Miguel Giusti El Soñado Bien, El Mal Presente
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El soñado bien, el mal presente Rumores de la ética MIGUEL GIUSTI EL SOÑADO BIEN, EL MAL PRESENTE Rumores de la ética El soñado bien, el mal presente. Rumores de la ética Primera edición, octubre de 2008 © Miguel Giusti, 2008 De esta edición: © Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, 2008 Av. Universitaria 1801, Lima 32 - Perú Teléfono: (511) 626-2650 Fax: (511) 626-2913 [email protected] www.pucp.edu.pe/publicaciones Diseño de carátula: Gisella Scheuch, basado en la pintura «De la herencia y los herederos» de A. Alexis García, reproducida por Cécile Villa-García Prohibida la reproducción de este libro por cualquier medio, total o parcialmente, sin permiso expreso de los editores. ISBN: 978-9972-42-863-0 Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú N° 2008-12216 Impreso en el Perú – Printed in Peru A Paulina Hundskopf de la Rivera y Luis Giusti La Rosa, mis padres queridos Índice Introducción 11 EL SOÑADO BIEN El sentido de la ética 17 Ética y democracia 51 Areté (excelencia) académica 65 El cultivo de las humanidades 75 ¿Cervantes contra Descartes? 87 Rumor platónico 97 EL MAL PRESENTE Memorias del mal 109 Violencia política y globalización 123 Pobreza, igualdad y derechos humanos 135 Salvajes y demonios 145 Richard Rorty: un «bebé anticomunista con pañales rojos» 155 RUMORES DE RECONOCIMIENTO El «Señor de los anillos». Fuentes y límites del concepto de tolerancia 165 Autonomía y reconocimiento. Entre Kant y Hegel 181 ¿Qué tan hegelianos son los comunitaristas? 201 Reconocimiento y gratitud. El «itinerario» de Paul Ricoeur 221 «Padecer de indeterminación». Axel Honneth sobre Hegel 237 Nota sobre los textos 245 Introducción De la voz «rumor» consigna el Diccionario de la Real Academia Es- pañola tres acepciones. La primera de ellas es: «voz que corre entre el público». Tomo con naturalidad este primer sentido del término para referirme a un rasgo común de los ensayos que componen este libro. Todos ellos hablan, en efecto, de asuntos de la ética que pre- ocupan a muchas personas en la actualidad, y sobre los que circulan comentarios a la manera de los rumores: voces éticas que corren entre el público. A qué llamamos «ética», cómo explicar las discrepancias profundas entre las convicciones morales, por qué la democracia parece un sistema vaciado de sentido, qué razón de ser puede tener actualmente la tolerancia, a qué se debe que aumente y se haga más sonora la demanda de reconocimiento de los grupos culturales: so- bre estos asuntos, y otros similares, se vienen oyendo muchas voces, muchos rumores, en la discusión ética contemporánea, haciendo eco en cierto modo a las demandas y las incertidumbres que nos aquejan diariamente a todos. La segunda acepción de «rumor» que consigna la RAE es: «rui- do confuso de voces». Esta es también, sin duda, una característica de las posiciones que vemos defenderse en los debates actuales de la ética y que se ve reflejada en los trabajos de este libro. Salta a la vista, o al oído, la discrepancia reinante entre dichas voces, y por eso vemos con frecuencia que los especialistas en ética se esfuerzan por proponer mapas, tipologías, redes conceptuales que ayuden a poner algo de orden en dicha confusión. Oímos hablar, así, de «pa- radigmas» de la ética, de «modelos» de democracia, de «tipologías» Introducción de la acción. ¿Es el «reconocimiento» que demandan los grupos culturales contrario a la «justicia distributiva»?, ¿es la libertad indi- vidual conciliable con los requerimientos de una vida humana so- lidaria?, ¿puede la tolerancia considerarse verdaderamente un ideal moral, o necesita de alguna convicción más positiva para hacerse comprensible y persuasiva? La confusión de las voces no impide, como es natural, que se escuche el rumor, sino contribuye más bien a hacerlo persistente. La persistencia del rumor es, precisamente, el tercero de los ras- gos que la RAE registra del término: «ruido vago, sordo y conti- nuado». Los rumores de la ética, el ruido de voces que intervienen para hacerse oír en estas conversaciones, se ha ido incrementando notablemente en los últimos años, produciendo la impresión de que todos nos vamos involucrando cada vez más en ellos, que el interés aumenta acaso en manera inversa a la claridad, o a la armonía, de los mensajes que se escuchan. Sobre el amor o sobre el suicidio, sobre la justicia o sobre la compasión, sobre los derechos humanos o sobre la pobreza, sobre la tolerancia o sobre el reconocimiento, lo que oímos es un ruido sordo y continuado de posiciones en disputa. Pero lo más importante es que estos rumores, estas voces éticas que corren ruidosa y confusamente entre el público, nos hablan, todas, de un soñado bien y de un mal presente. El ideal humano de la felicidad o de la vida justa es invocado y defendido persistentemente en el corazón de los problemas del presente. La ética siempre se ha ocupado, por cierto, de reflexionar sobre este vital contraste entre el bien que anhelamos y el mal que nos circunda, pero llama ahora la atención que el contraste se haya agudizado y que, acaso por el rostro sombrío de los males de nuestra época, el bien soñado parezca aun más lejano. Estoy tomando prestado el verso de Quevedo en un sentido muy distinto al que él le dio,1 pero aun así, en este contexto ético, el verso conserva su precisión, su genialidad y su belleza. Al darle este título al libro, deseo expresar esa contrariedad profunda y humana 1 El verso original de Quevedo, en su célebre Definición del amor, dice: «un soñado bien, un mal presente». Esta es otra contrariedad, muy diferente de la aquí aludida y muy propia del amor, como lo dice Quevedo y lo sabemos todos. 12 Introducción que caracteriza a las discusiones morales, a los rumores que circulan sobre el mal que nos aqueja y el bien que anhelamos. El libro que aquí presento es un conjunto de ensayos circuns- tanciales que tienen, ellos mismos, el sello y el estilo de los rumores. Los he dividido en tres grupos, tratando de poner un poco de or- den en la confusión de voces. Como podrá apreciarse, todos hablan sobre controversias actuales de la ética, y a través de todos ellos se abre paso, se hace sentir, el contraste entre el soñado bien y el mal presente. Agradezco a Rafael Moreno, joven estudiante de filosofía de la Pontificia Universidad Católica del Perú, quien me prestó una va- liosa ayuda en la edición de los textos, gracias a un proyecto de apo- yo a la investigación auspiciado por la Facultad de Letras y Ciencias Humanas de dicha casa de estudios. 13 El soñado bien El sentido de la ética ¿Qué es la ética?, ¿a qué experiencia humana nos referimos cuando hablamos de ella, y por qué se ha convenido en darle este nom- bre? Preguntas como estas no son inusuales en los textos que nos explican el origen de la ética. Es más bien frecuente que se busque responder a ellas mencionando un episodio de la Ilíada, al que se le atribuye una fuerza simbólica ejemplar.1 El episodio se halla en los últimos cantos del poema. Aquiles, dolido y enfurecido por la muerte de su amigo Patroclo, desafía a Héctor ante las puertas de la muralla de Troya y pelea en duelo personal con él hasta hacer- lo morir. Sediento aún de venganza, ata su cadáver a un carro y lo arrastra repetidas veces alrededor de la ciudad amurallada en presencia de sus conciudadanos y sus familiares, y se lleva consigo 1 Hay muchos textos introductorios que tratan de explicar el sentido y los alcances de la ética como experiencia y como disciplina. Menciono a continuación solo algunos que pueden ser particularmente útiles y representativos: Albert, Hans, Etica y metaé- tica, Valencia: Teorema, 1978; Camps, Victoria (ed.), Historia de la ética, Barcelona: Crítica, 1989, 3 volúmenes; Camps, V., Guariglia, O. y Salmerón, F. (eds.), Con- cepciones de la ética, Enciclopedia Iberoamericana de Filosofía, tomo 2, Madrid: Ed. Trotta, 1992 (contiene amplia bibliografía); Cortina, Adela, Ética sin moral, Madrid: Tecnos, 1990; Hare, R.M., El lenguaje de la moral, México: FCE, 1975; Kutschera, F. von, Fundamentos de ética, Madrid: Cátedra, 1989; MacIntyre, Alasdair, Historia de la ética, Barcelona: Paidós, 1982; Singer, Peter, Etica práctica, Cambridge: Cam- bridge University Press, 1995; Taylor, Ch., La ética de la autenticidad, Barcelona: Pai- dós, 1994; Tugendhat, Ernst, Problemas de ética, Barcelona: Crítica, 1984; Williams, Bernard, Ethics and the Limits of Philosophy, Cambridge/MA: Harvard Univ. Press, 1985; Williams, Bernard, Introducción a la ética, Madrid: Cátedra, 1982. Es muy útil también en castellano el Diccionario de ética, editado por Otfried Höffe, Barcelona: Crítica, 1994. El soñado bien luego el cadáver con la intención de entregarlo a los perros. Es pre- cisamente en el momento en que Aquiles desata su furia para ensa- ñarse con el cadáver de su enemigo muerto, que comienzan a oírse y a multiplicarse las voces que reclaman un «¡Basta ya!», basta de semejante desmesura. Inicialmente es Príamo, el padre de Héctor, quien expresa su protesta recordándole a Aquiles que él también ha tenido una familia y un padre, apelando así a su experiencia vivida para que se apiade de ellos y les devuelva el cadáver, al que quieren darle una debida sepultura. El reclamo de Príamo no se refiere a la muerte de su hijo en el duelo, sino al ensañamiento y a la crueldad de Aquiles. Luego siguen los dioses, quienes, pese a haber estado siempre tomando partido por uno u otro en los combates, reco- nocen también que se está produciendo una desmesura y deciden intervenir para detenerla.