Historia De La
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La Historia de la FAI de Juan Gómez Casas, constituye una aproximación a la historia de la Federación Anarquista Ibérica, desde su fundación hasta el final de la guerra civil, arrancando desde la historia anterior del anarquismo para comprender mejor la actuación de esta organización. Si bien la FAI se crea como una entidad de propaganda de las ideas anarquistas, la lucha de clases de aquella época en España -Segunda República y guerra civil- hace de ella una organización en la que la acción militante juega un papel de primera magnitud. Juan Gómez Casas HISTORIA DE LA FAI Aproximación a la historia de la organización específica del anarquismo ibérico y sus antecedentes de la Alianza de la Democracia Socialista. Editado por la Fundación Anselmo Lorenzo, las distribuidoras Sur Libertario y La Idea y los grupos anarquistas Tierra y Albatros Edición digital: C. Carretero Difunde: Confederación Sindical Solidaridad Obrera http://www.solidaridadobrera.org/ateneo_nacho/biblioteca.html Contenido Agradecimientos Prólogo I. Antecedentes de la alianza de la democracia socialista en España II. La CNT y el anarquismo hasta la dictadura de Primo de Rivera III. Anarquismo y anarcosindicalismo en la dictadura de Primo de Rivera y hasta el advenimiento de la Segunda República IV. La Federación Anarquista Ibérica (FAI) V. La Guerra Civil. La trabazón CNT-FAI Acerca del autor Agradezco en estas líneas la ayuda que han representado para mí los pacientes trabajos con que respondieron a mi encuesta diversos amigos, entre los que cito a José Peirats, Marcos Alcón, Abad de Santillán y Tomás y Benjamín Cano Ruíz. También se prestaron cordialmente a responder a algunas de mis preguntas y aportaron datos esclarecedores Juan García Oliver, Juan Manuel Molina y Antonio Moreno Toledano. Dejo asimismo constancia de mi deuda hacia aquellos autores cuyo meritorio trabajo documental ha sido de gran utilidad para este libro, aunque en el curso del mismo me haya visto obligado a discrepar de ellos seriamente. Para todos mi mayor agradecimiento. El autor PRÓLOGO No es mi intención presentar al lector un trabajo definitivo sobre la historia de una organización tan famosa y controvertida como fue la Federación Anarquista Ibérica en nuestro país, desde el momento de su fundación, 1927, hasta su desaparición de la vida pública española en 1939, al término de la guerra civil. Máxime cuando tal historia ha de abarcar, siquiera de modo sumario, sus antecedentes de la Alianza de la Democracia Socialista en España, en el siglo XIX, en tanto que elemento inspirador de la Internacional Hispánica, y además, un breve esquema de la larga teoría de grupos ácratas que jalonan el camino desde la dispersión de la Internacional en España hasta la creación de la CNT en 1910 y después, de la puesta en marcha y del rodaje de esta organización en la segunda década del presente siglo hasta la Dictadura de Primo de Rivera. Intentaré seguir la acción de los grupos anarquistas en el período del terrorismo y tras la nueva clandestinidad que supone la dictadura primorriverista. La Federación Nacional de grupos Anarquistas es el antecedente más inmediato de la FAI. Es poco lo que en realidad se sabe de esta organización específica del anarquismo, o para decirlo de modo más preciso, no son abundantes las fuentes documentales sobre las cuales apoyar lo que en verdad se sabe de ella. En los últimos meses parecen haberse puesto a disposición del público en el Instituto de Historia Social de Ámsterdam los archivos CNT-FAI que fueron trasladados de España al término de la guerra civil, pero de cualquier modo el acceso a los mismos no es fácil. De manera que mi trabajo consistirá en una aproximación a la historia de la FAI, que sin duda no será la más documentada de cuantos trabajos se están llevando a cabo paralelamente en el mismo sentido. Estoy seguro que otros amigos o autores aportarán un mayor acervo documental. No obstante, este trabajo será una Aproximación cuando menos real, llevada a cabo desde la interioridad del tema. Aunque influido por los condicionamientos del que contempla desde dentro, la visión de éste es siempre más genuino, en suma más verdadera, que la de quienes juegan desde una supuesta objetividad que casi siempre entraña tremendos elementos subjetivistas, tomas de posiciones a priori, visiones consciente o inconscientemente deformantes, o displicentes visiones seudocientíficas. Precisamente este es el caso de la mayoría de los tratadistas anglosajones que han abordado, con honrosas excepciones, el tema de la guerra civil española. Suelen éstos tocar con alguna objetividad los fenómenos puramente políticos y más conocidos de aquel acontecimiento, pero apenas intentan penetrar en los estratos más ocultos del conflicto, en la identidad de las familias políticas o en la profundidad del proceso revolucionario, nuestros historiadores caen en muchos casos en un lamentable diletantismo, como le es justamente reprochado por Noam Chomsky a la mayoría de los liberales norteamericanos que han tocado el tema de la guerra civil. Hay casos paradigmáticos en verdad. Por ejemplo, Drieu la Rochelle afirmó, ante lo que veía hacer al anarcosindicalismo en una visita que giró a Barcelona después de julio de 1936, que tal manifestación, por su dinámica revolucionaria, sólo podía derivar de una transustanciación en los medios revolucionarios de la reforma religiosa reprimida en nuestro país, viniendo a ser así una manifestación tardía del protestantismo. Tal versión era folklórica, pero atractiva, e inmediatamente halló ecos en numerosos autores, españoles y extranjeros, entre ellos Brenan, Woodcok, Joll, Bécarud y Lapouge y otros muchos. Estos mismos autores adoptan también en relación al anarquismo otras pintorescas versiones, relacionadas con el supuesto ruralismo de la acracia, su alergia al progreso tecnológico y una cierta nostalgia de un pasado bucólico absolutamente irreproducible. Hobsbawm, por su parte, afirma en la parte final de su capítulo destinado a las insurrecciones campesinas andaluzas en el libro Rebeldes Primitivos, que si en lugar del bakuninismo hubiera penetrado en la campiña andaluza en el siglo pasado la ideología marxista, las clases poseedoras se hubieran visto mucho más comprometidas. Inefable ingenuidad de un reputado tratadista que juega a la historia— ficción. En cuanto a los autores españoles de especialidades similares, ciertas actitudes son igualmente destacables: un profesor de historia, recensionista de libros en algunas revistas semanales decía hace poco que el arraigo del anarquismo en España se debía en gran parte, entre otras cosas, a la incultura del país y al gran número de analfabetos del peonaje controlado por aquél. Así, esta manifestación del societarismo hispánico habría prendido con facilidad en las masas iletradas del país. Sin embargo, el citado profesor no podía ignorar que en el estudio publicado por Víctor Manuel Arbeloa en la Revista del Trabajo, números 30 y 31, 1970, el número de revistas y periódicos publicados por los ácratas entre 1869 y 1923 era de ¡103! Estimable cifra para un movimiento analfabeto y que sin duda duplicaba con creces hasta esa fecha el número de publicaciones adjudicables al resto del societarismo hispánico. Aquí, repetimos, son numerosos los lugares comunes que se repiten miméticamente. Desde editorialistas que afirman en revistas y en libros con la mayor seriedad que la Primera Internacional fue creada por Marx y Engels, o que en el primer congreso obrero celebrado por la Primera Internacional en nuestro país hace 105 años con predominio ácrata fue un fracaso, porque no se llegó a la creación de un partido obrero de tipo marxista, como si de una visión ácrata del mundo pudiera resultar una práctica marxiana, y los que califican inefablemente a la Internacional en España y a su acción práctica como «error bakuninista», hasta los que le reprochan su abstencionismo político y su repudio de las alianzas, sin reparar en primer lugar que la nueva identidad de la Internacional pasaba por una separación radical de todos los valores de la burguesía y de sus partidos, y en que por otra parte, apenas nacida, la Internacional cayó en una clandestinidad de siete años, después de haber sido calificada como utopía filosofal del crimen por Sagasta; sin tener en cuenta que cuando salió a la luz pública en 1881 se reemprendió la polca gubernamentalista de los partidos turnantes, bien asistidos por el muro impenetrable de los caciques locales directamente conectados con los prohombres de Madrid, de manera que, aunque la acción política hubiera estado en los programas de la Federación Regional Española, que no lo estaba, hubiera sido absolutamente in viable porque no había cauces para practicarla. En nuestros días, si exceptuamos el análisis bastante interiorizado que en su libro Anarcosindicalismo y Revolución en España, 1936— 37, lleva a cabo John Brademas, apoyándose en los innumerables testimonios documentales recogidos y en el juicio directo de gran número de militantes consultados, las relaciones de la CNT y su entorno, desde su fundación, y sobre todo las relaciones posteriores de la CNT y la FAI, han sido objeto de toda clase de extraordinarias manipulaciones y malformaciones. Siguiendo el ejemplo de Brademas otros recurrieron al testimonio directo de protagonistas de la historia del movimiento obrero en su vertiente libertaria y llevaron a cabo documentadísimas compilaciones que, luego, por desgracia, sirvieron para apoyar no la historia objetiva, sino los juicios a priori de que ciertos tratadistas partían y las conclusiones finales a que deseaban llegar. De manera que hábilmente manipulados, los elementos de información pueden fundamentar postulados contrarios a los implicados en el movimiento que da lugar a esos mismos elementos informativos. Es triste y lamentable tenerlo que afirmar, pero no tenemos más remedio que hacerlo: ciertas deformaciones de la verdad histórica, por muy artesanales y hábiles que se presenten nos llevan a la conclusión de que las ideologías, ciertas ideologías, al menos, están tomando posiciones para el futuro.