Aung San Suu Kyi
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Aung San Suu Kyi Myanmar, Consejera de Estado y ministra de Exteriores (2016-2021) Duración del mandato: 06 de Abril de 2016 - de de Nacimiento: Rangún, 19 de Junio de 1945 Partido político: Liga Nacional por la Democracia (NLD) Profesión : Funcionaria internacional Resumen En Myanmar, el golpe de Estado militar del 1 de febrero de 2021 ha puesto fin al Gobierno que desde hace un lustro dirigían Aung San Suu Kyi y su partido, la Liga Nacional por la Democracia (NLD), y ha truncado una década de régimen formalmente civil. La toma del poder absoluto por las Fuerzas Armadas, las Tatmadaw, comandadas por el general Min Aung Hlaing, llega tras meses de tensión política y controversia nacional por la nueva victoria aplastante de los liguistas (396 de los 476 escaños en juego) en las elecciones del 8 de noviembre de 2020, resultado que el partido afín al estamento castrense, el del Desarrollo y la Solidaridad de la Unión (USDP), denunció como fraudulento. La mayoría absoluta reforzada de la NLD es vista como una amenaza por los militares, mucho más que un mero poder fáctico en la sombra y que en virtud de la Constitución por ellos impuesta ya gozaban de amplias prerrogativas antidemocráticas en la dirección del Estado. El derrocamiento de Aung San, despojada de sus cargos de consejera estatal -comparable a una jefatura del Gobierno- y ministra de Exteriores, y arrestada al igual que el presidente de la República y colega partidario, Win Myint, se ha producido cuando el prestigio exterior de la Nobel de Paz, que llegó a ser enorme, estaba hecho añicos por su indiferencia con la represión y persecución sistemáticas por el Ejército de la minoría musulmana Rohingya, a los ojos de la comunidad internacional víctima de crímenes contra la humanidad y de actos de genocidio. SÍMBOLO DE LA LUCHA POR LA DEMOCRACIA EN ASIA El liderazgo carismático de Aung San Suu Kyi, hoy una estadista doblemente acusada, emergió de la revuelta popular de 1988, el conocido como Alzamiento 8888. A aquel levantamiento de los birmanos contra 26 años de implacable dictadura militar, terminado en un autogolpe y en un baño de sangre, le siguieron un primer arresto domiciliario en 1989, el repudio por los generales de las elecciones ganadas por la NLD en 1990 y la concesión del Premio Nobel de la Paz en http://www.cidob.org 1 of 19 1991. Liberada en 1995 pero vuelta a confinar en su vivienda de Rangún en 2000 y, tras un año de libertad vigilada, por tercera vez en 2003 sin cargos ni juicio, Aung San, todo coraje y tenacidad, rehusó el exilio que se le ofrecía y optó por sacrificar su libertad y el contacto con sus hijos antes que dejar de advocar la resistencia no violenta de sus paisanos y de exigir la transigencia democrática de sus captores. Su diálogo intermitente con el jefe de la junta en el poder, el general Than Shwe, no consiguió moderar el proceder asesino del régimen, que sofocó sin contemplaciones la Revolución Azafrán de 2007, protagonizada por monjes y estudiantes. En noviembre de 2010, días después de unas elecciones para las que reclamó el boicot por no ofrecer las mínimas garantías, la irreductible Dama del sarong, a los 65 años, vio levantado su cautiverio doméstico con carácter definitivo. Tras la farsa electoral de 2010, que entregó al partido del oficialismo, el USDP, el nuevo Parlamento bicameral, los militares, sensibles a las sanciones de Occidente y a las presiones de los socios de la ASEAN, emprendieron una etapa más convincente de la transición a la, por ellos llamada, "democracia disciplinada". El nuevo interlocutor de Aung San, en paralelo a una intensa actividad internacional de ambos, pasó a ser el ex general y ex primer ministro Thein Sein, un oficial posibilista, elegido en 2011 por la Asamblea presidente de la República con indumentaria civil y legitimidad constitucional. El final formal del Gobierno militar dio paso a una abrogación gradual de las prohibiciones de la dictadura, la liberación por etapas de los presos políticos y la normalización de las relaciones de Myanmar con Occidente, todo lo cual aprobó Aung San, pero sin dejar de avisar que los avances no eran irreversibles. En 2012, siendo presidenta de la NLD, ilegalizada y vuelta a registrar como partido, la que fuera reclusa de conciencia durante 15 años ganó el escaño de diputada y se estrenó como líder de la oposición parlamentaria a un Ejecutivo del que las Tatmadaw, indirectamente, seguían siendo rectoras. Entonces, el principal objeto de impugnación de Aung San eran las rémoras autoritarias de la Constitución dictada por los uniformados en 2008, que en el mejor de los casos apuntaban a una democracia tutelada y limitada: las cuotas de asambleístas, la cuarta parte de las dos cámaras, hurtados a la elección directa y reservados a soldados en activo nombrados por el comandante en jefe de los Servicios de Defensa; a través de aquellos, la capacidad de veto por las Tatmadaw de las enmiendas a la Carta Magna que no fueran de su gusto; el privilegio de la milicia de colocar a los ministros de fuerza; y la imposibilidad de ser candidato a la Presidencia si se tenían familiares directos sujetos a gobiernos extranjeros, cual era el caso de Aung San, pues sus dos hijos poseían la nacionalidad británica. La afectada por esta restricción constitucional concebida expresamente para perjudicarla avisó que, si no podía ser elegida por la Asamblea presidenta de la República, entonces sería la jefa del Gobierno y se situaría "por encima" del presidente que relevara a Thein Sein. Con todo, resultaba significativo que Aung San, hija del general artífice de la independencia nacional asesinado en 1947, reconociera que el Ejército era una institución esencial, con derecho a desempeñar un rol "digno" en la conducción política del país. Paradójicamente, la pacifista Aung San nunca profesó sentimientos antimilitaristas. La NLD, vinculada a la Internacional Socialista pese a su indefinición ideológica y sus tendencias más bien liberal conservadoras, arrasó en las elecciones de noviembre de 2015 al conquistar, no ya el 67%, mínimo requerido para sortear el 25% de diputados militares, sino el 77% de los escaños abiertos a competición en la Cámara de Representantes (en la Cámara de Nacionalidades el porcentaje ascendió al 80%). Los comicios, en realidad, no satisficieron los estándares de limpieza y justicia por celebrarse con las citadas cortapisas legales y porque de los padrones fueron excluidos millones de birmanos por motivos étnicos o religiosos. Ahora bien, la casta militar reconoció su contundente derrota. Tras 27 años de una odisea personal que había sido el relato de la dramática historia contemporánea del país asiático, Aung San Suu Kyi se hallaba a las puertas del poder institucional en la antigua Birmania. Era el momento culminante en la vida de uno de los iconos mundiales de la lucha pacífica por la democracia bajo la consigna de "librarse del miedo", mantra político que la equivalente de Nelson Mandela en esta parte de Asia recogía de sus fuertes creencias budistas. http://www.cidob.org 2 of 19 Los acontecimientos de marzo y abril de 2016 dibujaron el escenario, engañoso, de una armoniosa compleción de la transición democrática con la indispensable cláusula del Gobierno compartido. Htin Kyaw, viejo íntimo colaborador de Aung San entregado a la causa, fue investido presidente por la Asamblea en sucesión de Thein Sein y acomodado a su rol de jefe del Estado con poderes ejecutivos, pero solo sobre el papel; en realidad, el humilde Htin no iba a ser más que un ejecutor protocolario de la agenda dispuesta por la líder con la aquiescencia del Ejército. Aung San empezó reservándose cuatro carteras en el Gabinete, entre ellas dos de calado estratégico, la de Exteriores y la de adjunta a la Oficina de la Presidencia, mientras que tres generales en activo tomaron los ministerios de Defensa, Interior y Fronteras. El nuevo vicepresidente primero de la República era Myint Swe, capitoste del USDP, partido cuya jefatura recayó en Than Htay, enésimo general retirado. A falta de un primer ministro, Aung San se arrogó la posición adicional de consejera de Estado, subrayando así su primacía en el mando político. En 2018 Htin Kyaw dimitió por motivos de salud y la Asamblea eligió en su lugar a Win Myint, dirigente de la NLD. AUREOLA MANCHADA POR EL DRAMA DE LOS ROHINGYAS Una vez en el Gobierno, Aung San no consiguió convencer a las Tatmadaw de que renunciaran a sus prerrogativas constitucionales, degradantes de los estándares democráticos del sistema birmano, y, punto tanto o más grave, decepcionó en sus esfuerzos por reducir las tensiones étnico-religiosas. Conseguir la paz social, más allá del proceso puramente político, en el mosaico de minorías que era Myanmar resultaba indispensable para propiciar el despegue económico y el desarrollo humano de uno de los países más atrasados de Asia. En agosto de 2016, favorecidas por el acercamiento diplomático a China, arrancaron en Naypyidaw -la capital oficial de Myanmar desde 2005- las sesiones de la Conferencia de Paz Unión Siglo XXI Panglong, ambicioso proyecto que buscaba terminar con décadas de conflicto violento ente el Estado y la constelación de guerrillas y grupos rebeldes de base étnico-religiosa que reclamaban derechos, el final de las discriminaciones y abusos, y una mayor autonomía regional. El Gobierno central accedía a negociar con los representantes de las minorías reconocidas un proceso de reconciliación nacional, pero el único resultado tangible de la Conferencia fue, en agosto de 2020, un documento para la implementación del Acuerdo Nacional de Alto el fuego que en 2015 el presidente Thein Sein había firmado con una decena de "organizaciones étnicas armadas" (OEA).