Estudios Historicos, Climatológicos Y Patológicos De Las Islas Canarias
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€)&PÍTUl.O OCTA.vo. CONQUISTA DE TENERIFE. Último balqarte.de la antigua raza que poblaba las islas de Canaria, era Tenerife; pero Ja lógica de los aconteciQ ~ientos patentizaba que aquellos habitantes no disfrutarían por mucho tiempo de la paz de sus dominios, y que el fuugo de la guerra habría de formar singular éontraste con el fuego que vomitaban las entrañas del gigantesco Teyde; convirtiendo en campos de ·sangre aquellas quebradas tierras cubi'ertas de bosques, cuya variada flora excitaba la codicia de los cohquistadores. Segun ya hemos indicado, no nos es posible poner nada de nuestra parte al relatar acontecimientos pasados, sobre los cualeB cronistas é historiadores parece que debieran(ha- ber dicho la última palabra; y sin embargo, navegamos, á. veces, según se ha visto, por un mar de dud.as, sin que nos sea posible salir airosos en nuestro empeño; y otras, nos con· sideramos en .posesión de la verdad, en fuerza de documenQ tos y antecedentes que disipan con su claridad las tinie· blas del pasado. Seguimos con fé nuestro empeño garantí .. zado por la bondad del deseo. ,· 318 TIEMPOS HISTÓRICOS Ya hemos hecho notar la diversidadde criterio referente á sí laconquista de. la isla de la Palma precedió ó fué poste· rior á la de Tenerife, y ahora veremos la diversidad de opi- niones respecfo á la fecha en que <lió principio la de esta última. Gomez Escudero, que fué el primer cronista, y que en la época de la conquista se encontraba en las islas, no indi- ca la fecha en que tuvo principio la de Tenerife; pero si di- ce que fué anterior á la de la Palma: (1). «Viéndose solo uD. Alonso de Lugo empezó á. vender toda su hacienda «que or~\ muy lucida; pasó á España, presentóse á «sus Altezas, que lo estimaron mucho por ser gran sol- r:dado, pidióles hiciesen merced de la conquista de Te- «nerife y la Palma, holgóse de concederle lo que pidió: «con que aprestó con brevedad juntar· gente, municio- «nes y <lemas pertl'echos; y después de algunos dias cde navegación, llegó con sus navíos á el puerto que ahora «llamamos de Santa Cruz: en el nombre de la cual salieron «á tierra escuadronada sll gente comenzó á marchar: Las «espias de b gente Guancha de Tenerife apellidaron la Isla cen un punto que se juntaron tantos no veian los cristianos .-por onde juir que apenas podian cojer las lanchas para «embarcarse, yp,l Sr. ,\delantado D. Alonso de Lugo perdió cun caballo en la escaramuza, y otro caballero conquista- «dor Je dió el suyo, en que escapó herido en la boca de una «pedrada; y él y los que escaparon, que fµeron pocos, se «embarcaron y los Guanches los sigieron hasta el agua & «los pechos para ganarles las lanchas. «Considerando la poca gente que tenia para empresa de (<tanta, acordaron de pasar á Canaria, consolóles el Goberna- «dor Francisco Maldonado socorriéndoles en su aflicción y «dándoles cien hombres de pelea, y por Alferez á Juan Mellian «yerno del Alferez J aimez de Sotomayor, gran soldado, diole •cincuenta caballos suyos. Tambien la Sra. D.• Inés Pera• ccza viuda de Diego de Herrera y otras· personas le ayudaron (t) Gomez l<~sc;udero, M. S. cit. cap. XVI, p. 39. CONQUISTA DE TENERIFE 819 c<con bastimentos, y viéndose ya sano de su boca, volvió se- «gunda vez. VoJvió allí á Santa Cruz, onde echó su gente «y fué marchando hasta la ciudad que, hoy se dice de la uLaguna, donde esperaban los Guanches muy armados •con dardos, piedras y montantes de palo de acebuche y sa- «bina, que partian á un hombre y á un caballo. Y allí se «embistieron unos Y. otros y aho.ra como hubo mas caballos «y otra gente que no la primera que- por visoños y no saber «pelear con isleños se perdieron. Fué Dios servido de darle «victoria, hizo en fin retirar los Guanches, habiendo prime- «ro defendidose muy v.ilerosamente que puso mucho cuida· «do en apretar las manos á los cristianos. Fueron en su «seguímiento hasta del tod~rnuyentarlos, y se hicieron fuer- «tes en un cerro que llaman la Matanza, y c3da día venian «de socorro de toda la Isla tantos que para un español. ve· <cnia á caber diez ó doce de ellos. Vi,,ndo esto Lugo cerró «con ellos antes que cargasen má~: fué esta· guerra tan re· «ñida que de ambas partes murieron muchos, y como los «cristianos eran Jos menos, se sentía de día e~ dia· la falta «y en ellos acudian corn.o enjambres y pareciendo (como era «cierto) que fuerzas humanas ó ejército tan pequ0ño era «imposible conquistarlos, fueron poco á poco los nuestros Hetirándose a tomar un sitio fuerte en la noche de aquella «pelea haciéndose rc>paros para asegurarse .. «Hecho alto en este sitio, hizo juntar sus Capitanes, «Oficiales soldados de quenta sobre la reso~ución que se «habiJ. de tomar y acordóse por los más que para otro año «dando aviso de ello á sus Altezas y que se inviase mas «socorro, y otros eran de contrario p.Jrecer sino proseguir, «lo cual era perderse: ya estando de el primero en aquel «día y el siguiente hubo nuevas que entre los Guanches «había tambien pestilPncia, que en pié se caían muertos, y «fué de la mortandad de el año antecedente que no hubie· «ron de enterrar los cuerpos porque huían de cosa ensan- «grentada y de mal olor; así se apestaron todos y nada de «este achaque tocó á los cristianos que fué particular pro- «videncia de Dios. 3'l0 TIEMPOS HISTÓRICOS «Sabiendo .en el Real de los Cristianos lo que pasaba en «los Guanches, salió Lugo con su gente y . peleó valerosu- «mente, y al tercero dia,y ahora reñian muy desmayados sin cfuerzas ni valor, desbaratáronlos por dos ó tres veces y á «<los que venian de socorro desmandados, viéndose pocos y «perdidos, se huian y metian en las orillas de el mar; escon- «didos allí se dejaban morir como bárbaros y el Adelanta· «do los mandaba traer y hacia bautizar lo cual hacian sin «ninguna resistencia de bonisima gana, y viendo que no se «les hacia más mal que éste, se entregaban pocos que mas «querian morir los Guanches en. el tér- «mino onde estaba la Santa Imágen qu·e se habían estado •quietos sin pelea.r á ver en que paraba el vencimiento de dos nuestros y viéndolos venirná. onde ellos estaban, y como u entrasen á adorar la irnágen y no les hicieron mal ninguno, «alzaban las manos al cielo y sabian que por aquel respeto «no los agraviaban, fueron todos amigablemente cristianos; «y los nuestros les amaban mucho, y ellos á los nuestros; y «así tuvo fin aque.lla penosa y casi imposible victoria que «siempre que se acoJUetia á el enemigo todo era lhimar á «Santiago y á sus devotos cada uno y como por milagro ·~de la Reina de los Angeles abogada de los pecadores, se cvenció ésta como las 0tras islas cada uno lo atribuia á el «Santo de su devoción. Tomóse el nombre por sus Alte- «zas, puso justicias en todos los lugares, y dejando la Isla •apaciguada, intentó Lugo con menos gente pasar á con- ~quistar la Palma». Y en cotradiccion con éste, otro cron}sta, Andres Ber- naldez, manifiesta como Alonso Fernandez de Lugo, des- pués de haber terminado la conquista de la isla de la Palma, pidió al Rey y á la Reina emprender 'la de Tenerife á cuyos hechos de armas dió principio en 1494: «Despues que Alon· uso de Lugo ovo la victoria de la isla de la Palma, deman- «dó al Rey y á la Reina la conquista de la isla de Tenerife, «que era la última y setena de las Canarias, y una de «las mejores, y la mayor de gentes, que en ella babia infi- «nitos ganados y de cabras, y ovejas, y puercos, y muchas CONQUISTA DE TENElUFE «gentes y señoríos, en que había .nueve grandes señores ó <1capitanes á quien· ellos llamaban. ,>Esta tierea es por la mayo~· parte fortísima y muy ús· ((pera de hollar, de sierras y cabezos, y en ella hay una ~ie «rra la más alta que hay en todas las islas de la m:1r, de «quien los naturales ele España dán noticia, qtu; ella descu- «bre por la mar cincuenta leguas ó más; y ví8to por Sus <<Altezas la buena cuenta que de sí dió en la conquista de la ((Palma, cometiéronle el cargo ele la conquista el.e Tcnerife, «el cual fizo su armada con gente ele Sevilla y clcs- «ta Andalucía, yde las mis!1rns islas de Canaria en los navíos u que fueron menester, é aribarc n en Tenerife, é tomaron tie- u rra, é comenzaron de hacer la guerra á los guanchos, que ((ansí se llamaba aquella nación degimte de aquella isla, guan- «ches, y ellos re~pondieron que querían ser christianos y libres, "Y no querian guerra, y que los dejasen en sus casa,,, é sierras «por vasallos del Rey é la Reina de Castilla, lo cual no le fué • acojido por muchas causas; lo primero por los grandes gastos «que estaban ya hechos de la gentes que sobre ellos iba; lo se· ((gundo porque ellos habían sido requeridos muchas veces «que se diesen al Rey y á la Reina de Castilla, y que fuesen «christianos y lÍ.bres, y 110 habían querido; lo tercero que no ((confiaban de ellos aunque se diesen, y siendo ellos natu- «rales. y señores en sws tierras, temia1:1e que cada que qui- «siesen se podían rebelar y alzar, por ser la tierra áspera; y «por otras muchas razones no ios recibieron; salvo los chris· «ti anos, con mucha cobdicia án te:> de haber esclavos y es el a v, ts "Y despojos, que no por servirá Dios, que así se decia que aen la hueste no hablab;rn sino en las ganancias que de alli «habian de haber: les com1·tieron un dia despues de haber «habido algunas divisiones entre lo,:; de la hueste: é yendo ((peleando en pos de los guanches por una sierra, diéronse «á flojura los christianos y á mal recáudo, y los gu~mches «volvieron sobre ellos á pedradas muy esforzadamente, y dos christianos con su mal concierto volvi8ron huyendo «malaventuradamente, que nunca el buen capitán Alonso TOMO m.-41 322 TIEMPOS HISTÓRICOS «de Lugo se lo pudo resistir, y los guanches tomaron tan- «to esfuerzo á pelear y seguir en pos de los que huian, que «desbarataron toda la hueste y siguieron el alcance hasta la «mar, y allí de ellos se metieron en los navios, y de ello.·• se «t1rr0Jaron a la mar, y de ellos se enrocaban en los peñas.