FRANCISCO VILLA, LA DIVISIÓN DEL NORTE Y LOS TRABAJADORES DEL RIEL ISSN 2007-2686

[email protected] ISSN 2007-2686 [email protected] Universidad Pedagógica Nacional México

Para citar: Márquez González, Gonzalo, (22 de diciembre de 2010). “Francisco Villa, la División del Norte y los trabajadores del riel”. [Versión electrónica]. [email protected], Revista Universitaria, Hecho en casa, núm. 05, recuperado el 04 de noviembre de 2015. http://educa.upnvirtual.edu.mx/educapdf/rev5/marquez-005.pdf

[email protected], Revista Universitaria: es una revista indizada en el Sistema Regional de Información en Línea para Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal: Latindex.

1 [email protected] Revista Universitaria

FRANCISCO VILLA, LA DIVISIÓN DEL NORTE Y LOS TRABAJADORES DEL RIEL ISSN 2007-2686 Francisco Villa, la División del Norte y los trabajadores del riel

Gonzalo Márquez González

Asesor académico de la Unidad UPN de Teziutlán, Puebla.

Resumen

En el presente artículo el autor expone un panorama general sobre la manera en que los ferrocarrileros participaron durante la Revolución Mexicana. Abstract In this article the author presents an overview of how the railroad participated in the .

Palabras clave ferrocarrileros, revolución mexicana, división del norte, francisco villa. Keywords railroad, mexican revolution, north division, francisco villa.

2 [email protected] Revista Universitaria

FRANCISCO VILLA, LA DIVISIÓN DEL NORTE Y LOS TRABAJADORES DEL RIEL ISSN 2007-2686

Introducción

o que aquí se expone es un panorama general de la forma en que los ferrocarrileros participaron en la segunda etapa de la Revolución mexicana de 1910, en particular, en L las filas del villismo. Se trata de una investigación bibliográfica y etnográfica en la que los rieleros que participaron dieron su testimonio oral y escrito. Entre ellos, conductores, maquinistas, garroteros fogoneros, despachadores, telegrafistas que fueron los que más trato tuvieron con los revolucionarios y, por lo mismo, sufrieron las atrocidades de la violencia.

En los años previos al estallido de la Revolución las condiciones de vida y de trabajo de los ferrocarrileros eran del todo precarias. Apenas lograban no morirse de hambre y no podían acudir a las autoridades porque no les reconocían ningún derecho laboral.

En un contexto de inconformidad social generalizado, a los ferrocarrileros los sorprende el maderismo al que se adhieren de manera entusiasta. Primero, colaboran activamente en la campaña política de Francisco I. Madero quien, luego de ser aprehendido, fue objeto de un escandaloso fraude electoral. Para liberarlo, un grupo de ferrocarrileros fragua y opera, en todos sus detalles, su huida hacia el vecino país del norte.

Desde la frontera de dicho país, los ferrocarrileros no sólo se dan a la tarea de circular el Plan de San Luís Potosí que llama a la rebelión, sino que también introducen y distribuyen los pertrechos militares para iniciar la sublevación armada. Ellos fueron de los primeros en sumarse a la revolución ya sea con las armas en la mano o desplazando a los rebeldes hacia los frentes de batalla.

Al suceder el asesinato de Madero, los ferrocarrileros se alistan para combatir al usurpador Victoriano Huerta. En ésta etapa los hombres del riel llevaron a cabo acciones que se consideran verdaderas hazañas militares.

Y, por último, se hacen algunas consideraciones finales sobre la presencia sobresaliente del gremio ferrocarrilero en la lucha popular.

3 [email protected] Revista Universitaria

FRANCISCO VILLA, LA DIVISIÓN DEL NORTE Y LOS TRABAJADORES DEL RIEL ISSN 2007-2686

Los ferrocarrileros en las fuerzas villistas

Francisco Villa, después de estar prisionero en la ciudad de México y de fugarse hacia el vecino país del norte, “vuelve a resurgir con sus ferrocarrileros adictos” (Casasola, 1978: 2268) en el estado de , el 6 de marzo de 1913. Dada su popularidad pronto logra reclutar a cuatrocientos hombres con los que empieza a guerrear y, al cabo de un mes, ya contaba con cerca de tres mil soldados. Entre los primeros pueblos que atacó están: Bustillos, Nuevas Casas Grandes, San Andrés, Santa Rosalía, Achavarria y Satevó. En la estación ferroviaria de este último pueblo se le incorpora “un grupo de ferrocarrileros adictos que luego serían su brazo derecho en la toma de varias plazas importantes” (Casasola, 1978:2268).

En el ataque villista a la comunidad de San Lorenzo, los primeros en entrar en combate son un

... grupo de ferroviarios que se había unido poco antes y que estaba al mando de Manuel Banda, Santiago Ramírez y Manuel Medinaveytia, (quienes) fueron los primeros en tomar contacto con el enemigo, el cual recibió un revés poco después. Medinaveytia sugirió que los muertos del enemigo se acomodaran en un carro y que agregado al tren de pasajeros, se enviaran a Chihuahua como un presente (de los rebeldes) al general Rábago, jefe militar de ese estado. (Magaña, 1962:20)

En San Andrés se desarrolló otro hecho de armas y “correspondió al grupo de ferroviarios enfrentarse con quienes hacían el más certero fuego” (Magaña, 1962:21). Pese a la fuerte resistencia federal, los villistas se levantan con la victoria el 26 de agosto de 1913. Entre los heridos “estaba Santiago Ramírez –dijo Villa a Martín Luís Guzmán–, miembro de mi estado mayor” (1984:173). Luego, en el combate de Conchos, Manuel Medinaveytia y Santiago Ramírez con otros ferrocarrileros inician una vigorosa acometida para allegarse el triunfo (Cervantes, 1984:19).

En Chihuahua operaban, además de Villa, otros jefes revolucionarios como Maclovio Herrera, Rosalío Hernández, Manuel Chao, y Tomás Urbina, compadre de . Éstos se agrupaban eventualmente para luchar sin una dirección de mando unificada. El 15 de

4 [email protected] Revista Universitaria

FRANCISCO VILLA, LA DIVISIÓN DEL NORTE Y LOS TRABAJADORES DEL RIEL ISSN 2007-2686 septiembre de 1913, varios de esos comandantes se reúnen en Ciudad Jiménez para unir sus fuerzas e iniciar una expedición militar a la próspera ciudad de Torreón, Coahuila.

El general Urbina, llegó al estado de Chihuahua, proveniente de , con seiscientos hombres entre los que figuraba el prominente ferrocarrilero Rodolfo Fierro (Valadés, 1985:224), quien desde el mes de febrero de 1913, había abandonado su trabajo para reincorporarse a la Revolución. Su colega Olague Soria afirmó que en Tepehuanes, Durango, encontraron “a Rodolfo Fierro, Francisco Reza y otros ferrocarrileros (que se) organizaron bajo el mando del General Urbina para tomar posteriormente Durango” (Ibid, 1974:15). Calzadíez, citando al general Adolfo Terrones Benítez abunda al respecto:

[…] el día 05 de abril de 1913, como a las once de la noche, un grupo de ferrocarrileros se fugó de la estación de Durango, llevándose una máquina de patio, ellos eran: León Rodríguez, Encarnación Ortiz, Alfonso Domezain, Mateo de León, Ángel García, Esteban Martínez y el más tarde famoso Rodolfo Fierro. Todos ellos estaban altamente comprometidos dentro de nuestras filas y más tarde llegaron sin novedad hasta la estación de Labor, lugar en que descarrilaron la locomotora y marcharon a incorporarse hasta la hacienda del mismo nombre, lugar en que fueron recibidos cordialmente por el general Pereyra, quien incorporó a (Rodolfo Fierro) al escuadrón que comandaba el mayor Orestes Pereyra Jr. En fecha posterior, por dificultades que tuvo con el mayor José Carrillo, se separó de esas fuerzas incorporándose con el grado de Mayor en las tropas del general Urbina, quedando a las inmediatas órdenes del coronel Faustino Borunda. [Hallándose en Jiménez] “se efectuó un movimiento de oficiales y jefes, por orden superior; de suerte que oficiales de una brigada pasaron a formar parte de otra y es así como hemos de ver en el futuro al mayor Rodolfo Fierro incorporado a la brigada Villa, pero sin mando de tropa, sino dependiendo directamente del general Villa (Calzadíez,1967:128).

Rodolfo Fierro llegó a Chihuahua al inicio de las grandes batallas de la División del Norte. Villa, al poco tiempo, le tomaría gran confianza y afecto, haciéndolo su guardaespaldas y amigo inseparable. Cabe señalar que este hombre del riel se desempeñó desde temprana edad en el ferrocarril del Pacífico Sur, y llegó a ser conductor de trenes. Por la misma naturaleza de su trabajo, dominaba el idioma inglés.

5 [email protected] Revista Universitaria

FRANCISCO VILLA, LA DIVISIÓN DEL NORTE Y LOS TRABAJADORES DEL RIEL ISSN 2007-2686

Fierro presentaba una figura imponente, su talla era gigantesca con una construcción sólida y de anchos hombros. Rostro de piel lisa y de semblante pálido y un tanto lampiño; de frente corta y ensombrecida por un mechón de pelo lacio y negro, aderezado con un sombrero texano arriscado sobre la frente. Sus ojos castaños tenían la mirada insolente, nariz y boca ancha (Clifford, 1982:28). Según Ramón Puente “los pocos pelos hirsutos sobre el tosco labio superior a manera de bigote mongólico [pero bien rasurado] le dan mayor realce a su crueldad” (1986:86).

Le gustaba ataviarse a la usanza del charro, el jinete caballero: pantalones negros y estrechos, altas y relucientes botas negras de montar, con espuelas de plata adornadas con turquesas y correajes cruzados, así como una bandolera sobre su chaqueta gris con botones del mismo metal. Siempre vestía igual.

Reía como niño y tenía gestos de alta galantería y era amable con las damas. Recordaba con tristeza a su joven esposa que había muerto poco antes de haberse incorporado a la Revolución. Por la pérdida de su mujer sufrió una terrible depresión. En torno a su relación con las mujeres, Ramón Puente agrega: […] “pese a su excesiva valentía y crueldad, nunca azotó ni asesinó a mujeres, como algunos de los más allegados hombres de Obregón, que siendo más pulidos tuvieron esa morbosa debilidad. Era brutal, pero no degenerado” (1983:155).

Antes de sumarse al movimiento, Rodolfo Fierro era una persona usualmente amigable y pacífica con sus compañeros de trabajo, pero “la Revolución lo transforma en sanguinario y en sensual, sus exigencias con el sexo débil son brutales, de sátrapa oriental que pide siempre carne joven. Otra de sus transformaciones, es el hábito de embriagarse, antes había sido sobrio, pero en el furor de los combates necesita el estímulo del alcohol y bebe con avidez a pico de botella” (Gómez Zepeda, 1979:58).

Pese a su imponente fachada física, era usual en él hablar con cortesía y frialdad, además “no hablaba a menos de que fuese absolutamente necesario (...) era demasiado correcto en su orgullosa lealtad a Villa, a quien consideraba su maestro, casi más como un esclavo que como un discípulo, para realizar algo que sospechase pudiera desagradar al jefe. Era el lobo leal cuyos ojos jamás revelaban su pasión” (Clifford, 1982:110).

6 [email protected] Revista Universitaria

FRANCISCO VILLA, LA DIVISIÓN DEL NORTE Y LOS TRABAJADORES DEL RIEL ISSN 2007-2686

Rodolfo Fierro, fue el verdugo despiadado, un hombre de carácter recio, astuto, valiente e indomable; no pocos jefes revolucionarios lo consideraban el brazo derecho de Villa. Fue su compañero inseparable y uno de sus hombres de mayor confianza, tanto que “cuando Villa atendía las visitas, entre ellos a los extranjeros, Fierro asiste en calidad de testigo o de intérprete porque como fue ferrocarrilero hablaba el inglés” (Moreno, 1981:155).

Este destacado ferrocarrilero conquistó una fama bien ganada por el gran arrojo y su capacidad militar, lo mismo tomaba el mando de una columna o dirigía operaciones militares con decisión y audacia, que arrestaba personalmente o ejecutaba sin la menor mueca de emoción a los jefes que Villa quería castigar, fue el traficante de la muerte del villismo. Pese a sus brutales excesos, siempre “la sombra de Villa lo protegía por todos lados, era terrible y temido, Villa que odiaba a los borrachos y castigaba con excesivo vigor a los pendencieros, le toleraba sus escandalosas parrandas y sus sangrientas crueldades” (Mejía, 1992:119).

Rodolfo Fierro, hombre del riel

El general Francisco Villa en la silla presidencial, a la derecha el general Emiliano Zapata, de pie a la derecha Rodolfo Fierro, lugarteniente de Villa.

7 [email protected] Revista Universitaria

FRANCISCO VILLA, LA DIVISIÓN DEL NORTE Y LOS TRABAJADORES DEL RIEL ISSN 2007-2686

En Ciudad Jiménez, Chihuahua, los revolucionarios norteños deliberan sobre su estrategia militar y avanzan rumbo a Torreón, Coahuila y […] “después de seis días de marcha –ha dicho Villa– llegamos a Mapimí. Allí encontramos a Raúl Madero, que avanzaba al frente de una fuerza de ferrocarrileros. Tanto él como sus tropas me recibieron con expresiones de cariño y en medio de muchos aplausos” (Guzmán, 1979:117).

En el proceso organizativo y de expansión de la Revolución, gran cantidad de ferrocarrileros se sumó al villismo “desempeñando un papel decisivo en la organización del movimiento de trenes, vital para el desplazamiento de las tropas y un hombre del gremio, el general Rodolfo Fierro, ocupó uno de los puestos más destacados en el estado mayor de Pancho Villa” (Gilly, 1977:91). El “Centauro del norte” en un principio, aclara Ceja, “no tiene estado mayor; entre sus ayudantes directos, figuran en primera línea Rodolfo Fierro y Manuel Banda, casi todos son ferrocarrileros, expertos que toman acuerdos rápidos y órdenes que se efectúan siempre con una precisión, en menos que la minuta, como reza la frase sacramental de Villa” (Ceja, 1961:76).

Manuel Banda se sumó al villismo antes de la primera toma de Torreón (al igual que Fierro y Medinaveytia), y por su valentía formó parte del Estado Mayor de Villa. También era sumamente temido por la tropa, se encargaba de hacer entrar en combate a los rezagados o miedosos. Recorría la retaguardia de la línea de fuego disparando sobre quienes no entraban en combate, titubeaban o de plano corrían para atrás.

En agosto de 1913 las partidas revolucionarias fustigan de manera intermitente, a los federales defensores de la ciudad de Torreón y levantaban o destruían las vías férreas para dificultar la llegada de todo tipo de refuerzos. Durante esa campaña se dan casos de ferrocarrileros tripulantes de los trenes federales que premeditadamente retardaban su avance. Esto es, detenían su marcha sin motivo alguno. Sobre esas acciones, Celia Herrera, enemiga de Villa escribió: “esta detención, como muchas otras, en esa época de movimientos irregulares de trenes, eran originadas deliberadamente por actitud criminal de la tripulación que actuaba con intenciones de favorecer el villismo” (1981:261).

Además del acoso a la ciudad de Torreón; paralelamente atacan otras plazas de la comarca lagunera, entre ellas Laredo y Avilés. Al lograr el triunfo sobre Avilés, Rodolfo Fierro solicitó a

8 [email protected] Revista Universitaria

FRANCISCO VILLA, LA DIVISIÓN DEL NORTE Y LOS TRABAJADORES DEL RIEL ISSN 2007-2686

Villa se fusile a ciento setenta prisioneros; y fue él mismo quién empezó a asesinarlos. Su macabra labor sólo se detuvo mediante una contraorden de Villa. De este hecho Martín Luis Guzmán relata en el cuento “La Fiesta de las Balas” una aterradora estampa, en la que Fierro es el protagonista central: asesinaba con placer a los prisioneros indefensos (Guzmán, 1979:261). Con igual saña hacía lo mismo con sus propios hombres, con supuestos espías y críticos del villismo. Su sola presencia infundía miedo, “cuando Fierro se les acercaba los hombres chillaban de terror, siendo pateados, empujados y escupidos, sabían bien quién era el exferrocarrilero” (Clifford,1982:111).

Un acontecimiento importante tendría lugar el 29 de septiembre de 1913: los principales jefes revolucionarios de los estados de Durango y Chihuahua deciden integrarse en lo que sería la poderosa División del Norte. Ahí, en Chihuahua, eligen a Villa como su comandante decisión que desagradó a su compadre Tomás Urbina, quien no pudo ocultar su despecho y, en ese instante, según Blanco Moheno “busca la mirada de Fierro tratando de encontrar un aliado. Este es el momento en que el antiguo ferrocarrilero se gana la confianza y hasta el cariño del centauro: mira a Urbina de frente, como diciéndole ‘me doy cuenta, pero fíjate y luego es el primero que abraza a Pancho por su elección; que tenga usté mucha suerte, jefe, y nos lleve a la victoria’” (Blanco, 1965:107). Cabe destacar que desde ese momento se suma la brigada Zaragoza a la estructura militar de la División del Norte, integrada por ferrocarrileros al mando del general Eugenio Aguirre Benavides.

Los ferrocarrileros en la primera toma de Torreón

Ya conformada la División del Norte, se abalanza sobre las plazas de Lerdo, Gómez Palacios y, desde luego, sobre su principal objetivo: la ciudad de Torreón. Lugar en el que pese a la fuerte resistencia, el 1º de octubre de 1913 logra el triunfo. Como parte del botín de guerra obtienen, afirma Barragán, un “gran número de carros y máquinas de ferrocarril, los oficiales capturados, todos orozquistas, fueron fusilados por Fierro. Había muchos heridos de ambos lados. Entre los revolucionarios estaba Manuel Medinaveytia” (Barragán, 19981:60), exferrocarrilero, oriundo del estado de Durango, que se sumó al villismo en 1913 y, por su destacado papel, alcanzó el grado de general y fungió también como Jefe del Estado Mayor de la División del Norte.

9 [email protected] Revista Universitaria

FRANCISCO VILLA, LA DIVISIÓN DEL NORTE Y LOS TRABAJADORES DEL RIEL ISSN 2007-2686

Además, los revolucionarios obtuvieron pertrechos militares, recursos financieros y, por ser un punto estratégico, desde ahí bloquearon el abastecimiento a las fuerzas federales de Chihuahua. Después, los villistas resolvieron marchar hacia dicha ciudad de Chihuahua, con la brigada Zaragoza a la vanguardia. Para entonces los villistas contaban con una fuerte estructura militar y dominaban una extensa cobertura geográfica: controlaban casi todo el estado de Chihuahua, a excepción de su capital y la fronteriza Ciudad Juárez. Las fuerzas gobiernistas operaban, básicamente, a lo largo de las líneas férreas, táctica a la que se oponían los insurrectos destruyendo las vías férreas. Sin duda, esa segunda fase de la Revolución se caracterizó por ser enconada y sumamente sangrienta.

Los ferrocarrileros en la toma de Juárez,Posteriormente, el 5 de noviembre de 1913, los villistas deciden simular el asedio a la ciudad de Chihuahua, pero su verdadera finalidad sería apoderarse de Ciudad Juárez. “punto de cardinal importancia que de tomarla, les permitiría apoderarse de los recursos financieros que se recaudaban en esa importante aduana para comprar armamento y municiones” (Calvert, 1978:48-49).

El plan se pone en marcha el 10 de noviembre de 1913; por la tarde su vanguardia le informa que se aproxima un tren proveniente de Ciudad Juárez. En una rápida deliberación, el ferrocarrilero Manuel Banda, de oficio telegrafista “sugirió al general Francisco Villa se apoderase del tren que se aproxima a Chihuahua con góndolas cargadas de carbón, que tirase el carbón y metiese a sus tropas en las góndolas, cortara comunicaciones telegráficas y apagara las farolas de la máquina al aproximarse a Ciudad Juárez”(Gómez Zepeda,1979:219).

Aprobada su propuesta, los ferrocarrileros Rodolfo Fierro y Manuel Banda se adelantan a galope para sorprender al jefe de la estación y al telegrafista de la estación de El Sáuz (ubicada entre las estaciones La Cruz y Terrazas) y Banda se apodera del telégrafo. Posteriormente llegó el grueso de las tropas villistas.

Acatando la señal roja que los villistas colocaron sobre la vía férrea “la tripulación detuvo el tren, sin percatarse de la presencia de los captores que irrumpieron sorpresivamente para aprehenderlos sin resistencia alguna” (Calzadíez, 1967:152). El tren capturado se integraba con doce carros vacíos y diez góndolas con carbón “que –según el general Mercado, jefe militar del estado– por casualidad o malicia envió el superintendente de líneas nacionales”

10 [email protected] Revista Universitaria

FRANCISCO VILLA, LA DIVISIÓN DEL NORTE Y LOS TRABAJADORES DEL RIEL ISSN 2007-2686

(Ibid. p.83). Como se observa, dicho militar deja entrever su sospecha sobre ese funcionario del ferrocarril.

En la estación de El Sáuz, Villa y los ferrocarrileros Manuel Medinaveytia y Daniel R. Delgado (telegrafista de Villa), el jefe de la estación y el telegrafista antes aprehendidos, a este último se le ordenó transmitir un mensaje a Ciudad Juárez firmado por el conductor del tren detenido de apellido Velásquez. Para garantizar que no distorsionara el mensaje, ya que de él dependía el éxito de su plan, Daniel R. Delgado le dictaba lo que tenía que transcribir y el mismo Villa vigilaba que fuera así.

En ese telegrama se decía que al sur de la estación “El Sáuz” los rebeldes habían destruido la línea telegráfica, la vía férrea y los puentes, lo que provocó el descarrilamiento de la máquina del tren, por lo que solicitaban una máquina para “levantarse” y como era de esperarse, el despachador de trenes de Ciudad Juárez dejó a criterio del conductor del tren se las arreglara para “levantar” la máquina y que regresara a la ciudad fronteriza al pasar por cada una de las estaciones que había a lo largo de la línea ferroviaria se fuera reportando.

En tanto eso sucedía, la tropa villista hacia las maniobras de descarga del carbón de las góndolas, para ser ocupadas por los soldados, ente ellas, las del general y exferrocarrilero José Rodríguez y, desde luego, también subieron a la caballada. Inician su marcha hacia Ciudad Juárez y para prevenir alguna posible indiscreción que diera al traste con su plan […] “dos ferrocarrileros de todas las confianzas de Villa: Rodolfo Fierro y Manuel Banda, bien armados iban acompañando al maquinista” (Cazez, 1973:89) y al fogonero. De éstos ferrocarrileros Calzadíaz dijo: […] “dos piezas de grueso calibre, muy útiles al general Villa”(Mejía,1990:28). Rodolfo Fierro se colocó junto al maquinista apuntándole con un cañón de grueso calibre.

Conforme avanzaba el tren capturado por los villistas, éstos iban cortando los alambres telegráficos y antes de llegar a cada estación, se separaba la locomotora del convoy, y en ella se adelantaban Rodolfo Fierro y Manuel Banda para aprehender tanto a los jefes de estación como a los telegrafistas y reportar a Ciudad Juárez “sin novedad”.

Antes de llegar a Ciudad Juárez, Villa instruyó a Rodolfo Fierro para que el tren entrara hasta la estación y, en caso de que el maquinista se opusiera, tomara una decisión drástica. Al

11 [email protected] Revista Universitaria

FRANCISCO VILLA, LA DIVISIÓN DEL NORTE Y LOS TRABAJADORES DEL RIEL ISSN 2007-2686 respecto, el mismo Villa expresó: “lo cierto (es) que habiendo oído el maquinista aquellas palabras mías, pensaba yo dentro mí: no será necesario matar a este hombre. Él entrará hasta donde se le mande y lo hará muy feliz” (Guzmán, 1979:138). Es decir, Villa estaba seguro que el maquinista simpatizaba con la causa revolucionaria.

A la media noche del 15 de noviembre de 1913, sin contratiempo alguno, la locomotora arriba, a baja velocidad y sin luces, a la estación de Ciudad Juárez, con “la sorpresa primero y los fusiles después impiden al jefe de estación usar el telégrafo mientras tres largas columnas de guerrilleros se deslizan hacia afuera, hacia la ciudad, completando un albazo genial que le entrega la plaza, la más importante en su situación, en no más de media hora” (Blanco,1959:116), pues los federales creían que Villa se hallaba merodeando la capital del estado.

En tanto se hacían esas maniobras militares, Villa con su estado Mayor y guías permanecieron en la estación para acudir a donde fuera necesario. Desde ahí dirigió la operación militar y, de manera inmediata, ordenó a “Rodolfo Fierro que... con dos trenes con las máquinas 504 y 564 con 42 carros y una plataforma cargada con alimentos [saliera] al encuentro del resto de sus fuerzas que llevaban la artillería y la caballada” (Guzmán, 1979:139). Es decir, las tropas encabezadas por el coronel Mariano Servin.

Dada la sorpresiva toma de dicha plaza, el servicio consular mexicano en El Paso, Texas, informó al Secretario de Relaciones Exteriores de Victoriano Huerta, que esa acción sólo pudo llevarse a cabo con la complicidad de los ferrocarrileros. En concreto, alude al “jefe de estación de las líneas nacionales, así como del superintendente [de] haber tenido conocimiento forzoso de la salida y llegada de los trenes y de las novedades que ocurrieron en la línea, [ya] de otro modo no hubiera sido tan inesperada la llegada de la gente rebelde con tanta confianza” (Aguirre, op. cit.:68). Este hecho de audacia, propuesto e instrumentado por ferrocarrileros, adquirió tal resonancia que le redituó a Villa un gran prestigio personal y fue el inicio de la buena racha militar de la División del Norte, porque entre otras cosas, los villistas quedaron en condiciones de allegarse recursos financieros para adquirir el armamento requerido en los Estados Unidos.

La Batalla de Tierra Blanca, Torreón y los excesos de Fierro

12 [email protected] Revista Universitaria

FRANCISCO VILLA, LA DIVISIÓN DEL NORTE Y LOS TRABAJADORES DEL RIEL ISSN 2007-2686

Al momento que los villistas viajaban hacia Ciudad Juárez, como antes se ha descrito, el general Mercado, jefe militar del estado de Chihuahua, dispone que sean perseguidos por dos columnas de caballería, con dos mil hombres cada una. Dicho general, en su afán de aniquilar a los revolucionarios, envió otro tren con ferrocarrileros de diversas especialidades, equipo y materiales para reparar la vía férrea y las líneas telegráficas. Los siguió un largo convoy con tropas de infantería con cañones y ametralladoras que avanzaron a marchas forzadas. Luego, el propio Mercado salió al frente de más tropas a bordo de otros trenes. Algunos de éstos sólo llegaron a la estación de Laguna y otros hasta la de Sostenes debido a que ya no “pudieron las máquinas, pues –el mismo militar acusó– se ha comprobado [que] todos los ferrocarrileros venían disgustados por falta de haberes y procuraban que murieran las máquinas, y tan pronto como pudieron desertaron todos” (Barragán, 1978:78). Es decir, las locomotoras quedaron “muertas” debido a la acción de los ferrocarrileros que simpatizaban con los insurgentes.

El 29 de noviembre de 1913, el general Mercado escribió: al llegar al punto denominado ‘Laguna’ las locomotoras que conducían los trenes se murieron, término éste que emplean los ferrocarrileros para designar inmóviles. Tengo suficientes razones para creer que en el referido accidente tuvo parte la ya sospechada conducta del jefe de trenes, un señor Felipe Pescador. Fue de verse que la máquina del primer tren logró alimentarse de agua y ponerse en movimiento, lo que no pudo hacer con las demás y, por lo tanto, habiéndose puesto el mencionado Pescador fuera de mi alcance por haber marchado el citado tren, hubo que desembarcar toda la impedimenta, artillería, municiones, etcétera que iban a bordo (Garfias, 1981:171).

En Ciudad Juárez, mientras los villistas celebran el tercer aniversario del inicio de su movimiento armado, elementos de su red de espionaje le informan a Villa que las tropas federales se aproximan. Para retrasar su avance el general ordena a Rodolfo Fierro dirigirse hacia el sur con un piquete de soldados, una máquina y una grúa para que levantara la vía algunos kilómetros adelante de la estación de Calandria. Dice Martín Luis Guzmán que “con valor y osadía notable, Fierro hizo mucho más: se acercó a las avanzadas enemigas, que lo cañonearon furiosamente, y luego de quitarle (a los federales) diez carros de ferrocarril que incendió y lanzó sobre el convoy huertista, dificultándoles su marcha y haciéndole ganar

13 [email protected] Revista Universitaria

FRANCISCO VILLA, LA DIVISIÓN DEL NORTE Y LOS TRABAJADORES DEL RIEL ISSN 2007-2686 tiempo a Villa” (1979:144-145) para preparar sus fuerzas y enfrentarlos en Tierra Blanca, Chihuahua.

El 21 de noviembre de 1913, la División del Norte sale al encuentro de seis mil trescientos federales y se parapeta en las proximidades de la estación ferroviaria de Tierra Blanca, a treinta y cinco kilómetros de Ciudad Juárez. A la media noche del día siguiente se inicia la batalla y, el día 24, al fragor de la violenta lucha, parte de las tropas federales se dan a la desbandada a abordo de los trenes. Villa, al percatarse de su huida, instruyó que sus tropas se cargaran hacia ambos lados de la vía férrea para evitar que los trenes atestados de fugitivos lograran escapar. En ese lance, según Calzadíaz, los ferrocarrileros “Manuel Banda, Santiago Ramírez y Rodolfo Fierro se desprendieron en la curva y cortaron retirada” (Calzadíez, 1967:230).

En otro momento de esa batalla, Rodolfo Fierro sorpresivamente se cargó hacia la estación del ferrocarril. Los federales no esperaban el ataque por ese flanco, así que los tomó sin sus armas en la mano, por lo que se rindieron de inmediato. Cuando los hombres de Fierro se apoderaban de uno de los trenes, un grupo de federales se les fue encima, por lo que él mismo los combatió y dispersó. Luego protagonizó otra de sus temerarias hazañas: a la cabeza de unos cuantos jinetes, a galope de caballo, se lanzó en persecución de un tren que se escapaba a toda máquina. De las ventanillas de los vagones le disparan una lluvia de balas que prodigiosamente no lo impactan. Al alcanzar el tren, se arroja de su caballo para asirse de la escalerilla del último vagón y, corriendo sobre los vagones, como buen garrotero que había sido, llega a la máquina, maniobra la palanca de los frenos de aire y el tren se detiene en seco haciendo un estruendoso ruido de herrajes y vidrios (Islas, 1978:18-19). Luego lo sacó de la población, llevándolo hacia las filas revolucionarias. Esa inusitada acción del exferrocarrilero, desmoralizó por completo a las fuerzas gobiernistas.

De ese acto tan temerario que coronó el triunfo de la División del Norte, dice Shorris: “no he sabido a menudo de hombres más osados o más valientes que el coronel Fierro. Su acción al abordar el tren federal es absolutamente extraordinaria” (1985:329). Por este derroche de valor, no sólo fue ascendido a general, sino que “desde este hecho, el ferrocarrilero es casi el segundo de Villa, su brigada marcha a la vera del cuartel general de las comisiones más riesgosas” (Moreno, 1975:186).

14 [email protected] Revista Universitaria

FRANCISCO VILLA, LA DIVISIÓN DEL NORTE Y LOS TRABAJADORES DEL RIEL ISSN 2007-2686

Después de esa victoria, las columnas villistas se desplazan hacia la ciudad de Chihuahua. Previo a ello, Villa ordena a Rodolfo Fierro que dirija la reparación de la vía entre Ciudad Juárez y Chihuahua, pero Fierro “cumple mal la comisión, por lo que Villa se enfurece y exclama: ¡Esas no son andadas de hombres! ¡Váyase a la tiznada! ¡Todo lo tengo que hacer yo!” (Taracena, 1989:180). Su marcha fue lenta debido a la necesidad de ir reparando la vía férrea. El 11 de enero de 1914, en la zona de la ciudad de Ojinaga, el ejército huertista sufre otra derrota y las tropas villistas se concentran en la capital del estado para reorganizar la estructura de la División del Norte e iniciar los preparativos para marchar sobre la ciudad de Torreón que, el huertismo había recuperado, el 9 de diciembre de 1913 (Cfr. Taracena, 1989:186).

Para efectos de tal campaña militar, Villa y algunos de sus comandantes, entre ellos Rodolfo Fierro, regresan a Ciudad Juárez con el propósito de abastecerse de pertrechos militares. En tanto, el 17 de febrero de 1914, el ciudadano inglés William Benton se presenta furioso ante Villa para reclamarle, airado, el haber intervenido su hacienda –Santa Gertrudis– y echa “mano a la pistola; Rodolfo Fierro, que ha seguido todos sus movimientos, se arroja sobre él y lo desarma” (Mejía, 1992:95). Junto con Manuel Banda y una escolta de soldados conducen a Benton al desierto de Samalayuca. Ahí ordena se cave un foso. Fierro le da un balazo en la nuca para luego sepultarlo.

Ese asesinato le originó a Villa serias dificultades de índole internacional y con Venustiano Carranza. Villa reprende fuertemente a Fierro, y lo obliga a presentar el cadáver como si hubiera sido fusilado y no asesinado. Él se las ingenia para falsear la autopsia de ley y para dar satisfacción a una Comisión Internacional integrada por un representante inglés y otro estadounidense. Derivado de ese hecho “Fierro surge a la fama universal como verdugo despiadado” (Mejía, 1992:95).

Después de este incidente, Villa y su Estado Mayor, entre los que figura Rodolfo Fierro, retornan a la ciudad de Chihuahua. Ahí Fierro, otrora amigable y respetuoso con sus compañeros ferrocarrileros, ahora se ve rebasado por su indómita violencia. Mencionaremos un caso referente a su conducta inapropiada.

15 [email protected] Revista Universitaria

FRANCISCO VILLA, LA DIVISIÓN DEL NORTE Y LOS TRABAJADORES DEL RIEL ISSN 2007-2686

En una ocasión un ferrocarrilero excedido en copas comenzó a escandalizar en las calles de Chihuahua. Llegó la policía e intentó aprehenderlo, pero él amenazó con batirse a tiros con ellos. Sus intentos de persuadirlo para que se entregara fueron inútiles e insistía que sólo muerto lo podían someter.

Ante el intento de acorralarlo, el ebrio se metió en un cuarto donde se encerró y desde ahí se dispuso a resistir. En esos instantes pasa por ahí Rodolfo Fierro, quien se entera del caso y, pistola en mano, se aproxima a la puerta conminando a su colega a que se entregue. Ante la expectación de quienes lo observaban, el beodo se niega a salir, por lo que Fierro no espera más: “lanzó una maldición y vació toda la carga de la pistola a través de la puerta. Se hizo un silencio impresionante. Cuando abrieron la puerta, irrumpió la policía encontrando al ferrocarrilero tendido en el suelo, muerto, rodeado de un gran charco de sangre. Fierro había hecho respetar la autoridad a su manera” (Cervantes, 1985:243).

De ese hecho, el gobernador Manuel Chao informó a Villa, quien ante el disgusto de los ferrocarrileros, separa a Fierro del cargo que ostentaba y respalda al juez para que agote la investigación y proceda en contra de Fierro. Sin embargo, la salida hacia Torreón interrumpe el proceso judicial. Su inaudita valentía y la acción decisiva que mostró en la toma de esa ciudad y en las batallas sucesivas impiden que la justicia lo llame a cuentas. Ese fue el único intento que se hizo para someterlo a la ley (Terrazas, 1985:123-124).

Cabe destacar que previo a la partida de la División del Norte hacia la ciudad de Torreón el gremio ferrocarrilero de Chihuahua, que siempre había mostrado completa adhesión al general Villa (...) menudeó más sus reuniones gremiales y familiares que siempre resultaban muy animadas por la legendaria confraternidad del gremio y su sano esparcimiento (Terrazas, 1985:124). [Por su lealtad y compromiso hacia la revolución, el mismo Villa y] demás jefes de la división tenían predilección por los ferrocarrileros, cuya colaboración había sido decisiva en muchos casos para el mejor éxito de las operaciones militares, dado la oportunidad de los movimientos de trenes conduciendo fuerzas, no deteniéndose aquellos en doblar o triplicar el tiempo de su trabajo, cumpliendo eficacísimamente (Terrazas, 1985:124).

En esos días Villa nombra al ferrocarrilero Eusebio Calzada Superintendente General de los Ferrocarriles de la División del Norte, puesto que antes ocupó Rodolfo Fierro. Villa reconoce

16 [email protected] Revista Universitaria

FRANCISCO VILLA, LA DIVISIÓN DEL NORTE Y LOS TRABAJADORES DEL RIEL ISSN 2007-2686

“en Calzada la pericia que necesita, y le da las más amplias facultades, como acostumbra hacerlo con todos sus colaboradores de confianza” (Puente, 1983:91). Calzada se esmeró en el desempeño del cargo y con ello el mismo Villa reconoció que “era de mucha práctica para las maniobras ferrocarrileras, disponía con gran orden todo aquel movimiento de mis convoyes” (Guzmán, 1979:144-145). Por su parte, Ramón Puente ha dicho que Calzada era “la mano invisible que mueve aquellos trenes con una precisión que no debe fallar un minuto para alcanzar al enemigo a su tiempo. Sólo así se consiguen aquellas derrotas y después se logra llevar la División del Norte hasta Zacatecas,” (Puente, 1983:91) lugar en el que se desmantela al ejército de Victoriano Huerta.

El 16 de marzo de 1914, los villistas se apoderan de Torreón, por segunda vez. Fueron escasas las ejecuciones que hicieron, a excepción de algunos oficiales huertistas que “disfrazados de ferrocarrileros se habían quedado dentro de la ciudad, sin duda con el fin de espiar los movimientos de los revolucionarios” (Aguirre, 198:119). Con esta identidad creyeron que pasarían desapercibidos, pero gente del gremio ferrocarrilero los descubrió y delató.

Consideraciones finales

La vasta literatura que se ha escrito sobre la Revolución mexicana aborda un sinnúmero de temas, entre ellos: las causas que la originaron; su proceso; el rol de sus caudillos, etcétera. Y, desde luego, se coincide en que ese movimiento emancipador fue, eminentemente, obra de los distintos grupos populares que militaron en los diferentes ejércitos revolucionarios que se desplazaron y guerrearon literalmente sobre el ferrocarril. En el cuadro plástico de ese fulgurante acontecimiento social, son insoslayables las impresionantes imágenes de los típicos trenes revolucionarios. Sin embargo, es notoria la omisión o la breve alusión que en particular se ha hecho en torno al relevante papel que jugaron los hombres del riel a lo largo de la lucha armada.

Los ferrocarrileros son, después de los mineros, el sector de la clase obrera más antiguo del país. Su fuente de trabajo fue un complejo mecanismo extendido por distintas latitudes del país que les demandó compromiso y disposición de trabajo bajo severas exigencias: inhóspitos lugares; difíciles regímenes de vida en los que debían arraigarse para luego

17 [email protected] Revista Universitaria

FRANCISCO VILLA, LA DIVISIÓN DEL NORTE Y LOS TRABAJADORES DEL RIEL ISSN 2007-2686 desarraigarse. Es decir, se caracterizaron por tener un oficio que los ponía en movimiento ya que deambulaban de un lugar a otro.

Tres motivos fundamentales tuvieron los ferrocarrileros para pasar a formar parte del capital activo de la causa revolucionaria: primero, el mismo que impulsó a los mexicanos contra el injusto gobierno porfirista. Segundo, la discriminación y las precarias condiciones de trabajo en que sobrevivían y, por último, porque sobre el ferrocarril, su fuente de trabajo, fue indiscutiblemente uno de los actores principales y escenario donde se libraron las confrontaciones bélicas más encarnizadas que, a la postre, definieron el triunfo de los insurrectos.

De una forma u otra todos los hombres del riel se vieron envueltos de lleno en el torbellino de la Revolución en sus dos etapas sangrientas. Unos lucharon por sus ideales en los frentes de batalla donde, con sus estrategias, se consumaron memorables hazañas militares. Otros, movilizaron a los ejércitos para extender, rápidamente, la Revolución a las regiones donde antes habían llevado prosperidad. Por lo mismo, en ese ir y venir, siempre andaban con los bigotes oliendo a pólvora.

Si digno de encomio fue el desempeño de unos en las peripecias de la guerra, no menos lo fue la de quienes operaron las líneas ferroviarias, foco prioritario del ataque de las facciones antagónicas. En muchos casos, de la eficacia de sus tácticas de guerra o de su habilidad en las maniobras ferroviarias dependió que se pudieran o no llevar a cabo las acciones militares con éxito. Fue, sin duda, mucha y heroica la parte que tuvieron que ver para que las victorias se lograran a favor de los insurgentes.

En el fragor de la violencia armada muchos ferrocarrileros fueron las primeras víctimas de las balas o de los accidentes ferroviarios, para detener o atrasar el avance del enemigo. Cotidianamente andaban con la muerte a cuestas, esperando pasar a mejor vida en cualquier instante. Sufrieron las inclemencias del tiempo y, pese a todo tipo de contingencias debían desempeñarse sin descanso y sin salario alguno.

Vivieron de manera directa los percances del sistema ferroviario, sucumbieron ante el fuego de carabinas y cañonazos; fueron testigos de la muerte de mucha gente; escucharon los gritos de dolor, los jadeos de las muchedumbres; los galopes de la caballada; las caravanas

18 [email protected] Revista Universitaria

FRANCISCO VILLA, LA DIVISIÓN DEL NORTE Y LOS TRABAJADORES DEL RIEL ISSN 2007-2686 vencedoras festivas o las deprimentes derrotas. Compartieron, al igual que los hombres de a pie, todos los avatares de la cruenta lucha fratricida.

En el huracán de esos tiempos aciagos los rieleros fueron la sustancia animadora y el alma de los pintorescos trenes de la Revolución. Mismos a los que no sólo les dieron movimiento y sentido, sino también les imprimieron carácter e ideales. Baste decir que la singular figura de éstos personajes se asoció inseparablemente con el ir y venir de los trenes pletóricos de tropas y de soldaderas a sus batallas. Fueron, por mucho, el brazo derecho de la Revolución.

Los ferrocarrileros fueron el sector de la clase obrera que más aportó no sólo por realizar su labor en las peores condiciones, sino también fue el que más sufrió por la destrucción de su fuente de trabajo y, más que nada, los que donaron la mayor cuota de sangre a la Revolución. La cifra de los ferrocarrileros que sucumbieron al lado de más de un millón de mexicanos jamás se conocerá, pero fueron miles.

Los hombres del riel vieron a la Revolución como un medio para revertir el injusto orden social y, por ello, pugnaron por sus legítimas reivindicaciones laborales. En ese sentido, las leyes del trabajo consignadas en la Constitución no fueron producto de un acto administrativo, sino consecuencia de las demandas sindicales.

Es también justo reconocer a todos aquellos ferrocarrileros que obtuvieron grados militares, si bien la mayoría continuó desempeñando sus labores en medio de la guerra.

Los ferrocarrileros fueron siempre actores de primerísima línea, y hasta ahora –a nuestro juicio–, no se ha valorado ni estudiado lo suficiente el empeño y sacrificio que pusieron para el triunfo de la Revolución.

Lo expuesto en estas páginas, como es obvio, es tan sólo una aproximación, un nuevo punto de partida de la que pueden derivarse otras investigaciones que profundicen sobre el papel histórico que en la vorágine de esos años protagonizó ese gremio que, sin duda, forma parte de lo más profundo de la entraña popular de nuestro pueblo.

Referencias

19 [email protected] Revista Universitaria

FRANCISCO VILLA, LA DIVISIÓN DEL NORTE Y LOS TRABAJADORES DEL RIEL ISSN 2007-2686

Aguirre Benavidez, Luis y Adrián, 1967, Las Grandes Batallas de la División del Norte al mando del General Francisco Villa, México, Diana, 4ª ed., p. 295. Barragán Rodríguez, Juan, 1981, Historia del Ejército de la Revolución Constitucionalista, México, Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana, Secretaría de Gobernación, p. 89. Blanco Moheno, Roberto, 1961, Crónica de la Revolución Mexicana, México, Libro MEX- Editores, Tomo I (De la Decena Trágica de los Campos de Celaya), 11ª ed. p.422. Casasola, Gustavo, 1978, 6 Siglos de Historia Gráfica de México, México, Publimex, Tomo 7 1925-1976. Calvert, Peter, 1978, La Revolución Mexicana, México, El Caballito, p. 419. Calzadíez Barrera, Alberto, 1967, Hechos Reales de la Revolución, México, Patria, Tomo I, 3ª ed., p. 343. Cervantes, M., Federico, 1964, Ángeles en la Revolución, México, s. e., p. 420. Ceja Reyes, Víctor, 1961, Cabalgando con Villa, México, La Prensa, p. 270. Clifford, Irving, 1982, Tom Mix y Pancho Villa, Barcelona, Planeta, p. 470. Garfias, M. Luis, 1985, La Revolución Mexicana, México, Panorama, 5ª ed., p. 222. ___, 1981, Breve Historia Militar de la Revolución Mexicana, Secretaría de la Defensa Nacional, Tomo I, p. 256. Gilly, Adolfo, 1977, La Revolución Interrumpida, México, El Caballito, 8ª ed., p. 410. Gómez, Zepeda Luís, 1979, Sucesos y Remembranzas, México, SECAPSA, Tomo I, p. 531. Guzmán, Martín Luís, 1979, El Águila y la Serpiente, México, PROMEXA, p. 337. Herrera, Celia, 1981, Francisco Villa ante la Historia, México, COSTA-AMIC, 3ª ed., p. 384. Islas, Martínez Juan, 1978, “Una personalidad portentosa y arrolladora”, Revista Ferronales, Julio-Agosto, p. 64. Magaña, Gildardo, Así nació la División del Norte, México, SEP/CONASUPO, Cuadernos, p. 32. Mejía Prieto, Jorge, 1990, Las dos Almas de Pancho Villa, México, Diana, p. 171. ___,1992, Yo Pancho Villa, México, Planeta, p. 151. Moreno, Daniel, 1981, Los Hombres de la Revolución, México, COSTA-AMIC, 4ª ed., p. 275. Obregón, Álvaro, 1973, Ocho mil Kilómetros de Campaña, México, Fondo de Cultura Económica, 3ª ed., p. 615. Puente, Ramón, 1983, La Dictadura, La Revolución y sus Hombres, México, Secretaría del Gobierno, p. 374. Reed, John, 1976, Un Reportero en la Bola, México, Contenido, p. 185. Reyes, Aurelio De los, 1985, Con Villa en México, México, UNAM (Instituto Nacional de investigaciones Estéticas), p. 774. Shorris, Earl, 1985, Bajo el Estigma del Quinto Sol, México, Edivisión, 10ª ed., p. 547. Taracena, Alfonso, 1987, Historia Extraoficial de la Revolución Mexicana, México, Jus, s.a., 2ª ed., p. 517 Terrazas, Silvestre, 1985, El Verdadero Pancho Villa, México, ERA, p. 243. Urquizo, L., Francisco, 1985, Recuerdo que..., México, Colonial, 2ª ed., p. 538. Valadés, José, 1985, Historia General de la Revolución Mexicana (1910 – El Centenario de la Independencia), México, Genrika, Tomo I, p. 340.

20 [email protected] Revista Universitaria