Otro Aspecto Interesante Del XXXII Salón Es La Ausencia De Ar- Tistas Con Una Trayectoria Reconocida En El País
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Otro aspecto interesante del XXXII Salón es la ausencia de ar- tistas con una trayectoria reconocida en el país. Sólo participa- ron tres de los 'grandes': Enrique Grau con la obra Retrato del almirante Grau, Beatriz González con La apoteosis de Lucho y Alvaro Barrios con El suicidio de Dorothy Hale. De los tres sólo el artista barranquillero presenta una obra con grandes miste- rios. Una irónica caja negra que abandona sus características de fetiche para abrirse un campo en lo rotundamente agresivo. Pero con esta nueva propuesta -sin los maestros- las ten- dencias del arte colombiano no presentan un hilo conductor de las recientes expresiones. Los tres artistas aparecen aislados del contexto donde impera un arte joven. Más que referencias, los tres artistas son presencias aisladas. Posición que inmediata- mente nos hace preguntarnos porqué están ellos y no otros. Salón Nacional en Cartagena Vista panorámica Sinembargo, la falta de algunas referencias acostumbradas también es algo significativo, ya que se abren nuevas posibili- dades para abordar un arte que ante todo guarda una íntima necesidad de expresarse. Y nuevamente se observa en el arte colombiano la tendencia a expresiones muy particulares que no siguen pautas ni se consolidan en movimientos. La figuración presenta alternativas, la abstracción expresionis- ta parece imponerse, la geometría es casi nula, el surrealismo no existe, el arte conceptual y el arte eminentemente político tampoco tiene expresiones contundentes. Cada artista aborda sus intereses personales a través de sutiles propuestas. Los cuatro ganadores del salón Los cuatro ganadores han llamado la atención porque en ellos BIBIANA VELEZ Dificultad inicial, 1988 el jurado de premiación ha señaldo instancias que vale la pena Acrílico sobre tela, 1.00 x 1.50 m resaltar. Entre todos, Bibiana Vélez parece recoger las expec- Primer premio pintura tativas del público al presentar en sus cuadros unas refer- encias interesante de luz tropical, un manejo muy libre del color y una referencia a la situación del artista ante el medio. Diego Mazuera y Miguel Angel Rojas son más misteriosos y vio- lentos. Cada cual en su propia técnica mixta inventa o representa historias más introvertidas. Hombres ahogados en medio de un mundo de texturas y objetos por un lado y místicas referencias casi monocromas y oscuras por parte de Rojas, quien recibe ya por segunda vez un reconocimiento en los salones nacionales. Hugo Zapata,el escultor premiado, presentó un trabajo abs- tracto en piedra. In eresante en su planteamiento de color y su manera de sacarle formas, texturas y brillos a la piedra que evocan el material mismo y nos devuelven a un momento casi MIGUEL ANGEL ROJAS anterior: la escultura vuelve al comienzo y el hombre se pliega Felicidad perdida, 1987 a la naturaleza misma. Fotografía e impresión, 1.40 x 1.110 m Primer premio a, 249 al público de distantes poblaciones sin antes haber despertado Salón Nacional su curiosidad, sus deseos de saber, de conocer y de disfrutar el El Salón de la melancolia arte, es una pérdida de tiempo. Con razón, tanto los costeños co- mo los turistas han preferido las maravillosas playas de Boca- grande y las bellezas históricas de la ciudad, a visitar un Salón Nacional que, además de carecer de una imagen atractiva, es el Eduardo Serrano más triste y limitado de todos los tiempos. En conclusión, es importante salvar el Salón Nacional, devolverle El Tiempo, febrero 4 de 1989. su significado como vitrina y escenario del arte del país. Pero de nada servirán las buenas intenciones de la nueva Dirección de Col- cultura si sus asesores y los artistas allegados al Instituto no ceden en su incontenible afán de poder y autopromoción, y si no se es- fuerzan por reconocer la naturaleza y los requerimientos de la crea- tividad contemporánea. Por ahora, lo único seguro es que el XXXII Se inauguró, por fin, el XXXII Salón Nacional, y aún cuando su de- Salón Nacional les deja la lección de que un lugar apto para una ficiente y amañada organización no permitía muchas esperan- feria ganadera no es necesariamente apropiado para una mues- zas, el certamen de todas maneras resultó peor de lo que-nadie tra artística; y como dirían en Cartagena 'Algo es algo, peor es ná', pudo imaginarse: el summun de la melancolía, el desorden, la im- provisación, el despilfarro, la incongruencia l{, el mal arte. Pero si el próximo salón sigue en la crisis y el declive iniciado hace un par de años, si no reacciona, se libera de grupúsculos y resulta re- En primer lugar, el salón carece de carácter, de ambición, de pro- almente representativo del arte nacional, habremos visto des- yecciones, de envergadura. Lejos de ser.un gran evento, se trata truir, justo al cumplir 50 años de su instauración, una de las medidas de una pequeña muestra colectiva, dispareja y aburrida, promo- más visionarias y positivas del Presidente Eduardo Santos y de su vida con un afiche de dibujo incompetente y sin ninguna relación Ministro de Educación Jorge Eliecer Gaitán, y una de las tradiciones con el certamen (un saco de rayas), instalada sin objetivos didác- más valederas y enriquecedoras en la historia del arte del país. ticos (no hay coherencia entre obras contlquas), pésimamente señalizada (las fichas incluyen dimensiones como si las obras no estuvieran ahí, pero omiten una buena proporción de técnicas y -' materiales), y acompañada por el más deprimente ciclo de confe- rencias (las mismas de todos los años por los mismos de siempre). Salón Nacional de Artistas: Es decir, a pesar del despilfarro que significa emplear el dinero de un malentendido los contribuyentes no sólo para restaurar un galpón que finalmen- te no pudo utilizarse, sino también para trasladar a Cartagena los paneles, las bases, las obras, los jurados, los folletos, las luces y hasta el tapete, ya pesar de la buena voluntad de Colcultura en José Hernández seguir paso a paso todas las caprichosas indicaciones de su Co- mité Asesor, el salón es triste, sin agallas y sin la contundencia que se espera del certamen estrella de un país con una respeta- El Tiempo, febrero 9 de 1989. ble tradición artística como Colombia. Mas bien podría pensarse que se trata del salón de Bélice, o de Uganda. La baja calidad en la participación es alarmante. Se ha dicho como disculpa que se debe al sistema de diapositivas utilizado para la sec- ción -otra brillante idea del Comité Asesor- pero sea cual fuere la Pasando la registradora hay dos esculturas de Hugo Zapata que razón lo cierto es que sólo un quince por ciento de las obras incluidas son, sin duda, las obras más importantes del salón. Geografía, asi merece figurar en un certamen que se supone debe recoger lo más las tituló. Una es cuadrada; la otra rectangular. sobresaliente de la producción artística del año. Aparte de las obras premiadas de Miguel Angel Rojas, Hugo Zapata, Bibiana Vélez y Nada es simétrico. La cuadrada, la más lograda, está hecha de Diego Mazuera, únicamente los trabajos de Luis Luna, Rodrigo Fa- bloques de piedras de 30 centímetros. En su centro no es unifor- cundo, Jaime Franco, Liliana González, Nadín Ospina, Ana María me. Tampoco lo es el color. Zapata trabajó el óxido de esa piedras Rueda, Carlos Serrano, Ronny Vayda, Margarita Monsalve, Becky encontradas en Pacho, Cundinamarca, les sacó el negro y distri- Mayer y Camilo Calderón, permiten una consideración seria y dan buyó el óxido creando movimiento y texturas. pie para lucubrar sobre creatividad y trascendencia. El otro extremo --<:on la excepción de las obras de Cecilia Porras y Enrique Grau Tiempo, espacio, memoria, matrimonio entre lo mineral y lo indus- cuya inclusión sin ánimo de competencia representa obviamente un trial y, sobre todo, esas sugerencias de la naturaleza ... Es eso que homenaje--Io peor del salón son los trabajos de los artistas estable- Zapata sabe captar. Viendo esas obras, se piensa que todo va a cidos que insisiten en cerrarle el paso a las nuevas generaciones y ir bien en el salón. Pero no. El XXXII Salón es un malentendido. cuyas obras se ven falsamente frescas en ese contexto como las ca- La contradicción está en los términos. Salón Nacional supone nas teñidas o la madurez en minifalda. Mientras que lo más descon- muestra, pero muestra completa,de artistas y de tendencias que certante del certamen son las tres menciones concedidas a pinturas, atraviesan la plástica nacional. No es ni lo uno ni lo otro. esculturas y grabados sin presencia ni interés, haciendo pensar que el acierto de los premios fue sencillamente una casualidad, un pro- De los artista de la vieja guardia solo participar tres: Grau con un óleo. ducto del oído y el azar. Retrato del almirante Grau: Beatriz González, con un carboncillo pas- tel. La apoteosis de Lucho; y Alvaro Barrios con una caja titulada El Finalmente, la melancolía y el desconcierto que proyecta el salón suicidio de Dorothy Hale. Obregón, que como Grau y Barrios, es de también son perceptibles en la apatía y escepticismo con que los la Costa, no participó porque "no tenía nada nuevo para mostrar". cartageneros han recibido su celebración. Lo cual prueba que la curiosa descentralización que plantea el Comité Asesor de Col- La realidad es que para este salón nadie invitó a los artistas con- cultura y que consiste en bombardear con pinturas y conferencias sagrados. El comité de selección prefirió someterlos a las mismas 250 reglas de juego que a cualquiera de los estudiantes de Bellas Ar- tes que llegan por primera vez al salón: enviar cinco diapositivas. Ese método no incitó a ninguno de los grandes a participar. Pero también disuadió a casi todos los artistas de las generaciones in- termedias; los únicos presentes ganaron premio, como es el caso de Hugo Zapata, Miguel Angel Rojas y Diego Mazuera.