Journal of Hispanic Modernism. Issue 7
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Journal of Hispanic Modernism General Editor: Alberto Acereda Issue 7 (2016) JOURNAL OF HISPANIC MODERNISM General Editor: Alberto Acereda Issue 7 (2016) JOURNAL OF HISPANIC MODERNISM Issue 7 - 2016 1 TABLE OF CONTENTS INTRODUCTION Del campo a la ciudad: Naturaleza y artificio en José Rubén Darío: El poeta y el vulgo errante: Manuel Martí y Julián del Casal: Luis Alberto Salas Klocker. Mantero. Pag. 4 Pag. 171 ARTICLES Rubén Darío en el imaginario de Juan Ramón Jiménez: María A. Salgado. Pag. 179 Trasfondos ideológicos en el modernismo de Rubén Darío: Alberto Acereda. Pag. 7 Visiones míticas de Salomé en la obra de Rubén Darío: Un diálogo con Huysmans y el decadentismo: Andrés Gregorio Pueyo y sus fallidas proposiciones editoriales Sánchez Pag. 194 a Rubén Darío: Miguel Ángel Buil Pueyo. Pag. 35 Alejandro Sawa, Rubén Darío y Prudencio Iglesias: Una relectura dariana de los cuentos de hadas: El rito Un acreedor soberbio, un amigo deudor y un cronista de transición a la pubertad en "El Palacio del Sol": exagerado:Rocío Santiago Nogales. Pag. 210 Amelina Correa Ramón. Pag. 48 Cuando el paraíso es una biblioteca: Rubén y el culto "Búfalos de dientes de plata" en los textos de Rubén a los libros: Ángel Esteban. Pag. 58 Darío ante el 98: Francisco Solares-Larrave. Pag. 231 Gómez Carrillo y Tierras Mártires: Vestigios de la El motivo de la errancia en la poesía de Rubén Gran Guerra: Mª José Galván. Pag. 65 Darío: Azusa Tanase. Pag. 239 The Looking Glass of the Atlantic: Ruben Dario and La poética modernista de María Enriqueta Camarillo the Poetic Self-Portrait on Both Coasts of Hispanic en La Revista Azul: Poesías inéditas de 1895: Susana Modernism: Matthew Fehskens. Pag. 77 Villanueva Eguía Lis. Pag. 251 Ambivalencia frente a opresión indígena en dos NOTES poemas de José Santos Chocano: "Ahí no más" y "Quién sabe": Nydia R. Jeffers. Pag. 89 Nueva luz sobre el romanticismo, nueva luz sobre el modernismo: Ignacio Zuleta. Pag. 270 Rubén Darío, antihéroe: La autobiografía y Nicaragua: José María Mantero. Pag. 100 REVIEWS Modernidades irredentas: Ciudad, trabajo y Historia de las revistas literarias mexicanas (1894- secularización en los cuentos de Azul...: José María 1946): Salvador García. Pag. 275 Martínez. Pag. 113 Retrato del poeta traductor: Reaparición de Jardines de Francia de Enrique González Darío: Auge y superación del palimpsesto Martínez: Alberto Paredes. Pag. 277 modernista: Pablo Martínez Diente. Pag. 130 BOOKS RECEIVED Una carta inédita de Rubén Darío al Conde de las Navas. Darío, objeto de coleccionismo (autógrafos, Voluptuosidad: Isaac Muñoz. Edición de Amelina álbumes y tarjetas postales): Marta Palenque. Pag. 148 Correa. Pag. 283 General Editor: Alberto Acereda (Arizona State University). Associate Editors: Ricardo de la Fuente, (Universidad de Valladolid), José María Martínez (University of Texas Pan American). Copyright © 2010-2016. Journal of Hispanic Modernism. All rights reserved. Unless otherwise indicated, all materials on these pages are copyrighted by the Journal of Hispanic Modernism. No part of these pages, either text or image may be used for any purpose other than personal use. Therefore, reproduction, modification, storage in a retrieval system or retransmission, in any form or by any means, electronic, mechanical or otherwise, for reasons other than personal use, is strictly prohibited without prior written permission. ISSN: 1945-2721. JOURNAL OF HISPANIC MODERNISM Issue 7 - 2016 2 Imagen de portada: José Ramírez. Caricatura de Rubén Darío (2015). INTRODUCTION BY MANUEL MANTERO JOURNAL OF HISPANIC MODERNISM Issue 7 - 2016 3 RUBÉN DARÍO: EL POETA Y EL VULGO ERRANTE Manuel Mantero Emeritus Distinguished Research Professor University of Georgia Así que se cumplen cien años de la muerte de Rubén Darío en León de Nicaragua, exactamente el domingo 6 de febrero de 1916 a las 10 y cuarto de la noche. Celebrar el nacimiento y la vida de escritores fuera de lo común tiene su lógica y lo mismo debe hacerse en los aniversarios fúnebres: celebramos su vida (haber nacido) y su obra, no íbamos a celebrar su muerte, aunque piense el malicioso que en ciertos casos sería deseable. Cuando murió Darío, el homenaje del mundo hispánico fue excepcional, ya se le consideraba por los entendidos el primer poeta de la lengua, y el homenaje de la ciudad de León donde murió, enternecedor, con un poco de ingenuidad que al poeta le hubiera gustado contemplar: luto de campanadas, procesión de señoritas canéforas vestidas de blanco regando de flores la calle delante del cadáver del poeta y echando al aire palomas blancas, misa solemne de “Príncipes y Nobles” en la catedral, Darío amortajado con seda blanca en la capilla ardiente de la universidad, veladas literarias y musicales, y doce cañonazos al ser sepultado en la catedral a los siete días de morir mientras volvían a tocar a muerto todas las iglesias de León. Decía yo que a Darío se le consideraba entonces el primer poeta de la lengua. ¿Y después? Tendría sus detractores, y cito entre ellos al que algunos consideran el primer poeta del siglo XX, Luis Cernuda, para el que Darío no puede ser buen maestro de nadie que empiece a escribir versos. Gran resbalón de Cernuda, contradicho por los mayores poetas del idioma del siglo: los hermanos Machado, Delmira Agustini, Juan Ramón Jiménez, Gabriela Mistral, Alfonsina Storni, Pablo Neruda, César Vallejo, Rafael Alberti, Federico García Lorca, Pedro Salinas, Gerardo Diego, Jorge Guillén, Vicente Aleixandre, Octavio Paz, Jorge Luis Borges, Miguel Hernández, etc., además de compañeros suyos en el modernismo hispanoamericano como Leopoldo Lugones o Julio Herrera y Reissig, y el influjo llega hasta Nicanor Parra o José Hierro, en todos los cuales Darío está presente con lo más vivificador y permanente de sus poemas. Montale dijo una vez que sin la revolución rítmica de D´Annunzio –tan denostado- no se entendería la poesía italiana posterior, y que un poeta exento de su influencia serviría de malísima señal. Lo mismo podría decirse de la influencia de Rubén Darío en la lírica hispánica, y hago una observación: su poesía resulta más variada, más rica y más inquietante que la de D´Annunzio. Más universal. La obra de Darío es vivificadora y permanente, entre otras cosas, por algo fundamental que deseo resaltar: la calidad de un lenguaje de excelencia, revolucionario aunque inteligentemente nutrido de lo anterior. Darío es un clásico, es decir, ha dejado una obra “intocable”, y además sin dejar de apoyarse en otros poetas cásicos antiguos o cercanos. Que era un revolucionario está claro y por ello sufrió tantos ataques. Hay un antes y un después de él; ya dijo Ortega y Gasset que Darío (“el indio divino”) había acabado con “la poesía de funcionario” que entonces se escribía, simple y ramplona prosa, y que sus versos eran “una escuela de forja poética”. Darío despreciaba lo vulgar en todas sus manifestaciones, y yo quisiera exponer y resumir aquí ese desprecio, revolucionario entonces, que además se servía de una saludable tradición justificadora, y lo hago recordando un poema suyo, “Soneto autumnal al Marqués de Bradomín”, que en realidad supone por asociación un elogio del poco vulgar autor de las Sonatas, Ramón del Valle-Inclán. Pertenece el poema al libro Cantos de vida y esperanza (1905) y desde sus JOURNAL OF HISPANIC MODERNISM Issue 7 - 2016 4 versos Darío le envía un ramo de rosas a Bradomín tras pasear por un Versalles donde “erraba vulgar gente” y hacía mucho frío. Soneto de contrastes y nostalgias, donde los dos primeros versos del primer terceto dicen así: “Versalles otoñal; una paloma; un lindo / mármol; un vulgo errante, municipal y espeso”. Un vulgo errante, además de municipal y espeso. Frente al vulgo deambulatorio que no sabe a dónde va y que piensa a bandazos, Darío se acoraza bellamente con un sintagma que ha tenido formidable éxito. Pero la expresión un vulgo errante no es original suya ni tampoco, como se emplea en este contexto, el adjetivo espeso. Recurre a lo que otros han escrito, busca una garantía de los superiores para manifestarse como ellos y con ellos. No es plagio, es un guiño a sus iguales. No es nuevo el recurso en la poesía de Darío, sólo que me parece “ejemplar” este evento lingüístico que comento por su carácter estético y ético , tan representativo de belleza y conducta. ¿De quién recoge Darío lo de vulgo errante? Realizaré un breve, selectivo muestreo. Está en los Trionfi de Petrarca, en la tercera parte o Capitolo del Trionfo d´Amore: “Ecco quei che le carte empion di sogni, / Lancilotto, Tristano e gli altri erranti, / ove conven che´l volgo errante agogni” (el subrayado es mío). Ridiculiza Petrarca a los lectores de los libros de caballerías y a los mismos libros, como Cervantes haría después de modo extenso y definitivo en el Quijote. Publicados los Trionfi en 1470 casi a los cien años de la muerte de Petrarca, la expresión “vulgo errante” se abrirá camino, sobre todo entre los italianos. Sin agotar el tema, yo la he encontrado en Le Stanze de Angelo Poliziano (1484): “Costui che´l volgo errante chiama Amore / é dolce insania”(octava 13 del Primer Libro), y en los versos dirigidos por Torcuato Tasso al aristocrático capitán Palla Strozzi, víctima de la guerra en 1586: “Palla, non sono (che che stimi e dica / il volgo errante) i tuoi sovrani prego”. Más italianos usarán il volgo errante: Gaspare Visconti, Girolamo Preti, Benedetto Garet. Giambattista Marino realizará una sustitución sinonímica, y el vulgo errante quedará así: “Solo, e fuor de la turba errante e vile” (La Lira, 1614). En otras tierras, Camões continúa el eco petrarquista en el Canto VII, octava 750, de Os Lusíadas (1572): “…e que por comprazer ao vulgo errante / se muda en mais figuras que Proteio”. Y el español Góngora, en la Soledad Primera (1613), con sustitución de adjetivo por verbo: “Vulgo lascivo erraba”.