Nómadas (Col) ISSN: 0121-7550 [email protected] Universidad Central Colombia

Gumbrecht, Hans Nómadas (Col), núm. 10, abril, 1999, pp. 78-84 Universidad Central Bogotá, Colombia

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Hans Gumbrecht*

Traducción Gabriel Restrepo**

Nómade por una inquieta conciencia que atraviesa memorias individua- les y colectivas y por un cambio de ciudadanía que precipita reminiscencias. El escrito de Hans Gumbrecht justifica su decisión de renunciar a la ciudada- nía alemana y abrazar la estadounidense en un célebre pasaje de Ser y Tiem- po de Heidegger, pero quizás con mayor humanidad en ciertas presencias evanescentes.

* Hans Gumbrecht es ya conocido en Colombia, comoquiera que ha visitado el país en tres ocasiones, dos de ellas como ponente en los seminarios internacionales de Estudios Culturales que han organizado la Universidad Nacional, el Ministerio de Cultura y el Banco de la República. En 1998 dictó un ciclo de conferencias en el Departamento de Sociología de la Universidad Nacional. Hans Gumbrecht es uno de los típicos repre- sentantes del ser intelectual contemporáneo. De origen alemán, hoy ciudadano estado- unidense, enseña en la Universidad de Stanford desde hace nueve años en el Departa- mento de Francés e Italiano. Siempre se ha caracterizado por trascender fronteras, tanto geográficas como culturales. De formación romancista, enseñó en la Universidad de Salamanca (uno de sus múltiples libros versa sobre “La historia de la literatura española”), pero, al mismo tiempo es graduado en Filosofía y Sociología y ha sido profesor de universidades nuevas de Alemania y de Europa. Recientemente, ha publica- do en inglés un libro cuya traducción sería “En 1926 : viviendo sobre el filo del tiempo” ; en donde traza un panorama de aquel año aparentemente anodino, pero exaltado de forma magistral porque la trama es levantada a la usanza de la literatura actual, como un registro de entradas y salidas según el capricho del lector. El pensa- miento rico y complejo de Hans Gumbrecht podría comprenderse como una filosofía de la presencia. ** Profesor de la Universidad Nacional.

78 NÓMADAS scribo ahora en un espacio Maria Braun (Fassbinder fue tam- ganaron una advertencia del concejo que Eaprecio mucho: mi oficina sin bién otro bávaro nacido después de de la ciudad: debíamos comprender ventanas situada en la Biblioteca la guerra). Mis recuerdos están po- que podría haber bombas y minas en Verde de la Universidad de Stanford. blados de soldados estadounidenses, esas ruinas). Recuerdo una escena Son las 9 y 50 A.M. del 14 de junio la mayoría negros e inefablemente sentado frente a un gigantesco radio de 1997. Mañana coincidirán la Se- amistosos; hay jeeps del ejército (una con un “ojo mágico” escuchando (tal sión de Grados, el Día del Padre y de las primeras cosas que compré cual hacen los protagonistas de Maria mis 49 años de vida. Un salto de 49 cuando llegué por mi bien a los Esta- Braun en la escena final de la pelícu- años en el tiempo (que no es por dos Unidos en 1989 fue un jeep la) cómo Alemania vencía a Hungría cierto un lapso en la memoria), me Wrangler); hay monjas en el hospi- tres a dos para ganar la copa mundial retrotrae a Würzburg, una población tal universitario pese a su enredada de fútbol en Suiza. Días más tarde con 100.000 habitantes, ubicada al indumentaria, quienes me enseñan a traduje a vivencia emocional ese or- norte de Baviera, con un pasado ca- ponerme de rodillas para orar; hay gullo, cuando mis padres me lleva- tólico, alguna tradición acadé- ron a una semana de mica y vinos blancos casi vacaciones en Suiza, país por famosos. El salto en el tiempo supuesto sin ruinas y, por me retrotrae de modo más ende, como pensaba, sin lu- preciso al Hospital Universi- gares para jugar. Pero para tario de Würzburg, donde mis entonces yo ya había deduci- padres vivían en un pequeño do, tanto de las amadas rui- y derruido cuarto (tal como nas, como de toda clase de lo deduzco de las fotos), por- crónicas cotidianas, que ha- que no había otra casa dispo- bía habido una guerra perdi- nible en la que por entonces da por Alemania, ante todo era la segunda ciudad más con los estadounidenses, aun- destruída de Alemania. que aquello de ningún modo significaba gran cosa. Para mí Hace un par de meses mi los judíos aún eran los diver- esposa Ulrike, de 39 años, mi tidos y locuaces protagonis- hijo Christopher, de nueve, y tas de los chistes (no malos a yo, hemos solicitado la ciuda- morir, aunque sí codiciosos y danía estadounidense. Espera- tacaños), los gitanos eran bue- mos que nos llamen a la nos tipos con una infortunada entrevista definitiva uno de tendencia a robar, y los ho- estos días venideros, tanto mosexuales no existían (pero que nuestro abogado nos su- aún entonces yo mismo creía giere que nos registremos con que mi madre tenía pene, has- esa ciudadanía aún si dejamos ta que mi hermana nació en el país por unas pocas jornadas. una terraza reservada para pacientes 1956). No recuerdo quién transfor- recién operados del cerebro, los cua- mó mi más bien feliz cerrazón les exhiben sus enormes turbantes cronológica respecto a la guerra, en Vuelta al pasado blancos (más tarde mi padre me con- lo que desde entonces he experimen- taría con indiferencia estadística que tado como vergonzosa contigüidad Cuando comencé a escribir es- un 35 por ciento de ellos nunca re- entre mi nacimiento y el Tercer tas líneas comprendí de pronto que tornaba a casa del hospital); hay edi- Reich, incluído su Holocausto. No me era imposible separar mis propias ficaciones en ruinas, en las cuales mis reclamo, por supuesto que cada ale- reminiscencias infantiles de algunas amigotes y yo representamos lo que mán de mi generación deba sentir películas de Rainer Werner Fass- imaginábamos serían historias de ca- exactamente del mismo modo, ni binder, en especial del Matrimonio de balleros medievales (mis padres se tampoco que tal contigüidad sea una

NÓMADAS 79 realidad social (¿qué podría ser al fin reacción es excesiva (por no decir to ha sido casi ridículo, porque mi y al cabo una tal “contigüidad mo- histérica) no encuentro razones para hijo mayor se apresta a ser oficial en ral”?): la fórmula describe de modo argumentar en contra. Quizás mi sen- la Aviación Militar Alemana el próxi- sencillo lo que he sentido sobre Ale- timiento apenado por el pasado ale- mo agosto 29). Pero, ¿por qué elegí a mania desde hace treinta años. Aún mán no sea por cierto nada más que los Estados Unidos, y no a otro país puedo recordar la tristeza y confu- un modo subjetivo de vivir una crisis que, diferente de Europa, no hubiese sión que se apoderaron de mí cuan- edípica prolongada. De cualquier sido contaminado por el fascismo? En do advertí que no podría reconciliar manera, lo que entiendo por términos comparativos, la trivial ra- los cariñosos recuerdos de mi abue- “contigüidad moral” es la (quizás ob- zón para esta escogencia fue una ha- lo materno, muerto en 1958, con la sesiva) urgencia de asumir respon- lagadora oferta de la Universidad de creciente sospecha de que había sido sabilidad por crímenes que fueron Stanford en 1989: el nivel salarial que un miembro del partido nazi desde el cometidos antes de que yo naciera, se ofrecía, más el indisputado final de los veintes y que, por tanto, debido a que aquellos que los ejecu- liderazgo internacional de una de las su considerable riqueza, anterior y taron y quienes estuvieron allí (sin mejores universidades de Norte- posterior a 1945, se debía a ciertas tratar siquiera de resistir) o bien min- américa a la cual quería en verdad convicciones políticas nunca revisa- tieron o bien callaron sobre esos años. pertenecer. Pero había además una das. En contraste (pero no por azar, simpatía preconsciente por Nortea- supongo ) he olvidado por completo mérica, la cual se remontaba acaso a qué persona o qué lectura cambió en Retorno al presente los años de infancia. Debo añadir, realidad mi actitud hacia el pasado además, que yo había comenzado a alemán. De cualquier modo, justo El principal motivo de mi emi- revisar, al menos en mi examen per- cuando más o menos había logrado gración a los Estados Unidos (aun- sonal, la imagen estandarizada de mi maniobrar para superar el más bien que hay un colega que cree que uno generación que pintaba unos Estados súbito recuerdo penoso de mi abue- debería reservar la palabra “emigra- Unidos como superpotencia imperial lo, se supo de modo patente en la ción” para los alemanes que se vie- despiadada. Aunque al principio de comunidad académica internacional ron forzados a dejar el país entre 1933 mala gana, llegué a la convicción de que mi tutor universitario (Doktor- y 1945), la razón principal para mi que ninguna otra superpotencia de los vater1 ) había sido miembro de la SS venida a Norteamérica fue sin duda tiempos modernos ha abusado tan y que había razones para pensar que, el deseo de escapar a esta repon- poco de su dominio, como los Esta- como tal, habría figurado entre los sabilidad por contigüidad. Por su- dos Unidos. Y, en fin, he comprendi- pocos “fieles” que protegían el puesto, sé que no hay escape real: do en los últimos ocho años que Bunker del Führer en los eventos de ningún cambio de lugares, ninguna llegar a ser ciudadano de este país la primavera del 45 en Berlín. Dos nueva ciudadanía me hará perder el entraña una saludable analogía con consecuencias de este episodio me sentimiento de vergüenza o culpa (el el hecho de ser aceptado en un club. sacaban de casillas. La primera: yo cual –debo admitir– no es de modo Para los nativos norteamericanos, había oído a Hans Robert Jauss cuan- exclusivo un mal sentimiento, porque siempre seré extranjero, porque do contaba a sus estudiantes y a un a veces me enorgullezco de él y me (para mi desilusión) nunca perderé joven colega – en un seminario so- siento de algún modo superior a la del todo mi acento, nunca podré re- bre “memoria colectiva” – que él ha- mayoría de alemanes de mi genera- mitirme a una experiencia de ense- bía pasado la guerra tratando de hacer ción). Deseaba dejar a Alemania y ñanza media o de primeros años saltar en pedazos al ejército alemán. quiero dejar mi ciudadanía alemana universitarios (capítulos decisivos, al La segunda: comencé a obsesionar- porque, aunque el paso sea insufi- fin y al cabo, en la vida típica del es- me con la famosa pregunta de cómo ciente, produce casi la mayor distan- tadounidense), nunca dejará de sor- habría actuado yo mismo antes de cia simbólica que está al alcance de prenderme saber cuán religiosos son 1945 – teniendo en cuenta que al- mis posibilidades. Al mismo tiempo, los norteamericanos, ni tampoco co- guien como Jauss, por cuya mente yo ello puede aliviar la carga de vergüen- rroborar cuán tontos son cuando sentía tanta atracción, había sido nazi za y de culpa que yo temería trasmi- hablan de sexo. Pero, pese a ser ex- hasta el final apocalíptico. Siempre tir a mis cuatro hijos (aunque tranjero, nadie jamás ha dudado que que mis amigos insisten en que mi pareciera que en este sentido mi éxi- yo pudiera y aún debiera ser un nor-

80 NÓMADAS teamericano normal. Seguiré siendo radoja es Martin Heidegger quien, conclusión que por lo general se ha alguien venido del extranjero, sin ser creo, me ofrece una base racional extraído de allí, a saber, que aceptar un extraño, lo cual, creo, representa para mi doble reacción de sentirme el estado de yecto significa perma- una privilegiada posición. De este contaminado por “mi” pasado ale- necer cerca a aquello que uno ha en- modo me anticipo a mi nueva nacio- mán y de escoger la ciudadanía es- contrado asociado a dicho estado. nalidad, una que habrá sido escogi- tadounidense. Me refiero al famoso Por el contrario, pienso que, gracias da. Sé que este país ha experimentado parágrafo 74 de Ser y Tiempo, don- a aceptar mi condición de alemán, y experimenta una infinidad de pro- de Heidegger dice que sólo “quien quiero tomar la mayor distancia de blemas. Pero al elegir a los Estados transforme para sí en propia heren- ella, sin la ilusión, por supuesto, de Unidos habré escogido un pasado y cia la posibilidad que uno ha here- pensar que pueda escapar del todo un presente del cual no sienta ver- dado (por ejemplo, la historia de una a su poder. Pero de inmediato surge güenza. Y, como ya dije, he hecho nación 2 ) puede asumir su ser yecto la objeción usual que han suscitado todo cuanto me es posible para inter- y ser en el inmediato presente con- amigos intelectuales de Europa y de poner distancia con un pasado que, temporáneo de su propio tiempo”3 . Norteamérica: ¿acaso no me echo en lugar de haber sido elegido, me ha Pienso que una aplicación del punto encima el peso de similares respon- sido impuesto. de vista de Heidegger sugeriría que sabilidades al convertirme en ciuda- sólo si acepto la responsabilidad por dano estadounidense? ¿No serían crímenes que no he cometido, pero acaso equivalentes del Holocausto Vuelta al pasado que he heredado, puedo comenzar el exterminio de los indígenas nor- a reaccionar a este destino biográfi- teamericanos o la guerra del Viet- Entre todos los filósofos cuya co. Esta lectura de Heidegger es ex- nam? Sin necesidad de argumentar obra conozco más o menos, por pa- céntrica, en tanto no se aviene a una que el Holocausto fue único en la

NÓMADAS 81 historia (lo que allí sucedió no fue dad alemana. No he hecho tampoco trecomillar la frase) que algunos co- malo porque rompiera algunos ningún esfuerzo específico para en- legas y estudiantes parecen garanti- records mundiales) y aún estando de señar el idioma alemán a mis hijos: zarme, y no porque sea profesor en acuerdo con la tesis de Goldhagen hablamos por lo general en inglés en una universidad de fama mundial, (por supuesto, el Holocausto no fue casa, aunque observo que los mucha- sino porque (y esta es la diferencia el proyecto domesticador de un pu- chos de una u otra forma han adqui- crucial) piensan que hago un trabajo ñado de políticos fascistas), encuen- rido una aceptable competencia en decente. También admiro la capaci- tro tres diferencias que hacen que el idioma alemán. Asumo como pri- dad de esta nación para considerar el Holocausto pueda registrarse en vilegio el hecho de no ser germanista, en serio la crítica y la autocrítica, sin forma distinta a otros crímenes de circunstancia ésta que me permite caer en estados de depresión (es difí- este siglo. En el fondo del Holocaus- contrarrestar con el argumento más cil imaginar una película como to sobresale la voluntad de extermi- profesional la siempre recurrente Forrest Gump en Alemania). Por su- nar a millones de personas sobre la pregunta acerca de si enseño litera- puesto que no paso por alto el racis- base de atributos de “raza”, a los tura o cultura alemana (simplemente mo que existe en Estados Unidos, ni cuales las víctimas no podían ni re- no estoy suficientemente calificado las consecuencias de un capitalismo nunciar ni escapar (esto hace que el para ello), como tantos otros (¿ro- que no ha sido domado por sindica- Holocausto se distinga de lo ocurri- mánticos?) intelectuales alemanes. tos que respondan a su primera vo- do en 14924 ). El Holocausto elevó Siempre me han atraído más las cul- cación histórica. Pero prefiero una el asesinato al nivel procedimental turas y los estilos de vida del occi- sociedad en la cual semejantes pro- de la producción industrial (lo cual dente o del sur de Europa que sus blemas sean asumidos como parte de lo hace diferente de cualquier gue- contrapartes del norte (razón por la su propia realidad a una sociedad que, rra). Y, en fin, como Horkheimer y cual estudié romanismo). Sólo des- o bien los niega (¿qué tan grande es Adorno han indicado, la voluntad de pués de mi experiencia en este país el problema de la condición de los exterminio del Holocausto había vine a descubrir aspectos del modo ciudadanos turcos en Alemania?), o venido siendo legitimada por versio- de vida norteamericano de los cua- trata de cultivar una autoimagen de nes deterioradas, obviamente, de la les estoy encariñado. Me apasiona lo inocencia colectiva echando la culpa tradición intelectual europea. que capto en el nivel microso- de ellos a la “influencia de un poder ciológico como una serie de firmes hegemónico”. pautas democráticas. Personas que Retorno al presente esperan con paciencia en las estacio- nes de rutas, propietarios que discu- Vuelta al pasado Aceptar que soy alemán signifi- ten por horas sobre reglas de uso de ca que me siento personal y pública- la piscina comunal, estudiantes que Por supuesto, no todo es malo en mente responsable por lo que prefieren perder un examen a hacer Alemania. Después de todo, escribo Heidegger describe como parte de mi trampas: no son por cierto fenóme- (como se me pidió que lo hiciera) ser yecto (y ello en definitiva no cam- nos espectaculares, pero he aprendi- sobre reacciones muy personales, biará el día que reciba el pasaporte do a apreciarlos como formas simples preferencias y decisiones. En algunos estadounidense). Es importante que y no dramáticas de encarnar la con- casos quisiera con toda honestidad haya quienes asuman responsabilida- vicción profundamente arraigada de que soluciones alemanas a ciertos pro- des por el Holocausto – sobre todo que todos nacen iguales. También blemas y desafíos fueran más exitosas porque aquellos que cometieron los esto, por supuesto, entraña una con- que las estadounidenses. Por ejem- crímenes y quienes los toleraron nun- secuencia aneja –no siempre aproble- plo, pese a “los procedimientos de ca aceptaron su responsabilidad. mática–: la facilidad con la cual la admisión ciegos frente a necesida- Pero aceptar mi condición alemana mayoría de los estadounidenses son des” y pese a la “acción afirmativa”, no significa de ningún modo que capaces de aceptar la posibilidad de aún pienso que un sistema público de quiera pertenecer a una diáspora ale- ciertos privilegios y derechos que un educación es preferible a uno con pre- mana, aquí o donde sea. Para decirlo ciudadano puede adquirir. Disfruto dominio privado. Empero, en este de un modo franco, más bien tiendo el respeto y “la posición de liderazgo” contexto específico, mi experiencia a evitar cualquier tipo de sociabili- (como alemán, no puedo dejar de en- cotidiana en Stanford – por cierto,

82 NÓMADAS una muy positiva experiencia – ha ropeas durante la época del imperia- cido, él es definitivamente muy viejo comenzado a erosionar mis anterio- lismo. Por contraste, los intelectua- para responder por eso”. No inten- res creencias. Con todo, lo que en les y políticos alemanes parecen taré explicar por qué sucedió todo verdad me irrita de Alemania es su apresurarse en cada ocasión a decla- de este modo, ya que lo máximo que incapacidad colectiva para tratar so- rar, unilateralmente, que el capítulo pudiera sugerir de allí sería reiterar bre su historia durante la primera comprendido entre 1993 y 1945 cuentos muy contados sobre cómo mitad de este siglo, incapacidad en la debe ser clausurado. La infamante los hijos se refieren a los padres. Pero cual la mayor parte de los intelectua- Disputa por la Historia (Histori- si yo reclamo el derecho (aunque esto les alemanes participa. Percibo por kerstreit) fue una de esas situaciones, suena muy solemne) de decir que ta- todas partes una impaciencia en Ale- el acontecimiento de la reunificación les reacciones no me conciernen ya mania por cerrar y normalizar este alemana provocó reacciones simila- nunca más, es a causa de no haber- capítulo de la historia nacional, una res, y, en lo personal, jamás olvidaré me abandonado nunca a la tentación impaciencia que pienso yo es la prin- cómo muchos de mis colegas y ami- de decir que el Holocausto no era de cipal razón para haber diferido la mis- gos académicos se apegaban a nues- mi incumbencia. ma normalización deseada. Lo que tro antiguo tutor declarando que no ocurrió en la España de 1492 con pro- había nada malo en su biografía. Fue babilidad nunca será olvidado y aca- duro aceptar que casi una generación Aquí y ahora so jamás deje de formar parte de la completa de muy calificados estudio- identidad nacional española. Para sos de las humanidades arguyeran de Hoy es lunes junio 16, cuatro y mencionar sólo otro ejemplo, lo mis- este modo: “cuando aquello sucedió treinta y cinco de la tarde y estoy mo vale para los crímenes cometidos él era muy joven para ser responsa- de regreso en mi oficina de la Bi- en nombre de muchas naciones eu- ble, y ahora que todo se ha desvane- blioteca. La pasada Sesión de Gra-

NÓMADAS 83 dos fue un bello día, uno en el cual vertía en un extranjero. En la recep- tal había sido responsable de la di- la alegría de los nuevos graduados y ción que ofreció mi Departamento, rección de tesis doctoral de Helena. de sus familias irrigó energía en el el azar me situó junto a la familia ex- De modo que cuando nuestra con- campus, un día en el cual también tensa de una de mis estudiantes doc- versación no progresó más (ni en yo fui recompensado con mayor gra- torados. La mayor parte de los inglés ni en español), pude trasla- titud de la que creo merecer por algo miembros de la familia viven ahora darme a la siguiente mesa, sin ex- –enseñar y ser director de tesis– que en Bolivia y dos de los más ancia- perimentar ningún sentimiento me proporciona un generoso sala- nos entre ellos, según supe, eran su- específicamente incrementado de cul- rio. Tuve el honor (y así lo sentí, sin pervivientes del Holocausto. Sabían pa. Esto no es ni una “solución” ni duda, como un honor) de pronun- que el profesor de Helena era ale- un “gran paso en la dirección correc- ciar el discurso del día de grados en mán. Por ende, nuestra conversa- ta”. Pero ha sido, sin duda alguna me- el Departamento de Literatura 5 . ción no fue por cierto fácil. Me joría debida a la decisión de asumir Hablé de mi propia decepción por inhibía al imaginarme qué recuerdos la ciudadanía estadounidense. no haber perdido mi acento alemán y me re- fería a la infinita tole- rancia lingüística que Citas he hallado en este país. Traté de explicar de 1 N. del T. En sentido lite- ral, pero también muy qué manera aprecio analógico del “parto” docto- como apertura genero- ral –una especie de proceso sa al otro los estímulos mayéutico, en especial entre los europeos–, Doctorvater ofrecidos para estar significa el Doctor Padre. orgulloso privada y pú- 2 N. del T. Este paréntesis blicamente de los pro- no está en el original, pero pios logros; dije que es una interpretación muy encontraba deslum- legítima de Hans Gum- brecht. brantes en lo intelec- tual a los estudiantes y 3 N. del T. La versión espa- ñola puede cotejarse en la que eran al mismo traducción de José Gaos. Cf. tiempo desprovistos Heidegger, M. 1993 Ser y por entero de tonos pa- tiempo. Bogotá, FCE, pp. 415 y 416. No nos hemos ranoicos. Escapando a decidido por la cita de la edi- una alabanza ritual de ción española, por alambica- los valores inherentes da y confusa, aunque hemos retenido la noción de a la educación hu- “yecto” (pero quizás la pa- manística (una retóri- labra “abjecto” fuera me- ca en la cual hoy nadie cree), mi podrían guardar de Alemania y de jor). Hemos cotejado la traducción in- glesa que usó Gumbrecht con la edi- discurso acaso terminó siendo muy los alemanes. El anciano fue sin duda ción alemana. personal, pero era al mismo tiempo de modo patente poco amigable, 4 Como la fecha se identifica por lo gene- fascinante (y sorprendente) saber mientras que la anciana reaccionó ral en Hispanoamérica con el llamado que cerca de la mitad del auditorio sin entusiasmo (por decir lo menos) “Descubrimiento de América”, convie- podía remitirse en forma personal a a mis más bien cojeantes elogios y ne recordar que fue también el año de la expulsión de moros y judíos de España. mi experiencia (ya que no eran na- preguntas. Pero me sentí aliviado por cidos en Norteamérica), mientras cuanto no pensé que fuera necesa- 5 N. del T. Para calibrar lo que el autor dice, baste indicar que René Girard y que algunas personas de la otra mi- rio hacer ningún comentario sobre Michel Serres, entre otros profesores tad del auditorio, los estadouniden- qué sentía sobre nuestra relación. En célebres, son colegas de Gumbrecht en ses, insistían en decirme que tener balance, yo era un profesor estado- el Departamento de Francés e Italiano. acento y ser diferente no me con- unidense común y corriente y como

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