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COLECCIÓN LOS RAROS Biblioteca Nacional La colección Los raros se propone interrogar los libros clásicos argentinos que han corrido la suerte de la lenta omisión que trae el tiempo y el olvido de los hombres. Ser clásico es lo contrario que ser raro, es su espejo invertido, su destino dado vuelta. Toda política editorial en el espacio público busca volver lo raro a lo clásico y hacer que lo raro no se pierda ni se abandone en la memoria atenta del presente. Historia de Roca Leopoldo Lugones Edición crítico-genética y estudio preliminar de Juan Pablo Canala COLECCIÓN LOS RAROS Nº 41 Lugones, Leopoldo Historia de Roca / Leopoldo Lugones ; con prólogo de Juan Pablo Canala. - 1a ed. - Buenos Aires : Biblioteca Nacional, 2012. 240 p. ; 21x13 cm. ISBN 978-987-1741-36-6 1. Historia Argentina. I. Canala, Juan Pablo, prolog. II. Título. CDD 982 COLECCIÓN LOS RAROS Biblioteca Nacional Dirección: Horacio González Subdirección: Elsa Barber Dirección de Cultura: Ezequiel Grimson Coordinación Editorial: Sebastián Scolnik, Horacio Nieva Producción Editorial: Juan Pablo Canala, Yasmín Fardjoume, María Rita Fernández, Ignacio Gago, Gabriela Mocca, Juana Orquin, Alejandro Truant Armado de tapas e interiores: Carlos Fernández 2012, Biblioteca Nacional Reserva de derechos Agüero 2502 - C1425EID Ciudad Autónoma de Buenos Aires www.bn.gov.ar ISBN 978-987-1741-36-6 IMPRESO EN ARGENTINA - PRINTED IN ARGENTINA Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723 ÍNDICE Estudio preliminar Meditaciones de un final abrupto .................. 9 por Juan Pablo Canala Agradecimientos .............................. 111 Criterios de la presente edición ................... 115 Historia de Roca. Edición crítico-genética [I]. Los constructores ........................... 123 [II]. El hogar hidalgo ............................ 129 [III]. La cepa ................................. 135 [IV]. El vástago ................................ 143 [V]. Primeras Armas ............................ 153 [VI]. Formación del jefe .......................... 159 [VII]. El país que iba a mandar .................... 173 [VIII]. El Jefe ................................. 189 [IX]. La campaña del Desierto ..................... 211 Apéndice I (Textos) Conferencia Política ............................ 255 Teniente General Julio A. Roca. El sepelio de sus restos. Elocuente demostración de duelo de Leopoldo Lugones .. 271 Roca. Un rasgo autobiográfico .................... 273 La personalidad del General Roca .................. 277 Apéndice II (Reseñas y comentarios) Libros Recientes. “Roca” por Leopoldo Lugones ....... 291 Reseñas .................................... 297 Para José Luis Moure, Jorge Ferro y Élida Lois, por su generosidad e invalorable magisterio. Para María Etchepareborda, por estos años de amistad y afecto. Estudio preliminar Meditaciones de un final abrupto por Juan Pablo Canala Antes que salga el sol Desde el guerrero que cae sobre su escudo en las Termópilas, habiendo dejado toda esperanza a la entrada del desfiladero fatal, como el ramo de mirto en el dintel de la Muerte, hasta el estoico romano que se abre las venas en su baño final, inspira a esos antiguos la misma dignidad serena del desenlace vo- luntario. Nunca más dueño de sí, el hombre. Leopoldo Lugones, Héctor el domador (1923) Esa madrugada, es posible que no lo hubiera notado, Lugones pudo haberse puesto a escribir como todos los días. Pudo no haber advertido la pesadez del calor de El Tigre. Los meses de ve- rano de 1938 de seguro eran más calurosos que los actuales. De cualquier forma, es poco probable que haya reparado en el clima. Su mente pudo haber transitado entre la melancolía, el fervor, la tristeza profunda, la decepción. Esa madrugada mientras la niebla envolvía al río, en la habitación número 6 del retiro de “El Tropezón”1, se encontraba una vez más sentado frente a un escri- torio, como desde que llegó de Córdoba, sin poder detenerse un momento, sin poder interrumpir la escritura. Momentos previos a aquella mañana, nadie sabe bien qué pasó por su cabeza, nadie 1 Sobre la elección de este retiro para llevar a cabo su suicidio se han tejido infinidad de conjeturas. Entre ellas, la acaso más peculiar y teñida de un sino ocultista es: Canal Feijóo, Bernardo, Lugones y el destino trágico. Erotismo, teosofismo, telurismo, Buenos Aires, Plus Ultra, 1976. 10 Juan Pablo Canala podría definir qué es lo que siente un hombre que, al filo del más desesperado momento de su vida, rememora y contempla, en el conjunto de imágenes que la componen, una trayectoria inusual. Desde aquellos días párvulos de escritura acalorada en La Montaña hasta sus momentos finales, defendiendo desde el púlpito del periodismo la espada que salvaría a su bien amada patria. Pero a pesar de sus cambios intempestivos, a pesar de su polémico recorrido, en sus últimos momentos, solitarios, pensa- tivos se encontraba una vez más frente al blanco de la hoja. El día anterior, por la mañana, los testigos afirmaron haberlo visto caminando dispersamente: “en una mano llevaba un pequeño envoltorio y en la otra un portafolios”.2 Es esta la descripción de un caminar errático de Lugones, la percepción de lo que lleva en sus manos en aquellos momentos finales. Papel, lápiz, el fatal bebedizo. Allí, solo, escribiendo lo que iba a ser su obra máxima de declaración política: un relato biográfico de Julio A. Roca, la efigie del militarismo modernizador y la prehistoria guerrera de una nación utópica que debía regenerarse por medio de las armas del interludio populista que, desde su perspectiva, había sumido a la patria en el desmedro y el oscurantismo. “El mundo se pone infame”3 le confesaba a Samuel Glusberg en 1924. Sus biógrafos, familiares y conocidos dijeron que en sus úl- timos momentos se encontraba consternado. Su vida económi- ca, sus relaciones amorosas furtivas, su lugar bajo la mira de la opinión pública habían empujado su mente hacia un reducto poblado de sombras. Esa madrugada llevaba consigo los papeles de su Historia de Roca, como la había llamado en varias oportu- nidades; quería concluirla, debía hacerlo aunque no podía. Esa 2 Conil Paz, Alberto, Leopoldo Lugones, Buenos Aires, Librería Huemul, 1984, p. 467. 3 Lugones, Leopoldo, “Carta a Samuel Glusberg, Ginebra, 22 de Septiembre de 1924”, en Horacio Tarcus (ed.), Cartas de una hermandad, Buenos Aires, Emecé, 2009, p. 94. Estudio preliminar 11 frustración frente a la escritura era otro de los rostros del fracaso que de seguro tenía susurrando a su alrededor. Daban casi las cinco y no había logrado avanzar ni un solo renglón. En medio de esa angustia amenazante, absorto más y más en ese torbellino de incoherencias y reproches, desahuciado, tomó tembloroso la pluma. No hubo miedo en el trazo, sino un temblor de éxtasis, de furia, de desesperación. El reloj marcó las cinco menos veinte. Escribió Lugones: No puedo concluir la Historia de Roca. ¡Basta! Deseo Pido que me sepulten en tierra, sin cajón y sin ningún signo que me recuerde. Prohíbo que se dé mi nombre a ningún sitio público. Nada reprocho a nadie. El único responsable soy yo, de todos mis actos. L. Lugones. 4 Cinco menos cuarto. Lugones solicitó al servicio del retiro una botella de whisky y un botellón de agua. Es probable que haya mirado el reflejo de su rostro melancólico en el brillo del reloj, que sus compañeros del correo le habían obsequiado hacía ya tanto tiempo, que le parecía por momentos el presente de una época mitológica. Cinco menos cinco. Ha de haber mirado por la ventana de su habitación, como buscando algo que lo deten- ga o que confirme su trágica determinación. Colocó la funesta esquela de papel en un sobre al que rotuló: “Al Juez que inter- venga”. Nadie sabrá nunca cuáles fueron sus últimos pensamien- 4 Citada por Conil Paz, Alberto, Leopoldo Lugones, op. cit., p. 467. Debe destacarse que esta es la más documentada investigación sobre la vida de Lugones. El trabajo con las fuentes del Juzgado Criminal y Correccional Nº 1 donde se radicó la causa de suicidio del escritor, aporta una claridad meridiana por sobre los mitos y especulaciones que inundaron los momentos previos a la decisión final. 12 Juan Pablo Canala tos, ni siquiera si dijo algo en voz baja, si acaso se permitió, en su intensa y plena soledad, alejado del vituperio público, llorar. Tampoco si en aquel momento crucial rememoró sus lecturas clásicas y evocó aquel rasgo que tanto le deslumbraba de los hé- roes homéricos: “Lo más hermoso que tienen es su manera de caer.”5 ¿Habrá experimentado esa sensación durante su caída? A las cinco en punto de la mañana del sábado diecinueve de febre- ro de 1938, Leopoldo Lugones acabó con su vida bebiendo un pequeño frasco de cianuro. Es posible que recordara, con cier- ta ironía trágica, las escandalosas palabras que pronunció, entre llantos de rabia y amargura, el día que murió su amigo Horacio Quiroga: “¡Envenenarse con cianuro, como una sirvienta!”6 Fiel a su estética modernista de la primera época, “uno de los ‘modernos’”,7 como lo denominó Rubén Darío, Lugones llegó al ocaso de su vida al amanecer. Cuando el sol ya se había levan- tado, exactamente una hora después, una persona del servicio llamó a su puerta como él lo había solicitado. Nadie respondió. Según los periodistas del diario La Nación, el testigo “acudió esta mañana a las 6 para llamarlo, debió penetrar en la habitación del huésped al no obtener contestación y halló al Sr. Lugones en el lecho, ya sin vida.”8 Lo hallaron desplomado en el piso, sobre un charco de sangre que brotaba de su nariz; así cayó el poeta laureado de la patria. Resulta sintomático que Lugones haya elegido el mismo día y método que su amigo Quiroga, quien sabiéndose con un cáncer incurable, también muriera un diecinueve de febrero a causa de 5 Lugones, Leopoldo, Estudios helénicos. La dama de la Odisea, Babel, Buenos Aires, 1924, p. 146. 6 Espinosa, Enrique. Imágenes de Lugones. Buenos Aires: Babel, 1981, p. 22. 7 Darío, Rubén, “Un poeta socialista” en El Tiempo, Buenos Aires, 12 de Mayo de 1896.