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TORREGALINDO

Al amparo de su destartalado castillo de planta ovalada se asienta el humilde caserío de Torre- galindo, en disposición lineal a lo largo de lo que antaño fue una cañada de merinas. Ocupa una suave ladera al pie de la fortaleza, en la margen derecha del fresco valle del Riaza. Aun cuando los cristianos del norte traspasaron el Duero en esta comarca en el año 912, con la repoblación de Aza a cargo de conde Gonzalo Fernández –conquistador igualmente de Clunia y San Esteban de Gormaz–, parece que la ocupación fue un tanto precaria a lo largo de toda esa décima centuria y que no sería hasta comienzos del siglo XI, con la desaparición de los grandes caudillos cordobeses y la desintegración del califato, cuando se produce una reafirmación del dominio sobre la línea del Duero, traspasando rápidamente el Sistema Cen- tral y llegando hasta Toledo en 1085. Sería pues este siglo e incluso el siguiente cuando irían surgiendo los pequeños núcleos de población de carácter agrario, organizándose generalmente al amparo de una villa más importante, como fue el caso de Torregalindo, que desde sus oríge- nes estuvo adscrito a la Comunidad de Villa y Tierra de Aza, relación que mantuvo durante buena parte de su historia, aunque a finales del siglo XVI ya se había desligado. La primera referencia documental que hemos podido rastrear se remonta al año 1110, cuando el papa Pascual II ordena al obispo de Osma que devuelva al de los pueblos de su diócesis que le había invadido violentamente y que se situaban al sur del Duero: Tor de Galindo, Maderuelo, Boceguillas, Aza y . Y es que, aunque en el Concilio de Husillos de 1088 ya se habían acordado los ámbitos de cada una de esas diócesis, por esas fechas la indefinición de los límites era la causa de continuos problemas, que quedarán solventados en 1136, cuando el cardenal Guido, legado del papa Inocencio II, firma una concordia con los obispos de Osma y de Burgos fijando la delimitación exacta, de modo que para el oxomense quedaban –y así estuvieron hasta el año 1956– todas las tierras de la actual provincia burga- lesa que se hallaban al sur del río Esgueva, nombrándose en la carta una serie de localidades,

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entre las que aparece también Turren de Galindo. Al margen de la importancia intrínseca del acuerdo, sancionado inmediatamente por el rey Alfonso VII, sobre nuestra población cabe destacar el hecho de que el topónimo indica ya la existencia en esos momentos de un punto fortificado, tomando el apellido sin duda del nombre de su fundador, que Cadiñanos supone de origen navarro y llegado en tiempos de Sancho III el Mayor. Por estas fechas conocemos la existencia en el entorno de uno de los pocos monasterios que se alzan en la comarca al sur del Duero. Se trata del de San Llorente –San Florenti dice la documentación–, quod est situm in riuo de Aza, es est iuxta de Tor de Galindo et de Montegho, que en 1157 es entregado por García Garcíez y su mujer Sancha Pédrez a , aunque del mismo nunca más hubo noticias, de lo que se puede deducir su escasa importancia. Consta también la presencia de los premonstratenses de La Vid, que en 1222 ceden en préstamo a García Ordóñez y a su esposa Urraca Bermúdez los collazos que tienen en la loca- lidad, que se vuelven a mencionar en 1239, aunque parece que entonces radicaban en Fuen- tenebro, a la sazón aldea dependiente de Torregalindo: … et super quibusdem collaciis cuiusdam aldee de Turre Galindo que dicitur . A finales del siglo XIII eran señores de Torregalindo la todopoderosa familia de los López de Haro, de los que pasó a Juan Núñez de Lara, quien reforzó el castillo en el contexto de sus belicosas correrías durante el reinado de Fernando IV. Durante los dos últimos siglos de la Edad Media pasó por varios señores y ocasionalmente estuvo bajo la Corona, llegando en las postrimerías del XV a manos de Beltrán de la Cueva y de aquí a las de los condes de Siruela. A finales del siglo XVIII sobre esta localidad hacía Loperráez el siguiente comentario: “En la villa de Torregalindo tienen además de la vega muy buenas tierras, y la laudable costumbre de señalar parte de ellas al que se quiera avecindar en el pueblo; aunque si experimentan es holgazán, y no las cultiva como debe, se las quitan, y lo echan fuera del lugar”.

Iglesia de San Juan Bautista

A IGLESIA SE ENCUENTRA más o menos hacia el centro arquivoltas de medio punto y un alterado arco de ingreso del alargado caserío, casi en contacto con las tierras que luce hoy un tímpano barroco. Las sucesivas roscas no L de vega. Es un edificio levantado a base de sillería están demasiado bien individualizadas y las cinco interio- y mampostería, según los paramentos, con alta cabecera res son más sencillas, presentando simples pero diversas cuadrada cubierta por bóveda de crucería y una nave de molduraciones, siguiendo a continuación una decoración tres tramos cubierta por bóvedas de arista, alzándose a los a base de elementos geométricos formados por cuatro bra- pies la torre-espadaña, mientras que varios adosamientos zos formando pirámide: como los que aparecen también mucho más modestos fueron surgiendo después junto a las en la portada de la burebana Quintanarruz. La séptima fachadas norte y sur. El conjunto es consecuencia de una arquivolta se decora con abultadas formas, recorriendo el serie de modificaciones a lo largo de los siglos, a partir de intradós una serie de merlones redondeados y mostrando una construcción románica, e incluso anterior. De la época el frente profundos huecos cuadrangulares, mientras que la que concentra nuestra atención se conserva la portada, octava arquivolta es de nuevo una sencilla molduración. mientras que la cabecera –a la que inmediatamente se Bajo cimacios de doble bocel se hallan los soportes, dis- adosó la sacristía– fue renovada en el siglo XVI y la nave en puestos sobre un corto podio abocinado. El arco de ingreso el XVII, seguramente cuando pudo levantarse también la y las arquivoltas segunda, cuarta, sexta y octava apoyan en pieza del campanario, a medio camino entre espadaña y pilastras cuyas aristas muestran un bocel, que en el caso de torre. De este momento sería igualmente el atrio que cie- la exterior alcanza casi las proporciones de un fuste; las rra toda la fachada sur, con dos puertas en los extremos. arcuaciones impares lo hacen sobre columnillas acodilladas, De época románica es la portada, que se abre al medio- con basas de doble toro y escocia sobre plinto, fustes mono- día bajo un humilde y angosto pórtico. Es una pieza monu- líticos –en algunos casos nuevos– y capiteles decorados, de mental, con amplio abocinamiento, formada por ocho oeste a este con los siguientes motivos: 1. Muy mutilado, 095. Torregalindo 7/10/09 09:29 Página 2879

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Vista del templo desde el sureste

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presenta hojas planas conformadas a partir de someras aca- naladuras en V, con círculo en la base –idea que se repite en –, de cuya parte superior penden gruesas bayas estriadas. 2. Igualmente vegetal, de hojas planas y bayas colgantes, aunque con distinto tratamiento, sin que aparezcan ahora las citadas acanaladuras. 3. Serie de hojas carnosas y planas dispuestas en dos planos, con bayas ave- neradas colgando de las inferiores y rematando en volutas las superiores, de cuya esquina cuelga una fracturada bola. 4. Similar al anterior, aunque del ángulo superior pende una gruesa baya, conservando también restos de color rojo. 5. Cesta vegetal con una línea inferior de hojas muy abiertas, a modo de corona, sobre la que se alzan otras Lado izquierdo de la portada lisas y carnosas cuyos extremos forman caulículos y pre- sentando una cara en cada lado de la cesta, en las enjutas de las hojas. 6. Capitel vegetal similar al tercero y cuarto. 7. Erosionada cabeza femenina peinada con larga cabelle- ra partida cuyos extremos forman dos largas coletas que forman un bucle, uniéndose las puntas bajo la barbilla. 8. Cesta vegetal, muy maltratada, aunque similar a la descri- ta en primer lugar. Dado lo angosto del pórtico y la manera en que se ajus- ta a la portada no se puede saber a simple vista si ésta for- maba un cuerpo avanzado sobre el paramento o estaba a paño, como tampoco nos atrevemos a valorar el hecho de que parte de la caja de muros haya sobrevivido con la por- tada, que no parece remontada, aunque todo el sector superior de la misma esté recientemente reconstruido. En cuanto a su cronología cabe suponer unas fechas bastante tardías, que nos llevarían hacia los años postreros del siglo XII, idea que vendría refrendada por las similitu- des que presentan algunos de sus capiteles con los que Lado derecho de la portada decoran los arcos exteriores de la cabecera de Brazacorta, un templo para el que se ha supuesto, con fundamentos documentales, una construcción en torno a 1187. También podemos considerar románica a la pila bautis- mal, una pieza tallada en caliza que se encuentra en un arco- solio abierto en el primer tramo de la nave, en el muro de la epístola. Tienen forma de copa, con una altura de 93 cm y un diámetro de 118 cm, con pie facetado, más ancho en la base, y copa de gruesos gallones con una cenefa de bezan- tes en la embocadura. Una serie de pequeñas cabecitas humanas pende de esta cenefa, ocupando los espacios entre gallones, lo que la emparenta con los ejemplares de Hon- tangas, Corcos (conservada ahora en ) y . Otras piezas que pueden pertenecer a la misma época son dos estelas funerarias discoidales que se hallan empo- tradas en las estancias que se adosan en el norte, una deco- rada con cruz de Malta y otra con cruz griega de brazos Pila bautismal rematados en doble voluta. En ese mismo lado, como din- 095. Torregalindo 7/10/09 09:29 Página 2881

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Detalle de la pila bautismal

Lauda sepulcral Saetera de la fachada sur

tel de una puerta, se halla un fragmento de lauda sepulcral, Texto y fotos: JNG con superficie a dos aguas, presentando una cruz griega Bibliografía procesional con disco central. Por último cabe hacer referencia a dos ventanas ubica- ANÓNIMO, 1861, pp. 20, 148; BILBAO LÓPEZ, G., 1996a, pp. 81, 124, 138, 264; CADIÑANOS BARDECI, I., 1987a, pp. 325-327; CALVO PÉREZ, J. das en la fachada sur, talladas en sendos bloques de piedra J. (ed.), 2002, pp. 34-35; GARRIDO GARRIDO, J. M., 1983a, docs. 1110, y cuya cronología puede ser prerrománica. Una es un vano 117-118; GONZÁLEZ GONZÁLEZ, J., 1980-1986, t. III, doc. 646; IZQUIER- cuadrado sobre un sillar del mismo formato; la otra es una DO, P., 1995, pp. 107-108; LOPERRÁEZ CORVALÁN, J., 1788 (1978), t. II, saetera abierta en un bloque con cabecera discoidal y p. 211 y t. III, docs. XV, XXIX; MARTÍNEZ DÍEZ, G., 1983b, pp. 298-299; cuerpo recto y enmarcada en un arco acanalado de ligera SERRANO PINEDA, L., 1935-1936, t. I, pp. 378, 418 y t. III, docs. 71, 96, herradura. 97; VIVANCOS GÓMEZ, M. C., 1988, doc. 61.