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La heterogeneidad discursiva puesta en diálogo C OLE cc IÓN E STUDIOS L ITERARIOS LA HETEROGENEIDAD DISCURSIVA puesta en diálogo Rolando Álvarez 2020 La heterogeneidad discursiva puesta en diálogo Primera edición, 2020 D.R. © De los textos: los autores D.R. © De la ilustración: Ramón Bernal D.R. © De la edición: UNIVERSIDAD DE GUANAJUATO Campus Guanajuato División de Ciencias Sociales y Humanidades Departamento de Letras Hispánicas Lascuráin de Retana núm. 5, zona centro, C.P. 36000, Guanajuato, Gto., México Corrección y maquetación: Flor E. Aguilera Navarrete Diseño de portada: Martha Graciela Piña Pedraza Imagen de portada: Mestizaje global comunicación internáutica, de Ramón Bernal, 2010, óleo sobre tela, de 115 cm x 90 cm ISBN: 978-607-441-766-1 Advertencia: ninguna parte del contenido de este ejemplar puede reproducirse, almacenarse o transmitirse de ninguna forma, ni por ningún medio, sea éste electrónico, fotoquímico, me- cánico, óptico, de grabación o de fotocopia, ya sea para uso personal o de lucro, sin la previa autorización por escrito de los editores. Impreso y hecho en México • Printed and made in Mexico CONTENIDO Presentación Dorian Espezúa Salmón 9 Liminares 23 Proemio 29 1. La heterogeneidad discursiva como categoría crítica en Antonio Cornejo Polar 43 2. La expresión americana: Diálogo con Pedro Henríquez Ureña 113 3. Sólo lo difícil es estimulante: Diálogo con José Lezama Lima 149 4. Heterogeneidad-transculturación: Diálogo con Ángel Rama 197 5. Heterogeneidad y crítica social: Diálogo con Antonio Cândido 239 6. Literatura, teoría y crítica latinoamericanas: Diálogo con Roberto Fernández Retamar 275 Epílogo 311 Fuentes de consulta 319 PRESENTACIÓN Promesa y posibilidad de la teoría literaria latinoamericana l libro de Rolando Álvarez es imprescindible para entender los plantea- E mientos del crítico peruano Antonio Cornejo Polar en el contexto del origen, desarrollo, promesa y posibilidad del gran proyecto para elaborar una teoría literaria latinoamericana. En este libro, que trata sobre el campo literario de los estudios literarios latinoamericanos, se evidencia el diálogo que establece el maestro sanmarquino, principalmente, con los postulados de Pedro Henrí- quez Ureña, José Lezama Lima, Ángel Rama, Antonio Cándido y Roberto Fernández Retamar, sin descuidar los desarrollos simultáneos y posteriores de la crítica y teoría literaria latinoamericana y, en particular, de la peruana. Este magnífico libro está pertinentemente organizado en seis capítulos relacionados entre sí y articulados a través de los conceptos que propone el crítico peruano. Con un lenguaje claro y sencillo, caracterizado por sinteti- zar lo que hubiera requerido varios tomos para explicarse, logra exponer la complejidad de los postulados teórico-metodológicos de los diferentes autores aludidos. En efecto, cada capítulo está planteado como un diálogo con las ideas de una de las figuras cumbre de los estudios literarios latinoamericanos. Sin lugar a dudas, por el alto nivel académico de su autor, este debe ser considerado un texto de consulta obligatorio en las bibliotecas sobre pen- samiento latinoamericano por el rigor con el que se explanan los argumen- [ 9 ] LA HETEROGENEIDAD DISCURSIVA PUESTA EN DIÁLOGO tos planteados. No deja Rolando Álvarez de exponer sus propias ideas en este concierto de voces latinoamericanas. En consecuencia, contribuye en la reflexión y evaluación del proyecto teórico- metodológico latinoamericano. En lo que sigue, intentaremos dar cuenta del repliegue literario en favor de lo teórico-cultural que va diluyendo o subsumiendo las disciplinas de las ciencias humanas a nombre de lo inter, trans o multidisciplinario. En efecto, en la introducción a su libro Escribir en el aire (1993), Cornejo Polar declara que el tan anhelado proyecto epistemológico planteado en los años setenta de construir una teoría literaria latinoamericana fracasó porque de hecho no existe dicha teoría. El crítico peruano reconoce que la reflexión latinoamericana sobre la condición transcultural, diglósica, alternativa, he- terogénea, híbrida o abigarrada de la literatura latinoamericana cuestionó el concepto mismo de literatura y se cruzó con la difusión de categorías propias de la crítica posestructuralista. De modo que el cuestionamiento se unió a la relativización de lo que se entendía por literatura debido a la ampliación del corpus de los discursos estudiados como literarios. ¿Cuál es y dónde está la peculiaridad o singularidad de América La- tina entendida como una realidad geográfica, social y cultural diferente a las otras regiones del mundo a pesar de su complejidad y diversidad? América Latina, como sus manifestaciones literarias, es —en términos de Antonio Cornejo Polar— una totalidad contradictoria. En efecto, son lati- noamericanos un descendiente de migrantes italianos que vive en Buenos Aires, un descendiente de negros brasileño y un descendiente de aimaras boliviano a pesar de que no haya mucha similitud entre ellos, salvo el que compartan la deuda externa, la historia común, una lengua franca como el español o el portugués, la colonización del saber y del poder o la migración de los intelectuales de sus respectivos países. ¿Tenemos los latinoamericanos un pensamiento mestizo en términos de Serge Gruzinski, un pensamiento propio expresado en una lengua propia o pensamos y hablamos con cate- gorías occidentales como Caliban, el personaje conceptual de Roberto Fer- nández Retamar? Es pertinente entonces formular la pregunta de si existe América Latina como una realidad distinta de otras realidades, tomando en 10 PRESENTACIÓN cuenta que aquí —como sostiene Darcy Ribeiro— existen pueblos origina- rios, trasplantados y nuevos. Lo que está claro es que América Latina es una categoría histórica. Los latinoamericanos somos una identidad geocultural, una geoidentidad, asentada en América Latina, pero también diseminada por todo el mundo. La existencia de América Latina es básica para afirmar que existe una literatura latinoamericana que, posteriormente, dará origen a la potencial teo- ría literaria latinoamericana. La lógica es simple y fue claramente enunciada por el crítico cubano Roberto Fernández Retamar: sin la existencia de Améri- ca Latina, no hay literatura latinoamericana, y sin literatura latinoamericana no es posible hacer una teoría literaria latinoamericana. Basta recordar al respecto la famosa cita de José Martí que data de 1881: “No hay letras que son expresión, hasta que no haya esencia que expresar en ellas. Ni habrá literatura hispanoamericana hasta que no haya Hispanoamérica”. Letras, expresión y esencia que expresar son tres nociones indispensables para pensar la literatura y la teoría literaria latinoamericana. Sin embargo, no hay que considerar que la teoría literaria brotará naturalmente de la literatura latinoamericana. No, la literatura y la teoría requieren procesos de formación y de maduración, porque la primera es una elaboración estética que demanda perfeccionamien- to y la segunda es un producto académico que requiere sistematización. De la primera pregunta se desprenden otras: ¿dónde reside la originalidad, repre- sentatividad e identidad de la literatura latinoamericana?, ¿en los tópicos lati- noamericanos propios de un regionalismo; en la lengua kuika como proponen Churata o Arguedas; en las formas expresivas transculturadas en términos de Ángel Rama; o en el mestizaje de cosmovisiones que realizan los escritores del realismo mágico o de la antropofagia brasileña? Así como no existe una América Latina homogénea, en términos culturales y literarios, no existe un “mundo uno”, un “sistema mundo”, a pesar de las globalizaciones y los procesos de colonialismo y exterminio de los culturalmente diversos. Es más, los procesos de globalización han pro- ducido el efecto de reafirmar y revitalizar identidades, lenguas y culturas locales. En este momento, las identidades culturales se debaten entre desa- 11 LA HETEROGENEIDAD DISCURSIVA PUESTA EN DIÁLOGO parecer diluyéndose dentro de la uniformización de una cultura promovida por la globalización o reafirmar y fortalecer las culturas originarias locales que resisten a los procesos globalizadores. De modo que, por un lado, se pretende que todos los habitantes del mundo, ya sean consumidores o ciu- dadanos, hablen y lean en la lengua del Imperio, consuman los mismos proyectos, escuchen la misma música o que vean las mismas películas; y, por otro lado, se experimentan procesos de revitalización de lenguas que ahora cuentan con alfabetos para permitir su escritura. No existe una homogenei- dad cultural y discursiva en el mundo que justifique la enseñanza de una “literatura universal”. A pesar de los universales lingüísticos o de los géneros naturales de ex- presión comunes a todas las lenguas y culturas del mundo, los críticos latinoa- mericanos han subrayado que no existe una literatura mundial, universal o única. La literatura, que no es una manifestación lingüística natural, es una producción cultural y una manifestación discursiva compleja y elaborada. En efecto, en todas las lenguas del mundo se cuentan historias, se reza o se blas- fema, se hacen bromas, se expresan sentimientos, se actúa, se canta. Todas las culturas del mundo tienen esas formas expresivas orales y corporales. El problema, a pesar de lo planteado por Jacques Derrida con su concepto de archiescritura, es que no todas las culturas del mundo han desarrollado la escri- tura fonológica entendida como el medio de expresión o materia fundamental del texto literario. En efecto, la literatura requiere