Orígenes Del Atletismo Argentino
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RUBEN PEDRO AGUILERA Orígenes del atletismo argentino Juan Carlos Zabala SEGUNDA EDICION Dedicado a la memoria de Leopoldo Falconi Un argentino olvidado. El autor quiere dejar reflejado aquí el profundo agradecimiento a la familia Amaisón por haber hecho posible la segunda edición de este libro. Ellos sin ningún afán de lucro o de interés personal, han posibilitado que esta humilde obra pueda llegar a bibliotecas, hemerotecas, centros de estudios y entidades educativas. De esta manera posibilitarán que sea de gran utilidad para lectores en general, estudiantes y amantes de nuestro deporte que deseen conocer nuestros orígenes. Gracias por este gesto invalorable. 4 Prólogo «Una obra única y necesaria» Cuando Rubén me invitó a redactar el prólogo para su libro sobre la historia del atletismo argentino me saltaron emociones contradictorias: alegría, pudor, y cierto nerviosismo. Pudor porque uno teme no estar a la altura del texto que le piden que introduzca, y cierto nerviosismo porque creo que el lector debe estar ávido de llegar al centro de esta obra y, por lo tanto, puede resultarle tedioso tener que atravesar esta suerte de cáscara. Pero la invitación de Rubén me generó, también, alegría. Y como me parece que, de las tres emociones suscitadas ésta es la más valiosa, en ella voy a detenerme. Como periodista uno trata de transmitirle al lector o al público en general el análisis de lo sucedido en el deporte, y en el atletismo, en particular, las estadísticas, récords, rankings, marcas, son fundamentales para sustentar cualquier resumen y en eso Rubén ha sido un actor fundamental con su tarea estadística, pero aún más con su labor periodística y de investigación. Leer las páginas de este libro me trasladó a otro lugar, conocer los hechos sobre el origen de este deporte que me atrapó como jamás pensé que me iba a atrapar, ha sido revelador. Datos inéditos y olvidados hasta ahora, de las primeras competencias realizadas sobre el final del Siglo XIX y principios del siglo XX en la Argentina, las distintas fundaciones de las entidades que rigen nuestro deporte como el Comité Olímpico Internacional con la presencia de José Mariano Benjamín Zubiaur, la IAAF, la Sociedad Sportiva Argentina, el papel decisivo de la Federación Pedestre Argentina para la creación de la Confederación Sudamericana de Atletismo, el descubrimiento del primer presidente de la misma, la figura de Próspero Alemandri, el nacimiento de la Federación Atlética Argentina, la formación del Comité Olímpico Argentino, de la Confederación Argentina de Atletismo y la Federación Atlética de la Provincia de Buenos Aires, pasando por los inicios del atletismo femenino en el mundo y en la Argentina, y los medallistas olímpicos, por citar parte de esta magnífica obra. Voy a tomar una frase del ex entrenador de la Selección Argentina de Básquet, Julio Lamas, cuando fue consultado sobre su experiencia con León Najnudel, él dijo: «Pegarte a un gran maestro te levanta el techo y apura la velocidad, a partir de mirar por los ojos de él por un tiempo». A que voy con esto, para mí Rubén es un gran maestro, que, con humildad y generosidad, me ha transmitido y me transmite en cada charla una cantidad de conocimientos sobre el atletismo, tanto desde la parte periodística, como desde la estadística y la dirigencia, donde también ha dejado un gran legado. Su pasión por el atletismo y la investigación hacen de este libro una pieza única que a las nuevas generaciones les dará una herramienta tangible, de lo que fue nuestro pasado, porque a pesar de vivir en una época digital, lo escrito en papel tiende a perdurar y a atravesar los años. Porque sin lugar a dudas una sociedad que no conoce su pasado, no puede proyectar su futuro. Por todo lo anteriormente nombrado mis temores iniciales estuvieron más que justificados, hasta puedo afirmar que las únicas páginas prescindibles son este prólogo. Las demás, las que ha escrito Rubén Aguilera contando la historia del atletismo, son absolutamente deseables y necesarias. Alejandro Maldonado Casamajor 5 Presentación «Orígenes del atletismo argentino» no es una publicación que pretenda ser una cronología histórica de este deporte en el plano nacional. Es muy distinto el sentido que le di desde el primer momento en que comencé a armar este rompecabezas que tenía en mi mente hace largo tiempo. En él he querido ahondar en las viejas épocas, tan esquivas en la mención de las publicaciones actuales donde todo parece estar dedicado a lo mediático. La idea inicial era colocar la lupa en los principios del atletismo nacional haciendo conocer aspectos muchos de ellos inéditos de la relación con la Federación Internacional de Atletismo, tomando como base los documentos esenciales de aquellos tres congresos fundacionales de lo que hoy es la IAAF. A medida que planificaba lo que sería el desarrollo de la obra fueron apareciendo datos, indicios, informaciones, que me llevaron a bifurcar el camino. Así el pretendido comienzo se convirtió en una extensión al génesis del atletismo en el país. Un sendero que nos lleva desde aquel lejano testimonio de hace ya dos centurias y pasa por lo acontecido con varias entidades que pretendieron, y algunas lo lograron, conducir la administración de este deporte. Esta obra no es una historia a través del tiempo. Es modestamente la cita de hitos en el nacimiento de nuestro deporte y de sus instituciones madres. En esta necesaria reseña, sólo cuando lo he creído conveniente, he aportado algunos resultados importantes. Fundamentalmente he tratado de refrescar momentos perdidos en la noche de los tiempos estando convencido que la gran mayoría de lo que aquí encontrarán son temas no conocidos de nuestro pasado. A partir de aquella misiva que William Parish Robertson dejara inmortalizada en su libro «Cartas de Sudamérica» he pretendido ir señalando hitos a través de las distintas épocas. Es así como desfilan la influencia y el papel de la colectividad británica en aquellas primeras décadas, el primer torneo en Buenos Aires, los Juegos ingleses, la «The Buenos Aires Athletic Society», los torneos de la colectividad ferroviaria, el nacimiento de la Amateur Athletic Association of River Plate en 1892, aquellos torneos funda- cionales en Hurlingham, Palermo, Rosario, Junín, Lobos, Bahía Blanca y Montevideo. Veremos la aparición de clubes a los que el tiempo los fue sepultando en el olvido, pero dejaron su estela, los comienzos olímpicos y el nacimiento de la IAAF con sus contactos ignorados hasta el presente. Sabrán de la importancia de la Sociedad Sportiva Argentina y el barón Antonio de Marchi. Conocerán la efímera Federación Pedestre Argentina que nos legó en 1918 un torneo internacional y el nacimiento de la Confederación sudamericana de Atletismo. Descubrirán con emoción y gratitud, como lo hice en el transcurso de la investigación, la existencia de un argentino ilustre, Leopoldo Falconi, perdido en el devenir de los tiempos. Observarán la creación de la Federación Atlética Argentina que en 1919 llenó un vacio que luego de un largo proceso llevó al nacimiento de la Confederación Argentina de Atletismo. Recorrerán una ruta que como no podía ser de otra manera para un bonaerense, nos hará llegar hasta la fundación de la Federación Atlética de la Provincia de Buenos Aires tan cara a mis sentimientos. 7 He dejado con estos saltos a través de los años los «espacios» para ser com- pletados en otra ocasión y quizás, es también mi deseo, por otros investigadores que tomen esto como un valioso punto de partida. Mientras ello suceda quiero ofrecerles esta obra que contiene una gran parte de material y documentación inédita. Es un pequeño legado al conocimiento y el reconocimiento a tantas personas que desde distintos lugares contribuyeron a la historia del deporte. Registrar aquí aunque sea unos pocos instantes es volver a la vida a aquellos pioneros, a reflejar sus sueños e ilusiones. Muchos de ellos habían nacido muy lejos de este lejano país, llegaron para hacer «la América». Algunos volverían a sus pagos chicos, otros quedaron aquí para siempre formando familias de esas que constituyen con sus apellidos de distinta procedencia ese crisol de razas que es la República Argentina, la de las grandes corrientes migratorias. El atletismo argentino cumplió este año dos centurias desde aquel primer testimonio escrito y además el 25 de mayo, el atletismo sudamericano festejó un siglo de vida de la Confederación Sudamericana fundada ese día en Buenos Aires en los salones del Diario «La Razón», uno de los grandes periódicos argentinos de su época. En lo personal he cumplido más de medio siglo dedicado al deporte atlético y al periodismo deportivo, haciendo de la investigación histórica uno de los aspectos que me apasionaron siempre y me decidieron a confeccionar este libro. Espero que esta pequeña obra sea un aporte para conocer más de dónde venimos y darnos más fuerza para construir el adónde vamos. Rubén Pedro Aguilera Mar del Plata Argentina 2018 8 Capítulo I Los comienzos 9 Comienzos en Argentina Primer indicio escrito «Los Juegos atléticos fueron introducidos al Río de la Plata en 1807, por el médico británico Dr. Andrew C. Dick, iniciándose con las carreras a pie, como ejercicio higiénico a la par que recreativo y con cierto carácter deportivo». Así puede leerse en «Orígenes de los deportes británicos en el Río de la Plata», un ameno libro del que es autor el Ingeniero Eduardo Olivera y que fue editado en 1932. Los estudios que he realizado demuestran que esa fecha está equivocada por cuanto el Dr. Dick arribó al país el 8 de julio de 1817. De una añeja publicación «Cartas de Sud América» (1810-1820), editada en 1843 por los viajeros y comerciantes John y William Parish Robertson, podemos extraer que a principios de 1818 en un campo de las afueras de la ciudad de Buenos Aires se desarrolló en un día primaveral, claro y caluroso, la primera competencia de la cual se poseen constancias escritas.