José Luis Corral Lafuente No Es Raro Que Suela Perderse La
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ALCAÑIZ DE HUERVA: NOTAS PARA SU IDENTIFICACIÓN José Luis Corral Lafuente No es raro que suela perderse la memoria de lugares que un día fue- ron importantes pero que los cambios culturales han causado su aban- dono y su olvido. Esto es muy frecuente en los topónimos de época ibero- rromana, lo que ha provocado una verdadera catarata de estudios para la localización e identificación de los viejos topónimos con lugares actuales. Los historiadores de la Antigñedad ha debatido durante décadas —y lo siguen haciendo— la ubicación de topónimos como Tergacom, Damianu, Leónica o Beligio, empleando para ello todo tipo de argumentos, desde los meramente filológicos a los arqueológicos. La identificación de un determinado topónimo con el lugar al que referencia no es cosa baladí, pues en no pocas ocasiones esa identifica- ción supone una aportación de gran relieve a la historia general, ya que sirve para delimitar áreas de influencia, fronteras, trazado de caminos y vías, regiones administrativas, fases de una ocupación o conquista, etc. El caso que aquí nos ocupa es la identificación de Alcariiz del Huerva, un fuerte castillo que es conocido por algunas referencias documentales y cuyo topónimo ha causado no pocas confusiones en historiadores y filó- logos. En ocasiones, la existencia de dos topónimos del mismo nombre, o muy similar, en una misma región ha propiciado malentendidos que han propiciado errores de bulto. No es raro encontrar textos que confunden la Viena del valle del río Ródano (Vienne) con la actual capital de Austria, o a la Zaragoza del Ebro con la Siracusa siciliana, o a la Tarazona del Moncayo con Tarragona. Yo mismo he podido comprobar cómo en el Archivo Histórico Nacional habia unos documentos de la Daroca de Rioja, un pequerio pueblecito próximo a Logroño, clasificados dentro de 41 JOSÉ LUIS CORRAL LAFUENTE las extensas series documentales de la Comunidad de aldeas de Daroca, la ciudad que daba nombre a una de las cuatro comunidades medievales aragonesas. En general, cuando dos topónimos coinciden en el nombre, lo habi- tual es adscribir al topónimo mayor, o al que se mantiene en la actuali- dad, todo lo referente al más pequerio o al desaparecido. Esto es lo que ha ocurrido con el caso de Alcariiz. Alcariiz del Huerva y Alcariiz del Bajo Aragón. En la actualidad sólo existe en toda la Comunidad Autónoma Aragonesa un ŭnico Alcariiz, la ciudad que asentada sobre el río Guadalope se erige en capital comercial de la comarca del Bajo Aragón turolense. Pero no siempre ha sido así. En el Diccionario Geográfico Estadistico Histórico de J. Madoz, en el volumen que se editó en 1985 recogiendo en facsímil los topónimos de la provincia de Zaragoza de la edición alfabética para toda Esparia en varios tomos e 1845-1850, puede leerse en las páginas 34-35 lo siguiente: «Alcariicejo. Pardina de la jurisdicción de la villa de Tosos en el parti- do judicial de Belchite, provincia de Zaragoza, propiedad de los seriores marqueses de Tosos. Sita a tres cuartos de hora de la misma en la cum- bre de una peria dominada por dos colinas, de la cuales una se eleva al norte y la otra entre el sur y el oeste. Por debajo de la Peria corre el río Huerva hacia el sur, hacia cuya parte se ven unas ruinas llamadas el Puntarrón. Por efecto, sin duda, de corresponder a algŭn pantano, como lo indican algunas seriales que se encuentran, de haber elevado el agua desde este punto a unos edificios puestos a bastante altura, denominados las Herrerías, entre cuyos escombros se encontraron, no hace muchos arios, varios trozos de hierro. Forman en el día la pardina una iglesia bajo la advocación de San Bartolomé, de la que no queda ya en pie sino la nave principal con un altar, tres casas alrededor de ella de mediana construc- ción, y otras dos casas a media hora de distancia de las anteriores río abajo, a la parte del este; de las cuales la una de 70 palmos de alta, 40 de ancha y 120 de larga, es un hermoso molino harinero; y la otra más infe- rior encierra un batán y un tinte. Detrás de la referida iglesia hay unos medio derruidos torreones que demuestran por el espesor de sus paredes haber correspondido a alguna importante fortificación.» Se trata, pues, de un despoblado —que ya lo estaba a comienzos del siglo XIX— en el valle medio del Huerva, entre la actual localidad de Tosos y la presa del moderno embalse de las Torcas. F. Burillo localizó el castillo de Alcariiz del Huerva en las intensas y sistemáticas prospeccio- nes que realizó en la cuenca de este río para su tesis doctoral sobre el 42 ALCANIZ DE HUERVA: NOTAS PARA SU IDENTIFICACIÓN poblamiento de época ibérica en los valles del Huerva y Jiloca medio, en cuyos trabajos colaboré entre 1976 y 1978. Al referirse a este yacimiento, dice Burillo (1980, 64-65): «Alcariicejo: Cerro ocupado por una fortaleza medieval construida con una base de mampostería de piedra. A escasos metros al suroeste se hallan los restos de un monasterio cisterciense. Aparecen materiales cerámicos de los siglos II y I a.C.» Alcariiz del Huerva, el Alcariicejo aludido, fue en su día un pequerio poblado asentado junto a una poderosa fortaleza ubicada en un picacho rocoso sobre el río Huerva. El poblado, existente de manera ininterrum- pida desde la época ibérica hasta al menos el siglo XIII, se abandonó con anterioridad a principios del siglo XV —tal vez con las crisis demográfi- cas del XIV?, tras la expulsión de los moriscos como parece que ocu- rrió en el mismo valle del Huerva unos kilómetros aguas abajo? (Souto, 1984, 12)—, aunque algunas casas siguieron habitadas de manera esta- cional hasta el siglo XIX; J. Madoz (p. 35) seriala cómo en ciertas épocas del ario siguen usándose algunas de sus casas por vecinos de Tosos que se trasladan allí para sus tareas estacionales. Segŭn Samsó (1978, 217), la presencia de topónimos como Alcariiz indica el establecimiento de árabes de habla oriental en al—Andalus, aunque segŭn Corriente (1978, 222) este topónimo tendría un origen his- pano, es decir, de «cariizo». Con la identificación de Alcariiz del Huerva muchas cosas comienzan a tener sentido. Cuando el recordado Antonio Ubieto (1953, 65) estudió la reconquista de Alcariiz creyó que el Alcariiz citado en un documento de 1124, y que publicara José María Lacarra (1982, 118-119, n°. 106), se refe- ría a la actual ciudad del Bajo Aragón. En dicho documento Alfonso I dona a dos hermanos llamados Fruela y Pelayo unos castillos junto al Huerva, entre ellos el de Alcañiz; el documento dice así: «In Dei nomine et eius gratia. Ego Adefonsus...dono vobis in illo rigo de Orba uno caste- llo cui dicitur Luco et Kacim et Iorba, ut sint vobis ad vestras propias hereditates, et insuper dono vobis altero castello quem dicitur Alkanic, quod habeatis de illum illas II partes per vestra hereditate et illa tercia parte quod teneatis illam per honorem pro me». Ubieto creyó que Luco, Kacim e Iorba eran tres castillos del valle del Huerva, mientras Alkanic era el castillo del Bajo Aragón, lo que le hizo suponer que los aragoneses habían conquistado de manera efimera la ciudad del Guadalope, para perderla poco después. Alfonso I pasó la segunda mitad del ario 1124 repoblando las tierras del Jiloca y el Huerva (Ledesma, 1980, 9), es decir, una de las dos grandes vías de comunicación desde el sur de al-Andalus hacia Zaragoza, y asen- tando las conquistas mediante la asignación de fortalezas a tenentes y creando la Orden de Monreal (Corral, 1987, 25). Lo que hizo en diciem- bre de 1124 con el Alcariiz del Huerva fue entregar su castillo, que ya exis- 43 JOSÉ LUIS CORRAL LAFUENTE tía desde la época musulmana, a los dos hermanos citados para que defendieran esa zona del valle del Huerva, vía habitual de comunicación entre Valencia y Zaragoza. El error de identificación quedó manifiesto incluso en los índices del volumen II de la nueva edición de los Documentos para el Estudio de la Reconqztista y Repoblación del Valle del Ebro de José María Lacarra, donde puede leerse (p. 118): «Alkanic (Alcariiz, p. j. (por partido judicial) Alcariiz». Exactamente lo mismo le ocurrió a Jaime Caruana (1953, 140) cuan- do estudió «Los seriores de Alcariiz», donde creyó que los hermanos Fruela y Pelayo habían sido los primeros seriores de Alcariiz (del Alcariiz del Bajo Aragón) antes de la reconquista definitiva de 1157. Pero el castillo de Alcariiz citado en el documento de 1124 no era el del Bajo Aragón, sino el del Huerva. Cristóbal Guitart (1976, 180) ya desesti- mó que Alcariiz del Bajo Aragón fuera conquistado en 1124 y afirmó que el Luco y Alcañiz citados en el documento de 1124 eran dos despoblados del término de Tosos. El propio Antonio Ubieto debió de darse cuenta de que algo no enca- jaba en su hipótesis de 1953 cuando en 1981 publicó su fundamental obra sobre la Formación Territorial de Aragón. En este libro omitió cualquier cita al anterior documento de 1124 y al estudiar la conquista del Alcariiz del Bajo Aragón no alude a ning ŭn precedente anterior a la intervención de Ramón Berenguer IV en 1157 (Ubieto, 1981, 233-237). En 1984 Antonio Ubieto publicó una nueva entrega de su genuina Historia de Aragón; en el tomo I de Los Pueblos y Despoblados incluyó el topónimo «Alcariicejo», del que encuentra menciones documentales como lugar habitado y castillo en 1124, 1220, 1280, 1348, 1364, 1357, 1371 y 1372, mientras que en 1785 era ya tan sólo un coto (Ubieto, 1984, 68-69).