Yo Fui La Espía Que Amó Al Comandante Marita Lorenz
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SELLO Ediciones península COLECCIÓN FORMATO 15X23-RUSITCA CON SOLAPAS Otros títulos de la colección Realidad Pocas personas pueden decir que han visto pasar una parte fundamental SERVICIO 5/5 Historias reales de superación, lucha, de la historia del siglo XX ante sus ojos. No como meros espectadores, amor, peligro y coraje, narradas con la sino casi devorándolas. Ilona Marita Lorenz es una de ellas. CORRECCIÓN: PRIMERAS inmediatez del cine y la precisión de la 24/4 Lucre crónica. Apasionantes como una novela Nació en Alemania en 1939, en vísperas de la invasión de Polonia. Su pa- DISEÑO y de interés internacional. Grandes dre, alemán, era capitán de barco; su madre, americana, había sido ac- REALIZACIÓN historias que merecen ser contadas. De triz. De niña estuvo internada en el campo de concentración de Ber- todas ellas se nutre Península Realidad. gen-Belsen. Poco después de acabar la guerra, con siete años, fue víctima de una violación. EDICIÓN Se embarcó a menudo con su padre en los años siguientes. En 1959 llegó De regreso a casa CORRECCIÓN: SEGUNDAS a bordo del Berlin a La Habana revolucionaria. Un grupo de barbudos, La lucha contra el olvido en Ciudad 26-03-2013 encabezado por Fidel Castro, subió al barco. El fl echazo fue inmediato. DISEÑO Juárez Lucrecia Una semana después, el Comandante enviaba a buscarla a Nueva York y Elena Ortega la convertía en su amante. Tenía diecinueve años. REALIZACIÓN Lo difícil es perdonarse a uno mismo Pronto se descubrió embarazada, pero la sometieron a una intervención CARACTERÍSTICAS Matar en nombre de ETA y arrepentirse y el bebé no llegó a nacer... O al menos eso le dijeron. La CIA convenció por amor a Marita de que Fidel era el responsable de lo ocurrido y la enviaron de IMPRESIÓN CMYK Iñaki Rekarte vuelta a La Habana con la misión de asesinarlo, pero fue incapaz de hacerlo: seguía enamorada de él. Indomable amó al Comandante fui la espía que Yo De la mutilación a la vida Puede parecer sufi ciente para llenar dos vidas, pero hay más. De regreso PAPEL Folding 240grs Fátima Djarra Sani a Miami, conoció al exdictador venezolano Marcos Pérez Jiménez, y Marita Lorenz tuvo con él una hija. En noviembre de 1963, viajó de Miami a Dallas en PLASTIFÍCADO Brillo un convoy del que formaban parte Frank Sturgis, uno de los detenidos en el Watergate, y un tal Ozzie, es decir, Lee Harvey Oswald. Más tarde Yo fui la espía UVI fue party girl de la mafi a neoyorquina e informante de la policía. Se casó y tuvo un hijo con un hombre que espiaba a diplomáticos soviéticos para RELIEVE el FBI. Marita Lorenz que amó al BAJORRELIEVE La historia de Marita tiene luces y sombras. Pero sobre todo es una his- toria de amor y peligro. La de una espía que, por encima de todo y a STAMPING pesar de sí misma, amó al Comandante. Comandante FORRO TAPA Una vida de película: de los campos nazis a Fidel Castro, la CIA y el asesino de Kennedy Síguenos en 19,90 10124582 GUARDAS Diseño de la colección y de la cubierta: http://twitter.com/ed_peninsula PVP € Departamento de Arte y Diseño, Área Editorial www.facebook.com/ediciones.peninsula Grupo Planeta www.edicionespeninsula.com INSTRUCCIONES ESPECIALES Fotografía de la cubierta: © AP-Photo / Gtress www.planetadelibros.com 9 788499 424217 PENÍNSULA REALIDAD 15 mm Yo fui la espía que amó al Comandante Marita Lorenz Una vida de película: de los campos nazis a Fidel Castro, la CIA y el asesino de Kennedy Con la colaboración de Idoya Noain © Ilona Marita Lorenz, 2015 Queda rigurosamente prohibida sin autorización por escrito del editor cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra, que será sometida a las sanciones establecidas por la ley. Pueden dirigirse a Cedro (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesitan fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47). Todos los derechos reservados. Primera edición: junio de 2015 Las imágenes de los pliegos, excepto aquellos en los que figura el crédito correspondiente, pertenecen al archivo personal de la autora. El editor quiere agradecer las autorizaciones recibidas para reproducir imágenes protegidas en este libro. Se han realizado todos los esfuerzos para contactar con los propietarios de los copyrights. Con todo, si no se ha conseguido la autorización o el crédito correcto, el editor ruega que le sea comunicado. © de esta edición: Grup Editorial 62, S. L. U., 2015 Ediciones Península, Pedro i Pons, 9-11, 11.a pta. 08034 Barcelona [email protected] www.edicionespeninsula.com romanyà-valls - impresión depósito legal: b.10.766-2015 isbn: 978-84-9942-421-47 ÍNDICE De la historia oficial a la verdad 9 1. No hables, no pienses, no respires 13 2. La Alemanita de Fidel 49 3. Una misión imposible: matar a Castro 83 4. Pérez Jiménez, mi segundo dictador 113 5. Dallas, noviembre de 1963 145 6. Segura en la selva 155 7. Mafia girl y espía en Nueva York 177 8. El regreso de Fiorini, mi propio Watergate 197 9. Hijos de Cuba 221 10. Una historia de película 241 Epílogo: Debería ser feliz 265 1 NO HABLES, NO PIENSES, NO RESPIRES Siempre estuve destinada a estar sola. Y no sé por qué. Debía haber venido al mundo con mi hermana gemela, a la que iban a llamar Ilona, pero cuando mi madre llegó al hospital Saint Joseph, en la ciudad alemana de Bremen, se abalanzó sobre ella el pastor alemán de un oficial de las SS que la increpaba por haber seguido acudiendo hasta el final de su embarazo a un ginecólogo judío. En aquel ata- que mi hermana murió y yo sobreviví, y aunque iba a ser llamada Marita quisieron honrar a esa pequeña muerta y me pusieron como nombre Ilona Marita Lorenz. Era el 18 de agosto de 1939 y quedaban solo unos días para que Alemania comenzara la invasión de Polonia y prendiera la mecha que haría estallar la Segunda Guerra Mundial. A mamá prácticamente la echaron del hospital para hacer sitio a posibles heridos y ella no podía contar con mi padre, que en esos momentos no estaba en Ale- mania: como prácticamente toda su vida, antes y después, él estaba en el mar. Mamá se llamaba Alice June Lofland, una mujer cuya vida, aún a día de hoy, está rodeada de misterio e interro- 14 YO FUI LA ESPÍA QUE AMÓ AL COMANDANTE gantes, de secretos que ya nunca podrán ser revelados, una auténtica artista de la interpretación cuyo verdadero yo dudo que nadie llegara nunca a conocer. Tenía dos certificados de nacimiento. Según uno de ellos nació el 15 de octubre de 1902. En el otro, en cambio, figu- ra como fecha de nacimiento el mismo día pero del año 1905. Obviamente uno de los dos documentos es una fal- sificación, pero ni yo ni nadie en mi familia hemos llega- do a descubrir cuál. Cuando le preguntaba a mi madre por sus orígenes, siempre me daba la misma respuesta, palabras de una mujer que siempre se mostró en extremo reservada: «No importa, no importa». Lo único seguro es que mamá nació en Wilmington, en el estado de Delaware, en el este de Estados Unidos, y allí se crió. En su familia cultivaban la tierra, pero ella siempre se sintió diferente, incluso cuando era solo una niña, y cuando llegó a la adolescencia sus padres la mandaron a Nueva York, a una escuela privada en Park Avenue, «la mejor», según decía. Empezó a bailar y en- tró en el mundo del espectáculo, llegando a actuar en obras de Broadway bajo el nombre artístico de June Pa- get. Quizá fue entonces cuando empezó a descubrir su habilidad y talento para formar parte de un mundo de máscaras y personajes que nunca después pudo, quiso o supo abandonar. En esa primera época de su vida tuvo algún amorío que no funcionó, aunque por escritos y papeles que he- mos ido encontrando en la familia a lo largo de los años quizá sea más apropiado pensar en varios romances. Uno de los hombres que sabemos que se enamoró perdida- mente de aquella hermosa y decidida joven rubia y de ojos azules fue William Pyle Philips, un importante fi- NO HABLES, NO PIENSES, NO RESPIRES 15 nanciero; pero Alice quería tener hijos, y aquel hombre era no solo bastante mayor sino también su primo, así que aquella aventura no tenía a ojos de mi madre opción alguna de prosperar. Además, ella quería llevar una vida independiente y trabajar en el cine, y nada importó que Philips le implorase que no lo dejara y le ofreciera orga- nizar todo lo necesario para que pudiese protagonizar su propia película e incluso abrirle un cine solo para ella. Mamá, que hablaba un francés fluido, decidió irse a París, donde habían empezado a rodarse películas con sonido. Tenía dieciocho o diecinueve años, y creo que, más allá de sus aspiraciones profesionales, quería escapar tam- bién de otros hombres que la perseguían; y no eran po- cos, porque mamá despertaba auténticas pasiones. En esa combinación de huida y búsqueda zarpó en 1932 desde Nueva York en el Bremen, un barco de pa- sajeros de la Norddeustcher Lloyd, la línea naviera del norte de Alemania, y durante la travesía conoció al capi- tán suplente, Heinrich Lorenz, el hombre que acabaría siendo papa. Nunca le llamé papá, padre o papi; para mí siempre fue papa. Era un hombre fuerte, con cabello y ojos oscuros, posiblemente de ascendencia italiana, y tan- to las mujeres como los hombres se volvían locos por él.