VI Congreso Chileno de Antropología. Colegio de Antropólogos de Chile A. G, Valdivia, 2007.

Simbolismo y Ritual en la Política Mexicana.

Larissa Adler-Lomnitz.

Cita: Larissa Adler-Lomnitz (2007). Simbolismo y Ritual en la Política Mexicana. VI Congreso Chileno de Antropología. Colegio de Antropólogos de Chile A. G, Valdivia.

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Larissa Adler-Lomnitz*

Cada comunidad política dispone de reglas que orien- veles, siendo además observado en cada paso por el tan el comportamiento de sus actores relevantes hacia país entero a través de los medios de comunicación. patrones estables que garantizan la reproducción de Una perspectiva que únicamente atendiera los aspec- las características fundamentales de las relaciones de tos formales del sistema tendría que explicar esta acti- poder. Las reglas a las que nos referimos, las que si- vidad en términos democráticos, de un candidato que guen los sujetos efectivamente, tienen dos fuentes. Una busca convencer a sus potenciales electores de que de ellas, la legal-constitucional, remite a las leyes es- su programa es mejor que el de sus adversarios. Sin critas mediante procedimientos preestablecidos y san- embargo, la ausencia de una competencia electoral real, cionadas en última instancia por la fuerza del Estado. la certeza del triunfo del PRI, era un dato compartido y La otra, de carácter informal, remite a los intercambios que prácticamente todos los miembros de la comuni- que los actores realizan al margen, paralelamente o en dad política daban por descontado. Pero, siendo así, los intersticios del sistema legal. Estas reglas depen- no tendríamos forma de explicar la efervescencia na- den de la distancia social entre quienes entablan rela- cional en la que se sumía México con motivo de la cam- ciones informales y su cumplimiento es sancionado por paña por la presidencia. una mezcla de moralidad compartida e interés perso- En este trabajo intentaremos demostrar que, una vez nal. De esta forma, al evaluar los mecanismos de per- que se toman en cuenta las reglas informales propias petuación de un orden político dado, el mero análisis de la cultura política mexicana (las que regulan las re- de las estructuras formales deviene insuficiente si éste laciones patrón-cliente, como se verá más adelante), no incorpora su relación con la dimensión informal del la campaña electoral cobra un sentido pleno. Aunque comportamiento específico de la cultura política nacio- no tuviera como motivación la obtención de votos, re- nal (Adler Lomnitz, 1994). sultaba crucial para refrendar la continuidad del siste- El presente trabajo muestra la manera en que la com- ma político, a pesar de la perturbación producida por el binación de ambos tipos de reglas explica un fenóme- cambio de individuos en el poder. Esto permitiría al can- no aparentemente paradójico de la política mexicana didato llegar con la aceptación voluntaria de los acto- de buena parte del siglo XX. El régimen político que res políticos y sociales formalmente habilitados para operó entre 1929 y 2000, caracterizado por la hegemo- subvertir las relaciones de poder. En este trabajo nía del Partido Revolucionario Institucional (PRI), in- obviaremos la descripción del sistema de poder formal cluía la celebración puntual de elecciones presidencia- de México para concentrarnos en la lógica simbólica les. Dichas elecciones tenían, desde el punto de vista informal que se desprende de su cultura. de sus resultados, un carácter ocioso: de antemano se Para ello, utilizaremos información etnográfica obteni- sabía con total certeza que el ganador sería el candi- da durante la campaña electoral de Carlos Salinas de dato del PRI. Sin embargo, en cada una de esas oca- Gortari (1987-1988). Si bien aquellas elecciones termi- siones dicho candidato realizaba una campaña electo- naron por transformar la naturaleza del régimen políti- ral por todo el territorio nacional, movilizando a un ejér- co, y en el corto plazo representaron los peores resul- cito de militantes, activistas y políticos de todos los ni- tados que un candidato priista había obtenido hasta

* Instituto de Investigaciones en Matemáticas Aplicadas y Sistemas – UNAM.

Tomo I Actas del 6º Congreso Chileno de Antropología Conferencias 17 entonces, es posible afirmar que la campaña se realizó Por otro lado, el mismo PRI se integraba, a la manera bajo la idea de que las elecciones no pondrían en ries- de un labour party, por tres poderosas confederacio- go la dominación del PRI (aunque tal idea haya proba- nes de trabajadores que incluían a la mayor parte de la do ser falsa), y por lo tanto siguió el formato que había clase obrera organizada, la totalidad de los campesi- prevalecido durante décadas. nos con propiedad colectiva de la tierra, y a un gran El trabajo inicia describiendo las características forma- número de sindicatos de las «clases medias», como les del sistema político mexicano, que lo asemejaban los de maestros, médicos del seguro social y burócra- al modelo norteamericano de limitación del poder tas. En principio, este alto grado de organización per- (checks and balances); continúa con una caracteriza- mitía a los intereses así representados hacer valer sus ción de la cultura política clientelar prevaleciente y cómo derechos desde una posición privilegiada. ésta conducía en los hechos a un resultado contrario al A pesar de estas características, en los hechos el siste- prescrito por la norma formal: esto es, la concentración ma político operaba de manera autoritaria, destacando del poder en la figura del presidente (el Gran Patrón de el enorme poder concentrado por el presidente de la la estructura política). A continuación, se presenta la República, cuyo mandato se ejercía sin la resistencia importancia que, en términos sistémicos, tenía la cam- permitida por la división de poderes ni la oposición so- paña electoral, a partir de los hallazgos obtenidos la cial esperable durante los períodos críticos de las dis- investigación de campo. tintas etapas del desarrollo. Buena parte de la distan- cia observable entre el país FORMAL y el país REAL Sistema formal: Democracia con se debe a los comportamientos informales que ocurren por debajo de la estructura formal y que a la vez la división de poderes transforman y la adaptan a las características de la cul- Desde el punto de vista de las reglas constitucionales, tura mexicana. durante todo el período que va de la fundación del Par- tido Nacional Revolucionario (antecedente del PRI) en Sistema de partido hegemónico 1929, hasta que el PRI perdiera por primera vez la pre- sidencia en 2000, el sistema político mexicano tiene Aunque las elecciones tenían una apariencia competi- algunas de las características de toda democracia pre- tiva, con varios partidos apareciendo en la papeleta, en sidencial. En particular, existía un sistema multipartidista la realidad sólo el PRI, tenía garantizado el triunfo. En- con elecciones periódicas ininterrumpidas y una estruc- tre 1946 y 1985, adjudicándose solo unas pocas tura de división de poderes que separaba a los órga- senaturias en favor de la oposición y siempre había nos ejecutivo, legislativo y judicial. La diferencia más triunfado en todas las elecciones para gobernador y importante con respecto al modelo democrático era la presidente del país. La oposición tenía un lugar subsi- imposibilidad de que ocurriera una alternancia del par- diario, además de estar dividida entre partidos anti ré- 2 tido en el poder. gimen y partidos aliados al PRI. La Constitución política de 1917 establece una forma Esta particularidad hizo de México una especie de hí- de gobierno presidencial «pura» en la conformación del brido conformado por instituciones democráticas y prác- 3 poder Ejecutivo. Esto significa que 1) la población elige ticas autoritarias. Lo importante a este respecto es que, al presidente y al Congreso por separado; 2) ambos a pesar de la presencia de partidos de oposición, la son electos para un período fijo, de tal forma que el posibilidad de alternancia en el poder no era una posi- Legislativo no puede interrumpir el período presiden- bilidad contemplada por los actores políticos relevan- cial con un voto de desconfianza ni el presidente pue- tes. Para efectos de la política práctica, los partidos de de disolver al Congreso para convocar a elecciones oposición no tenían incidencia alguna. La política «im- anticipadas, y 3) el presidente tiene total libertad para portante» no ocurría, como en una democracia, en la nombrar y remover a los miembros del gabinete política interpartidista, sino en la intrapartidista. Desde (Shugart y Carey, 1992: 19). Ajustándose a este mode- la fundación del partido oficial, y hasta la elección de lo, el presidente mexicano es electo cada seis años por 1988, los principales factores de perturbación habían voto popular directo y designaba y removía a discre- sido producto de escisiones al interior del bloque en el 4 ción a los secretarios de Estado, los jefes de Departa- poder. El PRI tenía control sobre los gobiernos estata- mento Administrativo1 y el procurador general de la les y las cámaras del Congreso, a la vez que las gran- República (Carpizo, 1978: 117-8). des organizaciones de trabajadores estaban integra-

18 Tomo I Actas del 6º Congreso Chileno de Antropología Conferencias das. Esto daba al partido y a sus diversos líderes la mientras que recibe de sus clientes trabajo y adhesión capacidad para resistirse a las decisiones que, en de- política. Para las personas involucradas en la relación terminado momento, fueran en contra de sus intere- patrón-cliente, este intercambio es una suerte de me- ses. Es decir, la adhesión del PRI y de los priistas a las canismo primitivo de redistribución, que complementa reglas imperantes era una precondición para la estabi- y eventualmente sustituye los mecanismos formales e lidad del sistema, y dicha adhesión no podía darse por impersonales de políticas públicas y asistencia social. descontada. El intercambio de recursos que ocurre en el contexto Las características de la cultura del país, su estructura de relaciones informales de tipo horizontal y vertical no de redes informales verticales y horizontales, explican está sujeto a una regulación legalmente sancionada. en buena medida los mecanismos de reproducción del Su cumplimiento y continuación depende en buena régimen político, así como el hecho de que éstos se medida de códigos éticos no escritos que representan resolvieran en la concentración del poder en la presi- valores culturales. Así, la ética de la solidaridad regula dencia de la República. el intercambio horizontal, y lo que cuenta en este caso no es el cumplimiento o la retribución del favor en sí Los cimientos de las relaciones misma (pues la ocasión o los recursos pueden no estar 5 disponibles en un momento dado para alguna de las informales: confianza y lealtad partes), sino la disposición permanente a otorgarlos Cada individuo en una sociedad dada está inserto en entre personas que se tienen confianza. una red de relaciones personales con las que, al me- En el nivel macrosocial, la cultura política de la colecti- nos potencialmente, realiza intercambios de recursos vidad estará definida por el tipo de relaciones que pre- que pueden ser horizontales o verticales, dependiendo dominan en ella. Cuando predominan las relaciones de la distancia social que medie entre él/ella y su con- horizontales, las clases sociales se estructuran en for- traparte. La posición de un individuo en la estructura ma igualitaria, mientras que la mayor difusión e impor- social es una función de: a) el tipo de recursos que tancia de las relaciones verticales produce y supone controla (capital, poder político, trabajo, lealtad); b) ni- una sociedad jerárquica (Adler Lomnitz y Melnick, 2000: vel o cantidad de los mismos; c) la dirección del inter- 7-11). cambio de los recursos (vertical u horizontal), y d) la El sistema político mexicano asociado con la hegemo- articulación formal o informal con los grupos que con- nía del PRI se construyó apoyándose en el modelo trolan los recursos. Dependiendo de estas variables, clientelar-vertical de la sociedad mexicana. Este mo- cada persona representa un «nodo» en el entramado delo puede ser visualizado como un conglomerado de social, disponiendo en la dimensión horizontal de ami- estructuras piramidales que compiten entre sí por re- gos y parientes con el mismo nivel jerárquico y que se cursos, estatus y poder. A la cabeza de cada pirámide tienen confianza y, en la dimensión vertical, de inferio- está un jefe (el patrón) que distribuye recursos a sus res que le son leales y de los que es patrón y un supe- subordinados, y que a su vez es subordinado de una rior al que le otorga lealtad y del cual es cliente (Adler autoridad superior de la cual recibe los recursos, lo que Lomnitz, 1994). le da un carácter de intermediario (broker) que Las relaciones horizontales son igualitarias, entre per- intercambia en ambos sentidos recursos por lealtad, sonas del mismo nivel social que intercambian favores ya sea política o laboral. bajo la regla de la reciprocidad. Las relaciones vertica- La estructura de poder al interior de cada pirámide vie- les se caracterizan por la desigualdad de recursos o ne dada por el grado de cercanía con el líder, comen- poder entre las partes que, no obstante, establecen una zando por su «gente de confianza», que a su vez es relación personal y prolongada. La asimetría de recur- seguido por un tercer nivel y así sucesivamente. Un sos hace que la parte menos poderosa esté en depen- segundo factor que determina el poder de cada indivi- dencia hacia la más poderosa, de tal forma que la rela- duo es la disposición de una red de relaciones horizon- ción es clientelar. «Las relaciones patrón-cliente son tales con las que puede intercambiar recursos, una forma de reciprocidad en la cual los beneficios para incrementando su utilidad de cara al superior inmedia- los subordinados se negocian a cambio de lealtad y to y mejorando sus posibilidades de ascenso. En la di- poder» (Adler Lomnitz, 1994: 143). En estas relaciones mensión vertical, los recursos (capital y poder) se ca- los recursos que el patrón distribuye son empleo, pro- nalizan desde la cúspide hacia la base, mientras que el tección, servicios públicos o padrinazgo burocrático, trabajo, la lealtad y el apoyo político irradian desde la

Tomo I Actas del 6º Congreso Chileno de Antropología Conferencias 19 base hacia la cúspide. Cada persona otorga lealtad y pos difíciles era recompensado cuando un miembro de servicios a un superior y los recibe de sus subordina- la facción ocupaba una posición de poder. El sistema dos, a la par que «recibe compensaciones materiales y formal era tal que nadie controlaba a la totalidad de sus poder de su superior y otorga compensaciones mate- subordinados: el superior de un patrón colocaría a al- riales y poder a su subordinado. La proporción de be- gunos leales propios entre los subordinados de éste neficios materiales y de poder retenidos por el indivi- (que responderían tanto a su patrón informal como a duo define su estatus como intermediario en la estruc- su superior formal), y el poder de un patrón era obser- tura» (Adler Lomnitz, 1994: 254). vable por la medida en que era capaz de llenar el orga- Al interior de cada pirámide, la redistribución de arriba nigrama formal de su unidad administrativa con los hacia abajo y la lealtad de abajo hacia arriba determi- miembros de su grupo de acción informal, sus hom- nan la cohesión social o solidaridad del grupo. La soli- bres de confianza (Smith, 1979: 317-318; Chapela, daridad determina a su vez la eficiencia del grupo, la 1983). «El grado de control ejercido por un patrón so- cual permite al líder obtener mayor poder. En contra- bre sus subordinados se relaciona inversamente con parte, los sub-líderes de una misma jerarquía son to- el nivel de confianza y lealtad que existe entre ellos; dos leales al mismo líder pero compiten entre sí por los así, el poder de un subordinado es una recompensa mismos recursos. La estructura social de tipo clientelar por su lealtad al patrón» (Adler Lomnitz, 1994: 149). De así descrita es tal que concentra el poder hacia arriba y esta forma, la estructura burocrática, se entrecruzaba, lo fragmenta hacia abajo. sin empalmarse totalmente, con las jerarquías informa- En el modelo tradicional del sistema político mexicano les en una relación compleja determinada por el poder cada político contaba con un grupo de seguidores lea- relativo de los actores. les que compartía su suerte política y lo acompañaba A medida que se desciende en la escala jerárquica, los en cada puesto que ocupaba en la administración. Por intermediarios tenían cada vez más la función de ope- lo general, estos grupos son conocidos como «camari- rar compromisos y negociaciones acordados en nive- llas». Sin embargo, nosotros preferimos para este caso les superiores, y sus clientes debían encargarse de que el concepto de «red política», toda vez que con el de resultaran bien. Entre las bases, el flujo constante de camarilla se alude a un grupo pequeño, homogéneo, recursos vitales como electrificación en las barriadas o cerrado e inflexible. La red es un grupo de acción rela- la dotación de tierra en el campo dependía de su capa- tivamente amplio en el que las relaciones de confianza cidad de movilizarse en manifestaciones de apoyo o son fundamentales, pero en su conformación también para votar por un candidato. Así, aunque la posibilidad intervienen otros criterios como las habilidades profe- de violencia o amenaza siempre existió, se debe tomar sionales puestas a la disposición de tareas específi- en cuenta que las grass roots tenían un interés por cas, de tal forma que existen entradas y salidas dentro mantener este tipo de relación, la cual consideraban de cada red, posibilidades de movimientos internos como algo valioso desde el punto de vista material y según el establecimiento de relaciones de confianza, moral. Es por esto que el régimen político mexicano de así como nexos entre distintas redes. De esta forma, la entonces se caracterizó por un uso de la represión más camarilla puede ser concebida como el núcleo duro de selectivo que sistemático. Asimismo, la incorporación una red, más no su totalidad.6 En los niveles superio- de estas relaciones en la estructura del partido hege- res, cada secretario y subsecretario encabezaba un mónico convirtió al PRI, especialmente a sus instan- grupo cuyos miembros estaban ligados al jefe por leal- cias locales, en un inmenso aparato de gestión social tad personal, varios de los cuales encabezaban a su capaz de cubrir necesidades sea con sus propios re- vez a otro grupo. Los miembros de cada grupo ten- cursos o bien mediante su acceso privilegiado a las drían un interés en apoyar a su líder para fortalecer su agencias gubernamentales. capacidad negociadora, para lo cual debían poner en La estructura social vertical y, por lo tanto, basada en juego sus propias relaciones personales con el fin de relaciones de lealtad dota al régimen político de una obtener recursos ajenos a su organización cuando no barrera subjetiva y afectiva que impide que el descon- se podían negociar por los conductos jerárquicos. tento se traduzca de inmediato en el paso a la oposi- Frente a cambios administrativos en la cima, los segui- ción. Un grupo de seguidores en una pirámide determi- dores de un jefe determinado permanecían como una nada que momentáneamente dejara de recibir los be- facción aún si trabajaban en distintas agencias guber- neficios implícitos en la relación con su patrón no se namentales, y el mantenimiento de la lealtad en tiem- buscará otro padrino, ni por dentro ni por fuera del sis-

20 Tomo I Actas del 6º Congreso Chileno de Antropología Conferencias tema, para obtener otra relación más provechosa (el de la dirigencia del partido oficial y, través de su control trato sería mercantil). Por el contrario, sus integrantes del Congreso, los integrantes del Poder Judicial; 2) Gran negociarán con su patrón, quien puede persuadirlos de Legislador, en la medida que la subordinación del Con- aguardar apelando a los beneficios pasados o a la re- greso y la lealtad del Poder Judicial le permitían conse- lación personal que hay entre ambos u otorgarle un guir la aprobación prácticamente sin modificaciones de bien compensatorio. Así, en tiempos de crisis política y todas las leyes que deseara, fueran ordinarias o refor- social, el régimen disponía de una reserva importante mas constitucionales. El origen de este poder reside de tiempo para recuperarse y restablecer el status quo en que el presidente en turno se convertía en el Gran gracias al efecto agregado de las múltiples relaciones Patrón de la pirámide política mexicana. basadas en la lealtad personal que cimentaban el sis- tema. La sucesión presidencial Todo el poder que fluye hacia arriba a través de los brokers culmina en el Presidente, quien gracias a esto En la estabilidad en el tiempo de esta forma de poder puede controlar los hilos del poder: el partido y sus sec- presidencial, jugó un papel determinante el cumplimien- tores, así como los ministerios que conforman su gabi- to de la prohibición constitucional de reelección presi- nete; es decir, el gobierno. Al tomar posesión, el poder dencial. En un contexto conformado por un régimen no inicial del Presidente se refleja en la cantidad de miem- competitivo y una cultura política clientelar, esta regla bros de su grupo de confianza que puede nombrar en generó a su vez una serie de comportamientos infor- su gabinete, pues tiene que satisfacer demandas de males que garantizaron la cohesión de los grupos de sectores como la Iglesia, empresarios, la embajada de poder. La puntual sucesión ocurrida cada seis años pro- Estados Unidos, así como a los ministros que nombra ducía movimientos en todos los puestos de la alta bu- por lealtad a su predecesor, al que le debe el ocupar la rocracia (los «cargos de confianza») debidos a los nom- Presidencia, y quienes no necesariamente pertenecen bramientos que cada líder hacía en favor de su respec- a su grupo. tivo grupo de acción, produciendo una circulación cícli- Al combinarse con la estructura constitucional, la cultu- ca y constante de las elites. La certeza de que en el ral política clientelar daba lugar a formas efectivas de futuro esta norma se cumpliría daba a los políticos pro- poder presidencial que contradecían, sin violarlas, las fesionales una expectativa razonable de ascender en disposiciones orientadas a limitar dicho poder. El poder la jerarquía burocrática, aunque sin especificaciones Ejecutivo controlaba los mecanismos de distribución de sobre el momento y la situación en la que dicho ascen- recursos y control sobre el futuro político de los miem- so se cumpliría. De igual forma, los grupos que por ri- bros de su partido que le permitieron contar con la sub- validad con el presidente en turno habían perdido pro- ordinación de los actores relevantes. Los intereses per- minencia política sabían que no estaban condenados sonales de todos ellos se veían mejor servidos en la a esta situación y que debían aguardar seis años para medida en que acataran las decisiones presidenciales, tener otra oportunidad. En ambos casos, las posibilida- demostrando su lealtad. La relación entre el presidente des futuras exigían la aceptación de las reglas y los integrantes de su partido adquiría así las caracte- imperantes. rísticas que aquí hemos señalado como propias de una Por otro lado, existían necesidades políticas que impe- relación clientelar, ocupando el presidente la cúspide dían a los presidentes reposar exclusivamente en sus de la pirámide política; es decir, el presidente era, du- propias camarillas, abriendo espacios políticos a otros rante seis años, el Gran Patrón del sistema político grupos e individuos. Aunque cada presidente designa- mexicano. ba en puestos importantes a los hombres y mujeres de Los presidentes priistas gozaban de facultades infor- su confianza, requería adicionalmente del oficio de priis- males que excedían sus atribuciones formales, lo que tas capaces de negociar con grupos alejados y garan- Carpizo (1978) llamó los poderes «metaconsti- tizar su apoyo, que controlaran a sectores importantes tucionales» de la presidencia. Éstos convirtieron al pre- de la población o que dominaran ramos muy especiali- sidente en 1) Gran Elector, en la medida en que podía zados de la técnica y de la política. Estos «hombres del intervenir en la designación de los candidatos a prácti- sistema» funcionaban como canales de comunicación camente todos los puestos de elección popular, inclui- entre el presidente y los grupos que no pertenecían a dos el candidato a la presidencia, todos los miembros su círculo inmediato, así como las bases partidistas; al

Tomo I Actas del 6º Congreso Chileno de Antropología Conferencias 21 ser imprescindibles, en estos personajes reposaba la cionales y organizativos para apoyar las decisiones del continuidad más allá de los cambios sexenales. presidente en turno, a quien aceptaba como árbitro La capacidad del presidente en turno para repartir re- supremo de sus disputas internas y conciliador de los cursos y poder político, junto con la limitación temporal intereses heterogéneos contenidos en él (Adler Lomnitz de su mandato, hacían que los miembros de la coali- y Gorbach, 1998: 64-5). ción dominante reconocieran en él al árbitro supremo El pacto entre el PRI y la presidencia tenía un carácter en las decisiones partidistas más importantes. Exclui- eminentemente clientelista, toda vez que institucio- da la competencia con otras fuerzas políticas, este nalizaba las relaciones particulares de lealtad y subor- mecanismo de nominación generó acatamiento por dinación y su resultado era la erección de un Gran Pa- parte de los perdedores. La designación presidencial trón –el Presidente de la República. El cuasi monopolio del sucesor constituía una regla clara, que garantizaba priista sobre los espacios representativos y sobre la la unidad del partido y perspectivas futuras para los organización sindical restó incentivos a los integrantes perdedores. del partido oficial para responder de sus acciones a los La imposibilidad de extender el mandato más de seis electores/agremiados; en cambio, todos los actores años era resultado de un equilibrio entre la capacidad orientaban su comportamiento hacia quien tenía el con- del presidente como dispensador de recursos y los po- trol sobre sus carreras y futuro político. Por su parte, deres partidistas no utilizados. En cuanto un presiden- los ciudadanos no contaban con la amenaza de asig- te pretendiera perpetuarse en el poder para dirigirse nar sus votos a otras fuerzas en caso de no obtener hacia una dictadura más personal, las expectativas fu- satisfacción de sus demandas o necesidades. En un turas para los priistas quedarían anuladas y dejarían contexto en el que los partidos políticos no compiten de otorgar su obediencia. Al permitir la circulación con- entre sí por el voto mayoritario de los ciudadanos, és- tinuada de las élites y, por tanto, expectativas futuras tos son los que compiten entre sí por el favor de caci- de promoción, la no reelección es el elemento que ex- ques, presidentes municipales o líderes sindicales en plica la subordinación temporal del partido al presiden- términos de recursos, empleos y servicios públicos a te en turno y a acatar sus decisiones aunque algunos cambio de su lealtad política. Es así que el comporta- grupos las sintieran adversas en el corto plazo. Es de- miento de todos los miembros de la pirámide política cir, gracias a la no reelección, los priistas tenían bue- estaba orientado «hacia arriba», hasta llegar al presi- nas razones para mantener la disciplina y, con ella, la dente, que no rendía cuentas a nadie y distribuía recur- unidad interna.7 sos en función de la lealtad y la capacidad de control Así, la solución al problema sucesorio durante la vigen- demostradas por sus subalternos. cia del sistema de partido hegemónico tuvo como sus- tento dos reglas: la rotación periódica de cuadros en el La función de la campaña gobierno garantizada por la no reelección presidencial y el arbitraje supremo del presidente en turno en cuan- La campaña era el mecanismo a través del cual el sis- to a quién habría de ser el sucesor. La primera regla tema político preparaba a todos los actores para el cam- atacaba a la estructura de intereses de la clase políti- bio representado por el arribo al poder de un nuevo ca, dando a los grupos no favorecidos expectativas fu- grupo. Lo hacía valiéndose de mecanismos simbólicos turas de ascender en la escala de poder. La segunda propios de la cultura política mexicana que aseguran la regla evitaba la competencia abierta entre las faccio- continuidad de las reglas y de los pactos fundamenta- nes por el favor de electores, grupos poderosos o el les. La crisis política inevitable de cada seis años era ejército. solventada sin violencia ni rupturas porque el cambio En este entendido, entre la presidencia y el partido se era controlado mediante el ritual de la campaña. estableció una relación tal que éste garantizaría la con- (2000) ha destacado8 que, en México, tinuidad de la estructura de poder, la burocracia parti- los espacios para la discusión libre y la organización daria y los postulados ideológicos de la Revolución, autónoma, así como de mediación representativa para reuniendo una diversidad de grupos y programas que que los actores colectivos elevaran sus demandas al no competían electoralmente entre sí, mientras que con poder político han sido sustituidos por rituales políticos cada presidente habría un cambio de hombres, estilos «como arenas en las que se negocian e incorporan las y programas de gobierno. En cada administración, el decisiones políticas» (Lomnitz, 2000: 242). El ritual po- PRI renunciaría informalmente a sus poderes constitu- lítico permite arreglos y negociaciones pragmáticas

22 Tomo I Actas del 6º Congreso Chileno de Antropología Conferencias entre las partes sin necesidad de recurrir a las normas último, la sucesión dentro del PRI es riesgosa jurídicas o a compromisos públicos. En vez de formas porque… la escisión interna del partido puede… abiertas para resolver con decisiones los conflictos de conducir a una fragmentación del partido (Adler intereses, los rituales políticos presentan un formato Lomnitz, Lomnitz y Adler, 1993: 230). para expresar, interpretar y resolver demandas políti- En estas condiciones, la campaña constituía cas. La negociación no ocurre de manera directa ni una serie de eventos altamente ritualizados que mediante intercambios explícitos entre las partes, sino representan el drama del poder en el sistema que se realiza de forma dramatizada en los espacios político mexicano: los actos de la campaña son públicos autorizados para otro fin, al otorgarle un signi- lugares donde se expresa el drama del presiden- ficado implícito a los papeles externos que cada actor te y del poder presidencial; se expresan también desempeña en ellos, dependiendo de su ubicación en los conflictos y las alianzas que sostienen al vie- la escala jerárquico-vertical. Así, los actos públicos como jo (y que sostendrán al nuevo) régimen; se ex- las campañas electorales, al margen de su función ex- presan los postulados técnicos y míticos del sis- plícita, se convierten en rituales políticos en la medida tema político nacional (la organización interna del en que el uso de tiempos y espacios, los gestos, la partido, del gobierno, la representación de estas distancia física entre los asistentes, el uso de determi- organizaciones y sus mitos); se construye la per- nadas palabras, el ropaje, el tono de la voz y demás sona del nuevo presidente; se expresan las fuer- comportamientos son «señales» de alianzas, rupturas zas ‘que mueven al país’ (Ibíd.). y acuerdos entre los grupos de poder, señales interpre- La campaña presidencial otorgaba el formato para la tadas en un código compartido tanto por los protago- reconstrucción de las relaciones de poder, siendo par- nistas (que están conscientes así de lo que «realmen- te central de un proceso de fases reguladoras delimita- te» expresan y comunican), como por los espectado- das en función de reglas y tiempos precisos que permi- res (que de esta manera se «informan» sobre las rela- tían a la clase política el tránsito ordenado por el cam- ciones de poder en los niveles superiores de la jerar- bio de gobierno. La campaña era un rite de passage en quía, así como de su propia posición dependiendo del el que los grupos se ajustaban a los cambios y adapta- papel que juega su patrón en el ritual). «[L]a debilidad ban a las nuevas circunstancias. El ritual construía un de la esfera pública nacional en México ha garantizado orden de integración y restablecía las relaciones de que los eventos políticos sean interpretados simbólica- subordinación y dominación entre los diversos grupos mente: sus dimensiones expresivas cuentan tanto o más unidos a su vez por lazos personales, clientelares y que sus dimensiones instrumentales» (Claudio Lomnitz, jerárquicos. Durante la campaña, la «familia revolucio- 2000: 266). naria» superaba las divisiones internas para unificarse La dimensión simbólica de la campaña electoral permi- y, finalmente, reformular en un frente común su pacto tía la reconstrucción del poder presidencial en el mo- con la sociedad (Adler y Gorbach, 1998: 62-3). De esta mento en que se encontraba en su mayor debilidad. forma, la campaña era instrumental en la reconstruc- Todo lo que estaba en juego durante la campaña fue ción de la unidad interna de la coalición en el poder, expresado en los siguientes términos: reafirmando los términos que daban estabilidad al sis- [L]a sucesión presidencial tiene que ser entendi- tema. da como un período especialmente peligroso para el sistema: es una etapa donde, primero, culmi- La campaña electoral de na el poder del presidente saliente (en la desig- nación de un sucesor); luego, es un período de 1987-1988 relativo vacío de poder, en la medida en que el A partir del material etnográfico recabado durante la acto de designación de un sucesor marca el ini- campaña electoral de Carlos Salinas de Gortari, fue cio de la caída del presidente saliente, al mismo posible inducir que en ésta el candidato presidencial tiempo que el candidato no es aún dueño abso- fortaleció su posición política mediante la dramatiza- luto del poder (situación políticamente riesgosa); ción de su relación con el partido, por un lado, y por el además, la sucesión genera un proceso de otro, construyéndose la imagen de Gran Patrón de la renegociación de posiciones al interior del PRI y pirámide política mexicana, con capacidad de dotar a del gobierno, proceso que necesita ser exitoso sus seguidores con recursos tanto materiales como de para garantizar la continuidad del sistema. Por identidad.

Tomo I Actas del 6º Congreso Chileno de Antropología Conferencias 23 La nominación de Carlos Salinas, uno de los principa- prometerse abiertamente. El resultado es una relación les impulsores de la política económica neoliberal en muy desigual, en la que el presidente consigue suje- su función de secretario de Programación y Presupues- ción a cambio de alimentar una expectativa razonable to, no sólo había provocado un escisión interna que de obtener beneficios del poder, pero siempre reser- derivó en la presentación de la candidatura de vándose la capacidad de no satisfacer esa expectati- Cuauhtémoc Cárdenas, sino que produjo descontento va. entre los integrantes del PRI que se identificaban con Un mismo actor recibiría, sin que se lo mencione direc- las medidas más asociadas con el Estado de bienestar tamente, a veces garantías y otras amenazas veladas. y con la ideología popular y soberanista del llamado Así, por ejemplo, cuando el sector obrero presentó a «nacionalismo revolucionario». Uno de los grupos a los Salinas como «su» candidato, a lo que éste contestó que se tenía como más afectado por la decisión fue el agradeciendo y reconociéndose explícitamente como sector obrero del PRI. tal, el apoyo del liderazgo obrero al candidato se con- Los conflictos entre el candidato y el partido fueron da- virtió en una cuestión sin «marcha atrás». En cambio, dos a conocer mediante señales relativamente fáciles durante la campaña el candidato aún pudo lanzar ad- de interpretar, así como su negociación y resolución. vertencias a los miembros del sector obrero, como cuan- Ejemplos de expresión de conflictos son la tardanza do dijo en un acto con trabajadores petroleros: «En con que Fidel Velázquez, líder del sector obrero, emitió política, las alianzas tienen un precio. Aquellos que las sus felicitaciones al candidato tras el destape, o su re- hagan en contra de mi partido tendrán que vivir con las tiro del acto partidista de la nominación de Salinas para consecuencias». acudir al cierre del Congreso del sindicato petrolero, Otro tanto se puede decir sobre el contenido de los dis- así como los términos del discurso de adhesión por parte cursos de campaña del candidato. En ellos, se nota un de su dirigente (La Quina), interpretados como «agre- esfuerzo por introducir la novedad de las próximas po- sivos»; entre las señales de reconciliación podemos líticas públicas dentro del marco del discurso del nacio- mencionar el reconocimiento de Salinas al sector obre- nalismo revolucionario. El planteamiento económico de ro como el primero en nominarlo, la presencia activa Salinas fue inequívoco. Afirmó: «Mi primer compromi- de los petroleros en la campaña de Veracruz y las de- so es la erradicación de la inflación» y explícitamente claraciones salinistas por parte de Fidel Velásquez. habló de profundizar la redefinición del sector público y Estos gestos comunicaban tanto a los espectadores de la apertura al exterior, así como de fundar el creci- entrenados en la lectura de los códigos como a los pro- miento económico en la inversión privada. pios actores involucrados la continuidad de la vigencia Por otro lado, se adhirió a los términos de la política de los pactos fundamentales del poder político. Las exterior tradicional, valiéndose de expresiones como manifestaciones públicas de apoyo al candidato y la «nacionalismo», «independencia» e «identidad nacio- aparición en actos de campaña de personajes a los nal». Rechazó la creación de un mercado común nor- que se atribuía desacuerdo con la nominación, tenían teamericano y se dijo más bien favorable a la integra- el efecto de mostrar acuerdo por parte de estos últimos ción con Latinoamérica y el estrechamiento de relacio- hacia la candidatura presidencial, así como la acepta- nes con los países de la Cuenca del Pacífico. Equiparó ción del candidato de la esfera de poder de dichos can- la necesidad de modernizar al campo con la defensa didatos y la legitimidad de sus demandas. del ejido; presentó el combate a la inflación como una Ahora bien, ningún actor debía tener la certeza de es- demanda de los trabajadores; la reducción del Estado tar totalmente alejado o bien posicionado con el candi- sería una cuestión no sólo de racionalidad económica, dato, pues la incertidumbre producida por los mensa- sino de justicia social; planteó la apertura de fronteras jes ambiguos inducía a los actores a la obediencia. como una forma de retribución de la comunidad inter- Mientras que las manifestaciones explícitas crean com- nacional a la política de ajuste llevada en México. Si promisos, la ambigüedad se presta a interpretación, y bien habló de la reforma democrática de las institucio- todo gesto y palabra ambigua puede ser desmentida nes, la participación de la comunidad sin mediación por quien la emitió. La lealtad y el apoyo explícitos son corporativa y la reforma del PRI, en el plano requerimientos que los subordinados deben cumplir interpartidista éste último era «el partido de las mayo- para no quedar fuera del juego político. En cambio, el rías» y el resto «las oposiciones minoritarias», a la vez presidente necesita, para sostener su poder, avivar la que definió a «la unidad nacional» como «la esencia ambición y la seguridad de sus subordinados sin com- de la democracia».9 Finalmente, la modernización fue

24 Tomo I Actas del 6º Congreso Chileno de Antropología Conferencias planteada como parte del programa revolucionario y labras» y «Que Hable México», se planteó la formali- de la evolución histórica del país. dad del discurso democrático de accountability hacia Todos estos mensajes intentaron señalar que las pre- abajo, en la realidad informal la organización de la cam- ferencias sobre políticas del candidato eran parte inte- paña era tal que de arriba hacia abajo se movilizaban gral de la ideología priista –a pesar del descontento recursos y de abajo hacia arriba se daba la rendición con las políticas neoliberales dentro del partido oficial, de cuentas. empezando por los más ortodoxos en cuanto a los pos- Todos los involucrados serían evaluados (su capaci- tulados de la revolución se refiere. Esta laxitud para dad, su voluntad de trabajar con el presidente y su fuerza hacer coincidir principios contradictorios, en el intento política) en función de cómo resultaran los eventos, de por legitimar internamente un programa de gobierno tal forma que movilizaban a sus respectivos equipos, novedoso, produce un estado de «confusión simbóli- intermediarios y recursos (sea el control de recursos ca» (Adler Lomnitz, 2003) entre quienes podrían verse económicos, sobre puestos de trabajo y/o de redes de afectados con las acciones del futuro presidente, lo que lealtad personal) para que los eventos fueran concurri- finalmente dificulta la organización de éstos para en- dos y exitosos. La capacidad de controlar y movilizar frentarse a dicho programa. clientelas grandes era la expresión del poder interno Si una parte del restablecimiento de la unidad al inte- de cada líder, de ahí que en la campaña se haya regis- rior de la coalición dominante consiste en dar a enten- trado una mención constante de números: bajo el ro- der que el futuro presidente no abusará de su poder en paje de cantidad de electores, lo que se presentaba contra de los intereses del partido, otra parte, de igual era la cantidad de subordinados que, gracias a la importancia, versa en la construcción de la figura presi- intermediación del declarante, otorgaban su lealtad al dencial del candidato. Es decir que el candidato era régimen. No era gratuita la expresión «como un solo transformado durante la campaña en el máximo «pa- hombre», para referirse a contingentes. La transmisión trón» de la pirámide política, y el reconocimiento de de órdenes descendía sucesivamente hasta llegar al este papel era una precondición de la estabilidad políti- carpintero y al manifestante. A la inversa, toda falla (de ca del siguiente sexenio. En la erección de la figura del tipo técnico, o incluso en cuanto al grado de entusias- candidato intervienen una mezcla de incentivos selec- mo mostrado por los asistentes) era motivo de descré- tivos con otros colectivos,10 todos ellos teniendo como dito ante el superior inmediato. Todos los participantes dispensador al candidato. sabían que los mítines no eran una cuestión de pasio- Los incentivos selectivos prevalecen en los aspectos nes electorales, sino de negociación de posiciones. organizativos de los actos de campaña. Las tareas El miedo a «quemarse», a «quedar mal» con el candi- organizativas eran la oportunidad de los priistas para dato o el patrón, era un incentivo para poner empeño demostrar el grado en que respaldaban sus demostra- en las responsabilidades que cada quien tenía asigna- ciones de lealtad con fuerza política y capacidad de das. Pues quemarse significaba anular una buena opor- trabajo. Tanto el poder del candidato en su calidad de tunidad de promoción en el sexenio siguiente y dejar el futuro presidente como la estructura social mexicana lugar a otra persona más competente. Asimismo, la res- explican una característica común a todos los actos de ponsabilidad de una falla se iba transfiriendo vertical- campaña: su orientación vertical. Estaban organizados mente hacia abajo, manteniéndose protegido el líder para impresionar al candidato, primero, y en segundo más cercano al candidato de sufrir las consecuencias lugar al público. Como dijo un entrevistado, los políti- de esos defectos. Así, a medida que se desciende en cos se la pasan mirando «hacia arriba», donde están la cercanía social con el candidato, o al menos así pa- sus superiores inmediatos, mientras que el designado recían entenderlo los actores participantes, la probabi- como candidato es el único que «no tiene hacia donde lidad de movimientos marginales ascendentes y des- mirar», más que «hacia abajo». La expectativa de que cendentes debido al desempeño en la campaña se el candidato potencialmente puede decidir, directa o hacía mayor. La posibilidad de movimientos margina- indirectamente, sobre el futuro político de todos los cua- les era, en fin, un incentivo para demostrar lealtad y dros priistas producía una mecánica de campaña en la eficacia. que el candidato, lejos de volcarse hacia los electores En la organización de los diversos actos existían pug- para pedir el voto mayoritario, recibía pruebas de ad- nas y negociaciones entre diversos actores, compren- hesión incondicional, lealtad y eficacia. Aunque en la diendo al menos al equipo del candidato, el partido, los campaña de Salinas, con sus frases «Hechos, No Pa- gobernadores y los sectores. Cada grupo intentaba pro-

Tomo I Actas del 6º Congreso Chileno de Antropología Conferencias 25 mover sus propios intereses y verse beneficiado con pulaba activamente la identidad personal de éste para una imagen de fuerza en los actos en cuestión. En es- convertirlo en una persona pública pero a la vez identi- tas negociaciones, el candidato y su red se veían obli- ficada muy particularmente con sus seguidores. El can- gados a recompensar la capacidad, la lealtad y la fuer- didato era hecho pasar como miembro de todas las za de cada uno de los grupos, según las demostraran comunidades estatales y sectoriales del país. La pro- en la campaña, pero al mismo tiempo aprendían las pia estructura de la cultura política mexicana parece formas de ejercer el poder, y los límites de este ejerci- generar la eficiencia de este método. En el proceso de cio, en la relación con ellos, que en el futuro sexenio la campaña, todos los gestos, las presencias y ausen- serían sus interlocutores políticos más importantes. Así, cias del candidato frente a diferentes personas, grupos el candidato reforzaba durante la campaña su capaci- y regiones eran interpretados en términos de la cerca- dad de manejar el poder y de tomar decisiones. nía relativa del candidato con cada uno de éstos, por lo Aunque de manera más indirecta, la campaña de Sali- que cada sector buscaba ubicarse simbólicamente en nas también dirigió incentivos selectivos hacia la po- una posición de identificación con el candidato para que blación general. Esto lo hizo abriendo ciertos espacios los diversos líderes proyectaran frente a sus seguido- para que el ciudadano común elevara demandas con- res y frente a otros líderes una imagen privilegiada. cretas y dirigidas directamente al candidato. Más allá Al mismo tiempo, este proceso modificaba la persona del grado en que estas solicitudes se convirtieron o no misma del candidato, ya que su historia personal se en acciones de gobierno, los llamados a la población transformaba en parte de la historia y sociedad nacio- para que se manifieste ante las (futuras) autoridades nales: las anécdotas personales y los datos vitales del son funcionales a la construcción de la figura presiden- candidato eran apropiados por la nación, cada uno se cial al estimular la idea de que el candidato era capaz amplificaba y se conectaba (metafórica o metoní- de otorgar recursos como empleos o la dotación de micamente) con grupos y sectores «nacionales». El servicios públicos si se le llama la atención sobre su propio candidato promovió intencionalmente esta apro- necesidad. Pudimos constatar en varias ocasiones que piación mediante todo tipo de recursos, resaltando el la visita de Salinas desataba expectativas de solución cambio constante de indumentaria: para una evento con a problemas concretos como las condiciones de la vi- ganaderos, usaba chamarra de cuero, sin corbata; con vienda o la regularización de la tierra. De esta forma, el campesinos, una guayabera; con empresarios y muje- candidato se presenta no sólo como patrón de los pro- res, traje y corbata, etcétera. La negociación de posi- fesionales de la política, sino prácticamente de todos ciones frente al candidato no solo modificaba o conso- los electores. lidaba la situación de los grupos y personas involucra- Además de convertirse en el referente de la distribu- dos en la negociación, el proceso también convertía al ción de recursos para la promoción de las carreras po- negociador-candidato en Presidente de la República; líticas, durante la campaña el candidato distribuía re- es decir, en un fetiche cuya singularidad estribaba en cursos colectivos mediante un doble proceso. Por un que la historia de sus relaciones personales era igual a lado, se convertía en el representante simbólico del país, las relaciones políticas del Estado. encarnando su unidad; por el otro, se presentaba como La fetichización del futuro presidente de la República el centro y punto referencial de la imagen de la nación, se basaba en su identificación con cada una de las en relación con el cual cada parte encontraba el lugar partes de la nación. El holismo mexicano tenía como que le correspondía en el todo. La campaña electoral, pieza clave al presidente, y el lugar de cada grupo so- nos comentó un priista experimentado, «es el proceso cial se determinaba a partir de su posición relativa con mediante el cual un hombre se transforma en Dios». respecto a él. Durante la campaña, la fetichización del Esta operación simbólica se construía a partir de una candidato no sólo confirmaba a los grupos su lugar en concepción holística del país cuya articulación se daba el todo nacional, sino que construía al próximo presi- con base en los ejes sectorial y regional -como la orga- dente como eje de esa distribución. Al valerse de los nización del PRI. recursos de identificación con las partes del país, el Durante la campaña el candidato recorría México y re- candidato, nos dice un entrevistado veterano en la po- cibía apoyo, quejas, peticiones y alabanzas de una gran lítica, comunicaba a las partes que no haría nada para diversidad de grupos e individuos que reclamaban po- alterar su lugar en el sistema. siciones de negociación privilegiadas. En este proceso Se destaca también en este sentido que en la cons- de identificación y reclamación al candidato, se mani- trucción de su imagen el candidato iba adquiriendo las

26 Tomo I Actas del 6º Congreso Chileno de Antropología Conferencias formas respetuosas propias de un patrón, especialmen- cosmogonía es revitalizada para explicar y dar orden a te en lo que respecta a conceder verbalmente la capa- los eventos. cidad de la que en los hechos carecen sus subordina- La vertiente histórica o cosmogónica recreaba el mito dos. En varias ocasiones, Salinas condicionaba la rea- del origen del pueblo mexicano –la conquista, la fusión lización de sus proyectos de gobierno o el cumplimien- de las razas, la lucha por la independencia y contra las to de sus ofertas a la voluntad del electorado: frecuen- fuerzas reaccionarias de los conservadores y la Iglesia temente iniciaba sus planteamientos con frases como y, finalmente, el arribo al poder de los mexicanos netos «si ustedes me favorecen con el voto…». Más que una (mestizos) a partir de la Revolución Mexicana.11 La ver- suerte de ironía, este tipo oraciones se dirigía a satisfa- tiente descriptiva está ligada a la organización de la cer uno de los requisitos informales de la subordina- sociedad civil (obreros, campesinos, «grupos popula- ción de los clientes: no hacerla evidente. La cortesía es res», empresarios) a partir de una idea de lo que es la parte integral de los sistemas sociales jerárquicos. comunidad nacional, para de esa manera integrarse a Ahora bien, el orden que cada persona ocupa en la los distintos niveles y lugares de la estructura espacial totalidad, expresado en los rituales de campaña, de nin- del gobierno (el gobierno federal, los gobiernos de los guna forma era arbitrario ni respondía al capricho del estados, los gobiernos municipales, el partido). candidato. Por el contrario, este orden respondía rigu- La relación entre fuerza política concreta e ideología rosamente a una imagen de nación que históricamente nacional (tanto en su vertiente «mito de origen» como había construido el régimen del PRI, implícita en el or- en la de «orden nacional») era el marco en el que se den institucional del país y en los contenidos educati- negociaban posiciones de grupos e individuos en o fren- vos. Los actos y las presencias que se daban en cada te al Estado. Existen grupos con un gran peso momento de la campaña no sólo expresaban la situa- organizativo real en el funcionamiento cotidiano del or- ción de las personas que estaban frente al candidato, den nacional, así como grupos cuyo peso político deri- sino la situación del grupo, sector o región que estaba vaba del lugar simbólico que ocupaban en el orden simbólicamente presente frente al orden nacional (que cosmogónico (como los indígenas y «la mujer mexica- está, igualmente, presente en el símbolo candidato/jefe na»). Aunque estos últimos podían encontrar lugares de Estado). Así, cada uno de estos actos consolidaba en el orden organizativo del Estado, la importancia y o reforzaba lo que Anderson (1983) llamó la «comuni- fuerza de tales lugares seguía una lógica distinta a la dad imaginaria». En este caso, la comunidad imagina- de las posiciones disputadas por grupos con fuerza ria es la que había sido construida junto con la organi- política independiente. De alguna forma u otra, los gru- zación misma del Estado mexicano: las entidades pos destacados por la campaña de 1988 como inte- federativas y todas las categorías sociales creadas por grantes de la comunidad imaginaria fueron: los tres la burocracia estatal, que a la vez representan los ejes sectores del PRI, los empresarios, los grandes sindica- de la estructura dual del PRI. El puntual reconocimien- tos o federaciones de sindicatos, los estados y munici- to del candidato a la contribución de cada uno de los pios,12 los intelectuales, la burocracia estatal, los indí- estados en la conformación de la nación expresaba en genas, los jóvenes y las mujeres. El análisis de estos palabras lo que los rituales producían en los hechos: la grupos a la luz del ritual revela que conformaban un revitalización del mito nacional, donde se reconocían mapa tridimensional en cuyo eje vertical estaban los las partes de la comunidad imaginaria que es la na- sectores, los empresarios y los grandes sindicatos; este ción. eje culminaba, en la política real, en el gobierno fede- El mito de la nacionalidad mexicana, tal y como era ral: con la representación que cada grupo o sector te- actualizado en los rituales de campaña, presentaba dos nía en el poder legislativo y los puestos del gabinete. vertientes: una, cosmogónica, que daba unidad al país En el orden horizontal se localizan los grupos de poder con una explicación del origen; otra, cosmológica, que regional. En Morelos, por ejemplo, la Confederación definía los grupos que componen al país y los lugares Nacional Campesina (CNC) controlaba tradicionalmente relativos que ocupan. La primera es explicativa y la la mayoría de los gobiernos municipales (aunque no segunda descriptiva. La cosmología es afirmada en la los más importantes) y las diputaciones federales. Con- organización de cada evento, donde se miden de ma- frontados con la debilidad real del campesinado nera concreta las fuerzas de los diferentes grupos que morelense frente a los sectores obrero y popular, estos componen la comunidad imaginaria, mientras que la espacios reservados para su organización reflejan, pri- mero, la importancia del mito de origen (se concedían

Tomo I Actas del 6º Congreso Chileno de Antropología Conferencias 27 estos espacios a la CNC porque Morelos es el estado vista de otras jugaban un papel confeccionado espe- de Emiliano Zapata, no por la fuerza de la CNC en el cialmente para estas dramatizaciones del Poder Na- estado) y, segundo, la debilidad de Morelos ante la fe- cional: mujeres vestidas con trajes regionales que ja- deración (no había una élite política regional que logra- más utilizaban, albañiles disfrazados de campesinos, ra imponer a sus miembros en el gobierno federal). Los gente que tal vez no se identificaba sustancialmente grupos regionales fuertes, por el contrario lograban con la categoría que le había sido asignada en el ritual posiciones en el gobierno por su propio poder indepen- («jóvenes», «mujeres»). Desde luego, también había diente. Así, las instancias regionales eran los lugares personas disconformes con el lugar que le «correspon- donde se situaba el poder de los sectores: las regiones día» en la cosmología nacional o que sentía una dispa- débiles o con poco poder eran dominadas generalmente ridad muy grande entre el lugar que ocupaban en el desde la lógica de la cosmogonía. Lo mismo ocurría ritual y el lugar que ocupaban en el país durante el res- con ciertos grupos sin capacidad importante de pre- to del tiempo (indígenas que sólo eran escuchados sión frente al Estado, pero que ocupaban un lugar im- durante la campaña). Pero, a pesar de las dificultades portante en el mito de origen o en las utopías del régi- que pasó el PRI para situar a todos los mexicanos den- men: es el caso de los indígenas y los combatientes de tro del «todo nacional» que él mismo había contribuido la Revolución. Su importancia en la comunidad imagi- a construir, no cabe duda que en sus actos de campa- naria se construyó en los rituales de campaña a partir ña se estaba dramatizando –dando vida– a ese todo, del lugar que se les asignaba en el mito de origen (y no produciendo efectos emotivos (positivos y negativos) viceversa). relacionados con la propuesta nacionalista específica Resalta otra diferencia comparativa al observar las re- del PRI. Dicho partido y su candidato aparecieron como uniones con los grupos no insertados en la estructura los proveedores de lugares dentro del todo nacional (y corporativa, pero considerados importantes en la defi- la idea misma de lo nacional como la última instancia nición de la nacionalidad. Nos referimos en particular a de solidaridad entre los habitantes de México es, des- las mujeres y los indígenas. En ambos casos, se des- de luego, una creación estatal). Las tradiciones tacó que el ambiente y el trato no tenían la formalidad relacionales de México, fundadas en principios de pa- rígida de los foros con intelectuales ni el carácter de rentesco, amistad, confianza, padrinaje, compadrazgo, apoyo y festivo de los eventos con los sectores y actos patronazgo, lealtad y rivalidad, contribuyeron a la con- de las giras estatales. Estos eventos se destacaron por formación de actores colectivos de diferentes tipos y a el trato respetuoso, incluso emotivo, con las partes en la creación de una mentalidad comunitaria que proba- plano de igualdad. Es probable que tal cercanía excep- blemente reforzó el uso del nacionalismo (en su forma cional haya sido posible precisamente porque mujeres de unidad nacional) como la última y principal Razón e indígenas, ajenos a la estructura piramidal de poder, de Estado. sin capacidad de presión ni de otorgar apoyo, queda- Esto nos lleva a otro aspecto de la campaña que se ban exentos de la ceremonia política tradicional. Can- relaciona con el mensaje del régimen para la pobla- didato y grupo social podían permitirse este parénte- ción. Como había notado Linz (1982) sobre las eleccio- sis, en la medida en que no tendría consecuencias so- nes de los sistemas totalitarios, las campañas presi- bre la estructura de poder. Ambas situaciones repre- denciales en México eran una celebración de la unidad sentan casos de symbol reversal, comunes en los ri- que se iba reconstituyendo en la campaña misma. Los tuales. Al mismo tiempo, grupos como las mujeres y actos de campaña tenían (así sea forzadamente) un los jóvenes comenzaban a explorar nuevos referentes ambiente festivo, con música, baile y comida. Los simbólicos para hacerse de un lugar en el sistema polí- animadores o «jilgueros» cumplían con un papel pri- tico: su fuerza numérica como porción importante del mordial para la conversión de actos partidistas en fies- electorado, a lo que el candidato reaccionó con conce- tas nacionales. Con esto, el régimen invitaba a cele- siones discursivas. brar la unidad entre el (próximo) presidente y su parti- De esta manera, los rituales de campaña fueron, en su do, la unidad al interior del partido en torno al presiden- conjunto, una dramatización de la idea de la nación, tal te y, en virtud de ello, la unidad nacional. Si la etapa y como ésta se había forjado desde el Estado. Muchas anterior al destape se caracterizó por la apología de la personas situadas de diversas maneras en esta estruc- disciplina, durante la campaña se enfatizó la unidad. tura nacional podían sentir cierta emoción de pertenen- Nótese que esto implica una valoración negativa de la cia durante los rituales, mientras que desde el punto de fragmentación. En sus discursos e intervenciones, el

28 Tomo I Actas del 6º Congreso Chileno de Antropología Conferencias candidato, los líderes, las bases y hasta los animadores En estos términos, la adecuada distribución de incenti- resaltaban el valor positivo de la unidad y sus bonda- vos ideológicos y materiales entre los miembros de la des para el rumbo correcto del país. En una elección coalición dominante permitiría que, para el momento donde el descontento con las reglas no escritas de la de la toma de posesión, la crisis de sucesión hubiese sucesión había producido la escisión de un grupo que sido superada, con la clase política y la nación en ge- después disputó electoralmente la hegemonía priista, neral aceptando a su nuevo líder y adquiriendo éste la retórica de la unidad era en sí misma una descalifi- tenía una conciencia muy avanzada de las posibilida- cación moral de los rupturistas, que desde este punto des y límites de su poder, así como de la forma de ejer- de vista no reclamaban su derecho a acceder al poder cerlo. El sistema político habría entrado a una nueva por la vía electoral, sino que atentaban contra la estabi- fase de estabilidad. lidad nacional. El uso de los actos de campaña para transformar la Conclusiones imagen del candidato presidencial en los términos que aquí hemos expuesto, trae aparejado una alta dosis de En este documento mostramos la forma en que la ope- artificialidad en los participantes: tanto el candidato ración de las reglas formales de una comunidad es como los asistentes a cada evento representaron un moldeada y adaptada, en términos de la política real, papel siguiendo un guión escrito por la costumbre. Los por los requerimientos y características de la cultura rituales, a fin de cuentas, tienen un alto contenido de predominante en dicha comunidad. En particular, vimos teatralidad, y los de los actos de campaña no fueron la que en México, durante décadas, la cultura vertical y excepción. En ellos, candidato y manifestantes se com- clientelista, fundada en los vínculos de lealtad, trans- portaron dentro de los marcos impuestos por la inter- formaba las instituciones constitucionales de división pretación que el otro haría de su conducta. Si los asis- de poderes en un presidencialismo sin restricciones –y tentes observaban al candidato representándose como esto sin alterar la letra de las disposiciones formales. el centro referencial del todo nacional, el candidato tam- Una vez que se toma en cuenta el resultado de la com- bién observaba a los asistentes representando a un binación entre reglas formales y prácticas culturales, sector, su lealtad y la fuerza de un grupo político espe- en el marco general de ausencia de competencia elec- cífico. Los supuestos espectadores del ritual no lo eran toral real, es posible entender el significado de un evento en realidad, sino participantes activos. Pero los rituales periódico aparentemente vacío de contenido: la cele- de campaña tenían sus espectadores, aunque no re- bración de una intensa campaña electoral por parte de conocidos formalmente como tales. A través de la pre- un candidato que, para todos, era el ganador seguro. sencia de los medios de comunicación, los rituales eran La ritualización de los eventos de la campaña electoral presenciados por la clase política no asistente al even- permitía que, más allá de su valor instrumental (conse- to, que así podía seguir el desarrollo de las negociacio- guir votos), ésta cumpliera la función de posibilitar la nes a través de las señales emitidas en ellos, y la po- transmisión del poder de una figura a otra sin que blación en general, que podía observar el ascenso sim- ocurriesen disrupciones significativas. En la campaña bólico del candidato. En un punto intermedio entre la como rito de paso, el candidato presidencial recurría a participación y la observación estaban los llamados «in- los usos rituales específicos de la cultura mexicana para vitados especiales», grupo compuesto por personas refrendar los pactos fundamentales entre la presiden- destacadas (ex gobernadores, ex presidentes munici- cia, el partido y la sociedad, así como para construir su pales de ciudades importantes, intelectuales, actores o imagen presidencial y proyectarse como el Gran Pa- artistas distinguidos, empresarios, personajes del par- trón, el ocupante de la cúspide de la pirámide política tido o del gobierno, colaboradores cercanos del candi- del país. dato, conductores de televisión y periodistas importan- Cabe finalizar refiriéndonos al lugar de las formas cul- tes) que era ubicado generalmente en el fondo del es- turales detectadas en este estudio en la política mexi- trado, desde donde podían ser observados y reconoci- cana actual. La creciente competitividad del sistema dos (representando el poder de convocatoria del can- de partidos, acompañada de un mejoramiento de las didato) al mismo tiempo que podían observar de pri- instituciones relativas a la organización y validez elec- mera mano el evento en cuestión (siendo así un públi- torales (Becerra, Salazar y Woldenberg, 2000), dieron co de élite).13 Una de nuestras entrevistadas, refirién- lugar, en primera instancia a que en 1997 el PRI per- dose a los cuidados que se ponían en la organización diese la mayoría absoluta en la Cámara de diputados de los eventos dijo: «todo eso, en el fondo, es un guión».

Tomo I Actas del 6º Congreso Chileno de Antropología Conferencias 29 y, en 2000, la Presidencia de la República. Como algu- basándose en que no recibieron beneficios monetarios nas investigaciones habían anticipado (Weldon, 1997; directos (en todo caso, los beneficios, en votos, fueron Casar, 1999), estos cambios pusieron fin a las caracte- indirectos). rísticas predominantes del régimen político vigente has- La combinación de elementos clientelistas, presiden- ta entonces. Actualmente, el país legal está más cerca- tes plebiscitarios y competencia electoral efectiva es no al país real en las dimensiones de democracia un fenómeno presente en los neopopulismos surgidos multipartidista y división de poderes. recientemente en América Latina (Oxhorn, 1998), es- Sin embargo, existen indicaciones de la vigencia de pecialmente cuando las instituciones de la democracia las prácticas clientelares en relación entre líderes y representativa no satisfacen las expectativas de la po- seguidores. Mientras se escriben estas líneas, los tres blación (Roberts, 1995), posibilidad que amenaza a toda partidos principales inician sus campañas con vistas a democracia joven como la mexicana. las elecciones presidenciales de 2006. Tanto para la Tal situación, por supuesto, es sólo una posibilidad. Otra movilización del voto en las respectivas elecciones in- es que, con el tiempo, la cultura se vaya adaptando a ternas como para la celebración de actos públicos, al los requerimientos de las instituciones democráticas menos dos de dichos partidos recurren al uso de rela- hasta alcanzar una compatibilidad relativa que permita ciones clientelistas, que los nuevos y viejos brokers la reproducción del sistema sobre nuevas bases de ponen a disposición de los candidatos con los que pre- comportamiento real. Sin embargo, para ello, será ne- tenden prosperar en sus carreras políticas. Nada pare- cesario que se superen los obstáculos que en lo inme- ce indicar que estas prácticas sean descartadas en las diato opone la persistencia de la cultura aún clientelar. elecciones constitucionales, toda vez que la competen- cia electoral genera sus propias presiones para recurrir Notas al clientelismo (Medina y Stokes, 2002). Esto parece indicar que la ausencia del sustrato indivi- 1 Entre las jefaturas de Departamento estaba la del en- dualista en la cultura mexicana podría imprimir un sello tonces Departamento del Distrito Federal, de tal mane- propio al naciente sistema democrático y, en última ins- ra que el gobernador de la capital del país era designa- do y removido libremente por el presidente. tancia, desvirtuarlo en sus finalidades, relativas al prin- 2 Véase Molinar (1991: 178-200) para una descripción cipio one-man-one-vote. Así, por ejemplo, la prevalen- de las líneas que dividían al sistema de partidos mexi- cia de la cultura vertical podría culminar en nuevas for- cano durante la década de los ochenta. mas de autoritarismo, con un fuerte componente ple- 3 Los regímenes autoritarios con sistemas de partido biscitario, en las que liderazgos presidenciales fuertes hegemónico han pasado de ser la excepción entre los cultivan y acrecientan el apoyo popular mediante el uso regímenes no democráticos a convertirse en la forma sistemático del clientelismo de Estado. Este tipo de de dominación política más recurrente. En 1974, al ini- clientelismo exige una inversión constante de recursos, cio de la tercera ola, sólo media docena de regímenes por parte del patrón, con los cuales alimentar la lealtad autoritarios (incluyendo a México) contemplaban la par- ticipación electoral de partidos opositores, mientras que de sus clientes, lo que desata fenómenos de corrup- el resto eran militares, unipartidistas o personalistas. ción sistémica como el que caracterizaba al régimen Actualmente, al menos 45 y tal vez hasta 60 regímenes anterior. Esta modalidad de corrupción generalmente (entre un cuarto y un tercio de los regímenes políticos libera a los actores de un sentimiento de responsabili- del mundo) practican esta modalidad de autoritarismo dad, en la medida en que los recursos desviados no (Diamond, 2002: 27). La ubicación fronteriza de estos son utilizados para enriquecimiento personal, sino para regímenes ha dado lugar a una amplia variedad de eti- poner en funcionamiento una maquinaria. Así, por ejem- quetas para caracterizarlos: pseudodemocracias plo, durante la campaña electoral del 2000, el sindicato (Diamond, 1997), sistemas con prácticas democráticas de petroleros destinó ilegalmente recursos para la cam- restringidas (Fukuyama et al, s.f.), regímenes semidemocráticos (Gasiorowski, 1996; Colomer, 2000), paña del candidato presidencial del PRI. Estos recur- burocracias (Przeworski et al, 2000), comunidades po- sos fueron obtenidos por el mismo director de la em- líticas de poder dominante (Carothers, 2002) y autori- presa estatal petrolera (PEMEX) en conjunto con los tarismo electoral (Diamond 2002), entre otras. líderes del sindicato. Ni los gestores directos de esta 4 Los candidatos opositores más peligrosos hasta el operación ni los trabajadores petroleros, al igual que el momento habían buscado primero la nominación por el candidato del PRI, se sienten culpables de estos he- partido oficial. Así sucedió con Tejeda (1934), Almazán chos desde una perspectiva de moralidad personal, (1940), Padilla (1946) y Henríquez (1952).

30 Tomo I Actas del 6º Congreso Chileno de Antropología Conferencias 5 Esta sección se basa en investigaciones realizadas nocidas en sus estudios de diagnóstico y análisis polí- por Adler Lomnitz (1971, 1975, 1977 y 1994) y Adler tico. Lomnitz y Melnick (1991) sobre la clase media chilena, 13 Para una profundización de las similitudes entre los los sectores sociales del México urbano y el mercado actos de esta campaña y el teatro, véase Alberto Lomnitz informal en lo que fue la Unión Soviética. y Adler Lomnitz (2003). La relación general entre ritual 6 De acuerdo con el reporte de Centeno (1997: 132- y teatro está explicada en Turner (1992). 40), cada secretaría o grupo homogéneo de secreta- rías está integrada por un personal con perfiles simila- Fuentes res en cuanto a educación, experiencia profesional y especialización. Estos funcionarios son promovidos ADLER LOMNITZ, Larissa (1971): «Reciprocity of favors esencialmente dentro de la misma estructura burocrá- in the urban middle class of Chile», Studies in Economics tica hasta ocupar una dirección General. A partir de ese and , 7, pp. 93-106. nivel, la continuidad institucional se rompe. Este tra- ADLER LOMNITZ, Larissa (1975): Cómo sobreviven los yecto refleja el tránsito de una camarilla hacia una red marginados, S. XXI, México. más amplia, pues el ascenso en la burocracia extiende ADLER LOMNITZ, Larissa (1977): Networks and las responsabilidades y diversifica las actividades, de marginality: Life in a Mexican Shantytown, Academic tal forma que el patrón deberá construir un grupo de Press, San Francisco. acción más heterogéneo en cuanto a perfil profesional. ADLER LOMNITZ, Larissa (2003): «Los usos del mie- Véase la misma fuente (pp. 146-7) para una caracteri- do. Pandillas de porros en México», en F. Ferrándiz y zación de las camarillas como grupos piramidales ba- C. Feixa (eds.), Jóvenes sin tregua. Culturas y Políti- sados en la lealtad, así como Smith (1979) y Camp cas de la violencia, Ariel, Barcelona. (1995 y 1996). La dinámica de las redes políticas es ADLER LOMNITZ, Larissa (1994): Redes sociales, cul- explicada también en Gil Mendieta y Schmidt (1999), tura y poder. Ensayos en antropología latinoamerica- con modelos formalizados. na, Miguel Ángel Porrúa/FLACSO, México. 7 Como lo explica Serrano (1998. 17), en «su esencia ADLER LOMNITZ, Larissa y Frida GORBACH (1998): [la disciplina] era un acuerdo entre los actores política- «Entre la continuidad y el cambio: el ritual de la suce- mente activos para compartir y distribuir el poder de sión presidencial», Revista Mexicana de Sociología, vol. acuerdo con reglas mutuamente convenidas y acepta- 60, núm. 3, julio-septiembre, pp. 61-83. das… era resultado de la combinación de incentivos, ADLER LOMNITZ, Larissa, Claudio LOMNITZ e Ilya presiones y castigos». ADLER (1993): «El fondo de la forma: Actos públicos 8 Véase también Gruzinski (1990). Entre los estudios de la campaña presidencial del Partido Revolucionario pioneros sobre el tema de los rituales políticos en so- Institucional, México 1988» en Dieter Nohlen, ed., Elec- ciedades complejas destacan los de Roberto DaMatta ciones y sistemas de partidos en América Latina, Insti- (1978, 1985) para Brasil, Geertz (1981) sobre Bali, Da- tuto Interamericano de Derechos Humanos/Centro de vid Kertzer (1988) en Italia y Mona Ozouf (1988) sobre Asesoría y Promoción Electoral, San José, pp. 223-66. Francia. ADLER LOMNITZ, Larissa y Ana MELNICK (1991): 9 Véase Avramow Gutiérrez (1989: 178-86) y Salinas Chile’s middle class: A struggle for survival in the face de Gortari (1989). of neoliberalism, Lynne Rienner Pub., Boulder. 10 De acuerdo con la formulación de Angelo Panebianco ADLER LOMNITZ, Larissa y Ana MELNICK (2000): (1990: 35-9, 64-9) todo partido que requiera un mínimo Chile’s political culture and parties. An anthropological de participación voluntaria de sus seguidores y estruc- explanation, Press, Notre tura debe distribuir incentivos tanto selectivos como Dame. colectivos. Los primeros consisten principalmente en ANDERSON, Stephen C. (1983): Tone and morpheme bienes materiales y status, motivando la participación a rules in Ngyemboon-Bamileke, Tesis de doctorado, través de los intereses individuales; los incentivos co- University of Southern California. lectivos se relacionan con la ideología y los fines oficia- AVRAMOW GUTIÉRREZ, Jacqueline (1989): «La pro- les de la organización, promoviendo la participación al mesa salinista», en Jaime González Graf, comp., Las otorgar identidad a los partidarios. elecciones de 1988 y la crisis del sistema político, INEP- 11 Véase Bartra (1987) y Claudio Lomnitz (1987) para Diana, México, pp. 173-90. una discusión del mito del origen de la nación mexica- BARTRA, Roger (1987): La jaula de la melancolía, na. Grijalbo, México. 12 El nacionalismo del PRI da poca relevancia a las re- BECERRA, Ricardo, Pedro SALAZAR y José giones no comprendidas por la división administrativa, WOLDENBERG (2000): La mecánica del cambio polí- tales como el Bajío, la Laguna, el Istmo, la Huasteca, la tico en México. Elecciones, partidos y reformas, Cal y Mixteca o la frontera norte, a pesar de que eran reco- arena, México.

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