EL FONDO DESPUÉS DEL FONDO El Ocaso De Los Últimos Campeones De Larga Distancia En Chile
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Universidad de Chile Instituto de la Comunicación e Imagen Escuela de Periodismo EL FONDO DESPUÉS DEL FONDO El ocaso de los últimos campeones de larga distancia en Chile MAGDALENA SOFÍA SCHMIDT SILVA MEMORIA PARA OPTAR AL TÍTULO DE PERIODISTA Categoría: Reportaje PROFESORA GUÍA: CAROLINA MUÑOZ SANTIAGO DE CHILE JULIO DE 2018 AGRADECIMIENTOS La condición primordial que me impuse para relatar esta historia era contar con los testimonios de Iván López, Mauricio Valdivia y Diego Sepúlveda. Fueron el punto de partida de una investigación que me tuvo cautivada por mucho tiempo. A ellos, mi principal agradecimiento. Igualmente, mi gratitud es para todos quienes estuvieron dispuestos a conversar conmigo sobre atletismo sin siquiera conocerme. Y para quienes me apoyaron en las distintas etapas de este proceso, simplemente gracias. 2 ÍNDICE INTRODUCCIÓN 4 ENTRADA 5 PRIMERA PARTE: LONDRES 2012 13 La generación dorada 14 La revolución del fondo 26 Volver a partir 43 SEGUNDA PARTE: RÍO DE JANEIRO 2016 52 El apremio por la meta 53 El nuevo ciclo olímpico (2013) 57 La era Carter (2014) 68 Las dudas del medio 79 La debacle panamericana (2015) 92 Al asedio 110 El cerco se cierra 123 La tentación olímpica 128 El exilio 134 SALIDA 145 BIBLIOGRAFÍA 152 3 INTRODUCCIÓN El año 2008 hubo una revolución en el atletismo nacional. Sin que nadie se enterara, una de las generaciones más brillante de jóvenes atletas de larga distancia en Chile se preparaban al alero de un proyecto promisorio. Confinados en la pista del Estadio Nacional, y bajo la supervisión de uno de los mejores entrenadores del mundo, se empezaban a formar los deportistas que correrían los kilómetros más rápidos que se han visto en el siglo XXI en el país. Pero convertirse en atleta, vivir del deporte y consolidar una carrera con triunfos internacionales es más difícil de lo que se piensa, aún cuando se trate de talentos como los de esta historia. Acostumbrados a ver cómo estos atletas conquistaban medallas en las citas internacionales, el 2016 asistimos a una de las crisis más grande del atletismo chileno, cuando, en el transcurso de un año, siete atletas de alto rendimiento fueron descubiertos usando sustancias ilícitas. El estigma de la trampa cayó sobre ellos. 4 ENTRADA 5 España, 1995 El caluroso Madrid de junio de 1995 recibió a dos chilenos en su llegada al aeropuerto internacional de Barajas. Ese verano iba a pasar a la historia como el más cálido de España y la ola de calor desatada en julio, con temperaturas que rondaban los 46 grados Celsius, es hasta el día de hoy el registro más alto que han marcado los termómetros de ese país. En la planta 0 del terminal uno, único de las tres instalaciones de llegada correspondiente en esa época a los vuelos provenientes de países extranjeros y no pertenecientes a la Unión Europea, el experimentado técnico español de atletismo, Antonio Postigo, esperaba la llegada del atleta chileno Pablo Squella y su joven entrenador, Jorge Cajigal. Al plusmarquista de 400, 800 y 1.500 metros planos lo conocía desde hacía una década, cuando el español oficiaba como responsable del área de velocidades y relevos de la Real Federación Española de Atletismo (RFEA). Cualquier atleta sudamericano que el año 1985 llegaba a entrenar al Centro de Alto Rendimiento de Madrid pasaba bajo su supervisión. Cristhian Curbits y Niusha Mancilla de Bolivia, Carlos Gats de Argentina, y Carlos Moreno y Pablo Squella de Chile son algunos de los nombres que el español recuerda haber entrenado. Entre todos, el espigado Pablo Squella de 22 años rápidamente llamó su atención por sus marcas y capacidad aeróbica. Y a inicios de los noventa llegó otro chileno que también lo sorprendió. El joven Manuel Balmaceda, vicecampeón mundial junior de 800 metros planos en Atenas 1986 y campeón de los Juegos Odesur de Santiago 1987 en la misma distancia, no tenía gran técnica pero sí una habilidad física superior a sus contrincantes y ostentaba el segundo mejor sprint del mundo. Ambos remecieron al español. “Estaba claro que Pablo Squella y Manuel Balmaceda con una mayor dedicación, es decir, dedicación plena y profesional de ellos y su equipo técnico, hubieran sido finalistas olímpicos”1, recuerda Postigo. Pero al poco andar, el español supo que en Chile no estaban las condiciones. En el caso de Balmaceda, no resistía lógica que sus mejores marcas hubiesen sido a los 18 años y después 1 Entrevista realizada el 17 de abril de 2018 vía correo electrónico. 6 nunca más se acercara a ellas. Con esas dudas, Manuel, de 24 años y estancado en su rendimiento, decidió ponerse bajo la tutela de Antonio Postigo. Pero su estadía en España culminó antes de lo previsto. No contaba con el financiamiento necesario. El joven regresó a Chile y decidió buscar a su antiguo compañero de entrenamientos y recién egresado de Pedagogía en Educación Física en la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación, Jorge Cajigal. Ambos, durante 1982, habían formado parte del equipo de talentos de medio fondo que lideraba Patricio Rosell en el club Universidad Católica, a quienes se sumaban el campeón sudamericano Benito Baranda, Eduardo Valenzuela y Felipe Mascaró. “Manuel me explica que conoció a un entrenador espectacular y que me lo quiere presentar porque necesitaba que alguien en Chile lo supervisara –recuerda Jorge Cajigal– y me propone que yo lo entrene, pero en el fondo era aplicar los planes de entrenamiento diseñados por Antonio”2. El joven entrenador aceptó de inmediato la propuesta de trabajar a la distancia con un reconocido técnico, porque apenas egresara tenía pensado ir a perfeccionarse fuera de Chile y especializarse en el medio fondo. “Empecé a aplicar los planes y yo no entendía nada, porque era totalmente nada que ver a lo que se hacía en Chile, era mucho más vinculado con el trabajo científico, con la fisiología y más monitoreado”, cuenta Cajigal. Y así comenzó el trabajo que ellos llamaron “a control remoto”. Postigo enviaba los planes de entrenamiento por fax desde España y el todavía inexperimentado Jorge Cajigal los descifraba, aplicaba y respondía con los resultados que obtenían, a la vez que intentaba nutrirse de la poca literatura que había en Chile sobre Ciencias del Deporte. Tras dos años de entrenamiento monitoreado, el 25 de septiembre de 1993 se vieron los resultados. Ese sábado se realizó el emblemático torneo internacional Orlando Guaita en el Estadio Nacional de Santiago. Los mejores exponentes del atletismo sudamericano llegaron a la cita y, desde Estados Unidos, venía quien lideraba el ranking de la región y reciente doble medallista sudamericano en Lima meses atrás: Pablo Squella. 2 Entrevista realizada en Santiago el 25 de abril de 2018. 7 Para sorpresa de todos, el chileno Manuel Balmaceda ganó los 800 metros planos con 1:48.19, venciendo al brasileño Silvio Víctor (1:48.82) y a su compatriota Pablo Squella (1:49.37). Nadie lo podía creer. Balmaceda, que hace dos años corría en 1:52.00, esa tarde se acercó a sus mejores marcas. “Ahí entendí que Manuel de joven fue mal entrenado y empezó a hacerlo bien por primera vez a los 25 años, bajo la supervisión de Antonio y yo aprendiendo de él”, relata Cajigal. Y se lamenta: “Nos farreamos a uno de los gallos más talentosos del atletismo por no saber cómo entrenarlo”. –¿Aló?, ¿Jorge Cajigal? –fue la llamada que recuerda el entrenador que le llegó meses después de la victoria de Balmaceda en Santiago. –Sí – contestó –¿Quién habla? –Soy Pablo Squella, quiero hablar contigo, ¿podríamos reunirnos? En ese encuentro, Squella le pidió que lo entrenara junto con Antonio Postigo bajo la misma modalidad que venía haciendo con Manuel Balmaceda. El atleta venía llegando de terminar un posgrado de Educación Física en la Universidad de Austin, Estados Unidos, y buscaba un entrenador en Chile. Cajigal sabía que lo mejor que podía hacer era reunir a los dos campeones y entrenarlos juntos para que se potenciaran en sus habilidades. Tenía razón. Pero Pablo Squella no solo ostentaba los récords de Chile, sino que también era de los pocos atletas en el medio que contaba con una beca estatal entregada por la antigua Dirección General de Deportes y Recreación (DIGEDER). Decidió invertirla. “Llega un día (Pablo) y me dice: ‘Jorge quiero que te vayas a España conmigo porque quiero que conozcas a Antonio Postigo y trabajemos allá con él’ –reproduce Cajigal–. Y yo esto siempre se lo agradeceré a Pablo porque hizo todas las gestiones y me pagó todo, todo, todo”. Los dos chilenos, entrenador y atleta, llegaron a Madrid en junio de 1995 para instalarse un mes completo en tierras españolas. Jorge Cajigal solo conocía a Antonio Postigo vía fax y el encuentro lo tenía ansioso. “Me impresionó mucho su hospitalidad, nos dejó a los dos viviendo en su casa y nos recibió como si fuéramos hijos de él”, cuenta. Pero más allá de la cálida recepción, el español tenía planificado cada día de la estadía del joven entrenador. “Jorge, en este 8 mes te voy a hacer una capacitación de lunes a lunes de alto rendimiento”, fue lo que Cajigal recuerda que le dijo el español a la llegada a su casa, mientras le entregaba los libros que había seleccionado para que se instruyera. Durante ese mes, todos los días los chilenos se levantaban en la mañana, tomaban desayuno, descansaban y emprendían rumbo hacia la pista de la Facultad de Ciencias de la Actividad Física de Madrid (INEF), ubicada en calle Martín Fierro. Ahí Cajigal oficiaba como ayudante técnico de Postigo, tomando tiempos y anotándolos en la libreta que cargaba. Regresaban a almorzar y de sobremesa discutían las lecturas que el español le había dejado la noche anterior.