La Novia Del Hereje, Ó, La Inquisición De Lima
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THE UNIVERSITY OF ILLINOIS LIBRARY Ta .-"• o<> » ^.^^-'^-' i/ I A'-'/- :\ vi^{ i , :"í«rvífe:;:? ^'ir^&y':-'S% LAi^OVIADELHEliEJK OLA INQUISICIÓN DE LIMA POR VICENTE F LÓPEZ. TOMO PRIMERO [' 1-: B i: N o s A I íi s (.aí;j.o> C.»..sa\am.k. ( kI'ITui; ; Imprenta y librería de MAYO, Moreno "241 Plaz?, Moiiserrut. 1870. u*"* \--^ •\ PREFACIO- Cada obra tiene su momento en la vida del que la eje- cutó, y su lugar preciso en la fecha que la vio nacer; así es que al hacer una segunda edición de la ISovia del Hereje hemos creido que mejor era conservarle su total identidad con el texto publicado en el «Plata Científico y Literarios . Reimprimimos por consiguiente la carta dirijidaal Director de aquella Revista, con que el autor, á manera de prólogo, hizo preceder la publicación de su obra; y al reproducir el texto nos limitaremos á darle la corrección de que tuvo que carecer forzosamente al primer tirado, que se estrajo de las pajinas del periódico referido. ^. - 335818 V i . CARTA-PRÓLOGO S"". D^ D. MiGiEL Navarro Viola. Montevideo, 7 de Setiembre de 1854. Mi querido amigo y compañero Al deseo que vd. me ha mostrado de que haga preceder de un prólogo crítico la Novia del Herege, Yoy á contes- tarle con estos renglones que tal vez juzgue vd. buenos para suplir esa falta notada en la obra. Las tareas áridas y serias á que tengo que consagrar las horas activas de mis dias, no me dan tiempo para con- traerme á revisar esos manuscritos que fueron el fruto espontáneo de aspiraciones literarias que ya tengo aban- donadas. En nuestros países, como vd. sabe, no se puede IV LA NOVIA DEL HERK.IE vivir (le la literatura sino al través del diarismo-, forma por la que nunca he tenido vocación, ya sea por falta de ap- titudes para enredarme en la lucha de pasiones y de amor propio, á que él provoca, ya por huir de la necesidad en que habria caido de escribir sobre cosas aprendidas el dia antes, ó ignoradas del todo, como si siempre las hubiese sabido á fondo, supliendo el estudio sincero con la petu- lancia y el charlatanismo. Esos manuscritos que envío á vd. son, pues, viejos; ha- ce algunos años que fueron impresos en Chile como fo- lletín de un Diario. Le juro á vd. que si quisiera ahora ponerlos en estado de ser publicados con satisfacción mía, creería necesario borrarlos desde el principio y ha- cerlos de nuevo. Lo único que puedo decirle á vd. de esa obra, es que ha sido escrita con alegría de ánimo y con- ciencia-, y sise la mando ávd. en esa forma, que, con al- gún tiempo á mi alcance, hubiera podido perfeccionar, es porque le había prometido á vd. contribuir á su em- presa y no podia cumplirle de otro modo mi oferta. En un tiempo en que se esplotan tanto los malos lados de la prensa, séame permitido asegurar á vd. que si la Novia delHeregele parece digna de amenizar su Revista, la im- prima en el concepto de que yo no creo que pueda tener mas mérito que el empeño con que he procurado dar ver- dad histórica y local ala narración, modestia y buen sen- tido al estilo, y una decencia estrictamente moral á las si- tuaciones. Así es que lo único de que estoy seguro, es-. de que siendo ese un trabajo esencialmente americano en su fondo, y desprovisto en su estilo de toda clase de pre- tensiones, se escapa por ese lado á las ridiculas parodias de las pasiones, de las tendencias, y de los estilos exóti- CARTA-PROLOGO T eos, que tanto contribuyen á quitarnos el conocimiento y la conciencia de las sociedades de que formamos parte. La obra va llena de cosas que no habria dejado en ella si me hubiera puesto á retocarla. Pero le repito á vd. que ese habria sido un trabajo para el que no tengo tiem- po. Pudiera notarse en ella tal vez una que otra malicia del estilo ó de la situación, que podria parecer impropia de una pluma grave; pero, como estoy cierto que apesar de ello, esos rasgos son de una decencia intachable, é in- capaces de ofender el pudor de la virgen mas inocente, he preferido dejarlos sin tomarme otra precaución que la de declararle á vd. que la obra va tal cual fué concebida y ejecutada al calor de las risueñas impresiones de un espí- ritu, que joven entonces, creia navegar con la brisa del ingenio un lago adornado de hermosas y amenas perspec- tivas. Los años y la esperiencia se han encargado de ha- cer desaparecer la brisa y el agua; y he creido que habria sido un contrasentido querer corregir el canto espontáneo de la ilusión desde el árido banco del desengaño. Refle- xiono también, que nada hay tan justo como el conside- rar prescrita á los cuarenta años la responsabilidad de lo que fué escrito á los veinte y cinco; y esto aquieta mis es- crúpulos. La Novia del Herege está egecutada en perfecto acuer- do con las tradiciones americanas referentes al tiempo de la escena, que traté de estudiar bien antes de emplearlas como materia de mi trabajo. No por esto crea vd. que me olvido de que la Historia de la literatura no cuenta sino un solo Walter Scott; y yo sé bien ahora que no soy yo quien estoy destinado á repetir á Cooper en la República Argentina, Guando uno es joven le son permitidos los VI LA NOVIA DEL HEREJE ensueños; cuando uno deja de serlo, es feliz si puede re- cordarlos sin sonrojarse. Hacer revivir costumbres pa- sadas, galvanizar por decirlo así, sociedades muertas, es una empresa de alto coturno, para la que uno puede atri- buirse fuerzas en las ilusiones de su primera edad; pero que se debe renunciar en la segunda, á no haber lanzado como ensayo un Waverley. La Novia del Herege es pues el fruto de una ilusión renunciada. Si fuere leida con gusto, me alegraré por lo que eso pueda influir en el buen éxito de la distinguida empresa en que vd. se ha puesto-, no seria estraño eso, porque muchas veces sucede que es leida con gusto una obra des- provista de todo mérito literario; y destinada á ser olvi- dada dos dias después. Yo le doy á vd. mi manuscrito sin otra mira, pues si hubiera pensado publicarlo en el Rio de la Plata por mi propia satisfacción, lo hubiera hecho reimprimir antes de ahora en las infinitas ocasiones que he tenido de sa- carlo del olvido en que le acompañan algunas otras ten- tativas de su mismo género, de que vd. y otros amigos tienen algún conocimiento. Entusiasta desde mis primeros años por la lectura de todo aquello que tenia relación con la historia del Rio de la Plata, se puede decir que por mucho tiempo mi pla- cer favorito ha sido el estudio de cuanto documento rela- tivo á ella he podido haber á la mano; y como las peri- pecias de regla en nuestra vida me arrojaran á pasar mi juventud en otras Repúblicas de América, he podido aplicar la misma pasión á los mismos objetos y en ma- yor escala. Parecíame entonces que una serie de novelas destir CARTA-PRÓLOGO Vil nadas á resucitar el recuerdo de los viejos tiempos, con buen sentido, con erudición, con paciencia y consagración seria al trabajo, era una empresa digna de tentar al mas puro patriotismo; porque creia que los pueblos en don- de falte el conocimiento claro y la conciencia de sus tradiciones nacionales, son como los hombres despro- vistos de hogar y de familia, que consumen su vida en oscuras y tristes aventuras sin que nadie quede ligado á ellos por el respeto, por el amor, ó por la gratitud. Las generaciones se suceden unas á otras abandonadas á las convulsiones y los delirios del individualismo. Esta es quizas la causa de que Walter Scott y Cooper sean únicos en el mando moderno: es un hecho al menos, que los pueblos para quienes escribieron son los únicos en don- de se respetan las tradiciones nacionales como una creen- cia inviolable. Iniciará nuestros pueblos en las antiguas tradiciones, hacer revivir el espíritu de la familia, echar una mirada al pasado desde las fragosidades de la revolución para concebir la línea de generación que han llevado los suce- sos, y orientarnos en cuanto al fin de nuestra marcha, eran objetos que de cierto tentaban las candidas ambicio- nes de mi juventud. Pero era mas fácil concebir esos objetos que ejecutar la obra que debía producir el resultado. Se habría nece- sitado para ello grande ingenio y la consagración de un largo tiempo; y yo por mi parte tuve el buen sentido de reconocer muy pronto que me faltaba lo primero, y que mi primer deber era arrancarme á las amenidades del es- píritu para vivir de mi trabajo personal. La Novia del Herege (si yo hubiera podido realizar en VIII LA NOVIA DEL HEREJE ella mis ideas) habria tenido por objeto poner en acción los elementos morales que constituían la sociedad ame- ricana en el tiempo de la colonización. Habia escogido á Lima por teatro, porque aquella ciudad era la mas per- fecta espresion de todos esos elementos reunidos: era por decirlo así el centro de vida que el gobierno español habia dado á todos los vastos territorios que se estienden desde Panamá hasta el Estrecho de Magallanes, y que es- tán limitados por los dos Océanos. Allí palpitaban los trozos del imperio de los Incas, y el pié de los triunfa- dores se hundía todavía sobre sus carnes.