EL PENSAMIENTO ÉTICO Y POLÍTICO De Jorge Alessandri Rodríguez
Total Page:16
File Type:pdf, Size:1020Kb
EL PENSAMIENTO ÉTICO Y POLÍTICO de Jorge Alessandri Rodríguez Discursos pronunciados en el Acto Académico que con motivo del 7o Aniversario de su fallecimiento, se efectuó en el Salón de Honor de la Cancillería Arturo Alessandri Besa Hermógenes Pérez de Arce Sergio Carrasco Delgado Semblanza de Jorge Alessandri R. RAFAEL VALDIVIESO ARIZTÍA •FVNDACION' 'JORGE ALESSANDRI R EL PENSAMIENTO ÉTICO Y POLÍTICO DE JORGE ALESSANDRI RODRÍGUEZ © FUNDACIÓN JORGE ALESSANDRI, 1993 Inscripción N" 88.871 Derechos reservados para todos los países Se terminó de imprimir esta Ia edición en los talleres gráficos de Editorial Universitaria, S.A. San Francisco 454, Santiago de Chile en el mes de diciembre de 1993 IMPRESO EN CHILE / PRINTEDIN CHILE EL PENSAMIENTO ÉTICO Y POLÍTICO de Jorge Alessandri Rodríguez Discursos pronunciados en el Acto Académico que con motivo del 7o Aniversario de su fallecimiento, se efectuó en el Salón de Honor de la Cancillería Arturo Alessandri Besa Hermógenes Pérez de Arce Sergio Carrasco Delgado Semblanza de Jorge Alessandri R. RAFAEL VALDIVIESO ARIZTÍA •F v N DACION- •RORGE ALESSANDRI R* PALABRAS DEL PRESIDENTE DE LA FUNDACIÓN JORGE ALESSANDRI R. SENADOR ARTURO ALESSANDRI B. Señoras y Señores, estimados amigos. No es casualidad que hoy nos encontremos reunidos en este lugar solemne, donde se han escrito páginas gloriosas de nues- tra historia patria. Estas paredes han sido testigos de la invalua- ble tradición democrática del pueblo chileno, que con su respal- do llevó a jurar en esta Sala a don Jorge Alessandri Rodríguez, y antes de él a su padre don Arturo Alessandri en dos oportu- nidades, como Presidente de todos los chilenos. Hoy, en que conmemoramos un aniversario más de su parti- da, agradecemos la oportunidad que nos brinda la Fundación que lleva su nombre, de recordar esos emotivos momentos. En 1991, fue creada la Fundación Jorge Alessandri Rodríguez, gracias a la iniciativa de un grupo de amigos, muchos de los cuales están con nosotros esta mañana, que comprendieron la necesidad imperiosa de conservar, dividgar y proyectar las ideas de bien público, principalmente en lo político, económico y social, que inspiraron la vida pública y privada del ex Presidente Jorge Alessan- dri, y que hicieron de ella un ejemplo digno de ser conocido por las generaciones futuras. Tenemos un convenio firmado con la Universidad Finis Te- rrae, para formar un archivo, tarea que está en pleno proceso de desarrollo. Asimismo, hoy día vence el plazo para la recepción de las maquetas del concurso para eregir un monumento a Don Jorge. Difícil decisión para el jurado, ya que han presentado proyectos varios escultores, nacionales y extranjeros, de recono- cida trayectoria. Estamos ciertos que inauguraremos el año próximo el mejor proyecto, en el sitial que le corresponde. La Plaza de la Constitu- ción. Con esto daremos por finalizada la primera etapa de nues- 7 tro programa de trabajo, para iniciar con éxito la labor de proyección de la obra del ex Presidente Jorge Alessandri, a través de becas, seminarios y cursos, y la institución de la Medalla al mérito Jorge Alessandri Rodríguez, para distinguir a los estudiantes, trabajadores, empresarios, científicos y profesiona- les más destacados. Los invitamos a todos a acercarse a nuestra Fundación. A nuestros socios, muchas gracias por su constante apoyo. A quienes se quieran incorporar, bienvenidos, y a todos los pre- sentes, muchas gracias por estar con nosotros esta mañana recordan- do al ex Presidente Jorge Alessandri, en su séptimo aniversario. 8 EL LEGADO ÉTICO DE DON JORGE ALESSANDRI Distinguidas autoridades de la Fundación Jorge Alessandri, señoras y señores miembros de su familia, señoras y señores: El volumen y magnitud de las obras públicas que emprenden los hombres de gobierno y la trascendencia de las realizaciones jurídicas y políticas que ellos patrocinan desde el poder suelen ser los patrones más socorridos para medir su capacidad reali- zadora y sus méritos históricos. Pero en el caso de las persona- lidades públicas de excepción suele presentarse otra dimensión de su legado que, por importantes que hayan sido aquellas obras y realizaciones, excede con mucho en trascendencia, per- manencia y proyección a las mismas: es el valor espiritual de su ejemplo, el legado ético o moral que se desprende de sus pala- bras y actuaciones y que permanece en el tiempo como un faro iluminador de la senda de sucesivas generaciones. Algún pensador ha señalado que la gran diferencia entre un político y un estadista —y estimo previo advertir que todo político puede y debe aspirar a ser a la vez un estadista— reside en que mientras el primero se preocupa de la próxima elección, el segundo piensa en la próxima generación. El examen de la actuación de don Jorge Alessandri en la vida nacional nos lleva a la conclusión de que su principal legado fue el de su personalidad ética y el de su ejemplo moral; y también a la de que ejerció la función política con una preclara visión y vocación de estadista. Conste que, además, el transcurso de los años, el afinamiento de las cifras económicas y el análisis del contexto internacional que rodeó su gestión de gobernante han ido progresivamente señalando la eficacia realizadora de la misma en cuanto al logro de metas de desarrollo material. Pero lo que perdurará más que eso y más allá de eso será el 9 testimonio de su vida pública plena de contenido moral: la vocación de servicio público abnegado, el desinterés personal, la prudencia política, la mesura y la caballerosidad en la con- frontación con el adversario; la austeridad en las costumbres; el firme y justo ejercicio de la autoridad; la ética del trabajo y del riguroso cumplimiento del deber. Reflexionando a través de los testimonios de sus contempo- ráneos, de versiones sobre sus actuaciones públicas, de sus propios relatos autobiográficos, especialmente los entregados en sus últimos años de vida, uno podría tejer un curioso contra- punto entre el Jorge Alessandri persona particular, con sus virtudes de inteligencia, grandeza de sentimientos y compasio- nes, conjugándose con un temperamento enigmático, un carác- ter a veces hosco, a veces mordaz, y posiblemente con algunos defectos como los que tenemos todos los seres humanos, y el Jorge Alessandri entregado a la causa pública y a la responsabi- lidad frente al país, desafíos ante los cuales parece producirse en él la más noble sublimación de la personalidad y una especie de abnegado renunciamiento y una entrega patriótica, elevada y generosa, que transmutan al ciudadano particular en un hom- bre público de la más señalada categoría y grandeza, que quie- nes fuimos sus contemporáneos no hemos captado todavía en toda su significación. Esta sublimación que en el personaje gesta el ejercicio de la misión de servir al país es, justamente, la impronta del estadista, del hombre de Estado, del líder por antonomasia; y es la consti- tutiva de su principal legado, de su ejemplo ético y moral, que tenemos la obligación de preservar y sistematizar, porque me- rece y debe ser transmitido con toda su fuerza edificante a las actuales y futuras generaciones de nuestra Patria. El examen de la vida de don Jorge Alessandri sugiere un verdadero decálogo del estadista u hombre público ejemplar, sólo algunos de cuyos mandatos alcanzaré a exponer en esta oportunidad. El primero: el servicio público está dirigido a beneficiar al país y no a satisfacer anhelos o ambiciones particulares de quien lo desempe- ña. Hay personajes que parecen buscar el poder como si tuvieran "un mejor derecho" a ocupar cargos públicos o de represénta- lo ción popular. No esperan a ser convocados por un sentir gene- ral a desempeñarlos, sino que son ellos los que se promueven y convocan, y hasta conminan a los demás, para que los eleven al poder. Esos postulantes a la función pública son la antítesis de la personificación del sentido de servicio que don Jorge Ales- sandri nos legó. Este, como dijera uno de sus contemporáneos, "nunca buscó el poder, sino que parecía que el poder lo buscaba a él". Por temperamento rehuía la cosa pública, pero por sentido del deber asumía las responsabilidades cívicas cuando era llamado a cumplirlas. Y lo hacía con auténtica entrega y desin- terés personal. En uno de sus últimos testimonios describía así su actuación en un alto cargo de representación gremial: "Adopté la política de trabajar en silencio. Yo nunca di una conferencia de prensa ni salía retratado, como ocurre actual- mente. Conversaba con los ministros y asistía a las comisiones calladamente". Se hallaba allí para servir, no para servirse del cargo. Otro mandamiento que su ejemplo nos legara fue el de que el ejercicio de las funciones públicas debe caracterizarse por la austeri- dad. El político y estadista es un administrador de bienes y recur- sos ajenos, que pertenecen a todos. En esa tarea debe ser más delicado que en la de manejar su propio patrimonio y debe dar el ejemplo a quienes se sientan tentados o inclinados, precisa- mente por el hecho de manejar recursos de todos, a ser dispen- diosos o descuidados. Siendo Presidente de la República, sus subalternos lo recuer- dan preocupado de apagar las luces innecesarias de la casa presidencial, señalándoles con énfasis paternal y pedagógico la necesidad de ahorrar energía. Cuando, también siendo Primer Mandatario, viajó a los Esta- dos Unidos, invitado por el Presidente de ese país, John Fitzge- rald Kennedy, objetó el hecho de que se le asignara un viático de mil dólares, en atención a que, señaló, concurría invitado y no se suponía que iba a incurrir en gastos. Como reglamentaria- mente le correspondía percibir ese viático y se le hizo entrega de él, lo recibió, pero al cabo de la gira restituyó 998 dólares con cincuenta centavos y rindió cuenta con la respectiva boleta de 11 venta, del gasto de un dólar y cincuenta centavos empleados en comprar una escobilla y pasta de dientes en cierta ciudad nor- teamericana en que imprevistamente necesitó ambas cosas.