PERSONALIDADES (I) Si la vida fuera fácil no valdría la pena vivirla, según 'Es evidente que mis film s censuran cier­ tos aspectos del mundo en que vivo y que es Autor de varias obras maestras, Joseph Losey ha sido sin embargo el único que conozco realmente. Y creo que controvertido: por ia industria con la que tuvo sus conflictos, por el senador un film , una obra de teatro o una novela, de­ McCarthy que lo indujo a abandonar USA hace años, por mucho ben ser hasta cierto punto, una reflexión so­ espectador complaciente a quien probablemente incomodan sus tortuosas bre el mundo en que vive su autor, aún cuan­ do éste quiera aislarse de ese mundo, luchar visiones de decadencias, deterioros, mujeres infrecuentes, contra él o contra uno de sus aspectos o más ocasionales sordideces o cuestionamientos críticos a menudo audaces simplemente dar una visión personal. De to ­ E i enorme dominio de su medio, Ia densidad de sus films, tas propuestas dos modos no censuraría al mundo en que de desenmascaramiento, forman empero una unidad creativa. Losey como vivo si no tuviera motivos para criticarlo y si artista, se propone pensar y opinar sobre este mundo. Seguramente no lo apreciara realmente, si no lo amara, si no aceptara sus valores". No todos los films no es un pasivo ni un pacífico espectador. de Joseph Losey (71 años, de Wisconsin, USA) son tan críticos como pudiera pensar­ se y a veces quizás sean menos críticos de lo que él mismo piensa. Es también uno de los "directores más creativos a partir de la década del 60 en Europa. En esa carrera ha habido varios períodos desde el realismo policial que utiliza en sus primeros film s en USA, después las crecientes tortuosidades con que adorna argumentos menores, después su aso­ ciación con- Harold Pinter en el momento más brillante de su evolución y en los ú lti­ mos años la dedicación a temas que provie­ nen de los prestigios del teatro, la ópera o la historia contemporánea, dotados de una for­ mulación casi siempre magistral. Esa evolu­ ción puede entenderse como un síntoma de distanciarruento o de cambios en las prefe­ rencias del director. Empero, contemplados con la perspectiva de toda la obra, los film s descubren cauces secretos que los identifi­ can. El quebrantamiento del realismo y las ocasionales tortuosidades pueden ser en apa­ riencia el rasgo de estilo común. Lo que en definitiva otorga coherencia al conjunto es que cada film corresponde en mayor o menor medida a una visión del mundo donde se notan influencias de Brecht (las canciones que comentan y distancian EL OTRO SEÑOR KLEIN la acción), la preferencia por símbolos que Violencia sobre decorado explícito a menudo hacen réferencia a la sexualidad de sus personajes, la visión nerviosa, exacer­ bada e hiriente de la sociedad, una utiliza­ ción de figuras femeninas para concentrar so­ bre ellas la decadencia de los individuos y una síntesis de otras decadencias a las que parte de su obra describe con preferencia. Sin em­ bargo esos rasgos generales quizás sean insu­ ficientes para describir la carrera y la perso­ nalidad de Losey, un hombre que se ha em­ peñado en una permanente independencia y que se ha especializado en hurgar la parte de sadismo, violencia, sexo, perversión, ma­ soquismo, crueldad y corrupción que sub- yace la conducta de los humanos. Como quien dice su opinión sobre la gente no es muy optimista, pero a ello debiera sumarse todavía, que en la lista de temas preferidos figuran impugnaciones contra la pena de muerte, el m ilitarism o, la guerra, el racismo, la corrupción política, el sistema carcelario, la caza de brujas, el antisemitismo, el stali- nismo y otras maldades polémicas. Un crea­ dor con sus complicaciones muy personales, sin duda. UN TORTUOSO REALISMO.- Es cu­ rioso cómo Losey ha cumplido una carrera llena de conflictos, films mutilados, persecu- DON JUAN siones numerosas, y sin embargo ha termina- El juego de las máscaras

10 do por ganar el respeto de la crítica mundial que desde hace veinte años Jo reconoce co­ mo un creador. Antes de sus azares dentro del cine había estudiado medicina, hizo tea­ tro, escribió en el New York Herald, viajó a Europa, fue a la Unión Soviética, volvió a Europa para estudiar a Brecht, se dedicó al teatro crítico y montó en USA un Galileo Galilei que causó asombro. Cuando llegó al cine cayó en RKO y a m itad de rodaje de El n fío de los cabellos verdes la salida de Dore Schary del estudio le creó los pri­ meros conflictos. En etapas posteriores le cortaron La ronda del sospechoso, el sena­ dor McCarthy lo acusó de estar afiliado al Partido Comunista (lo que no era cierto), debió ocultar su identidad y desde 1952 se quedó a vivir en Europa donde se hizo lla­ mar Víctor Hanbury, Joseph Walton y An­ drea Forzano para eludir persecuciones y que sus films pudieran exhibirse. En 1956 cuando se atreve a asumir de nuevo la pro­ pia identidad, Losey es otro y sus films ad­ quieren progresivamente una fuerza y un cli­ ma neurótico que a veces deriva al morbo. Esa persistencia le dio una fama segura en la década del 60 y un prestigio escalonado que lo habilitó para experiencias creativas que pocos productores toleran a pocos directo­ res, incluyendo una versión enorme de Gali­ leo sobre la pieza de Brecht o la versión completa y refinada de Don Juan sobre Mozart. En los últim os diez años de esa evo­ lución los film s de Losey parecen aplacarse, y una adaptación de Casa de muñecas sobre Ibsen ya no es una reflexión actualizada so­ bre el feminismo del siglo X IX sino una aproximación estética a ese mundo y a esos personajes, de la misma manera que las rup­ turas del realismo parecen importarle menos después de El mensajero del amor en 1970. Desde ese momento sus film s adquieren una densidad creativa sutil, una fluidez que reve­ la una imprevisible serenidad, incluso en pe­ lículas claramente polémicas como El asesi­ nato de Trotsky, El otro señor Klein y Las rutas del sur, que alternan con experiencias donde el interés es más artístico y estético que declaradamente conceptual, para el caso que Losey pueda alguna vez liberarse de una actitud crítica personal intransferible. Las tortuosidades previas son sin embargo reveladoras de su actitud ante el mundo y equi­ valen a una definición. En El cómplice de las sombras el policía Van Heflin embaraza a su amante casada Evelyn K^yes y ese des­ cuido genera un crimen. En El maldito cuen­ ta la historia del vampiro de Düsseldorf, fa­ moso desde una anterior versión de Fritz LOSEY/Satut Lang. En La noche inolvidable un adolescen-

F/LMOGRAFIA JOSEPH LOSEY

CORTOMETRAJES relato "Chance at the Wheel" de Víc­ Sands, Lee Patrick, Lalo Ríos. En 1 93 9 - Petroleum and his Cousinsft.l. El pe­ tor Canning. Fotografía (Cinepanora- U S A .. 8 3 ’. tróleo y sus primos). Director, Joseph ma, Eastmancolor), Wilkie Cooper. 1 9 5 0 -El cómplice de las sombras (T h e Losey. Libreto de Joseph Losey. Fo­ Música, John Hotchkis. Con Donald Prowler). Director, Joseph Losey. Li­ tografía (Technicolor 3D), Harold W olfit, Michael Medwin, Michaei Rip- breto de Dalton Trumbo, Hugo But- Muller. Música, Hanns Eisler. Mario­ per, Alex de Gallier. En Inglaterra. ler, sobre argumento de Robert netas. 20’. 2 9 ’. Thoeren, Hans Wilheim. Fotografía, 1 9 4 1 - A C h ild Went Forth (t.l. Un niño se Arthur Miller. Música, Lyn Murray. va). Director, Joseph Losey'. Libreto LARGOMETRAJES Con Van Heflin, Evelyn Keyes, John de Joseph Losey. Fotografía, John 1 9 4 8 - E l n iñ o de los cabellos verdes (T h e Maxwell, Katherine Warren, Emerson Ferno. Música, Hanns Eisler. Pro­ Boy with Green Hair). Director, Treacy. En USA. 91’. ducción, State Department. 28’. Joseph Losey. Libreto de Ben Barz- 1 9 5 0 -El maldito (M.). Director, Joseph 194 1 -Youth Gets a Break (t.l. La juventud man, Alfred Lewis Levitt sobre ar­ Losey. Libreto de Norman Reilly abre una brecha). Director, Joseph gumento de Betsy Beatón. Fotografía Raine, Leo Katcher. Fotografía, Er- Losey. Libreto de Joseph Losey. Fo­ (Technicolor), George Barnes. Músi­ nest Laszlo. Música, Michel Michelet. tografía, Willard Van Dyke, Ralph ca, Leigh Harline. Con Pat O’Brien, Con David Wayne, Howard da Silva, Stevens, John Ferno. 20'. Robert Ryan, Barbara Hale, Dean Luther Adler, Martin Gabel, Steve 1945-A Gun in his Hand (t.l. Un revólver Stockwell, Richard Lyon. En USA. Brodie, Raymond Burr. En USA. 88’. en su mano). Director, Joseph Losey. 8 2 ’ . 195 1 - La noche inolvidable (The Big Night). Libreto de Charles F. Royal sobre ar­ 1 9 4 9 - La ley de los hombres (). Director, Joseph Losey. Libreto de gumento de Richard Landau. Foto­ Director, Joseph Losey. Libreto de Hugo Butler, Ring Lardner jr. sobre grafía, Jackson Rose. Música, Max Geoffrey Homes (Daniel Mainswar- la novela "Dreadful Summit’’ de T e rr. 2 1 ’. ing) sobre su novela “The Voice of Stanley Ellin. Fotografía, Hal Mohr. 1955 - (t.l. Un hombre Stephen Wilder” . Fotografía, Roy Música, Lyn Murray. Con John en la playa). Director, Joseph Losey. Hunt. Música, Mahlon Merrick. Con Barrymore Jr., Preston Foster, How- Libreto de sobre el McDonald Carey, Gail Rxissell, John land Chamberlain. Howard St. John,

11 bre gente no demasiado común. En El men­ sajero del amor un niño es testigo de una re­ lación amorosa a escondidas de gente respe­ table con algún signo de homosexualidad como los que ya aparecían en los personajes de D irk Bogarde para El sirviente y para el jefe de una organización internacional en Modesty Blaise. La lista de film s incluye algunos fracasos notorios: El cómplice de las sombras, La no­ che inolvidable, donde sólo hay momentos aislados memorables. El período norteameri­ cano se caracteriza además por la velocidad con que filma y por los errores de cálculo que lo llevan por ejemplo a simplificar el mensaje humanitario de El niño de los cabe­ llos verdes. Esos film s fueron casi siempre policiales y casi siempre incluyeron alusio­ nes al linchamiento, a la venalidad, a la into­ lerancia y a otros tópicos que el realismo americano puso de moda entre 1946 y 1951, un período en el que Losey fue uno más de una larga nómina de directores. El segundo tiempo de su carrera en Inglaterra se carac­ terizaría en cambio por un refinamiento im­ pregnado por la forma, donde a menudo hay espejos que permiten ver acción y reacción de personajes en choque, donde siempre hay Comienzos en Inglaterra calculados desplazamientos de cámara por te para vengar a su padre se da "la gran no­ lante. Todo el film es una demostración de escaleras, pasillos y ambientes sugestivos. En che" y mata a alguien. En La fiera dormida -cómo el mundo está hecho a medida de los los años inmediatos el director se desplaza­ el delincuente Dirk Bogarde despierta los masoquistas y esa es la tesis que sustenta ría entre varios países hasta Don Juan, que dormidos instintos sexuales de la esposa del El sirviente, con la diferencia tan peculiar un crítico pudo definir como un film inter­ psiquiatra que lo atiende (Alexis Smith) con de que ya ni siquiera hace falta una mujer nacional, que "está a cargo de un norteame­ lo que la mujer se convierte en una adúltera para que un individuo (James Fox) termine ricano que vive en Inglaterra, está filmado y una perversa. En Confesión de culpa un sometido, sádicamente aplastado por un en Italia, está basado en la música de un hombre importante (Richard Basehart) baja simple sirviente que lo tortura con todas las austríaco, está inspirado en una historia que a la mismísima ruina como consecuencia de ganas (Dirk Bogarde). El film inmediato fue; ocurre en España y se incluye en un festival la tortura que le inflige una muchacha que Por la patria que, ciertamente, es un cuestio- francés". Este panorama de preferencias su­ no conoce y que le escribe cartas compro­ namiento de la guerra, esa insensatez, pero perficiales, idas y vueltas y pulcritudes de metedoras. En La irresistible, en tiempos de •es también un tránsito por la sordidez y la estilo, no alcanza a definir el cine de Losey, Jorqe III un noble se enamora de una gitana degradación humana. A esas alturas era ra­ que quizás sea algo más que la exacerbación (Melina Mercouri) y con el amor obtiene la zonable que Losey llegara a Modesty Blaise, del realismo o la búsqueda de tortuosidades ruina y otras calamidades. En Deseo y des­ porque ella desprecia a los hombres (los ma­ porque sí. trucción hay renovddas complicaciones con ta, pero eso es lo de menos), desprecia el amantes ricas que mueren, vidas simuladas, amor (Eva en cambio admitía el amor por pintores bohemios que hacen el amor con interés) y sólo aspira a obtener de sus im pul­ mujeres poderosas, gente corrupta del sos el placer elemental y directo. Le queda­ Foreign Office y demás sordideces. Esta de­ rían todavía cinco films para bucear en veri­ dicación por caracterizar a la humanidad co­ cuetos atormentados de la naturaleza huma­ mo un serpentario tenía que terminar nece­ na. En Extraño accidente hay infidelidades sariamente en títulos claves como Eva don­ sentimentales contempladas por una jovenci- de Jeanne Moreau le hace de todo a Stanley ta; en El ángel de la muerte hay contiendas Baker hasta convertirlo en un gusano reptan­ entre Liz Taylor y Richard Burton; en Cere­ te, mezclado con suicidios de esposa (Virna monia secreta, una presumible alegoría, que Lisi), pérdida de empleo, de amigos y de en Figuras en un paisaje, donde dos fugitivos prestigio social. La ¡dea es que para que la (Robert Shaw, Malcolm McDowell) huyen vida subsista hay que aceptar muchas cosas, no se sabe por qué desde algún lugar quizás como se ha descubierto desde la historia del distante, se convierte én una referencia im­ árbol de la vida, Eva (voilá) y Adán en ade­ precisa a temores que la sociedad lanza so­

’Dorothy comingore. en USA. /2 \ can. Con Richard Basehart, Mary 1951 - La ronda del sospechoso (Stranger on Murphy, Constance Cummings. Ro- the Prowl). Director, Joseph Losey. ger Livesey, Mervyn Johns. En Ingla­ Libreto de Ben Barzman sobre el terra, con el seudónimo de Joseph cuento ‘‘La bouteille de lait” de Noel Walton. 95’. Calef. Fotografía, Henri Alekan. Mú­ 1956-Tiempo sin piedad (Time Without sica, G.C. Sonzogno. Con Paul Muni, Pity). Director, Joseph Losey. Libre­ Joan Lorring, Vittorio Manunta, Lui­ to de Ben Barzman sobre una pieza sa Rossi, Aldo Silvani, Amoldo Foá, de Emlyn Williams. Fotografía, Fre- Alfred Varelli. En Italia, con el seudó­ derick Francis. Música, Tristram Ca- nimo de Andrea Forzano. 80’. ry. Con Michael Redgrave, Ann 1954 - La fiera dormida (TheSleeping Ti^fer).. Todd, Leo MacKern, Peter Cushing, Director, Joseph Losey. Libreto de Alee McCowen, Renée Houston. En Harold Budchman, Cari Foreman Inglaterra. 88’. sobre novela de Maurice Moisewisch. 1957 -La irresistible (The Gypsy and the Fotografía, Harry Waxman. Música, Gentleman). Director, Joseph Losey. Malcolm Arnold. Con Dirk Bogarde, Libreto de Janet Green sobre la nove­ Alexis Smith, Alexander Knox, Hugh la “ Darkness, I Leave You” de Nina G riffith, Patricia McCarron. En Ingla­ Warner Hooke. Fotografía (Eastman- terra, con el seudónimo de Victor colQr), Jack Hildyard. Música, Hans Hanbury. 89’. May. Con Melina Mercouri, Keith 1955 - Confesión de culpa (The Intímate Mitchell, Patrick MacGoohan, June Stranger). Director, Joseph Losey. Li­ Laverick, Lyndon Brook, Flora Rob- breto de Howard Koch con el seudó­ son. En Inglaterra. 107’. nimo de Peter Howard. Fotografía, 1959 - Deseo y destrucción (Blind Date). D i­ Geoffrey Muller. Música, Trevor Dun- rector, Joseph Losey. Libreto de Ben

12 LA JUNGLA DI. CEMENTO EVA Violencia carcelaria Jeanne Moreau, perversa con estatua ' MUJERES, APARIENCIAS, DECADEN­ pero son el m otor real de la intriga, donde CIAS.— El período más importante de la ca­ los personajes se lanzan a la aventura porque rrera de Losey comienza en 1 9 6 0 con La ju n ­ sí no más, carentes de convicción, buscando Vivir la vida gla de cemento, un vigoroso cuestionamien- en el riesgo, en la destrucción, en el nihilis­ Yo tongo miedo do la vida poro no de to carcelario, y se prolonga durante veinte mo, una identificación vital, la única que tal vivirla. La tem o por lo que me pueda ha­ años en tes que ha alternado una visión del como van las cosas puede esperar alguien. cer do mal. Veo que ntc hace tanto mal mundo actual con la idea fija durante la mi­ De ese modo la pasión sexual sustituía a como a otros, pero no lo huyo. No lo to­ tad de ese tiempo de que las mujeres encie­ todo otro sentimiento y derivaba en una for­ mo como algo inexorable o como una rran más peligros de los que se ven desde ma de egoísmo pernicioso, en la destrucción razón para renegar do la vida y del amor. afuera. Luego sumó el análisis minucioso de’ del hombre y en una curiosa trasposición de I s un hecho que, generalmente, en nues­ decadencias varias, prefirió demostrar cómo las ideas de Nietzsche a las fórmulas del psi­ tra sociedad, el hombre y la mujer no el acto de desenmascarar los vicios sociales coanálisis de Freud. El film interesa, por en­ pueden adecuarse y se destruyen, pero . provoca las reacciones y represiones del me­ cima de sus limitaciones, porque recuperaba eso no quiere decir que yo abandone la dio y convirtió lúcidamente algunos de sus rasgos del sadismo previo de Eva, Deseo y esperanza, para mí y para los demás, de film s en minuciosas piezas desmontables pa­ destrucción y La jungla de cemento. Un film que haya buenas relaciones entre el hom­ ra que fueran símbolos exactos de cómo las posterior. Figuras en un paisaje, se converti­ bre y la mujer, y no en el plano del sexo. apariencias encubren las decadencias, en ría en otra metáfora de rivalidades insensa­ Simplemente no se puede hacer otra cosa Oxford, en la aristocracia rural inglesa, en la tas, sin muchas explicaciones de por qué las que esperar, sin examinar las razones de aristocracia ciudadana. Con mayor precisión • figuras huyen y por qué el paisaje importa esta destrucción mutua y de este horror éste ha sido el mundo de Losey, donde se hasta figurar en el títu lo . Los dos fugitivos que se llama “la guerra de los sexos” . Pe­ enfrentan metáforas más o menos amplias son tipos humanos incompatibles pero si­ ro ver todo eso, discutirlo y reconocerlo, y visiones restringidas de un grupo de perso­ guen juntos, como tanta gente a pesar de no significa que, para mí, la única solu­ najes que se agreden. todo. La convivencia reemplaza la amistad, ción sea hacerse homosexual o monje. A partir de Modesty Blaise, que pudo pa­ como el sexo de Modesty Blaise reemplaza­ O, tampoco, tirarse por la ventana. recer intrascendente, Losey demuestra que ba los sentimientos. Yo no soy pesimista y estoy seguro las rivalidades e intereses internacionales le Sin embargo El asesinato de Trotsky, El que mis films no lo son. + importan cada vez más. Las rivalidades per­ otro señor Klein y Las rutas del sur son los sonales entre agente al servicio de la inteli­ films que proponen ideas más precisas. Los Joseph Losey (de un reportaje de gencia británica (Monica V itti), jefe de ban­ tres son ejemplos de liberalismo ideológico. Alain Archambault, en Joseph Losey por Chris- da pirata (Bogarde) y representantes de go­ T ro ts k y y Las rutas del sur procuran demo­ biernos y países, están apuntados al pasar ler, con una visión occidental, rastros de stali- tin Lcdieu, Paris 1963)

Barzman, Millard Lampell sobre no­ 1962-Eva (Eve). Director, Joseph Losey. 1965 - Modesty Blaise (Modesty Blaise). D i­ vela de Leigh Howard. Fotografía Libreto de Evan Jones, Hugo Butler rector, Joseph Losey. Libreto de Christopher Challis. Música, Richard sobre novela de James Hadley Chase. Evan Jones sobre la tira de Peter O ’ Bennet. Con Hardy Krüger, Stanley Fotografía, Gianni Di Venanzo. Músi­ Donnell, Jim Holdoway. Fotografía Baker, Micheline Presle, Robert Fle­ ca, Michel Legrand. Con Jeanne Mo­ (Technicolor), David Boulton, Jack ming, Gordon Jackson. En Inglate­ reau, Stanley Baker, Virna Lisi, Gior- Hildyard. Música, Johnny Dank­ rra. 9 5 ’. gio Albertazzi, Nona Medici. En worth. Con Mónica Vitti, Terence 1960 - La jungla de cemento (The Criminal). Francia. 88’. Stamp, Gabriel, Harry Andrevos, Director, Joseph Losey. Libreto de 1963-El sirviente (The Servant). Director, Michael Craig. En Inglaterra. 119’. Alun Owen, Jimmy Sangster. Foto­ Joseph Losey. Libreto de Harold Pin- 1967 -Extraño accidente (Accident). Direc­ grafía, Robert Krasker. Música, John- ter sobre novela de Robin Maugham. tor, Joseph Losey. Libreto de H a ro ld ny Dankworth. Con Stanley Baker, Fotografía, Douglas Slocombe. Músi­ Pinter soDre novela de Nicholas Mos- Sam Wannamaker, Gregoire Asían, ca, Jciinny Dankroth. Con Dirk Bo­ ley. Fotografía (Eastmancolor), Ger- Margit Saad, Jill Bennet. En Inglate­ garde, Wendy Craig, Sarah Miles. ry Fisher. Música, John Dankworth. rra. 9 7 ’. James Fox, Katherine Lacey, Richard Con Dirk Bogarde, Stanley Baker, 1961-The Damned (t.l. El maldito). Direc­ Vernon. En Inglaterra, 117’. Jacqueline Sassard, Michael York, tor, Joseph Losey. Libreto de Evan 1964 - Por la patria (). Di­ Vivien Merchant, Delphine Seyrig, Jones sobre la novela “ The Children rector, Joseph Losey. Libreto de Alexander Knox. En Inglaterra. 105’. of Light” de H.L. Lawrence. Fotogra­ Evan Jones sobre una pieza de John 1968 - El ángel de la muerte (Boom!) Direc­ fía (Cinemascope), Arthur Grant. Wilson adaptada de un relato de tor, Joseph Losey. Libreto deTennes- Música, James Bernard. Con MacDo- James Lansdale Hodson. Fotografía, se Williams sobre su pieza “ The M ilk nad Carey, Shirley Ann Field, Vivec^ Denys Coop. Música, Larry Adler. Train Doesn’t Stop Here Anymore” Lindford, Alexander Knox, Oliver Con Dirk Bogarde, Tom Courtenay. adaptada de su relato “ Man, Bring Reed, Walter Gotell. En Inglaterra. Leo McHern, Barry Foster, James This Up Road". Fotografía (Panavi- 88’. Villiers, Peter Copley. En Inglaterra. sion, Technicolor), Douglas Slocom­ 8 4 ’. be. Música, John Barry. Con Eliza- 13 nismo y aplican una visiónvis¡< amplia y demo­ na humana. La ficción deí aislamiento del ÍSobré Brecht crética al tratam iento de dos hechos históri­ mundo (Delon en Klein), corresponde a la cos, de los cuales surgen las discrepancias de ficción de los exiliados españoles. Sutilmen­ Losey con la izquierda tradicional, una fric­ te, en estos film s se da el juego de un mundo ción que en Las rutas del sur lo lleva a obje­ de apariencias que no resiste y se desmorona. tar la idea romántica de la España republi­ Esa idea estuvo más clara, ciertamente, cana en el exilio. Pero esos do» film s fueron en otros film s. Por algo El sirviente es bási­ realizados años después de la muerte de Trots- camente el enfrentamiento de débiles y po­ ky y después de la muerte de Franco, como derosos: los débiles detentan una mejor po­ si lo que Losey lanza al espectador fuera sim­ sición social, al menos en apariencia. El pa­ plemente una propuesta intelectual muy trón de la mansión señorial (una casa de poco práctica, quizá como una reflexión más campo como en El mensajero del amor) .es polémica que política. De los tres sólo El un soltero de clase alta, displicente y abúli­ otro señor Klein es una obra mayor, una de co que soporta una endeblez congénita here­ las más importantes en su carrera. Sutilmen­ dada de una antigua dependencia de la ma­ Su máscara mortuoria me mira sarcás­ te la presencia del nazismo gobierna y co­ dre. La novia Wendy Craig es sensible, intui- ticamente sobre mi escritorio. Eselmejor rrompe a los personajes, y no sólo al prota­ • tiva, y a golpes de sentidos llega a sospechar muerto entre los muertos que he conoci­ gonista Alain Delon. El clima, la presencia los planes del sirviente D irk Bogarde, pero do. La máscara es exactamente igual a la del nazismo en París 1942, de qué manera es débil porque mantiene las buenas maneras imagen del hombre que fue en vida: todos e9tán involucrados aunque no lo crean . que le han enseñado. Con esos personajes Era el hombre más compenetrado del espíritu del teatro que yo he conocido. Era el más profesional de los “pro'fe- sionales” s Veía todo —veía en nosotros— aunque no hubiéramos tenido una conversación “personal” . Era intransigente pero flexible y abierto; Tenía el fervor del puritano sin nada de su gusto del autocastigo y sin su senti­ do de culpabilidad. Cómo hizo para evi­ tar ese doble peligro, nunca lo sabré. Era un individuo entre hombres orga­ nizado^ y enamorados de la organización. Admitía la necesidad de la organización, pero ni un instante abdicaba su respon­ sabilidad y su visión individuales. El humor de Brecht era extraordina­ rio. Hacía siempre guiños de ojos, a veces con malicia. Lanzaba risitas como un co­ legial, pero su risa, enorme, seca, casi obscena, surgida detrás de un infecto ci­ garro mordisqueado, lo invadía todo. Siempre tenía su cigarro, ocasionalmente- en la mano, para que no le ahogara la ri­ EL SIRVIENTE sa, a veces para impartir mejor sus órde­ El juego de espejos; James Fox nes los días de nerviosismo.(. . .) ni lo presientan, y cómo todos en definitiva (más Sarah Miles, supuesta hermana, posibte ¿Cuáles son los aspectos particulares son presa de una realidad increíble, es la su­ amante del criado Bogarde) el f ilm'constru­ del teatro brechtiano y del hombre, tal til y leve idea que transparenta de secuencias ye una tensión permanente y propone que la como lo he conocido, que podría tener resueltas con un fanatismo por el detalie clase alta inglesa, inerme al peligro, sucumbe una relación directa con el cine y que me que no deslumbra pero las cubre de una efi­ ante los "lum pen", y los asalariados se envi­ hayan influido directamente en mi activi­ cacia impensada: un restaurante, un espec­ lecen al ir ocupando el lugar de sus amos. El dad cinematográfica? táculo nocturno, el antisemitismo de gestos tema no es la lucha de clases, como alguien El despojamiento de la realidad y su aislados, con la idea mayor de que la torre ■ pudo sospechar, sino un conflicto perma­ reconstrucción precisa a través de una de marfil del arte no es protección suficiente nente en la historia de la humanidad: la con­ elección de símbolos-realidades. ni válida ante la supresión de los derechos quista de ios débiles por los fuertes y prim i­ La importancia de la precisión del humanos en la Francia ocupada. Ese punto tivos. La casa es una metáfora, la ubicación gesto, de la textura y de la línea en los es el contacto con Trotsky o con Las rutas de los personajes en una escalera (al final objetos. del sur, donde reivindica el valor de la perso- Bogarde arriba), las primeras imágenes (la La economía del movimiento, actores y cámara, no mover nada sin necesidad. La diferencia entre la calma y el estatis­ beth Taylor, Richard Burton, Noel coiorj, . Música, Richard mo. Coward, Jóanna Shimkus, Romolo Rodney Bennett. Con Julie Christie, La puesta a punto de la mirada por el Valli, Verónica Wells. En Inglaterra. Alan Bates. Domine Guard, Margaret 1 1 3 '. Leighton, Michael Redgrave, Michael empleo exacto de los objetivos y de los 196 8 - Ceremonia secreta (). Gough, Edward Fox. En Inglaterra. movimientos de cámara. ¡rector, Joseph Losey. Libreto de 1 1 6 ’ . 8eorge Tabori sobre un cuento de 1 9 7 2 -El asesinato de Trotsky (L ’assassinlo La fluidez de la composición. . Fotografía (Eastman- di Trotsky). Director. Joseph Losey. La yuxtaposición de los contrastes y color), Gerry Fisher. Música, Richard Libreto de Nicholas Mosley, Masolino Rodney Bennett. Con Elizabeth Tay­ d’Amico. Fotografía (Technicolor), de la contradicción, gracias al montaje y lor, , Robert Mitchum, Pasquale de Santis. Música, Egisto por el texto, es la manera más simple de Pamela Brown, Peggy Ashcroft. En Macchi. Con Richard Burton, Alain Inglaterra. 109’. Delon, Romy Schneider, Valentina obtener d tan célebre “efecto de distan- 1 9 7 0 -Figuras en un paisaje (Figures ¡n a Córtese, Giorgio Albertazzi, Luigi ciamiento”. Landscape). Director, Joseph Losey. - Vannuscchi, Duilio de Prete. En Ita­ Libreto de Robert Shaw sobre novela lia. 1 0 3 ’. La importancia de la palabra, del so­ de Barry . Fotografía (Pana- 1 97 3 -Casa de muñecas (A Doll’s House). vision, Techn¡color), Henri Alekan. Director, Joseph Losey. Libreto de nido, de la música exactos. » Música, Richard Rodney Bennett. David Mercer sobre la pieza de Hen- La exaltación de la realidad para en­ Con Robert Shaw, Malcolm McDo- rik Ibsen traducida por Michael Me- well, Henry W oolf, Christopher Mal­ yer. Fotografía (Eastmancolor), Ger­ noblecerla. colm. En Inglaterra. 110’. ry Fisher. Música, Michel Legrand. La extensión de la visión del ojo indi­ 1 9 7 0 - El mensajero del amor (The Go—Bet- Con Jane Fonda, David Warner, Tre- vidual. 4 Joseph Losey , ween). Director, Joseph Losey. Li­ vor Howard, Delphine Seyrig, breto de Harold Pinter sobre novela Edward Fox, Ánna Wing. En Inglate­ de L.P. Hartley. Fotografía (Techni­ rra. 1 0 6 ’. 14 mansión apetecible)/y las imágenes posterio­ cubrir lo que ocurre dentro de una mujer. El Una obra de singular lucidez y de intrinca- | res de deterioro, Indican la idea que Losey tema de su No Man's Land, con su visión de dos juegos y sugerencias, un estilo cinemato­ perseguiría durante varios films. En Extraño un amor sensual en el campo inglés con gráfico tan elaborado, no se agotan en una accidente las apariencias de moralidad encu­ cricket, iglesias campesinas y campos solea­ enumeración de formas y características. bren un adulterio, por ejemplo. Pero,mejor dos se convertiría en El mensajero del amor Aunque es d ifícil saber qué lo atrae más y todavía, en El mensajero del amor, un niño que es también una visión de la sociedad aunque sus preferencias evolucionan en una descubre las mentiras de una clase social alta, eduardiana. Estos libretos se apoyan empero búsqueda a lo largo de los años, sus film s á que cultiva el sol y los ocios, En esos film s en novelas ajenas: El sirviente en Robín ofrecen las marcas indelebles de una perso- * los sentimientos se borran tras las tendones Maugham, Extraño accidente en N¡cholas nalidad creadora. En los últim os tiempos ha * entre los personajes, y en ese vacío se inscri­ Mosley, El mensajero del amor en L.P. Hart- utilizado con frecuencia al fotógrafo Gerry ben la alienación de los protagonistas, la ley, pero todos están cargados por la fuerza Fisher, pero la fluidez de cámara, los com­ idealización de la mujer (en El mensajero de los diálogos, que sugieren tanto como las plejos desplazamientos, la tendencia a mos­ del amor), un mundo cerrado quebrado por imágenes. En un simple cambio de palabrai trar una parte de la acción en reflejo (sobre la presencia inesperada de un testigo exte­ de El sirviente, cuando el criado es descu­ espejos ovalados de El sirviente, sobre crista­ rior: el criado de El sirviente, una jovencita bierto en la cama con su presunta hermana y les ocasionales de Klein, sobre vidrieras de (Jacqueline Sassard) en Extraño accidente y se defiende ante el patrón ("Lo que puedo Extraño accidente o espejos de Modesty un niño protagónjco (Dominic Guard) en decir es que estamos los dos en el mismo bo­ Blaise), o el minucioso tratam iento de color El mensajero. Esos intrusos pertenecen a cla­ te ", dice instintivamente), el diálogo adquie­ en todos sus films, no depende de los talen­ ses bajas y los personajes que se deterioran re la misma presencia y densidad que las tos de Douglas Slocombe (El ángel de la son la clase supuestamente dominante. imágenes. La colaboración entre Losey y LAS RUTAS DEL SUR muerte. El sirviente), Gianni di Venanzo Casa de muñecas y La inglesa romántica Pinter fue una singular complementación y Grafismos como decorado (Eva), o una docena más, seguramente más prolongan el esquema con menos entusias­ célebres que Fisher. La eficacia de la am- mo. Nora (Jane Fonda) pasa a ser testigo de bientación de , el más las conductas de su propia clase, a medida frecuente de sus escenógrafos, no difiere sus­ que es repelida por su marido en la versión tancialmente de la de Trauner (para El otro de Ibsen. Las apariencias de La inglesa ro­ señor Klein y Don Juan) u otros más famo­ mántica son las de una felicidad convencio­ sos que MacDonald. Todos los indicios coin­ nal, donde Glenda Jackson termina siendo ciden para suponer que es uno de los direc­ amante del inexpresivo Helm ut Berger, tores más dominantes en su trabajo, capaz empujada por el marido Michael Caine, que de levantar aun espectáculo de máximo refi­ además es novelista en busca de material namiento, la ópera Don Juan o de vestir su para inspirarse. Estos dos film s cierran dos Galileo de todos los requisitos de Brecht inquietudes de Losey: el deterioro de los para que sea al mismo tiempo una form ula­ poderosos tras apariencias estables y la ¡dea ción brillante de una adaptación teatral y de que las mujeres son capaces de destruir una requisitoria contra las persecuciones, a hombres varios que parecen sólidos. Los que es otro de sus temas preferidos, quizás estudios de tantas decadencias parecen ce­ inconscientemente (Por la patria. Figuras en rrarse también a la altura de Casa de muñe­ un paisaje, El asesinato de Trotsky, Galileo, cas. El otro señor Klein), quizás recuerdo de su Este período de Losey coincide con su experiencia con el senador McCarthy. Por sociedad con Harold Pinter, un formidable eso su llamado a Semprún para libretar Las libretista que marcó con su sello al cine rutas del sur o a Trauner, que vivió en la británico durante una década. En libretos clandestinidad durante ei nazismo en Fran­ para Clive Donner (El guardián nocturno), cia, para la dirección artística de Klein. Es Jack Clayton (Esclava y seductora), Michael probable que, también inconscientemente, Anderson (Quién es Quiller), Elia Kazan (El DON JUAN se sienta más cómodo en la descripción de último magnate) y sobre todo para Joseph Juegos de belleza fascinante cómo quienes se proponen desenmascarar Losey (El sirviente. Extraño accidente, El aunque todos los film s de Losey adaptan injusticias o hipocresías son perseguidos mensajero del amor y el guión minuciosa­ novelas o piezas teatrales y recurren ocasio­ (Por la patria, Extraño accidente, El mensa­ mente escrito pero nunca filmado de En nalmente a prestigios literarios (Tennessee jero del amor) y de alguna manera toda su busca del tiempo perdido sobre Proust) Williams para El ángel de la muerte, Thomas Qué es el arte conducta como creador está signada por esa Pinter aportó una aguda visión de banalida­ Wiseman para La inglesa romántica o Jorge Seguramente el centro de la función marca de inconformismo y por el acto de des cotidianas, de inseguridades e impulsos Semprún para Las rutas del sur), el resultado misma del artista es “decir” algo. Hay un desenmascarar, a partir de su prolongado salvajes que se ocultan. Las invasiones y las es menos compulsivo que eñ los film s libre- medio de contacto con las maSas, y ese exilio europeo. En ese contexto se corrí - luchas por el poder que están en El guardián tado$ con Pinter. La razón es muy simple y es un proceso incluso social. Es superfluo prende su visión del mundo actual, los juegos nocturno anuncian las de El sirviente, de la surge de la coincidencia de ¡deas y preferen­ el artista que no da nada de sí mismo, de apariencias que se desintegran, la elección misma manera que Extraño accidente forma cias entre ambos, un caso poco frecuente en que no revela ninguna de sus actitudes y de temas a ve£es polémicos. parte de la misma visión de The Hoifiecom- la historia del cine: Zavattini con De Sica, de sus prejuicios. Que piense y diga que "Crñá~óeTas consecuencias más brillantes ing (libreto para Peter Hall) que propone la Prévert con Carné, m uy pocos más. la vida es hermosa o que apesta, que las de Don Juan consiste en un juego de másca­ ¡dea de que ningún hombre es capaz de des­ OTROS RASGOS. OTROS APORTES.- cuestiones sexuales están llenas de armo­ ras de una sugestión adm irable; son máscaras nía o que son ridiculas, que el crimen pa­ que caen. No es casual que Losey se haya ga o que no paga. Quizá odie a las masas, sentido tan a gusto en Don Juan, que en el pero quiere decirles todo eso. fondo es un abanico de intrigas que desnu­ dan las apariencias de la nobleza dejando al 1974- Galileo (t.l. Galileo). Director, Joseph Lo único necesario para todo arte Losey. Libreto de Barbara Bray, Jo­ ne Moreau, Suzanne Flon, Michel, que merezca ese nombre es el punto de , descubierto cuotas de cinismo, sensualidad e seph Losey sobre la pieza "Leben des Lonsdale, Juliet Berto, Francine Ber- hipocresía. Para llegar a ese resultado hace Galilei” de Bertold Brecht según ver­ gé, Jean Bouise, Louis Seigner. En vista (es decir el contenido). Ningún pun­ sión de Charles Laughton. Fotografía Francia. 123’. que la trama esté contem plada por figuras 197 8 - Las rutas del sur (Les routes du sud). to de vista es signo de esterilidad. La es­ (Eastmancolor), Michael Reed.-Músi­ menos nobles y mucho más populares, una ca, Hanns Eisler. Con Topol, Edward Director, Joseph Losey. Libreto de terilidad, se vista como se vista, es la Fox, Michel Lonsdale. Richard O’Cal- Jorge Semprún, Joseph Losey, Patri­ muerte del teatro y del cine. El conteni­ actitud que equivale a las intrusiones de per­ cia Losey. Fotografía (Eastmanco­ laghan, Tom Conti, Michael Gough. do, y precisamente el contenido social sonajes de clase baja en los films más cáusti­ En Inglaterra. 145’. lor), Gerry Fisher. Música, Michel Le- 1975 -La inglesa romántica (The Romantic grand. Con Yves Montand, Miou- -y también la propaganda- ha salvado cos del director, donde también la aristocra­ Miou, Laurent Malet, France Lam- Englishwoman). Director, Joseph Lo­ muchas veces al teatro y al cine de las cia o la presunta nobleza se desarticulaban a sey. Libreto de Thomas Wiseman, biotte, José Luis Gómez, Jean Tom Stoppard sobre la novela de Bouise. En Francia. 97’. crisis económicas. Sin embargo está siem­ la vista de terceros ocasionales testigos. Lo Thomas Wiseman. Fotografía (East- 1 9 7 9 - D o n Juan (Don Giovanni). Director, pre la batalla entre el individuo (director sorprendente es que Losey circule con tanto mancolon. Gerr.v Fisher. Música, Ri­ Joseph Losey. Libreto de Lorenzo da chard Hartley. Con Glejida Jackson, Ponte sobre la ópera de Wolfgang o libretista) dando su mensaje en llantos respeto y libertad a lo largo de Mozart y ob­ Michael Caíne, Helmút Berger, ivíaV- Amadeus Mozart. Fotografía (East­ y el productor que exige fórmulas que tenga su primer film musical. Es además una cus Richardson, Kate Nelligan, René mancolor), Gerry Fisher. Música, Kolldehof. En Inglaterra. 116’. Wolfgang Amadeus Mozart. Con Rug- “han marchado bien el año pasado”, y terminante demostración de sensibilidad y 1 97 6 - El otro señor Klein (M. Klein). Direc­ gero RaimondL John Macurdy, Edd esta batalla continúa siempre. + un excepcional modelo en la adaptación de tor, Joseph Losey. Libreto de Franco Moser, Kiri Te Kanawa, Kenneth Solinas. Fotografía (Eastmancolor), Riegel, José Van Dam, Teresa Bergan- Joseph Losey (en “A mirror to life”, una ópera al cine, una proeza que nadie es­ Gerry Fisher. Música, Egisto Macchi, za, orquesta y coro del teatro de la peraba a esta altura de la carrera del direc­ Opera de París. En Francia. 154’. en Films and Filming, Londres) Pierre Porte. Con Alain Delon. Jean- tor. + VL M artínez Carril

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