Pregón del rectxerdo, e1 deseo y 1a esperanza

Por Felipe Calvo

Quisiera enraizar este pregón en la añoranza. Soy de los que vive a en la nostalgia; de los que, desde lejos, "hacemos carne de nuestro propio sueño". P'or eso voy a ensartar recuer- dos hablando con las mozas coronadas; coronadas de virtudes, de belleza; realeza de abnegación y de ternura, trasunto fíel de todas las mujeres de esta tierra. ^ Sabes, Ana, que también la pregonera es palentina, que reinó sobre unas Piedras Negras y se vistió de Blanca Nieves para que, una vez más, la bondad triunfara de la envidia? Dentro de tu reino, Ana, está el único pedazo de tierra que poseo; un metro cuadrado en "pan y guindas". Y se me antoja que pan y guindas es una alegoría que viene bien a aquella tumba: •el pan, mi padre (algún día te diré quién era Don Elpidio) ; las guindas, la bondad ruborosa de in.i maclre y de mi abuela. Sobre ese pedazo de tie- rra, y con tma sola piedra, empapada de paciencias, he construido un castillo inexpugnable donde la nostalgia y donde quie- ro acabar mi peripecia. Y tambíén está en tu reino la cuna de mi padre, ima ruina de Revilla que no es mía, porque el hogar de Lino y de Lucía no daba para tanto; pero es igual, mientras yo viva, seré dueño de lo que ella significa. Algún día también te hablaré del Instituto Viejo. Si no estoy yo tocando entre los profesores de la Banda, la trompa o el re- quinto, están amigos míos, con los que me inicié en el compás de compasillo de las blancas y las negras. Si cruzo la frontera -^un nombre que no nos gusta, aquí, en Castilla- paso a verte a ti, María Belén, reina de , y en la Torre de Mormojón te podría presentar, curtidos de sol, a labriegos que llevan sangre de mi vida, y que, además de nadar áa8 I:ELIP): CALVO

en mar de Inieses, corren liebres con galgo en la ladera del Cas- tillo, tnientras sus mujeres cuecen inefables pastas en la hornera. ^ Oíste hablar de Villalcón? Es un lugar de tu reino, y en él la casa solariega de un hombre que hizo ciencia de su Física y de su bondad, de un Don Mariano, Catedrático en todo, a quien jubilalnos un día de verano en su panera. ^ Sabes que Lucía Carcasona sirvió en casa de un médico de Campos y que el año de la peste no la enterraron viva de mila- gro? j Jesús, qué espanto ! ^ Qué sería de mí? ^E's verdad lo que me han dicho, Belén de Campos, que en las Fuentes de la Nava, en tu Partido, carga de mística y ascé- tica el Primado para repartirlo en lecciones de doctrina? Siempre me dijo Trini que el agua de su pueblo era muy buena. i Pero tanto, Señor! ^Cosas de Castilla!... Déjatne paso, Palencia, que voy a Baltanás. Baltanás es el Cerrato. Va sé, María del Pilar, reina de sus valles, que el Rey D. Juan II celebró cortes en , pero ése no es mi re- cuerdo. Mi recuerdo está en 'Hontoria, Cevico, en Alba... En Hon- toria escribió Lino, actas de concejos, cartas a Cuba de madres yertas, oficios de miseria... Su hijo Elpidio nos diría bien los ba- ches y las piedras de un camino que anduvo con frecuencia hasta Baños, para llevar al tren algún correo. Allí cayó de la caba- llería que le haría peregrinar, malherido en su brazo, entre apó- sitos de médico -la ciencia- y ungiientos de curandero -el amor entrañable de mi abuela. Te he citado Alba, Alba es, para mí, trilla, suero de reque- són, bodegas; I.uis, Alejandro y Ursicina... La mitad de bode- gas que de casas. ^ De dónde sacarán agua para hacer tanto buen vino! ^,Has contemplado un anochecer en Alba desde la entrada a la bodega que cierra un trillo? Ahora que eres reina de aquella adusta tierra de increíble y no convencional belleza, escucha un ángelus desde el borde de un alcor mirando al valle, y oirás que el cielo contesta con un trino. Margarita de Astudillo; según dice el cantar, de tu reino sale el sol... y tenéis agua abundante en la vega del Pisuerga; por eso, acaso menos vino. ^Has gustado la erudición que cultiva mi amigo el boticario? Fina cultura. Ejemplar inquietud que de- muestra cuánto se puede hacer arropado por la historia desde el tiempo presente bien gastado. Diles a mis amigos de Melgar que PREGÓIV DEL RECUERDO, EL DES^O ^' LA ES^PERANZA h^^ preparen los reteles para otro año; el pan le cogeremos, al pasar, en Astudillo o en Carrión. ^ Tiene tan buen corrusco ! i Qué gran disgusto cuando en la Facultad me descubrieron que el "caramelo de bruja" de tus páramos era sulfato cálcico hidratado! i Adiós espejo de mi frente, talismán de mi memoria ! Desde entonces, sólo supe aprender, gracias a llios, de otra Illa- nera. 1,Puedo pasar, Margabel de Carrión, caminera de Santiago? ^•Sabes? A mí no me gusta que se maltrate a los toros porqtte ellos salvaron a la vera del Camino --allí en tu reino- a cien doncellas acaso como tú. A11ora que eres reina de aquellos pagos, ^,por qué no vuelves a poner la he ►•rada a la puerta del Hospital y sacias, así, la sed del peregrino? ^Sabes que pelé muchas guar- dias a las puertas del Asilo, y también muchas patatas en su patio? Pero también gocé de la hospitalidad sin limites de tlnos buenos paisanos. Vuestro pan, fue la adlniración de miles de soldados y casi la perdición de un Regimiento. i Qué barbaridad ! ! Qué pan tan bueno! Gracias al Carrión de parte mía, por los piojos que se llevci de tanta hombría, y a ]a hr.mita de Belén que, erguicla sobre el río, aguantó sin guiñar una calnpana esta osadia. Ana María de Saldaña, en ti ya no me caben los recuerdos. ^,Sabes quién era de tu reino?, pues mi madre, nada más 5^ nada menos. Acaso te suene a tierno, pero esto no cabe sólo en llll recuerdo. Pregúntala a la Virgen del Valle por María y ella te dirá lo que yo ya no puedo. Como vas para Maestra, te diré que un niimero infinilo es siempre menor que las plegarias que hI Virgen, y la mia, escuchó de labios de ella. ^ ^ Que qué hice yo en Saldalia, Ana María? Pues robar a mis lías monjiles y perillos; irme a bañar a los gaviones; pasear la pl.aza en nn pollino; beber agua del caño; conocer la santidad de^ Secimdina, de Serviliana y de Josefa, y cultivar el cariño de mis tios y mis primos. lléjame seguir, que todos saben lo que Saldaña es para mi y no está bien que me entretenga en ello. ^'amos a dejarlo aquí. 1'a seguiremos. Acabo de bajar de Polentinos. Estamos en tu reino, lylaria del Carmen, mi recuerdo ahora y aquí es, en realidad, nuestro pre- ^ente. Si estoy ahora pregonando, es porque alguien nos busccí v encontró allá arriba.

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Cervera y tu Partido han sido siempre para los palentinos el refugio saludable, el descanso del paisaje diferente, el desafío de las cumbres, el recuerdo sobrecogedor eu los inviernos... Algo que se alcanza en singladuras de tierra desde Campos, por cami- nos de conirasie, en un espectro continuo de hazas y costumbres, de hombres y quehaceres, de huertas y de mieses. Cervera entra en mi recuerdo, montado en un tílburi (i Don Bordo!); cazando lechuzas en Otero; de boda en Alba, con pan- dero; yendo a truchas en con Don Aniceto, y meditando en San Salvador ini futuro incierto mientras respiraba aire re- cién hecho, quc me llegaba en directo de la mano de Dios a mis anhelos. Tienes en tu reino, Mari Carmen, un lugar sereno y virtuoso, dulce de arte, de monjitas y pasteles, un monasterio que se mira en un arroyo, y cuyo claustro y jardín, son algo así como la imagen terrenal del cielo. Hace unos meses, la hermana celadora me decía: "Usted, ^verdad?, es hijo de D^óña María...". Y otro día, en un agosto, la madre superiora, que acaso la reconoció, nos invitó a frescor de locutorio, a suave decir, a profundo saber desde la ausencia, a flores entre rejas... !Qué delicia! ^Tengo que, decirte que se llama San Andrés, el caserío? Nuestro presente, ya te lo he dicho, se llama Polentinos; de- masiado cerca todavia para que pueda hablaros de reciierdos. Si alguna gracia te sobra, en tu reinado, allí hay gente que las me- rece y las espera; por ejemplo, la gracia de algún jabalí que sal- ga al paso y maltrate con saña el patatal o los garbanzos. ^ Se habla tauto, además, del trance, del sitio y del acaso ! i Yo creo que un jabalí de vez en cuando!... Este rosario apretado de recuerdos --no hace el lugar, la fecha o las personas-- es el que todos recitamos. Tesoro de nos- talgias que hoy echa^nos a rodar desde estas cumbres porque toca abonar ahnas, porque hay que granar espigas de virtudes, porque hay que dar valor a lo que no sirve para nada. Hasta aquí el recuerdo. El deseo que quiero pregonar tiene dimensioues de Iuilagro. Es como resucitar un muerto. Es la Cultura -la Cultura con ma- yúscula- que está muriendo, no sé por qué, con el transistor, la comodidad, el se^o... con la rebeldía infecunda de la holganza v de lo sucio. La cultura que quisiera revivir, no viene necesariamente con PREGÓN DEL REC.UERDO, EL DESEO ^' LA ESPERAN7,A Ĝll la lIIStrttcclÓll; ya lo estáis viendo. Hay zafios instruidos y anal- fabetos cultos. Hay bachilleres en saberes que asaltan, destruyen, ofendeu, roban y vagan; y bay menestrales sensibles, respetuosos, generosos, ponderados, justos. El muudo necesita la cultura del respeto, que no eniiende de actuaciones ni balances; justicia ^' caridad, que ctiria Don Elpidio. La cultura que pe ►•n^ite vivi ►• so- segado y feliz en la pobreza; que inquieta y preocupa en la opu- Lencia. La cultura mistica que se manla, y se ejerce con el p^ó- jimo; la de los mandamientos de la Ley de Dios. La culttn•a dc hacer y gozar las cosas bellas. La cultura en la que se entienden el sabio y el lego. La cultura del sentitnieuto que hace llorar la alegría y sonreir las penas. La cultura del poeta que, segitn Va- lentín Bleye, "sobre la agitación de las moléculas, sobre la vi- bración de los átomos, vislumbra el inefable estremecimiento de los anhelos y las añoranzas... Descubre las le.yes invencibles del amor, de la nostalgia, del recuerdo...". La culttn•a profuuda y contagiosa clel hogar, que es donde los llotnbres se salvau o con- denan; la i► nica que puede salvaí' una sociedad hostil e incómo- da que se asfi^ia de consumo innecesario, aherrojada por la estu- pidez y el vicio, condenada a consumirse en stt propia insipidez. Esta cultura es, además, condición necesaria del progreso; es a la sociedad, lo que la buena y bien trabajada tierra a la simienie. Buscando esa Cultura universal, sin pentagranta, hemos veni- do desde la Universidad a la montaña y a Castilla, de la ciudad al campo. La hemos encontrado, pero está dormida; anestesiada, mejo ►•. iSacadla, maestros y poetas, del letargo! llecid al castellano que busque en su arcón, el setiorio; que le ponga al sol de la Verdad, casi perdida; que vista la estameña de su capa, que vuelva a su vigor, a su entereza, que el mundo ba perdido la cabeza y necesita la luz de una quin^era. Que de- tenga el tiempo; que recupere ao que pueda, y eche a andar de nuevo por el viejo sendero de una vida nueva. La esperanza está en que la juventud devuelva su valor a la experiencia y_ceda todo lo que de mito tiene su arrogancia. Ser joven, Reinas, damas ^^ mucbacbas, es una circunstancia relati- va, transitoria, inaplazable, inmerecida, universal y sin valor in- trínseco por la que pasa todo ser humano, antes de peinar canas o quedarse calvo; es una calidad que no se gana y que se pierde da la noche a la mañana. Poco o nada, como véis, si cada tll10 Il0 pone sus años por delante y sus frescas energías, al servicio , de 212 FELIPE CALVO una causa amada y culta. Para que una juventud merezca esta esperanza, tiene que saber repartir con generosidad lo suyo; su esfuerzo, su limpia alegría, su fácil perdón, su desenfado, su respeto... ^Comprendéis, juventud de hoy, la generosidad de mo- rir de veinte años por salvar un ideal, sea el que sea? ^Que qué es un ideal? Los ideales, muchacho, son como los luceros, es impo- sible alcanzarlos con las manos, pero, como el marinero en el desierto de las aguas, tenlos como guia, ellos te llevarán a tu des- tino. Y tu destino aquí, en esta tierra que sufrimos y gozamos, hace el destino del mundo, como tu1 grano una cosecha. i Anda zagal, honra a tu padre y a tu madre, toma tu vez, y sigue a tus nlaes- tros y poetas! Señor Gobernador, hace ahora cien años, D. Ricardo Bece- rro de Bengoa, alavés como vos, catedrático en la capital, escribib "El Libro de Palencia". "La tierra --esta tierra, decía- pone todo lo que debe poner; el cielo da, en la mayor parte de los años, lo que debe dar, pero el hombre no contribuye a que en las labo- res se haga lo que se debe hacer". Cien años después, este hom- bre alza, bina y tercia... Haced, señor, que cambie. Palencia, señor, es una provincia sin fronteras. Ni etnpieza en un Valle del Cerrato, ni ternlina en un mojón de Piedrasluen- gas. Palencia, que es Castilla, no quiere tener límites; en su co- razón cabe cualquiera. Es vocación de unidad; de España entera. Queremos que quien venga se encuentre entre nosotros como si hubiera nacido en la Valdavia o le hubieran bautizado en Dueñas. Y que, quien vaya, encttentre el Illls1110 amor que lleva. Quien muchas veces ha sentido desde lejos a esta •Palencia, a esta Castilla, sin fronteras, no puede terminar este prégón sin atar a una paloma mensajera, no sé cómo, la torre de San Miguel o la Verdera, una piedra o un lugar, para que lo lleve al emigran- te innominado de esta tierra, como el recuerdo entrañable de este dia, de esta santa hermandad de campo y peña, de chopo _y ave- llano, de lonla y vega, de minero _y de hortelano, de pastor, de maestro y de poeta. !Adiós, paloma! iCuántos palomares a tu espera! Quedad todos con Dios. Voy a esperarla, que tambiéu yo ten- go el palotnar a muchas leguas. Dado en Polentinos a veintitrés de septiembre de mil nove- cientos setenta y tres.