La Juventud Católica Y La Revolución Mejicana, 1910-1925
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BX8I5 Digitized by the Internet Archive in 2014 https://archive.org/details/lajuventudcatoliOOrius LA JUVEHTVD CATOLICA Y LA REVOLUCION MEJICANA OBRAS DEL AUTOR Ilusiones, poesías, mcmxxxviii. Horizontes Interiores, poesías, mcmxlvi. De don Porfirio a Plutarco, Historia de la ACJM, mcmlviii. El Retrato de Ovalito, cuentos, mcmlex. Méjico Cristero, Historia de la ACJM, 1925 a 1931, mcmlx. Las Confidencias de mi Joven yo, mcmlxiii. La Juventud Católica y la Revolución Mejicana. 1910-1925, mcmlxiii. Próximas a publicarse: Palabras de Hispanidad, ensayos. 27 de septiembre, historia. NOV ANTONIO RIUS FACIUS g La Juventud Católica y la Revolución Mejicana 1910 - 1925 •ALIOSVF.NTOS- •V1DI • ALIASQUE- •PROCELLAS- EDITORIAL JUS. MEJICO, 1963 Derechos Reservados © por el autor. PRIMERA EDICION Febrero de 1963.—2,000 ejemplares en chebuco y 50, numerados, en córsican. EDITORIAL JUS, S. A. Plaza de Abasólo 14, Colonia Guerrero, México 3, D. F. Presentes en mi corazón: Amalia, mi esposa, y Antonio, Fernando, Amalia, María de Lourdes, Alfredo, y Miguel Angel, mis hijos. NOTA EXPLICATIVA En el año de 1958 apareció, publicada por la Editorial Jus, S. A., mi obra De Don Porfirio a Plutarco, primera edición de la Historia de la Aso- ciación Católica de la Juventud Mejicana, comprendida entre los años de 1911 a 1925, en la cual di a conocer la fundación y desaparición de varios grupos locales, lo que en ellos se hacía y quiénes los integraban; datos to- mados de los informes rendidos en los consejos de la Asociación o direc- tamente al Comité General. Sin embargo, aun en este aspecto, padecía el libro de muchas lagunas, por ser imposible e impropio en un texto sobre historia transcribir todas las minucias de los Grupos y Uniones Diocesanas. Al agotarse la edición de dicha obra, pedí, y obtuve de viejos y cono- cedores acejotaemeros, valiosas rectificaciones y aclaraciones; revisé nue- vamente el insustituible archivo del Comité Central de la ACJM, y con- sulté varias obras desconocidas por mí anteriormente. Eliminé todos los hechos repetidos, informaciones locales y noticias que me parecieron de escaso interés, y añadí importantes sucesos para facilitar la mejor com- prensión de la trayectoria histórica de la juventud católica durante los agitados años de la Revolución Mejicana. De todo ello resultó un libro distinto en su estructura y contenido, aun- que conservé algunos textos del antiguo trabajo y la doctrina de la ACJM elaborada por su ilustre el P. fundador R. Bernardo Bergoé'nd, S. J., y los Consejos Federales, Provinciales, Arquidiocesanos y Diocesanos de la Aso- ciación. No puede entenderse el heroico comportamiento del pueblo católico, 9 durante los años cruentos de la persecución religiosa, si se desconoce el ori- gen e integración de esa sublime juventud que en las filas de la ACJM recibió lecciones e impulsos de audacia divina para luchar, hasta el mar- tirio', por Dios y por la Patria. Tal es la razón y motivo de este nuevo libro. Antonio Ríus Facius 10 1 ANTECEDENTES HISTORICOS Origen y desarrollo del liberalismo en Méjico.—La juventud porfirista.— Reacción social de la Iglesia. Origen y desarrollo del liberalismo en Méjico Cuando en el siglo xvi la corona española, ceñida a las sienes de Carlos V, extiende su imperio a los vastos territorios del Nuevo Mundo, rendidos a los conquistadores y ganados para la civilización cristiana por frailes an- dariegos, un agustino de costumbres licenciosas llamado Martín Lutero siembra, en su nativa Alemania, la cizaña venenosa de la rebeldía eclesiás- tica, cuyas consecuencias habrían de ser funestas para la humanidad. El protestantismo, al desbordarse de los límites religiosos, invade el cam- po político y se transforma en la doctrina social que, a mediados del siglo xvn, destruye tradiciones y gobiernos en Europa, donde el excesivo po- der de los monarcas ha crecido en proporción directa a la disminución de la autoridad eclesiástica. Este desequilibrio provoca un descontento po- pular que se traduce en sangrientas revoluciones. Un nuevo y poderoso instrumento para implantar el liberalismo se crea en Inglaterra el año de 1717 al establecerse la Gran Logia de Londres, tras de la cual surgen nuevas y poderosas organizaciones masónicas en las principales capitales de Europa. Todo movimiento social reclama un filósofo que lo interprete, y aparece, poseedor de indiscutible talento, una figura que habrá de trastrocar los conceptos humanísticos de las relaciones humanas, al resumir, modificar y presentar las teorías expuestas por sus numerosos predecesores. Este filó- sofo es francés, nace en 1712 y se llama Juan Jacobo Rousseau. Predica el regreso a la naturaleza, es decir, a las relaciones primitivas del hombre 11 , dentro de las normas variables que imponen las circunstancias. Niega que haya verdades absolutas y afirma que los individuos deben acatar los dic- tados de su propia y omnímoda voluntad, limitada solamente por un con- trato que proteja los derechos de los demás. Esas teorías, antítesis de las que establecen el justo equilibrio social, sostenido por una jerarquía de valores humanos por todos reconocidos y aceptados, deforman los conceptos tra- dicionales que de la libertad y autoridad se han tenido hasta entonces en el occidente. D'Alambert y Diderot publican en París, de 1751 a 1765, la voluminosa "Enciclopedia", arma poderosa de aquella filosofía. Y la Revolución Fran- cesa, durante diez años sangrientos (1789-1799), sacude la conciencia universal. Los principios preconizados por el positivismo liberal repercu- ten en toda Europa. España no puede escapar a esta corriente de opinión, que se traduce en corruptelas cortesanas que alcanzan a la Real Familia y provocan los pri- meros síntomas de intranquilidad social, que culminan con la invasión de las tropas napoleónicas y la suplantación en el trono de Fernando VII por José Bonaparte. Gobierno y gobernados de la Nueva España, celosos guardianes de los derechos al trono del monarca prisionero, conspiran para defenderlos con- tra la ambición de posibles usurpadores, y entonces, en forma osada y precipitada, se lanzan a la lucha los primeros insurgentes. Ante las vanas promesas sintetizadas en los postulados de libertad, igual- dad y fraternidad, adobados conveniente e interesadamente en las logias masónicas, nacen aquellos movimientos emancipadores, a los que se opo- nen no sólo los funcionarios de las provincias del Imperio Español -—entre los que hay no pocos simpatizadores de las novedosas doctrinas liberales— sino la masa popular no contaminada aún por la esencia anárquica del jacobinismo. La acción violenta de los primeros caudillos, quienes por falta de una clara visión de la realidad histórica que viven, no pueden unificar sus propósitos ni formular un programa de adecuadas soluciones político so- ciales, hace fracasar los primeros intentos para emancipar la Nueva Es- paña del gobierno de la metrópoli, y perecen en la demanda sus entusiastas iniciadores. Más acertado está Agustín de Iturbide en la proyección de la empresa que, sin graves quebrantos, da a Méjico su independencia política, reci- bida con júbilo general al considerársele, en sí misma, remedio suficiente para aliviar todos los males que afligen a la nación. El Libertador sintetiza en tres garantías esenciales el programa de su 12 religión católica como gobierno : Unión entre todos los habitantes del reino ; única admitida por el Estado, e independencia política de cualquiera na- ción del universo. Una de las bases del Plan de Iguala es la referente a la conservación del gobierno monárquico, que habría de ser puesto en manos de un miembro de la casa reinante de España. Pero los Borbones se niegan, no sólo a en- viar el monarca solicitado, sino a reconocer la consumada independencia mejicana, cosa que contribuye al desorden que sobreviene al derrocamien- to de Iturbide, consumado por ingratos y ambiciosos que se dejan seducir por Joel R. Poinsett, agente de los Estados Unidos, quien se vale de las logias masónicas para consumar los nefastos propósitos de su país contra la soberanía de Méjico. Un triunvirato forma el Supremo Poder Ejecutivo que convoca a un nuevo Congreso Constituyente; éste proclama, el 4 de octubre de 1824, un texto constitucional que es adaptación del que, en Norteamérica, une las dispersas colonias, mientras aquí desintegra la unidad nacional, como conviene a los intereses de los anglosajones. Bajo la agitada presidencia de Guadalupe Victoria, se multiplican las lo- gias yorkinas y surgen los primeros síntomas del gran desgarramiento espiri- tual, que empieza a cristalizarse cuando, a consecuencia de una revolución, sube al poder Antonio López de Santa Anna y lleva a la vicepresidencia a Valentín Gómez Farías, cerebro ejecutor de las consignas masónicas que determinan un cambio en la estructura social de Méjico. En ausencia de Santa Anna, promulga, en diciembre de 1833, las primeras leyes para hacer intervenir al poder civil en el gobierno eclesiástico. Los obispos se oponen a la indebida intromisión y algunos de ellos sufren destierros y privaciones. Se suceden alternativamente variados sistemas de gobierno; el novedoso y absurdo sistema federal cede el paso a la república centralista. La proli- feración de partidos políticos en los que se rinde culto a la personalidad, más dividen a los mejicanos y los hacen presa fácil de las ambiciones de sus vecinos anglosajones, quienes les arrebatan la mitad del territorio que había sido de la Nueva España. A la Iglesia se le priva de sus recursos económicos empleados en la beneficiencia y la educación. La situación angustiosa del país llega a su punto álgido cuando Lucas Alamán, el gran estadista que lucha contra la ceguera de sus conciudadanos, da la voz de alarma en las páginas aleccionadoras de su "Historia de Méjico" de cuyo ". prólogo, escrito en 1849, son estas frases angustiosas: . .si los males hu- biesen de ir tan adelante que la actual nación mejicana, víctima de la ambición extranjera y del desorden interior, desaparezca para dar lugar a otros pueblos, a otros usos y costumbres que hagan olvidar hasta la lengua 13 : ." 2 castellana en estos países.