ANO V. HADRID. NUK. 8.

NOVELAS, VIAJES, LITERATURA, HISTORIA, CAUSAS CÉLEBRES, CHISTES, ETC., ETC. SEMANARIO ILUSTRADO ESCRITO POR D. m. FERNANDEZ Y GONZÁLEZ. D. R. ORTEGA Y FRÍAS Y D. T. TARRAGO Y IlílATEOS.

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LA ERMITA DE SAN SULPICIQ.

KAFAEL... (Pág. lU.) 114 EL PrSKJODICO FAKA TODOS.

SUMARIO. para nada de aquella aventura. Rafael ya ' —Sí, aquí permaneceré.-^exclamója gi­ TEXTO.—Lai ermitaáeSañ gulpicio, noTelí original por no existia para mí. Pero un recuerdo vinO tana con funebr6aoen"to;-^peró;-cu,anáó vuel­ (ion Pedro Hsosmilla.—El organista de Alcalá, por don otra vea á mi imaginación de un modo pu­ vas, búscame... ' Edjíardp-, J el íepcífep de la encina, por el mísüio |>ulor. — Doce perajido que mis compañeros despachasen ', —Eu el Cementerio. \ meses en Madrid, novela original, por don Antonio de sus negocips, cuando vi pasar por delante I • ' • ., "' ;) SiB Martfft.—Andrés iy/Ga1ateá, por el mismo autor,— da mí un joven rubio y pálido como la muer­ Sección de América, por d¿n Torcúato Tarrago.—Cau« te. ¡Dios mió! A su vista hie dio, un vuelco CAPITULO XIV. sas célebres. —Variodades.~SÍ¡iícelánea. el corazón... era él, sí... aquel niño que ro­ Un grito y una carcajada. . , GnABAOOS. —La erinitade SaiiSuIpicio. —En el repecho daba la naranja diez y ocho años antes, '•• 'I. '"•;•'•'•;, do la encina.—Andrés y Galilea. — Ffegun tas y res­ convertido en un hermoso joven y para La negra salió de la posada sin esperar á puestas [ tres grabado*.) que no abrigase ninguna duda, vi snbre su que amaneciese, y caminó toda la noche y cuello aquella mariposa, señal que no per­ todo el dia siguiente, bendiciendo los deore; mitía equivocarle con ningún otro... tos de la Providencia que la permitiaestre- M ERMITA DE SAN SÜIPICÍO. char entre sus brazos áRníael, cuando ma­ nos lo esperaba, y devolverle la cuantiosa La gitana se interrumpió al ver que la herenciar de su padre. ' .^1 NOVELA ORIGfNAL negra se levantaba con ademan decidido, Un pensamiento sombrío cruzaba'por su dirigiéridoso háoia la puerta del aposento. mente haciéndole apresurar el paso. —¿Dónde vas?—la preguntó deteniéndola Acordábase da Ursulina. F»B;E>RO ESCAMILILA. por una de las puntas de su pañuelo. ¿Se la habría adelantado? (Continuación.} ' ' '- — ¡Vive Rafael, y me preguntas dónde El buque d'ónde ambas habían vuelto á la voy! r Península estaba detenido en el lazareto; Por último, Trinidad la preguntó: —^¡Paroá esta hora!... Acaban de darlas pero Ursulina podi.i haber htillado algún —¿Has concluido tu infame relación? diez... la noche.está osoura'y lluviosa... expedienta para saltar oa tierra. —No. —¿Qué me importa cuando voy á estre­ ¿No había ella misma desobedecido la —¡Cómo! ^Tlsíies que pontpme algo de charle entre mis brazos? -, , j % -;, prohibición;da haceilo?,, ,.,_,- esa pobre oíiatúra? ¿Vive aoafed? —Espera al menos á que termine* mi re­ ¿Por qué Ursulina,'ái^íán guiaba el mis­ —¡Quizá! lación. mo objeto, y que no quería perder tiempo, —¡Oh! habla, habla,— exclíimó la negra —Sí, sí... dices bien .. debo esperar. - no había de h^jaerlo conseguido? cayendo da hinojos á los pies da la gitana. —Como deoia, nome quedó ninguna duda Estas ideas la quemaban el cerebro. . —Dime dónde está... dónde podré verle, y de que aquel jpven fuese el mismo que yo —De todos modos,—pensaba,—asa ínia yo te serviré de esclava... y me prestaré á había robado: tuve intenciones de lanzarme .me ya puede enóomendarsaá" Dios, si sabe todos tus «aprichos... no sabes el interés á él y abrazarle... . . ,, , hacerlo. Necesito tomar en,.elU una doble que tengo en encontrarle. —¡Eso te reconcilia conmigo!— dijo Tri­ venganza: la muerte de mi pobre hijo y el Y Trinidad, al hablar así, reia y lloraba nidad estrechando la mano de la gitana. engaño de que hizo víctima al amo Jorge, al mismo tiempo. La gitana llegó á creer se Esta prosiguió: consiguiendo un testamento á su favor— había vuelto loca. —Pero me contuve, porque hubiera sido ¡Oh!. . corramos... no hay que perder un —Calma tu afán,—la dijo,—y déjame pro­ neoosario explicarle mi cpndticta... ¿y qué minuto mañana descansaré—ella tal seguir. le iba á decir cuando era yo la causa da su vez me sigue... ¡Dios mío! ¡Dios mió!... Sí —Sí, sí... ya te escucho... pero, por Dios, desgracia al haberla separado da su fami­ á pesar de la conducta noble y honrada de no me ocultes ningún detalle... lia... porque, según me informé, Rafael Plácido hubiesen desaparecido los papeles —íLstüve mucho t ierapefOTiSFo ffiisips años, •Vivía en la más espantosa miseria, 9:a,com- da la ermita de San Sulpiclo!.... Si algún sin ver á mi funáítibulo, i^/téaar'jtóticías pañía de Marta, la t^ttijer dol oríranjjj|ffi, que otro los hubiese sustraído!.... qué ansiedad suyas, hasta que un dia mlí^ncbtt^éi JH'- le recogió do ni^osiai^os titipiteiátti; tan cruel... debí% haber seguido eu el car­ yo S9 enoontjMiron de ijiaflas á boca. ÍP®a- —Pero, ¿y á|[.C??-¿y;P]ácido?.., V ruaje que tomé ffi Oviedo... siempre haría bia pedido aún el reouéráo de ^qjBsl niño, —Había mij^»^ en la época á que me re­ ñiás Corta la distíb«m... pero entonces no así es qué aclf«pie lépregunté:—¿iy Eaéiol? fiero... ,^ J'^^iJ'^y mé'hubíera, encoUtrádo á la gitana.... osa —¿D» quiéiní me habl»Í9r?-^Be Vqra^l B^Ó que "—¿Y.dieí» quo eíll^tado del joven es mi- mujer me h* JÍ!^í|í ima^reyolaciou precio­ te entregué hace tanto tietapp..,-- ¡Ah! sí, ter&blet¡Oh! e-factivaipente, pláoiclo era un sa;.... ¡DiftS-le^^endígar..V ¡Oh! ¡cuántas le­ aquel renacuajo que tenia pintádí^ una ma­ hañib|e honrado, y no abus^í^ del seoreto guas tendré ^fue recorrer aun!... ya debo es- riposa en el cuello.—Exaotanp,enfev—¡Va­ que poseía.i. ¿qué más tiene» que decirme? tát fteroa... es la hora demedio

sidad miembros da taa ilustres familiuis, Ea el momento en que el joven iba á lla­ los ámbitos del templo esos suavísimos ecos cmoquo el principa de Asturias doa Carlos, mar en la puerta del convento, salía muy que parecen murmullos angelicales,cuando hijo del monarca don Felipe II, cursaba en preocupado el hermano organista repasan­ manos espertas los arrancan da él; terri­ las aulíis famosas. do en su imaginación todo el repertorio bles notas cuando las produce el torpe te­ Con este motivo, muchas y muy princi­ músico que posaia, y que por cierto no era cleo de manos inhábiles. pales familias de la corte acudiau oa algu­ numeroso ni escogido. —¿Qué pensará el prior?—se decia el rey. nas ocasiones á visitar la histórica villa del —Dios os guarde, hermano,—murmuró —¿Qué pensará el rey?-se preguntaba Henares, y ya se hablan quejado al prior el joven. el prior. da San Diego de la falta de conocimientos El religioso no contestó; tan preocupado V. músicos que revelaba un hermuno de la sa hallaba con el repertorio. comunidad, en el cargo que temporalmente —Hermano,—repitió al mancebo,—¿vue- Hubo momentos de verdadera angustia ejercía. samerced pudiera darme respuesta á una para el prior: no sabia qué hacer, ni podía Sucedió que en cierto dia, hallándose el pregunta que quiero hacerle? siquiera murmurar las primeras frases del príncipe en su aposento del colegio, hubo — [Eh! ¿Qué es eso? ¿Quién es y qué rezo; en aquel momento había olvidado el de tropezar, y rodando por una escalera quiera? Dios nos dé que dar. latín, y. Dios me perdone, hasta la historia quedó mal parado. Todo esto respondió el fraile maquinal- sagrada. Como es de suponer, acudiéronle inme­ mente, y sin detenerse siquiera á escuchar —¡Un organista! ¡Unorganista!—repetía diatamente ; sa dispuso que salieran pro­ al mozo. á cada momento. pios de Alcalá ©n busca da médicos á Ma­ —No pido limosna,—replicó este con afa­ Los religiosos que se hallaban á su lado drid, pues todos parecían pocos ó insufl- bilidad,—que sé que no ma negaría vuesa- le contemplaban con extrafleza y lástima oientes para cuidar del enformo y volverle meroed, á pesar do cuanto dice : quiero al mismo tiempo. á su cabal salud ; y, trascurrido algún prestar mis servicios á la comunidad de Porfía, llegó el instante: el órgano pro­ tiempo, acordóse, como el mejor consejo, San Diego, que sé hallarse necesitada da dujo las primeras notas ; después de algu­ que en auxilio de las medieioas y como la un organista ; y como yo lo estoy da tra­ nos compases, empezó á lanzar dulcísimas mejor que pudiera emplearsa, «acáranse bajo, puesto que de ello vi^o... notas, con que parecía embargar la aten­ procesionalmente las reliquias de San Diego No dejó el fraile al joven terminar las ción y elevar el ánimo del cristiano. y tocándolas el enfermo experimentaría el aclaraciones; que apenas oyó la palabra Trascurridos algunos momentos, las mi- . alivio consiguiente, y hasta recobraría la organista en medio da su letargo, se de radas sa dirigían furtivas hacía el coro. El salud. tuvo y asiéndole del brazo le dijo en tono rey mismo, á pesar da su habitual indife­ —Para este caso baria suma falta un de admiración : rencia, no pudo contener un movimiento de buen organista,—se decía el pobre prior —¡OrganistK,' ¡Organista! ¿Sois vos aca­ curiosidad. del convento, muy preocupado con aquella so? ¿Y qué sabéis tocar en el órgano? En cuanto al prior, no hay para qué de­ idea.—Paro el organista no parece, y no —Daspacio, hermano, que yo no me pre-| cir lo que experimentaría en aquellos mo­ hay medio de conseguir que alguno venga ció de gran maestro y pudiera ser que no mentos. Parecíala un sueño la realidad, y á pretender una plaza, que ya la quisieran oonviníasen mis servicios á la comunidad. deleitábase con las dulcísimas frases que, para sí muchos músicos si tuvieran noticia —-jBah, bah!—exclamó con desden el re­ llevadas por las ondas sonoras, parecían de la vacante. ligioso.—¿Salimcs ahora con que no sabéis : murmullos celestiales. tocar? ¿Quién os manda venir á molestar-j Suspenso el ánimo del rey, ponia todo su II. nos con vuestras pretenciones si no cono-, cuidado en las armonías deliciosas del ór­ Rn estas imaginaciones el pobre prior ceis vuestra mano derecha? j gano, y ea algunos momentos hasta des­ pasaba muy malos ratos ; ni comía, ni casi —De mis conocimientos podéis juzgar, cuidaba su ardiente devoción por atender á podía conseguir que el sueño le rindiese; y vos mismo, si entendéis algo de música. los inspirados ejercicios del hermano orga­ da tantas y tantas cavilaciones íbase poco —¿Que si entiendo? Pues si soy el pro­ nista. En otras parecía como que se aumen­ á poco estenuando el antes robusto padre. fesor de esta casa, ¿no queréis que en­ taba su fé oyendo las divinas notas. Por algo se empieza, y la primera idea tienda? El prior y la comunidad escuchaban em­ del reverendo había degenerado on mono­ —En ese caso, perdone vuesamerced, belesados ; y el primero, particularmente, manía. que estando ocupada la plaza no he de in­ no hubiera podido explicar lo que sentía en A todos los hermanos hablaba de lo mis­ sistir en mis pretensiones. aquel instante, ni nadie habría podido sos­ mo, y consultábales respecto al asunto; pero y diciendo esto, se disponía á separarse pecharlo. como ninguno diese tanta importancia á la del fraile ; pero éste le detuvo, diciéndole: El pobre anciano hallábase convulso y música como el prior, resultaba siempre — ¡Eh! Más calma, hermano, que yo soy agitado; reía y lloraba, y hasta desaten­ que éste se aferraba más en sus pensa­ muy tolerante; y lejos de temer la compa- día de cuando en cuando la ceremonia; no mientos cuanto aquellos menos interesados tenoia, gusto da ayudar á los artistas que recordaba las frases, y hasta experimenta­ aparecían. empiezan su carrera : venid, venid conmi­ ba dificultades en el latín. Llegó el dia de la solemne ceremonia, y go y probaremos vuestras facultades si El rey comprendió que el prior se ha­ á ella acudieron el rey don Felipe, Ruiz Gó­ queda tiempo para ello ; que mucho me llaba en estado anormal, y aun cuando no mez de Silva, el doctor Olivares y el con­ temo que han de ser muy cerca de las 'siete, podía penetrar toda la intensidad da aque­ fesor del rey. Los frailes de San Diego y entre rezos y función no me quedarán lla emoción, habíale sorprendido en parte. acompañaban las reliquias del Santo hasta muchos minutos para prepararme, y... —El prior se siente mal,—murmuró Fe­ la celda ó aposento que en el colegio ocu­ El religioso permaneció durante un mo­ lipe casi al oido de Ruiz Gómez. paba el príncipe don Carlos. mento reflexivo; y en seguida, guiando al El favorito nada respondió,^pero hizo se­ —A todo esto sin organista,—repetía el joven, entró en el convento. ñal afirmativa. prior. Terminado apenas el Te-Deum, el prior Do regreso en el templo, empezó la fun­ IV. empezó á clamar con grandes voces: ción que en rogativa so dirigía al Señor La hora del solemne Te^Deum llegó: don —Un organista! ¡Un ángel! ¡Ya tenemos para que salvase la vida del príncipe, y Felipe y sus cortesanos acudían al templo, un organista! desde el primer momento encargó el prior y los padres se disponían á empezar el rezo. Estas exclamaciones, repetidas con des­ al fraile encargado del órgano que pusiese El hermano organista se hallaba en su compuestas voces por el venerable anciano, todo cuidado, pues el mismo rey iba á oírle. puesto en el coro alto; en el bajo se halla­ y sus vehementes alabanzas y sus irregula­ —Haré cuanto esté en mi mano para sa­ ban los padres, dispuestos y sentados. res gesticulaciones, hicieron comprenídr al lir airoso del empeño. Iba á principiarse la ceremonia. fin á cuantos le veían que el padre prior El prior se hallaba sumamente preocu­ habia perdido la razón. III. pado, hasta el punto de no acertar á dirigir El rey dispuso que fuese conducido á su Al amanecer del mismo dia llegaba al la palabra al rey, á quien no se ocultaba el celda, y cuidado y vigilado conveniente­ convento de San Diego un mozo de veinte embarazo del religioso. mente, y mandó aviso al médico Olivares á veintidós años, de arrogante figura, her­ El príncipe don Carlos observó también de su persona para que acudiese con pres­ moso rostro, donde resplandecían la felioi- la distracción del prior. teza. dad 7 la alegría de la niñez. El órgano iba á empezar á esparcir por Olivares declaró que el prior se hallaba EL PERIÓDICO PARA TODOS. 117 en lamentable gituaoion, y que atendiendo VIL Yo esperaba, en los dias que estuvimos á la edad que oontabá, no tenia esperanza en la ciudad del Cabo, ver aparecer aquellas de salvarle. No era hombre Felipa II que tan fácil- dos goletas qua á manera de dos buques mento desistiese de sus pensamientos, y fantasmas, venían apareciéndosenos desda VI. apenas salió del convento, dispuso qua so los primeros dias de nuestra navegación; buscase por todas partes ai famoso maestro, pero no pude lograr mi deseo. Acaso aque­ Quiso Felipe II oonooer al eminente pro- teniendo en cuenta las señas qua de él habia llos dos barcos, perdidos en las soledades fetjor orgauista, y dispuso que le llevasen suministrado el fraile. delOióano, luchaban con las calmas y las á su presencia. No oreia que á semejante burla se hubie­ tempestades que nosotros hablamos experi­ El hermano profesor llegó tembloroso y ra atrevido el religioso, convencido, como mentado. cortado, y su turbación creció en viéndose debiera hallarse de qua las burlas al rey Hecha la aguada, el bergantín Ligero delante del rey. hiibriatile costado caras. Por otra parte, volvió á levantar sus anclas y partimos en —¿Es vuesamerced, — preguntó Felipe, ¿qué interés podia tener el organista desco­ dirección á la isla de Borbon. ¡Qué latitu­ ~quien tales maravillas haco? ¿ei vuesa­ nocido en ocultar su nombro? Como mila­ des. Dios mió! ¡Por tod is partes tierra, pe­ merced quien tanto vale como músico? groso suceso, no se aventuraba Felipe á ro sin verla! ¡Pi r todos lados archipiélagos —Yo, señor,—balbuceó el fraile, — nada darle crédito, y no por falta de fé, sí que esplendorosos, engalanados con toda la her­ valgo, y V. M. perdone. por sobra de malicia. mosura tropical, pero sin tocar en ellos! —Sois tan humilde como admirable, y La verdad es qua los sucesos extraños ¡Por todas direcciones islas, rios, monta­ vuestra humildad aumenta vuestro valor. que habla presenciado en el convento da ñas, ciudades, colonias,, mundos desconoci­ ~No, no es eso... San Diago, le produjeron cierta preocupa­ dos un dia y que hoy forman la quinta par­ —Quiero recompensaros, — interrumpió ción durante algunas hor^is. te del universo! iíelipo, y cuidar de vuestra suerte. El principa Carlos se hallaba muy mejo­ Sí... pero ya veo los picos de la isla Bor­ —Pero... rado, y el rey determinó dar la vuelta á bon: más al Oriente fsoman las crestas -No di'is en tan humilde, que lleguéisá Madrid en aquel mismo dia, dejando enco­ azuladas de la isla de Francia, la tierra da lo modesto. mendado el prior de Sun Diego al médico los huracanes y délos terremotos, el país El pobre religioso nada respondió, tan Olivares, y con orden da qua la trasladasen de los árboles marinos, el poético teatro saca habla sido la observación del monarca. á Madrid. donde un poeta eminente creó los amores i ero pronto se descubrió el error en que Ya se hallaba Felipe II dentro de la silla seifsibles de Pablo y Virginia. el rav como todos se hallaban; porque como en que habia da trasladarse á Madrid, y Ya el bergantín llega al 10 de latitud qua ui>n Felipe insistiera en sus elogios al or- presantes estaban los de la comitiva, algu­ cruza la hermosa Siam y la patria feroz da g'^-nista, este le dijo, cayendo de rodillas: nos religiosos y mucha gente del pueblo, losOmbayos; ásu derecha hay un gran mar, —Sfcñor, juro á V. M. que el organista cuando llegó el hermano organista, corrien­ tras el que se halla el magnífico archipiéla­ no soy yo, sino un mancebo desconocido que do como desesperado, y pidiendo licencia al go indio. Otra vez volvemos á pasar la línea vino-á ofrecer, según dooia, sus servicios á rey para hablarle, le dijo con dificultad: equinocial con dirección á Oriente. la comunidad. —Señor, geñrr... Ya hemos dado con el E.sta navegación toaia para mí el encan­ , —/,Eso os verdad?—preguntaron todos. organista de veras. to de la novedad y do lo desconocido; pero —Soy p-ristiano, y Dios me perdone, he —¿Y quién es? ¿dónde está? — preguntó la dulce melancolía qua despertaba en mí diiiho que juro. con curiosidad Felipa. todo cuanto estaba viendo, sa hallaba ali­ El organista refirió cuanto le había ocur­ —Es un colegial da Alcalá da Henares. mentada de otro atractivo más poderoso, rido con el mancebo desconocido, y como más fuerte y más enérgico . aquel era el verdadero maestro digno da VIII. Esta atractivo era mi amor hacia Atidraa. tantas alabanzas. No habia mentido el religioso: el cole­ ¿Puedo decir que este amor comprimido '~!^°> señor,—concluyó el hermano or- gial de Alcalá de Henares ocupaba algunos y encerrado en mi pacho, habia crecido á ganista,—no he hecho sino contribuir so- años después la plaza de organista en el mo­ medida que huíamos da la patria que tanto P ando á la obra; este ha sido mi único mé­ nasterio de San Lorenzo del Escorial, y el amamos? No lo sé; lo qua sí puedo expresar rito. rey la distinguía con su protección y afecto. qua solo vivia para Andrea, para aquella •tan Cándida confesión hizo asomar una El mozo era de origen desconocido, y por hermosa niña qua el destino habia colocado onnsa en los labios de los circunstantes: sus modales revelaba muy nobles princi­ bajo mi triste protección en el momento en J^ehpe II dijo al religioso: pios. que yo earecia datada protección humana. 1 ^°®"í venir á ese mancebo que quiero La maledicencia dio en emparentaría con Doña Práxedes encerraba en el fondo da Felipa II; pero no se pueda dar crédito á la su pecho el veneno de los celos; pero ella El organista, muy confuso, respondió : maledicencia. comprendía que no debia ser un obstáculo á mi dicha, y desda la cómica aventura de la —Ujalá pudiera hacerlo. EDUARDO DE PAIACIO. •~iGómo ? calma chicha^ en qua se empeñó en qua en ^"^j^done V. M.; pero el caso es... va- caso da hambre yo me la comiese, no habia nios vuelto de una manera ostensible á mi^nifes- de s> Dios me perdone y tenga misericordia HISTORIA DE W SOMBRERO BLANCO, Un 'i^^ P^eados, como creo que ese mozo era tar su extravagante pasión. _ °8®' que ha venido á esta santa casa Esto me daba cierta libertad, y no es de­ han ;^°''"'^s del compromiso en que me IMPRESIONES DE VIAJE, cible lo que gozaba, cuando sentado al lado sa« 1 5" '^°°*'^ ®^ órgano, tener la honra y POR DON TORGUATO TARRAGO. da Andrea le explicaba tristemente la geo­ señalada distinción de contribuir tan pode- grafía da las islas que sucesivamente íba­ rosamenta á la solemnidad que el señor rey (Continuación,) mos dejando á nuestras espaldas. Una noche de luna, con una'brisa perfu­ XVIII. —Basta,—interrumpió Felipe,—¿es de­ mada, con una mar tranquila, fué la qua cir que esa mozo?... El reverso de la medalla. oyó el secreto de nuestros corazones. En —Ese mozo ha desaparecido sin decirme La ciudad del Cabo está fundada al pié de torno nuestro, horizontes esplendorosos nos mas palabras que las siguientes: «Hermano numerosas rocas madrepóricas ,. lanzadas revelaban la existencia de un mundo da luz, Mehton, no dude nunca de la misericordia allí por la cólera de algunos volcanes. La y sentados en uno de los puntos más apar­ da Dios, qua al más humilde acude.» Y sin gigantesca cabeza de TabU Bay se eleva tados da popa, sa perdían nuestras miradas saber como ni cuando salió del coro y del dominando los mares de Oriente y Oeste en la inmensidad del infinito, á a par que templo, y hasta da la ciudad, sagun pre­ hasta el canal de Mozambique y las islas á falta de palabras, nuestros suspiros se sumo. ^ de Tristan de Acuña. Hacia el Norte se ha­ confundían en al espacio. —Maravillas son esas,—replicó grave­ llan las factorías holandesas, y luego los bos­ Era imposible, por mi parta, guardar la mente el monarca, — poco frecuentes en ques inmensos*, donde rugan los leones, reserva que por deber me habia impuesto. nuestros dias, ni entre pecadores como vos, mientras al Sur contamos con un mar más Pronto debíamos llegar al término de nues­ hermano, y á no atribuir á, inocencia vues- inmenso todavía, qua sa va á perder en las tra navegaicion, y nada más natural quera- *'i]a lo que pareciera burla en otro, no me nebulosidades del Polo antartico. velar lo qua sentía, lo qua experimentaba •íierapor muy satisfecho C«JU el relht?. ;0h, cuántos leguas do nuestra patria! en mi alma. 118 EL PERIÓDICO PARA TODOS.

¿Presintió Andrea la deolaracion que iba —¿Y por qué hemos de separarnos? Sin embargo, para que aquella felicidad á salir de mis labios? Mis lootores podrán — ¡Por qué!—contestó con infinita trisie- no fuera completa, en el momento más su­ juzgarlo. za: —¡Qué lazo existe que nos detenga al premo de mi dicha, la sombra, más bien qua Estábamos solos: la rueda del tinaón y la uno al Indo del otro! la realidad, de doña Práxedes, so apareció campana que mareaba el servicio, eran los Andrea inclinó la cabeza, y dos lágrimas de repente. ruidos extraños que turbaban aquella oalma cayeron da sus ojos. La peletera parecía un espectro: me mi­ solemne. —Es verdad. ró trágicamente; miró á Andrea en seguida, La luna daba á Andrea ese tibio resplan­ —Sin embargo, hay un nudo qua no pu­ y con voz gutural exclamó : dor que aumenta la belleza con la pálida luz diera romperse; pero ¿seria posible entre — Lo esperaba: para que el infortunio que se desprende del cielo. nosotros? Perdonad á un pobre destarrado fuera completo, solo faltaba el último gol­ Habia llegado la hora de las revelacio­ qua diga énoste momento de contemplación pe. Yo soy la víctima; á mí me toca sucum­ nes. inmensa, todo lo qua sienta su alma. A bir... ¡Ingrato! Ya que no puedo vengarme —Pronto,—le dije, — muy pronto debe­ medida qua se acortan las distancias da de otro modo, os dejaré el remordimiento. mos llegar á labrillaato Sumatra, á la can­ nuestro viaje, tiemblo, porque temo perde­ Tondrois siempre el fantasma de un amor dida Achem, y luego penoíraremcs en el ros. ¡Si yo os dijera, Andrea, lo que pasa desengañado delante de la vista. ¡Yo muero! estrecho qua nos ha do conducir á las islas en mi corazón! ¡Si yo os revelase que no es Y como una loca se dirigió á la borda de la Sonda. el sentimiento do la fraternidad quien pone con ánimo de arrojarse al mar. Andrea me miró cerno si quisiera com­ en mis labios estas palabras... ¡cómo me des­ Yo, confieso mi crimen, la hubiera deja­ prender toda la eitension que podia tener echaríais! do hacer tal vez una barbaridad; paro An­ el itinerario que le iba trazando, y después —?,Y por qué? drea, que comprendía toda la avilantez da me dijo: — Porque ha cometido la insensatez de doña Práxedes, la detuvo. —Para recorrer todos esos países, so ne­ amaros con toda mi alaia,—exclamé estre­ — ¡Quiero morir!—exclamó desesperada. cesitarán muchos dias. chando las manos do Andrea.—Bien puede —Eso le toca á Dios, no á usted. —¡Ohl muy pocos, — le contesté suspi­ perdonarse á un pobra desterrado quo diga Tal fué el desenlace de aquella última rando. lo qua siente, lo que sufre, lo que teme y aventura que me colmó de felicidad. Andrea inclinó la cabeza, y con sus dedos lo que espera. Sin saber cómo, os habéis Doña Práxedes se metió en su camarote, blancos, y de una perfección admirable, so hecho dueña de mi corazón; y de tal modo y no volvió á presentarse sobra cubierta. puso á hacer algunos pliegues en la falda lo sois, qua no podré vivir tan luego como La felicidad más completa reinó desde de seda que vestia. el dobor filial, que es superior á todos los entonces en mi corazón. —Está bien, — exclamó de pronto vol­ deberes, os alfijo de mi lado. Andrea y yo principiamos á pensar en el viendo á mirarme de una manera casi re­ — ¡Pero, Dios mío! ¿.será eso cierto?— porvenir. suelta.—Acaba usted de conducirme con su contestó Andrea envolviéndome con el fue­ (Se continuará.) imaginación á las islas de la Sonda; paro go de sus miradas. desde este punto á Filipinas qusda un —¿Y podéis dudar da mí? gran espacio. Lo he visto en el mapa —NI'', jamás; poro... EN EL REPECHO DE LA ENCINA. que el capitán estiende muya menudo en la —Sí creíais qua en mi corazón no habia gran mesa de la cámara. sino yertas conizas, restos sin duda de al­ I. —Espacio quo ül bergantín atravesará gún volcan apagado... ¡Oh, no, no! He lu­ muy pronto,—le contestó suspirando.—Una chado en silencio, pero ya no mo os posible — Escucha, Nicolin; no tienes necesidad vez pasadas ¡as costas de Siam, y moatada dstí'ner los sontimientos que habéis sabido de salir asta noche. No hace luna. Las nu­ la última punta da la isla de Borneo, la cues­ inspirarme. ¡Oh. Andrea! ¡yo os amo con bes encapotan el cielo: el viento silba es­ tión quedará resuelta á que el Vionto tjos toda mi alma! ¡Yo no vivo sino con vuos- pantosamente en las cañadas. Ya sabes lo lleva pronto al archipiélago Filipino. En­ tra imagen, con vuestro recuerdo, con vues­ que el año pasado le ocurrió al tío Sebas­ tonces,—¿por qué no decirlo, Andrea? —en^ tra existencia! Perdonad. Bien pueda uno tian... cayó por al pontón y á la mañana si­ tonoes, su lurmano de usted dejará de ser expresarse de este modo aquí en una eter­ guiente lo encontraron muerto en lo hondo su hermano, porque no faltará allí quien la nidad del mundo, cuando se acerca el mo­ del valle. reclama en nombra da su padre, ó no tar­ mento en que os alejareis da mi lado. Esto decía Mariana, la esposa de Nicolin, dará este en aparecer en busca da su hija. Andrea temblaba á su vez. en el instante en que este ponia la mano en Andrea suspiró, —No, no,—contestó esta. la puerta de la casa do campo que habita­ —¿Es decir, que entonces... nos separa­ —Sara posible que vos... vos... ban. mos? — ;0h! demasiado. Eran las diez de la noche de una del mes —Es lo lógico, es lo natural. Usted re­ Y los hermosísimos ojos de la joven se do Octubre, y Nicolin, quo tenia á su cargo gresará á España; yo, pobro desterrado, fijaron en mí. la guardería da unos viñedos colindantes, quedaré solo, sintiendo el doblo abandono á Mil veces hemos dicho que la palabra de­ debía dar una vuelta por el terreno quo es­ que moveré reducido. masiado es la más elocuente que puede salir taba sometido á su cuidado, puesto que la La hermosa niña hizo un ligoro movimien­ de los labios de una mujer. Ella expresa vendimia debia da hacerse de un momento to de repugnancia. Una inmensidad de sensaciones que no sa á otro. — ¡Oh, Dios mió!— exclamó.—¡Abando­ pueden expresar da otro modo, y la qua La noche convidaba á los merodeadores nar yo á usted!... ¿Abandonar á mi herma­ descubre horizontes llenos de esperanza y do lo ageno para dar un asalto á las viñas, no?... da ventura en quien no espera en la felici­ y Nicolin no era de osos hombres que se da- —No es posible otra cosa. Envuelta in dad ni en el amor. jan jugar una mala pasada. voluntariamente por mi de-ísgracia, ha su­ Próximo estuve á caer de rodillas delan­ Bn vano Mariana habia apelado á todo frido consecuencias quo no dabia sufrir. ¿Es te da aquel ángel. género do razonamientos: pero Nicolin cer­ posible que continúe usted sufriendo? No: —Andrea,—exclamé al fin,—¿podré so­ ró los oídos á la voz da su esposa, se envol­ toda» las cosas tienen su término, y el de ñar con la esperanza? vió en su capote de monte, tomóla osoopa- huestra soledad y aislamiento lo tendrá Me bastó una mirada intensa llena de fé, ta y salió. también. Poroso usted se alejará de mí: da amor y de gratitud de Andrea, para com­ Mariana lo acompañó algunos pasos y sa volverá á nuestra querida España, y yo so­ prender que podia esperar en la felicidad. volvió al hogar. lo quedaré con al recuerdo, da su nombre, —¿Y podéis dudar acerca de osa espe­ Los perros ladraban mientras tanto por de su imagen, de su virtud. Esto será hor­ ranza, cuando vos tenéis derecho á mi co­ la parte del vecino monte, y la noche iba rible, aumentará el martirio de mi existen­ razón?—me dijo al fin.—Yo os debo todo: siendo cada vez más tenebrosa. cia; pero no hay otro remedio. la salvación de mi honra, el respeto pro­ II, Temblaba al pronunciar estas palabras, fundo qua se deba á la desgracia, la gene­ qne iban esclareciendo los misterios do mi rosidad inagotable quo so merece el infor­ Mariana se cerró por dentro y se fué de­ corazón, mientras que Andrea se sonreía tunio. Qué puedo hacer sino recompensar recha hacia el fogón, en donde humeaban de un modo triste é inofablo. un amor leal, noble y santo?... dos troncos do oñcina puestos oti forma de Da pronto exclamó, como si estas pala­ Yo caí á loa pies de Andrea, y desdo aquol cruz. De tiempo en tiempo, una llama én- bras se escapasen del fondo de su pocho: momento desaparecieron todas mis dadas. treazulada y rojizasalia del combustible es- ÍIL PBKlODICO PARA TODOS. Xí'J pavciendo una extraña claridad en la cocina. El niño se restregó los, ojos y so encogió Un bulto más negro qua el terreno mis­ Sín.qmb'argo, había luz; poadia de una es­ de hombros. mo descubrióse al fia al pié de aquella pér­ carpia doigada un grka candil da hierro, —Será lo que usted quiera; poro yo lo he fida encina, donde el hijo de NicoUn habla cuya.'Uama se agitaba á impulsos dal viento •visto. visto duranto su sueño á un asesino, y Ma­ qu.(S dascendia por el cíiñon do la chitaenea, '-rjEn dóndp? riana, llena del mayor espanto, se acercó y. liabia adornas un farolillo delante diJ una •ri-En las viñas. Bajaba por el ribazo da á él. Virgen de la Merced. r-; la encina, y detrás de esta había un hombre Aquel bulto era un hombre inmóvil y co­ Mariana se volvió á su asiento, acético á escondido. mo muerto. A su lado habia una escopeta. sí la ruedíi con la que durante la velada hi­ —¡Un hombre! . , — ¡Nioolin!... ¡Nicoiin!—gritó la amante laba los pftfdos copos de lino, y se puso á —Sí; esto hombre llevaba úna^;'¿soopeta esposa al reconocer á su marido en un char­ trabajar con esa teoacidad que infunde el en la mano y la montó pajra apuntar á pa­ co de sangre. sentimiento y con ese deseo espontáneo de dre. •--, V. ^ •' —¡Mi padre! ¡mi padre!—contestó k su buscar uaa distracción para desvanecar L.s Mariana estaba caía vez más agitada y vez aquel niño que habia visto en un sueño tetaores de la imaginación. conmovida. f'' , la realidad de semfljante tragedia. La rueda del torno principió á girar con —Pero ya conoces tú, hijo ínio, quo'-eífí Pero el honrado guarda no contestaba. su acostunabrada rapidez; los dedos da la no puede sor... ¿QuíiSij habia dé.apostarse Sin duda la muerte había cortado el hilo de hilandera sé perdieron,bien pronto entre el detrás de la encÍBa-para coúietér semejante sus días. blondo copo que principió á disminuir", y infamia? Mariana estrechó á su esposo entre sus por bastantes momeotüs nó se oyó en aque­ —¿Quién? Yo lohe^sto; brazos, y adivinó que una bala traidora le lla cocina caaj-pestre sino el-ruido del vien­ — ¡Tú!. .- '^ ;- acababa de atravosar el pecho.' Entonoes to, el do la lumbrey el i^el tocpo. —Ciertamente. gritó, llamó y llenó, por decirlo así', de la­ , No lejos de lá lumbre se vei.a un humilde —¿Y quién era ese que has'ylsto? mentos el aire. lecho, y en él dormía un niño rubio como — El tio Juan el Zurdo, el aperador. —¡Madre mia de la Merced! — exclamó las candelas, bello como un ángel y risueño , Un estremecimiento más fuerte y más como una loca.—¡Socorro á unos pobres oomo la inocencia. " terrible (jirouló, por el cuerpo de Mariana; abandonados! - Era aquel niño el único fruto de la unión püéigal HÍimbre que aí^ababa de oir, el que De las casas de campo Inmediatas, de al­ de rí.^eolin y Mari.sna, y la madre cariñosa lisbia saMdí»^ ppr 1Q» iííj6ieentes lábids ,d,e #tí gunos pagos de las viñas que á Ja isazon se ao cesaba d^,.volver los ojos hacia él. K'ijo, era el da^.^p hxslnbre qxie la habÜ re estaban vendimiando, acudieron diversas Esta se púsola cantar : qneriáo da amÓ!'«s, y que pretendía ouaiido gentes, y con el auxilio de algunos'manojos Efl el pialo están los ángeles, endontraba ociiíion áimano, el que ella fal­ de esparto encendidos, comprendieron el en ía,tierra están también. tase áisus deberes de esposa; proposición drama qua habia tenido lugar. Tnriiediata- Hay niñosquo íiepareoan ! miserab^ que rechazaba con noble energía mente partieron varios hombres á dar cuen­ áloa niños d«ÍEden. y con intaol\able virtud. ta á las autoridades y otros a buscar mé­ Sj^^ allí son rubios y. hermosos , Cuando Mariana quiso dominar la terri­ dicos, pues Nioolin no había muerto, y .'. aquí también suelen ser. ble influencia que en ellahabían ejercido las otros á hacer una camilla portátil payji lle­ Dígalo oí hijo del alma palabras de su hijo; cuando quiso conven­ var al herido á su casa. por quien mi vida díiró. cerse de que un sueño no pasada ser un En poco tiempo todo quedó praotloadb con y,mientras Mariana cantaba,eltoruo Se­ sueño, ocurrió uña cosa más tremenda. suma diligencia. Nicoiin fué trasladado á guía, su movimiento, el fuego chisporrotaa- Un tiro retumbí^eQ la part« de afuera; su habitación, y dos horas después estaba ba y el aire hacia de las suyas ea el- eañon tiro que el aire llevíála cocina déla casa allí el representante de la justicia y dog da If^chi mocea. de campo, y el cual vino á aumentar la mor­ hábiles facultativos que reconocieron al tal inquietud de aquella esposa atribulada. guarda. III. Aturdida y llena de espanto, lavantóso La herida era mortal, pues el proyectil oorao una loca, y llevando; abrasado á su habla entrado por un costado, cruzando to­ -,-. P^ pronto, aquel niño que dormia tran- hijo, cayó da rodillas anta la imágon de la da la región inferior del pocho y saliendo .^üjlamente, aquel ángel humano que acaba Virgen de la Merced-, á quien consagraba por el l&do opuesto: sin embargo, procura­ ba de recibir los perrcamiantos de la madre, particular devoción. ron emple&ír todos ios recursos do lá ciencia traducidos en uno de esos cantos ouya, mú- —¡Ay, Madre mia. Madre mia!—excla­ para ver si podían lograr alguna ventaja .siea y letra son hijos daj amor y de lá ins­ mó sin poder contener un torrente de lágri­ en la desesperada situación en que se en­ piración maternaí, dio un grito de angustia; mas;— ¡que vuelva pronto mí esposo para contraba elherido., ^ ... - , abrigó los ojoscón él'mftyor espanto, y vien que se calmo la Inquietud do mi alma! ¡Quo No é.*(táBdo estó'én disposióioñ de deisla- do á BUiíinadre corrió háoia ella abrazándola por vuestra intercesión, Virgen Santa de lá rar, las diligencias judiclulos tenían que ser 8o;i. toda su fuerza. -„ Merced, se libre ini esposo do los peligros muy imperfectas; mas cuando Mariana re­ Mariana, ásustaiíá, dejó el torflo, y tam- de la noche! firió todo lo quo habia sucedido, se le tuvo iMan asustada por lo que pudiera ocurrir á A seguida se levaritó, abrió la puerta, y por visionaria y se le consideró coíi lásti­ su hijo, lo tomó en su falda, lo estrechó sin cuidarse dal frío do la nnohe, do las ti­ ma, pues solo el amor y el extravió del sen­ .contra su corazón, y la dijo.: nieblas, dé la lluvia que principiaba á caer timiento ora quien podia' obligarla á decir —¡Qué tienes, hijo mío!,.. ¡hijo de mi á torrentes, so dirigió háoia laí» viñas gri­ aquella especie do leyenda fantástica qua almaj tando como una Ipca: más bien parecía una balada que la simple —¿Y padre?... ¿dó,nda está padVe?—pre­ — ¡Nícolin!... ¡Nioolin! realidad. ' ' • guntó el bello infante lleno de terror. Pero do t.oda aquella historia habia un Estr^meoíósa Mariana y replicó: hecho tangiblo y práctico. , —l^aestien. casa... hásaliló á dar una ly. Era este el pedazo de polaina qviauno da vuelta por las viñas: vólv¿rá pronto. , Pero l^icolin no rospondia. El silencio ios perros llevaba en íá bo.oa cuándo Mar :-T¡A.hi sí..., gí; que vuelva al momento, mas profundo reinaba á las voceada aquella riana y su hijo llegaron á l'k enpihadel cri­ ,—re^ioA el j,¡í^o._¡ si supierais!... esposa y de aquella madre. men. ~~h^'if ' labios. guien moínento^ antes. ma y Se oreia tan seguró coinó el mayor * —¡Que ío ibaii á matart—exclamó la so- Los perros se encaminaron al ribazo do inocente del mundo. " ' , , ', hMíakad^iyiaíJ^Da,—¿Quién? ¿cómo? ¿en lá Encina, oomo si quisieran ser los guias El juez ré í)idió larop»,'y al llegará las aóii'def Hijomió, tú,,hás soñado eso!'Es una fiínebres (le un triste acOnteclmieRto. Y de polainas, las cfúáleS sitaban llenas de hárro iP.^sa^ill^jio que te embarga, y has yigto eia; tiempo an tiempo lanzaban ladridos dé fu- fresco, vio que de una de ellas faltaba eí pe­ suen'ds 16 que no es posible suceda én .rea 'ror y aullidos de dolor ó de rooón'oentrada dazo qUe él llevaba para compro'bíar la ver* cólera. dad. 120 EL PERIÓDICO PARA TODOS.

Juan el Zardo, que no había EN EL REPECHO DE LA ENCINA. —¡Voto á la Giralda de Se­ echado de ver semejante falta, villa!—añadió eljóven montan­ Be consideró perdido. do en ira. — ¡Yo no soy hom­ Toda negativa fué inútil. bre que me deje manosear, y á El reo, el asesino de Níoolin, costa de un violento esfuerzo, era él. casi logré dasprenderme de aquellas garras que me opri­ V. mían la- cintura! Estendí un brazo, y caiga en En este suceso verdadera­ donde cayere, descargué un pu- mente maravilloso nos resta por fietbzo.... (oreo que en las man­ decir una cosa en contestación díbulas del que me tenia agar* á una pregunta que so nos rado.) hace. A mis espaldas se oyó una —¿Murió Nioolin? blasfemia horrorosa. —No señor, no murió, sino Quise pedir auxilio; pero no ¡cosa extr&fia! á los quince días tardé en comprender que esto estaba bueno y sano. Su decla­ era impropio de un hombre de ración no valió gran cosa en el corazón. proceso: ignoraba quién le ha­ Como yo llevaba armas enoi. bla tiraáo. ma, me fajé á pañetazo limpio ¿Cómo su hijo soñó la reali­ con mi desconocido adversario. dad? Hay un ángel del sueño Por fin, osta abandonó el que previene los peligros. campo, y ,yo no teniendo ya El tio Juan el Zurdo fué á enemigos con quien combatir, presidio. legró encontrar la escalera, cu­ Hoy en el repecho de la En­ yos peldaños bajé de dos en cina se vé una modesta capilla dos, y en un sanli amen me consagrada á la Virgen de la planté en la calle. Merced. Confieso que obró muy de li­ Todas las tardes Nicolio, gero, pues debí haberme infor­ Mariana y su hijo, van á en­ mado del nombre de la calle y cender una lámpara á aquella número da la casa; pero atur­ imagen que supo salvarlos de dido, trémulo de ira, no pensé una catástrofe inmensa. en nada de esto, y zampándo­ A quien dude de este hecho, me en un coche de alquiler, me podrá decírsele dónde existe vine hasta aquí. esta capilla y dónde vive la Al ir apagar al cochero, vi venturosa familia que hemos que me habían robado el porta­ nombrado. monedas, en el cual... TúRCUATO TARRAGO. — Y de reloj, ¿cómo anda­ mos?—preguntó Pablan Roble­ do interrumpiendo á su amigo. —¡Qué tienes, hijo mio!.,t ¡Hijo de mi alma!... (pág. H9 Llevó apresuradamente el andaluz la mano al bolsillo iz­ No se oia ruido alguno: la casa parecía quierdo del chaleco, y lanzó una interjec­ DOCE MESES EN MADRID. estar habitada únicamente por los ratones, ción. NOVELA OHiaiNAL uno de los cuales roía en un rincón de lasa- El reloj también habia ido á parar, á la, no sé qué objeto. otras manos, contra la voluntad de su dueño. POR DON ANTONIO DE SAN MARTIN. —i Ya empiezan á darme mala espina esas CAPITULO VI. viudas!—exclamó un periodista. Inocente! desahogos de un corazón Uilimada. (ContinuteionO —Empecé á impacientarme, —prosiguió el andaluz, —porque para mino hay nada A la siguiente mañana el infortunado Pe­ Yo no sé, ni puedo saberlo, el tiempo que más insufrible que los plantones. ralta escribía á uno desús amigos de Cá­ invertimos en el camino, ni conozco la ca­ Para entretenerme en algo, me puse á diz, la carta que copiamos á continuación: lle adonde tuve la inadvertencia de acom - examinar los cuadros que adornábanlas pa­ «Madrid, etc. pafiar á aquella mujer; solo sí puedo afir­ redes! Querido amigo: Estoy fastidiado... ¡Mal­ mar, que aun cuando iba agradablemente Había (me acuerdo bien de ello] un re­ haya las mujeres de Madrid!... entretenido, el camino me pareció un poco trato del Empecinado, dos sucesos de la his­ He sufrido mucho en poco tiempo, y hago largo. toria de Elhijopródigo y una copia del se­ ánimo de volver pronto á esa. Un portal casi á oscuras, unas escaleras pulcro del bendito San Campio. Ahí se vive bien; aquí se vive muriendo. que gemían al poner en ellas la planta, un El entretenimiento no tardó encausarme. ¡Benditas sean la manzanilla, los agua- largo corredor alumbrado poruña agonizan­ Entonces tomé otro, cual fuá el de pasear duchos, y las hembras que se crian en esa te lamparilla, y per último, una sala casi de arriba para abajo, haciendo mucho ruido tierra! desnuda de muebles, tal fué la casa adonde con los tacones para darle á entender á Ma­ En la corte he tenido no sé cuántas no­ ma condujo la tal Manolita. nolita que me estaba aburriendo de lo vias (y digo no sé cuántas, porque ya he —Dispénseme usted,—me dijo,—si le he lindo. perdido la cuenta) y todas se burlaron de mi traído aquí. Mi amiga es pobre, á pesar de Trascurrió más de una hora. candidez. ser viuda de un general acuartelado muerto Ya no tuve paciencia para esperar más y Una de ellas tuvo que ausentarse de Ma­ en campiña. Ya se vé, ¡los tiempcs están me encasqueté furioso el sombrero hasta drid, por unos días, y al despedirse de mí malos! ¡muy malos! Antea vivía en la calle las cejas, y salí con ánimo de marcharme ma dijo llorando á lágrima viva: de Jacometrenzo en donde ocupaba un bo­ oon la música á otra parte. —¡Se me parte el corazón de pesadum­ nito cuarto solariego, pero tuvo que mu­ Al entrar en el corredor, noté que estese bre! darse á este, á fin de hacer economía».... hallaba á oscuras: hablan apagado, ó se ha­ ¡Vamos á separarnos, pero llevo to ima­ Voy á prevenirla. bla apagado la lamparilla. gen dentro mi corazón! Y con gran recogimiento de faldas, «alió Buscaba en el bolsillo mi caja de cerillas, ¡No me olvides, porque serias un ingratol de la sala. cuando unas manos robustas me sujetaron ¿Verdad que no me olvidarás, prenda?... Quedé solo, como ustedes pueden suponer. fuertemente por la mitad del cuerpo. \ Cuando llegue la noche, fija tus ojos en EL PERIÓDICO PARA TODOS. 121 la luna, y si no hay luna con­ ANDRÉS Y GALATEA. en el café de Fornos. Yamos & templa al planeta JúpUr, pues ver, ¿quién quiere hacer un ne­ yo también miraré al mismo gocio?... tiempo á alguno de esos astros, Los curiosos lanzaron una pensando en tí... carcajada, y don Ceferino, fu­ Después supe que la infame... rioso como Orlando, pero mu­ (¡Mala centella la divida!) ha­ cho menos terrible que aquel bla emprendido relaciones amo­ personaje de Ariosto, se abrió rosas con un ofiuial no sé de paso por entre la multitud que qué arma, en tanto que yo pa­ le rodeaba, y se alejó vomitan­ saba las noches con un palmo do improperios contra Tamu- de boca abierta, contemplando jas. al señor de Júpiter y á la seño Este hizo sonar las campani­ ra Luna. llas de su trtije de Arle^uin, y La manía que tengo de que­ se alejó también, cuntando es­ rer poetizarlo todo, me vaáuon tos versos de don Rsmon de la ducir pronto al Campo Santo. Cruz: Si alguno de nuestros ami­ «Agujita, agujita, gos {&['poeta inédito por ejem­ tú me Uiuntienes: plo), se determina á dnr por quiera Dios no te pierdas, acá una vueltecilla, que tenga ni te me quiebres...» presente que en Madrid todo GS Ignoramos, y do ello estamos falsedad, todo montira, y quo pesarosos, no poder decir si el no se debo dar á las promesas buen Trümujas logró hacer efec­ Valor ni importancia alguna.» tivas algunas de sus cuentas, á consecuencia de su determina­ ción de poner en ierlina á sus parroquianos. La carta terminaba de un modo poco halagüeño para los CAPITULO VIII. naturales de la capital de Es­ Una enmascarada que pide protección. paña, y por lo tanto nos abs­ tenemos de insertar las pala­ El baile de Capellanes, aun bras indiscretas. cuando no es lo que ha sido en otros tiempos, tione aun en CAPITULO VIL provincias una gran fama. Hay quien cree que en Cape­ ER pleno Carnaval. llanes se baila el can-can por Llegó el Carnaval. todo lo alto, lo mismo que en En tales dias de solaz, el pue­ los bailes públicos de París; blo madrileño, oomú casi todos que en su espacioso salón reina los pueblos de Europa, se en­ un bullicio espantoso, y ni una trega al regocijo y hace por cosa ni otra es verdad. olvidar las penalidades que hay TERESA... (pág. 121.) {Se continuará.) en la vida. Poco, á decir verdad, tiene de particular ferino, que en efecto era hombre muy pul­ el Carnaval en la culta y nunca bien ponde­ cro en el vestir, y que se hubiera creído ANDRÉS Y CALATEA. rada villa. deshonrado si no llevase siempre como lle­ Muchos y muchas cubren la máscara que vaba prendas de última moda. Andrés de la Encina, pollo tirando á ser las dio naturaleza, con otra máscara de ta­ —Pero es el caso, —añadió el sastre al­ gallo; gallo ya con espolones, mejor dicho, fetán ó de cartón, y bajan al Prado, que en zando la voz,—que tienes tanto de elegante se hábia enamorado ciegamente da una da ^aieg días, ó mejor dicho, en tales tardes, como de mal pagador. esas mujeres que de cuando en cuando apa­ está lleno de innumerables curiosos. —¡Desvergonzado! recen en el mundo para condenación de los El conjunto es pintoresco en extremo. —Lo dicho, dicho: mal pagador, y no te hombres de bien. Algunos individuos del sexo (no sé si jus­ llamo de otro modo, aun cuando me sobra La dama de sus pensamientos se llamaba ta ó injustamente llamado feo), se visten de derecho p»ra ello. Teresa. ^ujer, y esousado es decir que la mayor Don Ceferino empezó á ponerse colorado Andrés era feo en demasía. parte de ellos, aun cuando llevan encimado hasta lo blanco de los ojos, porque se le ha­ Teresa, la encantadora Teres», parecia *i riquísimos trajes, parecen mamarrachos. bla ido reuniendo alguna gente que escucha­ una de esas vírgenes de que la ardiente Hay máscaras desvergonzadas, procaces, ba con interés el diálogo. imaginaci<;n de los mahometanos puebla el Que aprovechando la ocasión de llevar cu­ —Habéis de saber,—prosiguió el sastre mentido paraíso destinado á los buenos cre­ bierto el semblante, dicen una inconvenien­ hablando con los curiosos,—que este caba­ í/entes. cia al lucero del alba. llerete tiene por costumbre el mandarse ha­ El buen Andrés sentía latir dentro dq sa Dígalo si no aquel sastre que teniendo cer mucha ropa. Esto es bueno, porque así pecho un corazón apasionado y volcánico, una infinidad de deudores, se disfrazó de progresan las artes. Pero es el caso que no y las historias cuentan que Teresa, en vez arlequín dioiéndoso á sí mismo: paga. ¡No, señores, no'paga!... Aquellos que de corazón solo tenía un pedazo de corcho —Malo será que no encuentre en el Pra­ tienen la candidez de fiarse de él, pierden más insensible que una piedra de chispa. do a alguno de esos señoritos tramposos la paciencia y el dinero, porque don Estafa Y en tanto que el infeliz enamorado no que lucen a costa mía muy buenas capas y jamáii está en casa. comía ni dormía, Teresa se entregaba al gabanes. . —¿Quién eres? — preguntó don Ceferino sueño con la mayor delicia, y alimentaba Y dicho y hecho; bajó al Prado, en el cual ronco de cólera. perfectamente su cuerpo, que pesaba algu­ no tardó en ver a algunos de sus parroquia- —¿No me has conocido todavía? nas libras, como diría un añcionado al Sos. —¡No! toreo. Aceroóso á uno de ellos, cuya cuenta im­ —Entonces te diré mi nombre... Soy el Así las cosas, y no siéndole posible á An­ portaba ya cinco mil reales, y atiplando la sastre Tramojas, y tu cuenta asciende á drés vivir con el tormento que le propor­ ^oz, le dijo;: cinco mil reales. Al que me dé la mitad de cionaba su amor, determinó poner ña á sus —Eres muy elegante, Ceferino. esta suma le entrego la cuenta de buena ga­ dias. —¡Qraoias!~exolamó Cefarino, ó donCe- na, y lo convido adam¿s á comer esta noche ¡El desdichado estaba locol 1:22 EL PEfll.OpiQO P4RA TQPQS.

Aates d,9 ddcidir fi gg tiraría desrie lo vengan á degc)ontirm,e los ajnantes de Te- lo cogiesen coi) las manos, e^n Ifi masa, es-^ alto fiel viaducto da la calle, de Segovia, ó rusl, el Petrarca, Pablo y Virginia, doña condió la copa dentro de un sembroro, y BÍ tomarla una caja de tóatoros, escribió á Juana la loca, y otra infinidad de indivi­ abril) la puer.tív., . .'' 8U aiiiad Después de contemplar de hito en hito al jer la más ingrata dala tierra, que desde rf^ «¿Llora? tÍJ? ¡Qué disparate! Tú no 11o- hoiñbre que la apaaba tanto, exclamó con primer momento en que te vi, tan hermosa-^ raras en toda tu vida Si llorases, probarías acanto conmovido: y tan hechicera, nai corazón no dejó de latiK^ue tienes aún un poquito de sensibilidad» —¡Andrés! , por tí y entonces raldrias mucho más dtft lo que — ¡Alma da mi alma!—gritó el mal acon­ »Te veia en medio de mis sueños, te veia sejado varón, cayendo da rodillas dalanto también despierto, aun cuando estuviese "a ffSegun la-fábula, hubo ^ (Jreeia un es­ de Galatea. una legua de distancia de iiís pedazos; y tatuario que hizo uña_h«Ílísima mujer de Esta abrió sus brazos, y André?, loco de en"fln, tu rostro angelical no se apartaba mármol blanco, á la cyal áió el nombre de felicidad, .se precipitó en ellos. ni un solo instante da mi acalorada; f^Ti''- G-alatea. ' ^ '.'^, ^'^i tasía. , ^ ''-'•• «Enéíboüado de su ppoduc^^, rdgó á »Tu nombre, prociosísima Teresa,, tam­ Venus que animasftía es<^Hjara;^y la diosa El desenlace da asta historieta tendrá lu­ bién estaba continuamente en mis labios. oyó propicia, su rsego/ ' ^ ^ ', gar en \A Vicaría, en donde tanto él como «Tengo un amigo que se llama Serapio, ^Gaia^ea íntomí^s-'í^^pí^p^^háío oJr su ella tienen ya entregados sus papeles. y en vez de llamarle por su nombre, mil .f^ ífiwSíiima córaosl' a ---'iáien- AsTONio JOB SiN MARTIN . veces le dt el tuyo; el tuyo, Teresa insen: ' J^qne lé.^égtín d& éSftnaétí'.Bfibil*-' áe^ór^ sible, que hasta llagué á pronunciar en mis- tado de su f%&£» á¿ dí8^, «n.úif ajt^to .oraciones. voraí,\' .^ / \ SEOOIOIV X>TS AMJSRIOA. • Mucho tiempo ha pa.iado ya desde que «La a&ada der^H^tiiarid friego em, on •he'empezadó á amarte. Nadante echaría en xintk^^9\?ihr&, «na mujer perfecta, y no le UNA CIUDAD AMERICANA. cara si tú no hubieses alimentado mi jpalion faltaba más guo una cosa: el alma. (Ko.me con miradas incendiarias, con suspipos en­ parece pequéfia faHa). trecortados, y con aquel rizo do tus cabe­ «Con que, hacpi.osa Teresa^ aplícate e^ En el raes de Mayo de 1756, uno dé los llos quQ conservo todavía, pero que voy á cuento; porque á tí'tambien te falta el aVma. grandes pensadores que-buscaron, lü eman­ comerme antes de bajar al sepulcro. »Ya no te molesto más con mis que^s. cipación de la madre patria en lai? .soleda­ »¡0h! ¡Rizo querido!. Hást* la eternidad, y que lo pases bien. des del Nuevo Mundo, encontró' un áitio »Tú podrías decir, si no fueras tan inKen-' Cuando vayas a~oeupar los lugares en don- entra,los dos, grandes riós que llevan lo? sible como aquel á quien perteneoisles dé me encontraré dentro desbreves momen­ nombre de Delaware y el Schíiylkill, para en otro tienjpo, los millares de besos que tos, saldré á recibirte con el traje de eti­ fundar una ciudad.' has recibido de mis labios, las ardientes lá­ queta que,allí se use. El hombre ijüe intentaba tamaña eúi'pfa- grimas que, desprendidas de mis ojos, ca­ »Tuyo, hsstá más allá del sarcófago, sa sa llamaba Gl-üiliei'fao Péhií', y ta. ciudad yeron sobre tí gota á gota! Andrés déla Encina.•« recibió el nombre de Filadelña. ' «¡Rizo (Perfumado, perfumado-rizo que ElnÓDÍAre primitivo de'Fiíáíélfia y con adornó laiá'eVáía Moñ del ángel da mis al qué ios itidíOs la conocian, e^Á'Cdqué- amores, permíteme que por última vez selle Rethitida lá anterior,(¿arta á su destino, naque, cuya pronunciación.es QAókác: /EX oon mis láhios tus hebraá de oro!'¡Dentro ej inexperto ámadór_e^mp?zó á discutir con­ terreno, tégiíH íá histeria, e'fWunllkñb'casi de híeteg rüomentog te tragaré, y el sepul- sigo, mismo eI,géinéro dé muerte da que de­ iiivélado,';ba8,tante éleV'kdo para te'tiéi''cón- wpofrio y pavoroso será con nosotros. . . bía echar mano para" librarse: del suplicio dicióiíes de "sál'ábtidad, tír'úzádo eh /áíguna parte IJOT afroyos, y'll'abiá^|^'ários cairos y . • . . . . • ''.•'' que le causaba .su amor. ,- «-Pues como iba dioiéndo, Teresa cruel', . , —Dar, el salto 4el trampolín i^pie el via­ barranc'ósdé'muy fácil désttónta .y'fiíívqla- yo te habiar alzado un templo en mi coíra- ducto, dijo, rio má parece de li^uy.buen gusv oíoh, , ..•-,, -, ., «on, y no aspiraba amas que á hacerte di­ to. t*eerarme uii tiro, añadió, tampoco míe Nada dé esto existe én ,ol diii.'^ 'Queda sí chosa. parece bien; porque la .detonación do .^na él ^lütib piíginal déla ciudad, que e^a'ünpa- «Pero tú perteneces, á este siglo egoTata; ama do fuego incomodaría á los veoinoay ralelógi'á:tn''o de dos millas de lo''p!g¡tu'd^ deS- te ha«[asimilado perfectamente con él, y yo yo soj, hombre muy considerado. •: 'déla •orilla interiof dóí Délavf'ái'o Hasta la vivo atrasado, muy atrasado: lo monos soy, }X)é qué modo me mataré entonces?!.. íhtérior del SohuylkiU.iiüedando.lá ciudad ó debiera haber sido, de la ópcfóa en que , Un cordel, tampoco .me conTjienei.; . entre des ríos. ConteDÍa ptíeve calles que vivía el rey-5'we J-aí/íí. ' lAh! ¡Ya sé! '¡Lo que ya tenia pensado!... corrían'desdo ffn rio al'Otfo,' teniendo por «¡Paciencia!. Ye deseaba (jue fueseá,í»i ¡FóstoTos ñe.G^^'cante, j?, muerto el perrp deiitrola ealÍédéli(7<ííía^í)'('Chésnút'-Stre6t). media n^ánjct, ^&vo tú no'me íjuisjsta.poy se a,oabó la'r'aijia!, ',' , .,._:,. , Este sitio todavía •,jiuéaé''''de£éím'i¿'á.rse; tu tntdio nirií^jo; y éso 't^áa te di á enten­ p'orSilé Óh'ésnuí-StT^eai'e'iiste, j'e^tá'en la Aquí t,e^g'o casualnien,ta. una' o^ja, mágr pár'te rii-ááangost a da g'iítre íós'ao'ff k'ib's.' 'A der mi atíéa'diado amor poj? 'todos los,iné- riífloa. ,, • ',_, . . , 7 . „i díos JmnginaíbleiÉ. •'• ' '- un Jado de éli'áse óncüli'fi'tfa hoy ol.t'r'aMViá ,;'.¡Éa,;m9íio8 á 1$ Oibifa'.^y .te,_,at!a¿dori¿Féj qfee'cftlzA"lá Cité.' pasa ''^,t'ó'ambos rios, » Reóiwpda (si éiS qtió támbíé'ji' né ias 'per­ mundo a,^?irgo^,.j/ , ,;.' . ; Sésdff'él ÍSchuy;iki'llj al prihél^ió'B^'lííaAiet'- dido la'memó'ri'a, del mismo modo que per- listó diciendo olVomántiiCO ^.ndrés, ll¿,ri4 étVeet (¿áTlé'dél Meróádo)',' si|tl% 't'pda' é'stá í}i*te la s_ensibñida,d); l-eotíérda que yo be una.grap copa qp^ ese éspiri,tu¿g{)li(!o,iL4ue calle, que e.^ recta, y. llega.al D.ela-^á'Tó'h'ái •|pMe*d«'ÍB día y btrodra'l'^á pph'frjd!, ya sé llama agiiarrfiente, y al'oual'ipMpéos.danj éiéüdé íirt 'rtíártflfó',' para 'éVitó un^lsjeta o«n «atóp, la calle-efi.'á8nde'est'á'ííit«¿d» tu el nomh¡fjd^.¿^^a,rasa,j, í3antro del líqui­ 4ue'tiéñí arfr¿íi't^'(SifiitVá-Igíad'). "^- '" do echó úri buen puñado de cerillas.> _ «Frente á tus balcones atrapé, en. tiempo , Ag^rd^n^o^e^ts^^jpl infeliz, á^que-.éífós El célebre árbol (el olmo bajo ouyas.ya- fte''>\»efááo, no sé cuantos't'ahái'áiJ(lo.s^ y ep 'foro se''.ÍPoorfipr.aso^ con, el. j»g;«ftr4ieo,t% lÜás ceVéfeíó" Güilléfolb ít*eiífi"s(i ífánííys'o tra­ laestaeion dé las nieves'un íeiimá^smb, cuando .sonaron dos golpes, tremep^ps^ la slado é'otf fes 'índtos) tíltáii'a é'nSháck^m'áxon »na pulmoníaiy ¿íVáfí^í catáfVos. ' '', puerta de su habltapipn.. .,! (hoy Kensingtpn), nombre que;todÍvíac"oh- )>Si estas no son pruebas de amor,,qr

y á corta distancia, un poco más arriba, critor francés, son los primeros que deien todos los caracteres monstruosos manifes­ Petty-Island. Próximo á esta última se ve suprimir la pena de muerte. y> tados porlus hechos de Blanco, en espa- una nube de polvo, y un bosque de arbola­ Si ~ellos no la suprimen, las leyes están riendas que tienen por objeto ilustrar el duras y masteleros de buques, que señala en su derecho imponiendo tan tremendo arte de curar sobre las verdaderast causas el gran puerto carbonífero del ferro-carril castigo. de las enfermedades. de Readiog, en Riohmond; y un poco más El Aéroi hori'ible y repugnante de nues­ »En apoyo de lo que dejo expuesto, pre­ allá el rio, que borboteando y chispeando tra historia, el feroz HOMBRE LOBO, no pur­ sento el testimonio de los hombres más sigue hasta perderse de vista en la dis­ gó sus delitos en un patíbulo. competentes y honrados de l^ciudad de Ar­ tancia. Su ilustrado defensor, una de nuestras gel, ofreciéndome al mismo tiempo á pre­ Tales son los principales detalles que nos glorias en el foro, logró de la real clemen­ sentarme á espensas mias ante V. É; ó ha suministrado no solamente ia obra do cia, que aquel célebre criminal fuese indul­ cuKlesquiora otras personas que se sirva Lippeucot, las descripciones de algunos es­ tado, y se le impuso la pena inmediata. designar para reproducir esperiencias, cu­ critores americanos y la de un periódico yo resultado seria demostrar da un modo que se consagra con especialidad á las co­ VIL irrefragable, la posibilidad de que Blanco sas americanas, con lo que creemos haber Poco tiempo después de haber sido falla­ no sea da ninguna manera responsable do dado una idea de lo que es la ciudad de Fi- da en primera instancia la causa de Manuel sus asesinatos, y evitar así una muerta qua ladelña, en dondo^rá á celebrarse la gran Blanco, el regenta de la audiencia de Gali­ seria un error lameutable de la justicia, y esposicion universal, de la que tienen no­ cia, recibió un abultado pliego sellado en un duelo más para la humanidad. ticia nuestros lectores. Argel. «Tengo el honor de ser con el más pro­ Filadelüa celebra el centenario de su Aquel pliego estaba escrito en francés. fundo respecto, etc. — Philips, profesor de existencia con este Bcontecimiento indus­ Traducido fielmente, deeia así: Electro-Biología en Argel. trial, y todo el mundo manda á ella sus Argel, 3 de Julio de 1853. «AS. E. el señor Ministro da la Justicia productos, en donde se verá por vez pri­ «Excelentísimo señor: la libertad que rae en España. mera en suelo americano á la civilización tomo de dirigirme á Vuestra Excelencia, «Los qua abajo firmamos, todos vecinos europea y á la civilización del Nuevo-Mun- tiene por objeto detener, si es tiempo aun, de Argel, declaramos habar asistido á va­ do exhibir sus más gigantescas y maravi­ la mano de la justicia española , pronta á rias de las sesiones del señor profesor Phi­ llosas invenciones. caer sobre un desgraciado, que tal voz no lips y especialmente á la del'23 de Junio ToRCUATO TARRAGO. es sino la primera victima da un estado de próximo pasado, en el teatro de Argel, enajenación quo la habrá conducido fatal­ en la qua, entre otra experiencias hachas mente á la perpetración da hechos atroces, por él, ha condonado á una persona bajóla GA.USAS GÍT.l^KBRKrf. por los que ha sido condenado á la pana ca­ influeúcia da los instintos irresistibles del pital. lobo, y ¡luo los detalles consignados con es­ EL HOMBRE-LOBO. «Manuel Blanco Roraasanta, condenado ta objeto on los números 1822 y 1826 del á muerte por el tribunal da Allariz, como periódico el Alhabar, e.stáu perfectamente culpable de haber consumado con sus dien­ de acuerdo con la verdad. POR DON ANTONIO DE SAN MARTIN. tes, y sin el auxilio de ningún arma, el ase­ «Argel 16 de Julio da 1853.—Bressiano, sinato de varitis personas, para comor des­ A. Dubos, Bourget, J. Dulcar, J. Jurand, E. Alieridtz, Félix Deiriast, Francisco t Cm-.ttnvacifti,) pués sus carnes palpitantes, ha confesado ios hechos de la acusación; pero pretende, Pravant, L. Meilson, J. Garó.» —¿Qué sería de la humanidad, si las le­ para disculparse, haber obrado bajo el im­ En uno de los periódicos citados se lee el yes no impusiesen un tremendo castigo á perio de una ilusión que la quitaba la con­ artículo siguiente: esos monstruos abortados por el inflerno, ciencia de la personalidad humana, y lo su­ «Conclusión de las experiencias del señor que de cuando en cuando aparecen en el jetaba á los instintos irresistibles de los profesor Philips. mundo?... brutos. »E1 miércoles último, el señor Philips ha Mucho se ha hablado en pro y en contra «Ese desgraciado afirmó, que en aquellos dado una última sesión que habia sido ge­ de la abolición de la penado muerte. momentos de furor antropófago, se oreia neralmente pedida, en presencia de un con­ Cruel castigo es en efecto, el privar á un trasformado en lobo. curso numeroso. hombre de la existencia que Dios le ha da­ «Los módicos llamados para apreciar el «Hemos visto á hombres científicos y ex- do, y de la cual verdaderamente sólo Dios valor de esa extraña alegación, han decla­ peciales, muy conocidos en nuestra ciudad, tiene derecho á disponer; pero la sociedad rado no ver en ella sino una impostura que han sido los primeros en reconocer y necesita seguridades, una especie de salva­ grosera, imaginada por el condenado, para hacer constar los efectos sorprendentes de guardia contra los asesinos. eludir el castigo. la electro-biología, y los resultados comple­ Por más que se diga que la pena de muer­ »Pues bien. Excelentísimo señor; des­ tos y conoluyentes, obtenidos por el sabio te no es un freno saludable, un dique que pués de un examen minucioso de los deta­ profesor. contiene el feroz deseo del esterminio,no8 lles que arroja la causa, é ilustrado por e! «La multitud que invadía la salado la ca­ otros, en nuestra humilde opinión, oreemos, estudio especial de las enfermedades del lle del Estado Mayor, manifestó sus sim­ que el día que se aboliese totalmente tan sistema nervioso, no puedo menos de reco­ patía al señor Philips, que le habia impre­ espantoso castigo, los asesinos surgiri&n á. nocer en el condenado Manuel Blanco á un sionado tan vivamente, comunicándole al­ millares. infeliz acometido de una especie da mono­ ternativamente la sorpresa, la alegría y el ¿No es el presidio, para algunos seres manía, conocida de los médicos antiguos, terror. degradados é infames, un lugar apeteci­ bajo el nombre de Hcantropía. «El señor Philips practica la ciencia ala ble? • Ese estado mórbido, resultado de un manera de Cristóbal Colon, convencido so­ Sí, lectores mies. desorden de las funciones del cerebro, aun­ lo desde luego, pero arrancando á los de­ Crimínales hay, y «i no ahí están nues­ que no se produce expontáneamente, sino más la confesión del éxito, cuando la rama tros dignos magistrados para desvanecer en casos muy raros, puede producirse en fluctuante viene al fin á revelar un nuevo las dudas, que después de cumplir su con­ casi todos los individuos de ambos sexos, mundo. dena cometen inmediatamente unnuevo de­ por medio de un procedimiento que un des «Unid á esto lo imprevisto, lo extrava­ lito, solo con el objeto de volver d sus cubrimiento reciente nos ha hecho conocer, gante, que nacen de los experimentos una posesiones (1). y que en circunstancias accidentales pudie­ curiosidad extraordinaria por parte del es­ Triste, muy triste es el tener que privar ran haber hecho caer en manos del que pectador, incidentes repentinos, y compren­ déla vida á nn criminal, pero más tristees Blanco designa como autor de su afección dereis que las sesiones científicas del señor todavía el ver perecer á mano airada á se­ monomaniática. De donde resulta, Exce­ Philips ocultan la avidez del estudio bajo el res inofensivos. lentísimo Señor, que el crimen por el que encanto y el interés de un drama completo "Los señores asesinos, ha dicho un es- Blanco acaba de ser condenado á muerto, con mil peripecias. podia ser muy bien la consecuencia fatal da «El profesor ha demostrado, que en un un estado mórbido, del que las personas tiempo dado, todo el mundo debia sufrir la (1) El preildlo ea conocido con este nombre entre más honradas serian ellas mismas pasibles; infiuenoia de la electro-biologia. los criminales. y que desde hace dos años determinó con «En verdad qua todos están igualmente EL PERIÓDICO PARA TODOS. 125 dispuestos; y de ahí resulta la exolusion de «Se le preguntó si se acordaba de la se- i Cuando llegaron al nfülah, transformado alguno de los sujetos que se presentan. Si gunda letra, y contestó 1; pero no pudo en impetuoso torrente, comenzaba á llover, después dó una prueba preparatoria, la in­ acordarse de la primera; la á, á pesar de de­ y aunque al principio dudaron si lo atrave­ fluencia no se trasluce, el profesor deja á linear con el dedo su forma en el espacio pa­ sarían, decidieron hacerlo, pues no debía los individuos y solo conserva á los que han ra ayudar ásu memoria, poro sin poder ar» haber peligro, habiéndolo atravesado los caido inmediatamente bajo su influencia. ticular el mmbre del signe, pues había ol- ^exploradores , según atestiguaban unos pe- Los límites de una sesión no permiten per­ vidado el sonido. i düzos de indiana da color sujetos á palos sistir sobre una organización que se mues­ «Le dieron luego un pañuelo de X's. India, clavado. s en el suelo donde concluía el ca­ tra desde luego rebelde; pero tomando el en forma de pelota, al que acariciaba con : mino. tiempo necesario, todos oheáoooa &\eleciro• dulzura y amor, besándolo y concluyendo | El máhut, jefe de la columna, á cuyo lioUgico. por colocarlo con precaución en su sombre­ frente marchaba, entra en el torrente, y es «Sentado esto, el señor Philips conservó ro. El sññor Philips, habia querido que seguido por los demás conductores; pero el á BU lado una docena de personas en estado viese wn, mirlo en el pañuelo. Iagu a es mucha y los animales comienzan á satisfactorio, á su modo de vor, y sólo prac­ «Diéronle también un junco dioiéndole nadar, y cuando el primor elefante va á ticó esperiencias en dos de ellas. que era una sarpieate, y la rechazó y la ^gana r la orilla opuesta, EO siente un gran »Se comprenderá la necesidad de reducir aplastó con el pié. j estrépito de escamas y de silbidos agudos el número de los sujetos presentados, cuan­ «Trajeron un vago de agua asegurándole y prolongados, produoido por una tropa de do se sepa que la influenoia aumenta, á me­ que era Champagm. gaviales salidos de las yerbas de las ori­ dida que se ejerce sobre ua mismo indivi­ —«No,—replicó:—es agua. llas, los cuales se lanzan al agua. Es im­ duo. Para obrar sobre las sensaciones y la «El señor Philips le mira fijamente, y posible deseribir el miedo espantoso de las imaginación, es preciso ejercitarse primero replica con energía: personas y la confusión de los animales, sobre todo el sistema muscular. — «¡Es Champagne: bebed... cuyos movimientos son pesados á causa de «Así es, que el señor Philips empieza Entonces el sugeto no duda, y bebe, pa- su carga, y por ello no pueden ni aplastar constantemente por paralizar ó duplicar á reciéndole delicioso el pretendido SilUry. ni herir á sus enemigos, y éstos, azotados su antojo la acción de los músculos; de ma­ Se le hace pasear en la plaza del G-obier- por las trompas de los elefantes, les muer­ nera que hace abrir los ojos y la boca con no, sin salir del teatro. Conoce y designa den en las patas, arrancándoles mugidos prohibición de poderlos cerrar; en seguida las casas, luego encuentra á uno de sus que aumentan el desorden, haciéndoles cho­ en efecto contrario se produce ó trasforma amigos llamado Víctor D.., entra en el ca­ car unos con otros, mientras los viajeros, en el estado de una barra de hierro clavada fé, donde en su imaginación febril tardan temiendo ser precipitados al torrente, dan en el s«elo; nopodeis sentaros sin encorva­ demasiado en servir; entrañen otro, toman gritos espantosos. ros, imprime á vuestros brazos un movi­ cafó hirviendo y se le hace jugar á las car­ Les cuatro ó cinco elefantes últimos, miento de rotación acelerada, que no po­ tas sin tener nada en las manos. Baraja y apenas entrados en el agua, retrocedieron déis hacer cesar sin su voluotad; os haca da y señala los puntos y pretende haber á toda prisa, y el primero, á pesar de sen­ tartamudear y os quita enteramente el ha­ hecho trampas, y después se niega á pagar tirse" mordido en las patas, procuró salir á bla; después de estos primeros efectos, pa­ al mozo lo que oree haber ganado. la orilla opuesta, de la cual no distaba sino sa á otros de un orden superior, y entra en (Se cmtimari.) una ó dos brazas, pero la margen era es­ el dominio de la inteligencia y de los sen­ carpada y estaba cubierta de un lodo res­ baladizo. Resbala, pierde el equilibrio, quie­ tidos. VARIEDADES »E1 miércoles hubo nna verdadera lucha re deshacerse de los reptiles que lo atraían, hace un movimiento falso y cae sobre el entre un sujeto y el profesor. COCODRILOS Y ELEFANTES EN LA INDIA. «El primero, bien conocido en Argel, segundo, el cual á su vez cae sobre el ter­ M. M... joven deunosdiezy nueve años, se cero, todos con sus hudahs en el torrente. ha sometido á las pruebas con la firme re­ Hace alguaos años, el hijo de un comer­ lamediatamente los gaviales abandonan solución de resistirlas. ciante indio de Caloutta se casó con la hija el duro cuero de los paquidermos y se pre­ «Era menester ver cómo relumbraba su de un rico propietario cuya residencia se cipitan sobre las personas. cara inteligente, cuando una esperiencia hallaba en las cercanías de la ciudad. La Corramos un velo sobre cuadro tan deso­ salia mal; pues las primeras tentativas del boda se celebró con pompa en Calcutta, y lador. profesor, se estrellaban contra esta juve­ las fiestas duraron muchos días; pero la Un destacamento de policía, venido lue­ nil y enérgica voluntad. recién casada deseaba que el regocijo ter­ go de Calcutta, descubrió entre las yerbas »A. la segunda prueba, el joven resistía minara en el seno de su familia. En tiempos y los juncos algunos pedazos de vestidos y poco y acabó por obedecer. ordinarios, como los carruajes de alquilar los esqueletos' de tres elefiutes, así como «Este combate moral entre dos volunta­ son comunes en Calcutta, hubiera sido fá­ gaviales, el uno con la espina dorsal rota des, estaba lleno de interés; pero el profe­ cil trasportar á todos los convidados á la á patadas, y el otro atravesado por dos col­ sor, animado por la luch», quiso dominar aldea, donde vivían los padres de la esposa; millos, sin hallar ninguno de los cadáveres Completamente: su éxito fué franco y ver­ pero era á la entrada del invierno, y las do las once personas que no se salvaron á dadero. lluvias habían hecho desbordarse á los es­ nado, á saber: los esposos, sus padres y «Los resultados han sido tanto más bri­ tanques salados de los alrededores, y las madres, sus hermanas y dos mahiíts. llantes, cuanto eran al principio casi nega­ aguas llenaban un niillah (torrente) que era Gustad ahora de gaviales, esos mons­ tivos, y hubo que felicitarle de una primera necesario atravesar para trasladarse á la truos Anfibios. resistencia, puesto que la victoria fué más aldea en cuestión, cuya oirounstancia no completa. El señor Philips, saliendo mal permitía uso de carruajes. Elegidos los con­ al principio, venció después, y se puede de­ vidados, alquilóse una docena de elefantes Hace tres meses verificó una ascensión cir de él con Marcial: con hudahs (palanquín), y la caravana se en Chicago un gigantesco globo aereostá- *Si non errasset, facerat Ule minus. puso en marcha una mañana, no sin haber tico, el Washington, en el cual iban el doc­ enviado por delante una tropa da esclavos tor Fergith y Jerediah Monrose. Los dos con objeto de abrir el oamino, ó mejor, para dos viajeros habían prometido cruzar los »M. M... no pudiendo abrir ni cerrar la desplegar más fausto. Estados-Unidos y dirigirse al Este hacia boca, acudió á las manos para mover sus El tiempo era bueno, pero se necesitaba Europa. Una inmensa multitud que habia quijadas, á las que quedaron fijadas las re­ emplear tres horas en el camino, y á los acudido á Chicago para asistir á la ascen­ feridas manos por la voluntad del profesor, dos tercios de él, es decir, en las cercanías sión, vio el globo alzarse á los aires y dea- y, cosa extraña, el joven parecía buscar del nullah, el cielo se cubrió de nubes, el aparecer en la dirección indicada por el manos para despegar las suyas. aire se impregnó de electricidad, y el true­ doctor Fergith que había puesto en su bar­ «Obrando el señor Philips sobre la me­ no rugió á lo lejos. La cubierta de los hu­ quilla víveres ó instrumentos científicos. moria, le hizo olvidar su nombre, y en se­ dahs defienden del sol y abrigan en las llo­ Cuando se veía pasar el globo sobre una guida la primera letra del alfabeto. viznas, pero no puede resistir á las lluvias ciudad se telegrafiaba inmediatamente á — «Es muy extraño,—decía en alta voz torrenciales de aquella estación, por cuyo Chicago. El último telegrama recibido por el sugeto que gozaba de todas sus faouUa- motivo los mahuts (conductores de elefan­ el alcalde de esta ciudad procedía de Nueva- deg, excepto en este punto. tes) avivaron el paso de los elefantes. i York, y trascurrieron después ssmanas en- 126 EL PERIÓDICO PARA TODOS. teras sin recibirse noticia alguna del Was- ñoras, las señoritas y las manólas (!j más liington. Finalmente, no hace nauohos dias, elegantes, que exhiben su destreza á los según cuenta el Adfertiser, alguno» jóve­ acordes da la música y al son de las casta­ nes de Chicago que habian ido á cazar á las El "Tisúes» do Londres del 5 del cor­ ñuelas (!). Las damas madrileñas visten, orillas del Michigan, encontraron detrás de riente inserta el siguiente anuncio, que re­ cuando patinan, nn traje especial; compó- un arbusto un hombre con una herida en la producimos por si pueda servir para aclarar noso de una cracoviana con adornos, saya cabeza y las piernas fracturadas. Se moría el misterio: corta de casimir, sombrarito da castor con de debilidad y de frío y estaba acostado «A los pasajeros da un vapor, nombre plumas y botitos de colores vistosos (!).» sobre los restos da un globo aereostático, desconocido, que se dice haber salido de Muyfuerte es lo délas manólas elegantes en el cual los jóvenes reconocieron fácil­ Ceuta para Barcelona el 10 de Diciembre riue patinan al son de las castañuelas. Ni á mente el Washington, cuya ascensión se de 1875. Roger de Baauvoir se la hubiera ocurrido, habia verificado más de dos meses antas en Esta vapor llevaba á bordo una joven es­ « Chicago en medio de los gritos de júbilo y pañola, acompañada por un sacerdote de los aplausos del público. bustaate edad, bajo cuyo cuidado se espe­ Uu nuevo astro en el arte coreográ­ El desgraciado doctor Fergith fué tras­ raba por su familia llegara á Londres. Des­ fico ha aparecido en Barcelona, contratada ladado á la ciudad, y prometa referir con de el 13 da Diciembre en que la señorita por la empresa Barnis, que ha montado con todos sus detalles las terribles peripecias escribió á su familia anunciando su feliz lujo inusitado la comedia tituladaZa magia de su viaje aéreo. Según parece, Jerodiah llegadaá Barcelona, nada se ha sabido de nueva. La señorita Malvina Cavallazzi, que Monrose se cayó en el Isgo en el momento ellos, y se agradecería á cuall"'^'' pasajero así se llama esta verdadera notabilidad, es de romperse una da las cuerdas de la bar­ q'jo de ella tuviera noticia, sa la comuni­ una joven de distinguida figura y elegantes quilla. cara á maneras que ha dado al baile de fantasía un verdadero sabor aristocrático. El Washington fué acometido en el Océa­ Mr Pollaly no Atlántico por un viento violentísimo que 13 Padmgton Gnen De reputación europea es la señorita Ca- Londres.» ballszzi, como lo prueba el haber bailado lo hizo retroceder á los Estados-Unidos. con éxito fabuloso siempre an los primeros teatros do Roma, Milán, Londres, Genova Gn una de las naciones de America, y otros. Últimamente'fue oontratada an la en las que son frecuentes los asesinatos de Scala para las cinco funciones qua se dieron Algunos detalles y unas cuantas cifras altos dignatarios, asesinatos que casi nunca an honor dal emperador de Alemania el para los aficionados: llevan á sus autores al presidio y casi siem­ passdo invierno. «Una máquina locomotora, cargada para pre al poder, tuvo un abogado este rasgo Es indudable que Madrid tendrá a fin de marchar y sin el ténder, pesa en los trenes feliz. este año á la célebre bailarina, si como es de viajares 27 000 kilogramos ; en los mix­ Defendía á un individuo, acosado da ho­ da suponer, el Sr. Bernis trae La nueva tos 21 000, y en los de mercancías de 35 á micidio ; y después de amontonar argu­ magia á uno de los teatros de la corte. 40 000. El ténder, donde va el agua'y el mentos y pruebas durante una hora, ex­ combustible, pesa por término medio 18.000 clamó : kilogramos, es decir: 7.000 de agua, 1.500 —No quiero cansar al tribunal. Básteme £xámen de doctrina cristiana. do carbón y 10.000 el ténder: do modo que decir en favor de mi defendido, y con esto — Dime, hijo mió, ¿quién es Dios? toda la máquina reunida pesa 46.000 kilo­ creo decir lo suficiente, que su único delito —No lo sé, señor cura. gramos en les da viajeros y 63,000 en los es haberse equivocado. Mató á aquel infeliz —¿Será posible, hijo mío? ¿De veras no de mercancías. y honrado ciudadano, creyendo...'que ma­ sabes quién es Dios? Dime, ¿recuerdas qué En cnanto á la velocidad con que se ca­ taba al jefe del Estado. dia murió Jesucristo? mina, no hay más que compararla con los —¡Ni siquiera sé que haya estado enfer­ anteriores medios de locomoción. La velo­ mo, señor cura! cidad media de las diligencias cuando em­ Con todo se especula... hasta con nna pezaron los ferro carriles era de 8 kilóme­ mancha da tinta. tros por hora, esto es, 200 kilómetros por En la época an qua Víctor Hugo vivía en Según la carta esfériea del globo, de dia próximamento: hoy los trenes-ómnibus, GuarBesey, siempre que se ausentaba de su la Dirección Hidrográfica, la distancia de pesados con paradas y todo, andan 30 ki­ casa para ir á Londres 6 á Bruselas, la Cádiz á Manila, vía Suez, es da 8.640 mi­ lómetros por hora, y de 48 á 50 los trenes criada que dejaba encargada de la casa ex­ llas meridianas y 4.200 da Cádiz á la Ha­ express. plotaba de lo lindo é los viajeros curiosos bana ; es decir, que hay próximamente do­ que visitaban la habitación del celebra poeta ble distancia á Filipinas que á Cuba. De El precio es este: una locomotora de via­ Barcelona á Manila se calculan 8.200 mi­ jeros cuestas 400 duros, y el tender 1.800; Después de enseñarlas todo, les decía llas, y si los vapores, por término medio, una de mercancías do 24 tonaladaa, 9 POO misteriosamente: andan 9 millas por hora, ó sean 216 por sin­ duros; una dal sisteriaa Crampton, 11 000, —Si ma dan ustedes alguna cosilla, ve­ gladura, corresponden 38 días (37.96). y su tender 2.000; y por fin ,• las grandes rán lo mejor que hay en asta casa... locomotoras del sistema Engerth, 21400 (Los curiosos daban algunos francos.) duros. —Vengan ustedes... ¿No ven en aquel rincón una gran mancha da tinta? Pues esa tJn maestro de escuela que era portu­ Datos relativos á los detalles del coste: gués, al explicar Historia Natural, pregun­ el fogón vale 25.300 rs.; la caldera, eon proviene de que el tintero dal gran Hugo cayó al suelo cuando mi amo terminó uno taba á sus discípulos: sus tubos, 73.000; los mecanismos de ém­ —Qué cosa tiene cornos como ó boy, ra­ bolos, tallos escéntricos, bielas, etc., 36.400; de los mejoras Q&X>^Í\X\O» Áe Los MiseraiUs, el que se titula Un, hombre al agua. Esta bo como é boy, fooiñu como é boy, é no ó el arm«zon 20.000, y el armarlas 6 OOO. boy. El gasto del carbón os el siguiente: las mancha será preciosamente conservada y morirá.,. con al piso que afea y embellece jUn chico español respondió: locomotoras Crampton con 12 coche."?, gas­ —La mujer del buey, la vaca. tan 8 kilogramos; las miitas, con 18 co- ala par... ¡Ruego á ustedes que no la pi­ sen!... Incomodado el purtuguós, porque le ha­ ehes, la misma cantidad; las da Engerth, bian interrumpido, dijo: da mercancías, 16, suponiendo siamíire que Esto es lo que se llama trabajar con sen­ tido. —Calláraste castasao de merda, ó aínda ha de Sercook da primera clase. no quitaras forza á ó meu descurso. Ya sabéis unas cuantas cosas que desde luego ignorabais. Dejo satisfecha vuestra Casi siempre que nn periódico fran­ • » curiosidad respecto do algunos do los pun­ cés dice algo de España, dica algo extrava­ Un hambriento asistía á un convite, en tos que indudablemente asaltarán vuestra gante. Léase este párrafo qua ha visto la el cual, la señora da la casa, para hacer ho­ imaginación en esos momentos (vn que, ar­ luz en el grave, en el sesudo Journal des nor á sus convidados, se encargó de hacer rastrado» por una fuerza misteriosa y (jja- Dedats : los platos. l)ólica, deparáis el espacio sn alas del «En Madrid se patina mucho, Los estan­ —Este es para usted. vapor.» ques del Retiro presentan en el invierno —Mil gracias, bondadosa señora. magnífloa» suparfloies heladas, frecuenta­ La dama siguió colmando el plato, y vien­ das por los sportman madrileños j las se­ do que el convidado no le retiraba, dijo: EL PERIÓDICO PARA TODOS 127

—Amigo mió, cuando usted no quiera que UH anciano que se liabla cá4»ado cinco Cansado el médico de la pesadez del sordo le sirvan más, iñ'e dirá usted, basta. veces, deciaen una reunión en que so habla­ y dejando'los cumplimientos, le dijo: —¡Sañora! Niiiica llamaré yo basta á una ba da bodas: —Pregunto que si ha c usted? - persona tan finísima:. —Señores, tengan ustedes presente, que —Eso sí, y abuadanta: ahí lo tiene usted hay tres clases de casamientos. Casamien­ á su disposición, (y señaló debajo da la to de Dios, casamiento del diablo y casa­ cama.)' Preguntaron ¿un letrado - cómo flr- miento de la muerte. Casamiento de Dios, es --• * mezatendria—una mujer; y aqueldia,—des­ cuando se casan dos jóvenes verdaderamen­ A un pobre sastre que ¿staba agoni­ pués de haberlo estudiado,—dijo, mil libros te enamorados. Casamiento del diablo, cusn- ieidos—y advirtiendo en sus antojos:— zando, le dijo un amigo: do se casa un joven con una vieja, y casa­ —Si tienes algunos ahorros, acuérdate da i^Corno nacieran sin ojos-—y ta;pados los miento do la muerte, cuando se casa uaa (ñios.i tu hijo. jóvencon un viejo. —Mi hijo tendrá suerte si sabe aprove­ ^ »* charse de mi último corsejo. Ail recorrer su diócesis un arzobispo, li:ste mismo anciano liablando de los —Dámelo á mí que también necesito que sa le presentó la comisión de un ayunta­ maridos miserables, decia con mucha gra­ la suertema proteja. miento solicitando que el prelado echise la cia: «Por guardar muchos maridos el cuarto —Pues ten presente lo que te digo; En bottdicion sobre los c-Amp'oá paía que dieran no guardan muchas mujeres el sexto. los tiempos que vivimos hay que ingeniar­ dos cosechas al año. El Arzobispo les con­ * se y dejar de ser hombre de bien, porque testó: el que lo sea se morirá de hambre. ' ''¿Yo eoharáfM'béñdieibn á Vuestros crtm- —¿He quién es este retrato? P9«, peroespraoiso qu» losoultivQis y arre­ — Da mi difunta esposa. gléis el, Alimanaqu^deíomneraqueiel año ten- —¡Vaya un capricho, retratarla después Un Hombre, que estaba en una faartte- de muerta! i'íaospératíab'su turno, ob»eívó qtiéeí mae'S-- * —Yo la mandé retratar aquel dia ea que tro se puso'á orinar en un rinoon da la tien­ mejor me pareció. da y le preguntó: ¡¡ííi el siguiente cucuto fuera verdad!! « —Maestro, ¿no hay perfumería en esta casa? Estando encerrado en la cárcd un gitano Al celebrar la niisa lin sacerdote sé —Sí, s«ñor,^ero para lo qu^hemos de es­ por haberse encontrado algunas alhajas an- colocó de rodillas junto á él un jóveu, y el les de perderlas au dueño, fuóá "vi'sitarlasu tar en esta tienda lo mismo modáorinar aquí monaguillo, creyendo que deseaba ayudar­ ttlujep, y el gítaáQlia dijo: •^;- !,;_; <$: que en la garjltat ' ,;, '-, V —- - la, se retiró á ia sacristís. Entonces* el parroquiano, que.ya estaba —Chatitaj,,|»or B|j|irpia ó mt-J^'^e, te pió El sacerdote dio principio á la misa dicien­ cansado deésp9ra,r,iempazóádesabrocharse que teallégüB? áobiinuirearcoié^'síñójues do: «Tn nomine patria, etc. lütraibo ad alta­ los p'intaloiíes,^V;e|:maestro le preguntó: de mi causa,.üorqué maflána'rae ajorco con re Dei.» la faja, que mas mejó es morir ajorcao que —¿Qué va^stcdá-'^acer? esmayao ó jattibrej El ayudante permaneció sin responder, y —Aguas mayores, puesto que voy á estar creyendo el sacerdote que el ayudHute no le La gitana se pr.osontó al juez, y le dijo: en la tienda m^ños tiempo qjie usted. habia oído repitió las palabra en voz mas alta. íf' ' ' - .',•- / W'li: -, • • —Señó, si despacha usteríproní^ámi hom­ Pero viendo que tampoco respondía se incli­ bre, le regalaré á usted una val^'que no hay nó hacia óí y en voz baja le preguntó: —¿üqiqnjé^e di|r«>'encian los viajeros otra como ella eb.toita España. ^Hermano, ¿sabe usted ayudar á misa? dio ios aáiáiatés? *^ ^" —¿Pues de quéé,s esa vela? -, . —No, padre. — En que á los primeros le kgrftdan las no­ —Da sera amarfya. —¿Entonces á qué ha venido usted aquí? ches claras y á los segundos las oscuras. —¿Y en qué consiste su mérito? —Porgue me gusta mucho tocar la cam­ —En que es una vela e^scoapuEá, y lo mis- panilla. lln liombre que á conseeucncin de la moes que cualquiera la ettSÍéri"de,so veclara- falta da trabajO: tenia más hambre que diez n^entesi argunos de los presentes es cabrón, —¿Cuáles son las tres cosas que phva tnaestros d^ escuelas (.me.psrece. quaas de­ porque conla-luzde mi vola se lá distiriguen cir algo) le dooiaá un amig,). tuyo; los cuernos. nada sirven y para todo estorban? —La vergüenza, el miedo y la aprensión. —Chico, yo no puedo seguir así, me voy ~Eso no puede ser verdad. ¿Te figuras á mi tierra que allí no persiguen á los po­ s esta­ [cantan biei». , - •,- ^Señorito,' listed qne ha estudiado ban adornadas con unsi pnetüberaftíclas muy •-^Ha comido usted tomate. arquitectura y'bstá.tan destrtiido,-¿es cierto parecidas á cuernQa^_£laajido el juez estaba —¿Chocolate? no le he tamao dende que que dentro;d9 fe duna hay habitasteis? en, lo rnejor,da;.,su8 ohservacienesjsun, fuerte bautizaron á mi Perico. —Dicen que.BÍ. , ¡,. '• •-, . retortijón de tripas la hizo conocer era pre­ — ¿Ha comido usted pepinos? -Pues y9„no cpeq,p9a paparrupTia. ciso aflojar el vientre, para lo cuaj, dijcval —¿Los Cochinos? están güenoslno agra­ —¿Por qué? Vecino de aliado: • .'. .• , . viando á usted. '..y'-- • • i .^rSe lo yoy;., á icir á usted. ¿No loen que —Hermano, haga usted elfaVor^dé tanér- —Ha regido usted }ioy? ' : -, la luna crece y mengua como una cslceta? me por un momento esta capá y as|Á vel^. —¿Qué dice usted? .... ; Pues bien, ¿cuando la luna se encoje, en Apenas la tomó el veciíjOfijuajj^lo'^xolámó —Que si hk hecho aguas mayores. dónde sa meten aquellas pobrecillas gentes? en altavoz: . , ..' '.' --No siembro florf^s, producá más la —Anda y, pregrónisselo^áellos.' —Señor juez, ¿qué demonios de buernos hortaliza. lava usted en la cabeza? —Que si ha obrado. Aloir esto, gritóel juez ai vecino: . ,,—Colorado tengo pocos, la mayor parto —Maestro, ¿qué liarla yo para no tor­ —Apaffue usied la vela con dos mildemo- son verdes. cer los tacones do las botinas? .—Que si ha hecho el cuerpo?. —Gastar alpargatas ó andar descalzo. —El cuervo sé me murió. 128 EL PERIÓDICO PARA TODOS.

Uno de esos jóvea desocupados, PREGUNTAS Y RESPUESTAS. —Chicas, mirad qué pandero. quo en riendo uaa son A lo oual, el anciano contestó: capaces de seguirla por todas las oalles —¿Cuántas pellejas de esas harían de Madrid, 7 que no desisten de sa falta para hacer un pandero como empefio por desprecios que reciban, este? iba siguiendo á una graciosa morena, « » la oual, cansada da tanta pesadez, A un marido, cuya mujer era su­ «oltó una ventosidad, y al oirlo el jo­ mamente gruñona y doscontentadiza, ven, la dijo: le decian los amigos: —Señorita, que se le ha oaido —Hombre, súfrela, ya sabes que una pluma. con paciencia se gana el cielo. —Como os de la oola, no me haca —Ya lo sé,—contestó el marido,— falta,—dijo la joven, y siguió su ca­ pero también sé que en estando en el mino inñerno no es posible ir á la gloria. « —Va es hora de recogerBe,>-dijo un guardia á un hombrecillo que te­ AI pasar unas jóvenes de buen —Convenga usted conmigo que la música del porvenir es admirable, humor junto á unanoiano sumamente —En lo que convengo e? que si esa música del porvenir es igual á la nia joroba por delante y per detrás. grueso, —dijo una de ellas á las com­ música prese.ite, ó lo que es lo mismo, á no sentir el sonido de un par de —¿Me quiere usted másreoojido? pesetas en el bolsillo, hay que ahorcarse de... satisfacción. pañeras: contestó el oorcovado.

CHARADAS.

1." Cuando prima repetida se empe­ ña en fastidiarme, y el segunda y prima me anuncia ciertas cosas, qui­ siera tener una pri­ ma dos para gozar con su belleza. Es cuanto te tiene que decir tu amiga que lo es el todo Prima dos. —Estoy en la contemplación del mar. —¿No! te; dije que compraras 'un cabrito? —Boberia. Mejor rs contemplar una botella de vino que todas esas Soria. —Es lo mismo, señor: un par depaiominot equivalen i un cor- toneladas de agua. Luis Recio. derilio.

lo que me contó un amigo, ÍÜGAÜE VOCALES Y CONSONANTES. que llevaban á una prima, Prima dos el que asesina, dos tercia no sá el motivo. tercia prima gran ciudad, E. 0 .e 0 a.ua. .a áí. .0 y es da la charada el iodo Madrid. José López Silva. p.r. á .0 • rq .. .Bt. . .s.nt., .ue e 1..U a .a..e e..á ana ciudad industrial. 5.» .Iq.. d. n.r. n t..n. • Madrid. Ramiro G. Oarma. Al prima tres de mi todo Solución i la fuga de vocales y consona»' 3.' le rompí YA prima dos, tes inserta en el número anterior. por tocar la campanilla Las mujeres de esta tierra Nota musical el dos, dejándome en la estación. tienen muy poco artificio; felicidad la primera, mas son de los que las otras, y la charada, lector, Madrid. Ramiro G. Garma. y me saben á lo mismo. está en prima con tercera; 6.» y siendo el todo color Solución i las charadas insertas en ti oonooido de cualquiera. El dos primera pescado, número anterior. 1 ' METEORO. Madrid. José López Silva. pescado seffunda tres, 2 LÓGICA. y lo mismo dá mi todo 3 SOPERA. al derecho que al revés. 4 MASCARAS. 5 JOAQUINA. Gran todo á mí me cansó Madrid. Ramiro O. Garma. ZAMORA.

riendo este Semanario propiedad exclusiva de la Cata iditorial it D. Juút Gracii, %e prohibe la reproduccias j trtduociM de lai novelii, para lo eual queda hsch» •I aspóiito que maroa la lev.

IKADRID: ISlC-ImprenU de D. Ifinutl Hinneía, ealle de Jutnelo. nin. 19.