PALABRA, FURIA Y RAZÓN Sobre Autores Y Personajes
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PALABRA, FURIA Y RAZÓN Sobre autores y personajes Olga Fernández PALABRA, FURIA Y RAZÓN Sobre autores y personajes Ediciones Abya-Yala Quito, 2002 PALABRA, FURIA Y RAZÓN Sobre autores y personajes Olga Fernández 1a. Edición Ediciones Abya-Yala Av. 12 de Octubre 14-30 y Wilson Casilla 17-12-719 Telef: 2562-633/2506-217/2506-251 Fax (593 2)2 506-255 E mail: [email protected] www.abayayala.org Quito- Ecuador Autoedición: Ediciones Abya-Yala Quito-Ecuador ISBN: 9978-22-189-1 Impresión: Producciones digitales Abya-Yala Quito-Ecuador ÍNDICE Prólogo ......................................................................................................... 7 Demián: el demonio como alter ego ........................................................... 9 Una vuelta más a Henry James.................................................................... 19 La habitación de la señora Dalloway........................................................... 23 Los sufrimientos del joven Werther ............................................................... 29 Poética de Sobre héroes y tumbas ................................................................. 41 Lope de Aguirre: el primer caudillo ............................................................ 47 El arpa y la sombra: ficción del Descubrimiento del Nuevo Mundo........................................................................................................... 53 El palacio de El siglo de las luces .................................................................. 63 Agosto o la novela negra ............................................................................... 67 La mansión de Auracaíma ............................................................................ 79 Sin ropajes de olvido .................................................................................... 83 La sombra del apostador ............................................................................... 89 El tiempo y su relatividad en la ficción....................................................... 95 Seudorrealidad de la telenovela ................................................................... 107 El negro en la literatura hispanoamericana................................................ 113 El país de las hadas ....................................................................................... 117 El modernismo en la prosa periodística de José Martí .............................. 133 El personaje de ficción desde la perspectiva del autor ............................... 147 La palabra en Dostoievski según Bajtín ...................................................... 165 La argumentación......................................................................................... 171 Aspectos sobre la argumentación en el discurso del Descubrimiento de América........................................................................ 177 Estrategias de la interpretación.................................................................... 187 Dimensiones de la alteridad en el Nuevo Mundo ...................................... 193 PRÓLOGO ¿Que busca un escritor en el ejercicio de la crítica? ¿Qué espera en- contrar el autor literario en el trabajo minucioso de la disección y análisis de las obras poéticas? O, más específicamente, ¿por qué una narradora co- mo Olga Fernández –cuentista y novelista reconocida- dedica su interés al estudio de grandes obras como Werther, autores inmensos como Henry James, géneros literarios como la novela negra, críticos fecundos como Bajtin o conceptos de la poética como el tiempo o la argumentación? Caben las preguntas hechas si tenemos en cuenta la resistencia que los escritores sienten hacia los críticos. Pueden considerar que sus esfuerzos son meritorios pero, a la larga, sus intentos por comprender la creación –ese magma ininteligible– aparecen inútiles cuando menos, o tontamente presuntuosos, cuando más. Nietzsche, en El origen de la tragedia, habla del científico y del artis- ta: el primero lucha por crear el mundo, quiere ser dios; el segundo crea el mundo, es dios. Entre ambos –el científico o crítico y el escritor o artista– no hay, pues, concierto posible. Y sin embargo, en este libro una importante narradora compila un conjunto de ensayos críticos, como lo han hecho Kundera en El arte de la novela, Maupassant en el “Prefacio” a Pedro y Juan o Forster en Aspectos de la novela. ¿Para qué? Son tres los propósitos que guían a estos autores en sus trabajos de crítica literaria: aprender algo de los colegas escritores, reflexionar sobre el propio trabajo y fabular. Los poetas suelen ser omnipotentes. Es parte de la naturaleza de su proceso creativo. Deben tomarse en serio. Los narradores –que construyen su creación sobre una visión humorística del mundo– no pueden hacer lo mismo. Deben ver su propia labor con escepticismo e ironía; como coro- lario de esa actitud también deben ser capaces de reconocer las habilida- 8 / Sobre autores y personajes des de los colegas y estar dispuestos a apropiarse, magnánimamente, de ellas. En esta labor, es conveniente estudiar las obras de los otros, revisar, como lo hace Olga Fernández, la naturaleza de la palabra en Dostoyevski, el uso de la Historia en la narrativa de Carpentier o el Modernismo en la prosa de José Martí. Otra característica de los buenos escritores: estos reflexionan sobre su trabajo. Y lo hacen, supongo, como los buenos panaderos que en sus cáli- das tahonas cavilarán sobre la consistencia justa de la masa, las temperatu- ras del horno o la conveniencia del ajonjolí para decorar las hoganzas. Y en esa reflexión que todo buen trabajador hace sobre su labor, el escritor pro- duce apostillas a lo propio y a lo ajeno; no trata de comprender totalmen- te el proceso creativo, sabe que eso es imposible; intenta, con modestia, mejorar en el uso de sus herramientas: en el manejo del tiempo, en la cons- trucción de la ficción o en la naturaleza de la enunciación. Hay, finalmente, un tercer acicate para el ejercicio crítico de los narra- dores: su necesidad de fabular, de inventar mundos. Y en los mundos hay libros. Por eso Borges inventa enciclopedias o Lovecraft crea el Necronomi- cón. Y así como los noveladores novelan sobre libros fantásticos, pueden también fabular sobre los que existen; y si lo hacen como Olga Fernández, con tanta sutileza y gracia, los lectores, agradecidos, usaremos sus textos pa- ra navegar, deslumbrados, en la luz descomunal de la creación literaria. Santiago Páez DEMIÁN: el demonio como alter ego Cuando Hermann Hesse murió, el 9 de agosto de 1962, en la puer- ta de su casa de Montagnola, flameaba un letrero con la máxima del sabio chino Meng Heich que decía: Todo hombre tiene derecho a estar a solas con la muerte sin que lo importunen los extraños. Hasta ese momento, la vida del escritor alemán-suizo transcurrió en la atmósfera apacible de su exilio voluntario en Suiza. Incluso la víspera de su deceso a causa de leucemia, paseó por el bosque cercano a su residencia del brazo de su tercera esposa, Ninón, su única compañía. Según el testi- monio de ella, Hesse arrancó una rama seca de un árbol en la que centra- ría esa noche su último poema - “Crujido de una rama”-, luego publicado en su memoria por la Editorial Suhrkamp en un breve cuadernillo sin fi- nes comerciales. Sin embargo, después de escribir casi toda su obra en soledad, este hombre que en 1946 recibió el Premio Nobel por su maestría narrativa -que culminó en Demián, El lobo estepario y El juego de abalorios-, nun- ca sabría que su obra cumpliría una función demoledora al ser redescu- bierta por los jóvenes inconformes de Europa occidental y Estados Unidos que, como él, defendían la paz armados de una extraña espiritualidad con la que aspiraban a transformar el mundo materialista, pragmático y beli- coso, a partir de la honda filosofía subyacente en los libros de esa especie de gurú que una vez sustentó que la violencia es el mal, y la no-violencia, el único camino de aquéllos que han despertado. En su rechazo a la sociedad deshumanizada, inmersa en el apocalip- sis de la guerra, Hesse no sólo buscó refugio en la civilidad de una Suiza neutral, sino en su pasión por la música, la pintura, la naturaleza y el eso- terismo, en las religiones contemplativas del Oriente y en todo aquello que 10 / Sobre autores y personajes lo hizo comprender que fuera de la codicia belicosa, del menosprecio de la vida y del abuso al prójimo, la paz no se resumía a lo militar y a lo político, sino a la de cada hombre consigo mismo y con sus vecinos, a la armonía de una vida llena de sentido y amor. Esa preocupación por los problemas de la interioridad humana se patentiza en su exergo a Demián: Quería tan sólo intentar vivir lo que ten- día a brotar espontáneamente de mí. ¿Por qué había de serme tan difícil? Rebelión de un adolescente Hermann Hesse nació el 2 de julio de 1877. Cuando tenía cuatro años, su padre, misionero radicado con su familia en Kalw, Wurttemberg, afirmó en una carta que su hijo tiene una gran vitalidad, energía de gigan- te, voluntad de hierro y, para sus poquísimos años, una asombrosa manera de razonar. Al final de la misiva se preguntaba adónde iría a parar su hijo por su alto espíritu de dominio, y afirmaba que Dios tenía que poner a trabajar en algo ese espíritu tan gallardo. La preocupación del padre se evidenció posteriormente cuando Hermann fue expulsado de varios colegios debido a su rebeldía ante el injusto castigo de los profesores. Ese algo del que habla el padre fue la pasión por la poesía, que so- brevino al niño a las