REVISTA EUROPEA.

NIÍM. 116 1 4 DE MATO DE 1 876. AÑO m. á las bellezas do los homófonos y á las melodías li- LA MÚSICA EN LA ANTIGÜEDAD. túrgicas y populares son capaces de penetrar seria- mente en el arte griego, pues en él la polifonía y la armonía ocupan un lugar secundario. En las consideraciones preliminares con que La segunda causa de la prevención indicada pro- M. Gevaert (1) da comienzo á la obra que vamos á cede de la aridez y de las dificultados propias de un examinar, manifiesta cómo la música de los anti- estudio de este género, en que los tratados especia- guos, que había creido siempre asunto desprovis- les, compuestos, en lo general, por filólogos y para to de interés, se le presentó repentinamente en el uso de los helenistas, son como si no existiesen toda su radiante claridad tan pronto como llegó á para la mayoría de los músicos. Y, por último, es la sus manos el interesante trabajo de Westphal sobre tercera causa, lo dudoso de los resultados positivos la métrica griega. Con un ardimiento muy superior que so han conseguido hasta ahora. á la indiferencia que le había inspirado hasta enton- Todas estas causas han dado origen á una opinión ces, dedicóse al estudio de las obras principales que so ha hecho proverbial, y que de ordinario sue- que tratan de la música entre los antiguos, renun- le formularse diciendo, que no se sabe nada deter- ciando, á consecuencia de este estudio, al plan pri- minado sobre la música de la antigüedad, y que mitivo que tenía formado de publicar un trabajo todo lo que acerca de ella pudiera averiguarse ca- comparativo de la teoría de los antiguos griegos, rece de verdadero interés para el arte moderno. porque comprendió desde luego que un ligero tra- M. Gevaert confia en que la lectura de su obra tado no llenaría el objeto de destruir las prevencio- conseguirá demostrar lo infundado de aquellas dos nes de que él mismo había participado. Así, pues, la aserciones, la primera de las cuales, dice, hubiera obra que, según su primera intención, estaba des- tenido algún fundamento hace cuarenta años, pera tinada á ser exclusivamente una breve explicación no lo tiene hoy en dia. Merced á los trabajos de de la doctrina artística de los antiguos, se convirtió Vincent, Bellerman y Westphal, el estudio de la en la exposición detenida del asunto en sus meno- música griega ha entrado en una nueva faz, ha- res detalles, después de un estudio radical y pro- biéndose esclarecido hasta los puntos más oscuros fundo en las fuentes más puras que existen, y que de la teoría armónica, mientras que la práctica mu- será el trabajo más completo sobre la Música de la sical lia ido saliendo gradualmente de las espesas antigüedad. tinieblas que la habían rodeado hasta aquí, de suer- En la introducción, ocúpase M. Gevaert de la te que se ha logrado fijar los principales caracteres prevención con que se juzgó en la Edad Media la devfts diferentes períodos del arte. teoría griega de la música, prevención que se ha La cuestión de si hemos resucitado la música de trasmitido hasta la época actual. La opinión del au- los Helenos, del mismo modo que su arte plástico, tor acerca de este punto es, sobre poco más ó me- la resuelve negativamente el autor. Según sus in- nos, la siguiente: El principal fundamento del des- vestigaciones, existe todavía en las noticias que crédito de la música griega consiste en las nuevas poseemos un vacio extraordinario que sólo podrá corrientes que ha seguido el arte musical desde hace llenar el descubrimiento de algunas composiciones tres siglos y, como consecuencia de esto, la difi- del período clásico de la música griega, pues el cultad por nuestra parle de abstraemos y de pres- único fragmento que ha llegado hasta nosotros y cindir del gusto moderno, que da la preferencia á que se atribuye á aquella época remola, es de una las combinaciones instrumentales y armónicas. En autenticidad dudosa y demasiado pequeña para la literatura y en las artes plásticas el siglo XIX ha darnos la necesaria luz en la materia. sabido utilizar las producciones de todos los pue- Pregunta el Sr. Gevaert con mucha oportunidad blos y de todas las edades; pero en la música, en si, suponiendo que la invasión de los bárbaros no donde no cabe un eclecticismo semejante, no ha hubiese dejado en pié ninguno de los edificios an- sucedido otro tanto, y sólo las personas accesibles teriores á los tiempos de Augusto y que para el estudio de la arquitectura no nos hubiera quedado, por una parte, más que la teoría de Vitrubio, y por [i] HiHüirc el théoric de Itr mitiique de l'atiliqriitt, par F. A. Ge- vaert. Gante, 1876. otra, algunas medianas construcciones de los si- TOMO VII. 31 402 REVISTA EUROPEA .—14 DE MAYO DE 1876. N.° 14 6 ylos ü y 111, no nos encontraríamos ante un dificilí- siciones aventaja el sistema musical moderno al an- simo problema. Pues uno igual ofrece para el his- tiguo, ó éste al de nuestros tiempos. toriador la música greco-romana. Indica al propio Que algunos espíritus pesimistas se opongan á tiempo que no hay que hacerse ilusiones acerca de que los estudios históricos contribuyan á formar la las probabilidades de alcanzar un resultado satis- educación artística, se explica por el punto de vista factorio, pues todo lo que so logre averiguar será subjetivo en que plantean la cuestión. Ellos ven en poco relativamente á lo que quede todavía por des- esto una causa de decadencia, un síntoma de enfla- cubrir. Pero aun cuando no nos sea dado ver resta- quecimiento en las fuerzas y en la actividad creado- blecida la antigua música en su totalidad, sin em- ras, al mismo tiempo que una cortapisa al indivi- bargo han conseguido nuestros eruditos recons- dualismo artístico. Pero el arte no puede divorciarse truir algunas de sus partes, dar una idea de su de la sociedad moderna. Vivimos en una época de forma externa y presentar una exposición bastante descomposición y de análisis, y nadie puede devol- clara de sus medios de acción. vernos aquellos tiempos sencillos en que el artista, El conocimiento completo de la doctrina musical indiferente al pasado y sin presentir lo futuro, en- griega es, á juicio del autor, condición indispensa- contraba en sí mismo y en los sentimientos que do- ble para la inteligencia del pasado con relación al minaban en su época el principio exclusivo de sus arte en la actualidad. Sin hablar del sistema griego, creaciones. ¿Y está probado, por ventura, que la tomado seguramente de los árabes y de los persas, fuerza creadora del arte se enerve al contacto de es indudable que la música primitiva de la Iglesia las investigaciones históricas? ¿No nos ofrece el latina era la de la antigua Roma, que á su vez vino renacimiento italiano, esa época admirable en que á sei" también la nuestra, después do insignificantes la civilización griega se presenta por segunda vez alteraciones, enlazándose así por un fenómeno sin- en el estadio de la historia para medir sus fuerzas gular el arte moderno, y sobre todo el novísimo, sin con la de los tiempos modernos, el brillante espec- interrupción sensible, con el mundo pagano. Si para táculo de una generación que consideraba como su esto se quiere conocer el origen, la forma, la teoría misión principal el investigar y escudriñar la cien- y las diferentes fases del desarrollo histórico del cia antigua hasta en sus más pequeños detalles? arte actual, es preciso retroceder hasta sus fuentes El autor cree firmemente que de renunciar es- primitivas. pontáneamente al estudio del arle antiguo habría Ricardo Wagner, á quien nadie atribuirá excesivo de resultar gravísimo daño á la música, por cuanto entusiasmo por la música tradicional, dice en su la despojaría de todo valor estético permanente, obra titulada La Ópera y el Drama, que no es posi- pues si fuese cierto que las composiciones Olímpi- ble reflexionar detenidamente sobre el arte moder- cas, que por espacio de muchos siglos se conside- no, sin descubrir en seguida una conexión marca- raron como divinas, no fueran para nosotros más dísima entre este y el arle griego; á lo que añade que un conjunto do sonidos más ó menos capricho- (íevaerl: «Téngase presente que el arte musical de so, ¿con qué derecho, dice él, deberíamos confiar Occidente, en ningún período de su historia ha po- en la inmortalidad de los nombres de Bach, Handel y dido emanciparse del influjo de la antigüedad, y que Beethoven? ¿No parecería, por la misma razón, á en la Edad Media, en el momento mismo en que nuestros descendientes, la celebridad de las obras pugnaba por sacudir el yugo de la Teoría griega, co- de esos grandes maestros como un mito ó como un menzó á someterse, más que nunca, á las doctrinas enigma indescifrable? ¿No sería entonces la música estéticas que volvían á dominar. Lo más grande un juego do sonidos fantásticos, sin objetivo serio, del genio de la antigüedad es que en las crisis su- sin raíces en el pasado, pomo llamarla, en fin, un premas que han renovado la forma del arte en dife- arte destinado á perderse en el vacio? La sana razón rentes siglos, en todas ellas ha hecho aquél sentir y la experiencia nos prueban lo contrario. El tiempo, su acción fecunda. Desde el siglo XVII todas las re- ose perturbador implacable de todas las formas y voluciones que su han verificado en el drama mu- de todos los procedimientos técnicos, continúa im- sical han tenido por objeto aproximarse al ideal de pidiendo que se extinga la centella divina que pro- la tragedia griega, y en este sentido Gluk y el mis- duce toda creación verdadera del arte. Por eso nos mo Wagner no son más que discípulos de los exhorta el autor á que no desdeñemos hablar del griegos.» arte antiguo bajo pretexto de que en él la armonía De esta manera demuestra el autor que la estéti- hace un papel secundario, pues, en último resultado, ca, lo mismo que la historia y hasta la música, nos y esto lo declara terminantemente, los únicos mo- conducen de nuevo á la antigüedad, sólo que mien- numentos musicales que, hasta ahora, han sobrevi- tras no ensanchemos, en cuanto sea posible, el do á los siglos, pertenecen á la melodía homofó- campo de nuestras investigaciones y descubrimien- nica. Él, lo mismo que todos nosotros, estamos con- tos, no será dable precisar en qué clase de compo- vencidos de que las obras de los grandes maestros N.° 116 H. WlCHMANPí. LA MÚSICA EN LA ANTIGÜEDAD. 403 modernos sobrevivirán á las vicisitudes del tiempo; vado á Gevaert el tratar de la teoría armónica de pero, sin embargo, nos falta el medio de probarlo. una manera más metódica, encontrar soluciones Las creaciones admirables de Palestrina, el último más precisas, descubrir datos enteramente nuevos, y el más distinguido representante de la polifonía y fijar sobre bases firmísimas, por medio del análi- vocal de la Edad Media, existen únicamente para sis comparado de las antiguas liturgias con los can- ios eruditos y los músicos, mientras que las senci- tos nacionales det Occidente de Europa, las ideas llas cantilenas de San Ambrosio resuenan diaria- de Weslphal acefea del carácter armónico de los mente en los templos del Señor, elevan el corazón modos musicales que hasta ahora sólo estaban acep- de la muchedumbre y constituyen el único pasto tadas como puras hipótesis. musical artístico de millares do cristianos. Es, por lo domas, muy natural que las cuestiones El libro de M. Gevaert está escrito por un músi- exclusivamente técnicas ganen en ser tratadas por co y para los músicos, y por lo mismo procura que un músico de profesión que conoce las analogías y su obra no afecte nunca los caracteres de una po- los puntos do contacto que presenta la práctica mo- lémica musical; analiza tan brevemente como es derna, y que pasarían desapercibidos para un filólo- posible los hechos con quo desde hoy puede con- go. Por esto mismo ha prestado Gevaert el indispu- testarse á todos los ataques de los adversarios; so- table servicio de haber dilucidado puntos especiales bre las cuestiones que están todavía por resolver, que estaban reducidos hasta hoy al estado de enig- indica la solución que considera más conveniente, mas insolubles (como la división de los tonos, la exponiendo los fundamentos que tiene para ello, y modulación, la nomenclatura técnica), logrando por por último, presenta sus propias hipótesis sólo con medio de un conjunto do descubrimientos un resul- tVcarácter de tales. Al proporcionar ni lector las tado importantísimo, y para el autor mismo el éxito noticias más curiosas, le señala las fuentes de donde más sorprendente, coronado porla evidencia de que han sido tomadas, acompañando, a! propio tiempo, la música griega, considerada hasta hace poco una traducción exacta de los pasajes en quo se apo- tiempo como refractaria para el organismo de la yan sus asertos cuando se citan autoridades griegas Europa moderna, no entraña cosa alguna especial ó romanas. que no tenga más ó menos analogía, bien con la mú- En la manera distinguida que por lo regular es sica litúrgica, bien con el arte actual. propia do la verdadera modestia, refiere el autor Al proponerme hacer un bosquejo digno de la lo quo debe á las investigaciones de Piudolfo West- obra de Gevaert, en que examine su estructura y phal, el primero que ha logrado desenmarañar la ponga de relieve los datos más interesantes, debo doctrina sobre los tonos, los modos y el mecanismo declarar de antemano quo sólo puedo hacerlo de de la anotación. Y ciertamente habrá de agradecer una manera sucinta, porque para entrar en porme- de la misma manera al gran filólogo el eminente nores necesitaría dar grandes proporciones a esle servicio de haber resucitado una ciencia que había examen. dejado de cultivarse desde hace 2.200 años: la El primer capítulo del libro primero nos introdu- ciencia del ritmo musical (1). Pero estábale reser- ce e^los tiempos místicos de Oriente, y de los cua- les sólo queda la forma de algunos instrumentos de música conservados en los monumentos egipcios, (1) El arte rítmico, como la métrica, ocupa un punto culminante en las ciencias y fin las artes de la antigüedad, (iovaert se expresa acerca de asirios y hebreos, hasta que un arte literario, que esto de la siguiente manera: comenzó en el mundo griego hacia el siglo VI, des- «Las formas ritiníca3 creadas por el genio griego, la aplicación de cubrió las huellas de la existencia musical. eslasfbrmas á la expresión de los sentimientos musicales, quedaran sieni - f«re como testimonio imperecedero de las altas (lo.es musicales de aque- El autor encuentra el origen del arte músico en lla encogida rata. En esta parte de! arle el compositor moderno encon- la primitiva unión do la palabra lírica con la musi- trará en los antiguos el manantial más fecundo para su instrucción, y cal. La aparición de una escala pentafónica que, los originales más dignos de estudio.» Sobre las divisiones de] com- según las investigaciones de Gevaerl, se encuentra pás que usamos hoy y que ha venido a ser un mal necesario, hay una ley rítmica superior, que á veces se encuentra en conflicto con el en todos los pueblos primitivos, parece remontar á compás y que no hemos profundizado bastante. En la antigüedad las una ley fisiológica del oido. divisiones del compás eran desconocidas. F.I ictns rítmico se marcaba por El número de las obras teóricas que han llegado medio de puntos sencillos ó dobles que Pe colocaban sobre las letras á nosotros es inmenso. Merced á esta antigua litera- (notas). Nosotros, como atúsico3, hemos hecho todos estudios de armo- nía; pero la ciencia del ritmo nos es sin embargo desconocida.—Rudolfo tura musical, conocemos con exactitud toda la teo- Weslphal dice: «El mundo moderno ha considerado un deber adoptar ría de los griegos; pero, en cambio, sólo poseemos cuanto nos ban dejado los griegos teóricos y retóricos, y en las demás escasos restos de obras prácticas. Gevaerl divide artes y ciencias ha aceptado como bases los sistemes perfeccionados de estas últimas en tres categorías. Comprende la pri- Jos griegos; y ¿no debemos aceptar de la misma manera para el arte mo- derno Jos resultados de los descubrimientos sobre el ritmo? Pero todavía mera las piezas y fragmentos cuya antenticidad no tenemos que reconocer que nos adehtntaron los griegos en otro punto ofrece duda alguna y que se conservan en la nota- de que nos ocuparemos más adelante: en la escala.» ción original. Son estas principalmente tres meló- 404 REVISTA EUROPEA. 14 DE MAYO DE 1876. N.° 116 días vocales, himnos á las musas, á Helios y á Né- las. Con la extinción de los eclécticos se perdieron raesis, compuestos, según se cree, en e! reinado de los últimos rastros de la música antigua, y la saña Adriano. La primera es obra do un desconocido á de los sucesos que precedieron á la ruina de Roma quien los manuscritos llaman Dionisio el Anciano; destruyeron por completo todas las demás artes de la tercera, y probablemente la segunda, de Meso- la antigüedad. En los tiempos de Carlomagno co- raedes, poeta músico de Creta. Añádense á estos al- menzaron ya á hacerse algunos descubrimientos gunos fragmentos muy cortos de música instrumen- sobre la antigua música griega. tal, como ejercicios elementales, formas de acom- En el capítulo II hace el autor la historia del arte, pañamientos, pequeñas melodías y varios ejercicios que divide en artes de reposo y de! espacio y en para un instrumento de cuerda muy parecido á artes del tiempo y del movimiento, ó sean artes nuestra guitarra. plásticas y de recreo. Cada una de estas dos clases La segunda categoría comprende dos melodías está compuesta á su vez de otras tres artes unidas que algunos escritores consideran apócrifas. La entre sí, las cuales comprenden dos triadas, subje- primera es el principio de una pieza coral, obra de tiva y objetiva y subjetiva-objetiva. La explicación Findaro, cuyo texto poético (la primera oda á Apolo somera de esta bella teoría de los antiguos griegos, f'itio) ha llegado completo hasta nosotros. El jesuíta y que admiten como válida los modernos escritores Kireher publicó el texto musical en notación griega, estéticos, constituye la parto más interesante de la suponiendo haberlo copiado de un manuscrito que obra y ha sido sacada déla métrica de Westphal. «m su tiempo perteneció a la biblioteca de Mesina, La generalización del arte entre los griegos era uno pero que hasta el dia de hoy nadie ha vuelto á en- de los sentimientos más íntimos del pueblo, y lo con- contrar. Subsisten, por consiguiente, las dudas firma el autor citando las palabras de Gervinus, que acerca de la autenticidad de este fragmento, á pe- dice: sar del juicio favorable que sobre él han emitido «En aquellos felices tiempos en que el espíritu Boek y Weslphal. La segunda melodía tiene aún analítico no había penetrado todavía en la sociedad, menos derecho á ser considerada como auténtica: ni la actividad intelectual se había desmenuzado en- es del gran compositor veneciano lienedetto Marcel- tre millares de ciencias, la poesía representaba ya lo, que la emplea en una de sus mejores composi- la sabiduría humana y no procuraba separar lo que ciones, el salmo 28, y la reprodujo más tarde en en nuestros sentimientos es indivisible.» notación griega como un himno á Demetrio. Más adelante se ocupa en la importancia de la Las obras musicales comprendidas en la tercera música en la sociedad griega. Westphal, de acuerdo categoría pueden considerarse, si no corno monu- en este punto con Curtius, asegura que la educa- mentos auténticos del arte griego ó romano, como ción musical del pueblo y la inteligencia del público la continuación cristiana de la música antigua. Los en la composición y ejecución eran más generales cantos litúrgicos de los primeros tiempos del cris- y estaban mucho más extendidas que lo están en- tianismo son, relativamente á la música pagana, lo tre nosotros. Hoy dia una persona ilustrada no tiene que el griego del Nuevo Testamento es á la lengua reparo en confesar que no conoce nada de música; literaria de la época clásica. Estas melodías so re- el que entre los antiguos hubiera declarado lo mismo unieron durante los primeros siglos de la cristian- se habría dicho de él que pertenecía á la clase rús- dad, cuando todavía el arte antiguo no había des- tica más inculta, pues, como dice Aristófanes, «un aparecido del todo, y la sencillez de los cantos, así monstruo que no conoce la música no debe ser ad- como el elemento eminentemente conservador que mitido en el círculo de las personas instruidas.» En domina en las formas de la Iglesia católica, son una Grecia el Estado se curaba muy poco de los place- garantía de que no han sufrido hasta hoy ninguna res intelectuales de la juventud, y lo único de que alteración esencial. cuidaba en esta parte era de la educación musical En la relación y brevísimo examen que hace de de los que, andando el tiempo, habían de ser sus los antiguos historiadores músicos, tanto teóricos, ciudadanos, obteniendo, en efecto, de este sistema como prácticos, ocupan los primeros lugares Ptolo- pedagógico muy lisonjeros resultados. ineo y Aristoxenes, como los representantes más Gevaert enumera los diferentes géneros de mú- eminentes de las dos grandes escuelas que existie- sica que se conocían en la antigüedad, y dice que ron en la antigüedad, tilosófica-especulativa la una, todas las clases de música moderna estaban repre- y empírica la otra. La autenticidad de sus obras es sentadas, si bien reconoce al propo tiempo su gran incuestionable, y á excepción de unos cuantos que, inferioridad en los recursos de que disponían. Las con motivo de algunas modilicaciones introducidas piezas de canto eran siempre monofónicas ó uníso- en ambas escuelas, procuraron realizar su fusión, la nas, el acompañamiento pobre y mezquino de ar- gran serie de escritores hasta la caida del Imperio monía, y los instrumentos, como es sabido, muy Romano de Occidente perteneció á estas dos escue- incompletos relativamente á los modernos. Pero la .° 116 H. WICHMANN. LA MÚSICA EN LA ANTIGÜEDAD. 405 música en la antigüedad tenía que llenar un objeto tomado de los Bárbaros, y estuvo subordinado más que la moderna. Aristóteles dice que la música siempre al Apolónico. Observaremos, de paso, que no es sino un goce más concentrado de la poesía. la música moderna pertenece en toda su extensión Tiene por misión despertar en el alma del oyente al género üionisiaco; la objetividad del principio las ideas y el sentimiento unidos para facilitar la Apolónico es completamente extraño al individua- inteligencia completa de la obra poética. Este es, lismo música! que reina en los tiempos presentes. pues, el punto céntrico en donde deben agruparse Al dar cuenta del contenido del capítulo III, en todos los elementos de ejecución, y por eso es que que el autor enumera los diferentes periodos histó- toda la fuerza de la música helénica se concontra ricos de la música antigua, y á fin de examinar con en el coro trágico, y que se necesiten medios auxi- más exactitud esta nueva clasificación, hecha por liares tan escasos que parecen increíbles para pro- primera vez en los tiempos modernos, tenemos que ducir la más profunda impresión. añadir algunas cosas ya de todos conocidas. El verdadero centro de gravedad del arte antiguo El primer período (750 á 665 antes de J. C.) es el se halla también en otros elementos muy distintos período místico. de los del arte moderno. Ni el encanto del sonido, El segundo ((¡08 á 510 antes de J. C), unos veinte ni el influjo conmovedor de la armonía, ni la nove- años antes del principio de la guerra mesenica, dad de las modulaciones son los que determinan el hasta la caída de los tiranos de Atenas, se pre- mérito de la obra, sino más bien la pureza del tono, senta como clasico-helénico; nacen en él gradual- las bellezas armónicas y la perfecta compenetración mente los diferentes géneros de música y se forman de la forma rítmica con la expresión del sentimiento. escuelas cuyas producciones en su mayor parte han No se trata aquí del canto declamado á la manera do llegado hasta nosotros. Mientras que el cultivo de Gluk, y mucho menos de las cantilenas melismálicas la música elevada había tenido lugar hasta enton- de los italianos. Una composición melódica, sobria ces en Esparta, en el tercer período (510 á 450 an- y pura en sus contornos y en su expresión, que de- tes de .). C.) se convierte Atenas en centro de las termina el sentimiento general por medio de rasgos ciencias y de las artes, y loma un vuelo inaudito la escogidos con exquisita sencillez, acompañada de vida intelectual que no ha vuelto á repetirse hasta corto número de intervalos armónicos; así es como nuestros dias. Es el tiempo de las tragedias y de los debemos figurarnos una obra musical de los an- dramas satíricos, de las comedias, de la lírica de tiguos. Píndaro y de toda clase de composiciones poéticas. Gevaert procede en seguida á examinar los dos En el cuarto período (450 á 338 antes de J. C.) grandes géneros de música, el Apolónico y el Dio- da principio la decadencia y se hace notable la mo- nisiaco. El primero es objetivo, enteramente indivi- dificación en las formas. Las fiorituras y los ador- dual, rechaza toda expresión apasionada y dirige el nos sustituyen á la sencillez de la expresión musi- alma hacia la perfección. En opinión de Weslphal cal, y se ven degenerar ios coros de la tragedia clá- es el que más íntimamente se acomoda al ideal de sica. Ya en los tiempos do Sófocles prevalecen los los antiguos, pues reúne el reposo y el contonto, la cantos solos, y en los de Eurípides las arias y due- fuerza y la majestad; por él so eleva el espíritu á las tos constituyen las situaciones más importanLes de regiones superiores en que impera Apolo, el dios lavlccion dramática, en lugar del coro clásico anti- pitio, trasporta el alma á una esfera de contempla- guo, yol primitivo canto coral de los ditirambos ción ideal, en la que, olvidando sus luch.'ts interio- degenera en un solo de bravura. A pesar de que la res, recobra fuerzas y se vigoriza para mayores aparición de un gran número de autores trágicos y pruebas. La ejecución de esta música se realizaba el interés que en el cultivo de la parte técnica to- generalmente por medio de instrumentos de cuerda, maban los aficionados parecían revelar algún pro- los que, segur¡ creía Aristóteles, eran menos acce- greso en el sentido moderno del mecanismo musi- sibles á la sensación individual que los de viento, cal, no podía ocultarse á nadie la decadencia en por lo que los consideraba más propios y conve- todos los adelantos del arte. nientes para el culto de la Divinidad. El género Después de la batalla de üueronea, al extenderse Dionisiaco, por el contrario, se presenta como pri- el Imperio macedónico (338 á 50 antes de J. C), re- vado del benéfico influjo de Apolo, del dios de la presenta la música un tristísimo papel. En este energía y de la luz. En él domina Dionisios ó Baco, quinto período, su cultivo, en el sentido más ele- y no imperan como principio regulador las leyes de' vado de la palabra, desaparece con la independen- orden moral, sino que, ora apasionado y vagabundo, cia de los griegos; la música y la palabra se divor- ora débil y sin acción, precipita el alma humana cian, mucre el arte, y pierde su carácter privile- desde la cúspide del placer sin freno en lo más pro- giado la música religiosa, que viene á ser en su fundo del dolor sin esperanzas. El carácter Dioni- generalización patrimonio común de todos los pro- siaco de la música, extraño al espíritu griego, fue fanos. 406 REVISTA EUROPEA. 14 DE MAYO DE 1876. N.° 116

Operóse, sin embargo , una reacción artística el estudio de estas dos materias era muchísimo más entre las clases más ilustradas, despertándose una complicado que entre nosotros. curiosidad ardiente hacia la antigua época clásica. El compositor de música vocal de nuestros dias Fundáronse academias en Alejandría, en Atenas y está obligado á-asimilarse un arte que en la actua- en Tarento, que procuraron en vano resucitar lo lidad se denomina simplemente Prosodia, que sin pasado, si bien la crítica, la investigación y la his- embargo no tiene ni la significación ni la extensión toria musical llegaron á su apogeo. A principios de de la métrica de los antiguos, y que parte además esta época vivía Aristoxenes, lamentando en sus es- de un principio muy diferente, pues como la cons- critos la ruina del arte músico y glorificando los trucción del verso, en todas las naciones europeas tiempos de Esquilo y de Píndaro. actuales, consiste ó se apoya en el acento, esto es, . Al concluir la República romana, comienza el sex- en la mayor expresión sobre unas sílabas respecto to período (50 antes de J. C. hasta 180 después de otras, resulta que el compositor, para hacer la de ,l. C), en que las ciencias y las artes de los grie- conveniente aplicación del ritmo musical en cual- gos habían sido ya trasportadas á Italia y apropiá- quiera poesía, sólo tiene que llenar la condición de flose su música los romanos. En los tiempos de hacer que el asunto coincida forzosamente con el Nerón, y aun en los de Marco Aurelio, estaba toda- ritmo que libremente ha escogido. La antigua me- vía en uso en todas las academias que dejamos in- dida del verso procede, por otra parte, de un prin- dicadas consultar las antiguas obras maestras. cipio distinto, que no puede alterarse, esto es, de Después de este sexto período, que cierra la se- la cuantidad ó duración relativa que en virtud de la rie de autores originales con la muerte de Ptolo- métrica haya de darse alas sílabas del lenguaje. La ineo, y que puede considerarse todavía como una combinación del verso contiene ya la forma rítmica. época relativamente brillante, principia á acen- Las relaciones do duración entre sílabas breves y tuarse cada vez más la decadencia, hasta verificarse largas y la elección de la medida, están determina- en el sétimo (180 á 500 después de ,1. C.) la extinción das por reglas precisas, y el compositor músico completa de la música antigua. Gevaert no atribuye debe sujetarse estrictamente á ellas. En una pala- esta decadencia absoluta al advenimiento del Cris- bra: la poesía moderna se pone en música, puesto tianismo , antes bien cree que merced á la tem- que el compositor lija, no sólo la sucesión de los prana organización de la Iglesia se debe, acaso, que sonidos, sino también la duración de las sílabas; la mucho de lo perdido haya podido recobrarse. antigua poesía, era en cuanto al ritmo, ya en sí y por Pudiera también dividirse toda la historia de la sí misma, música. Para hacer de ella una verdadera música de los antiguos en dos grandes épocas: la melodía, basta que el compositor encontrase una primera, que crea, dura hasta Alejandro; la segun- forma melódica y un acompañamiento instrumental. da, que reproduce, hasta la caida del Imperio ro- La división físico-matemática indicada en el cuadro mano de Occidente. De la última proceden todas anterior procede de Pitágoras, el cual, como es sa- las obras teóricas que han llegado á nosotros. bido, fue el primero que fijó la relación numéri- Gévaert caracteriza las diferentes ramas de la ca de los sonidos entre sí, por la medida de las pedagogía musical según existieron en la antigüe- cuerdas. dad, ya práctica, ya teóricamente. Por el siguiente Llegamos al final del libro 1 y me encuentro á las cuadro puede formarse una idea: puertas del gran monumento levantado por el genio helénico, á la teoría musical de los antiguos grie- A. Subdivisión física/ a. Aritmética. 6 científica I b. Física, gos, que es el objeto de que se trata en el libro II. 1. Parir especulativa ó\ l'hysicon. { c. Armonía. leórica ' Pero no sería posible, en un simple artículo sobre TlKoreticón. ¡ H. Subdivisión técui-f d. Rítmica. la erudita obra de Gevaert, entrar en el examen de Technicon. c. Métrica. aquella teoría, sin haber explanado previamente

f. Composición meló- todo el complicadísimo aparato que- es forzoso co- C. Subdivisión do dica. nocer de antemano; y siéntalo tanto más, porque í composición \

tuvieron ya relaciones comerciales con la Europa VIAJES Y DESCUBRIMIENTOS septentrional y el ¿Úrica oriental, con Madagascar, EFECTUADOS EN LA EDAD MEDIA, EN SU RELACIÓN con la India y con la China, y se crearon los dos grandes focos de civilización que so llamaban Cór- CON LOS PROGRESOS DE LA GEOGRAFÍA Y doba y Bagdad, donde no apareció una ciencia nue- DE LA HISTORIA. va, sino que los elementos dispersos del saber de los clásicos se buscan, se salvan del olvido y se II. * atesoran con los elementos de la cultura oriental. Confusión de razas y de pueblos es la ley predo- Todas estas circunstancias son parle á que poda- minante en la historia de la Edad Medía: los des- mos asignar como causas que. dieron á los Árabes cendientes de Sem y los hijos de Jafet, el Germano gran importancia en geografía, las siguientes: y el Griego, el Slavo y el Romano, el Árabe y el •1." La dilatada extensión del Imperio mus- Judio, todos juegan importantísimo papel en aque- límico. llos siglos de carácter preferentemente religioso y 2." El proselitismo y la peregrinación á la Mee?. militar. La religión santifica la guerra, y la guerra 3." El impulso dado á la inteligencia por las es- es el crisol donde van á fundirse tantos y tan diver- cuelas de Bagdad y de Córdoba. sos elementos. La guerra pone en contacto á las 4." Su antigua aíicion al comercio, aumentada á gentes del Septentrión con el culto griego y el ro- la par que fue creciendo su poder y su fe. mano político, y la guerra enlaza las tradiciones Así, la Geografía, la Etnología y la Historia en- orientales con los destinos de Occidente. Hay un sanchan sus horizontes, y unos hombres llevados vencedor y hay un vencido, y aquel inclina su frente por la audacia interesada del comerciante, y otros y pide al vencido el pensamiento y la idea. El mundo por amor á la religión ó por el deseo de ver y es- antiguo no ha muerto. Y uno de los elementos que tudiar tierras y pueblos desconocidos, realizan gran- mejor refleja la admiración del hombre que nace á des exploraciones y notables descubrimientos. Lle- la vida culta por la cultura que íué, es el elemento gan los Árabes á las mesetas del Asia central, y allí semita-arábigo-musulman, digno de estudio, porque se encuentran en las fronteras del Imperio chino; llega á formar reinos 6 imperios, y abrazando su salúdanse con las armas, pero pronto esa región de poder los dos extremos de Europa, hay un natural Asia tan suspicaz con el extranjero, entra en rela- estímulo que le lleva á ensanchar el mundo para ciones con los comerciantes musulmanes, y recibe extender sus dominios. una embajada de Ilarum-al-Haschid; tribus enteras La situación de la península Arábiga, entre el de las orillas del Niger abrazan el Islamismo, y las mar Rojo y el golfo Pérsico, entre el Egipto y la In- grandes caravanas que atraviesan el desierto abren dia, asegúrale grandes ventajas políticas y comer- nuevos caminos de vida á gentes semi-salvajes. ciales, y por esto, desdo muy antiguo, habíase dado Además, la Arabia es una península, constantemente el árabe á la navegación y al comercio. En la parto las olas van á romperse en sos playas, y familiariza- central moraban las tribus del Hedschaz, raza vigo- do con aquel espectáculo, no arredran al Árabe los rosa y noble, caballeresca y de imaginación fecun- peligros de la navegación; hombres de la Arabia son da. Nómadas, y aislados del resto de los pueblos los que hicieron aquellos remotos viajes á la India, asiáticos, salvo de aquellos que habitaban las cos- de que nos habla el Antiguo Testamento. Sin embar- tas del mar Rojo y el golfo Pérsico y tal vez del mar go, para ser imparciales, preciso es reconocer que de las Indias, llega un dia en que á la voz do un los viajes marítimos de los Árabes influyeron muy profeta salieron bruscamente de su oscuridad y poco en lo relativo á un mejor conocimiento de la trasformaron el mundo moral y materialmente. Y configuración y forma de nuestro planeta; África esto lo hicieron con una actividad asombrosa; aún continúa siendo una isla separada do otras tierras no había terminado el siglo VII y ya extendían sus por el Nilo, el mar Caspio no tenía límites y el mundo conquistas hasta el reino de Cabul, hasta las provin- terminaba en las Columnas de Hércules, perdiéndose cias de Kasehgar y el Pendjab, y tocaban la extre- por entonces el recuerdo de los viajes, históricos ó midad occidental de la costa africana. Su guerra era legendarios, de fenicios, griegos y cartagineses. A guerr;» santa, porque buscaban creyentes del único nuestro modo do ver, la causa de este fenómeno es Dios, aspirando á fundirse con los pueblos venci- el predominio del interés mercantil sobre todos los dos, mas sin abjurar de sus costumbres y tradicio- demás intereses humanos. Cierto que en la historia nes, tal vez porque se movían siempre dentro de de los descubrimientos geográficos juega gran pa- una misma faja de tierra, y por consiguiente en cli- pel el mezquino interés de la riqueza y la inmode- mas análogos; y así, cuando llegó el siglo IX man- rada codicia que, lanzando á los hombres á locas aventuras, llévanlos á ignotos países donde habitan Yéase el niimero anterior, pág. 580. razas también desconocidas; pero no es menos 408 UEV1STA EÜKOJ'EA. 14 i)]! MAYO DE 1876. N.° 116

cierto que el afán de lucro y el egoísmo del comer- cia escasa ó nula para la ciencia geográfica. A ciante desdeñan, por lo general, todo lo que no mediados de este siglo comenzó á ponerse en duda sirva á sus fines, y como al mercader le importa que las islas Canarias hubieran sido visitadas por muy poco la forma o límites de tierras y mares, y bajeles árabes, y Joaquín José da Costa da Macedo como el interés que le guía es un interés pura- publicó en 1844 una Memoria en que se pretende mente privado, se comprende que las excursiones provar que os Árabes nao conhecerao as Canarias marítimas de los comerciantes Árabes rio ténganla antes dos Portugueses. Respecto á las monedas importancia que los viajes de fenicios y cartagine- árabes encontradas en las regiones septentrionales ses, empresas que parecían nacionales y cuyo ob- de Europa, como Suecia y Noruega, Humboldt jeto era descubrir nuevas rutas y explorar apar- opina, y con gran fundamento, que provienen, no tadas regiones, con ulteriores designios de coloni- de viajes marítimos, sino de las relaciones comer- zación. ciales entre Árabes y Slavos, muy extendidas en el El Árabe santifica el comercio, y sin embargo, no interior de las tierras. logra un poderío marítimo que pueda competir con Para conocer más en detalle el valor y represen- su poderío terrestre. Al comenzar la predicación de tación del pueblo árabe en la historia de la Geogra- Mahoma sus naves eran tan toscas que no señalaban fía, digamos algo, siquiera sean escasas palabras, ningún progreso sobre los bajeles usados siete acerca de sus principales viajeros, debiendo antes siglos antes de Jesucristo. Después que las eonquis- advertir que algunos se distinguen más como geó- las le llevaron á establecer relaciones con otros grafos, y de aquí dificultades cuando se trata de hombres y pueblos, encontrando su actividad más averiguar las tierras que ellos mismos visitaron y amplia esfera para el comercio, aumentó su impor- aquellas de que sólo hablan por referencias. Y si á tancia marítima, é innumerables velas surcaron el esto agregamos la acción del tiempo y la ignorancia golfo Pérsico. Pero, no obstante, el principal co- del idioma, que lian hecho desaparecer monumen- mercio quedó limitado á los mares del Sudeste; vi- tos y relaciones de gran importancia, comprendere- sitaron los Árabes la isla de Coilan y las Maldivas, mos que la influencia de la cultura arábiga en los supónese que también las de la Sonda, y hay quien progresos de la Geografía no puede considerarse de cree hallar en las fabulosas islas de Wakwak las Mo- modo que llene cumplidamente las aspiraciones de lucas: hacia el Oeste fundaron establecimientos en un espíritu investigador de la verdad. las costas orientales de África, en Zanguebar, Mo- Entre los cultivadores de la ciencia geográfica zambique y Sofala, hasta los territorios cercanos á que pueden unir á este título el de viajeros, mere- la Cafrería. Mas repetimos que el pueblo árabe no cen el primer lugar Massudi ó Ibn Hankal. fue un pueblo marino; el afán de sus Califas era en- Hacia el año 915 residía Massudi en Istakan, la grandecer el imperio de Mahoma con sus ejércitos antigua Persópolis; desde este punto se dirigió á la de tierra firme, y los esfuerzos del navegante que- India, visitó después la costa oriental de África y daron siempre aislados y sometidos al interés indi- regresó por el Mediodía de la península Arábiga. vidual. El viajero será un turista, un curioso, si no Los originales de su más importante obra se han es un comerciante, que al volver á sus hogares con- perdido, aunque no há mucho tiempo corrió la voz tará las maravillas que ha visto, exornadas con todo de haberse descubierto un ejemplar en Conslanti- el aparato de una imaginacian oriental, y aun estas nopla. Por fortuna, consérvase un extracto de dicha excursiones legendarias se encerrarán dentro de obra con el título de Praderas de oro y minas de un estrecho circulo de personas. piedras preciosas, donde se describen varios países Se ha, con todo, afirmado que los Árabes cono- de India y Oriente de África con cierta tendencia cieron las islaa Canarias, que avanzaron hacia el muy marcada al reino mineral, sin prescindir por Oeste por el mar Tenebroso ó Atlántico y que las eso de los demás elementos naturales, indispensa- quillas de sus barcos habían cortado las aguas del bles para una descripción completa y acabada. En Báltico y de los mares del Norte. Cuéntase que ocho este extracto se hallan las relaciones de Wahad so- habitantes de Lisboa partieron de esta ciudad en bre la India y China, publicadas en francés por el 1147 con ánimo de llegar á los últimos límites del padre . Océano, y después de larga ausencia regresaron Un Hankai, nacido en Bagdad, es un infatigable hablando de grandes maravillas y portentos, ha- viajero que durante treinta años recorre y estudia ciendo cundir la idea de que aquellos mares esta- todas las comarcas que obedecen la voz de los Ca- ban vedados al hombre, porque los cubrían eternas lifas. Su libro Rutas y Reinos, escrito en 976, entra tinieblas: esta es la empresa de los Magrurinos ó más de lleno que el de Massudi en los dominios de desengañados, conceptuada hoy como fábula por la la Geografía; es una descripción geográfica, polí- mayor parte de los historiadores, y que, aun caso tica y estadística de las provincias que constituyen de ser hecho real, ella misma prueba su importan- el imperio del Islam, basada en los viajes del autor N.° 116 BELTRAN. LOS PROGRESOS DE LA GEOGRAFÍA Y DE LA HISTORIA. 409 y tal vez en obras de geógrafos anteriores, como se embarca para Crimea y el Kaptsehak y avanza las de M-Istakiri y Abu-Seid (870). hasta Bolghar, capital de la Bulgaria, ya descrita Enviados del sultán Moktadir-Billah curca del por Ibn-Fozlan. rey de los Búlgaros, lograron su conversión en 921, Hasta aquí habían llegado los Árabes; lo que hoy y en una segunda embajada fue á la Bulgaria lbn- es la Rusia Cenlral estaba poblado de seres quimé- Fozlan, que escribió la relación del viaje: de ella se ricos y cxlrahumanos; hacia Asia, el país de Gog y conservan numerosos fragmentos que dan á cono- Magog era el más septentrional del mundo, defen- cor las comarcas del Volga y suministran preciosos dido y separado del resto de los hombres por una datos sobre los primeros tiempos históricos de la inmensa muralla, espesa nieve, lúgubres desfilade- nación rusa. Ya en el siglo anterior Sallan el Intér- ros y fragosas montañas, que encerraban espanta- prete había explorado los alredoros dal mar Caspio, bles y lloros moradores, porque.allí donde los sen- por orden del califa Vatok, en busca de las comar- tidos ó la razón no alcanzan, súplelos la fantasía, y cas hiperbóreas de Og y Magog,citadas en el Coran», entonces aparecen la leyenda y la fábula, que se casi en la misma época que el noruego Other visi- forman siempre en torno de algo real é histórico, taba la Rusia septentrional. porque la imaginación no croa, en el propio sentido Pero entre todos los viajeros musulmanes, el más de es!a palabra, sino que sobre un hecho cierto, per notable es, sin duda alguna, Ibn- Batutahü Abdallah más que sólo contenga un átomo de verdad, se le- El Lawalí. Vivia en Tánger y dedicó sus primeros vantan todas las grandes concepciones de la fanta- años al estudio de las leyes; mas la ciencia del sía, y por esto es posible descarnar el mito, el derecho no logró enseñorearse del alma de Batutah cuento, la fábula ó la leyenda, y ver en su fondo la hasta el punto de que olvidara otras esferas del sa- historia de un pueblo que empieza á vivir y los ca- ber humano, sino que junto á las leyes penales y racteres morales y artísticos de la raza á que per- civiles formaban amigable consorcio las descripcio- tenece. nes del mundo y los libros de Geografía, ya escritos Las gentes de la Bulgaria dijeron á Balutah que y conocidos en su tiempo. Había nacido en tierras más allá de los confines de su reino se extendía un que lindaban con el mar Tenebroso, los últimos vasto desierto que era preciso atravesar en cua- contines del mundo, y allí nada veía ni nada vieron renta días de camino, por lo menos, para llegar al los que antes de él cultivaron la geografía descrip- país de las Tinieblas, poblado de seres que más pa- tiva; por el contrario, en el Oriente, los mares y gol- recían genios que hombres, (irán aliciente para el fos que al Sur bañan las playas asiáticas no agita- atrevido viajero; aquellas tierras desconocidas le ban sus aguas en una noche sin tin, brillaba el sol atraen, acomete la empresa de explorarlas, pero al y había estrellas para guiar al viajero ansioso de encontrarse solo en el desierto, bajo un cielo triste descubrir las islas que encerraban en sus entrañas y brumoso, que no cobija ni un árbol ni una choza, el diamante, que mezclaban con sus arenas las are- decae su entusiasmo; aquellas soledades sin fin nas de oro, y que en medio de una frondosa vege- arredran á Batutah,, que desisto de su proyecto y tación ofrecían al audaz comerciante los tan codi- bajá*á Constantinopla, desdo donde toma el camino ciados árboles de las especias. No hay en el Oriente del Kiptchak, y dejando el mar Caspio al Sur, pene- montaña, mar ó lago que, cual otras columnas de tra en Asia, atraviesa el Kharizim ó país de Khiva, la Hércules, señale por aquel extremo límites al mun- Bukaria, el Korasan y el Kandahar, hasta el valle do, y el Oriente es el teatro donde Batutah va á re- del Indo, y avanzando más allá de este rio, llega á presentar su papel de viajero: quiere ser testigo de Dolhi, bellísima ciudad, donde parece que aban- aquellas maravillas que lee, se ahoga dentro do los dona su pasión por los viajes para volver á sus an- muros de Tánger, y en 1323sale do su ciudad natal, tiguas costumbres y ser el representante de la ley y como buen creyente se encamina á la Meca. An- y del derecho. El emperador Mohamcd le nombra tes de llegar á la ciudad Santa se detiene en Egipto cadi do la ciudad y permanece dos años en üelhi é intenta remontar el Nilo, y cumplido su deber re- ejerciendo lan elevadas funciones; comprometido ligioso, penetra en Siria, y después de recorrer Per- en una supuesta conspiración, ve en peligro su vida; sia, Irak y Mesopotamia, se dirige á Aden, atraviesa pero el Sultán, rindiendo homenaje á sus vastos el mar Rojo y hace alto en Abisinia. Desde aquí, y conocimientos geográficos y al trato frecuente que costeando la península Arábiga, se encamina á las en anteriores viajes había tenido con tribus mon- islas del golfo Pérsico, famosas por sus perlas y sus golas, le encomendó una misión para el emperador inmensos aromáticos bosques , para volver pasos de China. Los pueblos rebeldes al yugo de Moha- atrás, llegando á la Meca en 133*2. med atacaron su escolta, y Batutah cayó prisio- Segunda expedición en Egipto hasta El Cairo y nero; logró fugarse, y después de mil penalidades vuelta á Siria, de donde resuelto á aventurarse en regresó á Delhi, donde se organiza nueva expedi- territorios monos conocidos, marcha al Asia menor. ción que atravesó con más fortuna el país rebelde. O 410 REVISTA EUROPEA . 14 DE MAYO DE 4 876. N. 116 Batutah, tomando la ruta del Mediodía, visitó a los pueblos, porque las tempestades y las borras- primero los puertos occidentales del Indostan, des- cas son siempre peligros que pasan, son á veces la de Cambaya hasta Calicut, y escoltado por juncos mano de la Providencia que impulsa al hombre ha- chinos, verdaderos jardines y casas flotantes, que cia el hombre para aumentar la gran familia hu- conducían los magníficos presentes del soberano mana; porque los desiertos de cálidas arenas ó de ríe Uelbi al Hijo del Cielo, se dirigió á la ciudad de blanca nieve y las montañas y los hondos valles son Khambaluk ó Pekin. Pero durante la noche una vio- obstáculos permanentes que enervan la actividad y lenta tempestad echa á pique sus barcos, y las furio- abaten la audacia del viajero. sas olas se apoderan de riquezas sin cuento. Batu- Ya en el siglo IX el comercio se había extendido tah ya no se atreve á presentarse á Mohamed, por Oriente hasta el punto do que juncos chinos abandona su servicio y se embarca para las islas abordaban á puertos musulmanes, y así se com- Maldivas, donde permanece año y medio y casa con prende que Suleiman no marchara al acaso, sino tres mujeres. El encono de un visir, que envidiaba en busca de aquellos lugares de donde venían el té su reputación, le obliga á emprender de nuevo su y la porcelana. Pero Suleiman era un mercader, y agitada vida, se embarca para Ceilan y visita á Su- si aquella atrevida expedición pudo proporcionarle matra, Java y las principales ciudades del Celeste los productos que deseaba, quedó satisfecho y no Imperio. aspiró á más: otro árabe, Abu-Zeid, fue quien es- Hasta aquí llega Batutah; los montes In-Chan le cribió ó completó las relaciones del viaje de Sulei- cierran el paso, la Mandchuria y la Siberia escapan man, adicionándolas con las de algunos otros - todavía á los esfuerzos de los viajeros de su siglo; nos, principalmente con las de Ibn Vahab, que pero hombres del Mediodía, hombres que pertene- hacia el año 875 navegó por los mares de la China cen á un pueblo culto y que se halla en incesante y desembarcó en este oscuro país. Ofrécenos la obra contacto con los pueblos que limitan la cuenca del de Abu-Zeid la primera relación de las comarcas Mediterráneo, exploran, como éstos, las regiones chinas, relación conocida ya ha tiempo en Europa, más elevadas del Asia central, primera vivienda del gracias al abate Renaudot (1). hombre, que olvidó al pasar á tierras de Occidente. Balntah, Massudi, Hanhal, Suleiman y Vahab Ibn Batutah es el Marco Polo de la civilización mu- son los musulmanes que deben figurar en primera sulmana. línea como viajeros que contribuyen á extender los Se aproximaba el año 1350 cuando Batutah dominios de la Geografía, recorriendo lugares poco vuelve á pisar el suelo de la patria. Pero aún no ó nada conocidos: tras ellos pueden citarse algunos habían terminado sus viajes: en 4352 el sultán de nombres de menor importancia , como Albiruni, Marruecos le confió una misión para los negros ha- que de 4000 á 4044 acompaña á la India al sultán bitantes del otro lado del Sahara, y, trasponiendo Mahmud de Ghazni, y recoge datos de algún interés el Atlas, visitó á Timboctu y los bárbaros pueblos sobre las provincias del Norte del Indo, y el espa- del Sudan, regresando á Marruecos para estable- ñol Ibit-Said, que hacia la mitad del siglo X1I1 viaja cerse en Fez y morir en 4377. por la Mauritania y Egipto, desciende por las orillas Estos son los viajes del famoso musulmán Ibn del Nilo y visita las comarcas orientales de África y Batutah: la narración original se perdió; sólo que- las occidentales de Asia. daron algunos extractos á que han acudido los mo- dernos historiadores de la geografía y que han sido Üe esta breve reseña histórica dedúcese que los traducidos al francés por M. üefremery. países mejor conocidos de los geógrafos y viajeros Veamos ahora qué merecimientos alcanzaron los árabes, son, como es natural, aquellos que han Acabes en sus excursiones marítimas. abrazado la religión de Mahoma, mas sin descono- A principios del siglo IX un mercader de Bassora cer remotísimas comarcas de Asia, África y Europa. llamado Suleiman surcó el golfo Pérsico y mar de Nombres que equivalen á los modernos de Irlanda, Ornan, atravesó el Océano Indico, hizo escala en Inglaterra, Schleswig, etc., lóense en sus geogra- multitud de islas, Ceilan, Nicobar, Andaman y Su- fías, refiriendo pormenores de estas Lierras y ciuda- matra, cuyas minas de oro pondera, y dejando des del Norte, adquiridos indudablemente por los atrás á Malaca y el golfo de Siara, penetró en los comerciantes que frecuentaban las vías mercantiles mares de la China cinco siglos antes de Batutah. entre el centro de Asia y la Rusia meridional. Seño- Hó aquí la superioridad, cuando se trata de descu- res del África, penetraron hasta más allá del Niger brimientos y de relaciones entre pueblos, de los en el interior, hasta Sofala en Oriente, y hasta viajes marítimos sobre los terrestres; no en baldo Cabo-Blanco en Occidente; y ahora cabe preguntar se ha dicho que la civilización se halla en razón di- recta de las millas de costa que un país tiene, por- {\) Ande nne% i-elaliovti des ludes ni, de la China, 1718.— Jouv Asiat que el mar no separa sino que une á los hombres y sepl., 184f>. N.° 116 BELTRAN. LOS PROGRESOS DE LA GEOGRAFÍA Y DE LA HISTORIA. í\\ si efectivamente los Árabes descubrieron las islas Canfú—'Cantón,—prueba de que sus propósitos co- Afortunadas. Nos hablan do Chaledat, de Lako, menzaban á realizarse, ¡ngeriéndose entre los chi- Saali, Chasaran; de los Magrurinos, errantes ó des- nos, cuyos conocimientos geográficos sirvieron engañados, que después de navegar once dias ha- para ilustrar no poco á los viajeros musulmanes; cia el Oeste y veinticuatro hacia el Sur, vieron apa- pues Fa-hian en el año 400 y Riñen-Shang hacia recer entre las olas una tierra desconocida que 635 habían recorrido gran parte de Asia, dando no- hallaron poblada de ovejas, de carne tan amarga, ticia á los suyos de lejanas comarcas y extraños que no la pudieron comer; y en otra isla, á que pueblos. Sabemos además que en el siglo IX Vahab abordaron después, dijéronlcs sus habitantes que y tal vez el mismo Abu-Zeid toman el camino del si navegaban más hacia Occidente se verían envuel- mar y llegan ú Canfú, término del comercio maríti- tos en densas tinieblas. Ahora bien ¿qué islas eran mo de los árabes que, no satisfechos, suben más estas? ¿Eran las Canarias? Maltc-Brun hace de Lako, al Norte hasta Pekín y allí se convencen do que la Langarote; de Saali, Fuerteventnra; de Chasaran, costa oriental do Asia aún no es conocida en su to- Tenerife, y supone que las islas de los Magrv,rinos talidad. Y todas esas '.ierras que se suponen en la son las Canarias, fundándose en que regresaron al costa y multitud de islas que hay en los últimos puerto de Asfl , en la costa occidental de África. confines del mar Amarillo, ofrecen gran arsenal á Pero, aun admitiendo que estas hipótesis dejen de la imaginación y son las comarcas de los genios, -de serlo para ser verdades, y que, regresando los Ma- los enanos y gigantes, de animales monstruosos, grurinos por Asü, las islas que vieron hubieran de ser de reyes poderosísimos y ciudades encantadas. Así necesariamente las Canarias, ¿qué importancia tiene lo comprueban las Mil y una noches, y principal- para la Geografía ver una isla, darla un nombre y mente los viajes de Simbad el Marino, donde algun volver á África ó á España sin saber la distancia que auto;1 moderno ha tratado do buscar datos de cierto la separa de las tierras más próximas, sin traer nin- interés para la historia de la Geografía (1). Este gún recuerdo de ella y sin dejar allí ningún vestigio aspecto maravilloso que se da á los países no cono- queatestigüe en su dia el descubrimiento y modifi- cidos es general á todos los tiempos y lugares, y que en un sentido de progreso la vida de sus mo- revela el espíritu geográfico de los pueblos: si en radores, si los tiene? ¿Es esto un descubrimiento? alguno escasean estas fábulas—que no son muchas No; esto es, á lo más, la base necesaria para que veces más que exageraciones de cualidades, vicios luego se haga el descubrimiento: se dice y se re- y virtudes de los hombres ó restos muy desfigura- pite que al Oeste do África hay islas y archipiélagos dos de antiquísimas tradiciones,—poco interés ofre- esparcidos aquí y allá sobre las aguas del mar Te- cerá en la historia de la Geografía, ¿ftué importa nebroso; los geógrafos se hacen eco de estas habli- que en tal ó cual región vivan hombres con cabeza llas de los pueblos de la costa; la tradición las va de monstruos marinos, ó las serpientes hagan in- trasmitiendo de padres á hijos, hasta que llega el habitables sus feraces campos? La idea nace y se dia en que uno ó varios navegantes se lanzan al mar da el primer paso, trascurrirán años ó siglos, irá con ánimo de conquistarlas, si sus pueblos son sal- aumentando la curiosidad, y el hombre, guiado por vajes, ó con intención de entablar relaciones mer- esa fuerza misteriosa que le lleva hacia lo desco- cantiles si son cultos ó semi-cultos; entonces se nocido, ensanchará el mundo y entregará nuevas realizará el descubrimiento..Y do esto hay mucho razlís á la historia. entre los árabes: tenían el defecto de no marcar las Resumiendo, podemos decir ahora que los cono- distancias, y do aquí conjeturas y más conjeturas cimientos geográficos de los Árabes, más allá de los cuando se trata de saber, por ejemplo, qué isla era límites del mundo romano, se refieren principal- Sahabia, la del ámbar amarillo, cuál Lake, la de olo- mente á los extremos Sudoeste y Este; los Romanos rosas maderas, y tantas otras que se hallan en el conocieron la Libia y costa septentrional de África, mismo caso. y los Árabes hollaron las arenas del Gran Desierto, Respecto al Asia, hemos visto á unos viajeros re- recorrieron la Nigrieia y vieron deslizarse las aguas correr las estepas septentrionales del mar Caspio, del Nilo occidental ó Niger; los Romanos supusie- subir á Kirghiz y descender por lo que hoy se llama ron la existencia de un dilatado territorio más allá Turquestan, y á estos mismos y otros avanzar hasta del Ganges, y los Árabes trasponen el Ganges y la los mares de la China y visitar la capital del Celeste península de Malaca, golpean con sus remos las Imperio. Ya en los primeros dias del poder muslí- olas del grande Océano, visitan el Imperio chino, mico, gentes enviadas por el califa Valid—704 á descubren islas al Sur y predicen tierras al Orien- 715—atraviesan el Kaebgar y se internan en China, te. Al Sur las que con seguridad puede afirmarse y desde entonces comienzan á ser frecuentes las conocieron son las Maldivas: en cuanto á las islas tentativas para entrar en relaciones con el citado Imperio. En el año 8í>0 los árabes tenían cónsul en Walckflnaer; Analyse geeffrapiiique tlet voyages de Síadbai- 412 REVISTA EUROPEA. 14 DE MAYO DE 1876. N.° 116 de la Sonda, enclavadas en la parte de la Oceanía tiempos medios, á la vez que se recogen las ense- que se llama Malasia, ya no es tan fácil determi- ñanzas de ilustres varones griegos y romanos, la nar si todas ó alguna llegaron á ser descubiertas ciencia de los Árabes se enriquece con las obras de por los Árabes. Citan á Kala, Djaba, Suborno, y se Istakiri, autor de una Geografía con caracteres his- quiere hacer de estos nombres Sumatra, Java y tórico-descriptivos; con las Recreaciones geográfi- Horneo, fundándose en que muchos de los produc- cas de Edrisi de Ceuta (1), ó Geographia nnbiensis, ios que sus barcos traían de Oriente, alcanfor, cam- según la traducción latina que se hizo en los últi- peche, marfil, parecen propios de estas islas. Tam- mos años del siglo XVII; con los escritos de Yakut bién se ha preguntado si las islas de Wakwak son y Kazvini, publicados en Alemania en 1866 y 1869 las Molucas,y si era posible que, penetrando per el respectivamente, y con la célebre Verdadera si- estrecho de Malaca y aventurándose en el mar luacionde los países (2), de Ismael Abul Feda, prín- de Java, hubieran llegado á la extremidad oriental cipe de Hamah, en Siria, que murió en 1331, pu- de la Malasia, observando que en Mindanao y otras diendo añadir á estos nombres los de Albiruni, El islas oceánicas se conservan vestigios de lengua y Bekrí y otros de menor importancia. religión árabe y persa. No hay, que sepamos, nin- Los progresos de la Geografía trascienden inme- gún dato para afirmar explícitamente tales hechos diatamente á la Historia, porque la Geografía des- y suposiciones, pero de aquí no deducimos la con- cribe y estudia la tierra, y la tierra es el plano don- Irana, la negación rotunda, máxime que, no siendo de nacen, viven y mueren hombres y pueblos. Si imposible, es probable que tal sucediera, dada la consideramos la Historia como simple narración de intrepidez y osadía del comerciante árabe, sólo que hechos acaecidos en edades que fueron, como estos conforme á nuestro principio antes asentado, como hechos se refieren al hombre, su agente, y como el es el mercader quien visita las tierras oceánicas, el hombre es ser de espacio y el espacio que ocupa es conocimiento que de ellas se adquiere es vago y se la Tierra, se comprende la imposibilidad de histo- generaliza muy poco-, no es aún el descubrimiento, riar el hecho y trasmitirlo íntegro en todos sus por- lal y como nosotros lo entendemos. menores y detalles sin el previo conocimiento ote Los países septentrionales presentan muy poca los lugares que fueron teatro de tal ó cual empresa novedad en la geografía de los Árabes; salvo escasa ó memorable suceso. Si damos á la Histora el alto diferencia lo mismo supieron los Romanos de todo sentido filosófico que ha alcanzado, y con justicia, HI litoral del Ponto-Euximo. Las embajadas á la en los tiempos modernos, obvio será también en- Bulgaria sirven, sí, admirablemente á la historia, tender cómo del exacto conocimiento de las regio- pues proporcionan detalles de gran utilidad para nes ó comarcas donde habita una raza ó mora un el conocimiento de los orígenes del pueblo ruso, pueblo, dependa muchas veces el de las leyes áque y los viajes de Balulah nos enseñan que las co- han obedecido y obedecerán ese pueblo y esa raza marcas situadas entre el mar de Azof y el mar en su desarrollo histórico. La inteligencia del hom- Caspio ofrecían, como hoy sucede, escaso aliciente bre es tan poderosa, que suele alterar profunda- á pueblos activos y emprendedores, y nos muestran mente las condiciones privativas de los lugares en que aún no se tenía la más ligera noción de la Si- que vive, pero esto acontece después que las in- heria ni de la China septentrional. fluencias de la naturaleza exterior han impreso en En suma, el mundo de los Árabes era un mundo la raza caracteres indelebles. todavía muy incompleto, pero contenía como en Los geógrafos árabes nos describen el mundo ;;érmen los graneles descubrimientos que inmorta- que conocían; aquellas tierras que los últimos ro- lizaron al siglo XV y dieron importancia capital en manos pintaron con líneas vagas y confusas ad- Geografía á los siglos de la Rolad moderna. Batutah quieren ahora fijeza y colorido; se habla de sus continúa á Marco Polo, los Magrurinos presagian ciudades, de sus rios, valles y montañas; se deter- ;\ Colon, y Suleiman, Vahab y otros oscuros nave- minan á veces sus límites; se reseñan los usos y gantes comienzan la exploración de los mares del costumbres de sus moradores; en una palabra, se liste y Sur que, andando los tiempos, ha de crear en va haciendo posible la Geografía histórica, la cien- lo que se pensaba inmensas soledades de agua un cia que estudia la Tierra como el campo de la His- vasto archipiélago que se denominará Oceanía. toria. El libro de Yakut, Indicador de los países por Además, preciso es no olvidar que los Árabes orden alfabético, es una colección á manera de Dic- causaron un notable desarrollo en la ciencia geo- cionario de interesantes noticias de todos los países gráfleo-descriptiva. Sabemos que algunos de los viajeros citados escribieron libros, donde á sus pro- (1) Vivía en la corte do Hogerio II, rey de las Dos Siciüas, y escribió pias observaciones añadían los conocimientos ad- dicha obra para explicar el monumental planisferio que este principe .se había mandado construir. Representaba el mundo conocido de los Ára- quiridos en el estudio de la Antigüedad clásica, é bes y los Griegos. inclinándose hacia esta pendiente, universal en los (2) Muy extensa en la descripción de Siria, Arabia y Egipto. N.° 116 T. MALASPINA. CRISTÓBAL COLON. 413 que constituían el Califato; y al describir la Siria, la «La casualidad quiso que su patria y su ori- Arabia, el Egipto, hace por la historia de Sirios, gen fuesen menos conocidos con exactitud; y por Árabes y Egipcios tanto como el que narra los he- esto algunos que quieren oscurecer de cierta ma- chos que allí pasaron; ambos se completan, el uno nera su gloria pretenden que nació en Nervi, otros recoge lo que vio ú oyó, el otro pone el sello de en Cugureo y otros en Buggieseo, pequeñas aldess verdad haciendo patentes las relaciones del lugar cerca de la ciudad do Genova, y situadas en su con los caracteres y condiciones del hecho. Sin co- misma costa. Otros que quieren ensalzarlo dicen que nocer la historia de los árabes, con la sola lectura era do Savona, y otros del mismo Genova. Algunos del libro de Yakut se pueden trazar los rasgos ge- llegan hasta atribuir su nacimiento en Plasencia, nerales de la civilización oriental musulmana. pueblo en que viven algunas personas muy consi- La Historia universal es la historia del género hu- deradas de su familia, y en cuyo cementerio se ven mano, y cuando la Historia se desenvuelve some- bastantes tumbas con las armas y el nombre de Co- tida á un pueblo ó á una idea, Roma, Cristo, Ma- lon.•« (Historie, o sia la vera relatione della vita é homa, no hay historia universal; para que la haya dei fatti delC Amfniraglio C. Colombo, por D. Fer- es preciso abarcar todos los pueblos y razas, y para nando Colombo, Venecia, 157-1; traducción de Ulloa, ello es necesario conocerlos, y conocerlos en sus página 1.) mismos hogares, y hé aquí cómo Massvdi, Hanhal, ¿Ignoraba I). Fernando Colon el lugar del naci- Batutah, Swleimath VaAab, Istakiri, El Edrisi, miento de su padre? Esto no es presumible. Y si lo Yakut contribuyen con sus viajes y sus libros á sabía, ¿por qué no lo dijo? Si Cristóbal Colon habni aportar nuevos elementos á la Historia. Pertenecían nacido en Genova, como parece indicarlo su testa- auna de las razas más grandes de la Edad Media que, mento, testamento cuya autenticidad ha sido puesta extendiéndose prodigiosamente por Asia, África y en duda varias veces, ¿por qué D. Fernando no dio Europa, obligó á pueblos que vivían separados de su testimonio? Por el contrario, se indigna contra el las ciencias y de las letras, y que, rudos y agrestes, genovós Agustín Guistiniani, obispo de Nebbio, que, desconocían las ventajas de la civilización, á levan- en su Salterio, hacía nacer á Colon en la plebe ge- tarse de su oscuridad para venir á figurar en la novesa. Historia, mostrando que las leyes que rigen el des- Siendo yo nacido en Genova... dice el almirante envolvimiento y progreso de la sociedad humana en el acta de constitución del mayorazgo. En la pá- son siempre las mismas para todos los tiempos y gina en blanco de un breviario que le había dado para todas las razas; la guerra, la conquista, el co- el papa Alejandro VI, y que se encontró en Roma mercio y el viaje que, acercando unos á otros hom- en 1785 en la biblioteca Corsini, se lee de puño y bres, preparan el dia en que la única ley y lazo sea letra de Cristóbal Colon: Lego este libro á mi patria la fraternidad universal. la república de Genova. Estas palabras fueron escri- RICARDO BRI.TRAN Y RÓ/.PIHE. tas por Colon en el momento de morir, en Vallado- (Continuará.} lid, el 4 de Mayo de 1506, y son el comentario de Siendo yo nacido en Genova. Cristóbal Colon nació, pueis, no en la ciudad de Genova, sino en la repú- blica de Genova. Documentos descubiertos hace al- CRISTÓ1UL COLON. gunos años nos permiten asegurar que el almirante EL LUGAR DE SU NACIMIENTO. vio la luz en un pueblo, genovés es verdad, pero si • tuado en Córcega, el pueblo de Calvi. Tantos autores han escrito acerca de Cristóbal Estos documentos son, ni más ni menos, que la Colon, que parece mal hablar, después de ellos, partida de bautismo de Cristóbal Colon, y otras par- del gran navegante; sin embargo, vamos á tratar de tidas en las cuales figura como padrino. En la de su llamar la atención pública sobre una reivindicación nacimiento se dice que «Cristóforo, hijo de Dome- ya hecha por algunos escritores corsos, como Hor- nico Colombo y do Susana Rosa Fortuna, es del pue- lensio Savelli y A. Arighi, y por el abate Casanova blo de Calvi.» en notables artículos que ha publicado en la Revista Una copia de esta partida fue enviada al director de Nájmles. de la Enciclopedia del siglo XIX; en efecto, con- Hasta hoy no se conocía con certeza la fecha ni sultando esta obra vemos que «Colon nació hacia el lugar del nacimiento de Cristóbal Colon; todos el año 1440, de un simple obrero tejedor, en los sus historiadores estaban de acuerdo en que había Estados de la república de Genova, según la mayor visto la luz primera en los Estados de la república parte de los autores, y en la isla de Córcega, si se de Genova. El mismo D. Fernando Colon, hijo del ha de dar fe á algunos manuscritos descubiertos re- navegante, había guardado el silencio más miste- cientemente.» rioso. En aquella época, en efecto, el pueblo de Cídvi 414 REVISTA EDBOPKA.- -14 DE MAYO DE 1876. N.° 116 formaba parte integrante de la república do Ge- de Nájera, algo antes de los fueros de Sepúlveda y nova, pero en realidad era un pueblo corso; y los de Cuenca, medio siglo después de los Usatjes de corsos, comprometidos en una lucha secular con la Cataluña, y á cien años de distancia de los Fueros república de Genova, eran considerados como re- coleccionados de Aragón. beldes por todos los Estados de Europa: esto ex- Dados estos antecedentes, puédese compren- plica la indiferencia del padre y el silencio miste- der que las bases de la vida portuguesa en aque- rioso del hijo. Colon, que conocía su época, dudó lla época fueron las mismas que las de la vida quizá de proclamarse, ante ios reyes de Europa, castellana, si bien dos particularidades influye- compatriota de aquellos altivos insulares que re- ron en ella de un modo suficiente á constituir chazaban enérgicamente toda dominación extran- una seria diferencia. La primera, el reconoci- jera y que, cuatro siglos antes, habían organizado miento que hizo Alfonso Enriquez del Señorío entre ellos cierto comunismo municipal. de Roma, á la que se obligó á pagar tributo, al En suma: Genova, en su reconocimiento tardío, | mismo tiempo que tomaba por armas las cinco lla- puede elevar estatuas al gran navegante á quien gas de Cristo y los treinta dineros porque éste fue sus pilotos y sus capitanes instruyeron en las cien- vendido: detalle importantísimo, que pesa como cias marítimas; eso está muy bien y lo aprobamos; mano de hierro sobre la historia del vecino reino, pero no puede, de hoy más, seguir en su empeño do obligado, durante todo el siglo XIII, á vivir ajeno quitar al siempre jlelGsúvl el honor de haber sido la al movimiento de la Reconquista española, olvidado cuna del gran Cristóbal Colon. de toda Europa, desvanecido y sofocado entre las T. MALASPIXA. excomuniones de Roma y la cólera del Océano, y (Revue litteraire.) que después, aun triunfante la realeza á fines del siglo XIV con Juan de Avís, y ya mediado el si- glo XVI que había visto las glorias de Manuel el afortunado, la expedición de Vasco de Gama y el EL PORTUGAL CONTEMPORÁNEO. esplendor de Lisboa, abre las puertas á ¡os jesuítas y hace que se afirme el imperio de éstos en aquella tierra como en ninguna otra parte del antiguo con- (Continuación ) * tinente. II. La otra circunstancia es la fuerza extraña que las clases privilegiadas loman en Portugal casi desde Miembro de la gran familia ibera, el portugués los primeros dias de la monarquía; hecho debido á lleva en sus venas la sangre que un gran orador de la manera de haber sido repartidas las tierras, á la la República anglo-amoricani ha calificado de la misma excepcional importancia del clero, y á la más orgullosa de Europa. Sobre sus progenitores falta de aquellas guerras con el moro, que hicieron pasaron, como sobre los nuestros, la dominación posible en Castilla y Aragón el ensanche de la pro- romana, la invasión gótica y la algarada arábiga, piedad individual y el enaltecimiento de las clases nuizá ellos fueron también, con nuestros padres, á inferiores. Y esta circunstancia tiene gran valor, la legendaria tierra de Asturias á escribir la primera porque toda vez que al pechero le faltaba tierra página do la epopeya de la Reconquista; pero de donde esperar, y el castellano le cerraba con sus hecho sus nombres no figuran en la historia hasta armas el paso para el interior de la Península y el que en el siglo XII, constituido el Condado de Por- corazón del mundo civilizado, se explica muy bien tugal por nuestro Alfonso VI para su yerno Enrique que, así el ribereño del Duero como el montañés de fiorgoña, que de Francia había venido á tomar de Marao, el llanero de Extremadura como el pes- ¡jarte en la cruzada de Occidente, rivalizando en cador délos Algarves, rendidos y desorientados, se renombre con el mismo Cid, y obteniendo como pri- volviesen al inmenso piélago, á preguntar si tras mera y más valiosa recompensa la mano de la in- aquella línea de plata, donde el cielo, preñado de fanta Teresa y el gobierno de! país, comprendido azul, tachonado de púrpura, y vencido por la ri- entre el Miño y el Mondego, un hijo del de Bor- queza de su luz y la palpitación de sus estrellas, se dona (Alfonso Enriquez) alzó bandera por inspi- inclina dulce y blandamente á descansar, existía el ración celeste, fundando la independencia de su mas allá que siempre forja la fantasía y acaricia el reino sobre los cadáveres de cinco emires, las ro- deseo, con tanto mayor vigor, cuanto más dura es las lanzas de los castellanos, y la voluntad del país, la realidad; si tras aquel velo misterioso y seductor formulada en las Cortes de Lamego, casi al mismo se ocultaban nuevas comarcas, nuevos jardines, tiempo que se escribía en Castilla el Ordenamiento nuevas ciudades, nuevas tierras donde vivir sin la marca de los señores, las cadenas de la miseria y la Véase el numero 1 !4, pág. 359. conciencia vaga, pero alentadora del destino, ator- N.° 116 K. M. LABRA. EL PORTUGAL CONTEMPORÁNEO. 415 mentada por la horrible é implacable certeza de la demasiado grande para caber ea las páginas Je la impotencia. Historia. Naturalmente estos pormenores no son extraños Cuando yo escucho las críticas que se hacen de al carácter general de la historia en aquella época; Portugal; cuando yo oigo cómo se pondera su petu- la influencia de la Iglesia y el poder de los Señoríos lancia, nunca puedo prescindir de que, si hay algún también en España se daban, pero no con la viveza pueblo en el mundo capaz de tener ciertas preten- y de la manera que en Portugal. siones á la inmortalidad, ese pueblo es el pueblo lu- Y esto así, relaciónense por un momento estas sitano. Otros han hecho iguales hazañas; nosotros condiciones morales de aquel pueblo y las cir- mismos las hemos sobrepujado; pero, ;qué diferen- cunstancias físicas de aquella comarca. Portugal cia de condiciones! ¡qué diferencia de recursos! No era una estrecha faja de tierra, casi podríamos de- es posible olvidarlo; Portugal era unpuñadode hom- cir el borde occidental de la Península ibérica. Dis- bres, casi una familia, y sin embargo, realizó aquella taba materialmente extraordinarias jornadas del fantasía, aquel sueño de los siglos XV y XVI; y he corazón de Europa, y los cabos de la Roca y de dicho bien aquel sueño, porque á poco se disipó vol- San Vicente eran y son las extremidades del mundo viendo el gigante de las Mil y una noches á su triste antiguo, que ora parecen estribos de un puente fan- condición de hombre, atacado y comprometido por tástico que hubiera de salvar los abismos y juntar las miserias de la realidad. El encantamento cesó: los hemisferios, ora semejad un reto de la madre desparecieron los brillantes, y la púrpura, y la re- tierra, á las iras de ese mar de la epopeya, que se fulgente corona, y el mundo de servidores y de llama el Atlántico. El portugués vivía materialmente esclavos, y quedó el pobre labriego, sobre la tierra en el extremo del mundo, mientras, por otro lado, yerma, al pié de los conventos, bajo el látigo de los apartándose, desde fines del siglo XII de guerrear j señores. con los moros y no peleando con el castellano más ¿Quién produjo estos resultados? Tros grandes que por acaso, podía decirse que estaba entregado despotismos porque Portugal atravesó desde el si- á sí propio, á los impulsos de su sangre soberbia, glo XVI. El despotismo religioso de los jesuítas; e¡ al espectáculo incomparable de las dos inmensida- despotismo monárquico de nuestros Kelipes; el des- des, del mar y el cielo, y á la influencia absoluta do potismo mercantil de los ingleses. Y con ellos, la aquel catolicismo intolerante de los últimos dias de misma exageración de sus conquistas y el carácter la Edad media, que si bien mataba el pensamiento de su colonización. para impedir sus relámpagos, comunicaba al devoto Para el primero de aquellos despotismos estaba el convencimiento íntimo de su superioridad infi- el terreno grandemente preparado. Alfonso Enrí- nita, como poseedor de la única verdad y de la di- quez, al ceñir la corona y crear la independencia cha eterna, sobre el infiel ó el hereje, anacrónico portuguesa, se había reconocido vasallo de Roma, y trasunto del bárbaro y del extranjero de los tiem- do aquí un predominio de las fuerzas sacerdotales, pos griegos. y aun del mismo Papado, antes de que ésto se hu- Así, yo me explico cómo Portugal, apenas se biese hecho fuerte en el Código de Graciano. Aquel constituye de un modo estable en el siglo XIV, aco- clero se presenta en los siglos XII y XIII, como mete sus empresas marítimas, porque para lanzarle quiza ningún otro de Europa; pretendiendo, aparte á estos empeños había una complicidad manifiesta de sus inmunidades personales y de la cobranza de la historia, de la sangre y de los grandes ele- del diezmo, el tercio de todas las sucesiones, y con mentos de la naturaleza; y así, sin extrañeza, pero estas ventajas materiales la jurisdicción sobre matri- con admiración, veo á aquel puñado de hombres monios, testamentos, juramentos y contratos entre ir al África, conquistar á Ceuta, correr al Cabo Non, personas ó sobro cosas eclesiásticas. Y si bien, al anclaran Guinea, desafiar al diablo en las aguas de terminar el siglo XIV, Dionisio y Pedro el Justi- las Tormentas, preceder á Colon con el gran Vasco ciero, después de grandes luchas con el Papado, de Gama, poner su planta en el Brasil con Pedro que por boca de Honorio III se había atrevido en Alvarez de Cabral, reducir á Mozambique, apode- 1224 á amenazar á Alfonso II con «desatar al pueblo rarse do Goa, entrar en el golfo Pérsico, visitar la del juramento de fidelidad y mandar á otros prínci- Decanía, emular las increíbles hazañas de Cortés y pes que le despojasen de sus Estados» con motivo de Pizarro, con aquellas dos grandes figuras de de las discordias entre el Rey y el arzobispo de Almcida y Alburquerque, y después, agigantados Rraga, y que á poco, por boca de Inocencio IV, en con la contemplación de sus gigantescas empresas, 4248, depuso al rey Sancho, dando la corona á Al- al lado de la poquedad de sus recursos y de su pe- fonso III, si bien, repito, logran para la monarquía el quenez con relación á Europa, soñar con el dominio regio plácito, y promulgan las leyes de 1362i y 1329, del Universo, al par que la pluma de oro del inmor- que prohibían al clero la adquisición de bienes tal Camoens condensaba en la epopeya lo que era raíces, prohibición ampliada en 4374 por las Cortes 416 REVISTA EUROPEA. 14 DE MAYO DE 1876. N." 116

de Lisboa, muy luego, en el inmediato siglo y no tienen, digo, ni aquella tentativa de iglesia na- en la Edad de oro del reino lusitano, Manuel decla- cional que acusa entre nosotros el rito mozárabe, ra inmunes para el impuesto los bienes de los ni aquel conato de herejía del herético reino de conventos y del clero, y Juan III renuncia el privi- Aragón hasta que vienen á España los enviados de legio regalista, da al clero jurisdicción temporal Cuny. En Portugal jamás hubo respiradero para la sobre sus vastos dominios y abre las puertas á opresión religiosa, y sólo si se tiene en cuenta que los jesuítas y á la Inquisición española. Asi la casa la espina que llevamos en nuestra vida social, data de Avíz retrocedió en el camino emprendido por los de la falta de movimiento religioso, ahogado en Es- últimos monarcas de la de Borgoña, que al fin ha- paña al mediar el siglo XVI, se podrá imaginar toda bían logrado, en cierto modo, emancipar á Por- la gravedad de la situación de nuestros hermanos tugal de Roma, favoreciendo al clero lusitano y de las desembocaduras del Miño y del Tajo, que han apoyándose en ól por medio de las concordatas con- sufrido la Inquisición nada menos que hasta 1820. tra el Papado , y además habían conseguido poner Es sin duda una dicha para nosotros que hoy cierto límite á la importancia del orden eclesiástico apenas haya en España, entre las gentes de cierta con las leyes de desamortización. Asi bajo la casa de cultura y que de propia voluntad no se pongan fue- Avíz, á la cual van unidas casi todas las glorias lu- ra de las exigencias morales ó intelectuales de la sitanas, pudo el clero oponerse en 1483 á la entrega época, quien tenga por discutible el principio de la de la plaza de Ceuta si no se obtenía permiso del libertad religiosa que, á partir de la paz de West- Papa; y éste pudo conceder á la orden de Cristo los falia, viene constituyendo una de las bases del de- países descubiertos en Ultramar; y el Concilio de recho público moderno. Esto es una consecuencia Trento fue admitido en 1369 en el reino poriuguós, del profundo movimiento político y social de 1868, no sólo sin reparo, si que con la fórmula ainda que y una razón más en apoyo de la bondad de aquel fosse con prejuino da jurisdicao real. Y de esta principio, que sólo en fuerza de su excelencia ha suerte la Compañía de Jesús entró en la socie- podido en tan brevísimo tiempo apoderarse de todos dad portuguesa para secar con sus mansas influen- los espíritus, disipando las sombras y las preocu- cias el pensamiento lusitano, y tan decidida á echar paciones que sobre este particular padecían la vís- raíces en el nuevo país y á conquistarle para sus pera de Setiembre, aun hombres ilustres y leaders vastos planes, que no titubeó en hacer la causa del eminentes de nuestros partidos políticos avanza- vecino reino y en afrontar las iras de los reyes de dos. Pero esta misma circunstancia produce cierta España cuando Portugal dio el grito de independen- dificultad par-a que en estos tiempos de libertad cia en los días de Felipe IV. Y de este modo tam- y expansión el espíritu vuelva sobre los pasados bién el Santo Oficio logra ocupar un sitio en el tiempos de recelos y desconfianzas, así como para cuadro de las instituciones de aquel naciente pue- que sea comprendida en toda su amplitud y domi- blo, con el propósito de extremar los horrores que nada con toda seguridad la intolerancia de dias un había producido en España, llevando en Portugal á tanto lejanos, y el exclusivismo religioso, que junto la hoguera, en menos de un siglo (hasta 1732), sobro con la esclavitud de nuestras colonias, nos hacía mil trescientos hombres, condenando á más de vein- aparecer como una deplorable excepción en el tres mil, cayendo como insaciable buitre sobre los cuadro de la civilización contemporánea; ¡infame mejores bienes que en aquella explotada tierra ha- atentado contra la conciencia individual, abierta á bían escapado á la avaricia de los conventos y á las todas las aspiraciones y á todas las ideas; pero san- usurpaciones de los señoríos; y aventando, en fin, tificado en nombre de otra conciencia que no puede de aquel país ya excitado y descompuesto por el gozar de la serenidad y el encanto que proporciona incesante flamear de una imaginación insana en un la posesión de la verdad eterna, sino entre vapores cuerpo enfermo, todo lo que prometía resistencia, de sangre, oleadas de lágrimas y gritos de horror, todo lo que auguraba energía, todo lo que podía ser que impíamente son ofrecidos como incienso y iniciativa, lodo lo que por algún concepto semejaba hosamna al Dios del sacrificio y de la misericordia, palpitación, contraste, lucha, movimiento, vida. trocando el altar de Cristo en el ara humeante y Es difícil, muy difícil abarcar en un momento toda monstruosa de Moloch! la gravedad y la trascendencia toda del influjo de Porque la intolerancia religiosa es la madre de los jesuítas, mejor dicho, de la tiranía religiosa en las religiones oficiales, en que los rezos son de Portugal; pues que el jesuitismo, instalándose sobre oficio, y bajo las cuales, mientras los directores la base de la intolerancia religiosa y de los privile- murmuran- «Paris bien vale una misa», ó intentan gios del clero, sólo vino á ser el remate de aquella ahorcar á un Papa, haciendo rogativas en tanto deplorable organización. Nuestros vecinos no tie- para que el cielo le saque de tan duro trance, las nen en su historia—¡ellos, que daban calor en su multitudes corren las cuentas del rosario entre un seno á la familia que había de producir á Spinosa!— bostezo y un mal pensamiento; y si todos vuelven N.° 146 R. M. LABRA. EL PORTUGAL CONTEMPORÁNEO. 417 la vista á Dios, es en los dias de angustia, en los independencia de Portugal: sólo que había nacido trances críticos, en el momento de la muerte, bus- con cierto carácter de modestia y limitación, de- cando ávidos, antes á la fecunda Providencia, que á bido al importante papel que desempeñaron los la Suprema Justicia. Estados do Reino, ante los cuales el Rey prestaba De este modo, bajo estas influencias, en estas juramento de observar y mantener los fueros de la condiciones, Portugal perdió á los mozárabes y á nación, y cuya trasformacion en Cortes (dentro de los judíos, que. allí se habían refugiado huyendo de las cuales figuran desde los primeros días—esto es, España; que '"habían merecido grandes atenciones desde los primeros años del siglo XIII, por lo me- de parte de Sancho II y de Dionisio, hasta el punto nos, los procuradores de las ciudades y villas al de estarles abiertas las puertas de los primeros lado de los nobles y los prelados) les permite lle- destinos de la nación, gozando del derecho de go- gar con un gran carácter hasta el advenimiento de bernarse por sus leyes y administrarse justicia, Juan I de Avis, en 1385. á condición de formar grupos separados y de lle- En aquellos dos largos siglos la reunión de Cor- var ciertas señales osteriores; y que muy luego tes fue frecuentísima, y de ellas salieron las prime- fueron acometidos por el populacho de Lisboa y ro- ras leyes de carácter general que se registran en la bados por el gobierno y perseguidos por todas historia portuguesa: las Leis geraes de Alfonso II, partes y expulsados del reino en 4496, y castigados promulgadas en las Cortos de Coimbra de 1211; en el potro de los inquisidores, mientras la locura Cortes, dicho sea do paso, con que se inauguran de de las expediciones lejanas, el deseo de allegar un modo positivo los anales parlamentarios del ve- pronto soñadas riquezas, la agotadora intranquili- cino reino, una vez puesla en duda la existencia de dad que en la existencia produce la falta de un ideal las famosas Cortes do Lamcgo. de vida perfectamente comprendido y determinado, En las Cortes lusitanas, como en las españolas, mermaban de un modo imponente aquella población lo que priva, á poco de vivir aquellas, es un sentido excasa y delirante. Y de este modo, en fin, á la rojiza profundamente unificador y nacional, y un espíritu lumbre de la Inquisición, entre ios berridos de los decididamente opuesto á las clases privilegiadas, al familiares y los exorcismos de un clero borracho de cloro y, sobre Lodo, á la nobleza, que, divorciados y sangre y de concupiscencias, palidecieron, como en envidiosos, no reparan en aliarse parcialmente con un cuento fantástico, las estrellas que poblaban el el enemigo común. Y como que la monarquía re- refulgente firmamento lusitano, y huyó la actividad presenta una cosa análoga á lo que aspiran las de los puertos, y callaron los popularos narradores Cortes, si bien su interés es más actual, de aquí ia de las hazañas gigantescas de los siglos XV y XVI, y admirable armonía que por espacio de más de dos- enmudecieron los poetas; los campos se cuajaron cientos años existe entre los royes y los Parlamen- de abrojos, desmoronáronse silenciosamente las al- tos, que á pesar de tener en su seno á clérigos y deas, y el país todo, por huir de los irregulares y nobles, son al fin lo que por la naturaleza misma de violentos fulgores del pensamiento como de las la institución tienen que ser. tempestades de la Reforma, se hundió, cual ciudad Pt^' esta vía la realeza llovó sus jueces y sus có- maldita, entro las aguas serenas, pero corrompidas, digos á todas parles. Dinisio promulgó las céle- de un mar muerto, sin dejar tras si otro indicio de bres leis da amoriisacao contra el clero é hizo su pasada grandeza y de su espléndida existencia aquellas terribles inqwiricoes que dieron por re- que la horrible bandada de negruzcas aves que sobre sultado la anulación de todas las Honras ó Coutos el abismo esperan impacientes la subida de los ca- (exenciones do la autoridad real) concedidos á los dáveres á la superficie, y cuyo pavoroso graznido y nobles y los eclesiásticos, ó por éstos usurpados cuyo revolotear siniestro á grandes voces están de desde los tiempos del anticlerical Alfonso II, es nunciando la realidad de una espantosa catástrofe. decir, en treinta y nueve ó cuarenta años de turbu- Pero esto no lo hicieron sólo los jesuítas, el clero lencia enérgicamente favorecida por Roma. Fer- y Roma. La vieja monarquía también contribuyó á nando en 1372, de acuerdo con las Cortes de Atou- ello. La realeza en Portugal significó lo mismo que guia, limitó la jurisdicción de los señoríos, am- en el resto de Europa, y si bien allí no se realizó el pliando la medida de Dionisio, en cuya virtud había empeño monárquico con el rigor y la energía que en lugar á la apelación al rey de los fallos pronuncia- el resto del mundo del siglo XV, debióse esto, más dos por los jueces de los CovAos dos Donatarios: y que todo, al poder de que eidero excepcionalmente do las Cortes de Santarem de 1375 y por mano del gozó en Portugal, y contra el que pudo muy poco mismo rey Fernando salió la leí das sesmarías, que aquella casa de Avis, tan celosa indudablemente de no sólo prohibió el abandono de las tierras, sino la autoridad real; pero tan débil ante Roma y tan que dispuso la repartición de las no cultivadas en- propicia á los escandalosos privilegios del clero. La tre los labradores, y amparó á éstos contra las veja- monarquía lusitana tenía la misma tradición que la ciones de los caballeros y castellanos. TOMO Vil, 32 418 REVISTA EUROPEA. 14 DE MAYO DE 1876. N." 116 Con el advenimiento de la casa de Avis da un paso mente, para fijar el valor de la moneda y designar de gigante la obra de la unidad portuguesa. Juan 1, los titulares y personas que hablan de desempeñar proclamado rey por las Cortes de Coimbra de 1385, los cargos públicos. Y tras esto vienen los disgus- en agravio de doña Beatriz, hija del rey Fernando y tos con Alfonso V, que prescinde de las Cortes para esposa del monarca Juan II do Castilla, y á despe- algunas medidas graves, contra cuya conducta al- cho de toda la antigua nobleza lusitana que favore- zan aquellas la voz en Vras de Santarem y Lisboa cía á la casa española, y que fue, á la postre, privada en 1451 y 55; y la indiferencia con que las miran de casi todos sus bienes y honores; Juan I, digo, Juan II y Manuel I, en cuyo reinado de cuarenta t'ué el creador de una nueva nobleza, aristocracia y seis años, — los más ricos y esplendosos quizá revolucionaria, adicta y dependiente del nuevo rey. de toda la historia lusitana, pues que en ellos tiene A él le pertenece, aunque la promulgara su sucesor efecto el primer viaje por el Cabo de Buena Espe- D. Duarte, la Ley mental ó de reversión á la corona ranza, la instauración del imperio portugués en de todos aquellos bienes por esta donados, cuando Oriente, el descubrimiento del Brasil, la reforma los herederos á cuyas manos vinieren no fueran del Código Alfonsino y el apoyo prestado por las varones ó hijos primogénitos y legítimos de los naves de Lisboa, donde la neutralidad era la base donatarios. Y es él el iniciador de las Ordenacoes de toda la política, á Venecia amenazada por el Alfonsinas, Código análogo á nuestras Partidas, turco, y el matrimonio del rey con la infanta doña publicado en 1446 por el regente D. Pedro en nom- Isabel, princesa de Asturias, y que á no morir hu- bre de Alfonso V, base de la unidad legal lusitana y biera heredado la corona de Castilla,—sólo se re- fundamento del absolutismo monárquico de Portu- únen los Estados cuatro veces, acordándose su gal, que entonces se armó con el supremo poder convocación para de diez en diez años ó imponién- de la administración de justicia.—Juan II publicó dose al país contribuciones sin el voto de sus re- en las Cortes de Evora de 4481 una ley por la que presentantes, hasta llegar á los tiempos de Juan 11, se exigía á los señores nueva forma de homenaje, la edad de oro del absolutismo lusitano, en que las se rectificaban muchas donaciones y se limitaba la Cortes se reducen á un mero nombre y su reunión jurisdicción criminal de aquellos, ampliando el de- cae en desuso. Y en este camino trabaja también en recho de apelación ante las justicias reales; siendo pro de la humillación del elemento verdaderamente todo esto causa de la irritación do los antiguos no- nacional el rey Manuel, reformando y reduciendo bles, entre los cuales el duque do Braganza llegó á los fueros locales y enalteciendo á la nobleza mili- ser condenado á muerte, y el de Viseo vino á morir tar y letrada; y Juan III, haciendo entrar en sus con- a poco á manos del mismo monarca, sellando con sejos á los jesuítas y tornando á someter los desti- su sangre la ruina de la soberbia clase, anulada por nos de Portugal á la influencia de Roma, omnipo- el orden eclesiástico y destruida por la realeza.— tente en los dias de D. Sebastian, últimos de la Por último, Juan III remató la obra, obteniendo del dinastía Avis, cuyo postrero representante lució el Papa Julio III en 1551 la incorporación ad perpe- birrete cardenalicio. luum á la corona de la dignidad de gran maestre Mas, á pesar de todo, fue menester la aparición de de las Ordenes militares. nuestros Felipes para consolidar el absolutismo á Pero con la declinación de la nobleza, reducida las orillas del Tajo, y de un modo tal, que ni el al fin punto menos que á un mero honor y sometida hecho de la independencia lusitana logró desarrai- de un modo incondicional á los monarcas, y con el garlo, pasando buenamente con él la familia de Bra- enaltecimiento de la Corona, al modo que por aque- ganza, después de los momentos críticos y supre- lla época (desde el siglo XV al XVII exclusive) fue mos en que se hizo necesario contar con el asen- corriente en Suropa, terminaron las contQinplacio- timiento del país, y más aún, con el entusiasmo del nes de que había sido objeto el elemento popular pueblo, siempre halagado en estos instantes supre- por parte de los reyes. Así se ve que las Cortes, mos, para ser luego olvidado, oprimido y explotado cuya importancia se afirma con la elección del pri- siempre. mer monarca de la casa de Avis, el cual durante su Porque si bien es cierto que con motivo de la in- reinado do cuarenta y dos años las convoca veinti- surrección portuguesa contra la tiranía de España dós veces y les reconoce sin reserva el derecho do y de la proclamación de D. Juan IV de Braganza en votar los impuestos, entender en todos los negocios 1640, volvieron á adquirir valor las antiguas Cor- que importaren á los pueblos, y autorizar ó ne- tes, proclamándose en ellas doctrinas como la de gar su consentimiento para hacer la guerra ó la que «el poder de los reyes proviene originariamen- paz; asi se ve que, á partir de 1438, declinan, prin- te de la nación, á la cual compete decidir las cues- cipiando por protestar la reina tutora de Alfonso V, tiones sobre sucesión, velar por el cumplimiento durante la minoría de éste, contra la pretensión de de las leyes y hasta negarse á la obediencia cuando las de Torres Novas de ser convococadas anual- el rey, por su modo de gobernar, se hace indigno y N." 116 R. M. LABRA. EL PORTUGAL OONTKMPORANKO. 419 tirano;» y si es verdad que en 1668 hicieron osten- nerosos, á inspirar con el ejemplo y engrandecsr tación de su fuerza moral para ratificar la deposi- con la simpatía los afectos puros y desinteresados, ción del alocado Alfonso VI y la subida al trono de el respeto, la modestia, la equidad, las virtudes to- I). Pedro, desde este reinado vuelven á la impoten- das del ciudadano en esas muchedumbres, que por cia, prescindiendo los royes de su voto para los el peso mismo de su ignorancia y de su tradicional impuestos, y dispensándose de convocarlas sino de miseria, gravitan hacia la inmoralidad y aparecen tarde en tarde y puramente para dar esplendor á necesitadas de una dirección inteligente, de una co- tal ó cual ceremonia. En cuanto á la nobleza conti- lumna de fuego que las guie por el atractivo irresis- nuó en su insignificancia, apenas aumentada por el tible que acompaña á todo lo que es luz y esplendor desarrollo dado por Juan IV á las casas de te Keina y grandeza entre las asperezas de la realidad sensi- y del Infantado, formadas por miembros de la mis- ble, y por medio de las tentaciones desordenadas de ma casa real, y en cuyo obsequio se utilizaron los la ambición y la miseria, á las tierras soñadas déla restos de las antiguas Órdenes y la reversión de no paz y bienandanza. pocas donaciones. Y el absolutismo tiene importancia, ya no sólo Por otra parte, si es exacto que la oposición he- por la intrusión del gobierno personal con todas sus cha por Roma á la exaltación del de Braganza puso contingencias y sus vicios en la vida de las socieda- á éste en el caso de resistir su influencia, muy lue- des, no por la sombra de muerte que arroja so- go volvieron á entenderse las dos cortes, y obte- bre todas las esferas de la actividad humana, que niendo el rey de Portugal el titulo de Fidelisimo tienen que vivir del privilegio si han de gozar hasta (que llevó el primer individuo de la nueva dinastía) cierto punto de una existencia regular y extraña á se afianza nuevamente la intimidad de los dos ele- las veleidades del favoritismo y á los caprichos de mentos que caracterizan á la monarquía portu- antesala, sino por el rebajamiento que produce en guesa. los caracteres, y el triste desalentador espectáculo De suerte que el absolutismo, el pleno imperio que ofrece á las masas manteniendo la irregulari- del poder real sin la sombra de la clerecía, ni las dad de la vida y la perturbación de todo orden mo- cortapisas del Estado llano, ni las rivalidades de la ral, con las súbitas exaltaciones, con las caídas in- nobleza, donde verdaderamente se exhibe y florece justificadas, con las larguezas inexplicables, con las —antes del rey José, de excepcional carácter y venganzas inextinguibles, con las ingratitudes eter- singular significación—es en la época del dominio nas y las pasiones mezquinas: cuadro repugnante de España, en el período de nuestros Felipes, auto- que en lodos los círculos se da, pero que es tanto res del Código de 1603, conocido con el nombre de más fecundo en desastrosas influencias, cuanto más Ordenacoes Phillipinas, y que ha durado hasta des- alto aparece y mayores son sus títulos, por las con- pués de la primera mitad del siglo XIX. diciones de sus personajes ó la gravedad de las cir- Esta afirmación del absolutismo, hecha por los cunstancias, al respeto del común de las gentes. reyes de España, comunicó á la situación gene- Pero todavía hubo en Portugal algo más que el ral política del país lusitano un sello tan original despotismo monárquico y la tiranía religiosa, y este como deplorable. Porque desde la exaltación de Fe- algo fue la tiranía mercantil de los ingleses, mer- lipe II al trono de los Enriques y los Aviz, aparece ee#al tratado de Methuen de 1703. Antes de este Portugal, no sólo sometido á un rey, si que también tratado, el comercio lusitano vivía entre las mallas sometido á otro pueblo, y de esta suerte quedaron del régimen prohibitivo, grandemente atenuado garantizadas, de un lado la política de la intoleran- hasta admitir en los puertos portugueses á todos los cia y la explotación por parte de los gobiernos, buques extranjeros en cuanto hacía al tráfico con la y de otro el imperio de las bajas pasiones, los odios metrópoli; pero riguroso é implacable en lo que y recelos de pueblo á pueblo, así como las preocu- afectaba á las relaciones con sus posesiones ultra- paciones estrechas y exclusivas del terruño. marinas, adonde iban también, como en España, De todo esto brotó un mundo de influencias cor- bajo la intervención de la casa de Lisboa, los ga- ruptoras. Porque las instituciones políticas tienen leones y los convoyes, mediante pago a! Estado del un doble carácter y una doble importancia. Por una 30 por 100 del valor de los productos, á excepción parte, como instituciones de derecho, destinadas á de la pimienta y otras especies, cuyo monopolio se resolver con sus recursos propios y de un modo di- reservaba el gobierno, del mismo modo que la ma- recto los problemas sociales, bajo la inmediata ins- yor parte del tráfico entre las diversas factorías de piración de la justicia, que, cual nuestras Partidas Asia. decían, como el sol sobro todos se levanta y reluce Inglaterra fue la primera en barrenar este orden para todos; y por otra parte, como instituciones rao- de cosas, logrando una rebaja para sus lanas, á ralizadoras, consagradas á mantener viva la cor- cambio do una rebaja no tan considerable de su riente de las grandes ideas y los sentimientos ge- i arancel para los vinos portugueses. No es cierto 420 REVISTA EUROPEA. 14 DE MAYO BE 4 876. N.° 116 que esto fuera un verdadero paso dado en el sentido consisten en vivir por sí, y rechazar toda influencia riel libre cambio, como pretenden los que ignoran extraña, y demostrar que es, y que representa y que que la libertad del comercio no se delicne siquiera vale; > sin embargo, esa maravillosa historia so re- en el puerto franco; pero es preciso también con- duce á un homérico esfuerzo, que sólo momentá- venir que los males subsiguientes a4 tratado de Me- neamente y á intervalos parece obtener éxito con- thuen no vinieron sólo de la explotación implacable tra la acción, casi siempre triunfadora del extran- de Portugal por los ingleses. jero sobre aquella noble tierra, que por ley de la En efecto, el tratado de Methuon tenia el grave naturaleza, cuando no por exigencia del desenvol- inconveniente de sev un privilegio, y privilegio vimiento histórico de la humanidad, está llamada á monstruoso, en cuanto que privando al reino lusi- unirse, á identificarse con el resto do la Península tano de la posibilidad de abaratar su vida y de mo- ibérica, para afirmar verdaderamente la indepen- dificar sus condiciones de producción acudiendo á dencia do su familia y el carácter de su raza. otro mercado extranjero, obligaba á la lucha y á una Pero no está sólo en las causas que antes he competencia evidentemente desigual á los tejidos apuntado la razón del desmedro y la humillación portugueses y británicos. de Portugal. Sobre esto había el abanono, la hol- Domas de esto, importa notar que el tratado de ganza, la indiferencia que por momentos so apode- Mcthuen vino á ser como una compensación de los raba del vecino reino, gracias á la índole y condi- servicios prestados por Inglaterra á Portugal des- ciones de su colonización; abandono que puso en de 1660. Entonces la casa do Braganza, que luchaba manos del extranjero de un modo absoluto la pro- con España por la independencia portuguesa, se visión, no sólo del morcado de la metrópoli, sino halló abandonada por su protectora Francia, que también de las colonias, de la misma manera que su- ajustó con el Rey Católico la paz de los Pirineos. cedió entre nosotros, gracias al modo y condiciones Kntónccs los lusitanos volvieron los ojos á Inglater- do nuestra explotación colonial, sin haber tenido ra, la cual prestó desde luego su concurso, me- que sufrir las inconveniencias de un tratado de diante una indemnización do dos millones de cruza- Methuen. dos y la cesión de las plazas de Tánger y Borabay, La colonización portuguesa, que en realidad co- en 1661, fecha también do la paz de Portugal con mienza en el último tercio del siglo XIV, y logra su Holanda, que devolvió el Brasil. Poco después, en mayor esplendoren todo el siglo XV y parte del XVI, 1668, por mediación do la Gran Bretaña, la corte de tuvo por objetivos sucesivamente las costas de Áfri- Madrid reconoce la independencia lusitana, y desde ca, el mar de las Indias y el Brasil. entonces comienza á echar raíces la influencia, Las primeras fueron, como claramente se com- diré mejor, el protectorado británico en Portugal. prende, las de más fácil acceso á los navegantes De modo que las tres principales causas de la de- portugueses, que recelosos en medio de su atrevi- bilitación y ruina portuguesas, fueron causas que pu- miento, habían ido á lientas hacia el cabo Non, y diéramos llamar exteriores, siendo de reparar, como anclado con Ñuño Tristan y el caballero Cadamosto extensamente he demostrado cu otra parte (4), la en los puertos do Guinea. De allí los portugueses poderosa, la inexcusable, la decisiva influencia que sacaron polvos do oro y algunas especias; pero lo en la historia lusitana han ejercido los demás pue- que desde aquel fatal dia allí so implantó para man- blos. ¡Admirable contradicción! ¡Terrible ironía cic char la esplendorosa historia del pueblo lusitano, la suerte! fue el infame tráfico de negros. Todo el empeño, toda la pasión de Portugal, de- En lo sucesivo nadie como nuestros vecinos y los mostrada enérgicamente en el curso de su laboriosa gonoveses se distinguieron en este vil comercio, y espléndida historia, y sostenida sin tregua ni des- que después, y poco á poco, fueron sancionando los canso desde el primer día de su aparición como reyes de todo el mundo civilizado, como la Reina reino independiente hasta los momentos actuales, virgen, Carlos V y Luis XI; y nadie tampoco, es ne- en que unas ligerísimas indicaciones hechas en cesario decirlo, como los portugueses sufrieron más nuestro Congreso por un diputado, que en verdad pronto y de un modo más evidente, dadas sus par- no peca de atrevido (tal vez por arrepentimiento), ticulares circunstancias, las consecuencias de este producen en Lisboa violentas" protestas contra el crimen, que tan injustamente se ha atribuido al Pa- iberismo, y amenazas hasta de arrancar á España dre las Casas. La esclavitud no es sólo una violen- parte de sus provincias del Norte y Occidente; todo cia injustificable sobre el esclavo, sino un foco de el pujo y la preocupación toda del vecino reino perturbación en el orden social, y muy singular- mente un veneno infiltrado en la vida de los amos; triple punto de vista que es necesario tener muy (1) La Colonización en la Historia (Lecciones pronunciadas en el Ateneo CientíQco y Literario de Madrid), tomo II, L"n co'onius portií- presente para estudiar el problema, y sobre todo para resolverlo, á despecho de esos proyectos de N.° 116 R. M. LADRA.—-EL PORTUGAL CONTEMPORÁNEO. 421 abolición gradual que prescinden por entero de to- no, los ingleses en el Indoslan, los holandeses en das estas consideraciones ante la suprema de que el Java, y aun los portugueses mismos en el Brasil. plantador actual no pierda un solo poso, aunque Nada de eso. Su pensamiento era el monopolio del pierda su vida el esclavo y quebrante su porvenir la comercio oriental, y en esta idea el rey Manuel, sociedad. Pues bien, ese triple aspecto del pro- alma de aquella empresa, tomó el título de Señor de blema puede perfectamente estudiarse en el reino la iiavegacion y del comercio de África, Arabia, lusitano, donde una gran parte de los capitales se Persia y la India. Cierto que los portugueses so hicieron con la trata durante los tres últimos siglos, hicieron por tratados ó por las armas con extensos y donde la esclavitud penetró, no como en España, territorios en África y en el Indostan, conforme al para detenerse en Sevilla ó en Barcelona, sino para deseo de Alburquerque y en oposición al pensa internarse en Lagos y los Algarbes, en tales condi- miento de Almeida, preocupado punto menos que ciones de número y de duración, que puede asegu- exclusivamente del dominio de los mares, que hasla rarse que, aun en el siglo XVI, eran los negros un entonces habían monopolizado los musulmanes, elemento hasta cierto punto considerable do la vida descendientes de aquellos árabes que, habiendo de aquellas provincias. Y de aquí la corrupción en venido á la India, en la época floreciente de los las costumbres, el desprecio del trabajo, el relaja- grandes Califas so habían establecido en las costas, miento de la vida íntima, la doblo gangrena del co- permaneciendo allí, después de la declinación de su razón y de la conciencia, y el mundo lodo do apeti- imperio, sometidos á los nuevos poderes, y explo- tos desordenados, de crímenes brutales y de senti- tando aquellos países con un ardor y un éxito que mientos vergonzosos que caracterizan donde quiera explican perfectamente la prevención con que desde á las comarcas esclavistas. el primer dia recibieron á los portugueses dirigidos La colonización en Asia fue resultado: primero, por Vasco do Gama, y sus manejos para lanzar, como de las atrevidas expediciones de Bartolomé Diazy lanzaron contra los europeos, primero al Zamorin Vasco de Gama, que doblando el cabo de las Tor- de Calicut, después al Egipto, y, por último, á los mentas se corrieron por la costa de Mozambique mismos árabes de las orillas del Mar Rojo. Sin em- hasta llegar á Calicut, en el Indostan; y des bargo, las adquisiciones territoriales, limitadas ge- pues, del esfuerzo gigantesco de aquellos dos neralmente á la costa, tenían por fin capital el ase- soldados que so llamaron Almeida y Albiirqnerque; gurar el monopolio del comercio, y en este, que no el uno guerrero de la raza de Pizarro, que enco- en la explotación directa de las riquezas naturales mendó á las armas la sujeción do los reyes do <¿ui- de aquellos países y en la percepción de contribu- loa y de Mombaza, y la conquista do Ceilan (ver- ciones de los subditos, se fijó el gobierno lusitano dadero centro del comercio oriental), declarando al instituir la Gasa de Indias de Lisboa, análoga, buena presa todo barco que corriese aquellos mares cuando no idéntica, á nuestra Casa de contratación sin su licencia; el oti'o, hombre de privilegiadas do- do Sevilla. tes, que á las terribles del soldado unía las más ra- Su tarca y su negocio se reducían á lo siguiente: ras del político, y que, si con valor sin tacha había el comercio con las Indias orientales estaba reser- derrotado al rey de Calicut, entrando en Goa, y con vad(j*tio un modo exclusivo á los portugueses; y el audacia peregrina, al llegar á Ormiiz, en el golfo tráfico marítimo entre los pueblos de Oriente, al pérsico, había contestado al Shah, que lo pedía gobierno lusitano. Mediante tratados con los prín- el reconocimiento do su señorío, mostrándole una cipes indígenas, estos prohibían la venta de ciertos bala y una espada, «lió aquí la moneda con que productos á otros que al gobierno portugués, el cual Portugal paga sus tributos»; en cambio, hábil y dis- se comprometía á pagarlos á un precio convenido y cretamente, supo aliarse con los emperadores de á proveer á aquellos príncipes de lo que necesita- Siam y de Pegou, resistir y desbaratar las intrigas ran de Kuropa. Además, los portugueses quedaban do los venecianos, y atraerse, más que el respeto, encargados de la policía de los mares, y por eso, el cariño de aquellos pueblos, hasta el punto de que sin su licencia, no navegaba por ellos buque alguno. luego que la ingratitud de los royes do Lisboa paga De otra parte, en aquellos países dominados direc- á Alburquerque tantos trabajos con el olvido, y des- tamente por el virey de la India, como ftuiloa, So- pués que la melancolía mata al afianzador del impe- fala y Mozambique en el Sudeste de África, y el Ma- rio portugués en Oriente, los indios van en piadoso labar y Malaca en el Asia, el gobierno por sí mismo peregrinaje á invocar «el genio del bueno y del explotaba algunas riquezas y adquiría de los indí- justo» sobre la tumba del virey lusitano. genas ciertos productos, prohibiéndoles su venta al Es de advertir que la empresa de Portugal en extranjero ó reservándose la preferencia para la ad- Oriente no se contrajo á apoderarse de extensas quisición. De esta suerte, el gobierno lusitano ex- comarcas de África ó de Asia, fundando un Imperio plotó las minas de oro inmediatas á la costa de Mo- como el de los españoles en el continente america- zambique, y se hizo con todo el oro que traían los 422 REVISTA EUROPEA. 14 BE MAYO 1)£ 1876. indígenas del interior de África por el rio Senna ó se concertasen los indios hasta entonces sojuzgados Zambeze, al punto de hacer de aquel metal el casi ó contenidos, contra el imperio extranjero, desdo único instrumento de cambio en la India. Acapara- 1555 á 1557, mientras los gobernadores, los repre- das en Goa las especies adquiridas, se verificaba su sentantes de la Metrópoli, so alzaban en armas y trasporte á Lisboa en aquellos galeones, carabelas movían guerra unos contra otros, como en 1554. y carracas que en Marzo salían de Europa y en Di- En tiempo de Juan III ya no bastaban los productos ciembre de la India, tardando diez y ocho meses en de la India para subvenir los gastos que su gobier- el viaje redondo. Los particulares podían cargar las no y administración causaban. La empresa de don carracas con géneros europeos y orientales, pagan- Luis de Ataide, virey de las Indias en el reinado de do—como antes de ahora he dicho—un 30 por 100 D. Sebastian, no fue otra que contener el inminente do su valor al gobierno de Lisboa, el cual se reser- derrumbamiento del poder portugués, contra el vaba el monopolio de la pimienta y cuidaba de la que se habían movido el rey de Cambaye, el de custodia de las expediciones con sus barcos de Achem, el de Tórnate, y hasta el antiguo Zamorin. guerra. Esta misma había sido la misión de Castro veinti- De esta suerte Lisboa eclipsó á Alejandría, y fue cinco años antes, y si bien tanto el uno como el otro durante el siglo XVI quizá el primer mercado del dieron feliz cima á su empaño, su éxito fue momen- mundo, el primero desde luego del comercio orien- táneo: con su vida terminó la obra por ellos acome- tal, hasta que tras la funesta dominación española tida y realizada. se levantó sobre sus ruinas Amsterdam. Entonces La empresa de Oriente, la colonización de Asia- ya no quedó del Imperio portugués en la India más si se puede llamar así—entrañó grandes males para que el nombre. De aquella inmensa cadena de fuer- Portugal, siquiera al principio todo palideciese ante tes y factorías que se extendía desde el cabo de el esplendor de Lisboa y el renombro de la corona Buena Esperanza, mejor dicho, desde Sofala, en el lusitana. De una parte la forzada dirección de los Sudeste africano, por el cabo Cuardafui y el golfo capitales y de los brazos, poco mrnerosos en la Me- Pérsico, Cambaye y el Malabar, Ceilan, la costa de trópoli, hacía aquellas tierras y aquella explotación Coromandel, Malaca, China y las Molucas... sólo artificial y efímera; y con esto vienen sobre Portugal quedaron en pié Macao, Díu y Goa, por pura bene- la despoblación,el frenesí que proporcionan las for- volencia del holandés, invasor de Oriente; mien- tunas rápidas, el abandono del verdadero trabajo y tras los Árabes, aprovechando la espantosa deca- la muerte de las grandes virtudes de la prudencia y dencia de los descendientes de Juan de Castro y el ahorro. Por otra parte, las naves portuguesas Luis de Ataide, los expulsan de la costa meridional abandonaron lodos los mares para reducirse ala ruta de África. De este modo terminó la dominación de de las Indias, dejando que los puertos de la metró- los mares orientales por Portugal, señor de ellos poli se llenasen exclusivamente de buques extranje- durante cerca de siglo y medio (de 1810 á -1640) de ros, que en realidad monopolizaron el tráfico, no sólo un modo que jamás se había visto, ni de entonces de Portugal con Europa, sino de las mismas Indias acá se ha reproducido. orientales, si bien por el intermedio de Lisboa, que Pero no se culpe sólo á la dominación española en aquella época vino á sustituir á Venecia, como de los Felipes de esta espantosa ruina. Contribuyó en un plaze no remoto quizá sustituya á Liverpool á ella directamente por la fatal política de la corte y á los grandes centros del comercio inter-oceánico. de Madrid en Portugal; por la indiferencia con que Así que, cuando después do la unión de Portugal miró las colonias del reino anexado; por su torpo con España, Felipe II mandó cerrar los puertos por- conducta en los Países Bajos que provocó la insur- tugueses á los buques de la rebelde Holanda, el ve- rección de és.'os y los llovó á atacar las colonias y cino reino recibió un golpe de muerte, tanto porque factorías lusitanas, que á la sazón formaban parte le faltaron los grandes trasportadores de sus pre- del gran imperio español. Todo es cierto; pero ciosas mercancías, como porque los holandeses se no lo es menos que la decadencia del poderío por- vieron en la necesidad de lanzarse á los mismos ma- tugués había ya comenzado en vida de los últimos res de la India y, á despecho de todo género de per- Aviz, porque la corrupción y la inmoralidad se en- secuciones, á hacer el comercio directo y echar allí señorearon de los dominadores en Asia, y la Inqui- los cimientos de su futuro imperio. sición, llevada en mal hora á Goa, extremando bru- La última comarca á que Portugal llegó fue el talmente sus horrores, persiguiendo á los judíos que Brasil. En 1Í99 había entrevisto esta privilegiada se habían refugiado en Ultramar, viendo en los me- tierra nuestro Ojoda; al año siguiente tocó en sus jores portugueses sospechosos y heréticos, y aña- costas Yanca Pinzón; pero hasta 1500 ningún nave- diendo el odio de religión á los rencores de los in- gante ni conquistador pretendió abrigar aquel in- dígenas vencidos y explotados, fomentó en todas menso territorio con la bandera de un pueblo euro- partes la inquietud, sirviendo á maravilla, para que peo. Alvarez Cabral hizo esto, clavando en aquellas N.° 116 R. M. LABRA. EL PORTUGAL CONTEMPOR ANKO. 423 azotadas playas una cruz y una horca, y dando el nidose de las energías espontáneas y naturales de grito de «tierra por Portugal.» los individuos. El Brasil apenas si mereció por espacio de un si- Después do la servidumbre de los indios, abolida glo la atención de la metrópoli. Hallábase esta harto definitivamente en -1834, después de numerosas y preocupada con sus conquistas y sus explotaciones estériles tentativas, vino la esclavitud de los ne- de Asia, por manera que en todo aquel tiempo la gros, cuya deplorable situación se ha prolongado población do la nueva Colonia fue encomendada, hasta los dias mismos en que vivimos y contra la ora á los judíos y cristianos nuevos que huían de la que se ha dictado la ley de 187-1. intransigencia religiosa, y quizá echaron hacia el De 1511 data la primera introducción de treinta Norte del Brasil las simientes de ese espíritu de li- indios esclavos en Lisboa, por la nave Bretoa, que bertad que hoy Lan reciamente palpita en Fernam- figuraba en el número de los barcos que por aquel buco; ora á los condenados y perseguidos de la entonces se dedicaron al tráfico de ciertos géneros justicia que, con no pocos aventureros, se corrie- ultramarinos, y sobre todo del palo brasil (de donde ron más al Sur, formando quizá el núcleo do los re- tomó el nombre la vasta comarca comprendida en- voltosos Paulistas; ora, en fin, á los jesuítas, que tre el Atlántico, el Amazonas y las fuentes del Pla- penetraron por el Amazonas, y siguiendo luego ha- ta); y si bien el monarca portugués prohibió seve- cia los límites del Paraguay, enseñaron á los in- ramente que los indios fuesen conducidos á Europa dios la lengua general ó lengua franca, monopoliza- contra su voluntad, la ley dada por España en 1504 ron el comercio y constituyeron las misiones. legalizando la esclavitud de los caribes y de los in- Pero no quiere decir esto que Portugal abando- dios vencidos en ol campo de batalla, prestó mo- nase por entero el gobierno de aquellos países; así tivo y ocasión á que en la parte septentrional del que, pasado algo menos de medio siglo, el Brasil Brasil se presentasen barcos á cargar esclavos, ase- fue dividido en nueve capitanías generales (troca- gurándose de esta suerte la trata de indios, como das luego en diez y ocho), de cincuenta leguas de poco después se consolidó la servidumbre mediante costa cada una, siendo encomendada á sus gober- las numerosísimas concesiones qne los reyes lusi- nadores la gestión general de las cosas de aquellos tanos hicieron (sobre todo á partir de 1521) á los países, y reservándose la metrópoli, con el quinto aventureros que les pidieron gracias de tierras, de los metales preciosos, el monopolio de las dro- atribuciones judiciales, nombramiento de autorida- gas y del pan del país, el diezmo, los derechos do des y poderes bastantes para «cautivar gentiles aduanas y el nombramiento de los empleados para para su servicio ó el de los barcos, así como para el cobro de sus rentas. Pocos años después esta mandarlos á vender á Lisboa, hasta cierto número forma de gobernación se cambiaba, y en Bahía, en cada año, libres do siza.» el siglo XVI, se levantaba el vireinato del Brasil. Mucho antes habían sido desembarcados en la Cupo á este país desde el principio el triste lote Península esclavos negros. En 14-44 ol capitán Lan- de que allí echase raíz la esclavitud. Primero fue- zarote había descargado en los Algarbes sobre 235 ron los esclavos indios; y tan dura debió ser su africanos; y aun antes, en 1442 se supone (aunque suerte, que de entonces dala esa soledad de las al- esto es negado por escritores de autoridad) que un turas del Amazonas y esa concentración de tri- Antonio Gonealve había traído á Portugal 10 hom- bus sobre Nueva Granada, y aun sobre el alto Perú, bres prietos, oriundos del África occidental; siendo que todavía hoy son una de las grandes dificul- muy discutido si en este fatal camino Portugal pre- tades de la colonización de aquel país. Verdad cedió á España, como cree Barros, ó viceversa, que los Jesuítas quisieron contener C3fe desangra- como opina Navarreto. Antes de finalizar el siglo XV, miento y dulcificar la suerte de aquellas desgra- Madera y Canarias eran el foco del comercio de ne- ciados; pero su política fue la del Paraguay, y todo gros. En 1500 fueron admitidos estos en Santo su empeño se redujo á obligar á los indios á vivir Domingo, y Sevilla figuraba como uno de los prime- en poblaciones, forzándolos al trabajo, pero ma- ros mercados del mundo, al modo que hoy lo es tando su inteligencia y haciendo un rebaño de lo Cuba. que debía ser un pueblo. Y si es cierto que hubo En 1521 penetran en la grande Antilla: en 1620, un momento en que á las orillas del rio Madera flo- en Virginia: en 1650, en las Antillas francesas, y si recía cierta industria, y la agricultura era objeto de bien no hay dato preciso para determinar la fecha solícitos cuidados, aquello puede decirse que era de la introducción do africanos en el Brasil, consta flor de estufa, que se secó apenas variaron las cir- que en 1531 ya existían en esto país, toda vez que cunstancias y las condiciones puramente artificiales una. carabela aprehendida por Martin Alfonso de en que vivía, pero sin dejar tras sí rastro de género Souza en el puerto de Bahía acababa de desembar- alguno, como lo han dejado todas las industrias que carlos; y en la repartición de las capitanías en que han vivido por la fuerza de la necesidad, y soste- fné dividido el Brasil por Juan III en 1532, aparecen 424 BKV1STA EUROPEA.- -14 DK MAYO DE 'I 876. N.° 116 los donatarios con poderes absolutos, aun de muer- existencia económica, creando la Compañía de las te, «sobre los esclavosn. En cambio el Brasil, cuya viñas de Alto Duero, establecida en Oporto, la cual población indígena fue más desgraciada que la de gozaba el monopolio de la compra y exportación de nuestros reinos de América, sin ser en estos envi- los vinos portugueses á cambio del deber de ade- diable, tuvo la fortuna do que tardase un poco el lantar capitales á los labradores necesitados; y no descubrimiento de sus minas, y mucho más el de los contento con esto, mandó arrancar las viñas de los criaderos de diamantes. Asi que hasta el siglo XVII campos de Tejo, Mondego y Vouga, así como de las los colonos no dedicaron su atención más que ú los riberas de Extremadura y Bairrada, é hizo que se productos naturales de la tierra, á la caña que se cultivasen en ellos cereales, con lo que se le anto- habia llevado de Madera, ala goma, á las tinturas, jaba que se disminuiría la concurrencia vinícola y al caobo; escapando por admirable dicha de lo que se arraigaría el nuevo y desatendido cultivo. pasó en el Perú, y que en el Brasil hubiera sido de Pombal creó fábricas de sedas, algodón y otros muchas mayores y más terribles consecuencias. objetos, trayendo del extranjero, de Italia en parti- Tal era el estado de la colonización portuguesa cular, maestros para todo; mientras que por otra hasta los momentos en que la unión de la Penín- parte ponía preferente atención en el ramo de la ins- sula, bajo Felipe II, hizo sufrir al vecino reino los trucción pública, creando un impuesto sobre los vi- efectos de nuestras guerras con Holanda. Los fla- nos que, con el nombre do subsidio literario, había mencos cayeron sobre sus posesiones de Asia y se de dedicarse íntegro al desarrollo de la enseñanza, y apoderaron de casi todo el Brasil, y cuando en 1640 formando los nuevos estatutos de aquella Universi- volvió Portugal á recobrar su independencia, apenas dad de Coimbra establecida en Lisboa por el rey si pudo obtener como ya he dicho, una mínima parte Dionisio, á fines del siglo XIII, y que los jesuítas y de sus posesiones orientales y la devolución de la la Inquisición habían bastardeado y reducido á la colonia amaricana. Entonces fue cuando esta co- insignificancia. menzó á tener importancia; pero sin que en su ad- Pombal naturalmente había de llevar los destellos ministración y su gobierno sufriera cambio alguno, de su genio allende los mares, y así lo hizo. Conocía hasta que en la segunda mitad del siglo XVIII apare- él bien todo el error que supone el hecho de man- ció el rey José I ó, mejor dicho, el famoso Pombal, tener en Ultramar el régimen político y social que en la época de los reyes filósofos. se intenta destruir ó se destruye en la metrópoli, Pombal llovó su espíritu reformista á donde quie- máxime dentro de un sistema de unidad ó de asimi- ra. Puede criticársele quizás de precipitado, segu- lación de las colonias á la Madre Patria. Por esto, ramente puede condenárselo por déspota y por in- él proclamó la libertad de los indios después de ha- justo; pero nadie le podrá negar la altura de un ber abolido en absoluto la esclavitud en la metró- hombre de Estado, superior sin duda alguna á nues- poli; él expulsó á los jesuítas de sus misiones des- tro mismo conde de Aranda. pués de haberlos perseguido implacablemente en Pombal fue quien dio el golpe de muerte al des- Europa; él destruyó la práctica de las flotas y que- potismo religioso en el vecino reino, expulsando á brantó los privilegios de la antigua casa que hacia los jesuítas, interviniendo la jurisdicción del Santo el comercio del Brasil, sustituyéndola con dos com- Oficio, prohibiendo las quemas de hombres vivos, y pañías, y dejando libres los puertos de Rio y de limitando por medio de gracias las persecuciones Bahía; él revertió á la Corona mucha parte de los in- religiosas. mensos bienes que, á la sombra de concesiones más. Pombal procuró herir en el rostro á la antigua no- ó monos legales ó legítimas, poseían en el Brasil bleza, levantando de la nada á otra que había de sor muchos señores, y él, en fin, destruyó el antiguo su enemiga, reduciendo los mayorazgos, y predispo- vireinato de Bahía para crear nueve provincias, niendo las cosas para que muy luego, en tiempo do cuyos gobernadores dependieran directamente de María I, se arrancara á la aristocracia la pequeña Lisboa. jurisdicción que habia respetado hasta el absolutis- Fácilmente se comprende el sentido y alcance de mo de nuestros Felipes. la obra del gran ministro de José I. Su fin era la re- Pombal atacó el privilegio de Methuen, conce- forma fundamental de la sociedad portuguesa, y diendo iguales franquicias que á los ingleses á los pensando en él, puso su mirada y su mano en todas demás pueblos de Europa; y, en fin, puede asegu- las esferas de la vida lusitana. El medio de que pre- rarse que fue un precursor de los nuevos tiempos, tendió valerse fue el absolutismo monárquico, la y que en su mente habían caido los primeros rayos centralización política y administrativa llevada al de aquel espíritu que muy pronto había de encender extremo; y fiel á esta idea, no sólo ataca á aquella el tremendo Sinaí de la revolución francesa. pobre y vieja aristocracia portuguesa, que tan mal Pombal pretendió acudir en auxilio de la agri- parada había salido de las manos de los Aviz, sino cultura del país, que había do ser la base de su que acometió de frente al orden eclesiástico, tan N: J. SAND. MARIANA. 425 respetado en los dos últimos siglos, y anuló el po- rus ponzoñoso que aun hoy dia despiden los he- der de Roma, amenazada por el atrevido ministro diondos barcos en que se hace el tráfico de bozales con un cisma, que de seguro se hubiera realizado á africanos, y si después salió un poco de su corrom- consentir en ello las Cortes de España y Francia. pido estancamiento, fue sólo á impulso de la cólera, El reinado, pues, de José I, puede decirse que es de la avaricia y de todas las malas pasiones y las el apogeo del poder monárquico lusitano; y á la torpes concupiscencias. El estómago se estragó par, la época de mayor y más completa independen- con los espectáculos asquerosos, las escenas infa- cia de la nación vecina. Y por otro lado, aquella es mes y los viles excitantes, mientras el espíritu, la época de la resurrección del abatido reino y desvanecido, se perdía en ambiciones sin término quizá del mayor esfuerzo hecho para desquitarse y en recuerdos fantásticos, alumbrados siniestra- de! tiempo perdido y ponerse en regla con las nue- mente por el létrico flameo'del Santo Oficio, y los vas exigencias de la Edad moderna. oidos zumbaban como en los momentos más críti- Desgraciadamente, Pombal se equivocó creyendo cos de la fiebre, y la conciencia se cubría con el que el tiempo es un factor de poca importancia en espantoso velo de la catarata. toda reforma; se equivocó á sí mismo, creyendo RAFAEL M. DE LABHA. que la vida económica depende de la acción del Es- (Continuará.} tado; se equivocó pensando que el Estado lo puede todo y que la violencia todo lo allana. Por esto, su obra parece como que se hundió con la muerto del rey José y el infortunio del célebre MARIANA. cuanto odiado ministro. Pero es preciso no dejarse llevar de las apariencias. Con Pombal cayó lo que i. debía caer; pero el espíritu de su empresa subsistió; subsistieron algunas de sus reformas y quedó en pié «Cuando pasas por entre los matorrales, sobre aquel fecundísimo precedente. La reacción de doña ese caballo escuálido que parece una cabra mon- María tuvo su límite. El nombre derministro revo- tes, ¿en qué piensas, bella niña? Digo bella, y no lucionario es relegado á la execración de las clases digo la verdad: eres pequeña y demasiado pálida; te directoras de la sociedad portuguesa: el mismo don falta brillo, y tus ojos, que son grandes y negros, Sebastian José de Carballo y Mello fue declarado no tienen la menor expresión. Cuando pasas por en- criminal, y desterrado a los ochenta y tres años de tre los matorrales, sin sospechar que alguien puede edad! Prohibióse que sobre su tumba se grabara epi- estar allí viéndote aparecer y desaparecer, ¿cuál es tafio alguno. Se gritó y alardeó lo indecible,—pero el objeto de tu paseo y el asunto de tus ensueños? el golpe estaba dado.—Aquello que se alzaba con- Tus ojos miran siempre hacia adelante, y parece tra Pombal, y parecía vencerlo y aplastarlo, llevaba que miran lejos. Quizá tu pensamiento va tan lejos el puñal en la herida. A poco sería un cadáver. Sólo como tus ojos; quizá tu pensamiento duerme con- que por aquel entonces se presentaba con todo el ccritíado en tí misma.» furor del último esfuerzo. La reacción triunfaba Tal era el monólogo interior de Pedro Andrés, aunque momentáneamente, y con ella las sombras, mientras Mariana Chevreuse, después de haber pa- la corrupción y la miseria, un instante contenidas, sado el bosquecillo de los nogales, recorría la orilla y por lo mismo de haber sido rechazadas, se preci- del riachuelo, alejándose para desaparecer á la pitan al fin con infernal violencia sobre la sociedad vuelta de las rocas. portuguesa, pretendiendo convertirla en víctima Mariana era lo que podemos llamar una señorita eterna. del campo, propietaria de una alquería ó granja que Con estos antecedentes, ya fácil es comprender producía unos cinco mil francos, lo cual represen- la postración espantosa en que Portugal se nos pre- taba en el país un capital de doscientos mil. Era re- senta al terminar el siglo XVIII. Dadas las influen- lativamente un buen partido, y sin embargo la joven cias de que he hablado, ¿qué fibra podría resistir- tenía ya veinticinco años, sin haber tratado de ca- las , qué pasado compensarlas, qué esperanzas sarse. Decíase que en este punto era muy difieil de. reducirlas ni qué ilusiones desvanecerlas? Aquel contentar, é inclinada á la originalidad, defecto cuerpo fue poco á poco inmovilizándose, estenuán- más alarmante que un vicio, en concepto de las per- dose. corrompiéndose; los brazos se entumecieron sonas que la conocían. Se le censuraba ser aficio- entre las ligaduras de la mano muerta, bajo los pri- nada á la soledad, y nadie so explicaba que, huér- vilegios de las clases monopolizadoras, y con la fana á los veintidós años, hubiese rehusado el ofre- pesadumbre de una monarquía, que ni tenía por cimiento de los parientes que tenía en la ciudad, un compensación para levantar el espíritu la grandeza tio, dos tias y dos ó tres primas, para ir á vivir con personal de los monarcas. La sangre recibió ese vi- ellos y entrar en el trato de la sociedad, en la cual TOMO VII. • 3a 426 REVISTA EUROPEA.—14 DE MAYO DE 1876. N.° 116 hubiera encontrado pronto ocasión de contraer un intimidad. No podía, pues, pensar en ser abogado, y buen matrimonio. en cuanto á hacerse procurador 6 notario, sabía de- Faille-sur-Gouvre no era un pueblo sin importan- masiado que su padre no consentiría en enajenar su cia. Tenía cuatro mil habitantes; unas treinta fami- pequeña propiedad territorial para comprarle un lias de la clase media, que disfrutaban de cien á estudio. Verdad es que, aunque su padre se hubiera trescientos mil francos de renta cada una; funcio- resignado á tomar este partido heroico, Pedro no narios bien, acomodados y conocidos; en suma, un habría aceptado tal sacrificio. Su desconfianza de sí personal muy conveniente, en el cual hubiese po- mismo llegaba hasta el punto de no reconocerse la dido hacer su elección una heredera por exigente aptitud suficiente para asegurar el porvenir de sus que fuese. padres. Estudió, pues, el Derecho como un deber Mariana había preferido permanecer sola en la de conciencia, y después se entregó á otros estu- casa de campo, que sus padres le habían dejado en dios, pero sin profundizar ninguno bajo el punto buen estado, suficientemente amueblada, y un sitio de vista de que le sirvieran de profesión ó de re- delicioso de colinas y de bosquecillos á cuatro kiló- cursos para la vida. Era muy aficionado á las cien- metros de Faille-sur-Gouvre. cias naturales, y estudió en poco tiempo sus princi- La comarca, situada hacia el centro de la Fran- pales elementos, sin otro proyecto que el de abrir cia, era de las más tranquilas y sosegadas, espe- su espíritu á las facultades de la comprensión y del cialmente hace cincuenta años, época en que debo examen, que eran innatas en él. Hubiera podido es- colocar esta historia. No había memoria de que hu- cribir, decimos mal, escribía mucho, pero no pu- biese ocurrido jamás ningún crimen ni drama lúgu- blicaba nada; no se atrevía á hacerlo, temiendo un bre alguno de los que en otras comarcas son tan fracaso ó, por lo menos, un éxito mediano. Por úl- frecuentes. El aldeano del país, de costumbres tran- timo, encontró un empleo, el de preceptor de dos quilas y dulces, es propietario, y respeta á sus ve- jóvenes de buena familia, á quienes tuvo que acom- cinos para ser respetado á su vez. Las construccio- pañar en sus viajes. nes eran muy escasas en la parte que habitaban Ma- riana y Pedro Andrés, á causa de las grandes ex- II. tensiones de landas que ofrecen pocos recursos á Viajar era su bello ideal. Viajó con gran utilidad la pequeña propiedad y que pertenecen en grandes para sus discípulos, porque supo darles buenas no- lotes á los primeros propietarios de la provincia. ciones de historia y de historia natural en forma Pedro Andrés tenía cerca de cuarenta años, y ha- agradable. Recorrió con ellos la Europa y una parte cía uno solamente que vivía también retirado en el del Asia, é iba á partir para América, cuando una campo, no lejos de Mariana Chevreuse, en una mo- grave enfermedad del padre de los jóvenes llamó á desta casita que él trataba de arreglar lo mejor posi- estos á su lado. Por consecuencia de esta enferme- ble con objeto de acabar en ella el resto de sus dias. dad, el padre quedó inválido y achacoso, y los hijos Mientras la señorita del campo se entregaba na- tuvieron que ponerse al frente de su casa de banca. turalmente á la vida de aislamiento y de ensueños, Entonces cesaron las funciones de Pedro Andrés. buscando quizá en el porvenir una solución que no Tenía entonces treinta y cinco años y se veía po- había encontrado todavía, Pedro Andrés, de edad seedor de unos diez mil francos de sus economías: ya madura, y padrino, vecino y amigo de la infancia sus padres le aconsejaban que comprara tierras y de la joven, pretendía romper con el pasado echán- se estableciera al lado de ellos. Pasó algún tiempo dose en brazos del reposo y del olvido en un retiro en su casita, pero se cansó de una vida tan pacífica, á su gusto. á la cual no estaba acostumbrado. Había tomado Pedro Andrés había tenido, sin embargo, ambi- gusto á los viajes, y partió en breve para España, ción como otro cualquiera. Inteligente y estudioso, que no babía estudiado á su gusto; de aquí pasó á se había creido capaz de todo en su juventud. Su África, y cuando consumió su pequeña fortuna vol- madre había estado orgullosa de sus primeros estu- vió á Paris, donde empezó á buscar un nuevo em- dios, y no vac'laba en creer que su hijo llegaría á pleo. La casualidad no le sirvió y sólo encontró pe- ser un grande hombre. El padre de Andrés, pobre queñas ocupaciones en diversas oficinas; pero se y avaro, había consentido á duras penas que su hijo resignó á trabajar para vivir, no sin preguntarse al- cursara el Derecho en Paris, y le escatimaba de tal guna vez por qué el hombre había de sufrir la carga modo la pensión, que el pobre chico sufría mil pri- de la vida cuando sólo se puede llevar una existen- vaciones, sin ver un término á existencia tan cruel. cia incolora, triste y fatigada. Hablaba admirablemente, escribía mejor, pero se La muerte repentina de su padre, á consecuencia sentía dominado por una timidez tan exagerada que de una enfermedad de larga fecha, pero sin sín- no le permitía darse á conocer en público y mani- tomas aparentes, llamó á Pedro al lado de su an- festar sus condiciones y conocimientos fuera de la ciana madre. J. SAND.—MARIANA. 427

La pobre mujer, que habla continuado alimentan- hermosos espectáculos de la Naturaleza, en otro do ilusiones acerca de su hijo, se encontró conster- tiempo tan saboreados por él, y tuvo ardientes de- nada cuando supo que no llevaba capital alguno seos de volver á ver, por lo menos, los Alpes y los después de tantos años de destierro y de trabajo, y Pirineos. Preguntóse por qué no había de tener el que se consideraba feliz por haber resuelto el pro- cinismo de los gitanos; qué razón había para esa blema de vivir con salarios insuficientes sin con- tonta vanidad de tener ropa blanca, trajes limpios, traer deudas. Era madre, y acusó á Paris, al Go- cuando le hubiera sido tan fácil recorrer el mundo bierno y á la sociedad entera de injusticia y de lleno de girones y presentando la mano á los tran- ceguedad por haber desconocido el mérito de su seúntes. Envidiaba la suerte del vagabundo que va hijo. Eüte no pudo nunca hacerle comprende'.' que, hasta el fondo de los desiertos, contento si encuen- para abrirse paso a travos de la multitud, se nece- tra la hospitalidad del salvaje, resignado si tiene sitan grandes protecciones ó verdadera audacia, y que dormir bajo la bóveda del cielo, feliz siempre, que él había carecido siempre de esta última cuali- puesto que anda y anda... y cambia de horizonte dad. Bajo la apariencia de una alegría comunicati- cada dia. va y burlona, tenía Pedro un fondo invencible de En estos momentos de desfallecimiento Pedro desconfianza de sí mismo. Tenía miedo al ridículo Andrés se había dicho que era un hombre mediano que cae sobre las ambiciones exageradas, y no sa- en todos conceptos, sin voluntad, sin actividad, sin bía quejarse ni solicitar la ayuda de los demás. Ha- convicción, incapaz de esas grandes resoluciones bía tenido amigos que nunca le habian visto sufrir, que trasforman el medio en que está uno encerra- tanto ocultaba con altivez su miseria, y que, por lo do; un provinciano cursi, susceptible de enervarse tanto, nunca le habían asistido ni consolado, cre- en la contemplación de los grandes espectáculos y yendo que, gracias á su sobriedad natural y á su esplendores de la civilización y de la Naturaleza; carácter estoicamente animado, era más dichoso pero demasiado orgulloso, encogido, corto de ge- que ellos mismos. nio para arrojarse en el mundo á todo evento. Ge- Pedro había, pues, sufrido amargamente, no pri- neralmente tenía miedo hasta á los gruñidos del vaciones materiales de que su espíritu no quería portero de la casa en que vivía. ocuparse, sino esa soledad triste ó implacable que 111. se forma alrededor del hombre oscuro y sin recur- sos. Era entusiasta y artista en todos los sentidos, Humillado por no haber sabido sacar de sí mismo pero sin saber pasar del sentimiento á la práctica y los elementos necesarios para conquistar, por lo de la inspiración al oficio. Hubiera querido asistir á monos, una honrosa independencia en el seno de la los teatros... el teatro constituía en su estado un civilización, volvió Podro Andrés á su casa, acep- gasto supérfluo que tenía que suprimir. Era aficio- tando con satislaccion el primer deber serio que se nado á la pintura y juzgaba bien en este arte; pero le presentaba, el de consolar y sostener la anciani- para hacer estudios más serios hubiese necesitado dad de su madre. Ante todo había querido ponerla tener pan, y sólo lo tenía á condición de ganarlo ai abrigo de las privaciones que él había experi- diariamente. Tenía pasión política, pero al mismo mentado. Bien poco necesitaba la buena mujer para tiempo demasiado escepticismo para hacerse co- alimentarse y vestirse; pero la habitación que ocu- rifeo de un hombre ó de un partido. Había amado paba hacía cincuenta años amenazaba á su salud. con una intensidad dolorosa, pero sin esperanza, Pedro hizo reparar y ensanchar la casa, y en esto porque siempre se había enamorado de tipos supe- gastó un pequeño saquito do viejos escudos que riores que no estaban á su alcance. Durante meses encontró en el secreter de su padre. enteros se había exaltado por la Pasta, á quien Dolmor (que este era el nombre, quizá de origen había visto dos ó tres veces en la escena y á quien druídico, de la propiedad) podía valer unos cin- iba á ver todas las noches de representación, si- cuenta mil francos. Con la renta de tan pequeño ca- tuándose en la puerta de entrada de los artistas pital podía vivir en aquella época una modesta fa- para contemplarla un momento al bajar del coche y milia del campo con cierta holgura, comer carne desaparecer entre las sombras. Había amado tam- uno ó dos dias en eada semana y tener legumbres, bién á la , y había soñado con su voz y con su huevos y leche. Bastaba un criado, y eso habiendo mirada, hasta el punto de estar algún tiempo enfer- un caballo que cuidar; la dueña cuidaba por sí mis- mo y desesperado. ma de la cocina con ayuda de la mujer del colonoi ó En su pasión por las estrellas del arte, había olvi- encargado del cultivo. Generalmente el caballo era dado mirar lo que tenía más cerca, y cuando se le un lujo en aquella época, y bastaba el pollino del había presentado la ocasión de amar razonablemente colono para hacer los trasportes y pequeños viajes se había dicho que la razón es lo contrario del á las cercanías. Hoy todo aldeano acomodado tiene amor. Entonces volvió á dirigir su entusiasmo á los su carricoche v su caballo. En 1825 causaba admi- 428 REVISTA KÜROPEA. 14 DE MAYO DE 1876. N.° 116 ración encontrar una aldeana con paraguas, y las ocultaba que su vida, empleada en esfuerzos para personas acomodadas iban á la ciudad en el borrico abstenerse de la dicha, iba á ser más insoportable de las faenas o en una carreta del país. todavía si no llegaba á extinguir en sí mismo, de un La señorita de Chevreuse, mucho más rica que modo absuluto, hasta el más ligero sueño de una fe- Andrés, llamaba la atención por su audacia en mon- licidad cualquiera. Estaba resuelto á someterse á tar sola á caballo, y su silla inglesa era una curio- su destino, á no luchar con lo imposible, á tener sidad para los transeúntes. Su montura, sin embar- aspiraciones tan modestas como su carácter, á ha- go, no podía ser más modesta; era un caballejo del cerse egoísta si podía conseguirlo, ó, al menos, posi- país, enseñado y acostumbrado por ella á seguirla tivo, amigo de su bienestar, celoso de su seguridad, |ior todas partes como un perro. Su colono se había puesto que todo lo que podía esperar era la certeza escandalizado al principio, cuando la joven declaró de no morir de hambre y de frío en una buhardilla que lo quería para servirse de él; pero concluyó ó en el lecho de un hospital. por acostumbrarse, aunque profetizando siempre Sin embargo, después de algunos dias, Pedro An- grandes peligros para Mariana. drés se vio atacado de una especie de fiebre. Las El caballo era feo y estaba escuálido, á pesar de reformas de su casita y de su jardín, que le habían los cuidados de su ama; era uno de esos caballos absorbido ó interesado hasta entonces, estaban casi ue las landas, ardiente, sobrio, de andar dulce y concluidas. Además, había recibido una carta que, tranquilo, seguro en los malos caminos, sin miedo no se sabe porqué, le había trastornado profunda- á nada, y dócil á su ama, pero que no se dejaba mente. montar fácilmente por cualquiera otra persona. IV. Mariana, que vivía sola, tenía necesidad de cier- tas relaciones, aunque sólo fuese una hora al dia, Esta carta era de M. Juan Gaucher, ex-comer- con personas un poco civilizadas. Sus padres la ha- ciante de La Faille-sur-Gouvre, establecido hacía diez bian relacionado con los de Pedro, y ella había con- años en Paris, donde realizaba buenos negocios. servado siempre gran amistad por la madre de An- «Mi querido Andrés: Voy á pedirte un favor que tlrés. Todas las tardes iba á jugar una partida de sólo te costará pronunciar algunas palabras. Tu sa- damas con la anciana ó á hablar un rato con ella, bes que mi hijo Felipe, más ligero y menos estu- hasta la hora de recogerse, que nunca pasaba de las dioso que su hermano mayor, se ha dedicado á las nueve. A esta hora Mariana regresaba sola á su casa artes y pretende ser pintor. Tiene gusto, talento, en pocos minutos, gracias al galope sostenido de buen corazón, poco juicio y monos previsión. Ya le Suzon, que conocía admirablemente el camino y ni conoces, y tal como es, siempre he visto con placer siquiera tropezaba en un guijarro por oscura que que le tenías amistad. Es preciso casarle. Me ha estuviese la noche. gastado ya bastante dinero y no gana nada todavía. Pedro había visto, puede decirse, nacer á Maria- ¿Ganará más larde? No lo espero. Yo puedo darle na. Cuando era estudiante y venía en las vacacio- cien mil francos para establecerse, y como es ama- nes á casa de sus padres, Mariana apenas andaba. ble y buen muchacho, nuestra familia honrada y mi De año en año la veía crecer, sin pensar en ser me- nombre sin mancha, puede aspirar á encontrar una nos familiar con ella; después sólo había vuelto al joven de doscientos mil francos. En esta posición po- país de tarde en tarde, y observando que la belleza drá vivir sin trabajar, que es su sueño dorado, y di- de la pequeña vecina no realizaba las promesas de vertirse en pintar, que es su gusto; pero sería bueno su infancia, la creyó atacada de alguna enfermedad que la joven tuviese costumbres modestas, y en crónica y le demostró una amistad mezclada de Paris no se encuentran con estas circunstancias. En tierna solicitud. Cinco años estuvo sin verla, y nuestro hermoso y honrado país se puede encontrar cuando Pedro Andrés fue á establecerse definitiva- lo que deseo, y me he fijado en la pequeña Che- mente á Dolmor, encontró á su ahijada al lado de vreuse que se halla en buena posición de fortuna y su anciana madre, consolándola como mejor podía, que ha sido educada en el campo. He conocido á y esperando el regreso del hijo deseado. sus padres, que eran excelentes personas, y á ella Entonces Mariana alteró sus costumbres, y no fue misma la vi el año último en La Faille. No es her- todas las noches á distraer y cuidar á la anciana ve- mosa, pero tampoco es fea. En tu última carta me cina; elegía con cuidado los dias en que Pedro se hacías grandes elogios de su conducta con tu ma- ausentaba, ó los que, ocupado éste en algún traba- dre, y puesto que esa joven está todavía soltera, jo, le suplicaba que acompañase á su madre. pienso que le conviene á mi hijo. Así, pues, querido Así pasó un año, durante el cual Pedro no pensó amigo, te envío á Felipe por ocho dias; llegará á tu siquiera en estudiar á Mariana. Había llegado can- casa el 7 de este mes. No tiene repugnancia al ma- sado y aburrido por el recuerdo de un pasado es- trimonio, pero no quiere una mujer fea y mal edu- téril y el miedo de un porvenir sin ilusión. No se le cada. En tu casa verá á Mariana Chevreuse, y si no N." 116 .1. SAND. MARIANA. 429 le disgusta, tú podrás arreglar el asunto durante la ¡ has hecho lo posible por quitarle eso pretendiente... estancia de mi hijo ó después de su partida. Sabes ¿qué pensaría de lí? No, no; rompo esta caria y que siempre cuenta con tu amistad y te ofrece en escribo otra diciendo que, obligado á ausentarme, todas ocasiones la recíproca, tu afectísimo.» suplico á Gaucher que busque otro intermediario... ¿Por qué causó á Pedro tan viva irritación una V. carta tan sencilla? Desde luego opinó que M. Juan Gaucher obraba con él con demasiada franqueza. Pedro Andrés rompió la carta; pero en el mo- Gaucher era rico, y sin embargo, en los dias de sus mento do escribir otra calculó que no podía salir mayores apuros, Pedro no se había considerado con de La Faille hasta el dia siguiente, que tardaría dos derecho á pedirle nada. Quizá el ex-comercianle dias en llegar á París y que no la repartirían á do- hubiera podido averiguar sin grandes esfuerzos que micilio hasta el dia, y quizá después de la hora, de Pedro carecía de todo, y ofrecerle, por lo menos, un la partida de Felipe para La Faille. Era, pues, dema- empleo conveniente en su casa; pero como hombre siado tarde para enviar sus excusas. Juan Gaucher práctico, Gaucher se había guardado bien de pen- había contado de antemano con su consentimiento. sar en ello, bajo pretexto de que Pedro era un hom- Resignóse, pues, y fue á pasearse á lo largo del bre instruido y demasiado distinguido para no en- Gouvre para disipar su disgusto en medio de las contrar otra cosa mejor. encantadoras praderas en que corre ese límpido Pedro, pues, no le debía reconocimiento alguno, riachuelo. Desde allí, y oculto entre los sauces fes- y creía indiscreto que le enviase un huésped que toneados de alboholes y de balsaminas silvestres, probablemente encontraría mezquina su hospitali- vio pasar á Mariana, como la veía frecuentemente dad y no le indemnizaría intelcctualmente de la sin experimentar ninguna emoción particular; pero pérdida de su tiempo. Conocía muy poco al joven, esta vez su aparición le turbó, y en vez de salu- y aunque le tuteaba por haberle visto muy peque- darla con un cariñoso buenos dias, se ocultó entre ño, no tenía hacia él ninguna simpatía. Siempre le las ramas y empezó á interrogarse á sí mismo con había encontrado demasiado descaro para su edad. cierta amarga ironía. Además no le había visto hacía tres ó cuatro años, y Lo que entonces se dijo es la continuación del no tenía de sus costumbres y carácter noticias bas- monólogo colocado á la cabeza de nuestro relato; tantes para adquirir la responsabilidad de casarle pero fue un monólogo escrito. Pedro era muy afi- con una joven, y especialmente con Mariana, á cionado á escribir; había sentido siempre esta afi- quien Pedro respetaba como á una persona de inta- ción fermentar dentro de sí bajo la forma de arran- chable conducta, y por quien sentía la simpatía, el ques que tenían necesidad de expresión para com- reconocimiento y la especie de adopción que crea pletarse. Estos arranques interiores habían tirani- el titulo de padrino. zado su vida sin fecundarla, porque ordinariamente Su primera idea fue contestar: los rechazaba sin querer traducirlos. Imaginóse «Mi querido Gaucher: Me investís de unas funcio- aquel dia que sería dueño de su agitación si se to- nes para las cuales no soy á propósito. No habiendo maba el trabajo de discutirla. sabido nunca manejarme en estos casos respecto de Tenia siempre en el bolsillo un cuaderno de pa- mi persona, ¿cómo queréis que sirva á los demás en pel bastante grande, y escribía en él con frecuencia una empresa tan delicada como el matrimonio? Por durante sus paseos matinales. Observaciones sobre otra parte, vuestro proyecto me parece quimérico. historia natural, pintura ó arqueología, y á veces el Habéis olvidado que la señorita Chevreuse tiene croquis de una ruina ó algún paisaje, todo lo con- veinticinco años y vuestro hijo Felipe le parecerá signaba en el cuaderno; y como no se prohibía muy joven; además, no sé si ella ha renunciado á la amar la naturaleza y el arte, casi siempre sus ob- idea de conservar su libertad. Preguntarle lo que servaciones tenían una forma descriptiva bastante ella piensa en este asunto, me parecería, por mi literaria. parte, una indiscreción que ya no estoy en edad de —Mi enfermedad,—decía,—es soñar. Me estoy cometer...» evaporando como la bruma al sol. Cuando determino —¡Viejo loco!—exclamó para sí Andrés, inter- mis goces por medio de la expresión, me encuentro rumpiendo su carta;—¿qué es lo que escribes? Gau- bien. ¿Por qué no he de intentar determinar hoy del cher se burlará de tí. Tiene sesenta años y cree que mismo modo mis sufrimientos? Porque yo sufro, el todo el mundo tiene su edad... Además, no dices la diablo sabe por qué, y podría sufrir mucho tiempo verdad. ¿Porqué no has de hablar de amor y de ma- del mismo modo sin saber la causa. Salgamos, pues, trimonio á tu ahijada? Ella no tomaría á.mal que de esta vaguedad; desprendámonos de la incons- trabajaras por su felicidad, y te contestaría, sin ciencia, y veamos qué es lo que tengo. Si puedo avergonzarse y sin temblar, que desea ver al pre- formularlo, es que existe; si no puedo determinar- tendiente en cuestión. Si ella supiese más tarde que lo, no será nada y pasará solo. 430 REVISTA EUROPEA. 14 DE MAYO DE 4 876. N.° 116 Razonando así consigo mismo, Pedro afiló el lá- así lo creo al menos; me habría inspirado alta esti- piz y abrió su álbum; sentado sobre la yerba y á la mación, confianza sin límites... y esto hubiese sido sombra de los sauces, escribió lo siguiente: bastante para ser feliz... Pero no, yo no seré nun «Me fastidio absolutamente hace una semana. Mi ca dichoso en esas condiciones. Yo he amado, he retiro no realiza mi bello ideal. Yo lo quisiera es- amado apasionadamente sin esperanza y sin expan- pléndido de flores y de frutos. Antes que pueda ser- sión. El amor es un delirio, un entusiasmo, un sueño vir de tapicería todo lo que he plantado, sólo he de que sólo puede nacer de un estado de cosas impo- ver muros y piedras. Por fortuna, mi madre admira sible y violento. Cuando se ha aspirado á la dicha y todo eso, y se promete vivir cien años en ese pala- se ha tenido la desesperación por no haberla alcan- cio. ¡Pobre madre mia! ¡Que viva y que esté conten- zado, las uniones tranquilas no tienen encanto ni vir- La, y yo soportaré lo mejor que pueda el inconmen- tud para curar esas profundas quemaduras. Y en- surable fastidio que quizá ha de atormentar mi tonces, ¿con qué derecho se hace la desgracia de vida! una honrada y digna criatura que no tiene la culpa «Digo quizá... ¿quién sabe? Siempre he creído de nada? que teniendo tantas facultades para la aspiración y «¡La desgracia!... ¿Sería capaz Mariana de sufrir el sentimiento, las tendría también para la renuncia con más ó menos afección?... Sí, sería capaz de su- tle todo y para la calma; pero el equilibrio se ha frir si fuera capaz de amar, pero no es probable que destruido ó no ha llegado á establecerse todavía. así sea. De los quince á los veinticinco años, la vida ¿Soy demasiado joven, ó demasiado viejo? Soy un de una mujer sufre la tempestad de los sentidos ó hombre gastado, ó herido? ¿Qué importa si el resul- de la imaginación, y Mariana ha atravesado esta tado es el mismo? terrible crisis sin decir una palabra, ni dar un paso «Soy más bien un hombre devorado. Las fieras hacia adelante ó hacia atrás. Es un alma fría ó fuer- me han comido la mayor parte, y lo que me queda te; en la actualidad está ya libre; ha doblado el de corazón no me sirve más que para sentir la au- cabo de las tempestades, se ha petrificado, ha to- sencia de lo que me falta. mado el gusto y el hábito de la inmovilidad, benefi- «¿A qué conducen estas quejas? ¿á dónde van estas cio negativo de la vida del campo, tal como la com- vanas lamentaciones? ¿quién se interesará por ellas prendemos y la practicamos aquí, felicidad estúpida nunca? Mi madre debe ignorarlas: ¿qué otro cora- y fria que ambiciono para mí sin esperanza de en- zón podría sentir mis heridas? contrarla. «Mariana... Y bien... ¡qué!... Mariana... pienso en «¿Tendré que sufrir todavía de este modo diez ella porque es la única persona que, además de mi años más antes de adquirir por completo esa frial- madre , constituye mi vida íntima; pero hay gran dad? ¿Debo preguntar á Mariana el secreto de su distancia entre nosotros para que yo la asocie á mis ? No me comprendería ó no querría contes- sueños; diferencia de edad, de experiencia, de re- tarme: me encontraría absurdo por no haberlo adi- llexion. vinado... y soy absurdo, en efecto, porque no adi- «Ella tiene, sin embargo, aire reflexivo... ¡pero vino nada acerca de ella. habla tan poco!... Sus maneras y su fisonomía no »'El hecho es que pocos hombres son capaces de han expresado nunca la menor necesidad de ex- comprender y conocer las mujeres. Generalmente pansión. las que nos fascinan y se niegan á todo son siempre «La creo feliz. Su carácter es de una igualdad enigmas para nosotros. Las que se entregan pierden sorprendente. Su salud, en apariencia tan débil, y todo prestigio, y no se toma uno el trabajo de se- por la cual me he alarmado tantas veces, es una sa- guir los movimientos de sus almas cuando se ha lud á toda prueba. El frió, el calor, la lluvia, la nie- agotado la enervación de los sentidos. Bajo este ve, los grandes paseos, las veladas, nada la altera. punto de vista, el matrimonio es una tumba. Yo me Ha pasado muchas noches á la cabecera de enfer- felicito de sor demasiado viejo y demasiado marru- mos, de mi padre especialmente, y cuando mi ma- llero para dejarme coger. dre caia rendida de cansancio, Mariana permanecía «Hace un cuarto de hora que escribo y nada he de pié ó impasible. No tiene mucha sensibilidad: no pensado que valga la pena. Leo de nuevo todo lo que lloraba por ver llorar á mi madre; pero ella estaba he trasladado al papel, y no logro comprenderme. siempre allí y conseguía distraerla. ¡Oh! sí, es ge- Por otra parte, no puedo concebir que el aguijón de nerosa y buena, animosa y fiel. una necia curiosidad sea lo que me alarma acerca de Mariana. ¿Con qué derecho pasa ella cerca de mí VI. como una censura y una ironía, sin dignarse adivi- «Si yo tuviera diez años menos y cien mil francos nar que yo estoy allí, sin presentir que yo pueda ser más, habría aspirado á hacer de Mariana la compa- desgraciado? Ciertamente ella no está armada, como ñera de mi vida. Ella no me hubiera inspirado amor, yo debo estarlo, de filosofía y de experiencia; ella N.° 116 1NZENGA. IMPRESIONES DE DN ARTISTA EN ITALIA. 431 es una niña al lado mió; ninguna lucha ha agotado sus fuerzas; ninguna decepción ha herido su es- IMPRESIONES DE UN ARTISTA EN ITALIA. píritu. «Pues bien: justamente por esto es ella Kiás (Continuación.) * fuerte. No ha perdido nada de sí misma; no ha sido v. devorada por los lobos y los buitres; está intacta y vive con toda su vida; por poco intensa que sea su Al dedicar algunas líneas al Real Conservatorio llama interior, le basta, y lo que á mí me queda no de Milán y al Real Colegio de Música de Ñapóles, sirve más que para consumirme.» únicos establecimientos de este género que visité, Pedro cerró su cuaderno y lo guardó en el bolsi- duéleme en el alma carecer en estos momentos de llo. Permaneció algunos instantes contemplando las los datos necesarios para hacer sobré ambos un de- libélulas que se perseguían sobre la superficie de tenido estudio, según hubiera deseado y cual re- las aguas del riachuelo. Observó la afinidad que quiere la gran importancia de que gozan en el arte. existe entre las alas de estos bellos insectos y el Pero habiendo llegado á Milán al finalizar el curso color de las aguas corrientes. Encontró también escolar, como en otro lugar dejo dicho, lo cual me bastante relaeion entre el movimiento de las peque- impidió frecuentar sus diversas cátedras, observar ñas olas de la corriente y las graciosas sacudidas el Sistema de enseñanza que en ellas se sigue, y del vuelo del insecto. Abrió de nuevo el cuaderno, analizar en todos sus detalles su organización artís- escribió algunos versos bastante lindos, en los cua- tica, daré cuenta tan sólo á mis lectores del saggio les llamaba á las libélulas hijas del arroyo y alma que en el primero de dichos establecimientos pre- de las flores; y después, encogiéndose de hombros sencié, y que, como es costumbre, estuvo encomen- rompió su poesía y se dirigió hacia Dolmor, dicién- dado exclusivamente á sus alumnos, así como tam- dose que había dado un paseo sin provecho y sin bién de mi rápida visita al de Ñapóles y de la placer, pero, al menos, sin cansancio y sin contra- afectuosísima entrevista que en él tuve con el riedad, lo cual valia más que '.as largas carreras á maestro Florimo (1). través de las calles de Paris con objeto de dedicarse La índole especial de los institutos de ense- á un trabajo insípido y necesario. Cuando esto úl- ñanza música requiere por lo general, como los timo le sucedía, no dejaba de recordar su casita, y teatros, ediücios á propósito, aislados si ser pudie- más de una vez, al entrar en una empolvada oflcina, ra de todos los demás, á fin de que funcionen con se habia dicho: el suficiente desahogo y con la debida independen- —¡Dios mió! un árbol á la orilla del Gouvre y li- cia que tanto necesitan. La multitud de cátedras, lo bertad para mirar correr su límpida corriente; esto ruidoso de ellas, y la afluencia de alumnos que las es todo lo que pido; no me lo neguéis. frecuentan, traen consigo mil exigencias de locali- Al regresar á Dolmor, decía: dad y de distribución, que rara vez se ven realiza- —Soy un ingrato; ahora tengo lo que pedia, y no das ni aun en los instalados en las capitales más me contento. grajades é importantes de Europa (2). Distraído y soñador, iba con los ojos fijos en el suelo, atento á una mosca, á una hojita de yerba, * Véase el número 115, página 551. diciéndose que, por cualquier parte, en aquellos flo- (1) Ai entrar en los Conservatorios Je Milán y Ñapóles, que ocupan ridos senderos podía contemplar un poema ó sor- dos antiguos y espaciosos conventos, y cuyo numero de alumnos es m'U- prender un drama, mientras que en las calles de las cho menor que eí que diariamente acude á las aulas de nuestra Escuela grandes ciudades no había visto más que fango é in- Nacional de Musirá, natural era que recordase con sentimiento la nece- sidad de que esta Escuela, ya que no se ínstale en un edificio construido mundicias. Después su pensamiento hizo una excur- ad hoc, lo cual ee imposible dada la penuria actual de nuestro Tesoro, al sión á las altas montañas; vio las nieves adiamanta- menos obtenga otro mas espacioso que el que hoy tiene. Mas ya quo eíto das por el sol, los picos de hielo azulado... y de no pueda ser, y aunque nuestros profesores y alumnos se vean mi tanto estrechados en un loi;al que carece del desahogo que tan necesario repente, creyendo haber llegado á la puerta de su es para la enseñanza, me consuela la halagüeña idea de que quizás muy casita, se encontró sorprendido á la puerta de Vali- en breve se halle terminada la reedificación del magnifico saion-teatro, dat, el dominio habitado por Mariana. destruido por la& llama» en 1867, y que por sus grandes proporciones y BUS condiciones acústicas será, á no dudarlo, uno ríe los más be- llos, si no el mejor, que en esta clase de establecimientos se conocen. JORGE SAND. A la poderosa iniciativa y constantes desvelos de su actual director et Excmo. Sr. D. Emilio Arrieta y á la decidida protección del gobierna, (Continuaré.) deberá el arte ver satisfecha una de sus más apremiantes necesidades. Ingrato me conceptuara como español y como artista si no les tributase aqui el debido homenaje de gratitud que tan justamente les pertenece. (2) Si he de cumplir como agradecido, obligado y no poco nl6 siento con el director del Conservatorio de Milán, el caballero Mazzuca- to, distinguido compositor, literato erudito y digno sucesor de Aasioli, 432 REVISTA EUROPEA. 14 DE MAYO DE 1876. N.° 116

El Conservatorio de Música de Milán, á pesar de podía considerarse como un completo aunque pe- ser de creación moderna, tiene una brillante histo- queño cuadro musical, me pareció muy digna de ria, por los muchos artistas, tanto compositores aplauso, bajo el punto de vista de la entonación ge- como instrumentistas y cantantes, que de su seno neral, de su desarrollo y de la brillante y original han salido, y, sin embargo, como lodos los que hoy instrumentación con que se hallaba revestida; mas existen en Europa, no deja de ser objeto de tan con- respecto á la parte melódica, á la armonización y al tinuos como injustificados ataques. Como es natu- género á que dicha obra pertenecía, debo manifes- ral, estos no logran nunca amenguar en lo más mí- tar ingenuamente que no me hizo la mejor impre- nimo la reputación de su digno director y profesores, sión, pues descubríase en toda ella la predilección ni menos aún entibiar el decidido entusiasmo con de su autor por el estilo de Wagner y la ausencia que prosiguen su tan difíeil como honroso sacerdo- total de todo elemento italiano, por cuya razón dejé cio. A ellos responden con el elocuente silencio del sentado en las anteriores páginas, al hablar do Go- que, cumpliendo con su noble misión , nada tiene batti y de los que siguen las huellas del innovador que temer, y probando con sus anuales resultados alemán, que el virus de su pretendida escuela en la enseñanza que dichos establecimientos, aun á llamada del porvenir había logrado invadir también despecho de sus detractores, han sido y serán siem- las aulas del Conservatorio de Milán y hacer en pre la principal fuente de propagación y adelanto ollas alguno que otro prosélito; como lo es, y no del arte músico en todas las naciones cultas. poco decidido, el joven maestro Catalani, del que Pero volviendo al saggio ó ensayo que presenció me ocupo en este momento. Poco tiempo después, en el Conservatorio de Música de Milán, el cual me y durante mi excursión á Florencia, Ñapóles y recordó los que en nuestra Escuela se celebran tam- Roma, celebráronse otros dos ensayos del mismo bién periódicamente, y procurando traer á la me- género, en los cuales se dieron á conocer los jóve- moria cuanto en él vi digno de mencionarse, debo nes compositores Maggi y Smareglia, el primero, poner en primer término el Gran Concierto para discípulo del mismo Bazzini, en una scena dramá- piano, de Listz, que ejecutó, no como alumna, sino tica titulada II Perdono, y el segundo, discípulo del más bien como verdadera artista, la señorita Giu- maestro Faccio, en otra cuyo nombre era La Caccia lietta Gallone, discípula del profesor Fumagalli, la Lontana. Según leí en el juicio crítico que de ambas cual no tardará ciertamente en figurar como una no- obras publicó la Gaveta Musical de Milán, el tra- tabilidad en dicho instrumento. También llamó bas- bajo de este último adoleeía de cierto énfasis, de tante mi atención el calor y precisión con que la una importancia dramática superior á su índole, y numerosa orquesta, compuesta en su mayor parte en él so revelaba también una exagerada predilec- de alumnos del mismo establecimiento, tocó la sin- ción por el estilo de Wagner. fonía del Assedio di Corinto, de Rossini. Las seño- De lo dicho, naturalmente, se desprende que, á ritas Marietta Trueco y Gesira Vivanti, ambas dis- pesar de mis vivos deseos de formular una opinión cípulas del ya referido Fumagalli, demostraron respecto de las facultades, talento y escuela de asimismo un perfecto mecanismo y excelente dic- canto de los intérpretes de la susodicha égloga, rae ción en una Chacona de Raff, á dos pianos. Otra de vea precisado á renunciar á ello, pues no era posi- las piezas del programa, tan corto como interesan- ble juzgarlos en una obra escasa por lo general de te, era una fantasía para clarinete titulada L'Atiente melodía, recargada de difíciles entonaciones, de re- de Reissigar, de cuyo dificilísimo desempeño logró citados eternos envueltos casi siempre en extraños salir algo más que airoso el alumno Emilio Porrini, y rebuscados acordes, y teniendo que luchar á cada discípulo del profesor Orsi. Por último, terminó di- paso con otros mil procedimientos quizás ingeniosos cho ensayo con una égloga oriental titulada La Fal- y hasta dramáticos, pero entre los cuales la voz, ce, compuesta para dos voces y con acompaña- lejos de destacarse como Ja primera figura del cua- miento de orquesta por el alumno Alfredo Catalani, dro, se hallaba materialmente postergada, viniendo discípulo del profesor de composición Sr. Bazzini, á ser en él una cosa accesoria. Cuéntase de un mú- y ejecutada por la señorita Italia Giorgio y por J sico célebre, que si mal no recuerdo fue Gretry, que Pietro Reslieri, ambos discípulos del maestro de al comunicar á un amigo suyo sus impresiones res- canto Alberto Leoni. pecto de una obra religiosa que acababa de oír en La referida égloga oriental, especie de ensayo Roma y cuya instrumentación, según fue costumbre dramático que por sus dimensiones é importancia en algún tiempo, se componía exclusivamente de violas, violonchelos y contrabajos, exclamó: ¡Ay, amigo mió, hubiera dado cualquier cosa por oir Coccia y Vacaj en el puesto que hoy ocupa. Sdame permitido dedicarle los brillantes sonidos de una prima de molinl... Yo en este sitio un pequeño recuerdo de gratitud y de afecto por su exquisi también, como el ilustre compositor, al escuchar la la afabilidad y por la galante deferencia que le merecí durante el tiempo, demasiado corto para mi, en que tanto Hors le genre anwuyeux. mo bien determinado y de cuantos elementos han 434 REVISTA EUROPEA. 14 DE MAYO DE 1876. N.° 116 constituido hasta ahora su grande é imperecedera género de música de la nueva escuela llamada del escuela. Dejen en buen hora los jóvenes que hoy se porvenir, es tan contrario á la manera de sentir del dedican á la composición dramática al doctísimo pueblo italiano, siempre amante de la melodía fácil Girolamo Alessandro Biaggi y á alguno que otvo crí- y del ritmo bien determinado, que en vano se pre- tico no menos notable de Italia disertar en la Acade- tenderá hacerle renunciar á lo que forma, por de- mia del Real Instituto de Florencia sobre si la deca- cirlo asi, parte integrante de su meridional organis- dencia del arte proviene de los motivos, arietas, mo, de su existencia misma. Además de esto, los canciones y cabálelas como algunos creen, ó bien de compositores que dicho camino siguen, que perte- la negación de todo diseño musical, de la abolición necen á ese mismo pueblo, y que, á pesar de su de la melodía, de la indeterminación del ritmo y de ilustración, sienten del mismo modo, puesto que el la armonía pretenciosa y recargada, como otros qui- mismo calor vivifica su organismo y enardece su zás con más razón sostienen. Sigan los sabios conse- sangre, al desprenderse de cuanto les rodea para jos del eminente Rossini, analicen detenidamente las metainorfosear la manera de expresar sus afectos, obras de los autores que cita en su luminoso escrito, trasportando su mente á las frías regiones de una los adelantos de todo género que él mismo realizó exagerada metafísica, no sólo se empeñan en una en su incomparable Guillermo Tell, y que más tarde lucha estéril consigo mismos, sino que pierden hasta fueron desarrollados en mayor escala y en magnífi- la identidad de escuela que tanto les caracteriza, cos cuadros por el poderoso talento de Meyerbeer. como pierde también su aroma la hermosa flor de Inspirándose en tan admirables modelos, láncense los trópicos al ser trasplantada lejos del patrio suelo á expresar sus sentimientos con el fuego que les es que la dio el ser. propio, no perdiendo de vista que la música ita- Respecto á los imitadores del estilo de Verdi, liana, como ha dicho con sobrada razón el erudito aunque más italianos en la manifestación de sus José Mazini, tiene músculos y sangre, agola nues- sentimientos, opino que tampoco siguen el verda- tras sensaciones, es sensualista, y no pretendan as- dero rumbo que ha de conducirlos al progreso legí- pirar á las mil abstracciones que tanto caracterizan timo del drama lírico, pues es indudable que, á pesar la alemana, que por el contrario es sintética, vapo- del indisputable genio de tan excelente autor, dicho rosa, muchas veces niebla y pertenece más bien al estilo puede considerarse ya (sobre todo en lo que elemento moral. Procuren que sus acentos sean me permitiré denominar su primera faz) como una siempre la manifestación continua de la verdad ar- manifestación del entusiasmo patrio en un período tística, que es la parte sublime de toda obra y el de agitación política que pasó, y que, como era único elemento de vitalidad que puede desafiar el consiguiente, no podía tener carácter de permanen- imperio de la moda y la acción destructora del cia en el arte. No negaré, sin embargo, que en las tiempo. Fundados en tan sólidos principios y ayu- diversas trasformaciones á que más tarde le condujo dados de un poco de genio (de lo que la Naturaleza su genio y el gran conocimiento del teatro, logró suele ser poco pródiga por desgracia), lograrán emanciparse de ciertas fórmulas exageradas y pro- crear bellas óperas que, lejos de obtener tan sólo cederes ruidosos ya inventados por Mercadante, y á una vida pasajera y efímera, permanecerán siempre los que dio nueva vida, apropiándoselos cual obra en el arte con gran aprecio al través de las diver- suya, los cuales, aunque eran de grande efecto en sas evoluciones que éste pueda experimentar en lo el público, él mismo presentía que no habían de ser porvenir. de larga duración, por lo cual, depurando, por de- cirlo así, su manera y adoptando diversos medios VII. de expresión, dio á luz algún tiempo después nue- De las consideraciones que dejo apuntadas, de- vas y mejores obras, como Rigoletlo, 11 Trovatore y duzco, según mi sentir, no ya que la composición otras, que son las que aun tienen hoy gran vitali- dramática se halle hoy en Italia en tan gran deca- dad y se representan de continuo en los principales dencia como algunos pretenden, llegando hasta ne- teatros de Europa. Más á pesar de todo, nadie podrá gar que existen en la actualidad compositores de negar que Verdi será siempre un compositor dema- verdadero mérito dignos de gran estimación, pero siado materialista, y que los elementos que consti- sí que la mayor parte de estos, arrastrados por tuyen lo que puede llamarse su identidad ó su estilo el deseo de la novedad al seguir las huellas de Wag- no son siempre de tan buen género que puedan aco- ner como algunos intentan, ó bien al imitar el estilo gerse sin algún peligro por los jóvenes que aspiran de Verdi como otros hacen, caminan por lo gene- á los lauros de la escena, máxime teniendo en el ral, aunque por distintas sendas, á resultados in- arte mejores modelos que imitar. fructuosos, que quizás contribuyan al estancamiento De todo lo que deduzco que tan gran maestro, del arte más que á su verdadero progreso. Hé aquí aunque desde largos años viene ocupando con jus- las razones en que me fundo. En primer lugar, el ticia la atención del público y de los artistas de Eu- N.° 116 C. BONTEMPS. EL FILTRO CENTRIFUGO. 435 ropa entera, no es fácil que pueda formar escuela como la formaron en tiempos no muy lejanos Zinga- LOS NUEVOS INVENTOS. relli, Picini, Paesiello, Gluck, etc., y en nuestros dias los célebres patriarcas del arte Rossini y Me- yerbeer. EL FILTRO CENTRÍFUGO. Pero como suele acontecer con los extravíos y Los señores Autier y Allaire, de Bélgica, han in- errores de los hombres lo que con las aguas del in- ventado un filtro muy original, en cuya composición menso Océano, que agitadas por el terrible huracán no entra materia alguna filtrante. La separación y rompen los límites que la naturaleza les tiene mar- expulsión de las impurezas del agua se obtienen cados, arrollan cuanto á su paso se opone, y causan por una simple acción mecánica. deplorables estragos, hasta que la calma viene á Conocido el experimento familiar de agitar el marcarles después su natural nivel para que admire- agua contenida en un vaso por medio de vueltas mos su verdadera grandeza en el estado normal y con una cuchara, viéndose que las partículas sólidas tranquilo del que temporalmente salieron; del mismo abandonan el centro de las curvas que forma el modo algunos compositores, cuyos nombres no me agua para dirigirse á los bordes del vaso, se com- es licito revelar en este sitio, quizás arrepentidos y prende perfectamente el invento de los señores desengañados del torcido rumbo que dieron á su Autier y Allaire, basade en este principio. talento, no tarden en abjurar do sus falsas doctri- El aparato se compone de un recipiente atrave- nas, volviendo al terreno de las eternas verdades sado en toda su extensión por un cilindro vertical del arte, que nunca debieron olvidar. Es axioma por que mueve el agua por medio de ciertos accesorios demás conocido que hasta de las cosas que más cen- y engranajes. Aberturas circulares hechas en la su- suramos suele desprenderse, no sólo provechosa perficie del cilindro permiten al liquido depurado, enseñanza, sino también utilidad positiva para el que ocupa el centro del recipiente, dirigirse por el porvenir. Ahora bien: partiendo de este principio interior del cilindro y salir al exterior por tubos tan umversalmente reconocido, ¿podrá acaso ta- que terminan en grifos. chárseme de visionario si deduzco que quizás este Las partículas sólidas arrojadas á l^i circunferen- período, que casi me atreveré á calificar de desva- cia exterior sobre las paredes del recipiente se de- rio musical, sea fructífero en provechosos resulta- positan allí á causa de la menor vefocidad de las dos para el arte dramático en un término más ó me- capas líquidas alejadas del centro,, y caen por su nos lejano?... ¿No observamos frecuentemente que propio peso, precipitándose en un tubo que las la separación de dos verdaderos amantes acrecienta conduce al exterior por la parte opuesta del agua su verdadero amor al pasar por el amargo crisol del pura. sufrimiento? ¿No vemos también que las aguas del La sencillez y la economía de este aparato le ha- Nilo al desbordarse de su tranquilo lecho llevan cen muy apreciable en sus aplicaciones á las indus- la feitilidad y la abundancia hasta los terrenos más trias del papel y del azúcar, en las cuales se opera áridos é incultos? ¿Pues por qué no me ha de ser li- en grandes masas. La salida del líquido purificado cito suponer que una vez encauzados y restableci- es s^mpre fácil. Compréndese perfectamente que dos en su legítimo terreno los inmutables princi- se puede variar á voluntad el grado de la clarifica- pios del hermoso arte italiano, después de las mil ción, ya por la velocidad de rotación de los engra- evoluciones por que atraviesa en estos momentos, najes del cilindro, ya por el mayor ó menor volu- no ha de levantarse victorioso para recuperar el men que se dé á los caños de la salida. Toda fábrica elevado puesto que de derecho le corresponde y que posea una fuerza motriz, aunque sea débil, que hoy con alguna razón se le disputa? Yo así lo puede utilizar este nuevo aparato, que necesita espero; y tan halagüeña idea llena mi alma del más poco esfuerzo. inefable gozo, pues, como ya he manifestado ante- Empieza á vislumbrarse la posibilidad de aplicar riormente, amo á la Italia cual si fuera mi segunda este sistema á la distribución de las aguas potables patria. destinadas al consumo general de las poblaciones. Ciertas aguas naturales arrastran, especialmente en JOSÉ IINZENGA. las grandes crecidas, impurezas que pueden ser sustraídas del mismo modo. La fuerza mecánica ne- (Continuará.) cesaria podría tomarse de las mismas corrientes, y de esto modo quedarían reducidos los gastos á los que exija el establecimiento del sistema. Conocidas las grandes dificultades que existen para surtir una gran ciudad y los costosos medios que hay que em- plear para conseguirlo de un modo eficaz, no puede 436 REVtSTA EUROPEA.— 1 4 DE MAYO DE 1876. N.° 116 dudarse que seria un progreso inmenso la disminu- ción de estos gastos. Volveremos sobre este asunto BOLETÍN DE LAS ASOCIACIONES CIENTÍFICAS, en cuanto se intente su ensayo, pues creemos fun- dadamente que no ha de pasar mucho tiempo sin Ateneo de Madrid. que se hagan formales experimentos sobre la nueva aplicación que se proyecta. CIENCIA PREHISTÓRICA. C. BONTEMPS. VIH. LA ÉPOCA PALEOLÍTICA. *** EL TERMÓMETRO NEUMÁTICO. Señores: Demostrada en la última conferencia la La combustión espontánea de las provisiones de imposibilidad absoluta de encerrar en los estrechos carbón de piedra que llevan los buques en sus via- límites de la Historia, tal como hasta el presente se jes á los trópicos es uno de los mayores inconve- ha considerado, todo lo que á prehistoria se refiere, nientes de la navegación en aquellos parajes. El y el poco ó escaso fundamento de las razones con gobierno inglés ofreció un premio al autor del me- que se combale la división de la edad de piedra en jor medio que se encontrara para impedir la com- paleo-meso y neolítica, como en general admiten bustión espontánea del carbón en la cala de los bu- hoy la mayor parte de los que á este género de es- ques. Se espera conseguir algo cerrando herméti- tudios se dedican, estamos ya en el caso de descri- camente los depósitos del carbón, y evitando de un bir cada una de dichas épocas, valiéndonos para ello modo absoluto toda ventilación; las llamas no po- de los caracteres geológico ó de yacimiento, pa- drían tomar cuerpo en este caso, á pesar del pode- leontológico, fundado en los restos orgánicos que roso elemento que le ofrece la materia inflamable. se encuentran en estado más ó menos perfecto de Los americanos siguen un procedimiento contrario, fosilización, acompañando á los testimonios au- el de dejar entrar en la cala tanto aire como sea po- ténticos de la primitiva industria y á los cráneos y sible, á fin de evitar el desarrollo de calor en el in- demás huesos humanos, que representan aquellos terior de la masa de hulla. el carácter arqueológico y estos el antropológico, Pero, entre tanto que con ninguno de estos siste- verdadero complemento de tan importantes estu- temas se obtienen resultados positivos, un habitan- dios. Prescindiendo del hombre terciario, por cuanto te de San Francisco ha inventado un termómetro aún no hay respecto á este punto completo acuerdo neumático que tiene, por lo menos, la ventaja de entre los arqueólogos prehistóricos, y fijando nues- indicar el momento en que se desarrolla un gran tra atención en lo que se sabe á ciencia cierta, de- calor en la provisión del carbón, lo cual permite bemos empezar por la época paleolítica, que cor- tomar las medidas necesarias para impedir que se responde á las formaciones diluviales del terreno declare el incendio. cuaternario. Este termómetro neumático es un cilindro de co- Yacen los restos del hombre y de su industria en bre, en cuya punta se encuentra un diafragma de este período en lo que los geólogos llaman Dilu- eautehue bastante espeso que se cierra hermética- vium, pero no en toda la extensión vertical que mente. Este cilindro de tapadera metálica es bas- alcanza este notable depósito de acarreo antiguo, tante ancho para recibir un tubo de hierro. Sobre sino tan sólo en los horizontes inferiores, distintos el diafragma de eautehue descansa un eje delgado de los medios y superiores, así por su posición res- y metálico que, por el tubo de hierro de que ha- pectiva, siempre relacionada con el tiempo en que blamos, comunica á un cuadrante que marca los se formaron, como por la Fauna y Flora que entre grados do calor. sus materiales se encuentran, y que difieren, tanto Si se desarrolla un calor anormal en el depósito como los restos de la humana industria y los del del carbón, el aire contenido en el cilindro se di- hombre mismo. lata, el diafragma de eautehue se hincha é imprime Distingüese la formación diluvial de las que le un movimiento al eje metálico, el cual está en co- precedieron, en la naturaleza de sus materiales, municación con la aguja del cuadrante. Así se tiene tanto como en la estructura y singular Cacies que la indicación del grado exacto de calor que reina ostenta. Respecto á los materiales,la diferencia con- en la masa del carbón. siste en que como desde los terrenos terciarios su- Este instrumento, experimentado en San fran- periores la sedimentación no ha intervenido en el cisco, ha dado excelentes resultados. proceso de los depósitos terrestres, los cuales son simple resultado de la alteración y descomposición LUIS FlGUIER. de las rocas y de su trasporte y aposamiento en el curso mismo de los rios ó hasta donde alcanzó la grande inundación, no han perdido aquellos su N.° 116 J. VILANOVA. LA ÉPOCA PALEOLÍTICA. 437 facies propia, como sucede en los terrenos de sedi- hasta encontradas direcciones en las corrientes. mento, y de aquí el que fácilmente pueda apre- Estos depósitos se observan al exterior cubriendo ciarse su procedencia, según se observa, por ejem- los terrenos de sedimento ó eruptivos que consti- plo, en la famosa formación diluvial de San Isi- tuyen la costra sólida del globo rellenando los va- dro, que se extiende hasta la capital misma cuyo lles, escalonados en las laderas ó cubriendo las asiento representa, y en la que pueden estudiarse mesetas, en las cuales ocupan niveles que no alcan- todas las rocas, siquiera más ó menos alteradas, de zan jamás las aguas do los tiempos históricos, ofre- la cordillera carpetana que limita por el Norte y ciendo en cada una de estas estaciones accidentes Oeste la cuenca del Manzanares que de ella arranca. particulares, en lo cual se funda la división que mu- De aquí resulta la facilidad suma con que se distin- chos geólogos admiten para facilitar la inteligencia gue la procedencia de los materiales de esta forma- de este asunto, que es bastante complicado. Si en ción, ora de los terrenos inmediatos, en cuya caso su trayecto encontraron las corrientes alguna cavi- el acarreo ha sido corto, ó de puntos más ó menos dad, precipitáronse en ella los materiales, que al lejanos por efecto de un trasporte mayor. También depositarse en su fondo reprodujeron los mismos nos revela, sobre todo el tamaño de estos materia- accidentes que vemos al exterior, como se observa les, su forma y accidentes, si fueron aguas torren- por el estudio comparativo de dicha formación den- ciales y tumultuosas ó lentas y tranquilas las que tro y fuera de las cavernas y brechas, el cual nos concurrieron á dicha formación, y si intervino en revela el perfecto paralelismo y repetición de sus su proceso otro agente no menos poderoso y desde diferentes horizontes. entonces en función, á saber: el agua sólida bajo En estos depósitos diluviales yacen, pues, los res- el aspecto de hielos y nieves perpetuas que puli- tos del hombre y de su industria, distinguiéndose mentaron y estriaron las rocas, trasportando, sin los inferiores por contener los más antiguos, como hacerlas cambiar de forma, enormes masas ó peñas- se justifica tratándose de la industria, por serlos cos llamados errantes ó erráticos. Cuando esto úl- más toscos é imperfectos instrumentos do piedra los timo ocurre, la formación de acarreo se llama gla- que contiene, con exclusión de toda otra manifes- cial, observándose á veces que concurre á su pro- tación de la actividad humana. Calcular el espacio ceso el agua líquida, trasportando los materiales do tiempo necesario para formarse muchas decenas más ó menos alterados por la nieve, y esta como y á veces hasta centenas de metros de materiales poderoso agente de acarreo. En Escandinavia, Suiza sobre el horizonte donde aquellos existen, es tarea y otros países se observa esto muy á menudo, se- que hasta el presente no se ha intentado; pero po- gún claramente se deduce de la inspección del Dilu- drá formarse idea de ello, fijando por un momento vium, que en Suecia empieza generalmente por un la atención en la marcha más ó menos irregular, si- d-epósito mixto llamado Till, formado de arcilla y quiera siempre lenta, conque las aguas actuales pro- cantos erráticos eon restos de moluscos que hoy ceden en la formación de los aluviones modernos. sólo se encuentran en latitudes mucho más septen- Podrá también contribuir á esclarecer este punto trionales, como claro indicio de las condiciones cli- la consideración de la Fauna y Flora que en dicho matológicas de aquella comarca á la sazón. horizonte inferior diluvial se encuentra y el estado La formación diluvial se distingue también por no de fosilización que sus representantes alcanzan, presentarse sus materiales en bancos regulares, cuyo estudio constituye el carácter que llamamos como acontece en los terrenos de sedimento, pues paleontológico. aunque á veces mirado un corte á cierta distancia Obsérvase en la distribución de los mamíferos, parece afectar la disposición estratificada, si se exa- de los moluscos y de las plantas en el terreno cua- mina detenidamente se ve que no hay la regulari- ternario una multitud de hechos curiosos que acre- dad que á aquellos distingue. A veces son grandes ditan las condiciones biológicas que á la sazón rei- masas de cantos redondeados ó angulosos, cuando naban en el globo, dada la necesidad de adaptarse intervienen las nieves perpetuas, mezclados con ó someterse á ellas losséres á la sazón existentes. grava, arena y cieno, como, por regla general, suele Coexistían entonces representantes de zonas tem- ocurrir en la base del depósito, lo cual indica cor- pladas y frias, habitantes aquellos de países bajos ó rientes impetuosas y torrenciales en su formación. llanos, y estos de a'titudes mayores ó menores; los Suelen á estos primeros horizontes seguir otros cuales, arrastrados por las corrientes diluviales, formados por arenas, pequeños cantos rodados fueron sepultados entre los materiales de traspon- ó chinas, alternando con arcillas, gravas, etc., blan- te, donde aparecen como confundidos en el propio cas ó teñidas con frecuencia por diversos óxidos horizonte. También se observa la localizacion de metálicos, y en especial por ios de hierro y manga- ciertos grupos de mamíferos que hoy caracterizan neso, afectando cierta separación y líneas ondula- el antiguo, el nuevo y el novísimo continente ó das que claramente revelan el diferente régimen y austral, sin que se note mezcla entre ellos: así, por 438 REVISTA EUROPEA.—14 DE MAYO DK 1876. N.° 116 ejemplo, los desdendatos y marsupiales, que con el mismo horizonte donde aparecen los mamíferos, los monos de cola prensil constituyen la Fauna el Oso, Hiena de las cavernas, etc., de instrumentos mamalógica del nuevo continente ó americano, se exclusivamente de piedra sin cerámica ni vestigios hallan representados por los Megaterios, Milodon, de carbón, lo cual claramente indica el estado rudi- (iliptodon, etc., que se encuentran en el famoso mentario de la actividad humana, ya que ni siquiera légamo pampero que forma el suelo y rellena las había realizado aún la conquista del fuego, á cuyo cavernas americanas del Sur, donde sólo aparece calor nace la institución de la familia. el género caballo, común al antiguo continente. En Estos instrumentos toscos se llaman cascos, as- este obsérvanse los grandes paquidermos y carni- tillas casi siempre de pedernal, núcleos, percuto- ceros, Elefante, León, Tigre, Hiena, etc., quo no res, que eran las piedras más duras de que se ser- aparecen ni existieron sus representantes en la vían para fabricar aquellos, y hachas que reciben América meridional. Por último, en Nueva-Holanda diferentes nombres según la forma quo ofrecen ó la y Nueva-Zelanda encuéntranse fósiles tipos de di- localidad de donde proceden, tales como ovalar, delfos y ornitodelfos que son peculiares hoy mismo amigdaloidea, do San isidro, de Amiens, Abbeville, á tan apartadas regiones. Moustier, etc.; discos, etc. Algunos fósiles, conchas Concretándonos, empero, á los grandes mamíferos y zoófitos se han encontrado en dicho horizonte, característicos del horizonte inferior, debe signifi- habiendo deducido de la circunstancia de hallarse carse que entre ellos figuran algunos que se extin- casi siempre perforados, que debían servir de ob- guieron para siempre, tales como el Elefante pri- jetos de adorno, ó tal vez de amuletos para preser- mitivo ó Mamuth, que alcanzó, no obstante, el varse de determinadas dolencias. horizonte diluvial medio y se ha conservado con Por último, los restos del esqueleto humano re- sus propias carnes y piel en grandes masas de nieve presentan el carácter antropológico. Por desgracia, en Siberia; el Rinoceronte de narices tabicadas (ti- hasta el presente, son escasos estos restos fósiles, corhinus), del cual encontró también Pallas, el cé- reduciéndose á los encontrados por Boué en 1823 lebre viajero ruso, un individuo conservado como en Salir, cerca de Estrasburgo, en la cuenca del aquel en el hielo; el Oso dicho de las cavernas, por Rhin, debajo de 24m de materiales; los de Canstat ser estas el natural y más frecuente yacimiento en (Wurtemberg) cita-dos en 1839 por Jaeger; algunos en relación con sus hábitos y costumbres; el León hallados cerca de Maestricht; el famoso cráneo de y Hiena, también de las cavernas; el Caballo, el Olmo (Italia); el de Neanderthal; algunos restos hu- Ciervo llamado megaceros y algunos otros que ya manos del cuaternario de Roma; los de Denise en no viven. A estos hay que agregar el Reno ó Rengí- Auvernia y alrededores de Paris, de S. Isidro, etc. fero, cuya especial organización ha logrado sobre- JUAN VILANOVA. ponerse á las condiciones que hicieron desaparecer *** á los anteriores, viviendo aún hoy, siquiera en lati- Real Academia de Medicina. tudes más altas; el Toro primitivo, el Bisonte de MADRID 27 ABRIL. Europa, el Alce ó gran ciervo, y algunos otros, se El Dr. Calvo Martin pronunció un extenso discur- hallan en el caso del Reno, pues se encuentran so exs minando el tema propuesto por el Sr. Vila- sus restos fósiles en todos los horizontes cuater- nova sobre el valor que debe darse á la virtud narios, desde los inferiores, asociados con los del curativa de las aguas minero-medicinales. Trató la Mamuth y Oso, hasta el Lelum ó Loess, viviendo aún cuestión del análisis químico, y emitió la opinión algunos, tales como el Bisonte y el Alce, siquiera de que sería conveniente no dejarse cegar por los en puntos muy circunscritos y bajo la protección de adelantos de la química moderna, que amenaza lan- gobiernos ilustrados. zarnos en un iatro-quimismo perjudicial para la pa- La distribución de los moluscos y de las plantas tología y para la clínica. en dicho período, nos conduciría á idénticos resul- El Sr. Saez Palacios se declaró partidario de tados á los que se acaban de mencionar, excusándo- la validez, en toda su extensión, del análisis quími- nos esta misma circunstancia el entrar en mayores co como fundamento para guiar con acierto la ad- ó más amplios detalles que no los consideramos per- ministración de un agua mineral. Citó ejemplos de tinentes, pues con lo dicho basta para comprender aguas que sé administran únicamente por su com- la importancia de tales hechos, sobre todo en el posición conocida perfectamente por el análisis, sin significado que tienen tocante al considerable espa- negar por eso que haya aguas que sólo obran por cio de tiempo que supone la aparición, desarrollo y su temperatura; y terminó negando terminante- extinción de animales y plantas por efecto de con- mente con gran copia de razones el aserto de un diciones biológicas que no pueden improvisarse. señor académico de que analizar las aguas era lo Respecto al carácter arqueológico, queda ya indi- mismo que operar sobre un cadáver. cado en tesis general que se reduce al hallazgo en N." 116 MISCELÁNEA 439

cuenca descansa sobre un suelo profundamente im- MISCELÁNEA. pregnado de azufre en estado de efervescencia con- tinua. Las plantas luminosas. La profundidad del lago parece incalculable, por- que á la sola distancia de diez pies de la orilla no se M. Madden ha publicado la descripción de algu- puede tocar al fondo con una sonda de 135 pies de nas plantas de la India que emiten en la sombra una larga. El agua tiene un color gris oscuro, sin duda luz fosforescente. Una de estas plantas fue descu- á causa de los fragmentos de roca y de azufre que bierta por un indígena que, obligado por la lluvia á contiene en descomposición. Casi del centro del buscar abrigo bajo una roca, se vio sorprendido lago sale una colina que tiene un cráter. Este cráter por una especie de sábana de luz fosfórica sobre las se ensancha cada vez más, y absorbe grandes can- yerbas que le rodeaban. Estas plantas son conoci- tidades de agua amenazando agotar el lago. das de los Brahmines con el nombre de Jyostis- La ebullición que se observa en el lago se verifica mati. En las cercanías de Almorah, M. Madden en- sólo en uno de los lados, donde cierto volumen de contró también otra planta luminosa conocida por agua se eleva en el aire á una altura de tres ó cua- un nombre muy extraño que significa «planta que tro pies, poniendo en conmoción constante y vio- posee la luz.» lenta la superficie entera, sobre la cual se elevan Hay otras yerbas que poseen también esta cu- vapores de agua caliente y sulfurosa. riosa propiedad: en 1845 los habitantes de Simlah Esta evaporación ejerce una influencia deletérea se alarmaron por la noticia de que las montañas sobre los árboles que se hallan próximos, y sobre próximas á Syrea estaban iluminadas por este me- la vegetación en general que.perece en proporción dio económico y natural. sensible. Los terrenos á que no llega el vapor son Una planta, conocida en Europa con el nombre de una fertilidad extraordinaria y propios para el de Dictamnns fraxitella, posee la misma cualidad, cultivo de la quinina. La temperatura no es exce- y como abunda en algunos picos del Himalaya, de siva: varía ordinariamente entre 56 y 65 grados aquí la tradición do un arbusto que arde continua- Fahrenheit. mente y nunca le consume el fuego, tradición ex- Este lago de agua en ebullición es realmente una tendida por los peregrinos en un pueblo siempre de las maravillas de la naturaleza, y ofrece campo dispuesto á deificar toda manifestación nueva y ancho y fecundo á las observaciones geológicas. particular del fuego. El profesor Henslow explica el fenómeno de una *** atmósfera inflamable en una noche en calma alre- Un remedio contra la rabia. dedor del Dictamnus fraxitella, por la evaporación El doctor Gryzmala ha publicado en el Journal de un aceite volátil, y añade: «Si se aproxima una de Therapentique un artículo en el cual asegura que tea encendida á esta planta, en seguida queda ésta el xanthium spinosum, diaforético menos poderoso envuelta en llamas superficiales sin experimentar sin duda que el jaborandi, produce admirables efec- daño alguno.» tos contra la rabia. Dicha planta, que se encuentra en el Mediodía de Francia, neutraliza los efectos de virus lisico si se administra á tiempo, es decir, an- Escuela práctica de Histología. tes que se desarrollen los accesos de tan terrible La Sociedad Histológica de Madrid acaba de cele- dolencia. El doctor Gryzmala ha empleado el xan- brar de un modo solemne, en el Paraninfo viejo de thium durante muchos años, y asegura que no ha la Universidad la apertura de la Escuela práctica encontrado un solo caso que se haya resistido á su de Histología, experimentación biológica é kisto- acción. Uno de los primeros efectos del medica- guimia. El secretario Sr. Saez y Domingo leyó una mentes que se administra en polvo, os elevar algún Memoria, en la que, después de pasar revista á tantoTa temperatura del cuerpo y acelerar ligera- los diferentes trabajos realizados durante el pasado mente la circulación; más tarde aumenta el apetito curso y á los discursos pronunciados en sus diferen- y no trastorna las digestiones. La dosis para un tes sesiones, se ocupó de lo referente á la instala- adulto debe ser la de 60 centigramos de polvo seco ción de la Escuela práctica, objeto predilecto de la de hojas de xanthium, repetida tres veces al dia Sociedad. Después ocupó la presidencia el doctor durante tres semanas, y para los niños menores de Maestre, y el presidente, doctor del Busto, leyó un doce años la mitad. E! doctor Gubler ha empezado extenso discurso sobre el destino de la doctrina ce- á hacer experimentos de comprobación con las ho- lular en las teorías médicas reinantes, trabajo nota- jas de dicha planta y en breve se espera conocer bilísimo por todos conceptos, que fue en aquel mo- los.resultados. mento y continúa siendo objeto de entusiastas aplausos por parte de todos los hombres de ciencia. La nueva Escuela promete ser un manantial fecun- Las exploraciones geográficas. do de adelantamiento práctico en un ramo tan im- M. J. , del Museo Británico, acaba de partir portante de las ciencias biológicas, y en este con- de nuevo para la Mesopotamia con intención de se- cepto felicitamos sinceramente á la Sociedad y á las guir sus investigaciones en el emplazamiento del personas que la han creado. palacio de los reyes de Nínive para encontrar el resto de la biblioteca real, cuyas tablas, ya descu- biertas, han suministrado datos de gran interés so- Un lago de agua hirviendo. bre las tradiciones babilónicas y asirías relativas á En la isla Dominica, que está al lado de la Marti- la creación del mundo y al diluvio. nica, se ha descubierto un lago de agua hirviendo, —Una expedición rusa, mandada por el capitán cuyos detalles son interesantísimos. Sólo se llega Larianof, está explorando la Dzoungaria, donde ya al lago escalando con mucha dificultad rocas escar- ha descubierto manantiales calientes de gran impor- padas y franqueando torrentes de agua caliente. Su tancia. 410 REVISTA EUROPEA.—14 DE MAYO DE 1876. N.° 116 —El gobierno y el pueblo inglés han recibido con I grandes demostraciones al teniente Cameron, á i BIBLIOGRAFÍA. quien se facilitaron toda clase de recursos para su i grande y costosa expedición. El teniente Cameron so propone subir el Niger con cañoneras de vapor. Escenas fantásticas, por ü. José Selgas. Un —Alemania acaba de enviar una nueva expedi- tomo en 4." menor, de 272 páginas, tres pese- ción á la costa Oeste de África para explorar el in- tas. A. do Carlos ó hijo, editores. Madrid, 1876. lenor del continente. —La expedición italiana en Abysinia, mandada Con placer, con verdadero cariño, recibirnos por el marqués de Antinori, ha llegado a Suez, pero, siempre las publicaciones de la casa editorial de sin detenerse en Egipto, se ha dirigido en seguida á A. de Carlos é hijo, propietarios y fundadores de su destino, donde se teme ha de tropezar con gran- La Ilustración española y americana. Quienes han dísimas dificultades, porque la Abysinia es hoy el sabido, á costa de esfuerzos gigantescos, realizar teatro de una verdadera guerra de salvajes. en honra de España, la publicación de una de las —Los miembros de la expedición encargada de mejores Ilustraciones de Europa y América, tienen buscar un camino comercial para penetrar en el in- indudablemente derecho á la simpatía y á la grati- terior de la China por la provincia de Yunnan, que tud de todos los españoles. Los libros que de vez loca á Aunam y a Birmania, han escrito dando en cuando dan á luz, hacen honor también á su cuenta de los felices resultados de sus exploracio- buen gusto, y de aquí el placer con que siempre nes y anunciando que el rio es navegable hasta damos cuenta de la aparición de alguno. Chung-King, lo cual es muy importante para el co- Las escenas fantásticas de Selgas son una colec- mercio y para las futuras expediciones científicas. ción de cinco novelitas, escritas en el admirable estilo de este autor, y precedidas de un artículo, á manera de prefacio, titulado Preocupaciones. Entre Noticias. las obras publicadas anteriormente por los mismos El lago Neusield, en Hungría, que estaba seco ha- editores, figuran: Las delicias del nuevo paraíso y cía algunos años, sin causa alguna conocida, acaba Cosas del dia, de Selgas; Amores y amoríos, de de llenarse súbitamente de agua. Los habitantes de Alarcon; Recuerdos de Italia, de Castelar; Mari- los alrededores se pasean hoy en barcas sobre sus Santa, de Trueba; Pepita Jiménez, de Valera, etc. tórrenos sumergidos. Estos campos no habían pro- ducido gran cosa; pero los daños causados por la nueva aparición del lago son considerables. Las aguas bañan de nuevo las aldeas de Rust y de Biblioteca del constructor, del industrial, Be- Holling. llas Artes, obras públicas y ciencias exactas, di- rigida por D. Marcial de la Cámara. En folio, edi- —Ha fallecido en Paris, á la edad de 60 años, el ción de lujo. Valladolid, 1876. conocido literato Xavier Eima, autor de tantas obras apreciables sobre las costumbres y la vida de los Hemos tenido el gusto de recibir el primer plie- pueblos americanos. go de la obra Los diez libros de arquitectura de —El Dr. Hermann Jelineck ha publicado algunas Marco Vilrubio Polion, el primer pliego de los co- observaciones notables acerca de la curación del mentarios y una magnífica lámina con un bello in- delirium tremens délos bebedores por medio del tercolumnio de Cariátides de la sala de guardias hidrato de cloral: desde que en 1870 oyó en el Con- suizos en el Louvre, todo cubierto por un suple- greso Médico de Graz los trabajos hechos por el mento á manera de periódico, en que se insertan Dr. Zwicke sobre este medicamento, se propuso en- breve y sumariamente los asuntos más relacionados sayarle en su práctica, habiendo obtenido los más con la construcción. Lo expuesto basta para que satisfactorios resultados. nuestros lectores comprendan la importancia de la —En Turin ha ocurrido recientemente un caso publicación. Su autor era ya muy conocido en Es- parecido al de la celebre Sor Patrocinio. Una her- paña por los grandes servicios que ha prestado y mana profesa del Hospicio de Cottolengo aparecía está prestando con su Anuario ó agenda de la cons- lodos los viernes con llagas en las manos, en los trucción, y preciso es confesar que ahora adquiere pies y en la frente. La opinión pública se alarmó, nuevos títulos á la estimación pública. como sucede on estos casos, hasta el punto de que la autoridad ha tenido que tomar parte en el asun- to. Los doctores Rovida y Giacomini, encargados de la misión que en España desempeñó Argumosa Pedantópolis, sueño sobre costumbres, moral y con Sor Patrocinio, acaban de declarar que la enfer- política de los Estados de la luna, por D. Euge- ma se halla en un estado de exaltación extrema que nio Ramón Paje. Un tomo en 4." de 182 páginas, la induce á imitar las heridas de Jesucristo en la Madrid, 1876. cruz, y que las llagas las hace con ahileres ó instru- Tenemos que dar cuenta á nuestros lectores de mentos punzantes, renovándolas los jueves por la la publicación de esta obra, escrita con un sans noche cuando ya empiezan á cicatrizarse. Demente facón y un desembarazo dignos de un asunto de ó embaucadora, la enferma ha sido conducida á un ¡ mayor importancia y de un estilo más claro. Tal hospital para ser vigilada y curada. como es, sin embargo, la obra del Si\ Paje, repre- —El comité internacional de pesas y medidas ha senta un trabajo muy apreciable, porque dice mu- empezado el lunes último en Paris la serie de sus chas verdades, y sabido es cuánto nuestro país está sesiones tan útiles como laboriosas, bajo la presi- necesitado de oirías diariamente en todas las esfe- dencia del general Ibañez, director del Instituto ras. En este concepto, el Sr. Paje merece plácemes geográfico de Madrid. que no le escaseamos.