Chungara, Revista de Antropología Chilena ISSN: 0716-1182 [email protected] Universidad de Tarapacá

Sanhueza Tohá, Cecilia MEDIR, AMOJONAR, REPARTIR: TERRITORIALIDADES Y PRÁCTICAS DEMARCATORIAS EN EL CAMINO INCAICO DE ATACAMA (II REGIÓN, CHILE) Chungara, Revista de Antropología Chilena, vol. 36, núm. 2, julio-diciembre, 2004, pp. 483-494 Universidad de Tarapacá Arica, Chile

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Cómo citar el artículo Número completo Sistema de Información Científica Más información del artículo Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Página de la revista en redalyc.org Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto Medir, Amojonar, Repartir: Territorialidades y Prácticas Demarcatorias…Volumen 36, Nº 2, 2004. Páginas 483-494483 Chungara, Revista de Antropología Chilena

MEDIR, AMOJONAR, REPARTIR: TERRITORIALIDADES Y PRÁCTICAS DEMARCATORIAS EN EL CAMINO INCAICO DE ATACAMA (II REGIÓN, CHILE) MEASURING, POSTING, ALLOCATION: TERRITORIALITY AND DEMARCATION PRACTICES ALONG THE ATACAMA INKA ROAD (II REGION, CHILE)

Cecilia Sanhueza Tohá*

A partir del registro arqueológico de los caminos incaicos de la antigua región de Atacama (II Región, Chile), se desarrolla un análisis etnohistórico interpretativo de los denominados hitos, mojones o topus, identificados como un rasgo característico de la vialidad estatal. Desde los antecedentes aportados por la literatura colonial y los vocabularios indígenas, se incursiona en los contenidos semánticos asociados a este tipo de estructuras, estableciendo que estos aparentes señalizadores de ruta podrían estar expresando la aplicación de complejos mecanismos andinos de medición o de regulación de prácticas de desplazamiento en el Capac Ñan, así como de organización de territorialidades o espacios sociales. Palabras claves: camino del Inka, sistemas de medición, territorialidades andinas.

Starting from archaeological records of Inka roads in the old Atacama region (2nd Region, Chile), I develop an interpretative ethnohistoric analysis concerning the so called landmarks, mojones or topus, which are been identified as typical traits of the Inka road system. Information obtained from Colonial literature and native vocabularies is used to explore semantic contents related to this kind of stone structures. It is proposed that these road-markers expressed either the application of complex, Andean mecha- nisms of measuring, the regulation of mobility practices through the Capac Ñan or some organizational principles of social terri- toriality. Key words: Inka road, system of measuring, Andean territoriality.

El deslinde o “amojonamiento” de territorios gún los relatos míticos fundacionales del Cuzco es frecuentemente mencionado en las crónicas his- y de los posteriores procesos de conquista, el Inka, panas como una de las prácticas políticas distinti- al tomar posesión de una nueva “provincia”, di- vas del Tawantinsuyu. Según las fuentes colonia- señaba o “pintaba”, “medía”, “amojonaba” y “re- les, el Inka redistribuía y amojonaba los espacios partía” sus territorios y recursos, estableciendo así socioproductivos de las “provincias” en función de un nuevo ordenamiento del espacio social y pro- los intereses del culto oficial y del Estado, estable- ductivo (Betanzos [1557] 1987). Las narraciones ciendo aquellos que serían de usufructo estatal, sobre el diseño y construcción de la red vial o regional o local. Más allá de las particularidades Capac Ñan parecen inscribirse también en este de cada región, y de la mayor o menor intensidad modelo ritualizado del proceso de conquista. Los del dominio incaico local, ésta constituía una es- caminos, simbólicamente concebidos como los trategia recurrente e institucionalizada que impli- ejes en torno a los cuales se ordenaban y organi- caba la apropiación y control no sólo de recursos, zaban las “provincias” y poblaciones del Tawan- sino también de ciertos espacios políticos, socia- tinsuyu, eran diseñados o “pintados”, y luego les y rituales (Murra 1999). “medidos” y “amojonados” (Betanzos 1987:81, La tradición oral cuzqueña suele mitificar y 90; Cieza [1553] 1985:41-42). sacralizar la expansión estatal como un proceso No obstante el profundo contenido mítico y de “demarcación” progresiva de los territorios, metafórico de estos relatos, y su estrecha vincula- donde la figura del Inka adquiere el carácter del ción con una concepción sacralizada del espacio “diseñador” o el gran “ordenador” de la arquitec- geográfico, la administración española en ciertos tura espacial del Tawantinsuyu (Pease 1978). Se- casos reconoció o validó las demarcaciones incai-

* Universidad de Chile. [email protected]

Recibido: febrero 2004. Aceptado: agosto 2004. 484 Cecilia Sanhueza Tohá

cas como deslindes jurisdiccionales. Así también, el norte, está trazado en plena pampa desértica sus caminos fueron descritos por los viajeros y cro- por la ladera oeste del cañón, en forma más o nistas como un complejo sistema vial organizado menos paralela a su curso. En algunos de sus tra- y señalizado según determinadas técnicas de me- mos es posible observar la presencia de apilamien- dición de distancias (Bertonio [1612] 1984; Cie- tos o columnas de piedras, emplazadas a uno o a za 1985; González Holguín [1608] 1952; Guamán ambos costados del camino. En ciertos casos se Poma 1992). trata de hitos de factura aparentemente improvi- ¿A partir de qué categorías culturales se orga- sada; en otros, de estructuras troncopiramidales nizaban estos sistemas de demarcación, medición o cilíndricas cuidadosamente elaboradas (Beren- y organización de espacios, territorialidades y dis- guer et al. 2004) (Figuras 1 y 2). En términos ge- tancias? nerales, coinciden con las descripciones efectua- La materialidad de la vialidad estatal y su in- das por diferentes autores en el extenso tramo fraestructura asociada (tambos, chasquihuasis, hi- del camino incaico del Despoblado de Atacama, tos demarcatorios, apachetas u otras manifestacio- ubicado más al sur (Hyslop 1992; Niemeyer y nes viales de carácter logístico o ritual) da cuenta Rivera 1983). de determinadas estrategias de organización y con- Los “hitos” o “tupus” han sido definidos trol de espacios o territorios, así como de regula- como estructuras de piedra de tamaños variables ción de la circulación de hombres y recursos (Hys- (con una altura promedio de 1 m), que pueden lop 1992). La posibilidad de establecer una relación presentarse en forma aislada o solitaria a uno u dialógica entre esa materialidad y la documenta- otro costado del camino; o en parejas, dispues- ción histórica permite aproximarse a los fundamen- tas en ambos extremos. Su distribución suele ser tos ideológicos y categorías culturales que susten- muy irregular, habiendo segmentos de varios ki- taron estas prácticas de organización del espacio, lómetros en que prácticamente no se registran, y y aportar a un análisis sobre las formas de dominio otros donde se suceden en espacios reducidos, político, social y económico utilizadas por el incluso en fracciones de kilómetro. De allí que Tawantinsuyu. se haya concluido que estaban destinados a ser- Desde esta perspectiva, nuestro propósito es vir de guía o señalización de la ruta (Niemeyer y abordar y discutir la aplicación de ciertas prácticas Rivera 1983:139-143). Hyslop, por su parte, se- específicas de demarcación territorial en los cami- ñala que este tipo de hitos constituye una técni- nos incaicos de la antigua Atacama (II Región, Chi- ca incaica especialmente aplicada en superficies le), particularmente en las zonas del río Loa Supe- desérticas y arenosas. Los define como pilas de rior y del gran Despoblado. Según el registro piedra que, originalmente, fueron pequeñas co- arqueológico efectuado en varios tramos de cami- lumnas de aproximadamente un metro de altura, nos de esta extensa región desértica, la presencia de que indicaban el camino. Concluye que éstas no estructuras de piedra denominadas “hitos”, “mojo- pueden considerarse como tupus (o asociarse a nes” o “tupus” constituye un componente caracte- sistemas de medición), puesto que en algunos rístico de la vialidad incaica y suele atribuirse a una tramos están situadas en forma muy irregular o finalidad de señalización de la ruta (Hyslop 1992, con mucho mayor frecuencia de lo que podría Niemeyer y Rivera 1983). Sin desmedro de esa fun- esperarse, según fueron descritas por los cronis- cionalidad, creemos que estos dispositivos manifies- tas (1992:61, 174). tan lo que podría ser una nomenclatura bastante más Por su parte, Lynch (1995:191-192), al regis- compleja, asociada a mecanismos de medición y de- trar este tipo de estructuras en los caminos del marcación de territorios, y a formas de organiza- Despoblado y de la zona de Río Grande y Catarpe ción espacial del desplazamiento en el Capac Ñan. (San Pedro de Atacama), aporta una interpretación diferente al consignar que, al menos en ciertos ca- “Hitos”, “Mojones” o “Tupus”. sos, estos hitos podrían estar deslindando distritos Una Primera Lectura Arqueológica y administrativos o señalando una determinada or- Etnohistórica Comparativa ganización territorial para la construcción y man- tenimiento del camino. Sin embargo, hasta el mo- El camino incaico que recorre longitudinal- mento, no se ha llevado a cabo una investigación mente la región del río Loa, desde Lasana hacia arqueológica sistemática al respecto. Medir, Amojonar, Repartir: Territorialidades y Prácticas Demarcatorias… 485

Figura 1. Hitos o columnas en el camino incaico del río Loa (Lasana). Columnar landmarking in the Inka road on the Loa river (Laspana).

Figura 2. Detalle de hito en el camino incaico del río Loa (Lasana). Detail of a landmark in the Inka road on the Loa river (Lasana). 486 Cecilia Sanhueza Tohá

Una Discusión desde la Etnohistoria. El La medición de superficies productivas en el Camino del Inka como un Sistema “Medido” mundo andino consideraba distintos factores rela- tivos a la calidad y condiciones del suelo, a sus Frecuentemente, el Capac Ñan es definido por requerimientos técnicos, a la energía humana y al los cronistas coloniales como un camino cuyas dis- tiempo que su explotación requería. La extensión tancias estaban medidas y señalizadas. Guamán de un tupu, por tanto, era relativa y variable, y no Poma destaca este aspecto, entre otros (como su correspondía a una dimensión preestablecida, como ancho y su rectitud) como los que otorgaban una intentaron adjudicarle los españoles (Murra particular identidad a los caminos incaicos: 1975:215). Al parecer, la voz tupu, que apela ge- néricamente a la “medida” o “medición” oficial Con su legua y medida amojonado y señala- cuzqueña, se había generalizado en los con do, cada camino de ancho quatro uaras y por la expansión y la organización del sistema produc- los dos lados puesto piedras que ua derecho, tivo estatal. De allí que sea la que aparece más fre- que no a hecho en todo el mundo los rreys cuentemente asociada al camino Real o del Inka. como el Ynga (Guamán Poma, 1980:327. Aquí Incluso, en la lengua aymara se utiliza el término y siguientes citas, el destacado es nuestro). tupu tanto para referir a la aplicación de este tipo de mediciones como para denominar al camino pro- Traducidas a categorías hispanas, estas medi- piamente tal: ciones y los hitos que las señalaban, fueron llama- das “leguas del Inka” y se les atribuyó una deter- Tupu: Legua de Camino a la medida del Inka minada equivalencia con las unidades de medición Tupu: Camino real españolas: Camino real: tupu (Bertonio 1984:113, 365) Si el camino estatal es caracterizado como un sis- Y en muchos lugares, como es en el Collao y tema “medido”, ¿de qué categorías de medición en otras partes, avía señales de sus leguas, que de distancias se trata? eran como los mojones de España con que parten los términos, salvo que son mayores y Una revisión preliminar de las categorías an- mejor hechos los de acá: a estos tales llaman dinas de medición y una aproximación lingüística “topos” y uno dellos es una legua y media de a las denominaciones aplicadas por el quechua y Castilla (Cieza 1985:41). el aymara al respecto, nos introduce en un com- plejo campo de significados que parece operar o Más abajo discutiremos la pertinencia de esta compartir ciertos principios similares. interpretación europea de los sistemas andinos de medición. Por de pronto, nos interesa destacar aquí Tupus, Sayhuas, Chutas. que los caminos incaicos eran entendidos (por cro- Categorías y Dispositivos de Medición y nistas de tradición indígena y española) como un Demarcación del Espacio sistema vial “medido”. En quechua y sobre todo en aymara, las anti- El Tupu. Aproximaciones guas denominaciones relativas a formas de medi- a la “Medida” Incaica ción son múltiples y variadas (Rostworowski 1981). Sin embargo, destacan en ambas lenguas, El término topo o tupu, al parecer de origen además de tupu, las voces sayhua y chuta. En los cuzqueño, es el más frecuentemente asociado a vocabularios coloniales, estos términos (entre los sistemas de medición incaicos. Se aplicaba otros) incorporan dentro de un mismo campo se- tanto a superficies territoriales como a longitu- mántico la “medición” y el “amojonamiento” de des o distancias de camino. Sin embargo, tupu, tierras o superficies y de distancias de camino. tanto en quechua como en aymara, alude al con- Generalmente se los relaciona con la técnica del cepto genérico de “medida”, pero no correspon- apilamiento de piedras y, particularmente cuando de necesariamente a una unidad de medición en se hace referencia a la vialidad estatal, son defi- particular (Bertonio 1984; González Holguín nidos como el “mojón” que indicaba las “leguas” 1952:347). del camino del Inka. Medir, Amojonar, Repartir: Territorialidades y Prácticas Demarcatorias… 487

Sayhua: Mojón de tierras Sayhuani sayhuacuni: amojonar tierra, hacer lin- deros Quellinca, sayhua, chuta: el montón de piedras puesto por mojón Chuta Cazqui: la medida pública de tierras que era una braça Chuta, Sayhua: término en cada cien braças de tie- rra en quadro. Y señal de las leguas Chutatha, sayhuatha: ponerle y señalar las leguas de camino, como hazían en tiempo del Inga (Ber- tonio 1984; González Holguín 1952).

Aparentemente, el tupu, como concepto gené- rico se aplicó en las distintas regiones, respetando los mecanismos o prácticas de medición locales que tenían sus propias denominaciones (Murra 1975:214; Rostworowski 1981). Según la informa- ción entregada en 1542 por los quipucamayocs de Pacariqtambo, el Inka Viracocha les había ordena- do “que hubiese topos de leguas en los caminos reales, por medidas de varas, que ellos llaman cho- tas [chutas]” (Urton 1984:37). Esta variedad de denominaciones, de la cual sólo hemos tomado al- gunas, permite suponer que los principios de me- dición, al menos aquellos relativos a los caminos, Figura 3. Estructuras de piedra asociadas a los caminos reales (Guamán Poma 1992:326). eran compartidos. Stone structures associated to royal Inca roads (Guamán Poma 1992:326). La “Legua del Inka”. Una revisión

En su ilustración sobre los “caminos reales”, que ésta tenía sobre el caminante –y la distancia re- Guamán Poma destaca la presencia de columnas corrida en ese lapsoÐ se denominaba “cocada”, y de piedra asociadas a las rutas, que parecen repre- representaba un principio o unidad de medición de sentar los “mojones” o “topus” descritos por los acuerdo al cual se organizaban los trayectos y los cronistas (Figura 3). Sin embargo, aunque descri- lugares de descanso. Estos últimos, sin embargo, no be al Capac Ñan como un camino amojonado “con parecen haber sido aleatorios, sino que estaban pre- su legua y medida”, no atribuye a esta última una viamente establecidos a partir de criterios espacia- extensión determinada (1992:326-327). les asociados a las prácticas rituales del viaje: Como sostiene Rostworowski (1981:386), el tupu, como medida de distancia, no correspondía a ...tienen sus lugares fijos y determinados para una unidad de longitud preestablecida. Sus dimen- hacer sus descansos y reemplazar la coca ago- siones variaban según la topografía y dificultad del tada con otra nueva; y como para esto esco- terreno, y de acuerdo a la combinación de los facto- gen siempre un lugar algo abierto o la cum- res tiempo y energía que implicaban los recorridos. bre de una cuesta, sucede que unas cocadas Por otra parte, una serie de prácticas culturales po- son más largas que otras; en cuyo caso los he dían determinar o incidir en la organización de los visto llegar sumamente fatigados al lugar de desplazamientos. Según la experiencia consignada descanso... (Raimondi, citado por Rostwo- por A. Raimondi en el Perú del siglo XIX, la admi- rowski 1981:386). nistración de la energía humana a través del consu- mo de coca, podía constituir un criterio de medición El acto de “escupir” la coca para ofrendarla y de tiempos y distancias. El período de acción o efecto cambiarla por otra nueva se realizaba en lugares 488 Cecilia Sanhueza Tohá

distintivos y de evidente significación ceremonial. tores, la energía o velocidad, difícilmente podían Incluso, en la actualidad, los lugares de descanso o ser estandarizadas según estas categorías. Por otra “paradas” de los caravaneros altiplánicos se corres- parte, había una serie de otros criterios de carácter ponden con los espacios destinados al ritual, con- técnico, funcional, político y administrativo que virtiéndolos en puntos de la ruta que organizan los relativizaban la distribución de los chasquis en los itinerarios o jornadas de camino (Nielsen 1997:352, caminos y por tanto los recorridos que debían efec- 355). En este sentido, distancia, tiempo, energía y tuar (Guamán Poma 1992:323; Murúa 1987:363). ritualidad, podían ser factores o criterios estre- En definitiva, la diversidad de definiciones respec- chamente vinculados a las prácticas que regulaban, to a las dimensiones del tupu o “legua del Inka” organizaban o “medían” el desplazamiento en los respondía a la multiplicidad de factores que, en la Andes. práctica, lo determinaban. Si los tupus incaicos Otra perspectiva para aproximarse a los signi- estaban señalizados, su distribución no podía obe- ficados de la “legua del Inka” proviene de la orga- decer a patrones rígidos y regulares. nización del sistema de chasquis o emisarios del Tawantinsuyu. Según se desprende de un litigio de Los “Hitos” del Camino y una posible tierras de 1583, chasqui o chasque, en el “reino Nomenclatura Vial Colla”, remitía a una determinada unidad o refe- rente para la medición de distancias. En sus decla- En sus distintas versiones, los españoles seña- raciones, los testigos indígenas utilizaban el chas- laban que los tupus o “leguas del Inka” equivalían a que para contabilizar las distancias que separaban fracciones de la legua castellana, o a extensiones a un punto de otro. Tal pueblo o lugar se ubicaba a mucho mayores a ella. Según Las Casas, los con- “poco menos que un chasque”, o como a “tres chas- quistadores españoles que se aventuraban por el ques”, o “como un chasque de los que ponía el inga” Camino del Inka hacia Chile se quejaban de que éste (Espinoza Soriano 1987:280). era muy extenso y agotador, puesto que abarcaba Por cierto, esta categoría de medición presen- “mill y tantas leguas largas” (1892:162), lo que taba dificultades a la administración española, que sugiere que esas “leguas” estaban señalizadas y que, intentaba traducirla a sus sistemas propios de men- de alguna manera, constituían un referente para la sura, incurriendo en apreciaciones muy distintas. medición o percepción de las distancias que debían Varios cronistas definen al tupu como la distancia recorrer. Cristóbal de Molina, que viajó con Alma- que podía recorrer un chasqui a alta velocidad, y le gro por los caminos del Collasuyo, y por el Despo- asignan equivalencias a “un cuarto de legua”, “me- blado de Atacama, menciona estas “señales” como dia legua” o “legua y media” de las de Castilla (San- indicadores de distancia e incorpora el factor tiem- tillán [1563] 1879:40; Guamán Poma 1992:323; po como unidad de referencia para su interpretación: Acosta [1590] 1954). Las Casas, por su parte, se- ñalaba que el recorrido de los chasquis o “legua”, …y en algunas partes de este camino, espe- abarcaba “mil pasos” (1892:170), y Murúa le asig- cialmente de esta la ciudad del Cuzco adelan- naba también una medida más específica: te, hacia el estrecho de Magallanes y provin- cias de Chile, va señalada en el camino la media Caminaban corriendo y, cuando menos, quince legua y la legua; por manera que sin reloj ni o diez y seis leguas cada día y las leguas son otra cuenta sabe el hombre a cada paso adon- larguísimas, según la cuenta del Ynga, porque de va y lo que ha caminado (1895:440). llegan de cinco a seis mil pasos, y por caminos tan fragosos y ásperos… ([1613]1987:364). La ruta de Atacama, y particularmente el ca- mino del Despoblado, no obstante sus condiciones Aunque el factor tiempo no era ajeno al siste- extremadamente áridas e inhóspitas, fue la vía más ma de mediciones europeas del siglo XVI (puesto expedita y directa de comunicación administrativa que la “legua castellana” se basaba principalmente entre la capital incaica del Cuzco y la región de en la distancia caminada regularmente en una hora), Chile (Hyslop 1992). De allí que es muy posible se propendía a adjudicarle equivalencias en unida- que este tipo de demarcaciones esté particularmente des menores como “pasos” o “varas”. Las medi- asociado a la organización del sistema de chasquis. ciones andinas que incorporaban, entre otros fac- Según un documento anónimo fechado en 1534, Medir, Amojonar, Repartir: Territorialidades y Prácticas Demarcatorias… 489

existían en los caminos incaicos de la región del Hileras o líneas de Hitos. Cuzco unos “pilares”, dispuestos de trecho en tre- Los casos de Lasana y de Vaquillas cho, que señalaban los tramos que debía recorrer cada “indio de correo”. Aparentemente se trataba Durante nuestra participación en la prospec- de estructuras más sofisticadas que las que se ob- ción del camino incaico del río Loa, pudimos re- servan en Atacama, puesto que operaban como una conocer, a unos 14 km al norte de Lasana, una se- especie de miradores, sobre cada uno de los cuales rie de hitos dispuestos en línea recta y perpendicular se apostaba un chasqui. Una vez recibido el men- al camino. Se trataba de un alineamiento de es- saje, éste debía correr a alta velocidad la distancia tructuras troncopiramidales que dibujaba una línea que lo separaba del pilar siguiente (Porras Barre- transversal, en una orientación aproximada Este- nechea 1967:64). Aunque parece improbable que Oeste y en plena pampa desértica. Los dos hitos los hitos de Atacama hayan cumplido la función centrales, ubicados en ambos costados de la vía, de miradores, la referencia citada sugiere la posi- estaban separados entre sí por unos 7 m y alcanza- ble asociación de este tipo de dispositivos con la ban una altura de 1,20 m. La hilera o línea, com- tarea de los mensajeros del Inka y con una deter- puesta por siete hitos identificables desde el cami- minada organización del sistema vial que orienta- no, abarcaba una distancia algo superior a 1 km. ba, medía o regulaba sus desplazamientos. Hacia el Este, se divisaba un octavo hito, ubicado Un estudio detenido y especializado sobre la en la ladera opuesta del cañón del Loa, y a aproxi- frecuencia y disposición de estas estructuras, que madamente 2 km del camino (Figura 4) (Beren- incorpore algunos de los criterios señalados, po- guer et al. 2004). dría arrojar más elementos a esta discusión. Por de Esta singular forma de intervención y demar- pronto, podemos sostener que los sistemas de “me- cación del espacio, que trascendía al trazado vial, dición” andinos poco tenían que ver con las lógi- se ha identificado también en el registro arqueoló- cas europeas de organización y sistematización del gico y en la documentación histórica del camino espacio, por lo que intentar establecer regularida- incaico del Despoblado de Atacama. En su pros- des en la distribución de los hitos y equivalencias pección efectuada en 1981, Niemeyer y Rivera con sistemas de medición españoles (Hyslop destacan la ubicación de tres hitos de estructura 1992:174), no puede constituir el punto de partida cuasi tronco piramidal dispuestos en línea perpen- para su análisis e interpretación. dicular y por medio de dos de los cuales pasaba el camino. Se encontraban en el sector denominado Mediciones, Deslindes y Llano Alto de Vaquillas, extensa planicie sobre los Territorialidades en el Camino del Inka 4.000 metros de altura. Estaban separados entre sí por 25 y 20,5 m, y el mejor conservado presentaba Los antecedentes etnohistóricos respecto a las una altura de 1,10 m. Los arqueólogos establecie- posibles funciones de los hitos o tupus de los cami- ron su filiación incaica por su alineamiento con nos incaicos, no hacen sino complejizar aún más es- respecto al camino, por su estructura formal, co- tas interpretaciones iniciales. Aparentemente, en cier- rrespondiente al patrón identificado en el resto de tos casos, éstos fueron erigidos para establecer los “topus” del trayecto; y por el contexto arqueo- deslindes territoriales y, eventualmente también, para lógico, ya que se trataba de una zona de activo trá- segmentar la vía de acuerdo a la organización de la fico prehispánico y abundante de cerámica incaica mita “caminera” que correspondía a cada ayllu o grupo (Niemeyer y Rivera 1983:112, 140). social tributario. Las características que pudieron ha- Por la detallada descripción de los autores res- ber tenido los “amojonamientos” del Inka en las dis- pecto a su ubicación, es posible constatar que se tintas regiones o “provincias”, requieren de una dis- trataba de las llamadas “pirámides” o “columnas” cusión profunda respecto a las categorías espaciales, del Despoblado de Atacama, documentadas en el políticas y rituales que organizaban el dominio terri- siglo XVIII como un deslinde jurisdiccional colo- torial incaico. Aunque por razones de espacio no po- nial. Efectivamente, la ruta incaica del Despobla- demos profundizar en esto, nos interesa discutir, des- do había seguido siendo utilizada por el sistema de de el registro arqueológico y etnohistórico, la aparente correos y, en las Reales Ordenanzas que lo regula- presencia de deslindes incaicos en los caminos de ban en 1778, se señalaba a estos hitos como las Atacama y sus posibles ámbitos de significados. “pirámides que dividen las jurisdicciones del Rey- 490 Cecilia Sanhueza Tohá

Figura 4. Alineamiento de hitos en el camino incaico al norte de Lasana. Perspectiva hacia el Este, en dirección al cañón del río Loa. Alignment of landmarks in the Inca road north of Lasana. View toward the east and the Loa river canyon. no del Perú con el de Chile” (Bertrand 1885:162). de los siglos XVI y XVII asociaba este extenso tra- Durante el siglo XIX, diversas expediciones ofi- mo del camino del Despoblado al volcán Llullailla- ciales realizadas en la región mencionan estas “co- co, importante santuario de altura o guaca estatal. lumnas”, puesto que al estar documentadas como Según López de Velasco, cosmógrafo oficial de la deslindes coloniales fueron objeto de confronta- corona española en 1571, se encontraban en la región ción diplomática entre Bolivia y Chile. Bertrand del Llullaillaco “los mojones altos y grandes que di- (1860:39) las describía como “mojones de piedra, vidían las provincias de Chile de las del Pirú en tiem- como las apachetas de los indios” (1885:289). Phi- po de los Ingas” (Sanhueza 2002:117). Es muy posi- lippi, como “montones de piedra” dispuestos en ble que esta referencia esté aludiendo a las línea, aproximadamente en dirección Este-Oeste, “pirámides”, “columnas” o “topus” consignados y y las identificaba como pertenecientes al Camino descritos por quienes recorrieron el camino en los si- del Inka. Por su parte, el jurista boliviano J.M. San- glos XVIII, XIX y XX. De ser así, se estaría otorgan- tibáñez, señalaba que estas columnas eran nume- do a estas estructuras no sólo un origen incaico, sino rosas y que formaban una larga serie que podía también la calidad de deslinde “provincial”. Pero, apreciarse con la vista hasta una considerable dis- ¿cuál es el concepto de “provincia” allí esgrimido? tancia (Sanhueza 2002:125-126). Se desprende, La excepcional oportunidad de comparar dos entonces, que los hitos de Vaquillas eran original- situaciones viales con estructuras demarcatorias mente más numerosos que lo que pudieron regis- similares, ubicadas en lugares tan distantes entre trar los arqueólogos en la década de 1980, posible- sí (como es el caso de Vaquillas y Lasana), y de mente porque en su mayoría habían sido destruidos. documentar históricamente, al menos una de ellas, Estas no son, sin embargo, las únicas referencias permite generar un espacio de discusión respecto documentales que conocemos respecto a la existen- a las posibles categorizaciones espaciales y estra- cia de estas demarcaciones. Como propusimos en un tegias políticas de dominio que podrían estar ope- artículo anterior (Sanhueza 2002), la tradición oral rando en este tipo de demarcaciones. Medir, Amojonar, Repartir: Territorialidades y Prácticas Demarcatorias… 491

“Medir”, “Amojonar”, “Repartir”. La Organización del Espacio Productivo

Las reorganizaciones espaciales incaicas sue- len ser descritas como producto de un proceso de medición, amojonamiento y repartición de los te- rritorios y recursos (Betanzos 1987:55-56, 116; Sanhueza 2002). Según el cronista Blas Valera, las tierras de labor, las dehesas, los montes, las minas, las salinas, los lagos y ríos…

Todas estas cosas Ðy otras muchasÐ mandaba que se contasen y midiesen y se asentasen por memoria cada una de por sí: primeramente las de toda la provincia, luego las de cada pueblo y a lo último las de cada vecino (…) Además mandaba que conforme a la cuenta y medida que se había hecho de la provincia, le pusie- sen sus mojoneras y linderos para que estuvie- se dividida de sus comarcanas” (Garcilaso 1995:282).

Guamán Poma describe toda una política es- tatal de amojonamiento y medición a nivel local y “provincial”, ejecutada por dos funcionarios o “jue- Figura 5. El mojonador y medidor del Inka según Guamán Poma ces” de jerarquía cuzqueña (el “mojonador y me- (1992:324). didor”) que tenían a su cargo la distribución de las The landmaker and surveyor of the Inka, according to Guamán Poma (1992:324). tierras y recursos entre la población, asegurando el usufructo estatal de una porción de ellos. Estos funcionarios recibían el nombre de Sayhua checta Suyucuni, gui: Hacer partes dividiendo suyoyoc. El significado de la expresión se relacio- Suyo: Parte así divisa na con “mojón” o “lindero” (sayhua); con “partir” Suyu: Lo que cabe de parte de trabajo a cada un o “dividir” (checta); y con quien administra o re- suyo o persona parte los suyus (González Holguín 1952; Guamán Suyuni: Dividir tierras chacaras, obras, dar partes Poma 1992:325) (Figura 5). del trabajo Según los diccionarios quechuas de los siglos (González Holguín 1952; Santo Tomás [1560] XVI y XVII, suyu constituía una categoría políti- 1951). ca, social y espacial, estrechamente vinculada con Suyu remitía también a un determinado ordena- la organización de la mita estatal. La voz suyu ape- miento lineal del espacio, asociado a la noción de laba a una determinada organización jurisdiccio- “banda”o “franja”, como señalan los vocabula- nal, al ordenamiento, registro y división de recur- rios coloniales y los estudios semióticos de la tex- sos humanos y productivos, y a la distribución del tilería andina (González Holguín 1952:334, 688; espacio para el trabajo colectivo: Cereceda 1978). Recogiendo esta interpretación, Wachtel advierte que la distribución territorial de Suyu: Provincia los suyus para la mita agrícola en la región de Co- Suyu quiti: La tierra de jurisdicción de cada juez chabamba, había sido organizada y amojonada por Prouincias o términos o jurisdicciones de juezes: el Inka en “franjas de terreno” que, dispuestas Suyu suyu, o suyu quimray, o suyuquiti en forma transversal al valle, señalaban y divi- Suyuchanacuni: ponerse en renglera, o en orden dían los espacios de trabajo que correspondía a así en pie, o en sus asientos para ordenarlos cada grupo o “nación” de mitimaes y de mitayos Suyuchacuni: Ponerse a parte cada ayllo, o diuidirse (1980:300-303). 492 Cecilia Sanhueza Tohá

La distribución de las faenas colectivas y la vés de la experiencia etnográfica desarrollada por división de suyus, se organizaba de acuerdo a un Gary Urton (1984). acto previo de “medición” de lo que tocaba a cada unidad o unidades sociales: Sistemas de Medición y Estrategias de Interacción Social …aunque muchas parçialidades vayan a hazer una cosa de comunidad nunca la empieçan sin A partir de su investigación en la comunidad ver y medir lo que cabe a cada una y entre los quechua de Pacariqtambo, Urton analiza el concepto mismos de cada parcialidad tanbién hazen su local de chuta como una práctica social de medición diuision que llaman suyos… (Polo de Onde- y distribución espacial del trabajo comunitario. Se gardo, citado por Murra 1975:28). denomina chutas a las secciones, tramos o franjas de territorio que se asignan a cada ayllu de la comuni- La distribución estatal de los suyus se realizaba dad en la distribución anual de trabajos agrícolas, considerando las condiciones ecológicas, producti- construcción de infraestructura pública, limpia de vas y demográficas de cada región. El Inka manda- canales y habilitación o reparación de caminos. ba que “se contasen y midiesen” todos los recursos Las chutas no son unidades de extensión pre- de cada “provincia”, pueblo o ayllu y aplicaba crite- determinada. Sus dimensiones varían según el ta- rios o principios de medición, según una determina- maño de cada ayllu, es decir, de acuerdo a la canti- da proporcionalidad entre los recursos y la fuerza dad de fuerza de trabajo con que cuenta y al tiempo de trabajo disponibles. El “igualar”, o repartir “por que deberá invertir. Para salvaguardar una distri- medida igual” o proporcional el trabajo, constituía bución equilibrada de estas obligaciones, la exten- uno de los principios rectores de la distribución de sión de cada una de estas secciones es producto de los suyus (Valera, citado por Garcilaso 1995:408). una activa negociación, realizada en un contexto Sus dimensiones territoriales, dice Betanzos ritualizado y festivo de la comunidad. Eventual- (1987:116), eran sancionadas por el Inka, quien lue- mente, se utilizan determinados implementos, go de cada conquista, mandaba que “le enviasen en como la manipulación de una cuerda, que más que pintura el arte y manera de las tales tierras y provin- una unidad de medición, constituye un instrumen- cias” para “igualarlas” y “amojonarlas”. to que permite alcanzar una determinada propor- La estrecha asociación entre los conceptos de cionalidad en la asignación de las chutas, según el “amojonamiento” y de “medición”, nos remiten tamaño de cada unidad social. La distribución cul- nuevamente a la terminología ya descrita (tupu, mina, finalmente, en un consenso respecto a la sayhua y chuta), que refieren a sistemas de medi- “medida” que parece justa y que implica “iguales” ción de distancias y también de superficies terri- condiciones de trabajo. Se trata de una instancia toriales. Las relaciones semánticas y las connota- ritualizada que regula las faenas colectivas y que ciones sociales de estos conceptos, se presentan combina prácticas de interacción social con cier- en forma particularmente más elocuente al refe- tos principios de organización y división del espa- rir o traducir las distintas acepciones del término cio. La extensión de cada chuta se establece a par- chuta. Al respecto, el diccionario aymara de tir de criterios sociales, económicos y políticos Bertonio (1956:94) nos remite a un complejo sis- flexibles y no predefinidos por la aplicación de un tema, no sólo de medición, sino también de prác- sistema estandarizado de medición (Urton 1984). ticas sociales y productivas estrechamente rela- Recogiendo las referencias de Wachtel respecto cionadas. Define chuta como señal de las leguas al ordenamiento espacial de los suyus de Cochabam- del camino del Inka; como mojón de piedra para ba, Urton describe las chutas de Pacariqtambo como división de las tierras; como medida de superfi- “franjas” de terreno, establecidas a través de virtua- cie, y como sinónimo de mitta o “vez”, aludiendo les líneas rectas o líneas imaginarias que ordenan y al concepto de turno para el trabajo colectivo dividen ritualmente los espacios públicos de trabajo. (Urton 1984). En quechua, chuta refiere a una me- Según el autor, este sistema podría constituir un mo- dida de tierras, pero además a determinados ins- delo para intentar comprender las formas prehispáni- trumentos de medición, como la soga o los bra- cas de distribución espacial que operaban en institu- zos extendidos (González Holguín 1952:125). ciones sociales, políticas y rituales como los suyus y Estas asociaciones adquieren mayor sentido a tra- ceques del Cuzco (Urton 1984:13, 37, 55-56). Medir, Amojonar, Repartir: Territorialidades y Prácticas Demarcatorias… 493

Compartimos con el autor que los conceptos Sayhuani, sayhuacuni: amojonar tierras, hacer lin- de chuta y de suyu parecen obedecer a principios deros similares de medición y de organización del espa- Sayuac o cequec: deslindador cio social. Suyu, asociado más explícitamente a la Cequeni. gui o sayuani. gui: deslindar heredad o estructura territorial incaica, podría estar remitien- diuidirla con lindero do a una institucionalización de estas prácticas Ceqque: raya, línea, término andinas a nivel de la mita estatal. En ese sentido, el Ceqqueni: rayar, linear, deslindar concepto actual de chuta, dinámico y flexible, pudo Allpa: La tierra de labor y el suelo haber sido incorporado como estrategia de nego- Allpa tupuk apu, o cequek apu: medidor o reparti- ciación política por el Tawantinsuyu. Sin embar- dor de tierras (González Holguín 1952; Santo To- go, chuta, al igual que suyu en el siglo XVI, refie- más 1951). ren también al “amojonamiento” del Inka. Aparentemente, en el marco de un sistema estatal A Modo de Recapitulación de dominación, el ordenamiento o el “diseño” es- pacial del Inka adquirió un carácter cada vez más El sistema de “amojonamiento” o demarcación rígido, permanente e impositivo. incaico formó parte de una política de organiza- ción o reorganización de los territorios sometidos Demarcaciones Lineales y Suyus que habría operado a partir de estrategias e institu- ciones andinas socialmente arraigadas. El término Es difícil establecer un límite o frontera en- “medir” parece ser la traducción española a una tre los ámbitos propiamente políticos, producti- serie de prácticas de distribución del espacio so- vos y ceremoniales en la organización del esta- cial y productivo, así como de organización del do incaico. Según Cobo, las tierras y recursos desplazamiento y las comunicaciones en un exten- de cada pueblo y “provincia” se repartían y amo- sísimo territorio. El Capac Ñan representaba uno jonaban, dividiendo aquellas dedicadas a las de los ejes que ordenaban y articulaban el sistema guacas, al Inka y a la comunidad. Las tierras eran de control y dominio del Tawantinsuyu y, en ese trabajadas por las autoridades locales con sus contexto, los “hitos”, “mojones” o tupus del cami- “comunes” quienes “repartían entre sí por rayas no no parecen ser elementos azarosos del trazado las tareas que a cada uno cabía trabajar, la cual vial. Su distribución irregular, así como su presen- tarea o medida llamaban suyu” (Cobo [1653] cia diferenciada como hitos solitarios, en pares o 1964:121). en hileras, sugiere que se trataba de estructuras car- Las líneas demarcatorias que observamos en gadas de significado y que pudieron comportarse los caminos incaicos de Atacama, podrían obede- como elementos polisémicos, respondiendo a dis- cer a ciertos principios institucionalizados de or- tintos significados o funcionalidades según el con- ganización de espacios sociopolíticos, socioproduc- texto y las características con que se presentaran. tivos y/o rituales. Desde esa perspectiva, es significativo que los vocabularios de los siglos XVI Agradecimientos: Esta investigación fue fi- y XVII asocien semánticamente el concepto incai- nanciada por el Proyecto FONDECYT N¼ co de ceque, como línea divisoria, con la práctica 1010327 “Arqueología del sistema vial de los institucionalizada de “amojonar”, “medir” y “re- Inkas en el Alto Loa, II Región”, dirigido por José partir”: Berenguer R.

Referencias Citadas

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