Facultad de Ciencias Sociales del Departamento de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales

ROL DE UN LAICO CATÓLICO CUANDO DIFIERE DE LA JERARQUÍA DE

LA IGLESIA CATÓLICA

Caso de estudio: Situación de los laicos de Osorno ante la designación en su diócesis del Obispo Juan Barros

Tesis para optar al grado de Magíster en Ética Social y Desarrollo Humano

Autor: Carlos Felipe Illanes Acuña Profesora Guía: Ángela Solís Münster

Santiago de Chile, Julio de 2018

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Dedicatoria

Dedico esta tesis a todos los laicos y laicas católicos de Chile, que día a día construyen Reino de Dios en sus escuelas y trabajos, en sus familias y barrios. Que aman a su Iglesia y quieren que ella esté libre de cualquier tipo de abuso. Que reflexionan el Evangelio y tratan de hacerlo concreto en sus vidas, luchando por la justicia y la dignidad del ser humano. Como una vez le oí decir a Pepe Aldunate: “Los laicos son el futuro de la Iglesia”.

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Agradecimientos

A Amanda, mi hija, razón y sentido de todo.

A mis papás, Carlos y Ruth, por haberme motivado incansablemente a que terminara este proceso. Sin su entusiasmo este trabajo no hubiese sido posible.

A Cristóbal Illanes, mi hermano, por su alegría y presencia permanente en mi vida.

Al Colegio Salesiano El Patrocinio de San José, mi lugar de trabajo, por la motivación y por la facilitación de los espacios para la realización de esta investigación.

A Ángela Solís, mi profesora guía, por su inconmensurable ayuda, orden y disciplina. Por guiar, acompañar, y llevar este trabajo a un buen término.

A los entrevistados para esta tesis, por su disposición a cooperar y por contar sus experiencias de vida. Son, para mí, un ejemplo.

Y a Ana, mi compañera de vida, por su cooperación y preocupación constante, su paciencia en los momentos difíciles y de ausencia. Por su amor y cariño. Estás presente y conmigo en todos los caminos por recorrer.

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TABLA DE CONTENIDOS

DEDICATORIA ...... 2 AGRADECIMIENTOS ...... 3 TABLA DE CONTENIDOS ...... 4 RESUMEN ...... 6 1. INTRODUCCIÓN ...... 7 1.1. OBJETIVOS ...... 7 1.1.1. Objetivo General...... 7 1.1.2. Objetivos Específicos...... 8 1.2. SUPUESTOS DE INVESTIGACIÓN ...... 8 2. ANTECEDENTES ...... 9 3. MARCO TEÓRICO ...... 18 3.1. LAICO ...... 18 3.1.1. Origen del término...... 18 3.1.2. Historia de los laicos en la Iglesia Católica...... 18 3.1.3. Concilio Vaticano I...... 20 3.1.4. El cambio conceptual sobre el laico en el Concilio Vaticano II...... 20 3.1.4.1. La definición de laico que se encuentra en Lumen Gentium...... 21 3.1.5. Discusión teórica sobre la definición de laico en el Concilio Vaticano II...... 22 3.1.6. Exhortación Apostólica Christifideles Laici...... 26 3.1.7. Discusión teórica sobre Christifideles Laici y el momento actual del laico...... 29 3.2. OBISPOS O JERARQUÍA ECLESIAL...... 34 3.2.1. Origen bíblico del obispado...... 34 3.2.2. Recorrido histórico de los obispos en la historia de la Iglesia Católica...... 34 3.2.3. Los obispos en el Concilio Vaticano II...... 36 3.2.4. Los obispos en el Derecho Canónico...... 37 3.2.5. Cómo han respondido los obispos a lo que se espera de ellos: Caso chileno durante el Golpe de Estado de 1973...... 43 3.2.6. El obispo en la actualidad: con olor a oveja...... 45 4. MARCO METODOLÓGICO ...... 47 4.1. PARADIGMA METODOLÓGICO DENTRO DEL CUAL SE ENMARCA EL ESTUDIO ...... 47 4.2. DISEÑO DE INVESTIGACIÓN ...... 48 4.3. CONTEXTO DEL ESTUDIO ...... 49 4.4. UNIVERSO Y PARTICIPANTES ...... 49 4.5. TÉCNICAS DE RECOLECCIÓN DE INFORMACIÓN ...... 50

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4.6. ANÁLISIS DEL DATO, PRODUCCIÓN Y ORGANIZACIÓN DE DATOS ...... 51 4.7. VALIDACIÓN DE INSTRUMENTOS ...... 52 4.8. ASPECTOS ÉTICOS ...... 52 5. ANÁLISIS DE LOS RESULTADOS ...... 53 5.1. CATEGORÍAS ...... 53 5.1.1. Historia de vida...... 53 5.1.1.1. Decisión propia de entrar a la Iglesia y experiencia con Jesús y el Evangelio. .... 53 5.1.1.2. Percepción del trabajo pastoral...... 55 5.1.1.3. Opción laical...... 60 5.1.1.4. Relación con clero y jerarquía...... 62 5.1.2. Conflicto de Osorno por la designación del obispo Barros...... 66 5.1.2.1. Cómo reaccionaron ante la designación del Obispo Juan Barros en la diócesis de Osorno...... 67 Se recuerda en este momento la frase del siglo V que solicitaba que ningún obispo fuese impuesto a la comunidad (Schatz, 1989)...... 70 5.1.2.2. Organización de laicos y laicas de Osorno...... 70 5.1.2.3. Llamados a la obediencia ...... 78 5.1.2.4. Relación con el obispo Juan Barros...... 81 5.1.2.5. Las declaraciones y acciones del Papa Francisco...... 84 5.1.2.6. Visita de Monseñor Scicluna y Jordi Bertomeu y partida de Juan Barros...... 87 5.1.3. Identidad laical...... 90 5.1.3.1. Las emociones que provocó el conflicto...... 90 5.1.3.2. Relación con el clero y la jerarquía...... 92 5.1.3.4. Vida sacramental...... 94 5.1.3.5. Relación con el Evangelio, con Jesús y con Dios...... 96 5.1.3.5. Misión...... 99 6. CONCLUSIONES ...... 101 6.1. DISCERNIMIENTO DE LA OPCIÓN LAICAL ...... 101 6.2. EL CONFLICTO POR LA DESIGNACIÓN DEL OBISPO JUAN BARROS EN LA DIÓCESIS DE OSORNO ...... 104 6.3. IDENTIDAD LAICAL ...... 106 6.4 EL ANÁLISIS DEL ROL DE UN LAICO CATÓLICO AL DIFERIR DE LA JERARQUÍA DE LA IGLESIA CATÓLICA ...... 110 7. PROYECCIONES ...... 111 BIBLIOGRAFÍA ...... 113 ANEXOS: 1: CARTA DE CONSENTIMIENTO INFORMADO ...... 119 ANEXO 2: PROTOCOLO DE ENTREVISTA ...... 122 ANEXO 3: TRANSCRIPCIÓN DE LAS ENTREVISTAS ...... 123 ENTREVISTA N°1 ...... 123 ENTREVISTA N°2 ...... 143

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Resumen

La presente investigación tiene como objetivo general analizar el rol del laico católico al diferir de la opinión de la jerarquía de la Iglesia Católica. Para ello se analizará la situación de dos laicos católicos de la diócesis de Osorno que han liderado las protestas en rechazo a la designación del Obispo Juan Barros, por considerarlo encubridor de los delitos sexuales cometidos por el sacerdote Fernando Karadima. La problemática escogida responde a la necesidad de entender el fenómeno que puedan estar atravesando laicos de Chile y el mundo ante las decisiones que toman los representantes jerárquicos de la Iglesia Católica y qué es lo que se espera y lo que corresponde a un laico católico frente a esas decisiones. La pertinencia de esta investigación se justifica en el contexto histórico que está viviendo la Iglesia Católica chilena, la Conferencia Episcopal chilena, y distintos movimientos laicales que están naciendo. Se realizará una revisión bibliográfica que desarrolla en profundidad los conceptos de laico y de obispos o jerarquía de la Iglesia Católica. A través de un recorrido histórico y de la discusión sobre los conceptos por distintos autores se podrá entrar en la relación entre ambos actores y en qué se espera de cada uno. Esto permitirá confrontar luego los resultados obtenidos de las entrevistas con este Marco Teórico. Los resultados de esta investigación corresponden a un análisis del rol del laico cuando difiere de las opiniones o decisiones de la jerarquía de la Iglesia Católica. Se obtuvieron desde la categorización de dos entrevistas realizadas a laicos católicos de la diócesis de Osorno que se opusieron a la designación del obispo Juan Barros en su diócesis. Se estudió la historia de vida de los entrevistados (en la que se enfatiza sobre su opción por el laicado católico), cómo vivieron el conflicto de Osorno, y cómo se fortaleció y que características tuvo su identidad laical luego del conflicto. Desde se espera conseguir el objetivo general de esta investigación que es analizar el rol del laico cuando difiere de la jerarquía de la Iglesia Católica. El resultado esperado es poder lograr ese análisis.

Palabras claves: laico, obispo, jerarquía, relación, vocación laical, pueblo de Dios, identidad.

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1. Introducción

La presente investigación es motivada por el interés del autor de analizar el rol que le corresponde a un laico católico cuando difiere de la opinión de la jerarquía de la Iglesia Católica. El contexto chileno eclesial está viviendo desde el 2015 una situación de mucha efervescencia desde una agrupación laical surgida en Osorno que se opuso a la designación en su diócesis del obispo Juan Barros. La relevancia que este tema tomó, y cómo desde esta experiencia se puede proyectar información sobre la vocación y la identidad laical, son la razón del estudio.

Desde esta realidad se vuelve fundamental realizar un estudio que analice cuál es el rol de un laico católico cuando difiere de la jerarquía de la Iglesia Católica. Para ello es necesario desarrollar una revisión bibliográfica profunda sobre qué se ha entendido por laico y por obispo históricamente en la Iglesia Católica, y ver de qué forma ambos actores eclesiales se han relacionado, así como a su vez qué es lo que dicen los autores sobre cómo debiera ser esta relación.

La información se obtendrá de entrevistas en profundidad realizadas a dos laicos católicos que han participado en la Organización de Laicos y Laicas de Osorno que se han opuesto a la designación del obispo Juan Barros en su diócesis. A través de los resultados de esas entrevistas se pretender hacer una confrontación con lo obtenido en el marco teórico y de esa forma analizar el rol que le corresponde al laico.

1.1. Objetivos

Este proyecto posee como objetivo general analizar el rol del laico católico al diferir de la opinión de la jerarquía de la Iglesia Católica. Para ello se ha escogido como caso de estudio la situación de los Laicos de Osorno que se oponen a la designación del Vaticano del obispo Barros en su diócesis.

1.1.1. Objetivo General.

Analizar el rol del laico católico al diferir de la opinión de la jerarquía de la Iglesia Católica.

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1.1.2. Objetivos Específicos.

➢ Explicar el discernimiento de la vocación laical que tuvieron los laicos de Osorno previo a la designación del Obispo Barros. ➢ Describir la reacción de los laicos de Osorno frente a la designación del Obispo Barros. ➢ Caracterizar las consecuencias de los laicos de Osorno luego de haberse opuesto a la designación del Obispo Barros en cuanto a su identidad laical.

1.2. Supuestos de investigación

A través de esta investigación se espera analizar el rol de un laico católico cuando difiere de la opinión o con alguna decisión de la jerarquía de la Iglesia Católica. No obstante, el mismo laico sigue dentro de la Iglesia Católica.

La situación de los laicos de Osorno responde a esta problemática porque se oponen a la designación del obispo Barros en su diócesis, a través de protestas, jornadas de oración, velatones; pero se mantienen como fieles católicos, como laicos de la Iglesia Católica. Por lo tanto, el testimonio de algunos representantes de esta investigación permitirá analizar cómo es el rol de un laico frente a este tipo de situaciones.

Los resultados que se espera obtener apuntan a que a través de la historia de vida de los entrevistados se pueda explicar cómo es el discernimiento de una vocación laical, que motivaciones la mueven, que elementos la provocan. Luego poder describir cómo se desarrolló el conflicto de Osorno, de tal manera de ver de qué forma esto afectó a los entrevistados en su opción laical católica. Y finalmente poder caracterizar las consecuencias que tuvo en los entrevistados este conflicto, y así descubrir cómo viven ellos su identidad laical en cuanto a su relación con Dios, con los sacramentos, y con la jerarquía de la Iglesia Católica.

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2. Antecedentes

El 21 de marzo de 2015 asumió como obispo de la diócesis de Osorno el sacerdote Juan Barros. A la ceremonia llegaron más de 650 personas a manifestar su descontento con la designación de ese sacerdote como obispo, lo que se tradujo en una ceremonia cargada de pifias e, incluso, de agresiones (La Tercera, 2015). La situación no fue sorpresa, diversas agrupaciones católicas habían avisado que se opondrían a que Barros asumiera en la mencionada diócesis, así como también diversas voces al interior del mundo eclesial expusieron previamente su disconformidad con la designación (Segovia, 2015). Todo apuntaba a la relación que había tenido el sacerdote Fernando Karadima con Juan Barros, de quien fue formador y director espiritual (Ramírez & González, 2018).

Fernando Karadima es un sacerdote diocesano que desde 1985 hasta el 2006 fue párroco en la parroquia El Bosque. Desde ahí, a través de una pastoral dirigida a la clase alta chilena, de mirada conservadora y centrada en sí mismo, Karadima formó a más de 40 sacerdotes y 5 obispos, entre ellos Juan Barros. Gozó de gran popularidad durante muchos años. La feligresía lo consideraba un santo. Hasta que en 2010 se publicó que el sacerdote tenía denuncias de abuso sexual a varios jóvenes que habían frecuentado la parroquia El Bosque. El Vaticano consideró verosímiles las denuncias y condenó a Fernando Karadima a una vida de oración y penitencia (Guzmán, Villarrubia, & González, 2011).

El reportaje “Las pruebas del encubrimiento del obispo Juan Barros que el Papa calificó de ‘calumnias’” de los periodistas Pedro Ramírez y Mónica González publicado en ciperchile.cl 19 de enero de 2018 da cuenta de las diversas evidencias que existían sobre la relación cercana entre ambos sacerdotes y el conocimiento de Juan Barros sobre los abusos que cometía Fernando Karadima. Ahí se relata que Barros llegó a la Parroquia El Bosque en 1972 y que mantuvo una estrecha vinculación con Karadima por más de 30 años. Se ordenó sacerdote el año 1984, pero el año anterior se había convertido en secretario personal del cardenal Fresno. El reportaje recoge una entrevista realizada a Juan Carlos Cruz, uno de los denunciantes contra Fernando Karadima, donde dice que “los obispos Juan Barros y Tomislav Koljatic le daban besos a Karadima y también veían cómo el cura les daba besos a otros, y no pasaba nada”. En el mismo reportaje, Juan Carlos Cruz cuenta que Juan Barros fue parte de la violación del secreto de confesión

9 que habría cometido Fernando Karadima contra él, cuando Cruz no había asumido su condición homosexual. Usando esta información, Karadima lo habría manipulado para seguir sintiendo poder sobre él. Una situación particular recordada por Cruz es una “corrección fraterna” de la que fue víctima por una docena de participantes, presididos por Karadima, donde se humillaba públicamente al acusado. Según Cruz, Juan Barros estuvo cuando lo corrigieron a él, donde, además, se hicieron varios comentarios insinuando la homosexualidad de Juan Carlos Cruz (Ramírez & González, 2018). El sacerdote Juan Debesa Castro también cuenta una experiencia de “corrección fraterna” similar a la de Cruz, donde también dice que Juan Barros estuvo presente (Ramírez & González, 2018). Juan Barros desmiente haber participado de estos sucesos abusivos por parte de Fernando Karadima (Guzmán, Villarrubia, & González, 2011, pág. 366) e, incluso, haber tenido una relación cercana con el sacerdote, algo que el mismo Karadima asumió en los tribunales de justicia (Buscaglia, 2015). El 16 de marzo de 2015, Juan Barros escribió una carta titulada “Carta a los sacerdotes, diáconos, religiosas, religiosos y fieles de la diócesis de Osorno”, donde reafirma que no tuvo conocimientos de los abusos realizados por Fernando Karadima:

Jamás tuve conocimiento de alguna denuncia respecto del sacerdote Karadima siendo Secretario del Cardenal , y jamás tuve conocimiento ni imaginé nunca de aquellos graves abusos que este sacerdote cometía con sus víctimas. No he aprobado ni participado en esos hechos gravemente deshonestos. Hubo una investigación exhaustiva por instancias competentes civiles y eclesiásticas para discernir las responsabilidades y sanciones. Con la gracia de Dios llevo más de treinta de Sacerdote y casi veinte de Obispo, y mucha gente me ha conocido en distintas Parroquias y Diócesis con un feliz ministerio (Barros, 2015).

Los testimonios de Juan Carlos Cruz, así como de otros feligreses, relatan que Juan Barros, como secretario del Cardenal Fresno, destruyó denuncias que habían contra Fernando Karadima ya en el año 1984 (Guzmán, Villarrubia, & González, 2011, pág. 191), así como también que logró manipular nombramientos de obispos afines a Karadima y al grupo del Bosque (Ramírez & González, 2018).

La nunciatura apostólica, así como el arzobispado de , a través de sus representantes, Ivo Scapolo y Ricardo Ezzati, respectivamente, sí

10 manifestaron su apoyo a Juan Barros (Carrasco, 2015). Sin dar mayores razones, la jerarquía de la Iglesia chilena decidió apoyar al obispo, lo que a ojos de los laicos de Osorno, fue una forma de hacer oídos sordos a su molestia por la designación (Claret, 2018).

Aunque también hubo miembros de la jerarquía católica que expresaron su molestia con la permanencia de Juan Barros como obispo de Osorno, como el sacerdote jesuita Felipe Berríos (EMOL, 2015), el superior provincial de la Congregación de los Sagrados Corazones, Alex Vigueras (Cooperativa.cl, 2015), y también el ex capellán de La Moneda Percival Cowley (EMOL, 2015).

Toda esta situación provocó que un grupo de laicos católicos de Osorno se organizaran y buscaran la forma de que Juan Barros dejara su diócesis. Durante todo el primer año se realizaron diversas manifestaciones en el frontis de la Catedral, acusando a Barros de ser encubridor de los abusos de Fernando Karadima y pidiéndole su renuncia (González & Roldán), así como también en Santiago se realizaron manifestaciones frente a la nunciatura, quejándose de la imposición de la elección del obispo y pidiendo que se fuerce su renuncia (EFE, 2016).

Se preparó un primer “Encuentro nacional de laicas y laicos de Chile – ‘Dios habla desde el sur” el 13 de junio de 2015, al que fueron convocados todos los laicos del país. En el comunicado, fruto de ese Encuentro, se lee:

la imposición del Obispo Juan Barros en la diócesis de Osorno, ha producido escándalo, división y deserción entre no poca grey, tanto a nivel local como nacional. Estamos convencidos de que el Obispo Juan Barros Madrid, no cumple ni puede cumplir la condición de Pastor que tiene que unir y no dividir el rebaño. Es impresentable e imprudente, la imposición de un Obispo por parte de la jerarquía de la Iglesia que fue incapaz de escuchar, acoger y responder a la comunidad de Osorno, que le hizo saber anticipadamente, su dolor y que se vio herida en su dignidad, cuando la Iglesia está llamada a ser ‘experta en humanidad’ (…) Estamos convencidos que el obispo Barros, no responde a esa figura de Buen Pastor. Lo cual hace insostenible su gobernabilidad en la Diócesis de Osorno, por la vinculación directa de su persona con el escándalo suscitado por el sacerdote Fernando Karadima (…) Así, sentimos que los laicos y laicas de Osorno, han dado un ejemplo en el sentido de

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ser Iglesia, tanto en la forma de organizarse, como en el fondo de su denuncia profética (Osorno, 2015).

La historia cuenta de otros casos, así como en Osorno, en los que la comunidad se ha opuesto a la elección de un determinado obispo. En 1988, en la diócesis suiza de Coire, la designación del obispo Wolfgan Haas provocó que laicos, sacerdotes y los demás obispos pidieran al Vaticano que se revocara esa designación (EFE, 1991) (Tincq, 1998). El Vaticano nunca lo removió y el 2017 se aceptó la renuncia del obispo debido a que había cumplido setenta y cinco años (Claret, 2018). En Bélgica, el obispo de Namur, André Leonard, también fue muy resistido por la comunidad católica debido a diversas declaraciones sobre temas como la homosexualidad y el SIDA (Oliveras, 2010), y, también, de no haber sido acogedor con víctimas de abuso sexual por parte de sacerdotes (RD/Agencias, 2010). Para Juan Carlos Claret, vocero de los laicos y laicas de Osorno, lo que está en juego aquí es el poder del papado, lo que hace, según él, que surja con fuerza la necesidad de democratizar la Iglesia (Claret, 2018).

En el último tiempo, hay varios temas en los que la jerarquía de la Iglesia Católica tiene una opinión que no siempre es compartida por todos los que componen la Iglesia. Uno de esos temas es la homosexualidad. Sobre cuál es la enseñanza de la Iglesia Católica sobre este tema, se acostumbra a recurrir al Catecismo de la Iglesia. Ahí se hacen algunas afirmaciones como que los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados, que eso no significa que se pueda discriminar a alguien por ser homosexual, y se invita a que los homosexuales sean acogidos con respeto, compasión y delicadeza, evitando la discriminación (Rojas SJ, 2012). También se dice que el acto homosexual “no puede recibir aprobación en ningún caso” (Catecismo de la Iglesia Católica en Rojas SJ, 2012) que no se puede emplear ningún método pastoral que reconozca una justificación moral a estos actos, que ningún programa pastoral auténtico podrá incluir organizaciones en las que se asocien entre sí personas homosexuales, sin que se establezca claramente que la actividad homosexual es inmoral (Congregación para la Doctrina de la Fe en Rojas SJ, 2012), que la actividad homosexual no expresa una unión complementaria capaz de transmitir la vida (Congregación para la Doctrina de la Fe en Rojas SJ, 2012). Finalmente es el mismo argumento que se utiliza para rechazar todas las relaciones sexuales que no son abiertas a la procreación (Romero SJ, 2015). Se especifica que no se rechaza la

12 homosexualidad, sino el acto homosexual, ya que no está dentro del matrimonio ni está abierto a la vida (Rojas SJ, 2012).

El sacerdote jesuita Pablo Romero, en su artículo de la Revista Mensaje de junio de 2015 titulado: Uniones homosexuales: ¿Rechazo? ¿Misericordia? ¿Reconocimiento?, hace un llamado a responder a la homosexualidad con misericordia entendiendo que

Quienes piden más “misericordia” tienen presente historias como estas o incluso más dramáticas, como las de aquellos adolescentes que han terminado suicidándose (…) el futuro exigido por el Magisterio para todo homosexual, como es el del celibato, muchas personas también lo reconocen como una carga indebida y una oferta de camino irreal, al menos para todos (…). Exigir el celibato para todos pareciera desproporcionado y excluiría a buena parte de los homosexuales de la comunidad eclesial (…) La petición de misericordia (…) se trata de la esperanza que a nivel doctrinal se proclame que “no toda unión homosexual es condenada e injustificable desde el punto de vista moral” (…) En la orientación sexual se expresan deseos de acompañar y ser acompañado, de ser contenido y contener, así como de comunicación, afectos y proyectos de vida, entre otras muchas cosas (…) la separación que hace el Magisterio entre “te acepto como persona”, “pero tu homosexualidad es un mal” y “todos tus actos homosexuales con pecado”, resulta violenta para muchos, y creo que con justa razón. En el fondo, ahí no termina de haber aceptación (…) el no reconocimiento de la homosexualidad como un bien se opone a una cierta Ética del don al desconocer su carácter recibido (…) ¿no es el propio Jesús en su praxis evangélica el que invita a relacionarse con lo “recibido” de una forma cariñosa y amable? ¿No es cierto, como señala san Pablo, que estamos invitados a “enorgullecernos” de nuestra debilidad? ¿No es más relevante que preguntarse por el “origen de esto”, siempre misterioso, el pensar cómo esto puede ser “ocasión de que la gloria de Dios actúe”? (págs. 16-17).

Una propuesta en esta línea es la Pastoral de la Diversidad Sexual, Padis+, que, en su página web, explica su origen:

respuesta a la búsqueda de acompañamiento y acogida en la fe, a hombres y mujeres homosexuales de diversas edades y procesos. Posteriormente a mediados de 2012, se ofrece un

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espacio pastoral, esta vez abierto a madres y padres de hijos e hijas con orientación o identidad sexual distinta (Padis+, s.f.).

Es una Pastoral que acoge a personas homosexuales que no han querido alejarse de la Iglesia Católica. La revista Mensaje, en su edición de septiembre de 2015, recogió un testimonio de esa experiencia, a través de la carta que una mamá le escribe a su hijo homosexual:

Yo, siendo católica, sentía que mi Iglesia nos rechazaba, porque la consideraba una enfermedad, casi una perversión. Cada sacerdote al que le pedía ayuda me decía que podrías “curarte”. (…) Asistía a retiros, a misa diaria… buscaba respuestas y apoyo dentro de mi Iglesia, pero no la encontraba (…) Todos rechazaban a este tipo de “enfermos”, o sea, a ti y a mí, porque si rechazan a un hijo rechazan también a la madre (…) Esta Pastoral ha sido un “oasis” en mi vida. Allí he encontrado respuestas a todas mis inquietudes sobre el tema. Me ha dado la paz que necesitaba para entender lo que nos sucedió a ti y a mí (…) Ellos nos muestran al verdadero Jesús, al que no discrimina, al que nos ama tal como nos creó el Padre. Nos han mostrado que la homosexualidad no es una enfermedad, sino otra expresión de la sexualidad humana (…) Sigo orando por ustedes para que Dios los proteja y para que nuestra Iglesia abra las puertas a los que un día rechazó, o que se sintieron marginados por su orientación (mamá). (págs. 23- 24).

En otro testimonio del mismo artículo, Cecilia, una mujer que se declara homosexual, aboga por que su forma de amar también logre espacios de reconocimiento en la Iglesia (Mensaje, 2015, pág. 25).

En España, una encuesta que se realizó entre 1000 católicos mostró que el 64% de los católicos cree que una pareja homosexual debiera poder casarse, y un 43% se muestra a favor de que esa ceremonia se pueda realizar en una Iglesia (Agudo, 2014). Es destacable que los católicos españoles piensen así, ya que la jerarquía de la Iglesia Católica española se ha manifestado totalmente opositora (Hinojosa, 2014).

En Argentina sucede algo parecido. Se reconoce a la jerarquía de la Iglesia Católica como firme opositora al Matrimonio Igualitario, mas no todos los sacerdotes y fieles adhieren a esta postura. Incluso algunos movimientos por los derechos de homosexuales, buscaron apoyo en estas instancias

14 religiosas, quienes manifestaron que existen diversas opiniones sobre el tema homosexual, y que se puede vivir la fe católica y estar a favor del Matrimonio Igualitario, explicitando que incluso oponerse a esto estaría contra el Evangelio (Vaggione & Jones, 2015).

Otros estudios sobre la situación de la homosexualidad en América Latina dicen que a mayor compromiso religioso en la vida, menor es el apoyo a los derechos de personas homosexuales (Lodola & Corral, 2010).

La postura de la jerarquía de la Iglesia Católica frente al tema del aborto también es motivo de discusión en distintos lugares. La opinión de la jerarquía es que todo ser humano desde la concepción posee el derecho a la vida (Mifsud SJ, 2015, pág. 42). La mayoría de los grandes líderes católicos ha manifestado su oposición total al aborto. Teresa de Calcuta colocaba al aborto como la más grave amenaza para la paz y pedía que “no maten a los niños” (Calcuta, 1994, pág. 339). El Papa Juan Pablo II llamó “dignidad insuprimible” el derecho de los no nacidos a vivir (País, 1979). Benedicto XVI mencionó que el aborto “no es un derecho humano” (Prensa, 2007). Y el Papa Francisco comparó al aborto con “el delito nazi” (Agencias, 2018).

En Chile la postura ha estado alineada con El Vaticano. La Conferencia Episcopal de Chile se ha opuesto a la aprobación de un proyecto de aborto argumentando que

la aprobación del proyecto promoverá y facilitará el aborto en Chile (…) Los niños concebidos con posibilidad o certeza de alguna grave enfermedad merecen su vida no porque así lo estimen sus padres, la ciencia o la sociedad. Merecen su vida porque es suya, no de sus padres ni de la ciencia ni de la sociedad. Y su vida es siempre ‘digna y humana’ por sí misma (…) Creemos que permitir el aborto ante situaciones de violación es renunciar a la tutela de los más débiles e indefensos, y un acto de rendición del Estado ante el flagelo de la agresión sexual a mujeres (…) recurrir al aborto en caso de violación es algo ilógico e inhumano (Ezzati Andrello, Goic Karmelic, Chomalí Garib, Caro Cordero, & Contreras Villarroel, 2016)

El proyecto chileno de aborto abarca tres causales: cuando está en riesgo la vida de la madre, cuando el feto padece alteraciones que impedirían su vida después del parto y el caso de que el embarazo haya sido provocado por una violación (Mifsud SJ, 2015, pág. 41). El sacerdote jesuita Pablo Concha manifiesta que cuando está en riesgo la vida de la madre, no hay un conflicto

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ético ya que el medio es inevitable, pero se opone a los casos de inviabilidad del feto y de violación (Concha SJ, 2014). La ex senadora demócrata cristiana Soledad Alvear (2015) manifiesta sobre la posibilidad de aborto en el caso de violación:

Resulta especialmente problemática la indicación referida a la última causal (de violación), en que se introduce soterradamente la llamada ‘solución de plazos’, autorizando de manera amplia (sin un estándar de certeza razonable para la indicación), durante un lapso de tiempo, la ejecución del aborto. Así, la ‘autonomía de la mujer para decidir’ es consecuencia de una privatización del valor moral y la bondad de su acto (pág. 45).

De igual manera, hay voces en la Iglesia Católica que no se cuadran por completo con lo anteriormente dicho. El sacerdote jesuita Daniel Mercado, por ejemplo, ve en el aborto un problema de justicia social y económica, entendiendo que “la liberalización de la práctica del aborto permite que este se realice en condiciones de mucha mayor seguridad para la salud de la mujer y, en este sentido, la protege” (Mercado SJ, 2015, pág. 29). Más adelante, en el mismo artículo, dice

Advertimos que este es un problema donde se evidencia la desigualdad socioeconómica y que, pese a la vigencia de políticas de salud reproductiva, el porcentaje de embarazos no deseados constituye hasta la mitad del total. (…) La posición moral tradicional (…) ha pretendido dejar fuera de toda posibilidad de elección de la mujer. Acude, para ello, al principio de la absoluta inviolabilidad de la vida humana desde el momento de la fecundación. (…) No hay ni habrá un acuerdo universalmente aceptado acerca del momento a partir del cual un ser humano debe ser reconocido como poseedor de plenos derechos, equiparables a los de un adulto. (…) Hay autores a quienes parece, por lo tanto, prudente y razonable sostener que el embrión humano implantado debe ser considerado propiamente una vida humana en desarrollo. (…) juzgamos prudente preguntarnos si se debe considerar como indiscutible que la vida del embrión sea un valor absoluto. Es una vida que debe protegerse decididamente, pero hay elementos que apuntan a que su valor pueda llegar a considerarse ponderable con otros valores, máxime cuando entra en grave controversia con ellos dentro de la compleja realidad de una gestación. (…) En tal proceso será ineludible otorgarle a la vida del feto o embrión la importancia que exige, pero considerando su valor en ponderación con la vida de la mujer en un sentido más allá del solo biológico. (…) creemos que es posible consentir una legislación que

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pueda pensar en los parámetros menos nocivos de despenalización del aborto. Nos referimos a una legislación que permita al Estado proteger a quien responsablemente hubiera tomado la decisión de interrumpir una gestación por considerar en conciencia, que tendría razones suficientemente serias y poderosas que le impidan asumir todas las implicaciones de un embarazo. (págs. 30-31).

Se ve, a través de estos antecedentes, que la relación jerarquía-laicado no siempre es de completa cercanía en las opiniones o en las decisiones. Los laicos y laicas de Osorno mostraron su descontento durante los 3 años que duró la permanencia de Juan Barros en su diócesis, llegando, incluso, a manifestarse en las distintas actividades que realizó el Papa Francisco en su visita pastoral a Chile (Carmona López, 2018). Es por esto que resulta interesante adentrarse en lo que vive un laico, cuáles son sus motivaciones, cómo se relaciona con los miembros de la jerarquía, qué autonomía tiene para plantear sus objeciones, qué sucede con él cuando es reprochado por algún sacerdote (o en este caso por el mismo Papa Francisco), cómo va definiendo su identidad laical. A través de los siguientes capítulos se intentará profundizar en esa pregunta: ¿Cuál es el rol de un laico católico cuando difiere de la opinión o de una decisión de la jerarquía de la Iglesia Católica?

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3. Marco Teórico

En este Marco Teórico se estudiarán en profundidad dos conceptos: laico y obispos o jerarquía eclesial. Se escogieron estos dos conceptos porque se ha considerado que a través de ellos se puede responder de manera correcta y suficiente a los objetivos de esta investigación. Se hará un recorrido histórico por ambos conceptos hasta llegar a un acontecimiento que es paradigmático para los dos: El Concilio Vaticano II. Desde ahí se recogen las definiciones que la Iglesia Católica mantiene y discute hasta el día de hoy. A través de distintas discusiones de autores se verá cuál es la complejidad de los conceptos y cómo se han relacionado, se relacionan, y debieran relacionarse entre sí.

3.1. Laico

3.1.1. Origen del término.

La palabra “laico” proviene del latín “laos” que tiene por significado “pueblo”. Este término fue asumido de forma muy temprana por el cristianismo (Acción Católica Querétaro, 2015), sin embargo no aparece en el Nuevo Testamento, sino que se usa expresiones como “creyentes” y “hermanos” (Sedano cmf, 2005). Su primera aparición está en una carta de Clemente a los Corintios ya cerca del final del siglo I (Koller, 2017).

3.1.2. Historia de los laicos en la Iglesia Católica.

Diversa es la historia del laico en la Iglesia Católica. Si bien en el primer siglo prima un espíritu de comunidad, también se comienza a percibir una organización que separa a los bautizados que pertenecen a la jerarquía y a los que no. Los “laicos” de la época cumplen variados servicios como dar hospedaje a los apóstoles y a los misioneros así como también cooperando económicamente, proponen al reemplazante de Judas y también evangelizan a través de la Palabra (Hechos 12, 12; 15, 32; Filipenses 4, 15-16; Hechos 1, 23; 18, 26). A finales de este mismo siglo se ve un trato jerárquico hacia los obispos desde los demás bautizados, lo que no quiere decir que no existan espacios para los laicos, de hecho, los primeros teólogos y defensores del cristianismo lo son (como Justino, Taciano y Tertuliano). En esta época de clandestinidad y persecución, los laicos, además, destacan en los servicios

18 de poner a disposición sus casas para la conformación de Iglesias domésticas, otros testimonian su fe cristiana llegando incluso al martirio. Luego del edicto de Milán en 313, en tiempos de los Padres de la Iglesia, la situación eclesial cambia completamente, y también para los laicos ya que comienzan a perder protagonismo ante una jerarquía que pasa a ser “orden” y que sus posiciones pasan a ser categoría social. Las liturgias, las vestimentas, las catequesis, entre otras cosas, pasan a ser propiedad del recientemente nombrado “clero” o buscan al menos evidenciar la separación entre “clero” y “pueblo”, así se llega incluso a la idea de que la vocación a la santidad es exclusiva de los monjes. Juan Crisóstomo, seglar, combate de forma enérgica esta idea diciendo que tanto la vocación a la santidad como las bienaventuranzas son para todos. La mayoría de los autores, como San Agustín, resaltan que la regla para la santidad es común para todos, y es el amor a Dios y al prójimo. En algunas partes los laicos aún participan de la elección de sus pastores, de hecho, el Papa Celestino I pide que no se imponga un obispo a un pueblo. Ya en la Edad Media comienza la devaluación del laicado, se llega a institucionalizar la separación entre clero y laicado a través del Derecho y se profundiza una relación vertical, lo que lleva a que comiencen a surgir movimientos de laicos que, buscando ser más fieles al Evangelio a través de una vida espiritual que involucra el deseo de pobreza, le responden a la Iglesia rica y poderosa. El mismo Francisco de Asís recoge los valores laicales a través de su testimonio. Ya a principios del siglo XII había comenzado a resurgir una nueva valoración del laico. Se retoma con fuerza la idea de que a través del bautismo el laico forma parte del Cuerpo de Cristo. De los siglos XI y XII son los primeros santos católicos, San Homobono de Cremona y San Gerardo de Monza, por ejemplo. Los laicos comenzaron a llegar a lugares mucho más altos en el campo de la cultura. No obstante, la vida espiritual aún está contaminada por rituales con fines mágicos, entendidos en una época pesimista y asustada. Aunque también hay grupos que se nutren del Evangelio y la liturgia. También es en estos años donde la mujer, de forma muy tímida, comienza a tener cierto espacio eclesial y en la sociedad. Cerca del final del siglo XIV, con la época medieval desintegrada, el laicado empieza a sentir que dentro de la Iglesia no es donde encontrará la salvación, y se comienzan a promover experiencias individuales o de pequeñas comunidades. Lutero busca disminuir esta distancia entre jerarquía y clero, pero el Concilio de Trento le responde reafirmando la naturaleza jerárquica de la Iglesia (aunque también reconoce el sacerdocio bautismal de todos los fieles en el bautismo). Se sigue tratando al laicado de manera infantil y sin la posibilidad de que tenga

19 responsabilidades dentro de la Iglesia. Surgen de forma veloz asociaciones laicales con fines caritativos y de asistencia a pobres y enfermos, así como muchos profesionales y artistas que viven activamente su fe. También hay casos de pueblos como el de Nueva Escocia en Canadá o el de Nagasaki en Japón que mantuvieron su fe cristiana sin vivir con sacerdotes por dos siglos, ya que habían sido martirizados violentamente. También en estos tiempos existe una valoración del matrimonio, desarrollada entre otros, por San Francisco de Sales. Es necesario mencionar que esta cultura se da en las clases altas, y que el pueblo pobre se mantiene preso y víctima de su ignorancia, salvo por algunas misiones y por la creencia en elementos con rasgos de superstición. En el siglo XIX se masifica en Europa una sensación de descrédito y hostilidad hacia la Iglesia, que se repliega en sí misma para lograr alguna defensa. Se vuelve muy conservadora y rechaza con fuerza el secularismo de la Ilustración, incluyendo elementos positivos como igualdad, fraternidad o democracia. Los laicos se embarcan en la defensa de su Iglesia, manteniendo una idea clerical y siendo servidores de la jerarquía, quienes los apoyan abiertamente. (Sedano cmf, 2005) (Vidales cmf, 1985, págs. 1-16).

3.1.3. Concilio Vaticano I.

En el Concilio Vaticano I se dice que los laicos están llamados a obedecer a la jerarquía, idea que era compartida por diversas autoridades eclesiásticas de la época, quienes no ven en el laico a un actor capaz de opinar o intervenir en las decisiones de la Iglesia. Respondiendo a esta misma lógica, no hubo ninguna participación laical durante el desarrollo del Concilio (Vidales cmf, 1985, pág. 17).

3.1.4. El cambio conceptual sobre el laico en el Concilio Vaticano II.

En el Concilio Vaticano II hay una lógica distinta, participan ocho hombres auditores laicos en la segunda sesión conciliar y veintidós mujeres, entre laicas y religiosas, en la tercera sesión (Azcuy, 2014). De todas formas, persiste en esta época una concepción del laico sobre sí mismo alejado de las decisiones de la Iglesia (Thornman, 1962). En el documento, sin embargo, se le da un espacio muy amplio a la figura del laico, nombrándolo en más de doscientas oportunidades (Viana, 1986).

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El decreto Apostolicam Actuositatem del Concilio Vaticano II parte manifestando lo indispensable que es el laico para la Iglesia (Concilio Vaticano II, 2005, págs. 475-476). Se establece claramente que, si bien hay diversidad de ministerios, la misión es única:

En la Iglesia hay diversos ministerios, pero la misión es única. Los Apóstoles y sus sucesores recibieron de Cristo el oficio de enseñar, santificar y regir en su nombre y con su autoridad. Y también los seglares, que participan del ministerio sacerdotal, profético y real de Cristo, en la misión de todo el pueblo de Dios cumplen su propio cometido en la Iglesia y en el mundo. En realidad, ejercen el apostolado evangelizando y santificando a los hombres, animando también y perfeccionando con espíritu evangélico el orden mismo temporal, de forma que su actividad en este orden sea un claro testimonio de Cristo y contribuya a la salvación de los hombres. Porque es propio del estado de los seglares que, viviendo en el mundo y medio de los negocios temporales, están llamados por Dios para que, gracias al fervor de su espíritu cristiano, a manera de fermento ejerzan en el mundo su apostolado (Concilio Vaticano II, 2005, pág. 477).

Estos textos dan cuenta de la respuesta que dio el Concilio a un grito que los laicos venían dando hace tiempo, y muestran el cambio de concepción que la jerarquía de la Iglesia le dio a los laicos y, por ende, a su propia concepción (Sedano cmf, 2005).

3.1.4.1. La definición de laico que se encuentra en Lumen Gentium.

La Constitución Lumen Gentium define laicos como:

Por laicos se entienden aquí todos los fieles cristianos, que no son miembros de un orden sagrado ni se hallan en un estado religioso reconocido por la Iglesia; es decir, son los fieles cristianos que, luego de estar incorporados a Cristo por el bautismo y constituidos en Pueblo de Dios y hechos partícipes, a su manera, de la función sacerdotal, profética y real de Jesucristo, cumplen, por su parte, en la Iglesia y en el mundo, la misión propia de todo el pueblo cristiano. El carácter secular es el propio y peculiar de los laicos. Los que recibieron el orden sagrado, aunque algunas veces pueden tratar asuntos seculares, incluso ejerciendo una profesión secular, están ordenados principal y directamente al sagrado ministerio, por razón de su vocación particular; los religiosos, por su lado, dan un preclaro y eximio testimonio de que el mundo no puede transfigurarse ni ofrecerse a Dios fuera del espíritu de las Bienaventuranzas. La propia

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vocación de los laicos consiste en buscar el reino de Dios, al tratar y ordenar, según Dios, las cosas temporales. Viven en medio del siglo, en todas y cada una de las actividades y profesiones del mundo, en las condiciones ordinarias de la vida familiar y social, con las que su existencia está como entretejida. Allí están llamados por Dios a cumplir su propio cometido, guiándose por el espíritu evangélico, de modo que, como una levadura, contribuyan desde dentro a la santificación del mundo, y de este modo descubran a Cristo a los demás, brillando, ante todo, con el testimonio de su vida, por la fe, esperanza y caridad. En forma especial, por lo tanto les corresponde de tal suerte iluminar y ordenar todas las realidades temporales -a las que se hallan tan estrechamente unidos- que según Cristo continuamente se hagan, crezcan y sean para alabanza del Creador y Redentor (Concilio Vaticano II, 2005, págs. 60-61).

3.1.5. Discusión teórica sobre la definición de laico en el Concilio Vaticano II.

Para Virginia Azcuy (2014) la forma de tratar a los laicos no tiene precedentes en la historia de la Iglesia, que incluía una mirada crítica sobre el clericalismo eclesial y también reconoce aquí el germen de lo que será el trato sobre la dignidad de la mujer (pág. 30).

Antonio Bentué (1997), desde la concepción del Concilio Vaticano II sobre el laico, pone su énfasis en la importancia de un respeto y valoración del laicado sobre todo en su inserción secular. Se pregunta si en los seminarios se forma con esta nueva forma de entender el laicado, reforzando que en el bautismo los fieles son sacerdotes, profetas y reyes. Citando diversos pasajes del aterrizaje latinoamericano que tuvo el Concilio Vaticano II en el Sínodo de Santo Domingo, manifiesta que, incluso en los mismos laicos, permanece una mentalidad clerical que le impide al laico estar a la altura de los desafíos que la sociedad presenta, exhortando que el laico ha de ser protagonista de la Nueva Evangelización. Llama a promover la participación de los laicos en los Consejos Pastorales y a no limitar la participación del laico exclusivamente en lo intraeclesial, y que los laicos se sientan respaldados por sus pastores en esa misión. Así mismo, en la misma línea de lo que decía Azcuy, menciona cómo la Iglesia y la sociedad han tomado conciencia de la igual dignidad de la mujer y el varón. No reconoce a la Iglesia como una democracia, mas tampoco la identifica con una monarquía. Prefiere el término comunión en donde todos sus miembros gozan de una igualdad radical que se funda en la única fraternidad de los hijos de Dios.

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Una mirada crítica sobre el trato que el Concilio da a los laicos la tiene Marcos McGrath SJ (1964), para quien la definición que se hace en Lumen Gentium no es apta, ya que define al laico por lo que no es (ni religioso ni jerárquico). Propone como reemplazo

El Concilio declara que los laicos son aquellos fieles que, incorporados por el Bautismo al Pueblo de Dios, sirven a Dios en el estado común de los fieles cristianos y, por la parte que a ellos les toca, ejercen la misión de todo el pueblo cristiano en el mundo, pero no pertenecen al orden jerárquico (pág. 61).

También critica cómo el Concilio Vaticano II trata el apostolado de los laicos, ya que siente que se propone demasiado sujeto a la jerarquía de la Iglesia y a lo religioso, sin ver un desarrollo correcto o satisfactorio sobre lo temporal. Entiende la necesidad de laicos sobre todo en América Latina, pero descubre en ellos una escasez de tiempo debido a sus funciones mundanas, y no siente que para que el laico pueda desarrollarse bien en esos ámbitos requiera de la intervención jerárquica. Menciona que, frente a sus labores o profesiones, un laico está sobre el obispo, por ejemplo si es médico, el obispo debe estar sujeto a lo que el médico le dice, por lo que no ve la necesidad de una sociedad eclesiástica ni clerical (págs. 61-62).

En el contexto post conciliar, Waldo Romo (1967) también evidencia características del laicado, como la necesidad de ser orientado, y que debe crecer en madurez y confianza para así tener la confianza de la jerarquía. Manifiesta que la obediencia cristiana en la relación jerarquía-laicado no debe ser inmadura, pero sí entender que la Jerarquía personifica a Cristo como Cabeza de la Iglesia (págs. 578-583).

En este período entre el Concilio Vaticano II y la Exhortación que escribirá Juan Pablo II en 1988 sobre los laicos, también es variada la reflexión que se desarrolla sobre el laicado. En 1980, Joseph Comblin entrega un interesante artículo donde manifiesta que el laicado latinoamericano está en silencio, y se preocupa porque siente que se acostumbran a esperarlo todo del obispo. Extraña que existan laicos intelectuales, ya que, si no lo es, no puede ser interlocutor del clero sino mero reflejo del clero, y sólo resguardar los intereses de ellos. Justifica con el Concilio Vaticano II su opinión y evidencia que en el siglo XII abundantes eran los ejemplos de laicos de vanguardia. Propone que sean intelectuales laicos los que orienten a los laicos y no los

23 clérigos. Propone también que sean los laicos interlocutores de la jerarquía, porque no resulta suficiente el contacto directo con la realidad, sino que se necesita de mediaciones, de representaciones. Menciona que desde el siglo XII que los intelectuales laicos han visto con temor y sospecha a la jerarquía, lo que ha tenido como respuesta que desde el clero sean vistos como disidentes o anticlericales. Reconoce que esta idea cambia con el Concilio Vaticano II, que les otorga un lugar más seguro. Los llama a actuar en grupo y a posicionarse como tal, porque percibe que en la discusión pública se debate sobre la relación Iglesia y Estado, que en realidad es obispos y gobierno, dejando fuera del debate al laico (págs. 141-142).

El sacerdote jesuita Cristian Brahm (1987), Superior Provincial de los jesuitas en 1987, en la homilía que realiza con ocasión de la fiesta de San Ignacio de Loyola, cuenta todo el proceso de conversión que San Ignacio vive justamente como laico, para hacer un llamado a que los laicos vivan la alegría de las bienaventuranzas, a que dentro de la comunidad experimente la fe, la esperanza y la caridad. Lo llama a vivir su profetismo discerniendo los signos de su tiempo y mirando y juzgando con la mirada de Dios, al servicio de la Iglesia y no contra ella, como fruto de acción del Espíritu y no del resentimiento o del odio. Pone mucho énfasis en que, si bien la historia de San Ignacio tuvo incomprensión dentro de la Iglesia, nunca tuvo ruptura eclesial (págs. 405-406).

Sin duda que estas reflexiones están influenciadas por las características del momento en Chile. En un artículo de la Revista Mensaje de 1986, el sacerdote de los Sagrados Corazones Pablo Fontaine reflexiona sobre la vida espiritual del laico. Pone énfasis en que al laico católico le cuesta seguir sintiéndose laico cuando está en actividades fuera del contexto eclesial, cuando es en el mundo donde el laico tiene su campo específico de acción. La realidad trabajadora y obrera del laico debe hacerlo sentir colaborador y continuador de la obra de Dios, y con esa misma fuerza enfrentar la dureza del trabajo. Al igual que otros autores sobre el tema, reafirma la pertenencia a la Iglesia del laico a través del bautismo, especificando que no está llamado a vivir para la Iglesia, sino que para el mundo. Entrando de lleno en el contexto de dictadura que atraviesa Chile en ese momento, Fontaine le dice a los laicos que:

el prójimo no está sólo en el que vive a nuestro lado, sino también en las masas oprimidas por sistemas sociales que logran justificar la

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opresión, de modo que ésta aparezca natural y justa. Defender a los pobres, buscar nuevas formas de producción y distribución de la riqueza, asumir la causa de los perseguidos, hacer conciencia sobre todo esto, son tareas laicales que exigen coraje y deben brotar de la fe en Dios que hace llover sobre todos y en Jesucristo que se identifica con el último de sus hermanos (…) Desde diversos niveles es posible ir preparando un mundo más justo: desde la educación de un niño hasta la denuncia pública de la injusticia y de la represión (…) El “santo” de hoy en Chile tiene que adoptar actitudes muy firmes y decir verdades que duelen, tiene que aceptar el desprestigio, los ataques, la cárcel y más. Su desafío es aceptar todo eso con un corazón sereno que se esfuerza por comprender y perdonar. Por lo demás el mismo Jesús vivió plenamente el conflicto, tuvo adversarios y no les ahorró palabras durísimas (págs. 502-503).

En agosto de 1986 se realizó en Punta de Tralca, Chile, el II Encuentro Nacional de Laicos. Respondiendo a los llamados que, en su condición de laicos, les hacían algunos miembros de la jerarquía eclesial, así como también el Concilio Vaticano II, a comprometerse con la realidad social y eclesial de su tiempo. Emitieron, luego de su encuentro, un comunicado en el que, entre otras cosas, manifiesta:

Nuestra comunión más plena, firme y solidaria con nuestros obispos, defensores de la vida, anunciadores de la paz, promotores de la democracia y de la opción preferencial por los pobres. En nuestro encuentro laical constatamos, al mirar la realidad, signos de vida que se expresan en el surgimiento y desarrollo de organizaciones sociales y políticas que promueven la dignidad y solidaridad del pueblo chileno en el marco de la defensa de los Derechos Humanos. Junto con esto encontramos diversos “signos de los tiempos”, que nos muestran una sociedad sacudida por violentos y dolorosos contrastes. Nos duele e interpela la realidad de injusticia que vive nuestro pueblo pobre y oprimido; situaciones de hambre y miseria, violaciones de los Derechos Humanos, atentados terroristas contra la vida de seres inocentes, la actuación represiva y provocadora de la policía y fuerzas militares y otros tantos abusos que se cometen a diario contra las personas y que han quedado impunes con la generalizada complicidad de los tribunales de justicia. Ante esta realidad, no podemos callar ni podemos seguir aceptando que, en nombre de una pretendida defensa de la “civilización occidental cristiana”, en Chile se atente contra la vida, se someta a la inseguridad personal y social y se oprima a todo un pueblo. A la luz del Evangelio, decimos: este régimen no es cristiano, y en conciencia, afirmamos que este Gobierno no es legítimo (II Encuentro Nacional de Laicos, 1986).

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Frente a la realización del Sínodo de Obispos que tocaría el tema de los laicos, el sacerdote de los Sagrados Corazones, Beltrán Villegas (1988), realiza una reflexión sobre los laicos en la Iglesia. Enfatiza que lo más importante en la Iglesia es la comunión de todos los bautizados y que iguala a todos en dignidad como hijos de Dios, cuya dignidad tiene un rol profético, sacerdotal y real. Lo importante, para él, es la comunión y no la jerarquía. Desde este lugar, Villegas dice que los laicos, al igual que el resto de los miembros de la Iglesia, tienen la posibilidad y el deber de discernir sobre lo que la Iglesia debe recibir del mundo, denunciar en el mundo y transmitirle al mundo. Resalta la diversidad de carismas que apunte a la unidad de la Iglesia en los diferentes aportes, por lo tanto, legitima los distintos ministerios siempre y cuando apunten a una unidad y no a una oposición de roles que marginen o excluyan de responsabilidad a algunos. Entiende que las diferencias son de grado, y no de esencia, y enaltece el sacerdocio común de los bautizados por sobre el ministerial. Para justificar esto dice que el sacerdocio que vivió Jesús fue laical y no ministerial. Aun cuando no niega que la última palabra la tenga la autoridad, pide que no sea discernida exclusivamente por esa autoridad. Por último, considera insuficiente que la misión del laico se desarrolle siempre en el mundo secular, ya que considera que también ha de tener un papel importante en las esferas misioneras, teológicas, ecuménicas o catequéticas (págs. 138-142).

3.1.6. Exhortación Apostólica Christifideles Laici.

En 1987 se realizó el Sínodo de los Obispos, cuyo tema fue “La vocación y misión de los laicos en la Iglesia y en el mundo a los veinte años del Concilio Vaticano II”, y en diciembre de 1988 se dio a conocer la exhortación apostólica Christifideles Laici que recoge las reflexiones de los obispos sobre el tema (Costadoat SJ, La formación de los laicos, 1989). El documento, firmado por Juan Pablo II, define y desarrolla de forma abundante el tema del laicado, teniendo como texto base, la parábola de la viña del Evangelio de Mateo:

Los fieles laicos son llamados personalmente por el Señor, de quien reciben una misión en favor de la Iglesia y del mundo (…) se ruega en el Señor a todos los laicos que respondan con ánimo generoso y prontitud de corazón a la voz de Cristo (…) el camino posconciliar de los fieles laicos no ha estado exento de dificultades y de peligros. En particular, se pueden recordar dos tentaciones a las que no siempre han sabido sustraerse: la tentación de reservar un interés tan marcado

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por los servicios y las tareas eclesiales, de tal modo que frecuentemente se ha llegado a una práctica dejación de sus responsabilidades específicas en el mundo profesional, social, económico, cultural y político; y la tentación de legitimar la indebida separación entre fe y vida, entre la acogida del Evangelio y la acción concreta en las más diversas realidades temporales y terrenas (…) Nuevas situaciones, tanto eclesiales como sociales, económicas, políticas y culturales, reclaman hoy, con fuerza muy particular, la acción de los fieles laicos. Si el no comprometerse ha sido siempre algo inaceptable, el tiempo presente lo hace aún más culpable. A nadie le es lícito permanecer ocioso (…) No hay lugar para el ocio: tanto es el trabajo que a todos espera en la viña del Señor. El “dueño de casa” repite con más fuerza su invitación: “Id vosotros también a mi viña” (…) Jesús les quiere, como a todos sus discípulos, sal de la tierra y luz del mundo (…) La bienaventuranza evangélica: “dichosos los que obran la paz” encuentra en los hombres de nuestro tiempo una nueva y significativa resonancia: para que venga la paz y la justicia, enteras poblaciones viven, sufren y trabajan. La participación de tantas personas y grupos en la vida social es hoy el camino más recorrido para que la paz anhelada se haga realidad. En este camino encontramos a tantos fieles laicos que se han empeñado generosamente en el campo social y político, y de los modos más diversos, sean institucionales o bien de asistencia voluntaria y de servicio a los necesitados (…) Los fieles laicos tienen un puesto original e irreemplazable: por medio de ellos la Iglesia de Cristo está presente en los más variados sectores (…) Sólo dentro de la Iglesia como misterio de comunión se revela la “identidad” de los fieles laicos, su original dignidad y sólo dentro de esta dignidad se pueden definir su vocación y misión en la Iglesia y en el mundo (Juan Pablo II, 1988).

Juan Pablo II reafirma la definición de laico que había proclamado el Concilio Vaticano II, y luego cita a su antecesor Pío XII quien decía que los laicos no sólo pertenecen a la Iglesia, sino que son la Iglesia, y se pone énfasis en la unidad cristiana y a que los laicos forman parte del Cuerpo de Cristo. También se reafirma la participación del laico en el triple oficio de Jesucristo: sacerdotal, profético y real; desde el bautismo; así como también el carácter y origen secular. De igual forma se vuelve a mencionar la vocación a la santidad que el laico debe vivir a través de la caridad, sin diferenciarse de los demás miembros de la Iglesia. Se hace un llamado a que el laico esté siempre dentro de la Iglesia:

El fiel laico no puede jamás cerrarse sobre sí mismo, aislándose espiritualmente de la comunidad; sino que debe vivir en un continuo intercambio con los demás, con un vivo sentido de fraternidad, en el

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gozo de una igual dignidad y en el empeño por hacer fructificar, junto con los demás, múltiples carismas; le invita a tomar parte en diferentes ministerios y encargos; le recuerda, como también recuerda a los otros en relación con él, que todo aquello que le distingue no significa una mayor dignidad, sino una especial y complementaria habilitación al servicio (…) De esta manera, los carismas, los ministerios, los encargos y los servicios del fiel laico existen en la comunión y para la comunión. Son riquezas que se complementan entre sí en favor de todos, bajo la guía prudente de los pastores (Juan Pablo II, 1988).

En el ámbito de la comunión, Juan Pablo II hace referencia a que los pastores deben saber que su ministerio está al servicio de todo el pueblo de Dios, así como también los laicos deben reconocer que el sacerdocio ministerial es completamente necesario para su vida. También se hace referencia a que los laicos pueden suplir algunas funciones sacerdotales ante la ausencia del sacerdote. Respecto de la relación que debe tener el laico con los sacerdotes, así como con su parroquia, el texto dice lo siguiente:

Los laicos han de habituarse a trabajar en la parroquia en íntima unión con sus sacerdotes, a exponer a la comunidad eclesial sus problemas y los del mundo y las cuestiones que se refieren a la salvación de los hombres, para que sean examinados y resueltos con la colaboración de todos; a dar, según sus propias posibilidades, su personal contribución en las iniciativas apostólicas y misioneras de su propia familia eclesiástica (…) Los fieles laicos, juntamente con los sacerdotes, religiosos y religiosas, constituyen el único Pueblo de Dios y Cuerpo de Cristo (Juan Pablo II, 1988).

Sobre la relación que se espera de un laico con un obispo, se dice:

El testimonio de una comunión firme y convencida en filial relación con el Papa, centro perpetuo y visible de unidad en la Iglesia universal, y con el Obispo “principio y fundamento visible de la unidad” en la Iglesia particular, y en la “mutua estima entre todas las formas de apostolado en la Iglesia”. La comunión con el Papa y con el Obispo está llamada a expresarse en la leal disponibilidad para acoger sus enseñanzas doctrinales y sus orientaciones pastorales. La comunión eclesial exige, además, el reconocimiento de la legítima pluralidad de las diversas formas asociadas de los fieles laicos en la Iglesia y, al mismo tiempo, la disponibilidad a la recíproca colaboración (Juan Pablo II, 1988).

Respecto a la misión que tiene un laico sobre el Evangelio:

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Los fieles laicos, precisamente por ser miembros de la Iglesia, tienen la vocación y misión de ser anunciadores del Evangelio: son habilitados y comprometidos en esta tarea por los sacramentos de la iniciación cristiana y por los dones del Espíritu Santo (Juan Pablo II, 1988).

Se hace referencia a la necesidad de que los laicos vayan por el mundo anunciando el Evangelio, así como también de defender siempre la dignidad humana ante cualquier forma que atente contra la vida humana (incluido aborto y eutanasia). Se menciona el matrimonio y la vida familiar como el primer momento del compromiso social, así como también la necesidad de ampliar eso hacia una forma de solidaridad y de participación política, iluminados por la Doctrina Social.

3.1.7. Discusión teórica sobre Christifideles Laici y el momento actual del laico.

Diversas son las opiniones y bajadas que tuvo este largo documento sobre los laicos. En el análisis del documento realizado por el sacerdote jesuita Jorge Costadoat (1989), dice que el Papa pide una misión del laico especialmente en la inserción en el mundo, aunque no es exclusiva del laico. Para lograr eso es necesario que todos, laicos y demás, adhieran a Jesús, y, como resultado de eso, es necesaria la inserción del laico en la Iglesia. Reconoce que no todos los miembros en la Iglesia tienen entre sí un trato fraterno, pero pone énfasis en que ningún cristiano tiene la autoridad para prescindir de la Iglesia cuando quiera cumplir su misión. Es por eso que considera fundamental una formación de los laicos que respete la libertad y la responsabilidad de cada uno frente al llamado de Dios, entendiendo lo difícil que es formar en discernimiento de la voluntad de Dios. Esta formación tiene que tener a Dios como primer formador y ser consciente de la tradición de la Iglesia en Palabra de Dios, liturgia, sacramentos, oración, dirección espiritual, práctica del amor y la justicia; y debe apuntar siempre a que el formado logre integrar su fe con su vida. Se deben asumir como riqueza las miserias de cada uno, y desde ahí apuntar a una Evangelización que sea crítica y no superficial (págs. 191-193).

Una mirada más crítica tiene José Guerrero (1989), sacerdote jesuita. Para él, los laicos siempre han sido tratados para que estén tranquilos sin ser protagonistas de la evangelización, sino que consumidores de servicios religiosos. Entiende que hay situaciones de laicos asombrosos, pero los

29 considera excepciones. Cuenta que en un principio la distancia entre laicos y jerarquía no era así, pero que actualmente hay una concepción errónea de que el centro de la Iglesia es el clero y no la comunidad de creyentes. Cita a San Agustín, quien decía “para ustedes soy obispo, con ustedes soy cristiano”, para enfatizar que lo que prima es lo que une y no lo que distancia. Critica frases que apartan al laico del ser Iglesia, como cuando se llama a que la Iglesia tiene que ser pobre y sencilla, entendiendo por Iglesia al clero, y se excluye de esta dimensión al laico, como si el laico tuviera otra posibilidad de vivir consecuentemente su fe. Para Guerrero, en la época preconciliar, había miembros activos, clero, y pasivos, laicos. Si bien es cierto reconoce el cambio en la figura del laico que significa el Concilio Vaticano II, critica también (al igual que McGrath), que en el documento se defina al laico por lo que no es, y que se limite su vocación y misión a la raíz bautismal. Esto, para él, crea en la Iglesia una dicotomía clero-laicado. Para el jesuita, la idea de Iglesia que debe primar y estar más presente en la mente de todos los miembros de la Iglesia es la de Pueblo de Dios, y todos son pueblo de Dios, desde el Papa hasta el último que se haya incorporado. Desde esta perspectiva, el laico asume un rol central dentro de la Iglesia, y no es él quien se entiende a partir de la jerarquía, sino que la jerarquía debe entenderse a partir del pueblo. No desconoce la necesidad de líderes, ya que todas las comunidades históricamente los han tenido, e incluso reconoce que es una realidad querida por Dios, pero dice que deben entenderse desde la comunión. Desde ahí valora la Exhortación escrita por Juan Pablo II entendiéndola como eco del Sínodo, reconoce la riqueza de la fundamentación bíblica (las parábolas de San Mateo), y siente que busca mover al laicado, sacarlo de su pasividad, y de una consideración secundaria (págs. 185-190).

Para Francisco López (1989), un laico que reflexiona en la Revista Mensaje sobre Christifideles Laici, la maestría de Juan Pablo II está en la capacidad de añadir criterios hermenéuticos y en la reactualización de lo que había dicho el Concilio Vaticano II sobre el laicado. Valora positivamente la fundamentación bíblica del documento. El uso de la imagen de “la viña”, para López, representa el abandono de una idea de pueblo elegido exclusivo y la incorporación del entendimiento del mundo entero como sagrado, y el laicado está llamado a evangelizarlo, entendiendo esto como una transformación (pág. 194).

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Rafael Pereira (1989), en un comentario publicado en Revista Mensaje en septiembre de 1989, reflexiona sobre el llamado que hace Christifideles Laici a la vida en comunidad, a no aislarse. Desde esa base articula una revisión sobre el Primer Encuentro de Laicos que se desarrolló en Padre Hurtado entre el 4 y el 6 de agosto. A dicho encuentro asistieron cerca de 200 personas, y fueron acompañados por el Superior Mundial de los Salesianos, el padre Egidio Viganó; por el Vicario General para la Pastoral de Santiago, padre Cristián Precht; y por el arzobispo de Santiago, Cardenal Juan Francisco Fresno. Pereira cuenta que en dicho encuentro se sintieron interpelados por el contexto político, por el sufrimiento del pueblo, y por la posibilidad cercana de una construcción democrática. Se puso énfasis en que los laicos deben tener acciones concretas de anuncio y de denuncia. Se hizo un llamado a diversos actores sociales, entre ellos el clero, a quienes se les pidió seguir acompañando a los laicos a través de una lógica de comunión (págs. 372-373).

El laicado al estilo de San Ignacio también tiene características especiales. En un artículo sobre la vocación laical ignaciana, escrito por María de los Ángeles Pavez (2002), la autora desarrolla la idea de la consolación. Siente que los laicos tienen una misión consoladora en el mundo. Sobre las preguntas recurrentes que surgen cuando se habla de laico, dice que probablemente no haya una respuesta o una receta determinante o satisfactoria, pero sí descubre algunas pistas. Por ejemplo, dice que ser laico no es una opción por descarte, sino que es una vocación en sí misma. Luego ocupa de base la definición de Lumen Gentium en la que se habla de los lugares que le son propios al laico para evangelizar, y pone el acento en que eso quiere decir que, si el laico no evangeliza en esos lugares, la Iglesia no evangeliza. Entrando en la especificidad de ser laico ignaciano, que debe buscar siempre y en todo la voluntad de Dios, y para eso el principal medio con el que cuenta son los ejercicios espirituales. Luego destaca la diferencia que hay entre un laico ignaciano y el resto de los laicos, e incluso entre el laico ignaciano y la propia Compañía, aun cuando sean formados por miembros de la Compañía, ya que los espacios en los que se mueve el laico son extraeclesiales e intramundanos. Se resalta en esta búsqueda la experiencia laical de San Ignacio (págs. 20-22).

Desde una óptica similar, José Reyes (2004), encargado del sector de educación popular de la red educacional ignaciana en 2004, analiza la condición del laico cristiano. Parte definiéndose como laico cristiano debido a

31 su seguimiento de Jesucristo, pero específica que es “laico” en cuanto también tiene una relación con la Iglesia. Reconoce la evangelización en los campos más próximos que cada laico tiene: su familia, su trabajo. Y entiende que los medios son gestos, palabras, estilo de vida. Y que los destinatarios son personas concretas. Dice que el laico debe practicar el estilo de Jesús, sin dar largas cátedras y sin obviar ningún tema contingente, participando libremente de toda instancia en la que pueda participar y mezclándose con todas las personas, especialmente con los más necesitados. Menciona que los laicos “de hoy” quieren protagonizar su trabajo, interpelando a las autoridades tanto del mundo civil como del religioso, ya que de esa forma se hacen Iglesia. Confiesa que no siempre es fácil tener una relación de amor con la Iglesia, y que en muchos laicos ha oído decir que creen en Cristo, mas no en la Iglesia. Pero que eso no quita el deseo de pertenecer a la Iglesia, ni que desconoce tampoco la existencia de una estructura ni de una jerarquía, aun cuando tampoco sea satisfactorio sólo escuchar catecismos y prédicas (págs. 14-16).

Pablo Fontaine (1996), sacerdote de los Sagrados Corazones, analiza el rol evangelizador que tiene el laico. Hace un llamado a que en el trabajo profesional, en lo administrativo, en lo obrero, en lo artístico y en lo político, que es donde el laico se mueve, vea también ahí un lugar de evangelización, ya que percibe que muchas veces se reduce el campo de evangelización a lo intraeclesial, tanto para laicos como para sacerdotes ministeriales. Cree que para que la evangelización sea efectiva, deben existir ciertas condiciones tales como que el que evangeliza tenga siempre puesta su mirada en Jesús, y es necesario que se despoje de su vida para que dé todo lugar a Jesús. Para conseguir esto, es indispensable una vida de oración, sólo así no se pondrá a sí mismo como centro y fin de su trabajo, sino que pondrá ahí a quienes fue enviado a evangelizar, privilegiando a los pobres. Es importante, para Fontaine, que el laico reconozca en el ejercicio de su trabajo o profesión el material de su evangelización, promoviendo el bien, el crecimiento y la unidad; de forma distinta, puede haber personas que aún diciendo que actúan en nombre de Dios, aplasten a lo débiles, se enriquezcan a costa de los pobres o que busquen su propia comodidad sin preocuparse por el bien de los demás, ahí hay más bien destrucción del Reino (págs. 11-13).

Antonio Bentué, como teólogo laico, ha desarrollado ampliamente el tema laical en sus reflexiones y artículos. En 1994, en un artículo que abarca a

32 todos los miembros de la Iglesia, por consecuencia también a los laicos, defiende el derecho de opinar y diferir de la opinión o decisión del Papa:

La opinión, y evidentemente la palabra que la expresa, es, pues, necesaria en la Iglesia. Y hoy quizá como nunca. Ello es lo que permite tender hacia la síntesis propia de la formulación de la verdad. Haríamos un mal servicio en la Iglesia si sólo acatáramos órdenes, mientras por dentro, 'en los pasillos', murmurásemos las propias opiniones divergentes, sin expresarlas precisamente por amor a la verdad y a la Iglesia. Ello vale tanto para los obispos (lo cual constituye una dimensión importante del ejercicio de su colegialidad), como para sacerdotes, religiosos y laicos. La voz debe hacerse oír, como expresión legítima del ministerio profético de todos los bautizados, para que la dialéctica propia de la verdad históricamente expresada sea operativa y no se 'encalle'. Es, pues, no sólo un derecho sino un deber de fidelidad al Espíritu, en la búsqueda de la Verdad, expresar con palabras la honesta opinión que tengamos como creyentes o simplemente como personas de buena voluntad en la Iglesia. Y ello no 'por oposición' a nadie, ni menos a los Pastores, sino como aporte sincero al crecimiento de la comunidad eclesial («pros to sumieron», «para compartir» los carismas, 1C 12,7), en la misericordia (Hesed) que la construye. No se trata, pues, de 'contestaciones calculadas ni de polémicas» exhibicionistas (cf. Veritatis Splendor, n.113), sino del derecho de los fieles a participar, con su propia experiencia creyente, en el mundo con vistas a que la doctrina católica en su integridad pueda ser reconocida como realmente 'salvífica' por el hombre y la mujer de hoy (págs. 210-213).

En un texto más reciente, Bentué (2013) se pregunta si con el Papa Francisco hay una nueva conciencia en la Iglesia. Reafirma las ideas de “Iglesia pueblo de Dios” por sobre cualquier distinción jerárquica, en donde lo importante es que la pastoral opte por acompañar y no por infantilizar al rebaño. Recuerda el ya citado texto de San Agustín donde dice que para los demás es obispo, pero con los demás es hermano. Valoriza la vocación laical como tal, y reprueba a quienes ven en los laicos la “no vocación” ya que no son curas o monjas, sino que reconoce en el laicado la vocación mayoritaria en la Iglesia, descubriendo ahí una acción y deseo del Espíritu Santo. Llama a que los laicos superen el infantilismo a través de la superación del clericalismo. Se cuadra con Lumen Gentium en cuando a la importancia de la labor laical en el mundo secular, y ve la santidad del laico en cuanto a su amor compasivo que lo lleve a un compromiso social con el mundo que lo rodea (págs. 19-22).

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3.2. Obispos o jerarquía eclesial

3.2.1. Origen bíblico del obispado.

En el Nuevo Testamento se encuentran pasajes que delinean las características que, según la Primera Comunidad, debieran tener los que dirigen una comunidad, aun cuando por “epíscopo” no se entienda lo que hoy entendemos por episcopado u obispo (Biblia de Jerusalén - Nueva edición revisada y aumentada, 1998). Así, por ejemplo, San Pablo en la Primera Epístola a Timoteo indica cómo debe ser un obispo, a través de una lista clásica de cualidades exigidas para líderes de la Iglesia:

Es cierta esta afirmación: Si alguno aspira al cargo de epíscopo, desea una hermosa obra. Es, pues, necesario que el epíscopo sea irreprensible, casado una sola vez, sobrio, sensato, educado, hospitalario, apto para enseñar, ni bebedor ni violento, sino moderado, enemigo de pendencias, desprendido del dinero, que gobierne bien su propia casa y mantenga sumisos a sus hijos con toda dignidad; pues si alguno no es capaz de gobernar su propia casa, ¿cómo podrá cuidar de la Iglesia de Dios? Que no sea neófito, no sea que, llevado por la soberbia, caiga en la misma condenación del diablo. Es necesario también que tenga buena fama entre los de fuera, para que no caiga en descrédito y en las redes del diablo (1 Tim 3, 1 – 7).

3.2.2. Recorrido histórico de los obispos en la historia de la Iglesia Católica.

En los primeros años de la Iglesia, el tema de la designación de un obispo no pasaba tanto por quién iba a designar al obispo, sino sobre cómo tenía que ser quien fuera designado, teniendo como parámetro lo que dijera el Evangelio. Los dos criterios que se usaban, sin ser de igual peso, pero sin faltar ninguno, eran la elección que hacía la Iglesia local y el control jerárquico que ejercían los demás obispos de la región. A partir del siglo IV el pueblo deja de tener injerencia en la decisión del obispo y pasan a ser los honorables quienes eligen, lo que permitió que, en algunos casos, como en las capitales que eran lideradas por patriarcas, hubiese favoritismo y corrupción frente a la elección. Es por esto que los Papas del siglo V buscaron la forma de devolver el derecho de las comunidades locales en las elecciones de sus obispos. De aquí surgen las frases tipo: ningún obispo impuesto a la fuerza. Para León Magno es de suma importancia que el obispo no sufra el rechazo de su comunidad, por eso busca y promueve

34 métodos inclusivos de elección. Entre los siglos VI y IX se vive un período de decadencia respecto a la colegialidad y elección de obispos, debido a que todo pasa a manos del rey, por lo que toda elección o intento de agrupación queda supeditado a lo que el rey dijera. Los reyes germánicos se habían convertido al catolicismo y son ellos los que terminan teniendo la última palabra. El pueblo podía proponer para que el rey aprobara, o también podía ser que el rey propusiera, pero tenía siempre él la última palabra. Esto se mantuvo más o menos hasta el siglo IX. Luego, con la reforma gregoriana, se recupera el sentido inicial de la elección, quedando en manos del clero y el metropolita. El príncipe participa sin ser él quien decide, y los laicos quedan fuera de toda participación interna en la elección. Hasta este momento el papado no tiene mayor intervención en la elección de los obispos, salvo alguna situación extraordinaria en la que se recurra a Roma, lo que se fue haciendo cada vez más frecuente, debido a los intereses y a la no unanimidad que se generaba en torno a la decisión. Generalmente el Papa optaba por un tercero. Fue así como se llegó a la idea de los dos tercios para ser elegido, criterio que en el caso de la elección del Sumo Pontífice se mantiene hasta el día de hoy. A partir del siglo XIII, ante la concentración del poder eclesiástico en la figura del Papa, pasa a la normalidad que la elección de los obispos sea decidida por el Santo Padre. Pero hacia el siglo XIX, luego del Cisma de Occidente, el papado nuevamente tuvo un rol confirmador de lo que ya decidía el Estado. Los príncipes comenzaron a centralizar el poder e impidieron que los papas siguieran siendo los que designaban a los obispos. Pero ya en el siglo XVI los franceses habían puesto alerta sobre esta elección, pero estaban solos, debido a que los italianos estaban por el derecho papal, y a los españoles les había resultado cómodo que fuera el reino quien decidiera. Finalmente, en Trento, se estableció que más que el método electivo, lo que importaba era hacer un control de calidad de los candidatos, de tal manera que sea cómo sea que fuera elegido, el obispo cumpliera con los requisitos que le permitieran estar a la altura de la responsabilidad encomendada. Ya en el siglo XX, con la caída de las experiencias monárquicas y con la casi total separación Estado- Iglesia, se da casi de forma natural que el derecho de nombramiento de los obispos regrese a Roma. Se mantuvo un respeto desde Roma procurando que el candidato no tenga conflictos políticos en el país (Schatz, 1989).

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3.2.3. Los obispos en el Concilio Vaticano II.

Varios son los documentos oficiales que tiene la Iglesia Católica que hablan sobre los obispos. El Concilio Vaticano II tiene, por ejemplo, Lumen Gentium donde desarrolla la idea de Iglesia, pero, además, tiene el decreto Christus Dominus, que es sobre los deberes pastorales de los obispos, referente al Papa, entre ellos como obispos, y, también, con los laicos:

También los obispos puestos por el Espíritu Santo, ocupan el lugar de los Apóstoles como pastores de las almas, y juntamente con el Sumo Pontífice, y bajo su autoridad, son enviados a perpetuar la obra de Cristo, Pastor eterno. Ahora bien, Cristo dio a los Apóstoles y a sus sucesores el mandato y el poder de enseñar a todas las gentes, santificar a los hombres en la verdad y apacentarlos. Los Obispos, pues, han sido constituidos por el Espíritu Santo, que se les ha dado, como verdaderos y auténticos Maestros de la fe, Pontífices y Pastores (…) Los Obispos, como legítimos sucesores de los Apóstoles y miembros del Colegio Episcopal, reconózcanse siempre unidos entre sí, muestren su Solicitud por todas las Iglesias, puesto que por institución de Dios y en virtud del ministerio apostólico cada uno es, junto con los demás Obispos, responsable de la Iglesia. En particular, se muestren solícitos por aquellas regiones del mundo donde todavía no se ha anunciado la palabra de Dios, y donde, por la escasez de sacerdotes, se hallan en peligro los fieles de alejarse de la práctica de la vida cristiana e incluso de perder la fe. Por lo cual pongan todo su empeño en que los fieles sostengan y promuevan las obras de evangelización y apostolado. Procuren, además, preparar dignos ministros sagrados e incluso auxiliares, tanto religiosos como seglares, para las misiones y territorios que sufren escasez de clero (…) En el ejercicio de su ministerio de enseñar, anuncien a los hombres el Evangelio de Cristo, que es uno de los principales deberes de los Obispos, llamándolos a la fe con la fortaleza del Espíritu, o confirmándolos en la fe viva. Propónganles el misterio íntegro de Cristo, es decir, aquellas verdades cuyo desconocimiento es ignorancia de Cristo, e igualmente el camino que se ha revelado para la glorificación de Dios y, por ellos mismo, para la consecución de la felicidad eterna. Muéstrenles, asimismo, que las mismas cosas terrenales y las instituciones humanas, por determinación de Dios Creador, se ordenan también a la salvación de los hombres y, por consiguiente, pueden contribuir mucho a la edificación del Cuerpo de Cristo. Enséñenle, por consiguiente, cuán grande es el valor de la persona humana, con su libertad y la misma vida del cuerpo, según la doctrina de la Iglesia; el valor de la familia y su unidad y estabilidad, la procreación y educación de los hijos; el valor de la sociedad civil con sus leyes y profesiones; el valor del trabajo y del descanso, de las

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artes y de la técnica; el valor de la pobreza y de la abundancia y expóngales, finalmente, cómo se han de resolver los gravísimos problemas suscitados por la posesión de los bienes materiales, por su incremento y por su recta distribución, por la paz y por la guerra, y por la fraternal convivencia de todos los pueblos (…) Siendo propio de la Iglesia el establecer diálogo con la sociedad humana dentro de la que vive, los Obispos tienen, ante todo, el deber de llegar a los hombres y buscar y promover el diálogo con ellos (…) Como maestros de la perfección, procuren los Obispos promover la santidad de sus clérigos, religiosos y seglares según la vocación peculiar de cada uno, recordando que están obligados a dar ejemplo de santidad con la caridad, humildad y sencillez de vida. Santifiquen sus Iglesias de forma que en ellas se advierta el sentir de toda la Iglesia de Cristo (…) En el ejercicio de su ministerio de padre y de pastor compórtense los Obispos en medio de los suyos como los que sirven; como pastores buenos que conocen a sus ovejas y son conocidos por ellas; como verdaderos padres, que se distinguen por el espíritu de amor y de preocupación para con todos, y a cuya autoridad, conferida por Dios, todos se someten con gratitud (…) En el ejercicio de este cuidado pastoral cuiden el papel reservado a los fieles en las cosas de la Iglesia, reconociendo también la obligación y el derecho que ellos tienen de colaborar en la edificación del Cuerpo místico de Cristo (…) Siendo de tanta trascendencia y responsabilidad el ministerio pastoral de los Obispos, los Obispos diocesanos y a los que en derecho se les equiparan, si por la edad avanzada o por otra causa grave se hacen menos aptos para el cumplimiento de su cargo, se les ruega encarecidamente que, o bien ellos espontáneamente o invitados por la Autoridad competente, presenten la renuncia de su cargo (Concilio Vaticano II, 2005, págs. 367-396).

3.2.4. Los obispos en el Derecho Canónico.

Otro documento oficial que determina las características de los obispos es el Derecho Canónico. El que rige actualmente es de 1983 y fue promulgado por Juan Pablo II. En este texto encontramos sobre los obispos lo siguiente:

DE LOS OBISPOS Art. 1 DE LOS OBISPOS EN GENERAL 375 § 1. Los Obispos, que por institución divina son los sucesores de los Apóstoles, en virtud del Espíritu Santo que se les ha dado, son constituidos como Pastores en la Iglesia para que también ellos sean maestros de la doctrina, sacerdotes del culto sagrado y ministros para el gobierno.

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§ 2. Por la consagración episcopal, junto con la función de santificar, los Obispos reciben también las funciones de enseñar y regir, que, sin embargo, por su misma naturaleza, sólo pueden ser ejercidas en comunión jerárquica con la cabeza y con los miembros del Colegio. 376 Se llaman diocesanos, los Obispos a los que se ha encomendado el cuidado de una diócesis; los demás se denominan titulares. 377 § 1. El Sumo Pontífice nombra libremente a los Obispos, o confirma a los que han sido legítimamente elegidos. § 2. Al menos cada tres años, los Obispos de la provincia eclesiástica o, donde así lo aconsejen las circunstancias, los de la Conferencia Episcopal, deben elaborar de común acuerdo y bajo secreto una lista de presbíteros, también de entre los miembros de institutos de vida consagrada, que sean más idóneos para el episcopado, y han de enviar esa lista a la Sede Apostólica, permaneciendo firme el derecho de cada Obispo de dar a conocer particularmente a la Sede Apostólica nombres de presbíteros que considere dignos e idóneos para el oficio episcopal. § 3. A no ser que se establezca legítimamente de otra manera, cuando se ha de nombrar un Obispo diocesano o un Obispo coadjutor, para proponer a la Sede Apostólica una terna, corresponde al Legado pontificio investigar separadamente y comunicar a la misma Sede Apostólica, juntamente con su opinión, lo que sugieran el Arzobispo y los Sufragáneos de la provincia, a la cual pertenece la diócesis que se ha de proveer o con la cual está agrupada, así como el presidente de la Conferencia Episcopal; oiga además el Legado pontificio a algunos del colegio de consultores y del cabildo catedral y, si lo juzgare conveniente, pida en secreto y separadamente el parecer de algunos de uno y otro clero, y también de laicos que destaquen por su sabiduría. § 4. Si no se ha provisto legítimamente de otro modo, el Obispo diocesano que considere que debe darse un auxiliar a su diócesis propondrá a la Sede Apostólica una lista de al menos tres de los presbíteros que sean más idóneos para ese oficio. § 5. En lo sucesivo no se concederá a las autoridades civiles ningún derecho ni privilegio de elección, nombramiento, presentación y designación de Obispos. 378 § 1. Para la idoneidad de los candidatos al Episcopado se requiere que el interesado sea: insigne por la firmeza de su fe, buenas costumbres, piedad, celo por las almas, sabiduría, prudencia y virtudes humanas, y dotado de las demás cualidades que le hacen apto para ejercer el oficio de que se trata; 2 de buena fama; 3 de al menos treinta y cinco años; 4 ordenado de presbítero desde hace al menos cinco años; 5 doctor o al menos licenciado en sagrada Escritura, teología o derecho canónico, por un instituto de estudios superiores aprobado

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por la Sede Apostólica, o al menos verdaderamente experto en esas disciplinas. § 2. El juicio definitivo sobre la idoneidad del candidato corresponde a la Sede Apostólica. 379 A no ser que esté legítimamente impedido, quien ha sido promovido al Episcopado debe recibir la consagración episcopal dentro del plazo de tres meses a partir del día en que le llegaron las letras apostólicas; y, en todo caso, antes de tomar posesión de su oficio. 380 Antes de tomar posesión canónica de su oficio, el que ha sido promovido debe hacer la profesión de fe y prestar el juramento de fidelidad a la Sede Apostólica, según la fórmula aprobada por la misma Sede Apostólica (Juan Pablo II, 1983).

Y en el artículo siguiente, habla sobre los diocesanos, cómo debiera ser la toma de posesión y la relación que debiera cultivar con el pueblo:

Art. 2 DE LOS OBISPOS DIOCESANOS 381 § 1. Al Obispo diocesano compete en la diócesis que se le ha confiado toda la potestad ordinaria, propia e inmediata que se requiere para el ejercicio de su función pastoral, exceptuadas aquellas causas que por el derecho o por decreto del Sumo Pontífice se reserven a la autoridad suprema o a otra autoridad eclesiástica. § 2. A no ser que por la naturaleza del asunto o por prescripción del derecho conste otra cosa, se equiparan en derecho al Obispo diocesano aquellos que presiden otras comunidades de fieles de las que se trata en el ⇒ c. 368. 382 § 1. Quien ha sido promovido al Episcopado no debe inmiscuirse en el ejercicio del oficio que se le confía, antes de tomar posesión canónica de la diócesis; puede, sin embargo, ejercer los oficios que ya tenía en la misma diócesis cuando fue promovido, sin perjuicio de lo establecido en el ⇒ c. 409 § 2. § 2. A no ser que se halle legítimamente impedido, quien ha sido promovido al oficio de Obispo diocesano debe tomar posesión canónica de su diócesis dentro del plazo de cuatro meses a partir del momento en que recibe las letras apostólicas, si aún no había recibido la consagración episcopal, y dentro del plazo de dos meses, si ya estaba consagrado. § 3. El Obispo toma posesión canónica de su diócesis tan pronto como en la misma diócesis, personalmente o por medio de un procurador, muestra las letras apostólicas al colegio de consultores, en presencia del canciller de la curia, que levanta acta, o, en las diócesis de nueva erección, cuando hace conocedores de esas letras al clero y al pueblo presentes en la iglesia catedral, levantando acta el presbítero de mayor edad entre los que asisten.

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§4. Es muy aconsejable que la toma de posesión canónica tenga lugar en la iglesia catedral, con un acto litúrgico al que asisten el clero y el pueblo. 383 § 1. Al ejercer su función pastoral, el Obispo diocesano debe mostrarse solícito con todos los fieles que se le confían, cualquiera que sea su edad, condición o nacionalidad, tanto si habitan en el territorio como si se encuentran en él temporalmente, manifestando su afán apostólico también a aquellos que, por sus circunstancias, no pueden obtener suficientemente los frutos de la cura pastoral ordinaria, así como a quienes se hayan apartado de la práctica de la religión. § 2. Si hay en su diócesis fieles de otro rito, provea a sus necesidades espirituales mediante sacerdotes o parroquias de este rito, o mediante un Vicario episcopal. § 3. Debe mostrarse humano y caritativo con los hermanos que no estén en comunión plena con la Iglesia católica, fomentando también el ecumenismo tal y como lo entiende la Iglesia. § 4. Considere que se le encomiendan en el Señor los no bautizados, para que también ante ellos brille la caridad de Cristo, de quien el Obispo debe ser testigo ante los hombres. 384 El Obispo diocesano atienda con peculiar solicitud a los presbíteros, a quienes debe oír como a sus cooperadores y consejeros, defienda sus derechos y cuide de que cumplan debidamente las obligaciones propias de su estado, y de que dispongan de aquellos medios e instituciones que necesitan para el incremento de su vida espiritual e intelectual; y procure también que se provea, conforme a la norma del derecho, a su honesta sustentación y asistencia social. 385 Fomente el Obispo diocesano con todas sus fuerzas las vocaciones a los diversos ministerios y a la vida consagrada, dedicando especial atención a las vocaciones sacerdotales y misioneras. 386 § 1. El Obispo diocesano debe enseñar y explicar a los fieles las verdades de fe que han de creerse y vivirse, predicando personalmente con frecuencia; cuide también de que se cumplan diligentemente las prescripciones de los cánones sobre el ministerio de la palabra, principalmente sobre la homilía y la enseñanza del catecismo, de manera que a todos se enseñe la totalidad de la doctrina cristiana. § 2. Defienda con fortaleza, de la manera más conveniente, la integridad y unidad de la fe, reconociendo no obstante la justa libertad de investigar más profundamente la verdad. 387 El Obispo diocesano, consciente de que está obligado a dar ejemplo de santidad con su caridad, humildad y sencillez de vida, debe procurar con todas sus fuerzas promover la santidad de los fieles, según la vocación propia de cada uno; y, por ser el dispensador principal de los misterios de Dios, ha de cuidar incesantemente de que

40 los fieles que le están encomendados crezcan en la gracia por la celebración de los sacramentos, y conozcan y vivan el misterio pascual. 388 § 1. Una vez tomada posesión de la diócesis, el Obispo diocesano debe aplicar por el pueblo que le está encomendado la Misa de todos los domingos y otras fiestas de precepto en su región. § 2. Los días indicados en el § 1, el Obispo debe personalmente celebrar y aplicar la Misa por el pueblo; y si no puede celebrarla por impedimento legítimo, la aplicará esos mismos días por medio de otro, u otros días personalmente. § 3. El Obispo a quien, además de la propia, se encomiendan otras diócesis incluso a título de administración, cumple este deber aplicando una sola Misa por todo el pueblo que se le ha confiado. § 4. El Obispo que hubiera dejado de cumplir la obligación de la que se trata en los §§ 1-3, debe, cuanto antes, aplicar por el pueblo tantas Misas cuantas hubiera dejado de ofrecer. 389 Presida frecuentemente la celebración de la santísima Eucaristía en la catedral o en otra Iglesia de su diócesis, sobre todo en las fiestas de precepto y en otras solemnidades. 390 El Obispo diocesano puede celebrar pontificales en toda su diócesis; pero no fuera de su propia diócesis sin el consentimiento expreso o al menos razonablemente presunto del Ordinario del lugar. 391 § 1. Corresponde al Obispo diocesano gobernar la Iglesia particular que le está encomendada con potestad legislativa, ejecutiva y judicial, a tenor del derecho. § 2. El Obispo ejerce personalmente la potestad legislativa; la ejecutiva la ejerce por sí o por medio de los Vicarios generales o episcopales, conforme a la norma del derecho; la judicial tanto personalmente como por medio del Vicario judicial y de los jueces, conforme a la norma del derecho. 392 § 1. Dado que tiene obligación de defender la unidad de la Iglesia universal, el Obispo debe promover la disciplina que es común a toda la Iglesia, y por tanto exigir el cumplimiento de todas las leyes eclesiásticas. § 2. Ha de vigilar para que no se introduzcan abusos en la disciplina eclesiástica, especialmente acerca del ministerio de la palabra, la celebración de los sacramentos y sacramentales, el culto de Dios y de los Santos y la administración de los bienes. 393 El Obispo diocesano representa la diócesis en todos los negocios jurídicos de la misma. 394 § 1. Fomente el Obispo en la diócesis las distintas formas de apostolado, y cuide de que, en toda la diócesis o en sus distritos particulares, todas las actividades de apostolado se coordinen bajo su dirección, respetando el carácter propio de cada una. § 2. Inste a los fieles para que cumplan su deber de hacer apostolado de acuerdo con la condición y la capacidad de cada uno, y

41 exhórteles a que participen en las diversas iniciativas de apostolado y les presten ayuda, según las necesidades de lugar y de tiempo. 395 § 1. Al Obispo diocesano, aunque tenga un coadjutor o auxiliar, le obliga la ley de residencia personal en la diócesis. § 2. Aparte de las ausencias por razón de la visita ad limina, de su deber de asistir a los Concilios, al sínodo de los Obispos y a las reuniones de la Conferencia Episcopal, o de cumplir otro oficio que le haya sido legítimamente encomendado, puede ausentarse de su diócesis con causa razonable no más de un mes continuo o con interrupciones, con tal de que provea a que la diócesis no sufra ningún perjuicio por su ausencia. § 3. No debe ausentarse de su diócesis los días de Navidad, Semana Santa y Resurrección del Señor, Pentecostés y Corpus Christi, a no ser por una causa grave y urgente. § 4. Si un Obispo se ausentase ilegítimamente de la diócesis por más de seis meses, el Metropolitano informará sobre este hecho a la Sede Apostólica; si el ausente es el Metropolitano, hará lo mismo el más antiguo de los sufragáneos. 396 § 1. El Obispo tiene la obligación de visitar la diócesis cada año total o parcialmente de modo que al menos cada cinco años visite la diócesis entera, personalmente o, si se encuentra legítimamente impedido, por medio del Obispo coadjutor, o del auxiliar, o del Vicario general o episcopal, o de otro presbítero. § 2. Puede el Obispo elegir a los clérigos que desee, para que le acompañen y ayuden en la visita, quedando reprobado cualquier privilegio o costumbre en contra. 397 § 1. Están sujetos a la visita episcopal ordinaria las personas, instituciones católicas, cosas y lugares sagrados que se encuentran dentro del ámbito de la diócesis. § 2. Sólo en los casos determinados por el derecho puede el Obispo hacer esa visita a los miembros de los institutos religiosos de derecho pontificio y a sus casas. 398 Procure el Obispo realizar la visita canónica con la debida diligencia: y cuide de no ser molesto y oneroso para nadie con gastos innecesarios. 399 § 1. Cada cinco años el Obispo diocesano debe presentar al Romano Pontífice una relación sobre la situación de su diócesis, según el modelo determinado por la Sede Apostólica y en el tiempo establecido por ella. § 2. Si el año establecido para presentar la relación coincide en todo o en parte con los dos primeros años desde que asumió el gobierno de la diócesis, el Obispo puede por esa vez prescindir de preparar y presentar la relación. 400 § 1. El Obispo diocesano, el año en que debe presentar la relación al Sumo Pontífice, vaya a Roma, de no haber establecido otra cosa la Sede Apostólica, para venerar los sepulcros de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, y preséntese al Romano Pontífice.

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§ 2. El Obispo debe cumplir personalmente esta obligación, a no ser que se encuentre legítimamente impedido: en este caso lo hará por medio del coadjutor, si lo tiene, o del auxiliar, o de un sacerdote idóneo de su presbiterio, que resida en su diócesis. § 3. El Vicario apostólico puede cumplir esta obligación por medio de un procurador, incluso uno que viva en Roma; el Prefecto apostólico no tiene esta obligación. 401 § 1. Al Obispo diocesano que haya cumplido setenta y cinco años de edad se le ruega que presente la renuncia de su oficio al Sumo Pontífice, el cual proveerá teniendo en cuenta todas las circunstancias. § 2. Se ruega encarecidamente al Obispo diocesano que presente la renuncia de su oficio si por enfermedad u otra causa grave quedase disminuida su capacidad para desempeñarlo. 402 § 1. El Obispo a quien se haya aceptado la renuncia de su oficio conserva el título de Obispo dimisionario de su diócesis, y, si lo desea, puede continuar residiendo en ella, a no ser que en casos determinados por circunstancias especiales la Sede Apostólica provea de otra manera. § 2. La Conferencia Episcopal debe cuidar de que se disponga lo necesario para la conveniente y digna sustentación del Obispo dimisionario, teniendo en cuenta que la obligación principal recae sobre la misma diócesis a la que sirvió (Juan Pablo II, 1983).

3.2.5. Cómo han respondido los obispos a lo que se espera de ellos: Caso chileno durante el Golpe de Estado de 1973.

En Chile, el Golpe de Estado de 1973 fue un contexto muy determinante para la acción que tuvieron los obispos. El episcopado mantenía una tradición de relaciones correctas con el Estado, incluso de cooperación. Se mantuvo una independencia frente a los partidos políticos, aun cuando algunos de los obispos simpatizaban con la Democracia Cristiana o, también, a pesar de las antipatías que generaban los movimientos marxistas. Tras el Concilio Vaticano II y la Conferencia de Medellín, los obispos chilenos eran reconocidos como muy cercanos a los pobres. Esto permitió que después del Golpe, la Iglesia fuera la única institución que mantuvo su libertad para actividades públicas, lo que la situó en un lugar clave para la defensa de los derechos humanos y la ayuda que se podía brindar a los perseguidos. Las posturas frente al Golpe fueron variadas: unos pocos lo apoyaron públicamente; hubo algunas cuidadas críticas; y numerosos gestos humanitarios por parte no sólo de los obispos sino de todos los miembros de la Iglesia. De todas formas, la mayoría de los obispos consideró que la intervención militar había sido necesaria, valorando que estaba pensada sólo

43 como restauración del orden y sólo el tiempo que fuera necesario para cumplir con ello. El 13 de septiembre la Conferencia Episcopal publicó una declaración en la que lamentan la sangre que ha sido derramada, pero manifiestan su confianza en el Presidente, por quien, también, piden respeto. El 18 de septiembre, Raúl Silva Henríquez dijo que él esperaba que se podía lograr un mejor diálogo y lograr mejores cosas con el Gobierno Militar que con el Gobierno de Allende, ya que el nuevo régimen se declaraba “cristiano”. Así se le otorgó legitimidad al régimen. Varios obispos agradecieron a Dios por la intervención militar, especialmente por el peligro de caer en el marxismo. Sólo dos obispos expresaron reservas. Fernando Ariztía sobre las libertades, y Jorge Hourton sobre los abusos de poder. Intentando responder al deseo de unión que se le pide a una Conferencia Episcopal, y al llamado particular del papa Pablo VI de mantenerse unidos, se publicaron dos documentos que fueron aprobados por todos los obispos chilenos: “Reconciliación en Chile” en abril de 1974, y “Evangelio y paz” en septiembre de 1975. En ambos manifestaron ciertos reparos frente al actuar de los militares, incluida una mención indirecta a las torturas, pero también con palabras positivas y de alabanzas al régimen. Finalmente fueron textos contradictorios que legitimaron moralmente a los militares. Se podían descubrir cuatro posiciones: una primera que pensaba que las conversaciones privadas eran más efectivas que las denuncias públicas; una segunda que consideraba que la Junta Militar tenía principios que eran buenos, pero otros que no; una tercera que aspiraba a la prudencia que permitiera independencia y libertad de los ejercicios pastorales; y una última que opinaba que si se realizaban denuncias abiertas o públicas podría servir de estímulo para ataques represivos contra el pueblo. Si bien no se puede simplificar entre obispos que estaban a favor y obispos que estaban en contra, sí es verdad que la Conferencia Episcopal no tuvo una posición clara contra la Dictadura en sus dos primeros años, período en el que hubo amplia represión. A su vez, esta postura cuidada y amable, permitió que la Iglesia pudiera gestionar instancias de apoyo y protección como COPACHI, que años después derivaría en la Vicaría de la Solidaridad, lo que fue una ayuda inmensa y la más grande que recibieron los perseguidos políticos de la época. No obstante, la gente esperaba expresiones mucho más enérgicas de sus obispos. Fueron muchos los laicos o sacerdotes que sufrieron en carne propia los métodos abusivos del régimen, y eran ellos quienes exigían otro tono en las declaraciones de los obispos (Smith, 2013, págs. 21-26).

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3.2.6. El obispo en la actualidad: con olor a oveja.

Con la llegada del año 2000, muchos se preguntaban por el tipo de obispo que se esperaba para el tercer milenio. El sacerdote jesuita José María Guerrero (2001) se hace esta pregunta luego del Sínodo que se realizó entre septiembre y octubre de 2001, convocado por Juan Pablo II, y que trató sobre el ministerio episcopal a la luz del Concilio Vaticano II. Un primer punto dice sobre la espiritualidad del obispo. El obispo debe dejarse guiar por el Espíritu a través del mundo que camina y lucha en la historia. Debe sentirse apasionado por Dios y por los hombres. Desde ahí el testimonio del obispo será original y fecundo, hasta llegar a la santidad, de la que hay tantos ejemplos de algunos que, incluso, dieron su vida. Un segundo punto dice sobre la lucha contra la pobreza desde un corazón pobre. Un tercer punto habla sobre la colegialidad, que debe apuntar hacia la comunión. Comunión que ha de ser la base de la comunidad orgánicamente estructurada. Por lo mismo, el obispo, que es el centro y garantía de esta comunión, debe abrir los espacios para que todos, incluidos los laicos, puedan ser corresponsables y participar de las decisiones de la Iglesia local. El cuarto rasgo que presenta el autor habla de un obispo que ha de ser vigía y profeta. Debe estar atento a cualquier minimización o mentira que se pudiera decir sobre Cristo y su cruz. Y el último punto es sobre la unidad. Debe buscar que en su diócesis todos los carismas y movimientos se sientan acogidos (págs. 32-35). Ya con la llegada del Papa Francisco al Vaticano, y la promulgación de su famosa frase sobre pastores con olor a oveja, el mismo autor reflexiona sobre esta petición de Francisco. Debería, un obispo, tener un amplio discernimiento evangélico que le permita discernir sobre los signos de los tiempos. Como había dicho antes, vivir en comunión con el Papa y con su pueblo. Aquí entra el olor a oveja, que lo impulsa a estar en medio de su rebaño, con sonrisa de padre. El olor a oveja no se adquiere desde la oficina, sino que se pega en el contacto. Debe buscar la forma que, teniéndolo a él, las distintas diversidades carismáticas dialoguen entre sí. Debe denunciar con fuerza cualquier signo de atropello al Reino de Dios, la violencia, las injusticias, la corrupción, especificando su amor preferencial por los pobres. Debe ser un hombre de diálogo y escucha, que permita la comunión eclesial, que no se logra si hay sospecha, desconfianza o prejuicios. Para eso debe escuchar con atención las opiniones disidentes, ya sean de creyentes o no (Guerrero SJ, 2016, págs. 24-27).

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Misma pregunta se realiza Diego Fares (2015), sacerdote jesuita, quien pone énfasis en el carácter pastoral que ha de tener un obispo. Explica que un texto que el Papa usaba antes era el del Magnificad, que interpretaba diciendo que los obispos debían sentirse mayordomos y no amos, humildes servidores y no príncipes. Y que esa opción no es exclusiva para los obispos, sino que abarca a todo misionero cristiano. El origen griego de “obispo”, episkopo, incluye el carisma de velar, que, para el autor, es distinto de vigilar. Velar apunta a una profundidad más espiritual, a tener paciencia respecto al camino de Salvación. Esto implica haber vivido el amor. Para ejemplificar esto recurre a la figura de San José, que vela al Niño y a María con ternura y fidelidad. El autor trae a su reflexión el gesto de Francisco cuando recién había sido electo Papa: se agacha para recibir la bendición de su pueblo, así como cuando sale en el papamóvil y se pasea por la plaza. Es un papa que baja y está al medio de su pueblo. Estos gestos se ven respaldados en su doctrina. Menciona que, si bien es cierto, la gente y los medios son muy duros con los sacerdotes y obispos cuando se descubren vidas principescas, también es cierto que son muy generosos cuando un sacerdote u obispo se abaja y abraza a todos. La gente percibe esa cercanía como la cercanía de Cristo. También resalta la importancia de que el obispo tenga una relación personal con Jesucristo resucitado, y entender ese testimonio en conjunto con la Iglesia, no de forma aislada. Esto permite hacer actual a Jesucristo, situándose cada uno en su realidad única e intransferible y quedándose siempre con lo esencial. Desde aquí se entiende la imagen más significativa de Francisco, la del pastor con olor a oveja. Un pastor que anuncia la palabra de Dios, que celebra los sacramentos y que está al servicio de la caridad. No basta con vestirse con la lana de las ovejas, tienen que sentir una pasión inmensa por servirlos, deben pastorear a las ovejas y no a sí mismos. Resulta importante señalar, para el autor, que el olor a oveja no se le pega en el momento de pastorear, sino que es su propio olor a oveja que le recuerda al pueblo del que él fue sacado. El obispo que quiere el Papa es un obispo que reza, centrado en Cristo, buscando cómo su servicio trasciende al pueblo. Trascendencia que es hacia Dios y sus santos, en la oración y al prójimo, y hacia el pueblo de Dios. El obispo debe rezar con su pueblo. El olor a oveja es propio de la figura de Jesús, que sudó caminando con sus discípulos y rodeado por multitudes, el olor del lavado de pies y de las telas que cubren a Lázaro. Esa figura de Cristo, que es trinitaria, configura cuál es el modo de ser y obrar de un obispo. La cercanía que se le pide a un obispo es con todos, pero de forma especial con los más pobres, con los enfermos, con los descartados y excluidos (págs. 14-21).

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4. Marco Metodológico

4.1. Paradigma metodológico dentro del cual se enmarca el estudio

La presente investigación tiene como finalidad analizar el rol del laico católico frente a la jerarquía de la iglesia católica. La problemática escogida responde a la necesidad de entender el fenómeno que puedan estar atravesando laicos y laicas católicos ante las decisiones que toman los representantes jerárquicos de la Iglesia Católica y cuál es el rol de los laicos cuando no concuerdan, lo que se vincula estrechamente con una metodología de investigación cualitativa, debido a que como se postula en Metodología de la Investigación de Hernández Sampieri, Fernández Collado y Baptista Lucio (2014):

El enfoque cualitativo se selecciona cuando el propósito es examinar la forma en que los individuos perciben y experimentan los fenómenos que los rodean, profundizando en sus puntos de vista, interpretaciones y significados (…) El enfoque cualitativo es recomendable cuando el tema de estudio ha sido poco explorado o no se ha hecho investigación al respecto en ningún grupo social específico (pág. 358)

También se evidencia que Assumpta y Sandín (2009) señalan al respecto como una de las características fundamentales de este tipo de enfoque:

La atención de la investigación al contexto nos recuerda que la experiencia humana se perfila y tiene lugar en espacios particulares, de manera que los acontecimientos y fenómenos no pueden ser comprendidos adecuadamente si son separados de aquellos. Por ello, el investigador cualitativo focaliza su atención en contextos naturales procurando no modificarlos en la medida de lo posible. Los contextos en los que se desarrolla la investigación cualitativa no deben considerarse como espacios aculturales; la cultura, explícita o implícitamente, impregna y dota de significación los acontecimientos, vivencias, actitudes, etc. Que revisarán los estudios.

Lo que, ineludiblemente, comprende una de las principales características de esta investigación.

Este enfoque permitirá entender el fenómeno que se quiere estudiar, desde la perspectiva de la realidad que viven los participantes del caso de estudio, es decir, se podrá analizar el rol de un laico católico cuando difiere de la

47 jerarquía de la Iglesia Católica, por medio de la formulación de supuestos de investigación y de las entrevistas que se realizarán para conocer dicha realidad.

Cabe mencionar que el enfoque cualitativo permite seguir una serie de pasos de manera flexible para cumplir con los parámetros y objetivos de la investigación partiendo por el planteamiento del problema, en el que se incluye los objetivos de estudio, las preguntas de investigación y la justificación, luego un trabajo de campo que permite la sensibilización con el ambiente o con el lugar y poder identificar informantes y compenetrarse con el estudio (Hernández Sampieri, Fernández Collado, & Baptista Lucio, 2014).

4.2. Diseño de Investigación

A su vez el diseño escogido para realizar la investigación es el narrativo- biográfico, puesto que dicho diseño permite la recolección de datos por medio de entrevistas abiertas, en las cuales los actores de la investigación puedan explayarse de manera libre y recoger sus experiencias en cuanto a la realidad experimentada. Tal y como postula Ana Cecilia Salgado Lévano (2007):

Los datos se obtienen de autobiografías, biografías, entrevistas, documentos, artefactos y materiales personales y testimonios (que en ocasiones se encuentran en cartas, diarios, artículos en la prensa, grabaciones radiofónicas y televisivas, entre otros). Pueden referirse a: (1) Toda la historia de la vida de una persona o grupo; (2) Un pasaje o época de dicha historia de vida o (3) Uno o varios episodios.

También cabe mencionar que

El investigador analiza diversas cuestiones: la historia de vida, pasaje o acontecimiento(s) en sí; el ambiente (tiempo y lugar) en el cual vivió la persona o grupo, o sucedieron los hechos; las interacciones, la secuencia de eventos y los resultados. En este proceso, el investigador reconstruye la historia de la persona o la cadena de sucesos (casi siempre de manera cronológica: de los primeros hechos a los últimos), posteriormente los narra bajo su óptica y describe (sobre la base de la evidencia disponible) e identifica categorías y temas emergentes en los datos narrativos (que provienen de las

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historias contadas por los participantes, los documentos, materiales y la propia narración del investigador) (Salgado Lévano, 2007).

Lo cual refuerza la necesidad de utilizar este diseño para poder analizar en profundidad la temática planteada.

4.3. Contexto del Estudio

El caso de estudio escogido para esta investigación corresponde a la situación que se vivió en Osorno cuando se designó al obispo Juan Barros a cargo de esa diócesis. Se eligió este caso debido a que esta designación levantó un movimiento de laicos organizados en la Organización de Laicos y Laicas de Osorno que, a través de distintas manifestaciones como velatones, caminatas e intervenciones en actos públicos, además de una fuerte presencia en medios de comunicación a través de entrevistas y comunicados, rechazó esta designación. Se consideró que este caso de estudio estaba a la altura de lo pretendido para esta investigación debido a que estos laicos y laicas manifestaron públicamente su desacuerdo con la designación del obispo, teniendo diferencias con otros obispos e, incluso, con el Papa. Por lo tanto, a través de ellos, se podía acceder al objetivo general de esta investigación que es analizar el rol del laico católico cuando difiere de la jerarquía de la Iglesia Católica.

4.4. Universo y participantes

Se analizará el caso de dos laicos católicos de la diócesis de Osorno que han liderado y participado de las protestas en rechazo a la designación del Obispo Juan Barros en su diócesis. Esta elección corresponde a un muestreo intencionado, es decir:

Sobre la base del conocimiento que tiene el investigador de la población, se hace un juicio sobre qué sujetos deberían ser seleccionados para proporcionar información más adecuada que responda al propósito de la investigación (Mc Millan & Schumager, 2005, pág. 142).

Se han elegido estos participantes ya que la situación vivida en Osorno entre los laicos y la jerarquía de la Iglesia Católica evidencia una diferencia entre la decisión del Papa de nombrar y mantener como obispo de Osorno a Juan Barros (y la de los obispos de apoyar esa designación) y la Organización de

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Laicos y Laicas de Osorno que, abiertamente, se ha opuesto a esa designación (Carmona López, 2018).

4.5. Técnicas de recolección de información

Para abordar esta temática se ha escogido la entrevista en profundidad, debido a que esta permite la expresión de varias ideas, sentimientos y valoraciones que un sujeto tiene cuando vive una situación particular. Se busca articular los procesos políticos-sociales con la subjetividad, que se construye en un proceso social. Son muy importantes las significaciones y lo incidental y personal. Este tipo de entrevista supone que cada persona resignifica sus experiencias a partir de cómo conforma su esquema referencial. Se busca entender cómo el entrevistado articula su historia con su actual momento de vida. Pudiera ser que dos sucesos idénticos sean resignificados de manera distinta debido a la historia de cada uno. Para conseguir esto es necesario que el investigador construya una serie de preguntas que motiven al entrevistado a explayarse de forma amplia, se debe profundizar, provocar, incluso buscar la contradicción y la reflexión. Mediante este tipo de entrevista se pretender acceder tanto a lo personal como a lo social. Para que sea lo más útil posible, el entrevistador debe también preguntarse a sí mismo qué le pasa a él cuando se va desarrollando la entrevista, a fin de poder indagar lo máximo que se pueda (Díaz Barriga, 1991, págs. 161-178).

Para Jardón Hernández (2005) es un:

Proceso comunicativo de extracción de información, en el que entrevistador y entrevistado construyen en cada instante el discurso yendo de lo psicológico a lo sociocultural. La entrevista a profundidad puede utilizarse para usos exploratorios, preparatorios o de contraste, ilustración o profundización, con el fin de reconstruir acciones pasadas, estudiar representaciones sociales personalizadas, estudiarla interacción entre constituciones psicológicas personales y conductas sociales específicas y/o estudiar una prospección de los campos semánticos, vocabulario y discursos arquetípicos de grupos y colectivos.

A través de la entrevista en profundidad se podrá entrar en la dinámica interna y construcción social del laico católico, buscando entender su

50 vocación laical, cómo se afecto esto en el conflicto de Osorno, y cómo ha definido su identidad laical luego de ese momento.

4.6. Análisis del dato, producción y organización de datos

A partir de los datos obtenidos en las notas de campo, registro inmediato y entrevistas, se procedió a realizar la transcripción de la información, para luego procesar y analizar datos cualitativos, otorgando herramientas para localizar, codificar y anotar hallazgos de aquella información.

A partir de ello, se levantaron categorías de análisis, que según lo que establece Galeano en Romero (2005) agrupan los temas fundamentales en los cuales se enmarca el estudio. Y de ellas, se desprendieron sub- categorías que representan unidades de análisis más pequeñas que permitieron profundizar puntos fundamentales en la investigación.

Una vez que se establecieron las categorías y sub-categorías, se establecieron vínculos y relaciones entre ellas, de modo de obtener información relevante

Para el análisis de la información y el desarrollo de la investigación, se llevó a cabo un proceso de análisis de datos inductivo según McMillan y Schumagen (2005) , que permite desprender la información que aportan los datos. Los pasos que se siguieron provienen de la propuesta de estos autores que es la siguiente:

• Fase 1: Trabajo de campo, descubrimiento de los datos y transcripción de la información obtenida. • Fase 2: Identificación de temáticas frecuentes que se desprenden de los datos. • Fase 3: Luego, se establecieron categorías y sub-categorías que surgieron de los códigos y que se ligaban a los objetivos de la investigación. • Fase 4: Se establecieron las unidades de análisis claves para generar el desarrollo del estudio y dar respuesta a los objetivos propuestos. • Fase 5: Se realizaron descripciones, distinciones y relaciones entre las entrevistas desarrolladas.

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4.7. Validación de instrumentos

El proceso de validación de la entrevista se realizó a través del juicio de experto que corresponde a personas que tienen una trayectoria asociada a esta temática y que pueden aportar con “...información, evidencia, juicios y valoraciones” (Escobar-Pérez & Cuervo-Martínez, 2008). Por lo tanto, se escogieron a dos investigadores asociados al área de la investigación y la pastoral y cada uno estableció juicios y recomendaciones en relación a ambos instrumentos.

En los anexos se presentan ambos instrumentos utilizados durante la investigación, la pauta de observación junto con la tabla de las entrevistas.

4.8. Aspectos éticos

Para resguardar aspectos éticos de la investigación se tendrá en consideración lo siguiente:

• Presentar un consentimiento informado que deberá ser firmado por los actores involucrados, dejando en claro que se resguardará su identidad y que pueden finalizar su participación en el momento en que ellos lo requieran. • Asegurar que la información será confidencial y que solo será utilizada para obtener datos relacionados a la investigación. • Dar la oportunidad de entregar los resultados de la investigación a los participantes involucrados.

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5. Análisis de los resultados

Las dos entrevistas realizadas fueron hechas bajo la metodología “entrevista en profundidad” (Díaz Barriga, 1991). En ambos casos, se dividieron las temáticas en 3 partes, siendo la primera en relación a la historia de vida del entrevistado y su opción laical, la segunda sobre cómo vivieron la designación del obispo Juan Barros en Osorno, y la tercera respecto a las consecuencias de vida y religiosas que tuvo para los laicos haberse opuesto a la designación del obispo Juan Barros. Los dos entrevistados fueron escogidos debido a su participación en la Organización de Laicos de Osorno. Corresponden a una mujer y a un hombre, ambos adultos, provenientes de Osorno. A la mujer se le identificará como Entrevistada1 (E1), y al hombre como Entrevistado2 (E2), respondiendo exclusivamente al orden cronológico en que se realizaron las entrevistas.

5.1. Categorías

5.1.1. Historia de vida.

La primera categoría se llama “Historia de vida”, y tiene relación con toda la experiencia de vida, familiar y eclesial, que tuvieron los entrevistados hasta la designación del obispo Juan Barros en la diócesis de Osorno. Se escoge esta primera categoría debido a que se descubre la importancia de la historia de vida en la opción laical que tomaron los entrevistados (que en ambos casos es una decisión autónoma), se percibe una relación muy directa entre lo que los entrevistados vivieron y su decisión de ser parte de la Iglesia a través del laicado, hecho que se ve afectado por un punto de inflexión, como es la designación del obispo Juan Barros en su diócesis. De esta primera categoría se desprenden otras cuatro subcategorías:

5.1.1.1. Decisión propia de entrar a la Iglesia y experiencia con Jesús y el Evangelio.

En ambas experiencias ocurre que, siendo niños, ambos deciden por su cuenta ingresar a la Iglesia, ya que ninguno fue bautizado cuando era bebé. E1 cuenta que:

Entonces la parroquia fue un atractivo para mí por medio de mis amigas. Mis amigas me invitaron a ser parte de la Iglesia porque yo no

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era bautizada. Entonces ya de grande mis amigos me dijeron “xxxx, por qué no te inscribes”, estamos hablando para hacer la Primera Comunión en ese tiempo, como a los ocho o nueve años. Y con esta invitación que ellas me hacen yo quedo cuestionada y digo “quiero participar”. Y al año siguiente yo me inscribo para la Primera Comunión, y como no era bautizada tuve que hacer una precatequesis (…) Tenía como doce años y me bauticé conscientemente, yo elegí a mi madrina de bautizo, soy consciente de eso (E1, 2018).

Similar experiencia ocurre con E2, quien cuenta que:

Cuando yo tenía 8 años, mi hermana hizo su primera comunión en Río Negro, y me llamó la atención la misa. Encontré bonita la misa. Me dio envidia. Entonces le dije a mi mamá que yo quería lo mismo. Entonces mi mamá me llevó en Osorno a la Parroquia más cercana, que en Osorno es la Parroquia Santa Rosa de Lima, que es una Parroquia bastante chora, estaba cerca de la casa, en un sitio eriazo grande, con una capilla construida con madera de remate, constituida principalmente por mujeres de mayor edad, pero que tenía una pastoral juvenil y un trabajo con niños muy intenso. Entonces yo llego a esa Parroquia, y me quedé. Primero hice mi primera comunión, en el proceso también me hice acólito, entonces partí con ese gusto de trabajar en una comunidad viva (E2, 2018)

En ambos casos hay una experiencia que resulta motivante. Ya sea la invitación de unas amigas o la misa de Primera Comunión de la hermana, en las dos situaciones los entrevistados siendo niños, ven algo que les gusta, y deciden autónomamente participar. Luego, en ambos casos se van asumiendo nuevas responsabilidades y un compromiso mayor, que los lleva a integrar diversos grupos pastorales, entre otras cosas:

Siendo más grande participé en todos los grupos habidos y por haber, pero la Infancia Misionera fue uno de los movimientos que a mí me marcó (…) ya de más adolescente en la Confirmación (…) Creo que he sido participante activa de la Iglesia con esa conciencia de haber sido bautizada porque yo lo quise. Porque yo lo decidí (…) Participé en todo lo que pude. En el coro, misionera, en la Infancia Misionera, como animadora, como catequista, acompañando las misas en las comunidades más lejanas y rurales que tienen una misa al mes (E1, 2018).

Fui tomando otras responsabilidades, pasamos de ser un acólito, a ser el encargado del grupo de acólitos. Entonces iba a representar a la parroquia a reuniones diocesanas, después se me encargó, en la media (…) Pedro Kliegel (…) me pide que me encargue de las

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relaciones públicas de la parroquia, de que si hacíamos un beneficio, que apareciera en el diario o en la revista diocesana, esa era mi labor (E2, 2018).

5.1.1.2. Percepción del trabajo pastoral.

La segunda subcategoría tiene que ver con la percepción del trabajo pastoral que tienen los entrevistados. Bentué (1997) enfatiza en este tema, entendiendo la importancia de que los laicos participen activamente de sus pastorales, aportando y promoviendo ideas, lo que los llevará a sentirse comprometidos y a tener una buena percepción de las pastorales. Ellos, los entrevistados, a medida que van profundizando su participación en los movimientos pastorales y su conocimiento del Evangelio, comienzan a realizar juicios y apreciaciones sobre lo que ven, cuánto abarca una pastoral, la coherencia de los que mandan, y eso los lleva también a desarrollar una mirada crítica de lo que viven, generándose una participación mucho más activa y protagónica en sus distintos círculos eclesiales.

Los entrevistados relatan la importancia que tiene el Evangelio y Jesús en sus vidas, lo que se transforma en la base de sus juicios y experiencias:

Leíamos la Palabra, y decía “Estuve preso y me fuiste a ver, estuve enfermo y me visitaste, tenía hambre y me diste de comer” y yo decía “qué lindo esto, pero cuándo lo hacemos”. Y eso se lo cuestionaba a mis catequistas. “Me gusta la Palabra de Jesús, me gusta lo que dice Jesús, pero que quede aquí en el salón para nosotros y no lo hagamos vida...” eso yo lo ponía en cuestión (…). Nace desde que yo conozco el Evangelio. Yo cuando me bauticé me regalaron un Nuevo Testamento, mi madrina me lo regaló, ella sin conocer mucho de la Palabra me regaló ese Nuevo Testamento que era viejo, era uno viejo, ni siquiera era uno nuevo, porque era lo que ella tenía, y yo tan ignorante empecé leyendo la parte de abajo, los comentarios y como que no me calzaba. Y yo dije “ya, voy a empezar a leer las letras más grandes” y me leí todos los Evangelios antes de bautizarme. Entonces, claro, me gustaba lo que hacía Jesús, lo que decía, cómo lo hacía, se enojaba cuando tenía que enojarse, se entristecía cuando veía cosas que no le gustaban, y yo decía “yo quiero hacer eso, yo de verdad quiero seguir el Evangelio”, pero yo veía que en mi parroquia no pasaba mucho (E1, 2018)

Una de las cosas que llama la atención a ambos entrevistados, es que lo pastoral, lo que gira en torno a la Parroquia en la que participan, abarca

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ámbitos más allá de lo eclesial. Las parroquias resultan puntos de encuentro y de desarrollo para creyentes y no creyentes.

Rupanco, como comunidad rural se divide en poblaciones, y todo gira en torno a tres o cuatro cosas cuando se vive en el campo, que son: la parroquia, la posta o consultorio, los bomberos y la escuela, y si es que hay, una junta de vecinos. Y como es comunidad pequeña, se conocen entre todos (…) Había un nexo entre la Iglesia y los campesinos. Entonces hubo un tiempo en que los curas defendieron mucho a los campesinos, porque los campesinos estaban siendo reprimidos por los, entre comillas, dueños de la tierra, por carabineros (E1, 2018)

La población tiene más o menos 7.000 personas, a la Parroquia evidentemente no van las siete mil, y tampoco tiene capillas, pero sí era una comunidad tan viva que lograba mover, hacer mover el vecindario completo. Entonces en ese contexto crecí, donde el cristianismo, o el catolicismo en este caso, no es algo privativo sólo del que va a misa, sino que es algo que tiene las puertas abiertas incluso para que instituciones no creyentes si tenían que hacer alguna actividad, celebrar la fiesta de la primavera, hacer carros alegóricos, pudieran hacerlo. Lo que hacía la Iglesia en los 80, pero en Osorno lo hacían en pleno siglo XXI (E2, 2018)

En la definición de Laico que hace Lumen Gentium se habla de que el carácter secular es el carácter propio del laico (Concilio Vaticano II, 2005), algo a lo que Antonio Bentué (1997) también hará referencia, diciendo que la valoración de laicado corresponde justamente a su inserción secular. Los entrevistados viven este llamado a través de sus comunidades.

Esta experiencia marca a los entrevistados, los lleva a tener relaciones humanas que no se limitan a su contexto eclesial, y, además, los lleva a tener otros puntos de vista con personas que están fuera de lo pastoral o del mundo creyente, donde la mutua cooperación ayuda a crear proyectos en conjunto, como relata el Entrevistado 2, en relación a la construcción de un templo que llevó adelante su comunidad:

Como te mencionaba, la parroquia movía al vecindario y no solamente a la comunidad (…) Y no fue sólo la comunidad parroquial Santa Rosa de Lima la que colaboró, sino que el proceso involucró a las escuelas del sector, involucró incluso a la masonería. Yo tengo dos recuerdos o testimonios que para mí fueron muy significativos. Uno, de los ateos que fueron a ayudar a construir. Todavía me acuerdo que, como no

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podíamos pagar medidas de seguridad, y el edificio era alto, teníamos 4 peldaños de andamio y no teníamos arnés ni mucho menos, entonces el andamio se nos abre y todavía recuerdo que ahí fue la primera vez que vi rezar a un ateo, cuando pensó que se iba a morir, ahí gritó “ay, Dios mío, no”. Y el segundo, era ver a un carabinero que trabajó en la CNI, harneando tierra, junto con un torturado. Para mí esos dos testimonios fueron… y yo era cabro chico, estaba en IV° medio, pero esos dos testimonios me marcaron mucho. Ver que, en aras de algo común, de un proyecto mayor, podían conversar sus situaciones, por difíciles que fueran, con altura de mira, no con un ánimo de revancha. Eso me dio esperanza (E2, 2018).

Como dice el sacerdote jesuita Brahm (1987), recalca la importancia de la comunidad, ya que ahí está llamado a experimentar la fe, la esperanza y la caridad. Dentro de esta comunidad puede discernir de mejor manera los signos de los tiempos sirviendo a la Iglesia. Idea que también recalca Juan Pablo II en Christifideles Laici cuando exhorta a los laicos a permanecer siempre en la comunidad, y a que en ese lugar expongan sus problemas y los que ellos vean en el mundo (1988).

Así también la sucede a la Entrevistada1 que conversa y reflexiona su experiencia de fe con personas no creyentes:

Cuando hay personas, por lo que está viviendo la Iglesia, me dicen que cómo sigo siendo católica, porque tengo amigos ateos, me dicen que Dios no existe, que es un invento humano, yo les digo “cómo te hago entender a ti la experiencia que yo he tenido con Jesús”. Esa experiencia nadie te la puede quitar, nadie te la puede borrar, porque esa experiencia tú ya la tuviste, yo ya tuve ese encuentro profundo con Jesucristo (E1).

En este punto se descubre una clara relación con lo que dice el decreto Apostolicam Actuositatem, en donde se enfatiza en la importancia de que los laicos den un testimonio de Cristo en medio de el mundo (Concilio Vaticano II, 2005).

También resultan determinantes las experiencias que ambos fueron teniendo en sus comunidades, que están muy marcadas por un compromiso social y por comunidades potentes:

Porque con unas religiosas, las Capuchinas de la Sagrada Familia, ellas llevaban a la práctica eso. Entonces íbamos a ver a los enfermos, íbamos a visitar a los ancianos (…) Tuve un año sabático donde hice

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Pre-U, donde dije “quiero por mí misma hacer vida el Evangelio”, y me invitaron a la Pastoral carcelaria y a la Pastoral de los enfermos en el Hospital base de Osorno. Y ese año yo hice mi voluntariado en ambas partes, donde tú te encuentras con el Jesús que tú buscas, lo encuentras ahí. Porque en ese tiempo la Iglesia no era tan cuestionada, entonces lo que yo buscaba era hacer vida el Evangelio y cómo poder ayudar y aportar a los que están peor que yo. O sea en la cárcel tú te encuentras con la realidad de que hay presos que nadie los va a visitar, que no tienen cepillo de dientes, que no tienen jabón... te encuentras con esa realidad. Y en el hospital igual te encuentras con enfermos que están muriéndose y nadie los va a ver, que se mueren solos, que a lo mejor lo único que necesitan es alguien que los vaya a ver, que les dé una palabra de aliento o que simplemente los escuche. Entonces Jesús a mí me movió a eso. Y yo hasta ese tiempo me movía por eso. Y esa era mi participación en la Iglesia (E1, 2018)

La responsabilidad social que un laico católico debe tener con el mundo es algo a lo que autores como Fontaine (1986) le ponen mucho énfasis. Él cree firmemente que el laico debe estar siempre del lado de los pobres y perseguidos, entendiendo en esto un acercamiento a Jesús quien se identifica con el último de sus hermanos. Mismo llamado que hace Juan Pablo II (1988) en Christifideles Laici donde destaca la preocupación que el laico ha de tener de su entorno social. Para Bentué (2013) la santidad del laico se ve justamente en su amor compasivo que lo mueva a un compromiso social.

Para el Entrevistado2, la experiencia comunitaria resulta basal para su percepción:

Porque si bien era una parroquia movida, con Pedro Kliegel era mil veces más movida, y además él tiene fama de cura sabio. Entonces muchas personas llegaron nuevamente a la parroquia, personas que quedaron maravilladas con las homilías muy profundas que él hacía. Entonces a cada misa empezaron a llegar 500, 600 personas. Entonces un templo chiquitito, de madera de remate, que está pensado para 100 personas, 50 sentadas y 50 de pie, simplemente no daba abasto. Entonces aprovechamos el sitio eriazo y nos embarcamos en un proyecto de la construcción de un templo, que fuera más acorde a las necesidades de la época (…) Entonces todos los días nos juntábamos a construir, aprender a soldar, los que ya sabían soldar, soldaban, otros teníamos que martillar, pintar, todos los días, y luego los fines de semana eran sábados y domingos dedicados exclusivamente a la construcción. Entonces quienes no ayudaban en la construcción, ayudaban en la cocina, para alimentar a los que

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estaban trabajando. Los que no podían ayudar pintando, soldando, cosas así, ayudaban a preparar el jardín, para que el templo no quedara en un sitio eriazo, sino que quedara en un sitio que pudiera ser algo más bonito (E2, 2018).

Más adelante en la entrevista, E2 vuelve a mencionar la fuerza que tenían las comunidades previo a la llegada de Juan Barros como obispo, lo que explica, también, la determinación que tuvieron para oponerse a su designación:

Por eso Pedro Kliegel es muy reconocido allá en la zona, porque tiene poblaciones completas donde los vecinos fueron construyendo sus propias casas, pero para todos. Y después se sorteaban las casas. Entonces pasaron 4 años haciendo hoyos, otros 3 construyendo y después cada quien habitó su propia casa. Entonces las comunidades y templos parroquiales, son personas que vienen de estas comunidades donde el templo es la culminación de un proceso comunitario. Donde se repiten, más o menos, los mismos formadores. En mi caso es Pedro Kliegel, pero en otros casos son otros curas. Siguen una misma línea, son curas alemanes, con el apoyo de Valdés que crearon un laicado maduro y más crítico. Entonces son ellos los que reaccionan (E2, 2018)

Ambos entrevistados relatan sus experiencias positivas con la conciencia de que otros no tuvieron la misma suerte. La sombra de los abusos es algo que conmueve a ambos:

Mi experiencia de pequeña, de adolescente y de juventud fue buena, fue muy buena. Yo creo que mis mejores años han sido en la Iglesia hasta ahora. Y pese a la crisis y todo eso (…) He conocido curas muy buenos, religiosas muy buenas, pero también me ha tocado ver la miseria dentro de la Iglesia (…) Yo soy afortunada que desde mi niñez, mi adolescencia y juventud, fui afortunada en mi Iglesia, porque otros no tuvieron ese privilegio, otros fueron abusados (E1, 2018)

El Entrevistado2 manifiesta su sensibilidad frente al tema al aclarar libremente sobre la correcta y sana relación que tuvo con el obispo Rebolledo, años antes de la designación del obispo Barros:

Y eso de asumir responsabilidades parroquianas con representación en la diócesis, me llevó a tener mucho contacto con el obispo Rebolledo, quien llegó en 2004. Yo te estoy hablando de asumir responsabilidades, ya por el 2008, o sea que Rebolledo ya llevaba 4 años cuando nos empezamos a conocer, tanto así que creamos un

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lazo de amistad muy bonito, nunca vi algo impropio en él. Porque uno dice hoy que un obispo es sinónimo de sospecha, pero no (…) en René Rebolledo vi la figura de un padre preocupado de lo afectivo. Él era más preocupado de cómo estaba, de cómo me sentía. Porque a mi mamá la quiero mucho, pero de ella nunca tuve ese roce, pero sí lo tuve de otras personas, y lo bueno es que se dio en un marco de confianza, tal vez pudo ser confianza ciega en un momento, pero nunca estuve expuesto a un riesgo, en eso quiero ser claro (E2, 2018).

La realidad de los abusos sexuales en la Iglesia ha sido muy difícil de llevar para una gran parte del laicado, quienes reprueban estos actos, así como también su encubrimiento. Son críticos con el trato que algunos líderes eclesiales han tenido al enfrentarse a estos casos, y piden y exigen mayor coherencia (El Mostrador, 2018).

Toda esta experiencia profunda e intensa que ambos viven en sus respectivas comunidades, mientras van profundizando su vocación laical, les va abriendo una mirada crítica de distintos elementos que ellos perciben, generándoles libertad y autonomía para manifestar y defender sus opiniones.

5.1.1.3. Opción laical.

La pregunta sobre la opción laical también estuvo en la cabeza de ambos entrevistados. Si bien es cierto los dos se preguntaron por una vida de carácter religiosa, desistieron, y hoy están convencidos de que esa opción fue la correcta. Un factor común es la seguridad de que el seguimiento de Jesús no es mejor ni mayor estando en estado clerical. De hecho, como se estableció en el Marco Teórico, para el Concilio Vaticano II el laico es indispensable para la Iglesia (Concilio Vaticano II, 2005).

Me lo cuestioné a los veinte años, me cuestioné si lo mío era la vida religiosa. Estuve en un proceso de discernimiento que duró como diez meses y ahí me di cuenta que no era mi opción. Pienso y creo que si tú quieres ser un aporte, o quieres ayudar a las personas, o quieres hacer vida el Evangelio, no es necesario que estés en una congregación religiosa, no es necesario que te hagas cura, lo puedes hacer desde tu estado laical (…) A mí, mi historia de vida, mi historia eclesial, me dice que soy una laica católica, no es un invento mío, no es que sean sólo palabras, sino que hay actos concretos y lo que más me respalda es que hay una experiencia con Jesús (…) Por el bautizo soy miembro de la Iglesia, soy sacerdotisa, profetisa y reina. Entonces sí, me considero una laica católica (E1, 2018)

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En más de alguna ocasión pensé en ser sacerdote, y cómo me di cuenta de que me lo estaba planteando fue incluso de manera inconsciente. Porque en la juventud nunca pololeé, me enamoré sí de varias mujeres, pero nunca me atreví a dar un paso, porque lo que yo sentía trabajando en la comunidad, era mucho mayor que lo que sentía por ellas. Y un día cuando estaba pensando por qué a la Beatriz no le pido pololeo, y me dije “ya, le voy a pedir pololeo”, y me preguntaba qué me detenía, y era que no era tan bonito lo que sentía por ella como lo que sentía cuando estaba en la comunidad. Y pensé que a lo mejor esa es la vocación que sienten los curas para hacerse curas (…) Además, que con los teólogos que conocí mientras Pedro Kliegel era mi párroco, eran todos laicos, y los encontraba mucho más agudos que los curas, los notaba con una autoridad y libertad mucho mayor (…) Entonces esa era una intuición, con el tiempo la fui madurando y creo que no me equivoqué. Hoy esa opción sacerdotal está descartada, e incluso he pasado por épocas en las que he pensado que la Iglesia no debería tener curas (E2, 2018)

Para Guerrero (1989) la idea de una supremacía de la vocación sacerdotal por sobre la laical debe ser completamente superada, ya que lo que debe primar es la concepción de un Pueblo de Dios, en donde el laico está llamado a tener un rol central. Bentué (2013) también critica a quienes ven como superior lo sacerdotal, indicando que la vocación laical es una vocación en sí misma, y no como una segunda opción luego de lo sacerdotal.

La posibilidad de formar en el futuro una familia fue determinante para los entrevistados al momento de priorizar una opción laical:

Y además que pretendo alguna vez, y si no se da tampoco es tema, pretendo alguna vez formar una familia. Y poder crecer y formar una familia en este contexto eclesial, pero no ciego. Sino desde el Evangelio, de lo que yo he vivido, siendo crítica con la Iglesia (E1, 2018)

Y pensé que la experiencia de fe no se basa solamente en el cura y que tal vez sería bueno experimentar una vocación familiar en familia, si es soltero en soltería, no sé, pero no se agota en el cura la vocación (E2, 2018)

La exhortación apostólica Christifideles Laici recalca la importancia de la vida familiar dentro de la experiencia del laico (Juan Pablo II, 1988), así también José Reyes (2004) enfatiza la importancia de la evangelización en la familia.

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También incomodaron a los entrevistados ciertos elementos que vieron en los religiosos con los que se relacionaron, los que dieron marcha atrás a la opción sacerdotal o religiosa:

Y no me gustaba que siendo mujer me vieran con un velo y un vestido y tener preferencia, eso a mí no me gustaba. Yo lo veía con las monjas cuando íbamos a Osorno “oh, madrecita siéntese aquí”, tenían privilegios, y yo decía “por qué tienen privilegios si somos todos iguales”. Entonces yo me cuestionaba eso, que sentía que mi vida no era por el camino de ser religiosa, porque no me da la opción la Iglesia de ser diaconisa ni sacerdotisa, entonces era sólo ser religiosa, porque una religiosa igual es una laica, lo único que tienen una congregación y una opción diferente al laicado (E1, 2018).

Y ahí lo pensé. Pero después me detuve, y aunque no pololeara, fue porque me di cuenta que, salvo contadas excepciones, los curas son funcionarios, me di cuenta que mi vocación no es hacer ejercicios privados de la razón en términos kantianos sino que es hacer uso público de la razón. O sea si tengo que disentir del obispo porque creo que es injusto lo que está haciendo, lo voy a hacer, y me di cuenta que los curas no tienen esa libertad, no me gustaba el proceso formativo tampoco. Esto de que te aíslen de la comunidad para meterte en una casa…no me atraía del todo. Y más aún, empecé a experimentar, en este proceso de construcción del templo, el miedo de muchos curas al obispo. Entonces tal vez no fue el sacerdocio lo que me espantó, sino ver a los sacerdotes lo que me terminó espantando (E2, 2018)

La valoración de la opción laical, la convicción de que es una vocación ni superior ni inferior de la sacerdotal y los deseos futuros de llegar a formar una familia son los criterios que llevan a los entrevistados a optar por el laicado como su forma de participación en la Iglesia. También resultan incoherentes para los entrevistados los privilegios, la falta de autonomía de los sacerdotes y los procesos formativos, que terminan reafirmando la opción laical de los entrevistados.

5.1.1.4. Relación con clero y jerarquía.

La última subcategoría de “Historia de vida”, tiene que ver con la relación que tuvieron los entrevistados con el clero y la jerarquía previo a la designación del obispo Juan Barros en Osorno. Aquí se perciben experiencias muy bien valoradas por los entrevistados, en el caso de E2 llegando incluso a ver imágenes paternas en algunos sacerdotes, así como también experiencias que los decepcionaron.

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En el caso de E1, la experiencia familiar con sacerdotes es positiva, donde su papá se sintió muy respaldado y sintió mucha empatía por parte de sacerdotes durante un conflicto de tierras que lo afectó:

Había un nexo entre la Iglesia y los campesinos. Entonces hubo un tiempo en que los curas defendieron mucho a los campesinos, porque los campesinos estaban siendo reprimidos por los, entre comillas, dueños de la tierra por carabineros. Entonces había una complicidad, no sé si complicidad es la palabra, pero había un nexo ahí importante. Es una experiencia positiva de la relación de la Iglesia con la gente. De hecho, mi papá que participó siendo dirigente sindical, por el tema de defensa de las tierras de los campesinos él cayó preso y la persona que lo va a sacar es un cura. Fue un sacerdote. Entonces la experiencia es positiva, porque la Iglesia por medio de los pastores se acercaba a la gente. Esto fue desde antes que yo naciera, y tenía cuatro años cuando mi padre fue encarcelado por el tema de las tierras y todo eso. Y tiempo después, año 2009 puede ser, también lo llevaron detenido por el tema de una marcha que se hizo por lo mismo en Osorno, y donde un cura también, amigo, el padre Américo fue el primero en levantar la voz diciendo “pero por qué se lo llevan detenido, muéstrenme por favor...” obviamente era todo injusto. Entonces sí, una experiencia positiva de Iglesia. Un sacerdocio que se la jugaba por la gente, por los campesinos, que no le temía a los carabineros, que no le temía al Estado, que no le temía a nada. Y siempre por el bien de sus feligreses, de su pueblo de Dios (E1, 2018).

El Entrevistado2 ve en la relación que tuvo con el obispo Rebolledo y con el padre Pedro Kliegel elementos que, por su historia de vida (no conoció a su papá biológico), los asimila como paternales:

Yo a mi papá biológico no lo conozco, sé que está acá en Santiago. Pero en el papá de mi hermana que, si bien no vive con nosotros, reconozco la figura paterna. Al igual que en dos clérigos que son Pedro Kliegel, y también René Rebolledo (E2, 2018)

El Entrevistado2 abunda en esta experiencia, especificando lo que significaron tanto el padre Pedro Kliegel como el obispo René Rebolledo.

En Pedro Kliegel, en particular, vi al papá sabio, al que uno le pide consejos, el que tiene autoridad, autoridad en el sentido de que cada vez que conversaba con él, me sentía más, aprendía algo nuevo, tanto así que los domingos, las misas de Pedro Kliegel solían durar 2 horas, era una cosa exagerada, pero si la misa era a las 11:30, terminaba a

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las 13:30 y nos quedábamos conversando de distintos temas. De contingencia, de teología. De hecho yo con él conocí teólogos, yo no sabía que se estudiaba teología. Como él es alemán, venían muchos de Alemania a conversar con él, a hospedarse dentro de su Fundación, entonces ahí conocí muchos teólogos. Ahí conocí la Facultad de Tubing, en Alemania, porque muchos venían a conocer a Pedro Kliegel, entonces en la figura de Pedro Kliegel reconocí como esa figura paterna, de sabio, tal vez de abuelo, de anciano, porque hay una diferencia de edad grande con él (…) En René Rebolledo vi la figura de un padre preocupado de lo afectivo. Él era más preocupado de cómo estaba, de cómo me sentía. Porque a mi mamá la quiero mucho, pero de ella nunca tuve ese roce, pero sí lo tuve de otras personas, y lo bueno es que se dio en un marco de confianza, tal vez pudo ser confianza ciega en un momento, pero nunca estuve expuesto a un riesgo, en eso quiero ser claro. Todo fue dentro de un marco de respeto. Entonces todo lo que es mi infancia, mi etapa escolar, mi adolescencia, lo recuerdo con mucho cariño (E2, 2018)

También se percibe, en ambos entrevistados, diferencias que tuvieron con miembros de la jerarquía, en donde los dos manifiestan que fueron autónomos para expresar sus puntos de vista:

En ese tiempo estaba de obispo Alejandro Goic y no sé si era yo, o eran los demás, pero siempre lo cuestioné. Yo a él lo quiero mucho, como persona, como Alejandro Goic, porque me ayudó mucho a crecer como mujer, y yo le reclamaba cosas. Pero yo le decía “cuándo va a ser el día que la Revista Hacia la Cumbre, que es una revista que fundó Monseñor Valdés, va a salir la historia de la parroquia San Pedro apóstol... yo le decía “no sale porque somos del campo?”. Yo le decía “¿por qué no nos viene a ver más seguido, no nos viene a ver porque somos campesinos?” Y él “No, xxxx, no tiene nada que ver con eso”. Pero yo lo cuestionaba. Nunca me quedé callada (E1, 2018)

En el caso de E2, la experiencia es de enfrentamiento, llegando como comunidad a exigir la salida de un párroco:

El nuevo párroco que iba a llegar, era un tiro al aire. Él dijo que él no había iniciado ese proceso, así que él no iba a participar de eso, que nosotros viéramos cómo lo hacíamos. Nunca nos prestó ayuda y de hecho, ahora ya salió Barros, pero teníamos la experiencia de haber sacado a un párroco también. Ese párroco en particular no era sólo que no nos ayudara, sino que se quedaba con la plata, se la gastaba en mujeres, entonces era fuerte. Yo no tengo problemas en que los curas tengan pareja, pero el problema es que estaba a cargo del grupo de acólitos, de chiquititos, y el tipo llegaba atrasado a misa,

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hablando por teléfono con su amante, y le decía “espérame con el baby doll, y vamos a hacer esto”… entonces un día le dije “oiga, ya córtela, no tengo problema en que usted tenga mujer, pero cuestiones sexuales háblelas cuando no estén presentes niños chicos” (E2, 2018).

También relata que, para la construcción del templo, tuvieron dificultades con el obispo Rebolledo, así como una mala experiencia con el Nuncio de la época, Ivo Scapollo:

En eso ocurre nuestro segundo roce con la jerarquía, que fue con Rebolledo en ese entonces, que citamos a Rebolledo a reunión para explicarle la situación económica y ver si nos podía ayudar. Nosotros teníamos una propuesta económica de salvataje, que era que el 30% del 1% que se va a la diócesis, quedara retenido en la parroquia, y nosotros dedicáramos el 100% del 1% dado, para pagar la deuda. Y Rebolledo nos dijo que no. Que él era de la idea que no siguiéramos con la construcción del templo. Entonces nosotros le dijimos que si él nos proponía eso, que nosotros en tres meses le tendríamos construido el templo, y así fue (…) el proceso de construcción del templo llegó a oídos de Roma, tanto así que Roma mandata que Ivo Scapollo vaya a conocer el proceso de construcción para ver de qué manera podía ayudar. Tanto así que Scapollo ofrece ayuda, ayuda que todavía seguimos esperando que se materialice (E2, 2018).

Para Bentué (1994), parte del buen servicio que un laico puede hacer en la Iglesia, pasa por hacer conocer opiniones divergentes y no sólo acatar u obedecer. No se puede quedar esa observación reservada a una conversación de pasillo sino que debe llegar a quien corresponda.

Para E2, la relación con Rebolledo tiene un quiebre muy grande, luego de una reunión con el obispo Barros en la que el obispo Rebolledo hace las veces de ministro de fe. E2 se molesta con Rebolledo por haber intervenido en la reunión, siendo que sólo debió ser testigo. La actitud de Rebolledo significó un quiebre muy fuerte para E2:

Me quedé con Rebolledo, y cuando estábamos solos le dije “usted es bien desgraciado, usted era ministro de fe y se encargó de desviar las preguntas”. Y él me pide que nos juntemos mañana. Así que de la Chile me fui al otro día, y cuando llego el carácter de Rebolledo era otro. Estaba muy parco, en otra sala, se sienta en el sillón, uno muy bonito y me dice “xxxx, ¿qué es esta ridiculez de rezar afuera de la catedral? ¿qué es esto de cantar? ¿de bailar?”. Cruz para el cielo que

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es verdad todo esto. “xxxx, tú con el tiempo vas a quedar solo, estas cosas siempre pasan al olvido, ¿por qué no te pones de nuestro lado, mejor?” Y ahí Rebolledo se me cayó, me dijo que él no conocía a nadie de los que estaban protestando, en consideración que conocía a casi todos los que estábamos protestando. Que íbamos a perder demasiado, en cambio del lado de ellos hay pura ganancia. Y ahí me di cuenta que es un trepador. Yo quedé tan mal de esa reunión, que yo salí y anoté, porque en ese entonces no tenía la práctica de grabar cuando había una reunión con obispos. Así que anoté, lloraba mientras escribía, y ese mismo día me fui para Osorno, llegué al día siguiente y estaba mal. De hecho, a mi mamá no le he contado, porque mi mamá quiere mucho a Rebolledo y pensé que si le contaba eso sería un sufrimiento innecesario (E2, 2018).

Juan Pablo II (1988) menciona la importancia de que la relación entre obispo y laico no es una relación entre alguien de mayor dignidad con alguien de menor dignidad, sino que debe ser complementaria y abierta al servicio, entendiendo que tanto laicos como sacerdotes y obispos constituyen el Pueblo de Dios. Aun cuando también pide lealtad y disponibilidad para acoger las enseñanzas doctrinales, aunque matiza hablando de mutua reciprocidad. El sacerdote jesuita José Reyes (2004) también desarrolla esta idea, sin criticar el orden jerárquico, pero entendiendo que la propuesta exclusivamente catequística muchas veces es insatisfactoria para el laico. A su vez, es importante destacar en este momento, que el Derecho Canónico llama a los obispos a mantener una relación humana y cercana con los fieles (Juan Pablo II, 1983). Para Guerrero (1989), es la jerarquía la que debe entenderse a partir del pueblo, y no el laico a partir de la jerarquía. En el caso de los entrevistados, estas experiencias siguen convirtiéndose en un fortalecimiento de la opción laical.

5.1.2. Conflicto de Osorno por la designación del obispo Barros.

La segunda categoría de los resultados obtenidos en las entrevistas se denomina Conflicto de Osorno por la designación del obispo Barros. En esta categoría se analizarán las respuestas que dieron los entrevistados respecto a cómo vivieron la designación del obispo Juan Barros en su diócesis, cómo se relacionaron con él, cómo su surgió la Organización de Laicos y Laicas de Osorno, cómo fueron siendo recibidos y qué opiniones y reacciones generaron en la gente y en el clero, cómo reaccionaron ante las opiniones que efectuó el Papa Francisco sobre ellos y el conflicto, y cómo ha sido el proceso del retiro de Juan Barros como obispo de su diócesis y qué opiniones y decisiones han ido tomando ellos sobre este proceso.

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5.1.2.1. Cómo reaccionaron ante la designación del Obispo Juan Barros en la diócesis de Osorno.

Ambos entrevistados recuerdan perfectamente cómo fue el momento en que supieron de la noticia de la designación del obispo Juan Barros en Osorno.

Yo en la diócesis estaba a cargo de la Pastoral Juvenil a nivel diocesano, entonces yo era funcionara del obispado de Osorno, y también hacía secretaría en la Vicaría Pastoral, trabajaba en conjunto con el Vicario Pastoral de ese tiempo. Entonces nosotros en diciembre pensábamos que necesitábamos un obispo. En enero, el 10 de enero, cuando nombran a Barros, yo me despierto temprano, porque me empiezan a llegar los mensajes de que ya había obispo. Creo que como a las 8 de la mañana me enteré y yo estaba feliz, yo estaba muy contenta porque por fin teníamos obispo, “ya vamos a saber para donde más ir” (E1, 2018)

Barros es nombrado a las 8 de la mañana, o por lo menos ahí apareció la noticia, de que Juan Barros es nombrado obispo de Osorno. Me avisan, yo me estaba duchando en el baño, y avisan que es un obispo formado por Karadima, cercano a él, y de hecho Juan Carlos Cruz lo está acusando, pero yo digo que no porque haya sido cercano significa que haya participado en los abusos (E2, 2018)

Se ve cómo en ambos entrevistados, la primera sensación es de alegría frente el nombramiento, y de esperar a tener más información antes de hacer algún juicio. Su sensación positiva va muy de la mano de lo que se espera de un laico en relación a su obispo (Juan Pablo II, 1988). Pero esa percepción sufre un cambio muy rápido a medida que empiezan a averiguar quién es Juan Barros.

La alegría me duró media hora. O sea, yo a las 8 me enteré, publiqué, envié información para todo el mundo, super contenta. Y me llama un cura, un cura amigo, el padre Américo, que era el Vicario Pastoral de ese tiempo, y me dice “qué te parece el nuevo nombramiento”, y yo “bien, tenemos obispo, qué bacán, y a usted qué le parece” le dije yo. “No sé –me dijo-, no sé si sea tan bueno. Esto no”. “Pero padre –le decía yo-, tenemos obispo, lo demás da lo mismo, tenemos obispo”. Y eso fue como a las 8:20, a las 8:30 prendo la televisión y estaba Juan Carlos Cruz, diciendo “este hombre es un encubridor, él mientras me abusaban me veía, se besaba con Karadima” y yo sólo pensaba “no puede ser, no puede ser”. Y empecé con los contactos a dialogar esta información, saber quién era Juan Barros, porque nunca en mi vida lo

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había escuchado, saber qué pasaba con él. Y a investigar, investigar, informarme, creo que desde ese día no había leído tanto en mi vida. Me lo leí todo. Me leí hasta los expedientes de Karadima, todo. Todo me lo leí (E1, 2018)

El Entrevistado2 vive una experiencia parecida, y trata de buscar la forma de que Juan Barros pueda darse a conocer:

Entonces luego veo las redes sociales de la diócesis, y se notaba que había algunos que lo llamaban encubridor, de hecho ese mismo día se hicieron unas manifestaciones espontáneas en la Catedral, con 5 o 10 personas que se manifestaron afuera, y sería. Y yo pensaba que razonablemente hablando había que darle una oportunidad (E2, 2018)

La Entrevistada1 intenta defender a Barros de los ataques que estaba recibiendo por la designación, pero desiste de su causa debido a que el obispo no manifiesta ni argumenta nada.

Y yo me puse a defender a Juan Barros. En una entrevista que me hicieron en Canal 13 en un reportaje que hicieron, yo lo digo ahí públicamente. Yo defendí a Barros, puedo decir que sí yo lo defendí, pero llegué a un punto en que no lo pude defender más porque no tenía argumentos (E1, 2018)

El Entrevistado2 buscó formas de acercamiento y de conocimiento de las reacciones del obispo ante lo que se le estaba acusando, pero tampoco obtuvo una respuesta satisfactoria:

Entonces ese día yo le escribí una carta, que se la mandé al día siguiente, porque los correos de los obispos son bien sencillos, es su inicial, el apellido, y arroba episcopado punto ce ele. Entonces probé [email protected] y le mandé una carta donde me presenté, le decía “soy xxxx, actualmente estoy en Santiago, estudio Derecho, pero mantengo mis vínculos con la diócesis”… le conté mi trayectoria, y estoy totalmente disponible a trabajar para… con usted… con dos condiciones: que me responda si es verdad o no de lo que lo acusa Juan Carlos Cruz, y cuál es el modelo de Iglesia con el que usted se mueve. Se la mandé el 11, y tuve una llamada telefónica el martes 13… martes 13 más encima… a las 10:45 de la mañana más o menos, de un número desconocido, y me habla y me dice “hola xxxx, soy Juan Barros, gracias por tu saludo, gracias por tus palabras, vamos a trabajar muy bien”… y fueron 5 minutos en que me contó que iba a construir casi castillos en el aire. Entonces yo le decía “Señor, obispo, le hice dos preguntas y usted no me está respondiendo

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ninguna, ni siquiera la primera que es la más urgente”. Y durante los próximos 10 minutos nunca fue capaz de decirme sí o no. Siempre era que con el tiempo nos vamos a ir conociendo, que con el tiempo nos vamos a ir conociendo, que con el tiempo nos vamos a ir conociendo. Me hubiese dicho “sabes que es mentira”, yo me quedo tranquilo, pero lo cierto es que no fue capaz. Entonces yo me daba cuenta de que había un problema (E2, 2018)

Las inexistentes argumentaciones o defensas del obispo llevaron a los entrevistados a desistir en su idea de defender la designación de Juan Barros.

Yo lo defendí primero porque no lo conocíamos. Decía que cómo íbamos a crucificarlo si no le habíamos dado la oportunidad de conocerlo, de que dijera algo. Pero cuando yo ya veo que el panorama se va poniendo negro y que él no responde nada, eso a mí me huele mal. Porque por último que dijera “un saludo al pueblo de Osorno, yo estoy muy tranquilo con esto, efectivamente yo sí participé de El Bosque, pero no estoy involucrado en...” yo esperaba eso, pero no dijo nada (E1, 2018)

La misma sensación la comenzaron a descubrir en el resto de las personas y comunidades que componen la diócesis de Osorno.

En los últimos días de enero, regreso a Osorno, y llego a mi parroquia, y noto un desconcierto, no generalizado, pero sí en la conversación de pasillo. Si estaba en la oficina parroquia y conversaba sobre qué mal lo que estaba pasando, entonces empecé a sentir que había algo subterráneo, entonces pensé que en febrero no tenía mayor agenda, así que me dediqué durante las dos primeras semanas de febrero a visitar 60 familias, que fueron las que alcancé. Y en todas notaba un desconcierto. 60 familias no de mi parroquia, sino que había conocido en las actividades diocesanas. Y en todos notaba desconcierto (E2, 2018)

Finalmente, los laicos y laicas fueron buscando la forma de tener espacios donde poder expresar los sentimientos que estaban teniendo frente a esta designación, donde se pudo corroborar toda la descomposición que el nombramiento de Juan Barros generaba en la diócesis:

Entonces noté que había un desconcierto, tanto en el clero como en el laicado, y pensé que era bueno hacer una asamblea. Y convoco a mi parroquia, hablé con Américo, Américo que estaba a favor de Barros en ese momento, él luego tomó la otra postura, es un converso,

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digamos. Él estaba a favor de Barros, es un sacerdote diocesano, que, junto con Pedro Kliegel, terminaron siendo los más activos opositores a Barros. Pero en ese entonces él estaba de acuerdo, o al menos no se opuso, porque iba a ser su jefe y todo eso. Entonces yo convoco a una asamblea parroquial en febrero, y quedó la escoba en la asamblea, se hizo evidente lo que se había discutido en pasillo (E2, 2018).

Se recuerda en este momento la frase del siglo V que solicitaba que ningún obispo fuese impuesto a la comunidad (Schatz, 1989).

5.1.2.2. Organización de laicos y laicas de Osorno.

Todo el desconcierto provocado por la designación del obispo Juan Barros, las acusaciones que realizaban sobre ellas víctimas de Fernando Karadima, y la escasa capacidad del obispo de defenderse de esas acusaciones, llevan a que un grupo de laicos y laicas comiencen a organizarse en función de la salida del obispo.

El primer indicio de esta Organización está en la asamblea que convoca el Entrevistado2:

Llegaron alrededor de 150 personas, agentes pastorales, personas que vienen a misa, y eso que no se anunció en misa, sino que la misa fue el domingo, yo avisé el martes, y llamé por teléfono a través de la parroquia y puse un afiche afuera, y llegó ese buen número. Se marca la división, y al día siguiente nos volvemos a reunir para redactar una carta, y esa carta es para pedir la renuncia de Barrros (…) publico la carta, llego a mi casa, y le digo a mi mamá que noto el desconcierto tan grande, que he visitado 60 familias, sé a donde puedo llegar, con qué personas tengo que hablar, por lo que creo que es bueno que se cree una Organización para que las preguntas y el desconcierto laical que en ese momento estaba en lo privado, se organice y se haga público (E2, 2018)

La importancia de la información, de averiguar quién era Juan Barros, de qué se le acusaba, y la necesidad de dar respuesta a las comunidades que lideraban, los lleva a ser parte activa del movimiento:

Para informarme, para saber quién era, y para yo poder decir... porque yo era trabajadora del obispado, entonces no podía no tener una opinión... yo estaba, de alguna forma, a cargo a nivel diocesano de los

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jóvenes. Tenía que tener una opinión fundamentada, porque los chiquillos te preguntan, los chiquillos son más críticos que los adultos, entonces yo tenía que tener una respuesta (…) no sabíamos más en profundidad cuáles eran nuestras posiciones, no existía esto de blancos y negros, entonces de ahí nos fuimos informando, y sabiendo quién era Juan Barros y lo que decían las víctimas de Karadima, y se fue armando esta organización. Pero no fue una cosa que “desde hoy somos la Organización de Laicos y Laicas de...” no. Se fue armando, fuimos tanteando terreno, un poco a ciegas, sin saber mucho para dónde íbamos. De hecho, yo me acuerdo de una conversación con Juan Carlos Claret, porque Juan Carlos es mucho menor que yo, y yo le decía “Juan Carlos, tú te das cuenta de lo que estás organizando, de lo que estás haciendo” porque él, con los conocimientos que tiene de Derecho empezó a hacer muchas cosas, y estaba super bien, pero él es super joven. Ahí tenía 20 o 21 años. Y él me decía “no mucho, pero hay que hacerlo, hay que hacerlo”. Y de a poquito uno se fue contactando con más personas, y nos fuimos organizando, pero no así como con una estructura. Sino que era como cuando tú vas caminando por la noche y no tienes luz, y vas caminando a tientas... yo lo definiría así. Ir caminando sin saber a dónde vamos, pero tenemos esta convicción, de que no podemos tener un obispo que esté encubriendo, que sea cuestionado, que no sea capaz de defenderse, de decirnos algo a nosotros que nos deje tranquilos (E1, 2018).

Debido a los roces que habían tenido con miembros del clero y la jerarquía (tema que se verá más adelante), deciden que la Organización sea propiamente laical: “tanto así, que nosotros decimos que vamos a crear esto, independiente de los curas porque los curas nos censuran, una Organización solamente de laicos, si los curas se suman, bien, pero prescindimos de ellos” (E2, 2018).

Todo empezó laicalmente, pero por el mismo clericalismo que tenemos y que a veces no lo vemos, algunas personas empezaron a pedirle a los curas que nos apoyaran, que dijeran algo. Y por otro lado había un cura que decía “no, que los laicos se organicen, por qué hay que esperar que los curas hagan todo”. Y yo a eso le encontré mucho sentido. Yo, también clericalista, le dije a una monja “bueno, vamos a esperar a ver qué dicen los curas”. Y ella me dice “qué tienen que esperar lo que dicen los curas, ustedes organícense, ustedes hagan, es hora de que los laicos tomen protagonismo”. Y yo pensaba que de verdad me hacía sentido, me hacía mucho sentido. Entonces empezamos a organizarnos y, claro, como laica o como laico, siempre estamos pendiente de lo que dice o hace el cura, y el referente más potente era el padre Pedro Kliegel, que era una de las primeras

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personas que alzó la voz, que escribió cartas, que pidió explicaciones, y todos aplaudimos eso, pero no podíamos estar dependiendo siempre de ellos, entonces ahí tú te das cuenta de lo infantil que éramos (E1, 2018)

Como dice Bentué (1997), muchas veces son los mismos laicos los que tienen una mirada clerical y eso les impide, hace que ellos mismos se impidan estar a la altura de distintos desafíos. El mismo autor ve que la forma de superar el infantilismo laical es a través de la superación del clericalismo (2013).

En todo el proceso en que se anuncia la designación de Barros y que Barros llega a Osorno previo a su ceremonia de posesión, los laicos y laicas de Osorno ya realizan variadas manifestaciones expresando su descontento con la designación, como sucede el día 4 de Osorno, cuando Juan Barros cita a los sacerdotes de la diócesis a una reunión en la Catedral, lugar que es cambiado a última hora, cuando la organización del encuentro entre el obispo y los curas se entera que los laicos y laicas de Osorno pretenden ir a manifestarse en las afueras del templo:

Nosotros queríamos ir a funar. Entonces solamente adelantar que íbamos a ir, significó cambiar el lugar. Por nosotros en ese momento me refiero a un grupo menor, yo, algunas personas de las que visité… porque la reunión fue a mediados de febrero, no sé si 11 o 13 de febrero, el 19 de febrero nos constituimos ya como Organización, y nuestra primera campaña fue recolección de firmas, con una carta pidiéndole al Papa la remoción de Barros, apostando a que el Papa estaba desinformado. Después vinieron las velatones y actividades más públicas, porque no nos estaban escuchando. Entonces para cuando llega Barros nosotros ya teníamos apariciones en los medios, incluso antes de la primera velatón nuestro objetivo era posicionarnos en los medios, porque eso permitía que llegara más gente. Éramos 60 personas a lo más. Entonces por eso me llaman cuando Barros llega, y ellos cambian el lugar. Nosotros estábamos afuera de la Catedral, los que podíamos, porque la mayoría estaba trabajando, y nos enteramos de que habían cambiado el local (E2, 2018)

Y frente a eso la Organización siguió con las velatones, que habían empezado antes de marzo, antes del 21 de marzo. Donde yo participé, y siempre estuve más escondida de las cámaras, porque era funcionara del obispado. Había protestas donde se sabía que iba a estar Juan Barros, ahí todos los que podían iban a protestar.

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Pidiéndole que se fuera, que renunciara. Los típicos gritos que ya conocemos. Pidiéndole eso (E1, 2018)

La toma de posesión de Juan Barros como obispo de Osorno estaba programada para el 21 de marzo de 2015 en lo que fue una ceremonia que se salió completamente de control (La Tercera, 2015). Los entrevistados recuerdan cómo lo que estaba preparado no resultó como lo esperaban, a tal punto que ambos terminan protegiendo a sacerdotes e, incluso, al mismo Juan Barros, y también las nuevas ideas que surgen en ellos desde esta experiencia:

Para ese día lo que se tenía planeado era protestar pero afuera de la Catedral, pero unos pocos iban a ingresar a la Catedral, se iban a sentar en distintos lugares de la Catedral, obviamente todos vestidos de negro, y después del saludo, cuando se leyera la Bula, cuando se nombra al obispo, y en ese momento en señal de protesta pero dentro de la Catedral, estas personas que estaban ubicadas en distintas partes de la Catedral se iban a levantar y se iban a ir en silencio. Ese era el acuerdo. Antes que empezara la misa, ya había gente diciendo cosas, entonces yo le pregunto a Juan Carlos: ¿cómo nos aseguramos que la gente va a salir en el momento que sea lea la bula y que salgan en silencio?”, y me dice “es que se comprometieron”, y yo “ah, okey”. Pero llegó una cantidad de gente a protestar que no fue manejable, y se suponía que adentro iba a estar el sacerdocio que ya conocemos, y afuera iba a estar el sacerdocio laical y bautismal, porque por el bautismo nosotros también somos sacerdotes. Entonces íbamos a estar haciendo una misa paralela, pero afuera. Y por ejemplo, en el momento de la presentación de dones, habíamos buscado una cruz grande, gigante, de madera, donde iban a haber imágenes de las víctimas de abuso. Y esa cruz iba a entrar y se iba a dejar en la presentación de dones. Pero nada de eso pasó, nada de eso ocurrió, porque ya desde antes de la misa quedó la escoba. Pero fue gente nuestra y gente que no. Había de todo. Mi sensación en un principio fue de mucho dolor, porque fue un caos tremendo. Todos recibimos golpes, a todos nos empujaron. Todos la pasamos muy mal. Y nadie entendía nada. Yo lo único que atiné fue que vi a Sixto Patirsen que es un obispo super viejito, y que yo sabía que no estaba bien de salud, y cuando yo veía que la gente se iba como encima lo único que atiné fue como a abrirles el paso para que al menos pudieran pasar y no les hicieran nada. Y en eso alguien le bota la mitra a un obispo. Entonces mi lógica y mi mente me decía que había que cuidar a los más viejitos, independiente de si son obispos o no son obispos, “hay gente vieja, adulta, y hay que cuidarla”, esa fue mi lógica. Y después cuando ya vi que había más gente aportando y colaborando en eso, porque mi cuerpo no da, me traté de salir lo que

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más pude y ver que adelante ojalá no pasara nada más grave. Esa fue mi lógica, que no pasara nada más grave (E1, 2018).

Así llegamos al 21 de marzo, con protestas entremedio, con velatones. Lo que pasó el 21 de marzo en la catedral nunca fue esperado, de hecho para mí fue un fracaso el 21 de marzo, porque me di cuenta que había realizado una mala vocería, porque no fui capaz de comprender todo lo que estaba en juego con Barros. Para mí el problema siempre fue eclesial, pero el 21 de marzo me di cuenta que el problema era de interés público, porque si bien no queríamos protestar dentro de la catedral, hay un grupo que estando afuera, cuando Barros pasa por el exterior, y se va adentro, y deja la crema, viendo a la gente, y es curioso porque yo en ese momento protegí a Barros, porque veía que ya le iban a pegar o cosas peores, y pensé que mejor era sacar a la gente, y saqué a varias personas (E2, 2018)

La realidad de los abusos sexuales amplió el paradigma con que el Entrevistado2 estaba analizando el conflicto en Osorno y los argumentos para oponerse a la designación del obispo. Una conversación en la misma ceremonia de posesión, en medio de todo el desorden, le resulta reveladora:

Había una viejita de pelo blanco, que la he vuelto a ver, que lloraba y daba combos, patadas a medio mundo. Entonces yo la veo por la espalda, y la agarro por la espalda y le digo “vieja, ándate de acá” y la señora se pone firme y me dice “no, xxxx, a mi nieta su tío la abusó, y la justicia lo dejó libre” y ahí yo hice click. Y pensé que fracasé en todo esto, porque no fui capaz de sintonizar los otros problemas que estaban dentro de todo eso (E2, 2018)

Esta experiencia ejemplifica la importancia que tuvo el tema de los abusos para la Organización de Laicos y Laicas de Osorno, interpelando éticamente a sus miembros, y llevándolos a informarse con mayor rigurosidad, lo que también va profundizando sus opiniones frente al problema:

Entonces ir descubriendo esa realidad humana también va comprometiendo. Si pudiendo hacer algo, no lo hacemos, es inmoral. Entonces si podemos hacer algo por ellos, aunque sea denunciar o evidenciar las cosas, tenemos que hacerlo. Y en ese proceso, marzo, abril, mayo, junio de 2015, es que comenzamos a acceder a información. Hay una decisión de creerle a las víctimas (…) fuimos adquiriendo harta información, y nos fuimos dando cuenta que este era un problema y un problema serio. Un problema, además, que para nosotros tiene una jerarquía de responsabilidades, porque existe una primera base en la pirámide, donde está la responsabilidad primaria

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que es la del abusador, del victimario. Y ahí uno puede distinguir dos grupos de personas: el abusador depredador, que es el que se metió a cura para abusar y que es un riesgo en cualquier contexto, y también está el abusador oportunista, o sea el abuso ocurre porque se puede abusar (…) . También hay un segundo nivel de responsabilidad que recae en el obispo, no sólo por encubrir o trasladar sino por la revictimización de la víctima. El no escucharlo, el no creerle, el retrasar los procesos, el no querer indemnizar, las campañas difamatorias… entonces está este segundo nivel de responsabilidad, más aún cuando el depredador lo hace de manera tan sistemática. Lo cambian de parroquia en parroquia. Pero también hay una tercera responsabilidad que es institucional. Que es la que encabeza el Papa, la Santa Sede y el Papa. Cuando los obispos estuvieron en Roma, yo no sé si la carta está pública íntegramente, pero se supo que el Cardenal Errázuriz había mandado una carta a algunos obispos donde señala de que él no creyó en las acusaciones contra Karadima por la buena fama. Entonces cuando yo leí esa cuestión pensé que él no cachaba nada, o sea cómo no creer en las víctimas por la buena fama del cura. Pero si uno lee el Código de Derecho Canónico, está exactamente lo mismo, y ahí reinterpreté la carta de Errázuriz y claro, su público son los obispos, lo que le está diciendo a los obispos es un llamado a los cuarteles al recordarles de que a él lo están juzgando por hacer lo que todos ellos debieran hacer. Hay directrices que vienen desde Roma de cómo tienen que responder a este tipo de casos. Entonces 1717, número 1, dice que la investigación previa debe comenzar con noticias que sean al menos verosímiles, no es necesaria la denuncia por escrito. Por eso se cae Goic, porque el puro hecho del rumor ya constituye noticia. Pero qué es verosímil o no recae en el criterio del obispo, no hay una directriz. No es como que si se tienen noticias, inmediatamente a la justicia. Entonces, claro, a comienzos del 2000 “un grupo de homosexuales me viene a contar que un cura les había hecho esto… pero tiene buena fama, fama de santo”. Estamos hablando del 2000, en esos años la homosexualidad no era bien vista, “entonces tal vez era un ajuste de cuentas más que un abuso propiamente tal”… uno piensa que Errázuriz pensó así. Luego 1717, número 2, a reglón seguido, dice que en ningún caso la investigación previa puede poner en duda la buena fama del cura. Y así podríamos detallar más cosas, porque hay una política clara de cómo se debe reaccionar frente a estos casos. Hay una pirámide de responsabilidad, nos dimos cuenta que el problema es más grande que Barros (E2, 2018).

La reflexión bíblica ayudó a que los Laicos y Laicas de Osorno profundizaran en su empatía con las víctimas de abusos sexuales, y con lo que la designación de Juan Barros provocaba en ellos, lo que llevó a que ellos entendieran su opción como una motivación desde la fe:

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Después de que Barros asumió nos juntamos todos, los dos grupos de las primeras reuniones, y hacemos el siguiente ejercicio. Preguntarnos en qué consiste nuestra fe. Fue una reunión larga, todo un sábado. Y vimos Mateo 25, 31 – 45, si nuestra fe consiste en el amor prácticamente, y por el amor vamos a ser juzgados. Por el tuve hambre y me diste de comer… y el subtítulo de eso dice “El juicio de las naciones”. Entonces pensamos que nuestra fe consiste en las obras de amor, en ese caso, hacia el pobre. Pero pobre no significa sólo el que no tiene canasta básica. Nos preguntamos quiénes son pobres, entonces mi propuesta fe que pobres son los que no tienen acceso a las esferas de poder. O sea los indígenas, los migrantes, las minorías. Entonces como cristianos deberíamos estar particularmente apoyando a las personas, o acompañando a las personas que están hoy en distintos momentos, excluidas. En Osorno, en marzo de 2015, esas eran las víctimas de abuso, porque eran ellos los que sufrían o los que reabrían estas heridas precisamente con la imposición de Barros. Entonces nuestra decisión de fe, o nuestra oposición a Barros se fue madurando como una decisión de fe (E2, 2018).

Se encuentran experiencias de discernimiento del Evangelio que llevan a efectuar un juicio sobre, por ejemplo, el régimen político imperante (II Encuentro Nacional de Laicos, 1986), llamado que también realiza Juan Pablo II, para quien, además, los laicos tienen la vocación y misión de anunciar el Evangelio (1988).

También hubo conflictos y diferencias durante este proceso de construcción de la Organización. Ambos entrevistados los recuerdan y, también, interpretan qué fue lo que los mantuvo firmes, a pesar de esas diferencias:

Igual hubo cosas por las que yo confronté un poco a la Organización, por ejemplo, no me gustaban mucho las protestas de interrumpir las misas, porque respeto también al que cree. O sea, con esta joven que me dice “porque el Papa lo dice” yo la respeto, porque es su creencia y a lo mejor más adelante tendrá otra panorámica, no lo sé, pero a mí no me gustaría que mientras yo esté rezando me interrumpieran (E1, 2018).

No éramos personas aparecidas, teníamos trayectoria, algunos habíamos asumido responsabilidades grandes. Lo más duro fue en la interna, aunque a mí no me tocó vivir mucho ese proceso, desgraciadamente, porque estuve lejos, en Santiago. Entonces, claro, que una señora me quite el saludo me daba lo mismo si total no la iba

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a ver en un mes más, pero para quienes estaban ahí, diariamente, fue pesado (E2, 2018).

La potente historia previa que tenía la diócesis en cuanto al laicado y a lo que la Iglesia generaba, se percibe como uno de los factores que mantuvo a la Organización unida:

Algunos desencantados, que ya no iban a misa, pero que en lo que se estaba generando veían una canalización de que todo lo que sufrieron, porque ellos intentaron cambiar cómo eran las estructuras de su parroquia, y les fue mal. Pensaron que aislar a una persona es muy fácil, pero aislar a una comunidad es mucho más difícil. Entonces sintieron que aquí podían aportar su granito de arena. De esa forma, incluso, a la Organización fueron llegando personas que eran sobrevivientes de abuso, incluso personas que dentro de la Organización no eran creyentes y que ahora son catecumenados, o sea empezaron con sus procesos para el bautizo… así que fue un proceso raro. Porque para muchos podía ser un proceso ciudadano, pero lo cierto es que fue un proceso que se fue madurando en la fe, particularmente con ese texto de Mateo 25 que fue muy iluminador y decidimos continuar. Durante esos 3 años uno se pregunta cómo nos mantuvimos unidos, porque lo pasamos mal (…) La Organización se construye como algo supraparroquial, no es una parroquia, son varias parroquias. Son personas de distintas parroquias las que las constituyen. Parroquias que tienen algo en común, su historia. Nacen de poblaciones autoconstruidas. Son procesos que llevaron adelante estos curas alemanes, que venían con todo el impulso del Concilio Vaticano II, entre ellos Pedro Kliegel, y llegaron con todo esto, a hacerse cargo de la situación que estaba viviendo la gente y construían (E2, 2018).

El compromiso de los Laicos y Laicas que participan de la Organización es muy fuerte y llama la atención de los entrevistados:

En la Organización me ha llamado mucho la atención que haya mucha vieja. Porque están defendiendo lo que para ellas es su vida. Por ejemplo, en abril del 2016 caminamos de Osorno a Valdivia, porque veíamos que teníamos tanta carga encima de demostrar que éramos gente de Iglesia, que dijimos “hagamos un sacrificio, caminemos 115 kilómetros de Osorno a Valdivia para dar testimonio de que somos gente de Iglesia” y caminamos, y las viejas se la caminaron toda. De hecho, a una señora que tiene 88 años tuvimos que pedirle a carabineros que la ayudaran porque no teníamos cómo, y sabíamos que no iba a aguantar los últimos 10 kilómetros. Y terminó peregrinación en patrulla (E2, 2018)

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5.1.2.3. Llamados a la obediencia

La siguiente subcategoría tiene que ver con los distintos llamados a obedecer que miembros de la jerarquía de la Iglesia, así como también laicos y laicas que no eran parte de la Organización, hicieron a los integrantes del grupo. Los entrevistados mencionan estas experiencias con énfasis en lo que les pasaba a ellos cuando eran increpados por estos motivos.

Es preciso mencionar que en el Concilio Vaticano I efectivamente hay un llamado a los laicos a obedecer a la jerarquía de la Iglesia Católica (Vidales cmf, 1985), concepción que sufre un cambio al entender a clero y a laicos como integrantes en igual dignidad del Pueblo de Dios (Concilio Vaticano II, 2005) (Sedano cmf, 2005).

El Entrevistado2, cuando se enteró de la designación del obispo Juan Barros en su diócesis y de las acusaciones que se le hacían, decidió escribir a los demás obispos para saber a qué se debía la designación de ese obispo en su diócesis. En las respuestas se perciben los primeros llamados a la obediencia que reciben.

Les compartí mi carta al director, les decía algo así como que había desconcierto, que si nos podían aclarar las cosas. Fernando Chomalí respondió un “ok”. Solamente eso, siendo que él era el administrador diocesano de Osorno en sede vacante. Luego un Juan Ignacio González donde dice que “las decisiones del Papa no hay que cuestionarlas, se obedecen” (E2, 2018).

El Entrevistado2 relata que otros osorninos que mandaron cartas, recibieron respuestas similares:

Me fueron contando que varios de ellos le habían escrito a Barros, que habían conversado con él, otros que habían hablado con otros obispos y siempre tenían la misma respuesta: nunca un sí o un no cuando hablaban con Barros, y el “obedezca, obedezca” (E2, 2018)

Para la Entrevistada1, hay una primera experiencia de este tipo en el primer encuentro directo que ella tiene con el obispo Juan Barros:

Nosotros tuvimos una oración en la capilla y German Arana se sienta al lado mío, y después que terminamos la oración yo hice el ademán

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de irme, de salirme de la capilla, y él me toma del brazo y me pide que conversemos un momento, y yo me quedé. Y me empieza a decir que nosotros teníamos que aceptar al obispo, que el Papa lo había nombrado, que teníamos que obedecer prácticamente, y que Juan Barros era una persona buena y nosotros teníamos que apoyarlo. Y en ese momento fue como “perdón, ¿por qué me dice esto a mí y no a mis otros compañeros”, yo ya estaba cuestionando al obispo, ya había tomado una decisión frente a qué posición iba a tomar, entonces sentí prácticamente que me estaba manipulando o tratando de manipularme. Y yo le dije que para mí no era fácil, que lo que había pasado el 21 de marzo era una manifestación del pueblo también. Entonces ese diálogo que tuvimos a mí no me gustó, porque me sentí invadida y pensaba por qué me lo dijo a mí, sentí casi una persecución (E1, 2018)

Los entrevistados pudieron ver en otros fieles osorninos que no eran parte de la Organización cómo la decisión del Papa de que Juan Barros fuera el obispo de la diócesis era una razón suficiente en sí misma para aceptar sin cuestionamientos.

Pero había gente que sí lo recibía. ¿Por qué lo recibía? Porque el Papa lo había nombrado. Yo me acuerdo de una joven, que trabajábamos juntas, que la invitábamos a muchas cosas, una joven muy buena, y no buena de ser piadosa sino buena porque es inteligente, porque es proactiva, tiene muchas cosas positivas. Y ella me interpela que por qué estoy en contra de Barros, que por qué estoy en contra de lo que dice el Papa. Me cuestionó, me dijo “tienes que renunciar a la Pastoral Juvenil”. Y yo le dije “yo sí voy a renunciar, pero no porque tú me lo digas, yo voy a renunciar porque quiero ser coherente”. Y yo le digo ¿y tú por qué decides apoyar al obispo”. Y me dice “es que el Papa lo nombró, y yo le obedezco al Papa”. Cuando ella me responde eso yo sentí que ahí no había nada más que hablar (E1, 2018)

Macarena era una joven que ahora es religiosa, Carmelita Descalza, que se quiere mucho con su tía Ariela y Adriana, la familia Hernández Berríos. Macarena, Carmelita, nos acompañó en todo el proceso, pero se interna en el monasterio con Barros, el año 2015. Y Macarena se enteró por la prensa, al ver unas fotos de sus tías protestando contra Barros, y le mandó a decir a ellas, a través de su papá, el hermano de ellas, que por favor nunca más la fueran a ver al monasterio, porque ella no podía estar cerca de personas que no respetaran la voluntad del Papa (E2, 2018)

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Esta idea de “desobediencia” que proyectaban los miembros de la Organización en el resto de las comunidades, provocó que se les apartara de actividades que tenían en sus parroquias de origen:

Dentro de las parroquias sí se hacían beneficios, te decían que mejor no fueras, porque tú estás contra el obispo y divides a la comunidad. Entonces esas cosas de ser como extranjero en tu propia tierra, eso nos dolió mucho (E2, 2018).

También hubo sacerdotes y obispos que, en todo este tiempo, manifestaron que el deber de los laicos era obedecer la voluntad del Papa. Ambos entrevistados pasaron por estas situaciones, no sin dificultad:

Sé que personas de la Organización le escribieron cartas a obispos, algunos los hicieron callar, otros nos mandaron a que obedezcamos, otros nos decían que no teníamos que seguir, que no sigamos discutiendo, que teníamos que obedecer (…) Y muchos curas de otras diócesis, me decían “oye, xxxx, estás dividiendo, deja de alegar, obedece”, muchas personas me lo dijeron. Al principio fue chocante, porque tú te cuestionas si realmente estás dividiendo con tu opinión, pero si esto es lo que yo siento, lo que yo pienso a raíz de lo que he visto. Muchos me hicieron callar (E1, 2018).

“Pero es que nosotros creemos que Dios habla a través del Papa, y si el Papa nombró a Barros hay que aceptarlo, y si tú no crees en eso, no eres católico”. Entonces cuando tienes curas que repiten esto constantemente, entonces para la gente sencilla, no en el sentido de vestuario o económico, sino de ideas simples. Porque yo me he encontrado con gente rica de ideas muy simples, por eso les pasa lo que les pasó con Karadima, donde “no, xxxx, un católico no puede contradecir lo que dice la voluntad del Papa”. Entonces para ellos, los católicos no pueden creer en las personas homosexuales, y Juan Carlos Cruz es homosexual. Entonces si un homosexual acusa a un obispo, evidentemente se cree en lo que dice el Papa. Lo mismo pasó con nuestra forma de protesta, de hecho están los vídeos donde ellos dicen: “a mí me da lo mismo lo que pase con las víctimas o lo que está reclamando esta gentuza, lo que yo quiero es que me dejen vivir la misa tranquilo” (E2, 2018)

Algunos obispos, en conversaciones con los entrevistados, manifestaron que sus acciones frente al tema de los abusos también tenían relación con una obediencia a lo que, desde Roma, se les exigía:

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Y la pregunta al final fue: “¿Es por eso… qué vas a hacer tú, Santiago, qué vas a hacer tú, Fernando para ayudar a sanar a las víctimas que por más que Barros se quede, y por más que él pida perdón, simplemente no le creen? Y la respuesta la dio Fernando Ramos y fue: “nada, porque el Derecho Canónico nos lo impide”. Tanto así que Andrade, que estaba en la reunión, le insistirá dos veces más, que cómo no iban a hacer nada si estaban las víctimas, si ellos tenían documentos, y después Santiago Silva confirma que no harán nada porque el Derecho Canónico se los impide (E2, 2018).

5.1.2.4. Relación con el obispo Juan Barros.

Otro factor que resulta determinante es la relación directa que los entrevistados tuvieron con el obispo Juan Barros. Ambos buscaron instancias de acercamiento en las que no vieron satisfechas sus inquietudes, lo que motiva su convencimiento de que su opción de oponerse a Barros como obispo de Osorno es correcta.

Para la Entrevistada1 los primeros encuentros y la nula respuesta que Juan Barros daba a las protestas y acusaciones que se le hacían, termina por hacerla pensar que no es correcto que él siga a cargo de una diócesis:

Al final yo decía “no puedo seguir defendiéndolo, esta es la realidad” y ahí yo ya tomé una postura firma, con miedo, debo decirlo. Y luego el 21 de marzo, en la toma de posesión, que fue horrible, horrible. No era lo que teníamos planeado hacer, se nos salió de las manos. Pero después de eso el día lunes teníamos reunión, a primera hora, el personal del obispado con el obispo. Entonces yo dije “por lo menos iremos a hablar el tema de lo que pasó el sábado, no sé, hacer catarsis” y nada, era como si nada hubiera pasado. Y yo quedé como “¿qué onda, no pasó nada el sábado?” y ahí él super bien, como si nada (…) Y ese día todos nos presentamos, decíamos de dónde éramos, cuál era nuestra historia eclesial, pero él jamás dijo que estuvo en la Parroquia de El Bosque, nunca lo dijo, y contó muchas anécdotas tan folclóricas como que él tenía un campito en el sur de Santiago, y que iba con su mamá cuando niño, y que iba a recoger loe huevos de las gallinas... así como muy campesino, y sabemos que su realidad no es así. Entonces era como para tratar de entrar con nosotros, pensé yo Fueron muchas acciones de él que no me cuadraban (E1, 2018).

El Entrevistado2 se inmiscuye en el primer encuentro que el obispo Barros programó con los sacerdotes de la diócesis. Ahí intenta un acercamiento que no prospera:

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Y había que bajar al subterráneo del edificio de básica del Santa Marta, y ahí estaba Barros recibiendo a los curas, y yo suelto al cura, ya que se las arregle solo, yo ya estaba adentro. Saludo a Barros y él me dice “Padre, ¿cómo está?”, entonces yo le digo “No, yo no soy sacerdote, soy xxxx”. Y él me dice “y cómo te fue en tus clases, supe que estabas haciendo clases en los cursos de verano, cómo te ha ido en tus ayudantías”, cosas que yo no le había adelantado, pero yo asumo que había conversado con Rebolledo. Luego de eso yo me siento en la reunión, yo no le pido permiso ni él me impide el ingreso, pero antes de que comenzara la reunión, en ese típico silencio que se va dando, yo le digo “obispo Barros, yo quiero hablar, porque no quiero estar en una reunión que es de ustedes”… estaban todos los sacerdotes en forma de U, Barros estaba en una mesita y yo prácticamente al lado de él… “mira, yo soy vocero, la comunidad me eligió vocero de los católicos que estamos desconcertados con este nombramiento, no estamos de acuerdo con que usted sea nuestro obispo, porque es señal de división, pero no tenemos nada contra usted, es más, ojalá renunciara a ser obispo para que se quedara como párroco”. Esa fue nuestra propuesta. Y la respuesta de Barros, frente a todos los curas fue “yo no voy a renunciar, porque a mí el Papa me nombró obispo, y no un simple cura”. Y eso se lo dice delante a todos los curas que estaban ahí. Yo me acerco y le pido que nos dé una reunión, me pidió el número y después me llamó otro cura para decirme que, en nombre del monseñor Barros, él no tiene tiempo para reunirse, así que jodí. Pero ese fue el primer intento, no fue “fuera Barros” altiro, fue un trabajemos juntos pero díganos la verdad, no la dijo, por lo tanto renuncie a ser obispo pero quédese con nosotros, tampoco quiso, y así llegamos a su toma de posesión ya diciendo que se fuera (E2, 2018).

Los entrevistados perciben, también, rasgos de autoritarismo por parte del obispo. Otro elemento que reprueban y que, interpretan, como un excesivo poder de la jerarquía eclesial, algo que autores como Waldo Romo (1967) critican diciendo que la obediencia a la jerarquía no debe ser inmadura, o Bentué (2013) quien enfatiza que la jerarquía debe acompañar y no infantilizar al rebaño:

Para mí eso no era una misa, yo sólo quería que terminara, que Juan Barros dijera que no asumía, o que el Nuncio dijera que eso se terminaba ahí. Pero cuando ya asumió e hicieron todo lo que tenían que hacer, mi conclusión fue “esto fue un gallito entre la jerarquía eclesial y el pueblo de Dios” y ganó el más poderoso que es la jerarquía eclesial. Y a nosotros los laicos, una vez más, nos hicieron callar, así como dijo el padre Pedro, metafóricamente, “mi pastor me

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pega con el báculo”. Nos pegaron con su báculo, esa fue mi sensación, nos demostraron todo su poder que tienen (E1, 2018)

El Entrevistado2 recopiló información del trabajo anterior de Juan Barros en las otras diócesis en que había sido designado obispo, e interpreta que lo que estaba sucediendo en Osorno no era una característica propia de la diócesis u originada por el conflicto de su designación, sino que Barros respondía a un patrón que ya había manifestado en sus anteriores experiencias episcopales:

A mí personalmente me llegaron muchos correos, de sacerdotes, diáconos, seminaristas, ex seminaristas, ex sacerdotes y laicos y religiosas, de Valparaíso, de Iquique y del obispado castrense, donde me hablaban de cosas que le habían pasado con Barros y yo no taba que había un patrón. Lo mismo acá, no porque la diócesis tenga trincheras, Barros hizo esto, sino que cuando se le entregaba la diócesis en bandeja también hacía exactamente la misma percepción, todo (E2, 2018)

Diversas actitudes del obispo generaron en los entrevistados una sensación de que Juan Barros algo escondiera. Sentían que no actuaba con transparencia.

El 6 de marzo él llega a Puerto Montt, lo van a buscar a Puerto Montt en auto, y la persona que lo fue a buscar me dice “sabes que es raro él, porque cada vez que lo llamaban por teléfono en el trayecto de Puerto Montt a Osorno me pedía que parara el auto, se bajaba y hablaba” Y la experiencia nuestra con el obispo anterior era de ningún problema al hablar por teléfono porque no había nada que esconder. Y además llegando a Osorno, a esta persona que hizo de chofer, lo llaman de inteligencia de Carabineros, y le indican por dónde se tiene que ir, y fue como “cómo me van a decir a mí, que llevo años en Osorno, por dónde me tengo que ir, conozco el lugar donde tengo que ir”. Entonces fue como raro (…) tenía una reunión con los curas, me imaginaba yo que era para dar explicaciones de todo lo que estaba pasando, y se había dicho que esa reunión era en la Catedral a las 10 de la mañana, y a última hora, quince minutos antes, avisaron que era en el Colegio Santa Marta, y todos los curas perdidos, preguntaban por qué hace eso, “no puede hacer un cambio de un rato para otro, ¿qué esconde?” y más encima esa reunión fue en un subterráneo, entonces era como todo oculto. Yo siempre digo que este pastor no entró por la puerta, entró por el cerco, llegó escondido (E1, 2018)

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La poca definición de Barros frente a las acusaciones que se le atribuían, hizo que los entrevistados se vieran imposibilitados de mostrarse coherentes frente a sus comunidades, lo que suma otro factor en la percepción que se tiene sobre el obispo:

Yo trabajé un mes y medio con Barros y con el equipo decidimos renunciar a la Pastoral Juvenil. Éramos ocho personas en el equipo, donde seis firmamos la carta de renuncia, y dos no quisieron firmar. Uno porque aceptaba lo que decía el Papa y el otro porque no quería tener complicaciones para encontrar trabajo. Y era lógico porque Barros era influyente, más aún en un pueblo chico. Y esas seis personas que renunciamos, dijimos por qué, fue porque no teníamos cómo dar explicaciones a los jóvenes. Y los jóvenes buscan referentes en nosotros y no podemos mentirles. Y hasta el momento, por parte de Juan Barros, no habíamos recibido ninguna crítica, ninguna explicación, nada. Entonces cómo explicarle eso a los chiquillos (E1, 2018)

La gravedad de las denuncias, la poca respuesta del obispo, y el miedo que demostraba tenerle a su propia población, detonaron que la situación se volviera insostenible:

No era coherente tener un pastor que esté acusado de esto. Entonces uno se preguntaba quién dice la verdad, las víctimas o él. Cuando se le quiso confrontar a Juan Carlos Cruz con Juan Barros, Juan Barros nunca estuvo, nunca dio la cara. Entonces yo creo que la Organización laical fue por eso. Aparte que Juan Barros nunca dio la cara, nunca dio pie para el diálogo, y cuando lo hizo lo hizo con carabineros, entonces no se entiende un pastor que esté provocando, que se esté defendiendo con carabineros, había carabineros por todos lados. Yo creo que nunca en mi vida, de verdad, había visto tanto carabinero junto en la Iglesia (E1, 2018).

5.1.2.5. Las declaraciones y acciones del Papa Francisco.

En octubre de 2015 se publicó en la televisión chilena un vídeo grabado en mayo en donde Jaime Coiro, diácono y vocero de la Conferencia Episcopal de Chile le pregunta al Papa Francisco por Osorno, el sumo pontífice le responde que “Osorno sufre, sí, pero por tonta” y califica de “zurdos” a quienes protestan contra el obispo Juan Barros (Molina, 2015). Estas declaraciones del máximo líder de la Iglesia Católica generan sensaciones y reacciones en los entrevistados, así como en la Organización:

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Cuando escuché eso, pensé qué pasó aquí. Obviamente me dolió. Como creyente uno no se espera que un Papa te diga eso. Yo me sentí obviamente ofendida, sé que me lo estaba diciendo a mí. Cuando él lo dice, yo obviamente lo vi por la tele, yo sentí que me lo estaba diciendo a mí. En ese momento yo estaba en Santiago, no conocía a mucha gente, estaba sola y lo vi sola. Y pensé “por qué me dice eso, él no me conoce”, y me sentí mal, pésimo. A mí me pasó que desde que Barros tomó posesión, yo no le creí más al Papa, me decepcioné del Papa. Yo dije “por qué zurdos”, me preguntaba si tenía que ver con los comunistas, fue mi primera impresión, “por qué habla de zurdos”. Y analizando y analizando, yo recuerdo que para el 21 de marzo en la toma de posesión, habían personas, específicamente recuerdo a una señora, que decía “¡estos son los comunistas!” y lo gritaba en la catedral. Y yo pienso y creo que el Nuncio que estaba ahí escuchó eso y se lo pasó al Papa. Y por eso él habla de zurdos (E1, 2018).

La sensación es de tristeza y desconcierto frente a estas declaraciones del Papa Francisco es compartida por la Organización, lo que también los lleva a cuestionarse la pelea que estaban dando:

Todos estaban atónitos, no podían creer que el papa les dijera eso, algunos lloraron. Se recibió mal y generó desesperanza, porque era como pensar “estamos luchando por esto, y más encima nos atacan con esto”, nuestro propio pastor universal nos atacaba con eso, y hacía pensar si a lo mejor estábamos mal. En la interna, cada uno, yo creo que se cuestionó, yo me cuestioné, si a lo mejor estaba equivocado (E1, 2018)

Los calificativos usados por Francisco resultaron muy ofensivos para la Entrevistada1, la que, además, cuestiona los argumentos, ya que había sido el mismo Vaticano el que le había creído a las víctimas de Karadima anteriormente. Toda la experiencia la lleva a tener mucha distancia con el sucesor de Pedro:

Lo de decir que sufríamos por tontos, porque nos dejábamos influenciar, pensé que nos estábamos dejando influenciar por las víctimas, por los que el mismo Vaticano consideró víctimas. Entonces no cuadraba, si el Vaticano dice que Juan Carlos Cruz, Murillo y Hamilton son víctimas de Karadima, y lo reconoce el Vaticano, pero al mismo tiempo a mí por defender eso me dicen que soy tonta, no me cuadra. Yo lo viví mal, desde ahí tengo un rechazo con Francisco (E1, 2018).

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En enero de 2018 el Papa Francisco realizó una conflictiva visita pastoral a Chile, en la que la presencia del obispo Juan Barros en todas las actividades públicas, así como unas declaraciones del Papa Francisco en apoyo al obispo y donde trata de “calumnias” las acusaciones que se le atañen (BBC Mundo, 2018), terminan por fortalecer a la Organización y profundizar la mala percepción de Francisco que tienen los entrevistados:

El Papa nos trata de calumniadores acá en Chile, faltando a la verdad nuevamente, diciendo que no hay pruebas, cuando pruebas habían, aportadas en juicios ordinarios, en el de la Corte de Apelaciones, como en el juicio eclesiástico, entonces testimonios habían. De hecho, de las 1500 páginas que nosotros le aportamos a Betomeu y Scicluna, de esas 1500 páginas, nosotros aportamos principalmente tres cosas: quiénes somos nosotros, antecedentes judiciales en contra de Juan Barros, y Juan Barros en otras diócesis (E2, 2018)

Para mí eso fue como otra más del Papa. En verdad no me afectó, no me afectó porque ya lo de tontos y zurdos lo viví mal y todo, pero cuando dice esto, fue como en verdad pensar que el papa está mal, él está mal. Está mal informado o no quiere ver la verdad, no me sorprendió. En realidad yo lo esperaba, esperaba que dijera algo así. De hecho, lo puse en Facebook, me acuerdo, fue como “estaba esperando que Francisco dijera esto, una más, lo estaba esperando” (E1, 2018).

La comunión y lealtad con el Papa es algo históricamente solicitado, algo a lo que Juan Pablo II (1988) hace referencia en su exhortación a los laicos, aunque para autores como Guerrero (1989) tanto el Papa como el último incorporado a la Iglesia son igual de importantes. Para Bentué (1994)la voz disidente, incluso con el Papa, debe hacerse oír, porque es una expresión legítima de todos los bautizados.

A pesar de los gestos que tuvo Francisco luego de su visita a Chile, en donde envió a Monseñor Scicluna y al padre Jordi Bertomeu a escuchar a las víctimas (Reyes & Vedoya, 2018), los entrevistados se mantienen escépticos frente al Santo Padre:

Tengo la convicción absoluta de que el Papa falta a la verdad, me parece que es un lavado de imagen, pero me da lo mismo en la medida de que haya cambios. Y lo cierto es que hasta la fecha no hay cambios. Es ahí donde aun tengo una bala pasada con Francisco, y es por eso que yo creo que no nos invita, porque hasta ahora todo se ha centrado en recibir a las víctimas de Karadima, pero lo cierto es que

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de Osorno también se podría hablar que es como una víctima no esperada, tal vez sí porque Karadima formó obispos para eso, pero hacia Osorno él nunca ha hecho un gesto más allá de decir que ofendió a personas, o mandar a Bertomeu y Scicluna a que pidan perdón de rodillas, pero de parte de él, nada. Nunca es directo. Pero en realidad a mí ya me da lo mismo que el Papa nos pida perdón, porque el Papa termino corrompiendo el perdón. Porque cuando se pide perdón tantas veces por lo mismo, y vuelves a reincidir, y vuelves a caer en lo mismo, y no hay un cambio de actitud. Lo vacía de contenido (E2, 2018).

5.1.2.6. Visita de Monseñor Scicluna y Jordi Bertomeu y partida de Juan Barros.

Luego de la visita de Monseñor Scicluna y Jordi Bertomeu a Chile, y una serie de reuniones entre el Papa y las víctimas de Karadima (Melguizo, 2018), y con los obispos chilenos (Cooperativa.cl, 2018), en donde todos terminan poniendo su cargo a disposición (ADNradio.cl, 2018); el papa Francisco termina por aceptarle esta renuncia a Juan Barros (AhoraNoticias, 2018); los entrevistados viven con cautela este momento. Hay mucho daño tanto en ellos como en su comunidad; lo que les impide sentir alegría ante esta noticia.

En un principio, ambos se muestran reacios a cooperar con los enviados papales, pero, por motivos diversos, cambian de opinión y deciden participar de las entrevistas propuestas:

Y cuando el papa que va a enviar a unas personas yo pensé que eso sería más de lo mismo, yo decía que era más de lo mismo, o sea yo ahora ya totalmente desconfío. Pero cuando se reúne con Juan Carlos Cruz en Estados Unidos, y Juan Carlos Cruz empieza a decir que fue una buena conversación, que fue muy humana. Ahí me sorprendí, y yo a Juan Carlos Cruz le creo, y que haya dicho eso fue como bueno, pero aún con eso de que lo mastico pero no lo trago. Cuando llegan a Chile y empiezan a escuchar, la mayoría de las personas que habían sido escuchadas, todos valoraban muy positivamente esa escucha, y yo decía qué bien, qué ojalá se haga algo, pero sin ninguna esperanza, es como ya que ojalá si sale algo bien y, si no, no hay nada que hacer. Pero después cuando Scicluna se enferma y deciden quedarse más tiempo e invitan a que más personas que puedan vayan a hablar, yo pensé que era bueno contar lo que me tocó a vivir a mí también en el arzobispado de Santiago y con Juan Barros y cómo eso ha influido en mi trabajo,

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entonces escribí un correo a la nunciatura, pequeño, que decía “Soy xxxx, y me gustaría hablar de lo que viví un año y medio con Juan Barros en Osorno y cómo ha influenciado en mi trabajo en el arzobispado de Santiago. Saludos” (…) Y fui a hablar con Jordi Bertomeu, él me atendió, y ese día en la mañana recibía a los maristas Charles Scicluna, por eso me atendió en la tarde Jordi, y fui con ninguna esperanza y con una tremenda mochila en la espalda, incluso pensé que iba a salir mal de eso pero con la sensación de que por lo menos lo había dicho, y le pedí a una amiga que, tomando en cuenta que me iba a atender a las cuatro, que a las cuatro y media o un cuarto para las cinco, nos juntáramos para hacer contención y todo, porque yo asumía que iba a salir muy mal de ahí. Yo no creía que fuera a ser más de media hora, así que fui, fue una conversa bastante grata, muy buena, salí bien. Fue como que iba con esta mochila llena de piedras y salí sin mochila, como que ellos me dijeron que me llevaban la mochila, me sentía super bien, me sentía en paz. Y yo sentí que por fin había algo de esperanza, que aquí había esperanza (E1, 2018)

Me fui a Ginebra con mi postura de que le negaría pan y agua a Bertomeu y Scicluna, pensando que era un lavado de imagen, que el Papa siempre tuvo la información, que nos sigue tratando como a niños, entonces nosotros vamos a ser intransigentes en esta cuestión. Pero viendo las cosas en perspectiva, viendo que los pasos que pudiéramos dar nosotros en Osorno podían no solamente servir para el confort del laico, sino también para esos 200 millones de niños que dependen de la Iglesia alrededor del mundo. Por eso es que la convención de derechos del niño, y el alto comisionado de Derechos Humanos, estaban interesados en escuchar qué es lo que estaba pasando en Osorno y en Chile, y por eso ellos manejaban información como muy actualizada, casi al detalle, de lo que estaba sucediendo, porque veían que de los aciertos o desaciertos, ojalá aciertos que el Papa dé en Chile y en Osorno, ellos van a exigirlo en el extranjero. Porque hay 200 millones de niños que dependen de la Iglesia, entonces asumir esa realidad, ver las cosas en perspectiva, y ver que había gente que quería comenzar a sanar viendo a Betumeu y Scicluna en Osorno, que a mí personalmente, y en esto hablo sólo por mí, porque cada uno vivió un proceso distinto, a mí me cambió la perspectiva, de decir que ni pan y agua, no sé cómo es el refrán, a decir que me dan lo mismo las intenciones, mientras se hagan cosas. Si el Papa se quiere lavar la imagen o no, me da lo mismo, porque lo importante es que cambien la realidad. Por eso decido participar y me la juego para que a Scicluna y a Bertomeu les vaya bien (E2, 2018)

Llama la atención el alto grado de desconfianza y la profunda decepción que hay en los entrevistados respecto a los miembros de la jerarquía eclesial.

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Para Guerrero (2016), la confianza es fundamental para que el obispo pueda ser un hombre de diálogo y escucha, pero esa confianza el obispo la consigue denunciando las violencias, las injusticias, la corrupción, y manifestando su amor preferencial por los pobres. Para ambos entrevistados, el camino por recorrer es muy largo, muchas las heridas que sanar, por lo tanto siguen sintiendo todo el proceso como insuficiente:

Se anunciaba era que Barros se iba... y cuando los obispos ya ponen su cargo a disposición fue sorprende, era histórico. ¿Era para tanto? Sí, era para tanto. ¿Está bien? Sí, está bien. ¿Exigíamos más? Sí, exigíamos más. Queríamos que todos renunciaran, no que pusieran el cargo a disposición. Pero yo creo que, por una cosa de metodología del Papa, y porque es el Papa, obviamente no va a cortar cabezas como uno quisiera, sino que va a ser más misericordioso con sus pares porque, lo queramos o no, es gente con la que él trabaja, se supone que son gente de su confianza, se supone, sobre todo el nuncio. Entonces para mí fue sorprendente eso, debo reconocerlo, no esperé que todos los obispos pusieran su cargo a disposición, sin embargo, pensaba que era un acto corporativo como siempre han actuado. La Conferencia Episcopal de Chile siempre ha actuado con corporatividad, “si decimos blanco o negro, ya todos vamos a decir blanco, aunque hayamos algunos que creamos que es negro, pero todos vamos a decir blanco” (E1, 2018).

El Entrevistado2, a pesar de su distancia con el proceso, valora lo que la visita de Scicluna y Bertomeu provocó en los miembros de la Organización de Laicos y Laicas de Osorno:

Esos días de Bertomeu y Scicluna en Osorno fueron días mágicos, fueron días en los que yo vi personas sanar, no solamente sané yo, sino que también vi a muchos de la Organización cerrando un ciclo, no a todos, pero sí a muchos, a muchos diciendo lo que durante años mantuvieron para adentro y también muchas víctimas que se atrevían a hablar. Yo me preguntaba quiénes somos nosotros para boicotear ese proceso. Si decimos que por fe estamos con las víctimas, tenemos que ponernos manos a la obra para que ojalá más víctimas puedan hablar, y las víctimas que hablaron ojalá puedan ser acompañadas. Ese fue mi discurso, con eso me la jugué, y creo que convencí a la comunidad de que ese sería nuestro plan de acción (E2, 2018)

La situación actual, lejos de ser alegre, es de incertidumbre. La conciencia laical adquirida durante toda una vida de trabajo eclesial, y profundizada por el conflicto que provocó la designación del obispo Barros en Osorno, no les

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Nos falta esa patita para que haya verdad, para llevarlos a la justicia y que haya reparación, pero que no lo hayamos conseguido en estos días o hasta ahora, no inhibe que en el proceso de reconciliación, proceso que nace necesariamente desde la verdad, para saber en qué hechos hay que pedir perdón o perdonar, podamos aspirar a eso más adelante (E2, 2018)

En eso estamos, conociendo a Jorge Concha, hasta el momento no tenemos críticas malas frente a él. A mí, personalmente, nadie me ha hablado mal de él, todos me han hablado muy bien de él. Creo que hasta el momento ha sido asertivo en algunas cosas y en algunas acciones que ha hecho en concreto en Osorno, que se ha ganado de a poco el corazón de varios osorninos, pero yo que soy más escéptica, porque el dolor es harto, necesito más tiempo para conocerlo. Yo no voy a entregar la confianza esta vez como antes. No basta con pedir perdón de rodillas, como lo hicieron ellos en la Catedral frente al pueblo de Dios. Yo necesito acciones más en concreto. Necesito saber por qué le aceptaron la renuncia a Barros, qué se va a hacer con Barros, va a seguir a cargo de otra diócesis, va a seguir encubriendo, va a pagar su delito, qué va a pasar con los otros obispos que están en la misma situación. Yo necesito acciones concretas, que nuestros jóvenes, que nuestros niños, se sientan cuidados, queridos, protegidos, amados por la Iglesia. No vulnerados, no violados (E1, 2018).

5.1.3. Identidad laical.

La tercera y última categoría de análisis se llama Identidad laical. Tiene relación con las consecuencias que tuvo para los entrevistados haber vivido el conflicto de Osorno, y cómo eso fue dando fundamentos a su vocación como laicos.

5.1.3.1. Las emociones que provocó el conflicto.

Haber participado de un conflicto tan potente como lo que se generó en Osorno con la designación del obispo Juan Barros, que llega al punto de que el Papa se refiere y contesta, provocó en los entrevistados distintas emociones desde su opción de fe y religiosa. La primera subcategoría trata sobre este tema:

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Fue súper difícil, porque cuando uno crece con una formación católica, te enseñan a que la palabra del clérigo vale. Lo que dice, eso es, y por lo general no se discute. Siento que yo desde chica he roto algunos esquemas, confrontando, preguntando, cuestionando, y eso creo que nace desde la familia también. Pero al principio fue difícil, porque no es fácil decir que no se opina igual que el Papa, que se difiere del Papa, que no se está de acuerdo con el Papa, porque es la máxima autoridad de la Iglesia (E1, 2018)

La carga histórica que ha caído sobre el laicado de tener que obedecer a los miembros de la jerarquía, y lo mismo frente al poder del Papa, generó un dolor y conflicto muy fuerte en los entrevistados. Los lleva, incluso, a cuestionarse su permanencia en la Iglesia:

A mí me pasó el pensar que no quería seguir siendo parte de la Iglesia, pero lo que me derrumbó esa estructura fue participar de la misa de los 100 años de Pepe Aldunate. En esa misa, Roberto Saldías, habla sobre la misericordia, porque siempre me había quedado con la idea de misericordia del hebreo, que es vientre-útero. Yo entendía la misericordia de esa forma, pero él hizo una alocución pequeña, donde dice que siempre se habla de misericordia desde el vientre y el útero, entonces la misericordia era como una madre… pero esa idea me era ajena al no saber lo que es ser mamá. Entonces Roberto ocupó la expresión latina, dijo que misericordia en latín es la unión de dos palabras, mísero y cardio, el significado es tener el corazón abierto a la miseria. Y eso para mí fue derribar la muralla, y me puse a llorar. Porque me había construido una muralla donde no tenía un corazón abierto a la miseria. Entonces sí, no quiero ser parte de esto porque son todos unos criminales y todo, pero el ejemplo de Cristo es que Él sí tuvo un corazón abierto a la miseria, porque por qué quiere un Dios ser humano, pero Él sí quiso hasta tal punto que quiso tener nuestra condición. Esa explicación de Roberto fue lo que me hizo sentir que no podía pasarme renunciando. O sea si renuncio a la Iglesia Católica por estas razones, por la misma razón tendría que dejar de ser chileno debería dejar de ser estudiante, dejar de ser todo (E2, 2018)

De todas formas, la valoración de la crisis, en términos de fe, es positiva. Los lleva a sentirse adultos y al convencimiento de que deben ser tratados como tal:

Me cuestioné profundamente mis creencias y creo que fue bueno, creo que las crisis son buenas, porque si no tuviéramos crisis no nos

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daríamos cuenta de varias cosas que pasan y no nos permitiría crecer, entonces yo creo que, si antes era una infantil en la fe, hoy día me considero una adulta o en vías de adultez en la fe. Porque, así como yo voy creciendo, me voy desarrollando físicamente, intelectualmente, en la fe uno también tiene que ir madurando. O sea, mi fe de cuando tenía 9 años, o de cuando ingresé a los 12 cuando decido bautizarme, esa fe no es la misma de ahora, y yo considero que parte de esa madurez tiene que ver con la crisis (E1, 2018)

5.1.3.2. Relación con el clero y la jerarquía.

Otro punto que se vuelve paradigmático en este tema es cómo ven y cómo pretenden relacionarse los entrevistados con sacerdotes, obispos, y con el mismo Papa, luego de haber vivido todo este conflicto:

Un primer elemento que ayuda a entender esta subcategoría tiene relación con la autonomía que adquirieron los entrevistados frente a su relación con la jerarquía. Autonomía que fundamentan en el Evangelio y en su historia familiar y comunitaria:

Si Jesús increpó a los sacerdotes, contradijo algunas normas o leyes judías, por qué yo no lo puedo hacer con mi religión, con el Papa en este caso. Porque ponía en la balanza a las víctimas, lo que se dice, el nombramiento, el mal trabajo que llevaba Juan Barros en Osorno, el cómo nos había tratado el Papa. Y sí, fue difícil, me lo cuestioné, pensé que yo estaba mal, pero al final yo creo que la clave fue el discernimiento (E1, 2018)

Mi mamá desde chiquitito me daba un consejo, que no es un consejo que yo le daría a mis hijos, siempre me decía “cuando creas tener la razón, aunque venga el Papa a decirte que estás equivocado, tú sigue adelante”. Tal vez ahí se explique algo. Me pasan dos cosas. Yo estando en Roma dimensioné el poder del Papa, a través de la arquitectura, pero a decir verdad… yo pienso cuál es la repercusión de las decisiones del Papa en mi vida… para mí él es una figura lejana. Pero que tomó una decisión, y luego se obstinó, y causó mucho daño en mi comunidad. Tuve un impulso a decir: “oye, no nos conocemos, y me estás haciendo daño” (E2, 2018)

Llegar a esta convicción no es de un día para otro, y no es fácil de entender por los demás miembros de la Iglesia, incluso laicos, debido a la tradición histórica que hay frente a obispos y al Papa:

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Tuve que ponerme una coraza para legitimarme frente a los obispos, y eso me hizo perder la perspectiva de que en último término estaba peleando con una autoridad mundial. Pero el poder del Papa no fue que él me lo hiciera sentir, sino que su poder lo noté en las otras personas. Para mí la desilusión más grande, siendo que no soy de esa teología, pero conozco mucho de la Teología de la Liberación, y de varios teólogos de la liberación escuché que me decían: “oiga, xxxx, ustedes están peleando por abusos sexuales, pero ese es un lujo de ricos, el pobre no tiene tiempo para preocuparse de eso… en cambio el Papa nos habla de tierras, techo y trabajo, entonces por qué no lo apoyas, mejor” (E2, 2018)

Hoy, ambos entrevistados, parecen estar en un momento de desconfianza y decepción total frente al clero y a los obispos. Les incomoda el poder que tienen, o que generan en la gente, y tienen muy claras las expectativas que proyectan para volver a confiar:

Mis creencias en la jerarquía es que yo no creo en los obispos, si tú me preguntas hoy yo no creo en ellos, como obispos, yo quiero creer hoy en Jorge Concha, no en el obispo Jorge Concha, quiero creer en un Jorge Concha de carne y hueso. Me estoy acompañando, sí, tengo acompañamiento espiritual, incluso a él yo le dije que no creía en los obispos, que no son referentes para mí, hoy día no son referentes. Si quieren obispos y pastores, yo quiero obispos y pastores al estilo de Monseñor Valdés que se la jugó, de Sergio Díaz, el cura de Villa Prat, de un Mariano Puga, de gente que de verdad esté empapada con los más vulnerados, con los más pobres, con las fronteras, con la Padis, con los mapuche, necesitamos gente en las fronteras, como dice el Papa Francisco, estar en las periferias. Yo creo que obispos así necesitamos, no obispos de elite, obispos que andan con el zapatito bien lustradito, bien peinadito, y que habla desde la oficina y no sabe cuánto cuesta un kilo de pan. A mí si me presentan un pastor en ese estilo yo creo que podría volver a creer en ellos, pero si tú me preguntas hoy yo no creo en ellos. Tengo un rechazo hoy a los curas, tengo un rechazo a las monjas, y si tengo amistades curas o monjas, para mí no es que sea amiga del cura, sino que soy amiga de esa persona, después viene el cura o la monja (E1, 2018).

Ver el poder del Papa no por obra del Papa sino por la influencia de él en otras personas, fue decepcionante. Que el Papa era ambientalista, que el Papa era del Pueblo de Dios, que el Papa era laicista… lo único que me faltó era escuchar que el Papa aprobaba la ideología de género, entonces encontrarme con un Papa que era a la medida de todas las cosas dentro de la Iglesia me causó un choque (…) Me causó repulsión el 15 de agosto, en el rezo del Ángelus en Roma. Sale

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el Papa de su habitación, de blanco, y la gente llorando, y ni siquiera hablaban italiano, y el Papa estaba hablando en italiano, yo no lo entendí nada. Pero la gente lloraba, y recordé eso de “¡Esta es la juventud del Papa!”, pensé por qué la juventud del Papa, por qué no la juventud de Cristo. Entonces el exceso de idolatría, de hecho, el soberano en un balcón, donde la gente no entiende mucho qué es lo que está diciendo, pero llora, porque es la figura (E2, 2018)

Juan Pablo II (1988) cree que para el laico es completamente necesario el sacerdocio ministerial en su vida. Llama a que entre ambos actores exista una relación de mutuo servicio, pero sin prescindir ni excluir uno a otro.

La madurez laical que los entrevistados asumieron les permite cuestionar hoy un modelo institucional en el que no se sienten representados ni respetados en su condición de adultos y miembros activos y protagonistas:

En la Iglesia está todo, institucionalmente hablando, está todo configurado para que nos mantengamos en ese estado. Si uno se pregunta cuál es la voluntad de Dios, es otro el que decide por uno cuál es la voluntad de Dios. Y si uno pregunta por qué le dicen eso, hay una sublimación y te dicen que porque es la voluntad de Dios. Es algo circular (E2, 2018)

Finalmente, para los entrevistados, el Evangelio y la relación con Jesús está por sobre la relación que puedan tener (o no tener con la jerarquía): “Me he cuestionado todo eso, todas las estructuras. Yo destruí todo, todo lo destruí. Y me quedé sólo con Dios, con el Evangelio” (E1, 2018)

5.1.3.4. Vida sacramental.

Una característica llamativa es la percepción que ambos entrevistados han profundizado respecto a la vida sacramental. Para los dos, los sacramentos no son necesarios para su relación con Jesús, y se sienten libres de prescindir de ellos. Ven en los sacramentos una proyección de las estructuras de poder y verticales que les incomodan: “Me cuesta ir a misa, debo reconocerlo, me cuesta, porque seguimos practicando lo mismo de siempre” (E1, 2018)

Yo he ido dejando sistemáticamente la misa, porque hubo un año que me rebelé y dejé de ir a misa, o iba pero no comulgaba y sentía que me estaba maltratando así que mejor dejé el maltrato y dejé de ir a misa (E2, 2018).

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Las malas experiencias con sacerdotes, así como la madurez adquirida, no les permite enfrentarse a los sacramentos de forma entregada, sino con mucho cuestionamiento:

Siento lejanos los sacramentos, yo antes podía decir que me quería confesar, que quería tener los sacramentos, que me quiero casar por la Iglesia vestida de blanco, pero hoy día he cambiado mucho, no soy la misma xxxx de hace tres años atrás, yo cuestiono el sacramento de la Reconciliación. De hecho, estando en el Magíster, a un amigo cura yo le decía que para qué confesarse, y él me decía que por qué si ese sacramento es tan lindo, y yo le decía que dependía de cómo se viva, y ahí hay que ver si es lindo o no. Pero por qué tengo que confesarme contigo, si eres persona, si eres igual que yo, tanto o más pecador que yo, por qué tengo que confesarme contigo si lo puedo hacer en oración con Dios, con Jesús. Por qué necesito que tú me absuelvas, tú que puedes ser más pecador que yo. Entonces eso no me calza, en qué momento Jesús dijo que había que hacer un sacramento de la Reconciliación, en qué momento dijo que los curas tenían que hacer ese sacramento (E1, 2018)

Se buscan otros espacios, no sólo de escucha o pasivos, sino también de protagonismo, de poder expresar y manifestar dudas y opiniones, los que no sienten que puedan ser satisfechos, por ejemplo, en la celebración eucarística:

Porque podría leer la Biblia en mi casa, pero corro el riesgo de convertirme en un talibán, porque me quedo con la interpretación mía, y lo importante es mi interpretación poder confrontarla con la del otro, o con la de los demás. Y lo cierto es que en la Eucaristía no existe esa posibilidad, metodológicamente hablando no existe, es el cura el que monopoliza la palabra, y muchas veces el cura repite un discurso prefabricado desde el seminario, y si uno interrumpe ese proceso es mal visto. Entonces me di cuenta que la misa no satisfacía mi necesidad (E2, 2018)

Esta convicción de que la relación con Jesús no necesita ni depende de los sacramentos, los lleva a sentirse bien consigo mismos, alejados de una culpa o sensación de no estar cumpliendo con algo requerido:

A los días de hoy yo no me confieso, desde 2013, y ha sido una opción, y no me siento mal por eso, no me siento culposa, no me siento inferior, no me siento mal por eso. Y creo que en este tiempo es donde más cerca he sentido a Dios, entonces no lo siento necesario. Y

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me siento bien, no me siento una hereje, culposa, nada de eso. Ahora casarse por la Iglesia yo creo que es una opción de cada persona, y yo creo que algunos lo hacen porque todos lo hacen, porque siempre lo hemos hecho así, por repetir patrones, porque la sociedad te lo exige, pero ¿es necesario? (E1, 2018)

En Santiago, mi experiencia de fe ha estado más marcada por la formación, de ir a cursos de teología, ir a cursos de Carolina del Río, conversar con Bentué, sumarme a alguna charla extra en la Católica, ha sido más de búsqueda, de formación, de tratar de leer las Escrituras, pero de celebración eucarística, casi nada, y si me preguntan no me siento mal por ser así (E2, 2018)

Si un joven me lo pregunta yo no le voy a decir que no lo haga porque yo no lo hago, tampoco significa eso, pero a raíz de todo esto me cuestiono todas esas cosas, y aunque no las haga, no me siento culpable, me siento muy en paz. De hecho, ir a misa o no ir a misa, de hecho los mismos curas te dicen que el tiempo de Dios es diferente al nuestro, entonces por qué tengo que ir todos los domingos a misa, si el tiempo de Dios es distinto al mío. Entonces voy a misa cuando yo realmente lo siento y comulgo cuando lo siento, pero prefiero yo sentirme en paz y tranquila y no ir a comulgar si a lo mejor me siento mal o me siento culposa, pero no me pasa eso, no me siento culposa, entonces ha sido extraño. Como que me he sentido más libre, siento que antes estaba formateada para las estructuras, para cumplir, que esto no se puede, que esto no, la Iglesia como que te encierra en muchas cosas, te quiere encuadrar en muchas cosas, y el ser humano es mucho más libre (E1, 2018).

5.1.3.5. Relación con el Evangelio, con Jesús y con Dios.

La relación que los entrevistados tienen con Jesús, a través de su Palabra, de las acciones, de la oración, y de la presencia de Dios en sus vidas; tiene una mirada totalmente distinta a la relación con el clero, la jerarquía y los sacramentos. Esta experiencia se ha visto enriquecida y profundizada. Los entrevistados se sienten cercanos al Señor y convencidos de que pueden seguir mejorando. Esto no quiere decir que no hayan existido momentos difíciles durante el proceso que significó la permanencia de Juan Barros como obispo de Osorno:

Yo me cuestionaba la pertenencia o no a la Iglesia y la creencia en Dios, a raíz de que el Papa, que es el vicario de Cristo, el representante de toda la Iglesia a nivel mundial, me estaba tratando mal a mí, entonces es que mi pastor no me puede golpear con su

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báculo, o sea no me puede tratar así, yo no soy una persona ajena a la Iglesia. No puede decir que soy de otra religión, o que soy una aparecida, porque tengo una historia eclesial, lo quiera o no lo quiera el Papa, es así, no lo puede borrar. Yo me cuestioné todo eso. Era como “¿Por qué Osorno, por qué nosotros, por qué así, por qué nos denigran así, por qué la jerarquía no ha hecho nada, por qué se quedó en silencio, permite Dios esto, por qué lo permite?” Entonces yo sentí que Dios nos abandonó, y después le encontré lógica, con Carolina del Río que es una periodista y teóloga, que me ofreció clases gratuitas de teología y veíamos esto del dolor y el sufrimiento, y ella nos hacía ver que Jesús estando en la cruz cuestiona también a Dios, porque Él no sabía que iba a resucitar, no se sabía resucitado, entonces cuestiona Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado; entonces yo dije que era lógico que yo también dijera “¿por qué me abandonaste?” (E1, 2018)

Distintas experiencias espirituales, así como la profundización en la lectura de la Palabra, fueron ayudando a discernir de mejor manera:

Empecé después a reflexionar y me baso en el Evangelio, o sea haciendo unos ejercicios espirituales que tuve en junio de 2016, discerní mucho eso del tema de la Iglesia, incluso me cuestioné mi pertenencia o no a la Iglesia. Yo pensé que saliendo de esos ejercicios espirituales... que iba a ingresar como católica e iba a salir como atea, y en esos ejercicios fue crucial la Palabra, las acciones de Jesús y cómo Dios también se va manifestando en cada uno de nosotros. Entonces yo leía la Palabra, y en varias ocasiones Jesús difiere de los sacerdotes, de los maestros de la ley (E1, 2018)

Para Jorge Costadoat (1989) la formación de los laicos tiene que estar orientada justamente hacia la Palabra de Dios, los sacramentos, la oración. Así como también Fontaine (1996) cree que para que los laicos puedan evangelizar sin ponerse a sí mismos como centro, es indispensable una vida de oración.

Un elemento importante para poder discernir de mejor manera la fe en Dios, tiene que ver con la autonomía alcanzada por los entrevistados:

Me di cuenta de algo, que quería hacer algo, y que todos tenían razón, entonces me di cuenta de que para poder dar el paso y discernir cuál era la voluntad de Dios en mi vida necesitaba otro estadio, que era el de la autonomía, que yo decida, que de lo que carecía era de mecanismos para dotarme de esa autonomía, y en esa búsqueda estoy (E2, 2018).

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La crisis, mirada con distancia, le generó a los entrevistados una profundización de su fe, experimentar una mayor cercanía con Jesús:

Y por medio de la Palabra tuve como una imagen, a lo mejor suena fantasioso, pero hay una parte de la Biblia donde le preguntan a Jesús que cuál es la norma o ley que hay que seguir, y Jesús contesta “amar a Dios sobre todas las cosas, con todo el corazón, con todo el entendimiento, con todo” y eso fue con lo que yo me quedé. Me quedé con eso, fue como que creo que en mi fe, en mi vida, en mi espiritualidad, ahora necesito solamente eso, y lo demás, borrado, destruido. Yo destruí todo lo anterior, toda mi creencia en los obispos, en los curas, todo lo destruí y me quede con Dios y la Palabra, y con Jesús, y tuve una imagen mientras yo oraba, yo me veía pequeña y Jesús iba a mi lado y me llevaba de la mano, y Jesús se agachaba, se agachaba para mirarme y para decirme eso: “ama a Dios, con todo tu corazón, con toda tu mente” y yo me quedé con eso. Yo creo que con eso basta, no hay más estructuras, no hay más normas que esa. Y con eso me sigo manteniendo en pie. Con eso yo sigo diciendo que soy católica (E1, 2018).

La reflexión se profundiza y los lleva a preguntarse en el día a día sobre qué haría Jesús.

Pero yo todavía creo en primer lugar en el Evangelio y creo que, más en este tiempo, debe ser conocido. De hecho en el poema de “La maestra” de Gabriela Mistral, hay una súplica, que yo la leí, súper chupamedias, para el día del profesor, y estaba como tratando de aprenderlo, y hay una frase, que en su momento no le tomé mucho peso, pero después sí, que era “Señor, muéstrame posible tu Evangelio en mi tiempo”. Yo creo que esa súplica de Gabriela Mistral, y con mayor razón ahora, tiene mucho sentido porque la crisis de la Iglesia paraliza el mensaje de Cristo, da un anti testimonio, pero ante todos los desafíos que tienen alcance global e instantáneo, cosa que nuestros padres no se enfrentaron a estas disyuntivas, pero nosotros ahora sí, entonces la pregunta es ante los problemas de medioambiente, ante los problemas de género, ante los problemas en la Araucanía, ante los problemas en Siria, ante los problemas en distintas partes del mundo… bueno, tal vez, más que una respuesta, es “¿Qué haría Cristo?”, hoy día, 5 de julio de 2018, qué haría Cristo ahí (…) Que Jesús, más que darnos una respuesta, se dedicó a acompañar (E2, 2018).

Es una experiencia con Jesús profunda la que permite la convicción:

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Jesús vino a liberarnos, vino a darnos dignidad, vino a salvarnos, entonces por qué encadenarme si Jesús nos vino a liberar. Eso es lo que yo me pregunto, por qué la Iglesia y su jerarquía nos encadena cada vez más con tantas normas y leyes y Jesús lo único que quiso fue romper las cadenas, sacarnos de esa esclavitud (E1, 2018).

5.1.3.5. Misión.

La última subcategoría tiene relación con lo que los entrevistados sienten que pueden entregar. Ambos se sienten con energía y con ideas que, creen, pueden servir a construir una mejor Iglesia, un mejor laicado: “yo creo que todo católico, todo laico o laica, debiera tener una fe razonada, no una fe inmadura que sea sólo “porque el padre me dijo, porque la Biblia lo dice”” (E1, 2018). El Entrevistado2 siente ese llamado, y le suma la importancia de la actualización: “creo que los católicos tenemos un doble desafío, no sólo de dar el testimonio, sino de actualizar el mensaje” (E2, 2018). Quieren ser protagonistas de una nueva evangelización (Bentué, 1997).

La Entrevistada1 ve en sus capacidades e interés por la información, una forma concreta de cooperar con el desarrollo de un laicado mejor formado:

Yo creo que también siendo lúcido en información e informar a otros. La gente de mi Parroquia es súper sencilla, es gente de campo, y no todos tienen acceso a la información, o no son personas que se mantengan informadas, entonces como que esta última parte he sido como puente para que ellos conozcan lo que está pasando en la Iglesia. O sea, gente de campo, súper tranquila, súper aislados a veces, que sepan lo que está pasando en la Iglesia, porque lo que dice la tele es verdad. Yo creo que esa ha sido como mi misión, ahora último, no desconocer mis orígenes, mi Parroquia, en la cual fui aporte durante muchos años. Y exigiendo. Porque cómo ser parte de esta Iglesia sabiendo que hay abusos. Entonces yo creo que parte de esta misión que uno tiene en la Iglesia es de ser profeta, de no solamente de anunciar sino de denunciar, y si estamos viendo cosas en la Iglesia que no nos gustan hay que decirlo, y para eso no hay que quedarse callado, hay que decirlo, hay que manifestarlo. Y yo creo que eso ha sido como mi participación ahora último, de ya no más silencio, que lo que yo sé tengo que decirlo, y que no me quede con esa información que a lo mejor puede ayudar a otro (E1, 2018).

La importancia del acompañamiento fue, para el Entrevistado2, una revelación en su forma de sentirse laico católico:

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Fue el paso que hice para la misa reconciliación de decir que no me gusta el sistema, no me gusta cómo está constituida la Iglesia porque está constituida de una forma asimétrica que favorece el abuso de poder que se puede llegar a manifestar sexualmente, entonces no demos pan y agua hasta que se corrija esa asimetría; pero en esa pelea no podemos olvidar que hay personas, y en último término la Iglesia está constituida por personas y a esas personas no podemos dejarlas solas (E2, 2018).

Los entrevistados aman a la Iglesia, no se sienten contrarios a la Iglesia como tal, sino que por amor es que quieren que sea un lugar seguro. Quieren que las experiencias positivas que ellos tuvieron puedan ser vividas por las generaciones venideras.

Esta fue mi motivación humanamente hablando en su momento, fue pensar que Barros iba a ser obispo de Osorno, que mi sobrina iba a estar cerca de los 8 años, si mi sobrino, o el hijo de la Fran, me dice “xxxx, quiero hacer mi primera comunión”, humanamente hablando, yo quiero que eso sea sinónimo de entusiasmo y no de susto o de preocupación (E2, 2018).

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6. Conclusiones

En este sexto capítulo de la tesis, se expone las conclusiones que se consiguieron desde la investigación. En este punto se confrontan los objetivos expuestos en un principio, y que movieron la investigación, con los resultados obtenidos en las entrevistas.

6.1. Discernimiento de la opción laical

Un primer objetivo específico de la investigación apuntaba a explicar el discernimiento de la opción laical que tuvieron los entrevistados previo al conflicto que generó en su diócesis la designación del obispo Juan Barros. Por coincidencia sucedió que ambos entrevistados habían ingresado al mundo eclesial de forma autónoma, ya que la Entrevistada1 decidió bautizarse luego de que la invitaran unas amigas, y el Entrevistado2 le pide a su mamá que lo lleve a alguna parroquia luego de ver la Primera Comunión de su hermana. Este suceso, que se dio en la investigación de forma inesperada, si bien podría ser sólo una coincidencia, puede ser un factor que marque el compromiso con las pastorales y sus comunidades que durante su vida fueron teniendo ambos entrevistados. Como no fue impuesta la religión católica en la vida de los entrevistados, sino que fue una decisión libre y querida por ellos, lo que vino después se vivió de la misma manera, lo que luego se transforma en su opción laical.

A medida que ambos entrevistados fueron creciendo y pasando tiempo en sus comunidades eclesiales, los dos fueron profundizando y ampliando los compromisos y responsabilidades que tenían. Siendo aún jóvenes lideraron procesos grandes, lo que les fue generando un sentido de pertenencia. La lectura del Evangelio y el acercamiento a la figura de Jesús, hacen que busquen coherencia entre el sustento que fundamenta la religión católica y cómo la viven ellos en sus parroquias. Desde ahí, las buenas valoraciones que hacen de sus experiencias pastorales, debido a la importancia de lo comunitario, de lo social, y de la apertura hacia el resto de las personas sin la necesidad de ser creyentes, profundiza en los entrevistados la opción creyente, debido a que las experiencias vividas les dan sentido, los entrevistados se definen a sí mismos, frente a la vida, como católicos.

Dentro de esta opción de fe y religiosa que deciden los entrevistados y que viven con alcances muy significativos, la pregunta por la opción laical o

101 sacerdotal o de vida religiosa está presente en ambos. La profundidad con que viven su experiencia religiosa, el amor y la alegría que sienten participando activamente en sus comunidades, les provoca la pregunta de por la vida sacerdotal, de lo que los dos se restan rápidamente. Los factores son varios. Primero, la conciencia de que la opción laical es igual de válida que la opción religiosa en el seguimiento de Jesús. Los entrevistados no ven en el mundo clerical o en la oportunidad de ser miembros de la jerarquía de la Iglesia Católica una opción de mayor envergadura en cuanto a su fe. Son conscientes de que la opción laical es querida por Dios y les permite seguir el Evangelio de Jesús con la misma fe de los que toman una opción sacerdotal o de congregación. Si bien realizan un discernimiento que les permite corroborar esta opción, descartando la sacerdotal, esto no quiere decir que la opción laical haya sido “porque no quería ser sacerdote”, sino que ellos querían ser laicos. Es una prioridad. Una de las críticas que se ve en el marco teórico es la definición de laicos en base a lo que no se es: ni clérigo ni parte de la jerarquía, y pareciera que ser laico es una segunda opción (McGrath SJ, 1964) (Bentué, El deber ser de la Iglesia y la vocación del laico, 1997), estos entrevistados no responden a esa idea de ser laicos “ya que no tuvieron vocación sacerdotal”. Sino que son laicos porque discernieron que su vocación era laical.

Si bien lo primero es el convencimiento de la validez de la opción laical, durante el proceso de discernimiento hubo elementos que ayudaron a que la idea clerical o de congregación fuera descartada. En el caso de la Entrevistada1, haber visto los privilegios que recibían las monjas le produjo un rechazo. No quería sentirse privilegiada. Algo que fundamenta justamente desde su fe y desde la concepción cristiana de que todos los seres humanos somos iguales. La Entrevistada1 también menciona su disconformidad con las opciones que la Iglesia le presenta por ser mujer, ya que no le permite ser diaconisa ni sacerdotisa. En el caso del Entrevistado2 sucede que siente que el sacerdocio le quita libertad de opinión. Lo que ve él de los sacerdotes que lo rodean es una carencia de libertad y autonomía para oponerse a las voluntades o juicios que los sacerdotes tienen. No ve que tengan opinión propia ni la capacidad ni posibilidad de disentir de lo que los obispos correspondientes, o el Papa, les digan. Algo que sí ve en los teólogos laicos que conoce gracias a su cercanía con el sacerdote Pedro Kliegel. Esa libertad le resulta mucho más atractiva. Tampoco le resulta cómodo el proceso formativo para ser sacerdote, ya que no ve elementos positivos en que se le aísle al seminarista para que luego lidere una comunidad. En

102 ambos casos la proyección de formar una familia también resulta determinante al momento de optar por el laicado.

Resulta interesante descubrir la convicción de los entrevistados frente a su opción laical. Están seguros de que para seguir el Evangelio de Jesús la opción laical es igual de válida e importante que la sacerdotal, pero también es significativo que hayan visto elementos en los sacerdotes y en las religiosas que tuvieron a su alrededor que no fueron bien valorados. Esto se entiende desde una falta de coherencia entre la opción religiosa y el Evangelio. Para la Entrevistada1 la claridad de que todas las personas son iguales es fundamentada desde el cristianismo, por lo que saber que un “velo” le generará privilegios le resulta contradictorio por su fe. Finalmente ella ve en la opción de entrar en una congregación religiosa una incoherencia con su opción religiosa. Algo similar sucede con el Entrevistado2, que ante la falta de autonomía que tienen los sacerdotes que lo rodean para opinar o para diferir del obispo de la diócesis, termina sintiendo que la opción sacerdotal en vez de darle una mayor profundidad a su opción de fe la terminaría limitando. La idea de un Jesús que libera es incoherente con la limitación de opinar y la excesiva obediencia que percibe en los miembros del clero. La experiencia comunitaria del Entrevistado2, que es uno de los elementos a los que más hace mención al momento de justificar su opción cristiana a través de la Iglesia Católica, también se vuelve determinante al no descubrir en el proceso formativo algo atractivo. No le resulta cómodo aislarse.

La intensa y extensa vida eclesial con la que cuentan los entrevistados, más el convencimiento de que la vocación laical tiene la misma altura y profundidad que la vocación sacerdotal, los lleva a que la relación que mantienen con los miembros de la jerarquía eclesial no sea de una obediencia ciega, sino de una relación que aspira a la horizontalidad, y que, como tal, tiene encuentros y desencuentros. Momentos en los que hay pleno acuerdo y otros en los que las opiniones difieren (algo que llegará a su punto máximo en el conflicto por la designación del obispo Juan Barros en la diócesis). Si bien ambos tienen buenas experiencias con sacerdotes y religiosas, de mucho amor y gratitud (en el caso del Entrevistado2 llegando, incluso, a encontrar en sacerdotes el afecto paternal debido a la ausencia de su padre biológico), eso no les impide cuestionar o disentir opiniones o pedir coherencia en las acciones. Se percibe aquí un elemento clave de un laicado maduro, donde la opinión propia del laico puede ser bien argumentada y

103 defendida, sin la necesidad ni obligatoriedad de tener que estar de acuerdo a la fuera con lo que diga el sacerdote o el obispo.

6.2. El conflicto por la designación del obispo Juan Barros en la diócesis de Osorno

La designación del obispo Juan Barros en la diócesis de Osorno resulta un punto de inflexión en la experiencia laical que los entrevistados tienen. La disconformidad con la elección debido a las acusaciones que recaen sobre Barros de encubrimiento de los abusos sexuales cometidos por el padre Fernando Karadima a distintos jóvenes de la Parroquia de El Bosque (atestiguados por sus propias víctimas, quienes reconocen en Juan Barros a un testigo pasivo), provoca en los entrevistados la convicción de que él no puede estar a cargo de una diócesis, lo que los lleva a organizarse, en lo que se terminará transformando en la Organización de Laicos y Laicas de Osorno, para exigir la salida de Barros como obispo de la diócesis. Se descubre aquí un resultado de toda la experiencia y sentido acumulado en lo previo a este suceso. La seguridad de la vocación laical, la confianza en los propios argumentos, la profunda vida espiritual inspirada en el Evangelio, la capacidad de “desobedecer” una indicación de algún miembro de la jerarquía eclesial; todo termina sumando y convirtiendo a estos laicos en opositores a una decisión que, en una última instancia, le compete, defendió y sostuvo el Papa Francisco.

Un primer elemento de análisis es la alegría con la que los entrevistados reciben la noticia de que hay un nombramiento obispal para Osorno. Como laicos, y como personas que quieren y se sienten parte activa de la Iglesia, la noticia de tener un obispo luego de un tiempo con sede vacante, es motivo de felicidad. La percepción de la jerarquía eclesial sobre esta agrupación muchas veces pareció encerrar una opinión que daba a entender que eran personas “contrarias a la Iglesia”, una especie de enemigos (internos y/o externos). Esta idea es acrecentada cuando el Papa Francisco los califica de “zurdos”, lo que se interpreta como una especie de adjetivo despectivo que busca sacar del ámbito de lo religioso la pelea dada por los laicos de Osorno, y llevarla al ámbito de lo político, como si los miembros de la Organización no fueran personas de Iglesia. Las entrevistas arrojan lo contrario. La primera reacción es de alegría, ya que, explican, el trabajo pastoral que ellos venían realizando en la diócesis requería de un líder, de un obispo.

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La molestia con la designación de Barros como obispo ni siquiera es inmediata a cuando las víctimas del sacerdote Karadima lo acusan de encubridor, sino cuando ven que Juan Barros es incapaz de explicar o defenderse de esas acusaciones. La división que se genera en la gente, la gravedad de las acusaciones (encubrimiento de abusos sexuales, algo que los documentos y los miembros de la jerarquía de la Iglesia Católica condenan fuertemente), la credibilidad de los denunciantes (a quienes la propia Iglesia les creyó su testimonio, diciendo que era verosímil lo denunciado y condenando a Fernando Karadima a una vida de oración y penitencia), la imposibilidad de mostrarse coherente frente a sus comunidades y la nula capacidad de Juan Barros de explicar a qué se deben las acusaciones son la razón de la oposición a su rol de obispo. No es algo irreflexivo. Ni siquiera es querido. Es consecuencia. Ellos, como laicos, no perciben en Juan Barros los elementos mínimos que un pastor diocesano debe tener. Esa es la idea que persiguen y que defienden, llegando a enfrentarse al Papa Francisco.

Los delitos de abusos sexuales por parte de sacerdotes y obispos a niños y jóvenes, y el pésimo manejo de los obispos y responsables cuando esos casos eran denunciados, son, probablemente, lo más feo que le ha tocado enfrentar a la Iglesia los últimos años. Particularmente la Iglesia chilena se ve enfrentada a esto con un caso paradigmático como es el de Karadima. Son los laicos, en este caso los laicos de Osorno, quienes actúan a la altura de las circunstancias, acorde a la gravedad de los hechos. La profundización del Evangelio y la defensa de la dignidad humana los mueve a pelear por una causa que se vuelve simbólica frente al horror de los abusos sexuales a menores. Simplemente, para ellos, no se puede tolerar ni el abuso sexual ni su encubrimiento. Algo que la jerarquía de la Iglesia explicita en sus documentos y alocuciones, pero que la historia y sus acciones (u omisiones) se encarga de desmentirles.

Como la designación de un obispo en una determinada diócesis le corresponde al Papa, y como el Papa más adelante saldrá en un vídeo defendiendo la decisión de que Juan Barros sea el obispo de la diócesis, los obispos, varios sacerdotes, y varios laicos hacen un llamado a la obediencia a la Organización de Laicos y Laicas de Osorno. El hecho de que, a pesar de todas estas presiones, estos laicos hayan mantenido su lucha, convencidos de que la causa era correcta y, además, fundamentada en su fe, es otro elemento que demuestra la madurez del laicado. A su vez, también,

105 evidencia la crítica que los propios entrevistados le hacían a los miembros de la jerarquía sobre la falta de autonomía para opinar. “Porque el Papa lo dice…” se transforma en una frase que limita las posibilidades de pensamiento y opinión, y que puede llevar a no comportarse a la altura de algún suceso (lo que es corroborado en la carta que el mismo Papa Francisco trabaja con los obispos en Roma en mayo del 2018). Si bien los entrevistados, y los demás miembros de la Organización de Laicos y Laicas de Osorno se mantuvieron en su decisión de oponerse a la permanencia de Juan Barros como obispo, la actitud del resto de la comunidad, así como la de los sacerdotes y obispos que los llamaron a la obediencia, es una muestra de que hay un camino largo por recorrer respecto a cómo se entienden las estructuras jerárquicas en la Iglesia y sobre cómo se pueden inyectar metodologías de carácter más democrático en ella. Finalmente, la petición de perdón del Papa Francisco, así como la destitución de Juan Barros como obispo de Osorno, termina indicando que los argumentos de la Organización de Laicos y Laicas de Osorno eran correctos. Su actuar se transforma en un paradigma ético para los demás laicos cuando difieran de las opiniones o decisiones de los miembros de la jerarquía.

Un punto interesante que se descubre en esta categoría es la disconformidad que muestran los entrevistados con las medidas adoptadas por el Papa Francisco luego de reconocer sus errores en la situación de Osorno. Si bien, por distintos motivos, participan y promueven los gestos de los enviados papales, monseñor Scicluna y Jordi Bertomeu, les resultan insuficientes. Se percibe aquí un grado de exigencia y coherencia mayor que el que los mismos miembros de la jerarquía consideran como justo. Para los entrevistados los gestos deben ser más potentes y las acciones más concretas. Se descubren en este momento dos rasgos laicales. El primero tiene que ver con el amor a la Iglesia, ya que ellos ven en estas visitas una posibilidad de mejora, un impreciso camino para la construcción de una Iglesia mejor. Pero también, y este es el segundo rasgo, se percibe la madurez de no aceptar todo lo que venga desde la jerarquía como bueno ni suficiente. Si ellos creen que aún falta, se exigirán los gestos y las acciones que falten.

6.3. Identidad laical

Las consecuencias de lo vivido durante el conflicto por la designación del obispo Juan Barros en la diócesis de Osorno son variadas y recientes, por

106 ende, aun algunas están en proceso de ser entendidas, pero lo que sí se puede saber es que en distintos aspectos marcó características que van conformando la identidad laical con la que estos entrevistados vivirán su futuro como laicos.

Como primer elemento de análisis, es necesario mencionar la relevancia que tiene en los entrevistados este conflicto y los desencuentros que tuvieron con algunos integrantes de la jerarquía. A ambos los lleva a cuestionarse su permanencia en la Iglesia y, en el caso al menos de la Entrevistada1, su creencia en Dios. Antes se había mencionado cómo puede ser poco benigna la estructura jerárquica para los integrantes del Pueblo de Dios, algo que los entrevistados logran enfrentar. Pero en su interior, para los dos fue difícil lidiar con comentarios y rechazos. En el caso de la Entrevistada1 los comentarios del Papa Francisco sobre que “Osorno sufre por tonta” y que son los “zurdos” los que están protestando provocan un dolor y una decepción sumamente profunda. Sentirse en desacuerdo con él, y sentirse ofendida por él, es algo que vivió con mucho sufrimiento. Para el Entrevistado2 los comentarios del Papa son, también, determinantes, pero en su caso sucede que tenía una relación muy cercana con el obispo Rebolledo, anterior obispo de la diócesis de Osorno, con quien tiene un desencuentro muy fuerte. El Entrevistado2 dice haber llorado debido a esto, ya que, para él, Rebolledo había suplido la presencia de un padre que él no conoció. Esto demuestra la sensibilidad que generó en los entrevistados toda la situación de Osorno, y lo difícil que es para un laico enfrentarse a toda una historia de orden jerárquico eclesial, soportando denostaciones y malas actitudes.

Un segundo elemento de análisis tiene relación directa con el anterior, y trata sobre cómo estos laicos entienden su relación con la jerarquía luego del conflicto de Osorno. Las palabras más precisas para definir esto son libertad, decepción y desconfianza. Libertad porque hoy ambos se sienten con la plena libertad de enfrentar la decisión u opinión de un obispo. Se enfrentaron al Papa. Tuvieron el coraje de disentir de una decisión papal y de mantenerse en esa postura, no obstante la serie de situaciones que, incluso el Papa, propició con el fin de desacreditarlos. Haber vivido todo eso, que el Papa se refiriera a ellos, saber que el sumo pontífice estaba al tanto de ellos y de su situación, como también que después les haya pedido perdón y buscado formas de reparación, les da la seguridad a estos laicos de que, si la causa es justa a sus ojos, se debe pelear por ella. Hay cosas que están

107 por sobre una obediencia o lealtad malentendida, y estos laicos saben que no se van a dejar llevar por ello. Lo segundo es, quizás, más complejo. El nivel de decepción y desconfianza que expresan es muy alto. Reconocen miembros de la jerarquía a quienes quieren y admiran, pero a su vez no están dispuestos a tolerar que tengan un parámetro de acción menor al de ellos. No les interesan los obispos, ven ellos encarnaciones de las estructuras de poder que pretenden ir deconstruyendo. Las experiencias con obispos son muy mal valoradas, y no ven ellos un testimonio de discipulado que pudiera resultarles significativo, sino todo lo contrario, les genera rechazo. En cuanto al Papa, la sensación es similar. Ambos desconfían de él y no lo sienten como un líder espiritual que tenga elementos que puedan servirles en su relación con Jesús. También ven en él una perpetuación de la idea de un Papa por sobre los fieles y no con los fieles. No se descubre en esta investigación si esa postura frente al papado se mantendría ante un eventual cambio de Papa.

Un tercer elemento de análisis es la relación que manifiestan los entrevistados con lo sacramental. Es llamativo cómo, para ambos, los sacramentos pierden valoración respecto al acercamiento que pueden generarles en su vida religiosa. No sienten que los sacramentos profundicen su encuentro con Jesús. En algún grado se desprende de la decepción provocada por la jerarquía, pero a su vez también tiene que ver con una concepción de un laicado más protagonista que, ellos ven, no tiene espacio en algunos ritos sacramentales como en la celebración eucarística. Los entrevistados valoran otros tipos de encuentros y de espacios, que les permitan mayor participación y protagonismo, así como también mayor encuentro con los otros, más autónomos. Una idea similar a la que presenta Jorge Costadoat (2018) en su columna “¿Una Iglesia sin eucaristías?”, donde cuenta de comunidades en Brazil que llevan a cabo una práctica similar a la presentada por los entrevistados:

Ellos, por de pronto, no soportan más el modo en que los párrocos y otros curas celebran la eucaristía. Les parece que, conforme cambia la cultura, las maneras de hacerlo traicionan cada vez más la intención del Vaticano II de dar participación a los fieles. La fundamentación teológica para proceder así es esta: en el sacramento del bautismo, aseguran, están contenidos todos los sacramentos de la Iglesia. Los bautizados y bautizadas pueden eventualmente extraer de su sacerdocio bautismal el servicio sacerdotal y actualizarlo. En los

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mismos cristianos, dicen, la Iglesia se da en plenitud (Costadoat SJ, 2018).

Un laicado maduro, consciente de su rol sacerdotal en el bautismo, y el contexto temporal, demuestra que cada vez son menos las vocaciones sacerdotales, puede que se encamine hacia este tipo de celebraciones. El encuentro con un Jesús liberador lo ven contrapuesto a las estructuras sacramentales.

Inversamente a la relación con la jerarquía y a la vida sacramental, la crisis provocó en los entrevistados una profundidad mayor en su relación con Dios. A través de distintas experiencias y de la certeza de que la visión que cada uno tenga de Dios es tan válida como la de otro, logran un encuentro con Jesús más significativo. Esta autonomía las permite reflexionar bajo sus parámetros las preguntas por Dios y qué haría Cristo en su lugar. La lectura constante y acompañada de la Palabra es la base de la experiencia.

Y por último, y también en directa relación con el punto anterior, los entrevistados se sienten “llamados a…”, se sienten con una misión. Perciben en su opción laical la necesidad de ser un aporte. Se ve aquí una característica de un laicado activo. No se conforman con una actitud pasiva o una participación menor, quieren ser protagonistas, quieren hacer vida el Evangelio.

El rol de un laico católico cuando difiere de la jerarquía de la Iglesia católica se ha podido analizar con estos entrevistados y en este caso de estudio. La experiencia de ambos permite hacer un análisis reflexivo y crítico sobre lo que le corresponde al laicado. Se proyecta, desde esta experiencia, el surgimiento de un laicado mucho más maduro y empoderado. Consciente de su rol dentro de la Iglesia pueblo de Dios, pudiendo disentir y prescindir de los sacerdotes si es necesario. Convencidos de su rol sacerdotal propio de su bautismo, son capaces de crear instancias de fe alternativas o complementarias a las sacramentales, donde puedan tener participaciones más activas y participativas. Inspirados en el Evangelio se oponen a cualquier tipo de abuso o de falta a la dignidad humana o a los Derechos Humanos, aun cuando el victimario pertenezca a la Iglesia, son conscientes de la primacía de la persona humana, y defienden eso hasta las últimas consecuencias, como opción de fe y como postura ética frente a la vida.

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6.4 El análisis del rol de un laico católico al diferir de la jerarquía de la Iglesia Católica

Este recorrido ha permitido realizar un análisis del rol de un laico católico al diferir de la jerarquía de la Iglesia Católica, que es el objetivo general de esta investigación. El laico y laica católico debe caminar hacia una madurez que le permita diferir en conciencia de lo que algún miembro de la jerarquía eclesial, incluido el Papa, pueda decir. No con un afán oposicionista, sino que tiene que ser fiel a lo que su fe y conciencia le digan. No debe sentirse obligado a estar de acuerdo o a ser obediente si la opinión o decisión que se está manifestando le resulta incorrecta a su juicio. Una relación laico- jerarquía mal entendida en donde el sacerdote u obispo tiene todo el poder de decisión y al laico le toca sólo el rol de acatar no es sana y, en última instancia, desde la fe, no es evangélica. Los laicos deben tener la autonomía de reflexionar el Evangelio, y desde ahí descubrir luces que los iluminen en sus opiniones y decisiones. La historia de la Iglesia, así como la historia del laicado y del obispado desarrolladas en el Marco Teórico de esta investigación, dan cuenta de que hay decisiones que se pueden mejorar o corregir. En este caso de estudio, la motivación de los laicos de oponerse a la designación del obispo Juan Barros como supremo de la diócesis de Osorno, responde a criterios que tienen que ver con la empatía con víctimas de abuso sexual y con el amor por una comunidad de tradición histórica participativa y activa que se vio quebrada con la llegada del obispo. No hay un ánimo contra la Iglesia o de atacarlo todo por atacarlo. Son personas de Iglesia que aman a su Iglesia y que por ese amor deciden quedarse ahí, pudiendo irse. Se sienten llamados a algo. Sienten que pueden ser un aporte. Si el laico siente eso, tiene el deber de pelear por aquello. Un deber ético y también de fe. En última instancia, en esta tesis se puede afirmar con fuerza que el laico católico tiene el deber de actuar en conciencia con su fe, aun cuando eso lo lleve a oponerse a una decisión de la jerarquía de la Iglesia Católica.

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7. Proyecciones

Variadas son las proyecciones que se pueden desprender de esta investigación. Una de las más relevantes tiene que ver con una nueva forma de relación que debe surgir entre laicado y clero. Esta investigación muestra que es urgente replantearse la forma en que por años estos dos actores de la Iglesia, este pueblo de Dios, se ha relacionado entre sí. No sólo por el respeto que los laicos y laicas se merecen, sino también por un tema que en esta investigación es latente como el tema de los abusos. En las entrevistas los laicos ven en las estructuras de poder lo que posibilita el abuso. Por lo tanto, eso debe irse desestructurando para dar paso a una orgánica con valores y mecanismos mucho más cercanos a lo democrático.

Los laicos están llamados a seguir la línea de esta investigación. A ser conscientes de que son laicos por vocación y no porque no tuvieron la valentía o la vocación sacerdotal. Lo laical es tan importante como lo sacerdotal. Y por ende, si no viene desde el sacerdote o el obispo, el laico debe tener la autonomía de exigir espacios donde su voz sea escuchada, no sólo para el mundo secular, sino también en la realidad intraeclesial. Se debe profundizar en el conocimiento del Evangelio que es lo que profundiza el encuentro con Jesús y que permite plantearle la pregunta sobre qué haría Cristo en mi lugar. Esa pregunta debiera ser en el laico una especie de luz ética que le indique cuáles son las acciones y gestos, anuncios y denuncias que debe hacer.

Se desprenden desde esta investigación otros temas que serían muy interesantes de abordar. La importancia de la libertad al momento de elegir la religión es uno. El compromiso manifestado por los entrevistados es profundo y llamativo, y se descubre como un factor de esto que no fueron presionados a ser católicos, sino que ambos libremente decidieron serlo. Mucho se comenta sobre la realidad de los colegios católicos, donde muchas veces los estudiantes, en vez de sentirse atraídos por la opción cristiana, terminan rechazándola con mucha fuerza o considerándose ateos.

Otro punto que se debiera investigar es la opción de un sacerdocio femenino. En tiempos donde las mujeres y la sociedad reclaman que la mujer tenga igualdad de derechos y participación que el hombre, este tema debe afectar también a la Iglesia. El hecho de que la Entrevistada1 mencione con desazón que la Iglesia no le da la opción de ser ni diaconisa ni sacerdotisa es un

111 llamado de atención. Por otro lado, es inconmensurable el aporte que pueden llegar a ser las mujeres si alcanzan cargos de mayor responsabilidad dentro de la Iglesia, así como también puede ser una forma de compensar la baja de vocaciones sacerdotales masculinas.

Un siguiente elemento tiene que ver con lo que el mundo clerical está proyectando. Resulta llamativo que en ambos entrevistados las experiencias cercanas que tuvieron, aún cuando en gran parte hayan sido positivas, se conviertan en un factor para desechar la opción por la vida religiosa. Ninguno de los entrevistados ni siquiera menciona el tema de los abusos sexuales, sino que ven en las estructuras de poder y en la falta de autonomía elementos que no quieren para ellos y que no sienten coherentes con el Evangelio.

Se convierte esto en una tarea para todos los miembros de la Iglesia, tanto para laicos como para clero, el ir avanzando hacia una estructura donde todos puedan contar con espacios de participación activa y protagónica, donde se evidencia coherencia entre el estilo de vida y el Evangelio, en donde todos se relacionen con respeto, sin infantilizar ni inhabilitar al otro por sí, sino descubrir en él a un hermano en Cristo.

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118

Anexos: 1: Carta de Consentimiento informado

Se adjunta el formato del Consentimiento informado que llenaron los entrevistados.

Consentimiento Informado para participar en Proyecto de Investigación

Mediante la presente se le solicita la autorización para participar de estudios enmarcados en el Proyecto de Investigación “Rol de un laico católico cuando difiere de la jerarquía de la Iglesia Católica – Caso de estudio: Situación de los laicos de Osorno ante la designación en su diócesis del obispo Barros” propuesto para acceder al grado de Magíster en Ética Social y Desarrollo Humano de la Universidad Alberto Hurtado guiado por la Profesora Ángela Solís Münster.

Dicho proyecto tiene como objetivo general analizar el rol del laico católico al diferir de la opinión de la jerarquía de la Iglesia Católica. En función de lo anterior es pertinente su participación en el estudio, por lo que mediante la presente se le solicita su consentimiento informado.

Su colaboración consiste en participar de una entrevista la que se realizará de forma presencial y durará alrededor de 1 hora y 30 minutos y será realizada en El Colegio Salesiano El Patrocinio de San José ubicado en Bellavista 0550, comuna de Providencia.

Los alcances y resultados esperados de esta investigación apuntan a que a través de la historia de vida de los entrevistados se pueda explicar cómo es el discernimiento de una vocación laical, que motivaciones la mueven, que elementos la provocan. Luego poder describir cómo se desarrolló el conflicto de Osorno, de tal manera de ver de qué forma esto afectó a los entrevistados en su opción laical católica. Y finalmente poder caracterizar las consecuencias que tuvo en los entrevistados este conflicto, y así descubrir cómo viven ellos su identidad laical en cuanto a su relación con Dios, con los sacramentos, y con la jerarquía de la Iglesia Católica. Por lo que los beneficios reales o potenciales que se obtendrán de la investigación lo beneficiarán a usted en cuanto a su concepción y rol de laico y la posibilidad de ser un aporte a su comunidad religiosa, no existiendo un beneficio directo o específico a su persona. Además, su participación en este estudio no implica ningún riesgo de daño físico ni psicológico para usted, y se tomarán todas las medidas que sean necesarias para garantizar la salud e integridad física y psíquica de quienes participen del estudio.

119

Todos los datos que se recojan, serán estrictamente anónimos y de carácter privados. Además, los datos entregados serán absolutamente confidenciales y sólo se usarán para los fines científicos de la investigación. El responsable de esto, en calidad de custodio de los datos, será el Investigador Responsable del proyecto, quien tomará todas las medidas necesarias para cautelar el adecuado tratamiento de los datos, el resguardo de la información registrada y la correcta custodia de estos.

El investigador responsable del proyecto asegura la total cobertura de costos del estudio, por lo que su participación no significará gasto alguno. Por otra parte, la participación en este estudio no involucra pago o beneficio económico alguno.

Si presenta dudas sobre este proyecto o sobre su participación en él, puede hacer preguntas en cualquier momento de la ejecución del mismo. Igualmente, puede retirarse de la investigación en cualquier momento, sin que esto represente perjuicio. Es importante que usted considere que su participación en este estudio es completamente libre y voluntaria, y que tiene derecho a negarse a participar o a suspender y dejar inconclusa su participación cuando así lo desee, sin tener que dar explicaciones ni sufrir consecuencia alguna por tal decisión.

Ya que la investigación ha sido autorizada por la Universidad Alberto Hurtado, si usted considera que se han vulnerado sus derechos, le pedimos se comunique con Fabiola Berríos, Coordinadora Académica de Postgrados a [email protected] o al teléfono 228897471.

Desde ya agradecemos su participación.

------Carlos Illanes Acuña Investigador

120

Fecha

Yo______

_____ RUT: ______en base a lo expuesto en el presente documento, acepto voluntariamente participar en la investigación Rol de un laico católico cuando difiere de la jerarquía de la Iglesia Católica – Caso de estudio:

Situación de los laicos de Osorno ante la designación en su diócesis del Obispo

Juan Barros, conducida por el Profesor Carlos Illanes Acuña, investigador de la

Universidad Alberto Hurtado.

He sido informado de los objetivos, alcance y resultados esperados de este estudio y de las características de mi participación. Reconozco que la información que provea en el curso de esta investigación es estrictamente confidencial y anónima. Además, esta no será usada para ningún otro propósito fuera de los de este estudio.

He sido informado de que puedo hacer preguntas sobre el proyecto en cualquier momento y que puedo retirarme del mismo cuando así lo decida, sin tener que dar explicaciones ni sufrir consecuencia alguna por tal decisión.

De tener preguntas sobre mi participación en este estudio, puedo contactar a Fabiola Berríos, Coordinadora Académica de Postgrados a [email protected] o al teléfono 228897471.

Entiendo que una copia de este documento de consentimiento me será entregada, y que puedo pedir información sobre los resultados de este estudio cuando éste haya concluido. Para esto, puedo contactar al Investigador Responsable del proyecto al correo electrónico [email protected], o al teléfono 987310528.

______Nombre y firma participante Carlos Illanes Acuña

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Anexo 2: Protocolo de Entrevista

Categorías Preguntas Historia de vida • Cuénteme de usted. Quién es. A qué se dedica. Dónde vive. Quiénes conforman su familia. • Vocación laical. Cómo ingresó a la Iglesia. Por qué. Cómo ha sido su experiencia en la Iglesia. Conflicto de Osorno • Cómo ha vivido el conflicto de la diócesis de Osorno. Cómo vivió la designación del obispo Barros. Cuál fue su postura. Cómo sintieron las palabras del Papa Francisco cuando los trató de zurdos y tontos. Cómo vivieron la visita del Papa Francisco y sus palabras sobre el obispo Barros. Qué acciones han realizado. Cómo vivió la carta del Papa a los obispos y todo lo que ha venido después. Identidad laical • Cómo ha definido su identidad laical. Cómo vive su fe. Por qué se sigue sintiendo católico. Por qué permanece en la Iglesia. Cómo se relaciona con Dios, con los sacramentos, y con la jerarquía de la Iglesia Católica.

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Anexo 3: Transcripción de las entrevistas

Entrevista N°1

Se comienza la entrevista para la Tesis Conflicto Ético y Moral que enfrenta un laico católico al diferir de la opinión de la jerarquía de la Iglesia Católica y las implicancias que tiene para su vida religiosa. El caso de estudio elegido es la situación de los laicos de Osorno ante la designación en su diócesis del obispo Juan Barros. El entrevistador es Carlos Illanes y le pido a la entrevistada que se presente.

Soy xxxx, tengo 33 años, soy profesora de educación general básica y magisterando en Acompañamiento Espiritual de la Alberto Hurtado.

I. Experiencia de vida del entrevistado

¿Quién es usted? ¿Quiénes componen su familia? ¿Cómo llega usted a pertenecer a la Iglesia?

Yo soy de un lugar que se llama Rupanco, que queda como a 40 kilómetros de Osorno camino a Puerto Octay. Nací en Puerto Octay y casi toda mi niñez y adolescencia la viví en Rupanco. Mis papás son personas campesinas con pocos estudios, de hecho creo que apenas tienen 2º básico. Tengo dos hermanos mayores, yo soy la menor. En Rupanco, como comunidad rural, se divide en poblaciones, y todo gira en torno a tres o cuatro cosas cuando se vive en el campo, que son: la parroquia, la posta o consultorio, los bomberos y la escuela, y si es que hay, la junta de vecinos. Y como es comunidad pequeña, se conocen entre todos. Entonces la parroquia fue un atractivo para mí por medio de mis amigas. Mis amigas me invitaron a ser parte de la Iglesia porque yo no era bautizada. Entonces ya de grande mis amigos me dijeron “xxxx, por qué no te inscribes”, estamos hablando para hacer la Primera Comunión en ese tiempo, como a los ocho o nueve años. Y con esta invitación que ellas me hacen yo quedo cuestionada y digo “quiero participar”. Y al año siguiente yo me inscribo para la Primera Comunión, y como no era bautizada tuve que hacer una precatequesis. Entonces precatequesis, catequesis y catequesis.

Y previo a eso, ¿había una experiencia de fe en su casa o su familia?

Sí. Mis papás participaban mucho de la Parroquia. De ahí mismo de Rupanco, la Parroquia San pedro Apóstol. Participaron en Encuentro Matrimonial, iban a misa, y trabajaron con los curas que había antiguamente. Aparte por lo que se vivió en la hacienda Rupanco, el tema del conflicto de tierras, la expropiación de tierras, había un nexo entre la Iglesia y los campesinos. Entonces hubo un tiempo en que los curas defendieron mucho a los campesinos, porque los campesinos estaban siendo reprimidos por los, entre comillas, dueños de la tierra por carabineros. Entonces había una complicidad, no sé si complicidad es la palabra, pero había un nexo ahí importante. Es una experiencia positiva de la relación de la Iglesia con la gente. De hecho, mi papá que participó siendo dirigente sindical, por el tema de defensa de las tierras de los campesinos él cayó preso y la persona que lo va a sacar es un cura. Fue un sacerdote. Entonces la experiencia es positiva, porque la Iglesia por medio

123 de los pastores se acercaba a la gente. Esto fue desde antes que yo naciera, y tenía cuatro años cuando mi padre fue encarcelado por el tema de las tierras y todo eso. Y tiempo después, año 2009 puede ser, también lo llevaron detenido por el tema de una marcha que se hizo por lo mismo en Osorno, y donde un cura también, amigo, el padre Américo fue el primero en levantar la voz diciendo “pero por qué se lo llevan detenido, muéstrenme por favor...” obviamente era todo injusto. Entonces sí, una experiencia positiva de Iglesia. Un sacerdocio que se la jugaba por la gente, por los campesinos, que no le temía a los carabineros, que no le temía al Estado, que no le temía a nada. Y siempre por el bien de sus feligreses, de su pueblo de Dios. En esa Iglesia como que crecí un poco, y desde ahí yo no he dejado de participar. Yo en el año 96 tenía como doce años y me bauticé conscientemente, yo elegí a mi madrina de bautizo, soy consciente de eso, y por ser consciente de eso es una responsabilidad que yo tomé cien por ciento, porque yo lo decidí, nadie lo hizo por mí. Comparado a muchas personas católicas que han sido bautizados desde pequeños, de niños, que no tenía conciencia... yo puedo decir que conmigo no fue así. Entonces me siento responsable de haber elegido mi religión.

Y desde que tus amigas te invitan a ser parte de catequesis y todo lo que viviste con tu bautizo y tu Primera Comunión. ¿Cómo ha sido esa experiencia, cómo ha sido ser parte de la Iglesia?

Desde pequeña ha sido bueno. Pero sabe que yo no sé si fue por motivación de mi papá, que siempre lo cuestioné todo. Cuando estaba en la catequesis, y leíamos la Palabra, y decía “Estuve preso y me fuiste a ver, estuve enfermo y me visitaste, tenía hambre y me diste de comer” y yo decía “qué lindo esto, pero cuándo lo hacemos”. Y eso se lo cuestionaba a mis catequistas. “Me gusta la Palabra de Jesús, me gusta lo que dice Jesús, pero que quede aquí en el salón para nosotros y no lo hagamos vida... eso yo lo ponía en cuestión”. Después siendo más grande participé en todos los grupos habidos y por haber, pero la Infancia Misionera fue uno de los movimientos que a mí me marcó, porque con unas religiosas, las Capuchinas de la Sagrada Familia, ellas llevaban a la práctica eso. Entonces íbamos a ver a los enfermos, íbamos a visitar a los ancianos. Después ya de más adolescente en la confirmación, me empecé a cuestionar más. En ese tiempo estaba de obispo Alejandro Goic y no sé si era yo, o eran los demás, pero siempre lo cuestioné. Yo a él lo quiero mucho, como persona, como Alejandro Goic, porque me ayudó mucho a crecer como mujer, y yo le reclamaba cosas. Pero yo le decía “cuándo va a ser el día que la Revista Hacia la Cumbre, que es una revista que fundó Monseñor Valdés, va a salir la historia de la parroquia San Pedro apóstol... yo le decía “no sale porque somos del campo?”. Yo le decía “¿por qué no nos viene a ver más seguido, no nos viene a ver porque somos campesinos?” Y él “No, xxxx, no tiene nada que ver con eso”. Pero yo lo cuestionaba. Nunca me quedé callada. Creo que desde chica fui un poco... no sé si alegadora es la palabra, pero las cosas que yo me cuestionaba las decía, cayeran bien o cayeran mal. Entonces en ese sentido creo que he sido participante activa de la Iglesia con esa conciencia de haber sido bautizada porque yo lo quise. Porque yo lo decidí. Y después en eso participé en todo lo que pude. En el coro, misionera, en la Infancia Misionera, como animadora, como catequista, acompañando las misas en las comunidades más lejanas y rurales que tienen misa una vez al mes. Después cuando salí de la confirmación, que me confirmó don Alejandro. Pero después que salí de 4º medio, tuve un año sabático donde hice Pre- U, donde dije “quiero por mí misma hacer vida el Evangelio”, y me invitaron a la Pastoral carcelaria y a la Pastoral de los enfermos en el Hospital base de Osorno. Y

124 ese año yo hice mi voluntariado en ambas partes, donde tú te encuentras con el Jesús que tú buscas, lo encuentras ahí. Porque en ese tiempo la Iglesia no era tan cuestionada, entonces lo que yo buscaba era hacer vida el Evangelio y cómo poder ayudar y aportar a los que están peor que yo. O sea en la cárcel tú te encuentras con la realidad de que hay presos que nadie los va a visitar, que no tienen cepillo de dientes, que no tienen jabón... te encuentras con esa realidad. Y en el hospital igual te encuentras con enfermos que están muriéndose y nadie los va a ver, que se mueren solos, que a lo mejor lo único que necesitan es alguien que los vaya a ver, que les dé una palabra de aliento o que simplemente los escuche. Entonces Jesús a mí me movió a eso. Y yo hasta ese tiempo me movía por eso. Y esa era mi participación en la Iglesia.

¿Esto surgió de forma autónoma o a través de grupos pastorales?

O sea me motivó el padre Américo, porque como yo estaba en el coro y todo, me dijo “xxxx, por qué no vienes a tocar en la misa de los presos en la cárcel?”. La primera vez que yo fui fue con horror, fui con mucho miedo, porque no conocía la dinámica de la cárcel. A excepción de cuando mi papá estuvo en la cárcel y yo recuerdo haber ido chica con mi mamá, pero a mí me dijeron que mi papá estaba en la universidad, y yo juraba que era la universidad. Era chica, tenía cuatro años, y me dijeron eso para cuidarme. Y esa vez a mi mamá se le perdió una tarjetita que a ti te pasan cuando tú entras en la cárcel, que tiene un número para que entreguen el carnet. Y a mi mamá se le perdió y yo vi cuando se le cayó pero no hice nada, entonces fue una experiencia traumática para mí, porque después no podíamos salir. Entonces volver ahí fue muy difícil, pero a la larga fue una experiencia hermosa. He aprendido mucho con los internos, y ellos se cuestionan más que yo. Mantengo eso hasta el día de hoy, ahora que volví a Osorno sigo participando en la Pastoral carcelaria. Sigo acompañando gente. Todo es en un contexto pastoral. Nace desde que yo conozco el Evangelio. Yo cuando me bauticé me regalaron un Nuevo Testamento, mi madrina me lo regaló, ella sin conocer mucho de la Palabra me regaló ese Nuevo Testamento que era viejo, era uno viejo, ni siquiera era uno nuevo, porque era lo que ella tenía, y yo tan ignorante empecé leyendo la parte de abajo, los comentarios y como que no me calzaba. Y yo dije “ya, voy a empezar a leer las letras más grandes” y me leí todos los Evangelios antes de bautizarme. Entonces, claro, me gustaba lo que hacía Jesús, lo que decía, cómo lo hacía, se enojaba cuando tenía que enojarse, se entristecía cuando veía cosas que no le gustaban, y yo decía “yo quiero hacer eso, yo de verdad quiero seguir el Evangelio”, pero yo veía que en mi parroquia no pasaba mucho, porque igual era Parroquia de campo, todo es más tranquilo. Es más de ir a misa, de rezar, del mes de María, pero yo quería más acción. Entonces como no me lo dieron, yo lo busqué.

¿Por qué dentro de esta experiencia tu opción es laical?

Me lo cuestioné a los veinte años, me cuestioné si lo mío era la vida religiosa. Estuve en un proceso de discernimiento que duró como diez meses y ahí me di cuenta que no era mi opción. Pienso y creo que si tú quieres ser un aporte, o quieres ayudar a las personas, o quieres hacer vida el Evangelio, no es necesario que estés en una congregación religiosa, no es necesario que te hagas cura, lo puedes hacer desde tu estado laical. Y no me gustaba que siendo mujer me vieran con un velo y un vestido y tener preferencia, eso a mí no me gustaba. Yo lo veía con las monjas cuando íbamos a Osorno “oh, madrecita siéntese aquí”, tenían

125 privilegios, y yo decía “por qué tienen privilegios si somos todos iguales”. Entonces yo me cuestionaba eso, que sentía que mi vida no era por el camino de ser religiosa, porque no me da la opción la Iglesia de ser diaconisa ni sacerdotisa, entonces era sólo ser religiosa, porque una religiosa igual es una laica, lo único que tienen una congregación y una opción diferente al laicado. Y además que pretendo alguna vez, y si no se da tampoco es tema, pretendo alguna vez formar una familia. Y poder crecer y formar una familia en este contexto eclesial, pero no ciego. Sino desde el Evangelio, de lo que yo he vivido, siendo crítica con la Iglesia. A mí, mi historia de vida, mi historia eclesial, me dice que soy una laica católica, no es un invento mío, no es que sean sólo palabras, sino que hay actos concretos y lo que más me respalda es que hay una experiencia con Jesús. Cuando hay personas, por lo que está viviendo la Iglesia, me dicen que cómo sigo siendo católica, porque tengo amigos ateos, me dicen que Dios no existe, que es un invento humano, yo les digo “cómo te hago entender a ti la experiencia que yo he tenido con Jesús”. Esa experiencia nadie te la puede quitar, nadie te la puede borrar, porque esa experiencia tú ya la tuviste, yo ya tuve ese encuentro profundo con Jesucristo. Yo soy una convencida que cuando tienes ese encuentro profundo con Jesucristo no hay nada ni nadie que lo pueda eliminar. Es similar a alguien que tiene un hijo, él ya tiene la experiencia de ser padre, ya nadie se lo puede quitar. Por eso yo me considero católica. Bueno y si nos vamos a la parte legal, claro por el bautizo soy miembro de la Iglesia, soy sacerdotisa, profetisa y reina. Entonces sí, me considero laica católica. Y así es como he conocido curas muy buenos, religiosas muy buenas, pero también me ha tocado ver toda la miseria dentro de la Iglesia. De hecho, ayer le comentaba a una amiga en qué momento decidí ser católica, porque si hubiera sabido que iba a pasar todo esto, hubiese pensado que mejor ahorrarse un problema y hubiese sido budista, no sé, a lo mejor estaría más en paz, más tranquila. Pero yo decía a lo mejor es una de las misiones que yo tenía encomendada. Yo soy en específico porque creo que era lo que tenía más a mano, lo más conocido, porque lo decidí, y porque mi experiencia de pequeña, de adolescente y de juventud fue buena, fue muy buena. Yo creo que mis mejores años han sido en la Iglesia, hasta ahora. Y pese a la crisis y todo eso, este último tiempo he estado participando y metiéndome en el tema del pueblo mapuche, que ellos viven una espiritualidad muy profunda, y yo creo que si no fuera por la pastoral mapuche, por el pueblo mapuche y por los mapuche, yo creo que a lo mejor mi fe hubiera tambaleado más. Yo me sentí respaldada por ellos, me hicieron volver a creer más firmemente en Dios, más que en las estructuras, más que en la jerarquía, más que en los curas o las monjas, creer en Dios. Ellos reavivaron mi fe. Yo creo que no fui budista u otra porque uno ha crecido en un entorno y el entorno te va modelando, queramos o no, y es lo que tenía más a mano y tuve buena experiencia. Yo soy afortunada que desde mi niñez, mi adolescencia y juventud, fui afortunada en mi Iglesia, porque otros no tuvieron ese privilegio, otros fueron abusados.

II. Conflicto de Osorno

¿Cómo fue para ustedes la designación del obispo Barros en su diócesis?

Desde el 2014 que estábamos con Administrador Apostólico, que era Chomalí. Yo en ese tiempo estaba trabajando en el obispado de Osorno. Por lo tanto, fue un año en el que no tuvimos pastor, pero sin embargo la diócesis seguía funcionando administrativamente y ejecutivamente. Y funcionaba muy bien. Lo pastoral y todo seguía funcionando muy bien. Y nosotros durante ese año lo único que queríamos

126 era que por favor que nos enviaran un obispo. Incluso hicimos un vídeo donde decíamos “Papa Francisco, Osorno necesita un obispo”. Yo en la diócesis estaba a cargo de la Pastoral Juvenil a nivel diocesano, entonces yo era funcionara del obispado de Osorno, y también hacía secretaría en la Vicaría Pastoral, trabajaba en conjunto con el Vicario Pastoral de ese tiempo. Entonces nosotros en diciembre pensábamos que necesitábamos un obispo. En enero, el 10 de enero, cuando nombran a Barros, yo me despierto temprano, porque me empiezan a llegar los mensajes de que ya había obispo. Creo que como a las 8 de la mañana me enteré y yo estaba feliz, yo estaba muy contenta porque por fin teníamos obispo, “ya vamos a saber para donde más ir”, porque lo queramos o no si colocan un Pastor a cargo de una diócesis, ese Pastor va orientando, va guiando, va dando nuevas ideas en conjunto con, se supone que en conjunto con el pueblo de Dios. Además, el Administrador Apostólico tiene algunas limitaciones, que en cambio el obispo sí puede hacer. Y además Chomalí, que era el Administrador Apostólico, iba una vez al mes y estaba tres o cinco días, que obviamente era insuficiente. Entonces yo lo recibí muy bien. La alegría me duró media hora. O sea, yo a las 8 me enteré, publiqué, envié información para todo el mundo, super contenta. Y me llama un cura, un cura amigo, el padre Américo, que era el Vicario Pastoral de ese tiempo, y me dice “qué te parece el nuevo nombramiento”, y yo “bien, tenemos obispo, qué bacán, y a usted qué le parece” le dije yo. “No sé –me dijo-, no sé si sea tan bueno. Esto no”. “Pero padre –le decía yo-, tenemos obispo, lo demás da lo mismo, tenemos obispo”. Y eso fue como a las 8:20, a las 8:30 prendo la televisión y estaba Juan Carlos Cruz, diciendo “este hombre es un encubridor, él mientras me abusaban me veía, se besaba con Karadima” y yo sólo pensaba “no puede ser, no puede ser”. Y empecé con los contactos a dialogar esta información, saber quién era Juan Barros, porque nunca en mi vida lo había escuchado, saber qué pasaba con él. Y a investigar, investigar, informarme, creo que desde ese día no había leído tanto en mi vida. Me lo leí todo. Me leí hasta los expedientes de Karadima, todo. Todo me lo leí. Para informarme, para saber quién era, y para yo poder decir... porque yo era trabajadora del obispado, entonces no podía no tener una opinión... yo estaba, de alguna forma, a cargo a nivel diocesano de los jóvenes. Tenía que tener una opinión fundamentada, porque los chiquillos te preguntan, los chiquillos son más críticos que los adultos, entonces yo tenía que tener una respuesta. Conversé con la comisión que yo trabajaba, que teníamos un equipo de trabajo en ese tiempo, conversaba con Juan Carlos, con Marcelo, con los chiquillos, y todos estaban impactados, pensando que esto no se venía bien. Y al pasar los días, claro, había gente que cuando yo puse la publicación era como “ah, qué bien” y otros “no, esto no va por aquí”, y yo me puse a defender a Juan Barros. En una entrevista que me hicieron en Canal 13 en un reportaje que hicieron, yo lo digo ahí públicamente. Yo defendí a Barros, puedo decir que sí yo lo defendí, pero llegué a un punto en que no lo pude defender más porque no tenía argumentos. Donde las palabras de las víctimas de Karadima eran más fuertes y eran más creíbles, porque había fundamentación para eso, y Juan Barros se quedó callado, no dijo nada. Le pedimos explicaciones, los curas se organizaron, enviaron cartas, se le pidió una explicación al Nuncio, y nadie nos decía nada, lo único que queríamos nosotros era una respuesta, que nos dijeran “ya, sí, esta persona es esto”... algo... fueron días y semanas que no tuvimos respuesta de nada. Yo lo defendí primero porque no lo conocíamos. Decía que cómo íbamos a crucificarlo si no le habíamos dado la oportunidad de conocerlo, de que dijera algo. Pero cuando yo ya veo que el panorama se va poniendo negro y que él no responde nada, eso a mí me huele mal. Porque por último que dijera “un saludo al pueblo de Osorno, yo estoy muy tranquilo

127 con esto, efectivamente yo sí participé de El Bosque, pero no estoy involucrado en...” yo esperaba eso, pero no dijo nada. Entonces lo tuvieron que poner entre la espada y la pared para que diera una declaración. O sea si el padre Pedro Kliegel no lo pone entre la espada y la pared, él no da esa declaración. Eso consistió en una carta que se la exigieron por un medio público, formal. Entonces ahí yo ya dije no. Y el 6 de marzo él llega a Puerto Montt, lo van a buscar a Puerto Montt en auto, y la persona que lo fue a buscar me dice “sabes que es raro él, porque cada vez que lo llamaban por teléfono en el trayecto de Puerto Montt a Osorno me pedía que parara el auto, se bajaba y hablaba” Y la experiencia nuestra con el obispo anterior era de ningún problema al hablar por teléfono porque no había nada que esconder. Y además llegando a Osorno, a esta persona que hizo de chofer, lo llaman de inteligencia de Carabineros, y le indican por dónde se tiene que ir, y fue como “cómo me van a decir a mí, que llevo años en Osorno, por dónde me tengo que ir, conozco el lugar donde tengo que ir”. Entonces fue como raro. Para nosotros, una ciudad que es super tranquila, que llega a ser fome, que nos conocemos entre todos, que esté metido Inteligencia de Carabineros y que haya tanto carabinero, eso fue una provocación. Yo no estaba acostumbrada a que en el obispado hubiera carabineros afuera, adentro, fuera de la Catedral. Y ese día, 6 de marzo, tenía una reunión con los curas, me imaginaba yo que era para dar explicaciones de todo lo que estaba pasando, y se había dicho que esa reunión era en la Catedral a las 10 de la mañana, y a última hora, quince minutos antes, avisaron que era en el Colegio Santa Marta, y todos los curas perdidos, preguntaban por qué hace eso, “no puede hacer un cambio de un rato para otro, ¿qué esconde?” y más encima esa reunión fue en un subterráneo, entonces era como todo oculto. Yo siempre digo que este pastor no entró por la puerta, entró por el cerco, llegó escondido. Yo recuerdo que Alejandro Goic que, cuando él llegó como obispo de Osorno, él besó la tierra osornina, la gente lo fue a recibir, y esa vez no tuvimos esa oportunidad. Todos los demás obispos llegaron bien, nosotros los recibimos. Y esta vez él llegó escondido. Entonces fueron sucediendo tantas cosas que al final yo decía “no puedo seguir defendiéndolo, esta es la realidad” y ahí yo ya tomé una postura firma, con miedo, debo decirlo. Y luego el 21 de marzo, en la toma de posesión, que fue horrible, horrible. No era lo que teníamos planeado hacer, se nos salió de las manos. Pero después de eso el día lunes teníamos reunión, a primera hora, el personal del obispado con el obispo. Entonces yo dije “por lo menos iremos a hablar el tema de lo que pasó el sábado, no sé, hacer catarsis” y nada, era como si nada hubiera pasado. Y yo quedé como “¿qué onda, no pasó nada el sábado?” y ahí él super bien, como si nada. Me llamó la atención German Arana, que era el cura que lo estaba acompañando en sus ejercicios espirituales en España y que después lo acompañó en la toma de posesión, que ha sido como uno de las personas que ha estado más cercano a él, un cura jesuita... Antes de esa reunión nosotros tuvimos una oración en la capilla y German Arana se sienta al lado mío, y después que terminamos la oración yo hice el ademán de irme, de salirme de la capilla, y él me toma del brazo y me pide que conversemos un momento, y yo me quedé. Y me empieza a decir que nosotros teníamos que aceptar al obispo, que el Papa lo había nombrado, que teníamos que obedecer prácticamente, y que Juan Barros era una persona buena y nosotros teníamos que apoyarlo. Y en ese momento fue como “perdón, ¿por qué me dice esto a mí y no a mis otros compañeros”, yo ya estaba cuestionando al obispo, ya había tomado una decisión frente a qué posición iba a tomar, entonces sentí prácticamente que me estaba manipulando o tratando de manipularme. Y yo le dije que para mí no era fácil, que lo que había pasado el 21 de marzo era una manifestación del pueblo también. Entonces ese diálogo que tuvimos

128 a mí no me gustó, porque me sentí invadida y pensaba por qué me lo dijo a mí, sentí casi una persecución. Y después nadie dijo nada, nadie habló nada, era como si nada hubiera pasado. Y eso ya era extraño. Y ese día todos nos presentamos, decíamos de dónde éramos, cuál era nuestra historia eclesial, pero él jamás dijo que estuvo en la Parroquia de El Bosque, nunca lo dijo, y contó muchas anécdotas tan folclóricas como que él tenía un campito en el sur de Santiago, y que iba con su mamá cuando niño, y que iba a recoger loe huevos de las gallinas... así como muy campesino, y sabemos que su realidad no es así. Entonces era como para tratar de entrar con nosotros, pensé yo Fueron muchas acciones de él que no me cuadraban.

¿Cómo fue la preparación para la toma de posesión? ¿Había ahí ya una especie de organización que se opone a la designación del obispo Juan Barros?

Se pensaba manifestar. El 10 de enero, cuando se nombra al obispo Barros, sé por Juan Carlos Claret que hubo, no sé si una o dos mujeres, que fueron las primeras en protestar, las hermanas González, laicas ambas. Ellas protestaron porque en su familia habían tenido una situación de abuso de un familiar por parte de un cura. Ellas fueron las primeras en alzar la voz. Me imagino que ellas ya sabían quién era Juan Barros, y de a poco la gente se fue contactando. Porque los que ahora nos conocemos, en ese tiempo nos ubicábamos, nos conocíamos, pero no sabíamos más en profundidad cuáles eran nuestras posiciones, no existía esto de blancos y negros, entonces de ahí nos fuimos informando, y sabiendo quién era Juan Barros y lo que decían las víctimas de Karadima, y se fue armando esta organización. Pero no fue una cosa que “desde hoy somos la Organización de Laicos y Laicas de...” no. Se fue armando, fuimos tanteando terreno, un poco a ciegas, sin saber mucho para dónde íbamos. De hecho, yo me acuerdo de una conversación con Juan Carlos Claret, porque Juan Carlos es mucho menor que yo, y yo le decía “Juan Carlos, tú te das cuenta de lo que estás organizando, de lo que estás haciendo” porque él, con los conocimientos que tiene de Derecho empezó a hacer muchas cosas, y estaba super bien, pero él es super joven. Ahí tenía 20 o 21 años. Y él me decía “no mucho, pero hay que hacerlo, hay que hacerlo”. Y de a poquito uno se fue contactando con más personas, y nos fuimos organizando, pero no así como con una estructura. Sino que era como cuando tú vas caminando por la noche y no tienes luz, y vas caminando a tientas... yo lo definiría así. Ir caminando sin saber a dónde vamos, pero tenemos esta convicción, de que no podemos tener un obispo que esté encubriendo, que sea cuestionado, que no sea capaz de defenderse, de decirnos algo a nosotros que nos deje tranquilos. Y para ese día lo que se tenía planeado era protestar pero afuera de la Catedral, pero unos pocos iban a ingresar a la Catedral, se iban a sentar en distintos lugares de la Catedral, obviamente todos vestidos de negro, y después del saludo, cuando se leyera la Bula, cuando se nombra al obispo, y en ese momento en señal de protesta pero dentro de la Catedral, estas personas que estaban ubicadas en distintas partes de la Catedral se iban a levantar y se iban a ir en silencio. Ese era el acuerdo. Antes que empezara la misa, ya había gente diciendo cosas, entonces yo le pregunto a Juan Carlos: ¿cómo nos aseguramos que la gente va a salir en el momento que sea lea la bula y que salgan en silencio?”, y me dice “es que se comprometieron”, y yo “ah, okey”. Pero llegó una cantidad de gente a protestar que no fue manejable, y se suponía que adentro iba a estar el sacerdocio que ya conocemos, y afuera iba a estar el sacerdocio laical y bautismal, porque por el bautismo nosotros también somos sacerdotes. Entonces íbamos a estar haciendo una misa paralela, pero afuera. Y

129 por ejemplo, en el momento de la presentación de dones, habíamos buscado una cruz grande, gigante, de madera, donde iban a haber imágenes de las víctimas de abuso. Y esa cruz iba a entrar y se iba a dejar en la presentación de dones. Pero nada de eso pasó, nada de eso ocurrió, porque ya desde antes de la misa quedó la escoba. Pero fue gente nuestra y gente que no. Había de todo. Mi sensación en un principio fue de mucho dolor, porque fue un caos tremendo. Todos recibimos golpes, a todos nos empujaron. Todos la pasamos muy mal. Y nadie entendía nada. Yo lo único que atiné fue que vi a Sixto Patirsen que es un obispo super viejito, y que yo sabía que no estaba bien de salud, y cuando yo veía que la gente se iba como encima lo único que atiné fue como a abrirles el paso para que al menos pudieran pasar y no les hicieran nada. Y en eso alguien le bota la mitra a un obispo. Entonces mi lógica y mi mente me decía que había que cuidar a los más viejitos, independiente de si son obispos o no son obispos, “hay gente vieja, adulta, y hay que cuidarla”, esa fue mi lógica. Y después cuando ya vi que había más gente aportando y colaborando en eso, porque mi cuerpo no da, me traté de salir lo que más pude y ver que adelante ojalá no pasara nada más grave. Esa fue mi lógica, que no pasara nada más grave. Quería que con todos los gritos que había en la Catedral ese día, que Barros dijera que no asumía, que para mí era lo más lógico. Yo nunca había visto la Catedral así. Yo nunca he ido a un estadio a ver un partido de futbol, nunca he ido, pero me lo imagino, y mi comparación es esa. Yo veía la Catedral como un estadio de futbol jugando el Colo Colo con la Chile, y así estaba la Catedral ese día. Todo el mundo gritando, no se escuchaba nada de lo que decían desde el altar, entonces yo dije que eso no era una misa, no hubo comunión, ni de recibir la hostia ni entre nosotros. Entonces para mí eso no era una misa, yo sólo quería que terminara, que Juan Barros dijera que no asumía, o que el Nuncio dijera que eso se terminaba ahí. Pero cuando ya asumió e hicieron todo lo que tenían que hacer, mi conclusión fue “esto fue un gallito entre la jerarquía eclesial y el pueblo de Dios” y ganó el más poderoso que es la jerarquía eclesial. Y a nosotros los laicos, una vez más, nos hicieron callar, así como dijo el padre Pedro, metafóricamente, “mi pastor me pega con el báculo”. Nos pegaron con su báculo, esa fue mi sensación, nos demostraron todo su poder que tienen. Pero viendo ahora todo el proceso, yo puedo decir que el tiempo nos dio la razón.

¿Y cómo fue la relación posterior a esto? ¿Hubo relación con él, hay un trato? ¿Se siguieron haciendo protestas? ¿Siguieron ustedes como Organización?

Yo trabajé un mes y medio con Barros y con el equipo decidimos renunciar a la Pastoral Juvenil. Éramos ocho personas en el equipo, donde seis firmamos la carta de renuncia, y dos no quisieron firmar. Uno porque aceptaba lo que decía el Papa y el otro porque no quería tener complicaciones para encontrar trabajo. Y era lógico porque Barros era influyente, más aún en un pueblo chico. Y esas seis personas que renunciamos, dijimos por qué, fue porque no teníamos cómo dar explicaciones a los jóvenes. Y los jóvenes buscan referentes en nosotros y no podemos mentirles. Y hasta el momento, por parte de Juan Barros, no habíamos recibido ninguna crítica, ninguna explicación, nada. Entonces cómo explicarle eso a los chiquillos. Preferíamos seguir trabajando en nuestras propias comunidades, pero ya no desde lo diocesano, sino desde lo parroquial. Y yo renuncio junto con el equipo y además renuncio como funcionaria, porque a mí se me pagaba por esa labor, no así al equipo. Y renunciamos todos juntos. Cada uno siguió trabajando en su Parroquia. Yo en ese momento postulé a un trabajo en Santiago y trabajé en la Vicaría para la Educación. Hice todos los pasos pertinentes, no llegué por pituto, sino que di las

130 entrevistas que correspondían con la jefa de área, con la psicolaboral, con el vicario de ese entonces, y me aceptaron, y yo me vine a trabajar acá. Pero el hecho de que me haya venido para mí fue positivo en el sentido de que como estaban todas las manzanas podridas, me sacaron y me salvé. He recibido herramientas, ayuda, todo eso. Pero eso no significó que yo me haya desligado de Osorno, siempre estuve muy pendiente. Estuve informándome, siempre estuve llamando. Era casi como si estuviera en Osorno estando en Santiago. Y lo sufría desde la lejanía. Y me enteraba de todo. Porque tengo amigos curas, porque conocía en la diócesis a la mayoría de las personas, a todos los curas, las monjas, las congregaciones, los colegios, porque me tocaba hacer mucho trabajo en terreno. Y claro, veía que esta organización se estaba organizando, que no fue fácil, que tuvimos muchas peleas también dentro de la interna, que eso obviamente la gente no lo ve y que ya veíamos esta posición de blancos y negros. Quedó instalado desde el 21 de marzo que había blancos y que habían negros, porque en ese día había gente que no recibíamos al obispo, pero había gente que sí lo recibía. ¿Por qué lo recibía? Porque el Papa lo había nombrado. Yo me acuerdo de una joven, que trabajábamos juntas, que la invitábamos a muchas cosas, una joven muy buena, y no buena de ser piadosa sino buena porque es inteligente, porque es proactiva, tiene muchas cosas positivas. Y ella me interpela que por qué estoy en contra de Barros, que por qué estoy en contra de lo que dice el Papa. Me cuestionó, me dijo “tienes que renunciar a la Pastoral Juvenil”. Y yo le dije “yo sí voy a renunciar, pero no porque tú me lo digas, yo voy a renunciar porque quiero ser coherente”. Y yo le digo ¿y tú por qué decides apoyar al obispo”. Y me dice “es que el Papa lo nombró, y yo le obedezco al Papa”. Cuando ella me responde eso yo sentí que ahí no había nada más que hablar, porque ella no cuestiona las decisiones de una persona que tiene un cargo a nivel mundial. Porque para mí el Papa, si bien es cierto es el vicario de Cristo y todo lo que se dice, pero ante todo es persona, es ser humano y se puede equivocar. Y con el tiempo hemos visto que sí, se equivoca. Pero en ese momento yo no le iba a dar esa respuesta porque ella no lo iba a comprender, no sé si al día de hoy lo habrá comprendido. Entonces sucedían muchas cosas al mismo tiempo. Mucha gente que me criticó, que me dijo muchas cosas, así como me pedían que me fuera, otros me pedían que me quedara. Yo podría haber dicho que me quedaba por ver a los jóvenes y todo lo que haga el obispo lo voy a denunciar, pero qué me pasaba a mí. Yo decía “yo no puedo”, de verdad que no podía, porque a diferencia de lo que pasa en el obispado de Santiago o en otras arquidiócesis, en los obispados se trabaja muy codo a codo con el obispo. Mi cargo era un cargo de confianza. Entonces con Rebolledo trabajamos todo el día, yo lo veía todos los días. Tomábamos de repente el café juntos. Y eso en el arzobispado de Santiago no va a pasar nunca con el obispo. Apenas lo vez una vez o dos veces al año. Entonces, yo no quería inmiscuirme o que me relacionaran con Juan Barros. No quería eso. Y frente a eso la Organización siguió con las velatones, que habían empezado antes de marzo, antes del 21 de marzo. Donde yo participé, y siempre estuve más escondida de las cámaras, porque era funcionara del obispado. Había protestas donde se sabía que iba a estar Juan Barros, ahí todos los que podían iban a protestar. Pidiéndole que se fuera, que renunciara. Los típicos gritos que ya conocemos. Pidiéndole eso. Entonces qué pasaba, que la gente de la parroquia donde iba el obispo y lo recibían se enfrentaban. Hasta el día de hoy todavía recordamos a esa gente que dice “¡esta es mi Parroquia!”, y claro, yo entiendo ese sentido de pertenencia parroquial, pero yo creo que de todas las parroquias todos somos dueños, y todos somos libres de manifestarnos. Igual hubo cosas por las que yo confronté un poco a la Organización, por ejemplo no me gustaban mucho las

131 protestas de interrumpir las misas, porque respeto también al que cree. O sea, con esta joven que me dice “porque el Papa lo dice” yo la respeto, porque es su creencia y a lo mejor más adelante tendrá otra panorámica, no lo sé, pero a mí no me gustaría que mientras yo esté rezando me interrumpieran. Entonces esas cosas yo no las compartía. Compartía el fondo, pero no la forma. Una vez que yo renuncio al obispado, comienzo a vivir de una u otra forma el proceso desde Santiago. Yo todos los meses viajaba a Osorno, casi ni veía a mi familia porque iba a participar siempre con la Organización, a las reuniones, a las marchas, a todo lo que podía. A mi familia en verdad la veía muy poco, si es que un rato los fines de semana cuando ya me tenía que devolver. Y lo viví desde la lejanía. Pero siempre muy pendiente de todo lo que pasaba allá porque tenía contacto casi todos los días con personas, me tocaba mucho escuchar también qué pasaba y toda la división que se estaba produciendo. Lo que hacía Juan Barros, donde iba Juan Barros, las acciones que él hacía.

¿La oposición a Juan Barros se limitó a las acusaciones o hubo situaciones de él como obispo de Osorno que también generaron una respuesta desfavorable?

Lo primero fue el tema del encubrimiento de los abusos, el ponerse en los zapatos de las víctimas. De hecho, en la Organización hay gente que ya tenía estos conflictos, entonces fue eso. Y desde la formación pasa que muchos alcanzaron a conocer a Monseñor Valdés, que fue el primer obispo de Osorno, y ahí hubo una formación de un laicado protagonista, de hablar con la verdad. Yo creo que muchos alzaron la voz por eso, y que no era coherente tener un pastor que esté acusado de esto. Entonces uno se preguntaba quién dice la verdad, las víctimas o él. Cuando se le quiso confrontar a Juan Carlos Cruz con Juan Barros, Juan Barros nunca estuvo, nunca dio la cara. Entonces yo creo que la Organización laical fue por eso. Aparte que Juan Barros nunca dio la cara, nunca dio pie para el diálogo, y cuando lo hizo lo hizo con carabineros, entonces no se entiende un pastor que esté provocando, que se esté defendiendo con carabineros, había carabineros por todos lados. Yo creo que nunca en mi vida, de verdad, había visto tanto carabinero junto en la Iglesia. Me acuerdo que después de la toma de posesión, al sábado siguiente teníamos la asamblea diocesana que la hacíamos dos veces al año, y sin mentir había un bus lleno de carabineros en la asamblea, y yo quedé impactada porque a mí me tocó organizar esa asamblea. Y yo le decía al padre Américo “hay un montón de carabineros, o sea está bien por lo que pasó el sábado, pero tantos carabineros”, la Catedral se la pasaba con vallas papales. Entonces cómo tener un pastor así, que te tenga miedo.

¿Ustedes son una Organización exclusivamente laica o tenían participación de sacerdotes, religiosas u obispos?

Todo empezó laicalmente, pero por el mismo clericalismo que tenemos y que a veces no lo vemos, algunas personas empezaron a pedirle a los curas que nos apoyaran, que dijeran algo. Y por otro lado había un cura que decía “no, que los laicos se organicen, por qué hay que esperar que los curas hagan todo”. Y yo a eso le encontré mucho sentido. Yo, también clericalista, le dije a una monja “bueno, vamos a esperar a ver qué dicen los curas”. Y ella me dice “qué tienen que esperar lo que dicen los curas, ustedes organícense, ustedes hagan, es hora de que los laicos tomen protagonismo”. Y yo pensaba que de verdad me hacía sentido, me

132 hacía mucho sentido. Entonces empezamos a organizarnos y, claro, como laica o como laico, siempre estamos pendiente de lo que dice o hace el cura, y el referente más potente era el padre Pedro Kliegel, que era una de las primeras personas que alzó la voz, que escribió cartas, que pidió explicaciones, y todos aplaudimos eso, pero no podíamos estar dependiendo siempre de ellos, entonces ahí tú te das cuenta de lo infantil que éramos. Y por parte de la jerarquía eclesial, obispos, yo que recuerde no hubo ninguno que me dijera “te apoyo, sigan adelante”. En los primeros meses nunca yo al menos me sentí apoyada por un obispo. Sé que personas de la Organización le escribieron cartas a obispos, algunos los hicieron callar, otros nos mandaron a que obedezcamos, otros nos decían que no teníamos que seguir, que no sigamos discutiendo, que teníamos que obedecer. Entonces un apoyo de la jerarquía eclesial, de los obispos de Chile, no. Después con el tiempo, don Alejandro empezó a hablar y nos fue apoyando. Yo sé también que estuvo muy preocupado por los curas en Osorno desde el día 21 de marzo, y creo que anteriormente también, yo sé de fuentes muy cercanas que él llamó a algunos curas, los acompañó, los apoyó, pero a la Organización laical, no que yo sepa, y a mí personalmente tampoco. Y muchos curas de otras diócesis, me decían “oye, xxxx, estás dividiendo, deja de alegar, obedece”, muchas personas me lo dijeron. Al principio fue chocante, porque tú te cuestionas si realmente estás dividiendo con tu opinión, pero si esto es lo que yo siento, lo que yo pienso a raíz de lo que he visto. Muchos me hicieron callar. Y yo seguía y seguía manifestándome a través de las redes sociales, pese a todo lo que me decía. Entonces, sigo insistiendo, a mí personalmente me costó mucho esto de denunciar, de decir, pese a todas las críticas y por eso entiendo un poco a la gente que le ha tocado vivir esto, que todavía tienen miedo, que todavía no se atreven a decir las cosas, en parte los comprendo. Pero hay que romper ese círculo vicioso, sino nosotros no hubiéramos logrado lo que logramos hoy día, después de tres años y medio.

Cuando apareció el vídeo donde el Papa dice que Osorno sufre sí, pero por tonta y trata de zurdos a los que estaban liderando las manifestaciones ¿Cómo viviste eso tú y como lo vivieron como Organización?

Cuando escuché eso, pensé qué pasó aquí. Obviamente me dolió. Como creyente uno no se espera que un Papa te diga eso. Yo me sentí obviamente ofendida, sé que me lo estaba diciendo a mí. Cuando él lo dice, yo obviamente lo vi por la tele, yo sentí que me lo estaba diciendo a mí. En ese momento yo estaba en Santiago, no conocía a mucha gente, estaba sola y lo vi sola. Y pensé “por qué me dice eso, él no me conoce”, y me sentí mal, pésimo. A mí me pasó que desde que Barros tomó posesión, yo no le creí más al Papa, me decepcioné del Papa. Yo dije “por qué zurdos”, me preguntaba si tenía que ver con los comunistas, fue mi primera impresión, “por qué habla de zurdos”. Y analizando y analizando, yo recuerdo que para el 21 de marzo en la toma de posesión, habían personas, específicamente recuerdo a una señora, que decía “¡estos son los comunistas!” y lo gritaba en la catedral. Y yo pienso y creo que el Nuncio que estaba ahí escuchó eso y se lo pasó al Papa. Y por eso él habla de zurdos. Porque hasta donde yo sé en la Organización laical hay de todos los partidos políticos. Yo de hecho no tengo ningún partido político. Entonces que venga a encasillarnos en partidos políticos fue como raro. Y luego lo de decir que sufríamos por tontos, porque nos dejábamos influenciar, pensé que nos estábamos dejando influenciar por las víctimas, por los que el mismo Vaticano consideró víctimas. Entonces no cuadraba, si el Vaticano dice que Juan Carlos Cruz, Murillo y Hamilton son víctimas de Karadima, y lo reconoce el Vaticano,

133 pero al mismo tiempo a mí por defender eso me dicen que soy tonta, no me cuadra. Yo lo viví mal, desde ahí tengo un rechazo con Francisco, al principio obviamente me gustó mucho, pero me pasa con él que como que lo mastico pero no lo trago. Siento que está pasando todavía la prueba de la blancura. Sé que ha hecho mucho cambio dentro de la Iglesia, sí, es un tremendo aire fresco para la Iglesia, sí, pero aún falta mucho por hacer. ¿Cómo lo vivió la Organización?, bueno en ese tiempo yo estaba en Santiago, no sabría decir cómo lo vivieron, pero lo que expresaron es que todos estaban atónitos, no podían creer que el papa les dijera eso, algunos lloraron. Se recibió mal y generó desesperanza, porque era como pensar “estamos luchando por esto, y más encima nos atacan con esto”, nuestro propio pastor universal nos atacaba con eso, y hacía pensar si a lo mejor estábamos mal. En la interna, cada uno, yo creo que se cuestionó, yo me cuestioné, si a lo mejor estaba equivocado. Pero cuando tú ves a estas víctimas, y que siguen con la misma coherencia, con las mismas palabras, y defendiendo todavía lo que ellos vivieron, o sea cómo no estar con ellos. Cuando yo escucho el testimonio de Juan Carlos Cruz, cuando converso con él, es creíble. No puedo estar en contra de él, no puedo creer que está mintiendo, porque es muy creíble. Entonces sí, se vivió la desesperanza porque uno se cuestiona. También son procesos que todos vivimos a lo largo de la vida, y es bueno cuestionarse, es bueno tener estos quiebres, estas crisis, porque después el tiempo va dando la razón. “En esta prueba no fallé, la viví mal, pero seguí en pie” y yo creo que en la vida también es así, no todo puede ser color de rosa.

Y luego en la visita del Papa a Chile, ¿Cómo vivieron la calificación de calumnias sobre lo que se decía de Juan Barros?

Para mí eso fue como otra más del Papa. En verdad no me afectó, no me afectó porque ya lo de tontos y zurdos lo viví mal y todo, pero cuando dice esto, fue como en verdad pensar que el papa está mal, él está mal. Está mal informado o no quiere ver la verdad, no me sorprendió. En realidad yo lo esperaba, esperaba que dijera algo así. De hecho, lo puse en Facebook, me acuerdo, fue como “estaba esperando que Francisco dijera esto, una más, lo estaba esperando”. El día que Francisco llegó a Chile yo tenía que firmar mi finiquito en el arzobispado, porque yo estaba viviendo una experiencia en Tirúa con una familia mapuche, entonces tuve que viajar a Santiago y me uní a algunas protestas. Yo creo que éramos unas 30 o 40 personas, más no éramos los de Osorno, y se hizo mucho ruido, porque Juan Barros también se prestó para eso, o sea él no se perdió ninguna celebración, tratando de demostrar que él sí era cercano al Papa y que el Papa lo iba a afirmar y tenía todo su apoyo. Entonces eso para nosotros fue una burla también. La gente de Osorno y en la diócesis se manifestó, incluso gente de campo decía que era “una burla lo que hizo ese señor, es una burla para nosotros”. Y claro, pude participar en todas las protestas que se pudieron hacer. Yo creo que se hizo harto ruido, la prensa nos ayudó mucho también, y creo que gracias a eso Francisco al irse de Chile quedó cuestionado, porque su visita fue malísima, fue pésima, no era lo que se esperaba. Desde la organización de esta comisión ABC1, fue mala. Porque, bueno yo tuve una entrevista en febrero con Jordi Bertomeu, y yo le dije “en la visita, el Papa nunca estuvo con los pobres”. El habla de una Iglesia pobre para los pobres, pero nunca estuvo con los pobres. Estuvo con la elite de Chile. Todo santiagocéntrico. Una seguridad extrema que no permitía acercarse al Papa, ni siquiera mirarlo. Me acuerdo que nosotros con un grupito de cinco pelagatos, que nos fuimos a Pudahuel a recibirlo, con protesta obviamente, protesta que era sólo levantar un cartel, porque

134 había mucha gente igual, y había un caballero, recuerdo, que estaba con una escalera de estas tipo A, y él puso su escalera para subir y ver, y los carabineros no lo dejaron, y él decía que quería ver al Papa, que lo único que quería era ver al Papa, y no “porque atenta contra la seguridad del Papa”. Cómo una escalera va a afectar la seguridad del Papa. El caballero se tuvo que ir a un rincón con su escalera y no pudo ver al Papa, no pudo verlo, porque había mucha gente. Bueno y nadie lo vio porque entró en el auto, entró al templo, y nadie lo vio, ni siquiera un saludo. Y nosotros en un momento levantamos el cartel que teníamos, que era esa foto en la que Karadima le hace una bendición a Barros, obviamente los de la prensa todos apuntaron. Éramos cinco y llegaron siete carabineros detrás nuestro a decirnos que bajáramos el cartel, que no se podía. Nosotros le preguntábamos que por qué no se puede, y nos decía que porque atentaba contra la seguridad del Papa. Cómo un cartel va a atentar contra la seguridad del Papa, a menos que le tiremos el cartel, no sé, pero qué lógica tiene tirarle el cartel, no tiene ninguna lógica. Entonces yo creo que la visita fue pésima, de hecho yo, cuando hablamos esto con Jordi Bertomeu, él me pregunta si creo que la visita fue instrumentalizada, él me lo pregunta, y yo le digo que “sí, que yo creo que la visita fue instrumentalizada”. Para tú ver al Papa afuera de la nunciatura, en la calle, tenías que tener entrada. O sea, no era la gente que llegaba, tenías que tener un pase especial para verlo en la entrada. Pero qué se muestra en la tele, que el Papa está saludando a la gente en la calle. Entonces creo que en Temuco, me parece que ahí estuvo mucho más cerca de la gente común y silvestre. Pero acá en Santiago fue muy poco, a excepción de la cárcel, porque yo creo que esa visita sí fue buenísima, esa sí tuvo sentido, y la del Hogar de Cristo, pero a qué costo, o sea yo sé que los jesuitas la pelearon para que el Papa fuera al Hogar de Cristo, si no no hubiera ido. Entonces esta comisión ABC1 que se armó, no contó con la participación de la gente de otras comunidades eclesiales de base, que es lo que se espera, o sea sin desmerecer a la gente que tiene más dinero, pero yo creo que un Papa es para todos, ricos y pobres, entonces por qué excluir a los que siempre han estado excluidos.

¿Cómo ha sido la última etapa desde que el Papa vuelve a Roma y envía a Monseñor Scicluna y Jordi Bertomeu a Chile?

Yo veía las fotos de las asistencias en el Parque O’higgins, en el Templo Votivo de Maipú, en Temuco y en Iquique, yo pensaba qué triste la asistencia. Ahora yo creo que fueron varios factores, pero qué triste era pensar cómo estamos en nuestra Iglesia, y cuando el papa que va a enviar a unas personas yo pensé que eso sería más de lo mismo, yo decía que era más de lo mismo, o sea yo ahora ya totalmente desconfío. Pero cuando Charles Scicluna se reúne con Juan Carlos Cruz en Estados Unidos, y Juan Carlos Cruz empieza a decir que fue una buena conversación, que fue muy humana. Ahí me sorprendí, y yo a Juan Carlos Cruz le creo, y que haya dicho eso fue como bueno, pero aún con eso de que lo mastico pero no lo trago. Cuando llegan a Chile y empiezan a escuchar, la mayoría de las personas que habían sido escuchadas, todos valoraban muy positivamente esa escucha, y yo decía qué bien, qué ojalá se haga algo, pero sin ninguna esperanza, es como ya que ojalá si sale algo bien y, si no, no hay nada que hacer. Pero después cuando Scicluna se enferma y deciden quedarse más tiempo e invitan a que más personas que puedan vayan a hablar, yo pensé que era bueno contar lo que me tocó a vivir a mí también en el arzobispado de Santiago y con Juan Barros y cómo eso ha influido en mi trabajo, entonces escribí un correo a la nunciatura, pequeño, que decía “Soy xxxx, y me gustaría hablar de lo que viví un año y medio

135 con Juan Barros en Osorno y cómo ha influenciado en mi trabajo en el arzobispado de Santiago. Saludos”. Me contactan después por correo preguntándome mi número celular, lo envío, al día siguiente, esto fue un viernes que yo mando el correo, y el domingo en la tarde me llama el nuncio diciéndome que Scicluna estaba interesado en que yo fuera a dar mi testimonio el día lunes, yo estaba en Osorno así que era imposible, yo podía el martes, por el viaje. Y fui a hablar con Jordi Bertomeu, él me atendió, y ese día en la mañana recibía a los maristas Charles Scicluna, por eso me atendió en la tarde Jordi, y fui con ninguna esperanza y con una tremenda mochila en la espalda, incluso pensé que iba a salir mal de eso pero con la sensación de que por lo menos lo había dicho, y le pedí a una amiga que, tomando en cuenta que me iba a atender a las cuatro, que a las cuatro y media o un cuarto para las cinco, nos juntáramos para hacer contención y todo, porque yo asumía que iba a salir muy mal de ahí. Yo no creía que fuera a ser más de media hora, así que fui, fue una conversa bastante grata, muy buena, salí bien. Fue como que iba con esta mochila llena de piedras y salí sin mochila, como que ellos me dijeron que me llevaban la mochila, me sentía super bien, me sentía en paz. Y yo sentí que por fin había algo de esperanza, que aquí había esperanza. Luego cuando aparece esto de que llaman a los obispos, y sale la carta que le entrega Francisco a los obispos... todo ese proceso de todas las cartas que Francisco comunicó, fue pura incertidumbre. Nosotros en Osorno lo vivíamos a flor de piel, todos comunicándonos por las redes sociales, que iba a salir esto, que pongan CNN, que había que informarnos, que qué opinamos de esto. No sé cómo llamarlo, pero era una ansiedad que vivíamos, una incertidumbre, yo le llamo que era una montaña de rusa de todas las emociones habidas y por haber, porque fue mucha tensión, vivimos todo, y sin saber si Barros se iba o no. Entonces yo creo que igual nos hicieron vivir... estiraron mucho el chicle... nos hicieron sufrir más de lo que ya estábamos sufriendo. O sea, si iban a sacar a Barros, háganlo ya, háganlo rápido, por qué nos tienen en esta incertidumbre. Entonces lo que se anunciaba era que Barros se iba... y cuando los obispos ya ponen su cargo a disposición fue sorprende, era histórico. ¿Era para tanto? Sí, era para tanto. ¿Está bien? Sí, está bien. ¿Exigíamos más? Sí, exigíamos más. Queríamos que todos renunciaran, no que pusieran el cargo a disposición. Pero yo creo que, por una cosa de metodología del Papa, y porque es el Papa, obviamente no va a cortar cabezas como uno quisiera, sino que va a ser más misericordioso con sus pares porque, lo queramos o no, es gente con la que él trabaja, se supone que son gente de su confianza, se supone, sobre todo el nuncio. Entonces para mí fue sorprendente eso, debo reconocerlo, no esperé que todos los obispos pusieran su cargo a disposición, sin embargo, pensaba que era un acto corporativo como siempre han actuado. La Conferencia Episcopal de Chile siempre ha actuado con corporatividad, “si decimos blanco o negro, ya todos vamos a decir blanco, aunque hayamos algunos que creamos que es negro, pero todos vamos a decir blanco” y luego cuando esperábamos esta aceptación del cargo a disposición por parte del papa, en la noche ya estábamos... porque salió primero Puerto Montt, y en la noche a medianoche ya estábamos todos contándonos que había salido lo de Puerto Montt y todos casi sin dormir. Yo no dormí nada, creo que dormí como dos horas. Y al otro día cuando ya aparece, yo estaba en el campo con mis papás, y mi papá algo sabía y escuchó por la radio que a las 6 de la mañana ya habían aceptado la renuncia de Barros, y mi papá llegó y fue a la pieza y me dice “¡se fue Barros, se fue Barros!” y yo “¡Sí, sí!” y yo ya lo había visto por las redes, y fue como que por fin se fue. Pero yo siempre pensaba, ene stos tres años, cómo va a ser cuando el Papa algún día diga que Barros se va, cómo va a ser eso. Yo pensaba que iba a celebrar y todo, yo creo que con la mayoría que habíamos conversado

136 pensábamos que íbamos a celebrar, que íbamos a ir al Toro ahí a celebrar, o a la Catedral, o que íbamos a hacer una caravana... todos imaginábamos cosas y no pasó nada de eso. Ese día lunes, después me fui a Osorno, teníamos reunión con la Organización, se hizo catarsis, la gente se mostraba contenta, había muchos llorando, y expresando lo que se ha vivido en estos tres años, porque hay mucha pena y mucha rabia contenida por tres años, mucho sufrimiento, hay una afectación psicológica y espiritual tremenda, y yo a lo único que fui fue a escuchar y escuchar a la gente. Había una energía emocional tremenda, y yo pensaba que me gustaría sentirme cómo se siente tal persona que se veía contenta, y yo no me sentía contenta, y estaba sufriendo por eso. “¿Por qué no me siento contenta?” y después de esa reunión me junté con dos amigos, con Juan Carlos y con Felipe, y fuimos a un pub. A celebrar entre comillas, y estábamos los tres sentados en la mesa como atónitos, y no sabíamos qué decir. Cuando llegó la chica a preguntarnos qué íbamos a pedir y yo no sabía qué pedir. “Hay que celebrar” dijo uno, y yo “sí, hay que celebrar” pero no había ánimos de celebrar. Entonces cada uno se pidió un traguito para celebrar con lo que más le gustaba, pero no fue una celebración eufórica, celebrando que se fue Barros o que teníamos razón. Fue como “y ahora qué”. O sea, como muy bien dijo Juan Carlos en una entrevista: “no podemos decir que ganamos, porque hemos perdido demasiado”. Yo creo que va por ahí esa sensación, porque bien que se haya ido Barros, pero ahora qué, si esta la escoba, está la tremenda división, estamos todos peleados. Una diócesis que era hermosa, que funcionaba super bien, que se consideraba la perla del sur de Chile, donde todos nos queríamos con sus diferencias, obvio, pero que haya quedado así de destruida, de desconfianzas. Yo perdí muchos amigos por esto, perdí mi trabajo por esto, algunos han perdido sus familias, se han dividido, hay gente que ya no me saluda. Entonces, claro, haciendo ese discernimiento entre los tres pensábamos que por eso no podemos estar contentos, porque se nos viene una tremenda tarea. Y el ejemplo que te puedo dar para ver si se pueden poner en nuestros zapatos es un ejemplo muy vulgar que dio un caballero allá en Osorno y se lo he dado a todas las personas para que logren entender. Yo no sé si conocer esas artesas que se usaban antiguamente de madera, que son como unas fuentes grandes de madera y que tenían un tapón, y se usaban para lavar ropa. Se llenaban de agua y se ocupaban para lavar ropa. Entonces este caballero decía que la diócesis es como esta artesa, pero que está llena de mierda, y el tapón era Barros, el tapón ahora lo sacamos, pero tenemos que seguir limpiando. Y a mí se me quedó esa imagen, lo logró reflejar bien. Tenemos que sacar la mierda que tenemos como diócesis, limpiando, sanando. No sabemos con qué material lo vamos a hacer, no sabemos si lo vamos a hacer con agua destilada, con agua de la llave, con agua potable, con qué químico, no sabemos con qué vamos a limpiar. No sé cómo vamos a sanar. Lo estamos viendo ahora con un nuevo tapón, que ojalá se llene de agua pura, y podamos lavarnos. Y en eso estamos, conociendo a Jorge Concha, hasta el momento no tenemos críticas malas frente a él. A mí, personalmente, nadie me ha hablado mal de él, todos me han hablado muy bien de él. Creo que hasta el momento ha sido asertivo en algunas cosas y en algunas acciones que ha hecho en concreto en Osorno, que se ha ganado de a poco el corazón de varios osorninos, pero yo que soy más escéptica, porque el dolor es harto, necesito más tiempo para conocerlo. Yo no voy a entregar la confianza esta vez como antes. No basta con pedir perdón de rodillas, como lo hicieron ellos en la Catedral frente al pueblo de Dios. Yo necesito acciones más en concreto. Necesito saber por qué le aceptaron la renuncia a Barros, qué se va a hacer con Barros, va a seguir a cargo de otra diócesis, va a seguir encubriendo, va a pagar su delito, qué va a pasar con los otros

137 obispos que están en la misma situación. Yo necesito acciones concretas, que nuestros jóvenes, que nuestros niños, se sientan cuidados, queridos, protegidos, amados por la Iglesia. No vulnerados, no violados. La pregunta es cómo vivir la unidad frente a una batalla que hemos ganado, porque perfectamente yo a todas las personas que me criticaron, que me dijeron un montón de cosas, yo les podría escribir ahora que gané, que yo tenía razón, pero yo creo que no es el corazón del Evangelio. Cómo vivir la humildad, cómo poder mirar a los ojos a las personas en Osorno, cómo mirarnos a la cara, cómo volver a hablarnos, conversar el tema, dialogar, pedir perdón y reconciliarnos. Yo creo que es esa la tarea ahora, pero no siendo obligados, sino que dándonos un tiempo de escucha. La misa que se hizo con los enviados papales yo siento que fue muy presionada, muy presionada, yo no estaba de acuerdo con esa misa. Mi cuñado, que no profesa ninguna religión y que es muy crítico de la Iglesia, me daba su opinión desde fuera, y yo lo escuchaba atentamente, porque es rico escuchar opiniones que no son de dentro de la Iglesia. Y él me decía que si habíamos hecho tanto para que Barros se fuera, si iban a hacer una misa lo más lógico era que fuéramos a la misa, si vienen ellos acá a pedirles perdón vayan a la misa. Y al final decidimos ir a la misa, yo obviamente sigo desconfiando de todo, porque yo me quedé con Dios, el Evangelio y Jesucristo. Para mí, de lo demás yo desconfío, por todo lo que me ha tocado vivir. Y fui a ver la misa, no fui a vivir la misa, fui expectante, no participante. Fui a mirar y me pareció bien, me gustaron las palabras, me gustaron los gestos, pero yo necesito actos concretos, y espero que con el tiempo se vayan dando, porque es como cuando uno se va a confesar, se confiesa con el cura y dice todos los pecados, y el pecado mayor es que insultaste a tu hermano. Y ya, me confesé y con eso estoy listo... no basta con eso. Tengo que ir donde mi hermano, hablar con él, pedirle perdón, eso es un acto en concreto. Yo eso necesito, y eso exijo también.

III. Conflicto interno

¿Cómo ha sido para ti, como laica católica, diferir de la jerarquía de la Iglesia Católica?

Al principio fue súper difícil, porque cuando uno crece con una formación católica, te enseñan a que la palabra del clérigo vale. Lo que dice, eso es, y por lo general no se discute. Siento que yo desde chica he roto algunos esquemas, confrontando, preguntando, cuestionando, y eso creo que nace desde la familia también. Pero al principio fue difícil, porque no es fácil decir que no se opina igual que el Papa, que se difiere del Papa, que no se está de acuerdo con el Papa, porque es la máxima autoridad de la Iglesia, pero empecé después a reflexionar y me baso en el Evangelio, o sea haciendo unos ejercicios espirituales que tuve en junio de 2016, discerní mucho eso del tema de la Iglesia, incluso me cuestioné mi pertenencia o no a la Iglesia. Yo pensé que saliendo de esos ejercicios espirituales... que iba a ingresar como católica e iba a salir como atea, y en esos ejercicios fue crucial la Palabra, las acciones de Jesús y cómo Dios también se va manifestando en cada uno de nosotros. Entonces yo leía la Palabra, y en varias ocasiones Jesús difiere de los sacerdotes, de los maestros de la ley. Entre comillas cuestiona a su relación judía, porque sabemos que Jesús no es cristiano, Él es judío. Y a veces confundimos, creemos que Jesús fue cristiano, pero nosotros somos los cristianos porque seguimos a Jesús, entonces yo decía que no podía estar tan equivocada si Jesús increpó a los sacerdotes, contradijo algunas normas o leyes judías, por qué yo no lo puedo hacer con mi religión, con el Papa en este caso. Porque ponía en la

138 balanza a las víctimas, lo que se dice, el nombramiento, el mal trabajo que llevaba Juan Barros en Osorno, el cómo nos había tratado el Papa. Y sí, fue difícil, me lo cuestioné, pensé que yo estaba mal, pero al final yo creo que la clave fue el discernimiento. Yo creo que si no hubiera ido a esos ejercicios, si no hubiera orado, no hubiera discernido, no me hubieran acompañado, a lo mejor seguiría creyendo que yo estoy mal, y me seguiría sintiendo culpable de eso. Yo creo que esos ejercicios fueron claves, el método de San Ignacio es muy potente, es súper fuerte. Tú puedes pasar momentos de consolación o de desolación. Mi primera experiencia en esos ejercicios fue de consolación total y fue lo máximo y súper bien y me reencanté nuevamente con la Iglesia, pero en esos ejercicios, como iba tan mal, por decirlo así, fue pura desolación, casi toda la semana, fueron ocho días súper intensos. Yo me cuestionaba la pertenencia o no a la Iglesia y la creencia en Dios, a raíz de que el Papa, que es el vicario de Cristo, el representante de toda la Iglesia a nivel mundial, me estaba tratando mal a mí, entonces es que mi pastor no me puede golpear con su báculo, o sea no me puede tratar así, yo no soy una persona ajena a la Iglesia. No puede decir que soy de otra religión, o que soy una aparecida, porque tengo una historia eclesial, lo quiera o no lo quiera el Papa es así, no lo puede borrar. Yo me cuestioné todo eso. Era como “¿Por qué Osorno, por qué nosotros, por qué así, por qué nos denigran así, por qué la jerarquía no ha hecho nada, por qué se quedó en silencio, permite Dios esto, por qué lo permite?” Entonces yo sentí que Dios nos abandonó, y después le encontré lógica, con Carolina del Río que es una periodista y teóloga, que me ofreció clases gratuitas de teología y veíamos esto del dolor y el sufrimiento, y ella nos hacía ver que Jesús estando en la cruz cuestiona también a Dios, porque Él no sabía que iba a resucitar, no se sabía resucitado, entonces cuestiona Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado; entonces yo dije que era lógico que yo también dijera “¿por qué me abandonaste?”. Incluso cuando el Papa fue a Bolivia, Juan Carlos y Felipe fueron a Bolivia y llevaron un letrero que decía “Papa Francisco, ¿por qué nos has abandonado?”. Yo me preguntaba por qué me abandona, por qué nos hacen esto, qué hemos hecho mal nosotros para que nos traten así, para que nos castiguen entre comillas así. Entonces veo a la persona de Jesús, veo la palabra y Jesús igual se cuestionó, igual que yo, y eso me dio esperanza. Y estando en ejercicio, de los ochos días, que uno puede tener 30 bloques de oración, de los 30 sólo 2 fueron de consolación, los demás fueron todos de desolación, me las lloré todas, todo mal, todo mal. Porque en los ejercicios es normal que el mal espíritu se haga presente y obviamente se hace presente en las debilidades, pero esos dos bloques que tuve de consolación fueron super potentes, super potentes. Ahí uno siente una presencia de Dios, uno está tan metido en esto que Dios te habla y tú escuchas, por medio de la Palabra, por medio de darte cuenta de lo que estás pasando, de lo que estás viviendo, por ponerle nombre a lo que estás viviendo, por ordenar toda esta mazamorra que traía. Como cuando tú llegas a tu pieza y está todo desordenado, lo que hacen los ejercicios es poner en orden, y poner los nombres, y la consolación era eso, es como ver la luz, es ordenar, es poner nombre, esto es. Y por medio de la Palabra tuve como una imagen, a lo mejor suena fantasioso, pero hay una parte de la Biblia donde le preguntan a Jesús que cuál es la norma o ley que hay que seguir, y Jesús contesta “amar a Dios sobre todas las cosas, con todo el corazón, con todo el entendimiento, con todo” y eso fue con lo que yo me quedé. Me quedé con eso, fue como que creo que en mi fe, en mi vida, en mi espiritualidad, ahora necesito solamente eso, y lo demás, borrado, destruido. Yo destruí todo lo anterior, toda mi creencia en los obispos, en los curas, todo lo destruí y me quede con Dios y la Palabra, y con Jesús, y tuve una imagen mientras yo oraba, yo me veía pequeña y

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Jesús iba a mi lado y me llevaba de la mano, y Jesús se agachaba, se agachaba para mirarme y para decirme eso: “ama a Dios, con todo tu corazón, con toda tu mente” y yo me quedé con eso. Yo creo que con eso basta, no hay más estructuras, no hay más normas que esa. Y con eso me sigo manteniendo en pie. Con eso yo sigo diciendo que soy católica. A lo mejor puede sonar fome eso de “a mi manera”, pero es porque hay una historia detrás que avala ser católica a este estilo, al estilo de Jesús, y que obviamente me cuestiono, o sea si yo veo que hay curas que están abusando, cómo voy a seguir ese estilo de Iglesia, yo no voy puedo seguir ese estilo de Iglesia, no me entra en la cabeza. Me cuestioné profundamente mis creencias y creo que fue bueno, creo que las crisis son buenas, porque si no tuviéramos crisis no nos daríamos cuenta de varias cosas que pasan y no nos permitiría crecer, entonces yo creo que, si antes era una infantil en la fe, hoy día me considero una adulta o en vías de adultez en la fe. Porque, así como yo voy creciendo, me voy desarrollando físicamente, intelectualmente, en la fe uno también tiene que ir madurando. O sea, mi fe de cuando tenía 9 años, o de cuando ingresé a los 12 cuando decido bautizarme, esa fe no es la misma de ahora, y yo considero que parte de esa madurez tiene que ver con la crisis, por eso yo considero que las crisis son buenas. Y a lo mejor parte de lo que vivimos en Osorno fue una crisis, que ahora no la podemos ver bien, no la podemos desarrollar, porque estamos en plena crisis, pero a lo mejor en unos años más vamos a decir que gracias a esto, tenemos esto. A mí me pasó que en una conversación que tuve con un cura jesuita, Cristóbal Fones, en Osorno, después de lo del 21 de marzo, él siempre me decía “oye, xxxx, podrías vivir ejercicios, vive ejercicios, te va a hacer bien”, pero no fue desde esa vez, sino que era desde antes ya, y yo siempre había tenido la curiosidad de querer vivirlo, y ese año 2015 se dieron las posibilidades, se dio todo y fui, por cuatro días, porque era mi primera experiencia, pero fue por necesidad también, o sea yo también quería vivirlo, pero no se había dado el tiempo y era como la época perfecta, y después cuando ya hubo más crisis decidí vivir los de ocho días y por eso más que nada lo viví, porque como trabajaba en Iglesia, soy una persona creyente, desde dentro tú ves muchas más cosas que lo que ven las personas desde fuera, que no trabajan dentro, entonces te cuestionas mucho tu fe, y es necesario para uno hacer discernimiento de eso, en qué proceso se está, y cómo vivir o equilibrar tus creencias con tu trabajo. Por ejemplo cuando trabajé con Rebolledo en Osorno, yo me pregunta Rebolledo qué es, es mi pastor o es mi jefe, y yo decidí que era mi jefe, y eso es. Pero hubo una decisión de por medio.

¿Cómo es tu fe hoy, con Dios, con la jerarquía, con la Iglesia?

Sabes que mientras trabajé en la Iglesia en Osorno, sentí muchas veces que yo creía en Dios pero no lo sentía, era como el típico discurso bonito, porque lo conocen, saben y claro, pastoralmente hablando podía decir muchas cosas, pero me pasaba que no lo sentía tan cerca, y en estos momentos de crisis, o de cuestionamiento, fue donde más cerca lo sentí. O sea, yo siento la mano de Dios en todo. Entonces yo creo que en momento de crisis es donde Dios más se manifiesta y más cerca está de todo, y yo ahora no me cuestiono mi creencia en Dios, yo me quedé con eso, es mi salvavida. Y más viéndolo desde la espiritualidad mapuche que es tremendo, es muy hermoso, cómo ellos viven la religiosidad, esa cercanía con Dios, eso para mí ha sido potente. Mis creencias en la jerarquía es que yo no creo en los obispos, si tú me preguntas hoy yo no creo en ellos, como obispos, yo quiero creer hoy en Jorge Concha, no en el obispo Jorge Concha, quiero creer en un Jorge Concha de carne y hueso. Me estoy acompañando, sí, tengo

140 acompañamiento espiritual, incluso a él yo le dije que no creía en los obispos, que no son referentes para mí, hoy día no son referentes. Si quieren obispos y pastores, yo quiero obispos y pastores al estilo de Monseñor Valdés que se la jugó, de Sergio Díaz, el cura de Villa Prat, de un Mariano Puga, de gente que de verdad esté empapada con los más vulnerados, con los más pobres, con las fronteras, con la Padis, con los mapuche, necesitamos gente en las fronteras, como dice el Papa Francisco, estar en las periferias. Yo creo que obispos así necesitamos, no obispos de elite, obispos que andan con el zapatito bien lustradito, bien peinadito, y que habla desde la oficina y no sabe cuánto cuesta un kilo de pan. A mí si me presentan un pastor en ese estilo yo creo que podría volver a creer en ellos, pero si tú me preguntas hoy yo no creo en ellos. Tengo un rechazo hoy a los curas, tengo un rechazo a las monjas, y si tengo amistades curas o monjas, para mí no es que sea amiga del cura, sino que soy amiga de esa persona, después viene el cura o la monja. De hecho, cuando entré al Magíster de acompañamiento psicoespiritual, hubo un cura schönstatiano, que obviamente bien peinadito, con su cuellito romano, los zapatitos bien lustraditos, y a mí de presencia me cargó, pero después de los años, hemos sido súper buenos amigos. No es el padre Pedro Pablo, es Pedro, y eso marca la diferencia, él me muestra su vulnerabilidad, su debilidad, y yo también lo hago, entonces creo más en una horizontalidad que en una verticalidad. Yo creo que eso fue lo que Jesucristo quiso hacer, Él nunca se mostró superior. Siendo Dios, siendo hijo de Dios, no se creyó superior. De hecho, si tú lees la Biblia, en muy pocas partes, y creo que no aparece, que Él diga “yo soy el Hijo de Dios”, no lo dice textualmente, le preguntan si es el hijo de Dios, y Él responde “si tú lo dices”, pero no responde “yo soy” o “aquí vengo yo”.

¿De qué forma te sigues sintiendo parte de la Iglesia Católica, cuando ustedes denuncian abusos sexuales y encubrimientos?

Yo sigo en mi participación en mi comunidad de origen, en mi parroquia, pero me cuesta ir a misa, debo reconocerlo, me cuesta, porque seguimos practicando lo mismo de siempre. Yo creo que también siendo lúcido en información e informar a otros. La gente de mi Parroquia es súper sencilla, es gente de campo, y no todos tienen acceso a la información, o no son personas que se mantengan informadas, entonces como que esta última parte he sido como puente para que ellos conozcan lo que está pasando en la Iglesia. O sea, gente de campo, súper tranquila, súper aislados a veces, que sepan lo que está pasando en la Iglesia, porque lo que dice la tele es verdad. Yo creo que esa ha sido como mi misión, ahora último, no desconocer mis orígenes, mi Parroquia, en la cual fui aporte durante muchos años. Y exigiendo. Porque cómo ser parte de esta Iglesia sabiendo que hay abusos. Entonces yo creo que parte de esta misión que uno tiene en la Iglesia es de ser profeta, de no solamente de anunciar sino de denunciar, y si estamos viendo cosas en la Iglesia que no nos gustan hay que decirlo, y para eso no hay que quedarse callado, hay que decirlo, hay que manifestarlo. Y yo creo que eso ha sido como mi participación ahora último, de ya no más silencio, que lo que yo sé tengo que decirlo, y que no me quede con esa información que a lo mejor puede ayudar a otro. Yo ahora último siento lejanos los sacramentos, yo antes podía decir que me quería confesar, que quería tener los sacramentos, que me quiero casar por la Iglesia vestida de blanco, pero hoy día he cambiado mucho, no soy la misma xxxx de hace tres años atrás, yo cuestiono el sacramento de la Reconciliación. De hecho, estando en el Magíster, a un amigo cura yo le decía que para qué confesarse, y él me decía que por qué si ese sacramento es tan lindo, y yo le decía que dependía de cómo se

141 viva, y ahí hay que ver si es lindo o no. Pero por qué tengo que confesarme contigo, si eres persona, si eres igual que yo, tanto o más pecador que yo, por qué tengo que confesarme contigo si lo puedo hacer en oración con Dios, con Jesús. Por qué necesito que tú me absuelvas, tú que puedes ser más pecador que yo. Entonces eso no me calza, en qué momento Jesús dijo que había que hacer un sacramento de la Reconciliación, en qué momento dijo que los curas tenían que hacer ese sacramento. Entonces me he cuestionado todo eso, todas las estructuras. Yo destruí todo, todo lo destruí. Y me quedé sólo con Dios, con el Evangelio. El Evangelio razonado, no interpretado a mi conveniencia, entonces yo por ejemplo a los días de hoy yo no me confieso, desde 2013, y ha sido una opción, y no me siento mal por eso, no me siento culposa, no me siento inferior, no me siento mal por eso. Y creo que en este tiempo es donde más cerca he sentido a Dios, entonces no lo siento necesario. Y me siento bien, no me siento una hereje, culposa, nada de eso. Ahora casarse por la Iglesia yo creo que es una opción de cada persona, y yo creo que algunos lo hacen porque todos lo hacen, porque siempre lo hemos hecho así, por repetir patrones, porque la sociedad te lo exige, pero ¿es necesario? O sea, hasta he llegado a pensar que el casarse por la Iglesia, el tener confirmaciones, el que te bautices, el que recibas la Primera Comunión o Eucaristía, también puede ser una forma de control de parte de la jerarquía eclesial de cuántas personas tenemos, o sea yo sé que en cada diócesis, cada año, se tiene que decir cuántos jóvenes se confirmaron, cuántos se bautizaron, porque ahí tú tienes un control de cuántas personas manejas. Entonces me pregunto si es necesario, me lo cuestiono, ahora si un joven me lo pregunta yo no le voy a decir que no lo haga porque yo no lo hago, tampoco significa eso, pero a raíz de todo esto me cuestiono todas esas cosas, y aunque no las haga, no me siento culpable, me siento muy en paz. De hecho, ir a misa o no ir a misa, de hecho los mismos curas te dicen que el tiempo de Dios es diferente al nuestro, entonces por qué tengo que ir todos los domingos a misa, si el tiempo de Dios es distinto al mío. Entonces voy a misa cuando yo realmente lo siento y comulgo cuando lo siento, pero prefiero yo sentirme en paz y tranquila y no ir a comulgar si a lo mejor me siento mal o me siento culposa, pero no me pasa eso, no me siento culposa, entonces ha sido extraño. Como que me he sentido más libre, siento que antes estaba formateada para las estructuras, para cumplir, que esto no se puede, que esto no, la Iglesia como que te encierra en muchas cosas, te quiere encuadrar en muchas cosas, y el ser humano es mucho más libre. Jesús vino a liberarnos, vino a darnos dignidad, vino a salvarnos, entonces por qué encadenarme si Jesús nos vino a liberar. Eso es lo que yo me pregunto, por qué la Iglesia y su jerarquía nos encadena cada vez más con tantas normas y leyes y Jesús lo único que quiso fue romper las cadenas, sacarnos de esa esclavitud.

¿Finalmente podríamos decir que la crisis te afectó positivamente, hoy?

O sea, si queremos ver el vaso medio lleno, he ganado mucho también. En ese sentido, en lo espiritual, en mis creencias. Y he perdido en otros ámbitos. De hecho, nosotros tirábamos la talla allá en Osorno de que gracias a Barros nos conocimos, de que gracias a Barros somos amigos, gracias a Barros empecé a leer. Lo queramos o no, se empezó a movilizar, porque estábamos en nuestra zona de confort, haciendo lo mismo de siempre, porque siempre lo hemos hecho así, y eso es típico de la Iglesia. Entonces si le damos esa lectura, desde la fe, desde las creencias, de comparar cómo era antes y cómo soy ahora, claro que es positivo. Porque no tengo una fe infantil que dé razones porque sí, sino que da razones

142 desde el argumento. Y yo creo que todo católico, todo laico o laica, debiera tener una fe razonada, no una fe inmadura que sea sólo “porque el padre me dijo, porque la Biblia lo dice”. De hecho, el año pasado en una experiencia con jóvenes de Santiago, de primero y segundo medio, en un conversatorio, el cura trató de decir sutilmente que Adán y Eva no existieron, y los cabros no cacharon, y nosotros pensábamos que qué bacán que diga eso, que basta de fomentarle a los cabros esa creencia y todo, pero los cabros no se dieron cuenta. Y después otra persona reforzó eso, pero esa persona fue más explícita. Les dijo irónicamente “ustedes no van a creer que Adán y Eva no existieron” y los cabros todos para dentro, pero cómo, y empezaron a levantar la mano, y empezaron a cuestionar, y la persona les decía que lo acababa de decir el cura, y todos “es que no nos dimos cuenta”, y eso les decíamos, que queremos que se den cuenta, que critiquen, que opinen. Porque estábamos formando jóvenes líderes, y un joven líder no se puede seguir creyendo el cuento que le han contado de niño, sino que tiene que ser proactivo, que no le metan el dedo en la boca, que los jóvenes sean más despiertos. O sea, por qué los jóvenes tenemos que creer en todo lo que nos dicen los curas. Cuestionémoslos un poquito, aunque podamos estar equivocados, pero debatamos. Y eso a mí me llamó mucho la atención, porque muchas veces los jóvenes escuchan, pero no están escuchando. Muchas veces no te pescan y hay que decirle las cosas muy explícitamente para que entendiera. Es más fácil quedarse en esa zona de confort. Actualmente yo siento que sigo en conflicto, sobre las creencias, me cuestiono por qué me metí tanto en la Iglesia, porque podría haber hecho una opción más pedagógica, y estar trabajando en colegio, y estar dando clase de otra cosa, o dedicarme al senderismo porque me gusta tanto la naturaleza, pero se fueron dando las cosas de tal manera que yo sigo en la Iglesia, y de forma activa y desde dentro, y yo pienso por qué tiene que ser así, por qué seguí por esta opción, qué me llevo a llegar a esta opción, por qué los caminos siguieron por aquí y no se fueron por otro lado, porque por esto he tenido que sufrir todo lo que he sufrido pero también he ganado todo lo que he ganado. Y sigo discerniendo eso, porque incluso hay amigos que me dicen que por qué sigo en la Iglesia, que deje de hablar de Iglesia, antes yo decía que porque es mi trabajo, entonces yo tengo que hablar de Iglesia. Pero me cuestiono por qué he llegado aquí, y yo no creo que sea casualidad, yo no creo en las casualidades, yo creo que si he estado metida en el tema, si tengo esta información, si me he cuestionado, si he crecido, si he madurado, tiene un objetivo, un para qué, y en eso estoy. Últimamente creo que se busca dar la noticia sobre en qué cosas la Iglesia se ha caído, y se refieren a Iglesia por la Iglesia jerárquica, y yo creo que la Iglesia jerárquica no es más que el pueblo de Dios, que somos la inmensa mayoría, y yo creo que la Iglesia somos todos, y que hay un concepto errado, y que nosotros también somos de alguna forma responsables.

Entrevista N°2

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I. Experiencia de vida

Presentación del entrevistado

Mi nombre es xxxx, soy egresado de derecho de la Universidad de Chile, actualmente estoy realizando mi memoria que consiste en un ensayo, precisamente sobre la crisis de la Iglesia, vista desde la filosofía del derecho. Entonces vamos a ver cómo resulta. En eso estoy. Yo soy oriundo de Osorno, desde el año 2012 que estoy moviéndome entre Osorno y Santiago, nunca he perdido el contacto con mi comunidad. De hecho, antes de que llegara Barros, intentaba viajar una vez al mes. Esas veces que iba a Osorno intentaba mantener el contacto con mi comunidad, algo que se volvió más estrecho, el vínculo se volvió más estrecho cuando se nombra y se termina imponiendo al obispo Juan Barros en Osorno. Y en el 2012 ingresé a la carrera de Derecho. Los profesores de ahí, si bien no todos son católicos, apoyan, así que eso me alivianó la carga. No es que me hayan hecho pruebas más fáciles, sino que comprendían que si me ausentaba era por algo, y no por flojo. Eso lo agradezco mucho de la Universidad, y también agradezco la libertad que tuve, porque tengo amigos en la Universidad Católica que fueron amonestados con la matrícula por hacer algunas protestas apoyando a Osorno, así que en eso en una Universidad masona tuve mayor libertad para abordar eso, y eso es algo no menor ya que ha sido la libertad la que nos ha permitido prosperar en esta causa tres años. Esta libertad nace, por supuesto, desde el núcleo familiar. Yo a mi papá biológico no lo conozco, sé que está acá en Santiago. Pero en el papá de mi hermana que, si bien no vive con nosotros, reconozco la figura paterna. Al igual que en dos clérigos que son Pedro Kliegel, y también René Rebolledo, pero como bien dice Nietzche, madurar consiste en matar al padre, yo creo que con René Rebolledo fue la figura paterna con la que cometí parricidio. Así que tengo una hermana que es tres años mayor, que me regaló lo más lindo que tengo, que es mi sobrino Maximiliano. Hace casi dos años que estoy pololeando con una compañera de lucha, con la Francisca, que nos conocimos protestando, de hecho, así que no todo ha sido gris en Osorno con Barros. La Fran también es mamá, de Tomy, así que ha sido una experiencia también, porque es como repetir la historia. Para mí, mi papá, no es mi papá biológico, lo que ocurre más o menos con Tomy, más o menos la misma historia. Tengo 24 años, estoy pronto a los 25, al cuarto de siglo. Cuando yo tenía 8 años, mi hermana hizo su primera comunión en Río Negro, y me llamó la atención la misa. Encontré bonita la misa. Me dio envidia. Entonces le dije a mi mamá que yo quería lo mismo. Entonces mi mamá me llevó en Osorno a la Parroquia más cercana, que en Osorno es la Parroquia Santa Rosa de Lima, que es una Parroquia bastante chora, estaba cerca de la casa, en un sitio eriazo grande, con una capilla construida con madera de remate, constituida principalmente por mujeres de mayor edad, pero que tenía una pastoral juvenil y un trabajo con niños muy intenso. Entonces yo llego a esa Parroquia, y me quedé. Primero hice mi primera comunión, en el proceso también me hice acólito, entonces partí con ese gusto de trabajar en una comunidad viva. Comunidad que si bien no representa a toda la población, la población tiene más o menos 7.000 personas, a la Parroquia evidentemente no van las siete mil, y tampoco tiene capillas, pero sí era una comunidad tan viva que lograba mover, hacer mover el vecindario completo. Entonces en ese contexto crecí, donde el cristianismo, o el catolicismo en este caso, no es algo privativo sólo del que va a misa, sino que es algo que tiene las puertas abiertas incluso para que instituciones no creyentes si tenían que hacer alguna actividad, celebrar la fiesta de la primavera, hacer carros alegóricos, pudieran

144 hacerlo. Lo que hacía la Iglesia en los 80, pero en Osorno lo hacían en pleno siglo XXI. Entonces, luego de eso, a medida que fui creciendo, fui tomando otras responsabilidades, pasamos desde ser un acólito, a ser el encargado del grupo de acólitos. Entonces iba a representar a la parroquia a reuniones diocesanas, después se me encargó, en la media, donde yo estaba fascinado con el periodismo. Porque yo la básica la hice en la Escuela Pública José Ignacio Zenteno, y de ahí pasé al colegio jesuita parala enseñanza media que hay allá, que se llama el Colegio San Mateo, y ahí yo me fasciné con el periodismo. Yo quería ser periodista hasta el día antes de dar la PSU. Y por tanto Pedro Kliegel, el que ya había llegado a ser nuestro párroco durante 10 años, el me dice que me encargue de las relaciones públicas de la parroquia, de que si hacíamos un beneficio, que apareciera en el diario o en la revista diocesana, esa era mi labor. Entonces siempre iba con una cámara fotográfica al lado. Y eso de asumir responsabilidades parroquianas con representación en la diócesis, me llevó a tener mucho contacto con el obispo Rebolledo, quien llegó en 2004. Yo te estoy hablando de asumir responsabilidades, ya por el 2008, o sea que Rebolledo ya llevaba 4 años cuando nos empezamos a conocer, tanto así que creamos un lazo de amistad muy bonito, nunca vi algo impropio en él. Porque uno dice hoy que un obispo es sinónimo de sospecha, pero no. Era una relación muy bonita, donde yo iba para su casa, él iba para la mía. Entonces había una relación donde él siempre estuvo en los momentos más significativos, eso lo reconozco harto. Pero para mí, personalmente hablando, marcó un quiebre, o marcó un hito, el año 2010. Ese año Rebolledo saca a Pedro Kliegel… porque qué es lo que pasaba, que si antes iban 100 a misa, con las misas y tanto movimiento, porque si bien era una parroquia movida, con Pedro Kliegel era mil veces más movida, y además él tiene fama de cura sabio. Entonces muchas personas llegaron nuevamente a la parroquia, personas que quedaron maravilladas con las homilías muy profundas que él hacía. Entonces a cada misa empezaron a llegar 500, 600 personas. Entonces un templo chiquitito, de madera de remate, que está pensado para 100 personas, 50 sentadas y 50 de pie, simplemente no daba abasto. Entonces aprovechamos el sitio eriazo y nos embarcamos en un proyecto de la construcción de un templo, que fuera más acorde a las necesidades de la época. De hecho nosotros mismo, la comunidad en el Consejo Pastoral, diseñamos el templo. Entonces Pedro Kliegel nos dice “ya, vamos a hacer esto”. No teníamos plata ni mucho menos, pero bueno Dios proveerá, pero ahí estaba el proyecto y cómo lo queríamos. Entonces fue mucho el trabajo, no fue algo así como menor, sino llegar a todos los grupos y conversar el tema. Porque si bien sabíamos que el templo no es lo más importante de la experiencia de fe, sí representa el ánimo de la comunidad, entonces se diseñó un templo redondo, que el altar está justo en el centro del templo, un tercio del templo es vacío, es un atrio, porque ahí la comunidad se encuentra al inicio de la misa y a la salida, entonces la idea era que la gente no se fuera inmediatamente para sus casas, sino que se pueda quedar en el mismo espacio compartiendo, dentro del templo, pero fuera de las puertas, pero protegido por el mismo templo. Y los otros dos tercios del templo, estaban construidos propiamente como un templo. Incluso todo lo que está construido dentro del templo fue pensado, tiene casi como un diseño de ruta turística. Uno ingresa por acá, tiene que dar algunas vueltas, y todo tiene un simbolismo, y eso fue lo que se le presentó al arquitecto, y luego Pedro Kliegel, con la construcción del templo, con las labores de párroco, más la Fundación que el lleva en Osorno, Pedro Kliegel tiene la fama allá en Osorno de ser el mayor constructor de la provincia, tiene poblaciones que se han construido… simplemente no dio abasto, entonces pidió que le mandaran un vicario, Rebolledo dijo que no, entonces Kliegel dijo que buscaran otro

145 párroco, porque él humanamente ya estaba muy enfermo, y de hecho a los 2 meses de haber salido de la parroquia cae gravemente enfermo. Entonces ingenuamente, a finales de 2010, voy y le pregunto a Pedro qué podíamos hacer por él. Entonces él va a su pieza, toma unas carpetas, y me dice “hazte cargo”. Yo estaba pasando a IV° medio, entonces yo ingenuo le dije que ya. Y cuando vamos viendo las carpetas, era el proceso de finalización del templo. Pedro Kliegel había alcanzado a dejar listos los planos, los diseños, los fundamentos, el piso y los fierros, nada más. O sea era cemento y fierro, nada más. Entonces yo cito a un Consejo explicando que Pedro Kliegel nos había encargado esto… porque además el nuevo párroco que iba a llegar, era un tiro al aire. Él dijo que él no había iniciado ese proceso, así que él no iba a participar de eso, que nosotros viéramos cómo lo hacíamos. Nunca nos prestó ayuda y de hecho, ahora ya salió Barros, pero teníamos la experiencia de haber sacado a un párroco también. Ese párroco en particular no era sólo que no nos ayudara, sino que se quedaba con la plata, se la gastaba en mujeres, entonces era fuerte. Yo no tengo problemas en que los curas tengan pareja, pero el problema es que estaba a cargo del grupo de acólitos, de chiquititos, y el tipo llegaba atrasado a misa, hablando por teléfono con su amante, y le decía “espérame con el baby doll, y vamos a hacer esto”… entonces un día le dije “oiga, ya córtela, no tengo problema en que usted tenga mujer, pero cuestiones sexuales háblela cuando no estén presentes niños chicos”, porque la verdad que eso era lo que me importaba, ni siquiera que fuera dentro de la sacristía. Y tanto se presionó que tuvo que salir. Entonces Pedro Kliegel nos encarga la construcción, me la encarga a mí personalmente, porque me entrega las carpetas, y yo le digo que ese trabajo hay que hacerlo comunitariamente. Además, nos encontramos con la noticia de que tenía $101.000.000 en deuda, y se necesitaban otros 100 para terminar el templo. Entonces no estábamos hablando de algo menor, así que diseñamos un plan de acción, en cuanto a beneficios, para ir pagando las deudas, pero había que avanzar también. Entonces en eso ocurre nuestro segundo roce con la jerarquía, que fue con Rebolledo en ese entonces, que citamos a Rebolledo a reunión para explicarle la situación económica y ver si nos podía ayudar. Nosotros teníamos una propuesta económica de salvataje, que era que el 30% del 1% que se va a la diócesis, quedara retenido en la parroquia, y nosotros dedicáramos el 100% del 1% dado, para pagar la deuda. Y Rebolledo nos dijo que no. Que él era de la idea que no siguiéramos con la construcción del templo. Entonces nosotros le dijimos que si él nos proponía eso, que nosotros en tres meses le tendríamos construido el templo, y así fue. Entonces como teníamos que avanzar, y no teníamos el dinero, dijimos que nosotros mismos íbamos a tener que hacerlo. Entonces todos los días, como te mencionaba la parroquia movía al vecindario y no solamente a la comunidad. Entonces todos los días nos juntábamos a construir, aprender a soldar, los que ya sabían soldar, soldaban, otros teníamos que martillar, pintar, todos los días, y luego los fines de semana eran sábados y domingos dedicados exclusivamente a la construcción. Entonces quienes no ayudaban en la construcción, ayudaban en la cocina, para alimentar a los que estaban trabajando. Los que no podían ayudar pintando, soldando, cosas así, ayudaban a preparar el jardín, para que el templo no quedara en un sitio eriazo, sino que quedara en un sitio que pudiera ser algo más bonito. Y no fue sólo la comunidad parroquial Santa Rosa de Lima la que colaboró, sino que el proceso involucró a las escuelas del sector, involucró incluso a la masonería. Yo tengo dos recuerdos o testimonios que para mí fueron muy significativos. Uno, de los ateos que fueron a ayudar a construir. Todavía me acuerdo que, como no podíamos pagar medidas de seguridad, y el edificio era alto, teníamos 4 peldaños de andamio y no teníamos arnés ni mucho menos, entonces el

146 andamio se nos abre y todavía recuerdo que ahí fue la primera vez que vi rezar a un ateo, cuando pensó que se iba a morir, ahí gritó “ay, Dios mío, no”. Y el segundo, era ver a un carabinero que trabajó en la CNI, harneando tierra, junto con un torturado. Para mí esos dos testimonios fueron… y yo era cabro chico, estaba en IV° medio, pero esos dos testimonios me marcaron mucho. Ver que, en aras de algo común, de un proyecto mayor, podían conversar sus situaciones, por difíciles que fuera, con altura de mira, no con un ánimo de revancha. Eso me dio esperanza. Para mí ese proyecto fue desafiante, fue provechoso, humanamente hablando, y que significó también el reconocimiento de parte de la diócesis. Tanto así que el proceso de construcción del templo llegó a oídos de Roma, tanto así que Roma mandata que Ivo Scapollo vaya a conocer el proceso de construcción para ver de qué manera podía ayudar. Tanto así que Scapollo ofrece ayuda, ayuda que todavía seguimos esperando que se materialice. Entonces el templo se termina de construir el 17 de marzo de 2012, ahí faltaban detalles como pintar afuera, lo menor. Y ese proceso, que fue un proceso comunitario muy rico, y de vecindario muy rico, y que llamó la atención de la diócesis, también permitió que más adelante, cuando la Parroquia Santa Rosa, no todos pero sí algunos… a mí que me tocó la vocería de la Organización, y decíamos que con la designación de Juan Barros había un problema, para la gente no éramos aparecidos. Se sabía que había una trayectoria y un testimonio que valía. Entonces mi vida parroquia fue marcada a fuego particularmente por ese último año que viví exclusivamente en Osorno, porque en el intertanto tenía que preparar mi PSU, y por suerte me alcanzó el puntaje que quería, y pude ingresar a la carrera que quise el día antes de dar la PSU, porque yo quería ser periodista. Y de ahí me vine a Santiago a estudiar sin perder el vínculo con mi comunidad, porque los vínculos que se forjaron no solamente durante los 10 años que estuve en la Parroquia, sino que con mayor intensidad en los últimos años, hacían ineludible podar borrar esos vínculos. Luego de estuvimos dos años sin cura, y lego llega Américo Vidal a la parroquia, entonces en medio de todo eso, en la universidad no fui un alumno brillante, pero tampoco me iba mal. Hice ayudantía de dos cátedras, una de filosofía, y la otra era más del profesor Pablo Ruiztagle, que hacía Derecho Constitucional e Introducción al Derecho, entonces teníamos harto trabajo ahí. Y en la universidad ingresé a debate, que si hay algo que me ayudó a ejercer la vocería fue debate, porque me ordenó la cabeza. Y en virtud de eso, la universidad nos pide si nos podemos hacer cargo de uno cursos de verano que se hacen para estudiantes de enseñanza media, que tanto en invierno como en verano pueden recibir clase universitaria. En eso me invitan a ser docente, y es en ese contexto que el 10 de enero del 2015, estaba haciendo clases en la universidad, en la facultad de derecho, ese día sábado 10, yo me estaba duchando y un compañero, porque éramos varios los que vivíamos en el departamento, uno me grita que hay un nuevo obispo en Osorno. Y yo le grito “ah, qué buena”, y él me dice que es el obispo Juan Barros, y yo no tenía idea de quién era. Y yo pienso que el hecho de que haya sido cercano a Karadima, no significa que haya sido encubridor.

Antes de pasar a eso, me gustaría que desarrolláramos dos ideas que han estado presentes en la entrevista. Una, cómo es la experiencia de encontrar figuras paternas en sacerdotes, y dos, por qué dentro de tu experiencia eclesial, tu opción de vida es laical.

Para mí, la ausencia de mi papá biológico, en general no me significó un problema. Sí recuerdo que hubo uno o dos años en que lo odié mucho, por haberme dejado, sin conocerlo nunca, ahí experimenté odio hacia él, sin ayuda de nadie, tal vez fue

147 un desgaste. Y en eso, en primer lugar, siempre estuvo presente el papá de mi hermana, Pedro Ojeda, en quien yo vi la imagen de autoridad, al que me daba vergüenza mostrarle una mala nota. Pero en Pedro Kliegel, en particular, vi al papá sabio, al que uno le pide consejos, el que tiene autoridad, autoridad en el sentido de que cada vez que conversaba con él, me sentía más, aprendía algo nuevo, tanto así que los domingos, las misas de Pedro Kliegel solían durar 2 horas, era una cosa exagerada, pero si la misa era a las 11:30, terminaba a las 13:30 y nos quedábamos conversando de distintos temas. De contingencia, de teología. De hecho yo con él conocí teólogos, yo no sabía que se estudiaba teología. Como él es alemán, venían muchos de Alemania a conversar con él, a hospedarse dentro de su Fundación, entonces ahí conocí muchos teólogos. Ahí conocí la Facultad de Tubing, en Alemania, porque muchos venían a conocer a Pedro Kliegel, entonces en la figura de Pedro Kliegel reconocí como esa figura paterna, de sabio, tal vez de abuelo, de anciano, porque hay una diferencia de edad grande con él. Además con él… porque a mi papá Pedro Ojeda, siempre le ha gustado como la música rara, desde música flamenca, pasando por Bellavista Social Club, hasta música clásica, pero Pedro Kliegel era más clásico, entonces se hablaba más de lo humano y de lo divino. De hecho Kliegel es el fundador del primer colegio artístico de la zona, y además su hermana, María Kliegel, es una de las mejores violonchelista del mundo, entonces cuando su familia venía a Osorno era una experiencia distinta. Era conversar con la figura intelectual, pero en René Rebolledo vi la figura de un padre preocupado de lo afectivo. Él era más preocupado de cómo estaba, de cómo me sentía. Porque a mi mamá la quiero mucho, pero de ella nunca tuve ese roce, pero sí lo tuve de otras personas, y lo bueno es que se dio en un marco de confianza, tal vez pudo ser confianza ciega en un momento, pero nunca estuve expuesto a un riesgo, en eso quiero ser claro. Todo fue dentro de un marco de respeto. Entonces todo lo que es mi infancia, mi etapa escolar, mi adolescencia, lo recuerdo con mucho cariño. Porque salvo por esos años en los que odié a mi papá biológico, el darme cuenta o ir con el tiempo abriendo los ojos, de que todo lo que tal vez le reprochaba, la vida me había entregado en otras personas, entonces pensaba que con eso estaba bien. Todo eso para mí tiene un significado que es muy poderoso. Es por eso que, a pesar de todas las distancias que tengo con Rebolledo después de Barros, aún así le tengo cariño, porque lo vivido con él fue muy bonito. Era un obispo que si yo tenía algún problema y quería ir a conversarlo con él, él era capaz de suspender la actividad que tenía después para poder conversar. Y así como lo hizo conmigo, entiendo que también lo hizo con otras personas. Tengo la imagen de un Rebolledo que contrastó mucho con lo que vi de Rebolledo ya adulto. Tal vez cambió o siempre fue así y no me di cuenta, pero por lo menos la experiencia que viví lo reconozco y lo reconoceré siempre. Y por qué laico. En más de alguna ocasión pensé en ser sacerdote, y cómo me di cuenta de que me lo estaba planteando fue incluso de manera inconsciente. Porque en la juventud nunca pololeé, me enamoré sí de varias mujeres, pero nunca me atreví a dar un paso, porque lo que yo sentía trabajando en la comunidad, era mucho mayor que lo que sentía por ellas. Y un día cuando estaba pensando por qué a la Beatriz no le pido pololeo, y me dije “ya, le voy a pedir pololeo”, y me preguntaba qué me detenía, y era que no era tan bonito lo que sentía por ella como lo que sentía cuando estaba en la comunidad. Y pensé que a lo mejor esa es la vocación que sienten los curas para hacerse curas. Y ahí lo pensé. Pero después me detuve, y aunque no pololeara, fue porque me di cuenta que, salvo contadas excepciones, los curas son funcionarios, me di cuenta que mi vocación no es hacer ejercicios privados de la razón en términos kantianos sino que es hacer uso público de la razón. O sea si tengo que disentir del obispo porque creo

148 que es injusto lo que está haciendo, lo voy a hacer, y me di cuenta que los curas no tienen esa libertad, no me gustaba el proceso formativo tampoco. Esto de que te aíslen de la comunidad para meterte en una casa…no me atraía del todo. Y más aún, empecé a experimentar, en este proceso de construcción del templo, el miedo de muchos curas al obispo. Entonces tal vez no fue el sacerdocio lo que me espantó, sino ver a los sacerdotes lo que me terminó espantando. Además, que con los teólogos que conocí mientras Pedro Kliegel era mi párroco, eran todos laicos, y los encontraba mucho más agudos que los curas, los notaba con una autoridad y libertad mucho mayor, y pensé que la experiencia de fe no se basa solamente en el cura y que tal vez sería bueno experimentar una vocación familiar en familia, si es soltero en soltería, no sé, pero no se agota en el cura la vocación. Entonces esa era una intuición, con el tiempo la fui madurando y creo que no me equivoqué. Hoy esa opción sacerdotal está descartada, e incluso he pasado por épocas en las que he pensado que la Iglesia no debería tener curas, a ese nivel. Ya tengo en esos momentos una semilla crítica que, en esa época, no me significó un problema, lo sentía como correcto, veo el ejemplo de Ana, una laica de mi parroquia, que murió el 2009, entonces eso de laicos críticos con la jerarquía, y que si el cura decía A pero la comunidad decía B, prevalecía la postura de la comunidad, porque el pastor tenía que apoyar y no decidir por la comunidad, entonces yo tuve la suerte de llegar a una comunidad con esas características, tal vez si hubiese llegado a otra comunidad mi pensamiento hubiese sido distinto incluso frente a las mismas preguntas vitales que me estás planteando. Entonces no me significó problema porque en las personas con las que crecí yo vi eso.

II. Situación de Juan Barros en Osorno

¿Cómo fue para ti el nombramiento de Juan Barros?

Barros es nombrado a las 8 de la mañana, o por lo menos ahí apareció la noticia, de que Juan Barros es nombrado obispo de Osorno. Me avisan, yo me estaba duchando en el baño, y avisan que es un obispo formado por Karadima, cercano a él, y de hecho Juan Carlos Cruz lo está acusando, pero yo digo que no porque haya sido cercano significa que haya participado en los abusos. Entonces luego veo las redes sociales de la diócesis, y se notaba que había algunos que lo llamaban encubridor, de hecho ese mismo día se hicieron unas manifestaciones espontáneas en la Catedral, con 5 o 10 personas que se manifestaron afuera, y sería. Y yo pensaba que razonablemente hablando había que darle una oportunidad. Entonces ese día yo le escribí una carta, que se la mandé al día siguiente, porque los correos de los obispos son bien sencillos, es su inicial, el apellido, y arroba episcopado punto ce ele. Entonces probé [email protected] y le mandé una carta donde me presenté, le decía “soy xxxx, actualmente estoy en Santiago, estudio Derecho, pero mantengo mis vínculos con la diócesis”… le conté mi trayectoria, y estoy totalmente disponible a trabajar para… con usted… con dos condiciones: que me responda si es verdad o no de lo que lo acusa Juan Carlos Cruz, y cuál es el modelo de Iglesia con el que usted se mueve. Se la mandé el 11, y tuve una llamada telefónica el martes 13… martes 13 más encima… a las 10:45 de la mañana más o menos, de un número desconocido, y me habla y me dice “hola xxxx, soy Juan Barros, gracias por tu saludo, gracias por tus palabras, vamos a trabajar muy bien”… y fueron 5 minutos en que me contó que iba a construir casi castillos en el aire. Entonces yo le decía “Señor, obispo, le hice dos preguntas y usted no me está respondiendo ninguna, ni siquiera la primera que es la más urgente”. Y durante los

149 próximos 10 minutos nunca fue capaz de decirme sí o no. Siempre era que con el tiempo nos vamos a ir conociendo, que con el tiempo nos vamos a ir conociendo, que con el tiempo nos vamos a ir conociendo. Me hubiese dicho “sabes que es mentira”, yo me quedo tranquilo, pero lo cierto es que no fue capaz. Entonces yo me daba cuenta de que había un problema. Luego, como no fue capaz de responderme. Entonces pensé en escribirle a los otros obispos. Sin haber tenido contacto con otros obispos nunca antes, a excepción de Rebolledo. De hecho me metí en mi computador, en Iglesia.cl, diócesis por diócesis, que son como copiapo@episcopado.... y si es Pedro Ossandón es [email protected] entonces fui uno por uno. Sin saber si buscaba algo, yo tenía 21 años, recuerdo que eran dos preguntas básicas las que escribí en el correo. Les compartí una carta al director que había mandado, que era como para analizar el nombramiento, donde llamaba la atención porque Osorno siempre ha sido sede de obispos nuevos, entonces ahora nos mandaban un obispo experimentado. Entonces la carta era como preguntarse si Osorno tiene nuevos desafíos que dificultan que sea un espacio formador de obispos, sino que requiere hacer frente a desafíos más grandes. Entonces escribí esa columna, que era como disparando para cualquier lado, ni cerca de lo contingente. Aun cuando igual era llamativo que llegara un obispo que no cumplía con el perfil histórico, por así decirlo, de los obispos que habían sido nombrados en Osorno. Entonces me llamó la atención eso, como yendo más allá de lo contingente. Así que les compartí mi carta al director, les decía algo así como que había desconcierto, que si nos podían aclarar las cosas. Fernando Chomalí respondió un “ok”. Solamente eso, siendo que él era el administrador diocesano de Osorno en sede vacante. Luego un Juan Ignacio González donde dice que “las decisiones del Papa no hay que cuestionarlas, se obedecen”. Un Ricardo Ezzati, que mandó como cuatro páginas de respuesta, que eso sí se lo agradezco a Ezzati, porque él se dio el tiempo de responder. De hecho yo después le volví a responder, y él me volvía a responder, y así. Y no era su secretario, porque un día nos encontramos en la calle, y él se acordaba de lo que me había respondido y de lo que yo le había preguntado. Yo no estaba de acuerdo con lo que me decía, pero me respondía. Y el otro era Bastres. Goic aparecerá en escena, pero en abril del 2015. Del resto no tuve respuesta. De Infanti nada. Y de Rebolledo… bueno Rebolledo es más astuto, él no deja huella. Él llama. Entonces uno piensa que es cercano, pero es para no dejar huella. Eso fue durante enero. Luego, en los últimos días de enero, regreso a Osorno, y llego a mi parroquia, y noto un desconcierto, no generalizado, pero sí en la conversación de pasillo. Si estaba en la oficina parroquia y conversaba sobre qué mal lo que estaba pasando, entonces empecé a sentir que había algo subterráneo, entonces pensé que en febrero no tenía mayor agenda, así que me dediqué durante las dos primeras semanas de febrero a visitar 60 familias, que fueron las que alcancé. Y en todas notaba un desconcierto. 60 familias no de mi parroquia, sino que había conocido en las actividades diocesanas. Y en todos notaba desconcierto. Y me fueron contando que varios de ellos le habían escrito a Barros, que habían conversado con él, otros que habían hablado con otros obispos y siempre tenían la misma respuesta: nunca un sí o un no cuando hablaban con Barros, y el “obedezca, obedezca”. Con Pedro, y bajo Pedro. Era siempre la misma respuesta. Entonces noté que había un desconcierto, tanto en el clero como en el laicado, y pensé que era bueno hacer una asamblea. Y convoco a mi parroquia, hablé con Américo, Américo que estaba a favor de Barros en ese momento, él luego tomó la otra postura, es un converso, digamos. Él estaba a favor de Barros, es un sacerdote diocesano, que, junto con Pedro Kliegel, terminaron siendo los más activos opositores a Barros. Pero en ese entonces él estaba de acuerdo, o al menos

150 no se opuso, porque iba a ser su jefe y todo eso. Entonces yo convoco a una asamblea parroquial en febrero, y quedó la escoba en la asamblea, se hizo evidente lo que se había discutido en pasillo. Llegaron alrededor de 150 personas, agentes pastorales, personas que vienen a misa, y eso que no se anunció en misa, sino que la misa fue el domingo, yo avisé el martes, y llamé por teléfono a través de la parroquia y puse un afiche afuera, y llegó ese buen número. Se marca la división, y al día siguiente nos volvemos a reunir para redactar una carta, y esa carta es para pedir la renuncia de Barrros. Paralelamente la Parroquia Sagrado Corazón también había realizado el mismo proceso, y Pedro Kliegel estaba a cargo en ese momento, no como párroco sino como administrador, porque el párroco había ido de misión a Haití. Entonces redactamos esta carta, y Américo la censura, nos dice que esa carta no se puede mandar porque se pide la renuncia del obispo, y el obispo va a ser su jefe, además que Barros venía de la Parroquia de El Bosque, y la Parroquia de El Bosque es de plata, entonces que nos podía traer recursos… así era el discurso. Entonces yo le digo que muy bien, yo pesco la carta, voy a la radio, y les digo que esa es la carta que escribió la comunidad, y el cura la quiso censurar, así que con mayor razón debe ser conocida. Entonces publico la carta, llego a mi casa, y le digo a mi mamá que noto el desconcierto tan grande, que he visitado 60 familias, sé a donde puedo llegar, con qué personas tengo que hablar, por lo que creo que es bueno que se cree una Organización para que las preguntas y el desconcierto laical que en ese momento estaba en lo privado, se organice y se haga público.

¿Tú en ese momento ya estabas convencido del testimonio de Juan Carlos Cruz, o había otros motivos para oponerse?

En ese momento era sólo porque rompía la comunión. Aún no argumentábamos en base a lo de Juan Carlos Cruz. Él generaba división en la comunidad, entonces fuera verdad o mentira, él podía dar un testimonio evangélico de decir “a mí, el pueblo de Dios me importa, por lo que yo doy un paso al costado”. De hecho, tanto así, que nosotros decimos que vamos a crear esto, independiente de los curas porque los curas nos censuran, una Organización solamente de laicos, si los curas se suman, bien, pero prescindimos de ellos. Luego, el 3 de marzo, Barros llega de sorpresa a Osorno. Se había ido a hacer unos ejercicios espirituales a España, con Germán Arana, el papa lo manda a llamar, se va para Roma, ahí Barros le presenta por primera vez la renuncia. O la segunda vez, porque después nos enteramos que ya en 2014 la había presentado, antes de llegar a Osorno.

¿O sea que Juan Barros renuncia dos veces antes de asumir en Osorno?

Nosotros tenemos la historia en base a lo que supimos después de que Barros ya había tomado posesión de Osorno. Juan Barros era obispo castrense, había incomodidad con él, estaban peleando hace tiempo por sacarlo, incluso Heraldo Muñoz y Jorge Burgos hacen presión para sacarlo. El ala Opus Dei dentro de la Armada hace lo mismo, tanto así que hablan con el superior, que en ese tiempo era Echeverría, que falleció hace un tiempo atrás, que era el prelado mundial del Opus Dei, y él es como la primera persona que le hace ver al nuevo Papa Francisco que hay Opus Dei en Chile que están preocupados por un obispo, que hay rumores de encubrimiento, que hay un problema, que se le evidencia al Papa, problema que se hará más evidente cuando en febrero de 2014 el Comité Permanente de la Conferencia Episcopal le explica al Papa la necesidad de remover a Barros. O sea remover a los obispos formados por Karadima por haber sido formados en una

151 estructura sectaria, ese era como el argumento. Luego, el papa les pide que le den 3 meses para pensarlo. Febrero, Marzo, Abril, Mayo. Probablemente el 29 de abril o mayo, no recuerdo el mes, Scapollo es llamado a Roma, se reúne con Francisco, y Francisco le manifiesta la decisión que él había tomado, y la decisión es que se fueran. Que pusieran su cargo a disposición, y esto el Papa lo cuenta en una carta que se publicó cuando él vino a Chile. Luego de eso que pusieran su cargo a disposición, que tuvieran un año sabático, y luego de eso vieran qué cargos podían desempeñar. El nuncio regresa y les adelanta la estrategia a los obispos de El Bosque, y eso sería lo que, según el Papa, impidió iniciar el proceso. Luego, algo pasa ahí que en octubre del año 2014, mientras el nuncio cuenta y todo eso, Barros ya había presentado su renuncia. El Papa le pidió la renuncia, y él como obediente al Papa le presentó la renuncia. Esa fue la primera vez que él presenta su renuncia, estamos hablando por mayo del 2014. Luego algo ocurre, yo no tengo muy claro qué es lo que ocurrió ahí, es una de las cosas que me gustaría preguntarle a Francisco, algo ocurre, pero Juan Barros es nombrado obispo de Osorno en octubre de 2014. El Papa les informa esto a los obispos de Chile y les da 3 meses para que presenten objeciones. Y yo entiendo que los obispos presentaron objeciones, pero para el Papa no fueron suficientes, por lo que pasado los 3 meses, octubre, noviembre y diciembre, en enero se hace público su nombramiento. Entonces Barros se va en enero a unos ejercicios espirituales en España con Germán Arana, se le va informando de todo lo que estaba sucediendo, de que a nivel mediático había mucha incomodidad, incluso de que a nivel interno estaban las primeras molestias. La carta que no solamente mandé yo, sino que mandaron muchos, entonces Barros ante eso le presenta la renuncia al Papa, pero el Papa lo había mandado a llamar, entonces Barros aprovecha esa instancia para presentarle la renuncia. Entonces es mandado a llamar a Roma, Errázuriz había estado con el Papa, entonces el Papa le pide a Errázuriz si lo puede ubicar, Errázuriz da con él, va a España a buscarlo, regresa. Errázuriz no me queda claro, cuando me contó la historia, de si él estuvo o no en la reunión, pero lo que él me dice es que el papa le dijo “yo no te voy a pedir la renuncia, pero si tú quieres presentarla, yo te la voy a aceptar”. Le traspasa la responsabilidad a él. Pero no me concuerda con la idea de que él ya había presentado la renuncia. Pero es ahí donde Barros llega empoderado, y va inmediatamente a Osorno. El 3 de marzo él llega a Osorno de manera secreta, se reúne con algunas comunidades rurales, y el 4 cita a reunión al clero, y yo me colé a la reunión del clero. Cometí un error, que fue un bendito error. Eran las 7:30 de la mañana, y me llaman de una radio de Osorno y me preguntan si sé algo del programa de Barros en Osorno, estando al aire en ese momento, entonces yo les contesto que sabía que Barros se iba a reunir ese día con el clero en dependencias de la catedral y que nosotros íbamos a estar ahí, porque nosotros queríamos ir a funar. Entonces solamente adelantar que íbamos a ir, significó cambiar el lugar. Por nosotros en ese momento me refiero a un grupo menor, yo, algunas personas de las que visité… porque la reunión fue a mediados de febrero, no sé si 11 o 13 de febrero, el 19 de febrero nos constituimos ya como Organización, y nuestra primera campaña fue recolección de firmas, con una carta pidiéndole al Papa la remoción de Barros, apostando a que el Papa estaba desinformado. Después vinieron las velatones y actividades más públicas, porque no nos estaban escuchando. Entonces para cuando llega Barros nosotros ya teníamos apariciones en los medios, incluso antes de la primera velatón nuestro objetivo era posicionarnos en los medios, porque eso permitía que llegara más gente. Éramos 60 personas a lo más. Entonces por eso me llaman cuando Barros llega, y ellos cambian el lugar. Nosotros estábamos afuera de la Catedral, los que

152 podíamos, porque la mayoría estaba trabajando, y nos enteramos de que habían cambiado el local. Ya no era la Catedral sino que iba a ser en dependencias del Colegio Santa Marte, que es de unas monjas, y que es una fortaleza, es una cuadra completa fortificada. Entonces ahí iba a ser la reunión del clero, y qué lo que pasó, que uno de los curas más puntuales en llegar a la reunión, que no le avisaron, era el cura más viejo, el padre Jaime, y que es un cura que para moverse necesita compañía. Entonces la reunión era a las 9, él llegó a las 8:15, y su compañía lo dejó ahí y se fue a hacer sus trámites pensando ir a buscarlo a las 12. Pero él era un cura muy viejto, torcido, que tenía que tener a alguien que lo soportara y que lo aguantara. Y en eso se entera ahí del cambio de local, y yo pienso que esa es la mía, lo agarro del brazo y le digo que seré su guardaespaldas. Me lo llevo al Colegio Santa Marta e ingresé con él a la reunión con los curas. Y las monjas estaban como militares, todavía me acuerdo, dos en cada puerta. Llegamos, y había que bajar al subterráneo del edificio de básica del Santa Marta, y ahí estaba Barros recibiendo a los curas, y yo suelto al cura, ya que se las arregle solo, yo ya estaba adentro. Saludo a Barros y él me dice “Padre, ¿cómo está?”, entonces yo le digo “No, yo no soy sacerdote, soy xxxx”. Y él me dice “y cómo te fue en tus clases, supe que estabas haciendo clases en los cursos de verano, cómo te ha ido en tus ayudantías”, cosas que yo no le había adelantado, pero yo asumo que había conversado con Rebolledo. Luego de eso yo me siento en la reunión, yo no le pido permiso ni él me impide el ingreso, pero antes de que comenzara la reunión, en ese típico silencio que se va dando, yo le digo “obispo Barros, yo quiero hablar, porque no quiero estar en una reunión que es de ustedes”… estaban todos los sacerdotes en forma de U, Barros estaba en una mesita y yo prácticamente al lado de él… “mira, yo soy vocero, la comunidad me eligió vocero de los católicos que estamos desconcertados con este nombramiento, no estamos de acuerdo con que usted sea nuestro obispo, porque es señal de división, pero no tenemos nada contra usted, es más, ojalá renunciara a ser obispo para que se quedara como párroco”. Esa fue nuestra propuesta. Y la respuesta de Barros, frente a todos los curas fue “yo no voy a renunciar, porque a mí el Papa me nombró obispo, y no un simple cura”. Y eso se lo dice delante a todos los curas que estaban ahí. Yo me acerco y le pido que nos dé una reunión, me pidió el número y después me llamó otro cura para decirme que, en nombre del monseñor Barros, él no tiene tiempo para reunirse, así que jodí. Pero ese fue el primer intento, no fue “fuera Barros” altiro, fue un trabajemos juntos pero díganos la verdad, no la dijo, por lo tanto renuncie a ser obispo pero quédese con nosotros, tampoco quiso, y así llegamos a su toma de posesión ya diciendo que se fuera. Así llegamos al 21 de marzo, con protestas entremedio, con velatones. Lo que pasó el 21 de marzo en la catedral nunca fue esperado, de hecho para mí fue un fracaso el 21 de marzo, porque me di cuenta que había realizado una mala vocería, porque no fui capaz de comprender todo lo que estaba en juego con Barros. Para mí el problema siempre fue eclesial, pero el 21 de marzo me di cuenta que el problema era de interés público, porque si bien no queríamos protestar dentro de la catedral, hay un grupo que estando afuera, cuando Barros pasa por el exterior, y se va adentro, y deja la crema, viendo a la gente, y es curioso porque yo en ese momento protegí a Barros, porque veía que ya le iban a pegar o cosas peores, y pensé que mejor era sacar a la gente, y saqué a varias personas. Y hubo una viejita, cuando uno ingresa a la catedral, hay una especie de cueva, y ahí está el Cristo de la agonía, que es bien popular en Osorno, por ahí los escolares van a colgar sus corbatas cuando pasan a I° medio o salen de IV° medio, y todas las plaquitas de “gracias por favor concedido”. Entonces, estando ahí, había una viejita de pelo blanco, que la he vuelto a ver, que lloraba y daba combos, patadas a medio mundo.

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Entonces yo la veo por la espalda, y la agarro por la espalda y le digo “vieja, ándate de acá” y la señora se pone firme y me dice “no, xxxx, a mi nieta su tío la abusó, y la justicia lo dejó libre” y ahí yo hice click. Y pensé que fracasé en todo esto, porque no fui capaz de sintonizar los otros problemas que estaban dentro de todo eso. Porque los problemas con Barros son dos: por un lado, los que no quieren más obispos impuestos, los que tienen vida eclesial activa, que quieren una Iglesia no sé si democrática, pero sí que tenga valores inspirados por la democracia, que quieren una estructura distinta. Pero también hay otro grupo, que son los que no quieren más obispos encubridores o abusadores, porque Barros se transformó en una figura, socialmente hablando, como paradigma de la impunidad y de la revictimización. Hay personas que ven a Barros y recuerdan a su victimario impune. Tal vez podría ser una carga injusta sobre Barros, pero Barros con su obstinación se terminó transformando en eso, en lo que es no creer el testimonio de las víctimas. Entonces yo siempre me focalicé en el primer grupo, pero nunca sintonicé con el segundo, y eran ellos los que tenían una herida mucho más profunda, y esa rabia contenida es lo que explota, más aun cuando uno mira que Chile es un país tan abusado, no solamente sexual, sino de poder, económico, ahora con el tema del confort y Penta… en un país tan abusado, obviamente, casos como los de Barros, se transforman en un paradigma. Entonces ahí me di cuenta que había fracasado en una primera parte, que es como la etapa preparatoria, y eso fue lo que nos mantuvo cohesionados. Porque nosotros nunca nos pensamos como un grupo que… todos pensábamos seguir trabajando en nuestras comunidades si Barros tomaba posesión… pero después de que Barros asumió nos juntamos todos, los dos grupos de las primeras reuniones, y hacemos el siguiente ejercicio. Preguntarnos en qué consiste nuestra fe. Fue una reunión larga, todo un sábado. Y vimos Mateo 25, 31 – 45, si nuestra fe consiste en el amor prácticamente, y por el amor vamos a ser juzgados. Por el tuve hambre y me diste de comer… y el subtítulo de eso dice “El juicio de las naciones”. Entonces pensamos que nuestra fe consiste en las obras de amor, en ese caso, hacia el pobre. Pero pobre no significa sólo el que no tiene canasta básica. Nos preguntamos quiénes son pobres, entonces mi propuesta fe que pobres son los que no tienen acceso a las esferas de poder. O sea los indígenas, los migrantes, las minorías. Entonces como cristianos deberíamos estar particularmente apoyando a las personas, o acompañando a las personas que están hoy en distintos momentos, excluidas. En Osorno, en marzo de 2015, esas eran las víctimas de abuso, porque eran ellos los que sufrían o los que reabrían estas heridas precisamente con la imposición de Barros. Entonces nuestra decisión de fe, o nuestra oposición a Barros se fue madurando como una decisión de fe, porque todos los que estábamos contra Barros éramos católicos. Algunos desencantados, que ya no iban a misa, pero que en lo que se estaba generando veían una canalización de que todo lo que sufrieron, porque ellos intentaron cambiar cómo eran las estructuras de su parroquia, y les fue mal. Pensaron que aislar a una persona es muy fácil, pero aislar a una comunidad es mucho más difícil. Entonces sintieron que aquí podían aportar su granito de arena. De esa forma, incluso, a la Organización fueron llegando personas que eran sobrevivientes de abuso, incluso personas que dentro de la Organización no eran creyentes y que ahora son catecumenados, o sea empezaron con sus procesos para el bautizo… así que fue un proceso raro. Porque para muchos podía ser un proceso ciudadano, pero lo cierto es que fue un proceso que se fue madurando en la fe, particularmente con ese texto de Mateo 25 que fue muy iluminador y decidimos continuar. Durante esos 3 años uno se pregunta cómo nos mantuvimos unidos, porque lo pasamos mal. De hecho más allá del tontos y zurdos que nos dijo el Papa, porque eso no nos dolió

154 tanto, sirvió más como un catalizador para que las protestas retomaran más vigor, pero el tema de la indiferencia, el hecho de que pidiéramos hablar con los obispos y no nos pescaran. La única vez que los obispos nos escucharon, una fue a la fuerza. Pero en mayo de 2017, son los obispos, el Comité Permanente los que nos dicen que nos van a recibir. Y el requisito que nos pidieron para reunirse con nosotros Fernando Ramos y Santiago Silva era que teníamos que mandarles un currículum eclesial. Cosa que no le pidieron al grupo que ya se había constituido a favor de Barros. Porque la lógica de los obispos era que, si ellos defienden a Barros, es porque son gente de Iglesia. La carga la teníamos nosotros, de demostrar que éramos gente de Iglesia, porque además éramos los tontos y los zurdos. Entonces eso era muy molesto, porque no éramos personas aparecidas, teníamos trayectoria, algunos habíamos asumido responsabilidades grandes. Lo más duro fue en la interna, aunque a mí no me tocó vivir mucho ese proceso, desgraciadamente, porque estuve lejos, en Santiago. Entonces, claro, que una señora me quite el saludo me daba lo mismo si total no la iba a ver en un mes más, pero para quienes estaban ahí, diariamente, fue pesado. Macarena era una joven que ahora es religiosa, Carmelita Descalza, que se quiere mucho con su tía Ariela y Adriana, la familia Hernández Berríos. Macarena, Carmelita, nos acompañó en todo el proceso, pero se interna en el monasterio con Barros, el año 2015. Y Macarena se enteró por la prensa, al ver unas fotos de sus tías protestando contra Barros, y le mandó a decir a ellas, a través de su papá, el hermano de ellas, que por favor nunca más la fueran a ver al monasterio, porque ella no podía estar cerca de personas que no respetaran la voluntad del Papa. Entonces testimonios como ese. U Oscar y Felipe, que son echados por pensar distinto. Felipe por ser opositor a Barros en un colegio de monjas, pero Oscar trabajaba en el municipio, y son los cercanos a Barros, el grupo a favor de Barros, los que hacen las gestiones, y yo no sé cómo habrán negociado ahí o con qué habrán amenazado a la autoridad, que tienen que terminarlo sacando, porque incomodaba porque estaba en contra de Barros. Dentro de las parroquias sí se hacían beneficios, te decían que mejor no fueras, porque tú estás contra el obispo y divides a la comunidad. Entonces esas cosas de ser como extranjero en tu propia tierra, eso nos dolió mucho. Entonces siempre me ha llamado la atención, y ahora que estoy haciendo mi tesis es que estoy trabajando eso, es qué nos mantuvo cohesionados más allá de las experiencias, más allá de la historia. Porque la Organización se construye como algo supraparroquial, no es una parroquia, son varias parroquias. Son personas de distintas parroquias las que las constituyen. Parroquias que tienen algo en común, su historia. Nacen de poblaciones autoconstruidas. Son procesos que llevaron adelante estos curas alemanes, que venían con todo el impulso del Concilio Vaticano II, entre ellos Pedro Kliegel, y llegaron con todo esto, a hacerse cargo de la situación que estaba viviendo la gente y construían, por eso Pedro Kliegel es muy reconocido allá en la zona, porque tiene poblaciones completas donde los vecinos fueron construyendo sus propias casas, pero para todos. Y después se sorteaban las casas. Entonces pasaron 4 años haciendo hoyos, otros 3 construyendo y después cada quien habitó su propia casa. Entonces las comunidades y templos parroquiales, son personas que vienen de estas comunidades donde el templo es la culminación de un proceso comunitario. Donde se repiten, más o menos, los mismos formadores. En mi caso es Pedro Kliegel, pero en otros casos son otros curas. Siguen una misma línea, son curas alemanes, con el apoyo de Valdés que crearon un laicado maduro y más crítico. Entonces son ellos los que reaccionan. Es por eso que en la Organización me ha llamado mucho la atención que haya mucha vieja. Porque están defendiendo lo que para ellas es su vida. Por ejemplo en abril del 2016 caminamos de Osorno a

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Valdivia, porque veíamos que teníamos tanta carga encima de demostrar que éramos gente de Iglesia, que dijimos “hagamos un sacrificio, caminemos 115 kilómetros de Osorno a Valdivia para dar testimonio de que somos gente de Iglesia” y caminamos, y las viejas se la caminaron toda. De hecho a una señora que tiene 88 años tuvimos que pedirle a carabineros que la ayudaran porque no teníamos cómo, y sabíamos que no iba a aguantar los últimos 10 kilómetros. Y terminó peregrinación en patrulla. Lo que nos mantuvo unidos, en mi hipótesis, es que ambos problemas, lo de los obispos impuestos y lo de los obispos encubridores se solucionaban de la misma manera. Porque el abuso sexual es abuso de poder manifestado sexualmente. El abuso de poder ocurre en contextos asimétricos. En los hechos, el cura tiene un nivel de superioridad mayor y hay personas que les hacen caso. Eso ocurre hoy dentro de la Iglesia y la Iglesia está constituida para que el clero quede de manera asimétrica al laicado. Entonces el abuso ocurrirá si el que está en una posición de superioridad, aprovecha la situación de vulnerabilidad del otro. Entonces si no queremos más obispos encubridores, o una Iglesia sin abusos, lo que tenemos que empezar a hacer es corregir esa asimetría. Pero corregir esa asimetría es corregir con los valores y mecanismos propios de la democracia, que eso no significa hacer de la Iglesia una democracia. Pero la asimetría se corrige con acceso a la información, permitiendo la participación, con transparencia económica. Es exactamente lo que buscan los que piden que no haya más obispos impuestos, participar de las decisiones, que sean escuchados. Yo creo que la asimilación, es algo que me doy cuenta yo, no que hayamos conversado, el darse cuenta de eso, no sé si en la comunidad hay conciencia, de que esto se soluciona de la misma manera, de la misma vía. Los que estaban en contra de los abusos en la Iglesia pensaban que este era su camino, pero no pensaban que esto otro también se solucionaba así. Creo que esa misma ruta fue la que nos permitió cohesión, más allá de las experiencias. Yo llegué a estar detenido junto a dos amigos en Bolivia, lo que genera una sintonía distinta, pero lo que nos mantuvo unidos fue eso. Para mí la realidad de los abusos fue una realidad que fui palpando en la Organización, yo no estaba familiarizado con eso ni siquiera en la carrera. Entonces ir descubriendo esa realidad humana también va comprometiendo. Si pudiendo hacer algo, no lo hacemos, es inmoral. Entonces si podemos hacer algo por ellos, aunque sea denunciar o evidenciar las cosas, tenemos que hacerlo. Y en ese proceso, marzo, abril, mayo, junio de 2015, es que comenzamos a acceder a información. Hay una decisión de creerle a las víctimas, pero no podemos decir públicamente, o basarnos públicamente, en que le creemos a Juan Carlos Cruz porque es Juan Carlos Cruz. Eso es irrisorio para cualquier persona. Entonces cuando el testimonio de una de las víctimas ha sido apoyado por la Corte de Apelaciones de Santiago, es distinto. Más aún, cuando en el expediente por largo que sea, uno se da el tiempo de leerlo, uno se da cuenta de que lo que dice contra Barros, no es desde las víctimas lo primero, el primero que salpica a Barros es el Capellán de la Fundación Las Rosas, él es el primero que dice que hay que poner ojo en esto. Después salieron otros sacerdotes y parece que ahí las víctimas se dieron cuenta y pensaron que tenían razón. Es ahí donde uno dice que hay información, que está información está en tribunales, que la ministra Jessica adquiere convicción respecto a los hechos que denuncia Juan Carlos Cruz, y, además, el mismo Vaticano en su fallo canónico, publicado en The Clinic, habla en el Considerando 17, de que la manipulación de conciencia y de abuso de poder se manifiesta también en los integrantes de la Pía Unión Sacerdotal. 50 curas, un tercio del clero de Santiago, más 5 obispos. Entonces tanto así, que después en el Considerando 24 del fallo canónico, el Cardenal le recomienda a Ezzati una visita canónica, que la viene a realizar el arzobispo Collazi de Mercedes,

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Uruguay, actual vicepresidente del CELAM. Él viene, durante enero de 2012, a conocer la Pía Unión Sacerdotal, y le presenta un informe a Ezzati y se termina suprimiendo la Pía Unión Sacerdotal. Tanto así que producto de ese informe, que hasta la fecha sigue siendo conocido, se le recomienda a los curas de El Bosque pasar por un curso de formación, que era voluntario los días martes o viernes. Que eran catequesis, algo bien básico sobre en qué consiste la eucaristía. Entonces cuando se suprime la Pía Unión Sacerdotal, que ahora nos damos cuenta que en el Informe Collazi le recomendó al arzobispo de Santiago no suprimir la Pía Unión Sacerdotal, porque si se pedía indemnización económica, como es el casi actual, sean ellos los que tuvieran que solventar la indemnización. Con un patrimonio de 10 millones de dólares, entonces las víctimas piden 1, pero se termina suprimiendo con el apoyo del arzobispo de Santiago. Y hasta el día de hoy qué pasó con el patrimonio es algo que no está claro. O sea se quedaron con 10 millones de dólares en efectivo, y las víctimas piden 1, te quedarían otros 9 que no se sabe dónde quedaron. Y además si tú tienes curas que fueron formados en una secta, si uno mira la parroquia de El Bosque y a Colonia Dignidad, y a Karadima y a Paul Schäffer, es lo mismo, el mismo mecanismo. Si uno revisa esos casos, estas personas que un toque en los genitales es un saludo normal, con ellos no basta simplemente una catequesis, esas personas necesitan un acompañamiento psicoespiritual. El arzobispo tampoco gastó plata en eso. Entonces fuimos adquiriendo harta información, y nos fuimos dando cuenta que este era un problema y un problema serio. Un problema, además, que para nosotros tiene una jerarquía de responsabilidades, porque existe una primera base en la pirámide, donde está la responsabilidad primaria que es la del abusador, del victimario. Y ahí uno puede distinguir dos grupos de personas: el abusador depredador, que es el que se metió a cura para abusar y que es un riesgo en cualquier contexto, y también está el abusador oportunista, o sea el abuso ocurre porque se puede abusar. Era habitual en la dictadura que muchos demócratas se transformaron en personas autoritarias, y que cuando volvió la democracia se transformaron en demócratas de nuevo, o estos torturadores que torturaban durante el día y llegaban en la noche como si nada a jugar con sus hijos. Entonces hay algo en el contexto que posibilita el abuso, y hay personas que tal vez no son malas. Hay estudios de psicoanálisis, entonces la persona piensa que si se puede abusar, va a hacerlo. Ellos tienen responder, penalmente y civilmente si es necesario. También hay un segundo nivel de responsabilidad que recae en el obispo, no sólo por encubrir o trasladar sino por la revictimización de la víctima. El no escucharlo, el no creerle, el retrasar los procesos, el no querer indemnizar, las campañas difamatorias… entonces está este segundo nivel de responsabilidad, más aún cuando el depredador lo hace de manera tan sistemática. Lo cambian de parroquia en parroquia. Pero también hay una tercera responsabilidad que es institucional. Que es la que encabeza el Papa, la Santa Sede y el Papa. Cuando los obispos estuvieron en Roma, yo no sé si la carta está pública íntegramente, pero se supo que el Cardenal Errázuriz había mandado una carta a algunos obispos donde señala de que él no creyó en las acusaciones contra Karadima por la buena fama. Entonces cuando yo leí esa cuestión pensé que él no cachaba nada, o sea cómo no creer en las víctimas por la buena fama del cura. Pero si uno lee el Código de Derecho Canónico, está exactamente lo mismo, y ahí reinterpreté la carta de Errázuriz y claro, su público son los obispos, lo que le está diciendo a los obispos es un llamado a los cuarteles al recordarles de que a él lo están juzgando por hacer lo que todos ellos debieran hacer. Hay directrices que vienen desde Roma de cómo tienen que responder a este tipo de casos. Entonces 1717, número 1, dice que la investigación previa debe comenzar con noticias que

157 sean al menos verosímiles, no es necesaria la denuncia por escrito. Por eso se cae Goic, porque el puro hecho del rumor ya constituye noticia. Pero qué es verosímil o no recae en el criterio del obispo, no hay una directriz. No es como que si se tienen noticias, inmediatamente a la justicia. Entonces, claro, a comienzos del 2000 “un grupo de homosexuales me viene a contar que un cura les había hecho esto… pero tiene buena fama, fama de santo”. Estamos hablando del 2000, en esos años la homosexualidad no era bien vista, “entonces tal vez era un ajuste de cuentas más que un abuso propiamente tal”… uno piensa que Errázuriz pensó así. Luego 1717, número 2, a reglón seguido, dice que en ningún caso la investigación previa puede poner en duda la buena fama del cura. Y así podríamos detallar más cosas, porque hay una política clara de cómo se debe reaccionar frente a estos casos. Hay una pirámide de responsabilidad, nos dimos cuenta que el problema es más grande que Barros. Entonces indistintamente, con Barros o sin Barros, cómo podemos hacer para ir denunciando esta estructura y hacer los cambios. Y en eso estamos hoy día. Yo no sé si el alcance actual es producto nuestro o de la estupidez de Barros, de ser tan testarudo en la visita del Papa. Aunque ojo, la exposición de Barros o la sobreexposición de Barros fue algo deseado. No era Barros el que se exponía, era el Papa el que quería transmitir un mensaje. Porque si el Papa sabe el problema que se está armando, por más que estuviera Barros, no va a besarlo. Porque todos creen que Barros fue a besar al Papa, pero fue al revés, es tanto así que el Papa lo besa en ambas mejillas y le hace cariño en el brazo. Tuvo la misma actitud en el Parque O´higgins y en Iquique. En la Catedral fue más frío, pero en Iquique la despedida fue con beso en ambas mejillas. Entonces ahí uno dice que no fue la imprudencia de Barros, sino que el Papa quiere transmitir algo. Entonces es por eso que a mí me daba pudor criticar a Barros muchas veces, porque pensaba que el problema no es Barros, el problema es quien lo está exponiendo. Por eso Barros, en el Parque O´higgins a la salida, y a la llegada del Papa a Temuco o a Iquique, lo único que quiere es hablar con la prensa, no era para decir que estaba ahí por algo, sino decir que el Papa estaba contento con su presencia para manifestar eso, él buscaba la cámara y es ahí donde Juan Ignacio golpea a la periodista de Mega. Había un mensaje que se nos quería transmitir. Barros no pudo transmitirlo y el Papa se encargó de hacerlo. Tal vez el alcance al que se ha llegado, porque hay interés mediático porque el tema se ha ido trabajando, porque lo cierto es que a nivel mediático las víctimas de Karadima estaban neutralizadas, eran los llaneros solitarios, la voz en el desierto, pero cuando empieza a tener un correlato en una comunidad, el problema se vuelve incluso mediáticamente más atractivo, y de hecho Murillo me dijo antes de partir a su encuentro con el Papa en Roma, me llamó y me dijo “mira, xxxx, yo no voy a hablar con el Papa de la crisis de la Iglesia chilena, no le voy a hablar de ustedes, porque en primer lugar, al igual que con James, no somos católicos, entonces el único católico es Juan Carlos y ni siquiera reside en Chile”. Entonces dentro de la jerarquía nacional, el testimonio de esas víctimas era más de francotiradores externo que internos. Pero cuando tienes una comunidad… por eso para nosotros la carga siempre fue que no éramos católicos, que éramos un enemigo interno… neutralizarnos desde dentro y cómo no pudieron neutralizarnos, nos marginaron. Había obispos que nos decían que en Osorno las cosas estaban todas bien, que estaba todo tranquilo, un Fernando Ramos que nos dice que todo es inventado, y lo tengo por correo, que se lo mandó a decir a otras personas sin darse cuenta que yo estaba en la cadena de correos, donde dice que los problemas de Osorno y los problemas con Juan Barros son producto de la fantasía de xxxx, por mí. Se lo mandó a un grupo de 30 personas sin darse cuenta que yo estaba en la cadena de correos. De hecho los textos que yo escribí en CIPER, y sobre ese texto

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él es consultado y él dice que esto es falso y esto es falso. De hecho varios periodistas me han vuelto a pedir el texto porque es como un guion de los casos que ya han ido saliendo. Entonces él decía que todo era producto de mi fantasía. Todo el problema de Osorno y el problema con Barros era una fantasía. Esa era la postura de los obispos, lo mismo nos dijeron acá cuando estuvimos con ellos el 2 de mayo del 2017, de decir que esto era una crónica de una muerte anunciada… yo no he leído el libro de García Márquez… entonces no me acuerdo de esa parte. Pero Fernando Ramos nos dijo que llega una persona diciendo que algo malo iba a pasar, que algo malo iba a pasar y eso se empezó a propagar y al final todos se fueron y efectivamente algo malo pasó… entonces que eso iba a pasar con nosotros porque nosotros no le habíamos dado una oportunidad a Barros, porque nosotros lo habíamos perseguido. Ese día éramos 6 representantes de la Organización, más Santiago Silva y Fernando Ramos que nos convocaron a esa reunión, aunque explícitamente ellos nos pidieron que no grabáramos la grabamos igual. Entonces hablo con propiedad, porque puedo demostrarlo. Y de hecho ayer me junté con Santiago Silva para conversar un poco, y yo quería conversar con él porque tenía una espina pasada con él, y se lo digo, porque cuando nos reunimos el 2 de mayo me tocó hacer una exposición de 45 minutos, y le explico todo lo que estaba sucediendo, con detalles explicándole todo lo que estaba sucediendo y la pregunta al final fue: “¿Es por eso… qué vas a hacer tú, Santiago, qué vas a hacer tú, Fernando para ayudar a sanar a las víctimas que por más que Barros se quede, y por más que él pida perdón, simplemente no le creen? Y la respuesta la dio Fernando Ramos y fue: “nada, porque el Derecho Canónico nos lo impide”. Tanto así que Andrade, que estaba en la reunión, le insistirá dos veces más, que cómo no iban a hacer nada si estaban las víctimas, si ellos tenían documentos, y después Santiago Silva confirma que no harán nada porque el Derecho Canónico se los impide. Por eso me daba rabia cuando escuchaba a los obispos en las conferencias de prensa en Roma antes que comenzaran las reuniones con el Papa, y ellos decían que tal vez habían fallado porque no comprendían las dinámicas. Y nosotros incluso, si fuéramos egoístas y solamente nos centráramos en lo que nosotros hicimos, nosotros les entregamos todos elementos para que ellos vieran, solamente con eso ya tenían lo necesario. Y ellos dicen que no tenían conocimiento de la dinámica de abuso, mentira, si tú revisas las actas de la Conferencia Episcopal, en iglesia.cl, antes las reuniones de la Asamblea Plenaria se transcribían, y había como un resumen de las principales ideas, de las cosas que se propusieron, lo que no se aprobó o sí por tal cosa, eran actas plenarias muy ricas, hoy uno no sabe lo que se habla en una asamblea plenaria, entonces en la Asamblea Plenaria 82, 83, 84, 85, cuentan que en esos días recibieron a expertos de Estados Unidos, porque estaba lo de Boston y el Cura Tato, que los recibieron para que fueran a explicar el tema del abuso, que han acordado siempre creerle a las víctimas, en el año 2002, 2003, 2004, acordaron que hay que creerle a las víctimas, que hay que acompañar, que la denuncia es siempre un proceso, pero que hay que buscar que siempre esos casos se tramiten en la justicia ordinaria. Y después que vinieran a decir que la crisis es porque no sabían, mentira, si tienen la información desde hace años. Lo que pasa es que para ellos fue más cómodo deshacerse del problema. Yo por eso estoy de acuerdo con Cristóbal Fones, en que la crisis de la Iglesia chilena no es una crisis de fe, la crisis de la Iglesia chilena es una crisis de amor, sobre cómo somos y hacemos Iglesia estamos dejando víctimas en el camino. Y, personalmente, y creo representar a la comunidad en que la crisis en Osorno, o la división generada en Osorno, fue una crisis por exceso de fe, porque la fe nos nubló el amor. O sea frente al abuso sexual, o al encubrimiento de un abuso sexual, por qué no todos están

159 diciendo que verdad, justicia y reparación. “Pero es que nosotros creemos que Dios habla a través del Papa, y si el Papa nombró a Barros hay que aceptarlo, y si tú no crees en eso, no eres católico”. Entonces cuando tienes curas que repiten esto constantemente, entonces para la gente sencilla, no en el sentido de vestuario o económico, sino de ideas simples. Porque yo me he encontrado con gente rica de ideas muy simples, por eso les pasa lo que les pasó con Karadima, donde “no, xxxx, un católico no puede contradecir lo que dice la voluntad del Papa”. Entonces para ellos, los católicos no pueden creer en las personas homosexuales, y Juan Carlos Cruz es homosexual. Entonces si un homosexual acusa a un obispo, evidentemente se cree en lo que dice el Papa. Lo mismo pasó con nuestra forma de protesta, de hecho están los vídeos donde ellos dicen: “a mí me da lo mismo lo que pase con las víctimas o lo que está reclamando esta gentuza, lo que yo quiero es que me dejen vivir la misa tranquilo”. Entonces la división que experimentamos en Osorno fue por exceso de fe. Una fe muy piadosa. Y todo esto ha sido un proceso de conocernos y madurar juntos. Muchas cosas de las que estoy contando fue porque las aprendimos a porrazos. Nosotros partimos muy ingenuos y con el tiempo nos fuimos interiorizando de esto, y fuimos dando con problemáticas de que, por ejemplo, si llevábamos a Barros a los Tribunales, y ahí nos dimos cuenta de que había prescripción, entonces nos dábamos cuenta que había problemas que como católicos podíamos dar una buena noticia, informando de esto, luchando para que cambien cosas del Estado. Se nos ha acusado que nos hemos centrado en la sacristía y no como Barros donde lo dejaban entrar, porque había campamentos donde no lo dejaban entrar, pero un campamento sí, entonces nos decían que el obispo Barros hacía acción social y nosotros no. Y sí, es una crítica legítima, pero lo cierto es que nuestra preocupación no es porque nos interese la sacristía, sino que mantener un obispo de esas características de manera impune paraliza cualquier intento de trabajo sincero. Hubo curas que quisieron trabajar con la pastoral juvenil, y los jóvenes preguntaban que cómo se quiere ser creíble en cuanto que la Iglesia tiene una opción preferencial por los jóvenes, no sólo porque hay viejos, sino porque además amparan como obispo a una persona que a lo menos no fue diligente en el cuidado de la niñez y de la adolescencia. Entonces es imposible trabajar así. “¿Cómo ustedes nos vienen a decir o a hacer cursos en prevención del abuso, que son estos cursos que hace la comisión nacional, si el presidente en Osorno de la Comisión de prevención del abuso está acusado de encubrimiento?”, entonces cualquier intento sincero de avance se detiene con esto. Y tampoco, esto no siempre se ha pensado así, porque en los momentos de desolación nos volvimos muy puritanos. Esta idea de un pastor digno, un pastor que nunca se haya comido un chocolate escondido. Algo así como un pastor… pasamos también por eso de centrarse sólo en lo malo. Pasamos también por eso, pero es un proceso que se vive, que es humano. Y después con el tiempo fuimos sanando en el acompañarnos. Y ahí comprendí algo, y es que el sufrimiento se vive de forma distinta en comunidad, tal vez no te salva del dolor, pero sí te ayuda a resignificarlo, porque lo hemos pasado mal, después de esa reunión de mayo yo pasé un mes llorando, yo todos los días lloraba un rato, fue muy violenta esa reunión. Pero no solamente el acompañamiento de la Fran, mi polola, sino que también el conversar esto en comunidad, te ayuda para vivirlo de manera distinta. Eso crea un grupo humano muy humano, que de hecho a Scicluna lo emocionó mucho, él lloró casi toda la reunión con nosotros. Porque se encontró con otra cosa que él no esperaba. Él esperaba un grupo que le iba a cobrar revancha, que le iba a explicar por qué Barros se tenía que ir, pero se encontró con una comunidad agradecida, y que vibraba, y que cantaban tomados de las manos, y eso a Scicluna lo emocionó

160 mucho. Entonces, sin ánimo de hacer el contraste, no encontró en el otro grupo eso, porque ahí fue una adoración al Santísimo, con frío, y después fue la reunión simplemente con 3 personas. Y la comunidad estaba afuera, en cambio aquí fue distinto. Ellos nos habían dado los horarios y que nosotros viéramos cómo lo hacíamos, y nosotros decidimos micrófono abierto, porque así habían sido todas las reuniones. Las reuniones eran los lunes, ya sea en la parroquia Sagrado Corazón o en la Parroquia Santa Rosa, el párroco de la Sagrado Corazón que es cercano a Barros nos echó de ahí así que quedamos en Santa Rosa, y las reuniones son largas, pueden ser 3 horas, de 8 a 11 de la noche. Y después generalmente los viernes la manifestación. Y en este proceso también nos hemos formado. Antonio Bentué era continuamente a Osorno a hacernos clases, Mike, la Carolina del Río, la Carla Huerta, Edison Díaz, Jorge Costadoat, fueron todos en más de una ocasión a hacernos clases. También hicimos alguna acción social, las menos, porque simplemente no nos daba el tiempo, entonces focalizábamos algunas cosas, para Navidad por ejemplo ir a algunos campamentos, pero también la experiencia comunitaria del encuentro entre nosotros era lo fundamental, cosa que muchas veces prescindía de la eucaristía. Las eucaristías de la Organización son contadas con las manos, habrán sido 6 ó 7 misas de la Organización convocadas por nosotros en 3 años, no fueron muchas, porque participábamos de las misas de nuestras parroquias. En mi caso yo viví un año sin misa, pero también, porque si bien la mayoría mantenía la misa dominical, más que un rito en el que la comunidad no participa, nos preocupaba más que nada el encuentro, entonces en torno a una mesa y compartiendo unas sopaipillas con pebre y navegado, muchas veces se comparte más de la vida que en una misa donde el cura monopoliza la palabra. Por eso hemos hecho encuentros nacionales, la caminata de 3 días que hicimos de Osorno a Valdivia, cuando fuimos a protestar a Punta de Tralca para ser escuchados por la Conferencia Episcopal, de hecho, varios obispos pensaron en desalojarnos, porque era verdad que era un recinto privado. Pero ahí fue Goic el que dijo que tenían que escucharnos, y nos recibió Rebolledo, Goic y Celestino, pero no sacamos nada en limpio de esa reunión, entonces hubo varios intentos de poder dialogar, pero simplemente nunca se nos quiso escuchar. Por eso es que por un lado uno dice que entristece lo que está pasando, pero por otro lado también se lo merecen.

¿Cómo fue la experiencia de ustedes cuando aparece el vídeo donde el Papa dice que Osorno sufre por tonta, y que todo ha sido maquineado por zurdos y sumado a eso cuando dice que no hay pruebas contra Barros y que todo es calumnia? ¿Y esta última etapa donde manda las cartas pidiendo perdón, donde llama a los obispos, y tiene estos gestos de acercamiento con Scicluna y Bertomeu?

El Papa falta a la verdad en dos cosas: la primera vez que dice que no hay pruebas fue el 30 o 31 de marzo de 2015, a través de un comunicado de La Stampa, que señala que sobre la denominación del obispo Juan Barros, no hay razones objetivas para sacarlo. En consideración que el año 2014, en esta carta que se filtró, sale que el Papa iba a sacar a los 4 obispos. Entonces uno piensa que una cosa es decir que no hay razones objetivas y otra cosa es decir que no hay razones suficientes. Y de eso Francisco nunca ha respondido. Nadie nos ha explicado por qué sacan este comunicado, en consideración de que el papa en la carta da a entender de que habían razones suficientes para sacarlo. Luego está el vídeo del 6 de mayo del 2015 en la Plaza de San Pedro, que se hizo público el 2 de octubre, que fue lo de

161 los tontos y los zurdos. En la Organización hay gente de izquierda, sí la hay, de la misma forma que hay personas que no son de ningún partido político y también de derecha. Entonces qué quiso decir el Papa con el tema de los zurdos. Lo entiendo porque una vez pude conversar con un sobrino del Papa sobre qué se entiende por zurdo en Argentina, y es como de los ultrones, indistintamente del partido político, es como de los que hacen lío no más. Después incluso él dice que son los que buscan lío. Esto el papa lo dice en mayo, pero en abril en la reunión de las congregaciones superiores de Conferre, el nuncio apostólico habla de los zurdos ya en esa reunión, y de esto Marcela Sáenz y Alex Viguera pueden dar fe, donde el nuncio ya parte con esto. De hecho habla de que todo esto está orquestado por los zurdos, y le exige a los miembros de esa reunión que no insistan con el tema, porque si insisten van a caer en pecado grave. Eso fue en abril del 2015, y en mayo el Papa repite exactamente lo mismo. Ellos pensaron que éramos parte de los mismos grupos que ya habían entrado por otras causas en Temuco o Santiago, entonces pensaron que era la izquierda, que eran grupos anárquicos. Yo creo que el nuncio le presentó esto al Papa, y al Papa le pareció correcto, porque él en Argentina no pensaba muy distinto a lo que piensa el nuncio. En esto es bueno revisar quién era el Cardenal Bergoglio, si los jesuitas no estaban muy contentos cuando salió Bergoglio como Papa, porque era como al antijesuita, por algo era Cardenal. Y de hecho el trato de Bergoglio con las víctimas… luego cuando sale ese vídeo yo creo que hace referencia a ese correlato, a esa relación, ese grupo de Chile es ultrón no más. Además que en febrero de 2015, antes que nosotros nos constituyéramos como grupo, hubo una jugada que yo creo que nos jugó en contra, pero que nosotros no teníamos pito que tocar, pero que tampoco teníamos cómo evitarlo, que fueron las movidas y las cartas de los diputados, Fidel Espinoza, y sumado más encima a lo que hizo este diputado, y que yo creo que nos vincularon con él, y de hecho él fue a la toma de posesión de Barros, estuvo con nosotros protestando afuera, pero tampoco podíamos decirle que se vaya. Y en realidad me da pena que en Chile ser político sea mal visto, no se condena al mal político, sino que se condena la política, y por eso nos pasan las cosas que nos pasan. Entonces creo que ahí hubo un correlato, aunque ahora sería interesante saber cómo ese vídeo se hizo público porque ese vídeo era un vídeo privado de un canal de youtube argentino que grabó a Jaime Coiro, porque muchos creen que Jaime Coiro grabó y no fue así. A Mega, a AhoraNoticias, ese vídeo le llegó por el Seminario Mayor de Santiago, desde allá les llegó la información. Entonces hubiese sido simpático haber hecho una investigación ahí de si hubo hackeo o no, porque tal vez el mismo que le hackeó los correos a los cardenales pudo haber hackeado otras fuentes. Luego el Papa nos trata de calumniadores acá en Chile, faltando a la verdad nuevamente, diciendo que no hay pruebas, cuando pruebas habían, aportadas en juicios ordinarios, en el de la Corte de Apelaciones, como en el juicio eclesiástico, entonces testimonios habían. De hecho, de las 1500 páginas que nosotros le aportamos a Betumeu y Scicluna, de esas 1500 páginas, nosotros aportamos principalmente tres cosas: quiénes somos nosotros, antecedentes judiciales en contra de Juan Barros, y Juan Barros en otras diócesis. Esas fueron las 3 líneas. Porque nos empezaron a llegar muchos correos, a mí personalmente me llegaron muchos correos, de sacerdotes, diáconos, seminaristas, ex seminaristas, ex sacerdotes y laicos y religiosas, de Valparaíso, de Iquique y del obispado castrense, donde me hablaban de cosas que le habían pasado con Barros y yo no taba que había un patrón. Lo mismo acá, no porque la diócesis tenga trincheras, Barros hizo esto, sino que cuando se le entregaba la diócesis en bandeja también hacía exactamente la misma percepción, todo. Entonces esa era la última parte, la otra parte eran los

162 antecedentes judiciales. Ni Bertomeu ni Scicluna sabían de que en juicio había cosas contra Juan Barros, entonces yo creo que no hicieron la pega, o si hicieron la pega hubo otros poderes que se metieron ahí entremedio. El Papa siempre tuvo la información, de hecho para mí el informe o la investigación de Bertomeu y Scicluna fue reafirmar lo que el Papa siempre tuvo, no es que le haya aportado algo nuevo. De hecho, me fui a Ginebra con mi postura de que le negaría pan y agua a Bertomeu y Scicluna, pensando que era un lavado de imagen, que el Papa siempre tuvo la información, que nos sigue tratando como a niños, entonces nosotros vamos a ser intransigentes en esta cuestión. Pero viendo las cosas en perspectiva, viendo que los pasos que pudiéramos dar nosotros en Osorno podían no solamente servir para el confort del laico, sino también para esos 200 millones de niños que dependen de la Iglesia alrededor del mundo. Por eso es que la convención de derechos del niños, y el alto comisionado de Derechos Humanos, estaban interesados en escuchar qué es lo que estaba pasando en Osorno y en Chile, y por eso ellos manejaban información como muy actualizada, casi al detalle, de lo que estaba sucediendo, porque veían que de los aciertos o desaciertos, ojalá aciertos que el Papa dé en Chile y en Osorno, ellos van a exigirlo en el extranjero. Porque hay 200 millones de niños que dependen de la Iglesia, entonces asumir esa realidad, ver las cosas en perspectiva, y ver que había gente que quería comenzar a sanar viendo a Betumeu y Scicluna en Osorno, que a mí personalmente, y en esto hablo sólo por mí, porque cada uno vivió un proceso distinto, a mí me cambió la perspectiva, de decir que ni pan y agua, no sé cómo es el refrán, a decir que me dan lo mismo las intenciones, mientras se hagan cosas. Si el Papa se quiere lavar la imagen o no, me da lo mismo, porque lo importante es que cambien la realidad. Por eso decido participar y me la juego para que a Scicluna y a Bertomeu les vaya bien, y es por eso que, a pesar de un montón de roces que tuvimos, y que seguimos teniendo, porque si yo quiero que les vaya bien, es proponerles cosas porque conozco a la comunidad y sé qué va a caer bien o va a caer mal. En cambio se dejaron asesorar por Cristián Amaya del arzobispado de Santiago, que es la mano derecha comunicacional de Ezzati, y las comunicaciones de Ezzati son un desastre, y además no conoce la diócesis, entonces yo les decía que Amaya les había preparado una hoja de ruta, y esa hoja de ruta no se condecía con lo que la diócesis esperaba de ellos ni con nuestra realidad, entonces o me hacían caso o les iría mal. Ahí tuvimos hartos encontrones, porque finalmente terminaron aceptando las propuestas. Y es por eso que nosotros, a pesar que no se nos dice, o no se nos hace partícipe de los antecedentes por los cuales se saca a Barros para poder iniciar un juicio, nosotros decidimos entrar y participar del proceso de esta misa de reconciliación, o de apoyar a Jorge, porque esos días de Bertomeu y Scicluna en Osorno fueron días mágicos, fueron días en los que yo vi personas sanar, no solamente sané yo, sino que también vi a muchos de la Organización cerrando un ciclo, no a todos, pero sí a muchos, a muchos diciendo lo que durante años mantuvieron para adentro y también muchas víctimas que se atrevían a hablar. Yo me preguntaba quiénes somos nosotros para boicotear ese proceso. Si decimos que por fe estamos con las víctimas, tenemos que ponernos manos a la obra para que ojalá más víctimas puedan hablar, y las víctimas que hablaron ojalá puedan ser acompañadas. Ese fue mi discurso, con eso me la jugué, y creo que convencí a la comunidad de que ese sería nuestro plan de acción. Yo apoyaba moviéndome entre Osorno y Santiago, y Mario Vargas que es el otro vocero, que entre los dos hemos tratado de sacar este negocio. Tal vez a Mario le ha tocado no lo más mediático, pero sí lo más duro que es hacer el frente a personas con las que creciste y que te dicen que eres un enemigo de la Iglesia, que lamentablemente no me tocó

163 experimentar en demasía esa situación. De hecho acá en Santiago sentía más simpatía por la causa que lo que en Osorno hubo, porque allá hubo muchos detractores. Las señoras decían “pucha, mi hijo hizo la confirmación, pero no pudimos escuchar mucho, porque estaba el grupo de laicos afuera protestando, bueno nadie es profeta en su tierra. Entonces la deuda que tenemos, y en eso estamos estudiando acciones legales, es que el Papa diga la verdad. De hecho la estrategia que habíamos diseñado era querellarnos contra cualquier obispo y, como una medida precautoria, aparte del arraigo del obispo, citar a declarar con retención a Scicluna y Bertomeu, porque no son ciudadanos del Estado Vaticano, y por ende no tienen inmunidad diplomática. Porque en sus conciencias está el contenido del informe Scicluna, entonces son un medio probatorio que además se va a ir, por lo tanto mandémoslos a la cárcel mientras el Papa soluciona esto, pero no se trata de conocerlo nosotros, sino de entregarlo a la justicia. Esa era la jugada que queríamos hacer, pero era muy cruel con Scicluna y Bertomeu, porque más que mal ellos han solucionado y la gente les tiene confianza, entonces sería grotesco tratarlos de esa forma, cuando para esas personas es reconfortante. Entonces nos falta esa patita para que haya verdad, para llevarlos a la justicia y que haya reparación, pero que no lo hayamos conseguido en estos días o hasta ahora, no inhibe que en el proceso de reconciliación, proceso que nace necesariamente desde la verdad, para saber en qué hechos hay que pedir perdón o perdonar, podamos aspirar a eso más adelante. Tengo la convicción absoluta de que el Papa falta a la verdad, me parece que es un lavado de imagen, pero me da lo mismo en la medida de que haya cambios. Y lo cierto es que hasta la fecha no hay cambios. Es ahí donde aun tengo una bala pasada con Francisco, y es por eso que yo creo que no nos invita, porque hasta ahora todo se ha centrado en recibir a las víctimas de Karadima, pero lo cierto es que de Osorno también se podría hablar que es como una víctima no esperada, tal vez sí porque Karadima formó obispos para eso, pero hacia Osorno él nunca ha hecho un gesto más allá de decir que ofendió a personas, o mandar a Bertomeu y Scicluna a que pidan perdón de rodillas, pero de parte de él, nada. Nunca es directo. Pero en realidad a mí ya me da lo mismo que el Papa nos pida perdón, porque el Papa termino corrompiendo el perdón. Porque cuando se pide perdón tantas veces por lo mismo, y vuelves a reincidir, y vuelves a caer en lo mismo, y no hay un cambio de actitud. Lo vacía de contenido.

III. Conflicto interno

¿Cómo ha sido para ti, como laico católico, vivir este conflicto de desacuerdo con la jerarquía de la Iglesia Católica?

En julio de 2016, por la Universidad, me toca ir a España, al Campeonato Mundial de Debate. Entonces cuando me entero de que voy, hablo con varios obispos, y con la embajada de Chile en la Santa Sede, patrocinado por varios obispos de Chile para que me tomaran en cuenta, para que me ayuden a gestionar una audiencia con Francisco. Me fue concedida. Era para el 16 de agosto, para el día siguiente de la Asunción de la Virgen. Llego a Roma, hago el esfuerzo de irme de España a Roma y quedarme algunos días, y en eso, con un calor insoportable, 40° a la sombra pero de terno y corbata y todo, llego a la embajada, pero no estaba la embajadora, porque a Mónica Jiménez ya le habían aceptado la renuncia, ya la habían sacado, y estaba nombrado Mariano Fernández como embajador, pero todavía no llegaba a la embajada. Estábamos como en un intertanto. Entonces fui recibido en la embajada por los funcionarios de la embajada. Y me dicen que el Papa no me recibirá porque

164 el tema de Osorno lo irrita. Y yo pensé que primero, para el Papa el tema está cerrado. Y luego, que si se irrita es porque algo sabe, nadie se irrita porque no sepa. Porque, además, nosotros tratábamos de bombardearlo con información a través de distintos canales, hubo amigos de él, como José María, que en más de dos ocasiones hablaron con él en persona sobre el tema, y la tercera vez que José María habló del tema con el Papa, el Papa le pidió que cambiara su posición, a riesgo de que no siguieran hablando. Y creo que lo hablaron una cuarta vez, porque antes de la visita del Papa, José María me volvió a llamar. Goic también en su momento… tengo sentimientos encontrados hoy con Goic… pero no puedo desconocer todo el bien que nos hizo durante años, porque él en abril de 2015 me convoca para conversar sobre la situación de Osorno y de ahí se compromete a hacer todo lo posible por nosotros. Y en eso, lo que hace Goic, es constantemente mandar información a Francisco y a los dicasterios, incluso viaja a Roma, pero cuando llega a Roma a conversar con el Papa sobre Osorno, el Papa le hace exactamente la misma cosa, que no lo va a recibir a él por lo mismo. Él tiene una carta, más o menos, de 7 puntos, donde le escribió al Papa por varios temas. Primer tema: Rancagua, segundo tema: contingencia nacional… cuarto punto: Osorno… quinto punto: problemas con algunos curas… y así, y el Papa le respondió de puño y letra esa carta. Entonces dice: “sobre el primer punto: esto, sobre el segundo punto: esto, sobre el tercer punto: esto, sobre el quinto punto: esto…” y se salta Osorno, la respuesta era evidente. Entonces, también, hubo cardenales que tenían clara la película, los de los dicasterios, ellos propusieron soluciones al Papa, de hecho proponían a Goic como visitador, para que fuera a ver lo que estaba ocurriendo, y el Papa le dice a Goic que vaya como visitador, entonces Goic le pide un documento que le demuestre a Barros que no iba por metiche sino por petición de él, y el Papa le dice que no. Después le ofrecen a Goic nuevamente lo mismo, y ahí él dice que no. Cuando él me contó, yo le dije “qué bueno, porque si usted me hubiese preguntado, yo también le hubiese pedido que no se metiera en la diócesis, que fuera otro, de afuera”, porque Goic ya había marcado una postura indirectamente hacia nosotros, y también, fui consultado por algunos dicasterios romanos precisamente para saber qué estaba pasando, y después me contaban cómo les fue con el Papa, y el Papa era no, no y no. Entonces para Francisco el tema estaba cerrado. De hecho, estaba más motivado en Chile de poder conversar con Parolín (secretario de Estado Vaticano), que con el Papa, porque yo pensaba que el Papa ya había decidido pero los mandos medios son los importantes, el poder del secretariado. Me interesaba más llegar a él que a Francisco. Le mandé varias solicitudes, pero ninguno me recibió.

¿Cómo es para ti que el Papa acepte tu visita, que después se niegue, que sepa de ustedes, de su lucha? Estamos hablando de un personaje conocido a nivel mundial, bien evaluado, un líder que para los católicos es un líder espiritual.

Mi mamá desde chiquitito me daba un consejo, que no es un consejo que yo le daría a mis hijos, siempre me decía “cuando creas tener la razón, aunque venga el Papa a decirte que estás equivocado, tú sigue adelante”. Tal vez ahí se explique algo. Me pasan dos cosas. Yo estando en Roma dimensioné el poder del Papa, a través de la arquitectura, pero a decir verdad… yo pienso cuál es la repercusión de las decisiones del Papa en mi vida… para mí él es una figura lejana. Pero que tomó una decisión, y luego se obstinó, y causó mucho daño en mi comunidad. Tuve un impulso a decir: “oye, no nos conocemos, y me estás haciendo daño” acompañado

165 de otros problemas, que al enfrentarme a los obispos acá en Chile, tuve dos grandes problemas: ser laico y ser joven. Por suerte no soy mujer, porque ahí sí que no me hubiesen tomado en cuenta para nada. Pero siendo laico, siempre tuve que ser casi un viejo chico frente a ellos, hablando siempre amparado en el Derecho, porque para ellos yo tenía sólo 22 años, no sabía nada de la vida, tenía un arrebato juvenil, que como todo joven podía estar equivocado… con cosas así tenía constantemente que lidiar. Tuve que ponerme una coraza para legitimarme frente a los obispos, y eso me hizo perder la perspectiva de que en último término estaba peleando con una autoridad mundial. Pero el poder del Papa no fue que él me lo hiciera sentir, sino que su poder lo noté en las otras personas. Para mí la desilusión más grande, siendo que no soy de esa teología, pero conozco mucho de la Teología de la Liberación, y de varios teólogos de la liberación escuché que me decían: “oiga, xxxx, ustedes están peleando por abusos sexuales, pero ese es un lujo de ricos, el pobre no tiene tiempo para preocuparse de eso… en cambio el Papa nos habla de tierras, techo y trabajo, entonces por qué no lo apoyas, mejor”. Tengo correos del Comité Romero, donde dicen que por qué no nos centramos en algo que sí podemos cambiar en vez de meternos en problemas que nos son ajenos. Pero cómo me va a ser ajeno si conozco gente en mi comunidad que yo no sabía que eran abusados, y sin embargo ahora me estoy dando cuenta el tormento que viven, y no son ricos, pero es un signo de los tiempos. Hay algo ahí, porque Hollywood está actuando de mejor manera que El Vaticano frente al tema de los abusos, tal vez de una manera más puritana, hay cosas de Hollywood de cómo han procedido frente a los escándalos que no me han gustado, pero ver el poder del Papa no por obra del Papa sino por la influencia de él en otras personas, fue decepcionante. Que el Papa era ambientalista, que el Papa era del Pueblo de Dios, que el Papa era laicista… lo único que me faltó era escuchar que el Papa aprobaba la ideología de género, entonces encontrarme con un Papa que era a la medida de todas las cosas dentro de la Iglesia me causó un choque. En Roma sentí lo que es sentirse pequeño, frente a su poder, por la arquitectura. En el local donde estaba hospedado, estaba cerca de la Basílica Santa María Mayor, conocí las 4 basílicas. Y pensé que eran bonitas… después fui a San Juan de Letrán y dije “genial”… fui a San Pablo entre extramuros y pensé: “oh, la cagó”. Pero cuando llegué a la Basílica de San Pedro, se me fue el habla y se me pararon los pelos. Ahí fue cuando pensé que era otro poder. Como que el verdadero poder estuviera en lo monumental de la arquitectura, pero también me causó repulsión el 15 de agosto, en el rezo del Ángelus en Roma. Sale el Papa de su habitación, de blanco, y la gente llorando, y ni siquiera hablaban italiano, y el Papa estaba hablando en italiano, yo no lo entendí nada. Pero la gente lloraba, y recordé eso de “¡Esta es la juventud del Papa!”, pensé por qué la juventud del Papa, por qué no la juventud de Cristo. Entonces el exceso de idolatría, de hecho, el soberano en un balcón, donde la gente no entiende mucho qué es lo que está diciendo, pero llora, porque es la figura. Me recordó mucho a Hitler, y me asustó. Tal vez el Papa no tiene mucho poder de acción y decisión, pero la influencia que tiene en las conciencias de las personas es a lo que me enfrenté, y lo que pude palpar, cuando fui a Roma para tratar de hablar con él, y eso me dio miedo, más que miedo por la inmensidad del poder, por lo que pueden llegar a hacer quienes piensan de esa forma. Porque Francisco es muy mediático, muy de signos, muy de gestos, pero en la práctica ha conseguido que todos vuelvan a mirar al papado. Para mí el papado es como un pulpo, que tiene muchos tentáculos, entonces todos quieren mirar a Roma, desde el laico perdido en una capilla de campo, todos miran sobre cómo se deciden las cosas en Roma, y eso fue lo que le quitó capacidad de decisión a los obispos chilenos. Porque todo era qué dice el

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Papa. Y uno dice “oiga, pero en el evangelio dice otra cosa”, y ellos “no, es que el papa lo dice”. Más que el Papa, ha sido el papado el adversario más fuerte en todo eso. Todavía recuerdo a alguien de Amerindia, que cuando salió la primera carta del Papa, me saluda y me dice “ves que el Papa estaba desinformado”, y yo le dije “a decir verdad, y tengo cómo probarlo, el Papa miente”. Y él me dice “pero yo sigo creyendo en el Papa”. Y yo le digo que él es teólogo de la liberación, que debiera estar creyendo en Cristo, usted es cristiano, y el se rio no más.

¿Cómo vives tu fe luego de haber pasado todo esto? ¿Por qué te sigues sintiendo católico? ¿Mantienes una vida sacramental?

Varios me han preguntado por qué no me salí. Pero pasan dos cosas, que tal vez es algo más desde lo ético que de inspiración cristiana. Yo no creo que sea de la carrera, sino que es algo que viene de la familia. El tema de que, si uno puede hacer algo, no sólo para evitar el mal, sino para hacer el bien, hay que hacerlo. De hecho, por eso yo creo que hubo personas que se acercaron a este grupo como si fuéramos un grupo enemigo de la Iglesia, y que se terminaron convirtiendo, se bautizaron. Porque me di cuenta cuando noté a la comunidad feliz en la misa de reconciliación. Y es que más que pelear contra lo que se odia, lo que se intentó hacer fue defender lo que se ama. Entonces por qué me debería salir de algo que amo. Y sí, efectivamente, hay crímenes, hay delitos, hay pecados, pero yo todavía creo en primer lugar en el Evangelio y creo que, más en este tiempo, debe ser conocido. De hecho en el poema de “La maestra” de Gabriela Mistral, hay una súplica, que yo la leí, súper chupamedias, para el día del profesor, y estaba como tratando de aprenderlo, y hay una frase, que en su momento no le tomé mucho peso, pero después sí, que era “Señor, muéstrame posible tu Evangelio en mi tiempo”. Yo creo que esa súplica de Gabriela Mistral, y con mayor razón ahora, tiene mucho sentido porque la crisis de la Iglesia paraliza el mensaje de Cristo, da un anti testimonio, pero ante todos los desafíos que tienen alcance global e instantáneo, cosa que nuestros padres no se enfrentaron a estas disyuntivas, pero nosotros ahora sí, entonces la pregunta es ante los problemas de medioambiente, ante los problemas de género, ante los problemas en la Araucanía, ante los problemas en Siria, ante los problemas en distintas partes del mundo… bueno, tal vez, más que una respuesta, es “¿Qué haría Cristo?”, hoy día, 5 de julio de 2018, qué haría Cristo ahí. Y es ahí donde reconozco, más que en la Iglesia institucional… porque, a decir verdad, a Roma la veo tan ajena que, de hecho, a Ezzati lo veía súper ajeno, si la figura del Cardenal es de alguien a quien no conozco, en Osorno nunca aparece… pero ese ejercicio de interpretación, de darnos cuenta que Jesús, más que darnos una respuesta, se dedicó a acompañar. Entonces ante eso, esa experiencia de esa posibilidad, más que en la Iglesia institucional, porque Roma es algo lejano, el arzobispado de Santiago es lejano, ha sido la comunidad la que ayuda a discernir esto. Entonces esa experiencia, que para mí, fue tan rica desde la niñez, no me gustaría que otras personas se privaran de eso. Si se puede hacer algo para que esa experiencia se repita en otras personas, fantástico. Y, además, y esta fue mi motivación humanamente hablando en su momento, fue pensar que Barros iba a ser obispo de Osorno, que mi sobrina iba a estar cerca de los 8 años, si mi sobrino, o el hijo de la Fran, me dice “xxxx, quiero hacer mi primera comunión”, humanamente hablando, yo quiero que eso sea sinónimo de entusiasmo y no de susto o de preocupación. Esa preocupación, sumado a pensar qué haría Cristo en mi lugar, me llevó a no salirme, y quedarme adentro más que en una trinchera, es ir donde se pueda para entregar ese testimonio no sólo de la pelea de sacar a Barros, sino del

167 fruto que hemos sacado en todo esto. Porque me he dado cuenta que en todo esto, discernir la voluntad de Dios, pasa por un proceso comunitario, es por eso que yo he ido dejando sistemáticamente la misa, porque hubo un año que me rebelé y dejé de ir a misa, o iba pero no comulgaba y sentía que me estaba maltratando así que mejor dejé el maltrato y dejé de ir a misa. Después la retomé, con entusiasmo. Pero reflexionaba que la interpretación o el discernir qué haría Cristo en mi lugar es un ejercicio comunitario, porque podría leer la Biblia en mi casa, pero corro el riesgo de convertirme en un talibán, porque me quedo con la interpretación mía, y lo importante es mi interpretación poder confrontarla con la del otro, o con la de los demás. Y lo cierto es que en la Eucaristía no existe esa posibilidad, metodológicamente hablando no existe, es el cura el que monopoliza la palabra, y muchas veces el cura repite un discurso prefabricado desde el seminario, y si uno interrumpe ese proceso es mal visto. Entonces me di cuenta que la misa no satisfacía mi necesidad, pero junto con eso me acerqué a Amerindia que tenían estas misas más participativas, que es el grupo sobre el cual Costadoat escribió una columna que se llamaba “Iglesia sin eucaristías”, y me di cuenta que en esta comunidad, sin tratar de ser puritano, pero en esa comunidad mis inquietudes no tenían cabida, porque en primer lugar no entendían lo que estaba pasando en Osorno, y se cuadraban con Francisco, así que no quise estar ahí porque me sentía incomprendido. Y seguí buscando. En Santiago he tenido más soledad, pero en Osorno la experiencia es distinta. Por eso cuando voy a Osorno trato de quedarme por mucho tiempo, para poder compartir con mucha gente. Acá en Santiago, mi experiencia de fe ha estado más marcada por la formación, de ir a cursos de teología, ir a cursos de Carolina del Río, conversar con Bentué, sumarme a alguna charla extra en la Católica, ha sido más de búsqueda, de formación, de tratar de leer las Escrituras, pero de celebración eucarística, casi nada, y si me preguntan no me siento mal por ser así. Pero eso cambia en Osorno. Me fue difícil un tiempo porque se sentía que llegaba el que estaba dividiendo, el que estaba revolviendo el gallinero, y las viejas creen que uno no escucha, pero bueno, es mi derecho estar ahí. Porque yo le trataba de explicar a quienes me critican que nosotros no le hemos negado el derecho a Juan Barros de ser hermano en la fe, le negamos ser obispo, que sobre sus hombros dependan vidas, pero que estén en la asamblea, nosotros no se lo hemos negado. De hecho, abrimos posibilidades para que dirija una asamblea. Ha sido ese mi recorrido en estos tres años, pero siempre dentro, motivado porque sé que hay una Buena Noticia que merece ser conocida, y que ante los desafíos del siglo XXI, en un contexto tan instantáneo y tan global como el que nunca antes había habido, creo que los católicos tenemos un doble desafío, no sólo de dar el testimonio, sino de actualizar el mensaje, porque nosotros estamos entrabados en un debate del siglo XIX que es el aborto, cosa en Europa se solucionó hace dos siglos, pero en Europa están discutiendo la transhumanidad, hasta qué punto podemos ser humanos y no ser un cybor, entonces uno piensa ante eso nosotros qué hacemos. Vamos a las Escrituras para buscar una respuesta o para buscar una pista, y para mí la gran pista es acompañar. Y vuelvo a insistir que la crisis de la Iglesia chilena es una crisis de amor. Hace unos días fui invitado a participar de un foro de la Teología de la Liberación, donde hice todos los descargos que pude, y hablé sobre esto también. La Teología de la Liberación va a tener que hacer una opción, o critica el sistema y ocupa todas las armas que no tienen para destruir este sistema neoliberal, o se dedican a acompañar a aquellas personas que, viviendo en un sistema que no nos gusta, tratan de darle sentido a sus vidas. Esto se lo escuchaba a Fernando Atria hace años, cuando decía que el sistema neoliberal, en términos bíblicos, se basa en Caín, “soy yo el responsable de mi

168 hermano”, por eso, aun cuando no se nos presenta de esa forma, el problema cristiano con el aborto es precisamente la irresponsabilidad de la otra persona, el feto no es mi problema, entonces ante esa situación, o hacemos lo que siempre hemos estado haciendo, que es condenar al sistema, por lo tanto hay mujeres que han abortado, se acercan a la Iglesia, y les decimos “eres culpable, pecadora” y le ponemos otra cruz encima, o nos dedicamos a acoger este problema humano, porque más que mal hay una persona sufriendo, y más que cargarles una cruz, ayudemos a que esa cruz no les sea tan pesada. Creo que humanamente hablando me encuentro ante esa misma disyuntiva, y creo que fue el paso que hice para la misa reconciliación de decir que no me gusta el sistema, no me gusta cómo está constituida la Iglesia porque está constituida de una forma asimétrica que favorece el abuso de poder que se puede llegar a manifestar sexualmente, entonces no demos pan y agua hasta que se corrija esa asimetría; pero en esa pelea no podemos olvidar que hay personas, y en último término la Iglesia está constituida por personas y a esas personas no podemos dejarlas solas. Es lo mismo que está pasando con los divorciados, a los que la Iglesia les dice “no los vamos a juzgar, vengan con nosotros, siéntense a esta mesa, pero no coman de este pan”… entonces qué es eso. Goic me dijo en un momento, cuando yo estaba en mi época más puritana, me dio un consejo, y que yo lo miré en menos, pensando que ellos eran muy viejos y no veían los problemas actuales, pero después me di cuenta de que tenían razón. Me dijo “mira, xxxx, la Iglesia va a cambiar cuando cambien los corazones”, yo pensé que era la respuesta típica de un obispo, no entiende lo que está pasando ahora, y me fui enojado con eso, pero con el tiempo me di cuenta que es eso, que lo único que va a permitir… porque cuando uno le pide a la Iglesia que cambien, en último término se está pidiendo un cambio a uno mismo, porque nosotros la constituimos, así que si queremos dar señal o testimonio de que creemos en una Iglesia o en el Evangelio de Cristo hoy, eso se logra con el testimonio de nosotros. Esa es la discusión que tenemos nosotros en el grupo, es pensar “y ahora qué”, hay algunos que dijeron que su meta era que se fuera Barros y Barros se fue, así que llegaban hasta ahí. Otros que han dicho que hay una historia en común, valores en común, así que hay que seguir trabajando por eso. Hay otros que proponen tomar como grupo una sola postura. Yo soy de la idea de que la Organización puede transformarse en la provincia en una coordinadora de iniciativas laicales, entonces si hay un grupo de personas que quiere trabajar con víctimas, los ayudamos, otros quieren trabajar con migrantes, otros quieren trabajar con cesantes. En último término, yo creo que esa puede ser la mejor forma de perpetuar un legado, porque el legado de la Organización no puede ser sacar a Barros, el legado de la Organización debe ser el testimonio. Tal vez estos dos problemas que nos unieron, de no más obispos encubridores y no más obispos impuestos, con un mismo camino de solución, se hace más creíble en la medida que se vea que esa es la espiritualidad que nos mueve.

¿Cómo fue tu relación con Dios en este tiempo?

Sobre la pregunta de la existencia de Dios, siempre he negado de esa pregunta, por el qué entendemos por existir. Esa pregunta trato de no hacérmela, no porque no quiera no hacerla, sino porque creo que por las categorías occidentales de pensamiento no podemos realmente formularnos la pregunta en el sentido de lo que queremos hacer. Tal vez los orientales, o los alemanes con su lenguaje que pueden decir todo lo que quieran, pero más que nada la filosofía oriental nos pueda ayudar a formular esa pregunta en el sentido auténtico de lo que uno se quiere preguntar

169 cuando se pregunta eso. Entonces sobre la pregunta si todo lo que uno ha hecho… constantemente, no día a día, me hago la pregunta de qué haría Dios, cada cierto tiempo me hago esa pregunta, en una especie de introspección, me di cuenta que pensar cuál es la voluntad de Dios, preguntarse eso, que es una teonomía, evolutivamente hablando uno siempre va a pasar por una estructura mental de niño. Piagget hablaba de los estadios de crecimiento, y está estudiando, cuando somos niños son otros los que deciden sobre nosotros, así es hasta harta edad. Y en la Iglesia está todo, institucionalmente hablando, está todo configurado para que nos mantengamos en ese estado. Si uno se pregunta cuál es la voluntad de Dios, es otro el que decide por uno cuál es la voluntad de Dios. Y si uno pregunta por qué le dicen eso, hay una sublimación y te dicen que porque es la voluntad de Dios. Es algo circular. Entonces lo que me di cuenta sobre la pregunta de cuál es la voluntad de Dios, porque estaba tan agobiado de que todos me dijeran qué hacer, todos, y siempre he tenido sospechas con aquellas personas que piden ayuda sin que uno se las pida, porque pienso que algo andan buscando. Entonces estaba tan saturado de información, que me di cuenta de algo, que quería hacer algo, y que todos tenían razón, entonces me di cuenta de que para poder dar el paso y discernir cuál era la voluntad de Dios en mi vida necesitaba otro estadio, que era el de la autonomía, que yo decida, que de lo que carecía era de mecanismos para dotarme de esa autonomía, y en esa búsqueda estoy. Sobre la pregunta de qué haría Dios en mi lugar, para cosas contingentes es fácil, pero responder sobre lo trascendentes o preguntas vocacionales, no es sencillo. Mi búsqueda actual, humana, pero también he tratado de hacerla ver a la comunidad, no como iluminado, sino que con preguntas, es tratar de encontrar espacios de autonomía. Y no es fácil, porque implica conocerse a sí mismo. Y en eso el pololeo me ha ayudado mucho. Cuando cabro chico era muy cuadrado, pero la universidad se dedicó a hacerme tambalear los cimientos culturales con los que venía, los reafirmé, otros cayeron y otros se crearon, pero con la experiencia del pololeo me he dado cuenta del lado afectivo, de la sensualidad, de la sexualidad, de la expresión corporal también. Que antes era una experiencia que yo no la reconocía. Entonces, cristianamente hablando, para mí nunca la fe me había llevado a preguntarme sobre la corporalidad de la fe o sobre la expresión de la fe, pero curiosamente desde la experiencia en pareja ha sido la posibilidad de pensar que Dios también se hizo hombre, y se hizo hombre es por algo. Hay una realidad corporal que no puede ser negada. Tal vez como cabro chico uno se queda con la imagen de que ser cristiano es la negación del cuerpo, y después uno se da cuenta de que no, y que no es sano sostener aquello. Ha sido en pareja ir madurando una experiencia de fe que ha sido incluso más sana, porque me ha llevado a conocer una experiencia de fe mucho más completa a la hora de la expresión corporal de la expresión de fe.

¿Por qué sigues sintiéndote católico?

A mí me pasó el pensar que no quería seguir siendo parte de la Iglesia, pero lo que me derrumbó esa estructura fue participar de la misa de los 100 años de Pepe Aldunate. En esa misa, Roberto Saldías, habla sobre la misericordia, porque siempre me había quedado con la idea de misericordia del hebreo, que es vientre- útero. Yo entendía la misericordia de esa forma, pero él hizo una alocución pequeña, donde dice que siempre se habla de misericordia desde el vientre y el útero, entonces la misericordia era como una madre… pero esa idea me era ajena al no saber lo que es ser mamá. Entonces Roberto ocupó la expresión latina, dijo que misericordia en latín es la unión de dos palabras, mísero y cardio, el significado

170 es tener el corazón abierto a la miseria. Y eso para mí fue derribar la muralla, y me puse a llorar. Porque me había construido una muralla donde no tenía un corazón abierto a la miseria. Entonces sí, no quiero ser parte de esto porque son todos unos criminales y todo, pero el ejemplo de Cristo es que Él sí tuvo un corazón abierto a la miseria, porque por qué quiere un Dios ser humano, pero Él sí quiso hasta tal punto que quiso tener nuestra condición. Esa explicación de Roberto fue lo que me hizo sentir que no podía pasarme renunciando. O sea si renuncio a la Iglesia Católica por estas razones, por la misma razón tendría que dejar de ser chileno debería dejar de ser estudiante, dejar de ser todo. Entonces cómo llevar una vida adelante renunciando a todo. Tal vez la mayor renuncia es la renuncia a cerrar el corazón. Y desde ahí se me abre una nueva etapa dentro de mi cristianismo de pensar que esto también pasa por no cerrarse, y de hecho en esa misma misa después converso con Mariano, porque Mariano iba a ver a Karadima, entonces su testimonio de ir a ver a Karadima a pesar de… a mí me marcó mucho, y con eso recuerdo los testimonios de cuando estábamos construyendo el templo, del torturado trabajando con uno de la CNI, entonces eso es misericordia. Ese día decidí mantenerme como católico, para dar testimonio de que tenemos que tener el corazón abierto a la miseria. Esa misa fue clave. Yo decidí ahí quedarme en la Iglesia. Yo en su momento le pedí a Barros que nos juntáramos, porque por el acceso a información que tuve, se lo digo en un correo: “mire, Juan, pensando, creo que en todo este tiempo he investigado tanto sobre usted que yo lo conozco más a usted que usted a mí, y a mí me gusta la igualdad de armas, ¿le parece que nos juntemos a conversar?” Me contesta unos días después, que lo ha estado pensando y conversando con personas, y sí, que conversemos. Pero que él vendría a Santiago, viajó exclusivamente para conversar, pero en el viaje me escribe y me dice, por algo que yo mismo le había ofrecido, que había llamado a Rebolledo para que fuera nuestro ministro de fe, y yo le digo que fantástico, que lo conozco de pequeño y que era una garantía buena, pero me equivoqué. Nosotros nos juntamos en Plaza Brazil, donde hay una Iglesia roja en pleno Brazil, que es la Iglesia de la Preciosa Sangre, y al frente hay una casa gris, y ahí nos juntamos. Llega Barros, conversamos una hora, yo le dije que yo sabía todo de él, pero que él no sabía nada de mí, que conversáramos y después si él me quiere hacer preguntas, que me las haga. Conversamos una hora. 60 minutos calcados. Yo termino de hablar, él traga saliva, todavía recuerdo ese sonido, le pregunto si tiene alguna pregunta, y me dice “no”. Yo le cuento lo que me ha significado su permanencia en Osorno, todo lo que estaba viviendo y pensando, y es por eso que le pregunté si él amaba a la diócesis de Osorno. Barros queda blanco ante esa pregunta, se produce un silencio, y Rebolledo va y dice: “¿Tomemos once?”. Pasamos a otra sala a tomar once, y Barros hablaba de lo bonito que estaba el día, y esto, y lo otro, puras cosas triviales, y le vuelvo a insistir, y le vuelvo a insistir, y le vuelvo a insistir, y todavía me acuerdo que tuvo respuestas muy básicas, que nos amaba porque quería que todos tuviéramos un año muy bonito todos, y ahí Rebolledo le tiraba salvavidas y salvavidas. Entonces terminamos la reunión porque él tenía que regresar, había viajado por el día. Así que él dijo que se tenía que ir, yo le dije que no saldría con él así que me quedé con Rebolledo, y cuando estábamos solos le dije “usted es bien desgraciado, usted era ministro de fe y se encargó de desviar las preguntas”. Y él me pide que nos juntemos mañana. Así que de la Chile me fui al otro día, y cuando llego el carácter de Rebolledo era otro. Estaba muy parco, en otra sala, se sienta en el sillón, uno muy bonito y me dice “xxxx, ¿qué es esta ridiculez de rezar afuera de la catedral? ¿qué es esto de cantar? ¿de bailar?”. Cruz para el cielo que es verdad todo esto. “xxxx, tú con el tiempo vas a quedar solo, estas cosas siempre pasan al

171 olvido, ¿por qué no te pones de nuestro lado, mejor?” Y ahí Rebolledo se me cayó, me dijo que él no conocía a nadie de los que estaban protestando, en consideración que conocía a casi todos los que estábamos protestando. Que íbamos a perder demasiado, en cambio del lado de ellos hay pura ganancia. Y ahí me di cuenta que es un trepador. Yo quedé tan mal de esa reunión, que yo salí y anoté, porque en ese entonces no tenía la práctica de grabar cuando había una reunión con obispos. Así que anoté, lloraba mientras escribía, y ese mismo día me fui para Osorno, llegué al día siguiente y estaba mal. De hecho, a mi mamá no le he contado, porque mi mamá quiere mucho a Rebolledo y pensé que si le contaba eso sería un sufrimiento innecesario. Pero ese día voy a ver al padre Pedro, estaba enfermo él, y ni siquiera le conté, y fui a hablar con una ex religiosa que estuvo en mi parroquia, después volvió a su sede, y después dejó de ser monja. Ahora es psicóloga y está trabajando con el padre, y la pasé a ver para ver qué necesitaba el padre Pedro, si necesitaba alguna cosa, y además nos llevábamos bien, y empezamos a conversar. Y ella sintió algo y me preguntaba a cada rato que cómo estaba yo, y yo trataba de irme por la tangente, y me dice “ya po, xxxx, ¿tú cómo estás?”, y yo le cuento lo que me había pasado con Rebolledo y ella se puso a llorar, y me dice que me cree porque a ella con Rebolledo le había pasado lo mismo. Me cuenta que “en 2010, un cura colombiano en Osorno, en un encuentro de jóvenes, en el sacramento de la reconciliación, en vez de absolver poniendo las manos en la cabeza, las puso en sus senos y empezó a toquetea”, que a 4 chicas les había pasado eso. Rebolledo nunca les creyó y les ofreció plata para que no denunciaran. Y las chicas, en ese proceso, al sentirse tan perseguidas por el obispo, fueron a hablar con una religiosa. Esta monja concilia una reunión de ellas con la superiora en Osorno de esta congregación y van a hablar con Rebolledo, y Rebolledo les dijo exactamente lo mismo, que para qué se iban a meter si son 4 chicas, que nadie las recordaría, que el sacerdote seguiría realizando su labor, que quedarían en el olvido, que se pusieran del lado de ellos. Tanto así, que eso fue lo que desencadenó que la monja se saliera de la congregación porque le causó una crisis vocacional muy grande, y cuando llegan a hablarlo con la superiora nacional, la superiora le dice que tiene que cuadrarse con el obispo porque es el obispo, a pesar de la situación de injusticia. Es ahí donde ya se termina de caer Rebolledo. Luego él tuvo la cara de negarme esa situación, hasta que le dije los nombres. Porque él decía que era falso, y cuando le doy los nombres, me dice que eso es otro tema. Después de todo esto, uno podría decir que no quiere nada con ellos. Yo lo sigo queriendo mucho, pero duele esa postura. Pero en honor a la verdad, querer a alguien significa también no aguantarle todo. Tampoco, antes, pensaba que por querer a Rebolledo tenía que ser ciego a toda situación. Ante esa realidad de sufrimiento, creo importante dar el testimonio de que, aún así, puede haber posibilidad de conversión o el Espíritu puede seguir actuando. Porque para mí el misterio de la encarnación es más grande que el de la resurrección o la trinidad, me pregunto qué hace que un Dios quiera hacerse hombre. Yo creo, como dice un filósofo, que lo único que nos conecta con la realidad es el amor. Uno podría decir, teológicamente, que tal vez la divinidad se hace hombre para poder experimentar el amor. Porque si se aman las imperfecciones, un ser perfecto no puede amar. No sé si es correcto o herejía. Es ahí donde la comunidad juega un rol institucional, y si bien a nivel institucional hay razones para salirse, yo preferí quedarme en virtud de no cerrar el corazón, porque si lo cerraba a esta realidad lo iba a cerrar a todo, y eso hace la vida inviable. Una vida sufrida, y no quiero eso.

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