Enseñanzas De La Revolución Española
Total Page:16
File Type:pdf, Size:1020Kb
Vernon Richards ENSEÑANZAS DE LA REVOLUCIÓN ESPAÑOLA Edición digital: C. Carretero Presentación Sin duda éste es uno de los libros más importantes de análisis sobre la actuación de la CNT en la Revolución Española que se han editado. Así nos habla de él Frank Mintz: Este libro estuvo vetado por la CNT en exilio, que siempre tuvo dinero para reeditar libros y folletos casi siempre de propaganda general y sin relación directa con las necesidades españolas, como de Mella, Faure y Kropotkin (casi nada de Bakunin, ¿por su extremismo?). La primera edición en castellano se hizo entre amigos en París en 1971. Si no fue bien acogida por los exiliados, incluso Peirats, la edición se agotó mandando y regalando más que vendiendo los ejemplares en España. Editado en España en el año 1977, desde entonces no ha dejado de cautivar y fascinar a todos aquellos lectores que lo han tenido en sus manos. Si el calificativo clásico hay que adjudicarlo a aquellas realizaciones humanas que traspasan el marco de su generación y sirven e influencian a las generaciones subsiguientes, éste libro es un clásico. Confederación Sindical Solidaridad Obrera SOBRE ESTE LIBRO El presente libro ha ido surgiendo progresivamente de una serie de 23 artículos publicados por primera vez en el semanario anarquista de Londres Freedom (1951-52), que fueron inspirados por la publicación de los dos primeros volúmenes de José Peirats, La CNT en la revolución española. Estos artículos fueron recogidos y publicados en forma de libro por Freedom Press en 1953 con una Introducción que ha sido incluida en la presente edición. En aquel mismo año apareció en Tokio una edición en japonés. La posibilidad de revisar y ampliar el libro, incorporando material del tercer volumen de la Historia de Peirats, se presentó con ocasión de una edición italiana publicada por el grupo Volonta de Nápoles en 1957. Los primeros quince capítulos, aparte de algunas correcciones y añadidos de menor cuantía, permanecieron inalterados. Pero la Parte II se componía de nuevo material, excepto en lo que respecta al capítulo 18 y a la primera parte de las Conclusiones. Una traducción castellana de esta nueva versión fue realizada por Laín Diez por iniciativa propia, pero fue rechazada por todas las casas editoriales de América Latina a las que se la ofrecí. No fue sino hasta 1970, al venir a verme un joven español en Bruselas para publicar una edición en castellano, cuando pude poner en contacto al traductor y al editor, y el resultado fue la edición de Bélibaste (París, 1971). Durante todo este tiempo, el grupo Noir et Rouge, de París, había mostrado un positivo interés por la obra, publicando algunos capítulos en su revista. Y un miembro del grupo, Frank Mintz(tal y como había hecho mi compañero Laín Díez en el lejano Santiago de Chile) tradujo todo el libro por iniciativa propia con vistas a su publicación por el movimiento francés. Mientras tanto, sin embargo, y gracias a la generosidad de mi querido amigo Hans Deichmann, que aportó el dinero para imprimir una nueva edición inglesa, Freedom Press publicó en 1972 por primera vez la versión ampliada de 1957, a la que añadí un «Postfacio bibliográfico (1972)» concebido como algo bastante más provocativo de lo que suele ser una bibliografía. Esta edición inglesa de 1972 ha aparecido desde entonces en italiano (Pistoia, 1974) y en francés (Editions 10/18, París, 1975). Me hubiera gustado ampliar el «Postfacio bibliográfico» para esta edición, pero creo que si mi libro tiene algo que decir para los anarquistas en la presente situación de España, la impaciencia de los editores por publicarlo es más valiosa que todo lo que yo pueda añadir ahora para fortalecer mis argumentos o para subrayar mis conclusiones. V. R. INTRODUCCIÓN A LA EDICIÓN ESPAÑOLA (MADRID, 1977) La oportunidad de ver una edición de mi obra realmente publicada en España por compañeros, y en este período políticamente decisivo, es para mí una fuente de satisfacción profunda, porque entre otras cosas creo que viene a reivindicar la actitud expresada por María Luisa Berneri en el párrafo con que se presenta el libro: que el movimiento anarquista internacional no pierde nada, sino que verdaderamente sale ganando, con el reconocimiento y el aprendizaje de sus errores. Porque aun cuando algunos anarquistas a título individual se han responsabilizado de la traducción de estas modestas «enseñanzas» en una serie de idiomas, y grupos anarquistas lo han hecho de la publicación de las ediciones inglesa, japonesa y castellana (solamente la traducción francesa ha sido publicada por una editorial comercial), el libro ha sido, por lo general, o bien despiadadamente atacado, o bien sencillamente ignorado por la prensa anarquista, singularmente por la prensa sindicalista española en el exilio. Puesto que no soy un escritor profesional, ni un revolucionario ni un académico, no me importa mucho que mi libro haya sido ignorado por los medios de comunicación de masas. Sin embargo, la recepción generalmente desfavorable, rayando a veces en lo histórico, que Je han dedicado la prensa anarquista y la sindicalista cuando apareció en la década de los 50, y el virtual silencio en la de los 70, me entristece porque parece confirmar la conclusión del mentor filosófico de Bakunin, Hegel, de que «lo que la experiencia y la historia enseñan es que los pueblos y los gobiernos nunca han aprendido nada de la historia ni actuado según principios que se dedujeran de ésta». Coleridge, el poeta inglés contemporáneo de Hegel, va aún más allá cuando sugiere que «si los hombres pudieran aprender de la historia, ¡qué lecciones no sería capaz de enseñarnos! Pero la pasión y el partidismo nos ciegan». Cada generación de anarquistas se pregunta por qué nuestras ideas avanzan tan poco entre el pueblo, pero debido a que pocos de entre nosotros estamos dispuestos a reconocer que las masas laboriosas no son instintivamente revolucionarias, sino más bien conservadoras, y que, por tanto, la tarea de hacer que acepten nuestras ideas es necesariamente larga y lenta, los impacientes entre nosotros tratan de tomar atajos creyendo que el gesto heroico agitará a las masas haciéndolas salir de su apatía, desconfianza u hostilidad. Esto se ha hecho cada vez más habitual allí donde los medios de comunicación están dominados por lo visual (T. V.). El período de febrero a julio de 1936, que incluyó la victoria electoral del Frente Popular; el impresionante Congreso de Zaragoza de la CNT en mayo; el éxito de los movimientos separatistas catalán y vasco, así como innumerables huelgas generales y parciales, y asesinatos y actos terroristas por ambas partes, no produjo la situación revolucionaria. ¡Y sin embargo eso es lo que logró el alzamiento militar! Se dice también que «la historia no se repite». Los anarquistas debieran ser los primeros en estar de acuerdo con ello, puesto que si creen que la historia la hacen los pueblos y no los individuos, concluyen que cada nueva generación puede (y logra efectivamente) hacer su propia historia. ¿Y quién podría negar que los trabajadores de España están viviendo en 1977 en un entorno político y económico radicalmente diferente del que precipitó los épicos acontecimientos de 1936? España estaba entonces aislada de Europa, el nivel de vida de los obreros estaba entre los más bajos, y desde el punto de vista tecnológico se trataba de un país atrasado. Hoy todo eso ha cambiado considerablemente gracias a las comunicaciones masivas, a los medios de comunicación social, a las empresas multinacionales, a la producción en cadena y todo ello a pesar del régimen franquista. El tradicional equilibrio de poder en la sociedad española ha cambiado también. Existe hoy una clase media profesional muy importante que prácticamente no existía en 1936; las universidades del mundo occidental ya no son invariablemente reaccionarias como lo eran ciertamente en 1936; el éxodo de la tierra hacia las ciudades en crecimiento incesante ha sido más intenso en España que en cualquier otro país de Europa en la última década, y las clases trabajadoras españolas tienen ahora tantas estratificaciones divisorias como en las demás naciones industriales occidentales. Y en último término, pero no en el de menor importancia, el pueblo español es, en general, tan cínico respecto a los partidos y los líderes políticos como lo son los demás pueblos del mundo entero, e igualmente, me temo carecen de respuesta articulada (políticamente hablando) sobre posibles alternativas si se diera la ocasión. Incluso aunque la historia no se repite, en las sociedades reformistas, las situaciones similares reaparecen una y otra vez. Por ejemplo, no ha habido «elecciones libres» en España durante cuarenta años. Cuando tengan lugar, ¿van a utilizar los miembros de una nueva CNT o una nueva FAI los mismos argumentos que sus padres y abuelos utilizaron en 1936? Si el Gobierno continúa negando la legalidad al partido comunista *, ¿van a actuar en su defensa la CNT y la FAI teniendo en cuenta el papel de dicho partido durante la guerra civil? En 1936-39 la división de los trabajadores en dos organizaciones principales, la UGT y la CNT, fue objeto de frecuentes discusiones entre ambas organizaciones con vistas a la creación de un pacto de unidad. Finalmente, sólo se logró un frágil acuerdo entre los líderes cuando ya la contrarrevolución había triunfado y se había perdido el combate armado contra Franco. Hoy, tanto la UGT como la CNT están tratando de reconstruir sus organismos tradicionales como si nada hubiera ocurrido durante los últimos cuarenta años; despreciando completamente en apariencia el hecho de que en 1977 su expansión habrá de competir también con los sindicatos ya poderosos controlados por los comunistas y los sólidamente arraigados dependientes del Gobierno. Pero, dejando a un lado la escena sociopolítica contemporánea, los anarquistas en 1977 se encontrarán debatiendo acaloradamente cuál debiera ser su papel en los sindicatos, o qué papel deberían jugar posteriormente en una revolución social anarquista -tal y como hace un siglo-, sin que cada nueva generación aprenda nada de la anterior.