La metamorfosis de Inés Suárez en la mirada de Isabel Allende: viaje y modus vivendi en una época de desafíos

Gloria GÁLVEZ-CARLISLE University of California, Los Angeles [email protected] Históricamente, cuando nos referimos a viajeros, específicamente durante la época histórica del descubrimiento y la conquista del Nuevo Mundo, siempre recordamos y mencionamos, entre otros, a Cristóbal Colón, a Diego de Almagro, a Hernán Cortés, a los hermanos Pizarro o a Pedro de en la Conquista de . Pero, ¿cuántos de nosotros podemos nombrar o mejor aún, tenemos conocimiento de mujeres viajeras y sus contribuciones sociales? Para encontrar los equivalentes femeninos, en aquella épo- ca, hay que cavar profundo. Sin embargo, lo cierto es que a través de la Historia las mu- jeres han sido intrépidas viajeras, a pesar de las enormes dificultades, los prejuicios socia- les, lo arduo del viaje y el peligro en sí. Además, ellas enfrentaron enormes prejuicios por abandonar sus obligaciones domésticas. Indiscutiblemente «el viajar era imprudente para una dama»1. Sin embargo, las mujeres no se intimidaron y, en efecto, algunas viajaron. Tal es el caso de Inés de Suárez (1507-1580) española, nacida en Plasencia (Extremadu- ra), que vino al Nuevo Mundo en 1537 y participó, activamente, en la Conquista y Co- lonización de Chile2. Además, esta española desempeñó un papel crucial en la fundación de la ciudad de . Este evento histórico es el lienzo sobre el cual Isabel Allende pinta a uno de los personajes femeninos más memorables. Narrada en primera persona, Inés del alma mía3, describe las vicisitudes y hostilidades su- fridas durante el viaje, tales como el calor, la humedad, la falta de sueño, la suciedad, la es- trechez, la escasa y pésima comida, las enfermedades, el mal humor de los hombres, inclu- yendo un intento de violación, lo que contribuyó al purgatorio que fue la travesía (Inés pp. 63, 71-72)4. Sin embargo, esta obra no intenta ser solamente un testimonio de la valentía y espíritu de sobrevivencia de ésta y otras intrépidas mujeres viajeras sino, más importante aún, refleja las ideas de Allende respecto a la oportunidad de crecimiento personal que el viaje

1 Referente a la intersección entre viaje y privilegio de género en el sentido de ser una actividad esencialmente masculina en la época de la Conquista y la Colonia, véase: Sara MILLS, Discourse of Difference: An Analysis of Women’s Travel Writing and Colonialism, New York, Routledge, 1991 y Mary Louise PRATT, Imperial Eyes: Travel Writing and Transculturation, 1992. 2 Se ignora con certeza cuántas mujeres españolas corrieron la aventura de venir al Nuevo Mundo durante la época de la Conquista y la Colonia. Una de ellas fue Inés de Suárez, pero muy poco se sabe de su vida en España, excepto que nació en Plasencia, provincia de Extremadura en 1507 y que provenía de una familia de escasos recursos económicos (Diccionario histórico de Chile, 295). Stephanie MERRIM, en su tratado Early Modern Women’s Writing and Sor Juana Inés de la Cruz, Nashville, Vanderbilt University Press, 1999, pp. 3-29, se refiere detalladamente a Catalina de Erauso (1592- 1650), la «irreverente e incorregible» española que participó como soldado (ganándose el título de Alférez) en varios pa- íses del Nuevo Mundo. En Chile, al igual que Inés de Suárez, intervino en las batallas contra los araucanos. Pero, de ca- rácter y temperamento completamente diferente al de Inés, su vida tomó un rumbo totalmente opuesto. Ernesto FITTE, en su monografía Hambre y desnudeces en el Río de la Plata, Buenos Aires, Academia Nacional de la Historia, 1980, p. 122, menciona a Mencía Calderón, María Sánchez, Elvira Gutiérrez, Catalina Pérez (al servicio de Mendoza), María Dávila (la manceba del adelantado), Elvira Pineda (criada de Juan Osorio) e Isabel de Guevara (que se declaraba casada con Pe- dro Esquivel), grupo que vino a la Argentina en una expedición al Río de la Plata. Kathleen Ann MYERS en Neither Saints nor Sinners: Writing the Lives of Women in Spanish America, New York, Oxford University Press, 2003, al referirse a este punto opina que la falta de alusión y conocimiento de mujeres viajeras durante este período ocurre, no porque no exitieran, sino debido a que los cronistas no se preocuparon de rescatar sus nombres para la posteridad. 3 Isabel Allende, Inés del alma mía, New York, HarperCollins, 2006. Todas las citas posteriores provienen de esta edición. 4 David COOK, Born to Die: Disease and New World Conquest 1492-1650, Cambridge, Cambridge UP, 1998. La metamorfosis de Inés Suárez en la mirada de Isabel Allende: viaje y modus vivendi  ofrece en una época en que las mujeres estaban relegadas a los quehaceres domésticos, en- fatizando y trazando la transformación e influencia de esta atrevida y valerosa mujer. Por lo tanto, exploraré la importancia del viaje desde dos perspectivas: la histórica del fenómeno de la Conquista y Colonización de Chile y la de evolución personal de la protagonista. El motivo del viaje, abanico heterogéneo en el que se despliegan todas las modalida- des –el viaje mítico, el viaje al pasado o al futuro, el viaje del sueño, el viaje del exilio– ha sido tema fundamental en la Literatura Hispanoamericana, desde Colón y los Cro- nistas hasta las novelas contemporáneas. Sin embargo, en relación a las novelas históricas latinoamericanas uno de los aspectos más fascinantes de éstas, es el entrecruzamiento de- liberado de hechos históricos y la reconstrucción imaginaria del escritor. Por lo tanto, lo que caracteriza a este tipo de novelas es su naturaleza híbrida. Así, la novela histórica con- lleva la noción de que en el discurso historiográfico de estas narraciones no existe una sola verdad de los sucesos históricos narrados, sino más bien una serie de versiones des- de diferentes perspectivas5. El esfuerzo de revisitar el evento de la Conquista y Colonización del Nuevo Mundo dio origen a una vastísima producción literaria que comienza en el siglo diecinueve con Xicotén- catl (México, 1826) considerada la primera novela histórica hispanoamericana del período de la Conquista. De autor anónimo, narra el encuentro del rey de Tlaxcala con Hernán Cortés6. Desde entonces hasta nuestros días, aquella tradición histórica, ha sido el fundamento de un numeroso cuerpo de novelas, ensayos, obras teatrales y películas7 aunque, como Aníbal Gon- zález Pérez observa, entre 1898 y 1968 la novela del período colonial tuvo una posición mar- ginal en comparación al auge del ensayo8. No obstante, en la época del Boom y post-Boom (1960-2000), la novela vuelve a resurgir como tendencia dominante en la literatura hispano- americana. Pero a diferencia de la novela histórica tradicional, la nueva novela histórica latinoa- mericana9, si bien continúa cimentándose en las crónicas coloniales, trasciende dicho período y reescribe la historia respondiendo a preocupaciones socio-políticas contemporáneas. En

5 Lubomir DOLEZEL, “Truth and Authenticity in Narrative”, en Poetics Today, 1.3 (1980), pp. 7-25. Véase también Viviana PLOTNIK, “Postmodernity, Orphanhood, and the Contemporary Spanish American Historical Novel”, en A Twice-told Tale: Reinventing the Encounter in Iberian/Iberian American Literature and Film, eds. Santiago Juan NAVARRO and Theodore Robert YOUNG, Newark, University of Delaware Press, 2001, pp. 36-46. Hayden WHITE en su iluminador artículo “The Politics of Historical Interpretation: Discipline and Desublimation”, en Critical Inquire, 9 (1982), pp. 113- 137, sostiene que aún la Historia (con mayúscula), en sus niveles más complejos de conceptualización, está «inevitable- mente teñida y distorcionada por el acto poético» del historiador. 6 Kimberly S. LÓPEZ, Latin American Novels of the Conquest. Reinventing the New World, Columbia, University of Mis- souri Press, 2002, p. 4. 7 Mark A. HERNÁNDEZ, Figural . Rewriting the New World’s Discovery and Conquest in Mexican and River Plate Novels of the 1980s and 1990s, Lewisburg, Bucknell University Press, 2006. LÓPEZ, Latin American Novels cit. 8 Entre los importantes ensayos asociados al tema de los orígenes y de la identidad hispanoamericana, recuérdense: Vi- sión de Anáhuac (México, 1917) de Alfonso Reyes, De la Conquista a la Independencia (Venezuela, 1944) de Mariano Pi- cón Salas, Historia de la cultura de la América Hispánica (República Dominicana, 1947) de Pedro Henríquez Ureña y La ex- presión americana (Cuba 1957) de José Lezama Lima. Sobre este punto véase Aníbal GONZÁLEZ PÉREZ, “Imágenes de la Conquista y la Colonia en la novelística hispanoamericana: Notas para una interpretación”, en Revista de Estudios Hispá- nicos, San Juan, Puerto Rico, 19 (1992), pp. 431-448. Referente a las razones de exclusión o inclusión mínima de mu- jeres ensayistas en antologías y en syllabi de cursos sobre el ensayo latinoamericano, véase el incisivo artículo de Mary Louise PRATT, “Don’t Interrapt Me’: the Gender Essay as Conversation and Countercanon” en Disciplines on the Line: Feminist Research on Spanish, Latin American and U.S. Latina Women, eds. Anne J. CRUZ, Rosilie HERNÁNDEZ-PECORA- RO y Joyce TOLLIVER, Newark, Juan de la Cuesta, 2003, pp. 189-205. 9 Seymour MENTON, Latin America’s New Historical Novel, Austin, University of Texas Press, 1993. Fernando AÍNSA, “La reescritura de la historia en la nueva narrativa hispanoamericana”, en Cuadernos Americanos, 28 (1991), pp. 13-31. María Cristina PONS, La novela histórica de fines del siglo XX, México, Siglo XXI, 1996.  Gloria GÁLVEZ-CARLISLE efecto, importantes novelas como: Terra Nostra (1975) de Carlos Fuentes, El otoño del patriarca (1975) de Gabriel García Márquez, El arpa y la sombra (1979) de Alejo Carpentier, Las anda- riegas (1983) de Albalucía Ángel, Lo impenetrable (1984) de Griselda Gambaro y Síndrome de naufragios (1984) de Margo Glantz, utilizando innovadoras estrategias creativas, crean narracio- nes que trascienden significativamente tal período. Otra tendencia de la nueva novela históri- ca hispanoamericana ha sido la de ensamblar múltiples tiempos, alternándose pasado, presen- te y futuro al unísono. Tal es el caso de novelas mexicanas recientes: La leyenda de los soles (1993) de Homero Aridjis y Cielos de la tierra (1997) de Carmen Boullosa entre otras10. Y, formando parte de un proceso más amplio, otros escritores latinoamericanos han decidido utilizar el mar- co histórico del período colonial para establecer comparaciones entre la conquista y formas de opresión contemporáneas11. Entre las novelas de este tipo, que incorporan figuras y períodos en siglos posteriores al de la conquista, podemos mencionar Yo el Supremo (1974) de Augusto Roa Bastos, La guerra del fin del mundo (1981) de Mario Vargas Llosa, Noticias del imperio (1987) de Fernando del Paso y El general en su laberinto (1989) de Gabriel García Márquez. Isabel Allende en Inés del alma mía (2006) también retoma como punto de partida la tra- dición del marco histórico del período colonial: «Ésta es una obra de intuición, pero cual- quier similitud con hechos y personajes de la Conquista de Chile no es casual» (Inés, prefa- cio) hábilmente nos advierte. Pero, a diferencia de las obras previamente citadas, su novela, ingeniosamente reescribe el evento histórico desde la perspectiva de una mujer12. Allende, en contraposición a la tendencia existente en esa época, de privilegiar la perspectiva mascu- lina de la Historia, silenciando las voces femeninas indígenas y de mujeres europeas que vi- nieron al Nuevo Mundo, debido a que «los cronistas rara vez se dieron a la tarea de registrar sus nombres para la posteridad»13, recupera la memoria de la viuda Inés de Suárez. Otra di- mensión diferente es la de imponer su propia visión del período, creando una autobiografía supuestamente escrita por la viuda. Así, la autora-narradora (Isabel Allende) asume la pri- mera persona cumpliendo un proceso de identificación con el personaje histórico (Inés de Suárez). Consecuentemente, la novela presenta una combinación de elementos históricos y biográficos ficcionalizados. Esta estructura de la novela sirve de vehículo para garantizar la verosimilitud de lo narrado e imparcialidad en el mensaje del discurso, añadiendo un tono veraz y convincente. De esta forma la novela es la petite histoire dentro de la gran experien- cia histórica oficial del suceso de la Conquista de la región andina del Nuevo Mundo. En relación a la perspectiva histórica la consulta meticulosa de una vasta bibliografía del perío- do y varios años de investigación por parte de la escritora14, trata de evitar todo desajuste his- tórico que pudiera constituir un elemento de confusión para los lectores. No obstante, no podemos desconocer que el esfuerzo de Allende por ofrecer un informe equilibrado e im- parcial del evento histórico se vea teñido por la interpretación personal y la capacidad crea- dora de la escritora, atributos artísticos incuestionables de Isabel Allende. Basándose, principalmente, en la fundamental Historia general de Chile (1884) y Cróni- ca del reino de Chile (1865)15, Inés del alma mía se divide en seis capítulos en los que cada

10 LÓPEZ, Latin American Novels cit., p. 5,7-8. 11 MENTON, Latin America’s cit., p. 27. Elzbieta SKLODOWSKA, La parodia en la nueva novela hispanoamericana (1960-1985), Amsterdam, Benjamins, 1991, pp. 6-22. HERNÁNDEZ, Figural Conquistadors cit., pp. 56-82. 12 Cabe señalar que Elena Poniatowska y Laura Esquivel previamente usaron la innovadora perspectiva feme- nina en Hasta no verte Jesús mío (1969) y en Como agua para chocolate (1990) respectivamente. 13 LÓPEZ, Latin American Novels cit., pp. 9-10. 14 Allende, Inés cit., pp. 365-66. 15 Diego BARROS ARANA, Historia general de Chile, Santiago, R. Jover, 1884. Pedro MARIÑO DE LOVERA, Cró- nica del reino de Chile, Santiago, Imprenta del Ferrocarril, 1865. La metamorfosis de Inés Suárez en la mirada de Isabel Allende: viaje y modus vivendi  uno registra, en forma cronológica, diferentes épocas, fases y circunstancias relacionadas con la Conquista y Colonización de Chile, delineando los efectos de ésta y estableci- miento de los colonos: Europa, 1500-1537; América, 1537-1540; Viaje a Chile, 1540- 1541; Santiago de la Nueva Extremadura, 1541-1543; Los años trágicos, 1543-1549; y La guerra de Chile, 1459-1553. El primer capítulo se refiere a las circunstancias que lle- varon a Inés de Suárez a viajar al Nuevo Mundo. El segundo, fechado 1537-1540, alu- de a la llegada de con otros soldados a Venezuela y la región caribeña, completamente desprevenidos y frustrados por la naturaleza hostil de la jungla del lugar. Desde el tercer capítulo hasta el último, Inés narra, en detalle, la epopeya de la Conquista y colonización de Chile, las vicisitudes que marcaron esta magna empresa, la fundación de Santiago y subsecuentes planes del para reconstruir la destruida ciudad por el ataque de los , sus sucesivas expediciones hacia el Sur (hasta la región del Bío-Bío) en la conquista de la Araucanía, escenas todas ellas caracterizadas por horren- das muertes, degüellos, incendios y espantable guerra perpetuando el ciclo de tiranía y sacrificio. Las atrocidades cometidas por los españoles durante la Conquista de Chile se sintetiza en la horrenda muerte de Pedro de Valdivia: el más odiado enemigo, la encarnación de todos los abusos y crueldades infligidas al pueblo ma- puche. [Los enardecidos indios] no habían olvidado los miles de muertos, los hombres quemados, las mujeres violadas, los niños reventados, los centenares de manos que se llevó el río, los pies y las narices cercenados, los látigos, las cadenas y los perros (pp. 359-360) Ha sido una constante en la narrativa de Isabel Allende la de forjar figuras femeninas fuertes, capaces de transformar su marco opresivo, sean éstas madres, hijas o hermanas, como ocurre en La casa de los espíritus (1982) y Paula (1994) o mujeres solas como Eva, Belisa Crepusculario e Inés Suárez, en Eva Luna (1987), “Dos palabras” de su colección Cuentos de Eva Luna (1990) e Inés del alma mía (2006) respectivamente, reflejando en sus novelas y cuentos un sentido de poder femenino el que, junto con su extraordinario op- timismo y creatividad, marca su producción con un sello inconfundible. Si comparamos Eva Luna, previa novela en la vena autobiográfica, con Inés del alma mía, claramente ve- mos grandes similitudes entre las personalidades, experiencias y aprietos (en diferentes contextos históricos: Venezuela y Chile) por los que tienen que pasar las protagonistas. En ambas novelas, Allende implica que las protagonistas, al igual que muchas mujeres la- tinoamericanas hoy en día, deben esforzarse y luchar arduamente para superar la extre- ma pobreza y acceso limitado a la educación a que están condenadas. Como resultado, los personajes centrales de estas novelas, semejantes a muchas mujeres en la vida real, se ven obligadas a utilizar su ingenio y capacidad creativa para sobrevivir. Así, Inés gradual- mente evoluciona, desde «una pobre costurera analfabeta en España» a una mujer culta, no sólo con poder económico y social sino también político, a la par del poder político de Pedro de Valdivia. Si éste es el «fundador» de Chile, Inés Suárez, por ser testigo y par- ticipante en la ocupación española del territorio chileno, durante el período colonial, es la «fundadora». Como indiqué al comienzo de este ensayo, el viaje, eje compositivo de la novela, es también de vital importancia en el proceso de evolución personal y creación de la nue- va identidad de Inés Suárez. Sostengo que la dinámica del viaje crea las condiciones pro- picias para el proceso de transformación e influencia de esta valerosa y atrevida mujer, el que le permite subvertir las limitaciones de una sociedad patriarcal y las del espacio do- méstico al que ha sido sometida. Es un viaje que revela una profunda metamorfosis per- sonal, en el sentido de descubrimiento y auto-afirmación.  Gloria GÁLVEZ-CARLISLE

La novela empieza en la senectud de Inés, alrededor de los setenta años, y retrospec- tivamente rememora su vida. Se constata que, inicialmente, Inés viaja al Nuevo Mundo por una razón personal: la búsqueda de su marido Juan de Málaga, para cerciorarse de que ha muerto en la batalla de Las Salinas, «endeudado por el juego y debilitado por el vicio de las mujeres y el vino» (p. 96). Sin ningún motivo ni recursos económicos para regresar a España decide quedarse. España es el pasado: Chile, el futuro. En aquella época, «las mujeres españolas en el Nuevo Mundo, todavía se contaban con los dedos. Eran esposas o hijas de soldados y no se sabía de ninguna que hubiese llegado sola» (p. 98). A diferencia de ellas, Inés viaja sola y, como no desciende de una clase so- cial privilegiada ni de conquistadores españoles de pura cepa, no posee ni dote ni he- rencia. Tampoco sus antepasados españoles la dejaron en una posición de poder, por lo tanto, tiene que ascender socialmente por sus propios esfuerzos. En este viaje progresivo de autocreación, Inés es un agente activo. En el proceso de aprendizaje, las dificultades sufridas se convierten en una experiencia transformadora de la identidad del sujeto. Así, primero aprende a leer y a escribir bajo la tutela de su confesor Rodrigo González Mar- molejo; luego a hablar la lengua quecha, mientras se ganaba la vida con los oficios que conocía: «coser, cocinar, componer huesos y curar heridas» (p. 93) y, como mujer gue- rrera, vestida de soldado debido a las circunstancias, ayuda a defender la ciudad de San- tiago del devastador ataque del pueblo . Al paso de los años, Inés se labra una vida cómoda y respetable llegando a ser una de las personas más importantes en la colo- nia. Participa activamente en labores de la vida cotidiana dentro y fuera del hogar: orga- niza fiestas sociales y celebraciones religiosas para la comunidad, trabaja como enferme- ra, curando a los heridos del desangramiento y la podredumbre y organiza un diminuto hospital, ayudada por sus indias y protegida por algunos yanaconas leales; también, actúa como árbitro en asuntos públicos y su opinión y consejo es, muchas veces, solicitado por los regidores16. Superando las restricciones sociales, religiosas y de género impuestas por su sociedad, adquiere poder, autoridad y control social. Su solvencia económica, resul- tado de sus dotes de buena administradora de sus bienes, además de las tierras y fortuna heredada de su segundo esposo, el gobernador don Rodrigo de Quiroga17, la sitúan en una posición privilegiada en comparación a otras mujeres de su tiempo. Su sentido de solidaridad la lleva a ayudar económicamente a doña Marina (la viuda de Pedro Valdivia) en su vejez; a Catalina, su fiel sirvienta quechua y a Cecilia (la princesa inca) su amiga y confidente. Y, en un esfuerzo de sobrevivencia comunal, instruye a las mujeres indígenas acerca de como sacar provecho en sus transacciones en el mercado, En cuanto a los lazos sentimentales, la novela arraiga en el afán de celebrar su relación con el ser más importante e influyente en su vida, Pedro de Valdivia: Con Pedro de Valdivia viví un amor de leyenda, y con él conquisté un reino […] Al salir de la ciudad [el Cuzco], a plena vista del marqués gobernador, su séquito, el obispo y la población de la ciudad que nos despedía, Pedro me llamó a su lado con voz clara y desafiante. -¡Aquí, conmigo, doña Inés Suárez!– exclamó, y cuando me adelanté a los soldados y oficiales pa- ra colocar mi caballo junto al suyo, agregó en voz baja-: Nos vamos para Chile, Inés del alma mía… (p. 106, p. 138) A diferencia de la mayoría de los conquistadores «unos cojos, otros mancos, otros sin orejas, sin ojos o marcados por horrendas cicatrices»18 físicamente, Pedro de Valdivia, era

16 Allende, Inés cit., pp. 184-221. 17 Allende, Inés cit., pp. 287, 303, 305, 333. 18 Lucía GÁLVEZ, Mujeres de la Conquista, Buenos Aires, Planeta, 1990. La metamorfosis de Inés Suárez en la mirada de Isabel Allende: viaje y modus vivendi 

«un hombre entero, sin duda un lujo en las Indias» (p. 115). Además, Inés lo describe co- mo uno de los hombres más íntegros y valientes entre los que vinieron al Nuevo Mun- do y lo juzga como un brillante estratega militar cuya obligación, a diferencia de otros, fue «luchar junto a los suyos [para] alcanzar la gloria, que hasta entonces le había sido es- curridiza» (p. 81). Puesto que en Chile no había oro en abundancia ni incalculables te- soros como en el Perú, «gloria, siempre gloria, ése fue el único norte de su destino» (p. 82), cualidades que contrastan con el carácter de Diego de Almagro, Francisco Pizarro, Hernán Cortés y el de muchos otros, conocidos por su extrema crueldad, despotismo y tiranía y que, «encandilados por el brillo del oro», se convirtieron en símbolos de las atro- cidades cometidas durante la conquista del Nuevo Mundo. Así, sus nombres se añadie- ron a los de la lista que configuró la leyenda negra del colonialismo español y que fue am- pliamente difundida y arduamente criticada a partir de la publicación de la Brevísima re- lación de la destrucción de las Indias (1552)19, de Bartolomé de las Casas. Inés vive feliz con Pedro de Valdivia hasta el momento del juicio del conquistador, en Lima, en noviembre de 1548. Se le acusa de haber desobedecido las órdenes del rey Car- los V y de haberse apoderado de bienes y dinero reales, cargos que niega rotundamen- te. A pesar de probar su inocencia, la historia oficial enfatiza que Pedro de Valdivia, a cambio de su libertad y de su confirmación como gobernador, debió romper su relación con Inés, ordenándosele traer a Chile a su mujer Marina Ortíz, la que sólo llegó después de su muerte en 155420. Otras versiones hacen hincapié en una serie de eventos exclui- dos de la historia oficial y mantienen que Valdivia traicionó a Inés y ésta es la versión más cercana a la reportada en la novela: «Es cierto que me traicionó y conmigo fue cobarde [afirma Inés], pero hasta los hombres más íntegros y valientes suelen fallarnos a las mu- jeres» (p. 82). A ella se le dan dos opciones: regresar a España o casarse en el Nuevo Mun- do. Inés opta por la segunda alternativa y, en 1549, contrae matrimonio con el capitán Rodrigo de Quiroga, leal compañero de Valdivia y fiel amigo de ambos, matrimonio fe- liz que perduró por treinta años. Viuda del excelentísimo gobernador don Rodrigo de Quiroga (cargo otorgado por Valdivia antes de su partida al Sur, donde fue asesinado), esta extraordinaria anciana se mantuvo ocupada con obras de caridad, administrando sus tierras, ayudando a los necesitados y cuidando a los indios bajo su cargo, hasta su muer- te ocurrida en Santiago de Chile en 1578, a los setenta y tres años21. Debo agregar que en Chile se le recuerda por sus virtudes y heroísmo y existe un parque en Providencia, Santiago, que lleva su nombre. Isabel Allende, al recordar y honrar la memoria de Inés de Suárez está, implícitamen- te, recordando y honrando la memoria de otras intrépidas mujeres del pasado (las solda- deras en México durante la revolución mexicana o las que participaron en la guerra ci- vil española). Estas, como agentes de cambio (se puede sostener) forjaron el camino pa- ra otras –las mujeres de la plaza de Mayo en Argentina, las de Chile, las de Nicaragua, Guatemala y El Salvador y tantas más perdidas en el anonimato– en las que, el compro- miso socio-político ha sido su lucha prevalente. Allende, consciente del valor de la pala- bra como una poderosa herramienta para promover cambio, una vez más, concibe un discurso transgresor de códigos socio-culturales en relación al espacio femenino, cons- tante, no sólo de esta novela, sino de toda su producción literaria.

19 Bartolomé de las CASAS, Brevísima relación de la destrucción de las Indias, Madrid, Cátedra, 1982. 20 BARROS ARANA, “Sentencia, Proceso de Pedro de Valdivia”, en Obras completas, VII, Imprenta Cervantes, 1909, pp. l38-203. Ida Stevenson Weldon VERNON, Pedro de Valdivia, Conquistador de Chile, Austin, University of Texas Press, 1946, pp. 140-148. 21 Gustavo OPAZO, “Inés Suárez”, en Boletín de la Academia Chilena de Historia, 16 (1941), pp. 141-155.  Gloria GÁLVEZ-CARLISLE

Dentro del contexto histórico de la prevalente ideología del mestizaje del Nuevo Mundo, la unión de Cecilia, la princesa inca, con el oficial español Juan Gómez, repre- senta la síntesis de elementos españoles e indígenas y es, también, reminiscente de otra pareja histórica, Cortés y la Malinche. Pero, en contraposición al vínculo anterior, el de Cecilia y el oficial español se cimenta en un amor genuino, no en una unión de subyu- gación y violación de la gente indígena, como se representa en el mural de José Cle- mente Orozco, Cortés y la Malinche (1926) o en la visión, mucho más condenatoria, de Octavio Paz en El laberinto de la soledad. Al revalorar el complejo legado cultural hispánico, no podemos desligarnos de re- pensar la noción de identidad latinoamericana. En vez de continuar el candente debate de si debemos considerar la Conquista y Colonización del Nuevo Mundo como un evento de celebración o como un suceso lamentable y deplorable, sino más bien debe- mos repensar y re-evaluar el complejo legado cultural hispánico. Al hacerlo, es obvio que en el contexto de la conquista e invención de las Américas ya no podemos defender la noción de una identidad pura y reconocer que lo que marca nuestro tiempo es el hecho de que somos el resultado de hibridaciones, mixturas interculturales –Blanco, Indio, Ne- gro, Mulato, Mestizo–22, celebración de las diferencias en un mundo multicultural y plu- rinacional.

Resumen: Inés del alma mía (2006), la reciente novela de Isabel Allende, explora el papel crucial y decisivo que la espa- ñola, Inés de Suárez (1507-1580), desempeñó durante el período de la Conquista y Colonización de Chile. Este ensayo analiza la extraordinaria importancia del viaje desde dos perspectivas: la del acontecimiento histórico y la de evolución personal de la protagonista, enfatizando la transformación e influencia de esta valerosa y atrevida mujer. Este evento his- tórico es el lienzo sobre el cual Allende pinta uno de sus personajes femeninos más memorables. Palabras clave: Conquista, Colonización, Chile, identidad, Inés de Suárez, Isabel Allende, viaje. Abstract: Inés of My Soul (2006), a recent novel of Isabel Allende, explores the crucial and decisive role that the daring Spanish peasant, Inés de Suárez (1507-1580), played during the Conquest and Colonization of Chile. This article analy- ses the extraordinary importance of her journey from two perspectives: the historical event itself and the personal evolu- tion of the protagonist emphasizing the transformation and influence of this valiant and savvy woman. On this tapestry Allende portrays one of her most memorable feminine characters. Keywords: Conquest, Colonization, Chile, identity, Inés de Suárez, Isabel Allende, travel.

22 Hill ASHCROFT, Gareth GRIFFITHS and Helen TIFFIN, Key Concepts in Post-Colonial Studies, London, Rou- tledge, 1998, pp. 118-121.