El Despertar Del Parlamento
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EL DESPERTAR DEL PARLAMENTO JUAN JOSÉ RODRÍGUEZ PRATS EL DESPERTAR DEL PARLAMENTO JUAN JOSÉ RODRÍGUEZ PRATS Senado de la República Primera edición, julio 2003 Senado de la República ISBN: Impreso y hecho en México Printed and made in México A Jorge Zermeño Infante y a César Jáuregui Robles, seres humanos de calidad excepcional, amigos fraternos, excelentes compañeros de partido y parlamentarios profesionales, con todo lo que ello implica. Índice Introducción 11 Una nueva política 15 Desvío de recursos para las campañas políticas 23 El uso de los recursos públicos 39 Proceso electoral inequitativo 46 Nuevamente el proceso electoral tabasqueño 53 Demanda de controversia constitucional 56 No destruyamos la estabilidad 76 Iniciativas financieras 87 Acteal, Chiapas 95 Situación política en Chiapas 101 La necesidad de debatir 112 Autonomía del Banco de México 116 Rechazo a la “Ley Bartlett” 121 La Constitución como norma 135 Confianza en la autoridad 142 Una lealtad exacerbada 146 Las aberraciones jurídicas 152 Que aflore la verdad 155 ¿Qué es el PRI? 167 Política económica 172 Acontecimientos del 68 177 Anatocismo 183 Elecciones priistas 186 El origen de la crisis 195 Autoridad moral 198 Victorias pírricas 201 Teníamos razón 204 Imparcialidad de los órganos electorales 210 La creación del IPAB 215 La disidencia priista 220 Ser disidente 229 La necesidad de deliberar 236 El “método Madrazo” 249 Cotejo del discurso político 257 Transparencia en la vida pública 263 Apertura del sector eléctrico 265 La forma y el fondo 273 Somos monotemáticos 281 El servicio público de electricidad 287 Contiendas inequitativas 294 Impulsar un auténtico federalismo 297 Mayores facultades a la Suprema Corte 311 Igualdad de condiciones 316 Una elemental congruencia 321 Política interior 328 La Constitución de Alemán 338 Desdramatizar el debate 345 La cultura parlamentaria 349 No partidicemos los temas 358 Acatar la ley 369 Compromiso con los hechos 383 La concentración del poder 395 Una asignatura pendiente 406 Instituciones que funcionen 421 El derecho es un instrumento de cambio 424 Modificaciones al presupuesto 437 Preocupación por Arturo Núñez 444 Las listas del IPAB 451 Aflora la verdad en el caso Tabasco 455 Homenaje a Ricardo Flores Magón 459 La realidad y el derecho en el campo 464 El partido oficial 470 Discurso descalificador 489 La elección más importante 495 Preeminencia del interés nacional 506 Simulacros de acuerdos 510 Los juicios de desafuero 519 Luchar por la verdad 530 De nuevo el Fobaproa 536 Un gobernante con legitimidad 542 Ambiente electoral chiapaneco 552 La centralidad del Congreso 558 Sí hay transición 564 INTRODUCCIÓN Esta obra contiene los discursos que pronuncié en la LVII Legislatura, ahora ya desde la bancada panista. Esta legisla- tura textualmente representó un parteaguas en la historia del Poder Legislativo mexicano. Si nosotros echamos una ojeada histórica al desempeño de este Poder, diríamos que ha vivido escasos momentos de verdadera libertad y de confrontación con el Ejecutivo federal, que es la función que de alguna manera implica nuestro texto constitucional. Nos remitimos a los primeros años de nuestra vida inde- pendiente, época en la que en realidad era difícil encontrar un Estado conformado con todos sus elementos, dado el alto grado de anarquía que prevalecía en el país. Destacaron, sí, figuras individualmente consideradas pero no la institución del Poder Legislativo como tal. Vino después la página para muchos más brillante del par- lamento mexicano: los once meses que deliberó el Congreso de 1856 a 1857 y que tuvo como resultado una nueva Cons- titución, Congreso que fue disuelto en 1858 por Félix Zuloaga, ya en plena guerra civil. En 1861, apenas restaurada la paz y en los prolegómenos de la invasión extranjera, se dio la famosa condena de 51 diputados al Presidente Benito Juárez, encabezados nada menos que por Ignacio Manuel Altamirano y Vicente Riva Palacio. Recordemos que en ese entonces sólo existía una Cámara y que el Presidente recibió el voto de confianza de 52 diputados, superando esa confrontación. Después de la invasión francesa de 1867, vino la República Restaurada y de inmediato Juárez, mediante una cuestionada convocatoria, apela directamente al pueblo de México pro- poniendo reformas sustanciales, entre ellas la restauración del Senado para que le permitiera condiciones de gobernabilidad, instauración que se logró en 1874. El porfiriato, de 1876 a 1911, con el breve periodo en que gobernara Manuel González -de 1880 a 1884-, adormeció al Poder Legislativo. Ciertamente, había figuras destacadas del mundo académico y se pronunciaban bellísimas efeméri- des cívicas pero el Congreso de la Unión no cumplía con las tareas y atribuciones que le señalaba la Constitución. Durante los 15 meses de gobierno del Presidente Francisco I. Madero (de 1911 a 1913) se vivió una apasionante lucha entre el Legislativo y el Ejecutivo, protagonizada por las his- tóricas XXV y XXVI legislaturas. Los debates sostenidos por sus integrantes, magníficos tribunos, representan una de las páginas más elocuentes y de más vehemente participación de los legisladores mexicanos, que concluye con la disolución del Congreso por Victoriano Huerta. Obviamente el Congreso de Querétaro, que tiene como re- sultado la Constitución de 1917, constituye otro gran destello, mientras la década de los años 20 se caracterizó por la lucha de los bloques y fue el antecedente para ir creando cierta dis- ciplina en la conformación de los grupos parlamentarios. A partir de 1929 el Congreso mexicano fue víctima de la hegemonía presidencial, al darse la dualidad de que el titular del Poder Ejecutivo era también el Jefe del partido en el po- der. Al principio, existió la figura del jefe máximo y, a partir 12 del cardenismo, se dio la concentración total en la persona del Presidente de la República. Dato significativo que reper- cutió en el deterioro del trabajo profesional parlamentario fue la prohibición de la reelección de diputados y senadores a partir de 1933. Arribaron al Congreso voces de oposición en 1946, pero es hasta la reforma electoral de 1963, que concibió a los diputa- dos de partido, cuando podemos encontrar grupos parlamentarios que desempeñaban el papel de oposición que es indispensable en cualquier asamblea deliberativa para que en realidad se dé el debate y la confrontación de ideas. En 1988 se dio por primera vez una Cámara de Diputados en la que el partido dominante no tenía la mayoría calificada para reformar la Constitución. Pero fue hasta 1997, en la LVII Legislatura, que se dio la circunstancia de que ningún parti- do, por sí solo, tuviera la mayoría de los diputados. Esto planteó un inmenso reto y los debates fueron de una gran significa- ción por su agresividad con relación a los delicados temas que se trataron. Ésos son los discursos que ahora reproduzco con la edición previa que fue menester realizar para hacerlos más accesibles y apegados a la sintaxis. Sin menospreciar los antecedentes anotados, no es atrevi- do afirmar que en esa legislatura nació, no un nuevo Poder Legislativo, sino un auténtico Poder Legislativo. Constituirlo con una adecuada cultura parlamentaria llevará algún tiem- po; vencer las viejas inercias del pasado no es un logro que se pueda alcanzar en el breve plazo; superar la partidización en la discusión de los temas nacionales llevará algún tiempo pero, sin lugar a dudas, el inicio y el arranque se dieron en esa his- tórica legislatura en la que desempeñé el papel de Coordinador de Debates del Grupo Parlamentario del PAN. Me siento orgulloso, lo digo con toda vanidad, de haber participado en los más relevantes debates de los más varia- 13 dos temas (Comisiones para investigar el desvío de recursos públicos a campañas electorales, juicios políticos, actuación de los presidentes de la Mesa Directiva, reformas electorales, la creación del IPAB y las discusiones sobre este instituto) que se dieron en esos tres años. Fueron el preludio al gran evento de la transición hacia la democracia del sistema políti- co mexicano que tuvo lugar el 2 de julio de 2000 con el triunfo en la Presidencia de la República, por primera vez, de un par- tido diferente al que había gobernado los 71 años anteriores. Por estas razones creo que son importantes estos testimo- nios. En ellos se refleja la lucha ideológica y la confrontación permanente de la norma jurídica con la realidad que se pre- tende modificar. Ojalá el lector pueda disfrutar, al igual que lo hice en lo personal, de esta apasionante legislatura. Consti- tuye sin duda una etapa importante en la historia de México. 14 UNA NUEVA POLÍTICA* La democracia debería definirse como la transparencia de lo público Esta nueva realidad política a la que usted se refiere, Sr. Se- cretario de Gobernación, demanda un nuevo discurso. Nuestro primer compromiso consiste en el reconocimiento de los he- chos. El discurso debe ser verificable, esto es, debe resistir el cotejo entre lo que se dice y lo que en la realidad acontece. Despojemos a la política de su halo de misterio, quitémosle ritos y mitos. Efectivamente, la política es una tarea noble, hagamos pues de ella profesión de ciudadanos. No más acti- vidad exclusiva de iluminados que presumen que sólo ellos saben cómo hacerlo. La política genuina no es juego de des- treza. La política es una disciplina de honestidad y de sentido común al alcance de los hombres y las mujeres de esta na- ción. La política no se reduce a una adicción entre males, como si la vida fuera necesariamente una alternativa entre el desastre y la ruina. Recuperemos para la política su sentido humanista y su vocación de trascendencia. Conformemos un discurso que no corrompa las palabras, que haga referencia a los valores y rescate las virtudes públi- cas. Desafortunadamente la virtud es una palabra casi proscrita * 9 de septiembre de 1997. Análisis del III Informe de Gobierno.