ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA PUBLICACIONES DE LA FILIAL F3DSAR1D

A. L LOS ORIGENES DE

NOTAS BIOGRAFICAS DE DON CARLOS CASADO DEL ALISAL

POR

FAUSTINO INFANTE

ROSARIO 19 4 4-

ACADEMIA NACIONAL DE LA HIBTDRIA PUBLICACIONES DE LA FILIAL ROSARIO N0. 1 4-

LOS ORIGENES DE CASILDA

NOTAS BIOGRAFICAS DE DON CARLOS CASADO DEL ALISAL

POR

FAUSTINO INFANTE

ROSARIO 19 4-4

ACADEMIA NACI• NAL DE LA HISTORIA

MIEMBROS DE LA FILIAL RDSARID

PRESIDENTE

Doctor CALIXTO LASSAGA

VICEPRESIDENTE Doctor JULIO MARC

SECRETARIO-TESORERO Señor JUAN JORGE GSCHWIND

Doctor NICOLAS R. AM UCHASTEGUI

Doctor JOSE LUIS BUSANICHE

Arquitecto ANGEL GUIDO

Monseñor Doctor ANTONIO CAGGIANO

Doctor FAUSTINO INFANTE

Profesor FRANCISCO M. SANTILLAN

Teniente General FEDERICO J. ZEBALLOS

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Don GARLOS CASADO DEL ALISAL

* En Villada (España) 16 de marzo de 1833 t En Rosario (Rep. ) 29 de junio de 1899

Los orígenes de Casilda (a)

NOTAS BIOGRAFICAS DE DON CARLOS' CASADO DEL ALISAL

En todos los países la parte más noble de su historia no la forman las hazañas guerreras con sus gloriosos com• bates y sus ejércitos victoriosos, que en real ¡(huí solo son fuerzas negativas que agotan y destruyen, sino los espíri• tus emprendedores y constructivos, los estudiosos y traba• jadores, (pie humildes y olvidados amasan sin brillo de espadas y estruendo de tambores el pan del progreso. Entre esos héroes admirables de la civilización, se des• tacan vigorosamente en la historia de nuestro país, como en la de toda América. Jas figuras de sus colonizadores, esos hombres infatigables (pie Judiando tesoneramente, abrieron en Ja tierra fértil y acogedora eJ surco en eJ (pie había (Je florecer nuestra grandeza. En la Provincia de Santa Fe, Ja colonización ha tenido una importancia tan extraordinaria (pie toda investigación

(a) Conferencia leída por el profesor doctor Faustino Infante mitmbro de la Filial Rosario de la Junta de Historia y Numismática Americana, en la Biblioteca Argentina del Rosario, el día 30 de noviembre de 1935. Al iniciar el acto el Señor Presidente de la Junta Doctor Don Calixto Lassaga, pronunció las siguientes palabras: Señoras, Señores: va a incorporanae a etsa Filial de la Junta de Historia y Numismática Americana el talentoso doctor Faustino Infante, y con ese motivo, siguiendo la práctica de ritual, va también a darnofi una conferencia que ha de resultar interesante tanto por la autorizada palabra del nuevo académico como cuanto por el tema elegido: Casilda y eu fundador. El doctor Infante fué a España allá en su juventud, estuvo en Madrid y después de cursar primer año en el Instituto Cardenal Cisneros, regresa a la patria y estudia el bachillerato en nuestro viejo e histórico Colegio Nacional, para marchar en seguida a :jOS ORIGENES DE CASILDA que se realice sobre ella, representará siempre, por modes• ta que sea, un esfuerzo digno de ser realizado. En el año 1872, cuando el Inspector Nacional de las Colonias Agrícolas, Don Guillermo Wilcken, elevó al Pre• sidente de la Comsilón Central de Inmigración su infontne sobre el estado de las colonias de la Provincia de Santa Fe, existían en la misma treinta y una colonias con una po-

Buenos Aires, en cuya prestigiosa Universidad, después de rígidas pruebas, recibe sus diplomas de abogado y de doctor en leyes: su tesis que versó sobre el arbitraje, es un trabajo interesante, y más tarde, 1916, obtiene la alta distinción del diploma de honor que le discierne la miema Universidad. Su labor fué en todo momento continua, intensa y fecunda. Son de verdadero interés las notas, a veces, en colaboración, que tomó de las conferencias que daban los profesores sobre tópicos diversos, como las relativas al contrato en el derecho romano y en la legis• lación argentina; a las falsedades en la legislación penal, asi como a la tierra pública y a la filosofía del derecho procesal. Hizo tam• bién trabajos sobre el Código de Procedimientos Criminales en la Provincia de , sobre los tratados argentinos de arbi• traje permanente, sobre la ley de seguros de vida y otros más. Ha desempeñado también diversos cargos públicos en los que puso de relieve su contracción al trabajo y sus, notorias dotes per• sonales: fué Secretario privado, allá por 1913, del Ministro de Jus• ticia e Instrucción Pública de la Nación, Juez en lo Civil y Comer• cial en Corrientes, Asesor Letrado de la Municipalidad del Rosario en 'períodos diversos, y Secretario de Gobierno de la misma. Con• sejero de la Pacultad de Ciencias Económicas, Delegado al Concejo Superior de la Universidad, profesor de Historia de la Civilización e Instrucción Cívica en el míjsmo Colegio Nacional de que fuera aventajado alumno; encargado de trabajos prácticos de la Facultad de Ciencias Económicas, Comerciales y Políticas, profesor adjunto de la propia Facultad, profesor de Derecho Civil de la misma y Pre- fidente de la Convención Constituyente Municipal. He ahí, a grandes rasgos perfilada, la prestigiosa personalidad del nuevo académico, quien pasa en seguida a hacernos escuchar su disertación que desarrollará con la competencia que le es habitual: ella va a versar como queda dicho acerca de los orígenes de Casilda, de esa ciudad surgida, no ha mucho, en plena pampa, y que hoy, pictórica de vida, marcha con paso firme y seguro en el sendero del progreso. Nos hablará también de Don Carlos Casado del Alisal, de ese tenaz hombre de empresa que junto con Aarón Castellanos y Carlog Beck Bernard, fué de loe más grandes propulsores del pro• greso agrícola del país, así como de la colonización de nuestras feraces tierras. El Doictor Faustino Infante contestó al Señor Presidente en los siguientes términos: Si las amables frases que el señor Presidente acaba de pronun• ciar a mi respecto, tuvieran siquiera un viso de verdad, bastaría con que me limitara a agradecerlas profundamente y con que for- LOS ORIGENES DE CASILDA blaeión total de trece rail setecientos treinta y siete luí- bit antes. La más antigua, la Colonia '*Esperanza", fué fundada en el año 1856. Estaba situada sobre la margen derecha del Río Salado y a unas siete leguas al Nor-Este de la Ca• pital. A pesar de haber sido la fundada en primer ter• mino, el expresado año, ocupaba el tercer lugar por su

mulara ferviente promesa de cumplir con el mayor celo todas las tareas que me correspondieran en el carácter de miembro de la Junta a la que acabo de incorporarme oficialmente; pero como no es así, como evidentemente la bondad ingénita y el afecto defor• man las personalidades al extremo de atribuir méritos a quien no los tiene, debo insistir en manifestar que be sido sorprendido por el discernimiento de este bonor que sinceramente confieso no baber merecido. Cuando mi Padre terminaba sus estudios de abogacía, tenía diez y nueve años, fué a visitar a «u profesor de bistoria, el señor Ortega y Rubio, y al preguntarle éste qué iba a bacer, le contestó que estudiar filosofía y letras. De inmediato Ortega y Rubio le re• plicó: "Para qué, para se rprofesor de historia. Ni se le ocurra La historia no se acaba nunca. Cuando sabe Vd. la historia del mundo quiere saber ia de cada nación y después la de cada comarca, cada ciudad, cada pueblo, cada familia, cada individuo. Sea Vd. profesor de cualquier otra cosa. De metafísica, que al fin se acaba algún día". lEfectivamente Ortega y Rubio terminó siendo profesor de metafí• sica. Pero mi Padre fué profesor de historia, y yo soy profesor de historia. . . Alguna razón, sin embargo, había de tener ipara aceptar este cargo. No es el hecho de hacer diez y filete años que dicto la cátedra de Historia de la civilización, en el Colegio Nacional N" 1, de ésta Ciudad, donde terminé el bachillerato. No es tampoco la de mis esca• sos y modestos trabajos y publicaciones, porque la necesidad de vi• vir la vida no me ha dado tiempo para escribirla. Ni tampoco el que haya podido considerar que, más que una consagración, era un estímulo, ya que mi edad, si bien descarta la primera, hace muy poco verosímil la segunda. Es que he tenido en cuenta que, en todo elenco, no todas han de ser primeras figuras y que al ser marco del digno cuadro que constituyen los que desde hoy tengo derecho a llamar mis colegas, es también gran bonor e intima satisfacción. Además un he sido designado .para llenar una vacante. Se ha creado un cai'go más, del que soy ocupante originario; y si bien esto me priva de la agradable obligación de hacer el elogio de mi ante• cesor, me acuerda la inestimable ventaja de evitar parangón en el que seguramente habría resultado perdiendo. Por último, me lia parecido ver en esta .designación una prueba palmaria de la sagacidad de uno de mis colegas que ha sabido atis- bar en mi espíritu, donde mis, diversas actuaciones rivalizaban pug• nando cada una de ellas por primar sobre las otras, ta supremacía de la historia sobre las demás. A cierta altura de la vida se plasma 10 LÍOS ORIGENES DE CASILDA

población. Eji el primero estaba la Colonia "Bernstandt", que había sido fundada ei año 1870, en las proximidades de la estación Roldan, del P. C. C. A., por la Cía. de Tie• rras del Central Argentino, y tenía dos mil habitantes. El segundo lugar lo ocupaba la Colonia "San Carlos", fun• dada en 1858, a diez leguas de la ciudad de Santa Fe, que tenía mil novecientos noventa y dos habitantes. El pro• medio de miembros de cada familia de ésta última era de seis un (plinto, el más elevado en aquél entonces, y tan alto1 que se puede afirmar, sin lugar a duda, que no habrá si• do superado (1).

en el espíritu un vocación que suele ser romántica o sentimental en la juventud, intuitiva o reflexiva en 1&. madurez. Mi afición por la historia no es, solo por natural y heredada inclinación sino por el profundo convencimiento de que la humanidad solo podrá redi• mirse del flagelo de la guerra por el eátudio y conocimientos de la Historia. No solo la enorme masa de la población ignora la historia en absoluto, sino que la desconocen hasta pereonas que ocupan desta• cadas posiciones directivas, y lo que es peor aún, se consideran con derecho a ignorarla, pues tienen de ella un concepto tan secunda• rio, que la creen materia adecuada sólo para merecer la atención de personas pudientes y desocupadas que llenan con ella sus monó• tonos ocios. Piénsese en lo que sería un hombre sin memoria. No hay civi• lización posible, no hay ciencia posible sin memoria. La sensibili• dad, la voluntad misma serían facultades privadae de la mayor par• te de su eficacia sin el complemento de la memoria. El niño volvería a quemarse con la vela cuantas veces se (pusiera la llama al alcan• ce de su mano. No hablemos de la vida jurídica, ni del cumplimiento de las obligaciones, ni del goce de los derechos, ni de la organiza• ción política y social. Puee bien, la historia es la memoria de la Humanidad, porque al ignorar el hombre la historia de ésta, queda la Humanidad como un hombre sin memoria. Quizás esto pudiera explicar la sucesión interminable de acciones incongruentes que han sido siempre la causa de los mayores, dolores, de las mayoree in• felicidades». Después de reiterar a mis colegas mi mayor agradecimiento voy a dar lectura al trabajo que he preparado, en cumplimiento de la preaicripción reglamentaria, sobre "Los Orígenes de Casilda", a propósito de cuyo estudio he recopilado algunos datos biográficos sobre la eminente personalidad de Don Carlos Casado. (1) Desde el año 1856 hasta el año 1871, las treinta colonias restantes fueron fundadas en los siguientes años: dos en el año 1858; una en cada uno de los años 1864, 1865 y 1866; tres en cada uno de los años 1867 y 1868; cinco en el año 1869; ocho en el año 1870 y siete en el año 1871. DOS ORIGENES DE CASIDDA 11

Es interesante hacer resaltar que corresponden al Sur de la Provincia ocho de las colonias y que de ellas fueron fundadas cinco en el aíío 1H70 y tres en el año 1871; y también que cuatro de ellas correspondían a la Cía. Gene• ral de Tierras del Ferrocarril Central Argentino. De ]as cuatro restantes, tres lo fueron al Norte, o a los costados de dicha vía, y una sola al Sur. Esta es la Colonia "Can• delaria", de la (pie nos vamos a ocupar especialmente.

Trece mil setecientas treinta y siete personas consti• tuían la población de estas colonias, de las cuales once mil ochocientas nueve eran extranjeras y mil novecientos ar• gentinas. La población de ias colonias del Sur era de cua• tro mil cuatrocientos sesenta y cuatro habitantes; tres rail ochocientos setenta extranjeros y quinientos noventa y cua• tro argentinos. La de las colonias del Norte era de nueve rail doscientos setenta y tres habitantes, siete mil novecientos treinta y nueve extranjeros y mil trescientos treinta y cua• tro argentinos.

La terminación de la guerra del , fué sin du• da una causa indirecta de] incremento de la colonización de uuestra Provincia, pues quedaron muchos ex-soldados en condiciones de convertirse en colonizadores. Pero el elemen• to que sirvió de base para la colonización fué el contingente de extranjeros, que suplantó a los criollos. La tierra argen• tina no había dado de sí todavía ni siquiera una muestra de lo que era capaz de producir. La indolencia del nativo y las plagas (pie afligían a La ganadería y a la agricultura in• cipiente, mantenían un estado de pobreza (pie parecía inven• cible. El brío de los extranjeros ha llegado a convertir a la Provincia de Santa Fe, en un verdadero emporio agrícola- ganadero, y así se explica (pie la población que era de ochen• ta y nueve mil ciento diez y siete imhitantes el año 1868, llegaba a ochocientos noventa y nueve mil seiscientos cua• renta habitantes el año 1914, calculando, la Dirección Gene• ral de Estadística, un millón cuatrocientos cincuenta mil ha• bitantes cu estos últimos años. 12 LOS ORIGENES DE CASILDA

Entre estos extranjeros optimistas y vigorosos, so des• tacó con caracteres netos Don Carlos Casado del Alisal, fundador de la Colonia "Candelaria". Marino e industrial español nació en Villada el 16 de marzo de 1833. La parti• da de bautismo, según un testimonio1 legalizado expedido en fecha 4 de marzo de 1846 dice: ''('arlos Julián Niceto (Vi• sado. A 20 días del mes de marzo de este presente año de 18:53. yo el infrascripto cura Párroco de la Iglesia Parro• quial de Santa María, de la era de la indicada Villa bauticé solemnemente... a nn niño (pie nació en el día 16 de marzo de este año a quién puse por nombre Carlos Julián Niceto, hijo legítimo de Don Pedro Casado, natural de Broyas en Es- Treinadura, obispado de Badajoz y de Doña María Casilda del Alisal, natural de Falencia''. Esta, partida figura auten• ticada por e] Siib-Secretario del Ministerio de Estado Espa• ñol en fecha 20 de estiembre de 1864 y certificada dicha firma por el Cónsul de la República Oriental del rruguay, en Madrid, en 21 de setiembre del mismo ano.

Tenía Don Carlos Casado el tipo céltico, de altura más que regular, exactamente un metro setenta y siete centí• metros. Delgado sin exageración, el cuello esbelto sin ser largo, los ojos claros, la tez blanca sanguínea de tinte en• carnado, y los cabellos de un rubio bronceado, que un francés diría impertinente. Su barba recortada tenía re• flejos rojizos, sus facciones finas y regulares y su porte señoril, le daban, un sello de nobleza (pie no desmentía su abolengo. Sus dos apellidos figuran entre los más rancios y nobles de la vieja Castilla. Ku ella nació pero pasó su adolescencia junto al mar y allí quizás perdiéndose su mi• rada en la lejanía, su espíritu sintió el ansia de otros ho<- rizontes donde su voluntad plasmase los gérmenes fecundos que su pensamiento guardaba. Recuerdo haber escuchado en varias oportunidades de labios de mi Padre, (pie evocaba con mucha frecuencia, sin• gular cariño y verdadera admiración la personalidad resal• tante de su benefactor, que había cursado sus estudios en la escuela de Marina de Bilbao, no obstante haber quién L'OS ORIGENES DE CASILDA 13 afirma que fué en la escuela de la Rábida, residiendo en la casa de los Ohávarri, mientras un hijo de éstos cursaba sus estudios residiendo en la casa de los ('asado. Un di• ploma de inglés otorgado por el inslitnto Vizcaíno de Bil• bao' el 20 de junio de 18ó] (1), en el que se lee: "Acredi• tando que Don Carlos Casado del Alisal cursó los estudios de inglés..." "habiendo merecido por su dedicación ocu• par el número primero entre los de su clase'', ha venido d coaifinnar como un hecho cierto aquella referencia, pues tabién existe el título de bachiller expedido por la Univer• sidad Literaria de Valladolid, en 18 de julio de 1850, fir• mado por el Héctor Don Pelayo Rubén Vaca, otorgando a Don Carlos Casado del Alisal "el grado de bachiller en la Facultad de Filosofía". Terminados sus estudios en la escuela de Marina, re• cibió un nombramiento real otorgado por Don Francisco Javier de Uiloa y Remirez de Zaredo de fecha 10 de no• viembre de 1853, (pie dice así: "Por cuanto en atención a los méritos y servicios de Don Carlos Casado, de la matrí• cula de Portugalete, he venido en virtud de lo resiielto por S. M. en real orden de 26 de febrero de 1851 en expedirle este nombramiento de tercer piloto particular supernume• rario de la carrera de América...". También recuerdo haber oído a mi Padre (pie termina• dos sus estudios en la escuela de Marina, se dedicó a la ma• rina mercante y realizó diversos viajes, sufriendo dos nau• fragios, el primero de ellos, tuvo lugar en las costas de Es• cocia, siendo Don ('arlos piloto y en el cual asumió el man• do de la nave, por defección de! capitán, dirigiendo el sal- vaemnto con un valor y una pericia singulares. El segundo anufragio- tuvo lugar en las costas de Cuba, siendo yá nues• tro biografiado armador y capitán de la propia nave, (pie perdió en el siniestro. Los ruegos de su señora madre, des• pués de este nuevo percance, le decisieron a abandonar la carrera y venirse a la Argentina.

(1) Firmado por el Secretario General, Don José de Noverán y por el Director Dr. Ag. de Arregui y Heredia. H LOS ORIGENES DE CASILDA

En e] año 1857, sin que esto haya pedido comprobarlo directamente, llegó a Buenos Aires y pasó casi sin detener• se al Rosario, donde realizó sn conscripción mercantil en la casa importadora y exportadora de Ghavarri.

Actuó como corredor y como banquero. Sus recibos de depósito de pesos bolivianos, circulaban en la plaza co• mo papel moneda y la importancia del Banco Casado fué tal que Mr. Tburburn, enviado por el Directorio del Banco de Londres con la misión de instalar una sucursal en esta plaza, informó que mientras existiera este Banco no ha• bía lugar en Rosario para Otro. El Banco de Londres ofre• ció la compra y entonces tuvo lugar esto suceso (pie basta• ría por sí solo para acreditar una pei-sonalidad: Convinie• ron Don Carlos Casado y Mr, Thurburn en que cada uno tomaría un lápiz y un papel y escribiría la cifra en que se apreciara la llave del Banco; cuando las dos carillas' fueron puestas de manifiesto, la cantidad escrita por ambos era la imsma. A raíz de esta venta comenzaron las actividades colonizadoras de Don Carlos Casado, invirtiendo en la com• pra la fuerte suma que había recibido por la venta de su 15a neo.

Colonizaba corno quién era, un verdadero' gran señor castellano. Daba a sus colonos la tierra, la semilla, los arados, los caballos, los implementos agrícolas de todo orden más adelantados de la época, y les concedía créditos y ali• mentos, sacrificando intereses personas a su obra progre• sista .

De la entereza de su carácter, dice bien esta anécdota, que me ha referido un estimado amigo de mi Padre, que me dijo habérsela oído contar, una de las tantas veces en las que le hablaba, en su elogiosa forma habitual de per• sona tan querida :

lisiaban en la Candelaria, 1os trigales lucían prome• tiendo una cosecha espléndida y las máquinas estaban pre• paradas para la siega. De pronto, una de esas tormentas, que parece no se repitieran yá con la rapidez e intensidad LiÜS ORIGENES DE CASILDA 15 de antes, afectó a la Colonia, cayendo una granizada de grandes proporciones. Terminado el turbión, nadie se mo• vía ni se animaba a salir, ni siquiera a hablar de sns posi• bles consecuencias. Don Carlos tomó sn caballo, recorrió el campo, volvió a poco y ante las miradas inquisitivas de los (pie habían quedado, les contestó sencillamente: "No ha quedado.' nada, no hay una planta en pié. Habrá que sem• brar otra vez". Para sintetizar en pocas palabras la figu• ra de Don ('arlos, se podría decir que fué una gran inteli- gencia y un espíritu organizador y valiente al servicio de un gran corazón.

En 4 de febrero de 1865 contrajo matrimonio con Do• ña Kamona Sastre Aramburu, en la iglesia parroquial de esta Ciudad, y, poco después, en 29 de abril de 1865 adquiere por escritura labrada ante el Escribano Don Luis María Arzac, un campo de cinco mil ciento1 veintiséis varas de trente, sobre el Jim Carcarañá por cuatro lejnias y media de fondo (1). La venta la realizaba Don Mariano Amigo en sn carácter de curador ad-bona de Don Mariano' Grandoli. integraban este campo dos fracciones: la primera de tres mil setecientos cincuenta varas de frente y cuatro letruas y mdeia de fondo(2), y la segunda de mil trescientos seten• ta y seis varas de frente y el mismo fondo. Al Xoreste de este campo y lindero con el mismo adquirió Don Carlos Casado, en 12 de julio de '[^12, se^iin escritura labrada ante el Escribano Don Lisandro Paganini, otra fracción de dos mil cuatrocientas varas de frente al Kío Carcarañá, por

(1) Siendo sus Inderos por el Norte el Río Carcarañá, por el Noroeste Don Domingo Correa, por el Sudoeiste Don Javier Pérez, y por el Sudeste Don Nicolás Sotomayor.

(2) Adquirida por Don Mariano Grandoli, mediante permuta rea• lizada con Don Domingo Correa, según escritura otorgada en 26 de marzo de 1852 ante el Juez- de Paz de Rosario, Don Dámaso Centeno.

(3) Adquirida por Don Mariano Grandoli, al mismo Don Domingo Correa, en 24 de teberro de 1865, según escritura labrada ante el escribano Don Luis María Arzac, que fué ampliada el 13 de marzo del mismo año. Don Mariano Grandoli estaba casado con Doña Mag• dalena Correa. 16 LOS ORIGENES DE CASILDA cuatro leguas de fondo (1). En el plano que se encuentra agregado al informe de] Inspector Guillermo Wilcken, fi- gura como lindero Sudeste, Rocea, y en ese mismo extremo hay una fracción de terrenos, cuya colonización no estaba entonces proyectad;!, que tenía por lindero la Cañada Can• delaria (2),

La razón decisiva de la compra fué la de (pie el cam• po no había sido nunca invadido por la langosta (pie tantos daños cansó a la colonia en los años inmediatos a su fun• dación. La estancia de Grandoli se llamaba "Los Desmocha• dos", así lo dice Don Valentín Ricardo en la tasación que practicó en 16 de febrero de 1865, por orden del Señor Juez de Primera Instancia en lo Civil, Doctor Don Teófilo Gar- (ía, pero la Colonia fué denominada. Candelaria por ser el nombre (pie tenía la posta de El Desmochado, (pie era al• bergue de pasajeros y parada de las galeras (pie hacían el viaje de Rosario a Mendoza, a la Guardia (San José de la Esquina) y Melineué.

No hay (pie olvidar (pie en esa región desierta, los in• dios, ubicados en las márgenes del Carcarará, campeaban como dueños y señores, asaltando a las carretas que hacían el trayecto de Rosario a Córdoba y que sólo algunos pocos intrépidos pobladres se atrevía na criar vacas y ovejas, medianamente defendidas por los fortines y por las peque• ñas fortalezas de sus estanzuelas, para apreciar la magnitud de la hazaña que se pretendía intentar al iniciar la región en 1 agricultura. Pero sus antepasados castellanos no habían vacilado' durante siglos para sembrar, por qué los amenazara

(1) Siendo sus lindaros por el frente al Noroeste el Río Carca- rañá, por el Sudoeste la fracción antes deslindada y por el Noreste Don Hermenegildo Bultos. (2) Vendió en esa fecha a Don Carlos Casado, Don Manuel Quin• tana y a éste en 14 de julio de 1870 Don Santiago y Doña Josefa Co• rrea, quiénes lo habían heredado de Don Domingo Correa, herede• ro a su vez de Don Santiago Correa, comprador a Don Juan Geróni• mo Martínez, en 2'8 de octubre de 1837. A Martínez le había vendido Don Francisco Rossi en 1832, y a éste Don Agustín Negrotto en 14 de diciembre de 1830. IJOS ORIGENES DE CASILDA

el peligro del moro, siempre dispuesto ÍI intentar un malón para cosechar el trigo cristiano, y a Don Carlos no le iba a detener el peligro del indio.

La Colonia Candelaria estaba situada a nueve legnas al Oeste del Rosario» y a cuatro legnas al Sur de la línea del Ferrocarril Central Argentino. Las seis leguas y media (pie la formaban, habían sido divididas en concesiones de veinticinco hectáreas, libres de calles. Kl año 1871 había noventa y cinco familias con trescientas treinta y dos perdo• nas, siendo la mayoría italianos, treinta y dos y ciento diez y siete respectivamente, y estando en segundo término los franceses y en tercer término los españoles, con diez y nueve familias y setenta y cuatro miembros y diez y seis familias y cuarenta y siete miembros.

Se ha dicho por umvs (pie la Colonia "Candelaria" fué fundada en el año IHIO, y por otros en el año 1871. El año 1908, cuando se creó el escudo municipal de Casilda, se es• tampó en el mismo la cifra de año 1870 como el de la fun• dación de la Colonia. Pero la verdad parece ser la de que no hubo nunca fundación, en el sentido de un acto solemne, mediante el cual se realizara en un día determinado. En la escritura de compra del año 1865, anteriormente citada, se hace referencia a una escritura privada de arrendamiento celebrada en 7 de enero de 1861 por Doña Magdalena Correa de Grandoli, esposa de Don Mariano Grandoli, en virtud del cual Don Víctor Miranda se constituía en arrendatario del campo, que luego compró Don Carlos Casado, por el térmi• no de cuatro años, prorrogables por otro cuatro años, te• niendo el mencionado Miranda el derecho de preferencia en el cas de venderse la Estancia. Al tramitarse la venia para ralizar la venta y ser publicados los edictos en 15 de marzo, compareció Don Carlos Casado en el carácter de cesionario de los derechos de Don Víctor Miranda, afirmándose y rati• ficándose en el contenido del contrato, y declarando' que optaba por la prórroga por otros cuatro años más, de modo que si alguna fecha podría ser establecida con certeza sería la de la toma de posesión de Don Carkvs Casado, primero 18 LOS ORIGENES DE CASILDA , . , < ,

como arrendatario del campo y después como comprador del mismo, aunque quedaría siempre impreciso el término1 que medió entre las fechas indicadas, y el trazado de la colonia. A este respecto, corresponde consignar (pie en 28 de febrero de 1891 Don José A. Thedy, en el carácter de Apoderado General de Don ('arlos Casado, compareció ante el Ministe• rio de (iobierno, .Insticia y Culto de la Provincia de Santa Pe, manifestando (pie su poderdante había fundado hacía más de veinte años, en terrenos de su propiedad, que enton• ces correspondían al Departamento de Rosario y actualmen• te al Departamento Caseros, la colonia Candelaria y el pue• blo de Villa Casilda. Agregaba que en aquella época no se solicitó la aprobación de la traza de dicha Colonia y Pueblo, por no exigirlo- la ley de tierras. El Departamento Topográ• fico se expidió manifestando (pie a su juicio correspondía el reconocimiento oficial de la "Colonia Candelaria" y del pueblo "Villa Casilda", y, previa conformidad del -Fiscal de Estado e informe del Sub-Delegado Político de la "Co• lonia Candelaria'' el (Iobierno de la Provincia aprobó la tra• za de la Colonia Candelaria y del pueblo "Villa Casilda", en decreto del 13 de marzo de 181)1, (pie lleva la fii«ma del Gobernador Cafferata y del Ministro Leiva (1). Confirma• ría este antecedente la exactitud relativa de las menciona• das fechas.

Según constancias de las notas agregadas al título de la compra de Don Carlos Casado, la primera venta de dos concesiones en la Colonia Candelaria, se habría realizado el 10 de julio de 1872 a Don H. II. C. Cirbdeos; y la primera venta de un terreno en la Villa de Santa Casilda, en abril 11 de 1874, a Don An^e] Bustamante, un lote de cincuenta metros de frente al Bvard. América y cincuenta metros de fondo sobre la calle N9 Kn el mismo año se vendió tam• bién terrenos en la Villa de Santa Casilda a Don José A. Zorrilla, a Don Andrés Llobet, a Don Francisco Casado, a

(1) Constancias del Expediente N" 477, archivado en el referido Ministerio. DOS ORIGENES DE CASILDA 19

Doña Julia Bernard, a Don César Benedetti, a Don Rocco Angelinétti. Es de lamentar que los nombres do algunos de estos primeros compradores sean ilegibles, porque ello nos hará incurrir en omisiones sensibles. En el primitivo plano de la Colonia uCandelaria", se vé fraccionado uno de los cuadrados situados casi en el extremo Snd del campo en el que parecía se proyectaba la formación de un pueblo; y se vé también, sin ninguna traza, en el centr(» mismo de la Colonia, nn cuadrado for• mado por cuatro, en el cual está escrito el nombre de "La Penca'' que era la designación de la Estancia de Don Ma• riano Grandoli. Originariamente parece que se tuvo el pensamiento de fundar dos poblaciones y luego se fundó una sola en este lugar. He leído que Don Carlos compró a Mr. Peyton la casa central de la quinta Casado, y a este respecto he constata• do (pie Don Carlos compró en remate público judicial la manzana de terreno de cien metros de frente y cien de fon• do designada con el número once de la Sección C. con las casas y tapiales en ella edificados de propiedad del señor Alfredo Guillermo Humberto Peyton, y también la fracción de veintitrés metros de frente a la plaza y cien metros de fondo (pie el señor Casado había vendido a Mr. Peyton, en 22 de mayo de 1H77. En la escritura no se relata de quién hubo la primera propiedad el señor Peyton. y el expediente fué retirado en el año 188:i o 1889 del archivo de nuestros Tribunales, por cuyo motivo no me ha sido posible conseguir una información completa y lo lamento porque si bien la fachada de ese edificio está en línea paralela al límite del campo, su ubicación parece revelar que fué construida des• pués de proyectado el trazado de la hoy Ciudad de Casilda, aunque bien pudiera ser que siendo la casa anterior al tra• zado, éste se hubiera hecho para que la casa quedara en la simétrica posición que ocupa. La construcción más importante que tenía la estancia estaba ni el extremo Norte del campo muy cerca del Río ('a rea raña. 20 LOS ORTGP:NES DE CASILDA

En el "Diccionario Geográfico Argentino, con amplia• ciones enciclopédicas Rioplatenses" de Don Francisco Lat- zina (1) se dice que el pueblo de Villa Casilda, agregando Candelaria. Caseros y Santa Fe, como designaciones de dis• trito, departamento y provincia, es el centro de población urbana de la Colonia Candelaria, y se dice fué fundada por Don Carlos Casado en el año 1H7(); en el "Diccionario Geo• gráfico' Snd Americano"' se consigna también qne la Colonia Candelaria fué fundada el año 1870; y en la obra "Ciudades, Pueblos y Colonias de la República Argentina'' de Don Javier Marrazoo, (2) se dice que Villa Casilda es la cabecera del Departamento Caseros, en el distrito Candelaria y constituye el centro urbano de la Colonia Candelaria, fun• dada en el año 1872, por Don ('arlos Casado. En el Album Biográfico Departamental de Caseros, publicado en Casilda el año pasado (3), se afirma que si no hubo ningún acto oficial de fundación de Villa Casil• da el (pie puede ser considerado como la iniciación de su vida de pueblo, tuvo lugar el 11 de noviembre de 187:5, al ser comenzada la construcción del primer edificio en el solar que ocupa boy la casa del señor César Cingolani, en la vereda Noroeste de la plaza Casado, edificio por medio de lal iglesia. Allí, se dice, colocaron Don Carlos Brebia y Don Carlos Fassoletti, por orden de Don Carlos Casado, el primer ladrillo. En el informe de la Comisión Central de inmigración, correspondiente al año 1870 (4), se dice que la Colonia "La Candelaria", fué fundada a fines de noviembre de 187(1 por el señor Don ( arlos Casado, agregando que el área designada para la Colonia fué en su principio de dos leguas cuadradas. Más adelante se dice que siendo la Colonia de recien• te formación, y se repite noviembre de 1870, no había po-

(1) Editado en Dueños Aires el año 1899 — Pás?. 744. (2) Pág. 404 — Editada en Buenos Aires on el año 1907. (3) Editores: Cortés Hnos. — Agustín C. Podes!á — Casilda 1934. (4) Imprenta do Pablo Emilio Coui—Perú 107—Bs, As., Pág. 141. LOS ORIGENES DE CASILDA dido1 tener todavía cosecha, pero que yá estaban ocupadas y trabajadas cincuenta y cuatro concesiones en abril de 1871, nóvenla y seis personas formaban las cincuenta y cuatro familias pobladoras entro las cuales solo había seis españolas, siendo la mayoría inglesas y francesas en nú• mero de catorce y trece respectivamente. La misma memo• ria, dá cuenta de que en fecha reciente el número de fa• milias había llegado a setenta y nueve y el de personas a doscientas treitna y dos.

En el informe anual del Comisario (Jeneral de In• migración del año .1875 (1), se vuelve a insistir en que la Colonia había sido fundada en el año 1870.

A propósito1 de las máquinas consigna que había cien• to cinco segadoras, entre cuyas marcas estaba la "Wood", nueve trilladoras a vapor y seis espigadoras.

Hay en este informe una referencia concreta a Villa Casilda: El pueblito de esta colonia, se dice, llamado1 "Vi• lla Casilda", es de muy reciente fundación, tiene empero ochenta y cinco habitantes, y yá cuenta con frese edifi• cios buenos, tres casas de negocio, un café, fonda y billar, bien atendidos, y un molino'. Tiene además, y en ésto la Candelaria es única, un hermosísimo y cómodo edificio para escuela pública, la que habiendo sido construida pa• ra el empresario de Don Carlos Casado, éste lo cede gra• tis para la enseñanza, cuyo notable acto progresista y de civismo ojalá fuera imitado por otros muchos. Kstá yá ce• dido el terreno para la construcción de una iglesia, te• niendo hasta el presente mil y tantos pesos recolectados para su construcción. Este año se pondrá yá en plan el proyecto entre los colonos del derecho de un real por fa• nega de trigo, cuya suscripción se destina también a este objeto.

(1) Publicación oficial de la Imprenta Italiana — Cuyo 35 — Bue• nos Aires, pág. 109. 22 LOS ORIGENES DE CASILDA

Más adelante veremos que el Ferrocarril Oeste San- tafecino fué inaugurado1 el 4 de noviembre de 188.'}, el día de San Carlos y ]a coincidencia de que la Candelaria fue• ra fundada en el mes de noviembre, sin (|ne se especifique el día, aunque se diga a fines, y de que el primer edificio se empezara a construir tamibén en el mes de noviembre, diciéndose (pie lo fué en el día 11 del año 187"í, nos hace pensar en que probablemente los tres actos debieron ser realizados en el mismo día 4. por ser el día de San Carlos. Mientras luchaba denodadamente por vencer las enor• mes dificultades con que tropezaba e] desenvolvimiento y progreso de la Colonia, en el año 1871?. el comercio de Rosario reunía sus mejores doscientas firmas, en tres días, para pedir que Fuera nombrado Gerente de la sucursal del lia neo Nacional. A] año siguiente Don ('arlos gestionó en Londres, con el mayor éxito, un empréstito con el objeto de fundar el Banco Provincial de Santa Fe. Había figu• rado entre los primeros concesionarios de este Banco y fué su Presidente provisorio basta que dimitió, en el año 1874, para consagrarse al incremento de la Colonia Candelaria. En el año 1878 fué nombrado Director General del Banco de la Provincia de Santa Fe y llevó a esta tnstitución a un estado1 de prosperidad extraordinaria, sirviendo con verdadera inteligencia y celo al comercio y a la industria del país.

Sin embarge, el acto más trascendental de toda su fruc• tífera vida fué la iniciativa de exportar trigo a Europa. Con una visión clara del porvenir, su mano trazó la ruta a nuestra prosperidad, abriendo paso a través del océano al río de oro nacido en nuestro suelo. La tierra de la Co• lonia era de la mejor calidad, pero aún vencidos los incon• venientes de la sequía y de la langosta su desarrollo se vio detenido por la falta de mercado para colocar los cereales. En aquella época, se preferían los trigos y las harinas de Mendoza, de Chile y hasta venían de Norte América. La colocación de nuestros trigos en nuestro país se hacía en condiciones míseras y la colonización estaba en franca LOS ORIGENES DE CASILDA 28

bancarrota, retenida ya durante años, por un exceso de producción. Hacía falta un impulso vivificante, y lo rea• lizó Don Carlos Casado, iniciando la exportación de cerea• les a Europa, en el año 1879 y construyendo los graneros de Rosario, en los terrenos de 'Santa Cruz, y en Casilda. La Colonia Candelaria y todos los centros agrícolas del país resurgieron a partir del año 1880, con motivo de aquél impulso.

El Dr. Nicolás Avellaneda premió su acción genial con un a riquísima medalla conmemorativa, de oro y pie• dras preciosas, con esta inscripción: "El Presidente de ta República Argentina y los habitantes de la Provincia de Santa Ve al distinguido y progresista ciudadano Don Car• los Casado. — 1879".

Aún se está esperando quién escriba la biografía com• pleta del grande hombre (pie fué Don Carlos Casado del Alisal, de quién dijera Don Rafael Calzada (1) que ha• bía tenido la sublime audacia y la rara fortuna de escul• pir su nombre sobre la faz misma del planeta con grandio1- sos caracteres de hierro y de granito, traducidos en ferro• carriles y pueblos florecientes, bastantes por sí solos para desafiar el olvido dé los hombres y la. mudanza de los tiempos.

Con la inauguración del Ferrocarril Oeste Santafeei- iio, llevada a cabo el 4 de noviembre de 1883, con la pre• sencia del General Roca, su obra en Casilda culminó do• tándola del primer Ferrocarril dei país (pie iba a la Pam• pa, (pie iba al trigo y al maíz, para marcar derroteros al progreso futuro de la Nación, (irán día tuvo (pie ser para Casilda el 4 de noviembre de 188;>>, en el que tuvieron lu• gar las fiestas de la inauguración del Ferrocarril Oeste Santafecino. El héroe de la jornada fué Don Carlos Ca• sado, ni el Presidente de la República, ni sus dos Minis-

(1) "Cincuenta Años de América, Notas Biográficas — Pág. 74 — Vol. II. 24 LOS ORIGENES DE CASILDA tros que lo acompañaban, ni los Gobernadores, los Gene• rales, Senadores, Diputados, Presidentas y Directores de Bancos, ni los seseóla periodistas que formaban parte de la comitiva, integrada por quinientas personas que fué transportada en el primer tren desde Rosario a Casilda, pudieron distraer un momento la atención de los forasteros que miraban curiosamente a Don Carlos, cuya celebridad en un día acababa de eslallar como nn trueno, según la feliz expresión de uno de los cronistas. Don Carlos era el primer hombre que tenía un Ferrocarril suyo. Durante años había suspirado por ese medio de transportar las cosechas al río: "Si a mí me dieran cien mil duros, haría mi ferrocarril", le habían escuchado decir muchas veces, y por fin cuatro capitalistas le dieron esa suma. Fué nece• sario (pie pusiera ochocientos mil pesos fuertes de sn pecu• lio particular para completar el costo de los primeros cin• cuenta y ocho kilómetros de vía. El Ferrocarril Central Argentino, no había sido construido con la visión de los transportes de los cereales al. puerto. Sus rieles no llega• ban al río. Además sus administradores presentaban difi• cultades a la construcción del ramal de veinte kilómetros que hubiera bastado para unir a Casilda con su vía; y entonces Don Carlos, con la visión clara del porvenir de los ferrocarriles argentinos, construyó la estación sobre la barranca misma. El destino de los ferrocarriles argentinos quedaba fijado: servirían para transportar las cosechas hasta el puerto.

Entre los diversos actos preparatorios para festejar la inauguración, en la que gastó Don Carlos cien mil francos, veinte mil pesos fuertes, — señalamos este dato para que se aprecie una vez más cómo sabía hacer las cosas —, es• taba la singular revista de las armas de la paz; desde el primer arco de triunfo, en la cual se leía: ^'El pueblo de Villa Casilda saluda a sus huéspedes'" en la parte exterior, y en la parte interior: "El que puebla el desierto extiende el progreso"', que se levantaba frente al modesto y simpá• tico dificio de la Sociedad Italiana de Beneficencia, a am- LOS ORIGENES DE CASILDA 25

bos costados de la vía, estaban colocados instrumentos de labranza de la Colonia. Como símil de las armas de la gue• rra, detrás de un carro de mediano tamaño había un arado, lo mismo que quién coloca detrás del cañón el armón. Se veía allí trilladoras sisleuui "Wood", en número que al^ún cronista hacía ascender a doscientos cincuenta y otras veinte a vapor colocadas en el extremo de la Avenida.

La adquisición de las fracciones en el Chaco Paragua• yo, era indispensable para completar todo el soberbio plan de su magnífica obra. Después de la Colonia y del Ferrocarril, debía venir la flota que serviría para llevar al allende los mares, y, para la construcción de esa obra, bus• caba en los bosques del Paraguay la madera necesaria que se utilizaría en una arsenal a censtruirse en Asunción o en el Rosario,

Blasco Ibáñez. hace referencia en una de sus novelas, a un rasgo increíble que atribuía a uno de sus personajes ficticio, diciendo que había ofrecido en venta en la Bolsa de Londres tres mil leguas de eamp(v en una sola fracción. Fué Don Carlos Casado quién lo hizo. Y lo mismo que este rasgo podríamos referir muchos más de inverosimilitud semejante. Su grandeza de alma lo llevaba a gestor esplén• didos de generosidad e hidalguía, que en varias ocasiones llegaron hasta España, como reflejos de su amor hacia la tierra en (pie había nacido y que nunca olvidó. Fué Don ('arlos Casado1 quién donó cien mil duros al insigne Don Isaac Peral, a fin de (pie llevase adelante sus estudios so• bre la navegación submarina. Y fué él también quien, en 1898 donó cien leguas a España para que se aplicasen di• rectamente a la armada española y otras cien a la Asocia• ción Patriótica Española de Buenos Aires.

.Sería para nosotros el mayor placer poder continuar el estudio v la exposición de todas las muchísimas acciones de una vida bruscamente tronchada cuando más se podía to• davía esperar de ella. Trasladado en el Ferrocarril que cons- 26 LOS ORIGENES DE CASILDA

fruyera, cutre los que esperaban al enfermo estaba mi Pa• dre. Le he oído contar muchas veces que no pudo disimular la profunda emoción que le había producido su estado, pero era tal la enteraza y el vigor de Don ('arlos, que alargán• dole la mano le dijo cariñosamente: "No se aflija Tufante, que hay aquí mucho hombre todavía''. A pesar de ello la tenaz dolencia le privó de la vida el 29 de junio de 1899.

El homenaje a los muertos es uno de los actos (pie más dignifica a la humanidad. La ayuda al menesteroso, el so• corro al necesitado, material o moral; el evangélico "Dad de comer al hambriento y dad de beber al sediento''', será ñor los siglos de los siglos la acción más noble de los hom• bres, pero inmediatamente le sucede en grado el tributo rendido a la memoria de los buenos que desaparecieron.

Los antiguos egipcios, conservaban las momias de sus difuntos queridos, porque pensaban (pie al^úu día el alma retornaría a la tierra, y encontrando el cuerpo que antes la revestía, volvería a reanimarlo-de nuevo en una segunda exis• tencia. Por eso reproducían en mármol o en piedra, y mu• idlas veces, las imágenes de sus muertos, para que a falta del antiguo cuerpo animara alguna de sus estatuas. La humani• dad hoy no cree en e:;as posibles nuevas existencias, pero ha conservado' el hábito de reproducir en piedra y en bronce la simágenes de quienes la hicieron bien.

Personas hay, acreedoras a! mayor agradecimiento, que caen en la debilidad de designar con su nombre todas sus obras. Nuestro biografiado si, qnizás pudiera llamársele defecto, incurrió en lo contrario. En su residencia de Villa Casilda le visitó Sarmiento, y en la cordialidad de una so• bremesa, fácilmente imaginable pues se trataba de la mesa de Don Carlos, le manifestó con su habitual franqueza: "Al pasar por Posarlo he visto bancos, muelles, depósitos, em• barcaderos, estaciones, y al preguntar por el autor de cada una de esas maravillas, me han dicho: "¡Casado!". Sobre la línea del Ferrocarril Oeste Santafecino que acabo de re• correr veo perfilarse pueblos, inquiero sobre quién los ha he- LOS ORIGENES DE CASILDA 27 cho surgir del desierto, y me contestan: "i Casado1!". En el Paraguay, puertos, industrias, estancias, colonias, despier• tan mi curiosidad ; interrogo y oigo el invariable nombre ge• nésico; "¡Casado!"'. Creerán ustedes (pie tanta coincidencia me ha sorprendido*? ¡No, señores; lo que a mí me asombra es que todo eso lo haya realizado un gallego!. Agrega el cro• nista que el señor Casado fué el primero de los circunstantes en celebrar, complacido, el elogio del procer.

Sólo en el Paraguay se dio su nombre a uno de los puer• tos, y esto lo hizo sin su consentimiento, su apoderado Don José Montes. Pero la posteridad está en deuda con Don Carlos Casado del Alisal. Casilda, Rosario, la República Ar• gentina y el Paraguay, deben el homenaje de un monumento a la memoria de éste luchador infatigable, paladín decidido de la civilización y el progreso, cuya obra a fuerza de ser grande ha ido cubriendo su nombre que debiera destacarse en la historia, como el de uno de los más nobles conquista• dores de ésta tierra nuestra que lo guarda. He dicho.

ROMANOS HNOS. TALUERC» GR¿ricDS '*UA CERVANTINA' • * N» C. SAN JUAN OBI ^OSAR