Filiación renana de crucifijos góticos españoles del sigloxv

Angela FRANco MArx Museo Arqueológico Nacional de Madrid

El Crucifijo gótico doloroso renano, que tuvo su máximo esplendor en la primera mitad del siglo xiv, evolucionó a finales de siglo hacia una forma particular, de amplio predicamento no sólo en el país de origen, sino también en el resto de Europa. En España penetró su influencia por medio de los artistas procedentes de tierras del norte, en la segun- da mitad del siglo xv. y pervive varios años del siguiente. Analizados varios ejemplares —no todos idénticos—, por Rainer Palm’, pueden estimarse como prototipos, por su calidad y elegancia, el de San Mauricio de Colonia (fig. 1) y el de San Esteban, Colonia-Lin- denthai’. Ambos responden a los caracteres que definen dicho tipo: es- beltez más o menos acentuada, largas extremidades, sobre todo los bra- zos, amplio tórax, con la caja torácica bastante señalada, perizoma corto enrollado en los muslos con linos plegados, el pie derecho sobre el iz- quierdo en rotación externa, rostro alargado de facciones nobles y grue- sa corona acordonada, bajo la que se disponen largos cabellos metáli- cos. A veces se inclina levemente el cuerpo sobre el lado izquierdo, aunque no es elemento privativo. Pervive el carácter doloroso en la ex- presión, aunque más amortiguado que en los Crucifijos dolorosos. Dicho autor incluye en el grupo los dos Crucifijos citados>, el de San Víctor de Xanten t otro en el Schntitgen-Museum>. el de Santa Colum- ba», Santa Cruz Colonia-Weidenpesch’. Tesoro de la catedral>, capilla de la Cruz de Ehemals, Waldbreitbach9, capilla de la clínica de la uni-

A,ua/cu cte it, i-ii,uoria Jet Arte. n.’ 4. ¡-Iuurnenaje a Prof. Dr, ID José MI’ de A,cárate Ed. Cornpl. Madrid, 1994 394 Ai;gelo Franco Mu;hcu versidad, Colonia-Lindenthal’<’, San Pancracio de Odenthal’’, la Asun- ción, Colonia’. dos en San Juan Bautista de Niederhaussem’’, San Mar- tín de Kirchherten. Colonia, Museo diocesano’4 y el de Merzenich”. Debido a su especial elegancia y expresividad, este tipo de Crucifi- cado alcanzó una gran difusión, no sólo en Alemania smc) también en el resto de Europa. El norte del país se sintió especialmente atraído. Iglesias y catedrales lucen colosales ejemplares en los que se une un hondo dramatismo con una figura de extraordinaria perfección técni- ca. Sirvan de ejemplo el de la catedral’’ y el de Santa Maria en Lubeeku, sin olvidar el dc la catedral de Kiel. Cada país interpretó libremente dicha tipología o no deja sentir di- cha influencia. Tal es el caso de Italia. cuya área toscana, admirable- mente estudiada por Margrit Lisner”, pasa directamente del Crucifijo del siglo xlv’» al estilo renacimiento. Donatello es la muestra mas ex- presiva”’. En el propio trecento, a excepción de los Crucifijos doloro- sos”, la contextura angulosa y distorsionada del cuerpo está mas ate- nuada que en Alemania. Fuera de esta zona, parece niás clara la dependencia germana, particularmente en Sicilia. cuya situación geo- gráfica generó directas relaciones comerciales con los países dcl norte —Crucifijo de la iglesia de San Michele, de Calatafimi. iglesia de la Anunciada, Trapani, originarianíente en la iglesia del Carmen de Eri- ce, monasterio de San Miehele, Mazara, en cuya catedral hay otro, pro- cedente de San Egidio, ya de hacia 1525??. El resto de Europa. por el contrario, sigue más de cerca el estilo re- nano. Los numerosos ejemplos aportados por Paul Thobyv. tanto en es- cultura, como en pintura, vidriera, grabado y miniatura, son bien ex- presivos en cuanto a la difusión del tipo. En Austria, como en España. pervive hasta entrado el siglo xvi, como se ve en el ejemplar de ea. 1515 hoy en el Museum of Fine Arts de Boston”. y varios existentes en el va- líe del Danubio entre Passau y Viena. Los prototipos del grupo se ha- lían en Spitz, Maria Laacb, Goítweig y Kiib. Aparte de la corpulencia. amplio tórax y similar disposición de las piernas que los ejemplos re- nanos, el escultor del ejemplar americano ha puesto especial énfasis en el perizoma, cuyos extrenios caen artísticamente. España representa un caso muy particular de intensas relaciones ge- neradas por los artistas, unas veces conocidos y otras anónimos, veni- dos de tierras del norte de Europa, tanto de Alemania como de los Pa- ises Bajos. Si a lo largo de los siglos han existido relaciones más o menos intensas entre España y Alemania”», —frecuentemente por matrimonios regios—. la segtinda mitad del siglo xv hispano —la primera está mar- cada por la influencia de Borgoña— aparece dominado en el arte por la llegada de familias enteras de artistas, contratados por la realeza, el Filicíción reu;ana cte crucifijos góticos españoles delsigloxv 395 clero y la nobleza. La figura de la Reina Católica es fundamental en es- te sentido>. Vienen de tierras del norte Colonias, Siloes, Hannequines, Egas, etc., cuya segunda generación se hispaniza progresivamente, a partir del bagaje de la tierra de origen. Castilla se inunda de las obras de estos artistas, muchos de primera fila, que inmortalizan su nombre con realizaciones arquitectónicas. esculturas en portadas, sepulcros y capillas funerarias, pinturas y vidrieras, grabados, miniaturas, y obras de orfebrería. La riqueza económica de Castilla genera intensas rela- ciones entre España, Alemania y los Paises Bajos, sobre todo con la ex- portación de la lana. Los temas iconográficos se propagan también por medio de grabados y estampas, que alcanzan ahora una gran difusion. Por lo que respecta a la escultura’7, como en las demás artes, es Cas- tilla la región más esplendorosa en obras, diseminadas fundamental- mente por Burgos y Toledo y los respectivos focos de influencia, Valla- dolid y Palencia del área burgalesa, y Segovia, Cuenca y Guadalajara de la toledana’>. El tipo de crucificado en análisis penetra tempranamente en nues- tro país, lo cual no es sorprendente, pues las relaciones hispano-ger- manas aparecen documentadas desde 1380. El primer ejemplar conoci- do por mí es el Crucifijo de uno de los relieves del sepulcro de la reina Maria de Molina, en la iglesia de la cartuja de , para el que Julia Ara propone coherentemente una fecha de realización entre 1410 y 1430”’. Dicha autora observa las relaciones entre España y ci sur de Alemania documentadas ya desde 1380. La figura del Crucificado res- ponde a los caracteres propios del tipo en análisis: perizoníum corto. proyectado hacia un lado en voluta flotante, como algunos ejemplares renanos, y el cuerpo aparece fuertemente estirado. Los Crucifijos aparecen dentro de diversos contextos; el funerario, como el citado de Valladolid. El crucero de Sasamón (Burgos) es una obra monumental con finalidad litúrgico-devocionai de extraordinaria calidad artística. Muestra un Crucificado dentro de un programa icono- gráfico de salvación. Por Adán y Eva caecí género humano; por la muer- te de Cristo en la cruz se salva>’. El Crucifijo de la iglesia del convento de San Pablo en Toledo forma Calvario «sintético» con la Virgen y San Juan3’. El Cristo de Lezo (Guipúzcoa)”, como el de La Laguna (Teneri- fe), constituyen sendos ejemplares de devoción, presumiblemente en- cargados directamente a Alemania y Países Bajos respectivamente. Otra representación es la del Crucificado presidiendo un retablo, de dimensiones más o menos generosas. El Crucifijo del retablo de la car- tuja de Mirafiores es el verdadero protagonista dentro del conjunto, y se acentúa su dominio con el círculo en que está inscrito. Obra presu- mibte de (iii de Siloe33, la personalidad del artista se expresa de forma 396 A cugela Fraruco Motc; conspicua, pero en la talla del Cristo se aprecia el conocimiento direc- to de las obras alemanas del momento inmediatamente anterior. Este artista es la figura indiscutible del gótico florido en Burgos. Proceden- te de Amberes34. su arte se desarrolla en la segunda mitad del siglo xv. El retablo mayor de la citada cartuja fué contratado y realizado por él y Diego de la Cruz entre 1496 y 1499. En la taila del Crucifijo, el escultor respeta bastante fielmente, aun- que evolucionados, los caracteres de los Crucifijos germánicos. Es es- belto, de amplio tórax, con la caja muy señalada, y largas extremidades, peperizoma corto, rostro patético, de finas facciones y gran corona con el típico sogueado. La naturaleza humana de Cristo y su encarnación se pone de manifiesto junto a la divina con la presencia de la Trinidad. En la catedral de Burgos el Condestable don Pedro Fernández de Velasco y su esposa doña Menda de Mendoza mandaron levantar una extraordinaria capilla para su enterramiento en 14861 No se finalizó, sin embargo, en vida de ambos esposos, y conocemos por la documentación que se efectuaban obras por Felipe Vigarni y Diego de Siloe entre 1523 y 1532, como atestigua un diario de cuentas del heredero del Condesta- biel El estilo del Crucificado, como el de las restantes figuras que com- ponen el Calvario, muestra un germanismo evidente en términos de Du- rán y Ainaud, quienes ven un estilo de transición, naturalista y patético, espiritual y torturado en la forma y el sentimiento37. Este se manifiesta también en los grandes retablos de hacia 1500, particularmente en el de Toledo y Oviedo, e incluso en la escultura funeraria, como se aprecia en el sepulcro del Dr. Grado, en la catedral de Zamora’». El escultor que en España ha tallado con más fidelidad el tipo de Crucilicado germánico ha sido indudablemente Alejo de Vahia»’. Este artista es presumiblemente extranjero, aunque se desconoce su lugar dc origen. La composición de sus esculturas sigue puntualmente los es- quemas utilizados en Limburgo, Bajo Rhin y Westfalia, lo que hace pen- sar en un aprendizaje directo, con el que vendría a España, desarro- llando su arte en Palencia. Tenía taller abierto en Becerril (Palencia) y a juzgar por las numerosas obras atribuibles a él y al taller, puede cole- girse su relativo éxito, teniendo en cuenta su formación tardogótica cuando ya apuntaba la nueva corriente renacentista. De hecho, ya en vida fué desplazado por Vigarny”. aunque el estilo inicial de este es- cultor está todavía inmerso en lo gótico. Trabajó casi siempre en ma- dera, y realizó encargos para Becerril, Paredes de Nava. Monzón de Campos y otras localidades de la provincia. Los Crucifijos palentinos, como advierte J. Ara4’, reproducen el mis- mo modelo con ligeras variantes, que pueden resumírse en mi opinión, en una casi imperceptible evolución hacia formas más suaves; el perizoma Filiación renano de crucifijos góticos españoles del sigloxv 397 cambia de estar enrollado en los muslos a trazar un nudo en su lado de- recho, que tendrá fortuna en siglos posteriores. Dicha investigadora re- coge los ejemplares de San Miguel de Palencia (fig. 2), Becerril de Cam- pos, Capillas, Castromocho, Cervera y Riveros de la Cueza, que figuran también en el Inventario Artístico, como el de Villalba de Guardo (fig. 8)»’. Su fama trasciende a la vecina provincia de Valladolid, donde J. Ara ha catalogado una notable serie, cuyo prototipo es el Crucifijo de Be- cerril de Campos: parroquial de (1ig. 3), procedente del antiguo Seminario de Valladolid, Moral de la Reina. , conven- to de Santa Teresa de Valladolid y el vallisoletano del Museo Marés, y el más evolucionado de la parroquial del Salvador. A ellos suma los de calidad inferior, quizá dentro del taller o círculo, el de Villavaquerín y Gatón de Campos. Obras de artesanos estima los ejemplares de Villa- creces, hoy en el Museo diocesano, y el de la iglesia de San Mamés de

Cuenca de Campos ~. Los Crucifijos de este autor y su taller tienen en la frente dos rizos simétricos, el cabello se separa un poco del rostro a la altura de las orejas y los rasgos del rostro adoptan los convenciona- lismos propios suyos. En todos ellos aparece un corte diagonal entapar- te inferior del brazo y una peculiar curvatura en la espalda. Además de la fórmula tipica de perizoma corto, Alejo de Vahía adopta otra en que aquél se anuda artísticamente a un lado, tipo que tendrá bastante for- tuna en Castilla —Crucifijo de la iglesia de San Miguel, en Saldaña (Pa- iencia)~~ y los vallisoletanos de la iglesia de San Andrés de la capital, San Pedro de Villavicencio de los Caballeros, parroquial de Calabazas, Santa María de y parroquial de , entre otros45— y será adoptado en el siglo xvi»> por Balmaseda, y en siglos pos- teriores, como se ha indicado. Derivación directa de Renania presentan los magníficos Crucifica- do de —iglesias de San Andrés y de Santa María— y el de Granja Tovilla de . Se caracterizan, sobre todo el primero, por una extraordinaria esbeltez, derivada directamente del Crucifijo de San Esteban de Colonia-Lindenthal, aunque en el caste- llano se ha puesto menos énfasis en la herida del costado y en el perfi- lado de la caja torácica, si bien las costillas se acusan con fuerza. La ca- bellera es más rizada en éste último, y la corona adopta el tipo de otros coloñeses, formada por dos ramas de espino retorcidas, más frecuente en nuestro país que el típico sogueado del siglo xiv. .1. Ara ve el origen de los ejemplares vallisoletanos indicados en la escuela leonesa, en tor- no a los escultores de la sillería de la catedral47. Hay que advertir, sin embargo, que también éstos proceden de tierras del norte. Toledo se presenta menos receptiva a esta corriente renana. Pero existen algunos ejemplares de interés en su área de influencia, tal el Cru- 398 A rugela trcuncc> Aluutcr cifijo segoviano de la portada de Santa Cruz, que deriva estilísticamente de Juan Guas»>. Un ejemplo interesante de Crucificado del último cuarto del siglo xv es cl de la iglesia del convento de San Pablo de toledo (Uig. 4), en el que pervive la expresión patética de los Crucifijos góticos dolorosos caste- llanos del siglo xiv. Sin descartar estos recuerdos-”’, estimo que deriva de un tipo evolucionado alemán, del que toma la corpulencia, despro- porción entre la cabeza y el cuerpo. largas extremidades, corona so- gueada y corto perizoma. Difiere del modelo en la anchura del abdo- men. Es, pese a las dificiencias estructurales, una obra notables. Influencias germánicas son patentes en otras regiones de España. En Galicia hay un ejemplar muy interesante en la capilla de la Cruz de Vilachá. en Castroncán (Lugo)5’. cuya calidad artística contrasta con el popularismo dominante52. En Morga (Vizcaya) hay otro de la misma época, ~Cf() de anatomía más suave, como el Cruci ficado de Echano5’. Particularmente curiosa es la Cruciaga, en la calle de San Roque, de Elorrio (Vizcaya). cuyo Crucificado lleva un perízoma anudiado a un la- do”. Los ejemplares de lugares no lejanos del mar sugieren la posibili- dad de importación de dichas obras de Centrocuropa, como sucede con los alabastros ingleses. El Crucifijo gallego, en concreto, tiene una tí- pica corona alemana. También Aragón se mostró sensible a la moda. El Crucificado pro- cedente del monasterio cisterciense de Rueda (Zaragoza), actualmen- te en la capilla de la casa de los señores de Cremades, en Roda de Isá- bena (Huesca), es buena prueba55, y también el de la parroquial de Nuestra Señora de la Asunción de Alcalá de Moncayo»’. La iconografía del Crucificado pasa a otras representaciones, entre las que destacan Cristo atado a la columna —Gil de Siloe—, E-cee 11o- mo47, el Cristo de Piedad —ejemplares de la catedral de Cuenca. itzlesia de el Garrobo, éste último obra firmada de Pedro Millán—. la Virgen con Cristo muerto sobre sus rodillas (Piedad), tem a con i neicle ncia en Europa paralela al Crucificado, en sus des vertientes, la de la Piedad realista y la mística, y el Entierro de Cristo, que tanto en Alemania co- mo en los demás países europeos se extiende hasta el siglo xvi”. En Es- paña, los ejemplos castellanos siguen la corriente estilística germaníca del Heilige Grábcr, cuyo paralelismo iconográfico catalán cii cuanto al origen ha sido propuesto documentadamente por J. Bracons5”. Sobre- pasa incluso la iconografía cristológica, siendo adoptada por santos mar- tires desnudos. Entre ellos el caso más frecuente es el de San Sebastián. cuya iconografia propia de la Edad Media, vestido. evoluciona a fines de la Edad Media a adoptar tan sólo un reducido perizotna. Los ejem- píos son numerosos y ya caen fuera del tema. Fulic,c:ión rend~ru a cíe cruccifijos góticos españoles delsiglo x t’ 399

NOTAS

Kruzifixe und Kreuzigungsgruppen in der kólner Skulptur um 1390-1440.Jahrhoclu des Zcnrral-Douuubao-Vereiuus, Colonia. 19’?’?. pp. 43-74. ií,idenu, Pp. 48-50, tig. 3. Jhidern, ligs. 2-3. Ibicíen;, pp. 44—48. u. 1, fig. 1. Ibidc nu pp St)-52. u, 3, fi2, 4. Jhudcm PP 52-53.. n, 4, fig. 5. - lbudcnu PP 53-56.0. 5. fig. 8. fliudun; Pp 56-57, u. 6, fig. 9. Ibudcm Pp 58-59. u, 7. fig. lO. Ihuclu ni PP. 60—61 nS, fig. II. lhudum PP. 62-65, n. 9, figs. 12-13. Unciu ni Pp. 66-70, o. 10. fig. 16. ihidení, pp. 70-Vi, u. 11-12. figs. 19-20. Ihidení. p. 72. fig. 21 -‘ ihicle;;i, Pp. 72-74 n. 14 fig. 22. Lutz WILDE: l)er Dom za Lñbccí<. Munich-Berlín, 1991, p. 18. figs. en Pp. 7-8. - - Rol f SA t.TZW Fi) EL: Sainte-Marie, église cies hoorgeois et dr; Coruseil cíe lcr ville de Liiheck, Ltiheck, 1989. fi 5. ji. 6. l!olzkruzifixe ir; floren: ond bu cler losícana, Munich, 197<). liuiciem, ¡‘p 16—40. figs. 1—104. ii’udc tu; Pp. 54—57, figs. 1(15 — í (18. ih,cIcu;u Pp. 31-32, figs. 72-77; GÉZA DE FRANCOvICH: «L’origine e la diftu- sion e cíe 1 ( ru,c’ ñsso goti co doloroso». Ku,nstluisuorisclíen .fohub,uch cler J3ihliotheco l—lert— zuauua II (uaderno, 1938, PP. 143-261. -- Publicados por V. SCI)DERI: Arte Medievale nel Irapanese, Trapani. 1978, Pp. 109-111 139 14(1. figs. 150-154: 195. lambién hay algún ejemplar en el Molise. como el Croe, liio de vinchiaturo, A. TROMBETTA: Arte uuel Molise art raverso u Medievc, Cam— pobasso 1984 Pp. 546-7. lámCCLXI, Le (irocifix des Origines a;; (‘oncile cíe Trente, Nantes, 1959. Los caracteres gene- rales del tipo en ñg. 31, correspondiente a la primera mitad del siglo, aunque se pro- longa a lo largo det mismo, Ejemplos en n. 327-329; 331; 336; 337-341; 345; 355; 365. 2’ D LEí IRESMANN: CraciJix, Uothic Scolptu;re in Anuerica, 1 The New York En- glaud NIuseunís, Nueva York. Londres, 1989. Pp. 90-92, con figura. - - J. VI NCKE: Deotsciuland u/nd Spanien, Sonntcugsheilage der kólnischen Volkszei- hong Su Sc’!; ritt cíer Xcii, Colonia, u. 169. 1936; 0. WE1 SF.: Studieuu z u; r spanisclueuu A r— ch itcktu,r cler Sp¿itgotik, Reu ti iu gelí, 1933; C. lEY ST 1: Misceilaneen a¿;s círei Jaiurh un - cierren sponischeru Ku;nstlelsens, Be rl íuí, 19<18, 1; H. KEIIRE R: A leuuuauiia en España. lufluuqos y cok; tc/c-tos a ura vcYs cíe lcss siglos, trad. del origi tíal alemán Deutschload ir; Spa— nuerí, 13e:ieiuuíng. Einj7uuss //ndi Ahhangigkeir, NI unieh, 1953, Madrid, 1966. J. V. L. BRANS: Isahel la Católica y el arte iuispanoj’lanucnco, Madrid, 1952. J. Sel- va (Fi curte español ca rienupo cíe los Reyes Católicos, Barcelona, 1943) exagera la per- sonalidad de lo hispánico por encima de las corrientes extrajeras. Th. MtY LLE R: Sc;; Ip tare in ti;e Netiuerlcmncls, Germoruv, trance ancí Spcuicu. Louí — dres, 1966. A. DURAN SANFERE. y J. AINAUD DE LASARTE: Escultura gótico. Ars His- paniae, Madrid. 956, vol. VItI, p. 303; J. YARZA LUACES: Historia delArte Rispé- nuco. II, La Edad Media, Madrid, 1978, Pp. 394-396. 400 Angela Franco Mata

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Fi g 1 —Crucifi¡o, ijues del siglo Y/u, igics ¡cl cíe Soiu Vlcutiruc itt Cí íc>¡u icí

Fig. 2.—A lejo cíe Va/tía. Cristo, iglesia cíe Sc,n Aligo el. I’aie,u cro Filiación rencu,ua de crucifijos góticos- españoles delsiglox y 403

Fi g 3 —Alejo de Voiuíc,: Cristo, Viana de (ega (Valladolid)

Fig 4.—-- Crucifijo, fines delsiglo Vv, Convento de San Pablo (Toledo).