiones del celibato podían convertir el aislanriento de los padres en un plofun- do sentimiento de abandono y soledad. Cuantiosos documentos nos peruriten enterarnos de los problemas y angustias de los padres jesuitas. "Con todo", recordó el padre Ignacio Pfefferkorn, "nada resultó tan pesado para el misionero corno el tener que vivir com- pletarnente^solo enire una gen[e can rucla, tonta 1'r'ialor"".ztl Ator- rnentado por los continlros achaques v agobiado por la desespera- ción, el padreJosé Neve, que tenía sólo unos meses de haber liegado a San Javier del Bac, Ia misión más retirada de la Pimería AIta, suplicó al padre provincial que le retirase de este lugar por "(...) ser tales la tristeza v melancolía de que tengo poseído el corazón en estas soledades que a veces he estado tal que he temido perder el juicio (...) De estas enfermedades y tristeza es tal la flojedad y tibieza

7r "Causa adrniración como un hombre criaclo y habiruado a vivir entre gente civil y docta, criado en régula v dotaclo de un genio clulce, apacible y ser-roril, pasase su vitla grstoso entre semifieras, sin ntás nlantenriento que el utaíz v tasajo, sin nlás bebida que el agla y' sin tener con quién racionar". Calta cle edifrcación

TiPaclreJoséNevealparlreprovincielFranciscoZevallos,sanJavierdelBac. l6clernayo de 1766, r\Gi.,i, /¿s¿j&¿¡, llt-14. 78 Paclre ÉedroJosé Cuen'o al padre Benito González Patiño, Nonoava, 25 tle septienr- bre de l766,.lttu, leg- 325, exp. 7. 7e PadreJavier F¿scua al padre provincial [Salvador de la Gándara], Teopari, 5 tlejulio cle 1766. \\'Bs, núm. 40, p. 143-146. H{) Pfefferkorn. Beschreibung,vol. l, p. 295. sr Baegert, Nachrichten, p. 70-7 1. I ) Ikd .. p. 62-63 . 85 Pfefferkorn. Beschreibung,vol. l, p,338. 8a "(...) para el alivio

l.ll. La lonra

Variosjesuitas no soportaban la presión en la que vivían y tuvieron que ser retirados de las misiones. Para algunos de ellos, esto llegó dema- siado tarde. Como ejemplo especialmente dramático puede servir el padreJosé Tenorio, que sufrió en 1709, en la Pimería Alta, de un irremediable delirio de persecución, afirmando que los padres Eusebio Francisco Krno yAgustín de Campos eran hechiceros que intentaban asesinarle. Como su dernencia era evidente, se le encargó al sargento español Francisco de García llevar al padre enfermo a la misión de Mátape, para que allí se Ie diera tratamiento médico. En el camino hizo crisis la locura del padre Tenorio y convencido que su evacuación formaba parte del complot contra su vida, una noche aprovechó un descuido del sargento para intentar huir y apuñaló a García con su propia daga. Pronto fue apresado por los soldados de la escolta, pero para el sargento ya no había remedio.8T Posteriormente, el pádre Tenorio siguió viviendo todavía varias décadas retirado y aislado en Mátape. Nlurió el24 o 25 de agosto de 1744.88 Por este tiempo tam- bién se confundió la mente del padre Ignacio de Arceo,se y para fi- nales de 17 40 ernpezó a sentirse perseguido el padre Lorenzo Gutiérrez

s5 Paclre Antonio Leal al padre procuraclorJuan de Inrrberroaga, Güepaca, I 5 de junio de 1707, .,u{Prvrc.l, núrn. I188 8r;Véase Hi:¿ori¿ 333, f.382r-390r, e Historia 392, f. 339r-406r, esDecialnlente la defensa del padle^CN, Ortiz: Descargos de los cargos que se nle hacen del padre provincial Andrés 'favier García, Nféxico, 6 de abril de 1751, ¡c,N, Hütoria,333, [ 387r-390r. E7 \/éase sobre este caso las declaraciones de testigos en AuN. Histori¿ 392. f. 39r-49v. 88 Padre visirador generalJuan Antonio Balthasar a"l padre provincial Cristóbal cie Escobar y' Llanras, Chicorato, 28 de diciembre de 1744, AHt{, leg. I126 exp. 3. 8e hdre Rapicani al padre provincial Cristóbal dé Escobar y Llamas, Baseraca,3l de diciembre de I744, rutH, leg. 278 exp. 17, f. 28r-29r. Padre Rapicani al padre provincial Escobar y Llanras, Batuc, 6 de junio de l7:16, ibid., f .3lr. vrD.A, COTIDTANA DE LOS NTTSIONEROSJESUTTAS 85 en la Pimería Alta, como informó el padre visitador Luis N'faría IUancuso: "Días pasaclos, con grande sentimiento de todos. perdió el juicio el padre Lorenzo Gutiérrez en su iglesia; su ternor es que le quieren nlatar los indios, los españoles v los eneurigos invisibles".lx) El padre FranciscoJavier Keller tuvo que sacarle de su misión para impedir que se suicidara.!)l Comportamientos relativamente frecuentes parecen haber sido la irritabilidad -v las agresiones desorbitadas. Si se tienen por ciertas las denuncias del padre Nejandro Rapicani, alguna vez el padre Andrés Javier González se propasó en su iracundia al romper du- rante la misa el arpa en la cabeza a un indio que Ia estaba tocando mal; en otras ocasiones se peleó con españoles laicos, revolcándo- se con ellos en el suelo, por los más mínimos motivos, y con eso no se agotan los ejemplos cle sn escandaloso comportamiento.{)? Un caso especial más fue el padre Joaquín Tiujillo, que en sus cartas colmó de sah'a-jes amenazas incluso a sus superiores. AI hacerle llegar al padre visitadorJosé Miqueo algunas críticas, se enojó tanto que co- mentó en Lrna carta: "(...) a no haberme contenido el temor de Dios, hubiera ido y a patadas y a palos hubiera mil veces matado al padre lvfique6".tt:t También los a veces desmesurados azotes que algunos padres aplicabzrn conto castigos a sus indios, pueden considerarse en este co¡ltexto, aunque hay que tomar en cuenta que ese tipo de castigos físicos que hoy en día pueden parecer brutales, fueron cosas comunes en el mundo europeo de los siglos XVII ,Y XVIII; por esta razón,la actitud de los jesuitas en ese sentido no debe interpretarse precipitadamente como patológica.ea

lxr Padre visitador Luis María Marciani al padre rector Anclrés González, Santa Rosalía, 7 cle seotiembre de l7.ll. AHP¡vr(ll. núm. 1691. i" Po.lr" Keller al padre iisitador Nfarcirni, , l8 de octubre de 1741, AHH, leg. 17, exp. 7, véase tanrbién el ejentplo del padre Agustín Canrpos: Peter lVfasten Dunne SJ.. "Captain Anza ancl the Case of Father Campos", en Mü-America 23 (1941), p. 45-60. Paclre José Toral al padre provincial José de Barba, Güepaca, 25 de nrarzo de I 7936, wBs, núm. 1747. o.25-34. t): Pa(lr¿ Aiejandro Rapicani al padre provincial ivf ateo Ansaldo, Batuco, l6 de noviem- bre de I 74 2, ar t u, leg. I 7 exp. 9. \'éase también: padre Luis ilfaría If arciani al padre Andrés I.gnacio González, Ures,23 de febrero de 1742,lvBS, núm.66, p. 167-180. er PaclreJoaquín Ti-ujillo al padre provincial Francisco Zevallos, \'epáchic, 5 de agosto de 1763, \!'Bs, núm. 66, p. 93-99. Véase también: padre Joaquín Trujillo al padre Bartolomé Braun, T[tuaca, 6 de abril de 1764, \vBs, núm. 66, p. l7- l8; y' ¡:aclre Braun al padre Ti-ujillo, Témósachic, 9 cle abril de 176.1, ArtPlfcl, núni. I602: "(...) procure Vuestra Reverencia no escribirme otra vez con semejantes expresiones". !)rBernd Hausberge¡ "Ln violencia en la conquista espiritual: Las misiones jesuitas de Sonora", enJahrbuch fiir Staat, Geschicht¿ uncl CeseLlschafi ton La.teinameriha 30 (1993), o.28-54. 86 BER\D T{AUSBERGER

2. LOS ALIVIOS

2.1. La disci'plina

La severa disciplina a la que la Compañía de Jesús sometía a sus miembros, sin dr-rda, fLe un medio eflc¿rz p¿lra \¡encer, por lo menos durante cierto periodo, las dificultades de los padres. El clía estaba sujeto a un hoiario fijo de trabajos y actividacies espirituales. Para efectuarlo fielmente. los reloies arriba mencionaclos representaban una gran ayuda; r en los írltúnos años de la presencia jestrita en la Nueva España, los despertadores entraron en boga entre los pa- 6l¡s5.{):'r Un medio usual en esos tiempos para guarclar la disciplina ftreron las distintas formas de autoc¿rstigo, de las qtre hacía uso, por ejemplo, el famoso padre Kino, sobre quien comentó su amigo, el teniente Juan Nf ateo Nf ange: "Una noche a la una hora, casual- mente, Io vio uno que se azotaba cruda y descompasadamente".e(i Para afrontar los problemas más comunes cle los misioneros, que no se consideraban en los estatutos de la orden, se adoptaron nue- vas reglas de comportamiento. Un ejemplo sería el modo de afron- tar Ia parcial o total desnudez de los indígenas que para los sacer- dotes era cosa no acostumbrada e inquietante. Esta era un tópico tan común entre losjesuitas que a algr,rnos europeos les preocüpa- ba la desde antes de partir al Nuevo Mundo.{)7 Los nrisioneros consideraban indecente el contacto con hombres, o peor todavía, mujeres desnudas; por eso, para cuando se hacía inevitable tratar de más cerca a un indio que no se tapaba, adoptaron en Baja California el siguiente principio: "Cualquiera misionero, cualquie- ra otro srljeto amante de la honestidad, (...) procuraba (...) estar muy sobre sí, para mirarlos hacia el rostro solamente y no bajar por descuido la vista por no ver su desnudez".08 El padre José

05 "Si hay un reloj nuevo de sobremesa con su clespertador, ioh, cuánto lo agradecien! Y cuesta lo que costare y si fuera conro él del Padre Visitador IBartolonré Braun], ntucho mejor". Paclre Hiittl al padre procuradorJosé Flidalgo, Teméichic, l0 de nrarzo de I763, ¡cN, Tbmporahd.ades Indtfereúe 49. Véase también: padre Hiittl al padre Andrés Nf ichel, Sisoguíchic, 7 de nrayo de 1764, :\C,N,Jesuitas, rv-10 caja 2, exp. 84, f. I l6v. Padre Strzanorvsky al padre procuradorJosé Hidalgo. Norogáchic, l6 de nlar¿o cle 1766,,utu, leg. 325 exp. 92. {xi Citaclo segr'rn ErnestJ. Burms, SJ., Krno and Mange. Explorers of Sonora and. Arizona, Roura-Saint Louis 1971, p. 538. (Sources and Studies for the History of the Antericas l0) 1'7 Padre Adán Gilg-al padre general Gian Paolo Oliva, s.l. s.f. [l675], ARst, F.G. 755 núm. 12l. 08 }vfiguel clel Barco, SJ., Ilistoria natural y crónica de la Antigua Californin lAdúiones y corecciones aln Noticia de t\liguellrenegul, edición de l\figuel León-Portilla, Nféxico, 1973, p.199. -F

. \'tD.\ coTIDL\\.{ DE LOS NÍISIONEROS.JESIilTAS 87

Och, sin embargo, que trabaiaba con los pimas de Sonora, se sentía protegiclo contra tocla tentación por la costtunbre de las indias de cubrirse el pecho con tatuajes, qlre le parecían tan repr.rlsi\ros qLre "a ningúrn hombre puede acosar un pensanliento carnal o inrpúdi- co ctranclo \-ea a esas criaturas".l)l)

2.2. I-a fcLl,ta da disci¡tlin.a

En varios casos se obsen'a, al contrario, que algunos paclres lencie- ron sLl difícil s i tuación exis tencial no obserr-an do esct't tpttlosatnen te las reglas de su orden. Por ejemplo, el padre N'Ianuel Domínguez cometió una serie de infracciones en Nayarit. Aclemás, tenía fama de ser mny mujeriego e intentar suerte con tocias: "l)icen que con todas.ias mujeres que llegan-a slr casaprocura hacer su cliligencia. por si pega o no pega, que lleva muchas mujeres a sll casa y que detiene a las qne le hacen el gusto y las que no quieren las echa de casa".l00 Con este ejemplo se ve que en las misiones se gozaba tam- bién cle cierta inde¡iendencia. Htüojesuitas que, nluv al contrario a aquéllos que suplicaron se les retirase de l¿r barbaridad, no soporta- ron nunca más la orclenada vicla de los colegios en las ciudades des- pués de haber conocido las nrisiones, doncle se vir'ía tal vez de modo más solitario, pero también más libre y con nlenos vigilancia, de stterte que los padres Roque Anclonaegui yJosé Calderón "(...) deseabar-r volver a las misiones".lol Pero hay que reconocer que una vida misionera estricta, segt-rn las reglas de la orden ni siquiera era sientpre realizable. Eso se debía a que la jornada estaba demasiaclo cargada con tareas profa- nas relacionadas con la aclministración política y económica de las mi,siones.ltt2 p"1 hecho de que l:r fragmentación de sus energías impidiera la concentración necesaria en los objetivos espirituales de la misión, algunos paclres tenían plena colrciencia, pero no veían

lrt Oclt, Nacl¿ríchten,p. 198. l('r) Paclre visitador B¡rtolomé \\rolffal patlre provincial Agustítt Carta, Santa Téresa, l0 rle enero de 1760, tl'Bs, núur.66, p. 3'1. Contpárese ¡arnbién: José SeverinoJulaclo al padle r,ísitador \\blff. presiclio rlc San FranciscoJavier rle lhlero, 4 tle enero de 1760, tt'lts, nírtrt. 66, ¡:. 327-330: padre Manuel Villalta al padre visitador \\blff, SantÍsinra Tliniclacl de la Nlesa, 4 de enero de 1760, tt'tls, ¡rúm.66, p.331. I"l Rrclre general IgnacioViscontial ¡ra

forma alguna de cómo salir de tal situación. El padre Alejandro Rapicani lo clescribió así; "Si nosotros estuviéramos aquí únicanrente atencliendo a lo espiritual, no dudo que más se hiciera, pero con esto no comiéramos, si no es por milagro. El misionero en su par- tido es rector, cura, predicador, catequista, confesor, procurador, aclnrinistrador cle hacienda, labrador ranchero, etcétera, y cuando está enferrno o viejo o cascado, también lo ha de ser, no sólo dentro cle su particlo, sino fuera, cuando lo llaman a confesión, aunque le fallen las fuerzas". loj

2.3. Fiestas 1 entreteninúentos

La vida misionera dio también espacio para divertirse. La celebra- ción de las fiestas cristianas con música y cohetes brindaban un poco de diversidacl en la monotouía de los días y, probablemente, cierta satisfacción personal, ya que especiahnente en este renglón de la nueva religión y cultura también los indígenas tomaban parte con cierto entusiasmo. Igualmente, en estas ocasiones, los padres po- dían poner en prácticzr viejas tradiciones de sus lugares de origen. El padre Segesser, por ejemplo, en las Pascuas pintaba huevos rojos, como es costumbre en Europa Central hasta hov día, "los cuales ni los pimas ni los españoles los han visto jamás". tit+ ¡tt 1756, el mis- mo Segesser manifestó un sentido del humor muy particular cuan- do, con los indígenas de Ures, puso en escena Lln ataque frngido a un grupo de nuevos misioneros que estaban llegando desde la ciu- dad dsVt¿xico, divirtiéndose mucho con el susto que les cat¡só.r05 Pero esto parece haber constituido un rito de iniciación para los no- !'atos en lh fronterar pues una broma similar 1'a le hablajugado el capitán Nlartínez de Hurdaide al obispo de Guadalajara, Juan dél Valle, cuando visitó la provincia de Sinaloa a principios del siglo xvII.l06 Con frecuencia se organizaban corridas de toros y carreras a p.ie o a caballo, cosas que los misioneros, pol un lado, miraban con cierta repugnancia, pero que, por el otro lado, tampoco dejaban de impresionarles.l0T Otro espectáculo que asombra a los misioneros

roi Respuesta del padre Alejandro Rapicani a una carta circular del padre visitador Car- los de Roxas, Batuc, 7 de agosto de 1749, l.Jltl, M¿x;co 278, exp. 17, f. 6v-7t. loa Relación del padre Felipe Segesser, Tecoripa, 3i dejulio de 1737, Segesser (ed.), Berichte, tt. 49. ro¡ óch. Nachricht¿n. p. j2-73. r{)'; Pérez de Ribas, Historin...,vol. l, p. 315. Itt? y6ur. por ejenrplo: Och. rVarñrichi¿n, p. 257-259. Pfefferkorn, Beschreibung'vol.2 ,p. 87-92. sgsmtrtr *

vrD.q. coTrDrANA DE LOS MISIONEROSJESUTTAS B9 era la habilidad de los indígenas para cazar en la sierra jaguares o punras con sólo arco y flecha. EI padre Pfefferkorn no se prir'ó clel gusto de presenciar una cacería de este tipo.l0s Los indios, en cam- bio, probablemente se sentían lisonjeados viendo que se Ies respeta- ba por lo menos en alguna cosa.

2.4. Las golosinas

En muchas misiones no faltaban algunos placeres para consolar a los padres. Descle la ciudad de Nféxico los jesuitas recibían cada año cantidades considerables de chocolate, vino, especias y tabaco, cosas que en sll mayor parte se destinaban para distribuirse entre los indios y los huéspedes y, en el caso del vino, a la celebración de la misa, pero también los padres consumían todo esto con gusto. "Lo que suplico a Vuestra Reverencia sobre todo es el chocolate quemado porque a más de ser mi único vicio, es mi único mante- nimiento", escribió el padre Ildefonso Cuervo al procurador, l0e y el padre Juan Bolton notificó: "Recibí mi limosna muv buena y el chócolaté lindísimo, que es lo que más he menester .n .tto eclad, donde ya los tasajos de vaca y tortillas aprovechan poco".rr0 El padre Segesser escribió a su hermano: "Está bien que al final de la mesa nunca falta la leche. Había pensado que únicamente los sui- zos toman la leche, pero veo ahora que los españoles en este país la quieren de la rnisma nanera".rrr En su misión el padreJosé Och empezó a producir mantequilla, empresa en la cual ya habían fra- casado algunos de sus antecesores a causa del gran calor. l12 Hasta el rígido padre Baegert se perrnitÍa en la noche una pipa y un vaso de aguardiente y', cuando había, tampoco rehusaba el vino californiano.ll:i

r08 Pfefferkorn . Beschreibung, vol. l, p. 25 I . r()() hdre Ildefonso Cuen'o al padre procuradorJosé Hidalgo, Sisoguíchic, l3 de abril cle 1766, rutlt, Ieg.325, exp.92. ro I Paclre Juan Bolton al padre procurador Cristóbal de l-aris, San Ignacio, l4 de mayo de 1713, .trN,Jesuiras, l'-14 exp. 282, f. 1470r. rrr Relación del padre Felipe Segesse¡ Tecoripa, 3l dejulio de 1737, Seplesser (ed.), Berichte p. 68-69. rr! Och, Nachrichten, p.224. tls Padre Juan Jacobó Baegert al padre Georg Baegert, San Luis Gonzaga, I I cle sep- tiembre de I 75 2l Nunis Schulz-B íschof , [ztter of Baegert, p. I 5 3. Tanrbién: paclreJuan Francis- co Nortier al padre Víctor Broton, Tütuaca, 30 de ¡r¡arzo de 1767,,utlt, leg. 325, exp. 92. 9t) BER\D II.\USI][RGER

2.5. Ilsitas y ntuigos

Tarri¡roco la soleclacl era absoluta. En muchos pueblos, especial- rnente err:rqrrellos (lue (':tabln situaclos eu las r'í:rs plinci¡reles o ce|c¿r cle los ccntros aclnrinistratir,os, había tantos viiit¿rcloie-, oLre poclían- convertirse en L¡na verclaclera ¡rlaga para los nrisiollerls, obligaclos a seg'il las reglas cle l;i hospiraficlail. Las misiones ÍLe- ron estacirin cle recreo v cer-rtro cle atracción p:rr¿} toclos Ios r.iajeros que atravesab:rn el noroeste novohispano, tánto para los.'agab,_,n- clos.que peclían r-rna liniosna como par-a los funciónariot."oi"r qre se clejaban agasa.¡ar por el paclre. Esto se [raclncía en exorbitanies gastos en la compra del chocolate. qLle por costnnrbre tenía que servirse a las visitas respetables: en 1722, el paclre José Nfaría Geno'ese infornrri qLre esto costaba en alsunas misionés hasta mil pesos al ario.rrl ü padre Felipe segessei qlre en la pinrería Alta apena.s había recibickr visitas, escribió en 1717 descle sn nueva mi- siíll cle'li:coripa: "Aqtrí sin embargo, puedo afirmar con ver-crad qrie-cltrrirnte los tres años cle mi est¿rnci¿i nci he quedaclo cinco clías sin hués¡recles. cacla ullo tf¿re un saluclo o una óart¿'r de un f'ulano, si bien aquél a no sabe n¿rda cle eso. 1' quiere tonrar su choco- 'eces late".rr¡ [.n 1744. Segesser recibió una r.isit¿r- nrur. especial, cuanclo su paisano de Lucerna, en suiza. el padreJuan Ánronio Balthasa¡ llegó conro visit:rclor general cle las nrisiones del norte a Ures, ta misión de Segesser por ¿lqLrei enronces. Balthasar pernraneció un nres, con,lo.que htrbo,suficiente tiempo para desempolvar los re- cuelclos de Ia patriit. ll{i Alguros páclres sostenían estrechas. incluso amistosas relaciones con los mienrbros cle las élites españolas cle sus respectivas zonas de trabajo.rrT Si rrn misionero gozaba cle btrenas relaóiones con slls ve- cinos laicos, podía ser de protecho. pues los amigos manclaban de

I r{ Infbrnre cie.José I\'faría C'euovese alvirrey r¡¿rqués de Valero, Sonora 1722. Luis Go¡rzález Rotlrígrez (e<1.), Ltnología núsión cn t la Pínrct í¿ ,llta I I t : - I I +0. Infonnes .r reln cio¡t¿s ntisionetrs d.e I,uis^xaz'i1 Iblnl.e.,ciuscpl:e rlaríu c¿noi'pse, DaniclJanuke.Josá AEutín tl.t catnpos l cisróbal d¿ Caño-' . \ téxico. | 97 7 , p. I 72. (Serie cle Flisroria Novohispana, 27) Relació' ttel pidre Segesscr., _F-eliPe Tecori¡ra, Si a.¡ulio cle 1737, Segesser (de.), Be richto , p. 66-6 7. \'éase r¡ ¡rrbién: Fmncisco xavier rle Faria, s J., Apotogótico defelsot io y pun- tLLulnatttJiesto,.ed. Gilberto López.Uanís, culiacán, l98l, p. I l0-12ó icóleccioó nescate. tt¡. c,lrarles \\', Polze¡ sJ., Rulrs and Preceprs of the Jesuit LIksións of Northu'ern Npzt, spaitt, Tucsori, 197(.i, p. 100, I03. Ini "(...) rinlLescattttrto le nler¡rorie di Lucerna", paclre TuanA¡tonio Balthasar a Franz Ills Baltlrasar'. \féxico, lg tle rnevo rle 17.10, Su{-L, PÁ i78,,iS{. ..il; Relación clcl prrlte Felipe Segcs'er: Iccoripa..il rlc julio rle 1737, Scge:.er (sd.), Bcrirhte. r¡. 25. VID,\ COTTDTAN.\ DE I-OS rf ISIO\EROSJE.SLiII\S 9l vez en cuanclo pequeños regalos, conlo Por e-ieutPlo un tal Agustín de Riba v r\giiero cltre envió al paclreJosé l{oldán ''(...) unos Pltros eu insinuaciótr cle cariño".rrN F.l paclre Iieruarclo Nliclclenfirrlf tenía nruchas veces hr-rés¡tecles, con los cuales solía echarse sus trzrgos. Pttes- to qLle su consunro cle alcohol, en ocasiones destuesttr¿rclo, er¿t objeto cle chisnres, piclió en i760 que se le retirase de la ft'ontera, lo c¡rre le fue negado por {irlta de sttstittt¡o.rr1) En muchos lttgares. sobre to- do en las l'uisiones cirli[ornianas, ltabía ¿IPellas posibiliclacles cle en- trar en contacto con esp:rñoles cle algtrua for¡nación; allí los llrlsio- neros vecinos er¿rtt Ia única posibilidacl de comuuicación.

2.6. ht nalutnleza

Thmbién la exótica naturaleza cle las regiones de trabajo ofrecía a algunos ntisioneros posibiliclacles cle clistrael'se V clivertirse. I:l paclre l}:iegert, fascinado pot'la agreste flora cle California, lrn clía se PLrso a cont¿rr lzrs espinas a Lrna ratnita cle trn arbusto clel clesierto. (,ontó I 680, Io que tonró cle base para calcttlar que tocla la planta tenía rn/rs cle un r-nillón cle espinas.r"l0 Un hombre colllo el padre N[arcos Antonio Kappr-rs manifestó en slrs cartas una attténtica alegrÍa por los anintales cte su zon¿r de trabajo. Con esto pr-rdo adquirir también simpatías entre slrs indios, que le solíau atraPar co.libríes o PaPaga- .v'crs de nruchos colores y traérselos vivos a su misión. Inch'rso a las serpientes les reniu cierio cariño, r'encienclo asÍ los prejrricios elt vi- gor: Escribió: "Qr-re en América se encllentran tná-s v nravores ser- fi".tt"s que elt [.uropa va es conociclc¡; esto, sin etnbargo, no Puedo clejar sin-inforrnar qüe algunas sólo por su apariencia son horribles, al ningún claño ( unas se hacen -tanpero de hecho no causan httmano ), gordas que un hombre aPenas las pr,rede abrazar, r'a peszrr de a las esto son tan tratables como gatos o Pel-I-os: furtil'amente entran casas, no atacal] a humanos ni aninlales domésticos. agarrall. en cam- bio, ratas y ratones, t- son además tan aulables, que cotl ft'ecr-rencia he observaclo cottro jugaban con niños pequeños, sin caus¡rrles la más mínima hericla, lo que rne dio el valor de tomar con mis rlanos

lls Agustín . l()-r- l0ii. llrr p.(ll.c \firklendor.ff'al ¡rarlre recrorJoié RoklírD. \lovas. Ig rle rlicicnrl¡r-e rlc 1766, \r'trs.¡úrrr.40.p.:lIi,¡raclleErriiqtreIiür-tzcfal p:r

a tal dragón en varias ocasiones. sólo por su peso no lo pude levan- tar clel suelo".l:l Los españoles llamaban a est:-r serpiente 'culebra boba'].'se cuenta que un misionero tenía dos de ellas en sLl casa, que clonnían con él en su cama )' le clefenclían cle animales peligrosos que se metían al cuarto.r22 El padre Ignacio Pfefferkorn se deleitó en las iargas noches con los "inirnitables colores !'ornamentos" de las mariposas qlre revoloteaban alrededor de su lámpara, llenándose con admiración y agradecimiento por "la increíble existencia del Creaclor".l2:t En otrás oportunicladés observó a los alacranes y pro- bó si sr-r veneno surtía aigún efecto en el cuerpo clel mismo aniñlal. Para este propósito, agarró a uno de esos bichos con Lrna pincita v lo colocó por debajo de trn vaso puesto boca abajo y lleno de humo de cigarro: "Como el humo del tabaco es insoportable a los animales venenosos, entonces el animal corrió como énloquecido por todo el interior clel vaso y al úrltimo se picó a sí mismo con la punta de su cola, qLre es el recipiente de su veneno, tantas veces en el cuerpo hasta que cal'ó muerto. De manera similar asesiné a otro alacrán, al que por un buen rato fastidié e irrité con un palito, encima cle la mesa".r?1 Este interés llevaba a algunos padres a emprender auténticas obsen,aciones científicas sobre la fauna y flora de su nueva patria; como el padre Ignacio Tirsch, que en 1762 envió sus apuntes sobre las nubes de chapulines que arrasaban la provincia de Baja California al experimentado padre N{iguel del Barco, el que no parece haber compartido del todo este interés.r2i' Los chapulines le impresionaron tanto al padre Tirsch que compuso sobre ellos -Ihmbién incluso algunos versos.r'?0 el fuerte del padre Francisco Inama estaba en la zoología y se dedicaba sobre todo al estudio de las r'íboras. Sometió a investigaciones anatómicas las cabezas y exa- minó sus dientes venenosos con microscopio. A los reptiles vivos

r2r Padre Ivfarco Antonio Iiappus a su hermano, ir{átape, 20 de junio 1699,Welt-Bott,vol. l, parte 2, núm. 56, p. 87. r:? Pfefferkorn, Beschreibung, vol. l, p. 324- t:!:t lbi¿., vol. I, p. 382-383. t2t |bil., vol. l, p. 33?. lei Parlre Tirscñ al paclre Nliguel del Barco, Santiago, l6 tle junio de 1762. Miguel León-Portilla, "L-as pinturas del bohemio Ignaz Tirsch sobre illéxico y California en el siglo xvttt", err Estudios de Ílutoria Nouohkpana 5 (1974). p.93-95. Padre lfiguel del Barco al paclre procuraclor Ig¡nacio Lizasoáin, SanJavier,25 de octubre cle 1764, Del Barco, His¿o- rin..., o.43 I-432. ri(; Baegert. Nachrichten, p. 74. Véase, además, una noticia del padre Tirsch sobre San Borja, la misión del padre \!'enceslao Linck: "(...) clonde hay tantas piedras y tanta langosta o cha¡ru[ín, clrantas vix [sic] son creíbles". Padre Tirsch al padre Andreas lvfichel, Santiago, I de mar¿o de 1766, N Ilr. leg. 333 exp. 9. vrDACOTrDr..1,N.\ DE LOS NfTSIONEROSJESUTTA.S 93 les arrancó los colmillos v picó con ellos a las gallinas para ver si esto surtía el mismo efecto dañino oLle rlna rnordicla real.l27

2.7. Lilros

Leer y escribir abreviaban las horas de ocio, por lo que la compra de libros era Lrna necesidad de primera importancia. Textos religiosos fueron los que en nlayor número se adquirían, pero también gusta- ban los tratados históricos. Muchos padres enviaban a la ciudad de México listas cle títulos que querían se les mandaran.r2"r Ei padre Miguel Gerstner pidió que se le enviara un atlas o alguna obra histó- rica, "(...) que me silva de honesta diversión en este retiro y sole- dad".r21) En Baja Caiifornia, el padre Baegert tenía en su misión 78 libros, entre eilos 46 en francés, para sus ratos libres. A pesar cle esto, lamentaba vivir lejos de cualquier biblioteca, dado que el pre- cio de los libros era extremadamente alto en lvf éxico. Por esta raz6rt, para gozar de más lecturas, permitió que su familia le enviara libros directamente de Europa. Desafortunadamente estos tardaban años en llegar.rn{r Q¡¡e5 miiioneros tenían mejor suerte, por ejemplo el padre Segesser que al llegar a Ures encontró una biblioteca de rnás de 200 volúmenes, entre los cuales se hallaban, además de obras de literatura edificante. biografías de santos y tratados teológicos, edi- ciones de autores clásicos como Cicerón o Virgilio, las obras de Cal- derón, una edición en tres tomos de los Poemas de Juana Inés de la Cruzy elFlorilegio Medicinal del padreJuan Esteyneffer.rir La lectu-

l!7 Extracto de una carta del padre Francisco Inama, misionero de la California, escria a otro nrisionero de la misma, sobre víboras, s.l. s.f., en Del Barco, Histori¿..., p. ?5-32. \réase también: Baegert, Nachrichten, p.67 . r:s F¿dre Bernardo iUiddendorffal padre procuradorJosé Hidalgo, Nlovas, 25 de agos- to de 1 764, ttr-,x. Tbmporalidad.es Indiferente 40. \'éanse r¡nüién sus 'tnenorias' en ,U Il t, leg. 312, exp. I I y 12. Parlre Francisco Slezac al padre procuradorJosé Hidalgo, Batopilas. l6 de abril de 1765, Tetnporalüades Indiferente.l0. Paclre Felipe Segesser al padre provincial ^(:N, Juan Antonio rle Oviedo, Tecoripa, l5 cle julio de 1739, ,rnH, leg. 7, exp. 20. \lemoria de lo que pide el paclreJorge Fraidenegg para el año de 1766, .,ulrt, leg. 2009, caja 2, exp. 68. r:1) Ibdre Gerstner al padre procurador José Hidalgo, Sáric, l2 cle octubre de 1766, AIIPi\fcl. núm. I62I. rro PadreJuanJacobo Baegert al padre Georg Baegert, lvléxico,22 de octubre de 1750, San Luis Gonzaga, II de septiembre de 1752,7 de octubre cle 1755,23 de septiembre de 1757, Nunis-Schulz-Bischol btters of Baegert, p. 103, I l0-l I I, 160, 189, l9l. t:tr "Entrega que hace el padre Felipé Segesser (...) de los bienes i'alhajas de esta ntisión de Sarr Migr-rel de Ules, l0 cle diernbre de 1743 - l2 de marzo de 1744", \vBS, núm. 1714,p. 187-192. hra inventarios detallados de los libros de las urisiones californianas, r'éase: Mathes, "Oasts culturales". p. 369-442. Inventarios de las ntisiones tarahumaras v teDehuzules en: Historia 286, f. 32r-721 3l lr-339r. ^C,N, *RPc.R&

94 BERND TI.A.USBERGER

ra no solarllente sen'ía de diversión y edif,rcación, sino también para pr€p¿rrarse para el trabajo conro nrisionero. De tal nlanera, obras sobre Ias regiones evzrngelizaclas, como por ejemplo la historia del padre Anclrés I'érez cle Ribas sobre los inicios de la nlisión jesuítica en el noroeste novohispano, se estucliaban con especial esmero.l:'2 Nluchos eran los libros que circr-rlaban entre ios misioneros. que de est¿r nlanel-a se apo,vaban entre sÍ para mejorar la situación.r:t:t

2.8. Las noti,cias

Sobre toclo clurante los irltimos años de Ia estancia cle los iesuitas en América, nrercurios )' gacetas con noticias sobre lo que eltaba ocu- rriendo en el mundo, enviaclos de la ciudad de N{éxico al norte, goz:rban cle una gran estimación. Aunque llegaron con demora, [ue- ron leídos con nrucho interés.l:i+ Con fr'ecuenciajesuritas anrigos en la capital colonial sen'ían como internrediarios de estas noticias. Por ejemplo, el padre NfanuelJosé Colazo hizo llegar ai padreJuan Fran- cisco Nortier Lln reslrrnen cle Ios últimos acontecimientos ell el mun- do, en el que conrentaba las alianzas entre los poderes europeos y la política cle Pitt, explicaba los cambios en lajefatura del ejército aus- tríaco después de la muerte del mariscal Daun 1' discutía los esfuer- zos clel visitador José cle Gálvez para alrmentar los ingresos de la corona en México; además, informaba sobre las inquietudes políti- cas internas en Francia y anexó una lista de los miembros de la Com- pañía de JesÍrs que habían muerto durante el último u¡o.r:t;t Entre los misioneros siempre se organizaba la circulación cle tales informa- ciones, en lo qr-re tomaban parte tittnbién los laicos intet-es¿rdos.l:t{i

l:f:Pér'e4cleRibas, Hütoriadelostriunfosdenuestrasantafeentregentesluruisbórbaruy fcras dal Nue¡,o Orbp, ir'fadlitl, 16.15. Citado por ejemplo por el paclre Juan N{aría Ratkav, Relatio Thrahuntarum missionutn cisqut Tarahumarae natimis terraequc d.escriptio, Car'íchic, 20 de r¡rarzo. l68li. .'\li:it. r!/y'.tico 17, f. 501v. | :r:t Paclre Antonio \{aría Be¡rz al paclre Anrlrés lv{ichel, Caborca, l5 de octubre cle 1764, .tlttl, leg. 333, exp. PaclreJosé \\htzek al parlre t'ectorJosé RolcláIr. Onapa, l7 cle agosto cle 1766, \rtrs, núrn.66, p. 271. Paclre \\htzek al paclre Rolclán, Onapa, l9 rle septiembre de 1766, \\'lls, r1úr¡r. 66, p. 275-276. lrrr "(...) atlllque,va antiguos. nre sin'en rle nrucha diversión ell estas soleclacles". Padre Herma¡ur Glanclorff al padre Luis Téllez Girón, Tonlóchic, 7 rle agosto cle 1749, AI IPr'f (:1, tuúrn. 807. I:t¡ PaclLe NfanuelJosé Colazo al padreJuan Francisco Nortier, Tepotzotlán, l2 de junio de 1 767, .tt.x.'lbnqoralid.ad es Indtfercntc'38. l:3r; \:érse por cjeniplo: 'Agrarlezco las ¡roticias v conrpenclio rle las novetlacles tle Eulopa v rle Nléxico. quenos sirlen tlc rliversión en estas solecladcs l congojas etrtre estos iltciios bLalos l grrerlcros".Joaquín Rojas al helnranoJosé Góbel, s. 1., 28 de octubre de 1760, BLL, Aclcl. l3!)86. f. 290r. 1 I vtD,\ coTrDtAN.A. DE LOS \f ISIONEROSJISUII\S 95 t El padre \\htzek, por ejenrplo, escribió al padre rectorJosé Roldán sobre los últimos acontecimientos en ltolonia, noticias que é1, a la vez, había recibiclo clel padre Steb desde la'Iarahum'1¡-.rrt7 El go- bernaclor cle Sonora inflonnó al curioso paclre Nlichel de la muerte cle rnaclarne Pornpadollr, \'el capitán Lorenzo Cancio escribió al pa- dre José Lorenzo García sobre i¿rs rebeliones populares cle lv{adrid en 1766.r:ts Sobre muchos acontecimientos, las noticias que ilega- ban al nol'oeste no estaban velificaclas y había que resignarse enton- ces con los rumores, cuyo grado de credibilidad daba pie a animadas discusiones. Por ejemplo, durante Ia guerra de los Siete Años, se murruuró en Sonora qr.re Ios ejércitos españoles habían conquistado Londres desprrés de una gra[\'ictol'ia nival. Conro sabetnos, era un chisme completamente infundado pues en lugar de que los españo- les estuvieran posesionados en Londres, eran los ingleses los que se I it{) hallaban en [,a Habana I' en Nf anila. Por otro lado, en el centro de I¿i colonia tampoco se entel'aban con puntualidad cle Ios que esta- ba pasando en las misiones, de tal sllerte que cle nuevo surgían ru- mores no verificados, como por ejernplo sobre el fallecimiento clel padre Gaspar Stiger en Sonora. "Ya me tenían en Nléxico por muer- to, aunque todar'ía bebo chocoiate", cornentó el difunto.¡+0

2.9. EI carteo

Aparte de materiales de lectura, los jesuitas solicitaban también papel desde lvf éxico. Lo necesitaban tanto para llevar Ia contadu- ría I'los registros parroquiales de las misiones como para stt amplia correspondencia. L¿rs cartas constituían un medio importante para escapar del aislarniento v por consiguiente se escribían en grancles cantidades.'*' Mr'ry nLlrnerosas son las cartas entre los colegas mi-

r37 hdreJoséWatzek al padre rectorJosé Roldán, Onapa,24 tle septienrbre tle 1766, \\'us, núm. 66, p. 277-?78. Véase tambiéu: ¡rach'e Fraucisco furtonio tle Pimentel al parlre rector Felipe Segesse¡ Técoripa. 3 I rle rrarzo de I 749, Al I I t, leg. 333 exp. 9. Paclre JuanJavier Bischoff al helrrranoJosé Góbel. La Purísima, I I rle ocrubre de 1759, nt-l..Adcl. l:1986, núnr. 28, f. 30.1r. PaclreJacobo Serlelmavr a[ parh'e Ardr'és itlichel, s.l. s.f., AGN,Jesuítas,llrl0 exp. 241. I 326r. Padre Enlique Iiiirtzel al paclre rectorJosé Rolclán, Onavas 26 de septienrbre de 1 766, \!lls, núnr. 42, p. 203-?04. r:rr F¿clre ñrdréi \fichel al gobernadorJuan Clau

iioneros de una provincia; aclemás, se daba el carteo con jesuitas cle diferentes partes del rnundo. El padre Kappus sostuvo por va- rios años correspondencia con dos amigos en China,lo2 el padre Fernando Consag, misionero en California, recibió correo de las Filipinas,t+rt y el padre Ignacio Lizasoáin lo recibió de Gua¡-aquil, en Ecuador.r+a La red qr-re los jesuitas habían establecido por todo el mundo facilitaba estos contactos. Nful' frecuentes flleron tam- bién las cartas a ia patria, las que allí en algunas ocasiones se publi- caron como noticias raras y valiosas de lejanas partes del mundo.la5 A las noticias escritas los jesuitas agregaban a veces objetos curio- sos. El padre Juan Rossi adjuntó a una de sus cartas de N'Iéxico el cascabel de una víbora,lati el padre Felipe Segesser envió una caja llena de objetos de Sonora a Suiza, para que su familia pudiera formarse una imagen más completa de los indios.laz 5. han con- sen'ado también ejemplos de cartas que recibieron los jesuitas en América de sus parientes en Europa, en las que se informa sobre el bienestar de los tíos, primos v conocidos de antes.laB Naturalmen- te los padres se carteaban también con los laicos de sus provincias, muchas veces en asuntos de negocios, sobre todo cuando adminis- traban una de las misiones más ricas. De esta manera, el padre

l4:'Si vuestra Reverencia tuvo noticia en que estado se halla la Christianidad de la Gran China, es¡inlaré ¡nu!' mrrcho nre la comuniqr¡e Vuestra Reverencia porque ya tres atios que no recibo carra <[e mis corresponsables el padre Pedro van Hante ¡ padre Engelberto Fridelli, quizás habrán muerto". Fadre I{appus al padre procurador general Juan de_ San lVfartín, Bacanora, 24 de enero de I 7 16, AHPllf CJ, núnr. l7 i 5. \tase también: padre Pedro van Hame al p¡dre procurador, "hnperio de China", l3 tle enero de 1713,.'utH, leg. 323, exp. 7. ' ttt É,cerpta {udam iliueris P lgnatii Gassner hüpano idiomnte seriptis, atgue ex iruul;s PhiüPpi- nis ad. P Ferdinando dalü, Filipinas, l6 de mavo de l758,.urtt, leg. 1998, exp. 29. l'1r Padre Bernardo Recio al padre lgnacio Lizasoáin, Guayaquil, l0 de enero de I752, AIttfl.ul, Nféxico, FoncloJesuita, Carpeta xtlt, Docuurento 20. tai büres édifnntes et curí¿uses, Paris, 1702-1776, 34 Bde.; durante el largo periodo de su existencia, la serie tuvo varios eclitores.Joseph Stocklein, SJ. Peter Probst, SJ. Franz Keller, SJ. (eds.), Der Neue WeltBott. Allerhand so l¿hr- als Gistreinche Briefe, Schrifen und Reü- Bschreibungen, u'ekhe ron denen Missionariis der Geselhefuzf Jesu aus Belden Indien ¿nd ande- ren Uber Meer gebgenen lindern (...) in Europa angehngt s-1nd, Augsburg-Graz v \Vien 1728- I 70 l, 5 vols. ttt: III. BrieffR. PJoannü Rossian R. P S¿bastianum Kayser, Residencia de San Francisco de Borja, l3 de novienrbre de 1731, lYelrBon, vol. 3, parte 20-21, núnr. 448, p. 107-l 10. 147 "(...) hs envío solanrente por ctrriosiclad porque en mi patrie no se persuaden que los indios sean capaces por semejantes cositas", P Segesser a Tonrás Ruiz de Apodaca, Ures, 2l rle febrero de 1760, \cl, Consulados 403. Compárese: Gottfried Hotz, Indian Shin Pain- tings from the American Southu'est. Tit'o Representations of Border Conflick betu'een Mexico and the Ivfissouriin the Ear\ Eighteenth Cenhrrl, Nornran, Universiry of Oklahonra Press, 1970. la8 lvfaría Tilrós y Arancla al padre Ramón Tárrós, Táragona, l0 de agosto cle 1763, Ar-,N,Tbmporalid.ades Indiferente 21. Sor lrl¡ría Rosa ReginaJosepha Segesser al padre Felipe Segesser,St.AI¡raimsteinbruch,gtlefebt'e|ode 1762, At"N,Jesuitzs, tt-8exp. ll'f- l2r-13r. \ \¡ID.\ COTIDI,\NA DE LOS Itf ISIONEROSJESUITAS 97

Andrés N'fichel parece haber recibido en Ures casi cada dos días una car[a. l+!'

2.10. La literatura

Aparte de la correspondencia, algunos padres. se_entretenían con truba¡os lirerarios dé diferentes géneros. El padre Vicente Rubio se cliveitía con la redacción cle i.ersos'latinos.r't" El padre Jorge en Hostinshl' se ocupaba en escribir tratados teológicos, _también latín, los'que quería enviar a Roma Para su publicación; con este propósito éncaigó que se le mandara papel de primera calidad de la iiudad de j\léxióo. ti;t celebres son los escriros históricos )' geo- "116r Nentuig. para gráficos de los padres Francisco Eusebio Kitg .o.Juan ñrencionar sóló clos de los más conocidos.rs? El paclre Bernardo Nf idclendorff pidió "4 pergaminos blancos fino-s p-ara mapear".Para ayudar al padre Nentüigá dib.¡ur un maPa de Sonora.tri Libros cón noticias sobre el trabajo de los misioneros en diversas Partes del mundo constituyeron, por encima del interés personal de sus autores, Llna parte inregral ile la actividad propagandística de la or- den. De erta manera, lo1 superiores tanto en Roma como en las pro- vincias, procuraron indr:cif a los padres a remitir regularmente in- formes sobre los acontecimientoique ocurrían en sus misiones. La

rag Véase tambié¡r: aurt. leg. 333, exp. 9'y dc'N'Jesuittu, tr'-10' cqa 2' r:-'{) nt:N, padre Vicenre Rubio al facire \f iguel Castro, Nfochicahui, 25 cle enero de 1765, Tbmb oralida.de s I nd i fere n b | 56. ' tit p",1.".Jorge Hostinskv al paclre procura

93 TIERND n.{usp,ilicER

reclacción cle estas reiaciones no significaba puro relajamiento. sino que nrzis bien poclía resulr¿rr engorroso para los jesuitzrs car-gaclos con trabajos, al reqr-rer-ir ¡nucho tiernpo; de tal sllerte clue en 1743 apLrntó elvisitaclor general.Juan Antonio Balthasar qr-re las repeticlas exhortaciones "(...) cle apronrptar puntos de anuas v cosas particula- res (qr-re pueclen clar luz."'.lustre a la liistoria entera cle la Provincia) nunca o pocas veces se ejecllta, I' espero que ahora tenclrá ntejor efecto". l5l Basándose en estas informaciones, losjesuitas a veces compusie- ron historias oficiales de las diferentes provincias, cuvos títulos indi- can claramente la intención plopagan.lística. Para \léxico. lrrs nrás inrportantes son la Histot'ia de los tt"iunfos dc nLLestra san,tafe del padre Anclrés Pérez de Ribas. cle 1645,r:'5 loslpo.rtólicos afanes de la Conpa- riía de editado el FranciscoJavier Fluvih en Barcelo- I Jesús, por paclre I na, en 1754, basándose en unos manuscritos de los paclresJosé Ortega vJuan Antonio Balthasar. t Noticia. de la Califonúa del paclt'e t\'f iguel i de Venegas, rer.isada y editacla por el paclre lVarcos de Burriel en Ivfadrid, en 1757.riii lo gran historia de la Provincia Nfexicana, del padre Francisco Javier Alegre no llegó a publicarse en su tiempo a causa de la expulsión de la Compañía cle.f esús g¡ | j$/.r:-t7 Los mi- sioneros estaban bien conscientes del valor propagandístico de sus informes. Esto Io demuestra muy bien Llna noticia del padre Francis- co Javier l(eller sobre la conversión cle un hechicer-o. Keller mancló al visitador general una relación nru) ediñcante del evento para su enr'ío a México, r'explicó en hoja aparte, para el uso internot cofiro las cosas habían suceclido realmente.lis

l¡a hclre visi¡aclor genelalJuan Antonio Balthasar al parlre provincial Cristóbal rle Escob¿r y [-lanras, Rahunl,20 rle novienrble de 1743, '\ttlt 2009, caja l, exp. 19. Padre genelal Char- les cle No1'elle al parlre proviucial Bernalclo Palclo, Ronra 2 cle enero cle 1683, -\l{sl,.\Iy'"r¿o 3, f. 200r. f ¡:'Arrrlrés Pérez tle Ribas, SJ., Historia de los triunfos de nuestra santafe entra gentes Lu más bát bat as t fieru del Nuet¡o Orbe, Nlarlrírl. 16,15, reetliciótr: lrf éxico, I 944. 3 r'ols. f :;-Fi'auciscoJavier Fh:viá, SJ. (rle.), AltostóIitos afanes dc h Compañía rleJcstis cscritos por un Pad.re de la ntbma Sagratla Religim de su llot'incia de Máxico, Barteloua, 1754. NliguclYenegas, S.|.-}lalcos Burrrel SJ.. \roticia de la Colifornia ¡ de srr conquista taupotal y espiritual lnsta el tientpo pr?seilt( sacad,a de la historia natrusctita,forntada en llláxico año dc l7j9 por eI Padrc trligutl l/enegas dt ln Cont.pañía de Jesús y de otros nolicias ¡ ralationrs antigttas y ntodrrnos.3 tols., [farh'id. 1757. r:7 Francisco Javier Alegre 5.J., H;:toria d.e In Prouit¿cin tl.e h Conpañín d.e Jesús de l{ueita Bpaña, e

.3. Eprloco

Para todas estas ocupaciones, la paulatina pérdicla de la vista en la vejez significaba trn cluro golpe. Este rnal se poclía intentar remedizrr consigLriénclose anteojos, pero tempoco éstos briltclalt:rn siempre la ¿rvuda esperacl:r. Los padres NlanuelAgLrirre vJlran Nentuigjamás recibieron de la ciudacl cle Nf éxico los lentes idóneos nara remediar slrs problernas. El paclre Aguírre escribió en 1759 acerca de los ante- ojos qrie le habían llegado: "T: I,año pasado_los pedí. rne los enviaron, pero ninguno me sirve . I así le ruego a \,'ttestra Reverenci¿t, por la Virgen Santísima, qlle lrle enr,íe cuatro pares de ntteve, cliez, once y doce graclos v que los viclrios sean bien blancos ( ..), i'aunqtre tiren un poquito ¿r amarillo los vidrios serán buenos, los que recibí en este alio son chiqr-ritos v tiran a verdes. y así no me sin'en. \'uestra Reve- rencia perdona tanta moleclera. Los anteo-ios que vengan engasta- clos en c¿rfe\"'.li'!t ¡1 padre Nentuig, \'a bestante ciego, se enteró en 1763 de Lrn nlrevo producto,v pidió "(...) un par cle anteojos de la fábrica nueva del rev, con su cajita" ' tt'tt pero tampoco en esta ocasión le sin'ieron. De esta manera el padre Aguirre informó al año sigrriente al procurador en Nléxico: "El p.Juan Nentuig rne dio sus anteojos que le vinieron este año, no le sirven a Su Reverencia; a mí me sin'en para leer v escribir. Si \tlestra Reverencia puede agenciarme de seis, de siete v de ocho grados al modo cle esos (quizás se acordará \'r,res- cra Reverencia cómo eran) se lo estim¿rré mucho".rt;l ffi6 con año se le enviaron al padre Nentuig lentes desde la cir-rclad de México; en 1766, le dieron también los del fallecido padre Tomás Pérez de la Busta, pero nunca fueron cle substancial ayuda. "De los tres pares cle anteojós", esclibió en este rnismo año, "sólo él de gozne que venía en cajita apaf te me sin'e algo, tiene según percibo el número l8 y los vidrios convexos, no cóncavos, quizás enviándome de los números 16, 17. l9 v 20 cobraré vista de nuevo, pues estov acabadísimo de ell.". r{i? Támbién las obligaciones religiosas se resentían por la mala vistadeun padre. Por esto, el padre Nentuig pidió "(...) un misal de

l:i{r Pádre.Aguirre al padre proculadorJosé Hiclalgo, Bacadéguachi,23 de mavo de 1759, ,rt : N, Temporalidades lndiJirente 29 . r'r" Nlemoria rlel padr-eJuan Nentuig, Guázabas, 20 cle febrero de 1763,;tlltl, leg. 321 exp.- 19. llil Ih(lre vi\iraclor r\glirre al padle procuraclor Hiclalgo, Bacadéguachi, I I tle marzo cle 1761. rnrt. Ieg. 323. exp. 3. r';: Parl¡e Nentuig al padre procuratlor.|osé Hi

100 BERND HAUSBERGER letra grande y bien clara en buen papel, porque con los que tengo es bastante el trabajo para clecir la Santa N,fisa, pero si ral no se hallare nuevo. suplico a Vuéstra l{everencia no ,'engi con olor a alnlizcle, el que aflige mucho, nráxime en ayunos, por cuvo motivo no me pue- do acercar al Santo Cristo que me envió \¡uestra Reverencia, porque su peana está eltalmiT6lx¡l¿".l0rt I'ara un padre que sr-rfría de nrala vista, incluso la alegría de recibir una carta podía empañarse, si el amigo tenía una letra difícil de clescifrar, Io cual dio a entender el padre l,uis Nfaría Marciani al padre Jr:an .{ntonio Balthasar: "Va esta [carta] de letra ajena (...) porque estoy malo de los ojos, quizás causado de la irrenrediable letra cle \/uestra Reverencia, v lo peor es que pierdo las esperanzas de tenerla mayol iqué hernos de hacer? A tmeque de que no carezca de sus amables letras, que son para mí de mucho consuelo, auneLle sea con nlicroscopio si no alcanzan los an- teojos qlle ya trso (...). \'engan ptres rnuch:ls v mlll'largas cartas de Vuestra Reverencia, que el gusto qLre tengo en ellas me suavizará el trabajo cle leerlas". r(ta En conclusión, puede constatarse que la vida en las misiones no era nada fácil para los jesuitas, alrnque las condiciones variaban de región en región, incluso de pueblo a pueblo. Mientras que, por ejemplo, Baja California, aparte del personal del presidio de Loreto, carecía casi por completo de la presencia de españoles laicos, las misiones de Sonora, Sinaloa y, en menor grado, de la'larahumara formaban parte cle una compleja sociedad colonial, a la cual perte- necían, además de los indios y misioneros, ntineros, comerciantes, ganaderos, funcionarios feales, oficiales y soldados presidiales y cu- ras párrocos, así como un creciente número de pequeños agriculto- res y ganaderos, obreros eventuales y vagabundos españoles v de todas las castas.r0i Nf uy diversas fueron también las personalidades de los misioneros. Hay que subral'ar que los casos de padres raros, enfennos v locos no constinryeron la regla entre los misioneros, pero pueden tomarse como expresión de los pesares a los que se veían expuestos en la frontera. Ivluchos de ellos, sin embargo, aguantaron el rigor de los trabajos durante décadas, sin llamar la atención con ninguna extravagancia. Donde unos vivían sin notables problemas, otros fracasaban lastimosamente. Eso dependía de la capacidad in-

163 hdre Nennrig al padre procuradorJosé Hidalgo, Guázabas, l4 de febrero de 1766, AI IPI\{C:1, nú¡¡r. 1632. t64 Padre Luis Nfaría Nfarciani al padre Juan.Antonio Bal¡hasar, Ures, 7 de urayo de l732,.qlttt, leg. 17, exp. l. l'15 Peter Stern-Robert H. Jackson, "\hgabundaje and Settiement Patterns in colonial Northern So¡rora", enThe Atnericas 44 (1988), p. 461-481. \/rDA coTIDLq,N.A. DE LOS MISIONEROSJESUTIAS l0l dividual de adaptación de cada uno. Cierta testarudez y algunas ve- leidades probablemente inciuso fueron una estrategia para sobrevi- vir en el aislamiento en que vivían. Esto llegó al grado que algunos veteranos en las misiones, como los padres FranciscoJavier Pauer o IgnacioJar,ier Keller, parecen haber sentido la prolongada compa- ñía de algLrn otrojesuita más como un engorro en sll acostumbrada cotidianeidad.rti6 En suma, dependía de la personaiidad de cada padre la adaptación a la vida de las misiones. Incluso a las comidas picantes era posible acostumbrarser'i7 1i con algo de ingenio, aun sacar ventaja de las largas espinas de las biznagas: "Se pueden usar muy bien con palillos, / uria puede sen ir por muchos años, sin que sea necesario sacarle punta o filo".l08

BreLrocRAFÍR

Archiuos eGI: Archivo General de Indias, Sevilla

Secciones: Consulados, Audiencia de G ualalajara eGN: A¡rhivo General de la Nación, México D.F.

Ra nros : H is t o ria, J e nt.i t as, hI i s i on e s, Tb m p ora I ida de s I nd ifnent e ¡ttH: A¡chivo Histórico de Hacienda, ramo Tbmporalidnd¿s, México D.F. AHPñICJ: Archivo Histórico de la Provincia lvfexicana de la Compañía de Jesús, lvléxico AHINAH: Archivo Histórico del Instituto Nacional de Antropología e His- toria, México D.F. enSI: Archirr:m Romanum Societatis [esu, Roma Secciones: Fondo Cesuítico (F.G.), Prouincia Mexicana (Mex.),htae BLB: Bancroft Library Berkeley exC: Biblioteca Nazionale Centrale !ittorio Emanuele II, Roma BLL, Add: British Library', London, Additional Nfanuscrits

rm Peclre !\figrrel Gerstner al paclre visitador Carlos de Roxas, San lgnacio, I I de abril de 1757, trr-,N, hmporalid,ad,es Indiferente 41. r';7 Pfefferkorn, Beschreinbung, vol. l, p. 62. rt;8 Baegert, Nachrichten, p.53. IO: BERND HALSBERGER

SrA, nr: Staatsarchiv Luzern, I'rivata¡chive (-A,r'chiro Estaral de Lucerna), Suiza \fBS: \\'. B. Stephcns Collection, University of Texas, Anstin

Ftrcntes pultlicadas

AzAR \, Félix cle, I,'iajes por Antérica IVIeridío¿al, Nladrid, Espasa-Calpe, 1969 (ecl. francesa 1808).

B,r¿crRr, Johann Jakob, S.J., lt'aclmichten uon der An¿erihanischen Halbinsel Cali.fornien: n¿it einen zu,eyfachen Anhang fa.lsclur Nachrichten. Ceschriebett aon einen. Priester der Gesellscl¿aft Jesu., u'elcher la,ng darinn, diesc letztere Jaltr gelebcl /¿al, Nlannheinr, Churfiirstliche Hof- t¡ncl Acaclernie- Buclrdrucke rey, 17 7 3 .

B-cRco, Irfiguel del, SJ., Historia natural ",¡ crúnica de la Antigtla Cahfornia f.Adiciones 1 cott'ccciones a la iv'oticia de t\Iigu,el Venegasf, ed. N{iguel León- Portilla, NIéxico, UNA\I, Instituto de Investigaciones Históricas, 1973 (Serie de historiadores y cronistas de Indias 3).

BunRriS, ErnestJ. y Félix Zubillaga, EI noroeste de fu[éxico. Doat,m¿ntos sobre las müiones jesu.íticas, 1600-1769,México, uN.\\I, Instituto de Inresriga- ciones Flistóricas, 1986, (Serie Documeutal lB). DUNNE, Peter NIasten, SJ.,y ErnestJ. Burrus, SJ. (eds.), "Four unpublished Ietters of ,\rton Nfaria Bcnz eighteenth century missionary to lvIexico", en: Archiuu.nt Historicu.nr Societatis lesu 24 (1955), p. 336-378. EsrrvxrrpeR, Juan de, SJ., Florilegío lvledicinal (México 17l2), ed. María del Cannen Anzures v Bolairos, 2 vols., Nféxico, Academia Nacional de Nf edicina, l97E (Ntrestros clásicos 2, Colección la Historia de la N{edi- cina en ]Iéxico).

FEIJoo Y NIoNTENEGRO, Benito Gerónimo, Cartas eru.ditas, y cu.riosa.s en que ltor la nmyor parte, se conlinúa el desigrtio d.el Tl¿¿atro Crítico Unixersal. Int- pugnando, o reduciendo, a du.dosas aarias opiniones cot¡tu.nes, vol. 3, Ma- dricl, Lnprenta Real cle la Gazeta, 1774 (reimpr., la. De. 1750).

FLur¡rÁ. Francisco Javier, SJ. @d.), Apostólicos afanes de la ConLpañía de Jesús escritos por un padre de la, misma sagrada religión de su prouinaia de México, Barcelona, Pablo Nadal, 1754.

Goxárez RoDRÍGUEZ, Luis (ed. ), Etnología',¡ misión en la Pimería,4lta I 7 i 5 - Infornrcs y relaciones ntisioneras de Lu.is Xauier Velarde, Giu.seppe Ma- 1740. I I ría Genotese, Daniel Janushe, José Agustín de Canrpos y Cristóbal de Ccnlas, México, UNA\I, Instittrto de Investigaciones Históricas, 1977 (Serie de i his¡oria novohispana 27). j vrDA coTrDtA,NA DE LOS MISTONEROSJESUTTAS 103

JuNx.twRrrN, \\l (ed.), '.Atrs de¡n Tagebuche des ntexicanischen Nf issionarir-rs ", Berrt h. l\ Ii clclendorff au s der Gesel ll schaf¡ Jéstr e r¡ Katl n l i s c ] tcs i\[ a ga zi n, ftir tr!'issensclnft und, Leben, vol. I (Nltinster l8a5), p. 740-798, vol. 2 (18.16), p. 2l-54, 179-208. I(INO, Etrsebio Francisco, SJ., "Favores celestiales deJesírs y de Nlaría Santí- sirna v del gloriosísimo apóstol de las Ynciias Francisco Xavier experi- ¡nentados en las nuevas conquistas v nuevas con"ersaciones del nuevo reino cle Nueva Navarra", en Francisco Fernández del Castillo-Emilio Bóse (eds.), Las nisiones de Sonora;'Arizona, Nféxico, AGN, l9l3-1922 (Publicaciones del¡cx 8), p. l-39a.

Nf uRR, Christoph Gottlieb von, (ed.), NachriclLten aon uerschi¿denen ljindem des spanische¡t Aruet'ihas. Aus eigenlLrindigen Aulfstitzen ein.iger l\Iissionare de GeselkclmftJesr., 2 r'ols., Halle, Johann Christian Hendel. 1808-1811. NENTUIG, Juan, S.J., El ntdo ensa)o. Descripcíón geográf ca, natural \ curiosa de la prouirtcia de Sonora, 1764, eclición de Ivlargarita Nolasco Annas, Teresa N[artínez Peñaloza, Arrrérica Flores, Nféxico, tN¡,H, I977 (Co- lección Cientíñca 58).

NLINIS, Do1'ce B. Jr. y Elsbeth Schulz-Bischof (eds.), The Letters of Jacob Baegert, 1749-1761. Jesu,it Musionar| in Baja California, Los Angeles, Darvson, 1982 (Baja Califor¡ria ?avels Series 45). Ocu, Joseph, SJ., P. Joseph Och's, "Glaubenspredigers der G. J. In Netrmexico, Nachrichten von seinen Reisen nach dem spanischen Amerika, seinem dortigen i\r¡fenthalte vomJahr 1754 bis 1767, und Rürckkehr nach Europa 1768. Aus dessen eigenhándigen Aufzeichnun- gen. In drey Abschnitten", en N{urr (ed.), Naclvichten uon vetlchedenen Iiindern, vol. I (1803), p. l-292.

PÉnaz DE RIBAS, Andrés, Historia de los triunfos de nu,estra santa. fe enlre gentes las rnás bárbaras ) fteras del liu.eao Orbe (1645),3 r'ols., IVIéxico, Editorial Lal'ac, 1944.

PFEFFERKORN, Ignaz, SJ., Beschleibung der Landschnlt Sonora san¿t anderen nterkzaürdige¡z Nacl¿richten xon den. inneren Thcilen Neu-Spa.niens u.nd Reise aus Ameriha bis in Deutschktnd, nebst einer La¡tdharte uon Sonora. lbn Ignaz Pfefftrhont, elfirihrigen Missionar daseLbst, 2 vols., Colonia, langensche Buchhandlung, I 794- I 795. RENGGER, R., R¿is¿ nach Paragua.,¡ in denJahren 1818 bis 1826, ed. A. Rernngger, Aarau, H. R. Sauerlaender, 1835. SEcESSER, Philipp A. (ecl.), "Die Berichte des P Philipp Segesser aus der Gesellschaft Jesu ilber seine Nlission in Sonora, l73l-1761", en Katlnlischc SclLu,¿ízcr Bkittcr, Nueva Serie, 2" año, níttn. 6-9 (Luzern I886). l04 BERND FI..I,TISBERGER

SrEi,FEL, NI.\TTIIÁus, S. J., "Thrahumarisches WórterbL¡ch, nebsr einisen Nachricirten von den Sitten trncl Gebrátrciren der Thrahunrare, in N?u- Biscal'a, in der Aucliencia Gr¡adalaxara im !'ice-Kónigreiche Alt-Mexico, ocler Neu-Spanien", en lv{urr (ed.), Naclrichten z,on uersch,iede,nen Ltind.em., vol. l, p.293-374.

STóCKLEIN,Jo.seph, SJ. 1'Franciscr-¡s Keller SJ. (eds.), Der Neue lNhlt-Bott. Alle¡'lLand so Lehr- als Geistreiche Briefe, Sclriften und Reise-Beschreibunge, welcl¿e uon de¡¿en lVlissionariis der GeselkclnftJesu aus Belden Indie¡t und, anderes Uber fuIeer gelegenen ltindern (...) i" EtLropa angelangt seynd., 5 vols., Augsbr-rrg/Graz v \\¡ien, Irfartin y VeitlVKaliwoda, 1728-1761.

VE¡;EGAS, Nligr-rel, SJ. y Nlarcos Burriel, 5.J., I'ioticia de Ia California y de su conqui.sta tenporaL y espirittLaL lnsta el ttentpo presente sacada de la hi:toria manu.scrita, -forr¡rada en México año de 17 39 por el Padre Migu,el Venegas de la Contl,,ttñía deJesús \ de ot¡'as noticias ¡- relaciones antigtns y modernos, S vols., N{adrid, Impretrta de la viuda cle N{anuel Fernández/Suprelno Consejo de la Inqr-risícíón, 1757.

Esttdios ünpresos

ALBERRo, Solange, Del gachr.pín al criollo. O de có¡no los españoles de México dejaron de serlo, Nféxico, El Colegio de N{éxico, 1992 (Jornadas, 122). ANZURES Y BotAños, lvfaría del Camren, La medicína tradtcional en México. Proceso ltistót'ico, sina'etismo 1 conJlicto, México, UNAIÍ , 1983. BuRRUs, ErnestJ., S.J., Kino and Mange. Explorers of Sonora and Arizona, Rorna-Saint Louis, Saint Louis University, l97l (Sources and Studies for the History of the Americas, l9). Drgns,SusanNI., Rendering to Caesar T'he Secttlarization oftesuit Müsiozu in Mid-Eighteenth Centu,r¡ Du,rango, Tücson, l98l (tesis no publicada de la University of Arizona). DUNNE, Peter Masten, S. J., "Captain Anza and the Case of Father Cam- pos", en Mid-America 23 (1941), p. 45-60. GERHARD, Peter, Th,e I,lorth Frontier of Neut Spain, Princeton, Princeton University Press, 1982. GoNzir-rz RoonÍcuEz, Luis, "Religión y comercio de plantas medicinales en el noroeste colonial", en Luis González Rodríguez, EI noroeste novolrüpano en Ia época colonial, México, Porrúa, 1993, p. 5 l3-543.

Handbook of NorthAmnican, Inl,iatu,vols. 9-10: Alflonso Ortiz (ed.), Southwest, 2 vols., \\hshington, Smithsonian Institution, 1979-1983. VIDA COTIDLA,N.A, DE LOS MISIONEROS IESUITAS r05

H-\USBERGER, Bernd, "La violencia en la conquista espiritual: las misiones jesuitas de Sonora", enJahrbuchfitr Staa!, Gescl¿icl¿te und GeselLschaft .-o,n Lateinanteriha 30 (1993), p. 28-54.

Jesu.iten aus Nlitteleuro,pa im holonialen Mexiko. Eine Bio-Bibliographie, Viena/lvlunich, \''erlag fúr Geschichte und Gesellschaft/R. Oldenbourg \trlag, 1995 (Estuclios sobre historia y cultura cle los países ibér'icos é iberoamericanos, 2).

I{O-IZ, Gottfried, Indian Shin Paintings Ji'om tl¿e American Sothutest. Tuto Representatiow of Border Conflicts between tVexico ar¿d the lilissouri in the Earl¡ Eighteenth C.entu,r¡, Norman. University of Oklahonra Press, 1970.

Lróx G.rncÍ¡, Ricardo, i\lisiones jentitas en. la Thrahu.nara (siglo Xl'lu), Ciu- clad Juárez, Universidad Autónoma de Ciudacl Juárez, 199? (Esturlios regionales, 6). LEóN-PoRTILLA, I\'liguel, "Las pinturas clel bohemio lgnaz Trrsch sobre Nléxico y California en el siglo XvIII", en Estudios de Historia Nouohispana 5 (r974), p. 8e-e5. MATHES, lll lr{ichael, "Oasis culrurales en la antigrra California. Las biblio- tecas de las misiones de Baja California en 1773", en Estudios de Histo- ña Nouohupana l0 (1991), p.369-442.

MIRAFUENTES, José Luis, Ivlouitnientos de resistencia 1 rebelión indígena en el norte de México (1680-1821), vol. 2, Nléxico, uNA.l\f, Instituto de Investi- gaciones Históricas, I 993.

N.{vARRo G.rncÍ¡, Luis, Sonora 1 Sinaloa en eI siglo l7rl, Sevilla, Escuela de Estudios Hispano-Americanos, 1967 (Publicación de la EErl.,l76).

'iI ORnc.q NoRIEGA. Sergio, "EI sistema de tnisionesjesuíticas, l59l-1699", I en Sergio Ortega Noriega-Ignacio del Río (eds.), Historia General de Sonora, vol. 2, Hermosillo, 1985, p. 37-75. f "Crecimiento y crisis del sistema misional, 1686-1767", en Sergio Ortega Noriega-Ignacio del Río (eds.), Historia General d¿ Sonora, vol. 2, Hermosillo, 1985, p. ll3-150. e Ignacio del Río (eds.), l1¿sloria General de Sonora, vol. 2: De la Con- quista al Estado Libre 1 Soberano de Sonora, Flermosillo, Gobierno del Es- - tado cie Sonora, 1985. POLZER, Charles W, 5.J., Rules anl, Precepts of theJesuit lvf üsiorc of Northwestent , Tücson, University of Arizona Press, 1976 RILEY, Carroll L.,The Frontier People.The Greater Soutlruestinthe Protohistoric Period, Albuquerque, 2a. ed. revisada, Albuquerque, Universiry of Nerv Mexico Press, 1987.

I

i t 106 BERND FI.\USBERGER

RÍO, Ignacio del, ConEr.ista.y acu.lhrra.ción, enla, Cali.funia, jesuítica 1697-1768, Nli'xico. t.lN.-\\1, Instituto cle Investigaciones Históricas, lgB4 (Serie de Histo¡'ia Nor ohispana, 32).

SPICER, L,chvarcl ff ., Cyclcs of Con.Elt:st. Tlrc Inrpact of Spain, Mexico and, tl¿e. Un.ited States on tlte Indians of the Sou.tlruest, I5l3-1960, Tircson, University of ¡\¡izona Prcss, 1962. STERN, Peter v Robert H. Jackson, "VagabLrndaje and Settlelnent Patterns irr Colouial Not ¡hern Sonora", en The Anericas 44 ( 1988), p. 461-481.

ZAIIBR\No, Frarncisco, S. J., vJosé Gutiérrez Casillas, S. J., Diccionario Bio- Ili.blíográ,f co d.e la ConQañíadeJesús ¿n LIóxico, r'ols. 3-16, Nléxico, Eclito- rial Jus, 1 963- 1 977.