Ulrich Schmidl En El Río De La Plata: Una Etnografía Fundacional1 Ulrich Schmidl in the Río De La Plata: a Foundational Ethnography
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DTAVIALLERD S OLOD E DLKOWETRAS N° 45: 81-101, 2009U LRICH SCHMI D L EN EL RÍO D E LA PLATA : UNAISSN ETNO 0716-0798G RAFÍA … Ulrich Schmidl en el Río de la Plata: una etnografía fundacional1 Ulrich Schmidl in the Río de la Plata: a Foundational Ethnography David Solodkow Universidad de los Andes [email protected] El artículo explora el Derrotero y viaje a España y las Indias (1567) escrito por Ulrich Schmidl con el objetivo de reconstruir los modos en que se produce la invención et- nográfica de la alteridad indígena. Al mismo tiempo, revisa la estructura narrativa del texto y sus estrategias retóricas e ideológicas, en tanto que instrumentos indispen- sables para la fundación discursiva de la novedad territorial del Cono Sur (Argentina, Paraguay y Brasil). Palabras clave: ego, etnografía, teratología, fundación territorial, conquista. The article explores Derrotero y viaje a España y las Indias (1567) written by Ulrich Schmidl, with the objective of reconstructing the ways in which the indigenous otherness was produced through ethnographic devices. The article also revises the narrative structure of the text, and its rhetoric and ideological strategies, as indispensable tools for the discursive foundation for the territorial newness of the Southern Cone (Argentina, Paraguay and Brazil). Keywords: ego, ethnography, teratology, territorial foundation, conquest. Fecha de recepción: 13 de febrero de 2009 Fecha de aprobación: 12 de agosto de 2009 1 Este artículo forma parte del proyecto de investigación titulado: “Las huellas de la escritura etnográfica: alteridad e identidad cultural en las letras de América Latina (Siglos XVI al XIX)”. El proyecto se realiza dentro del Comité de Investigación y Creación (CIC) dependiente de la Facultad de Artes y Humanidades en la Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia. 81 ■ TALLER D E LETRAS N° 45: 81-101, 2009 Las memorias de Schmidl (1510-1581?) conocidas como Derrotero y viaje a España y las Indias (1567) dan cuenta de una variada serie de acontecimientos sucedidos durante la expedición de Pedro de Mendoza (1487-1537) al Río de la Plata (1536). En su Derrotero Schmidl nos informa sobre la nueva geografía descubierta, la fauna, la flora, episodios de antropofagia (europea e indígena), las luchas por el poder entre los mandos españoles, un detallado inventario etnográfico y los modos y estrategias de supervivencia del conquistador. El valor de este texto en el campo de la literatura colonial se relaciona con la intrincada construcción de una tropología del deseo (Andermann, Mapas 15) donde la imaginación, la ficción y la memoria –unidas por la potencia des- criptiva de una retórica fundacional del espacio-tiempo colonial– se conjugan para desplegar una de las primeras representaciones narrativas eurocentradas sobre el Cono Sur (Argentina, Paraguay, Uruguay y Brasil). El presente estudio se basa en la exploración crítica del Derrotero de Schmidl con el doble objetivo de: 1) reconstruir los modos en que se produce la in- vención discursiva de la alteridad americana en correspondencia especular con el ego europeo y 2) revisar la estructura narrativa del texto en tanto que fundación discursiva de la novedad territorial del Cono Sur2. Mi intención es analizar los modos particulares y heterogéneos en los cuales tanto América como sus múltiples Otros fueron reconocidos, confrontados y representados dentro de la matriz etnográfica colonial. Analizaré las estrategias retóricas e ideológicas utilizadas para la construcción discursiva de la alteridad dentro de un proceso escriturario que intenta ordenar y explicar la novedad territorial bajo el comando de una pulsión antropológica. Pulsión que define la cons- titución subjetiva moderna de aquello que Enrique Dussel ha denominado el ego conquiro3. 1. La llegada al Mar Dulce de Solís Aquello que hacia 1528 comenzó a conocerse como el Río de la Plata era una invención reciente: una proyección del deseo conquistador. Un río cuyas pla- teadas comarcas no eran sino sueños afiebrados en la mente de unos cuantos aventureros4. Ese río que a la llegada del Adelantado Pedro de Mendoza, en 1536, ya se había metamorfoseado en imaginerías minerales, había sido en 2 Quiero agradecer las muy útiles e inteligentes sugerencias a este escrito realizadas por el profesor Carlos Jáuregui de la Universidad de Vanderbilt (Nashville, USA) y a la profesora Betty Osorio de la Universidad de los Andes (Bogotá, Colombia). 3 Fue Enrique Dussel uno de los primeros en señalar el surgimiento de esta nueva subjetividad producto de la conquista. Dussel define al ego conquiro como al “primer hombre moderno activo, práctico, que impone su individualidad violenta a otras personas, al Otro” (56). 4 Fue Luis Ramírez –expedicionario de la tripulación de Sebastián Caboto (1526)– el respon- sable de una fundación mitológica que se perpetuaría por décadas entre los conquistadores del Río de la Plata. Ramírez redacta un manuscrito conocido como Carta Ramírez (1528). Dicha carta sería –entre otros factores– la base informativa sobre las riquezas que impul- sarían hacia el Río de la Plata la expedición de Pedro de Mendoza. Ramírez dará cuenta de la existencia de una sierra de plata (Potosí) y de un supuesto rey blanco. El autor de la carta obtiene la información de relatos orales acerca del Imperio de los Incas que indios guaraníes habrían contado a los cinco náufragos de la expedición de Solís. Un extracto de la carta de Ramírez puede ser consultada en el libro de Horacio J. Becco Cronistas del Río de la Plata, 1994. ■ 82 DAVI D SOLO D KOW ULRICH SCHMI D L EN EL RÍO D E LA PLATA : UNA ETNO G RAFÍA … el principio de la empresa conquistadora, simplemente, el Mar Dulce o Río de Solís5. Entre el arribo de Juan Díaz de Solís en 1516 y la llegada de la pode- rosa flota de Mendoza en 1536 median veinte años. Ese lapso de tiempo ha sido necesario y suficiente para que se opere una mutación nominal: un mar dulce ha pasado a ser un río de plata. Esta toponimia expresa los intrincados movimientos de una retórica del deseo responsable de movilizar la maquinaria de expansión colonial europea hacia los confines occidentales. Tras dichas promesas metalíferas se lanzó un soldado alemán de bajo rango llamado Ulrich Schmidl. Al infatigable cuidado de sus notas debemos la factura de un pequeño opúsculo que lleva por título: Ulrich Schmidels Reise nach Südamerika in den Jahren [conocido en el mundo hispánico como Derrotero y viaje a España y las Indias (1567)]. El libro de este arcabucero alemán abarca el recuento de acontecimientos vividos por él –y el resto de la tri- pulación de Pedro de Mendoza– en los dieciocho años que duró su estadía (1536-1554) en los territorios actuales de Argentina, Uruguay, Paraguay y Brasil, del descubrimiento del estuario del Río de la Plata, de la fundación de Santa María del Buen Aire (hoy Argentina) y de Nuestra Señora Santa María de la Asunción (hoy Paraguay). Los primeros conquistadores que arribaron al Río de la Plata se encontraron, básicamente, con cuatro cosas: un desierto inacabable en el cual un vértigo horizontal abismaba la pupila, el hambre imposible de saciar, pobladores desnudos y un río sin orillas, parafraseando a Juan José Saer. La primera maravilla que la parte sur del continente americano ofrecía a la codiciosa mirada conquistadora era una cinta inconmensurable de agua marrón. Un territorio que, como señala Saer, se hallaba: Desprovisto de árboles, de piedra, de fauna cinegética, de metales preciosos, en este lugar siempre se estaba de paso. Era pobre no únicamente por la ausencia de recursos que permiten sobrevivir, sino pobre en su aspecto, estéticamente pobre, con los dos desiertos, el terrestre y el acuático, yuxtapuestos casi sin solución de continuidad, como si en los límites de uno y otro la tierra chata se licuara y, casi del mismo color, se volviera un poco más inestable. (El río 44) Veinte años más tarde del accidentado intento de Solís6 –luego de las ex- ploraciones de Magallanes (1519), Sebastián Caboto (1526), Diego García de Morguer (1526) y Martín Alfonso de Sousa (1530) –, y con una flota diez veces mayor que la de este, hacía su arribo a la misma región un sifilítico aventurero en el ocaso de su existencia: el adelantado Pedro de Mendoza7. 5 Según el historiador Ricardo Carrasco, “A principios del año 1516, después de haber cos- teado la inmensa ribera brasileña [Solís] pasa la bahía de San Sebastián (Río de Janeiro) y el golfo de Santa Catalina, para seguir su derrotero meridional y llegar al cabo de Santa María (Montevideo) en los primeros días de febrero; se halla aquí, con la espectacular desembocadura de un río tan caudaloso como ancho, cuyas márgenes eran invisibles y con aguas no saladas; le llama Mar Dulce” (382). 6 Solís muere en este viaje “presuntamente” devorado por antropófagos. Motes tales como malogrado e infortunado, aplicado a Solís y su tripulación, fueron utilizados por los histo- riadores oficiales de la corona como Pedro Mártir de Anglería (De orbe novo) y Francisco López de Gómara (Historia general de las Indias y conquista de México, 1552). 7 De acuerdo con Julián Rubio: “La capitulación otorgada a Mendoza [21 de mayo de 1534] era amplísima, pues se le concedía la parte comprendida entre los paralelos 25 y 36, 83 ■ TALLER D E LETRAS N° 45: 81-101, 2009 Sin embargo, el río al que llegaba Mendoza ya no era un Mar Dulce sino uno más prometedor y encantado: el Río de la Plata. El nombre de Río de la Plata es el último nombre de una vasta serie de bautismos toponímicos precedentes. Como bien señala Rubio: El nombre que llevó el río cuya desembocadura descubrió Solís, sufrió varias e interesantes vicisitudes, hasta que definitivamente cristalizó su denominación de Río de la Plata.