LAS MORADAS DEL AGUA. Arquitectura del agua en la provincia de

PEDRO A. CANTERO Fotografía: JOSÉ LUIS FERNÁNDEZ SÁNCHEZ

La gran paradoja de nuestra civili­ puede significar para nuestros ciuda­ zación es el lujo con el que se conci­ danos la que sale del grifo, qué valor be la morada del hombre y la pobre­ otorgan a lo que trae o a lo que za que se presta a la del agua. arrastra , más allá de la facilidad de Antaño cuando el bien era alejado se tomar, limpiar y evacuar. Hoy día es le dio un cuidado particular haciendo difícil concebir su compleja dimen­ de sus edificios moradas emblemáti­ sión que, lejos de limitarse a sus fun­ cas que más parecían destinadas a ciones utilitarias, tamb ién jugó un una globalidad que a un simple ele­ papel capital en la sociabilidad ciuda­ mento funcional. Esa globalidad es la dana, así como un rol ornamenta l y que siempre debiera acompaña r el simbólico «fundamental" . construir, concebido como una mora­ Las representaciones del agua da en la que la dimensión poética no se han desplazado. La memoria del es un mero accesorio. Razón tenía agua es efíme ra. No pueden des­ Heidegger (1994.135) al decir que perta rla solamente las rehabilit a­ " nuestro pensar está habituado a es­ ciones aisladas de fuentes y lava­ timar muy pobremente el ser de la deros, acequias y presas, norias , cosa". La construcc ión se toma, de molinos y albercas, la mayor parte ordinario, al pie de la Técnica, sin de las veces reconstrucciones yer­ tener en cuenta lo fundamental: tas. No son tanto los edificios como construir implica habitar. Toda cons­ los valores por los que existieron. trucción debe tener como fin ser ha­ Qué significaron, qué pueden aún bitada, aun no siendo alojamiento, sí significar. El vacío, tanto más que debe ser morada. la ruina, manifiesta una presencia El agua habita la cultura humana, dolida, apremia darle sent ido, no elemento excepcional y cotidiano, malbaratar la ausencia. Más vale la por las ideas que sugiere simbolizó desaparición que la refección des­ el movimiento y la vida. Mas, qué habitada.

Pozo hortelano de noria en Linares. 17 mendro y alrededor de un ve­ nero. En los pueblos de ribera , los pozos y el cauce fueron las principa­ les formas de suministro , si segui ­ mos la descripción de Madoz: Niebla nos puede servir como ejemp lo de villa abastecida por el río, mientras que La Palma se alimentaba por tres pozos -a pesar de la proximidad de dos manantiales formando arroyo-. En las poblaciones elevadas , la mayor parte de las veces, el aljibe, la coracha y el pozo ayudaron a resol­ ver el problema. El mayor inconve­ niente del cauce radicaba en la salu­ bridad , debida tanto a los vertidos humanos como a las mareas e inun­ daciones. Eran las clases más humil­ des las que sufrían la peor suerte ya que las acomodadas se abastecían con agua de mejor calidad, coexis­ tiendo un abastecimiento para los pobres y otro para los poderosos. Si los cabildos se interesaban por el buen funcionamiento de estos sis­ temas no fue hasta hace algo más de un siglo en que de manera sistemáti­ ca se fomentó otra forma de suminis­ tro. En el siglo XIX y principios del xx los problemas de abastecimiento se hicieron patentes por varias razones: el incremento de la población, los nuevos conceptos sobre la higiene y Pozo de carretera en Cortega na. la salud pública, la creciente contami­ nación, dando lugar a normati vas sobre el agua y la construcc ión de El abastecimiento de los núcleos fuentes públicas que aseguraban un urbanos caudal adecuado y una salubridad conveniente. Válgame como ejemplo Desde tiempos remotos y con el el texto que acompaña el proyecto de fin de suministrar a los grandes la fuente de La Reú en Nerva, fuente asentamientos, se ingeniaron siste­ pública de nuevo patrón , para com­ mas complejos, para los que fueron prender las preocupaciones que necesarios artefactos de elaborada guiaban este tipo de construcciones: técni ca. Desde la Antigüeda d, se «El proyecto obedece a un principio construyeron pantanos, ruedas, ca­ de progreso y responde a fines tan nales y acueductos de tamaño colo­ esenciales que la realización del sal. En lo que conciern e a la actual mismo satisfacerá las necesidades provincia de Huelva, uno de los siste­ imperiosas y llenará un objetivo im­ mas import antes fue el acued ucto portantísimo como es el abasteci­ que desde las fuentes del Alpizar de miento de agua a la población. ( oo) la antigua Tejada, hoy en término de No es bastante, sin embargo, que , partía hasta Itá­ una población se surta de agua: es lica, del que subsisten importantes necesario que ésta sea abundante y restos repartidos durante toda su tra­ de buena calidad, porque es cierto yectoria. que el Tifus, la fiebre Tifoidea, el Car­ Si las circunstancias obligaron a la bunclo, el Cólera y otros infinitos nú­ creación de poblaciones elevadas, meros de enfermedades tienen su como medio idóneo de defensa, difi­ principal vehículo de transmisión en cultando el suministro de agua, los el agua" (Gómez Moreno, 150). asentam ientos humanos se hicieron Si las grandes ciudades comien­ con frecuencia a orillas de un río o zan entonces a dotarse de un siste­ cerca de una fuente. Son numerosas ma de abastecimiento domés tico y las poblaciones edificadas en las cer­ se crean comp añías de agua para . canías de un manantial o el naci­ gestionarlos, en nuestra provincia, miento de un río: excepto algunos casos de suminis­ junto al nacimiento del Múrtiga, Cor­ tro a calles pobladas por los pudien­ tegana junto al del Chanza, Cañave­ tes, serían las plazas mayores las ral y al pie de fuentes únicas que recibieran el ornato y el abundantísimas , Calañas en la ve­ abastecimiento. Pero empecemos cindad de varios manantiales, El AI- por el comienzo. 18 Aljibes, corachas, pozos y qanats domésticos, de polea o de noria, de soga o cadena; cubiertos con cúpula En los bastiones construidos o cobertizo , encastrados o exentos, sobre lomas y picachos, hubo que anchos o estrechos, protegidos por imaginar una arquitectura que recu­ brocales de piedra, cerámica, hierro perara la lluvia y la acumulara en o fábrica de ladrillo y argamasa; a grandes depósitos, horadar pozos veces se le añadía una pileta para dificultosos, así como constru ir dis­ que el ganado pudiese abrevar, o un positivos de acceso y defensa de lavadero, cuando no los dos. los puntos de abastecimiento. Del Existieron pozos públicos que sur­ mismo modo, en las zonas de fre­ tían a un barrio y del que todos los cuentes secas los aljibes fueron vecinos cuidaban. Eran, como las construcciones obligadas ; en ellos fuentes, lugar de reunión y palabreo. se recogían las aguas de lluvia, o se , según Madoz, se surtía de un almacenaban las que por algún otro pozo comunal. La Palma tuvo tres medio se elevaban hasta allí. La re­ pozos públicos: Fuentevieja, Fuente­ cuperación del agua impuso una nueva y el de Las Vacas. arquitectura precisa. Los tejados lia­ conservó un pozo concejil de buenas nas almacenaban la lluvia en cister­ dimensiones, hasta época reciente , nas, mediante gárgolas y atan ores junto al Pilar de Acá. En San Silves­ de metal o barro cocido. Los de teja tre subsiste aún el de la Barriada de la recuperaban por medio de cana­ Pío XII. , a mediados del lones que la conducían hasta los di­ siglo pasado , a excepción de una ferentes recipientes, que podían fuente en la Plaza de San Francisco, tomar la apariencia de un pozo, de sólo se abastecía de pozos; el Pozo una sala abovedada , de una bode­ de la Villa puede sea un ejemplar de ga, etc. Se pueden encontrar aljibes los mejor conservados ; en él se dis­ en muchos cortijos de nuestra pro­ tinguen las trazas de soga que oca­ vinc ia, valga como ejemplo los de sionaron el pasar del tiempo y el tra­ Monte la Segura y Monterez en Cor­ jín del agua. Como punto de agua tegana. En los grandes edificios concurrido organizó el espacio cen­ ocuparon inmensos espacios cuida­ trando la perspectiva urbana ; en el dos como verdaderos templos de ángulo de dos calles una imagen del agua: castillos, palacios, conventos, Crucificado completa el marco, presi­ estuvieron bien dotados de estos diendo el lugar y como mejor manera preciosos depósitos. En el cast illo de sacralizarlo. de se conserva un ejem­ plar en perfecto estado, de muy fácil acceso mediante gradas como si se tratara de una cripta. En otros casos un brocal perm itía el tras iego. En se encuentran ejemplares de diversa tipología: en el Castillo el aljibe tiene acceso por escaleras mientras que al del convento de Santa Clara, al de San Francisco, o al de la casa de Juan Ramón , se accede por el brocal. Las corachas fueron muros o es­ polones que arrancando de la cerca urbana , avanzaban hasta una torre situada junto a la toma de agua. Las corachas no abastecían directamen­ te la población, pero permitían el ac­ ceso al río, al pozo o a la fuente, en caso de asedio. Una torre albarrana defend ía el lugar de suministro. La Puerta del Agua en Niebla bien pu­ diera haber tenido un espolón de este tipo para permitir el acceso al río, del que también coge el nombre: Bib-al-Guadí. Con el aljibe, el pozo representó la forma más corriente de captación ur­ bana. Podían ser excavacionesverti­ cales hasta una vena de agua natu­ ral, o suminist rada por un qanat desde otro venero. Aunque los hubo concej iles, la mayor parte de ellos fueron privados: de agua dulce o sa­ lobre, rurales o urbanos, agrícolas o Pozo de la villa en Ayamonte. 19 canos y olvidados, allí quedaban me­ dallones, llaves, bolinches, monedas... Su omnipresencia le hacía ser cuida­ do y temido como si se tratase de una criatura ambigua. Con el fin de alejar a los niños del peligro se les asustaba con seres ocultos, o pequeños mons­ truos. Pero el temor era de todos com­ partido; María del Valle, poeta de Chu­ cena, resume en pocos versos la relación de la mujer y el pozo, como en un encantamiento, ese latir de vida y amenaza de muerte, ese saberlo ve­ cino, vivo y hambriento:

«Alguien lo sembró allí,/ tan verti­ cal y fiero,!como hundido mar aco­ rralado,!donde la muerte fluye/ y se avecina!para invitar al fondo.!Niños sedientos, manos de todos los galá­ pagos,!monedas/ con la inscripción del miedo,!enajenan el agua.!Basta mirar/ para sentir el eco de las som­ bras,!el imán que proponen sus es­ pejos/y el vértigo feroz que la mente recorre.!Ampárame brocal de tu so­ berbia.!De tu estrecho/ bajar/ defini­ tivo" .

Existentes en la Península antes de su llegada, los árabes desarrolla­ ron formas de captación subterrá­ Pozo domésti co de los años 20, en un patio de Alajar. neas de origen persa : los qanás o qanats. Se trata de una galería parti­ cularme nte eficaz en los terrenos arenosos, aunque su técnica se em­ Si es cierto que, para el consumo pleó en otros lugares de naturaleza humano, se privilegió el agua de las distinta. Si la galería es larga tiene fuentes, el pozo facilitó faenas agrí• varios pozos debidamen te espacia­ colas y tareas caseras, aun cuando dos, cuyas profundidades eran mar­ no era común en los hogares humil­ cadas por los diferentes niveles de des, fue este sist ema el modo de terreno. Desde los cartagineses y ro­ abastecimiento directo más generali­ manos se han segu ido utilizando zado hasta el advenimiento reciente hasta nuestro siglo. Muchos manan­ del agua corriente en las casas. En tiales que creemos naturales no son todas las comarcas , inclu so en la otra cosa que captaciones de este Sierra tan abundante en fuentes, los tipo. Una de las fuentes más ant i­ pozos privados eran tanto más fre­ guas que se abasteció de esta forma cue ntes cua nto que el acarreo del es La Fontan illa de Paterna, de ori­ agua era dificultoso y que el cauda l gen árabe ; está situada cerca de la de muchos manantiales podía men­ población , donde el agua llegaba guar durante el estío. hasta una alcoba de ladrillo abierta Medianeros y sencillos en las casas po r arcos. Huelva, según el infor­ modestas, centrados en el patio y con mante de Madoz, se suministró por formas elaboradas, en las casas aco­ este tipo de galerías: •• Es notable el modadas; el pozo permitía que la conducto por donde se surte de labor doméstica fuera más llevadera, agua la población. Consiste en por­ sus alrededores eran lugares de fres­ cion de galerías subterráneas que cor donde macetas y recipientes con­ forman entre sí un laberinto por de­ vertían el espacio en un pequeño bajo de los Cabezos, cuyas filtracio­ oasis. Él fue un habitante más de la nes de agua potable y de escelente casa, su estado preocupaba como calidad abastecieron cumplidamente podía hacerlo el de un ser vivo. Se ha­ á los moradores de este pue blo y blaba de su delgadez o de su gordu­ buqu es que arribaban en tiempos ra, de su vida profunda que el galápa­ antiguos, y aunque en el dia se en­ go a veces encamaba. En cierto modo cuentra bastante obstruida con dos el animal era el garante de la pureza obra s muy mal entendidas que se de sus aguas, el guardián de aquellas han practicado, da el agua casi sufi­ profundidades. En lo hondo se aban­ ciente para las necesidades comu­ donaban objetos, como forma de con­ nes, si bien se aprovechan ahora las tinuar su vida entre los hombres. Cer- de los pozos no tan delgadas como 20 aquellas, ni tan sabrosas y crista­ linas". Esta técnica de minas subterrá­ neas se adoptó también en zonas ru­ rales para surtir diferentes sistemas. El Socavón de Vázquez en Galaroza se construyó para suministrar agua finísima a las casas de las familias pudientes ; otros proveían albercas para facilitar el riego de huertas como el Socavón del Sota en Gala­ roza o la Caña de Fernán Gómez en Cortegana. En Galaroza y Cortega­ na existen dos fuentecillas públicas alimentadas por este procedimiento: la del Callejón, bajo la carretera de Almonaster en Cortegana, y la del Socavón en Galaroza , esta última muy apreciada por la finura de sus aguas. En Campofrío dos fuentes de épocas distintas se abastecen con esta técnica. Cañas, minas, socavo­ nes, galerías, son frecuentes en nuestra tierra, con el fin de buscar un caudal constante reuniendo aguas superficiales o nutriendo una vena original irregular. El informe pericial de la fuente de La Reú en Nerva, aun procediendo de un manantial, aconseja la construcción de galerías de recuperación para: " fijar el nivel de las aguas subterráneas en verano y ver si alcanza al de la población y Fuente de Zufre . son susceptibles de alegrarla y po­ nerla en movimiento por medio de minas", (Gómez Moreno, 151-152).

nantial, como pudo ser el caso de Las fuentes Zufre, donde la Fuente del Concejo mana a los pies del ayuntamiento, o Se llama fuente tanto a un manan­ el caso de la actual villa de El Almen­ tial como a la construcción o al arti­ dro, nacido en el lugar que llamaban ficio que hace brotar el agua en lu­ " El Agua del Almendro " , pocos nú­ gares públicos o privados. Estos cleos tuvieron el privilegio de tener últimos pueden cubrir un manantial un manantial en el mismo centro . o hacer salir el caudal encauzado Dos leyendas locales surgen alrede­ desde un depósito o por un qanat , dor de manantiales en : La que por aquí llaman socavón , mina Zulema y La Julianita, población bien o caña. En la comarca de La Sierra dotada de fuente s y abrevad eros. se conserva una tipología variada. Con 4.370 habitantes a mediados La razón de su construcción se del XIX , contaba la ciudad con cinco debió a diferentes factore s, el más fuentes públicas, dos dentro del antiguo fue el de preferir el agua casco urbano (El Pilar y Cantarra­ "viva" de las resurgencias a la de nas) y otras tres en las inmediacio­ los pozos urbanos, de los ríos o ace­ nes (El Concejo, La Zulema y el pilar quias situadas en la part e baja de de la Albuhera). La de la Albuhera es los pueblos y por lo tanto fácilmente un ejemplar complejo con cuatro fun­ contaminadas por el arrastre de las ciones: fuente, abrevadero, lavade­ basuras, en cuanto a su generaliza­ ros y albuhera -que sirvió para el re­ ción, se debió, a partir de finales del gadío y de baña y abrevadero para el siglo XIX, gracias al progreso de los ganado chico-; recientemente res­ conocimientos en materia de higiene taurada se puede vivir en ella el gozo y prevención y a las luchas políticas del agua tanto en los caños, como en que éstos provocaron. las pilas o en la charca habitada por A pesar de que se conocían téc­ ranas y el vuelo de golondrinas. nicas de abastecimiento capaces de En la mayor parte de los casos , transportar el agua desde lejos, las fuentes eran escasas y a menu­ hasta nuestro siglo, pocos pueblos do situadas en los arrabales de villas disponían de fuente en el centro del y aldeas. Baste citar algunos ejem­ casco urbano. Si hubo algunas po­ plos de villas de nuest ra provincia blaciones construidas sobre un rna- que no poseían fuente pública en su 21 de la población, una abundante en el Camino de La Palma, y otra menos copiosa , la de San Antonio, obstrui­ da desde hace años; en cuanto a Moguer precisa los muchos manan­ tiales que se encuentran en el térmi­ no, haciendo mención de los tres que surten a la población, de los cuales sólo uno de sabor agradable. En realidad una fuente para el con­ sumo de 5.427 habitantes. Sólo la existencia de pozos en las moradas pud ientes remed iaba el abasteci­ miento. Las fuentes fueron sobre todo fre­ cuentes en los descansaderos de los caminos reales y veredas de carne , cercanos a las aglomeraciones, para facilitar el desplazamiento del gana­ do y el buen desarrollo de las comu­ nicaciones, ya que hasta la era del automóvil, realizándose los transpor­ tes por tracción animal, el abrevade­ ro prefigura la gasolinera, en la en­ trada de los pueblos (Lemeunier, 13). posee dos es­ pléndidos ejemplares de este tipo. La Fuente del Rey de Encinasola y sobre todo El Pilar de Acá y El Pilar de Allá son también fuentes construi­ das en encrucijadas de caminos que abastecieron al hombre y al ganado. Fuente del Concejo, Aracena. Su elegante factura es debida a Zalamea posee tres modelos distin­ Anibal González. tos en diferentes entradas del pue­ blo: La Fuente del Fresno, la más ur­ banizada de las tres -con funciones interior en la primera mitad del siglo bien separadas-, El Pilar de las In­ XIX, tal como los atestigua el Diccio­ dias y, sobre todo, El Pilar Viejo, nario de Madoz: de Gibraleón, con ejemplo que da cuenta de un antiguo 2.804 habitantes, se dice: «En las in­ tráfago de ganado, propio de un mediaciones de la villa se encuen­ lugar donde se reunía gran numero tran varias fuentes de agua potable, de bestias. Desde la aparición del fe­ de las que se surten los vecinos »; rrocarril se construyeron fuentes en con 2.884 habitantes poseía todas las estaciones, la aducción de tres fuentes públicas «alrededor del agua era necesaria al propio funcio­ pueblo" ; Bollullos, con 4.638 habi­ namiento de las locomotoras y las tantes , contaba con dos fuentes en fuentecillas sirvieron para amainar la las cercanías para el abastecimiento sed de los viajeros.

Fuente Redonda, Cañaveral de León. 22 La Laguna, Cañaveral de León.

Si hasta finales del siglo XIX gozar suministrar energía. La estructura del de agua corriente era un bien raro conjunto asume comúnmente el que se limitaba a las casas nobilia­ buen funcionamiento de los distintos rias y grandes conventos, como ya usos. Con la nueva construcción se queda dicho , es también tardía la pretende representar dignamente a aparición de la fuente en la plaza la comunidad. El edificio reviste en­ principal, cuando no estuvo desde el tonces una importancia simbólica ex­ origen de la población. Captar y ca­ cepciona l, a la bondad de las aguas nalizar el agua hasta el mismo cora­ y a la sociabilidad que genera se une zón del pueblo se puede considerar el aspecto monumental y conmemo­ una gracia de cabildos ricos e ilustra­ rativo que con la iglesia y la alcaldía dos o fruto de una conquista. son los monumentos que simbolizan Fueron los momentos de concien­ y representan a la comunidad. A me­ cia política avanzada los que permi­ nudo, term ina viéndose englobada tieron progresar notablemente en en el casco urbano ordenando el es­ este sentido. En nuestra provincia pacio hasta formar una plaza. La existen pocos surtidores de época idea de plaza asoc iada a la fuente renacentista y no son muchos los acaba por ser un tópico de ordena­ construidos en el XVIII; los más impor­ miento urbanístico. tantes datan tan sólo de finales del Cañaveral de León es un ejemplo XIX o principios del xx. En este siglo rudimentario de aprovechamiento in­ fueron la Dictadura de Primo de Ri­ tegral, con las distintas funciones vera y sobre todo la República mo­ bien distribuidas en un amplio espa­ mentos de particular desarrollo para cio, que cubre todo el límite occiden­ este tipo de proyectos. Durante el tal de la población. El Manantial se franquismo, mientras por toda Euro­ encuentra a un tiro de piedra de la pa se llevaba el agua a domicilio en Fuente , en los años de sequ ía se la mayor parte de las zonas rurales, hizo un pozo con el fin de tomar el ve­ en nuestra región se acometían aún nero entre unos riscos, que en los construcciones de fuentes públicas y buenos años aflora por varios sitios. lavaderos como forma de progreso La Fuente Redonda es el primer es­ sin visión de futuro. Fueron varios los labón del conjunto. Pequeño círculo lavaderos de los años sesenta que con graderío de piedra hoy en medio se utilizaron el tiempo de inaugurar­ de una plazuela. A pesar de su singu­ los o poco más. lar atractivo, la tarea debió ser tanto Era frecuente encontrar en la más penosa que se cumplía agacha­ fuente principal de un pueblo una re­ da, de rodillas o en cuclillas había ferenc ia conmemorativa o una alu­ que llenar cántaros y botijos con tino sión a lo sagrado (cuando no las dos suficiente para que no entrasen briz­ a la vez). Se contaba con una pieza nas, cump lir un largo y penoso tra­ destinada al abastecimiento humano, yecto para la mayor parte de las otra para abrevar el ganado, una aguado ras y seguir un turno para el cuarta para lavar la ropa y un ele­ agua del consumo humano, cuya ca­ mento final como cabeza de almace­ lidad era tanto mejor como más cerca namiento destinado al regadío o para se cogiese de la boca. Con la nueva 23 Por debajo de la Laguna discurre la Calleja del Agua, verdadera regue­ ra por donde el caudal fluye entre el mentrasto, al pie de los viejos moli­ nos, sorteando las lievas hasta El Chorrero, para regar unas huertas donde tan solo se planta lo necesario al consumo familiar.

Sociabilidad de la fuente

La fuente era un lugar de sociabili­ dad. Si en la mayor parte de los pue­ blos y ciudades que no disponían de manantial en su interior, el agua se acarreaba desde puntos alejados por aguado res que la distribu ían por los barrios, no todos los hogares se po­ dían permitir ese gasto; en las casas modestas, donde había mozas o mu­ jeres con energía suficiente , no se acud ía al servicio de aquéllos. Pese al aguador, el transporte del agua fue tarea de mujer: la faena del agua incumbía a la población femenina hum ilde; hubo aguadoras en gran número que no sólo abastecían pe­ nosamente sus propias casas sino la de los pudientes. No podemos olvidar la profunda amb igüedad de la fuente: permite Pilar Viejo, zalamea. reunirse a un público diverso, en una misma área. Si esto ya no es algo obvio, es imprescindible tener en cuenta que facilitaba el encuentro conciencia política de salud pública , entre hombres y mujeres, en una so­ ya en este siglo, se edificó en una en­ ciedad en la que la separación de crucijada central la Fuente del Botón, géneros se inscribía en el espacio. que permitía obtener con mayor facili­ Los usos múltiples y bien repartidos dad un producto más seguro. hacen de la fuente uno de los ele­ El cauda l de la Fuente Redonda, mentos urbanos más dinámicos. Me desemboca en una larga acequia parece necesario recordar la diversa que llaman el Pilar. Allí abrevaban las población que se reunía, tanto en las caballerías que podían aprovecharse fuentes de veredas como en las ur­ en gran número. Al cabo de este banas. En los caminos como en los cauce se encontraban los lavaderos, pueb los, en los abrevaderos, así hoy en día desaparecidos, donde las como en las albercas de riego, espa­ mujeres trajinaban arrodilladas. Aún cios mascu linos por excelencia, se después de construidos los lavade­ cruzaban gañanes , arrieros , moline­ ros nuevos , allí acudieron a limpiar ros, hortelanos, buhoneros, aguado­ las tripas de los cerdos sacr ificados res, tratantes , (...) lo cual daba lugar en invierno. a encuentros ordinarios o insólitos, a El eslabón más importante es el de fricciones, tratos, arreglos o simples La Laguna, albuhera de gran tamaño saludos e intercambios sobre el esta­ donde se recuperan las aguas con el do del ganado , del cielo, o de la tie­ fin de aprovecharlas para el regadío, rra. La fuente urbana y los lavaderos así como, antaño, para mover un mo­ sirvieron de ágora a las mujeres; allí lino de trigo y una almazara de rueda se enconaban o solucionaban con­ hidráulica. Su aspecto primitivo dife­ flictos, se daba libre curso a la pala­ ría del actual por no estar su fondo bra. Ambos se hallaban a menudo hormigonado y tener uno de los cos­ dentro de recintos bien marcados; la tados abiertos con el fin de servir de fuente podía resultar un «salón» con abrevadero al ganado chico y de baña gradas y bancos que permitían el ac­ a los guarros del Concejo. Abrevade­ ceso y la espera ; en cuanto a los la­ ros más que suficientes para la locali­ vaderos, se fueron enriqueciendo dad así como para los que acudían a con el paso del tiempo con elemen­ la Feria de Setiembre. A finales de los tos funcionales que facilitaban la es­ años sesenta se transformó la baña tancia y las tareas de lavado. Si en de ganado en «piscina» pública, nom­ ciertos momentos la faena primaba bre con el que hoy se la conoce. sobre el resto, había otros en los que 24 su perspectiva con una alameda, « con lo que este elemento quedaba aún más enfatizado y valorado" (Ro­ dríguez Beneyto, 114). Aquel lugar llamado Los Álamos, se convirtió en pocas décadas en el verdadero nú­ cleo de la población. Allí se cumple , probablemente desde entonces, una fiesta peculiar, los Jarritas, que reúne año tras año hombres y mujeres en un combate lúdico como celebración de un caudal urbanizado. Pese al desbarato de los lavaderos y del abrevadero, que merecerían una re­ estructuración adecuada , no conoz­ co fuente tan bien cuidada en toda la provincia, al menos desde que la nueva corporación municipal recono­ ciese en ella el edificio civil más em­ blemático de la villa. Tres postales existen de la vida de la fuente hace un siglo en Fuentehe­ ridos ; en ellas mejor que cualquier descripción se nos muestra la tipolo­ gía antigua, tal como podía ser la de Galaroza y, salvando las distancias, como la que aún se conserva en Ca­ ñaveral ; sobre el antiguo emplaza­ miento hoy existe una plaza, lugar de reunión por excelencia. En , existen dos ejemplares de gran interés etnológico; en ellos Fuente de Los Doce Caños, Galaroza. pueden apreciarse tres espacios bien diferenciados: el del abasteci­ miento doméstico, el abrevadero y el ir a la fuente servía de pretexto para de los lavaderos. El más antiguo encontrarse. La sociabilidad que ge­ queda en un extremo del pueblo im­ neraban preocupó a las autoridades pasible a los camb ios de nuestro hasta el punto de considerarla uno siglo, mientras que el más reciente de los focos donde el mantenimiento atrajo el urbanismo hasta formar una del orden público parecía más preca­ plaza ovalada de indudable atractivo; rio. Esta concurrencia dio a algunas en él se sigue tomando agua para el una importancia capital en el ordena­ uso doméstico, abreva el ganado y miento urbanístico y, como ya se ha siguen lavando las vecinas por la dicho, ocurrió con frecuencia que de calidad de sus aguas. Cortegana hallarse en los arrabales pasaron a perdió la fuente monumental que se encontrarse, con el paso de los años, alzaba frente al ayuntamiento, si bien en el centro de la población y se con­ conserva varias otras. El conjunto virtieran en uno de los mejores orna­ más interesante es el de la Fuente tos del pueblo. del Chanza; a pesar de la forzada ur­ El caso de Galaroza es una mues­ banización del espacio y de la esca­ tra de esta evolución. La Fuente de sa sociabilidad del lugar, mantiene los Doce Caños fue antiguamente un un encanto marcado tanto por la ve­ amplio manantial a las afueras del getac ión de los huertos vecinos pueblo, bordeado de lanchas, de como por la calidad de conservación donde las mujeres sacaban el agua. del barrio. Con el remanente abrevaba el gana­ do, se proveían unos lavaderos, se regaba un extenso pago de huertas y Los molinos se accionaban varios molinos. A fina­ les del XIX se remodela el conjunto Los molinos movidos por el agua procediendo a la construcción de pueden ser de marea o de río, divi­ tres espac ios bien diferenciados: diéndose ambos en dos grandes fa­ fuente, abrevadero y lavadero, de los milias según el tipo de rueda: los de que la fuente adquirió un aspecto pri­ rueda horizontal, o de rodezno, y las vilegiado. Recinto asalanado en aceñas -ceñas, señas , o acenas-, forma de lira, con dos amplios ban­ con rueda vertical de tipo vitruviano. cos y solería de mármol blanco, re­ Las aceñas a su vez son de dos matado por un frontón monumental , tipos según reciban el agua por arri­ coronado por dos damas recostadas ba o por debajo de las palas. Estas sobre un blasón romántico. Se realzó aceñas que se encuentran en el 25 los Ingenios y de las Máquinas, así como Francisco Lobato en su famo­ so manuscrito, lo cual indica su pro­ bable uso en Aragón y Castilla en el siglo XVI. En este tipo de ingenio un rodete está ajustado en un cilindro, con lo cual el agua se ve forzada a girar en las paredes del tubo desa­ rrollando una energía que impulsa con gran potencia la rueda que mueve las muelas. Este tipo de inge­ nio fue utilizado en algunos molinos de marea de nuestro océano, sin que conozca restos o documentos que hagan referencia a su existencia en nuestros molinos fluviales. Fueron los de rodezno, con o sin cubo, los que más abundaron por tie­ rras onubenses. Describiremos más adelante los de cubo; en cuanto a los que carecían de él (también llama­ dos de canal) eran muy similares a los primeros sólo que hacían llegar el agua desde la presa al rodezno por medio de un canal inclinado.

Molinos harineros de rivera

Dejando deliberadamente de lado los molinos de aceite, de los que queda algún que otro ejemplar en La Almazara de rueda hidráulica vertical, . Sierra y a los que no he dedicado un estudio minucioso, trataré aquí de los molinos harineros de rivera. Reparti­ dos por toda la provincia, en particu­ mismo cauce podían estar instaladas lar en las zonas donde más abun­ en un edificio estable o en barcazas daba el agua , como ya podremos o sistemas flotantes sobre el río. Las comprobar. Javier Escalera Reyes aceñas inmóviles eran por lo general (1985,42-50) describe el molino ha­ molinos de grandes dimensiones si­ rinero serrano, con gran detalle , en tuados sobre los ríos caudalosos, uno de sus variados artículos sobre precisando azudes que asegurasen la molinería; para todos aquellos que un caudal de agua suficiente para quisieran saber más sobre la técnica mover las grandes ruedas de pale­ y la vida molineras os remito a la bi­ tas. Requerían una sólida construc­ bliografía de este autor. ción , generalmente de sillería, que Generalmente el molino va prece­ resistiera las grandes avenidas. Si dido de una pequeña represa de di­ las que recibían el agua por arriba, a ferentes tipos con el fin de almace­ menudo con rueda de cangilones, no nar agua suficiente para moler. Una precisaban tanto caudal adecuándo­ lieva, también llamada cao, caz o ca­ se a ríos menos caudalosos, no co­ vucera, conduce el agua hacia el nozco la existencia de algún modelo cubo, o los cubos cuando existen va­ de cauce con rueda vertical en nues­ rios. Podía ocurrir que se careciese tra provincia -aunque, como ya vere­ de dique para la reserva propia y la mos, la toponimia guarde su memo­ Iieva cogiese el agua directamente ria y quedan almazaras cuya rueda del cauce o de la regadera madre, o vertical se alimentaba por un caz in­ que en ocasiones el cao se ensan­ clinado o un acueducto de obra-oEn chara sirviendo de reserva, como cuanto a los molinos flotantes de puede aún verse en Arroyomolinos , rueda vitruviana debió haberlos desde el puente de la Gitana. El sobre el , pero no podr ía pozo o cubo es una construcción documentar su existencia en los limi­ vertical en anillos de piedra cavados tes que nos incumben. o superpuestos, cuya anchura de Los molinos de regolfo y de rodez­ boca oscila entre uno y tres metros, no son los tipos de rueda horizontal. medida que se estrecha conforme Los molinos de regolfo, con rodete , baja , para hacer aumentar la pre­ son los antecesores de las moder­ sión . Si la caída es generalmente nas turbinas. Pedro Juan De Lasta­ vert ical, Javier Escalera hace refe­ nasa, pseudo Juanelo Turriano , los renc ia de algunos de boca muy describe en Los Veintiún Libros de ancha, abierta en forma trapezoidal 26 nos con dimens iones entre 1,20 Y 1,50 m. González Tascón anota que una medida superior no da mayor rendimiento y presenta problemas de torsión así como grandes dificultades de manipulación en el espacio redu­ cido del cárcavo. Los tipos observados están com­ puestos por cucharas unidas en un eje central o bien insertas en unos re­ fuerzos circulares de hierro, formando un cuerpo bien ajustado; en este últi­ mo, los aros metálicos se unen a la maza mediante cuatro o seis radios de madera. Este diseño, además de su ligereza, ofrecía la ventaja de poder desmontar la rueda y sustituir las cucharas defectuosas. Había que tomar, sin embargo, la precaución de mantener empapada de agua la ma­ dera, ya que al secarse «el rodezno se arruinaba rápidamente » (G. Tas­ cón, 211). Puede que ésta sea una de las razones por las que en ciertas restauraciones «inertes» se privilegie el rodezno de hierro. Siguiendo el modelo de molino de cubo, como más frecuente en la sie­ rra, la maza y el varón componen el eje o árbol. La primera es la pieza in­ ferior de madera, de forma tronco-có• Caz y cubo de un molino harinero, rivera de Linares. nica cuya parte super ior más estre­ cha presenta una mortaja en la que se inserta otra pieza de hierro llama­ da varón o varrón. La func ión del árbol es la de transmitir el giro de la o en herradura, que presentan una rueda a la piedra móvil (volandera o caída en rampa, en cuyo fondo se corredera) , gracias a la lavija, pieza encuentra un pozo de escasa pro­ metálica incrustada en la muela. El fund idad, o directamente el hueco conjunto del rodezno descansa que comun ica con la bóveda (Gil sobre una viga de madera , llamada Márquez, El Castañuelo , , El cama , mesa o puente , colocada en Rosal, Aracena ). En la desemboca­ el suelo del cárcavo, fijada por un ex­ dura del cubo está emplazada la tremo y libre por el otro, extremo saetilla o saetín, conducto de made­ sobre el que actúa el alivio. ra de forma piramidal , regulado por La molienda se efectuaba por el una paraera. La saetilla propulsa el frotamiento de dos piedras circulares, agua en las cucharas del rodezno de las cuales la inferior o solera era haciéndolo girar. Este último ele­ fija y la superior o volandera giraba mento se halla en el cárcavo (tam­ sobre la primera. Las piedras talladas bién llamado bóveda , o cueva), cá­ en roca dura y compacta tenían dos mara excavada en la roca o caras estriadas radialmente por una construida en fábrica , que desagua fina picadura en aban icos (en algu­ al exter ior por una boca en arco . nas comarcas se sustituyeron, ya en Sobre la bóveda se levanta la sala este siglo, por piedras francesas de de molienda, sala en la que se en­ fabricación industrial, hechas con pie­ cuentran las piedras y otros elemen­ zas de 'sílex ensambladas). Ambas tos necesar ios para moler. Algunas caras tenían las estrías talladas en veces existen dependencias anejas sentido contrario, lo que permitía tritu­ que sirven de almacén o de cuadra. rar el grano como una maraña de tije­ Ciertos edificios poseían un doblao. ras (afinadero) que al cruzarse lo Como queda dicho , el elemento convertían en harina. Los abanicos fundamental del molino es el rodez­ de estrías estaban limitados por ca­ no -o rce'no-, rueda de configura­ nales de mayor anchu ra y profu ndi­ ción y dimens ión variable. Ésta dad con el fin de evacua r la harina puede ir de 80 cm a 2,10 m, medida molida, empujada por la fuerza cen­ esta última recomendada en Los trífuga de la corredera. Veintiún Libros de los ingenios y de El oficio de molinero implicaba peri­ las Máquinas. Mi gran amigo Javier cia y dedicación. Si la vida del monje Escalera, que tantos ha medido, dice estaba supeditada a la oración, la del que en la Sierra se utilizaban rodez- molinero lo estaba a la molienda. El 27 molineropodíaser propietarioo no de Se puede saber por Pérez Embid su molino, pero en todo caso estaba (1988, 47) que a finales del siglo xv sujeto al ritmo de la rueda y de las existían uno 170 molinos en los cur­ muelas que dependían del turno de sos de agua de la comarca de Ara­ agua y de la demanda de la clientela. cena, sensiblemente el mismo núme­ Los molinos más importantesy mejor ro que calcula Javier Escalera en el situados fueron propiedad del clero o siglo XIX , completando las ausencias de medianos y grandes propietarios de la relación de Madoz, cifras en agrícolas -Moreno Alonso (1979, cierto modo no muy lejos de la canti­ 144) recoge una relación de media­ dad que atribuye Núñez Roldán a dos del siglo XVIII , según la cual, fun­ esta zona (1987, 383), una media de cionaban entonces, en el término de cinco molinos por municipio - Moreno Alájar, cinco molinos cuya propiedad Alonso, confirma esta media en Alá­ era de la Iglesia o de propiedad se­ jar cuando apunta que a mediados glar, todos arrendados-. Sólo los más del siglo XVIII existían cinco, que mo­ pequeños y de acceso difícil solían lían de corriente en el invierno y en el pertenecer a los molineros. verano de represa, más dos otros en La vida en el molino no carecía de desuso-. Hace más de veinte años, movimiento, siendo un espacio de Escalera Reyes censa en la comarca sociabilidad entre personas (vece­ alrededor de ochenta , que si ya no ros) de localidades diferentes que funcionan aparecen como edificios acudían, tradicionalmentede genera­ en pie. ción en generación, para moler el La distribución de molinos harine­ trigo indispensable. Se acudía al mo­ ros en toda la provincia es desigual, lino con una frecuencia que oscilaba Núñez Roldán, analizando el Catas­ entre la semana y el mes según la tro de Ensenada , cree que hay una cantidad de pan que se quisiera ob­ relación geográfica y numérica entre tener ; no moliéndose más que el zonas productoras de cereal por ex­ grano preciso , con el fin de tener celencia y zonas deficitarias. Según siempre harina recién molida y no el mismo autor, en el Andévalo y en correr el riesgo de verla estropear la Tierra Llana: Campo de Tejada y por los parásitos o que simplemente área de Trigueros (Niebla, Seas, Gi­ se anranciara. braleón, Trigueros, San Juan), algu­ Se echaba los costales de lona nos municipios rondaban la veintena llenos de grano, en carros o directa­ de molinos de agua y viento, media mente sobre las bestias, acudiendo superior a las zonas costeras y a la al molinero de mayor conf ianza comarca de la Sierra. Estas cifras aunque a veces no fuera el más convienen ser ponderadas ya que su próximo. Javier Escalera (1985, 50) distribución no es homogénea ni cuenta cómo en la Sierra se reunían constante su existenc ia. Así el re­ varios familiares vecinos o amigos cuento que hace Pérez Embid, para " para realizar conjuntamente el el siglo xv, distribuye los molinos transporte, formando recuas con va­ entre Aracena (75), Aroche (27), rios animales y aprovechando así al Cumbres Mayores (24), Encinasola máximo la carga...». Según las épo­ (37), (5), y (2); ci­ cas, la molienda podía llegar a efec­ fras que se modifican según ciertos tuarse día y noche con el fin de núcleos se vuelven autónomos , se cumplir con la demanda. La tempo­ pueblan o despueblan. En el XIX, rada alta abarcaba los meses de ve­ según los informantes de Madoz, 1 rano y principio del otoño, al coinci­ Arroyomolinos contaba con 18 , Alá­ dir la cosecha del grano y la jar con 8, Almonáster con 12, Fuen­ disminución del caudal de agua (los teheridos con 7, Galaroza con 6, molinos que no disponían de repre­ Aroche con 11, Cortegana con 10, sas ten ían que cesar la actividad Cumbres de San Sartolomé con durante los meses más secos ). La otros 10, Encinasola con 7...Mien­ clientela estaba compuesta de par­ tras que el mismo diccionario no da ticulares y de panaderos locales medias tan altas de existencia de ambos pagaban al molinero con una molinos hidráulicos en las otras co­ porción de grano o de harina (ma­ marcas. Si Alosna contaba en aque­ quila), del orden de tres kilos o tres lla época, con 12, sólo cinco eran de y medio por fanega, más otro almud agua , El Cerro tenía 6, Moguer 11, por fanega si el transporte corría a Gibraleón 11, etc. Es verdad que cargo del molinero . La maquila también allí encontramos molinos podía ser en espec ie o su equiva­ lente en dinero, aunque si la primera

se mantuvo relativamente fija la se­ 1 Javier Escalera, hacia 1980, no da cuen­ gunda sufr ió sens ibles aumentos ta más que de diez. Si en total son 28 las rui­ con el paso del tiempo. La influencia nas que he podido compro bar, parecen existir del modelo impuesto por las fábr i­ trazas de otros cuatro , dando un total de 32 los que se han llegado a localizar en todo el muni· cas a partir de los años treinta, ace­ cipio; aunque es poco probable que llegaran a leró el proceso de monetización. funcionar todos en una misma época. 28 Molino marear del Pintao (Ayamnte).

más grandes , con varias piedras , Andaluz , de los molinos de agua en quedan aún en pie las ruinas de uno Beas -que firma el arquitecto Anto­ de ellos, el Molino de Esteban , en nio López Domínguez-, hace refe­ Niebla, que contaba con cuatro ro­ rencia a antiguas fuentes que le deznos y sus respectivas entradas permiten conclu ir que ya en época de agua. En esa villa existen restos de Alfonso X, en 1267, se hace re­ de otros tres molinos de dos piedras, ferenc ia a la existencia de aceñas con gran dique. harineras. En Almonáster existe el ¿Dónde estaban emplazados y de lugar de la Aceña en el que se en­ qué tipo eran? Si en los aledaños de cuen tra un molino de cubo . En los pueblos y ciudades importantes Palos , sobre el Dom ingo Rubio, existían buenos molinos, como ya se Madoz hace referencia a un molino ha dicho, también los hubo en sitios harinero de presa con tres piedras alejados , cerca del agua , no repre­ llamado de La Seña , y en Moguer sentando particular problema los existía una calle de la Aceña, aún desplazamientos. Es más, como ya nombrada por los lugareños . dije anter iormente, no siempre se En La provincia de Huelva existen elige al más cercano sino aquel trazas de molinos hidrául icos de donde asiduamente se ha ido; el rueda vertical de los que al menos ejemplo de una familia de arrieros de quedan aún en pie un ejemplar de al­ Galaroza es esclarecedor: a los moli­ mazara en Valdelarco, y otra en Alá­ nos del pueblo prefer ían uno de jar transformada en mesón que con­ Fuenteheridos donde iban a moler serva la gran rueda y el acueducto, lo cede toa la vida , porque eso era de que nos prueba que era posible utili­ tre'cenaencie». Según ellos : «pesa­ zar ingenios de rueda vertical movi­ ban mejo' y daban buena harina ». dos por el agua vertida desde un Si, según parece, los molinos ha­ canal superior. Pero nada de todo rineros fueron de rodezno (cubo o esto nos permite afirmar o negar la canal ), los topó nimos «aceñas» existencia de aceñas harineras en la puede que señalen la existencia an­ tierra onubense. terior de ruedas verticales; queda la ¿Qué ocurrió con los molinos? En duda de que se refirieran a azudes los años 20 y 30 la creación de fábri­ u otros ingen ios de rueda vertical cas movidas con energía eléctrica (ver Caro Baroja, 1996, 248-250) 2 . puso en peligro la subs istencia de El informe que acompaña la pro­ muchos de ellos, en par ticular los puesta de inscripción en el Catalo­ muy alejados o los demas iado cer­ go General del Patrimonio Histórico canos a las grandes poblaciones.

2 Bartolomé Marcos (1989, 47) hace men­ cubo en San Estebo de Riba do Sil, que servía ción de un molino de la Sierra Norte de Madrid para accionar dos ruedas: el agua llega al molino que en el siglo X!o/ se le llamaba Aceña del Cubo; por un canal elevado que se bifurca en su tramo lo cual le permite concluir que la denominación final. El ramal principal llena de agua el cubo de aceña encontrada corr ientemente en aquella un ingen io de rodezno que mueve una muela. época excluía la posibilidad de que se refiriera a mientras que el ramal derivado vierte el agua máquinas con álabes . Sin embargo, González sobre una rueda vertica l de arcaduces que Tascón (181-183) informa de una aceña con mueve. mediante engranajes. la otra muela. 29 Molino mareal del Pozo del Camino (Ayamonte).

Después de un cierto auge durante Aceña , las gallinas, los gatos, el la posguerra, debido al estraperlo, perro, el humo en la chimenea, son todos desaparecieron entre los años más que muelas, tolvas y rodeznos; cincuenta y sesenta. Si los grandes esta presenc ia hace que el lugar propietarios no tenían interés en in­ exista , ellos son sus ángeles guar­ vertir, los pequeño molineros, sin po­ dianes. seer grandes medios para transfor­ mar sus ingenios, no pudieron resistir al embate definitivo de las Los molinos de marea harinas industriales. Nuestra geo­ grafía se cubre de numerosas ruinas Existen en las costas onubenses en tan mal estado que los inventa­ restos de otro tipo de molino hidráu­ rios apenas manifiestan la existencia lico cuya fuente de energía era la de algunos . ¿Pero qué realidad re­ proporcionada por la alternancia de flejan? Sólo restos que de algún mareas. La mayoría de estas fábri­ modo forman parte de la memor ia cas aprovechan un solo movimiento local, o puedan sorprender al inven­ oceánico, almacenando el agua a tariador por su hechura o la hermo­ marea alta para soltarla a la baja; sura del lugar. A veces edificios en­ esos molinos son de rueda horizontal teros , otras tan sólo un cubo de -rodezno o rodete-, mientras que agrac iada factura , otras una ruina para emplear la marea alta y la baja colgada en un paraje irresistible. Sé se necesita la rueda vertical. de algunos que se han convertido en El emplazamiento de estos moli­ lujosas residencias de recreo, como nos de mar exige condiciones mucho el Molino Blanco de Las Chinas en más restrictivas que los de río ya Galaroza, restaurado por una pareja que. como escribe González Tascón de estetas americanos - hoy en (1992. 219): " no sólo se requieren manos de urban itas sevillanos-; mareas medias importantes (del otros cobijan a enganchados del ca­ orden al menos de dos metros), sino ballo; otros a soñadores sin fortuna. también que un estero o estuario sea Existen restauraciones que respeta­ fácil de cerrarse con una presa, de ron, más o menos , los ingenios, modo que se convierta en un depósi• como la que se hizo en esta última to que se llena cuando se alcanza la década en un molino del Castañuelo pleamar, y se vacía a través del mo­ (Aracena), o las que se están llevan­ lino cuando el agua alcanza su nivel do a cabo en cinco edificios sobre el mínimo ». Salvando este detalle el arroyo de los molinos en Beas, mu­ funcionamiento es similar a los otros nicipio decidido a levantar los siete molinos de rueda horizontal. molinos que existían en aquel lugar. En nuestra provincia existieron Pero lugares, lo que se dice lugares, molinos harineros de mar en Aya­ donde el hombre viva, sólo conozco monte, , , Redon­ uno en Almonaster, subiendo por el dela, Lepe, Huelva, Moguer (...), se camino de San Cristóba l. Aprove­ encontraban sobre los esteros que chando las aguas de aquel barran­ se forman en la costa y al parecer co molían varios molinos. Hoy dos eran todos de reflujo. Si en el Algarve hombres habitan la Fábrica y la existieron molinos de rodete y de ro- 30 dezno, en nuestra comarca no sé si puertas siempre abiertas y sus ro­ se dieron los dos tipos de rueda, no deznos sin apremio. conozco estudios que lo precisen, probablemente la mayoría utilizara el rodezno. Bibliografía En Cartaya sabemos por Madoz que estaban «situados en los Este­ AZURMENDI PÉREZ, L., 1985, Molinos ros de la ría, cinco molinos harine­ de mar, Santander ros que muelen á la hora del reflu­ BARTOLOMÉ MARCOS , L. (y otros ), 1989,«Molinos de agua de la Sierra jo» . Quedan restos de cimentac ión Norte de Madrid: Pasado, presente y de varios molinos en el Prado Viejo, futuro posibles». En Los molinos, cul­ en el Pozo Judío, en La Barca sobre tura y tecnología, Sorzano, 43-69. el río Piedras , desde el mismo CALVENTE COCA, A. Y SANZ GARCíA, puente de la carretera de Cartaya a l., 1995, Molinos mareales de Aya­ Lepe, a mano derecha, se divisan monte, Ayamonte. rastros de uno, el que existía a CANTERO MARTíN , P .A.. 1997a, «Ar­ mano izquierda desapareció hace quitectura del agua : el espacio del poco. En el barrio del Molino la agua ». En AH. núm. 18 (Boletín del Vega de Huelva, se hallaba un moli­ Instituto Andaluz del Patrimonio His­ tórico), Sevilla, 86-92. no de mar, instalado sobre las ma­ - 1997b, «Los Molinos de agua. Las ri­ rismas. Según Gonzálvez Escobar, beras de Arroyomollnos». En: J. A. ya funcionaba en el siglo XVI, apro­ Márquez Domínguez y J. M. Jurado vechando las marismas mareales Almonte (coords.), Artes, Costumbres en ese curso del Odie l. Este autor y Riquezas de la Provincia de Huelva. nos informa que en el estado de Madrid, 145-160. Saltés existieron al menos cuatro - 1998a , «La Ciudad y El Agua. Fuen­ molinos de mar, de los que no había tes y lavaderos de Cañaveral de rastro en 1946. León». en J. A. Márquez Domínguez y J. M. Jurado Almonte (coords.), Artes, En Ayamonte, Madoz hace refe­ Costumbres y Riquezas de la Provin­ rencia a 4 molinos de río y 6 moli­ cia de Huelva. Madrid, 325-340. nos en la marisma. Entre Ayamon­ - 1998b, «La memoria del agua. Valores, te e Islantilla se han catalogado usos y representac iones del agua en restos de diez molinos: El molino las ciudades del Sur». En: El Agua a del Dique, el de San Juan de Dios, Debate , desde la Univers idad. Hacia el de San Miguel , Rastro , Nuevo, una nueva cultura del agua. Zaragoza, Molino Chico, San Antonio, Arbolito, 65-75. El Pintao y Molino del Pozo del Ca­ CARO BAROJA, J., 1996, Tecnología po­ pular española. Barcelona (1." ed. mino. El Pintao fue una fábrica de 1983, Madrid). seis piedras de factura colosal, está ESCALERA REYES , J., 1984,«Tecno­ en proyecto su rehabilitación con el logía tradicional e investigación etno­ fin de hacer un centro de interpreta­ gráf ica: Los molinos de agua». En ción del Patrimonio Natural y Cultu­ Salvador Rodríguez Becerra ed., An­ ral; en cuanto al molino del Pozo tropología cultural de Andalucía, Se­ del Camino, acoge ya el museo del villa, 525-537 . Hombre y la Marisma. Espero que - 1985, «Estudio etnográfico sobre el estos proyectos contengan algo ciclo del cultivo, transformación y ela­ más que espacios informativos fósi• boración tradic ionales del trigo en la Sierra de Aracena». En Etnografía Es­ les, que se imaginen lugares vivos pañola núm. 5, Madrid. 7-74. donde se pueda también investigar ESCALERA REYES , J. Y VILLEGAS y crear riqueza, facilitar documenta­ SANTAELLA, A., 1983, Molinos y pa­ ción dinámica gracias a un banco naderías tradicionales, Madrid. de información en tiempo real, sol­ GÓMEZ MORENO, J., 1992, Nerva His­ ventar problemas de legislación toria de un pueblo. Nerva. medioambiental, aunar luchas, pro­ GONZÁLVEZ ESCOBAR, J. L., 1996, yectos y esperanzas, etc. «Antiguos molinos de viento, agua y ¿Qué uso para los molinos de mareales en la provincia de Huelva». En Huelva viva núm. 2, Huelva, 6-15. mar o de río, qué uso para las rui­ GONZÁLEZ TASCÓN, l., 1992, Fábricas nas? No creo que sea necesario hidráulicas españolas, Madrid restaurar a troche y moche, hay rui­ LEMEUNIER, G. 1995 , «El tiempo de nas hermosas que marcan el paisa­ las fuentes». En: Pedro A. Cantero, je con un perfil tan limpio que no Arquitectura del agua . Fuentes Públi­ creo necesario su empapelamiento. cas de la Provincia de Sevilla . Sevi­ No hay peor restauración que la sis­ lIa,11-16. temática; antes de reconstruir hay MADOZ, P. , 1988,«Huelva», ed. facsm. que saber para qué se hace, cómo del Diccionario geográfico-estadístico­ histórico de España ( 1845- 1850), se va a rehabilitar. El peor uso es el Huelva. desuso, no basta con restaurar, es MORENO ALONSO , M., 1979, La vida necesario habitar, imaginar para rural en la Sierra de Huelva . Alájar, darlos realmente vida. Devolverles Huelva. la pena temporal del agua, no con­ NÚÑEZ BONILLA, J., 1975, Retazos de la denarlos al silencio de sus corn- Historia de Cañaveralde León. Huelva. 31 NÚÑEZ ROLDÁN, F., 1987, En los confi­ En 11 Jornadas del patrimon io de la nes del reino. Huelva y su Tierra en el Sierra de Huelva, Huelva, 29-67. siglo XVIII , Sevilla. RODRíGUEZ BENEYTO, E., 1992," Cien PAVON MALDONADO , B., 1990, Tratado años de historia de la fuente de Los de arquitectura Hispano-Musulmana. Doce Caños en Galaroza». En IV Jor­ Tomo I (Agua). Madrid nadas del Patrimonio de la Sierra de PÉREZ-EMBID WAMBA, J., 1988 , " La Huelva. Huelva, 113-119. estructura de la producción agraria en VALLE (DEL) RUBIO, M., 1987, Derrota la Sierra a fines de la Edad Media». de una reflexión. Madrid.

A veces, un nombre

puede decir muchas cosas.

Puede hablarnos

de la iluaió n, del esfuerzo

y el compromiso de muchas pe rson as .

Expresar la satisfacción

por la labor bien hecha.

Relleja r el orgullo de trabajar

por y para n uestra tierra .

As í somos e n Caja Rural de Huelva.

U na e ntidad líder

c o n denomina ción de origen.

32