Capítulo 4. Revisión Crítica De Los Sitios En El Ámbito Territorial De Extremadura
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Capítulo 4. Revisión crítica de los sitios en el ámbito territorial de Extremadura Capítulo 4. Revisión crítica de los sitios en el ámbito territorial de Extremadura ! Se ha avanzado en el bloque introductorio que nuestra referencia territorial va a ser el espacio comprendido por los límites administrativos de la actual región extremeña. No voy a entrar ahora en los motivos últimos por los que se ha optado en la elección; sí deseo insistir, en cambio, en la necesidad de establecer un marco geográfico determinado, en el seno del cual acometer el pretendido repaso exaustivo por las huellas físicas de la ocupación republicana. Este obligado ejercicio de concisión espacial se tratará de paliar o compensar mediante la adición de un capítulo complementario, donde de un modo menos detallado se aportará una idea algo más general de esa ocupación en el entorno inmediato o con implicaciones directas. Se tendrán en cuenta, ya entonces, los establecimientos más relevantes y mejor conocidos de este ámbito territorial. De momento, y aún considerando las deficiencias y diferencias en el grado de conocimiento que poseemos, en este capítulo se van a recoger las huellas físicas susceptibles de ser leídas en relación con la implantación romana en este espacio. Se han tratado de incluir aquellos sitios que objetivamente puedan haber estado vigentes durante el siglo y medio antes de la Era o, dicho de otro modo, que incluyan aspectos de naturaleza material que puedan ser atribuidos a esta etapa romanorrepublicana. Incluimos, además, una serie de manifestaciones arquitectónicas en las que, a falta de un claro refrendo material, pudieran haber argumentos fundados de su vigencia en estos momentos, como ciertos aspectos de su técnica edilicia, planta o fisomía, no obstante valorados bajo presupuestos revisionistas. A la hora de acometer el repaso por la evidencia material que nos reporta de una forma u otra a la etapa romanorrepublicana, se ha optado por una revisión crítica, alejando el discurso de la mera exposición de los datos disponibles. Este aporte “crítico” no es pues un catálogo de yacimientos, más al contrario supone un ejercicio de reflexión sobre el que pivotarán otros capítulos del trabajo. No obstante, la forma de acometer ese repaso contempla una parte básicamente descriptiva -y por tanto pretendidamente objetiva- que abarcará a dos de los cuatro ! 101 F. J. Heras Mora - Arqueología de la implantación romana en los cursos Tajo-Guadiana subapartados con que cuenta cada sitio; supondrá una caracterización espacial, topográfica, física y bibliográfica. Los otros dos subapartados suponen ya una cierta síntesis y evaluación, una revisión cronológica a partir los materiales y estratigrafía -cuando exista- y, por último, una propuesta funcional en su contexto espacial e histórico. Con estos propósitos, la información -objetiva e hipotética- se ha redactado conforme a cuatro enfoques, complementarios entre sí y dependientes todos ellos de una realidad constatada arqueológicamente. El primer bloque de datos incluye aspectos tales como la altitud absoluta y relativa, la topografía, el encuadre geográfico, hidrológico y edafológico, con una breve alusión al uso actual del suelo, por cuanto ello suele determinar en buena medida el grado de opacidad del terreno, cuando los datos proceden de prospección. Un segundo apartado se refiere a la descripción de los elementos de origen antrópico y que ya sí tienen que ver con la apropiación humana del emplazamiento; incluimos las referencias bibliográficas que nos aporta el dato arqueológico. El tercer aspecto corresponde a la caracterización material, enfocada eminentemente a lograr un encuadre cronológico o una secuencia, cuando ello sea posible. El apartado final es valorativo, una reflexión somera sobre el encuadre funcional que, en virtud de la información aportada en los bloques anteriores, pueda proponerse. En este sentido, se tendrán en cuenta características relativas al origen, su posición geoestratégica -visibilidad, proximidad a rutas tradicionales y óptimas, pasos y recursos-, pero también la presencia misma de deteminados objetos relacionados con los actores implicados: civiles, soldados, mineros, hispanos o extrangeros. 4. 1. El Berrocalillo (Plasencia, Cáceres) [sitio nº 1] (fig. 3) A. Situación En el corredor natural que forma la falla de Plasencia y a la altura de la ciudad de la que toma su nombre se encuentra el paraje conocido como El Berrocalillo, continuidad de la dehesa de El Berrocal, donde se encuentra la cueva prehistórica de Boquique (Almagro 1977) y el santuario de Ntra. Sr. del Puerto. Se trata de un espacio natural al noroeste de la actual ciudad cacereña de Plasencia, separado de ésta apenas por el curso del río Jerte, encajado desde su nacimiento en el surco de la propia falla. La morfología del terreno y la red hidráulica superficial se halla condicionada por la extensa formación granítica -batolito- cuya erosión desigual ha generado una superficie irregular, con abundantes afloramientos rocosos que se elevan varios metros sobre las leves plataformas que ha generado la propia sedimentación del granito. A pesar de toda esa irregularidad, el aspecto general del sitio es el de una amplia loma, con una cresta rocosa en la cima -de hasta 470 m.s.n.m.- y laderas escalonadas, más suaves hacia el sur, que descienden hasta los ca. 300 metros hacia el lecho del río. En algunos puntos de la falda existen surgencias que han sido canalizadas para el uso ganadero del agua, mediante la construcción de fuentes y abrevaderos 102 ! Capítulo 4. Revisión crítica de los sitios en el ámbito territorial de Extremadura ! en los pies. Este tipo de manantiales tienen que ver con el comportamiento subterráneo de las aguas en los batolitos graníticos, donde la roca actúa como fondo impermeable y el agua de lluvia es drenada paulatinamente. En la actualidad, este espacio se destina a uso ganadero y ello ha favorecido la conservación de una clareada dehesa de encinar, con pastos en los claros y arboleda y arbustos entre los afloramientos rocosos. Este régimen de vegetación dificulta de forma notable la visibilidad del suelo y, por tanto, también de las construcciones y materiales antiguos en la superficie de la tierra. No obstante, las dimensiones de algunas estructuras artificiales de piedra y recientes remociones de terreno, para la instalación de torretas de electricidad y la excavación de caminos de acceso hacia ellas, permite con cierta dificultad comprobar el trazado de gruesos muros y la presencia de material cerámico antiguo en sus cunetas. B. Descripción El yacimiento arqueológico de El Berrocalillo es conocido por los vecinos del entorno por la existencia de potentes muros que parecen circundar el perímetro de este cerro, de aproximadamente 5 ha de extensión. Actualmente se puede seguir el trazado de buena parte de su recorrido, aunque éste desaparece o se pierde en algunos tramos a causa de la erosión o la densidad de la vegetación en algunos puntos. La ausencia de actuaciones arqueológicas sistemáticas que permitan la identificación y documentación de los restos que se ven en superficie nos obliga a guardar cierta cautela a la hora de asignar una misión defensiva y una cronología determinada a todos ellos. Hasta la fecha, los únicos intentos oficiales obedecen a reconocimientos superficiales que concluyen en la elaboración de un croquis aproximado de la planta de un posible recinto defensivo en El Berrocalillo (Martín Bravo 1999, fig. 46). Podría tratarse de una muralla perimetral, que engloba dos posibles recintos de tamaño desigual, de potentes lienzos rectos de hasta 4 m de anchura, cuyo recorrido se adapta a la topografía irregular del sitio, buscando el refuerzo de los “muros” naturales que ofrecen los propios afloramientos rocosos. C. Materiales Si la ausencia de intervenciones sistemáticas impiden un buen seguimiento de sus murallas, distinguiendo entre estructuras defensivas y vallados modernos, aún parece más complejo caracterizar materialmente el yacimiento arqueológico. Los restos cerámicos recogidos en superficie son ciertamente poco diagnósticos desde el punto de vista tipológico (Martín Bravo 1999, 136); menos aún nos permiten un acercamiento cronológico. Alguna posibilidad mayor en este sentido ofrece un conjunto de objetos metálicos que proceden, al parecer, de aquí y que hoy se hallan en los fondos del Museo de Cáceres. El lote lo forman algunas herramientas de hierro, una fina placa decorada con círculos concéntricos y cinco fíbulas de bronce (Martín Bravo 1999, ! 103 F. J. Heras Mora - Arqueología de la implantación romana en los cursos Tajo-Guadiana fig. 47). Seguramente son estas últimas el elemento disponible más ilustrativo para datar al menos una parte de la vigencia del asentamiento; son tres ejemplares zoomorfas muy esquematizadas, y otras dos simétricas, de doble pie o botón que se funde con el puente, todas ellas propias de los contextos materiales de los dos últimos siglos antes del cambio de Era. De hecho, conocemos piezas similares en Numancia (Jimeno 1996, 70) o el campamento de Cáceres el Viejo (Ulbert 1984, lám. 9, 1). Cuestión aparte merece el hallazgo aquí de “lingotes de bronce” y dos fragmentos más de “lingotes de plata de forma irregular”, junto a restos de una cadena de este último metal (Martín Bravo 1999, 138). Más que la presencia de joyas, realmente resulta excepcional la aparición de lingotes en los hábitats prerromanos extremeños y su aparición podría deberse a una cuestión de atesoramiento, amonedación o fabricación de objetos. En cualquier