Muerte Súbita De Un Amor Relato Corto Wale21
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Muerte súbita de un amor Relato corto Wale21 A cristo por darme fuerzas…A mis padres porque a pesar de todo siempre estuvieron allí. Espero este sea el primero de muchos. Encarcelada, mintiéndose a si misma sobre lo que había hecho, la culpa la tenia ensimismada viviendo recluida en cuatro paredes que ella misma se había impuesto, respiraba cada día con mas dificultad, sabia en el fondo que la deshidratación la podía, pero no quería salir de allí, eso implicaría afrontar la realidad, tres días, nueve horas, y treinta minutos, la separaban del mundo real, recluida en una gastada cama, en la que tan feliz había sido, y que ahora ahogaba toda su nostalgia, que resguardaba su dolor, con tanta impasividad como cuando lo que derramaba sobre ella era felicidad, pero no importaba allí estaban sus recuerdos, lo bonito y lo irrecuperable, no había salida solo restaba recordar, y los recuerdos aunque le atenazaban el alma, la hacían ver que su dolor se debía a algo real, no es un mal sueño, es una gran y terrible realidad, la que vivía. Recostada y abrazando con toda sus fuerzas a una almohada, testigo mudo de su dolor, empezó a calibrar la realidad sobre la fantasía, y regreso a un punto en su vida en el que no podía ser mas feliz. 19 de abril del 2014 Carlos, por favor. Para…Para… Detente. –Susurraba entre carcajadas Laura, mientras apretaba una almohada aguantando- Si sigues me orino. Entonces se levanto y corrió hacia el cuarto de baño, estaban en el cuarto de Carlos, a dos cuadras de su residencia —suspiró—siempre le hacia lo mismo, entraban veían televisión, y por una razón u otra siempre terminaban en guerra de cosquillas. Dispuesta acabar con aquello, abrió un poco la puerta y por la rendija vio que no estaba en la cama, raro pues no había oído la puerta del cuarto cuando se fue, salió tranquila y sentando en la cama cambio de canal, intuía que Carlos estaba en el armario, y para hacerlo rabiar, puso lo canales de porno, eso surtió efecto de inmediato, con la velocidad de un rayo Carlos salió y cambio de canal, la miró con gesto serio y le dijo: -No son canales para una señorita Laura, sabes que no me gusta que veas eso. –la aludida esbozo una sonrisa, mientras lo tomaba por la cintura y abrazaba, en esa posición su cabeza rozaba el abdomen de el, así lo tuvo un rato, hasta que el continuo: -¿lo hiciste a adrede cariño?-. Ella asintió, y él la empujo delicadamente, haciendo que se recostara en la cama, colocándose sobre ella, la besó primero delicadamente y luego apasionadamente, ella puso sus manos en la espalda de Carlos y lo abrazó, pasaron minutos en eso, besándose y abrazándose, diciendo lindas palabra de amor, y por supuesto terminaron haciendo el amor de manera sublime y pasional. La actualidad Laura suspiró, los recuerdos le martirizaban el alma, y ya no tenia fuerzas para seguir adelante, no sin él, Carlos era su vida, y no creía que podría seguir adelante, todos los momentos hermosos que vivieron eran su oxigeno, y ahora parecía como si la vida fuera un pesado traste con el que no estaba dispuesta a cargar. No sabia que hora era, entendía que tendría que haber pasado días, pero desconocía la exactitud del tiempo que paso, siempre en un determinado momento, llamaban a la puerta, entraban y dejaban comida y agua sobre la mesa, poco había probado, por eso sus fuerzas flaqueaban cada vez mas, sentía que algún esfuerzo cualquiera haría que cayera tendida, pero eso era lo que quería enfermar y morir, porque sin Carlos nada valía la pena. Cuando paso aquello terrible que hiso que el equilibrio de su mundo se rompiera, su vida había cambiado por completo, ya no era la misma en ningún sentido, y ahora menos, sabía que había dejado de ser ella, y se había vuelto un fantasma de la antigua Laura que murió junto a Carlos. Mucho tiempo atrás Laura Marines Campos, mayor de tres hermanos con siete años de edad su vida era perfecta, su madre trabajaba de sol a sol, y su padre aunque también trabajaba pasaba mayor tiempo en casa, lo que le permitía pasar mas tiempo con sus hijos, jugaban, cantaban, leían y bromeaban, aunque las travesuras y los regaños nunca faltaban, la memoria de Laura le permitía guardas bonitos recuerdos de su niñez, porque solo eso valía la pena. Los días pasaban y Laura iba por las mañana al colegio, al llegar después de comer, debía tomar una siesta y después hacer la tarea, ese era el ritual. Un día en una de esas siestas, Laura a lado de su padre, comenzaron a jugar a las cosquillas, pero en esta ocasión su padre la inmovilizo tomándole las manos y colándose sobre ella, accedió a su pezón y lamiéndoselo comenzó un tipo de juego que aunque Laura desconocía, le resultaba interesante, eso también se convirtió en un ritual para ellos. Cada día a la hora de siesta, Laura y su papa jugaban a lo mismo, y ella le comenzaba a gustar ese juego, no le daba miedo ni asco, le gustaba, las cosas fueron creciendo, a tal punto que ya Laura sabia como comenzar el juego e incitar a su padre cuando este no lo hacia. Acostumbrada a aquello, y callándolo por petición de su padre, comenzó a intuir que mas que un juego, había algo malo en lo que hacían, no era que ella no lo supiese, solo que su inmadurez le hacia verlo como una travesura mas. Un terrible día la madre descubrió el juego de padre e hija, y haciendo lo propio provoco la separación, Laura se cercioro de que efectivamente era malo y muy malo, su madre lloraba todo el tiempo, mucha familia vino a preguntar, la veían muchos con lastimas, otros con asco, unos la creían inocente otros no tanto, y así su niñez se volvió la época de mayor crisis en la etapa de su vida. Ellos podían pensar lo que quisieran, pero ella sabia que nunca le dijo que no a su padre, y que quizá debió hacerlo y así evitar todo aquel caos, la decepción con la que la veía su madre, era como poco indigerible, aquel acontecimiento hiso que Laura madurara y que calibrara su culpabilidad en todo aquello. Pasaron meses y su madre cuyo humor se volvía mas negro con el paso de los días, repetía frases como que la culpa no era solo del padre, y que Laura también tenía culpabilidad en eso. Con el tiempo vino la calma y la reconciliación fue inminente, y pronto pese a toda la tormenta, regreso la tranquilidad a ese hogar. Los episodios de ese juego, se repetían con frecuencia, Laura sabia que no había que recurrir a nadie, su padre solo la tocaba y se marchaba, nunca había indicio de penetración, se daba placer disfrutando de ella, y aunque ella comenzaba a sentir asco y repulsión, no había solución, su padre siempre lo conseguía, no importaba las trabas que pusiese. La relación de ellos fuera de aquel juego era a distancia, ella cada día desconfiaba mas, sentía miedo, porque lo veía irrefrenable, no podía batallar contra eso, ella no poseía los argumentos suficientes para que su No fuera escuchado, la tocaba y ella se dejaba, esa era la única realidad. 9, 10, 11, 12, 13, 14, 15 años, la niña se convirtió en una impresionante morena, alta, ojos castaños, cabello negro azabache que le cubría toda la espalda, inteligente, extrovertida, y enigmática en ocasiones, virtudes que frente al mundo la describían muy bien, porque nadie imaginaba lo que pasaba cuando no la observaban, nunca alguien supuso lo que ella vivía ya que siempre existió ese contacto con su padre, mucha veces a cambio de permisos para salir, e incluso para dejarla ver a sus amigos, para que el le concediera algo, ella debía dejarse tocar. Pese a que fuera de eso su relación era cada vez mas horrible, ella no lo toleraba si quiera, pero llevaba todas las de perder, de hacer lo que correspondía, su familia entera se vería destrozada, sus hermanos adoraban a su padre, y su madre no podía vivir sin el. Laura suponía que debía cargar con eso, hasta encontrar un remedio que no implicara dañar a su familia, además tenía peor concepto de ella que de su propio padre y eso era algo que ya no se podía cambiar. Septiembre del 2012 Laura entraba a la universidad con 16 años de edad, lejos de su familia comenzando una nueva rutina con cosas interesantes que hacer, y personas por conocer. Una época muy regocijante en su vida. Entre tanto, conoce a Carlos Martínez, un chico flaco, alto, moreno, de ojos color miel, que la enamoro de inmediato, pasaban la mayor parte del tiempo juntos, cuando no estudiaban, ella iba a verlo jugar básquet, y en ocasiones jugaban juntos, hablaban mucho y se querían tanto que era desconcertante para ella, el era un tipo de hombre distinto guapo, inteligente y sensible y sobre todo la quería y se lo hacia saber. Tenían discusiones mínimas, cuyas reconciliaciones eran apoteósicas, sus vidas aunque tenían ritmos distintos, se acompasaban muy bien, el, estudiante de psicología y ella, cursante de derecho en la misma facultad. Todo iba bien la vida le sonreía, estaba enamorada de un hombre maravilloso que merecía la pena. Ella estaba residencia a pocas cuadras de donde el vivía, razón por la que se veían a menudo, la familia de Carlos, era muy amable y carismática, cariñosos entre si, bromistas, juerguistas y divertidos, pero serios, preocupados y arrolladores cuando las dificultades aparecían.