DIÁLOGO CON BORGES (1Er Cap).Pdf
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Ocampo, Victoria Diálogo con Borges. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires. : El Ateneo, 2014. 168 p. ; 21x23 cm. ISBN 978-950-02-0786-7 1. Literatura Argentina. I. Título. CDD A860 Diálogo con Borges Victoria Ocampo © Editorial Sur S.A., 2014 Godoy Cruz 3236 - (C1425FQV) Buenos Aires - Argentina © Fundación Sur, 2014 Godoy Cruz 3236 - (C1425FQV) Buenos Aires - Argentina © Grupo ILHSA S. A. para su sello Editorial El Ateneo, 2014 Patagones 2463 - (C1282ACA) Buenos Aires - Argentina Tel: (54 11) 4943 8200 - Fax: (54 11) 4308 4199 E-mail: [email protected] 1ª edición: julio de 2014 ISBN 978-950-02-0786-7 Agradecemos a Sara Facio por sus indicaciones fotográficas, a Juan Javier Negri por sus notas, transcripciones y epígrafes, a Ernesto Montequin por sus notas, a Laura de Estrada por sus traducciones y a UNESCO Villa Ocampo por las imágenes. Queda hecho el depósito que establece la ley 11.723. Libro de edición argentina. Impreso en Casano Gráfica S.A., Ministro Brin 3932 (B1826DFY), Remedios de Escalada, provincia de Buenos Aires, en julio de 2014. VICTORIA OCAMPO 9 Prólogo MARÍA KODAMA 15 Una amistad compleja en el jardín de los senderos que se bifurcan ODILE FELGINE 39 Jorge Luis Borges VICTORIA OCAMPO 55 Victoria Ocampo JORGE LUIS BORGES 67 Diálogo VICTORIA OCAMPO 115 Cartas JORGE LUIS BORGES LEONOR ACEVEDO DE BORGES NORAH BORGES VICTORIA OCAMPO 145 Todo lo hizo por la cultura JORGE LUIS BORGES 149 Notas 165 Créditos fotográficos Prólogo MARÍA KODAMA Prólogo a urdimbre de la vida está entretejida con hilos mágicos, hilos de una sutileza tal que forman un dibujo ininteligible para la razón pero que, quizás, son lazos que van uniendo almas afines. L El hecho de escribir este “prólogo” para un “diálogo” sería prueba de ello. Es comenzar una bifurcación a partir de la “palabra”, es decir, del “logos”, para ofrecer a los lectores una de las formas más acabadas de la civilización, que tuvo su cuna en Grecia: la conversación entre seres humanos para zanjar diferencias, exponer formas de pensamiento o simplemente para recordar, en esa intimi- dad que crea justamente el diálogo con un amigo, el transcurso de nuestras vidas. Este diálogo tiene lugar entre dos seres, cada uno a su manera excepcional, Jorge Luis Borges y Victoria Ocampo. Dejo el verbo en presente porque quizá, como en alguno de los cuentos de Borges, el diálogo continúa en al- gún punto del universo. En este diálogo vemos cómo, a través de caminos diferentes, convergían en su percepción y busca del sentido estético en la literatura, en el arte y en una inquebrantable ética. Victoria Ocampo fue una mujer vanguardista en el sentido más amplio del término, tuvo el valor de romper una tradición, de hierro en su época, para instaurar la propia, la de una mujer independien- te, que condujo su vida con fuerza y generosidad. Puso su fortuna al servicio de la cultura, fundó la mítica revista Sur y supo descubrir y rodearse de talentos que constituyeron la gran literatura y el arte argentino del siglo xx. Entre sus colaboradores estaban Mujica Lainez, Alberto Girri, Eduardo Mallea, Silvina Ocampo, Enrique Pezzoni, Alberto Erro y Borges... Pero ella no se conformaba solo con esto, quiso que su país trascendiera las fronteras y que la riqueza intelectual del mundo llegara a la Argentina. Por eso trajo a escritores y artistas de Europa para que conocieran y estuvieran en contacto con intelectuales y artistas argentinos. Les organizaba conferencias, conciertos, recitales... Justamente uno de los escritores invitados por Victoria Ocampo fue Roger Caillois; conoció a Borges en las reuniones, verdaderos cenáculos literarios en la casa de Victoria, leyó su obra y deslumbrado y maravillado por su escritura lo tradujo y lo proyectó a la fama 11 MARÍA KODAMA en Francia, que en ese momento era decir el mundo. Borges, con esa nobleza y gratitud que lo carac- terizaban, nunca olvidó a su traductor. En este diálogo en el que no hay curiosidad morbosa, en el que no hay desbordes o proyeccio- nes imaginativas que distorsionen la esencia del entrevistado, en este diálogo casi oriental por esas características, hay otro elemento: la fotografía. Es a través de las fotos de un álbum familiar, a través de la descripción de esas fotos que van pasando desgranadas como las cuentas de un rosario o como un koan para abrir la mente al recuerdo, que desfilan los padres, su adorada abuela inglesa orgullosa de su sangre y su cortesía hasta en el momento de su muerte. También esa coincidencia que deslumbraba y sobrecogía a Borges: el nombre Junín que desig- na a dos lugares geográficamente separados pero que sellaron por caminos brutalmente opuestos el destino de dos de sus antepasados. Junín en la Argentina donde su abuelo Borges a raíz de un mal- entendido que lo hacía aparecer como traidor fue al encuentro del enemigo cabalgando, envuelto en un poncho blanco, desarmado, para hacerse matar. Por otra parte, su bisabuelo materno, el coronel Suárez, que, cuando la batalla estaba perdida, irrumpió con su carga de caballería y ganó la libertad del Perú y su gloria en Junín. Borges confiesa de una manera íntima y dolida el remordimiento de haberse sentido muy des- dichado en parte por el fracaso de las múltiples operaciones de la vista que debió aceptar y de haber apenado a sus padres por no ocultarles su tristeza. Hay algo fundamental en este diálogo y es cómo muestra esa esencia indestructible que él sen- tía como imposible de cambiar o modificar aun si, como en broma decía, existiera la reencarnación. Esa esencia que lo hizo aceptar y asumir su destino: ser escritor. Esa intensa aceptación que era carne de su alma y de su vida y que atraviesa toda su creación está expresada en lo que le comenta a Victoria cuando ella le describe la escalera de una casa y 12 Prólogo Borges le responde: “Si se trata de nuestra casa de Anchorena, entonces habré estado pensando en el cuento ‘Las ruinas circulares’. Pasé una semana escribiéndolo. Durante esa semana iba a trabajar a la biblioteca de Almagro, iba al cinematógrafo alguna vez, veía a mis amigos, pero todo eso era como si ocurriera en un sueño, porque yo estaba viviendo, mientras tanto, como no he vivido una obra literaria ni antes ni después, ‘Las ruinas circulares’”. Hoy hay una placa conmemorativa que la Fundación Internacional Jorge Luis Borges hizo colo- car y que marca el tiempo que Borges vivió en ella y como testimonio de la creación de ese cuento figura el comienzo de “Las ruinas circulares”. Esta historia, como todas las historias, comenzó a tejerse mágicamente mucho tiempo antes, cuando una niña leyó ese cuento y sin entenderlo sintió esa intensidad con que fue escrito, esa belle- za y ese misterio frutos de la creación y se convirtió desde ese instante en su cuento preferido. El azar, el Ker entre los griegos al que hasta los dioses debían acatar, quiso que por ese relato la casa de al lado se convirtiera en la sede de la Fundación Internacional Jorge Luis Borges y del Museo Borges, pero esa es otra historia del Ker... 13 Una amistad compleja en el jardín de los senderos que se bifurcan ODILE FELGINE Una amistad compleja en el jardín de los senderos que se bifurcan o eran amigos íntimos, es decir, no se hacían confidencias como le dijo Jorge Luis Borges a Ernesto Sabato.1 Sin embargo, caminaron juntos y con qué provecho durante la vida, ese N jardín de los senderos que se bifurcan.2 Ellos representaron lo más logrado, lo más libre y lo más deslumbrante que la Argentina ofreció al mundo en el dominio literario y cultural. Este país nuevo no ha mezquinado importantes aportes y grandes plumas en el transcurso de su joven historia. Victoria Ocampo y Jorge Luis Borges son el diamante que graba sobre el metal de la historia intelectual argentina el nombre de Sur en letras preciosas en una criptografía incomparable. Sur: revista esencial de la vida literaria argentina; Sur, que indica con su flecha roja a sus amigos ex- tranjeros desde 1931 la dirección de un país poco conocido y caricaturizado, el de los gauchos y de la pampa. Sur va a alimentar el rico vivero intelectual argentino por la gracia y la voluntad de una mujer notable, brillante, valiente, Victoria Ocampo, que supo rodearse de un equipo de gente talentosa y de sabios consejeros extranjeros. Ella contribuyó a definir la identidad argentina y dio a la comunidad literaria universal un escritor tan capital como Borges, surgido, en parte, de su invernáculo mágico. Si bien avanzaron con frecuencia lado a lado no se puede decir que la relación entre Victoria Ocampo y Jorge Luis Borges haya sido siempre idílica. Su “amistad” fue, por el contrario, frecuentemente com- plicada y hecha de tropiezos y malentendidos, pero fecunda. La selección de textos presentados aquí, a menudo conmovedores, permite medir la densidad de esa relación y la proximidad de estos dos seres. Inéditos preciosos, su correspondencia y textos relativamente raros atestiguan bien esta familiaridad respetuosa, precavida —se hablaron siempre de usted— y la necesidad casi vital que tuvieron de frecuentarse, de aprehenderse mejor, conscientes el uno como la otra de su gran valor recíproco. Si ha de creerse a José Bianco, uno de sus amigos cerca- nos, Borges “repudiaba el sentimentalismo”.3 No obstante, en su punzante nota necrológica aparecida 17 ODILE FELGINE en La Nación, él describe con emoción a una mujer brillante, alegre, una mujer a la que él reiteraba su deuda y su reconocimiento. “¡Todo lo que ella ha hecho por nuestra cultura!”, exclama.