Política Internacional
Total Page:16
File Type:pdf, Size:1020Kb
Coyuntura Global Imperialismo y “neo imperia- lismo” un pequeñísimo estado 65 del arte Mayo- junio 2018 ISSN 1659-4029 Boletín del Observatorio de la POLÍTICA INTERNACIONAL Escuela de Ciencias Políticas Escuela de Relaciones Internacionales Universidad de Costa Rica Universidad Nacional 2 Coyuntura Imperialismo y “neo imperialismo” un pequeñísimo estado del arte Carlos Humberto Cascante Segura UNA-UCR En una reciente visita a Costa Rica de un brillante colega argentino, tuvimos una interesante discusión sobre la actualidad, o falta de esta, del concepto imperio. También sobre las diferencias entre el imperio como composición política y las actitudes o com- portamientos imperiales (imperialismo) su pasado y su futuro. Como toda buena discu- sión, esta terminó sin que ninguno de los participantes lograse convencer a los otros de sus posturas. Sin embargo, si provocó realizar un repaso de la literatura sobre estas ca- tegorías analíticas producidas a partir del final de la Guerra Fría hasta el presente y rea- lizar un pequeño e incompleto estado del arte, que permita ver con más perspectiva los enfrentamientos en la sociedad internacional entre grandes potencias (Los Estados Uni- dos, China y Rusia) y su relación con otros actores (emergentes y grandes empresas transnacionales). Tal como ocurrió durante los siglos XIX y XX, los conceptos de imperio e imperia- lismo en las dos décadas de este son múltiples y, en algunos casos, contradictorios. En nuestro siglo, la discusión surge -tras décadas en que el concepto fue dejado de lado- debido al avance de los Estados Unidos tras la caída de la Unión Soviética, lo que algunos autores plantearon como la consolidación del “imperio americano” o el “neo imperia- lismo” americano. A partir de ese hecho, el intercambio de ideas en torno al contenido de los conceptos imperio e imperialismo pareció renovarse y, de acuerdo con Fuchs (2010) y Kettel & Sutton (2013), ha dado lugar a un espectro de enfoques que se eX- tiende desde dos eXtremos contrapuestos: (a) las visiones que consideran que es tiempo de reformar por completo la idea de imperialismo producto del siglo XX y, en realidad, lo que eXisten son nuevas formas de dominio post imperiales que deben estudiarse con nuevas herramientas; al otro lado de este debate teórico se encuentran (b) aquellos autores que sostienen que las formas económicas contemporáneas constituyen un “nuevo imperialismo” que reforma sustancialmente el que se produjo en los siglo XIX y XX. Por último, entre uno y otro se encuentran (c) aquella literatura que plantea al im- perialismo en el siglo XXI como uno que guarda continuidades pero que también esta- blece cambios evidentes con el que se desarrolló durante los siglos XIX y XX. A. El fin de los imperios A poco del final de la Guerra Fría, Hart y Negri (2000) plantearon una dicotomía conceptual de imperialismo e “Imperio”. El primero respondía al dominio que algunos estados nación habían tenido sobre diversas regiones, que a su vez podían integrarse como parte del territorio colonial del estado o como naciones clientes de la metrópolis. Por otra parte, Imperio fue el término escogido para describir al tiempo presente, de forma que hacía referencia una nueva forma de dominación donde el poder no sólo se Boletín del Observatorio de la Política Internacional, No. 65, mayo – junio 2018 3 encuentra en estados nación específicos, sino en una red más eXtensa que incluía a es- tados naciones poderosos, instituciones internacionales y los conglomerados empresa- riales. Esta estructura de poder impone su dominio a otros actores y regiones. A partir de esta dicotomía, los autores concluyen que la forma de dominación imperialista no es aplicable para entender el actual entramado de relaciones de poder y, por consiguiente, deben elaborarse nuevas formas de relación. Desde el punto de vista de la composición de esas relaciones de poder, Breullily (2017) sostiene que las organizaciones imperiales basados en un centro y periferia han desaparecido con la desintegración de la Unión Soviética, dando lugar a la conformación de estados nacionales. Esta organización de estados nación rompe con la forma de or- ganización imperial y establece nuevas relaciones de poder. Así, concluye que las formas de coerción basadas en el control de las metrópolis, mediante instituciones, fuerza mi- litar y dominio económico han mutado y se requieren nuevas herramientas para com- prender esas formas de poder “des territorializadas”. Igualmente, en esta discusión se enmarcan aquellos teXtos que intentan estable- cer como el imperialismo del siglo XIX y el XX es irrepetible. Por ende, descartan que los Estados Unidos o cualquier otra potencia pueda considerarse un imperio, o bien, que no tendrá éXito si esas son sus intenciones, dado la interconectividad del mundo contem- poráneo, que debilita las formas en que se construyeron los imperios modernos (Hobs- bawn, 2008). B. El “neo imperialismo” La literatura que enfoca su narrativa en el concepto “neo imperialismo” se plan- tea su abordaje en dos variantes: aquella que vinculada con los sujetos a los que se con- sidera nuevos imperios y se les compara especialmente con el imperio británico y, por otra parte, la segunda variante se concentra en las novedosas herramientas que el siglo XXI ha traído y transformado a los imperios y al imperialismo de los siglos anteriores. Desde ambas perspectivas, eXiste una discontinuidad entre el fin de los imperios del siglo XIX y los imperios del siglo XXI, dado que, en términos generales desde el final de la Guerra Fría se ha eXperimentado una nueva etapa de eXpansionismo, primero lide- rado por los Estados Unidos y, posteriormente, por China y Rusia. En la primera línea de estos estudios se debate el carácter de “imperio” o “nuevo imperio” que le fue atribuido a los Estados Unidos tras sus avances en Medio Oriente, así como la conducta que desarrollan otras potencias. Tal es el caso de Harvey (2003), quien argumenta cómo los “neo conservadores” (“neo cons”) estadounidenses han creado un discurso similar al del siglo XIX para apoderarse sistemática, aunque informal- mente, de las principales áreas geopolíticas (Dorrien, 2004). De la misma forma, otros autores como Lumumba-Kasomgo (2011) y Owen Felstead (2013) han discutido si los desbalances en la relación de China con África, en virtud de las inversiones y la cooperación brindada por el gigante asiático pueden con- siderarse prácticas colonialistas, con resultados contradictorios, pues en el caso de Owen se concluye que no puede calificarse las actuaciones de China como “neo impe- rialismo”, sino como una “interdependencia”. En un esfuerzo similar al analizar el com- portamiento ruso durante el gobierno de Vladimir Putin, Van Harpen (2014) plantea que Boletín del Observatorio de la Política Internacional, No. 65, mayo – junio 2018 4 los avances liderados por este para recuperar sus fronteras estratégicas en los estados vecinos a la Federación Rusa podrían considerarse formas “neo imperialistas”, dado que no necesariamente este tipo de visiones y el deseo de conformar imperios (territorial o no territorial) han desaparecido de todos los actores en la sociedad internacional. Dentro de la segunda variante de los autores que utilizan la categoría de “neo imperialismo”, se encuentran aquellos que como Wiggell (2016) y Kettel & Sutton (2013) se concentran en establecer cómo los instrumentos económicos han sustituido a otros medios de ejercicio imperial. En este sentido, el predominio del comercio internacional, la inversión y la cooperación brindarían ese mecanismo de coerción. No obstante, re- sulta interesante que no todo ejercicio asimétrico del comercio y la inversión constitui- rían instrumentos imperiales. En esta línea, Wigell (2016) establece que nos encontra- mos ante nuevas formas de imperialismo geoeconómico cuando las actuaciones en ese ámbito tienen fines competitivos, que se identifican con una estrategia por mantener el predominio económico y la dependencia de otros estados de la potencia que despliega tales actuaciones (mediante amenazas, establecimiento unilateral de tarifas, recorte de bienes indispensables, entre otras); y cuando las medidas económicas tomadas tienen objetivos que van más allá de la ganancia económica (por ejemplo, cuando la inversión no tiene una clara forma de producir más riqueza sino solo control sobre el receptor de esta). En el caso de Fuchs (2010), su objetivo consiste en analizar cómo los medios de comunicación, pese a ser un elemento actual, al momento de instrumentalizarse como una herramienta “neo imperial” sigue los componentes estructurales que se habían de- tectado en el imperialismo del siglo XIX, como una etapa avanzada del capitalismo, que se estructuraba en la formación de monopolios y la distribución de los avances territo- riales. Sin embargo, llega a concluir que eXiste un “neo imperialismo”, donde los medios de telecomunicación no son el único, pero si uno de sus medios más importantes de dominación. C. Imperio: entre las nuevas y antiguas formas de dominación Por otra parte, se encuentran los autores como Ferguson (2004) quienes prefie- ren evitar hablar de nuevo imperialismo y establecen que a la par de formas tradiciona- les de imperialismo se han adicionado otras, sin que se haya perdido la esencia original de este. Desde esta perspectiva, la preminencia del dominio informal (sin control terri- torial colonial, mediante formas económicos y culturales) no sería más que el avance de formas que ya habían sido establecidas en el imperialismo del siglo XIX. A partir de esta afirmación, Ferguson (2004) -partidario abierto de los imperios- sostendría que la predilección por emplear categorías distintas a “imperio” se encuen- tran más vinculados con la necesidad de utilizar un vocabulario políticamente correcto que por una transformación de las formas en que se han desarrollado las políticas im- perialistas. En esta línea, el autor escocés lamenta en sus teXtos la ausencia de la esta- bilidad y cosmopolitanismo que aportan los imperios, dado que los Estados Unidos no podrán sustituir al imperio británico dentro de la sociedad internacional.