Precisiones iconográficas sobre algunas pinturas de la colección del Museo de América, basadas en el estudio de la joyería Letizia Arbeteta Mira representada Museo de América. Madrid

Iconographic study of paintings in the Museo de América collection, based on an analisys of jewellery depicted

Resumen Key words: Museo de América, colonial painting, caste painting, portraits, , Los estudios sobre pintura, al describir Peru, Quito, Cuzco, Miguel Cabrera, cada obra, pocas veces prestan atención Andrés de Islas, José de Páez, Ramón a las joyas, que aparecen reproducidas Torres, Vicente Albán, goldsmithing, como un elemento más. Este trabajo, ana- Spanish and American jewellery, icono- liza parte de la colección de pintura del graphy, history of fashion. Museo de América de Madrid, ofreciendo una aproximación al mundo de la joyería virreinal española, sus modelos y crono- I. Introducción logía en relación con sus posibles fuentes europeas. De esta forma, se aportan datos La colección de pintura virreinal del Aunque "colonial" es el adjetivo usado general- que pueden servir para una datación más Museo de América comprende algo mente, el concepto de "colonia" no parece ante- precisa de las pinturas y su identificación menos de trescientas obras, de tema reli- rior al siglo XVIII, definiéndose tradicionalmente iconográfica, al tiempo que se publica un gioso en su mayor parte, ya que los retra- como "reinos" los territorios americanos de la material de trabajo básico para el conoci- tos apenas alcanzan un mínimo porcenta- miento de la joyería en la América hispa- je. Los aspectos básicos de casi la totali- Corona Española. na durante la presencia espariola. dad de este conjunto han sido estudia- 2 Principalmente por nuestra compañera M' dos1 y recogidos en numerosas publica- Concepción Garcia Saiz, quien ofrece abundante Pa I a bras clave: Museo de América, pin- ciones, al menos en lo que respecta a las bibliografia sobre el tema, parte de la cual se ha tura pintura de , retrato, obras firmadas y fechadas, o aquellas que consultado. Para este trabajo nos basamos en su México, Perŭ , Quito, Cuzco, Miguel por su temática suscitan interés. No obs- numeración de las series de castas y en sus pri- tante, como sucede con todos los testi- Cabrera, Andrés de Islas, José de Páez, meras publicaciones, donde proporciona los Ramón Torres, Vicente Albán, platería de monios materiales del pasado, quedan datos básicos de cada obra. oro, joyería espariola y americana , icono- aŭn numerosos aspectos que analizar, grafía, historia de la moda. entre ellos, las joyas que se han reprodu- cido adornando a los distintos persona- jes. Aunque este tipo de detalles suele Abstract pasar inadvertido, el estudio sistemático de la joyería pintada constituye toda una Descriptive studies of individual paintings ciencia auxiliar que puede aportar datos seldom pay- much attention to the jewels sobre la autoría, época de ejecución, gus- portrayed. This analysis of part of the tos y modas en la sociedad de su tiempo, Museo de América's painting collection además de otros aspectos. Por otra parte, addresses the models and chronology of sus datos visuales, cotejados con la docu- Spanish vice-royal jewellery in the con- mentación y el examen de las joyas coe- text of possible European inspiration. táneas desvelarán la veracidad de lo Such information may help to date the representado, posibles procedencias geo- paintings and identify their iconography gráficas, intluencias estéticas y otros more precisely. while contributing to a numerosos aspectos, incluyendo la posi- knowledge of Spanish American jewe- bilidad de identificación de personajes y Ilery during the colonial period. asuntos. Finalmente, las representaciones plásticas de joyas ay-udan a identificar

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tipos de los que no nos han Ilegado ejem- to o coronel, también Ilamado bandó, tira plos físicos, situación nada infrecuente metálica con cresterías, que rodea la cabe- dados los cambios y transformaciones za, y de la que surgen varios imperiales o que conlleva cada vuelco de la moda. Por arcos, que se entrecruzan en lo alto, todo ello, el contenido de este artículo se donde una cruz colocada sobre un globo cirie exclusivamente al estudio de las suele rematar la pieza. En el virreinato del joyas cuyos modelos tienen origen euro- Perŭ es frecuente encontrar en el interior peo y se encuentran representadas en de este punto un pinjante de perla o pie- algunas de las pinturas que forman la dra preciosa. Así lo vemos en varias pin- colección estable del Museo de América turas dieciochescas, entre ellas la que denominamos "Exaltación de Ma-ría" (fig. 1), que representa la coronación de la II. Las joyas en la colección pictó- Virgen por una Trinidad de personas igua- rica del Museo de América les5, la "Virgen de la Candelaria", (fig.2) de escuela cuzqueria6, e incluso en una Pinturas de temática religiosa miniatura para relicario que representa la Las imágenes del culto católico en la "Virgen del Rosario entre San Francisco y América hispana, se ornamentaron fre- Santo Domingo, no falta este pequerio cuentemente con vestimentas y joyas, detalle que, sin embargo, no aparece en simulando, en la mayor medida posible, otra pintura, también de escuela cuzque- una persona viva, idea promovida por el ria, "La Virgen de Belén entre San José y

3. Véase la bibliografía, que incluye, entre los nume- Concilio de Trento, que pretendía acercar Santiago", donde vemos su corona orna- rosos estudios sobre el aspecto de las imágenes: el arcano de los misterios religiosos a los mentada con perlas en los bordes (fig.3), ojos del devoto, promoviendo una reali- al estilo de las coronas antiguas espario- Martinez- Burgos García, Palma, 2000. En un dad palpable y física, aunque sin perder las, caso de algunas del Pilar'. También ámbito más especifico, hemos tratado en diver- la referencia de lo sobrenatural, que ven- corresponde a un modelo antiguo la coro- sas ocasiones el tema de las joyas como adorno dría acentuado por el esplendor y la mag- na representada en la pintura "La Virgen de las imágenes sagradas. En bibliografía: nificencia.' de Monguí"'", con alto canasto y un solo Arbeteta Mira, Letizia, 1993, Anális •s crítico del De esta forma, se promovieron formas imperial a modo de arco de flamas (fig.4), códice denominado "Joyel de N S de Guadalupe artísticas para conseguir que las imágenes modelo manierista que se usó principal- de Cáceres", 1996 "El alhajamiento de las imáge- sagradas evocaran a los personajes repre- mente durante los reinados de Felipe II y nes marianas españolas".„1996; "El exvoto de sentados, facilitando el diálogo espiritual, su hijo Felipe III (1556-1621). Compá- pues eSe aspecto casi humano venía rense estas coronas con las que Ilevan la Hernán Cortés',' y el estudio sobre las imágenes acompariado de una serie de símbolos, "Virgen de Nieva", patrona de Segovia, en de las cIausuras madrileñas, 1995. expresión de ideas abstractas. Desde la Esparia y la tabla enconchada con la ima- Ver, sobre el tema especifico: Arbeteta, 2005, Edad Media, las imágenes sagradas se gen de la Virgen de Valvanera, patrona de passim. complementaban con nimbos y aureolas, la Rioja, al norte de Castilla la Vieja, imá-

5 N° Inv. del MA 79; estudios, entre otros de: expresión de la luz de la santidad, cetros genes que solían reproducirse para devo- Martínez„ C. y Cabello P.,1997 n° 131, pp. 132-3; y coronas, como símbolos de poder, así ción de los naturales de estos lugares emi- García Saiz, M, C,1983 p. 524 n° 287; Arbeteta, como el orbe o mundo, esfera que sim- grados a Américal'. bolizaba el universo, privativa de la figu- Algunas de las pinturas conservadas L., 2006, n° 15, p. 96. ra divina, o la luna en creciente, el rostri- en el museo que también son "veras efi- 6 N° inv. 88 del M.A. VVAA, Perŭ...1999, pp. 146, llo, que enmarca la parte de la cara, y la o copias fieles del icono original, 255; Arbeteta, L, 2006, n° 104, p. 104, etc. corona de estrellas, elementos específicos lucen las coronas propias de su iconogra- 7 N° inv. 2000.01.009D2. de María; flores metálicas de valor simbó- fía, como la de Na Sa de Guadalupe, o. N° inv. 80. lico, animales, cruces y tantas otras for- patrona de México' 2, que Ileva corona

9 Dos ejemplos, uno de finales del siglo XV o mas surgieron como signos genéricos o radial, al estilo romano, o la Virgen de comienzos del siglo XVI, otro de 1645, no muy específicos, a lo que se ariadieron las Loreto, con su triple corona, similar a la joyas que los particulares donaban a la papal (n° inv. 33). frecuentes en el arte español, Arbeteta , L, 1995 imagen, bien como pago de un favor reci- Singulares son las versiones que el arte a, pp.196-7, 2228-9. bido (exvoto), bien como dádiva propi- de los monasterios femeninos realizó imi- 10. N° inv. 182. Muy reproducida como ilustración. ciatoria (ofrenda). tando las coronas metálicas, como refleja i. Ns. Inventario.1992-03-63.. y 161 respectivamente. Entre los elementos propios de las imá- el retrato de Juana de la Cruz ataviada 12.En España, sobre todo en Andalucía, abundan genes que puedan considerarse propia- para su profesión de votos (fig.5). La estas representaciones. El museo conserva una mente joyas, quizás sean los más Ilamati- joven luce una corona realizada con ele- buena selección de iconografia guadalupana, que vos las coronas de las imágenes represen- mentos textiles, flores artificiales y peque- incluye variantes sobre lienzo, tabla enconchada, tadas en la pintura religiosa, especialmen- rias perlas, cuya estructura reproduce fiel- te Jesŭs y la Virgen María'. Su tipología mente los ejemplos habituales". bordado, etc,obras algunas firmadas por destaca- suele corresponder a modelos físicos, y Continuando con las imágenes sacras, dos pintores Iver: García Saiz, M.C, 1980, p., 180; son similares a piezas de platería. Por lo la iconografía de la Virgen María como VVAA, 1988, Imágenes... passim, etc.). comŭn, son de oro o plata, suelen orna- "Purísima" o "Inmaculada", la representa 13.Garcia Saiz, M.C. 1980, n° 42, p. 122. mentarse con gemas y constan de canas- con cabellos sueltos, rara vez con corona,

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Figura 1. Exaltacion de Maria (N° Inv.79).

Figura 2. Nuestra Señora de la Candelaria (N° Inv.88). aunque pueden aparecer otras joyas. En que demuestra la antigŭedad del modelo la pintura titulada "Virgen de la Expec- iconográfico. Esta fue una joya efectiva- tación con atributos de la letanía, obra mente usada por las mujeres, que se des- N° inv. 89 del M. A.; Sánchez Garrido, A.,1995, p. de la escuela cuzqueña de finales del cribe profusamente en los inventarios. En 154; VVAA, 2003, lberoamérica..., p. 241, il. 64,; siglo XVII, María, con el Niño Jesŭs en su cuanto al resto de las joyas, consideramos Arbeteta Mira, L., 2006, n° 43, p. 130 seno (fig. 6), lleva una joya arcaizante, la que los broches y joyeles que, con fre- "tira de frente", sarta que se colocaba cuencia ornan el manto de las imágenes sobre el cabello, cruzando la frente, y marianas, son poco realistas y siguen que se usaba entre los siglos XV y XVI, lo modelos simplificados que no se corres-

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Figura 3. Virgen de Belén con San José y San Roque (N° Iny.80)

Figura 4. Virgen de Monguí (N° Iny.182).

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Figura 5. Sor Juana de la Cruz (N° Inv. 42). ponden con las modas contemporáneas. vestiduras, rodeadas de flores y velas en Un ejemplo de estos diseños, a veces sus ornamentados camarines, donde se 1s. N° inv. 1983-04-71. Aunque nada se dice sobre la muy elaborados pero irreales, lo encon- exhiben, casi inaccesibles, a la piedad del veracidad de las joyas representadas, existen tramos en el cinturón del arcángel en la devoto'. Este aspecto, por su extensión e escena de la Anunciación pintada por importancia, merece tratamiento exclusi- numerosos estudios sobre fray Alonso López de Alonso López Herrera, pintor vallisoleta- vo en otra ocasión. A modo de ejemplo, Herrara, apodado el Divino, Garcia Saiz, cita no activo en México de la primera mitad podemos mencionar la riqueza y varie- a:Angulo Iniguez, Diego, 1944; 1945-6; Creel del siglo XVII". Sin embargo, en otros dad de las joyas que Ileva la citada Virgen Algara, C., "Alonso López de Herrera', 1970; casos, las imágenes religiosas aparecen de Mongui (ver figura 4), incluyendo el reproducido tam,bién en: WAA, 1993, Arte colo- cubiertas de numerosas joyas, mazos de cintillo y pedrada del sombrero de San nial..., p. 23; WAA, 1999 Los siglos de oro... p. perlas, cadenas y otras alhajas que el pin- José (un tipo similar al que se verá más 29, etc.9. tor ha reproducido fielmente, pues se adelante, al comentar la entrada del arzo- corresponden con modelos concretos, bispo virrey Rubio en Potosí), o el col- 18 En las colecciones del Museo hay pinturas con como reflejan los "trampantojos a lo divi- gante en forma de águila bicéfala que advocaciones concretas, tanto peninsulares como americanas, que intentan reproducir el on- no• . que intentan recrear el aspecto de las Ileva Jesŭs, posiblemente imagen de una esculturas originales, ataviadas con ricas joya auténtica. Aparecen águilas bicéfalas ginal escultánco en su entorno.

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Figura 6. Virgen de la Expectación (N° Inv. 89)

en otros cuadros, como el de N a Sa de ras del museo proporciona al respecto Ver imagen en: M ŭgica Pinilla, R, etall, 2002, p. 131. Sabaya", de la casa de la Moneda de información desigual. 18 Ibid, P. XVIII. Potosi, que Ileva dos águilas rematando Quizás la más importante y antigua sea los cabos de su ceñidor, o la Virgen de la vista del puerto fluvial del Guadalqui- 19 Ver también algunos de los donantes de Indias a Cocharcas, en Ayacucho". La virgen de la vir, en Sevilla, que representa un embar- esta famosa imagen, en: Arbeteta Mira,l. 1999 a, Candelaria, patrona de Canarias e imagen que hacia América, donde, sin embargo, p. 443. matriz de estas dos advocaciones, tuvo no es factible distinguir las alhajas que 20 N° Inv. 16, depósito del Museo del Prado, ha sido una rica águila de oro con esmeraldas, pudieran Ilevar los numerosos personajes ampliamente estudiada y reproducida. con una grande en el centro, donada por que, en distintas actitudes, pueblan la la marquesa de Torrehermosa19. escena". Documenta una moda de finales del En cuanto al siglo XVII, es preciso citar siglo XVII el apretador de perlas con que la decoración de dos importante biombos se sujeta el cabello la Virgen de Belén, mexicanos, uno de mediados del siglo (ver la figura 3), sus pendientes y las siete XVII, Ilamado "Palacio de los virreyes", sortijas que Ileva la imagen en los dedos con escenas al aire libre ante el mencio- de ambas manos. nado edificio, en las que podemos apre- ciar la moda de 1650-60, similar a la Pinturas de temática civil reflejada en las pinturas más célebres de Se analizan a continuación aquellas pin- Velázquez en su época de madurez. El turas que reproducen joyas usadas por segundo, Ilamado "Palo Volador", presen- hombres y mujeres de los virreinatos, ta la evolución de la indumentaria bajo el entre los siglos XVII y comienzos del XIX. reinado de Carlos II. Otra importante Se han excluido las series de pintura his- fuente de información, en lo que a indu- tórica, que recrean acontecimientos del mentaria masculina se refiere, es el gran pasado con gran libertad interpretativa y lienzo de Melchor Pérez Holguin que que, por tanto, rara vez se corresponden representa la entrada del Arzobispo- con modelos reales. El conjunto de pintu- Virrey Rubio Morcillo en Cuzco que, aun-

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que fechada en 1716, refleja la moda que consistir en un diserio con una o dos cru- estuvo vigente en la Península bajo los ces griegas superpuestas, que forman una Austrias españoles. rosa de ocho radios encerrada en un cír- Mejor representada está la segunda culo. El modelo estaba vigente ya en mitad del siglo XVIII, gracias a la impor- 1656, fecha del hundimiento del galeón tante colección de pintura de castas que "N' S a de las Maravillas", en cuyo pecio se posee el museo, así como al grupo de encontró una joya similar. Estas alhajas retratos, en su mayoría masculinos. redondas, también Ilamadas rosas (gené- rico de toda joya redonda) o broqueletes Retratos (por broquel, escudo redondo y peque- rio), podían estar enjoyeladas o cuajadas Entrada del arzobispo y Virrey D. Fray de piedras dispuestas en retículas, y su Diego Rubio Morcillo de Auñón en Potosí. uso se documenta también para adorno Ario 1716 del cabello femenino. En la pintura del virreinato del Perŭ es frecuente encontrar Este cuadro, de gran tamario, tiene la estas piezas en las imágenes marianas tra- ventaja de estar fechado, al tiempo que se tadas como vera efigie, caso de la Virgen supone crónica fiel del acontecimiento del Rosario de Pomata o escenas como la que representa, en su calidad de pintura Virgen Niria hilando la lana en el templo conmemorativa, lo que nos Ileva a consi- (modelo de la escuela sevillana que pasó derar que los personajes del cortejo ofi- a las Indias), los Desposorios" y tantas 21.Ejemplos en Bogotá, Sucre, etc.(ver ilustraciones cial son, en su mayor parte, retratos, por otras escenas, inclusive algunas donde se en: Stratton- Pruitt, S, 2006, pp. 182-3, 185. lo que la escena es, a la vez, convencio- aprecia usado indistintamente por hom- 22.M ŭjica Pinilla, Ramón, et alt., 2002, p. 134. Se nal y específica. El ilustre clérigo lleva, bres y mujeres, caso del festín del rico emplean estas joyas en cabellos femeninos, sujeta con gruesa cadena una cruz pecto- Epulón, pintura de Leonardo Flores en el ral que se adivina robusta, con piedras Museo de la catedral de La Paz". También gorro y hombros masculinos. engastadas al frente y remates de perino- podía incorporarse al sombrero masculi- las, un tipo que fue usual en la primera no como se aprecia en esta ocasión, mitad del siglo XVII. donde podían concentrarse joyas de gran El primer plano muestra a los persona- valor y pedrería importante, caso de las jes que forman el cortejo (fig.7), quienes llamadas "pedradas", en el cintillo (cinta lucen alhajas con piedras verdes posi- que rodea la copa del sombrero), o en blemente esmeraldas -que siguen mode- los joyeles que solían colocarse para los bastante uniformes, como los florones decorar el ala, graciosamente doblada. redondos, modelo de posible origen Este uso ya era antiguo en la fecha del malaguerio, ya que en Esparia reciben la evento, y recuerda la descripción que la denominación de "panes de Antequera", escritora francesa Madame D'Aulnoy hizo y todavía pueden verse algunos en la ciu- de las fiestas nocturnas que se organiza- dad del mismo nombre. Este diserio solía ron en 1679, cuando María Luisa de

Fsgura 7 Entrada del virrey Rubio Morcillo en Potosi, detalle 1 (N° Inv.87).

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Orleáns, la primera esposa de Carlos II, La moda de las bandas metálicas fue llegó a Madrid: seguida por ambos sexos, aunque tuvo un origen militar, y consistía en atravesar "se tocan (los figurantes) con som- sobre el pecho, recogida en la cadera, breretes negros, sujeta el ala por una o varias cadenas, bien fueran de fili- 23. Recogido por el duque de Maura y González broches de diamantes..." grana (labradas normalmente en China) o Amezúa en su libro Fantasías y realidades del de eslabones macizos. Estas alhajas eran viaje a Madrid de la condesa D Aulnoy, citado Asi se aprecia, en la imagen del caba- muy pesadas y valiosas, hasta el punto en: Arbeteta Mira, L. , 1998, nota 104 , p. 77 Ilero de la izquierda del espectador, con que podían servir sus eslabones como su paje, que también lleva un adorno moneda de cambio. Se han encontrado 24 Collar ceñido a la base del cuello, compuesto de similar. El elegante caballero con vara de numerosos ejemplares en los pecios de placas o elementos seriado, que pueden tener mando, al que se refiere el texto "cabece- los galeones, tanto de la Nao de China cierta anchura. Estuvo de moda a comienzos del ra de esta ilvstre marcba,"(fig.8), luce, al (Galeón de Acapulco), como los que siglo XVIII. igual que los ya comentados, un pan o hacían la ruta occidental. Las cadenas de 25 0 " girándula los colgantes de las arañas de cris- broquelete y rico cintillo en el sombrero, filigrana estuvieron de plena moda hacia tal, que suelen tener forma de lágrima y cente- que parece rematar en un joyel frontal, 1624, mientras que las de cadenas tenían Ilean con la luz El modelo se internacionalizó ornamentado con piedras. Es notable el su origen en los collares de cadenas bajo- rico trabajo de las fundas de las pistolas medievales y renacentistas.En el museo gracias a los diseños de Gilles LEgare en de arzón y las guarniciones de su caballo, se conserva un fragmento de estas cade- 1663.(Arbeteta, I., 2003 b, p. 3681. seguramente de plata. nas, procedente del galeón "Na Sa de El broquelete servía también para suje- Atocha"(N° Inv. 1988-06-15). tar la banda, sea de cadenas o textil, o Las mujeres asomadas a los balcones del como hebilla en los zapatos. El primero recorrido llevan aderezos de perlas, com- de estos usos se puede apreciar en la puestos normalmente por collar garganti- propia pintura, pues los caballeros que lla muy ceriido, tipo carcán", pendientes preceden al palio (ver la figura 7, abajo) de tres colgantes, derivados del modelo están alhajados con bandas de gruesos girandole' que, a su vez, deriva de los eslabones metálicos, posiblemente maci- antiguos pendientes esparioles y portu- zos y de oro, que se sujetan al costado gueses de áncora, y manillas de varias con los florones. Algunos de los piqueros vueltas de perlas. Debe recordarse que dejan entrever la hebilla del cinturón, Mariana de Neoburgo, segunda esposa de oval y no rectangular como se aprecia en Carlos II, sintió pasión por las perlas, espe- casi todo el calzado de los personajes cialmente las de gran calidad que se halla- masculinos. ban vinculadas a la Corona. También la Los arcabuceros llevan cintas de diver- primera esposa de Felipe V, María Luisa sos colores en los sombreros, que posi- Gabriela de Saboya, usaba una gargantilla blemente, incorporarían alg ŭn detalle de gruesas perlas, posiblemente las men- metálico, poco visible en la pintura. cionadas, de la que pendía una mayor, en

Figura 8. Entrada del virrey Rubio Morcillo en Potosi, detalle 2 (N° Inv.87).

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forma de pera, que se ha supuesto fuera la perla "Peregrina -. Así aparece en el retra- to atribuidos a Miguel Jacinto Meléndez

del Museo Lázaro Galdiano". 26. Arbeteta, L., 2003 b, p.370.

17. Martin, F. y Arbeteta, L.,1998, p. 168. El virrey D. .Juan Vázquez de Acuña. 28. Arbeteta, L. 1993, pp.131-3 del texto mecanogra- marqués de Casafuerte, Mexico, 1729 fiado. Compárese con: Sanz Serrano, M. J, El virrey viste una casaca de color rojo, 1986, fig. 2, s.p. bordada en oro, con grandes ojales. De 29 Véase Arbeteta Mira, L.1995 a, pp.230-3. uno de ellos pende una cadenilla, sobre el corazón, una venera oval, con marco de roleos y orla interior de piedras, qui- zás diamantes, que rodea la placa esmal- tada con la divisa de la Orden de Santiago (fig.9). Este retrato refleja la evo- lución en el uso de estos distintivos de pertenencia a las Órdenes Militares, anta- ño dispuestas sobre el pecho con cade- nas o cordones textiles sujetos por uno o varios pasadores o broches. El tamaño también se reduce y pronto aparecerán las cintas, constituyendo un antecedente de las actuales condecoraciones. Figura 9. Juan Vázquez de Acuña (N° Iny.43).

Fray Diego Fermin de Vergara, Obispo de El modelo de esta venera, con su pasa- Popayán .y Arzobispo de Santa Fé ( Perŭ, dor en forma de botón o broquelete. 1839, copia de un retrato original anterior corresponde a las piezas que se realiza- a 1744) ban desde mediados del siglo XVII y pri- mer cuarto del siglo XVIII, que consistían Un rótulo en la base del lienzo nos infor- en joyas pesadas, cinceladas en la masa ma de las circunstancias del retratado y de oro y con numerosas piedras engasta- de la propia pintura, realizada en el siglo das, que aquí parecen verdes, siguiendo XIX, a la vista de un original del s. XVIII. el modelos de las rosas con copete, a ŭn Sin embargo, conjeturamos que la copia simétricas, de perfil oval o redondeado, no debió ser muy fiel a juzgar por la cruz con la placa de esmalte pintado en el neogótica que se ha reproducido (fig. centro. Pueden citarse como modelos 10), pues en absoluto corresponde a similares las rosas que adornan la creste- modelos de la primera mitad del siglo ría de la corona de la Virgen de los XVIII, sino que constituye un ejemplo de Remedios, cuya estructura es obra de la tendencia historicista por entonces en finales del siglo XIX realizada por el pla- boga, el estilo denominado trobador por tero Eduardo Pérez para el colegio de recrear la Edad Media siguiendo la estéti- Doncellas nobles de Toledo r, joyas que ca de Violet- Le - Duc y otros teóricos hemos datado entre el ŭltimo tercio del franceses, y que hizo furor en pleno siglo XVII y mediados del siglo XVIII. Romanticismo. Su forma es similar, por ejemplo, a la que aparece dibujada en el fol. 6v del El Virrey D. José Antonio Manso de códice del Joyel de Guadalupe de Cáceres. Velasco, Conde de Superunda, obra de una gran venera que donó a la Virgen D. Cristóbal Lozano, escuela peruana, 1746 Francisco Clarebout, un sevillano de ori- gen flamenco. La pieza, probablemente, La pintura, un retrato ecuestre de gran se realizó en Sevilla, a juzgar por su pare- formato (291 x 238 cm), representa a D. cido estilístico con los dibujos de los pla- José Antonio Manso de Velasco. Conde teros sevillanos", c. Al igual que otras de Superunda y Virrey del Perŭ . Gran joyas realizadas en el ŭltimo cuarto del parte del lienzo se haya en mal estado, lo siglo XVII y comienzos del XVIII, podría que nos priva de analizar correctamente suponerse también que su reverso- caso sus detalles, pero sí es perceptible una de las joyas mencionadas y de las la gran venera, posiblemente de la Orden misma época conservadas en diversos de Calatrava, que el Virrey Ileva colgada lugares de España, como las donaciones sobre el pecho. sobre la camisa con cho- a la Virgen del Pilar de Zaragoza" - esta- rreras de encajes (fig. 11). ría esmaltado al dorso, siguiendo la moda

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en el virreinato del Perŭ, lugar de donde provienen la mayor parte de los ejempla- res que se conocen en la Península (fig. 12). Se trata de una pieza sólida, con el frente cuajado por una retícula de pie- dras, labor Ilamada de engastería a comienzos del siglo XVII. EI pie en losan- ge se encuentra también en algunas de las cruces más importantes de donación indiana, como la de San Fermín de Pamplona, labrada en Lima y enviada en 1730 por D. José de Armendáriz, virrey del Perŭ'. Aunque es pieza dieciochesca, deriva de un modelo estructural que pro- viene del siglo anterior. Se han encontra- do piezas similares procedentes de los naufragios y aparecen descritas en la documentación, por lo que ha sido facti- ble agrupar las piezas existentes y deter- minar su evolución. Un ejemplo de los modelos iniciales sería la cruz n° inv. 709 del Museo Lázaro Galdiano, que data- Figura 10. Fermin de Vergara (N° Inv.84). mos entre 1630 y 1660, similar a la encon- trada en el pecio del galeón Nuestra Seriora de las Maravillas, naufragado en 1656. Heredia, Orbe y Orbe, citan otros paralelos, ya del siglo XVIII, normalmen- te enriquecidos en sus cantos con labores de cresterias caladas, formando ces. Estas piezas también tienen sus antecedentes, fechados entre los finales del siglo XVII y comienzos del siguiente, como se demuestra en el Códice de Guadalupe, fol 37 v, donde se halla dibujada una pieza similar a la presente, donada por el obis- po de Segovia en 1692. El modelo de cruces con las piedras del pie dispuestas en tablero, como la que nos ocupa, es producto de la evolución de Figura 11. D. José Antonio Manso de Velasco ( N° un tipo más antiguo, en las que aparecía Inv.1996-02-01) una piedra pentagonal al pie, a veces rodeada por orla que le confiere un aspec- francesa del esmalte pintado con motivos to acorazonado, como la extraída del gale- florales y tonos pastel, sobre fondo blan- ón N3 S' de Atocha', o la existente en co (a la porcelana), azul o rosa, que Carmona, tesoro de Na Sa de Gracia ". comenzó a imponerse a partir de 1650. Este desfase de fechas puede explicarse Estas piezas, sólidas y con la masa de por la tendencia a los arcaísmos presente metal cincelada y calada, se ornamenta- en toda la joyeria americana, especialmen- ban con abundante pedrería, colocada en te en el virreinato del Perŭ, más alejado de sus correspondientes bocas de engaste. El la metrópoli y cuyas rutas comerciales 30.Heredia, Orbe y Orbe, Arte..., 1992, p. 178; conjunto proporcionaba una sensación necesitaban de mayor tiempo para su cul- Arbeteta Mira, comentario catalográfico en de riqueza y suntuosidad adecuada a la minación. WAA, Juan de Goyeneche..., 2006, pp. 338-9. importancia del personaje y de la Orden La cadena, que parece obra notable 31.Arbeteta, El arte...,1993, n° cat. 130, p.146. de caballería. pues se adivina muy gruesa, no es fácil-

32_ COL Fisher, Key West, Florida.Ver comentario mente apreciable debido al estado de la sobre este aspecto: Arbeteta Mira, 1993, p. 53, D. Pedro Ponce, obispo de Quíto. 1769 pintura, y bien podría ser obra oriental. ined. El eclesiástico representado en actitud de n Sanz Serrano, María Jesŭs, "El tesoro de la bendecir, Ileva en su diestra un grueso Virgen de Gracia de Carmona', La Virgen de anillo episcopal, y sobre el pecho asoma Gracia de Carmona, Carmona, 1990, fig. 2, ns° la parte baja de una gran cruz pectoral, cat. 3 y 4, pp. 75 y 108. correspondiente a un tipo que se labró

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Sor Juana de Cruz, motqa profesa, México, 1667 El retrato, arriba citado, de esta joven de diecisiete arios, en el momento de su pro- fesión en el convento de San Jerónimo, pertenece al grupo de retratos similares que se ha dado en llamar "monjas coro- nadas" y que, en definitiva, recogen la costumbre hispana de ataviar lujosamen- te, como una novia, a veces acarreando las alhajas de su dote, a la novicia, quien ha de desposarse ese dia misticamente con Jesŭs, debiendo renunciar al mundo. lo que se expresa mediante el ritual del corte de los cabellos, despojo de sus galas y sustitución de éstas por el hábito de la Orden religiosa correspondiente. En la pintura de género espariola existen algunos ejemplos, normalmente conser- vados en las clausuras femeninas, que documentan plásticamente esta costum- Figura 12. Pedro Ponce Carrasco (N° In.70). bre desde, al menos, el siglo XVII, como es el caso de la identificada con la céle- pecho, cuyo marco parece enriquecerse bre Maria Calderón, alias la "Calderona", con alguna piedra y perlas, y un rosario actriz amante de Felipe IV y madre de D. de cuentas negras (fig. 13), sin paternos- Juan de Austria. ter, marías ni cruz metálica, pero con tres La joven profesa (véase fig. 5) luce algu- bendiciones o indulgencias (medallas nas alhajas que, probablemente, formart- pinjantes), que proclama la austeridad de an parte de su dote, como el grueso collar la Orden Jerónima. Los rosarios con con perla pinjante colocado en el tocado medallas colgantes son frecuentes en la de la frente, las manillas de varias vueltas platería mexicana y este uso, descrito en de perlas a juego, las dos sortijas de gran el códice del Joyel de Nuestra Señora de chatón redondo que Ileva colocadas en Guadalupe de Cáceres, fue habitual en los dedos indices de ambas manos y las Esparia y ha Ilegado hasta la actualidad tres sortijas de oro, con boca de engaste en el antiguo virreinato novohispano. rectangular y piedras en las palas, que, siguiendo modelos algo arcaizantes, distri- Retrato de D. Francisco Antonio Larrea y buye en corazón y anular de la mano Victorica, gobernador de México y izquierda y meriique de la derecha. El Marqués del Valle de Oaxaca, y sus dos cierto desfase de modelos que se observa bijos. José de Páez, 1774 indica que, puesto que estas joyas iban destinadas a sepultarse en un monasterio, El padre, entre los dos jóvenes, posa ante la familia podría haber incluido en la una cortina roja, que contrasta con los dote, a efectos de valoración de la misma, elegantes trajes, plenamente a la moda de algunas alhajas pasadas de moda, pues el la metrópoli, de seda azul celeste con modelo concreto de las sortijas se corres- brocados y galones de plata. Lleva vara ponde a piezas de las primeras décadas de mando, bastón con puño de oro y, al del siglo XVIII, segŭn vemos en la gran e igual que sus hijos, cuelga de su cintura importante pintura novohispana de colec- un dijero de tres cadenas, estilo neoclási- ción particular, que representa a la familia co, próximo a modelos ingleses y los Fagoaga Arozqueta a los pies de la Virgen fabricados en Madrid, del que penden la de Aranzazu, perteneciente a una colec- Ilave del reloj y dijes, quizás sellos (fig. ción privada, y que constituye todo un 14). Las hebillas de los zapatos, ovales, muestrario de la joyería femenina en las parecen de oro cincelado, y se basan en 34. Esta pintura, cuyos detalles hemos publicado en clases altas del virreinato. modelos que ya divulgaran las ilustracio- varias ocasiones, figuró como portada y en la p. nes de la Enciclopedia Francesa, segui- 3 del el n° xxxx de la revista Artes de México. Sor Juana Inés de la Cruz, México, das en toda Europa. Algunos detalles, 1994. Un estudio d tallado puesto en relación Andrés de Islas, 1772 como los botones que sujetan el calzón con la media. podrian ser metálicos. El con otros retratos mexicanos y joyas existentes Muy sobrio, el retrato de la insigne reli- neoclásico fue moda que se impuso con en España en Arbeteta, L., 2003, pp. 370-1. giosa y escritora la presenta con un fuerza en el virreinato de Nueva España. 3S Ver, por ejemplo, Barba de Piña, B. revista Artes importante "escudo de monja" sobre el Este estilo. gracias a los hallazgos arqueo- de México, n° 165, año XX , passim

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Figura 13. Sor Juana Ines de la Cruz (N° In. 22).

lógicos de Pompeya y Herculano, bajo el Matias de Gálvez, Capitán General de reinado de los Borbones esparioles, se Guatemala y Virrey de Nueva España, inspiraba en la antigñedad romana, bus- México, Ramón Torres, 1783 cando las formas clásicas y elegantes. En Esparia, alcanzó justa fama la Real Fábrica El importante personaje retratado luce el de Platería de Martínez, que elaboraba Collar de la Orden de Carlos III, (fig. 15) numerosas joyas y complementos, tanto la más alta condecoración espariola masculinos como femeninos, especial- (exceptuando el Toisón), constituída en mente dijeros, sortijas, hebillas para el 1771, al nacer el primer hijo varón del rey. calzado, botonaduras y otros elementos. Su cadena consiste en figuras recortadas Los dijeros, también llamados catalinas de castillos y leones, en alusión al escudo (chatelaines), podían utilizarse a veces de España, que abrazan la cifra del rey por ambos sexos. En este caso, el mode- entre láureas. La cruz tipo San Juan o lo es parecido al que luce la condesa de Malta, con lises en el cuadrón, incluye una San Mateo Valparaíso y marquesa de Jaral imagen de la Inmaculada Concepción, . Obregón, G 1970, Reseña del retrato mexicano. de Berrio, obra de Andrés de alusiva a la defensa del misterio por parte de la Corona Espariola, la leyenda "Virtuli et merito" y la cifra real al dorso. Lleva también, prendida con una argolla una

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Figura 14. Francisco Antonio de Larrea y Victorica con sus hijos (N° Inv.1994-02-01).

venera de diserio neoclásico, cobijada no portan alhajas, si acaso un discreto bajo corona. En el tesoro de la Virgen del cintillo en el sombrero, mientras que las Rosario de Antequera existe un ejemplar damas lucen, como ŭnico lujo, el compli- de cruz que, posiblemente, sea del siglo cado peinado de crenchas o "de menina", XVIII, correspondiendo al primer momen- con hileras seriadas de cbispas (pequerios to de la creación de la Orden. elementos con piedras) o argenterías (joyas, diversas, pequerias y de poco Pintura de diversos géneros valor, por lo comŭn de plata), comple- mentadas con cintas textiles. Una de las Biombos

Biombo del Palacio de los Virreyes:r 33. N° inv° 207

38 Comentarios de Marco Dorta, 1944, pp. 70-76, y De ocho hojas, procede de la colección en:WAA, 1987, Gold..., n° cat. 4.1, pp. 341-2. del Marqués de Sabasona". Parece forma- do por dos fragmentos independientes, pues la decoración consta de dos escenas aparentemente dispares: un jardín (posi- blemente La Alameda de la capital mexi- cana) cuyas avenidas convergen en una fuente, y una panorámica del mercado ante el palacio del virrey, edificio repro- ducido antes de su incendio en 1692. A la izquierda del espectador, en el jardín, se aprecian imágenes de damas y caballe- ros, mientras que a la derecha sólo son hombres los que visten a la moda espa- riola peninsular (fig. 16). Las damas portan abultados guardain- fantes, y, con escasas variaciones, su toca- do y vestido se corresponden con los de la metrópoli entre 1655-1670, abarcando el final del mandato de Felipe IV, falleci- do en 1666 y el comienzo del reinado de su hijo Carlos II. Como se trata de esce- nas diurnas y cotidianas, los caballeros Figura 15. Matías de Gálvez (N° Inv. 1984-06-01).

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Figura 16. Palacio de los virreyes y Alameda de México (N° Inv. 207).

damas, de espaldas aporta la novedad de Los personajes femeninos llevan apre- poder apreciar el dorso del peinado, pues tadores textiles, quizás con alg ŭn peque- el cabello está sujeto con una peineta en rio elemento metálico o perla, al igual arco, similar a las que se llevaban en la que se aprecia en el centro de las escara- centuria anterior, como se constata en pelas de cintas con las que se adornan el numerosos retratos cortesanos. Pendien- cabello, ricamente aderezado con visto- tes de perlas de dos cuerpos (botón y sas plumas. Sus trajes dejan entrever lágrima), ahogadores de cintas negras, mangas anchas de camisa, con jubones pequerios collares de perlas ceñidos a la entreabiertos, que se desabotonan sobre garganta (gargantas, gargantillas, ahoga- las sayas de bastante vuelo, la de arriba dores) o bien bordeando el escote, de recogida; en el centro del escote llevan la hombro a hombro (banda de hombros) Ilamada "rosa" o "joya de pecho", que pueden completar el atuendo. Aunque no corona una hilera de botones, herrerue- se aprecian en esta pintura, la moda exi- los o lazos de pequerio tamario, cuya gia el uso de manillas, pulseras de uno o combinación, en forma de triángulo isós- varios hilos, normalmente de perlas, ata- celes de lados prolongados, es antece- das por cintas y, posteriormente, sujetas dente de cierto tipo de petos de comien- con un broche o "muelle" metálico. zos del siglo XVIII, algunos de ellos visi- bles en los retratos de Mariana de Biombo del Palo Volador. México, tercer Neoburgo, segunda esposa de Carlos II, 39. N° inv. 6538. cuarto siglo XVII" especialmente el que la representa a caballo, pareja con otro del rey, obra Procedente del Museo Arqueológico ambos de Lucas Jordán. Este tipo de ves- Nacional y del Hospital de la Santa tido ornado con grandes botones y des- Caridad de Sevilla. Representa varias esce- abrochado a partir de la cintura, puede nas simultáneas en un mismo paisaje, con fecharse entre 1680 y 1690, ya que se multitud de figuras. Dejando aparte los corresponde con el que lleva la niria de indios, los mendigos y otras personas que seis arios Eugenia Martinez Vallejo, cono- aparecen sin joyas, la moda de caballeros cida como "la monstrua", en su retrato del y damas refleja fielmente cierta influencia museo del Prado, obra de Carrerio de francesa, con trajes similares a los de la Miranda. Criatura extraordinariamente metrópoli bajo el reinado de Carlos II (fig. obesa, fue presentada en la Corte de 17). Madrid, donde, segŭn una antigua rela-

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Figura 17 El palo volador (N° Inv. 6538). ción anónima, Carlos II hizo que la vistie- turación de los gabinetes, bien concebi- ran "...decentemente al uso de palacio, dos con fines de estudio o como pretex- con un rico vestido de brocado encarna- to para reunir objetos curiosos. do y blanco con botonadura de plata..." 4". Mientras que en la literatura, tanto ame- SO Pérez Sánchez, A. E., 1986, n° 50, pp. 228-9. La mención al "uso de palacio" indica que ricana como de la metrópoli, existen refe- Concretamente la serie descubierta por Heder en 1680 este tipo de vestido constituia el rencias a las peculiaridades de los distin- en 1912, que García Sainz fecha en torno a 1725 traje de etiqueta femenino. tos grupos humanos, con sus correspon- (Garcia Sáiz, M. C. 1989, p.54), y la serie atribuí- dientes tópicos relativos al carácter, da a José de lbarra, fechada en torno a 1725 Pintura de Castas aspecto y habla, parece que las series conocidas más antiguas se remontan al (Garcia Saiz, M. C. et. alt., 2004, p. 53-54 1996, Mención aparte merece, por la cantidad primer cuarto del siglo XVIIP', si bien pp. 30-41; Katzew, I., 2004, figs. 4 y 5). de datos visuales que proporciona, la Ila- observamos que pueden tener sus prece- N° inv. 2001/1/1. mada "pintura de castas", consistente en dentes en otras manifestaciones plásticas galerias o series de pinturas de idéntico como las vistas de ciudades y paisajes, formato que recogen las mezclas raciales escenas sueltas, o de parejas, como los del "espariol" (blanco europeo) y los nati- matrimonios y entierros de indios, esce- vos o bien los africanos importados como nas de ambiente usadas en la decoración esclavos. Estas series, dificiles de enten- de interiores, como las de los arrimaderos der en su perspectiva histórica natural, y los biombos, donde aparecen grupos contienen un elemento reversible, de bien diferenciados, en festejos y actitudes imposible aplicación en otras sociedades que se relacionan con su lugar en la europeas, como la francesa o la alemana, sociedad, pensadas para una fácil com- ya que es factible el retorno a la cualidad prensión. También en montajes efimeros de -espariol - para los sucesivos descen- (arquitecturas y nacimientos principal- dientes de un mestizaje inicial. Creemos mente) pudo utilizarse este recurso para que el interés por los distintos tipos dar colorido y con carácter alusivo. humanos procedentes del cruce de etnias Aqui se ven los indios en el mercado o es parte de un intento de sistematización celebrando fiestas propias, o casándose del conocimiento acerca de los numero- (en una escena similar al lienzo" denomi- sos y diferentes "reinos - que englobaba la nado "Desposorios de Indios" (fig. 18), en Corona Espariola. Participa también del el que aparece la madrina vestida y enjo- interés coleccionista de las cámaras de yada a la europea, con relicario sobre el maravillas y, posteriormente, de la estruc- pecho, costumbre que mantendrán tam-

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Figura 18. Desposorios de indios (N° Inv. 2002-01-01).

bién las mujeres quiterias), o vestidos con sariamente, al monje. Con relación a la trajes prehispánicos, mientras que los Península, la moda y las joyas podían ser europeos son reflejados como hidalgos o similares, pero no el personaje que las funcionarios, en actitudes elegantes, llevara. paseando caballeros y damas por los jar- La cuestión que resta es comprobar si, dines, o entrando por las ciudades en en efecto, los diserios de las joyas pueden carroza o bajo palio, rodeados por solda- proporcionar una mayor precisión en la dos y otros caballeros, que contrastan datación de las pinturas. Aunque se les con los mendigos. ha prestado atención ocasional a estos Las pinturas de castas del siglo siguien- detalles, no se ha pasado de lo meramen- te acentŭan este realismo y muestran la te descriptivo, por lo que su análisis, que verdadera situación de muchos indianos sepamos, continŭa inédito en lo que res- quienes, a base de desarrollar humildes y pecta a la joyería histórica. Dada la nece- duros oficios, volvían a la Península pre- saria brevedad de este artículo, mencio- sumiendo de grandes riquezas, sin haber namos aquí algunas de sus rasgos mas perdido su condición de hidalgos, dado destacados. que, en su tierra natal, les hubiera sido Como característica general, se aprecia imposible mantenerla si trabajaban. Qui- un ligero desfase temporal en la repre- zás debido a ello, se percibe en la pintu- sentación de las joyas, con relación a los ra de castas una intención satírica, a la modelos originales, pero en esto se sigue par que ejemplarizante, que se va acen- la tendencia de la metrópoli, donde las tuando en el tercer cuarto del siglo XVIII, formas dieciochescas quedaron fosiliza- para anquilosarse sin apenas novedades das en los ámbitos rurales, influyendo en en las pinturas cercanas al fin del siglo y varios de los llamados "trajes populares comienzos del siguiente, cuando muchas regionales", cuya evolución y característi- de estas series pasaron a constituir un cas se fijan entre 1750-1950 aproximada- recuerdo turístico, objeto exótico que tra- mente. Entre las colecciones del museo ían de retorno aquellos esparioles que, procedentes del virreinato de Nueva supuestamente, no se habían mezclado Esparia, salvo el caso de la serie firmada ya que, por lo comŭn, el indiano volvía por Miguel Cabrera, las joyas tienen un soltero. aspecto convencional y seriado, dentro La pintura de castas parece concebida a de la estética rococó tardía de la segunda modo de frontera entre dos mundos, dife- mitad del siglo XVIII y comienzos del rentes en sus usos, sus costumbres y la siglo XIX. composición del tejido social, un mundo Las joyas masculinas se reducen a las distinto, donde el hábito no hacía, nece- hebillas de los zapatos y borde de los cal-

11561 ANÁLEs DEL MUSE0 DE AMÉR1CA 15 (2007). PÁGs. 141-172 PRECISIONES ICONOGRÁFICAS SOBRE ALGUNAS PINTURAS DE LA COLECCIÓN DEL MUSE0 DE AMÉRICA, BASADAS EN EL ESTUDIO DE LA JOVERIA REPFtESENTADA zones, botonaduras metálicas en alguna riola en la escena "De y Española ocasión, a veces con pedrería, algŭn hábi- Castizo" (fig. 19). A medida que avanza- to o venera y el dijero con o sin reloj. Las ba el siglo XVIII, fueron colocándose mujeres llevan diversos tocados, que estos collares cada vez más arriba, podían estar ornamentados con chispas o subiendo por el cuello, hasta llega justo pequerias piezas con pedrería, sartas, debajo de la barbilla, como es el caso de 43 Existe alguna variante, como es el caso del n° joyas de pescuezo (sujetas al cuello a dis- las "devotas", joyas en forma de T, sin ivn. 1981-11-1, "De spañol y mestissa prodvxe tinta altura, mediante cinta), manillas o duda decorativas pero que debían ser castizo', donde la mujer Ileva perIa pinjante sobre pulseras de perlas o de cintas, con su molestas. Un ejemplo en el retrato de la la frente, unida al borde del tocado. hebilla, hebillas de zapato, botonaduras y esposa de D. José González, retrato en otros pequerios detalles. Los pendientes colección particular mexicana, realizado 44 Las piedras rojas parece que también estuvieron de moda, aunque menos usadas que las azules, admiten ciertas variaciones, siendo los hacia 1780 9 . La figura de la mestiza, con más simples los de cborrera (una o varias y tente en el aire, se adorna con pen- quizás por ser más caras. Un ejemplo en la esce- hileras de perlas o cuentas que cuelgan dientes de coral, siguiendo una tendencia na "De Español, y Morisca nace Albino',' n° inv. de la oreja directamente o con un aro o generalizada. 1980/3/6, donde la mujer ileva pendientes de botón), los de botón y lágrima, que pue- este color, a juego con las cintas. Se documen- den ariadir un cuerpo intermedio en Cuadro con las castas v la Virgen de tan también en un aderezo dibujado para un exa- forma de lazo, o los antiguos de áncora, Guadalupe. Luis de MEN-A, siglo XVIII" men barcelonés de 1742 (Arbeteta, L. 1998, p. segŭn modelos retomados por los france- ses, denominados "girandole", de los que Escena indepencliente en la que se repre- 61), pues no creemos que se trate de rubís, sino existen numerosas variantes, algunas loca- senta, mediante diferentes apartados, los de vidrios de imitación. les. En cuanto a los materiales, parece que principales mestizajes de las tres razas. La 45 Ejemplos de estos cinturones de lactante en el se han representado la plata y el oro, pie- datación aproximada de esta pintura se Museo Sorolla I Herranz, C.1998 comentario dras blancas que pueden ser falsas (nor- ha situado hacia 1750, si bien nos parece catalográfico n° 12, p. 88), Museo de Artes malmente strass, vidrios de gran fulgor) o posterior a juzgar por la moda. Decorativas, de la Farmacia Hispana, del Pueblo diamantes genuinos, y piedras azules y En todo caso, mientras que la diversi- Español (Herradón, M' A. 1998,comentario cata- rojas", productos de fantasía importados, dad de vestimentas femeninas es muy que estuvieron plenamente de moda y notable, la joyería representada pertenece lógrafico n° 15, p. 90). Sobre las materias mági- por los que se pagaban crecidas sumas. El al género más convencional. Sin embar- cas, véase nuestro comentario y selección en coral y el azabache, además del cristal de go, esta uniformidad en la representación Arbeteta, L., 1998, p. 91. roca, eran materias muy solicitadas, al de collares y pendientes de perlas confir- . En el cuadro, obra de Andrés de Islas, n° inv. considerarse de especial virtud profilácti- ma que debieron estar muy de moda, 1980-03-02 " n° 4.De Español y Mestisa nace ca", y la pintura testimonia su uso por las durante largo tiempo. También fueron Castiso" (serie XV) se aprecia un ejemplo muy capas más humildes de la sociedad, tam- moda cortesana los ahogadores de perlas completo, con higa de azabache, chupador, bién empleadas en los dijeros, cinturones con pinjante o perla colgante, así como pomo, reliquia y otros dijes sujetos por una faja de protección de los lactantes. los pendientes de aro y pinjante, a juego, El museo posee una importante, aun- y, andando el siglo, las manillas). Es fac- decorada con encaje metálico y moñas de cin- que incompleta, serie realizada en el tas. virreinato del Perŭ, firmada por Vicente 47 Ver análisis y comentarios catalográficos al res- Albán, fechada en 1783. Aquí, las joyas pecto ; Arbeteta 1998, p. 106, comentarios ns. aparecen individualizadas, subrayando el 42-45, pp.107-8. carácter de los personajes. Esto coincide .Véase nota n° 34. Publicada por García Saiz, M.0 con otra serie más antigua, la existente en y Katzew, I., entre otros. el Museo nacional de Antropología, que, aunque no pertenece a la colección del 49 Obregón, G., 1970, p. 91. museo, confirma la misma tendencia-r. 50 Serie III, García Saíz, M. C.,1989, pp. 66-7, n° inv. A continuación se analizan algunas de 26 las series más significativas.

Serie de mestizaje atribuida a josé de lbarra. S. XVIII

La serie, incompleta, consta de once pin- turas sobre lienzo, de las cuales siete se encuentran en la colección del museo de América'. Aunque escasean las joyas en las escenas representadas, éstas coinci- den con las recogidas en series posterio- res, como es el caso de los ahogadores de perlas con pinjante, si bien, en este caso se Ilevan en el arranque del cuello y Figura 19. De Mestizo y Española Castizo. José de no a mitad, como es el caso de la espa- lbarra IN° Inv.1995-04-02).

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tible también destacar algŭn pequerio naremos la cruz de pescuezo, examen de detalle, como el tocado de cabello con Tomás Gamarra y Aguilar, fechada en "chispas" o "rosetas" de las tres espariolas 1741 que se halla dibujada en el álbum representadas (fig. 20). Las de la izquier- de plateros granadinos". da del espectador, vestidas con miririaque Las cintas de tlores del jubón, de posi- de aros, llevan perlas o piedras blancas, y ble fabricación catalana o francesa, se la del plano superior deja entrever un sujetan mediante botones de piedras azu- fino brazalete de oro en su brazo dere- les, que también se ven en el n° 6 de la cho; posiblemente tenga su pareja, oculta serie XX, algo posterior a juzgar por la bajo el volante de la manga izquierda, indumentaria. mientras que la que viste guardainfante Otra pintura de la serie, "De Espariol y rojizo, se toca con rosetas que parecen Albina, Torna atrás", en colección particu- de oro, sobre en el cabello, recogido a los lar de Monterrey, México, presenta al lados. La morisca lleva un collar rojo, espariol con capa parda y sombrero de posiblemente de coral, que recuerda la ala ancha, lo que indica un nivel de moda de llevar una fina cadena introdu- riqueza y social menor que el preceden- cida parcialmente en el escote, como se te, aunque la albina, con su traje de india- aprecia en el retrato colectivo de la fami- na y su sencillo ahogador de perlas con lia Fagoaga, ya citado. Los hombre, más pinjante y pendientes a juego, es mucho sobrios, se contentan con botonaduras de más elegante. Su hija Ileva sencilla cinta calzón (el mestizo) y hebillas en el calza- negra, que contrasta con el oro del braza- do ( (los esparioles, el negro). lete de la madre, un modelo que no exis- tió en la Península, del que conocemos 51.Serie VIII, Ibidem, pp. 80-87 Serie de mestizaje. Miguel Cabrera, 17635' algunos ejemplares, entre ellos uno, mar- 52.Arbeteta, L., 2003 b, En p. 367 cat. III. 90, p. 499. cado en México hacia 1800, que se con- 53.Serie XV. García Saíz, M.C., 1998, op. cit. pp.124- En el Museo de América destaca por su serva en colección particular. La escena 133. calidad una serie incompleta de ocho n° 10, titulada "de Chino- cambujo y de cuadros, realizada por el pintor mexicano india , Loba" (fig.22), incluye las joyas de 54.Serie XXII. Ibidem, pp.154-5. Miguel Cabrera, que presenta notables poco valor correspondientes a las clases 55.Serie VII Ibidem, pp. 76-77 excepciones, pues parece individualizar humildes, consistentes en pendientes de las joyas de cada personaje, trabajando chorrera y sarta de tres vueltas que aquí asimismo las telas, encajes, diserio de los parece realizada con cuentas rojas (coral trajes y los detalles del entorno, así como verdadero o imitado) y gris azuladas, la actitud de los personajes, que parecen posiblemente de vidrio, a la moda, igual tener personalidad propia y presentan que la otra india representada en la serie actitudes muy naturales. (n° inv. 7). En la escena n° 16 "Indios Quizás el lienzo más notable de toda la Gentiles" (fig. 23) aparece la mujer con serie sea la escena n°. 6, "De Espariol y sarta de tres vueltas y pendientes de cho- Mestisa, Castisa", una familia que compra rrera de coral con pinjantes de azabache, zapatos en el mercado (fig. 21). El espa- quizás pequerias higas. La antigua tradi- riol se representa como un caballero de ción mediterránea de la higa (mano alto rango de lujosa casaca bordada, que cerrada con el pulgar pasado entre el mira con adoración a la mujer. Ésta y su indice y el anular, en gesto fálico) se hija lucen joyas muy específicas, como si, importó de Esparia y se usó como talis- en vez de una pintura de serie, nos hallá- mán en todas las clases sociales. ramos ante verdaderos retratos. La joven y guapa mestiza lleva una "joya de pes- Serie de la Marquesa de Negrón". Andrés cuezo" sujeta por cinta de seda negra, de Islas, 1774 dispuesta en la mitad del cuello, de forma que los pinjantes de la rosa de oro, enri- Adquirida en 1980, esta serie completa, quecida con diamantes, rozan en naci- consta de 16 cuadros y tiene cierta calidad miento del cuello. Su labor sigue los pictórica. En cuanto a las joyas, hay algu- modelos peninsulares, consistentes en nos detalles de interés entre los tipos con- diversos cuerpos unidos por gruesa fili- vencionales. Así, en la escena n° 2 (fig. grana o roleos calados. La niria Ileva un 24), el bebé castizo lleva un completo cin- ahogador con pinjante, colocado también turón de lactante, con varios dijes, pareci- a mitad del cuello, y ambas pendientes do al de otras escenas en colección parti- de botón y lágrima, todo realizado en el cular de México, una de ellas el n° 9 de la mismo estilo, en oro sin esmaltar. El tipo serie atribuida a Ignacio de Castro", y otra, de trabajo de estas alhajas es similar al el n° 2 de una segunda serie que, aunque algunos dibujos de platería esparioles. con firma y fecha de 1698, a juzgar por la Por poner un ejemplo fechado, mencio- indumentaria de la mujer, sus manillas de

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Figura 20. (5Ieo de castas con la virgen de Guadalupe. Luis de Mena IN° Inv.26).

.As.uss DEL MUSE0 DE AMÉRICA 15 (2007 ) PAGS. 141-172 1159] LETICIA ARSH IA MIltA

Figura 21. De Español y Mestisa, Castisa. Miguel Cabrera 1763 (N° Inv. 6).

Figura 22. De chino cambujo e india, loba.Miguel Cabrera (N° Inv.11).

Figura 23. Indios gentiles. Miguel Cabrera (N° Inv.13).

[160] ANALEs DEL MUSE0 DE AMERIC4 15 (2007). PAGS. 141-172 PRECISIONES ICONOGRÁFICAS SOBFtE ALGUNAS PINTURAS DE LA COLECCIÓN DEL MUSE0 DE AMÉRICA, BASADAS EN EL ESTUDIO DE LA JOYERÍA REPRESENTADA cinta y hebilla y el collar, no es anterior al repite en otras escenas (figs. 31 y 32), y ŭltimo tercio del siglo XVIII". consiste aquí en una doble chorrera de Los pendientes femeninos parecen coral, separada en dos tramos por cuen- haber sido tratados aquí con cierto dete- tas negras. nimiento, y proporcionan una documen- tación aprovechable: de un lado, los de Serie de mestizaje. Anónimo mexicano, estilo europeo y colgantes de una o tres México, ŭltimo cuarto del siglo XVIII lágrimas, representados aquí con piedras de vidrio teñido en colores intensos, que Otra serie completa adquirida en 1945, hacen juego con las cintas del vestido y tiene un carácter más popular y ha sido cuello. Son rojos los de la morisca en la fechada en el último cuarto del siglo escena n° 6 (fig. 25) y azules los de la XVIII, a juzgar por los personajes atavia- albina en el n° 7 (fig. n° 26), modelo más dos a la moda "goyesca" que aparecen en frecuente como hemos visto arriba. algunas de sus escenas Como todo este- Serie XX. Ibidem, pp. 144-151. La dama espariola del cuadro n° 3 (fig reotipo, las joyas están simplificadas al 27) lleva la gargantilla de perlas en medio máximo y tampoco aparecen piezas indi- del cuello, y sus manillas son de cinta viduales, sino genéricas, lo que no carece negra, con pequerio cierre o hebilla, simi- de interés como en toda serie completa, lares a las de la mulata del n° 8 (fig. 28). pues permite separar lo extraordinario de Los pendientes de perlas, de botón y lo habitual. lágrima, constituyen un modelo simplifi- Hechas esta observaciones y, en térmi- cado del que lleva la mestiza menciona- nos generales, se constata que, durante da, con el cuerpo en oro y tres perlas col- las postrimerías del siglo XVIII y comien- ga ntes . zos del s. XIX, se continŭan Ilevando los En cuanto a las clase más humildes, pendientes derivados del rnodelo "giran- lucen abundancia de corales (o vidrios dole", con sus variantes. Los más simples rojos que los simulan) y azabache, verda- se convirtieron en el clásico de tres lágri- dero o falso. La mestiza del n° 9 parece mas y botón con o sin lazo. El auge del imitar la moda cortesana llevando su gar- neoclasicismo los hizo desaparecer, prefi- gantilla de pinjante a medio cuello riéndose los más simples de botón y (fig.29), pero son gruesas cuentas de maza, lágrima o almendra. A diferencia de coral en vez de perlas, y el pinjante es las clases altas y los ricos, las mujeres de negro, posiblemente azabache. En el n° las clases medias, Ilevan la preceptiva 11, la india Ileva gargantilla de dos cinta negra con uno o varios pequerios en coral, con pendientes a juego (fig. motivos (escena 3 ), o bien sin nada, 30), de un tipo muy específico que se como vemos en el n° 2 de la serie "de Mestiza y Espariol Castizo" (figs. 33 y 34). La mestiza, sin manillas, luce sin embargo unas lujosas hebillas de zapato redondas, que parecen ornadas con pedrería, proba- blemente falsa, mientras que el hombre las lleva oblongas, casi rectangulares, a juego con la mas pequeria que sujeta el arranque de la media. La vieja tradición de proteger a los lactantes se manifiesta en el ancho cinturón textil o dijero del 57. Serie Xii, ibidem, pp. 112-3. que cuelgan, atados con lazos rojos, lo Ibidem, n° 39, p. 103, para una descripción de la que parecen un Agnus Dei, y un colmillo, escena. detalle que también veremos en otra escena perteneciente a una serie incom- pleta que se conserva en el museo". Son dos escenas, una de ellas, "De Mestiza e Indio produze Coiote" (fig. n° 35). Representa una niria, ya crecida, con un amuleto en forma de cuerno atado a su hombro derecho, mientras que su madre Ileva una medalla sobre el pecho, atada con una cinta azul. de forma similar a como la llevan los campesinos de algunas regiones de Esparia" Esta escena, ade- más, documenta el uso generalizado de Figura 24. De Español y Mestisa, nase Castiso. los collares de azabache, pues lo Ilevan Andrés de Islas (N° Iny. 1980-03-02).

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Figura 25. De ESpañol y Morisca, Albino. Andrés de trapunto al n° 2 , ya que el entorno pare- Islas (N° Inv. 1983-03-06). ce representar a un hombre de negocios en su despacho. Con bata de interior, sus zapatos se adornan, sin embargo, con hebillas de elegante entrelazado, segŭn diserio que se fabricó en la Real Fábrica de Platería También es notable la demi panire de la morisca, posiblemente de oro con pastas de vidrio azules, quizás las "pastas cheron". El ahogador, colocado en la mitad del cuello, segŭn la moda lleva un cuerpo central con gran lágrima pinjante y lazo; los pendientes, a juego, simplifican el modelo "girándole" y son parecidos a los existentes en la Catedral de Santo Domingo, de piedras de color, 59. Ver n ŭms. cat. 208 y 209, en: Cruz Valdovinos, en este caso, verdes y amarillas". El nirio J.M. y Escalera, A., 1993, p. 276. madre e hija y aparecen también en la albino, montado en su caballito, abotona "espariola" de la segunda pintura (fig. 36). su jubón con botonadura de lujo, que Volviendo a la serie que nos ocupa, la también parece incorporar piedras azules escena 6 lleva por título " de Espariol similares a las usadas por su madre. y Morisca Alvino" (fig. 37), y sirve de con- Destacan también los pendientes de

F •gura 26. De español y albina nace Torna atrás. Andrés de Islas (N° Inv.1980-03-07).

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Figura 27 De castizo y española, español . Andrés de Islas (N° Inv.1980-03-03).

Figura 28. De español y mulata, morisco. Andrés de Islas (N° Inv.1980-03-05).

Fsgura 29. De Indio y Mestisa nace Coyote. Andrés de Islas (N° Inv.1980-03-09).

Figura 30. De chino e india, cambujo. Andrés de Islas (N° Inv.1980-03-11). botón y lágrima que Ileva la mulata del igual que las joyas comentadas, y- lo 5, modelo simple, de gran tamario, cuyo mismo sucede con las pinturas que se uso ha Ilegado prácticamente hasta nues- encuentran en otras colecciones. Cabe tros días en tierras mexicanas (fig 38). mencionar algŭn detalle más, como los Igualmente mencionaremos el detalle dijes que asoman bajo el chaleco del cas- inusual de los broches de hombro con tizo que toca el violín de la escena n° 3, perlas que Ileva la negra del n° 9 "De lo que permite apreciar incluso la Ilave Lobo y Negra Chino• . del reloj(véase fig. 33). Como se ha indicado más arriba, tam- bién la representación de los ahogadores Serie quiteña de Vicente Albárz de perlas de una o dos vueltas con o sin perla pinjante y pendientes a juego se No deseamos cerrar el presente artículo repite en las escenas de diversas series. al sin comentar tres de las pinturas de una

ANALES DFL N1USE0 DE AAWRICA 15 2007 ). PAGS. 141-1'2 [163] LETICIA ARBETETA MIRA

Figura 31. De español e india, mestizo. Andres de Islas (N° Inv.1980-03-01).

Figura 32. De albarasado e india, barsino. Andrés de Islas (N° Inv. 1980-03-14).

Figura 33. De Castizo y Española, Español (N° Inv. 52).

notable serie incompleta, firmada por medio de coral, anchas manillas de lo Vicente Albán, concretamente, la titulada mismo, con diez vueltas, collar de cuen- "Sra prinsipal con stt negra, esclava", la tas gallonadas, (de oro o de vidrio dora- Yapanga o prostituta "con el trage que do, como aŭn se usa) y un tupu o fibula usa esta clase de Mugeres que tratan de para prender el manto, en el que conver- 60 Serie [III. García Saiz, M.C., 1998, p. 232. agradar" y la "India en traje de gala. gen un modelo propio y una técnica Ésta, descalza, lleva collar de dos vueltas europea, tanto en el cincelado como en de perlas, con lo que parecen higas de la talla de la piedra, jaquelada (fig. 39). El azabache, pendientes "de racimo", forma- mestizaje de joyas aparece también en las dos por dos cuerpos de perlas con inter- dos escenas restantes, donde los persona-

1164] ANAI.ES DEL MUSE0 DE AMÉRICA 15 ( 2007). PÁGS. 141 - 172 PRECISIONES ICONOGRÁFICAS SOBRE ALGUNAS PINTURAS DE LA COLECCIÓN DEL MUSE0 DE AMÉRICA, BASADAS EN EL ESTUDIO DE LA JOYERíA REPRESENTADA

Figura 34. De Mestiza y Español Castizo (N° Iny. 51)

Figura 35. De Mestiza e Indio produze Colote (N° Iny.1981-11-02). jes femeninos utilizan una profusión de moda se inspira en el mundo romano y joyas cuyos modelos y estética corres- tuvo su origen en el Nápoles de la segun- ponden a épocas diferentes. La señora —la da mitad del siglo XVIII, tras las excava- ŭnica que se calza con zapatos omamen- ciones en Pompeya y Herculano. Lleva la tados por un broquelete de doble orla dama la preceptiva cinta negra al cuello, posiblemente de oro— lleva un complejo con pequeño joyel de lazo y almendra. tocado de flores y chispas. quizás esmal- en plata y piedras blancas. pero sus pen- tadas y con pedrería, salpicadas por el dientes, del modelo girandole, mezclan cabello, cuyo moño se sujeta con un agu- una estructura de oro con botón y pinjan- jón simulando un espachn (fig. 40). Esta tes en metal blanco, cuajados de piedras.

ANALF, DEL NIL AMÉRICA 15 (200') PAGS. 141-172 11651 LETICIA ARBETETA MIRA

Figura 36. De español y mestiza castizo (N° Inv.1981-11-01)

Figura 37 De Español y Morisca Alvino (N° Inv.55).

[166] ANALES DEL MUSE0 DE AMEILICA 15 (2007). PAGS. 141-172 PREC1SIONES ICONOGRÁFICAS SOBRE ALGUNIAS P1NTURAS DE LA COLECCIÓN DEL MUSEO DE AMÉRICA, BASADAS EN EL ESTUDIO DE LA JOYERÍA REPRESENTADA

Figura 38. De Español i Mulata Morisco (N° Inv.54)

0÷-

Figura 39. India con traje de gala. Vicente Albán (N° Inv.72).

ANALE_S DEL NIUSE0 DE AMERICA 15 (200-9. PAGs. 141-172 [167] LETIC1A ARBETETA M1RA

Figura 40. Señora principal con su negra esclava. Vicente Albán (N° Inv.73).

Las manillas de perlas de ocho vueltas nea a la pintura estudiada, que también 61 Estos y otros aspectos de la evolución de la joye- continŭan con brazaletes de oro para estuvo en uso en el siglo XIX, etc.)"'. ria española pueden consultarse los estudios ambos brazos, moda exótica para la generales sobre el tema, algunos de los cuales Península, como lo es también la mezcla III. Conclusiones se incluyen en la bibliografia. de una cruz pectoral de "engastería", col- gada de una gruesa cadena de oro, con el Aunque son muchos los aspectos a collar- rosario de cuentas negras y pomos comentar, la pintura constituye una can- de perlas, que remata en un relicario oval tera de primera mano para datar y cons- de corte manierista, y que debió ser pren- tatar la evolución de la joyería en da usual, pues es prácticamente igual al América. En lo que respecta a la pintura que Ileva la yapanga (Fig. 41), quien tam- religiosa, cuando se trata de evocar una bién coincide en el adorno del cuello y imagen concreta, las joyas son parte de en el tipo de pendientes, que aquí pare- esa realidad, plasmadas con mayor o cen de piedras azules, quizás vidrios. menor acierto. Sin embargo, las escenas Por su parte, la esclava (Véase fig. 40), religiosas ornamentan sus personajes con aunque menos alhajada, lleva joyas mag- joyas de fantasía, tal como se aprecia en níficas, especialmente el pendiente con muchos de los grabados que han servido aro del que cuelga una perla periforme de modelo. de gran tamaño, y el collar de oro de En lo que respecta al retrato, se puede peculiar diseño colocado sobre la cinta afirmar que predomina el realismo, lo negra del cuello, adornada con rosetas de que incluye un tratamiento minucioso de piedras blancas. En definitiva, se aprecia la joya. Como hemos comprobado, en el en estas pinturas un batiburrillo de mode- caso de copias tardías de originales más los que pueden Ilegar a estar separados antiguos, pueden variar las joyas para más de dos siglos, pues se mezclan joyas adaptarse a la moda del momento, o bien de tipo renacentista (los marcos ovales, no ser adecuadamente interpretadas, entre 1575-1650, las cruces de engastería, cayendo en la incoherencia. segŭn modelos del s. XVII y primera Finalmente, advertimos que las escenas mitad del XVIII, las cintas de cuello con costumbristas no individualizan las joyas. plata y piedras blancas, 1750-1790, en Esto se verifica también en las series de Europa, los agujones, moda contemporá- castas, si bien hay excepciones, como

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Figura 41. Yapanga de Quito. Vicente Albán (N° Inv. 74). sucede con la series de mejor calidad pic- Albán aportan, en menos escenas, una tórica, caso de las firmadas por Miguel mayor variedad. Los retratos masculinos, Cabrera y Vicente Albán respectivamente. escasos, ofrecen imágenes de joyas indivi- En cuanto a las tipologías, las escenas dualizadas, que pueden datarse adecua- costumbristas ofrecen una panorámica de damente, entre las que se encuentran las joyas usuales de día, no las excepcio- bandas, broqueletes, catalinas o dijeros, nales de gala o de noche. Así, los biom- hebillas, botones y veneras. Aunque falta bos se decoran con imágenes que se en el Museo una representación del retra- podrían fechar en la metrópoli entre 1655- to femenino dieciochesco, anotamos que 80, a juzgar por la moda y las joyas. Las el grupo de advocaciones marianas ofrece series "de castas" se encuadran en el siglo una gran diversidad de joyas, aunque muy XVIII, incorporando los rasgos básicos de esquematizadas, lo que nos impide pre- lo que es más com ŭn (botones, hebillas, sentar los oportunos paralelos, si bien collares y pendientes femeninos), si bien esta aproximación constituye el arranque las arriba mencionadas de Cabrera y para posteriores estudios.

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