Historias De Las Mujeres Zapatistas
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COM PAñE RAS Historias de las mujeres zapatistas COM PAñE RAS Historias de las mujeres zapatista Hilary Klein Klein, Hilary Compañeras: historias de las mujeres zapatistas / Hilary Klein. - 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Tinta Limón, Red de Solidaridad con Chiapas, El Colectivo, 2019. 352 p.; 20 x 14 cm. Traducción de: Michael Pickard. ISBN 978-987-3687-49-5 1. Historia Social. 2. Política. 3. Movimiento Social. I. Pickard, Michael , trad. II. Título. CDD 305.409 Traducción: Michael Pickard | [email protected] Diagramación: Agustina Loeda Diseño de tapa: Diego Maxi Posadas Atribución-NoComercial-SinObrasDerivadas 2.5 Argentina © 2019, Hilary Klein © 2019, de la edición, Tinta Limón Ediciones, Red de Solidaridad con Chiapas, El Colectivo Queda hecho el depósito que marca la ley 11723 www.tintalimon.com.ar Compañeras va dedicado ante todo a las mujeres zapatistas, cuyas historias de valentía y dignidad engalanan las páginas de este libro. · Además, así como las mujeres zapatistas conciben su pasado y su futuro en términos de sus madres e hijas, dedico este libro con todo afecto a mi madre, Kim Klein, y a mi hija, Emma Catherine Klein. Índice Introducción. El EZLN en la mirada de las mujeres Capítulo 1. Madres y abuelas Capítulo 2. La valentía de organizarse Capítulo 3. Semillas de rebelión Capítulo 4. Tierra y libertad Capítulo 5. Diálogo y resistencia Capítulo 6. “Mujeres que dan a luz a nuevos mundos” Capítulo 7. Autonomía zapatista Capítulo 8. Transformación y evolución Capítulo 9. Más allá de Chiapas Epílogo Agradecimientos Cronología de fechas importantes INTRODUCCIÓN El EZLN en la mirada de las mujeres Después de otras visitas nos empezaron a decir cómo luchamos, junto con quién luchamos y contra quién. Nos dijeron que hay una palabra que vamos a usar para que podamos respetarnos y eso es ser compañeros o compañeras. Pronunciarla significa que sabemos que vamos a luchar juntos y juntas por nuestra libertad. Araceli y Maribel, mujeres zapatistas de la región de La Realidad1 Durante la década de 1980, varios forasteros vestidos de doctores y maestros se presentaron en la comunidad de la selva en que habi- taban Araceli y Maribel; con el tiempo empezaron a preguntar a los campesinos por qué recibían tan poco dinero a cambio de su café o su maíz. Les hablaron de la existencia de injusticias fundamentales entre ricos y pobres, y del maltrato que aquella comunidad indígena había soportado durante más de 500 años. Además, les dijeron que las muje- res también tenían derechos. Algunas campesinas, entre ellas Araceli y Maribel, se arriesgaron y se afiliaron a “la organización”. Asistían a reuniones nocturnas discretas y reclutaban a sus vecinas. Algunas se despidieron de sus hogares, yéndose a vivir a la montaña para conver- 9 tirse en insurgentes, uniendo su suerte a la de un ejército indígena en ciernes que crecía en Chiapas, en el sureste de México. Cuando el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) se levantó para exigir justicia y democracia el 1 de enero de 1994, con- quistó la imaginación del mundo, enfrentándose al gobierno mexi- cano y a nada menos que el capitalismo globalizado. El nombre del EZLN alude a Emiliano Zapata, héroe de la Revolución mexicana, cuya consigna de lucha, “Tierra y libertad”, fue retomada por estos Compañeras neozapatistas. Desde su creación en 1983, y hasta su levantamiento en 1994, el EZLN se mantuvo en la clandestinidad. Pasado el bre- ve periodo de insurrección armada, el EZLN se ha caracterizado, principalmente, por realizar movilizaciones pacíficas, por el diálogo que ha mantenido con la sociedad civil, y por sus estructuras autó- nomas tanto en lo político como en lo económico y cultural. Desde 10 años antes del levantamiento y durante la década siguiente, las mujeres de las comunidades indígenas mayas que integraban el EZLN comenzaron a experimentar profundas transformaciones en sus vidas, que se tradujeron en sus comunidades, y en su nivel de participación política y capacidad de liderazgo. Muchas personas alrededor del mundo han encontrado inspira- ción en las imágenes de las mujeres zapatistas: la mayor Ana María, ataviada con pasamontañas y uniforme café, liderando tropas indí- genas durante el levantamiento. A pesar de su baja estatura, la fuer- za política que irradia la figura de la comandanta Ramona de pie junto al subcomandante Marcos en las negociaciones de paz con el gobierno mexicano, la corona de su cabeza apenas alcanzando el hombro de Marcos. La comandante Ester, su chal blanco bordado de flores sobre los hombros, pronunciando un discurso ante el Con- greso mexicano para exigir respeto hacia los derechos y la cultura indígenas. En el contexto de siglos de racismo y explotación, la dig- nidad que transmite el porte de estas mujeres encarna lo que llegó a representar el movimiento zapatista: la resistencia de los margi- 10 nalizados y los olvidados contra los poderosos. Campesinos conver- tidos en combatientes, madres devenidas líderes revolucionarias… Decenas, cientos, miles de mujeres zapatistas reunidas, pequeñas, morenas, sus rostros cubiertos con paliacates colorados que ocultan su identidad individual, sus largas trenzas negras colgando en su espalda, sus puños salpicando el aire. Éstas han marchado, se han organizado, han sembrado semillas, tanto reales como simbólicas. Se han plantado frente al Ejército mexicano y a sus esposos. Han transformado su vida, cambiando el mundo que las rodea. Historias de Mujeres Zapatistas Ya sea en el movimiento por los derechos civiles de Estados Uni- dos, o en la Revolución sandinista en Nicaragua, o bien durante la campaña contra el apartheid en Sudáfrica o en el levantamiento ára- be en el Medio Oriente, las mujeres han luchado codo a codo con los hombres para lograr la liberación de sus pueblos. Han sido actores importantes, contribuyendo de manera invaluable a los movimientos de base y a luchas de liberación nacional en todo el mundo. Aunque muchos de estos movimientos no han sido propiamente movimien- tos de mujeres, han creado oportunidades nuevas para ellas, impul- sando cambios en sus vidas. Al mismo tiempo, han tenido que en- frentar la discriminación arraigada en sus propias organizaciones, y a menudo han tenido que luchar para que los derechos de las mujeres sean incluidos en cualquier perspectiva que abogue por una socie- dad justa. La relación dual e interdependiente que se plantea entre liberación de las mujeres y revolución social demuestra que las lu- chas revolucionarias no pueden lograr la liberación colectiva de todos los sectores de la sociedad si no abordan el patriarcado y, a la vez, el hecho de que la liberación de las mujeres no puede ser separada de aquellas luchas que pugnan por la justicia racial, económica y social. Históricamente, las comunidades indígenas que integran el EZLN han enfrentado desigualdades extremas: económicas, por el legado que han dejado el colonialismo y la concentración de la tierra y la riqueza en Chiapas; políticas, debido a la exclusión de toda de- cisión a nivel local, estatal y nacional padecida por los indígenas; y sociales, como resultado del racismo dirigido contra los pueblos in- 11 dígenas y la falta de acceso a servicios básicos: salud, educación, luz y agua potable. Aunado a ello, las mujeres han enfrentado la discri- minación de género. En palabras de la comandanta Ester, pronun- ciadas en el Zócalo de la Ciudad de México en 2001: “Hemos sido oprimidas de tres maneras: porque somos pobres, porque somos indígenas y porque somos mujeres”.2 Esta historia de marginaliza- ción constituye el telón de fondo de las notables transformaciones ocurridas en territorio zapatista. Compañeras Actualmente, el movimiento zapatista tiene presencia en la región oriental de Chiapas; la mayor parte de la base de apoyo del EZLN habita en comunidades indígenas rurales. Dicha base de apo- yo está conformada por individuos y comunidades civiles que inte- gran el EZLN. El periódico mexicano El Universal calcula que la base de apoyo zapatista asciende a 250 000 personas, lo que equivale a aproximadamente 22% de la población indígena de Chiapas.3 El territorio zapatista no es lo que en sentido tradicional se consi- dera “territorio liberado”, esto es, un territorio ocupado por un ejérci- to guerrillero que controla un área específica: en este caso, el Ejército mexicano mantiene una nutrida presencia en toda la región. Además, al interior del territorio zapatista conviven comunidades afiliadas al movimiento con otras que no lo están, e incluso algunas comunida- des están divididas. A pesar de ello existen demarcaciones claras del territorio y esto conlleva un significado especial: en este pequeño rin- cón del mundo los zapatistas están ensayando un autogobierno que funciona independientemente del sistema estatal y federal imperan- te, construyendo la infraestructura necesaria para brindar educación y salud alternativas, e impulsando un sistema económico fundamen- tado en la cooperación, la solidaridad y las relaciones de igualdad. Una pequeña comunidad zapatista puede ser conformada por una decena de familias; las más grandes pueden llegar a incluir hasta cien familias o más. Dichas comunidades están agrupadas en municipios autónomos, que funcionan de manera parecida a como lo hacen los 12 condados estadounidenses. A su vez, cada municipio autónomo es integrado por desde una decena hasta cien comunidades. Por otra parte, el EZLN ha delineado sus propias fronteras geográficas; éstas se corresponden con los lugares de residencia de su base de apoyo, y a menudo son definidas por elementos geográficos particulares, por ejemplo, todas las comunidades se encuentran asentadas en una cañada específica. Los casi 40 municipios autónomos zapatistas están distribuidos en cinco regiones, llamadas “zonas” por los zapatistas. Generalmente, Historias de Mujeres Zapatistas cada región o zona es conocida por el nombre de las cinco comunida- des que albergan los Caracoles (antes llamados Aguascalientes), que constituyen la sede de cada uno de los gobiernos autónomos regiona- les.