El Hombre Egipcio
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EL HOMBRE EGIPCIO SERGIO DONADONI y otros ALIANZA EDITORIAL Rujo ul titulo g«neraá de «El hombre europeo· esta «n ie convoca a loi máxi mos especialistas do te hHtpriografSa actual pata retratar lo» tipo» y p w v> najes — el artista. «I mercader. la mujer, el marginado, .v— mas representativos de cada periodo histórico. Lu aspiración da E l HOMBRE EGIPCIO e» hacer com- prender, en la medida de lo posible. el Egipto Antiguo en relación con el murv do cultural en el que vivimos, mante niendo dará», no obstante. las poispec· tivas de cfcstanciamlemo que lo permi tan ser ahn val« v « distinto De lo« diferentes persona]« retratad« en m ía obra d&ícubnmos u j vtda cotidia na: hecho» y gesto», estfuctura» meriU- le». aspiraciones y sufrimiento*. Bajo la chrecoOn de SERGIO DONADONI (autor del articulo »obre el muerto), hnn cola borado en el presente volumen los ib guíente» autores; Ricardo A. Caminos (el campesino), Dominique Valbeöe (el artesano). Akrüandro Roccati (el esov ba), Oteg Berlev (el funcionarlo), Sergio Pemigotti (el sacerdote). SJ*«kh *lbada aWüubl (el soldodn), Antonio Loprieno (el esclavo), Edda Bresciani (el «Mtranje- ro) y Erik Hornung (d faraón). O. Berlev, E. Bresciani, R. A. Caminos S. Donadoni, E. Homung, ‘Ibada al-Nubi A. Loprieno, S. Pemigotti, A. Roccati, D. Valbelle El hombre egipcio Edición de Sergio Donadoni Versión española de Margarita García Galán: Introducción, capítulos III, V, VI, VII, VIII, IX Javier Setó Melis: capítulos I, II Belén Urrutia Domínguez: capítulo X Víctor Andresco Peralta: capítulo IV Alianza Editorial Título original: L'uomo egiziano Reservados todos los derechos. De conformidad con lo dispuesto en el art. 534-bis del Código Penal vigente, podrán ser castigados con penas de multa y privación de libertad quienes reprodujeren o plagiaren, en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica fijada en cualquier tipo de soporte, sin ia preceptiva autorización. © 1990, Gius. Laterza & Figli, Spa, Roma-Bari © Ed. cast.: Alianza Editorial, S. A., Madrid, 1991 Calle Milán, 38. 28043 Madrid; teléf. 200 00 45 ISBN: 84-206-9613-7 Depósito legal: M. 41.293-1991 Impreso en Lavel. Los Llanos, nave 6. Humanes (Madrid) Printed in Spain INDICE Mapa de Egipto antiguo ................................................................. 9 Esquema cronológico ....................................................................... 10 Introducción El hombre egipcio, Sergio Donadoni ...................................... 13 Capítulo I El campesino, Ricardo A. Caminos ........................................ 23 Capítulo II El artesano, Dominique Valbelle ............................................. 55 Capítulo III El escriba, Alessandro Roccati ................................................. 83 Capítulo IV El funcionario, Oleg Berlev ....................................................... 109 Capítulo V El sacerdote, Sergio Pernigotti ................................................. 145 Capítulo VI El soldado, Sheikh ‘Ibada al-Nubi ......................................... 179 Capítulo VII El esclavo, Antonio Loprieno ................................................... 213 Capítulo VIII El extranjero, Edda Bresciani ................................................. 249 8/Indice Capítulo IX El muerto, Sergio Donadoni ..................................................... 283 Capítulo X - El faraón, Erik Hornung ........................................................... 311 Indice analítico ................................................................................. 341 ESQUEMA CRONOLOGICO Epoca tinita Din. M U ca. 3000-2570 a. Imperio Antiguo Din. IV-VIII ca. 2570-2140 I Período Din. IX-XI ca. 2140-1955 Intermedio Imperio Medio Din. XII 1955-1750 Din. XIII 1750-1600 II Período Din. XIV-XVII 1715-1540 Intermedio (HiKsos) Imperio Nuevo Din. XVIII 1540-1293 Din. XIX 1293-1190 Din. XX 1190-1070 III Período Din. XXI-XXIII 1070-712 Intermedio (Período libio) Período etíope Din. XXIV 712-664 Período saíta Din. XXV 664-525 Período persa Din. XXVI-XXX 525-332 Período ptolemaico 304-30 Período romano 30 a.C.-337 d.C. Período copto 337-641 Conquista árabe 641 Introducción EL HOMBRE EGIPCIO Sergio Donadoni Busto de una estatua de hombre desconocido, din. XXVII. No es fácil remontar indemnes el fluir del tiempo hasta universos que bajo aspectos algunas veces familiares y sencillos esconden dife rencias tan profundas que, de no tenerse en cuenta, falsificarían toda comprensión. Y es por eso esencial recordar, antes que nada, que en tre el Egipto antiguo y nosotros ha habido una profunda fractura. La desaparición de la capacidad de leer los textos en que se había expresado su pertinaz e indómita voluntad de transmitir de una gene ración a otra la suma de sus experiencias y memoranda no carece, des de luego, de una razón: mucho antes del momento en que se esculpie ron los últimos jeroglíficos, a finales de la época imperial romana, el vigor de la civilización egipcia se había transformado ya en una fatigo sa supervivencia, en una lenta marginación de las líneas maestras de la historia hacia una mítica y exangüe idealización. Nuestra civilización ha encontrado así un Egipto, más que sólida realidad, lugar ideal para basar figuraciones, unas veces celebrativas y otras deprecativas, y por tanto para conceptos que no habían nacido en su seno. Según los casos, prudente o cruel; opulento o tirano; im pío, supersticioso y sabio; infantil y políticamente ejemplar; piadoso y cínico. El Egipto de los Antiguos (y hasta el de la Ilustración) es tema frecuente de meditaciones varias, pero es fundamentalmente un mun do de imposible comprensión. La genial obra de desciframiento de Champollion a comienzos de la época romántica cambió mucho, sin duda, la situación. La posibili dad de entrar en contacto directo con las fuentes y con los m onum en tos volvía a dar al mundo egipcio la oportunidad de aprovechar ese in terés por mundos distintos del clásico que es típico de la época (y bas- 13 14/Sergio Donadoni te recordar, en este sentido, la carta especialmente larga de Champo- Ilion a von Humboldt como presentación del sistema y de sus prime ros resultados). Se posibilita así la penetración de la civilización del Nilo en los límites de la historicidad. Ya el Descifrador, Champollion, saboreaba en su primer encuentro con los monumentos cuya voz an tes que él nadie había escuchado, el desgranarse de una cronología, el perfilarse de una estructura social, el organizarse de un lenguaje y de una lengua, y comenzaba una obra de recuperación que está todavía hoy —y es de suponer que continuará estándolo— in fieri. El abismo entre el mundo del antiguo Egipto y nuestraposibilidad de conocerlo, la fractura de la que hace poco se hablaba, parece haberse salvado con la lectura de estos textos antes vedados y que ahora despliegan su montaje. Con todo, a poco que se consideren las cosas algo más de cerca, no es así. Otros universos historiográficos —como la historia de Roma, la griega o la medieval— nos llegan ya encuadrados en una larga tradi ción que ha valorado repetida e incesantemente la organicidad, inter pretando hechos y datos seleccionados intencionadamente cada vez en función de un valor determinado, sopesados, contrastados, inter pretados, y que constituyen el arsenal común de una confluencia mul tivoca de puntos de vista, un borrador de base al cual es preciso refe rirse (positiva o negativamente) para apoyar cualquier nueva investi gación o narración. Semejante lastre tranquilizador (y estabilizador) no existe para quien se aproxime a la historia egipcia, así como a otras cuyo acceso sea análogo al de ésta. No existe aquí, en este marco, un cuadro orgá nico que hunda sus raíces en la contemporaneidad y que a la vez se haya comparado con toda una tradición historiográfica. En lugar del lento madurar a través de los siglos, ha habido una primera tentativa de reducir a un cuadro razonable datos y noticias que no derivan de una opción preliminar y voluntaria, sino que son, en cierto modo, sim ples frutos de la casualidad. Lo que sabemos con certeza sobre el anti guo Egipto nos ha sido aportado —físicamente— por el propio Egipto, por su tierra tan arqueológicamente fecunda que es capaz de conser var y damos aquello que en otros países es impensable, y, por lo que nos interesa, hasta los papeles escritos —los papiros—, es decir, los documentos específicos y auténticos a cualquier nivel, desde las cuen tas privadas hasta los breves reales y los textos literarios. No es casual que, desde que se excava en Egipto y se recuperan pa piros de la época griega y romana, la historiografía del mundo clásico haya enriquecido su temática y sus técnicas de investigación, mostran do así a los historiadores del antiguo Egipto la importancia para la in vestigación de estos materiales documentales, poniendo a buen recau do y sacando a la luz su larga experiencia, y aprovechando la capaci- El hombre egipcio/15 dad de contrastar los resultados de esta autopsia inmediata con los da tos de la tradición (datos que, en este caso, van desde las narraciones de los historiadores hasta los textos literarios y las grandes compilacio nes jurídicas). Pero en oposición con este cotejo de documentos y fuentes que co loca a los primeros en el cuadro de las segundas, para el antiguo Egip to las inscripciones, los papiros, las figuraciones llegan como frutos de la casualidad, único elemento al cual deben su conservación, más in cluso que su descubrimiento. Un papiro se salva porque no ha sido co locado en un estrato demasiado