Daniel Zuloaga Paco Durrio
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DANIEL ZULOAGA PACO DURRIO Convergencias y Divergencias Durrio Zuloaga Cristina Rodríguez Plaza Licenciada en Historia del Arte Zuloaga-Durrio Cristina R. Plaza Índice I Introducción 3 II Contexto familiar 4 III Panorama cerámico 5 IV Trayectorias profesionales 8 V Conclusiones 16 VI Ilustraciones 17 VII Bibliografía 27 2 Zuloaga-Durrio Cristina R. Plaza I - Introducción Cuando me enfrento a un trabajo veo la posibilidad de hacerlo desde el punto de vista cerámico, siendo yo ceramista, es lo primero que se me ocurre y me ilusiona, y, en este caso, es la primera vez que puedo satisfacer mi deseo cuando recibí la propuesta. Sí que conocía algo del ceramista Daniel Zuloaga, uno de mis protagonistas, sin embargo, nada de Francisco Durrio y, ni siquiera, que una de sus facetas fuera la cerámica. Espero poder adentrarme en ellos y en su cerámica. Voy hacer el trabajo confrontando y haciendo comparaciones entre estos dos ceramistas para ver cómo se enfrentaron cada uno a esta profesión en los años que les tocó vivir, a caballo entre los siglos XIX y el XX. Zuloaga era 16 años mayor que Durrio y éste le sobrevivió 19 años. Me interesa saber qué facilidades tuvieron y qué problemas se les plantearon para desarrollar su profesión en esa época y salir adelante. En la nuestra es ya difícil hacerlo pues, creo, es una profesión que no es muy comprendida ni valorada por el gran público; no hablo de la ceramica utilitaria, que hasta cierto punto como era necesaria podría tener salida, pero no la decorativa o la escultura cerámica, por ejemplo. Si se tenían dificultades para sobrevivir como pintor, ya como ceramista debía de ser una lucha ímproba, y me puedo referir, en ese caso, más a Durrio. También me interesa saber qué conexiones tuvieron entre ellos, si las hubo, y las que pudieron tener con otros artistas y sus relaciones profesionales. Daniel Zuloaga Boneta nació en Madrid en 1852 y murió en Segovia en 1921. Francisco Durrio de Madrón nació en Valladolid1 en 1868 y murió en París en 1940 1 Aunque es considerado y referido siempre como artista vasco. 3 Zuloaga-Durrio Cristina R. Plaza II - Contexto familiar El ambiente familiar de Zuloaga era artístico: su padre, Eusebio, trabajaba en las artes del metal investigando esmaltes, y su madre, Ramona, era especialista en galvanoplastia.2 Su padre fue arcabucero de Isabel II y director de la Real Armería, propietario también de una fábrica de armas en Eibar y de un taller de metalistería en Madrid.3 Los que empezaron a trabajar con la cerámica fueron Daniel y sus hermanos Guillermo y Germán. Los tres recibieron una primera formación artística en el taller familiar de la calle Conde Duque de Madrid. Su relación con la cerámica empezó en la fábrica de La Moncloa en Madrid, en 1877, unos años después de su vuelta de aprendizaje de las técnicas cerámicas en la Escuela de Sèvres4, donde su padre ya había estudiado antes la técnica del esmalte, pero para aplicarlo en las armas que hacía para el Palacio Real. Los estudios en Sèvres durante 1867 a 1871 supusieron una formación en una escuela de prestigio, ayudando a la misma las visitas al museo de cerámicas de todas las épocas que había en esa localidad. También estuvieron en París. Los hijos que Daniel tuvo con Emilia Estringana siguieron con la tradición familiar ceramica: Esperanza (1882-1937), Juan (1884-1968) y Teodora (1886-1976); es la segunda generación, y hay una tercera que es la que se corresponde con Daniel Zuloaga Olalla (1922-2000) hijo de Juan Zuloaga y de Rosa Olalla y, por tanto, nieto de Daniel Zuloaga Boneta (el protagonista), que se caracterizó por preservar las técnicas familiares heredadas de su padre5. Hay una cuarta generación formada por Juan Daniel (1974 - ) hijo de Daniel Zuloaga Olalla y de Danielle Khoyan, ceramista que mantiene vivo, hoy en día, el taller artesano de su padre en Segovia. El ambiente familiar de Francisco Durrio no se nos presenta tan claro como el de Zuloaga, ni tan siquiera su lugar de nacimiento porque hay fuentes que lo sitúan en Bilbao y otras en Valladolid. Lo que sí es seguro es que su infancia la pasó en Bilbao donde la familia tenía una modesta tienda de cestería, y donde, a los trece años, se matriculó en la Escuela de Artes y Oficios6. Más tarde recibió clases en el taller del pintor costumbrista Antonio Lecuona (1831-1907) junto con el pintor vasco Adolfo Guiard (1860-1916). Viajó a Madrid en 1881 y trabajó en el taller del escultor Justo de Gandarias (1846-1933) ciudad en la que se matriculó en la Academia de Bellas Artes de San Fernando estudiando junto con el pintor vasco Pablo Uranga (1861-1934). En sus comienzos artísticos se dedica a la escultura, y una vez realizada su formación decide trasladarse a París. 2 Rubio Celada, Abraham, Los Zuloaga: Artistas de la cerámica, Madrid, 2007, p. 35 3 Rubio Celada, Abraham, “La saga de los Zuloaga en la cerámica española “(1) en Revista Internacional Cerámica, nº 96, Madrid, 2004, p. 27 4 Ibídem, p. 27 5 Ibídem, p. 30 6 Vivas Zamorano, Antonio, “Paco Durrio (1868-1940)”, en Revista Internacional Cerámica, nº 95, Madrid, 2005, p. 7 4 Zuloaga-Durrio Cristina R. Plaza III - Panorama cerámico Hablar de cerámica es hablar de un campo bastante amplio. Desde la alfarería: basta, cocida a fuego abierto, con sal, negra, plumbífera, plumbífera cocida a fuego abierto, estannífera (loza basta), y las tinajas (de la alfarería española tenemos un magnifico estudio llevado a cabo por la historiadora de arte Natacha Seseña, recientemente fallecida); seguida por la loza fina, porcelana, gres y refractario; con todas sus características artísticas y modalidades. Así como también se puede hablar de las ollerías, los talleres y las manufacturas. El arte cerámico aplicado a la arquitectura, en el que Daniel Zuloaga recibió bastantes encargos durante el último tercio del siglo XIX, siguió la corriente Historicista, caracterizándose por la vuelta a los estilos de siglos anteriores, dándose el neorrenacimiento, neogótico, etc. Y también una corriente ecléctica, es decir, una mezcla de diferentes estilos que se prolongó hasta principios del siglo XX, aflorando los regionalismos. Después siguió una etapa de cambio con el Modernismo, y más tarde con las vanguardias artísticas. Según Rubio Celada, un precedente en Madrid de la ceramica aplicada a la arquitectura historicista de mediados del siglo XIX es el Palacio Xifré construido en 1862 por el arquitecto francés Emile Boeswillwald, 7 edificio hoy desaparecido. Se basaba en elementos almohades y nazaríes. Imprescindible mencionar en este campo de la ceramica, al arquitecto catalán, Antoni Gaudí (1852-1926) y su utilización del azulejo en la arquitectura. Barcelona desarrolla un Modernismo que no tiene nada que ver, por ejemplo, con el de Madrid. La situación de Barcelona en el cruce de estos dos siglos era la de una burguesía emprendedora y enriquecida por una industria floreciente que Madrid no tenía. El Modernismo pretendía un arte nuevo como reacción a los historicismos, y se mueve en el entorno de la Revolución Industrial con un espíritu moderno que quiere asumir un cambio. Gaudí se enfrenta con un estilo propio, mira a la naturaleza pero lo hace con un componente espiritual importante. Empleaba azulejos tanto en el interior como en el exterior de sus edificios, estaban esmaltados y decorados con elementos florales y vegetales. También como revestimiento utilizaba azulejos enteros o troceados, utilizando fragmentos de platos y tazas de café de porcelana blanca de diversas manufacturas españolas. Hay que decir que gracias al intercambio cultural a través de las Exposiciones Internacionales desde 1851, año de la de Londres, la ceramica se fue valorando. Bien es cierto que eran las grandes fábricas inglesas, como Wedgwood, o francesas, como 7 Rubio Celada, Abraham, Los Zuloaga…,p. 21 5 Zuloaga-Durrio Cristina R. Plaza Sèvres, las más representadas. Los ceramistas españoles estuvieron presentes a finales del siglo XIX y principios del XX, siendo más valorada la cerámica de reflejo metálico. Gracias a la vuelta de los historicismos hubo un reencuentro con las grandes técnicas cerámicas tradicionales: cuerda seca, cuenca o arista y la llamada de reflejos metálicos. Tengo, por lo menos, que hacer un inciso y explicar brevemente estas tres técnicas de decoración cerámica que eran habituales en el trabajo de Zuloaga: las dos primeras, cuerda seca y arista, se efectúan cuando el soporte está bizcochado (ha sufrido una primera cocción), y la tercera, la de reflejos metálicos, tanto el soporte como la decoración deben estar cocidos a la temperatura adecuada, procediéndose a una decoración posterior pero aplicando una cocción a más baja temperatura para fijar la misma. Cuerda Seca. Se delimita un dibujo determinado con grasa (lápiz de grafito, esencia de trementina, etc. pudiendo añadir un pigmento como el óxido de manganeso que le da un color oscuro) formando una barrera y creando unas parcelas, dónde se deposita el esmalte de diferentes colores y formando el dibujo deseado. El grosor del esmalte debe ser de unos 2 mm. Arista. En este caso el esmalte se deposita en las cuencas o huecos creados por el dibujo que ha hecho un molde de escayola, madera, etc. (negativo) sobre el soporte de barro tierno, creando unas barreras que impedirán que se esparza el esmalte. Reflejos metálicos. Se usa el mismo procedimiento que para decorar con grasas: sobre una cubierta cocida se efectúa la decoración con pigmentos en forma de sales u óxidos colorantes con fundente, y se aplican disueltos en grasa (esencia de aguarrás) o resina sobre una cubierta que ya esté cocida; técnica muy usada en la decoración de porcelana.