Asturias Siglo Xxi
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ASTURIAS SIGLO XXI PONGA Esplendor en la alta montaña Fermín Rodríguez Rafael Menéndez Ponga es concejo extenso, enclavado en una de las áreas más inaccesibles de la montaña cantábrica. Esplendor paisajístico de la alta montaña, que supera los 2.000 metros en Peña Pileñes y Peña Ten (2.142m) y los 1.500 en la divisoria, en la que únicamente se abre el histórico y hermoso puerto de Ventaniella (1.420m), atravesado por el camino tradicional de comunicación con León. El río Ponga baja desde la cordillera y organiza en su entorno el poblamiento del concejo hasta Sellañu y el concejo de Amieva. Pero Ponga también se asoma al Sella en el impresionante paisaje del desfiladero de Los Beyos, en las parroquias de El Beyu y Casielles, donde los pueblos se cuelgan de las laderas en lugares imposibles, como testigos de otros tiempos que debieran de recibir mayor atención, la que requiere su valor patrimonial. Un paisaje de bosques extensos y majadas ganaderas, puertos, prados y pueblos. Pero ya poca población, que ha ido descendiendo hasta situarse en menos de 700 habitantes empadronados y un número algo menor de residencia habitual. Con estos elementos, su territorio fue propuesto a integrar un espacio protegido, el parque natural de Redes, con el que le une el paisaje pero le separa la falta de comunicaciones. La creación reciente del parque natural de Ponga puede ser una medida efectiva si se tiene en cuenta que lo “natural” incluye un dilatada presencia y actividad humana que también hay que conservar y potenciar en el futuro a través de nuevas actividades compatibles. Ponga ha sido y es un territorio ganadero. Sobre esta actividad se ha edificado un complejo paisaje, organizado por una veintena de pueblos y aldeas, agrupados en nueve parroquias. La de Cazu ocupa la parte baja del valle del río Ponga. Más arriba, sobre rellanos en las laderas calizas, formados por sus afluentes, se sitúan Carangues y Taranes. Abiegos y Beleño ocupan la parte central y Sobrefoz se extiende hacia el sur, hacia los pastos de altura y el puerto de Ventaniella. El Beyu y Casielles se asoman a Los Beyos, en el Sella, ocupando sus pequeños pueblos los escasos rellanos existentes en ladera. Viegu ocupa una posición más alta, bajo la collada de Les Bedules, atravesada por la impresionante carretera de Beleño a Los Beyos. Algunas aldeas están ya despobladas, como Vallimoru. Todas las parroquias han ido perdiendo efectivos en los distintos ciclos emigratorios y, una vez superados éstos, continúan el declive a causa del envejecimiento y los raros nacimientos. Solo la parroquia de la capital y la de Cazu superan los cien habitantes. Viegu, Sobrefoz y Taranes tienen más de 70. El resto afronta un comprometido futuro que si bien no ha sido tan negativo como anunciaban los análisis de los años ochenta, está ya en una situación difícilmente reversible. Es el caso de El Beyu (San Ignacio), Cainava, Víboli, Ventaniella y Sotos. La capital y pueblo mayor, Beleño, es un pequeño núcleo rural (150 habitantes), con los equipamientos y servicios municipales básicos. Las comunicaciones son escasas y deficientes, lo que aumenta la sensación de aislamiento. La única carretera acondicionada es la que desde Santillán, en el Sella, asciende hasta Beleño, sin continuidad hacia León. La de Piloña es estrecha y peligrosa, como las que dan acceso a los distintos pueblos, en particular en el desfiladero de Los Beyos. La propia carretera general que atraviesa el desfiladero está necesitada de un acondicionamiento que, respetuoso con el medio, posibilite unas condiciones mínimas de seguridad, trazado y anchura, siguiendo el ejemplo de otras actuaciones, caso de la de la carretera entre Cabrales y Panes o la de La Hermida. La ganadería, que aprovecha los prados y los extensos pastos de montaña, domina la actividad y los ritmos del concejo. Algo más de un centenar de explotaciones, orientadas a la producción de terneros para carne, aguanta el declive y lucha por la supervivencia. La cabaña es importante, una de las mayores de la Asturias montañosa en relación con la población residente. Casi 3.500 cabezas, con un aumento reseñable en la última década, sobre un número de explotaciones decreciente, que aumenta sus dimensiones y tiene el grave obstáculo del envejecimiento de los activos, más de un centenar, el 58% del empleo total del concejo. La actividad artesanal ocupa a una decena de personas, igual que la construcción, mientras que el sector terciario, relacionado con los hoteles y restaurantes existentes, alcanza los 60 empleos. Ponga ha participado, en el seno de la comarca del oriente, en las iniciativas europeas de desarrollo rural LEADER, en sus tres fases. Ello ha dejado alguna actividad nueva en el campo artesanal y una veintena de establecimiento hoteleros, con capacidad de alojamiento para casi 200 personas. El impacto de estas actividades, junto a la importancia de las temporadas de caza y pesca en el concejo, no ha permitido dar la vuelta a las tendencias declinantes. Y la ganadería, aunque vital aún, no es capaz por sí sola para mantener los niveles de población. Ponga forma parte de los concejos rurales grandes en extensión, pero muy pequeños en población. El futuro pasa por aprovechar la experiencia adquirida en la combinación entre ganadería y nuevas actividades turísticas, en la recuperación de las actividades artesanales, como la elaboración del queso tradicional, el textil o el trabajo de la madera. Pasa también por aprovechar la imagen de marca vinculada al parque natural y por que desde éste y desde la administración se apueste con más energía por el desarrollo compatible. Los parques se han dotado de planes reguladores de uso y gestión pero la obligatoriedad legal de elaborar planes de desarrollo sostenible para los concejos afectados se ha quedado, hasta ahora, en mínimos documentos menores sin objetivos, proyecto consensuado de futuro, propuestas concretas, ni ambición. Deben ser elaborados en procesos abiertos a la participación ciudadana, con más medios, si de verdad se cree en el futuro de los concejos de la montaña asturiana. Hay que apostar por el futuro de Ponga y para ello se necesita población. Y que esa población tenga unos niveles de servicios y equipamientos superiores a otras áreas mejor comunicadas, para compensar el aislamiento y la soledad invernal. Y un tratamiento preferente en los planes de la administración regional y en los programas de desarrollo rural, frente a los concejos más dinámicos. Contra pronóstico, Ponga es hoy aún un territorio vivo, con el soporte de la ganadería y de otras actividades de implantación reciente que requieren una continuidad de los esfuerzos emprendidos y la creencia en el futuro de su territorio y los que en él habitan. .