Textos Revolucionarios
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Corridos Revolucionarios Antecedentes de la Ideología Agrarista de la Revolución Mexicana Causas de la Revolución Mexicana Disposiciones revolucionarias La toma de Zacatecas 1914 II Textos Revolucionarios II Tomo II Textos Revolucionarios Textos Revolucionarios - Tomo II Colección Pensamiento Político PARTIDO REVOLUCIONARIO INSTITUCIONAL COMITÉ EJECUTIVO NACIONAL Presidente César Camacho Secretaria General Ivonne Ortega Pacheco COMITÉ NACIONAL EDITORIAL Y DE DIVULGACIÓN Coordinador Jesús Rivero Covarrubias www.pri.org.mx © Diseño: María Isela Bojórquez Canché Edición del Comité Nacional Editorial y de Divulgación del Partido Revolucionario Institucional. Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra sin el consentimiento expreso de los editores. Índice Corridos Revolucionarios 7 Antecedentes de la Ideología Agrarista de la Revolución Mexicana 71 Causas de la Revolución Mexicana 107 Disposiciones revolucionarias 149 La toma de Zacatecas 1914 217 Los Corridos de la Revolución Los Corridos de la Revolución Índice • Los “corridos” de la Revolución • Canto a Madero • Laureles de gloria al mártir de la democracia Aquiles Serdán • Historia del pronunciamiento del general E. Zapata • La muerte de Madero • Corrido dedicado a D. Venustiano Carranza • Los combates de Torreón • La toma de Zacatecas • Los combates de Celaya • La persecución de Villa • Nuevas “mañanitas” al Estado de Morelos • Trágico fn de Carranza • La muerte de Francisco Villa • La batalla de Ocotlán • El asesinato del general Obregón 11 Los Corridos de la Revolución Los “Corridos” de la Revolución1 La música popular es una de las manifestaciones que mejor retrata el espíritu de una nación. En un país en el que hay can- tores para sus glorias y para sus héroes, el pueblo afnará su sensibilidad y acrecentará su cariño por la Patria. México, por medio de sus rapsodas populares, honra a sus héroes y canta sus hazañas en los corridos. Es pintoresco el aspecto que presentan los alrededores de los mercados; junto a las inditas menudas que visten “huipil” y ofrecen tortillas, los viejos matones de aspecto terrible que ex- penden “barbacoa” y las garridas hembras de valiosos pendien- tes antiguos y rebozo de bolita que venden “pozole”, están dos tipos característicos: el merolico que ofrece remedios prodi- giosos y saca muelas con un tornillo y el vendedor de corridos. Este ejerce su singular comercio con gran éxito; alineadas en el pavimento están las canciones impresas en papel de chillantes colores y con truculentas ilustraciones trazadas por la imagi- nación de dibujante ignorado. Pesadas lajas sobre las hojas de canciones, impiden que las vuele el viento. De nariz roja, pues es un gran bebedor de pulque, pantalones mal fajados y camisa salida; mal encarado, de bigotes caídos, cubre su cabeza alargada con un sombrero pringoso de palma, 1 Lie. Celestino Herrera Frimont. Los corridos de la Revolución, Biblioteca Enciclopédi- ca Popular, No. 133, Secretaría de Educación Pública, México, 1946. 13 Textos Revolucionarios a la usanza popular. Afable deja que se acerque el público com- puesto de la servidumbre que va al mercado a la compra del diario alimento y una vez que lo ha reunido en sufciente nú- mero y de halagar a las criaditas llamándolas cariñosamente: Güerita, Chatita y otras lindezas por el estilo, con voz aguarden- tosa empieza a cantar: “Hay hombres que son valientes pero ninguno fue igual a Don Macario Romero que tuvo triste fnal”. “Era de buen corazón y de buenos procederes siempre amigo de los hombres servidor de las mujeres”. Y vende su mercancía a las “gatas” sentimentales que aprenden esos cantos llenos de la dulzura del pueblo, mientras piensan risueñamente en el gendarme o en el “chafrete” que se les ha metido muy adentro del corazón. Don Luis González Obregón estima que el corrido es una de- rivación de los romances españoles, habiendo alcanzado gran apogeo entre nosotros en los años anteriores a nuestra libera- ción en que los conquistadores se valían de tales medios para lanzar sus saetas a los insurgentes, que eran contestadas por éstos de manera igualmente sangrienta. Efectivamente parece ser que el corrido deriva directamente de los romances caballerescos e históricos españoles a que dieron origen las largas narraciones en verso sobre hechos militares y heroicos que se conocen en la literatura castellana como canta- res de Gesta. El romance popular, que recogido amorosamente, llena con sus líricas manifestaciones una gran parte de la His- toria de la época heroica de los Reinos de Castilla y Aragón, es trasplantando a América que a la vez es el más vasto escenario de las grandes hazañas de los héroes peninsulares; en la Colo- 14 Los Corridos de la Revolución nia se siguen escuchando los bellos romances moriscos tan en boga en la metrópoli. Pero un sentimiento popular distinto parecía deseoso de can- tar a los héroes propios; también con el carácter popular del romance español se propaga con características defnidas el co- rrido. Primero los esforzados insurgentes; más tarde los héroes de guerras extranjeras; siempre las hazañas de algún hombre divorciado del amor a la existencia o con alto espíritu de sacrif- cio, dan con exceso el material para los corridos populares que nacidos del corazón del pueblo a él tornan en melodías hacien- do nacer admiración y cariño para sus héroes. El ranchero que venga su honra; el bandido generoso para los pobres; el valiente que antes que entregarse muere matando; el matador de toros en boga, unos años antes tan accesibles para los corridos, a partir de 1910 ceden su puesto a la Revolución y a sus hombres. El corrido parece tener una marcada predilección por la tragedia y entre pesares y música va relatando la triste historia de un pueblo oprimido que tiene que ofrendar su san- gre a cambio de sus libertades. Muchos hombres, primero cele- brados por su audacia o por su fortuna en la guerra, pasan por la sencillez de los cantos populares que se duelen de su muerte: “Pobre General Cepeda ay que suerte le tocó que por seguir de rebelde el Gobierno lo mató”. “Tenía dinero y poder gozaba en esta Nación y por querer más riquezas se lanzó a la rebelión”. 15 Textos Revolucionarios Combates narrados con prolijidades infantiles, en sencillos versos, forman otros corridos: “El general Raúl Madero con el Teniente Carrillo le pidió licencia a Villa para atacar por el “Grillo”. “El señor Rosalío Hernández valiente como formal le tocó atacar los mochos del cerro de San Rafael”. El corrido popular sólo accidentalmente se ocupa ya de otro su- ceso que no sea de la Revolución que parece recogerlo íntegro. Manifestación popular sigue fel y con él sufre o con él goza. Los troveros populares preferen para la composición de los co- rridos el verso de siete u ocho sílabas distribuido en cuartetas; quizá por adaptarse mejor a la melodía monótona con que se cantan. Frecuentemente para completar la consonancia hacen uso de vocablos completamente fuera del lugar en que los colo- can y esta licencia poética es una de las pintorescas caracterís- ticas de esta poesía popular. Cansado a veces de las largas na- rraciones, el trovero se complace en hacer ironía o dogmático aconseja, sin apartarse de la sencillez en el conjunto: “Y liando su “¡tacatito” y a despecho de “su nada” se fue a la... vida privada pesaroso y aun contrito”. “Olviden ya las querellas vuelvan a labrar la tierra que ya no corra más sangre ni en los llanos ni en la sierra”. 16 Los Corridos de la Revolución “Sólo la paz ambiciona este pueblo mexicano no sostendrá otra guerra de hermanos contra hermanos”. En otras ocasiones, quizá horrorizado de la tragedia se lamenta con amargura en su narración: “Estos versos son abrojos que con gusto quitaría si no fuera que retratan a José Chávez García”. Y frecuentemente, para terminar sus composiciones, cree nece- sario dirigirse a las aves o a las fores quienes le proporcionan el motivo fnal del corrido, o para ello se disculpa con el auditorio: “Ya con esta me despido blancas fores de azucenas ya les canté a mis amigos el fn de Jesús Cárdenas”. “Ya les canté este corrido que es triste no hay que negar pero si fue mal cantado creo que me han de dispensar”. Juan Ortega, Carlos M. Martínez, Leopoldo Bravo, Eduardo Guerrero, Jorge Peña, Samuel Lozano y otros, son nombres que ya se han hecho famosos junto a otros ignorados autores. Gue- rrero y Vanegas Arroyo son los impresores que más han hecho por la divulgación de los corridos y sus hojas impresas, muchas de las cuales fueron genialmente ilustradas por el grabador Po- sada, circulan hasta las más lejanas rancherías de la República. 17 Textos Revolucionarios Los brotes revolucionarios que desde 19052 amenazaban mi- nar la hueca estructura de la tiranía de treinta años del General Porfrio Díaz y que habían originado el destierro de los Flores Magón, Rivera, Guerrero y Villarreal, encontraron una bandera en el libro que a raíz de la conferencia del General Díaz con Cre- elman publicó el señor Francisco I. Madero, y en el cual valien- temente estudiaba la sucesión presidencial. Todo el pueblo esperaba una renovación y hasta quizá llegó a creer en que las palabras del Caudillo que había envejecido en el poder fueran sinceras, pero después de las fastuosas festas con que se conmemoró el Primer Centenario de nuestra Inde- pendencia y habiéndose burlado en las últimas elecciones, una vez más, el sufragio popular y encarcelándose a don Francisco I. Madero, decidió ir a conquistar por las armas el derecho que se le negaba, de elegir a sus mandatarios. El 18 de noviembre de 1910, debido al descubrimiento de un vasto complot que debería estallar unánimemente en distintos puntos de la República, se adelantaron los acontecimientos en la ciudad de Puebla en donde Aquiles Serdán, bravamente ayu- dado por sus hermanos y por su esposa, parapetado en su do- micilio supo resistir por algún tiempo las furiosas acometidas de las fuerzas que mandaba el Coronel de la Llave.