Huellas De Religiosidad Popular En La Ribera De Aranda De Duero José Luis Puerto Poeta
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Huellas de religiosidad popular en la ribera de Aranda de Duero José Luis Puerto Poeta. Investigador Huellas de religiosidad popular en la ribera de Aranda de Duero Todo espacio habitado por el ser humano puede Bajtin para aludir a la “unión de los elementos es- “leerse”, pide “ser leído”, pues hay en él tal cúmulo paciales y temporales en un todo inteligible”2 o a los de huellas, que nos permite documentar la vida a “puntos en la geografía de una comunidad en la que lo largo del tiempo, así como ese rumor humano tiempo y espacio se interrelacionan y funden” 3. que imperceptiblemente vibra en cualesquiera de los ámbitos en que se ha producido. Nuestra indagación se centrará en torno a las localidades comprendidas en el área indicada de la A lo largo de estas líneas ensayísticas y, por tanto, Ribera del Duero, que irán siendo indicadas, cuan- aproximativas, vamos a tratar de “leer” los signifca- do aparezcan marcadas por alguno de los elementos dos de algunas huellas de religiosidad popular1 que que analizamos. pueden advertirse en la ribera del Duero, particular- mente en el área de Aranda de Duero, en un ámbito que comprende, siguiendo el curso del río, desde La ELEMENTOS DE SACRALIZACIÓN Vid y Peñaranda de Duero hasta Roa y que tiene a DEL ESPACIO Aranda como punto intermedio aproximadamente. Todo espacio geográfco europeo occidental, ha- Vamos a ir trazando círculos en torno a esas hue- bitado e intervenido por las comunidades humanas, llas de religiosidad popular existentes en tal área de y, por tanto, peninsular también y de la meseta nor- la ribera del Duero, para, a través de ellos, advertir te, a la que la ribera del Duero pertenece, está sacra- algunas de las signifcaciones que de tales huellas se lizado a través de una serie de huellas introducidas derivan. por el cristianismo. Como ensayo que es, vamos a proceder en estas Tanto en el urbanismo, como en el término, páginas a través de sugestiones: esas fulguraciones de muchos núcleos rurales españoles de la Meseta, que en nosotros despierta un determinado ámbito, pueden percibirse no pocas huellas de una induda- cuando advertimos en él elementos que nos lo vuel- ble sacralización, debida, entre otras causas, al infu- ven signifcativo. jo de nuestro llamado Siglo de Oro y, dentro de él, del período de la Contrarreforma, que ha marcado Pero todo espacio, en la medida en que está habi- decisivamente, desde entonces, el sentido de tal sa- tado e intervenido por el ser humano, lleva íntima- cralización, confgurada a través de una serie de se- mente adheridos a él elementos de tiempo. De ahí ñales muy precisas. Pero también pueden advertirse que nos sea útil, en nuestra indagación, el concepto huellas medievales en tal sacralización. de cronotopo, creado y acuñado por el ruso Mijail 1 No pocos de los procedimientos utilizados en este pequeño ensayo para “leer” las huellas de religiosidad popular en un determinado espacio, aparecen en nuestro libro: José Luis Puerto, Expresiones de religiosidad popular, Valladolid, Universidad de Valladolid, Secretariado de Publicaciones, Col. “Acceso al saber”, Serie Etnología nº 4, 2010. 2 Mijail Bajtin, Teoría y estética de la novela. Trabajos de investigación, trad. de H. S. Kriúkova y V. Cazcarra, Madrid, Taurus, 1989, p. 237. 3 Honorio M. Velasco, “Leyendas y vinculaciones”, en: Jean-Pierre Étienvre (Ed.), La Leyenda. Antropología, Historia, Literatura. Actas del coloquio celebrado en la Casa de Velázquez, 10/11-XI-1986, Madrid, Casa de Velázquez / Universidad Complutense, 1989, p. 125. 245 Huellas de religiosidad popular en la ribera de Aranda de Duero Es lo que Teófanes Egido, en un sugestivo tra- rianas, de las que pasaremos a tratar enseguida. Y, ya bajo, llama la “espiritualización del espacio físico”4, dentro del ámbito temporal del cronotopo, los ritos o, lo que es lo mismo, la sacralización del espacio, y relacionados con determinados momentos y fechas que lo aborda en el ámbito de la Meseta. especiales, realizados por distintos celebrantes (clé- rigos u otros) y en los que participan las comunida- Los elementos fundamentales de sacralización des campesinas o urbanas de que se trate. del espacio, dentro de la órbita cultural cristiana a la que pertenece el ámbito que analizamos, son de Tales ritos hunden sus raíces tanto en el mundo varios tipos. Así, por ejemplo, nos encontramos con de las creencias, con elementos en ocasiones precris- los hagiotopónimos o nombres propios de lugar de- tianos, como en el de una religiosidad que, si parti- dicados a algún ser divino (en nuestro caso, Cristo, cipa de lo dogmático y de lo jerárquico, se sumerge la Virgen o los santos). También, las cruces o cruce- también en experiencias de religiosidad popular. ros de madera o de piedra, colocados en determina- dos lugares de los pueblos y de sus términos muni- cipales; entre ellas, las de los calvarios o vía-crucis, HAGIOTOPONIMIA de los humilladeros, o en cruces de caminos y otros varios lugares. Asimismo, las edifcaciones sagradas Si la toponimia menor engloba todos los nom- –colegiatas, iglesias ermitas, oratorios, etc.–, con sus bres propios de lugar de un determinado término distintas advocaciones. municipal (fncas, heredades, caminos, fuentes, ríos, elevaciones, etc.), cuando a tal tipo de toponi- Pero tendríamos que hacernos una pregunta, mia se adhieren nombres de fguras sagradas proce- que atañe también al territorio que analizamos: ¿si- dentes de la esfera religiosa, nos encontramos con la gue estando sacralizado el espacio en el que vivi- hagiotoponimia. mos, o más bien, y ya desde hace tiempo, ha sufrido las devastaciones de la mercantilización, perdiendo Como indica Luis López Santos, uno de los estu- todo rastro de lo sagrado? diosos de la materia, en la hagiotoponima “se refejan las corrientes religiosas, que ya no pueden ser espe- Recientemente, acabamos de dar con una posi- cífcamente hispanas, sino comunes a la cristiandad. ble respuesta a tal interrogante; ahí va para todos: Nuestro santoral asume desde entonces el carácter “León Rozitchner, en su libro sobre el fundamento católico de la universalidad. Continúan las viejas ad- cristiano del capitalismo (La cosa y la cruz), con- vocaciones populares; pero surgen otras nuevas, que frma que, en el proceso de convertir la tierra en refejan los nuevos rumbos de la piedad.”6 valor, tuvo que desacralizársela. Dejó de ser la Sa- grada Tierra proveedora de vida para convertirse en En la hagiotoponimia, nos vamos a encontrar una cosa. Ya no se rindió culto a una diosa con una huellas de las órdenes religiosas, sobre todo de las sexualidad acentuada, de carne, sino a la abstracta mendicantes; de santos que las gentes han termina- y ascética Virgen María. Tal fue el requisito para su do convirtiendo en grandes intercesores populares; salvaje explotación.”5 de los grandes doctores de la iglesia; de la devoción a la Virgen María, con multitud de topónimos que Esta respuesta –que no necesariamente compar- llevan su nombre; así como de un gran número de timos, pues exigiría muchas matizaciones– otorga topónimos que llevan nombres de santos que no unas signifcaciones concretas a las edifcaciones re- han adquirido especial arraigo en la devoción po- ligiosas consagradas a las distintas advocaciones ma- pular.7 4 Teófanes Egido, “Comportamientos de los castellanos en los tiempos modernos”, en: A. García Simón (Ed.), Historia de una cultura. II. La singularidad de Castilla, Valladolid, Junta de Castilla y León, Consejería de Cultura y Turismo, 1995, p. 630. 5 Richard Parra, “Mito y literatura”, en la revista buensalvaje, 3, Madrid, mayo-junio de 2015, p. 7. 6 Luis López Santos, Infujo de la vida cristiana en los nombres de pueblos españoles, separata de “Archivos Leoneses”, V, 10, León, Imprenta Católica, 1952, p. 127. 7 Cf. Luis López Santos, Op. cit., pp. 127-128 246 Huellas de religiosidad popular en la ribera de Aranda de Duero E, indudablemente, la hagiotoponimia es uno de ciones de distintos enclaves del propio urbanismo los medios, entre otros que veremos, de sacralizar el de una población. Así, de las seis antiguas puertas espacio. No podemos abordar de un modo exhaus- de la muralla de la villa de Roa, la mitad llevan el tivo el análisis de la hagiotoponimia en el área de la nombre de santos: la puerta de San Esteban (al sur), ribera del Duero que estamos analizando. Hemos la de San Juan (al norte) y la de San Miguel (hacia el de conformarnos solamente –trazando uno de los sur también), esta última “con la efgie de este santo círculos de que al principio hablábamos en torno a en el arco interior”10, pues en casi todas las puertas la sacralización de los lugares– con dejar apuntados existían “en su arco interior imágenes de santos, se- algunos elementos hagiotopográfcos existentes en gún era costumbre en los tiempos antiguos”11. el ámbito deslindado de tal ribera dauriense. Por tanto, también, a través de los hagiotopó- Así, nos encontramos, en primer lugar, con ha- nimos con los que se denominaban determinadas giotopónimos que nombran a determinadas locali- puertas de una muralla y a través de la costumbre dades; como: San Juan del Monte, San Martín de antigua de colocar imágenes sagradas en las horna- Rubiales, o Santa Cruz de la Salceda. cinas sobre los arcos interiores de tales puertas, se estaba sacralizando el espacio. Y, en este caso, un Abundantísimos serán los diversos hagiotopóni- espacio muy especial: el de entrada y salida de una mos que nombrarán determinados ámbitos de los determinada población, en este caso Roa. términos municipales, algo que no podemos abor- dar aquí, pues constituiría todo un trabajo mono- gráfco por sí mismo. Nos conformaremos solamen- LAS EDIFICACIONES SAGRADAS te con citar –extraídos de las respuestas generales al Y SUS ADVOCACIONES cuestionario del Catastro de Ensenada8– algunos, como por ejemplo, un majuelo en el “pago de San Otro de los medios más efcaces de sacralización Roque … de nueve aranzadas y ciento veinte ce- del espacio de una población y su término es el de la pas”, propiedad del concejo de Fresnillo de las Due- construcción de edifcaciones religiosas (colegiatas, ñas.