Eugenio Figueroa Bustos / Ignacio Pérez Tuesta

LOS CÓNDORES BLANCOS La historia desconocida de en el Mundial de 1930 Los Cóndores Blancos. La historia desconocida de Chile en el Mundial de 1930

Registro de propiedad intelectual: en trámite ISBN: en trámite

Autores: Eugenio Figueroa Bustos e Ignacio Pérez Tuesta Diseño y Dirección de Arte: Alfonso Gálvez

TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS © Asociación Nacional de Fútbol Profesional © Eugenio Figueroa Bustos © Ignacio Pérez Tuesta

Impresión: Andros Impresores que sólo actúa como impresor. Primera Edición. Mayo 2014. 500 ejemplares.

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Chile, el 16 de julio de 1930 7

Capítulo 1 9 Nace el Mundial, vuelan los Cóndores Blancos

Capítulo 2 25 El viaje a la aventura mundialista

Capítulo 3 45 Chile-México: los Cóndores y su debut soñado

Capítulo 4 59 Se inaugura el Mundial, comienza la leyenda del Centenario

Capítulo 5 69 Chile – Francia: la victoria de la esperanza

Capítulo 6 79 Chile – : la gloria o el adiós

Capítulo 7 93 Los Cóndores vuelan a casa

Autores 100

Agradecimientos 101

Bibliografía 102 LOS CÓNDORES BLANCOS

6 LOS CÓNDORES BLANCOS

Chile, el 16 de julio de 1930

Era miércoles. Y hacía frío en Santiago. Chile tenía un poco más de 4.2 millones de habitantes. Un 56% de al- fabetos y sólo la mitad de la población era urbana, aunque ya comenzaba a notarse la migración del campo a la ciudad, con una Estación Central que cada día recibía más hombres y mujeres en busca de mejores condiciones de vida, en la capital. No les sería fácil. Ese día el país se enteró de la muerte del expresidente Juan Luis San- fuentes. Eran días complicados políticamente, con Carlos Ibáñez del Campo en La Moneda y una de las mayores crisis económicas de la historia de Chile producto de la Gran Depresión de 1929. Se veía mucha gente deambulando por las calles, sin trabajo, empobrecidos y sin saber qué hacer ante un futuro que se veía muy negro. El fútbol no era profesional, aunque varios ya hablaban de la necesidad de transformar a este deporte en una actividad organizada. Pero sí arrastraba masas, sobre todo a los Campos de Sport de Ñuñoa, hasta donde se llegaba en el autobús número 11 que dejaba en la puerta, o el 3 y el 6 que pasaba por Av. Irarrázaval. Una época en que varias selecciones jugaban con camisetas de colores muy distintos a los actuales. Claro, como Chile que estaba lejos de la roja que tanto la distingue en el mundo, y se jugaba de blanco, azul, rojo o listado in- distintamente. No habían marcas ni sponsors. Menos televisión ni tampoco Internet. Incluso la radio, que llevaba menos de una década informando a los chilenos, aún no se animaba a transmitir el fútbol por sus ondas. Ese día Chile jugó por primera vez en una Copa del Mundo y muchos estaban atentos a lo que podía ser este equipo vestido con camisetas blancas, pantalones azules y medias negras. Muchos irían por la tarde a las puertas de los diarios a informarse de la suerte del combinado chileno en . Había hinchas, que ni siquiera se autodenominaban hinchas y quizás no tenían conciencia de serlo. Eso sí, en la plaza Baquedano, no había rejas ni vallas esperando por si ellos salían a celebrar, pero sí había mucho movimiento ya que existía la Estación Pique, la última del tren que iba desde Providencia a Puente Alto. Ese día apreció a ratos un tibio sol, ese clásico de invierno en la capital de Chile que apenas logra entibiar el cuerpo. Se podía ver la nieve en la cordi- llera y varios recordaron