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(S-1423/08)

PROYECTO DE DECLARACION

El Senado de la Nación

Expresa su Homenaje a la líder revolucionaria de la Guerra de la Independencia Hispanoamericana, Dña. JUANA AZURDUY DE PADILLA, al cumplirse el próximo 25 de mayo un nuevo aniversario de su fallecimiento.

Marcelo Fuentes. -

FUNDAMENTOS

Señor Presidente:

Juana Azurduy de Padilla fue una líder revolucionaria de la región alto peruana, que combatió en la Guerra de la Independencia, asumiendo la comandancia de las tropas con grado de Teniente Coronel.

Nació en el cantón de Toroca en las cercanías de Chuquisaca (actual ) el 12 de julio de 1780, el mismo año en que Tupac Amarú inició la gran rebelión andina del Valle de Tinta, que continuaron en el Alto Perú Tupac Katari y Bartolina Sisa.

Durante su infancia, en el seno de una familia de buena posición trabajará en el campo y se relacionará con campesinos e indios. En tanto, a raíz de la muerte de sus padres, quedará al cuidado de sus tíos junto a su hermana Rosalía.

Desde joven conoció a con quien se unió luego en matrimonio. Compartió con él sus conocimientos de la Revolución Francesa, las ideas republicanas, la lucha por la libertad, la igualdad y la fraternidad. Juntos exploraron las ideas revolucionarias de Castelli, Moreno y Monteagudo, a quienes conoció en La Plata debido a las actividades comerciales de su padre.

Inmediatamente después de la batalla de Suipacha tomó contacto con los jefes que obtuvieron la victoria para ofrecerle sus fincas como base de operaciones en la región. Al año siguiente de la revolución de Mayo Manuel Padilla se unió a Castelli para acompañarlo a Huaqui. Formó la “republiqueta” de Chayanta con la ayuda de indígenas, mestizos y criollos de su lugar de nacimiento y además se puso en contacto con otros jefes guerrilleros como Martín Miguel de Güemes. En esas primeras acciones Dña. Juana no participó en las acciones, ya que su marido no consideraba de importancia la presencia de mujeres en las fuerzas revolucionarias. Recién en 1812 ella lo convence y se incorpora ocupando un lugar destacado en las filas patriotas.

Hacia 1813 los revolucionarios obtuvieron triunfos en Badohondo, Carachimayu y Presto. Padilla fue el encargado de organizar él ejército, esta vez con la ayuda de su esposa, quien con su ejemplo hizo que muchas mujeres se sumaran a la gesta: “En poco tiempo, el prestigio de Juana Azurduy se incrementó a límites casi míticos: los soldados de Padilla veían en ella la conjunción de una madre y esposa ejemplar con la valerosa luchadora; los indígenas prácticamente la convirtieron en objeto de culto, como una presencia vívida de la propia Pachamama”, según sus biógrafos

Luego de la derrota de Vilcapugio y Ayohuma, la lucha se desplazó al nordeste de Bolivia (Guerra de las Republiquetas). Durante ese tiempo el cacique Juan Huallparrimachi, músico, poeta y descendiente de los incas, se unió a Juana Azurduy como su fiel lugarteniente.

Vencida por los realistas en Tarvita y Pomabamba y ante la persecución de un batallón enemigo, el matrimonio debió separarse, internándose Juana en una zona de pantanos. Allí antes que llegara su marido enfermaron gravemente sus cuatro hijos. En ese lugar y antes que su esposo pueda rescatarla junto con el cacique Hualparrimachi, fallecieron sus hijos Manuel y Mariano. Juana llegó luego a un refugio en el valle de Segura donde murieron sus hijas Juliana y Mercedes, quienes no resistieron la enfermedad que las aquejaba.

“Juana Azurduy esta nuevamente embarazada cuando combate el 2 de agosto de 1814 con Padilla y su tropa en el cerro de Carretas. Y Juana Azurduy sufre ya los dolores del parto cuando escucha las pisadas de la caballería realista entrando en Pitantora. Luisa Padilla, la última hija de los amantes guerreros, nace junto al río Grande y experimenta ahora en brazos de su madre los ardores de la vida revolucionaria”, según sus biógrafos. La criatura quedó en manos de su amiga india Anastasia Madani, que la cuidó durante todos los años que duró su lucha revolucionaria.

Juana Azurduy lideró la guerrilla, obtuvo triunfos en Tacopaya, y el cerro Las Carretas. En el Villar se enfrentó con los enemigos para despojar al español su estandarte. Padilla y Belgrano informaron al gobierno que consiguió la bandera enemiga y por su actuación, un decreto firmado por Juan Martín de Pueyrredón el 13 de agosto de 1816, le otorgó el rango de Teniente Coronel; tras lo cual , al frente del Ejército del Norte, le hizo entrega simbólica de su sable.

El 14 de noviembre de 1816 escapó de una persecución en el Villar y su marido acudió a rescatarla, resultando herido de muerte.

El cambio de planes militares, que implicó abandonar la ruta alto peruana para combatir a los realistas afincados en el Perú por vía chilena, disminuyó el apoyo logístico a la guerrilla comandada por Azurduy, que debió replegarse hacia el sur, uniéndose al ejército de Martín Miguel de Güemes, en Salta por pocos años.

A la muerte del General Güemes, la guerra de guerrillas sin su conducción en el norte argentino, se tornó dificultosa y ante la falta de recursos para continuar la lucha en lo personal, se vio reducida a la pobreza. Optó por encontrar la forma de retornar a su país natal, haciendo un pedido que el gobierno provincial respondió con dos mulas y cincuenta pesos para el viaje.

En una carta escrita, cuando sobrevivía a duras penas por las selvas del Chaco argentino, escribía: "A las muy honorables juntas Provinciales: Doña Juana Azurduy, coronada con el grado de Teniente Coronel por el Supremo Poder Ejecutivo Nacional, emigrada de las provincias de Charcas, me presento y digo: Que para concitar la compasión de V. H. y llamar vuestra atención sobre mi deplorable y lastimera suerte, juzgo inútil recorrer mi historia en el curso de la Revolución.(...) Sólo el sagrado amor a la patria me ha hecho soportable la pérdida de un marido sobre cuya tumba había jurado vengar su muerte y seguir su ejemplo; mas el cielo que señala ya el término de los tiranos, mediante la invencible espada de V.E. quiso regresase a mi casa donde he encontrado disipados mis intereses y agotados todos los medios que pudieran proporcionar mi subsistencia; en fin rodeada de una numerosa familia y de una tierna hija que no tiene más patrimonio que mis lágrimas; ellas son las que ahora me revisten de una gran confianza para presentar a V.E. la funesta lámina de mis desgracias, para que teniéndolas en consideración se digne ordenar el goce de la viudedad de mi finado marido el sueldo que por mi propia graduación puede corresponderme".

Pasó varios años solicitando al gobierno boliviano, ya independiente, sus bienes confiscados. El Mariscal le había otorgado una pensión, que le fue quitada en 1857 bajo el gobierno de José María Linares. Murió el día 25 de mayo de 1862 cuando estaba por cumplir 82 años, indigente, y fue enterrada en una fosa común. Sus restos fueron exhumados 100 años después, para ser depositados en una urna en la Casa de la Libertad de Sucre, su ciudad natal, donde desde entonces se le rinde homenaje.

Se conoció su nombre en casi toda América y se hizo famosa por una cueca del historiador Félix Luna, musicalizada por Ariel Ramírez e interpretada por Mercedes Sosa, que honra su accionar en la guerra de la independencia latinoamericana.

La lectura de su biografía llena de orgullo a los nacidos en esas tierras y perpetua nuestro agradecimiento a todos aquellos que dejaron de lado la tranquilidad de una vida familiar para entregar sus días a la causa por la independencia.

Es por éstos motivos que solicito a mis pares me acompañen en la aprobación de este proyecto.

Marcelo Fuentes. -