¿Clandestinos-Quiebraley En La «Grande Babylon»?* Dinámicas De La Circulación Y Recepción Del Arte Latino(Americano) En Los Estados Unidos En El Nuevo Milenio
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ARTES PLÁSTICAS NAHELA HECHAVARRÍA POUYMIRÓ ¿Clandestinos-quiebraley en la «grande Babylon»?* Dinámicas de la circulación y recepción del arte latino(americano) en los Estados Unidos en el nuevo milenio. Museos-centros de arte y cultura-comunidad esulta una ingente tarea a dilucidar cómo abordar la presen- cia y el aporte de la comunidad de origen latinoamericano- Rcaribeño en/a la cultura de un país tan diverso en cuanto a orígenes y expresiones como los Estados Unidos de América. Tarea que ha de ser el resultado de múltiples voces en diálogo y confrontación. De ahí ese mosaico cultural que bajo el rubro de «latinos» (antes nombrados también hispanos) abarca una amplia gama de expresiones culturales y etnias, en la que con- fluyen varias lenguas –aun cuando sea el español el idioma con el que comúnmente se les ha identificado, poniendo en evidencia una categoría que deja fuera otras particularidades y que atenta contra la diversidad de un área-matriz que se resiste a ser nom- brada como un todo indisoluble. Como un mercado-objetivo en la lógica de la producción/venta capitalista, o como garante/ aliado necesario en periodo de elecciones (el llamado Voto La- tino), «lo latino» como concepto es cuando menos discutible. El investigador cubano-americano Román de la Campa1 apunta * Texto presentado en la octava Confe- rencia Latinoamericana y Caribeña de Ciencias Sociales, Buenos Aires, 1 Román de la Campa: «Norteamérica y el mundo latino», en Nuevas car- Argentina, 2018. tografías latinoamericanas, La Habana, Letras Cubanas, 2006, p. 287. 124 Revista Casa de las Américas # 301 - octubre-diciembre/2020 pp. 124-131 125 cómo «[l]os latinos no son ni etnia ni raza» y las episodios de enfrentamiento y represión en los consideraciones respecto al contexto complejo de últimos años, de manera unívoca y sostenida, ha multiplicidad de códigos lingüísticos, culturales, encontrado también la resistencia de infinidad de históricos que confluyen en el «encuentro» de asociaciones y líderes cívicos de las comunida- estas culturas (el choque entre Latinoamérica-El des y poblaciones identificadas comolatinas , no Caribe y la experiencia anglosajona) dejan más ya en las zonas con gran presencia histórica de preguntas que definiciones en blanco y negro. esta población (California, Texas, Florida, Nueva Ahora bien, si en los espacios fronterizos la cul- York), sino que se libran constantes debates en tura comienza a refuncionalizarse bajo diversas muchas otras zonas de la Unión Americana, en pretensiones de universalidad y hegemonía, «ya plazas y demonstraciones públicas, creando tam- en el acto del cruce, se define un nuevo sujeto bién las minds guerrillas, la toma de conciencia enfrentado a ámbitos diferentes del propio, un en el espacio virtual (aunque no menos enfático) sujeto transformado en la “promesa” del cam- de la web y las redes sociales. bio, en la aventura hacia el Primer Mundo y el 2 abandono del “Tercero”». Pero además de las I connotaciones derivadas del acto de cruce (sea terrestre, marino o aéreo), que trascienden el En muchos casos el cruce de la frontera conllevó hecho individual para implicar a la sociedad la creación de un espacio cultural contestatario, y/o las poblaciones de origen y receptoras, la otro, donde lo contracultural significó la no- comunidad latina activa debe entenderse cual asimilación: recordar cómo el término chicano resultado complejo de este fenómeno de flujo pasó de tener una connotación peyorativa a ser continuo que implicó una fuerza de trabajo de un acto de reafirmación y resistencia sobre todo millones de latinoamericanos desplazándose ha- entre los jóvenes. El Movimiento Chicana/o se cia el norte durante todo el siglo xx –y aún desde hizo visible a través de la emergencia de un arte las últimas décadas del xix– conforme la política muralista de nuevo tipo que inundó los espacios exterior de los Estados Unidos hacia la región públicos en San Diego, El Paso, el Este de Los iba definiéndose. La más reciente oleada parece Ángeles e incluso la Universidad de California ser el éxodo doloroso de las caravanas de miles Los Ángeles, pero también a través de la danza, el de centroamericanos y mexicanos que anuncian teatro, la música, la gráfica, el grafiti y la acción tomar el «Muro» de una vez y por todas. Oleada cívico-social de organizaciones como las Brown que desafía nociones como las de nación, fronte- Barets/Boinas Cafés, el MECHA/Movimiento ra y territorio, y que eventualmente hace temer Estudiantil Chicano de Aztlán, el Partido Raza una confrontación. Esta crisis que ha tenido Unida, El Chicano Moratorium Committee con- tra la guerra de Viet Nam, el Movimiento de los 2 N. Hechavarría: «El arte mexicano contemporáneo y trabajadores agrícolas…, es decir, momentos su visión del proceso migratorio. Frontera y transterri- torialidad», en Latinidad en Encuentro: experiencias documentados en la obra de fotógrafos chicanos migratorias en los Estados Unidos, Casa de las Amé- como Oscar Castillo o Harry Gamboa Jr. La ricas, 2014, p. 145. lucha chicana se extendió del suroeste del país a 124 125 todo lugar donde hubiera presencia mexicana. Se Pero en este tópico de la autodefinición de crea(ro)n centros de arte y cátedras de estudio y muchos descendientes de emigrantes como salvaguarda de la herencia mexicana y produc- cubano-americanos, dominicano-americanos, ción chicana (los Chicanos Studies se instituyen mexicano-americanos, colombiano-americanos en muchas universidades estadunidenses, como (etcétera) y no siguiendo el genérico «hispano» parte de los Areas Studies que pulularon desde o «latino» que englobaría otras poblaciones im- los sesenta y hasta la actualidad, en el campo aca- portantes como la brasileña, pero que usualmente démico norteamericano), así como la aparición no incluye (aunque podría etimológicamente) la de centros que hicieron extensivos sus estudios presencia del Caribe francófono (con Haití, otras sobre los latinos como conjunto (la existencia Antillas francesas y Guayana ), nos lleva a pensar de la National Association of Latino Art and que más que una denominación la manera en que Cultures, Nalac, creada en 1989 y que agrupa a estas comunidades se insertan en el contexto artís- más de novecientas organizaciones culturales no tico y cultural es lo que generará su aporte y hará lucrativas) y los programas de Estudios Latinoa- la diferencia en el marco del tan llevado y traído mericanos que irradian toda la confederación con «multiculturalismo» del enclave norteamericano. la Latin American Studies Association (Lasa) y su Un análisis casuístico del tópico de la recep- congreso anual. Esta lucha por el reconocimiento ción y/o circulación de parte de la producción y por los derechos sociales y representativos de artística (visual) latina en el contexto político- minorías alcanzó un mayor impacto con la comu- social de los últimos quince años excede las di- nidad puertorriqueña en Nueva York. El Barrio, mensiones de este texto, toda vez que no lograría como enclave de los llamados nuyoricans, sirvió esbozar en términos porcentuales la infinidad de marco para la emergencia de movimientos de muestras que, tomando como centro el arte también contra el racismo y la discriminación, hecho en Latinomérica y/o de latinoamericanos así como la búsqueda de la autodeterminación y en los Estados Unidos, se han realizado ya sea afirmación social. Los Young Lords, por ejemplo, en museos, centros de arte y/o galerías comer- cuya lucha tuvo conexiones con las disputas por ciales de ese país. Baste constatar que han sido el lugar de los afroamericanos en la sociedad muchas y diversas las visiones de curadores tanto estadunidense, al ser muchos de ellos también anglosajones como de origen latinoamericano en afrolatinos; no es raro que fueran poco asimilados su afán por dirimir el estado, tradición y expe- y consecuentemente discriminados por el «poder rimentación de un arte pujante y relativamente blanco» y el statu quo americano. La condición considerado periférico (aunque sea producido de national aliens/nacionales extranjeros que en el centro, dígase en la escena estadunidense). comportan todos los/las hijos/as de Puerto Rico, En este sentido destacan proyectos como el como el Estado Libre Asociado que es, supone Museo del Barrio, de Nueva York, fundado singularidades culturales de diferente alcance en 1969 por el artista y educador puertorriqueño en comparación con otras migraciones como los Raphael Montañez Ortiz y un conjunto de padres, dominicanos o los cubanos, cuya presencia en activistas, artistas y educadores, cuyo interés en Nueva York también ha sido importante. promocionar la creación de nuyoricans e isleños 126 127 se vería desbordado hasta abarcar casi de forma ción de grupos de trabajo como el Taller de Arte natural el quehacer de artistas de la región caribe- Fronterizo (BWA/TAF, años ochenta-noventa) ña y latinoamericana, a través de exposiciones y permiten hablar de una práctica cultural unificada obras de su colección permanente. Sin embargo, (transfronteriza), nunca estática, basada en el in- a la altura de 2002, la comunidad sentía que el tercambio mutuo a ambos lados del muro: un tipo programa y proyección del museo iba alejándo- de cultura específico de la región puesta a debate se de ella, conforme figuras importantes como en eventos como los In-Site desde México, y en coleccionistas y otros patrocinadores del museo consonancia con estudios sociales más generales dirimían una nueva política. El hecho de que dicha que podrían definir mejor esta «borderología» de comunidad sintiera que este museo-centro de arte la que hablaban Guillermo Gómez Peña y su grupo no respondía ya a sus intereses y pidiera reunirse la Pocha Nostra en muchos de sus performances. con la directiva para expresar su preocupación, Más recientemente, dentro del proyecto habla no ya de la necesidad de mutuo reconoci- PST:LA/LA (Pacific Standard Time Los Án- miento, sino del tópico de la recepción al interior geles/Latinoamérica), el tópico de la frontera de la comunidad, ese sentido de «lo propio» y la volvería a revisarse en la exposición La fron- necesidad de paridad en el toma-y-daca cultural.